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AUTORIDADES

Presidenta de la Nación

Dra. Cristina Fernández de Kirchner

Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación

Dr. Julio Alak

Secretario de Justicia de la Nación

Dr. Julián Álvarez

Subsecretario de Relaciones con el Poder Judicial

Dr. Franco Picardi

Directora Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos

Dra. Marcela Uthurralt

3
ÍNDICE

Presentación del Ministro, Dr Julio Alak ..................................................................................................... 7

Palabras del Secretario de Justicia, Dr Julián Álvarez .................................................................................. 9

Palabras de bienvenida. Dras. Elena Highton y Gladys Álvarez ................................................................ 13

Memoria de la mediación en la Argentina DNMyMPRC ........................................................................... 17

El impulso de la mediación por parte del Ministerio de Justicia ............................................................... 49

Mediación en ámbitos comunitarios. La importancia de la capacitación ................................................. 55

Promoción de la mediación en la comunidad educativa ........................................................................... 67

Una herramienta al servicio de la paz social ............................................................................................. 75

La mediación en el contexto Penitenciario ............................................................................................... 83

El delgado límite entre la voluntad de las partes y la voluntad del mediador .......................................... 91

El rol del mediador en la construcción de una nueva realidad


operativa para los protagonistas de un conflicto ..................................................................................... 97

Familia y Violencia: Estudio exploratorio de campo sobre la pertinencia de la mediación ................... 101

Casos de familia y casos penales ¿Mediación penal o familiar? Dra. María Elena Caram ..................... 107

Conflictos familiares. Dra. Adriana M. Wagmaister ................................................................................ 115

Anexo I. Marco normativo en la Argentina ............................................................................................. 121

Anexo II. Mediación en provincias .......................................................................................................... 155

5
PRESENTACIÓN

Dr. Julio César Alak*

¿Cómo nos damos cuenta de que el movimiento de métodos alternativos de resolución de disputas está activo? A
lo largo de la historia, las ideas teóricas con relación al conflicto evolucionaron en coincidencia con las formas que
el hombre se ha dado para enfrentarlos, pasando de ser considerado una amenaza a interpretarlo como un hecho
inevitable y, en tanto tal, también irresoluble. Sin embargo, el conflicto también tiene potencialidades positivas; es
una oportunidad para interpelar el conjunto de intereses, pareceres o visiones del mundo que sostiene la sociedad
y una oportunidad también para encontrar, por vía pacífica, una síntesis superadora.

Desde esa perspectiva, la institución de la mediación como método de resolución participativa y pacífica de
conflictos tiene, además de una dimensión política y jurídica, un enfoque no siempre abordado con amplitud en las
discusiones teóricas: el de la perspectiva ética.

Desde una mirada política, la mediación es una herramienta que facilita la inclusión, eje central de las acciones
del Gobierno nacional, al extender a sectores vulnerables o marginados un mecanismo de acceso a la justicia del
que fueron largamente privados. La justicia no puede ser tal si su acceso, por razones económicas, culturales o de
cualquier otra índole, está vedada para las mayorías. Y es el Estado el que debe asumir la responsabilidad de corregir
esas desigualdades.

Desde una mirada estrictamente operativa, el mecanismo de la mediación representa -en relación con el proceso
judicial- economía de recursos y tiempo. Recientemente, en ocasión de la inauguración del nuevo edificio de la
Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos, hicimos referencia a algunas
estadísticas elocuentes sobre esta herramienta imprescindible en la administración de Justicia. No es un dato menor
que solo el 35 por ciento de los conflictos tratados en instancias de mediación hayan llegado a los tribunales, lo que
significa que las dos terceras partes de esas controversias alcanzaron un acuerdo prejudicial. Con la apertura de los
diversos centros de mediación y de acceso a la justicia, estos últimos establecidos en sitios de gran vulnerabilidad
social, hemos logrado en menos de dos años (todo el 2010 y lo que va de 2011) atender alrededor de 50.000
consultas, que fueron resueltas de manera personalizada con profesionales del derecho y de otras disciplinas.

Aunque importantes, estos datos, susceptibles de ser mensurables, ocultan otro dato de la realidad imposible de
medir: el impacto que tienen las vías de resolución pacífica de conflictos en el aspecto cultural o ético. El valor
pedagógico de la mediación es posiblemente uno de sus mayores méritos porque arraiga en la sociedad la idea de
que los conflictos pueden ser resueltos de manera pacífica y dialogada. La huella social de ese cambio de paradigma
permanece en el tiempo y es esperable que genere, cada día, una sociedad más inclusiva, participativa y democrática.

El mundo es un escenario hostil para quienes están privados de derechos. Restituirlos, ampliar los beneficios de la
sociedad a todos sus integrantes, es un imperativo que el Estado debe asumir de manera permanente y sostenida.

Esta obra que presentamos se propone, además de dar cuenta de las diversas acciones asumidas por el Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos en el campo de la mediación, abrir un espacio de debate plural para enriquecer la
experiencia y ayudar a la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.
7
El libro está estructurado en capítulos que abordan enfoques diversos sobre la mediación. Una colaboración
ciertamente destacada es la que aportan la vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia, doctora Elena Highton
de Nolasco, y la coordinadora de la Comisión de Acceso a la Justicia de ese cuerpo, doctora Gladys Stella Álvarez,
quienes en las palabras introductorias del libro sintetizan los primeros pasos dados en el país en materia de
resolución de conflictos a través de métodos alternativos y aportan valiosos datos estadísticos.

Luego, el libro indaga, aunque sin soslayar las referencias teóricas, en el terreno práctico de la mediación llevada
adelante por el Estado en espacios diversos, tales como la mediación comunitaria, la mediación familiar, la mediación
en el ámbito carcelario y la mediación penal. Desde el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos creemos que la
obra constituye un aporte valioso y necesario. Porque todas las acciones transformadoras son inseparables de la
información que las reproduce.

*Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación

8
MEDIACIÓN, UNA HERRAMIENTA PARA
EL ACCESO A LA JUSTICIA

Dr. Julián Álvarez*

Con este texto pretendemos compartir la evolución y el desarrollo del acceso a la justicia para toda la población, y la
importancia de la mediación como parte del engranaje de ese acceso a la justicia, dentro del proceso transformador
de inclusión social e igualación de derechos que desde el 25 de mayo de 2003 a la fecha se da en la República
Argentina.

El acceso a la justicia es una expresión de ciudadanía, entendida esta como el libre ejercicio de derechos a través
de canales institucionales que mejoran notablemente las prácticas propias de cualquier sistema democrático,
aumentando la participación de la población en asuntos públicos, a través de acciones populares, colectivas o
sectoriales.

Desde el año 2003, el Gobierno Nacional profundizó las políticas de acceso a la justicia, consolidándolas en el
presente y proyectándolas hacia el futuro como una de las principales políticas públicas de inclusión. Ello en el
marco de un modelo de país que estamos construyendo, en el que una de las metas principales es eliminar o reducir
las desigualdades.

Lo propuesto se materializa día a día a través de un Estado inteligente y reparador de las injusticias sociales, que
está presente y actúa acercando su institucionalidad a toda la población, particularmente a los sectores menos
favorecidos y por largo tiempo postergados.

En esta línea, el acceso a la justicia se convierte en el puente que une lo jurídico o abstracto con lo real y palpable,
salvando la brecha que existe entre el deber establecido por las leyes y la realidad de lo cotidiano.

Lejos de limitarse a ser una cuestión jurídica, el acceso a la justicia se revela también como una cuestión social,
política y económica. Por ello, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos desarrolló e implementó programas
y mecanismos que faciliten la decisiva disminución de inequidades, de falta de oportunidades, en síntesis de la
injusticia.

La noción clásica de acceso a la justicia, implica el derecho de toda persona de acceder a los órganos jurisdiccionales,
contando con el debido proceso legal, para reclamar o garantizar el respeto de sus intereses legítimos y derechos
tutelados por el ordenamiento jurídico. Esta definición reconoce implícitamente la existencia de obstáculos, lo que
implica que ciertos sectores de la población, de manera desigual, están impedidos de acceder a la justicia, están
afuera. A pesar de estar incluidos formalmente en la norma, en la realidad no pueden ejercer sus derechos, situación
ésta que relativiza el principio de igualdad ante la ley.

En los últimos años se han aprobado diversas declaraciones internacionales en las cuales se enfatiza que el acceso a
la justicia comprende no solo el acceso a los tribunales, sino también el goce pleno de los derechos inalienables de
las personas y el acceso a las diversas alternativas para la resolución pacífica de los conflictos.

La ausencia de igualdad en el goce efectivo del derecho de acceso a la justicia afecta siempre a los sectores indefensos
y postergados de la sociedad, quienes sufren más vivamente la privación de sus derechos. En tal sentido el Estado
está obligado a asumir un papel activo, que responda al principio de inclusión social.
9
Los gobiernos surgidos de la voluntad popular en 2003 y 2007 y reconfirmados recientemente de forma contundente,
se impusieron como prioridad definir y desarrollar los canales necesarios para que la población, en particular la de
menores recursos, pudiera acceder sin impedimentos al real y efectivo goce de sus derechos.

Esta política de Estado reviste particular importancia considerando que las personas de menores recursos, o aquellas
que no tuvieron la oportunidad de completar su educación, conocen poco o directamente desconocen cuáles son
sus derechos. La pobreza y la exclusión social son flagelos presentes en todos los países del mundo, originados por
distintas barreras, tales como: culturales, sociales y económicas, que impiden el conocimiento de los derechos y el
acceso a la justicia, generando descreimiento en las instituciones, conflicto y violencia social.

En tal sentido, vale la pena señalar que el primer desafío fue lograr la sinergia entre los equipos del Ministerio para
cumplir con los compromisos asumidos y concretarlos. Así se concluyó una responsabilidad histórica como era la
recopilación de normas vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, sistematizando y acotando a aquellas que a
la fecha se encuentran vigentes. El Poder Ejecutivo Nacional, cumpliendo con una asignatura pendiente, presentó
al Honorable Congreso de la Nación un proyecto de Digesto Jurídico, que sin duda colaborará como herramienta
fundamental para todos aquellos profesionales del derecho, pero sobre todo en el acceso a la justicia de la población
en su conjunto, terminando con un enmarañado ordenamiento jurídico de más de 32.000 normas y simplificándolo
a poco más de 3.000 según el proyecto presentado, que vale señalar continuamos trabajando conjuntamente con
el Congreso de la Nación.

Así también y, como muestra que desde el Estado “se puede”, se presento el nuevo portal Infojus integral, publico y
gratuito, el que permite acceder a toda la población a información normativa, jurisprudencial y doctrinaria de todo
el país.

Creemos que estas herramientas colaborarán, en brindar a la población el conocimiento de sus derechos y le
permitirá el ejercicio real de los mismos.

Por otra parte y cumpliendo con la responsabilidad con los sectores más desprotegidos de la sociedad hemos
ubicado estratégicamente en todo el país 27 Centros de Acceso a la Justicia. En los mismos se brinda asesoramiento
jurídico y social, y derivación institucionales a partir de convenios celebrados con distintas áreas del Estado, entre
ellas el Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social, la ANSeS, la Dirección Nacional de Migraciones y el Registro
Nacional de las Personas, dando una respuesta integral a las necesidades del pueblo. Estos Centros también ofrecen
la posibilidad de un espacio para mediación comunitaria.

Aquí el tema que nos convoca, la importancia de los métodos de resolución de conflictos y entre ellos la mediación
como una herramienta ágil, sencilla, económica y algunas veces única vía por la cual la población puede acceder a la
justicia. El propio Poder Judicial valora esta alternativa al sistema tradicional de justicia, no solo porque descomprime
los tribunales sino porque además para muchos conflictos ese sistema no tiene la mejor respuesta. Es sabido, que
los acuerdos que se arriban en mediación, por pertenecerles a las partes como protagonistas, tienen mayor grado
de cumplimiento que las sentencias judiciales que muchas veces son resistidas por las partes.

La Mediación en el transcurso de estos años, se ha incorporado a la cultura social y jurídica de nuestro país. El
propio Ministerio la ha venido promoviendo y desarrollando en el ámbito comunitario y escolar en todo el país,
formando mediadores y asistiendo técnicamente para la creación de Centros de Mediación, que con la misma
concepción que los nuestros, brinden un servicio a la población.

Asimismo la mediación, como instancia obligatoria previa a la judicialización del conflicto, se inició como experiencia
piloto desde el Ministerio conjuntamente con la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el año 1994, llevándose
adelante en nuestro Centro de Prevención y Resolución de Conflictos. Esa experiencia sirvió de insumo para el
dictado en 1996, de la Ley N° 24.573 que incorporó la mediación prejudicial obligatoria a nuestro ordenamiento
jurídico en el ámbito de la Justicia Nacional y Federal y reguló dicho instituto hasta mayo de 2010, cuando fue
modificada y enriquecida por la Ley N° 26.589, que surgió de un proyecto integral enviado por el Poder Ejecutivo
Nacional, que mantuvo las bondades de su predecesora, y sumó aquéllas disposiciones surgidas de la experiencia
que sólo la práctica en el tiempo podía aportar y cuyos detalles encontrarán en este libro.

Sin duda se necesitó de la voluntad política de nuestra Presidenta para establecer definitivamente y concretar
las innovaciones normativas para este instituto que había dado resultados altamente positivos. Para completar la
puesta en marcha se dictó el Decreto Reglamentario N°1467 de septiembre pasado que abre definitivamente esta
nueva etapa.

La mediación es una herramienta importante para el acceso a la justicia concebida como un servicio público y en
este sentido el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, en consonancia con la políticas públicas establecidas
por el Gobierno Nacional a partir de 2003 y actualmente en cumplimiento de la responsabilidad impuesta por la
nueva Ley, brinda en forma gratuita este servicio de mediación prejudicial obligatoria a los sectores más vulnerables
a través del aquel Centro de Prevención y Resolución de Conflictos de la experiencia piloto hoy refundado como
Centro “Mediación para Todos”.

La intención es procurarle a esos sectores, espacios adecuados, con personal idóneo para acompañarlos en el
reconocimiento y ejercicio de sus derechos, facilitando el acercamiento de las partes y alentándolos a convertirse
en artífices de la solución de sus propios conflictos.

Para complementar la tarea que llevan adelante los mediadores prejudiciales del Ministerio y con un fuerte sentido
social el Decreto N° 1467/11 dispuso que los mediadores del Registro Nacional de Mediación deban cumplir con
hasta dos mediaciones en forma gratuita en los Centros de Mediación.

Más allá de la mediación como instancia previa al acceso a la jurisdicción y sin perder de vistas todas las
responsabilidades que ello conlleva, resulta primordial extender con intensidad y latitud la mediación comunitaria
gratuita a los sectores que más lo necesitan.

En ese camino hoy a través de nuestros de Centros de Acceso a la Justicia brindamos esta herramienta con
personal formado por docentes capacitadores del propio Ministerio.

Con esa misma idea, a través del trabajo conjunto que realizaron profesionales de la Dirección Nacional de
Mediación y la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal, se elaboró un plan de acción y se diseñó el
“Programa Nacional de Mediación, Métodos de Gestión Participativa de Conflictos y Prácticas de Reducción de
Violencia en ámbitos penitenciarios” con el objetivo de ofrecer una herramienta que permita un cambio de hábitos,
de conductas y en definitiva de cultura, entre las personas privadas de su libertad y entre estos y el personal del
servicio penitenciario, lo que facilitará la convivencia intramuros y colaborará en reducir la violencia.

Este plan también aborda los conflictos con los familiares, entendiendo que la revinculación familiar resulta
necesaria y beneficiosa para las personas privadas de su libertad y su familia, pero también para el personal del
servicio penitenciario y para la sociedad toda, ya que facilitará la reinserción de esa persona y podría contribuir a la
disminución de los índices de reincidencia.

Finalmente, resulta esencial para lograr un Estado inteligente, profundizar en la interrelación de todos sus niveles
para maximizar los recursos que garanticen la eficacia y eficiencia de la actividad desplegada para toda la población
y en todo el país.

*Secretario de Justicia, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.


12
PALABRAS DE BIENVENIDA
Dra. Elena Highton de Nolasco1- Dra. Gladys Stella Álvarez2

¿Cómo nos damos cuenta de que el movimiento de métodos alternativos de resolución de disputas está activo?
¿Qué es preciso hacer para nutrirlo y ampliarlo?

Estas son dos preguntas abiertas que utilizan los mediadores y que requieren para su respuesta, en este caso,
movimientos distintos pero con un mismo hilo conductor. La primera se sitúa en el presente y convoca a la
observación de la realidad; la segunda contiene la ‘mirada hacia el futuro’ -indispensable para proyectarnos hacia
un horizonte deseado- e incita a la creatividad.

Responderemos a la pregunta inicial, y esperamos para la segunda que el lector se entusiasme y sume su respuesta
al mundo de la teoría de la práctica y al ejercicio responsable de su actividad profesional concreta en el campo de
la resolución de conflictos.

En nuestra tarea de dar cuenta del hoy o en la invitación a trabajar por un mañana mejor, debemos honrar el
tiempo pasado, que no sabemos si fue o no mejor, pero al que acudiremos para saber de dónde partimos, en dónde
estamos y hacia dónde queremos ir.

En 1996, hace quince años, una publicación del Ministerio de Justicia de la Nación dio a conocer los resultados del
Proyecto Piloto de Mediación conectado con juzgados nacionales de primera instancia en lo Civil, con competencia
en asuntos patrimoniales y de familia. Había comenzado en 1993 y finalizó en octubre de 1995.

Esta primera experiencia fue el producto de un esfuerzo conjunto de magistrados y funcionarios de la justicia y del
Ministerio de Justicia quienes convocaron a profesionales de la abogacía y de otras disciplinas y a representantes de
organizaciones de la sociedad civil a unirse a la iniciativa. Se conformó un grupo comprometido con la reforma de
la justicia por mecanismos que no repitieran más de lo mismo y que fueran idóneos para ampliar el acceso efectivo
a la justicia por canales no formales, menos costosos y que posibiliten arribar a una solución satisfactoria a quienes
están enfrentados en una disputa.

Días después de dar por concluida la experiencia, el Poder Ejecutivo promulgó la ley de Mediación y Conciliación Nº
24.573 (B.O. 27-10-95) que instituyó la mediación con carácter obligatorio y previo a todo juicio que se tramitara
ante la Justicia Nacional en lo Civil, Nacional en lo Comercial y Nacional Civil y Comercial Federal.

Los impactos directos de este nuevo servicio de justicia han sido materia de un estudio concluido recientemente
y que estuvo a cargo de un grupo de expertos e investigadores que trabajaron en el marco de un proyecto del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y en el que tuvieron participación diversos operadores y usuarios
del sistema de mediación. Sus conclusiones han sido compartidas con algunos integrantes relevantes del sector que
manifestaron oportunamente interés en su realización. El estudio será publicado próximamente.

Podemos adelantar que se han podido efectuar algunas mediciones parciales:

- A 15 años de vigencia de la ley en el fuero Civil, el ingreso de acciones judiciales (objetos litigioso incluidos
en la ley) se redujo en el 28,6 %.

- Las mediaciones de sorteo, que ascendieron a 282.406 entre 1996 y 2009, tuvieron un retorno al sistema
judicial de solo el 35% en el fuero Civil y en Civil y Comercial Federal, del 34%. Debe puntualizarse que no se
ha podido contar con datos completos sobre los casos mediados con elección del mediador (lista) ni de los
que provienen de mediaciones privadas por acuerdo de partes.

- Un informe de la Superintendencia de Seguros de la Nación da cuenta de que en la franja de daños y


perjuicios derivados del transporte automotor entre 2004 y 2008 se iniciaron 110.859 mediaciones, de las
cuales solo derivaron en juicio el 11%, habiendo quedado fuera del sistema judicial el 89%, entre las cuales
hubo acuerdo en el 60%.
1
Vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
2
Coordinadora de la Comisión de Acceso a Justicia de la CSJN.

13
- La ampliación del acceso a la justicia ha quedado demostrada en el estudio y los grupos vulnerables han
accedido a los servicios de mediación gratuitos prestados, entre otros, por el Centro de Mediación del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que en el rubro familia registra una atención del 85%.

En 2001, como consecuencia de la observación de otras reformas judiciales exitosas, impulsamos en la Cámara
Civil, junto con el Dr. Juan Carlos Dupuis, la formación de una comisión de jueces para el diseño del Sistema de
Justicia Multipuertas, acorde con las ideas del profesor Frank E. A. Sander, quien visualiza, para 2020, una justicia
que ofrezca diferentes puertas de acceso acordes con la naturaleza e historia del conflicto y la relación de las partes.

Con la colaboración del Ministerio de Justicia, comenzó a funcionar como plan piloto y actualmente se prestan
servicios a la población en la planta baja de Lavalle 1220. En un nuevo convenio del Ministerio de Justicia con la
Corte Suprema, en julio de 2010, se abrió otra oficina multipuertas en el edificio de Inmigrantes 1950, de esta ciudad.
Si bien los servicios que se brindan consisten principalmente en escuchar el conflicto y producir las derivaciones
necesarias a la red social que se ha construido, también se ha comenzado a ofrecer mediación a cargo de mediadores
de la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos.

La estadística muestra el éxito de este diseño:

- En Lavalle 1220, en los cinco años que median entre el 18 de octubre de 2006 y la misma fecha de 2011, se
atendieron 68.903 consultas de las cuales se confeccionó planilla en 31.455 casos, correspondientes a 23.676
ciudadanos argentinos y 7.779 extranjeros.

- En Inmigrantes 1959 desde su inauguración se atendieron 4.124 personas; 2.016 se asentaron en planillas, 1.688
fueron consultantes argentinos y 328 extranjeros.

- Las temáticas incluyen desde trámites administrativos hasta conflictos penales, laborales, comerciales y civiles.

El modelo de oficinas multipuertas constituye sin lugar a dudas un centro de atención y de acceso a la justicia a los
habitantes.

Como política de estado adoptada en la II Conferencia Nacional de Jueces realizada en Salta, se formó la Comisión
de Acceso a la Justicia integrada por jueces nacionales y provinciales y se han relevado y volcado en un mapa de
situación los diversos métodos y formas de acceso a la justicia implementados en el ámbito del Poder Judicial de la
Nación. En una segunda etapa que está en marcha, se ha generado la colaboración entre las jurisdicciones para la
apertura de bocas de acceso a la justicia.

Tampoco se puede obviar la mención de la Oficina de Violencia Domestica (OVD) de la Corte Suprema, que ofrece
una cara distinta de la tradicional para brindar justicia a toda hora y sin discriminación. Fue creada por acordada Nº
39/06 e inaugurada en septiembre de 2008 para dar acceso a la justicia a las personas que se encuentran en una
condición de especial vulnerabilidad por ser víctimas de maltrato físico o psicológico. Funciona las 24 horas de los
365 días del año. Está compuesta por 85 personas, que forman equipos profesionales interdisciplinarios y personal
administrativo agrupados en turnos. La evolución y las estadísticas figuran en el sitio correspondiente de la página
web de la Corte3. Esta experiencia está siendo replicada en las provincias y puesta en funcionamiento en Tucumán,
Santiago del Estero y Salta.

Pasamos ahora a la sanción de la ley 26.589 (B. O. 6-5-2010) que entró en vigencia el 6 de agosto de 2010 y que
entre otras innovaciones incorpora definitivamente al Código Procesal Civil y Comercial de la Nación la mediación
prejudicial obligatoria. Esta norma y el reciente decreto reglamentario 1467/2011 (B.O. 28-9-2011) abren otro
capítulo en el movimiento de la mediación.

Esta nueva etapa de nivel superior tiene varios imperativos:

- mejorar la calidad de los servicios de mediación,

- perfeccionar la capacitación,

- lograr la especialización,

- avanzar en el conocimiento y la práctica del trabajo interdisciplinario,

3
http://www.csjn.gov.ar/ovd/ovdhome.jsp
14
- profundizar el cumplimiento de las normas éticas,

- lograr el compromiso de los mediadores en el cumplimiento de los aspectos de gestión de los casos que se
encuentran a su cargo,

- obtener mayor colaboración de los mediadores con la administración del sistema,

- optimizar el registro de datos que el Ministerio ejerce a través de la Dirección Nacional de Mediación y
Métodos Participativos (DNMyMP),

- favorecer la derivación intraprocesal de los casos a mediación y

- facilitar la derivación de causas en proceso a mediación. En este sentido, cabe mencionar que se ha
concretado un proyecto conjunto que impulsaron los jueces y la Secretaría de Justicia. Está en proceso
de implementación en la DNMyMP comenzando en la recientemente inaugurada sede del Centro de
Mediación.

Estas son algunas de las razones por las que deseamos darle la bienvenida a la iniciativa y publicación de este trabajo
que cierra una etapa y abre otra, dando la oportunidad para que mediadores del Centro de Mediación puedan
enriquecernos con sus conocimientos aplicados.

Ello hace al pasado y al presente del movimiento. Sobre estas bases cimentaremos el futuro entre todos, con
enfoques creativos y constructivos para la resolución de disputas, sin temor a correr algún riesgo o a equivocarnos,
siempre con humildad, honestidad y pasión por lo que hacemos.

Por estas brevísimas consideraciones podemos afirmar que en la República Argentina impera una justicia
comprensible, con ofertas de múltiples vías, muy especialmente, con una tendencia hacia el mejoramiento de un
mejor y mayor acceso, por obra de la acción conjunta de los diversos poderes del Estado involucrados, especialmente
en el caso, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

15
MEMORIA DE LA MEDIACIÓN EN LA ARGENTINA1.

Los Inicios

En la década de los ochenta se realizaron diversas investigaciones tendientes a evaluar el servicio de justicia. Los
resultados identificaron deficiencias estructurales que generaban insatisfacción en la población. Así por ejemplo,
sobre aproximadamente 665.216 juicios que se iniciaban cada año, se resolvían solamente 481.536, de modo que
resultaba un déficit del orden de los 183.689 juicios anuales2. Para 1990 en la Justicia Civil y Comercial entraron
168.440 causas y se resolvieron 24.069, es decir, sólo el 14,3%.

El ingreso de causas en la Justicia Comercial de la Capital Federal se elevó de 24.210, en el año 1990, a 99.030 en
el año 1996; en la Justicia Civil, se incrementó de 86.348 en el año 1990 a 159.933 en el año 1996. El número de
juzgados se mantuvo en el mismo nivel. La cantidad de juicios que estaba en condiciones de recibir un juzgado civil
con competencia patrimonial era de 3.800 promedio. El índice de conciliaciones en los juzgados civiles y comerciales
no superaba, en el año 1993, el 4%. El costo del litigio representaba en ese mismo año, el 45% del capital. El
tiempode duración de un juicio sumario por daños y perjuicios derivados de accidentes de tránsito en la Justicia Civil
de la Capital Federal en el año 1992, era de 1 año en el 2,81% de las causas, más de un año en el 51,38%, más de
dos años el 42,85, más de 3 años el 2,58% y más de 4 años el 0,59%. El 85% de la población encuestada opinó que
no había justicia en la Argentina de 19943.

