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Primer cuarto

S. ¿Podemos empezar? Bien. Buenas noches a todos. Espero que estén bien y que se
encuentren cómodos. Bienvenidos. Voy a tratar de explicarles un poco y en pocas palabras,
por qué estamos aquí. Hace ya un tiempo, el teatro San Martín de Buenos Aires me pidió
un proyecto para poner en escena. En aquel entonces les propuse un texto que se llamaba,
que se llama El salto de Darwin. Es una pieza que habla de la guerra de las Malvinas. Me
resultaba interesante revisitar el tema de la guerra varios años después. El proyecto en un
inicio fue aprobado y empezamos a trabajar con el equipo de producción del teatro, pero un
día me llegó un correo electrónico diciéndome que era mejor cambiar de texto. Les
pregunté si era por el tema que la obra trataba y la respuesta fue que sí, que era mejor no
tocar el tema de las Malvinas en ese momento. Decidimos entonces dejar El salto de
Darwin de lado y fue ahí que empecé a idear este proyecto que se llama Tebas Land. Ni
bien presenté la primera maqueta del proyecto a la dirección del San Martín, recibí el visto
bueno y fue ahí que empecé a montar todo este trabajo sobre el tema del parricidio.
Cuando les expliqué que mi interés era trabajar con un verdadero prisionero en escena, con
un verdadero parricida, lo primero que decidimos con el teatro San Martín fue iniciar todos
los trámites a niveles ministeriales y jurídicos para poder trabajar con la presencia de un
verdadero recluso en escena. Para mí, esta presencia verdadera y real no es un detalle del
proyecto sino que es algo fundamental ya que desde un inicio mi interés fue contar la
historia de un parricidio de forma casi performática sin que haya necesariamente una
representación. De hecho como ya lo habrán imaginado, esa es la razón por la cual el
dispositivo escénico consiste en esta especie de jaula o de enrejado. Fue una de las
condiciones que nos pusieron a nivel ministerial. Nos daban la autorización a condición de
que respetáramos determinadas reglas de seguridad, entre ellas el cercado del espacio
escénico. El documento que nos fue otorgado por el Ministerio del Interior exige, cito: « un
cercado de un mínimo de 3 metros de altura ». Exigencia que como verán, fue respetada
al pie de la letra. Al principio, la idea del cercado nos perturbó un poco. La idea de la jaula
no me gustaba ni a mí, ni al San Martín, hasta el día mismo en que cuando fuimos a la
prisión para tener nuestro primer encuentro con nuestro parricida, con Martín, ese es su
nombre, Martín Santos, increíblemente nuestra primera cita fue en una cancha de
básquetbol. Una de esas canchas de básquetbol que como suele suceder en las prisiones,
están rodeadas de un enrejado como este. Ni bien la vi, me di cuenta que teníamos
solucionado el tema de la seguridad. Enseguida me dije ya está, la escena va a estar
rodeada por un dispositivo de enrejado que desde un punto de vista escénico va a dar
seguridad a las autoridades ministeriales y que al mismo tiempo, desde un punto de vista
dramático, me va a permitir recrear el espacio de mis encuentros con Martín. En fin, en
todo caso la exigencia fue respetada. Y esto es un poco aparte, pero les confieso que
artísticamente me pareció interesante que las didascalias, las indicaciones escénicas de este
proyecto, en parte fueran dictadas por una circular del Ministerio del Interior. De hecho, ni
bien terminamos nuestro primer encuentro, recuerdo que le pedí al director del centro
penitenciario si todas nuestras próximas citas con Martín podrían ser en aquella cancha. La
respuesta fue afirmativa. Bueno… Quizá podríamos representar nuestro primer encuentro.
La primera vez que nos vimos. ¿Sí? Ok.

**
S. Fue una tarde de otoño. Hacía un poco de frío. Había viento. Mucho viento. El director
del centro penitenciario me llevó hasta la cancha en donde estaba Martín. Estaba
entrenando.
Antes de entrar, le pedí al director si lo podía hacer a solas. Que quería conversar
tranquilamente con él. Me dijo que sí. Que no había ningún problema. Que podía entrar
solo, pero que sin embargo, estaba obligado a que algunos guardias nos vigilaran a una
cierta distancia de la cancha. Le dije que lo entendía perfectamente. Martín estaba solo.
Sabía que lo iban a venir a ver. Sabía que alguien quería conversar con él, con vistas a
escribir un texto y montar un espectáculo. La dirección le había pedido obviamente su
autorización y él había dicho que sí. Al principio preferí hablarle desde afuera y esperar a
que fuera él quien me invitara a entrar a la cancha. Hola.
