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La importancia de la Educación Inicial radica en que desde ella es posible apoyar, vigilar
y evaluar al niño en una etapa en que sus estructuras fisiológicas y psicológicas están en
un proceso de formación y maduración, y cuando se está iniciando la construcción de
habilidades básicas como hablar, caminar y pensar; y también se está constituyendo la
personalidad y con ella la identidad del niño y las pautas para relacionarse con los demás.
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Ponencia presentada en el 1er. Foro Regional de Intervención Educativa. Poza Rica, Ver.
Octubre de 2004
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¿Cuándo empieza la Educación Inicial?
Durante mucho tiempo se concibió a la Educación Inicial, como aquélla ofrecida a partir
de los cuatro años, incluso en algunos países se establece esa edad como requisito para
ingresar a instituciones y centros de asistencia infantil dirigidos a alcanzar determinados
logros en los niños y niñas. Sin embargo, los avances en el campo biológico, psicológico
y neurológico, han demostrado que los primeros años de la vida son fundamentales para
el desarrollo humano, y que empezar a los cuatro años es muy tarde (MASARU,1997).
Demostrar lo anterior fue un proceso lento, durante el que fue necesario presentar
múltiples resultados científicos que arrojaron luz sobre las enormes potencialidades que
se podían desarrollar en los primeros años de vida, y justificaron la necesidad de
estimular el desarrollo desde el nacimiento e incluso desde el proceso de gestación,
cuando las estructuras biológicas y psíquicas están menos conformadas.
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educación inicial tuvieron mejor desempeño académico en los grados posteriores,
disminuyendo la reprobación, y la deserción escolar con sus serias implicaciones en el
ahorro de la inversión económica educacional hechas por las familias y por el Estado en
la formación de sus profesionales. Se encontró también mejor disposición para el
trabajo, mayor capacidad de adaptación a situaciones sociales nuevas, y un mejor
desempeño laboral, así como menos acceso al consumo de drogas.
La educación en la infancia temprana demostró también tener un alto valor preventivo
ya que permite detectar posibles desviaciones del desarrollo infantil e influencias
negativas en la vida familiar, facilitando así su oportuna atención educativa y social.
Así también, en los casos de grupos y comunidades marginadas la educación inicial hizo
posible una disminución de la desventaja social de los niños propiciando mayores
situaciones de equidad y respeto de las diferencias individuales mostradas por ellos.
Este desinterés político y social permanece en los países de la región a pesar de que en la
Conferencia Mundial sobre Educación para Todos ( Celebrada en Jomtien, Tailandia en
marzo de 1990), se especificó que tanto los niños como los jóvenes y adultos tienen
derecho a la educación y se estableció que el aprendizaje y la formación social comienza
desde el nacimiento por lo que es necesario extender las actividades de educación inicial
a todos los niños y las niñas, sobre todo a los pobres y en desventaja social.
En sus discursos, los jefes de Estado y de gobierno han mostrado interés y han hecho
compromisos internacionales para impulsar la educación inicial, sin embargo no han sido
congruentes en la práctica para hacer realidad sus promesas de “reforzar la educación inicial
para favorecer un mejor desempeño de los niños en los grados posteriores y como factor de compensación de
desigualdades” (Declaración de la Habana ). Estos buenos propósitos se han expresados
entre otros en los siguientes foros internacionales: en la Convención de los Derechos del
Niño; La Cumbre Mundial a Favor de la Infancia; La Cuarta Reunión Ministerial
Americana sobre Infancia y Política Social; Las Declaraciones de Jomtien y Dakar; el
Banco Mundial; La Organización de Estados Americanos; la Declaración del Simposium
Mundial de Educación Parvularia; así también, en el Marco de Acción Regional de Santo
Domingo, en todos los casos se pone de manifiesto que para lograr una educación de
calidad para todos se requiere impulsar la educación de la primera infancia.
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Evidencias e indicadores de la problemática
La problemática que se presenta y describe aquí se reconoce a partir de los siguientes
datos: “unos 130 millones de niños en edad escolar del mundo en desarrollo, entre ellos
73 millones de niñas crecen sin poder recibir una educación básica y mucho menos
Inicial”, dice Carol Bellamy, directora ejecutiva de la UNICEF; y agrega: “el mundo no
puede permitirse por más tiempo una pérdida tan grande de potencial humano”. Asegura
Bellamy que lo único que falta, es la voluntad política y los recursos necesarios para
ampliar esos beneficios en materia de educación a todos los niños del mundo.