Otros problemas eran la amenaza de derrumbe de algunos edificios de tribunales por el enorme peso de la
papelería acumulada, las audiencias que fijaban para dos o tres años adelante, juicios paralizados o desistimiento
de derechos además de una diversidad de causas que redundaban en ineficacia del servicio para los usuarios,
teniendo más incidencia en los sectores sociales menos pudientes. Las soluciones no residían solamente en
aumentar el presupuesto, incrementar el número de Juzgados, el personal, la infraestructura o la tecnología. Se
imponía encontrar una alternativa que permitiera encarar los conflictos y resolverlos de forma más ágil y eficaz. Los
propios actores del sistema comenzaron a tener una mirada crítica sobre actitudes extremadamente controvertidas
o agresivas en los litigios a lo que se sumaba la duración y el costo de los procesos judiciales. Ello indujo a analizar
otros mecanismos de resolución de conflictos, que no implicasen acudir directamente a la justicia formal de los
tribunales.

En 1989 un grupo de jueces argentinos participó junto a 120 magistrados de toda América, en un curso de la Escuela
Judicial de Reno, Nevada, Estados Unidos. Allí tomaron contacto por primera vez con los sistemas de resolución
alternativa de disputas. A la luz de los conocimientos adquiridos impulsaron una propuesta a la Corte Suprema de
Justicia de la Nación para el desarrollo de algunos de esos mecanismos, la que, en esa instancia no fue aceptada por
el máximo Tribunal. La misma propuesta fue hecha al Ministerio de Justicia, que formó una comisión para elaborar
un proyecto de ley y difundir esas prácticas.

Los métodos de resolución de conflictos, llamados alternativos, sin pretender remplazar al sistema judicial, ofrecen
otras posibilidades de composición, procurando la cooperación de las partes involucradas y promoviendo la solución
en base a sus intereses y necesidades. Los principales objetivos, en ese momento, fueron:

- Disminuir la sobrecarga de trabajo de los tribunales.

- Fomentar el interés y participación de los ciudadanos en la solución de sus conflictos.

- Propiciar el “acceso a justicia” (entendida en sentido amplio al incluir formas no judiciales de solución).

- Ser una forma de solución más efectiva que las tradicionales.

Aunque más allá de concurrir como métodos, su aplicación pasó a implicar significados más profundos para la
sociedad, ya que con ellos se paso a advertir que “el Estado no es el único dispensador de justicia. Las propias partes
pueden introducir orden, seguridad, paz y cooperación en sus relaciones y razonabilidad en los tratos recíprocos. Ha
1
Colaboración especial en la redacción de este artículo del Dr. Amilcar Llamosas, integrante de la DNMyMPRC.
2
Estudio sobre la Administración de Justicia en la Argentina (Banco Mundial - Ministerio de Justicia).
3
Alvarez- Gladys Stella “Los Métodos Alternativos de solución de conflictos en los Procesos Judiciales”- http://www.oas.org/juridico/span-
ish/adjusti1.htm
17
quedado atrás aquella salvaje fórmula del individualismo anárquico: “no sé de qué se trata, pero me opongo”, poco
a poco va ganando adeptos y reconocimiento la fórmula opuesta: “Veamos de que se trata, quizá podamos llegar
a un acuerdo”4- También pudo percibirse la “sutil relación existente entre la práctica de la democracia como forma
de gobierno y estilo de vida, y el tratamiento y la superación de las controversias. La autonomía del individuo no
consiste sólo en su derecho a participar en los procesos políticos y en la administración de los bienes públicos, sino,
además, en la asunción plena de los deberes emergentes de las relaciones interindividuales.”5

La mediación comprometía a los interesados y los hacía responsables de sus propias decisiones, en el resultado
obtenido sin otra fuerza que la cooperación con el mediador, así al decir de uno de los precursores de estos métodos
en ese entonces, cuando el mediador tiene la posibilidad, “de desempeñar su actividad con plenitud, dentro de
los muy diversos modos de sofisticación que tal actividad puede alcanzar, su intervención se convierte en la única
susceptible de aportar soluciones verdaderamente pacíficas, donde las partes terminan por resolver su conflicto, sin
recurso alguno a la fuerza, ni aún delegada a la comunidad a través de los jueces”6.

Plan Nacional de Mediación.

Los resultados positivos del trabajo realizado durante los primeros años alentaron a afrontar el desafío de lanzar la
mediación en la Argentina. Ya que no era posible hacerlo directamente a través de una ley, porque se trataba de
una técnica que si bien contaba con antecedentes en otros países y en el campo diplomático, nuestro país carecía
tanto de experiencia como de personas entrenadas para su aplicación.

La inquietud y actitud crítica hacia el sistema judicial por parte de algunos de sus miembros no sólo fue la piedra
fundacional de la mediación, sino también favoreció su institucionalización en la Argentina. Mediante la acción
conjunta del Poder Judicial y el Poder Ejecutivo, se desarrolló y puso en marcha un Programa Nacional de Mediación
(PNM) al que daría curso el Decreto Nº 1480/92 que declaró a la Mediación de interés nacional. El Ministerio de
Justicia invitó a especialistas estadounidenses para exponer su experiencia y formar algunos mediadores en nuestro
país. Así, las primeras charlas introductorias fueron impartidas por la Directora del Centro de Resolución de Disputas
del Estado de Florida y expertos californianos en materias patrimonial y familiar, quienes entrenaron a los primeros
mediadores locales.

En 1993 se desarrolló en Buenos Aires el “I Encuentro Interamericano sobre Resolución Alternativa de Disputas”
en el que intervinieron representantes de cortes supremas, superiores tribunales, jueces y miembros de los
ministerios de justicia, de 17 países. En oportunidad de su inauguración el entonces Ministro resaltó que se había
tomado la decisión de generar, además del cambio normativo, absolutamente indispensable, un cambio sociológico
fomentando una cultura hacia el acuerdo, hacia la conciliación, desalentando la belicosidad litigiosa, esa cultura en
virtud de la cual los profesores, los alumnos, las facultades de derecho y la sociedad en general, consideraban que
la instancia judicial era la única alternativa para solucionar las controversias.

El PNM impulsó la extensión del campo de aplicación de la mediación mas allá de la conectada a los tribunales. Así se
alentó la apertura de Centros de Mediación Comunitaria e Institucionales en Organizaciones No Gubernamentales
como los Colegios Profesionales, Fundaciones y Asociaciones Civiles. También se promovieron programas de
Mediación Escolar y se recomendó incorporar la mediación en los programas de grado y posgrado de las facultades
de Derecho.

La Experiencia Piloto (1993-1995)

El 11 de febrero de 1994, la Corte Suprema de Justicia de la Nación aprobó el Plan Piloto de Mediación, y lo declaró
de interés por Resolución Nº 62. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil designó, por sorteo, diez juzgados
para integrar el proyecto, a los que se sumaron otros tantos al siguiente año. De ellos, catorce atendían cuestiones
patrimoniales y seis asuntos de familia.

4
Cueto Rua, Julio César. “Normas para un nuevo tiempo” parag. 2 p.4 Revista LIBRA- Bs As Año I.
5
R. Moonkin, D. Kolb y J. Rubin, Mediación. Una respuesta interdisciplinaria. Prólogo de Cueto Rúa, Julio César - Editorial Universitaria de
Buenos Aires - 1997
6
Entelman Remo F. “Intervención de terceros y mediación” http://www.fundacionlibra.org.ar/index.htm
18
Para instrumentar el Plan se creó el Centro de Mediación7 del Ministerio de Justicia de la Nación, se formaron y
designaron los primeros mediadores y se creó la Escuela de Mediadores8. A la vez que se inició una fuerte difusión
del tema y se realizaron actividades de capacitación que tuvieron como destinatarios a letrados, magistrados,
funcionarios y empleados judiciales.

La Experiencia Piloto fue una fuente de análisis e investigación, evaluándose entre otros aspectos, los tipos de casos
mediables, etapas procesales apropiadas para intervenir, formas eficaces de convocatoria y otros temas vinculados
con la mediación en relación a la actividad judicial. El Centro de Mediación, también recibió casos de demanda
espontánea y derivaciones institucionales. Finalizó en diciembre de 1995 y los indicadores construidos a tales
efectos permitieron calificarla como exitosa.

En un principio se solicitó a los jueces que enviasen todo tipo de causas, para saber de ese modo cuándo la mediación
funcionaba, en qué etapa del proceso, respecto de qué temas, etc. A pesar que en algunas oportunidades se
recibieron casos de muy difícil abordaje (alto grado de enfrentamiento entre partes y letrados, estado de avance
judicial, situación de cada una de las partes con relación a las pruebas producidas en el expediente judicial, etc.), no
obstante, en la mayor parte se llegaba a una solución, mientras que otros parecían no mediables o con una dificultad
de arribar a un acuerdo, por la situación de las partes o por el mismo objeto. Los jueces solían considerar esto como
una mala selección. Sin embargo con el tiempo se fue consensuando y comprendiendo que la oportunidad de
abordar y resolver las causas a través de la mediación tenía que ver con la permisibilidad subjetiva de las personas
que iban a participar de la mediación y eso fue abriendo el camino. En ese tiempo, los que mayor resistencia
ofrecían eran los abogados a quienes, en general, no les interesaba la mediación, costaba citarlos y convencerlos de
que sus causas pasaran a mediación. Sin perjuicio de ello, la aceptaban para no negarse ante el juez que luego iba
a decidir sobre su expediente. Puede decirse que el nivel de selección por los juzgados fue mínimo y que la mayor
selección fue la natural, efectuada por los propios interesados9.

La modalidad para recibir un caso en esta primera etapa comenzaba con el pedido de mediación de una de las
partes al juez, si la otra aceptaba, se suspendía el procedimiento por el término que ambas convinieran y se
solicitaba la intervención del Centro de Mediación. Éste entregaba a las partes y a sus abogados información sobre
el procedimiento, el rol del mediador, carácter de las sesiones conjuntas con las partes o privadas con algunas de
ellas, el deber de confidencialidad, las consecuencias jurídicas tanto si finalizaban con un acuerdo (fuera este total
o parcial )y el derecho de retirarse de la mediación sin acuerdo. Una vez concluida la mediación, el Centro remitía
al juzgado el resultado y, de haberse obtenido, el convenio alcanzado. El juez homologaba el acuerdo conforme a
las normas de procedimiento y previa remisión de la documentación al Centro para su registro, concluía el caso. El
Centro realizaba un seguimiento del grado de satisfacción de las partes y sus letrados respecto de los resultados
alcanzados.

La mediabilidad, o la posibilidad que tiene la controversia de ser sometida a mediación depende en gran medida
en que los sujetos puedan o no participar en un el proceso porque existan en ellos circunstancias que
limitan su capacidad de obrar. Dependerá del análisis que el mediador hace del caso; la forma en que las partes
se relacionan en la comunicación; la disposición y capacidad de aquéllas para mediar; la existencia de situaciones de
violencia, agresión o de desbalance de poder, en las que el mediador no tenga suficientes recursos para compensar.

En su momento el Ministerio de Justicia publicó un compendio de la implementación, desarrollo y evaluación


de la experiencia10, en ella se entendió que los asuntos presentaban problemáticas específicas y en consonancia
debían brindárseles tratamientos diferentes y que la naturaleza del conflicto es la que condiciona el alcance que
la mediación pueda tener. Sin perjuicio de las particularidades se entendió como no aplicable la mediación a los
supuestos en que al menos alguna de las partes:

-esté interesada en probar la verdad de los hechos.

-desee sentar un precedente legal

-esté ausente, incapacitada o disminuida en sus facultades.

-manifieste no tener interés en llegar a un acuerdo.

-esté involucrada en la controversia con un delito de acción pública, violencia o malos tratos a menores.
7
Resolución M.J. Nº 535 del 13 de mayo de 1994.
8
Resolución M.J. Nº 8 del 12 de enero de 1995.
9
Ministerio de Justicia de la Nación, Mediación –Proyecto Piloto, La Ley, Buenos Aires, 1996, pg. 49.
10
Ministerio de Justicia de la Nación, Mediación –Proyecto Piloto, La Ley, Buenos Aires, 1996, pg. 16 y ss.
19
De todas formas decidir la conveniencia y mediabilidad del conflicto mismo recién puede hacerse luego de tener
efectivo contacto con las personas involucradas en el hecho. Considerando que en materia de mediación, la sola
lectura de un expediente, no puede permitir, en principio, valorar lo que ocurre con los sujetos que transitan un
conflicto. Y decidir en consecuencia si el mismo es o no mediable.11

La misma publicación del Ministerio de Justicia exhibía un cuadro de “Distribución de casos finalizados por
conclusión y naturaleza” 12en el que mostraba los resultados (del total de los 764 casos al momento de analizar
resultados quedaban en trámite 88 casos):

Casos De Juzgados Total


De Familia 151 300
Patrimonial 302 462

Resultados : Casos %
Mediados con acuerdo 203 30,16
Mediados sin acuerdo 229 34,03
Casos no mediables 28 4,16
No mediados (ausentes 1ra aud.) 171 25,41
No mediados (ausentes 2da aud.) 16 2,23
No mediados (por decisión de partes) 27 4,01
Total 674 100,00

En la Experiencia Piloto el índice de acuerdos fue menor en los casos que enviaban los tribunales que en aquéllos en
que las partes recurrían por elección propia. Ello así por cuanto la invitación del juez a los litigantes y sus abogados,
funcionaba con cierto rango de autoridad, situación que no estaba presente en los casos de concurrencia por propia
voluntad de las partes.

El Centro de Mediación de la Experiencia Piloto hoy se denomina “Centro de Prevención y Resolución de Conflictos”
(CPYRC) “Mediación para Todos” e integra la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de
Resolución de Conflictos. Cuenta con afluencia significativa de casos, atiende demandas espontáneas y derivaciones
institucionales y además, recibe causas judiciales en trámite por derivación de los tribunales. Cuenta asimismo con
un área de admisión y derivaciones que presta un importante servicio de orientación al usuario. El servicio se presta
de forma gratuita. El CPYRC sirve de unidad operativa para la realización de pasantías, necesarias para la formación
de los mediadores. Frecuentemente concurren para la observación del trabajo de sus mediadores, alumnos de las
provincias y de diversos países latinoamericanos.

Mediación y Conciliación. Los Modelos.

En el medio se distingue:

La mediación: como el proceso por el cual un tercero imparcial facilita una negociación entre las partes sobre
la base de sus intereses y necesidades. No tiene poder de decisión, ni para proponer alternativas de solución,
dar consejos o intervenir en forma directa en el acuerdo. Se caracteriza por ser un proceso informal, voluntario y
confidencial en el que el mediador no decide la disputa sino que coadyuva a que las partes lo hagan, no da consejos,
no opina ni asesora.

La conciliación: es el procedimiento mediante el cual un tercero ayuda a las partes a negociar sobre la base de sus
intereses y necesidades, proponiéndoles opciones de solución y pudiendo emitir opinión.

No existe una única manera “correcta” de conducir una mediación. Hay países que suelen ofrecer servicios de
resolución de disputas con modelos procesales probadamente eficaces de “mediación” cuya flexibilidad los hace
adaptables, con comodidad, a las circunstancias del caso y a los deseos de las partes.

11
Spagnolo Ana María “Son sus campanas…” en Los mediadores y sus casos II Revista La Trama Nº 30 http://www.revistalatrama.com.ar/
12
Ministerio de Justicia de la Nación, Mediación –Proyecto Piloto, La Ley, Buenos Aires , 1996, pg. 67.
20
Es así como, en función de la intensidad con que los componentes del llamado modelo clásico aparecen y se
combinan en la práctica concreta del proceso, se origina una vasta gama de mediaciones -o, si se prefiere, de
“formas, estilos o paradigmas” de mediación- en cuyos extremos se sitúan las variantes “facilitativa” y “evaluativa”
o “evaluativa-predictiva”.

Según la descripción prevaleciente de la primera, el mediador “facilitador” procura inicialmente que las partes
identifiquen los intereses y necesidades subyacentes a sus respectivas posiciones o posturas jurídicas. Logrado
esto, colabora con ellas en la búsqueda de soluciones creativas y mutuamente satisfactorias, sin opinar sobre el
posible resultado de un eventual litigio, ni sobre las condiciones precisas que debería reunir un posible acuerdo
transaccional o conciliatorio. Esta variante, que para los puristas es “la única” mediación, y según ellos, ofrece las
mejores y mayores perspectivas de allanar el camino de la avenencia cuando entre las partes ha existido o existe
un vínculo más o menos prolongado, cuya continuidad ha sido interrumpida o amenazada por el diferendo que se
trata de componer.

En la segunda, se enfocan preferentemente los derechos y obligaciones de los contendientes; el mediador no sólo
opina abiertamente sobre los puntos débiles y fuertes de las respectivas posturas jurídicas, sino que aventura
predicciones sobre el desarrollo y desenlace del proceso judicial que seguirá al malogro del intento conciliatorio, y
recomienda, concreta y específicamente, fórmulas transaccionales.13

En el primer grupo –facilitativa- se reconocen diversas líneas fundadas en distintas epistemologías, que diferencian
la forma de conceptuar la comunicación y la importancia atribuida al acuerdo:

-El Modelo Tradicional – Lineal de Harvard: Este modelo se centra en la causa del conflicto, sin prestar atención
al contexto en el que se desenvuelve. El proceso de mediación se desarrolla a través de la comunicación verbal
entendida como proceso lineal, donde cada parte expresa su mensaje en el aquí y ahora y el mediador garantiza que
sea de forma bilateral y efectiva.

Define la mediación como una negociación colaborativa asistida por un tercero, el conflicto es entendido como
un obstáculo para la satisfacción de necesidades e intereses, siendo el objetivo de la Mediación el que las partes
trabajen colaborativamente para resolverlos. Se realiza una búsqueda de opciones que beneficien a ambas partes,
las que son seleccionadas en base a criterios entendidos como legítimos u objetivos. El rol del Mediador es conducir
la interacción de las partes en el proceso. Si bien el procedimiento es estructurado, aunque con la flexibilidad
suficiente para lograr el resultado y se desarrolla en sesiones conjuntas y/o privadas. La meta que se propone es
lograr un acuerdo. No intenta modificar las relaciones entre ellas, sólo se limita a concentrarse en el contenido de
la comunicación.

El método implica poner al descubierto los sentimientos y emociones de las partes, de manera que el mediador
pueda poner orden, claridad y comprensión en el proceso con el objetivo último de llegar a un acuerdo. Este modelo
se basa, por tanto, en la disminución de las diferencias para alcanzar acuerdos, sin poner el acento en los aspectos
relacionales, de manera que no garantiza la desaparición de conflictos, en este sentido.

-El Modelo Transformativo de Bush y Folger. Este modelo entiende que las causas del conflicto son múltiples y que se
alimentan continuamente.Está basado en la visión transformadora que tiene el conflicto. De acuerdo a los autores el
conflicto surge de preocupaciones, insatisfacciones, tensiones personales que deben verse como oportunidades de
crecimiento. Se focaliza en el desarrollo potencial de cambio de las personas al descubrir sus propias habilidades,
aunque valora que dentro del proceso se llegue a acuerdos y estos sean satisfactorios para las partes. El rol del
Mediador es el de facilitador del proceso de crecimiento por sobre el control del proceso de Mediación.

El proceso se desarrolla especialmente desde lo relacional. Su método consiste en que sean las partes implicadas las
responsables y protagonistas del proceso donde el mediador trabajará desde las preguntas circulares para ayudarlos
a profundizar. El objetivo último es la transformación de la relación entre las partes.

-El Modelo Circular - Narrativo de Sara Cobb. Este modelo considera que el resultado de la mediación es producto
del intercambio constante y de la retroalimentación de las partes, donde la comunicación verbal y también la no
verbal son elementos que transmiten información de interés. Pone el énfasis en la comunicación y en la interacción
de las partes. El modelo concibe la comunicación como un todo. Focaliza su trabajo en las narraciones. Su enfoque
radica en que, para llegar a acuerdos, las partes necesitan transformar el significado de las historias conflictivas, de
manera de quedar mejor posicionadas y poder salir de sus planteamientos iniciales. El rol del Mediador consiste
en ayudar a cambiar las narrativas de las partes, de modo que interactúen de manera diferente y por lo tanto se
13
Garber, Carlos A -La mediación evaluativa-predictiva- JA 1996-IV-1014
21
produzcan cambios que permitan llegar a acuerdos. Se dirige a construir una historia alternativa que les permita a
las partes ver su relación desde otro ángulo, fomentar la reflexión y cambiar significados.

El proceso se basa es cuatro pilares14:

-Aumentar las diferencias: Esto implica exteriorizar de forma controlada los posicionamientos confrontados, pero
a diferencia del Modelo de Harvard, no se busca el orden sino un caos flexible que permita acercar posturas y
negociar alternativas.

-Legitimar a las personas: Esto es, dar una parte de razón a todas las personas implicadas en el conflicto creando un
espacio donde puedan plantear de forma legítima su postura.

-Cambiar el significado: Consiste en la labor del mediador para elaborar una versión lo más completa posible,
partiendo de la historia que trae cada parte y tomando todos los puntos de vista posibles.

-Creación de contextos de trabajo: El contexto debe estar perfectamente definido antes de comenzar con la
mediación y puede ir variando a lo largo del proceso. Este pilar es especialmente importante en los casos de
mediación comunitaria.

El objetivo último de la mediación, según este modelo, es fomentar la reflexión, construir un nuevo significado del
conflicto y elaborar de nuevo la historia de las partes con el fin de poder alcanzar acuerdos, si es posible.

Cada modelo puede ser válido según el tipo de conflicto. En la práctica se ha notado una mayor utilización del
modelo Tradicional en mediación en el ámbito empresarial o de las organizaciones, mientras que podría decirse
que los modelos Transformativo y Circular Narrativo son más elegidos para trabajar en la mediación familiar y en la
mediación comunitaria.

En el segundo grupo:

-La Mediación “Evaluativa”

Es aquélla en que el mediador formula un juicio sobre cuál sería una solución aceptable del conflicto, a la luz de lo
que en caso de desacuerdo resolvería un tribunal arbitral o judicial y con los elementos que le proporcionaron las
partes. Requiere del mediador especialización en el conocimiento sustantivo del tipo de conflicto. Presupone que la
percepción de los intereses, aunque opuestos, son bien comprendidos por ambas partes.

A esta suele criticársele que, si bien logra un elevado número de acuerdos conciliatorios, desatiende los
objetivos fundamentales en la “verdadera” mediación: potenciar el protagonismo de las partes y promover su
autodeterminación, mejorar su comunicación, facilitar la mutua comprensión de sus reales intereses y alentarlas
a crear y desarrollar soluciones recíprocamente aceptables. Porque entienden que no hay razón por la que el
acuerdo, deba parecerse al “probable resultado del litigio”, ni se reubique al tercero “neutral” en un emplazamiento
discernidor y dirimente.

En general se considera que los modelos no deben esquematizarse en cuanto a su utilización sino que deben ser
tenidos en cuenta para utilizar uno, otro o su combinación según los casos que se presenten.

En la Argentina se ha venido discutiendo sobre el tipo de modelo aplicado en relación a la Ley N° 24.573:

-Por una parte están quienes consideran que se ha adoptado un modelo de mediación que posibilita al mediador
desplegar su poder a través del manejo de la información y apreciar los niveles de la negociación que permitirán o
no llegar a un acuerdo, el manejo de los tiempos, la confección de la agenda, la oportunidad para trasladar ofertas
y contraofertas o a la inconveniencia de hacerlo, la expresión del lenguaje coloquial y corporal, son enseñados en
los cursos introductorios y entrenamientos. Así, ellos descartan del modelo de intervención, que es propio de las
14
www.unad.org/.../94/.../LIBRO_ mediacion_Buenas_Prácticas. Manual de Buenas Prácticas en Mediación Comunitaria- Instituto de Adic-
ciones de Madrid-
22
mediaciones evaluativas; en las que son requeridas otras habilidades y conocimientos del mediador que en un
determinado momento efectúa una valoración del caso, determina probabilidades de ganadores y perdedores en
futuros pleitos, aprecia porcentajes de costos y beneficios o incluso puede llegar a realizar interpretaciones de
documentos previos (contratos, en su mayoría).

Según esta postura ese papel está adecuada y profesionalmente desempeñado por los asesores letrados, quienes
además de dar el encuadre jurídico de la situación general , o al menos de las pretensiones parciales de sus clientes,
son los encargados de asegurar que los acuerdos logrados sean jurídicamente posibles”.15

-Quienes lo cuestionan han sostenido16 que la Ley Nº 24.573 sólo tuvo en mira un tipo de intervención, la mediación
llamada “facilitativa” y que la formación de los mediadores se ha hecho sobre la base de suponer que el conflicto se
origina sobre todo en problemas de comunicación, aunque existen situaciones en que los intereses percibidos como
opuestos, son bien comprendidos por ambas partes. También consideran que ello ha limitado la formación de
muchos mediadores a algunas herramientas facilitadoras del diálogo, a pesar de que a veces resulta insuficiente para
llegar a soluciones. Para esta postura se omitió tener en cuenta que hay otras formas posibles de intervención, las
que, dependiendo de las circunstancias de cada caso y de las capacidades y formación del mediador que consideran
“experto”, pueden resultar útiles para ayudar a las partes a resolver la controversia como lo es la mediación
“evaluativa”. Entiende que en ella el mediador puede formular propuestas de acuerdo, sin que ello implique perder
la imparcialidad. Asimismo, consideran que la ley debería presentar una variedad de posibilidades y estilos, sin
tomar partido por ninguno de ellos, reconociendo a las partes y a los mediadores la facultad de conformar las
características de “su” mediación en cada caso.

-En una postura más ecléctica se ha dicho que los profesionales de la mediación formados inicialmente en el
modelo de Harvard, con su principal característica de claridad esquemática es como un mapa a seguir, un hilo
conductor para el tercero neutral. Pero con el correr de la práctica, el tipo de abordaje se hace insuficiente y la labor
del mediador mucho más complicada, los conflictos tienen muchas más aristas de las que cualquier clasificación
pueda establecer y los seres humanos no tienen características taxativas. Así se ha pasado a echar mano de todos
los recursos, enfoques teóricos y técnicas posibles, en la medida en que sean compatibles, viables y/o útiles con
el desempeño del rol de mediador. Con la práctica se suman experiencias y capacitaciones en otros modelos o
enfoques de intervención, sin que necesariamente se haya desarrollado un modelo diferente, sino que se han
diseñado tecnologías y herramientas específicas moldeadas por la formación profesional de origen y la experiencia
en ámbitos de trabajo determinados.