MARTÍN. ¿Sos vos?
S. Seguramente. Sí.
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MARTÍN. Pensé que iba a ser alguien más viejo. No sé.
S. ¿No tenés frío?
MARTÍN. No. ¿Qué hora es?
S. Las cinco.
MARTÍN. Ok. No tengo mucho tiempo. En realidad tenías que haber venido antes.
S. Sí. Nos atrasamos un poco. Tuvimos algunos problemas. Te pido disculpas por el atraso.
MARTÍN. ¿Qué marca es?
S. ¿Cómo?
MARTÍN. ¿Qué qué marca es?
S. Ah. Es un Casio.
MARTÍN. ¿Es sumergible?
S. No lo sé. Imagino que sí. Sí. Trescientos metros.
MARTÍN. ¿Tiene cronómetro?
S. Sí. Tiene.
MARTÍN. ¿Y despertador?
S. Sí. Sí. También tiene. ¿Te gustan los relojes?
MARTÍN. ¿Qué hora me dijiste que era?
S. Las cinco.
MARTÍN. Sí. Es cierto.
S. No me contestaste.
MARTÍN. ¿Qué cosa?
S. Si te gustan los relojes.
MARTÍN. Sí. Pero… No me gustan los regalos.
S. A mí tampoco.
MARTÍN. Pensé que ibas a ser un señor mayor.
S. ¿Por qué?
MARTÍN. Qué sé yo. No sé. Me dijeron que iba a venir un escritor que quería escribir un
libro.
Y que quería hablar conmigo. Que quería conocerme. ¿Cuántos años tenés?
S. Treinta y nueve.
MARTÍN. Treinta y nueve?
S. Sí.
MARTÍN. Mirá. Y a mí, ¿cuántos me das?
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S. Ya conozco tu edad.
MARTÍN. Ah… Ya estuviste leyendo…
S. Sí. Tu expediente.
MARTÍN. Y ya te estuvieron hablando.
S. No. No. Solo conozco tu expediente. Nada más.
MARTÍN. ¿Y entonces para qué querés conocerme?
S. ¿Puedo entrar?
MARTÍN. ¿No te da miedo?
S. Un poco.
MARTÍN. Si leíste mi expediente entonces sabés que…
S. ¿Qué?
MARTÍN. Nada.
S. ¿Te molesta que lo haya leído?
MARTÍN. No.
S. Pareciera que sí.
MARTÍN. Entrá si querés.
S. ¿Venís seguido?
MARTÍN. Todas las tardes.
S. ¿Todas las tardes?
MARTÍN. Las celdas son chicas. Muy chicas. No hay mucho espacio. Y si uno no se mueve
un poco, el cuerpo es como que se va atrofiando. Los músculos se empiezan a contraer. Y
duele. Duele mucho. ¿Alguna vez estuviste en una celda?
S. No. Nunca.
MARTÍN. Es como estar en una caja. Si no te movés un poco, la quedás, ¿viste? Lo peor es el
dolor acá. En el cuello. Se te va poniendo rígido y te mata. No queda otra que moverse.
S. Y, ¿te gusta el básquetbol?
MARTÍN. Es lo único que se puede hacer al aire libre y sin que nadie te moleste. Estás solo.
Tranquilo. Vos, la pelota, el tablero y nadie más. Nadie te molesta, ¿entendés? Estás
completamente solo.
S. Alrededor están siempre los guardias, ¿no?
MARTÍN. Sí, pero ellos no molestan. No se meten con nosotros. Al contrario. Solo miran. Me
miran mientras entreno.
S. ¿Y te gusta?
MARTÍN. ¿Qué cosa?
S. Que te miren.
MARTÍN. Sí. No me molesta. Además, acá te terminás acostumbrando. Todo el tiempo te
están mirando. Nunca te dejan de mirar. Te miran mientras dormís. Mientras te despertás.
Mientras vas a mear. Mientras te lavás. Mientras comés. Mientras te entrenás. ¿Ves esa
cámara?
S. No la había visto.
MARTÍN. Todo el tiempo nos están mirando. Ahora también nos están mirando.
S. Sí. Sí. Me imagino.
MARTÍN. Al final te acostumbrás.
S. Te vas como olvidando, ¿no?
MARTÍN. No. ¡Qué te vas a olvidar! Al contrario. No te lo olvidás nunca. Es algo que lo tenés
siempre presente. Es como una compañía. Ellos están ahí, de ese lado y nosotros acá, de
este otro lado. Y además, a todos nos gusta que nos miren, ¿no?
