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Los Primeros Experimentos Juridicos

Nombre: Esteban Billini v. matri: 100516114

Los Primeros Expeimentos Juridicos


Normalmente, los experimentos jurídicos tienen un ámbito personal, espacial y temporal
de validez má s reducido que el que podrían tener las regulaciones que, finalizados
aquéllos, se establezcan indefinidamente. Buenas razones aconsejan, o a veces incluso
hacen obligatorio, dar al experimento ese alcance limitado. Con arreglo al principio de
proporcionalidad, só lo cabe imponer o permitir que los ciudadanos queden expuestos a un
riesgo en la medida en que ello resulte ú til, necesario y no excesivo para satisfacer un fin
legítimo. La obtenció n de valiosas experiencias e informaciones constituye un fin
susceptible de justificar los peligros que inevitablemente conllevan estos experimentos.
Ahora bien, resultaría desproporcionado, por innecesario, poner en peligro los intereses
de un determinado nú mero de personas cuando esos conocimientos pueden ser
alcanzados igualmente afectando a un nú mero.

Hay muchos tipos de regulaciones experimentales, establecidas mediante actos de muy


diversa naturaleza leyes, reglamentos, actos administrativos, contratos, etc. y sometidas a
un régimen jurídico de lo má s variado, pero todas ellas satisfacen necesidades semejantes
y plantean problemas similares que deben resolverse siguiendo parecidos criterios, lo cual
justifica, en nuestra opinió n, que se dediquen algunas pá ginas, no demasiadas, a su aná lisis
general.

La primera y principal finalidad de las regulaciones experimentales es, ya lo sabemos,


obtener informació n acerca de sus efectos que permita establecer una posterior
regulació n lo má s acertada posible. Pero ¿es éste un medio verdaderamente adecuado
para alcanzar dicho objetivo? Todos conocemos la vieja polémica acerca de si el
experimento, que constituye la quintaesencia del método empleado en las ciencias
naturales, sirve también para las sociales. La tesis negativa aduce que la complejidad y la
variabilidad de las circunstancias de la vida social impiden controlar las condiciones en
que se desarrolla el experimento, control que resulta imprescindible para averiguar si
existe una relació n de causalidad entre el estímulo experimental y la realidad observada.
Ademá s, se dice que esa variabilidad no permite generalizar los resultados arrojados por
el experimento, pues nunca puede saberse si los mismos se producirá n igualmente en otro
contexto social, espacial y temporal.

Toma grandes decisiones, que necesariamente causan molestias a mucha gente durante un
considerable período de tiempo, sin preocuparse por las sorpresas. En lo general el grave
peligro de cometer grandes equivocaciones, de que todas esas molestias resulten en vano,
pues inevitablemente la experiencia trae sorpresas, y bien puede suceder que lo que
parecía ideal a los ingenieros que diseñ aron el plano original, ya no lo parezca a sus
sucesores. Este método genera autoritarismo: el método utó pico debe conducir, por
fuerza, a un peligroso apego dogmá tico al plan en nombre del cual se han realizado
innumerables sacrificios. El ingeniero utó pico no está dispuesto a aprender de la
experiencia, de los errores cometidos, de la crítica, por lo que difícilmente se apartará de
su plan, en el cual confía ciegamente. Má s bien intentará eliminar los obstá culos que
entorpecen su realizació n, considerada inexorable por él, despreciando o silenciando las
voces discrepantes. Y cuando termine por rectificar, llevará a cabo una aplicació n
irreflexiva y chapucera... de lo que es esencialmente un método fragmentario sin su
cará cter cauto y autocrítico. La razó n es que en la prá ctica el método holístico resulta
imposible; cuanto má s grandes sean los cambios holísticos intentados, mayores será n sus
repercusiones no intencionadas y en gran parte inesperadas, forzando al ingeniero
holístico a recurrir a la improvisació n fragmentaria. Tal es la utilidad del método
experimental que a veces viene impuesto por el ordenamiento jurídico. Antes de permitir
ciertas actividades consideradas muy arriesgadas es preciso haber ensayado previamente
regulaciones semejantes pero menos peligrosas. Así, por ejemplo, las actividades de
ingeniería genética está n ordenadas jurídicamente en una escala creciente de riesgo
utilizaciones confinadas, liberaciones voluntarias y comercializació n, prohibiéndose pisar
los peldañ os superiores sin haber pasado antes por los inferiores. En palabras del
legislador comunitario:La introducció n de OMG en el medio ambiente debe realizarse de
acuerdo con el principio paso a paso; ello supone la reducció n del confinamiento de los
OMG y que su liberació n se aumente de forma gradual, paso a paso, pero só lo en caso de
que la evaluació n de las etapas anteriores en términos de protecció n de la salud humana y
del medio ambiente revele que puede pasarse a la siguiente etapa.

El consentimiento de los participantes en el experimento. Para salvar los obstá culos que la
dignidad y la igualdad de las personas suponen para la experimentació n jurídica se ha
propuesto recurrir a la concertació n, a una colaboració n de los operadores jurídicos, si no
de todos, al menos de los que má s directamente van a protagonizar la experimentació n. En
nuestra opinió n, el consentimiento libre e informado» de las personas cuyos intereses
pone en peligro el experimento constituye indiscutiblemente una razó n justificativa.