Los mediadores no pueden decir hoy en día que trabajan exclusivamente basándose en Harvard, o en el modelo
circular narrativo u otro. Para esta postura, no se puede definir si hay un ‘modelo argentino de mediación’.

Consideran actualmente, que los mediadores no trabajan basándose exclusivamente en uno de estos modelos,
pero es indudable que la mayoría de los docentes, formados en los años 90, han sido enriquecidos por diversos
enfoques y modelos. Además, los entrenadores que también deben desempeñarse como mediadores reflexionan
sobre su propia práctica, de modo que este ejercicio permite transmitir vivencias y experiencias desde el rol docente
reformulando y enriqueciendo los “modelos” que, en definitiva, son desarrollos teóricos. La mayoría de los países
latinoamericanos han seguido atentamente la experiencia argentina en mediación e “importado” nuestra modalidad
de trabajo, valorando la experiencia de un país con características e idiosincrasias similares a las propias.

En la práctica, el mediador puede hacer mucho más que facilitar la comunicación, su tarea es compleja aunque se la
resuma de manera sencilla como el facilitador de la comunicación asistiendo a las partes en una negociación entre
ellas. En tal sentido, ningún modelo o enfoque puede proclamarse por encima de otro, lo importante es contar con
profesionales reflexivos e incluyentes que puedan con su práctica enriquecer los conocimientos teóricos y actualizar
sus metodologías al momento de intervenir como mediadores en los conflictos.17

-También hay quienes sostienen que en la mediación no hay un único modelo. Hay tantas formas de mediar como
diferentes sean los conflictos que atienden. El mediador es un tercero imparcial que debe actuar del modo que
mejor atienda las particularidades del caso (no es lo mismo mediar un conflicto de familia que un reclamo de daños
y perjuicios en un accidente de tránsito), las necesidades y deseos de las partes (ellas mismas pueden requerir una
mayor o menor actividad evaluativa del mediador), el estilo que le sea connatural y su propia experiencia (no es
el mismo una evaluación hecha por un novel abogado que por un reconocido jurista). El mediador ayuda a que el
15
D’Alessio, Damián ¿Cuál es el poder del mediador ? www.fundacionlibra.org.ar/revista/art7-6.htm
16
Fundamentos Proyecto VANOSSI - www.ump.org.ar/proyectos/vanossi.htm -
17
Fariña, Gustavo Harvard no tiene la culpawww.eldial.com.ar
23
conflicto se solucione, para lo cual es parte de su tarea incorporar al proceso de negociación aquellos elementos
que puedan contribuir a que las partes lleguen a un acuerdo. Y si para lograr ese objetivo es necesario que brinde su
opinión, según ellos, esto no desnaturaliza su rol ni transgrede normas o principios de la mediación. Es conveniente,
según esta perspectiva que el mediador no se ate a rígidos esquemas, sino que se deje a las partes la libertad de
elección y la posibilidad de adaptar la mediación al caso18.

-Finalmente hay quienes sostienen19 la posibilidad de considerar una Escuela Argentina de la Mediación en formación
en:

Si bien la Ley Nº 24.573 se fundó teóricamente en la línea ¨harvardiana¨, al tratarse de un sistema prejudicial
obligatorio, encomendado a mediadores abogados, resulta dotado de suficientes enlaces con principios de nuestro
sistema procesal como para tener un perfil diferenciado. A esto se agrega que al cabo de los años de negociación
mediatoria, resultan caracteres y modalidades que permiten válidamente preguntarse por sobre la posibilidad de
una escuela de características propias.

La ley de mediación prejudicial se inscribe en un modelo de neutralidad activa; pero que no tiene directiva alguna
en cuanto al procedimiento mediatorio, dejándolo librado a la habilitación y capacitación continua del mediador; lo
que existe ha sido elaborado en base a la práctica y la doctrina.

Se pueden destacar principios y enfoques propios, de algún modo originales y distintivos, que se continúan y se
transmiten en la formación de nuevos profesionales y les dan una característica que los individualiza y distinguen:

-Que el mediador deba ser previamente abogado, está en la raíz de su origen, porque se buscaba aliviar a la justicia,
y porque los acuerdos son equiparables a sentencias, lo que lleva a la razón de su incumbencia.

-No obstante el oficio puede requerir el auxilio de otras ciencias y de profesionales experimentados en las mismas.

- El hecho de ser prejudicial y obligatorio, aunque es mayor la preferencia del público en elegir al mediador que si
este resulta del sorteo.

-Hay tareas adjudicadas expresamente por las normas al mediador como las notificaciones y confección de Actas de
Audiencia y de Cierre, con la habilitación de la instancia judicial.

- La exigencia de asistencia letrada como garantía, considerando incompareciente a quien no cumpla con este
requisito.

- Desarrollo de una muy nutrida y creciente bibliografía

- Surgimiento de gran cantidad de entidades formadoras

- Réplicas del sistema en las provincias y los países limítrofes

Sobre estas bases afirman que existe, aún en formación, una “Escuela Argentina de Mediación”, cuyo núcleo
central, según esta postura, es la multifuncionalidad de los mediadores-abogados que son su eje, con un fuerte
perfil vocacional, cuya ética profesional admite un rol a la vez neutral y activo, orientada a lograr que las partes y sus
letrados arriben a acuerdos jurídicamente consistentes, que valgan como sentencias.

-En definitiva existen diversos modelos de mediación y tantos estilos como mediadores. “Es posible detectar
distintos enfoques según sea concebido el objetivo último del movimiento de mediación. Algunos afirman que el
objetivo fundamental de la mediación debe ser promover la resolución del conflicto mediante acuerdos que las
partes consideren satisfactorios para ambas. En forma secundaria, está el mejorar la relación entre los involucrados
en el conflicto fortaleciendo la relación. Otros sostienen que la mediación puede hacer mucho más que promover
acuerdos y mejorar las relaciones. Puede transformar la vida de la gente, infundirle tanto un sentido más vívido de su
propia eficacia personal (como revalorización), y una mayor apertura y más aceptación (reconocimiento) de la otra
persona. Para esta postura si no se alcanza un acuerdo, si no hay reconciliación, de todos modos debe considerarse
a la mediación como un éxito si aporta revalorización y reconocimiento. Y si también hay acuerdo, tanto mejor”.20
18
Caivano, Gobbi y Padilla, “Negociación y mediación”, 1997, Ed. Ad-Hoc, p. 271.
19
Punte, Roberto Antonio- “Experiencia y Enseñanzas de la aplicación de la mediación en la Resolución de Conflictos. Reformas posibles.”
www.abogadosmediadores.com.ar/puente.html
20 Alvarez,Gladys Stella -Resolución Alternativa de conflictos Estado actual en el panorama latinoamericano
Buenos Aires, 31 de octubre de 1999 http://www.eldial.com.ar
24
La Mediación Prejudicial y sus Prórrogas.

La Ley Nº 24.573 entró envigencia para la Justicia Nacional Civil y Comercial en abril de 1996, y en agosto del mismo
año, hizo lo propio para la Justicia Federal Civil y Comercial de la Capital Federal. Fue derogada en abril de 2010. La
ley extendió su ámbito de aplicación a todos los juzgados federales del país, aunque en virtud del art. 31 ésta quedó
en suspenso. La norma legal estuvo reglamentada por el Decreto Nº 1021/9521, luego modificado por su similar Nº
477/9622.

Instauró la mediación obligatoria y previa a prácticamente todo juicio patrimonial contencioso, cuestiones de
tenencia y alimentos, es decir abarcó todas las causas que se iniciaron en aquellos fueros, con las excepciones
establecidas en la ley. En algunos casos (desalojo y procesos de ejecución) devenía optativa para el reclamante y
en tal caso, era obligatoria la concurrencia a la audiencia de mediación para el requerido. No era de aplicación en
causas penales, amparo, hábeas corpus, interdictos.

Entre sus previsiones, la ley contempló la creación de un Registro de Mediadores cuya constitución, organización,
actualización y administración ha sido responsabilidad del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos a través de la
actual Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos (DNMyMPRC).

El primer año de vigencia de la ley, sólo en mediaciones provenientes de sorteos por las Mesas Generales de Entradas
de los distintos fueros, arrojó una cantidad de 42.606 mediaciones (29.206 civiles, 12.644 comerciales y 756 civiles
y comerciales federales), de las cuales los mediadores informaron 32.786, resultando:

No mediados por imposibilidad de notificar 8,7%


No mediados por incomparecencia del requirente 2,2%
No mediados por incomparecencia del requerido 18,3%
No mediados por incomparecencia de 0,8 %
abogado/s
No mediados por incomparecencia del mediador 0,1 %

Interrumpida por decisión del requirente 0,8%


Interrumpida por decisión del requerido 1,4%
Interrumpida por decisión de ambas partes 1,7%
Interrumpida por decisión de los abogados 0,3%
Interrumpida por decisión del mediador 0,1%

Mediación finalizada sin acuerdo 34,9%


Mediación finalizada con acuerdo 30,7%

Agrupando:
Casos 32.786 (100%)
Imposibilidad de notificación 3.342 (10,07%)
Incomparecencias 3.278 (9,93%)
Casos sin acuerdo 16.091 (49,00 %)
Casos con acuerdo 10.075 (31 %)

21 Decreto Nº 1021 del 29 de diciembre de 1995.


22 Decreto Nº 477 del 2 de mayo de 1996.
25
Sobre informes de impacto, de evaluación de la experiencia de la mediación obligatoria y del diseño de nuevos
mecanismosse dictó un nuevo decreto reglamentario Nº 91/98, que implicó la implementación en la práctica de la
“mediación privada” o más técnicamente de selección de mediador a propuesta de la parte requirente, que permitía
también en caso de incomparecencia de la parte requerida habilitar la instancia judicial.

Las ventajas que reportó a los interesados pueden sintetizarse en:

- Menor costo de arancel.

- Mayor inmediatez y celeridad.

- Permite a las propias partes elegir al mediador de entre una lista de mediadores registrados.

- Las partes pueden determinan el lugar donde la audiencia se realizará, sin quedar al albur de un sorteo; llegado el
caso pueden convenir la fecha y hora de la audiencia.

- Los mediadores pueden ser conocidos por ambas partes, ellas pueden comprobar sus antecedentes previamente
a seleccionarlos u optar entre los propuestos.

- Los honorarios del mediador pueden acordarse libremente rigiendo subsidiariamente las pautas reglamentarias.

En pocos años esta variante impactó notablemente en el sistema de la Ley Nº 24573, al punto en que progresivamente
tornó “residual” y ha desbancado a la de las mediaciones iniciadas por sorteo en las Mesas de Entradas. Según
los datos de la Cámara Nacional en lo Civil se denota el marcado y sostenido descenso de las denominadas
“mediaciones oficiales”. Así en 1999, se llevaron a cabo 23.120 mediaciones; en 2000, 16.467, y en 2001, 11.548. En
los años siguientes las cifras continuaron con su vertiginosa caída: en 2002 sólo 9.787 mediaciones fueron realizadas
mediante el sistema de sorteos de la Cámara Civil; en 2003, 7.687 y, finalmente, en 2004 sólo 5.368 mediaciones
extrajudiciales fueron oficialmente realizadas. Desde entonces el número continuó descendiendo cada año pero
más levemente. En realidad, no hubo un declive de la mediación obligatoria, sino un traslado de una forma de
instancia ligada a los tribunales hacia un sistema privado de mediación.

En 1997 se contabilizaban 3100 mediadores registrados y 2100 de ellos participaban en mediaciones por sorteo; ya
para octubre de 2008 el número de inscriptos trepó a 4.513 mediadores, aunque sólo 1946 actuaban en mediaciones
adjudicables por sorteo en las Mesas de Entradas de las Cámaras de Apelación. En ambos indicadores el resto lo
hacía únicamente en el ámbito de la mediación por propuesta de parte.

26
Una consecuencia no deseada de la generalización de esta modalidad resultó ser la merma creciente de
información de parte de los mediadores al Ministerio de Justicia sobre el resultado de los procedimientos. Ello
resultó consecuentemente en la imposibilidad, para el organismo, de poder contar con estadísticas completas que
reflejaran la realidad de la mediación prejudicial.

En otro orden de cosas, en setiembre de 2001 la Ley de Mediación sorteó con éxito el “test de constitucionalidad”,
a través del Fallo “Baterias Sil-Dar S.R.L. c/ Barbeito, Walter s/ sumario”, de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. En efecto, la Sala B de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial había declarado, en dicha causa,
la inconstitucionalidad de la ley 24.573 que impuso un régimen de mediación previa en el ámbito de la justicia
nacional. Juzgó que dicho procedimiento constituía una incursión del Poder Ejecutivo en la actividad judicial al
haber sido impuesto en forma obligatoria, pues sólo a los jueces incumbe tomar la decisión de acudir a la actuación
de un mediador.

La Corte Suprema entendió que “el mediador -tal como está concebido por la ley impugnada- no ejerce función de
naturaleza jurisdiccional, ni aun de tipo administrativo.” Que “el sistema de mediación instituido por la ley 24.573
no lesiona lo dispuesto en los arts. 109 y 116 de la Ley Fundamental, toda vez que el mediador no ejerce función
jurisdiccional sino una actividad de aproximación de las partes mediante técnicas conciliatorias, a fin de que aquéllas
arriben a la solución del conflicto. Actividad que, por lo demás, está fuertemente reglada y cuyo desempeño está
condicionado a su habilitación bajo condiciones que la ley y su reglamentación han establecido, entre ellas, la
inscripción de quienes la ejercen en el Registro de Mediadores, cuya constitución, organización y administración
es responsabilidad del Ministerio de Justicia de la Nación.”Además “El carácter obligatorio del procedimiento de la
mediación no violenta el derecho constitucional de acceder a la justicia pues, una vez que las partes han comparecido
personalmente a la audiencia pueden dar por terminado el procedimiento, con lo cual queda expedita -y en breve
tiempo- la vía judicial”.

Una referencia obligada lo es a la situación vivida en la Argentina hacia fines del 2001, momento en que se sancionaron,
normas jurídicas de diferentes niveles y sucedieron hechos que trastocaron las relaciones personales en el campo
económico, financiero y jurídico, con graves consecuencias en el ámbito social. En dicho marco, la Ley Nº 25.561
declaró la emergencia pública en materia social, económica, administrativa, financiera y cambiaria, delegando en
el Poder Ejecutivo Nacional facultades para establecer el sistema de relación de cambio entre el peso argentino y el
dólar estadounidense, estableciéndose regulaciones cambiarias. El artículo 11 de la citada norma puso en manos de
los afectados, la búsqueda equitativa del equilibrio roto por las medidas gubernamentales, al delegar en las partes
la negociación, a través del mecanismo de la mediación, a fin de reestructurar sus obligaciones recíprocas y procurar
equitativamente la solución al diferendo. En una sociedad con alto grado de conflictividad la mediación deviene en
una práctica social que permite a los sujetos tener un papel protagónico en la prevención y solución de los conflictos
que los involucran. En estas particulares intervenciones ha sido gravitante la introducción de la “resiliencia” en la
capacitación de los mediadores, entendida como la habilidad para manejarse ante situaciones vitales extremas,
para enfrentar, sobreponerse, salir transformado y fortalecido por experiencias adversas. El modelo de resiliencia
compromete al mediador en el descubrimiento o en la construcción de factores resilientes, en los relatos de las
partes, con el objetivo de obtener resultados positivos, incluyendo un sentido acrecentado de bienestar y calidad
de vida.
27
Según el artículo 30 de la Ley Nº 24.573, la obligatoriedad establecida en el artículo 1º, primer párrafo de la misma,
regiría por un plazo de cinco (5) años, contados a partir de la puesta en funcionamiento. Pero fue prorrogada
sucesivamente por las leyes Nº 25.287 del 13 de julio de 2000 (5 años); Nº 26.094 del 19 de abril de 2006 (2 años)
y Nº 26.368 del 13 de abril de 2008 (3 años).

Conciliación Laboral Obligatoria

La Ley Nº 24.635, conocida como “Ley de Instancia Obligatoria de Conciliación laboral” establece la obligatoriedad
de la concurrencia a la conciliación bajo la supervisión del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, a
través de la gestión de conciliadores inscriptos en el Registro Nacional a cargo del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos.

En el nivel nacional encontramos los primeros antecedentes en la década del cuarenta. Mediante el Decreto Nº
32.347/44, posteriormente ratificado por la Ley Nº 12.948, se establecieron los Tribunales del Trabajo de la Capital
Federal, creando como etapa prejudicial administrativa, la denominada Comisión de Conciliación, dependiente de
la Secretaría de Trabajo y Previsión, integrada por funcionarios designados por el Poder Ejecutivo. Los funcionarios
de esta comisión, estaban encargados de recibir la demanda y su contestación, para luego intentar arribar a
una conciliación. Si la misma no era posible, aceptaban el ofrecimiento de la prueba, y recién entonces daban
intervención al Poder Judicial.

En el año 1956 la Comisión de Conciliación, pasó a depender del Ministerio de Justicia, bajo cuya tutela se mantuvo
hasta 1960, año en que por una Acordada de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, ratificada por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, se la consideró como parte integrante del Poder Judicial.

En el año 1969, y con el argumento de dotar al procedimiento de mayor celeridad, la Comisión de Conciliación fue
disuelta, disponiéndose que su tarea fuera cumplida por un juez, a quien se le otorgaron las más amplias funciones
conciliatorias.

En 1994, por medio del “Acuerdo Marco para el Empleo, la Productividad y la Equidad Social”, suscripto por el
Gobierno nacional y las organizaciones sociales, fueron consensuadas y establecidas las pautas para la modificación
de las condiciones estructurales del sistema laboral argentino. La necesidad de implementar trámites ágiles para
la solución de conflictos fue un objetivo de base, a cuyo efecto, en el Punto IV del Acuerdo, “Solución de Conflictos
Individuales”, se estableció la importancia de implementar reformas a las normas procesales laborales y a la
estructura de la Justicia del Trabajo, fijándose expresamente que el MTSS organizaría un “Servicio Administrativo de
Mediación y Conciliación”.

El 8 de noviembre de 1994, el Poder Ejecutivo remitió al Congreso el proyecto de Ley de Mediación y Conciliación
Obligatoria. La propuesta procuraba reducir el alto nivel de litigiosidad de los tribunales y lograr mayor celeridad en
la solución de las cuestiones judiciales para lo cual la negociación aparecía como el medio más adecuado para la
resolución de conflictos, al propiciar el diálogo directo entre las partes que conservan, durante todo su transcurso,
el control del proceso.

En lo que respecta al ámbito específico del procedimiento laboral, hasta la sanción de la Ley Nº 24.635 se preveía
como posibilidad alternativa la de recurrir ante el Ministerio de Trabajo, a fin de resolver en forma voluntaria o
espontánea los conflictos suscitados con motivo de las relaciones laborales. En dicha instancia la autoridad
administrativa tenía a su cargo el resguardo del orden público laboral.

El procedimiento de conciliación de la Ley Nº 24.635 se inicia con la presentación del reclamo, ya sea por el empleador,
el propio trabajador reclamante o su apoderado, en la sede del Servicio de Conciliación Laboral (SECLO). Allí se
completa un formulario de inicio en el que se detalla el reclamo, sorteándose de inmediato, a través de medios
informáticos, un conciliador entre los inscriptos en el Registro Nacional de Conciliadores Laborales del Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos, fijándose la primera audiencia de conciliación, dentro de los diez días hábiles
posteriores. La duración total de la instancia ante el conciliador es de veinte días hábiles prorrogables por única
vez, por mutuo acuerdo de las partes, por quince días más. De este modo, aun cuando no se arribe a un acuerdo, el
acceso a la vía judicial no se ve obstruido ni demorado más allá de los plazos consignados precedentemente.

28
El SECLO se encarga de notificar al empleador acerca del reclamo impetrado en su contra y de la audiencia fijada.
A ésta, las partes deberán concurrir personalmente. En el caso de los trabajadores, deberán estar asistidos por
abogado o representante sindical, y en el de los empleadores, por abogado o sus organizaciones representativas,
sancionándose con multa la inasistencia injustificada de estos últimos, manteniéndose la gratuidad del sistema
en relación a los trabajadores. Las partes podrán suscribir un pacto de confidencialidad, comprometiéndose a no
ventilar lo manifestado en las audiencias.

Si las partes arriban a un acuerdo, el mismo se plasmará en un acta labrada por el conciliador, quien la elevará al
SECLO para que se expida sobre la procedencia de su homologación. Homologado, el acuerdo es equiparable a una
sentencia judicial en cuanto a su fuerza ejecutoria, ya que ante el incumplimiento de su contenido por parte del
empleador puede pasar a la etapa de ejecución, similar a la del incumplimiento de un fallo judicial.

Si el SECLO denegare la homologación del acuerdo, emitirá un certificado que deberá contener los datos suficientes
para la correcta identificación de las partes y del objeto del reclamo.

Si la instancia conciliatoria fracasara, el conciliador puede proponer a las partes el sometimiento de la cuestión a
arbitraje. De no ser aceptada la propuesta de arbitraje, el conciliador labrará un acta circunstanciada, dando por
concluido el proceso y habilitando, en consecuencia, la presentación de la demanda judicial-

El Conciliador laboral debe encontrarse inscripto en el Registro Nacional de Conciliadores Laborales (RENACLO) a
cargo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, para ello debe contar con: título de abogado, especialización
en materia laboral, haber acreditado la capacitación específica exigida y haber sido evaluado favorablemente a
través del sistema previsto por la reglamentación. El número de conciliadores laborales que integra este registro
está predeterminado con un cupo limitado de 180 profesionales.

En el contexto de competencias que la Ley Nº 24.635 atribuye al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, se
abarcan las siguientes materias: regulación normativa conjunta con el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social; administración del fondo de financiamiento que crea la ley; percepción y recaudación de matrículas;
confección del listado de conciliadores labores y su actualización; evaluación de idoneidad, registro, certificación
y habilitación profesional y de oficinas; regulación de la capacitación inicial y continua; autorización, habilitación y
control de las instituciones de formación y capacitación; régimen sancionatorio y estadísticas.

Resultados de la aplicación de las Leyes Números 24573 y 24635.

Las estadísticas de la Cámara Nacional en lo Civil en el período 1996-2004 revelaron que sólo retornó al sistema
judicial el 40,59% de los casos. El porcentaje restante fue resuelto en mediación, o las partes desistieron de iniciar
la acción judicial.

En 2001, a cinco años de la ley de Mediación, según datos de la misma Cámara de 154.000 expedientes que se
mandaron por sorteo a mediación, sólo un 37% había vuelto al sistema judicial. Desde la vigencia de la Ley de
Mediación y hasta el año 2004, quedaron fuera del sistema judicial54.000 expedientes.

La mediación prejudicial incidió en la disminución de la duración promedio del juicio típico -que es el juicio sumario-,
se detectó que de 3 años y 8 meses, había bajado a 1 año y 8 meses. En este dato está incluida la introducción de
la audiencia previa ante el Juez. También, según la Cámara Nacional en lo Civil, se observó una baja ejecución de
acuerdos con sólo 0.98% de ejecuciones. En el año 1995 la intervención judicial para resolver cuestiones familiares
por cuota alimentaria, fue necesaria en 1.695 casos; casi 10 años después, se redujo a 1.193, lo que implicó una
disminución de un 30%.Las causas por cobro de sumas de dinero iniciadas durante 1995 fueron 1.994.En el 2004 se
redujeron a 1.324, el 33,6% menos. En las acciones por desalojos la incidencia en la disminución de la judicialización
fue del 31%. En los procesos ejecutivos por cobro de alquileres, expensas comunes y ejecución de convenios, la
disminución fue del 37%.

En las acciones por desalojos la incidencia en la disminución de la judicialización fue del 31%. En los ejecutivos por
cobro de alquileres, expensas comunes y ejecución de convenios, el 37%.

Como un efecto no previsto, al poco tiempo de la puesta en funcionamiento del sistema de mediación se advirtió la
llegada de una destacable cantidad de casos que por distintos motivos, en general por el reducido monto económico
involucrado, no consideraban a la mediación como una alternativa o paso previo al inicio del litigio judicial, sino

29
como la única instancia que el Estado ponía a su disposición. Se estima que por su escaso monto, no resultaban
significativos para encarar una acción judicial, pero si encontraron su alternativa de costo razonable a través de la
mediación. Se calcula que la situación generó una ampliación del acceso a la justicia en un 30%.

Puede decirse que la gente ha aceptado de buen agrado la mediación.

En materia de conciliación laboral obligatoria se resuelven favorablemente cuatro de cada diez presentaciones. En
los juzgados Laborales los juicios que se inician se han reducido en promedio a dos años en primera instancia y seis
meses en la Cámara.

Los sistemas han cumplido con uno de sus desafíos, han logrado consenso en la sociedad como forma de solución
de conflictos.

La nueva Ley de Mediación Nº 26.589 y su Decreto Reglamentario Nº 1467/11.

Antes del vencimiento de la última prórroga, el Poder Ejecutivo elevó al Congreso Nacional un proyecto de ley
que tuvo en cuenta el espíritu de la mediación y todo aquello que podía mejorarse de esta herramienta en el
espacio prejudicial. Funcionarios de entonces destacaban que el propósito de la nueva norma fue incorporar los
conocimientos y vivencias de los actores involucrados, comenzando por los propios mediadores, con el aporte
de colegios de abogados, instituciones y especialistas, que con sus aportes contribuyeron a la elaboración de una
propuesta integral.

A su vez, los fundamentos que se escucharon en el Congreso Nacional para mantener el sistema obligatorio se
refirieron a las ventajas comprobables en las estadísticas, particularmente en que en el caso del cobro de sumas de
dinero, como en el de daños y perjuicios, el 80% de las mediaciones “por sorteo” finalizadas no pasaron a convertirse
en juicios y que, estimativamente, en el caso de las mediaciones “privadas”, incorporadas por el Decreto Nº 91/98,
no llegaban a iniciarse demandas entre el 50 y el 60 %. Se los consideró medios de descompresión notables la labor
del Poder Judicial. Se señaló también que la demora que irrogaba el trámite de mediación para iniciar una causa
–si no se acordaba- resultaba relativamente escasa frente a los resultados altamente positivos para el sistema. Se
destacó el aporte que la obligatoriedad había sumado a la cultura de la paz, teniendo en cuenta que la litigiosidad
de la sociedad como la modificación de la manera de resolver los problemas, pero que era un hábito que llevaría
mucho más tiempo que los años que había consumido la Ley Nº 24.573. Finalmente se afirmó que el requisito
permitía o afianzaba el conocimiento de la mediación, pues sin ella no se hubiese alcanzado el nivel de popularidad
actual, aunque reconociendo que se precisaba contar aún con un cambio cultural en el sentido apuntado entre el
50 y el 60%.