S. No sé. No. Quizá no. A mí, por ejemplo, no me gusta.
MARTÍN. ¿Querés tirar?
S. No. Gracias.
MARTÍN. No. Gracias.
S. ¿Por qué te reís?
MARTÍN. No. Todo bien. Es que hacía tiempo que nadie me decía no, gracias. No sé. Es raro.
S. Sí. Me imagino.
MARTÍN. ¿Nunca jugás?
S. ¿Al básquetbol? No. Nunca. Solo jugué un poco de niño. Mi padre me mandó durante un
año a jugar.
MARTÍN. Ah…
S. ¿Qué pasa?
MARTÍN. No. Nada. Nada
S. Sí. Te pasa algo.
MARTÍN. ¿Sabés por qué estoy acá?
S. Sí. Lo sé. Ya te dije que había leído tu expediente.
MARTÍN. Sí. Ya sé. Es cierto. A veces… Me olvido. De las cosas. ¿Y cuál es tu deporte
favorito?
S. No. No tengo.
MARTÍN. ¿Qué? ¿No practicás ningún deporte?
S. Sí. Sí. Nado dos veces por semana.
MARTÍN. ¿En una pileta?
S. Y sí.
MARTÍN. ¿Y no sabías que tu reloj era sumergible?
S. No. No lo sabía. Ahora que lo sé, no me lo voy a sacar más.
MARTÍN. ¿Qué hora es?
S. No te preocupes. Podemos estar todo el tiempo que queramos. El director me dio la
autorización para…
MARTÍN. Es que después de las cinco y media no hay más agua caliente.
S. Ah, ok. En ese caso…
MARTÍN. Y yo te esperaba a las cuatro.
S. Sí. Sí. No… No hay problema. No quisiera…
MARTÍN. Ya es la hora.
S. De todos modos… Hoy… La idea era… Conocernos. Un primer contacto.
MARTÍN. Sí. Sí.
S. Después, lo que a mí me gustaría es que pudiéramos vernos una o dos veces por semana.
MARTÍN. Oka.
S. Si es que estás de acuerdo, claro.
MARTÍN. Sí. Sí. Ya te dije que sí.
S. Podemos encontrarnos acá.
MARTÍN. Sí. Sí. ¿Y después?
S. La idea es que las primeras veces nos encontremos aquí, que trabajemos juntos y que
después vos vengas al teatro.
MARTÍN. Sí. Ya me explicaron.
S. Al principio vamos a conversar, de a poco yo voy a empezar a escribir, después vamos a
ensayar y cuando estemos listos, vamos a mostrar nuestro trabajo al público.
MARTÍN. ¿En el teatro?
S. Sí. Claro. En el teatro. Todo está bien explicado en el proyecto. Va a haber cuatro
funciones por semana. Te van a traer y te van a llevar. Y en el teatro también va a haber un
sistema de protección.
MARTÍN. Pero yo no soy… ¿Cómo es que se dice? Yo no soy actor.
S. Sí. Ya lo sé. Pero no importa. Eso no importa.
MARTÍN. Y otra cosa. Yo… En realidad… Nunca fui al teatro.
S. Tampoco importa. No te preocupes.
MARTÍN. ¿Y la tele?
S. ¿Qué?
MARTÍN. Vamos a estar también en la tele.
S. No. No. Solamente en el teatro.
MARTÍN. Pero yo leí lo de las pantallas.
S. Sí. Es verdad. Va a haber unas pantallas pero no tienen nada que ver con la tele. Después
te lo voy a explicar bien.
MARTÍN. Ok.
S. Imagino que también te explicaron que vas a tener un salario.
MARTÍN. Sí.
S. Bueno. No sé. El proyecto… La idea… ¿Te gusta?
MARTÍN. Sí.
S. Entonces podemos darnos la mano.
MARTÍN. ¿Cuál es tu nombre?
S. ¿Por qué me lo preguntás si ya lo sabés?
MARTÍN. Porque me dieron ganas de hacerte la pregunta.
S. Podés llamarme S.
MARTÍN. Oka.
S. ¿Te quedás acá?
MARTÍN. Sí. Tengo que esperar que vengan a buscarme.
S. Bueno. Suerte.
MARTÍN. ¿Cuándo vas a volver?
S. La semana que viene.

***
S. Esa misma tarde durante el trayecto en tren que me llevaba al centro de la ciudad, me
puse a anotar toda una serie de apuntes en mi cuaderno de notas. Este que tengo acá.