Partiendo de la base de que el derecho de Castilla sería el que regiría en Indias, la


legislació n dictada para éstas cuidó de adaptarlo a las situaciones que en cada momento y
lugar se planteaban. Jamá s hubo un có digo ni un conjunto de leyes armó nicas para
América ni para ninguna de las divisiones administrativas en que ésta se fue repartiendo
durante el período colonial. 
Se analizará n los rasgos principales de la organizació n política, administrativa y judicial
que se estableció durante los primeros cinco lustros de la colonizació n, que abarca el
gobierno de Ovando, los períodos de Diego Coló n y el de los Padres jeró nimos, o sea, entre
los añ os 1501 y 1524. 

Gobierno de La Española 
Nicolá s de Ovando fue nombrado Gobernador de La Españ ola y demá s tierras descubiertas
y por descubrir en La Indias, por Real Cédula del 3 de septiembre de 1501 y recibió
amplísimos poderes. Ovando trajo el gobierno directo de Isabel, como representante suyo,
y La Españ ola se convirtió en parte integrante de la monarquía castellana bajo sus ó rganos
administrativos.

Los poderes del Gobernador Ovando fueron de orden administrativo, militar y fiscal, pero
ademá s fue designado juez de apelació n para las decisiones de los Alcaldes. 
Entre los cargos importantes creados al ser designado Ovando como Gobernador, estaban
los siguientes: 
1. El Alcalde Mayor de Santo Domingo: quien era el juez de Primera Instancia en
materias civil y criminal para toda la Isla. Posteriormente se creó otro Alcalde para la Villa
de La Concepció n de La Vega en 1509), dividiéndose así en dos departamentos para la Isla.
2. El Tesorero Real: que debía recibir y custodiar la parte que correspondía a os
Reyes de todo el oro y demá s productos de la Isla. 
3. El Contador: con funciones de pagador general de los sueldos, salarios y demá s
dispendios de las arcas pú blicas de la Isla. 
4. El Veedor: que vigilaba la recogida, fundició n y marca del oro. 
5. El Factor: su misió n era almacenar y vender todas las mercancías que se traían a
la isla desde Españ a para el comercio local, puesto que desde el principio se estableció un
monopolio comercial a favor de la Corona y se prohibió a los que venían a la Isla traer
artículos para vender y comerciar con los habitantes locales. 
Los Órganos de Gobierno en España 
En 1503 se creó la Casa de Contratació n, radicaba en Sevilla, a quien se le dio la
exclusividad para el trá fico marítimo y envío de las flotas y naves que salieran para todas
las tierras recién descubiertas. También tuvo este organismo funciones judiciales
exclusivas en litigios por asuntos de navegació n y comercio con Las indias, y se ocupaba
del correo y licencias para los españ oles venir a estas tierras. 
El Consejo real de Castilla, especie de parlamento medieval del reino, pero que en la época
del descubrimiento tenía funciones má s bien consultivas, quedó al principio apoderado de
los recursos de alzada sobre decisiones y sentencias de la Casa de Contratació n, teniendo
asimismo encargo de preparar la legislació n para toda Castilla y sus Colonias, así como
asesorar a los monarcas sobre los asuntos y preguntas que se sometían a los Reyes, tanto
para problemas del reino de Castilla como para Indias. Pero al evidenciarse la importancia
de las nuevas tierras descubiertas fue menester crear un cuerpo similar al Consejo Real de
Castilla que se ocupase exclusivamente de los problemas de esos territorios. Así surgió el
Supremo y Real Consejo de las Indias (1524), al cual, ademá s de todos los asuntos que le
correspondías como sucesor del Consejo Real de Castilla, le fue dada una importante
funció n Judicial, la de ser tribunal de ú ltima instancia contra las decisiones de las Reales
Audiencias de las colonias. 

EL RÉGIMEN MUNICIPAL
En nuestra Isla la primera ciudad fundada fue La Isabela, la cual se cree tuvo su municipio
con Alcalde y Regidores. Pero el abandono de esta població n y su sustitució n como capital
de la Isla en 1496 por la ciudad de Nueva Isabela (luego Santo Domingo) hizo trasladar a
ésta este primer ayuntamiento. Pronto, para 1501, las ciudades de Santo Domingo,
Concepció n de La Vega y Santiago tuvieron sus autoridades locales, designadas por sus
propios vecinos. Es el ú nico caso de democracia directa de representació n popular en el
gobierno colonial y el sitio casi exclusivo donde los pobladores surgidos de estratos
sociales inferiores pudieron ejercer alguna posició n política, tales como Alcaldes,
Alguaciles, Escribanos y Alféreces.
Pero la independencia municipal frente al poder central fue, sin embargo, má s teó rica que
real, pues de hecho los cargos municipales fueron recayendo en los miembros de la
pequeñ a oligarquía local, que por su posició n econó mica e influencia política lograron
acaparar las posiciones econó micas má s relevantes. 

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