Entre quienes se opusieron se expresó que la obligatoriedad de la mediación limitaba el acceso a la justicia, cuestión
contraria a los pactos internacionales que no supeditan instancia judicial a ninguna medida extrajudicial previa y
que, según estudios realizados en otros países, la informalidad existente en los procedimientos como el mentado,
elevaban el peligro de tratamiento injusto de las minorías, en especial de las mujeres y de las personas carentes de
recursos económicos. En este sentido, cabe señalar que la propia Ley N° 26.589 prevé la solución a esta situación
en su artículo 36.

La Ley Nº 26.589 de Mediación y Conciliación vigente desde el 6 de mayo de 2010 establece con carácter obligatorio
la mediación previa a todo proceso judicial, salvo las excepciones expresamente contempladas, con el objeto de
promover la comunicación directa entre las partes para la solución extrajudicial de la controversia.

Como principales notas de innovación sobre su predecesora puede destacarse que:

-La norma capitaliza la experiencia acumulada con la vigencia de la Ley Nº 24.573, las dificultades que se plantearon,
las soluciones brindadas por la jurisprudencia, las alternativas elaboradas por la doctrina junto a la creatividad
práctica y cotidiana de los mediadores

-Es definitiva, porque no prevé un plazo de vigencia.

-Se incorpora la figura del “Profesional Asistente”, que debe contar con el consentimiento de las partes intervinientes
acorde a las tendencias actuales que buscan que el tercero neutral sea experto en el área del conflicto, porque los
30
mediadores genéricos ya no pueden abarcar los tecnicismos de áreas médicas, informáticas, biológicas, complejas
figuras financieras o lenguas foráneas. Particularmente en materia de mediación familiar se debe realizar una
adecuada articulación entre los distintos saberes, y evitar una comprensión parcial de la problemática.

-Se introduce legislativamente la “Mediación Familiar” y se precisan expresamente las situaciones en las que el
mediador debe obligatoriamente darla por finalizada, en resguardo de los interesados.

-Se prevé la “Mediación Judicial” por derivación del juez si estimara conveniente el procedimiento.

-Acota la vigencia de las actas de mediación finalizadas, al establecer la caducidad del proceso de mediación, dentro
del año contado de la fecha del cierre.

-El Juez debe prever obligatoriamente los honorarios del mediador al fijar la condena en costas.

-Atiende a la caducidad de las medidas cautelares trabadas si no se inicia el proceso de mediación prejudicial
obligatoria.

-Impone a los mediadores la obligación de informar al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos el resultado de las
mediaciones que tuvieron a su cargo.

-Incorpora el requisito de la certificación de la firma del mediador en el acta.

-Particularmente pone énfasis en la falta de recursos de las partes que se encuentren en la necesidad de litigar
habilitándoles la solicitud del procedimiento en forma gratuita, en los Centros de Mediación del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos o en centros de mediación públicos que ofrezcan este servicio. Así el nuevo decreto
reglamentario establece pautas para facilitar el acceso a la justicia de la población y especialmente de aquellos
sectores más postergados, en lo que hace al procedimiento de mediación prejudicial obligatoria.

En este aspecto se destaca la eximición de aranceles a los casos de mediación llevados por los centros gratuitos a
condición de que se ajusten a las pautas reglamentarias. Se refuerza el potencial de mediadores de los Centros del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos al establecer el aporte obligatorio de todo mediador registrado a prestar
el servicio de hasta dos mediaciones en forma gratuita en los centros que se le indiquen.

En particular el Decreto reglamentario Nº 1467/11:

Asigna facultades al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos para complementar la aplicabilidad del régimen, en
su carácter de Autoridad de Aplicación.

Prevé la implementación de una plataforma informática que permita mejorar la intercomunicación de todos los
actores del sistema, la celeridad, transparencia y certeza de las distintas tramitaciones y la posibilidad de obtener
datos estadísticos fidedignos a fin de poder adoptar mejoras en las políticas públicas en beneficio de la población
a la que debe atender el instituto.

El Ministerio será quien establezca los formatos de actas y notificaciones que se utilizarán en el procedimiento, los
que pasarán a estar disponibles en formato electrónico.

Se prevén nuevas reglas de supervisión de la actividad: las ya citadas de la informatización, la obligatoriedad de


informar los casos de mediación con la certificación de firmas en las actas y acuerdos. A ellas se agrega la posibilidad
de solicitar o disponer observadores en las audiencias e inspecciones en las oficinas y también la supervisión de
Entidades Formadoras y Centros de Mediación.

Aprueba el procedimiento disciplinario para los integrantes del Registro Nacional de Mediación, fija un plazo de
prescripción de las acciones disciplinarias y faculta a la autoridad de aplicar prevenciones.

Se reordena el sistema de formación inicial y continua de mediadores y profesionales asistentes, contemplándose el


aporte, tanto del sector de las nuevas Entidades formadoras, como el del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos,
éste último con cursos de carácter gratuito.

Aprueba el régimen de honorarios de los mediadores en el cual además de actualizar montos innova al introducir
un “honorario provisional”, establecer una escala particular para cuestiones de familia y contemplar un incremento
por audiencia. El “honorario provisional” es resguardado al establecerse la previa conformidad de su percepción del
mediador, para que la autoridad de aplicación certifique su firma.

31
Requisitos para ser Mediador en el contexto Prejudicial.

Los mediadores deben cumplir con los siguientes requisitos: ser abogado, con tres años de experiencia; acreditar
la capacitación que exija la reglamentación, haber aprobado un examen de idoneidad; estar inscripto en el Registro
Nacional de Mediación y cumplir con las demás exigencias que se establezcan reglamentariamente.

Los mediadores de familia deberán inscribirse en el Registro Nacional de Mediación que organiza y administra el
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El Poder Ejecutivo Nacional dictó la reglamentación que determina
los requisitos necesarios para la inscripción, que incluye la capacitación básica en mediación, y la capacitación
específica que se exija por la autoridad de aplicación.

A su vez, se habilita formalmente la figura del profesional asistente, con requisitos de formación similares al mediador
pero abierto a otras profesiones distintas que la de abogado.

El éxito de la Mediación Familiar pasará necesariamente por la formación de los mediadores, sus niveles de calidad
y de especialidad. La formación deviene de la misma práctica de la profesión del mediador familiar, una capacitación
continua que ayude a fortalecer, renovar y actualizar la adquirida originalmente.

Registro de Mediadores.

En el contexto de la Ley N° 24.573 y sus prórrogas se otorgó matricula a 4.487 mediadores. A partir de la
rematriculación dispuesta por el artículo 59 de la Ley Nº 26589, el nuevo registro se redujo casi al 50%:

 Concentración  de  Mediadores  sobre  calles  

32
Formación de Mediadores Prejudiciales-Etapas.

La Argentina inicialmente recurrió a un modelo que se basó en el de algunas universidades norteamericanas,


especialmente en el Proyecto de Negociación de la Universidad de Harvard. Esta orientación estuvo condicionada
por las subvenciones que la nombrada y otras del mismo origen, recibieron a mediados de la década de los 80 y en
los 90, de parte de entidades vinculadas al mundo empresario, interesado en estimular una formación pragmática
y acelerada de técnicos expertos en resolución de conflictos.

En esos primeros tiempos, en el ámbito local, la bibliografía inicial era la obtenida del extranjero y algunos de los
manuales utilizados en cursos de entrenamiento de mediadores, traducidos al castellano -por no publicados- eran
consultados informalmente.

La Experiencia Piloto (1993-1995) requirió de un grupo de profesionales capacitados que realizaran una práctica
sistemática de la mediación en un espacio destinado específicamente y atendiendo a las problemáticas locales. Esa
práctica de la mediación permitió construir progresivamente un modelo adecuado a las características propias del
contexto y fundado en referentes empíricos.

La capacitación de los mediadores se realizó en forma de instancias puntuales y no integradas, según las posibilidades
ofrecidas por las visitas de docentes extranjeros, se sistematizó en un plan de estudios con etapas progresivas, con
objetivos diferenciados y estrategias docentes específicas para cada una de ellas. Hasta ese momento la capacitación
implicaba la adquisición de habilidades mediante las cuales el individuo desempeñaba el rol de mediador. Luego
esto paso a ser remplazado por el concepto de formación, entendida como una instancia compleja que integra la
enseñanza de un fundamento conceptual con la de estrategias y habilidades, en un inter-juego de reflexión–acción.

33
En 1995 se aprobó el plan de estudios23, los primeros docentes fueron los mediadores que estaban actuando en el
marco de la Experiencia Piloto. Esta etapa permitió consolidar. a partir de entonces, un modelo de enseñanza de la
mediación- compuesto por:

-Nivel Básico: curso introductorio, curso teórico-práctico de entrenamiento y pasantías.

-Nivel de Especialización: cursos específicos orientados hacia un área determinada (mediación patrimonial, familiar,
escolar, laboral, etc.)

-Nivel de Formación de Formadores: cursos destinados a quienes se ocuparán de la enseñanza de la mediación.

-Nivel de actualización y formación continua: destinado a mediadores en ejercicio con orientación interdisciplinaria.

La perspectiva de la sanción de la futura Ley impulsó al Ministerio de Justicia a asegurar los suficientes recursos
humanos con la capacitación necesaria para atender mediaciones para tal fin, además de la capacitación impartida
desde la Escuela de Mediación, requirió el concurso de otras instituciones oficiales y privadas, a ese efecto, la
entonces Dirección Nacional de Extensión Jurídica, estableció lineamientos generales, mínimos a los cuales debían
adecuarse a fin de obtener la homologación de los certificados que extendieran 24y se estableció el reglamento
interno de pasantías de la Escuela25 .

A partir de 1996, con la sanción de la Ley Nº 24.573, la necesidad de formación urgente de un gran número de
mediadores, a través de programas breves de capacitación dio lugar auna nueva etapa caracterizada por la difusión
de metodologías y contenidos, ampliación del modelo de enseñanza original con el acceso a nuevos encuadres
teóricos de la mediación y ahora con la existencia de bibliografía en idioma español.

La práctica de la mediación encuadrada en la Ley y su reglamentación, al extenderse a miles de mediadores,


favoreció que la enseñanza llegara aún a personas con escasa experiencia, tanto docente como profesional. Esto
generó reclamos motivados por la deficiente actuación de algunas de las entidades autorizadas para proveerla
capacitación, ya que se trataba de un curso meramente presencial y sin evaluación, el que sin embargo otorgaba a
quien lo hiciera, el título de mediador. La homologación de tantos programas de Mediación y de Conciliación, derivó
en que la calidad del servicio que prestaban los mediadores, resultase sumamente desigual.

En tal contexto, el ya referido informe, 26 señaló que en la primera etapa los aspirantes a mediadores en general
no pudieron adquirir de otros mediadores una formación o capacitación suficiente fundada en la práctica ajena,
porque sencillamente no existía una masa crítica ni de mediaciones ni de experiencia acumulada; cuestionó
que los programas de capacitación básica de las instituciones eran tomados de uno tipo, no adecuado y dirigido
básicamente a casos patrimoniales, omitiéndose referencias al modelo evaluativo y centrándose en el facilitativo,
también se consideró relativo el peso de la práctica y teoría de la negociación. En lo referente a la capacitación
continua se remarcó que la mayor parte de los instructores que dictaban cursos de segundo nivel, no poseían otros
antecedentes que el hecho de ser meramente mediadores. Finalmente se hizo notar que el Ministerio no contaba
con un aparato confiable de evaluación y selección de mediadores.

El Ministerio de Justicia estableció una serie de medidas dirigidas a revertir la situación, entre ellas fijar un plan de
formación de mediadores, un control más estricto de las instituciones educativas y un examen, escrito y oral, de
ingreso al Registro.

La supervisión y evaluación de los programas adquirieron importancia fundamental, además de la evaluación de la


calidad de la mediación tanto en lo interno como lo externo, en lo cuantitativo como en lo cualitativo, de manera tal
que permitiese obtener los datos necesarios para hacer los ajustes sobre la calidad y la excelencia que requiriese el
servicio de mediación a la vez que verificar el cumplimiento de los objetivos propuestos. Al poco tiempo la realidad
fue reflejando la necesidad de una formación más amplia y sólida para los mediadores.

Así se dictaron:

Resolución MJ Nº 284 del 17 de abril de 1998.

Mediante ella el Ministerio de Justicia estableció un sistema de contralor del dictado de cursos y para la inscripción
23
Resolución MJ Nº 8/95
24
Disposición DNEJ Nº 64 del 5 de octubre de 1995.
25
Disposición DNEJ Nº 59 del 3 de octubre de 1995.
26
Informe para el Banco Interamericanode Desarrollo- Roberto A. Bianchi Agosto de 1997
34
en el Registro el requisito de pasar un examen de admisión.

• Se aprobó el Programa de Evaluación de calidad de Formación en Mediación.

• Se estableció una instancia de evaluación de idoneidad –escrita y oral- que deberán aprobar los aspirantes a
ingresar al Registro de Mediadores.

• Se habilitó un Registro de Instituciones Formadoras en Mediación que debía cumplir con determinados
requerimientos-

Resolución MJSYDH Nº 480 del 27 de diciembre de 2002.

El Ministerio de Justicia Seguridad y Derechos Humanos en revisión de la resolución anterior reformuló los aspectos
concernientes a:

•Las instancias de evaluación que debían aprobar los aspirantes a ingresar al Registro de Mediadores de la Ley N°
24.573, sus etapas, propósitos, instrumentos, escala de calificación y criterios de evaluación.

•La estructura del Plan de Estudios de Formación inicial para aspirantes a mediadores, sus instancias, programas,
carga horaria mínima y bibliografía-

Así el Plan de Formación en Mediación27 se estructura:

a- Formación Básica.

• Primera Instancia: Curso Introductorio a la Mediación. 20 horas

• Segunda Instancia: Entrenamiento en mediación. 60 horas

• Tercera Instancia: Pasantía en Mediación. 20 horas

b- Capacitación Continua- 20 horas anuales.

c- Especialización. En Mediación familiar. 30 horas.

Las Instituciones Formadoras - El rol del Ministerio

Entre el 1° de julio de 1994 y el 31 de diciembre de 1997la entonces Dirección Nacional de Extensión Jurídica
impartió cursos directos para aspirantes a mediadores.

En el año 1997 el Ministerio de Justicia creó la Escuela Nacional de Mediación28 con el fin de contar con un ámbito
académico adecuado para capacitar en la filosofía, doctrinas y empleo de técnicas de resolución de conflictos a todo
interesado en ellas. Como objetivo final, el proyecto propugnaba brindar asistencia jurídica y social a la comunidad,
así como racionalizar y potenciar los recursos materiales y humanos para una mejor eficacia y eficiencia en su
empleo. La nueva norma dejaba sin efecto la Escuela de Mediación de la Experiencia Piloto29. En el año 1998 se
estableció el Reglamento interno, Plan Académico y Programa de Actividades 30.

La Escuela impartió cursos entre enero de 1998 y el 31 de diciembre de 1999, fue dejada sin efecto 31 en el año
2001. Sus funciones pasaron a cargo de la Dirección Nacional de Promoción de Métodos Participativos de Justicia.

27
Ver Detalle de los programas en Anexo I.
28
Resolución MJ Nº 479 del 30 de diciembre de 1997.
29
Resoluciones MJ Nros 254 del 6 de setiembre de 1994 y 8 del 12 de enero de 1995.
30
Resolución MJ Nº 200 del 16 de marzo de 1998.
31
Resolución MJyDH Nº 504 del 20 de junio de 2001.
35
Si bien el Ministerio nunca resignó su rol en la formación de mediadores progresivamente fue reconociendo la
facultad de dictar cursos a diversas entidades, en calidad de colaboradoras con su competencia especifica, previo
análisis de los programas de estudio32.Así entre el 2 de enero de 1997 y el 28 de febrero de 1998 se reconocieron
equivalencias de programas de otras entidades.

Entre enero de 2000 y octubre de 2008, se brindaron cursos de capacitación continua por la Dirección Nacional de
Promoción de Métodos Participativos de Justicia.

Además desde la puesta en marcha de la ya citada Resolución M.J. N° 284/ 98, se reconocieron los cursos de
las habilitadas en el Registro de Instituciones Formadoras en Mediación que contaran con la aprobación de sus
programas. Aquélla fija a éstas un sistema de controlen base a la supervisión de proyectos, programas, infraestructura
edilicia y material destinado a la capacitación como también faculta a realizar visitas por expertos evaluadores.

Se establecen requisitos para:

• La institución.

• El perfil académico y profesional de los docentes.

• La Homologación de los programas

• El cronograma anual de cursos.

• El contenido y forma de los certificados que extiendan.

El Examen de Idoneidad

Como ya se ha descripto, tanto el cuestionamiento a las condiciones de idoneidad de los mediadores prejudiciales
como el aporte que ellos efectúan al servicio de Justicia, hicieron preciso proveer un sistema de evaluación de
aspirantes que garantizara la calidad de la formación y de los conocimientos y prácticas adquiridas en las instancias
de capacitación básica.

Con esa finalidad se estableció un sistema de selección riguroso, cuyas instancias permitiesen ponderar con la mayor
certeza y objetividad, la aptitud de los aspirantes en dos períodos de evaluación anuales, para que los interesados
pudiesen conocer anticipadamente las condiciones de las pruebas y que los evaluadores cuenten con el tiempo y
los recursos pedagógicos suficientes para desempeñar su tarea.

Sintéticamente consta de tres etapas33:

32
Las instituciones registradas actualmente se enuncian en el Anexo II
33
Etapa I. Antecedentes curriculares.
Se examinan con el propósito de registrar los datos básicos de los aspirantes y tomar conocimiento de su trayectoria profesional y académica.
Etapa II: Evaluación escrita.
Se determina:
• El nivel de conocimiento del procedimiento de la mediación, de sus fundamentos conceptuales y de las normas que regulan su funcionami-
ento y ejercicio.
• La capacidad para elaborar un programa de intervención en una mediación prejudicial desde el rol de mediador.
• La capacidad de analizar situaciones posibles dentro del proceso de una mediación, valorar cursos de acción viables y proponer soluciones
factibles con adecuado nivel de fundamentación legal y procedimental.
Instrumento: Casos de mediación.
Metodología: Análisis de casos.
Etapa III: Evaluación oral.
Se propone poder determinar las capacidades para:
• Exponer claramente los componentes involucrados en una situación de mediación.
• Explicar el análisis de una situación fundamentando cada aspecto del análisis.
• Comunicarse con diferentes códigos verbales y no verbales.
Instrumento de evaluación: entrevista oral individual, con una duración máxima de 60 minutos.
Metodología: análisis y exposición sobre el caso utilizado en la evaluación escrita.
36
• Etapa I. Antecedentes Curriculares

• Etapa II. Evaluación Escrita: Los aspirantes deben formular hipótesis de trabajo e intervenciones posibles en
función de un caso práctico, que atraviesa las distintas etapas de un proceso de mediación.

• Etapa III. Evaluación oral: Se desarrolla individual o grupalmente a fin de poder observar en los postulantes
aspectos actitudinales y habilidades para intercambiar puntos de vista, escuchar, dialogar y reformular propuestas
que tengan en cuenta la diversidad grupal.

Originalmente era menester aprobar cada una de las instancias para acceder a la siguiente, siendo necesario
un promedio de 6 (seis) puntos para ingresar al Registro. En la actualidad se ha eliminado la calificación de los
antecedentes curriculares, manteniéndose la información con carácter meramente referencial.

Desarrollos en materia de Mediación Comunitaria

Los Centros de Mediación.

En la década de los noventa, la dificultad de acceso a la justicia de amplios sectores de la sociedad debido a los
costos involucrados, la lentitud del proceso y de las decisiones judiciales así como la imposibilidad de optar por la
vía judicial en temas de menor cuantía, fueron los disparadores de la implementación de una experiencia piloto en
mediación comunitaria.

El Ministerio de Justicia fomentó, a partir de septiembre de 1990, la instauración de los métodos alternativos de
resolución de conflictos, poniendo especial énfasis en la mediación. Así creó el “Programa Social de Servicio Jurídico
y Formación Jurídica Comunitaria”34, dependiente de la Subsecretaría de Justicia y compuesto por diversos centros
originariamente denominados de “Consulta, Conciliación y Arbitraje” ubicados en los barrios de Liniers, Caballito,
San Telmo y La Boca.

El Programa comprendía: 1) asistencia jurídica gratuita, 2) difusión de los derechos ciudadanos en la comunidad y, 3)
mediación comunitaria. Los dos primeros contenidos mencionados complementaban otros desarrollos particulares
y públicos sobre la materia. Ya existían consultorios jurídicos gratuitos, pero el acercamiento de los ciudadanos a
sus derechos elementales era una deuda pendiente del Estado. Lo realmente novedoso era el tema de la mediación
comunitaria. Con ese fin, y como fuera mencionado, se invitó al país a mediadores de EEUU que capacitaron a un
grupo de profesionales durante 1991 y 1992.
34
Resolución M.J. 192/90
37
En 1994 cambió su nombre a “Programa de Atención Jurídica Comunitaria”35, incorporándolo transitoriamente en
la estructura del Ministerio, en la órbita de la Secretaría de Asuntos Legislativos, con dependencia de la Dirección
General de Política Legislativa y Atención Jurídica Comunitaria.

En 1998, el Ministerio creó el Plan de Asistencia Jurídica a la Comunidad36 conformado por los Programas de
Mediación Comunitaria, de Protección Jurídica a la Comunidad, de Capacitación a la Comunidad en tareas de
asistencia jurídica y de Difusión de los Derechos de la Comunidad. Se mantuvieron los Centros de Atención Jurídica
y los de Mediación Comunitaria. Simultáneamente se crearon Centros vinculados al Ministerio a través de convenios
de colaboración que funcionaron hasta 1999 en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.37-

Puede describirse a estos Centros de Mediación como compuestos por dos áreas: una de asistencia jurídica gratuita
a la comunidad, orientada hacia la búsqueda de soluciones alternativas a la vía judicial; y otra de mediación
comunitaria, brindada a los vecinos y particulares. Toda la tarea se desarrolla con el propósito de prevenir la
judicialización de los conflictos. Su difusión se realizaba a través de reuniones informales, charlas y ateneos en los
barrios de la ciudad. Las temáticas de consulta más frecuentes son problemas de vecindad como ruidos molestos
y medianería, cuestiones de familia como alimentos, régimen de visitas, desalojos y temas laborales, por ejemplo
despidos, trabajo en negro, etc.

En el año 2004 los Centros de Mediación recibieron 11.774 consultas; de ellas 8.942 casos fueron asesorados por
abogados dependientes de aquellos; en 2.832 casos se realizaron mediaciones en las cuales el 31% eran cuestiones
de familia, un 28 % cuestiones de contratos, un 7% temas laborales y el 11% asuntos de propiedad horizontal. De
las estadísticas surge que los acuerdos alcanzaron un 22% del total de los casos mediables, un 7% sin acuerdo, un
24% fueron desistidos con la presencia de las partes, otro 20% también desistidos pero sin la presencia de una de
las partes y continuaban en trámite un 27%.

En 2006, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos incorporó dentro de la estructura organizativa de la entonces
Dirección Nacional de Promoción de Métodos Participativos de Justicia las actividades y el personal que prestaba
servicios en el contexto del Plan Social38.

El Sistema Multipuertas.

Para todo aquél que transita los tribunales es habitual observar que los ordenanzas, ubicados en las puertas del
Palacio de Justicia y en los edificios donde funcionan los demás juzgados, son quienes indican a la gente dónde
deben dirigirse para encarar una solución a los problemas que los afectan o trámites que no saben cómo efectuar.

Hace bastante tiempo, el fundador del sociologismo jurídico, Roscoe Pound, en 1906, impulsó un movimiento de
reforma procesal desde las “Causas de la Insatisfacción con la administración de justicia”. Tiempo más tarde el
Profesor Frank Sander de la Universidad de Harvard, en un nuevo enfoque dirigido a reducir la demanda sobre los
tribunales de justicia propuso el “Tribunal Multipuertas”, sobre la idea de no desaprovechar el tiempo y el talento
de los jueces, en resolver cuestiones menores, en vez de dedicarse a los asuntos de mayor complejidad jurídica,
destacando que muchas de aquéllas podían ver su solución directamente en el terreno administrativo.

Sobre la idea de que existen ventajas y desventajas para un caso específico que hacen aconsejable diferentes formas
para su solución, se trabajó en dar a los usuarios la opción de acceder a la puerta que sea más apropiada a la
naturaleza del caso o la conveniencia de las partes. Se propone así una Mesa de Entradas centralizada y un centro de
diagnóstico para escrutar los casos y realizar su posterior derivación al método de solución más adecuado al caso.
Se trata de un Centro que ofrece además del clásico tribunal otros servicios de justicia

El sistema Multipuertas, se plasmó en un programa experimental en 1985 en la Superior Court of the District of
Columbia, Estados Unidos.

Con base en estas experiencias en el año 2001, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil39 ubicó en la Planta
Baja de Lavalle 1220 el primer punto “Multipuertas”. Por su parte, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
cooperó proveyendo mediadores inscriptos en el Registro de Mediadores y conocedores del tema. Esta experiencia
35
Resolución 213/94
36 Resolución M.J Nº 333
37 Resolución MJ Nº 023/99
38 Resolución MJ Nº 966 del 15/6/2006
39 Acordada 997 del 13/11/2001
38
cesó en el año 2002 y volvió a funcionar en el 200440. Allí principalmente se escucha a quienes concurren para
identificar el tipo de conflicto que los afecta y realizar las derivaciones necesarias a la red que se ha construido.

En el año 2007, en el ámbito de la Secretaría de Justicia se creó el “Programa Acceso a la Justicia Para Todos”41
integrado por el Centro de Orientación y Derivación (Oficina Multipuertas) y la Oficina de Atención y Orientación al
Ciudadano. En 2009, el Programa pasó a depender de la Subsecretaría de Relaciones con el Poder Judicial a través
de la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia que también coordina los
Centros de Asesoramiento y Mediación42.

En julio de 2010, el Máximo Tribunal y el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación
inauguraron una segunda Oficina Multipuertas en la Ciudad de Buenos Aires, ubicada en Av. de los Inmigrantes
1950 (Tribunales de Retiro).

Las características de estas “bocas de acceso a la justicia” son las encargadas de brindar información y asesoramiento
gratuito al ciudadano, funcionan como una mesa de entradas centralizada y centro de diagnóstico para examinar los
casos para posterior derivación al método de solución más adecuado. En estas oficinas se destaca como su principal
objetivo, el de conformar una justicia cercana al ciudadano particularmente el perteneciente a los sectores más
vulnerables de la población, que por desconocer los medios, las vías institucionales o la simple limitación material
para hacerlo, se ve impedido del goce efectivo de sus derechos. Se propende a garantizar un acceso a la justicia real
y efectivo, eliminando las diversas barreras que restringen el ejercicio pleno de ese derecho.

La Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos (DNMYMPRC)

La Dirección conduce e impulsa actividades de Mediación. En su ámbito funciona el Centro de Prevención y


Resolución de Conflictos (CPyRC) “Mediación para Todos” que originalmente sirvió de soporte a la Experiencia
Piloto. Hasta la fecha se han recibido más de 24.400 solicitudes de mediación.

Actualmente presta sus servicios realizando Mediaciones Prejudiciales y Comunitarias a fin de hacer posible la
solución de conflictos vinculados a la convivencia cotidiana. En todos los casos los servicios de mediación son
gratuitos teniendo en cuenta factores sociales, culturales económicos y ambientales relativos al solicitante.

Los pedidos de mediación provienen de distintas fuentes:

• Patrocinios jurídicos gratuitos

• Poder Judicial, cuando los jueces en cualquier momento del proceso perciben que las personas están todavía en
condiciones de resolver ellas mismas sus conflictos

• Demanda espontánea por los propios involucrados, que muchas veces aun sin pensar en una instancia judicial,
necesitan un espacio para el diálogo con aquel que consideran su oponente; o por profesionales abogados que
piden una mediación para sus clientes, que no cuentan con recursos económicos para afrontar los costos de la
mediación prejudicial, o por las características especiales del caso, cuestiones que se consideran muy complejas;
procurando un espacio institucional con profesionales de distintas disciplinas.

Con relación al tipo de casos que se reciben, la temática es amplia, existiendo una preponderancia de los temas
familiares. Sin embargo, más allá del objeto por el que se solicita una mediación, cuando el mediador comienza a
explorar el conflicto lo que se abre es un universo único, incomparable, con infinidad de variables, quedando dicho
objeto, sólo como un título pequeño frente a la magnitud y diversidad de aspectos que las personas traen.

Cuenta con un equipo de admisión que evalúan si el caso es mediable y en ese caso fija fecha de audiencia de
mediación y en oportunidades participan de las mismas. Por lo contrario, cuando no es mediable se cuenta con una
guía de derivación a otros organismos e instituciones y se realiza seguimiento.

La DNMyMPRC a través de convenios con diversas entidades que brindan asesoramiento y patrocinio jurídico
gratuito ha logrado incorporar dicho servicio en el ámbito de las mediaciones desarrolladas en su CPYRC sobre
40 Acuerdo 1025 del 09/03/2004
41
Resol. MJYDH Nº 1114
42
Resol. MJSYDH Nº 1398
39
temas de familia, laboral, contratos, previsional, penal, disputas vecinales y quejas del consumidor, entre otros.

También dependen de la Dirección las áreas siguientes: Registro Nacional de Mediación (Ley Nº 26.589); Registro de
Mediadores con su apartado de Mediaciones de Familia; Registro de profesionales Asistentes; Registro de Entidades
Formadoras; Registro de Centros de Mediación; Registro de Conciliadores Laborales (Ley Nº24.635).

Desde hace un año ha puesto en práctica la Resolución MJSyDH Nº 1751 del 8 de julio de 2010, por la cual ha
organizado y puesto en funcionamiento el REGISTRO NACIONAL DE MEDIACION e implementado las medidas
necesarias para llevar a cabo la reinscripción de los mediadores pertenecientes al Registro de la Ley Nº 24.573 que
decidiesen mantener esa situación en el creado por la Ley Nº 26.589.

En materia de Capacitación la Dirección brinda servicios de asistencia técnica y capacitación local y a distancia
sobre la teoría y práctica de la mediación. Organiza cursos de actualización y perfeccionamiento para mediadores
y conciliadores laborales registrados. Dicta cursos de capacitación en mediación comunitaria y escolar bajo la
modalidad presencial y cursos a distancia on line.

Equipo Docente

En el año 2000 se conformó un Equipo Docente en el ámbito de la entonces Dirección Nacional de Promoción
de Métodos Participativos de Justicia, antecesora de la actual, con el objetivo principal de difundir y replicar la
experiencia obtenida en los Centros de Mediación del Plan Social, facilitando a los ciudadanos el acceso a la justicia.

Para cumplir con dicho objetivo, se profundizó el trabajo de promover y desarrollar la mediación escolar y
comunitaria, así como de otras técnicas y herramientas que posibiliten a la comunidad multiplicar la oferta de
posibilidades de resolución de conflictos.

En relación a la mediación comunitaria, el principal objetivo de la mencionada Dirección, al crear el equipo docente,
fue y es el de fomentar la apertura de Centros de Mediación en todo el territorio nacional, para facilitar el acceso
a la justicia a todos los sectores de la sociedad, los cuales ofrezcan un servicio a la comunidad en la que estén
insertos. De esta manera se busca promover formas pacíficas de abordaje de los conflictos mediante la formación
de mediadores comunitarios como así también de diversos actores sociales en herramientas comunicacionales para
la prevención y el abordaje de conflictos.

En mediación escolar el objetivo primordial es trabajar en la prevención y disminución de la violencia, mediante


la capacitación de los docentes para la formación de alumnos mediadores a través de la capacitación del personal
docente.

Desde el inicio de las actividades del Equipo Docente -en el año 2000- se pueden destacar:

-El dictado 144 cursos de capacitación en todo el país.

-El trabajo en 57 localidades de 20 provincias.

-La formación de 2200 mediadores y capacitación de1225 personas en herramientas para la prevención y el abordaje
de conflictos.

-A partir de la experiencia acumulada en los años de práctica de la mediación comunitaria en los Centros del
Ministerio, el Equipo Docente ha desarrollado un programa de capacitación orientado a la asistencia técnica para la
apertura de centros de mediación. Como consecuencia directa de la capacitación y asistencia técnica brindadas, se
han abierto en el país 18 nuevos centros de mediación.

-Formación de 4.900 docentes en mediación escolar en escuelas tanto públicas como privadas.

Actualmente el Equipo propone y ofrece capacitaciones diversas a destinatarios específicos, que masa delante se
detallan en el artículo específico sobre las actividades del cuerpo docente.

Cabe destacar que las capacitaciones realizadas por el Equipo Docente en materia de mediación comunitaria fueron
promotoras del inicio y desarrollo de la mediación en varias provincias tales como Río Negro, Jujuy, La Rioja, y
Catamarca, contribuyendo también al asesoramiento para el dictado de sus respectivas leyes. Todas ellas incluyen

40
legislación en materia de mediación comunitaria y escolar.

Mediación en Ámbitos Penitenciarios:

Con el objetivo de hacer efectiva su política de inclusión social el Gobierno Nacional, fortalece las políticas públicas
que permitan garantizar los derechos de toda la población y en particular de aquellos sectores en condiciones de
vulnerabilidad como es la situación de las personas privadas de libertad.

Para ello y sobre las experiencias desarrolladas en años anteriores, la Dirección Nacional de Mediación y Métodos
Participativos de Resolución de Conflictos, conjuntamente con la Dirección del Servicio Penitenciario Federal,
diseñaron un “PROGRAMA DE MEDIACIÓN, MÉTODOS DE GESTIÓN PARTICIPATIVA DE CONFLICTOS Y REDUCCIÓN
DE LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS PENITENCIARIOS”, que enmarca en un Plan de Acción de la SECRETARIA DE JUSTICIA.

Los objetivos y los propósitos del Programa son:

- Instaurar prácticas de reducción de violencia en establecimientos carcelarios dependientes del Servicio


Penitenciario Federal.

- Implementar un sistema de Mediación y Gestión Participativa de conflictos en ámbitos penitenciarios.

- Prevenir y abordar adecuadamente los conflictos

- Incorporar acciones alternativas al uso de medidas sancionatorias

- Promover el aprendizaje de conductas de diálogo y escucha dirigidas a comprender el interés del otro.

- Reducir las intervenciones administrativas y judiciales

- Promover la adopción de decisiones personales y autónomas en los conflictos.

- Disminuir los perjuicios de las personas privadas de libertad y su familia.

- Incorporar las herramientas necesarias para el sostenimiento y cumplimiento de los acuerdos.

- Asumir la responsabilidad en la co-construcción del conflicto como así también en su resolución.

Se propone:

- Reducir los índices de violencia individual, grupal e institucional.

- Estudiar estructuras de trabajo y selección de poblaciones penales.

- Evaluar los resultados de la implementación de la mediación penitenciaria, gestión participativa de conflictos


y otras prácticas para la reducción de la violencia.

Mediación Penal.

La mediación en general ha arrojado resultados muy positivos en los campos ya analizados y cuenta con una amplia
aceptación a nivel social, es por eso que empeñada en colaborar con importantes objetivos institucionales de este
Ministerio como son la preservación de la paz social y el acceso a la justicia para todos, esta Dirección Nacional
está trabajando en un proyecto para instrumentar una experiencia piloto en mediación derivada del ámbito penal,
en el marco de la Justicia Restaurativa, que convoca a la víctima, al ofensor y a la comunidad en una búsqueda de
soluciones que promuevan la reparación, la reconciliación y el perdón, en coexistencia con la Justicia Ordinaria, que
continuará velando por la aplicación de las penas correspondientes en cumplimiento de la ley.

Es una propuesta que implica un modo de pensar diferente sobre el delito y la respuesta a sus consecuencias, y tiene
entre sus objetivos, la reintegración de la víctima y del ofensor a la comunidad y la reducción de las posibilidades de
un daño futuro a partir de la prevención.

41
El proceso penal, como tantas veces se ha dicho, aleja a los protagonistas de la tramitación de la causa, que salvo
alguna intervención específica, quedan a la espera de los resultados de la misma. Resulta por lo tanto imprescindible
crear nuevos espacios que puedan dar cabida a instancias conciliatorias.

La propuesta no debe ser interpretada como una renuncia del Estado al ejercicio de la acción penal, sino que se trata
de concurrir, paralelamente a su impulso, con un procedimiento mediante el cual se posibilite una reparación más
adecuada del daño causado y la solución del conflicto desde una perspectiva activa de los involucrados.

La mediación intervendrá colaborando pero no superponiéndose con la Justica, y al proponer la intervención directa
de las partes intentará la comprensión de las consecuencias de las acciones cometidas, lo que constituye un factor
asociado directamente a la disminución de la reincidencia.

La mediación constituirá una herramienta de suma importancia, para la descongestión y simplificación del proceso,
y con la optimización en la aplicación de la justicia penal, aumentando así su eficacia. Sin embargo, es importante
no crear falsas expectativas. Este proceso no es apto para todas las víctimas ni para todos los infractores, por lo que
habrá que efectuar una evaluación de los casos adecuados para este programa. En tal sentido, se trabajará en forma
conjunta con el Poder Judicial para elaborar una propuesta, a fin de llevar adelante la experiencia piloto.

Asimismo se

La Mediación en las Provincias

En el ámbito nacional, la mayoría de las Provincias, en sus programas de capacitación en mediación prejudicial han
adherido al programa del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. En los distintos casos tienen
Programas y Leyes que implementan la mediación con diverso grado de desarrollo y años de funcionamiento con
mayor o menor difusión. Puede decirse que los mediadores fueron formados en contenidos similares al Programa
de formación utilizado en la Capital.

Así, casi simultáneamente, con el ámbito nacional se han dictado leyes de mediación que instituyen la mediación
anexa o conectada con los tribunales, leyes de mediación educativa y de mediación penal, penal para niños y
adolescentes, comunitaria.

En el Anexo II del libro el lector encontrará los mapas que grafican el estado de la mediación en las provincias.

Fuentes:

• Entrevista con Fundación Libra realizada por Alberto Binder, Director del INECIP, Soledad Pujó, Coordinadora de
Edición de Sistemas Judiciales, Santiago Marino y Roxana Lemkin, Grupo de Apoyo de Sistemas Judiciales-

• Comisión Nacional de Acceso a Justicia- Corte Suprema de Justicia de la Nación - http://www.csjn.gov.ar/

• Servicio de Conciliación Laboral SECLO Junio 2001 Secretaría de Trabajo

• Dirección Nacional de Relaciones del Trabajo- Ministerio de Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos.
• Corte Suprema de Justicia de la Nación -Comisión Nacional de Acceso a Justicia http://www.csjn.gov.ar/accjust/
docs/nacional.jsp
• Los Pacheco, Denise Lorena “Situación de la Mediación y el arbitraje en la Argentina” en “Arbitraje y Mediación
en las Américas” editado por el Centro de estudios de Justicia de las Américas CEJA. Santiago de Chile
• Ponieman, Alejandro: El impacto de los métodos alternativos de resolución de controversias en los sistemas
jurídicos sudamericanos y su incidencia en los acuerdos de integración. Revista de la Bolsa de Comercio de
Rosario, n° 1488, año 42, Rosario, diciembre de 2002.Conferencia dictada en el simposio organizado por el Fondo
Multilateral de Inversiones, Banco Interamericano de Desarrollo y American Arbitration Asociation, 26 y 27 de
octubre de 2000, Washington, Estados Unidos.
• Greco, Silvana -“Los aportes de la mediación y de los procesos colaborativos de gestión de conflictos para la
transformación de la cultura del litigio. Algunos datos de la experiencia Argentina”.
42
• Entelman, Remo F.: Teoría de conflictos, GEDISA, Barcelona, 2002
• Entelman, Remo F.: La formación y Capacitación de mediadores en la República Argentina. Suplemento de
Resolución de Conflictos. La Ley, Buenos Aires, 27 noviembre 1997.
-Experiencias de Mediación en el Ministerio de Justicia. Antecedentes de la Mediación en la Argentina- Foro de
Estudio sobre la Administración de Justicia- (FORES)-http://www.foresjusticia.org.ar/
• Orellana, Elena Beatriz- Teorías en Acción, Ed. Cuadernos de mediación – Dirección nacional de Promoción de
Métodos Participativos de Justicia. MJYDH, Buenos Aires,2004.

43
ANEXO I

PLAN DE FORMACION BASICA- CAPACITACION y ESPECIALIZACION.

a- FORMACION BASICA.

Primera instancia: Curso Introductorio a la mediación

Objetivo, conocer:

•Las ventajas y diferencias de la mediación en relación con otros métodos de resolución de disputas.

•Las características de la mediación y la pertinencia de su utilización según el tipo de conflicto.

•La estructura del procedimiento de la mediación.

•La dinámica del procedimiento.

•El rol del mediador en cada una de las etapas del procedimiento y las cualidades necesarias para un adecuado
desempeño del rol.

Contenidos:

•Métodos de resolución de conflictos, adversariales y no adversariales. Ubicación de la mediación en el continuo de


los métodos de resolución de conflictos. Concepto de mediación. Pertinencia de su utilización.

•Teoría del conflicto. Diferentes campos de abordaje. Conflictos mediables y no mediables. Necesidades subyacentes,
posición, interés. Rol del mediador en los conflictos mediables. Aspectos éticos.

•Teoría de la negociación. Diferentes modelos de negociación. La negociación colaborativa como fundamento de la


mediación. Concepto de M.A.A.N.

•Teoría de la comunicación: teoría de Paul Watzlawick, el modelo de Barnett Pearce, el modelo circular narrativo de
Sara Cobb. La comunicación en la mediación: habilidades y técnicas para parafrasear, reformular, interrogar, facilitar
la comunicación entre las partes.

•Características de la mediación: cooperación, neutralidad y confidencialidad. Técnicas del mediador: el replanteo,


el torbellino de ideas, etcétera.

•Estructura del procedimiento de la mediación: sesiones conjuntas y privadas. Técnicas requeridas para cada etapa.

•Aspectos legales de la mediación: la Ley N° 26.589 de Mediación Prejudicial y Decreto reglamentario. Leyes
provinciales de mediación. Compatibilidades entre el ámbito nacional y provincial.

Carga horaria mínima: 20 horas de 60 minutos.

Segunda instancia: Entrenamiento en mediación.

Objetivos:

•Aprehender las habilidades y técnicas necesarias para el desempeño idóneo del rol del mediador.

•Desarrollar estrategias para desempeñarse en el proceso de mediación prejudicial, según las etapas propias del
mismo.

•Desarrollar las actitudes necesarias para el ejercicio de la mediación.

Contenidos:

•Información previa. Convocatoria a la mediación. Creación del escenario: contacto visual y auditivo, clima propiciatorio
para el diálogo. Actitud del mediador. Agenda del mediador. Legitimación del rol del mediador. La confidencialidad.
44
•Presentación de las partes y del mediador. El discurso de apertura: explicación del método, características,
explicación de las reglas de funcionamiento y comportamiento durante la mediación.

•El relato de las partes: diferenciar posiciones de intereses y necesidades. El parafraseo. La escucha activa y la
neutralidad.

•La exploración de los intereses de las partes. Técnicas de búsqueda de información. La toma de notas. El
interrogatorio. El uso de preguntas abiertas. Estilos de comportamiento del mediador.

•Legitimación relacional: connotación positiva, reconocimiento, “empowerment”.

•Las sesiones privadas. El replanteo. El uso de preguntas cerradas, coercitivas, circulares y facilitadoras.

•Generación de opciones: técnicas. “Abogado del diablo” (o “Agente de la realidad”). “Torbellino de ideas”, “Ponerse
en los zapatos del otro”. Las diferentes propuestas. Estándares objetivos. Filtros objetivos y personales.

•El acuerdo: contenido y forma. Tipos de acuerdo: de fondo, de procedimiento, parciales y totales. Homologación

de acuerdos.

•Aspectos procesales de la mediación obligatoria. Rol de los abogados de parte en la mediación. La mediación

pública y privada según el Decreto 91/98. La mediación y sus ámbitos de aplicación (mediación patrimonial,

familiar, etcétera).

Carga horaria mínima: 60 horas de 60 minutos.

Tercera instancia: Pasantía en Mediación.

Objetivos:

•Articular los conocimientos teóricos con las estrategias de desempeño para el rol del mediador, dentro del campo
de acción real de la mediación en el ámbito pre-judicial.

•Observar mediaciones reales y reflexionar sobre ellas a fin de elaborar modelos de desempeño coherentes con el
instituto de la mediación.

Contenidos:

•Recepción de las partes, abogados de partes y/o terceros. Escenario y clima. Actitud del mediador. Agenda del
mediador. Legimitación del rol de mediador. La confidencialidad.

•Presentación de las partes y del mediador. El discurso de apertura: contenido y forma. Actitud de las partes.

•El relato de las partes: posiciones, intereses y necesidades. Tipo de conflicto involucrado. Aspectos legales. El
parafraseo del mediador. Indicadores de escucha activa y la neutralidad.

•La exploración de los intereses de las partes. Técnicas utilizadas por el mediador. El uso del interrogatorio. Estilos

de comportamiento del mediador.

•Legitimación relacional: connotación positiva, reconocimiento, “empowerment”.

•Las sesiones privadas. El replanteo.

•Generación de opciones: técnicas. “Abogado del diablo”, “Torbellino de ideas”, “Ponerse en los zapatos del otro”.

Las diferentes propuestas. Estándares objetivos. Filtros objetivos y personales.

45
•El acuerdo: contenido y forma. Tipos de acuerdo. Homologación de acuerdos.

•Aspectos procesales de la mediación.

Carga horaria mínima: 20 horas de 60 minutos, distribuidas en dos instancias simultáneas: 10 horas de observación
no participante de mediaciones reales en vivo y 10 horas de participación en talleres de reflexión dirigidos por un
mediador tutor.

Bibliografía:

Básica.

•Floyer Acland, Andrew. Cómo utilizar la mediación para resolver conflictos en las organizaciones. Barcelona.

Piados Empresa, 1990. Hay ediciones posteriores de la misma editorial. (Procedimiento y encuadre general).

•Moore, Christopher. El proceso de mediación. Métodos prácticos para la resolución de conflictos. Buenos Aires,

Granica, 1996. (Procedimiento y encuadre general).

•Fisher, Rober y Ury, William. Obtenga el Sí. El arte de negociar sin ceder. CECSA, 1994. o Sí, de ¡de acuerdo!,

Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1995. (Negociación).

•Fisher, Kopelman y KupperScheneider Más allá de Maquiavelo. Herramientas para afrontar conflictos. Buenos

Aires, Granica, 1996. (Estrategias y técnicas).

•Watzlawick, Paul, Beavin y Jackson. Teoría de la comunicación humana. Barcelona, Herder, 1986 y varias

ediciones posteriores. (Encuadre general sobre comunicación).

•Suares, Marinés. Mediación. Conducción de disputas, comunicación y técnicas. Buenos Aires, Piados Mediación,

1996. (Comunicación, técnicas).

•Ley N°24.573 de Mediación y Conciliación. Boletín Oficial. 27 de octubre de 1995. Ley N° 26.589 (Encuadre legal).

•Decreto 91/98. Boletín Oficial. 29 de enero de 1998. (Encuadre legal).

Bibliografía complementaria y de ampliación (optativa):

•Folberg, Jay. Mediación. Resolución de conflictos sin litigio. México, Limusa, 1992. (Procedimiento y encuadre

general).

•Folberg Jay y Baruch Bush.La promesa de la mediación. Buenos Aires, Granica, 1996. (Mediación y ámbitos de

aplicación, procedimiento).

•Ury, William. ¡Supere el No! Cómo negociar con personas que adoptan posiciones obstinadas. Bogotá, Norma,

1993. (Negociación).

•Kritek, Phillis Beck. La negociación en una mesa despareja. Buenos Aires, Granica, 1998. (Negociación).

•Slaikeu, Carl. Para que la sangre no llegue al río. Una guía práctica para resolver conflictos. Buenos Aires,

Granica, 1996. (Estrategias y negociación).


46
•Diez, Francisco y Tapia, Graciela. Herramientas para trabajar en mediación. Buenos Aires, Paidós Mediación,

1999. (Estrategias y técnicas).

•Ley 24.573 de Mediación y Conciliación. Antecedentes Parlamentarios. Revista La Ley, Año II, Noviembre

1995, N° 9.

Otra bibliografía vinculada con el tema:

•Alvarez, Gladys y Highton, Elena. Mediación para resolver conflictos. Buenos Aires, Ad hoc, 1995.

(Procedimiento y encuadre general).

•Kolb, Deborah y otros. Cuando hablar da resultados. Buenos Aires, Paidós. (Comunicación).

•Singer, Linda. Resolución de conflictos. Técnicas de actuación en los ámbitos empresarial, familiar y legal.

Barcelona, Paidós, 1996.

•Grove Duffy, Karen, Groshch y Olczak, Paul. La mediación y sus contextos de aplicación. Una introducción

para profesionales e investigadores. Barcelona, Paidós, 1991.

•Berne, Eric. ¿Qué hace usted después de decir “Hola”?. Barcelona, Grijalbo.

•Watzlawick, Paul y otros. Cambio, Barcelona, Herder.

•Watzlawick, Paul y otros. El lenguaje del cambio. Barcelona, Herder.

b- CAPACITACION CONTINUA.

Es la capacitación que acompaña al mediador a lo largo de su carrera profesional. A diferencia del proceso anterior,
ésta se basa en el concepto de práctica reflexiva.

Los cursos orientan al mediador en los problemas que le presenta la realidad de su práctica diaria. La competencia
de los docentes exige que cuenten con una práctica intensiva y con capacidad de reflexión sobre sus propios
conocimientos.

Cubre las tres categorías para el desempeño del mediador: procedimiento, conceptuales y actitudinales.

c- ESPECIALIZACION.

En principio solamente estructurada para la Mediación Familiar, pero se dirige a todos los campos posibles de la
aplicación de la mediación.

Se estructura en un curso general que contiene los problemas centrales del campo, recatando técnicas y herramientas
en aplicación con los problemas específicos.

Los mediadores cursantes deben recorrer una visión integradora de los diversos problemas que presenta el campo
de la especialización. Pero también obtener competencias instrumentales para intervenir.

El cuerpo de docentes debe integrarse con especialistas de las diversas disciplinas propias del campo y de acuerdo
a los objetivos que se persigan.

47
EL IMPULSO DE LA MEDIACIÓN POR PARTE DEL
MINISTERIO DE JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS 1
  

Como Estado, se debe colaborar en lograr acercar y garantizar el pleno e irrestricto acceso a la justicia a la población y a la tutela
judicial efectiva. Por ello, todo servicio que facilite dicho acceso se torna esencial dentro de las prestaciones que debe realizar
un Estado que se precie de republicano.

En ese orden de ideas, la promoción y utilización de métodos participativos de resolución de conflictos, entre ellos la mediación,
es un tema presente en las conferencias internacionales y regionales que reúnen a gobiernos y miembros del Poder Judicial
de distintas partes del mundo. Debido a su probada utilidad, tales métodos fueron establecidos como una opción de acceso y
mejoramiento, porque constituyen un aporte relevante a la función social de la Justicia como garantía de convivencia pacífica.

Estos métodos participativos, por su carácter no confrontativo, de autogestión y de protagonismo de las partes en el tratamiento
de la conflictividad social, se distinguen de la justicia clásica o tradicional. Algunos detractores entendían que la utilización
extendida de los métodos implicaría una cierta “privatización” de la justicia, restando con ello autoridad a la administración
judicial y al Poder Judicial mismo. Por lo contrario, con los métodos participativos se intenta agilizar y potenciar la actividad
judicial, resolviendo en una instancia anterior conflictos que pueden cerrarse sin la intervención directa del magistrado. Así, se
busca el desahogo de los tribunales y la rapidez en la resolución de las contiendas, supuestos que conllevan el imprescindible
mejoramiento del ingreso a la justicia para toda la población.

La modernización implica, entonces, no solo descongestión judicial sino la ampliación del acceso a la justicia, logrando mayor
involucramiento por parte del interesado y, con ello, más democratización.                    

El   programa Acceso a la Justicia para Todos, que puso en marcha el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos mediante
la resolución 1.114 del 24 de septiembre de 2007, tiene entre sus objetivos ofrecer servicios de orientación y derivación
frente a cuestiones tanto jurídicas como sociales, dando respuesta a las necesidades de asesoramiento jurídico-asistencial y
proponiendo soluciones efectivas a las demandas de la población.

Los centros de acceso a la justicia (CAJ), dependientes de la Dirección Nacional de Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia,
han tenido un alto impacto positivo. Actualmente, a través de dicho programa, veintisiete centros en todo el país brindan
asistencia jurídica y abren sus puertas a las consultas sobre problemas sociales, muchas veces irresueltos o potenciados debido
a la lejanía de los grandes centros urbanos o a las condiciones socioeconómicas de la población. A través de la firma de convenios
con otros organismos del Estado (Ministerio de Trabajo, Ministerio de Salud, Anses, Dirección Nacional de Migraciones, Registro
Nacional de las personas, Registro Nacional de Reincidencia, Inadi, etc.) y que, en forma coordinada, procuran una respuesta
integral a la problemática de los consultantes.

