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EL ESTADO Y LA ECONOMÍA

Hacer un abordaje de estudio analítico y crítico sobre algunos aspectos coyunturales en el campo

de la economía como tratado, resulta realmente de gran importancia, tanto desde cualquier

proceso de cualificación profesional como desde el imperativo general que nos marca el roce con

la realidad contextual que se vive; donde el conocimiento poco o mucho que se pueda adquirir y

profundizar respecto a esta materia es en sí de gran utilidad; pues muy cierto es que la economía

mueve al mundo y hay que tenerla con una virtud cuando se trata de producir, servir y ahorrar en

aras de satisfacer necesidades vitales, bien en iniciativas personales o ciudadanas, bien en

políticas de estado.

Entrando en materia, comenzaré por destacar dentro de la intervención y el papel que juega el

estado en la economía, procurando sostenimiento y justos controles, su indiscutible competencia

para proveer fuerza y algunos bienes colectivos, corregir falla de los mercados, consolidar

economías mixtas y regular impuestos y gasto público, entre otros, conforme se expresa en los

aspectos modulares objeto de estudio. Cierto es que, sin el concurso económico del estado,

menesteres como la educación básica universal, algunas infraestructuras y el control de

epidemias, entre otros no serían posibles, y su actuación sobre algunas fallas conocidas en los

mercados a través de medidas reguladoras y de control “multas, impuestos, prohibiciones,

normas...” Así como pueden estimular podrían producir desestimulo en alguno que otro sector,

dependiendo la óptica que se tenga de las cosas; por ejemplo, en el caso de los subsidios tendrían

que otorgarse concierto equilibrio para evitar la extrema dependencia.

Pasando la página, veamos ahora, cómo explicar las diferencias entre la medición del PIB real y

PIB nominal, haciendo alusión al Producto Interno Bruto y su impacto económico en lo social,

pudiendo afirmarse que el nominal como valor de la producción de bienes y servicios producidos
durante un período de tiempo, en un país diferente del estado en que el valor de la producción

apunta el precio constante en dicho tiempo lo que corresponde al PIB real. Donde la pregunta es,

qué tan óptimo resulta este importante indicador que mide el nivel de riqueza y desarrollo

económico de un país para medir el bienestar o calidad de vida de los ciudadanos, llegando al

punto que a pesar de los defectos y críticas que se le hacen, tiene su gran utilidad en el análisis de

la economía siendo más fácil de entender que otras mediciones. Mientras qué para algunos

economistas cómo lequiller, el PIB es un indicador de bienestar efectivo debido a su relación con

los bienes y servicios de la economía; para otros que lo cuestionan, este no es un indicador

objetivo de dicha realidad por sus datos inexactos y poca claridad en algunos aspectos del

bienestar a medir.

Hemos dejado para el final, abordar el Índice de Precios al Consumidor – IPC, cuyas

implicaciones de los cambios en la economía y en la vida diaria son muchas, como factor de

ajuste que es, al condicionar múltiples decisiones. Donde sin fiabilidad como en el caso del PIB

tampoco es absoluta.

En definitiva, compete a los estados nacionales, seguir mejorando sus políticas y acciones

estratégicas en procura de mejorar estos importantes índices económicos hacia un desarrollo y

bienestar realmente creciente.

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