En ambas modalidades, los CENDI brindan educación integral a los niños y niñas desde
los 45 días de nacidos hasta los 6 años de edad. Dichos centros ofrecen los siguientes
servicios interdisciplinarios: el pedagógico, asistencial, médico, social, psicológico y
nutricional. En la modalidad no escolarizada se capacita a los padres de familia y
miembros de la comunidad para que lleven a cabo con los niños entre los 0 y 4 años de
edad, actividades que favorecen y estimulan su desarrollo intelectual, social y
psicomotriz; además, se les orienta en otros aspectos que benefician al niño como son
los de salud, higiene, alimentación y conservación del medio ambiente.
Sin embargo esta estructura y el tipo de servicios son escasos y de mala calidad; los
programas carecen de instalaciones suficientes lo que impide satisfacer la demanda
existente. Según datos reportados por INEGI, en ambas modalidades, en 2003 se
atendieron apenas a 622,199 niños de cero a cuatro años, lo que representa
aproximadamente el 15% de la población total para este rango de edad.
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Carencia de profesionales de la Educación Inicial
Otra dimensión de la problemática la constituye la falta de personal capacitado para
ofrecer este servicio, estos es así porque hasta el año 2000 no existían programas de
formación a nivel licenciatura y posgrado que formaran profesionales para este campo
educativo. Solamente en los estados de Jalisco y Coahuila, recientemente se están
ofertando programas para la formación de este tipo de profesionales.
Según datos arrojados por los diagnósticos estatales realizados por las Unidades de la
Universidad Pedagógica Nacional, el personal que atiende el nivel de Educación Inicial
en nuestro país tanto en el sector público como privado tiene una formación
diferenciada de manera tal que además de educadoras, pedagogos, médicos, también se
tiene incorporado a personal que sólo cuentan con educación primaria, otros con
secundaria, con bachillerato o con una carrera técnica en áreas ajenas al campo
educativo.
En suma: el personal que atiende el nivel de Educación Inicial no cuenta con formación
profesional en este campo pues generalmente su formación ha sido “introductoria” y se
ha realizado a través de cursos y talleres breves. El resultado final es la carencia de
elementos teóricos, metodológicos, técnicos y didácticos básicos para cumplir con
eficiencia los objetivos de los programas. De la misma manera, la forma de contratación
se da en condiciones de inseguridad laboral lo que propicia estancias cortas de parte de
los “promotores comunitarios” quienes abandonan el servicio tan pronto como encuentran
un mejor empleo.
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afectiva, el castigo, el control de la salud infantil, la higiene y el aseo del niño.
Muchas madres poseen la información, reconocen su importancia, pero la
aplican de manera deficiente o no la aplican. Aparentemente, la información no
penetra en el esquema de vida familiar para modificarlo.
Los resultados de estos estudios demuestran la importancia fundamental del desarrollo
de estrategias de trabajo con las familias, en donde el gran desafío es hacer que la
información penetre en el esquema familiar y lo transforme pues hasta ahora parece que
existe un gran desconocimiento de los padres de familia acerca de los beneficios de la
Educación inicial en la infancia temprana.
Creemos sin embargo que el desconocimiento de la importancia de la Educación Inicial,
no resulta de la apatía de los padres del niño, sino de la falta de interés de los gobiernos
por difundir entre la población los múltiples beneficios que resultan de la atención del
niño en sus primeros años de vida.
La dificultad para atender esta problemática es evidente y llevará tiempo empezar a
resolverla, consideramos esto porque, como ya dijimos, en América Latina los gobiernos
tienen como estrategia aumentar la cobertura de los servicios educativos “descendiendo”
de la educación básica (primaria y preescolar) hacia edades más tempranas.
De manera que en tanto no se tenga una cobertura total de preescolar y primaria, la
atención a los niños en la infancia temprana tendrá que esperar varios años. Los
siguientes datos son contundentes: En la región, la educación preescolar alcanza apenas
un promedio de 17%, aunque se destacan variaciones considerables en los promedios
por región. Así, el Caribe alcanza una cobertura del 31%, Centroamérica, 7% y las demás
regiones, alrededor de un 18%. Países como Cuba, Guyana, Jamaica, México, Costa Rica,
Chile y Argentina alcanzan una cobertura entre el 60-86%. Sin embargo, en todos los
países la cobertura es baja en estratos bajos y lo es aún más en comunidades indígenas.
Además, si tenemos en cuenta los índices de pobreza, desigualdad y desfase entre el
desarrollo de los niños más pobres y los niños de otros niveles sociales, sobre todo en
relación con los datos de rendimiento en primaria, vemos la necesidad de atender
urgentemente cuando menos a los niños más pobres pues su situación evidencia una
clara desventaja respecto a los niños de estratos sociales superiores, incluso aunque éstos
tampoco reciban los servicios de la educación inicial.