Dentro del programa  trabajan en forma conjunta la mencionada dirección con la Dirección Nacional de Mediación y Métodos
Participativos de Resolución de Conflictos (DNMyMPRC). Los CAJ, como el Centro de Prevención y Resolución de Conflictos,
dependiente de esta última, tienen como objetivo específico prestar un servicio gratuito, de calidad, ofreciéndoles a aquellos
sectores más postergados formas alternativas de resolución de conflictos que, como la mediación, evitan la judicialización, que
en muchos casos les resultaría inalcanzable, por distancias, costos y otros obstáculos, casi insalvables para el ejercicio de sus
derechos.

El  Centro de Prevención y Resolución de Conflictos, originariamente  creado para la realización de la experiencia piloto  de
1995,  fue capitalizando experiencia y calidad en los servicios que presta, la admisión, la derivación y seguimiento de casos. Las
mediaciones que allí se celebran son abordadas por equipos profesionales de distintas disciplinas altamente calificados. Más
del 80% de los casos son referidos a temas familiares en los que se logra un alto porcentaje de acuerdos. El Ministerio, a través
del cuerpo de mediadores que conforman ese centro, ha brindado capacitación y asistencia técnica en el país y en el exterior.

La DNMyMPRC  dentro de sus responsabilidades primarias lleva adelante las facultades previstas por las leyes que regulan  el
instituto de la mediación y la conciliación laboral.
1
Dra. María Marcela Uthurralt con colaboración del Dr. Victor Guisado, el Lic. Rodolfo Barrese y el Dr.Gustavo Milano.
49
La ley 24.573 de 1996 instauró la mediación prejudicial obligatoria y previa a todo juicio que se tramitara ante la Justicia
Nacional en lo Civil, Nacional en lo Comercial y Nacional Civil y Comercial Federal, lo que significó una modificación sustancial
de la estructura jurídica tradicional. A la tradición y cultura del litigio, se incorporó la cultura de la negociación y el acuerdo. Ello
significó un cambio trascendental de la visión del conflicto, la forma de abordarlo y resolverlo.

Tradicionalmente, la ausencia de mecanismos alternativos y adecuados hacía que se recurriera a los tribunales, sin posibilidad
de contar con otros medios para resolver las controversias. Hoy en día, la mediación se impuso como un medio transformador
que evita complejos y largos trámites judiciales y permite la participación directa de las partes en la búsqueda de soluciones
más beneficiosas. Ello significó una apreciable descarga de causas judiciales, una apuesta a la autorresolución de los conflictos,
con ahorro de tiempo, dinero y esfuerzo para las partes involucradas.

Las partes son las protagonistas en la búsqueda de las soluciones más adecuadas para su conflicto. Para ello, cuentan con el
asesoramiento legal de sus letrados y la tarea del mediador es la de acompañarlas en la búsqueda de soluciones mutuamente
satisfactorias, conservando siempre la posibilidad de recurrir a la justicia, en caso de no llegar a un acuerdo. El procedimiento
garantiza celeridad e informalidad  así como también imparcialidad y confidencialidad. Si aparecen soluciones al conflicto, estas
les pertenecerán a las partes, generando acuerdos que son cumplidos a diferencia de las sentencias que suelen ser resistidas
y apeladas.

La vigencia de aquella ley se fue prorrogando y, aunque hubo muchos proyectos y modificaciones parciales, quedaba pendiente
un cambio legislativo integral que abarcase la evolución y el desarrollo de la mediación en ese tiempo. Diversas comisiones 
trabajaron en este sentido. Sin embargo, fue necesaria la voluntad política para llevarlo adelante y ese fuerte compromiso  fue
asumido y plasmado en un proyecto enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo el 23 de julio de 2008. Este proyecto  recogía la
experiencia de más de diez años de sucesivas prórrogas al sistema, dando respuesta tanto a la comunidad jurídica como a los
mediadores que venían reclamando, entre otras cuestiones, la instauración de un régimen definitivo.

El proyecto del PEN se vio enriquecido por otros en trámite, conformándose un dictamen de mayoría en las Comisiones de
Justicia y de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados (orden del día 1663 de 2008). Ese proyecto tuvo debate en
las Comisiones del Senado y luego fue sancionada la ley 26.5892, que entró en vigencia el 6 de agosto de 2010. Esta norma
incorpora definitivamente la mediación como instancia previa obligatoria a todo proceso judicial -con las excepciones que la
propia ley prevé-, recoge la vasta experiencia acumulada, jurisprudencia, doctrina, cuestiones nuevas y mantiene muchas de su
predecesora, que habían demostrado su acertado funcionamiento.

La nueva ley fortaleció y enriqueció el instituto, incluyendo aspectos hasta ese momento reglamentarios:

• Se establecieron los principios que rigen el instituto de la mediación.

• Efectuó precisiones respecto del alcance y cese de la confidencialidad, que no es absoluta, puesto que cesa -además de la
dispensa de partes- cuando se trata de evitar la comisión de un delito o de  impedir que continúe cometiéndose. Se trata de
mantener un adecuado equilibrio entre los principios de la seguridad jurídica y el valor justicia.

• Fijó los requisitos para ser mediador.

•  Incorporó la figura del profesional asistente, brindando una mirada más abarcativa del conflicto, lo que facilita la conformación
de verdaderos equipos de mediación. Estas prácticas han demostrado ser particularmente eficaces en temas de familia, según
la experiencia en los centros del Ministerio. Creó el Registro de Profesionales Asistentes.

• Mantuvo el esquema que funcionó con éxito, en cuanto a la designación de los mediadores por acuerdo, por sorteo y por
elección privada, en la mediación prejudicial. Sin embargo, dado que en ocasiones la madurez del conflicto y la disposición
de las partes a negociar tienen lugar durante la tramitación del juicio, se añadió como alternativa, dejando el caso librado al
arbitrio judicial, la posibilidad de derivar el conflicto a mediación.

• Contempló en forma integral lo atinente a la mediación patrimonial.

2
Publicada en el Boletín Oficial el 6-5-2010.
50
• Estableció que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos debe garantizar el acceso gratuito a la instancia de mediación a
aquellas personas que no cuenten con recursos de subsistencia con el propósito de hacer llegar los beneficios del sistema a toda
la comunidad y crea un registro de centros de mdediación.

• Incorporó la mediación familiar.

Con respecto a este último punto, vale hacer algunas consideraciones. A partir de la propia experiencia en nuestros centros de
mediación y conscientes de que las cuestiones familiares son trascendentes para la vida del hombre y la sociedad, se incorporó
en el proyecto del PEN y la mediación familiar quedó plasmada en la ley, con el fin de que las partes, antes de embarcarse en
una controversia judicial que involucre a los hijos menores, intenten un avenimiento consensuado que preserve la paz familiar.

 En cuestiones de familia el alto contenido afectivo resulta, en oportunidades, contraproducente para la resolución de conflictos.
Más aún: habitualmente es generador de ellos,  por lo que deben buscarse  sistemas que no sean exclusivamente adversariales
como los que plantea la justicia, si se pretende abordar acertadamente esta temática.  Probablemente, salir del papel de
demandante y/o demandado para pasar a ser partes y protagonistas de una solución que permita plantear con mayor  facilidad
las diferentes cuestiones y lograr así acuerdos con  los propios recursos que tenga cada  familia, a su medida y excediendo en
oportunidades los aspectos legales.

Al no tener que asumir papeles tan encontrados, ni plantear posiciones de enfrentamiento, ni tener que utilizar mecanismos
que en muchos casos dejan secuelas irreparables, para convencer al juez y pretender que decida a su favor, se está facilitando
también el mantenimiento de las relaciones futuras.

En los juicios de familia se ventilan cuestiones privadas y, al quedar plasmadas en el expediente, las partes sienten que
hay situaciones de las que no es posible volver, porque sus problemas trascendieron a terceros. Por ello, el principio de
confidencialidad que rige el procedimiento de la mediación y que nada de lo que suceda durante el proceso quede registrado
redunda en más beneficios para esta nueva relación familiar.

La celeridad en la resolución de los conflictos familiares es una cuestión de suma importancia, ya que evita desgastes y mayor
sufrimiento, sobre todo en el caso en que haya menores involucrados. Mediante el procedimiento de mediación familiar se
puede, en el corto plazo, arribar a soluciones consensuadas que surjan de las propias pautas familiares produciendo resultados
en el corto y largo plazo y por lo tanto más duraderos. Menor costo en lo económico y en lo emocional, ya que es sabido que
los juicios por cuestiones de familia pueden eternizarse ocasionando gastos y desgastes innecesarios.

No hay vencedores ni vencidos. Esto no es un detalle menor, ya que en la mayoría de estos casos persisten vínculos más allá
del conflicto.                     

Asimismo, era necesario que el mediador reuniese para esta temática otras capacidades que le permitieran, ante las situaciones
complejas que se plantean, colaborar acertadamente a favor de la resolución del conflicto por las partes. Por ello se creó el
Registro de Mediadores Familiares, de modo tal que intervengan aquellos que tengan una adecuada capacitación.

- Delegó en el PEN, para dotarlo de mayor agilidad, el dictado de un marco normativo que permitiera mantener y enriquecer la
exigencia de capacitación y contralor, jerarquizando la temática y creando un registro de entidades formadoras.

• Innovó habilitando la mediación en las causas en las que el Estado sea parte, previa autorización.

•Resulta de aplicación en los juzgados federales de todo el país.

La ley 26.589 constituye  un instrumento innovador dentro del contexto jurídico de nuestro país, razón por la cual la
reglamentación de dicho cuerpo normativo debía proponerse desarrollar este ideal que se vio concretado en su decreto
reglamentario, que fue firmado 22 de septiembre de 2011 y publicado en el Boletín Oficial como decreto 1.467.

 En este orden de ideas, cabe mencionar que el conjunto de profesionales de la DNMyMPRC fue encargado de elaborar el
proyecto de dicho decreto -sustitutivo del aprobado por el decreto 91/98- y adquirió el perfil de un grupo “gestor” del proyecto
más que su redactor. Si bien se tuvo presente en todo momento la información resultante de los antecedentes obrantes sobre la
materia, tales antecedentes fueron complementados con la consulta y participación de distintos operadores dentro del sistema
de mediación. También es dable señalar la colaboración de distintas áreas del propio Ministerio, como la Dirección de Asistencia
Técnico y Legislativa, la Dirección General de Asuntos Jurídicos y la Dirección de Despacho, Mesa de Entradas e Información al 
Público, con la coordinación de la Subsecretaría de Relaciones con el Poder Judicial.
51
Fue en dicho contexto y contando con la diversidad de criterios anteriormente expresada que se delineó el anteproyecto del
decreto 1.467/11.

Durante la etapa mencionada en el párrafo anterior, se instaló un debate significativo acerca de las funciones del Ministerio,
en tanto autoridad de aplicación y titular de los registros creados por el artículo 40 de la ley 26.589, particularmente en los
aspectos relativos a la información que los mediadores matriculados deben presentar al Registro de Mediadores, a su soporte
(papel / informático) y el ejercicio de las competencias que al  Ministerio le fueron asignadas por la ley.

Se trabajó sobre un tema que había causado preocupación entre los actores relacionados con la temática, el referido a las
“notificaciones” de la propuesta del listado de mediadores y de la audiencia de mediación. Una vez formuladas las consultas
y revisada la práctica,  se volcaron en el decreto las distintas posibilidades que podían surgir, dando un marco normativo
imprescindible para resolver adecuadamente el abanico de situaciones.

El aspecto más significativo del decreto 1.467 es, sin duda, el debate y consenso obtenidos entre los distintos actores que
participan en el sistema de mediación.

Aquí resulta pertinente recordar que la figura del mediador es fundamental para el proceso de mediación. El mediador es un
puente que facilita la comunicación entre las partes en disputa, cataliza los recursos con que se presentan los participantes y
desempeña un papel fundamental que inicia con su intervención el principio de la mediación al realizar el encuadre. Desde
el encuadre el mediador se posiciona como autoridad moralmente reconocida por las partes; algunos autores y la práctica
cotidiana confirman que esta fase es crucial para el desarrollo del proceso posterior. Si en esta impronta el mediador consigue
que los participantes depositen su confianza en él y en el proceso, las probabilidades de que la mediación sea exitosa se
incrementan notablemente. El mediador está en el conflicto sin ser parte de él. En este sentido, la figura del mediador es
fundamental ya que, despojado de sus juicios e ideologías, debe crear las condiciones adecuadas para que en la audiencia los
participantes logren construir un arreglo que satisfaga sus necesidades.

No puede existir mediación sin mediador. Los medios y recursos de que dispone un mediador incluyen tanto la preparación
y arreglo del contexto y espacio físico (mobiliario, iluminación, distribución física de los participantes y el mediador), el uso
constructivo del poder, tendiendo en todo momento a nivelar su uso entre las partes, la forma en que se aproxima y aborda
el conflicto que une a las partes, y la manera en que regula el tiempo y conduce las intervenciones de los participantes,
acompañándolos en la construcción de alguna solución. Finalmente, un mediador debe contar con un desarrollo moral
suficiente que le permita interactuar libremente con las partes, sin interponer sus prejuicios ni imponer su esquema de valores.

En virtud de lo expuesto, es posible concluir que la actividad del mediador no se presume gratuita, razón por la cual la
determinación de los honorarios por parte del decreto 1.467 adquiere fundamental importancia tanto para estos profesionales
como para los usuarios del sistema. En este punto es donde se encuentre, quizás, la mayor innovación de la citada norma
reglamentaria. Ya que genera la figura del “honorario provisional”, así como la de un conjunto de adicionales, que sumados
a la nueva escala de honorarios contenida en el Anexo III del decreto mencionado han establecido un sustancial incremento
en los honorarios de los mediadores, que tanta preocupación ha suscitado, a fin de que sean decorosos e importen una justa
retribución por el servicio prestado. Cabe señalar, asimismo, que en cuanto al tema honorarios el decreto incorpora avances
jurisprudenciales que se asimilan al igual que otras cuestiones para la figura del profesional asistente.

Reiterando lo afirmado al inicio y desde la óptica de las políticas públicas, podemos afirmar que la experiencia de estos años
ha demostrado la importancia de la mediación en el acceso a la justicia de la población y especialmente de aquellos sectores
más postergados. En virtud de lo expresado, la norma reglamentaria prevé para  estos casos que la prestación del servicio de
mediación se realice en los centros de mediación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos por los mediadores inscriptos
en el registro, que deberán intervenir en forma gratuita en hasta dos mediaciones por año. Esta propuesta, surgida de la
Secretaría de Justicia, tuvo un muy buen impacto en  los mediadores en general y en las organizaciones que los nuclean, por la
posibilidad de interactuar con el Ministerio desde un lugar de mayor compromiso social.

En consonancia con la gratuidad expresada en el párrafo anterior, el Poder Ejecutivo Nacional delega en esta cartera ministerial
la potestad de reglamentar y controlar las actividades de todos los centros de mediación que presten servicios de mediación
gratuitos a personas de escasos recursos y dentro del marco de la ley 26.589. La experiencia recogida en nuestro centro y las
redes  institucionales con los demás centros gratuitos que funcionan en la órbita del gobierno de la ciudad de Buenos Aires
constituyen un insumo  fundamental, que nos permite trabajar en la búsqueda de requisitos comunes para la admisión de casos
y su posterior tratamiento en todos aquellos centros que conformen el registro previsto en la ley.

52
A través de convenios firmados con instituciones que nuclean a profesionales del derecho se brinda asesoramiento y patrocinio
jurídico gratuito en los centros del Ministerio.

A partir del dictado de la ley mencionada, el Ministerio, mediante la resolución 1.751 del 8 de julio de 2010, posibilitó a través
de un trámite sencillo y ágil que los mediadores inscriptos en el registro creado por la ley 24.573 manifestaran su voluntad
de pertenecer al Registro Nacional de Mediación,  reempadronar a todos los mediadores, verificar y actualizar datos y foto
y registrar firma y sello. Todo ello permitió sanear el registro y volcar en el sistema la información integral y actualizada del
mediador.       

Otros tópicos innovadores de fundamental importancia lo constituyen la certificación de las firmas de los mediadores y la
implementación del aplicativo del sistema de gestión, que facilitará a los mediadores que intervengan el cumplimiento del
deber de informar su actuación. La situación descripta posibilitará que el organismo cuente con datos certeros, partiendo del
acabado conocimiento de la totalidad de los procedimientos que se realizan. Actualmente, se ha finalizado su desarrollo y se
encuentra en la etapa de control en vistas a su próxima implementación.      

También desde el Ministerio y con el compromiso de agilizar y optimizar los trámites para una mejor gestión de los registros
y a fin de lograr una fluida comunicación e intercambio de información con mediadores, profesionales asistentes, entidades
formadoras, centros de mediación, Poder Judicial, letrados  y público en general, estamos desarrollando un sistema informático
ágil y amigable que nos permitirá compartir la información y desarrollar estadísticas que facilitarán la planificación y adopción
de políticas públicas acordes con las necesidades reales de la población respecto de la mediación. Todo esto mejorará la calidad
en la aplicación del instituto, propendiendo a aumentar aún más los resultados positivos alcanzados a través de la mediación
en la resolución extrajudicial de los conflictos.

La formación y capacitación son herramientas imprescindibles como servicio del Estado a la comunidad. Por eso se propone
darle impulso a todo lo referido a la capacitación de los mediadores y profesionales asistentes, tanto en su formación inicial
como continua, asegurando los estándares de calidad en las evaluaciones de admisión y permanencia en el registro, atendiendo
especialmente al perfil de mediador y profesional asistente que buscamos. Esa es una tarea que nos compromete a todos y
esperamos contar desde el Ministerio con la colaboración de las entidades formadoras que conformarán el nuevo registro
creado por la ley 26.589.                   

Porque creemos fehacientemente en los métodos participativos de resolución de conflictos y la importancia de su implementación
en todo el país, el equipo docente de la DNMyMPRC, a través de los distintos cursos que realiza, transmite los conocimientos y
brinda la capacitación  necesaria para la formación de mediadores comunitarios. Además, ofrece la asistencia técnica necesaria
para concretar la apertura de centros de mediación locales que contribuyan a la difusión de sistemas alternativos y acerquen
a su comunidad un particular sistema de acceso a la justicia. También promueve y sostiene los métodos participativos para la
resolución de conflictos en el ámbito escolar, acercándole a la comunidad educativa las herramientas teóricas y prácticas para
el mejor abordaje de estos métodos en las aulas. Estas acciones son particularmente apreciadas por las comunidades, que
perciben el acercamiento del Estado nacional a sus lugares de origen.

Además, a partir de los avances tecnológicos se incorporan herramientas informáticas que permiten brindar cursos presenciales
o a distancia hasta los lugares más alejados del país. Así, por ejemplo, se viene desarrollando  con la Jefatura de Gabinete de
Ministros una capacitación a distancia en resolución de conflictos con resultados muy positivos en el país y en el exterior.

La DNMyMPRC, como ya se señaló, trabaja en forma coordinada con la Dirección Nacional de Fortalecimiento para el Acceso a
la Justicia y con la Dirección Nacional de Cooperación Internacional Jurídica y en Sistema Judiciales, articulando acciones para el
tratamiento de la temática en el ámbito del Mercosur y otros países, intercambiando experiencias y aportes, lo que nos permite
profundizar nuestros avances y optimizar los alcances y beneficios que los métodos alternativos de resolución de conflictos
producen en las distintas experiencias.

  Cabe remarcar que conforme instrucciones recibidas de la Secretaría de Justicia, en consonancia con las políticas públicas de
inclusión e igualdad que viene desarrollando el gobierno nacional, la Subsecretaria de Gestión Penitenciaria,  la Dirección del
Servicio Penitenciario Federal y la DNMyMPRC vienen trabajando conjuntamente en el ámbito penitenciario en el marco del
“Programa nacional de mediación, métodos de gestión participativa  de conflictos y prácticas de reducción de violencia” con la
intención de posibilitar una ordenada convivencia en los ámbitos penitenciarios, facilitar el diálogo entre las personas privadas
de la libertad y sus familias, capacitar al personal del Servicio Penitenciario Federal, formar equipos propios de mediadores
penitenciarios entre las personas privadas de la libertad, etc. 

53
 Todas estas acciones serán abordadas en los artículos que a continuación se presentan. Sus autores son los que tienen a su
cargo llevar adelante estas acciones en el ámbito de la DNMyMPRC o quienes pertenecieron a la dirección y hoy comparten con
nosotros su experiencia. 

Como corolario, y entre otras medidas que se han adoptado desde el Ministerio a fin de garantizar el acceso a la justicia de la
población, especialmente de los sectores más vulnerables, en abril de 2011 se  reubicó la DNMyMPRC en un amplio edificio
en la avenida Córdoba 1154. Esto posibilitó la unificación de las distintas áreas en un lugar físico cercano a los Tribunales, que
cuenta con seis salas de mediación y dos boxes de admisión para el Centro de Prevención y Resolución de Conflictos. Refundado
con el nombre de “Mediación para todos”, inició una  nueva etapa, brindando un servicio más eficiente y ágil, dando respuesta a
la demanda espontánea, para  cumplir adecuadamente con lo dispuesto en el art. 36 de la ley  26.589. También dispone de tres
aulas, un área para el equipo de capacitación, una planta destinada al funcionamiento de los seis registros que tiene a su cargo
la mencionada dirección y un cómodo espacio para la atención del público en general y de los profesionales que se desempeñan
en el ámbito de la mediación. También se reforzó la dotación de personal y se modernizó el equipamiento   informático y
mobiliario.      

Finalmente, podemos afirmar que la mediación se instaló entre nosotros como una realidad que fortalecemos día a día, sin 
exclusiones y con igualdad de oportunidades en el acceso a la justicia, colaborando así con la pacificación social.           

Creer en las metodologías pacíficas de resolución de conflictos como la mediación y aplicarlas acertadamente es creer en la
posibilidad de vivir de otra forma, en la que se revalorice el diálogo.

54
MEDIACIÓN EN ÁMBITOS COMUNITARIOS.
LA IMPORTANCIA DE LA CAPACITACIÓN1

1. Mediación en ámbitos comunitarios

El presente relato es un reflejo de lo ocurrido en una primera etapa de una reunión de mediación, llevada adelante por docentes
mediadores del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, en el contexto de la pasantía (última etapa de formación de un
mediador) en un centro de mediación comunitario de una provincia argentina.

Él: “Yo vine a plantear este tema porque estamos discutiendo desde hace 13 años. Hice presentaciones ante la Comisión de
la Vivienda; hablé con el administrador del barrio; consulté a un abogado; hice denuncias a la Municipalidad. No encuentro
respuestas.

No puedo seguir viviendo así. La convivencia es un desastre. Se me llueve mi casa. Los ruidos son insoportables. Nos peleamos
por todo.”

Ella: “Yo vine a esta reunión para terminar esto de una vez por todas. Hace 13 años que nos estamos peleando. Hice denuncias
policiales. Me quejé ante el administrador del barrio; hice presentaciones ante la justicia. No tengo respuestas. No puedo seguir
así. La convivencia con mi vecino es insoportable. Vamos a terminar mal.”

Rescatamos este relato por representar una situación que se repite a través de los distintos conflictos que se abordan desde la
mediación en ámbitos comunitarios.

En dicha situación interviene un mediador (tercero imparcial) que ayuda a los involucrados para que ellos mismos lleguen a
una solución aceptable para ambos.

El caso mencionado concluyó en un acuerdo entre las partes luego de tres horas de reunión.

Muchos, razonablemente se preguntaran: “¿Un acuerdo en tres horas, luego de 13 años de pelea? ¡Eso no es posible!”. Es
verdad que todos nos hemos acostumbrado a ser un poco escépticos cuando nos presentan una solución rápida, voluntaria y
gratuita. Pero lo que hicieron los mediadores fue, principalmente, trabajar sobre los inconvenientes en la comunicación que
tenían las partes (entendiendo la comunicación como generadora de conductas). No siempre los conflictos se generan por
dificultades en la comunicación, pero sí podemos decir que en todos los casos resulta fundamental trabajar sobre ella para
facilitar su resolución.

En el caso referido, los involucrados buscaron soluciones externas (justicia, administrador, municipalidad), cuyas respuestas o
silencio resultaron insatisfactorias para ambos. A través del diálogo en la mediación fueron asumiendo el protagonismo en la
solución de sus problemas y dejando de pensar en que un tercero se los resuelva.

Es bueno aclarar que en esto no hay nada mágico ni místico.

Por el lado de las personas que concurren a la mediación, se requiere voluntad para sentarse a dialogar con el otro (sin una
mínima cuota de voluntad no existe mediador que pueda ayudar). Por el lado de los mediadores comunitarios, debe resaltarse
la vocación de ayuda social y la aplicación de técnicas y procedimientos que son propios del método de la mediación.

En este sentido, resulta interesante describir una aproximación a la metodología y paralelamente resaltar cómo juegan algunos
aspectos particulares y distintivos de la mediación comunitaria.

- Ante todo, la primera característica para destacar es la gratuidad. El servicio de mediación comunitaria es totalmente
gratuito para las partes invariablemente.

- En todos los sistemas de mediación comunitaria rige la plena voluntariedad.

Esta característica, que puede pasar inadvertida, extiende su impronta en el ámbito de la mediación comunitaria: si una persona
llega a la mediación no teniendo obligación de hacerlo, esto claramente nos indica que algún interés tiene (sea escuchar,
hablarle al otro, llegar a una solución, etc.). No asistir a una mediación comunitaria no acarrea sanciones. En general, en los
sistemas de mediación prejudicial es obligatorio asistir (tanto que hay multa si no se concurre).

1
Equipo docente de la DNMyMPRC: Blumett, Silvana; Castelanelli, Patricia; Lapasset, Andrea; Markus, Miriam; Munné Bonilla, Enrique;
Nemesio, Rodolfo; Notario, Graciela; Paulero, Rosaura; Prezioso, Daniel, y Saavedra, M. del Rosario.
55
- Vale aclarar también que en la mediación comunitaria no es obligatoria la concurrencia con asistencia letrada (un abogado
que asesore y represente a cada una de las partes). Esto marca también una importante característica distintiva. Ello, tal como
hemos verificado en la práctica, trae aparejadas dos consecuencias fundamentales para el desarrollo de la mediación: en primer
lugar, destacamos que, con mucha frecuencia, nos encontramos con personas que manifiestan desde el primer momento
lo que realmente quieren, aquello que necesitan (lo que en mediación llamamos intereses). En cambio, cuando las partes
concurren a una mediación acompañados con un profesional abogado, este, generalmente, en resguardo de los derechos de su
representado, elabora una estrategia de negociación por la cual su cliente planteará el reclamo o pedido bajo la forma “quiero
esto y de acá no me muevo” (lo que en mediación llamamos “posición”). Lo relatado no ocurre siempre e invariablemente de
esta manera, pero sí en la mayor parte de los casos.