Decidí solo registrar algunas cosas, algunas impresiones, algunas ideas, algunas imágenes.
Sobre todo no quería ponerme a escribir. No quería hacerlo. Quería esperar a que la
escritura viniera después de nuestros encuentros. Por el momento solo quería registrar
todo lo que se me venía a la cabeza para no olvidarme de nada. Por eso en el tren anoté
cosas como CANCHA DE BÁSQUETBOL, RELOJ CASIO SUMERGIBLE, OBSESIÓN POR LA HORA, entre
paréntesis aparece escrito OBSESIÓN POR EL TIEMPO. Después dice CÁMARA QUE FILMA
PERMANENTEMENTE, CUERPO QUE SE CONTRACTURA EN LA PEQUEÑEZ DE UNA CELDA , CUERPO
QUE ES OBSERVADO, tres flechas CUANDO SE LAVA, CUANDO DUERME, CUANDO COME. Abajo
hay un dibujo en el que aparece representado el espacio escénico, de un lado dibujé un
tablero de básquetbol y del otro lado, diagramé un escritorio. Más abajo dice PARRICIDIO,
dos puntos, ESTABLECER LÍNEAS DE LECTURA CON EDIPO REY, LOS HERMANOS KARAMAZOV Y
ALGUNOS TEXTOS DE FREUD. Un poco más abajo dice CONSULTAR EL EDIPO DE PASOLINI.
Luego en la página de enfrente aparece escrita una pregunta ¿ CUÁNDO SE EMPIEZA A
ESCRIBIR REALMENTE UN TEXTO? Y abajo de esta pregunta, aparece esta otra que dice
¿CUÁNDO SE EMPIEZA A COMETER REALMENTE UN PARRICIDIO ? Después hay algunas
direcciones y algunos números de teléfono, creo que son los datos del centro penitenciario.
En esta otra página hay un pequeño diálogo que por la mala caligrafía se ve que fue escrito
rápidamente y que dice ¿TE GUSTA? ¿QUÉ COSA? QUE TE MIREN. SÍ, NO ME
MOLESTA. Y por último hay un encuadre en el que dice PODRÍA LLAMARME S COMO LOS
PERSONAJES DE LAS NOVELAS DE KAFKA Y ÉL PODRÍA LLAMARSE MARTÍN. De ahí baja una
flecha en la que escribí y subrayé MARTÍN COMO SAN MARTÍN, PERO NO COMO EL HÉROE SAN
MARTÍN, SINO COMO EL SANTO: SAN MARTÍN DE TOURS. Al otro día de aquella primera visita,
recibí una llamada del Teatro San Martín. Era la dirección para informarme que el
Ministerio del Interior finalmente había decidido no autorizar la participación de Martín en
el espectáculo. Aparentemente una de las altas autoridades ministeriales, quien algún
tiempo después nos enteramos que nunca en su vida había ido a un teatro, había
establecido la prohibición absoluta y terminante que un recluso subiera a escena. En un
primer momento dudé en seguir con el proyecto. No solo no me interesaba segui adelante
desde un punto de vista artístico ya que la presencia real de Martín era fundamental para
mí, sino que además me parecía que era una falta de respeto hacia
Martín haberle dicho que participaría de un proyecto que ahora se le negaba. Le pedí a la
dirección del teatro unos días para pensarlo. Finalmente llegamos a un acuerdo entre
todos. Yo seguiría trabajando con Martín para la escritura del texto, nuestros encuentros en
el centro penitenciario seguirían siendo autorizados y si bien luego sería un actor, Fede,
quien vendría a representar su rol en escena, Martín podría sin embargo, concurrir como
espectador todas las noches a las representaciones. El acuerdo fue que lo haría desde la
platea y con la presencia de dos guardias policiales cada noche. Por ello la presencia de los
agentes policiales que seguramente varios de ustedes ya habrán podido constatar en la sala.
Este dispositivo les dio una cierta seguridad a las autoridades ministeriales y por eso lo
autorizaron. Una vez que nos pusimos todas las partes de acuerdo, el Ministerio del
Interior, el Teatro San Martín y yo mismo, decidimos entonces retomar el proyecto. La
dirección del teatro organizó un casting de urgencia y fue en una de esas tantas audiciones
que conocí a Fede, el actor que fue seleccionado y que esta noche va a representar a Martín.
No sé. Quizá podemos contar nuestro primer encuentro. ¿Te parece?
FEDERICO. Sí. Claro.
S. Ok.
Tebas Land. Sergio Blanco. Uruguay: Ediciones DocumentA/ Escénicas. 2013. Pp. 8-15

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