La otra consecuencia que puede darse es que, en ocasiones, durante el desarrollo de la mediación, surge la necesidad de que
las partes deban posponer su continuidad hasta asesorarse. Esto se da por iniciativa de las partes o porque el mediador los
ayuda a percibir esa necesidad.

Ya iniciada la mediación, el mediador comienza la primera reunión planteando un encuadre de trabajo (entendiéndose por
encuadre la explicación que el mediador hace a las partes sobre las características de la mediación, cuál es su papel, cómo
se desarrollará el procedimiento y con qué reglas les propone trabajar). En este punto, la experiencia nos indica que en
mediación comunitaria el encuadre que se hace es completo y autosuficiente. Los mediadores toman el tiempo necesario y lo
hacen en lenguaje sencillo para que las personas lo comprendan plenamente, teniendo en cuenta que solemos encontrarnos
con personas que nunca asistieron a una mediación. En la mediación prejudicial, en general, nos encontraremos con algún
protagonista (letrado, apoderado o parte) que ya ha participado en una mediación.

Superado este primer momento, el mediador trabaja sobre la identificación del problema (qué es lo que las partes dicen que
quieren y/o necesitan en esta mediación).

Posteriormente, otorga la palabra a una de las partes en conflicto, las parafrasea (esta es una técnica que permite que las partes
se escuchen realmente y, a su vez, posibilita que el mediador corrobore si él ha escuchado eficazmente el relato realizado,
sirviendo, asimismo, para ir quitándole carga negativa) y las legitima (reconoce a cada parte como tal, en su papel de involucrado
en un conflicto que debe ser atendido). Luego, otorga la palabra a la otra parte, repitiéndose el parafraseo y la legitimación.

En la mediación comunitaria, por la ya mencionada circunstancia de no ser obligatoria la asistencia letrada y encontrándose
cada parte sola, la utilización del parafraseo se impone por sí mismo. Esto, además de la utilidad ya apuntada, permite al
mediador saber que en todo momento se está avanzando en la mediación con apoyo en la voluntad de las partes.

Luego, se realizan preguntas para averiguar los verdaderos intereses de las partes (lo que los involucrados realmente quieren y
lo que les preocupa), tratando de que se alejen de sus posiciones.

El mediador puede intervenir realizando reuniones conjuntas (con todas las partes) o privadas (se reúne separadamente con
cada uno de los involucrados). En ellas ayudará a las personas a:

- reflexionar sobre su deseo de colaborar en procura de un acuerdo y la necesidad de ello para que la mediación pueda
avanzar en ese sentido;

- acercar las alternativas de conseguir lo que desean por sí mismos, fuera de la mediación (es decir, sin acordar con la otra
parte);

- mostrar cuáles son las opciones reales para llegar a un acuerdo con la otra parte;

- darle forma al acuerdo al que arriben si desean plasmarlo por escrito.

En caso de llegarse a un acuerdo, en mediación comunitaria encontramos algunas particularidades:

- En primer lugar, el papel de ayuda que cumple el mediador en la confección del acuerdo cobra gran importancia. En

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otros ámbitos, como por ejemplo la mediación prejudicial, al estar las partes asesoradas y representadas por sus abogados, la
necesidad de la participación del mediador en la redacción del acuerdo es mucho menor.

- El texto del acuerdo en sí se redacta en términos sencillos que reflejen fielmente lo que las partes quieren a fin de
evitarles todo inconveniente a la hora de su cumplimiento y aplicación.

- En muchas ocasiones, los acuerdos contienen cláusulas de seguimiento, a través de las cuales las personas se
comprometen a volver a reunirse en una fecha determinada para conversar sobre la marcha del acuerdo, a volver a reunirse
para analizar la necesidad de introducir modificaciones, a comunicarse y poner en conocimiento del centro de mediación
determinadas circunstancias, etc.

- Aunque ello resulte extraño o increíble, en ocasiones, las partes arriban a un acuerdo verbal, “de palabra”, simplemente
porque confían en la palabra del otro. No necesitan establecerlo por escrito, ellas así lo desean, respetando los mediadores esa
voluntad.

El procedimiento de mediación detallado fue el que se aplicó en el caso que da origen al presente escrito.

Un tema fundamental en la mediación comunitaria es establecer quién puede ser mediador comunitario. La respuesta es
“cualquier persona”, con o sin formación previa, que reúna las condiciones del perfil requerido y que sea capaz de incorporar
los conceptos necesarios a través de la capacitación y ponerlos en práctica. Esto implica ocupar un lugar de referente en su
comunidad con amplia vocación de servicio. Debe ser alguien confiable y honesto, o sea que su trayectoria sea reconocida
desde la coherencia de sus actos y capaz de generar en las partes confianza tanto en el proceso de mediación como en sí mismo
y en el otro. Debe ser flexible, capaz de aceptar diferentes puntos de vista y mantenerse imparcial ante ellos. Debe ser paciente.
Paciencia significa esperar en paz, o sea que debe ser capaz de respetar el proceso de cada uno de los involucrados en el conflicto,
sus tiempos, no forzar soluciones mediante sugerencias, sino, por lo contrario, promover la reflexión y el protagonismo de las
personas en el tratamiento de sus conflictos. Obviamente, debe conocer la metodología de la mediación y sus herramientas
y ser capaz de aplicarlas en el proceso de facilitar la comunicación entre las partes. Muchas de estas condiciones del perfil
requerido para desempeñarse como mediador deben ser consideradas al momento de la selección de los participantes de
la capacitación. A tal fin, el equipo docente ha diseñado un instructivo para los convocantes, tarea clave para la posterior
adquisición de las herramientas. Esto se observa al momento de la evaluación de los mediadores comunitarios que es realizada
al finalizar el curso de entrenamiento, cuya aprobación es necesaria para pasar a la etapa de pasantía. Dicha evaluación se
basa en tres ejes: el actitudinal (vinculado al perfil), el conocimiento y la aplicación de las etapas del proceso de mediación y la
adquisición de las herramientas comunicacionales.

El mediador comunitario tiene que estar preparado para intervenir, no solo en el centro de mediación, sino en otros espacios
donde pueda ser requerido, algunos de ellos insólitos como han contado mediadores comunitarios de las distintas provincias:
la sede de un partido político, una plaza, un establo, una casa velatoria, entre otros.

La mediación comunitaria ha tenido un gran desarrollo en todo el país, y esto se debe principalmente a que da respuesta a
muchos conflictos que no tienen cabida en un ámbito judicial. Ninguna persona haría un juicio porque no le devuelven un
andamio de madera que le retuvieron luego de realizar un trabajo, o porque el perro del vecino le orina el felpudo que tiene en
la puerta, o el gallo le come los brotes de las plantas; pero muchos de estos conflictos, que algunos llamarían “menores”, han
escalado a situaciones de violencia que terminaron en muertes, o llevaron a alguien a mudarse de barrio.

Este equipo de capacitación promueve en la formación del mediador comunitario el trabajo en comediación. Esta práctica tiene
varias ventajas: por un lado, enriquece en gran medida el desarrollo del proceso de mediación con el aporte de dos miradas y
dos “escuchas”. También facilita los procesos proyectivos en los casos en que las partes sean de distinto género; aquí se tiene en
cuenta que el equipo de comediadores sea hombre-mujer. Además, puede considerarse el modo en que se conforme el equipo
en función de la temática planteada. Otra cuestión importante es la posibilidad de supervisión que ofrece el trabajar en forma
conjunta con otro mediador.

El abordaje del proceso de mediación en comediación ha sido muy bien recibido en todas las provincias donde el equipo

57
docente ha capacitado. Los centros de mediación comunitaria abiertos a partir de la capacitación brindada por el equipo
docente de la DNMyMRC desde 2000 han adoptado la forma de trabajo en comediación. Estos son los de: Catamarca, La Rioja,
Luján de Cuyo, Paraná, Corrientes, Posadas, Viedma, Allen, Bariloche, Puerto Madryn, Choele Choel, San Salvador de Jujuy, San
Juan y Santa Fe. En la provincia de Buenos Aires: Morón, Castelar, Palomar, Hurlingham, San Martín y Adrogué.

1.1. Fundamentos

Por distintas causas, desde hace décadas, las situaciones de violencia en la sociedad han ido en aumento. En tal sentido
hablamos no solo de violencia física, sino también de violencia psicológica, abuso de poder, acoso sexual y formas más sutiles
como la discriminación y la indiferencia.

Entre las manifestaciones más comunes encontramos: violencia entre vecinos, en las relaciones laborales, familiares, en las
escuelas, en las calles, en las relaciones de consumo.

Existen análisis privados recientes relativos a la violencia en las relaciones de consumo que arrojan conclusiones que podemos
extrapolar a nuestro ámbito. Refieren a un fenómeno detectado en diferentes sondeos al que han denominado como la
aparición de los “clientes bomba”, consumidores que “explotan” al enfrentarse a situaciones que antes eran normales, que
maltratan a los vendedores o a otros clientes y hasta los agreden físicamente. En tal sentido, explican que según las encuestas
realizadas el 70% de la gente no se quedaría callada frente a una situación que considere injusta o de maltrato cuando es mal
atendida.

En lo que concierne a conflictos colectivos, la ciudadanía plantea y reclama en forma permanente la intervención directa o
indirecta del Estado en sus distintas instancias. Se reclama cada vez con mayor vehemencia que dichas intervenciones actúen
en el plano preventivo.

Los derechos de los ciudadanos plasmados en la Constitución Nacional ya no son percibidos solamente como garantías jurídico-
formales, sino como derechos plenos y operativos que exigen efectiva realización material. Esto impone al Estado destinar
recursos técnicos, económicos y humanos, en articulación con la comunidad, para producir acciones encaminadas a vencer los
obstáculos con miras a la concreción de esos derechos.

En este contexto, se viene trabajando desde el Estado con acciones que permiten brindarle a la población herramientas para
el abordaje pacífico de resolución de las disputas. Se trabaja en ampliar la difusión de dichas metodologías, se contribuye a un
cambio cultural orientado a la asunción de responsabilidades, así como a la formación de personas, grupos e instituciones que
puedan actuar como agentes de cambio.

Esta concepción desemboca en una ampliación del concepto de acceso a la justicia, ya que, por un lado, permite mejorar
la oferta de posibles canales para la resolución de conflictos y, por otro lado, pone al alcance de los ciudadanos espacios
institucionales para abordar disputas y problemas en general que, por defecto, suelen terminar en situaciones de violencia.

Podemos decir que la utilización de metodologías como la mediación comunitaria ponen al alcance de la población vulnerable
medios concretos para la efectiva vigencia de su derecho de acceso a la justicia.

Por todo lo expuesto, la mediación en ámbitos comunitarios se constituye en una adecuada herramienta de abordaje de
distintos conflictos por los que atraviesa la población.

Lo descrito corresponde complementarse con la difusión y conocimiento de las distintas formas participativas de resolución de
conflictos, adecuando su desarrollo a los distintos contextos y realidades locales, capacitando recursos humanos y brindando
asistencia técnica para la puesta en marcha de proyectos en el sentido propuesto.

58
1.2. Antecedentes

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación fomentó, a partir de septiembre de 1990, la instauración de los
métodos alternativos de resolución de conflictos, poniendo especial énfasis en la mediación. Con dicho objetivo, se creó
por resolución 192 de la Subsecretaría de Justicia, el Programa Social de Servicio Jurídico y Formación Jurídica Comunitaria,
comprensivo de diversos centros, originariamente denominados de consulta, conciliación y arbitraje (cuatro centros ubicados
en los barrios de Liniers, Caballito, San Telmo y la Boca).

El programa comprendía: 1) asistencia jurídica gratuita, 2) difusión de los derechos ciudadanos en la comunidad y 3) mediación
comunitaria.

Los dos primeros contenidos mencionados complementaban otros desarrollos particulares y públicos sobre la materia. Ya
existían consultorios jurídicos gratuitos, pero el acercamiento de los ciudadanos a sus derechos elementales era una deuda
pendiente del Estado. Lo realmente novedoso era el tema de la mediación comunitaria. Con ese fin, se invitó al país a mediadores
de los Estados Unidos que capacitaron a un grupo de profesionales durante 1991 y 1992.

En 1994, el programa pasó a denominarse “Programa de atención jurídica comunitaria”, incorporado por resolución 213/94
en la órbita de la Secretaría de Asuntos Legislativos, con dependencia de la Dirección General de Política Legislativa y Atención
Jurídica Comunitaria.

En 1998 se creó el Plan Social de Asistencia Jurídica a la Comunidad, a través de la resolución ministerial 333, conformado por
los programas de mediación comunitaria, de protección jurídica a la comunidad, de capacitación a la comunidad en tareas de
asistencia jurídica y de difusión de los derechos de la comunidad.

En la misma línea, se creó en 2000 el equipo docente de la hoy Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos
de Resolución de Conflictos (DNMyMPRC), con los profesionales mediadores que venían desempeñándose en los centros de
mediación comunitaria y que contaban con formación como capacitadores.

Para cumplir con dicho objetivo, se profundizó el trabajo de promover y desarrollar la mediación escolar y comunitaria, así
como de otras técnicas y herramientas que posibiliten a la comunidad multiplicar la oferta de posibilidades de resolución de
conflictos.
El objetivo principal de la DNMyMPRC, al crear el equipo docente, fue y es:
- difundir las metodologías participativas de resolución de conflictos;
- fomentar en la población la utilización de metodologías pacíficas y dialogadas para resolver las disputas;
- formar, en todo el país, personas que puedan actuar como mediadores;
- fomentar la apertura de centros de mediación comunitaria en todo el territorio nacional que ofrezcan un servicio a la
comunidad en la que estén insertos.
Asimismo, actualmente se trabaja en la formación de alumnos mediadores a través de la capacitación del personal docente.

1.3. Conclusiones:

A partir del camino recorrido, de la experiencia propia en todo el país, de la observada en otros países, tomamos clara conciencia
de que este presente, complejo y globalizado, constituye un nuevo escenario que nos plantea el desafío de ponernos al frente
en el inicio de una nueva etapa, conocida por algunos como “Segunda generación en la resolución alternativa de conflictos”.
Dicho contexto nos reclama asumir el papel y la responsabilidad de perfeccionar nuestra capacitación para gestionar los
conflictos públicos -cuya magnitud excede a aquellos otros que han encontrado eficaz tratamiento a través de la mediación
o el arbitraje, por ejemplo. Esta gestión debe hacerse con el apoyo de los procedimientos más modernos y adecuados para
garantizar la efectiva participación de los actores sociales involucrados. Todo ello con miras a buscar el consenso de todos los
participantes.
Estamos convencidos de que la mediación ayuda notoriamente a entender y, eventualmente, resolver los conflictos
humanos interpersonales, ejercitando y resaltando valores esenciales como la solidaridad y la cooperación.

59
Partiendo del presupuesto de que los conflictos interpersonales son coconstruidos entre los involucrados, se imponen valores y
acciones tales como la unión, la ayuda mutua, la comprensión y el ponerse en el lugar del otro; todo ello en clara contraposición
al individualismo y a la competencia sin límites. No solo estamos hablando de un nuevo modo de gerenciar conflictos, estamos
cambiando nuestra manera de ver el mundo y los enfrentamientos que en él se pudieran dar, estamos hablando de una sociedad
más solidaria y pacífica.
En definitiva, aspiramos a que la resolución pacífica de conflictos se convierta en un indispensable instrumento de cambio social
y cultural.
Para lograr dichos objetivos, es fundamental continuar con el compromiso del Estado en la realización de acciones concretas,
que se traducen en programas sociales dirigidos a la capacitación en estrategias pacíficas de resolución de conflictos; siendo
los destinatarios de la capacitación y del servicio de mediación la población en su conjunto, lo que involucra distintos niveles y
actores sociales (como la escuela, el club, la iglesia, las ONG, etc.).
Creemos que esta labor de difusión promoción e instalación de metodologías participativas, con la plataforma inclusiva en
materia de políticas públicas, contribuirá decisivamente a la compleja tarea de construir entre todos una sociedad justa,
equitativa y solidaria.

ANEXO I
Actividades realizadas:

Desde el inicio de las actividades en 2000 y hasta 2011, se han dictado 144 cursos de capacitación en todo el país (a un
promedio de 12 cursos por año, incluido el presente).

Se ha trabajado en 57 localidades de 20 provincias de la Argentina (a un promedio de 2 localidades por provincia, además de


varios destinos de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).

Se dictan, en promedio, 500 horas anuales de capacitación (a un promedio de 45 horas mensuales, incluyendo viajes al interior
y cursos en la Capital, el conurbano y en la propia sede de la Dirección Nacional y/o del Ministerio de Justicia).

Se han formado a 2.250 mediadores (a un promedio de 25 mediadores por cada uno de los 90 cursos) y a 1.620 personas (a un
promedio de 30 asistentes por cada uno de los 54 cursos) capacitadas en herramientas para la prevención y el abordaje de conflictos.
Como resultado de nuestra labor se han abierto en el país 18 centros de mediación. Para ello fue de vital importancia el impulso
de la asistencia técnica brindada a provincias y municipios.
La Asistencia Técnica para la Creación de Centros de Mediación en ámbitos comunitarios se diseñó con el propósito de dar
respuesta a las necesidades de las instituciones que habían obtenido la capacitación de los recursos humanos y proyectaban la
apertura de un centro de mediación.

Atendiendo al referido propósito, se trabajó en:

La planificación del proceso de gestión y administración del centro de mediación. Esto es, la estructura interna del centro que
se propone a partir del modelo que exhibe el propio Ministerio.
- La previsión en materia de recursos humanos y la capacitación requerida.
- Las cuestiones referidas a las formas de financiamiento de una iniciativa de estas características.
- El relevamiento de las redes sociales existentes en el lugar.
- La inserción de la institución con la que se proyecta trabajar.
- La inclusión del centro en la proyectada Red Federal de Centros de Mediación en ámbitos comunitarios del Ministerio de
Justicia.
-La planificación de la evaluación y el monitoreo del proyecto referido.

Esta asistencia técnica se implementa a través de:


• El dictado de una capacitación que aborda en forma práctica y sistematizada los conocimientos profesionales referentes
a proyectos sociales (dado que así es entendida y abordada la implementación de centros de mediación comunitaria) y la
experiencia adquirida por la gestión de los propios centros del Ministerio de Justicia.
60
• Los contenidos abarcan todos los temas relacionados a la creación y gestión de un centro de mediación comunitaria, así como
la documentación necesaria a tal efecto, tales como modelos de actas de mediación, citaciones para la convocatoria de las
partes, estadísticas, etc.
• El acompañamiento y asesoramiento continuo por parte del equipo de capacitación en cada una de las etapas de constitución
de cada centro de mediación en cualquier lugar del país.

Localidades donde San S.


de Jujuy

se dictaron cursos de San F. del


Salta

Posadas
Valle de Tucumán
Mediación Catamarca
Santa
Corrientes
La Rioja
Comunitaria San
Juan Río
Fe
Rosario
Paraná
El
Cuarto
Trébol
Mendoza Morón
Luján de San Martín
William Ciudad de
Hurlingham
Cuyo Santa Villa Tesei
Morris Buenos Aires
Palomar
Neuquén Rosa
Haedo
Castelar
Ituzaingo Adrogué
Zapala
Viedma
Allen
Gral. Roca
Bariloche
Pto.
Madryn

Santa
Cruz

Localidades que San S. de


Jujuy

poseen
Centros de Mediación Posadas

Comunitaria con La Rioja


El Trébol
Asistencia Técnica del San Juan
Rosario
Río Santa Fe
MJSyDH Cuarto Paraná

Luján
Pto. Madryn, Viedma, Catamarca, De Ciudad de Buenos
Municipalidad Gral. San Martín, Posadas, Cuyo Aires
Allen, Sta. Fe –Defensoría del Pueblo, Neuquén
San Martín
Zapala
Municipal. El Trébol-Sta. Fé, San Carlos de
Gral. Roca
Bariloche , Gral. Roca, Luján de Cuyo, Viedma
proximamente Corrientes, Santa Rosa y Allen
Bariloche
Posadas.
Pto. Madryn

Centros Accesos a Justicia Santa Cruz

Ciudad de Bs. As., Santa Fe, Rosario ,


Córdoba y Santa Cruz

61
ANEXO II
Propuestas de capacitación

A tales fines, el equipo docente propone y ofrece:


1) Capacitación a gobiernos de provincia, municipios, ONG e instituciones públicas o privadas en mediación comunitaria.

2) Capacitación en otros métodos de resolución de conflictos e incorporación de diferentes estrategias y herramientas que
posibiliten a la comunidad dar solución a numerosas problemáticas y situaciones, para las cuales a menudo no se encuentra el
cauce institucional adecuado.

3) Capacitar docentes y directivos en herramientas de comunicación para prevenir situaciones de violencia y mejorar la
convivencia escolar.

4) Asistencia técnica destinada a la creación, establecimiento, organización e inserción institucional de centros de mediación
comunitaria.

5) Colaboración institucional e información en actividades académicas, de formación y de difusión relacionadas con la temática
de resolución de conflictos.

6) Capacitar a docentes y directivos como agentes-educadores para la paz.

7) Capacitar a alumnos como “agentes de la paz” (mediadores).

8) Apoyar y acompañar a los educadores de la paz en la elaboración del programa que implementarán con los niños y
adolescentes que quieran ser “agentes de la paz” (mediadores).

Muchas de las propuestas referidas se concretan en la realización de cursos como los siguientes:

A.- Mediación comunitaria


Este curso está dirigido a capacitar a ciudadanos, profesionales o no, para desempeñarse como mediadores comunitarios con
capacidad para intervenir en conflictos de diversa índole (familiares, comerciales, relacionales, problemáticas vecinales, tales
como: medianería, ruidos molestos, cuestiones consorciales, relaciones de convivencia, etc.), teniendo como finalidad resolver
las dificultades que se suelen presentar para el acceso a la justicia de aquellas cuestiones que, normalmente, quedan al margen
de tal posibilidad por factores tales como: costos, tiempo, intereses profesionales, etc.

Los mediadores que se capaciten para trabajar en estos centros de mediación comunitaria deben ser referentes barriales que
gocen del reconocimiento de la comunidad a la que pertenecen, dispuestos a difundir la mediación comunitaria como una
forma diferente para la resolución pacífica de los problemas que afectan la convivencia cotidiana.
Deberán tener la capacidad de adaptar con ductilidad el método aprehendido a las características del medio donde actúen,
debiendo comprender los intereses de las personas que estén en disputa. En virtud de lo relatado, se destaca la importancia
que tiene para el éxito del proyecto la selección de los destinatarios del curso.
La etapa de pasantías se realizará una vez que el centro esté inaugurado, observando y participando en los casos que allí se
presentaren. A tal fin, se ofrece asistencia técnica, cuyas características y finalidades se detallan en esta propuesta.

B.- Asistencia técnica para la creación de centros de mediación


El curso de Asistencia Técnica para la Creación de Centros de Mediación ha sido diseñado con el objetivo de formar a aquellas
personas que tendrán a cargo la puesta en marcha de un centro de mediación en ámbitos comunitarios, así como centros de
mediación prejudicial.

Está dirigido a personas con cualidades de conducción que asuman la responsabilidad de coordinar, acompañar y supervisar las
actividades a desarrollar para la puesta en marcha del centro.
Es recomendable (no excluyente) que el grupo seleccionado haya cursado el ciclo introductorio de mediación o tengan
conocimiento de los elementos conceptuales de la mediación y/o los métodos alternativos de resolución de conflictos.
La tarea se complementa con el seguimiento y supervisión del centro en funcionamiento, acompañando a los mediadores en
su diaria labor e intercambiando opiniones y experiencias.
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C.- Herramientas de la comunicación
Con esta propuesta se propone dar respuesta a todas aquellas instituciones (gubernamentales o no) que, no teniendo como
objetivo la creación de centros de mediación, requieren la formación de sus recursos humanos en aspectos comunicacionales,
negociales y conversacionales, con el objetivo de tener un abordaje preventivo y eficaz de los conflictos a los que se encuentren
sometidos por su diaria labor.

La propuesta se concreta en cinco cursos:

C.1.- La comunicación eficaz como instrumento de paz social


Está destinado a cualquier persona interesada en adquirir nuevas herramientas para manejarse en situaciones de conflicto,
sumando a aquellos que, teniendo formación en mediación, les interese incorporar nuevos conocimientos para enriquecer el
desarrollo y la práctica del rol mediador.

C.2.- ¿Cómo negociar en ámbitos comunitarios?


En este curso se brindan conocimientos prácticos y teóricos que le permitan al vecino cambiar la perspectiva de “gane todo
o pierda todo” que habitualmente se tiene frente a los conflictos, por una visión que permita “desarrollar beneficios mutuos
o colectivos” y percibir el conflicto como una oportunidad de cambio. Los participantes de la capacitación se incorporan a un
esquema de negociación racional como una herramienta eficaz para la resolución de sus conflictos.

C.3.- Estrategias y técnicas para abordar conflictos


Este curso está dirigido a aquellas personas que sean agentes de la administración pública o que trabajen en ámbitos de
atención al público en general que estén interesadas en adquirir las técnicas necesarias para la detección e identificación de
conflictos y sus implicancias comunicacionales, elaborando las estrategias más adecuadas para su tratamiento, ya sea dentro
del contexto institucional en que se desempeñan o fuera de este.

C.4.- ¿Cómo conversamos cuando estamos en problemas?


Cualquier persona interesada en entender cómo nos manejamos en situaciones de conflicto puede asistir a este curso para,
a partir de allí, mejorar y perfeccionar la manera de abordaje de aquellas. Pero también está pensado para quienes, teniendo
formación en mediación se interesen por incorporar nuevos conocimientos para su práctica mediadora, y aquellos que hubieren
concluido los cursos de entrenamiento y/o instancias ulteriores y los que hubieren cursado la especialización en mediación
comunitaria.

C.5.- La pregunta como herramienta. ¿Cómo y para qué preguntamos?


Este curso ha sido pensado como formación continua para quienes recibieron capacitación en mediación o en técnicas de
comunicación y que tengan interés en profundizar las habilidades necesarias para poner en práctica la herramienta de la
pregunta, también para aquellos que hubieren concluido los cursos de entrenamiento y/o instancias ulteriores y los que
hubieren cursado la especialización en mediación comunitaria.

D.- Técnicas de negociación para agentes de seguridad


Curso diseñado para agentes de las fuerzas de seguridad (policías, personal de gendarmería, prefectura, Servicio Penitenciario
Federal, etc.) con el objetivo de brindar herramientas de negociación para la resolución de conflictos que puedan presentarse
en la actividad cotidiana. Asimismo, incorpora elementos de negociaciones complejas (por ejemplo: negociación con rehenes)
con el objeto de conocer el proceso de intervención de los equipos especiales y así poder aplicar medidas previas, tanto para
la prevención en la comunidad como para el abordaje específico del caso.

E.- Herramientas de negociación en ámbitos gremiales


Este programa procura que los participantes incorporen una visión diferente acerca de la forma de resolver los conflictos, ya
sea que dichos conflictos los ubiquen en el lugar de partes o que deban actuar como terceros imparciales. Se pretende que los
participantes adopten, culturalmente, la negociación como un medio pacífico y natural de solucionar conflictos.

63
Se identifica como objetivo que los participantes profundicen sus conocimientos teóricos y prácticos para negociar eficazmente
en ámbitos gremiales.

Los ámbitos laborales constituyen una fuente inagotable de relaciones humanas, producto de las cuales pueden derivarse
situaciones de conflicto.
Sabemos que los representantes gremiales comparten el escenario laboral con el resto de los trabajadores y este componente
relacional muchas veces potencia la dificultad para encontrar la solución de los problemas.

F.- Programa de promoción de la mediación en la comunidad educativa

La mediación es un procedimiento de resolución pacífica de los conflictos que integrado en un programa de educación para
la paz se convierte en una poderosa herramienta de cambio social en donde se involucra a niños y adolescentes, a miembros
de toda la comunidad escolar y a la sociedad en general ya que los alumnos, junto con docentes y padres, se convierten en
poderosos agentes de divulgación y transformación.

Este proyecto propicia que sean los docentes los que formen a los alumnos como mediadores, a la vez que encuentra su
fundamento en algunos supuestos fácticos:

• Los métodos alternativos de resolución de conflictos constituyen una respuesta efectiva y realista a una necesidad social
imperante.

• Los destinatarios principales (niños y adolescentes) son altamente permeables a estos nuevos modos de estar en el mundo.

• Se propicia el desarrollo de cualidades tales como la cooperación, tolerancia, aceptación de la diversidad, flexibilidad,
creatividad, solidaridad, responsabilidad de los propios sentimientos y actos.

• Este estilo de comunicación y de resolución de conflictos es aprehendido con suma facilidad por niños y adolescentes.

•Este programa puede aplicarse desde la educación inicial hasta el nivel polimodal.

Con la implementación de un programa de mediación entre pares, los alumnos adoptarán nuevas actitudes en la resolución de
conflictos que trasladarán a otros ámbitos. Basado en ello es que un programa de mediación entre pares debe incluir un trabajo
con los padres.

La propuesta se concreta en dos cursos:

F.1.- Técnicas de facilitación de la comunicación y prevención de situaciones de violencia


Está dirigido a docentes, directivos, padres y miembros de la comunidad educativa.
La metodología aplicada es la de taller. Se desarrolla a través de experiencias y ejercicios, utilizando técnicas de role-playing,
juegos, dramatizaciones, videos, cuentos, etc.
Se promueve que los cursantes integren una nueva mirada sobre el conflicto. Se profundiza en los aspectos comunicativos
propios de las situaciones conflictivas. Se trabaja con los cursantes los pilares de la prevención de la violencia aproximándolos
a la negociación colaborativa.

F.2.- Técnicas de facilitación de la comunicación y mediación escolar


Este curso está dirigido a docentes y directivos de todos los niveles.
Se divide en tres módulos:
- Primer módulo: está destinado a la capacitación de los cursantes. Se trabaja en capacitar a los docentes en contenidos propios
de la negociación y la mediación; se procura elaborar, junto con los docentes, proyectos áulicos para trabajar contenidos
propios de la educación para la paz, mediación y negociación con los alumnos; se diseñarán proyectos de implementación de

64
la mediación en la escuela y propuestas de talleres para otros docentes o padres u otros miembros de la comunidad educativa;
se propone conformar una red de educadores para la paz para facilitar el apoyo mutuo entre docentes.
Los docentes asumirán el compromiso de implementar el proyecto de educación para la paz y mediación escolar en la
institución.
Los directivos del establecimiento brindarán el apoyo necesario para que los docentes y los alumnos puedan realizar las
actividades propias de la formación general y práctica de la mediación.
- Segundo módulo: está destinado a la evaluación de los proyectos realizados. Aquí se evalúa la capacitación brindada por los
docentes y la implementación de los programas elaborados en el módulo anterior.
Se extenderá el certificado de “Formador de alumnos mediadores” a los docentes que hayan capacitado a un grupo de alumnos
como tales. Una vez otorgados los certificados a los docentes, a su vez ellos podrán otorgar a sus alumnos los certificados de
“Alumnos mediadores”. Se extenderá un certificado de “Educador para la paz” a los docentes que hayan implementado un
programa o proyecto de educación para la paz con alumnos, padres, docentes u otros miembros de la comunidad.

- Tercer módulo: está destinado a espacios de tutoría. Aquí se realiza, junto con los docentes, un seguimiento de las actividades
de los niños mediadores. En esta última etapa se propicia que los docentes formados puedan comenzar a dictar cursos de
educadores para la paz a sus colegas. El módulo se completa con el dictado, junto con los docentes, de un nuevo curso de
capacitación como última etapa de formación.

65
PROMOCIÓN DE LA MEDIACIÓN EN
LA COMUNIDAD EDUCATIVA1

La sociedad, en tanto conjunto de individuos que comparten una cultura con conductas y fines que les son propios
y que interactúan entre sí para formar una comunidad, se encuentra en situación de cambio y revisión constante.
Esto produce con frecuencia un abanico variado de conflictos sociales. La escuela, como parte integrante de esa
sociedad, no permanece ajena a tal problemática debido a la pluralidad de actores que la conforma, cada uno de
ellos con una mirada propia del conflicto, de su abordaje y de su resolución.

La violencia como fenómeno presente en la sociedad también se manifiesta en la escuela. La intolerancia, la


discriminación, las dificultades de comunicación se trasladan al aula y a toda la comunidad escolar. La crisis social y
familiar hace que la escuela asuma funciones que históricamente no le estaban asignadas y los recursos que antes
se usaban para trabajar con niños, jóvenes y familias actualmente son insuficientes. Consideramos que esta crisis es
oportunidad para un cambio, que resulta indispensable volcar nuestros esfuerzos para brindarles a los docentes una
capacitación que les permita incorporar nuevas modalidades en el abordaje de las situaciones conflictivas. Desde
nuestra experiencia concreta, podemos afirmar que el conflicto -mirado desde su fase constructiva- nos brinda y
enriquece sus aspectos y valores positivos.

La mediación, la negociación, la facilitación, el diálogo colaborativo, son procedimientos de resolución pacífica de


los conflictos que, integrados a un programa de Educación para la paz, se convierten en una poderosa herramienta
de cambio social, en donde se involucra a niños, adolescentes, miembros de toda la comunidad escolar y a la
sociedad en general, ya que los alumnos, junto con docentes y padres, se convierten en poderosos agentes de
divulgación y transformación.

Este programa, a través de su espacio de capacitación, constituye un importante trabajo preventivo y formativo, tanto
a nivel individual como colectivo. Busca a través de sus objetivos generales preservar las relaciones interpersonales
sobre la base de los propios valores educativos, fomentar la toma de decisiones responsables, el cumplimiento de
los acuerdos y compromisos celebrados por parte de todos los participantes de este proyecto.

El equipo de capacitación de la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos


(DNMyMPRC) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación promueve y sostiene los principios de
los métodos participativos de resolución de conflictos en el ámbito escolar. Estos principios propician que sean los
docentes -luego de capacitarse- los que formen a alumnos mediadores. Para ello, les aportamos técnicas que les
permitan aliviar los conflictos dentro del aula pero, por sobre todo, que puedan enseñar a los chicos a resolver sus
conflictos de manera no violenta, colaborativa, tomando en cuenta a todos los participantes, no solo para hoy o
mañana, para su estadía en la escuela, sino para su vida fuera de la escuela, presente y futura.

Es necesario que los mismos docentes aprendan a percibir, manejar y resolver sus problemas de manera diferente a
la que habitualmente lo venían haciendo. Para lograrlo, utilizamos juegos, dinámicas, actividades y teoría, creando
un espacio de confianza, alegría y trabajo que les permite probar cosas diferentes, animarse a equivocarse. Todo ello
con la intención de incidir de manera definitiva en la transformación social.

Uno de los principales puntos que proponemos es crear comunidad. A través de distintas dinámicas, fomentamos
que trabajen el conocimiento mutuo y que se reconozcan como parte del grupo y de la comunidad escolar. Para que
entre ellos dejen de ser “alguien que vi” en un curso, que se conozcan personal y profesionalmente (ese alguien
tiene un nombre, tiene tantos hijos, es maestra de tal escuela, sus problemas son similares a los míos, etc). Esto se
logra a través de muchos pequeños encuentros, en los que vamos logrando armar una matriz o red de personas. Ese
es uno de los fundamentos de la Educación para la paz.

Creemos firmemente que para construir ambientes pacíficos y propicios que permitan el crecimiento de todos sus
miembros, es primordial capacitar a toda la comunidad en los conceptos y habilidades básicas de comunicación,
abordaje y resolución de conflictos y promover valores claves como la cooperación, la comunicación, el respeto a
la diversidad, así como la responsabilidad y la participación. Hoy podemos afirmar que quienes han trabajado con
nosotros, a lo largo de todos estos años, han tomado la responsabilidad participando del proyecto de alumnos
mediadores, dándoles a estos herramientas fundamentales para que sean los promotores y los protagonistas del
cambio.
1
Equipo docente DNMyMPRC: Blumett, Silvana; Castelanelli, Patricia; Lapasset, Andrea; Markus, Miriam; Munné Bonilla, Enrique; Nemesio,
Rodolfo; Notario, Graciela; Paulero, Rosaura; Prezioso, Daniel, y Saavedra, M. del Rosario.
67
Por eso, cuando hablamos de mediación escolar, estamos hablando de un proceso en el que los alumnos son los
protagonistas. Los alumnos (mediadores y partes del conflicto) son activos participantes de esa situación, están
entrenados para escuchar de manera diferenciada y facilitar el diálogo entre sus pares para iniciar procesos de
resolución de conflictos en forma pacífica, evitando agresiones y actos de violencia.

El proceso de mediación es voluntario y confidencial, no se busca culpabilidad o inocencia.

En el proceso de resolución de conflictos se vivencian situaciones que involucran no solo la racionalidad de los
estudiantes sino también sus emociones. La experiencia vivida favorece el desarrollo de habilidades sociales de
comunicación, facilitando el entendimiento entre los pares. Los principios y compromisos de los estudiantes para
la mediación se pueden resumir en la disposición a resolver el conflicto, a decir la verdad, aprender a escuchar
sin interrumpir, ser respetuoso/a con sus compañeros/as, no burlarse, ni pelear y realizar efectivamente lo que se
comprometen a hacer.

Los docentes y no docentes que han participado de este tipo de experiencias dan cuenta de la utilidad y la aplicabilidad
en sus lugares de trabajo. Los alumnos mediadores adquieren un espacio como promotores de entendimientos,
dentro y fuera de la mediación. En muchas oportunidades comienzan a participar de otros proyectos solidarios y
pacíficos. Asimismo, trasladan ese aprendizaje a la comunidad, el club, el barrio, la iglesia, etc.

Propuesta didáctica

La problemática que se pretende abordar en esta capacitación está íntimamente ligada a las interacciones personales
que se desarrollan cotidianamente en la institución escolar. Muchas veces estas acciones no son plenamente
conscientes y responden, más que a decisiones didácticas o pedagógicas, a modos personales de abordar las
situaciones. Es por esto que la metodología aplicada es la de taller. Se desarrolla a través de experiencias y ejercicios,
utilizando técnicas de juegos de rol, dramatizaciones, videos, lectura de cuentos, etc. La adquisición de conceptos
y habilidades se profundiza desde la experiencia, por este motivo, el material bibliográfico y fundamento teórico se
trabajan a medida que transcurre el taller, como herramientas que permiten el análisis, debate y construcción de
andamiajes para la acción adecuada. La necesidad de realizar diseños de implementación en las escuelas los obliga
a realizar nuevamente este ejercicio en la institución educativa en la cual se desempeñan.

Llevar a la práctica estas tareas requiere una capacitación específica que se brinda en este proyecto, constituyéndose
en un espacio preventivo y formativo, tanto a nivel individual como colectivo.

Esta propuesta suma a la perspectiva teórica el fundamento que nos permite conocer y operar en la realidad un
aspecto práctico de vivencia para que los miembros de la escuela sean capaces de reconocer sus estilos habituales,
encontrar sus propios recursos pacíficos y sumarlos a una concientización sobre los efectos de la violencia en la
formación de las personas.

Es por ello que una de las prioridades de la DNMyMPRC es difundir estos métodos de resolución de conflictos en el
ámbito escolar, a fin de convertir a los integrantes de la comunidad educativa en multiplicadores de las herramientas
de prevención de la violencia.

El equipo de capacitación ha confeccionado materiales que les facilitan a los docentes la implementación de los
programas de alumnos mediadores en las escuelas. Este material se organiza en tres ejes y un cuadernillo. En el eje
1, “Entendiendo el conflicto”, nos acerca una nueva mirada del conflicto, imprescindible para construir una solución
pacífica. La temática que aborda incluye el conflicto, su naturaleza, su abordaje y sus elementos constitutivos. El eje
lo completa el tema de percepción y cuenta con material teórico y ejercitación práctica. En el eje 2, “Previniendo
el conflicto”, se plantean muchos de los conceptos que debemos abordar para la prevención de la escalada o la
violencia en los conflictos. Se abordan básicamente la cooperación, la flexibilidad, el reconocimiento y manejo de
emociones y la comunicación. Se brinda en este eje material teórico y práctico para que los docentes incorporen
herramientas que les permitan llevar a la práctica los temas abordados. En el eje 3, “Resolviendo el conflicto”, se
trabajan los métodos de resolución de conflictos, especialmente, la negociación colaborativa y la mediación.

En este último eje los temas centrales abordan la negociación colaborativa y la mediación, con casos prácticos, que
refieren a situaciones que se plantean habitualmente en la comunidad educativa y que acercan la temática a la
realidad concreta, siendo este el objetivo primordial de este curso. El cuadernillo resulta una guía que le facilita al
docente la implementación de proyectos de educación para la paz y programas de alumnos mediadores.
68
Acciones realizadas:

Desde junio de 2000 trabajamos con gobiernos provinciales y municipales, fundaciones, organizaciones no
gubernamentales y otros organismos para promover el uso de la mediación, negociación y técnicas de facilitación
de la comunicación en la prevención de la violencia y la resolución pacífica de conflictos en el ámbito escolar.

Destinos en los que se han dictado cursos:

Provincia de Buenos Aires: Tandil, Morón, Gral. Rodríguez, San Miguel, Santos Lugares, Los Polvorines, Hurlingham,
San Isidro, San Martín, Pilar, San Nicolás, Boulogne, Longchamps, Lanús, Lomas de Zamora, Bella Vista, Almirante
Brown, Villa Gesell, Dolores, Pinamar, Madariaga.

Camatarca: San Fernando del Valle de Catamarca

Chubut: Puerto Madryn

Ciudad de Buenos Aires: Conforme a las competencias que incumben al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
de la Nación, a efectos de poder brindar capacitación en la ciudad de Buenos Aires, se han realizado acuerdos
con instituciones educativas públicas de gestión privada, con un alto nivel de subsidio estatal. En base a dichos
acuerdos, se realizaron capacitaciones en las siguientes instituciones: Colegio Nuestra Sra. del Milagro, Instituto
Inc. Colectividad Helénica, Instituto Ntra. Sra. del Buen y Perpetuo Socorro, Nuestra Sra. de los Remedios, León XIII,
Nuestra Sra. de Lourdes, Instituto Social Militar “Dr. Dámaso Centeno”.

Corrientes: Goya, Curuzú Cuatiá.

La Rioja: Ciudad de La Rioja.

Mendoza: Ciudad de Mendoza, San Rafael.

Misiones: Posadas, Alem.

Río Negro: Bariloche, Cipolletti, Roca, Viedma, San Antonio Oeste, Allen.

Tierra del Fuego: Ushuaia, Río Grande.

Santa Fe: El Trébol, Santa Fe capital.

Entre Ríos: Paraná.

Salta: Salta.

Estos cursos fueron dictados a través de convenios con municipios, gobiernos provinciales, jefaturas distritales,
organizaciones de la sociedad civil como la Fundación Serpaj, Asociación Argentina Femenina Carmelitana,
Institución Salesiana Asociación Civil, Universidad del Litoral, Universidad Autónoma de Entre Ríos.

Total de personas capacitadas: 4.739

Localidades donde
se dictaron cursos San F. del
Valle de
Salta
Posadas

de Mediación Catamarca San Miguel de


Alem
Curuzú
Tucumán Cuatiá

Escolar
La Rioja Santa Fé Goya
El Trébol
Villa Carlos
*Provincia de Buenos Aires Paz Paraná
Mendoz
Cdad. De
San Isidro San Martín a
San Buenos Aires
Lognchamps Hurlingham rafael *Provincia de
Pilar Villa Tesei Buenos Aires

Boulogne Morón Viedma

Lomas de Zamora Adrogué General Roca


Bariloche

Lanús San Miguel Cipolletti


San antonio
Allen
San Nicolás Villa Gesell oeste

Bella Vista Los Polvorines Pto.


Santos Lugares Madryn
Gral.Rodriguez
Dolores
Tandil Pinamar-
Alte. Brown Gral. Madariaga
Dolores Usuahia
Rio Grande

69
Otras actividades desarrolladas por el equipo de capacitación en mediación escolar:

• Más de 400 alumnos mediadores de todo el país se reunieron en Puerto Madryn en su primer encuentro nacional,
organizado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Se realizaron numerosos talleres donde participaron
alumnos, docentes, directivos, supervisores, formados en su mayoría por el equipo de capacitación.

• Dictado de talleres para coordinadores de viajes estudiantiles, actividad conjunta con el Ministerio de Turismo de
la Nación y la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico
(Sedronar).

• Evaluación de abogados aspirantes a mediadores prejudiciales.

• Dictado de cursos para mediadores prejudiciales.

Con relación a esas actividades, nos gustaría consignar que en 2004, en Puerto Madryn, provincia de Chubut, el
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación organizó y llevo a la práctica, a través de su cuerpo docente,
el Primer Encuentro Nacional de Alumnos Mediadores, encuentro que fue declarado de interés nacional por el
presidente Néstor Kirchner y por el Honorable Senado de la Nación. Allí, durante más tres días, 400 alumnos de
todo el país, pertenecientes a diferentes instituciones educativas, compartieron sus experiencias sobre la aplicación
de la mediación y qué significaba para ellos ser mediadores en su comunidad educativa. En esa oportunidad, se
trabajó en talleres en los que participaron, por un lado, alumnos, y por otro, docentes, directivos y supervisores,
formados mayoritariamente por el cuerpo docente en mediación escolar de este ministerio. En esa oportunidad
colaboraron con el Ministerio diversos funcionarios de las provincias que participaron del encuentro, provincias
tales como Chaco, Corrientes, Río Negro, Mendoza, Chubut, Tierra del Fuego, Catamarca y Buenos Aires. La temática
desarrollada tuvo también el apoyo y auspicio de diversos organismos, públicos y privados, entre ellos Unicef,
organismo que colaboró con la difusión de los derechos civiles de los niños, niñas y adolescentes. Los chicos una vez
más no dejaron de sorprendernos, ya que su mirada de cómo abordar los conflictos entre pares es única y propia.
Durante el encuentro, los chicos se conocieron, se integraron e intercambiaron las diferentes experiencias llevadas
adelante en sus respectivas provincias. Nos dieron sus testimonios y nos dejaron sus conclusiones. Testimonios y
conclusiones que se asemejan a las que hemos podido relevar a lo largo de nuestro trabajo y que consignamos a
continuación:

• Disminución del nivel de violencia escolar en las relaciones entre los pares.

• Confianza de los docentes hacia los mediadores, en la capacidad para facilitar la resolución de conflictos.

• Disminución de la cantidad de alumnos expulsados. Reducción en la cantidad de  sanciones.

• Se ha observado una mayor integración entre alumnos. 

• Reconocimiento del espacio del alumno.

• Mayor diálogo. Con la incorporación del proyecto en la escuela se logra una progresiva aceptación de la
diversidad. Los cambios se perciben en cuestiones que exceden las situaciones de conflicto.

• Los conflictos mediados no registran reincidencia.

• Los chicos incorporan en toda su dimensión la mediación, internalizando los conceptos y actitudes propias de un
mediador.

• Se evidencia que la sanción no cumple una función reparadora de los vínculos.

• Mayor fortalecimiento de los vínculos.

• La inserción de la mediación en la escuela está directamente relacionada con el grado de difusión.

• Se genera orgullo en el cumplimiento de la tarea como mediador.

• También se produce una mayor comunicación entre las distintas escuelas.

• Los docentes sienten que aprendieron a escuchar mejor a sus niños.

• Incorporaron  nuevas herramientas y estrategias, para trabajar cotidianamente en el aula, que les sirven para
prevenir situaciones de violencia.

70
• Los grupos de alumnos que tomaron el curso cambiaron la conducta positivamente.

• Se aplican menos sanciones disciplinarias.

Con relación a los docentes, las conclusiones fueron las siguientes:

• La implementación del programa de alumnos mediadores en los distintos establecimientos educativos mejora el
vínculo entre los docentes, entre docentes y niños y  entre los propios alumnos.

• Sentían que aprendieron a escuchar mejor a sus niños.

• Incorporaron nuevas herramientas y estrategias para trabajar cotidianamente en el aula, que les sirven para
prevenir situaciones de violencia.

• Los grupos de alumnos que tomaron el curso cambiaron la conducta positivamente.

• Se aplican menos sanciones disciplinarias.

• Tienen pedidos de talleres por parte de los padres, porque ellos sienten que les falta manejo de herramientas
comunicacionales, a efectos de mejorar el vínculo con sus hijos.

• Pedidos de capacitación por parte de docentes que por cuestión de cupo no pudieron participar de la
capacitación.

• Incorporación del programa al Proyecto Educativo Institucional (PEI), trabajando la educación para la paz como
eje transversal en las diferentes áreas y ciclos (inicial, EGB1, EGB2, EGB3 y polimodal).

• Pedidos de capacitación por parte de los concurrentes de algunas provincias que no han sido capacitados por el
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

Testimonios de docentes y alumnos

• Conflicto: Discusión entre dos compañeras de 1º año del Polimodal.

• Relato de las alumnas mediadoras: “Mi nombre es Emilia y mi compañera de mediación es Verónica. Nuestra
primera mediación fue hace un año y medio. No fue muy fácil al comienzo, pero con paciencia y comprensión
logramos que ambas partes limaran asperezas y que cada una quedara satisfecha con lo obtenido.

• “Para las partes y para nosotras todo era nuevo y extraño, en ningún momento dudamos de lo que decimos o
queríamos que ellas entendieran. Al principio la tensión nos preocupó, sabíamos que eso debía pasar, ya que cada
parte se cerraba en lo que pasaba y no dejaban que tratáramos de calmarlas.

• “El tiempo fue transcurriendo. Por instantes pensamos que debíamos esperar un poco, volverlas a citar cuando
se sintieran más relajadas, pero las tensiones se fueron distendiendo y cada parte empezó a aceptar e intentar
escuchar la versión que la otra persona tenía sobre lo ocurrido entre ambas.

• “Paulatinamente y casi sin darse cuenta empezaron a decirse cosas tan lindas que nadie hubiese pensado que
habían estado distanciadas. Para concluir y como broche de oro se dieron un abrazo que hasta a nosotras nos
emocionó.

• “Las felicitamos por el gran paso que habían dado en su crecimiento como personas, lograr pronunciar la palabra
perdón y aceptar que nos hemos equivocado es difícil, cuesta mucho pero estas personas lo hicieron. La satisfacción
que colmó nuestros corazones fue inmensa, este desafío fue una experiencia que nos ayudó a comprender lo
importante del diálogo. Saber que colaboramos en salvar o ayudar a salvar una relación de amistad es algo que nos
alegra, cada uno llega a este mundo con una misión o varias de estas, una ya hemos concluido y qué bien se siente
uno en haber colaborado en la construcción de un mundo más pacífico y solidario.

• “Nosotras pudimos hacerlo y esperamos seguir por este camino que nos ayuda también a ver la realidad de una
manera más objetiva.”

71
Testimonio de una docente

• “La mediación me permitió conocer un mundo nuevo, me enseñó a expresar el malestar que a veces sentimos
y que omitimos públicamente (por pudor o temor) y a buscarle una solución. Digo buscarle, porque no siempre
se encuentra el acuerdo, pero en esa búsqueda está nuestra verdad, aprendemos a conocernos más a nosotros
mismos y a los demás, porque parte importante en la mediación es la apertura, la sinceridad, el deseo de superación
de esa crisis que, seguramente, de alguna manera, va a afectar nuestra vida.

• “Permanentemente vivimos conflictos laborales, personales, familiares, económicos y sociales, etc. Con la
mediación intento lograr una convivencia armónica en todos los ámbitos en que me desenvuelvo. Es, como se nos
dijo en el curso, una gota de agua en el mar, sin olvidar que el mar se forma de gotas.

• “Todos deberíamos concientizarnos, comprometernos con lo aprendido, demostrar que lo aprehendimos y


multiplicarlo en el pequeño o gran mundo por el que debamos transitar.”

• Carta realizada por alumnos mediadores de Catamarca

“Queridos profesores de mediación:

“Me dirijo a ustedes por la cuestión de agradecerles por todo lo bueno y hermoso que nos han enseñado en esta
etapa de mediación.

“Esto que aprendí trato de incorporarlo y vivenciarlo con mis amigos, cuando discutimos, a veces por tonterías,
y más que todo en mi familia. Con mis amigos, como no me quiero pelear, les digo que no me traten mal, y que
necesito determinada cosa. Con mi familia igual.

“Muchísimas gracias por todo.

“Espero que sigan realizando muchas más cosas.......!

“Muchas gracias, con cariño, su alumna.........”

Gisela – 6º “B”

• “Queridos profesores:

“Les quería contar que esta preparación me sirvió para cambiar mucho mi carácter. Aprender
todas las técnicas me costó mucho, pero poco a poco fui comprendiéndolas. Luego, en práctica me fue más fácil
acostumbrarme a otro ambiente de personas. En mi casa con mis hermanas ya no hay tantos conflictos, trato
de usar las técnicas y de comprenderlas. En el aula con mis compañeras a veces trato de ayudarlas a resolver sus
conflictos pero a veces no quieren que las ayude. Gracias a la mediación, entre mis compañeras hay más unión.
Yo me siento tan feliz y tan contenta de poder ser mediadora, capaz de resolver conflictos, ayudar a las personas
para que cada vez haya más amor paz y armonía.”

Daniela

El equipo cuenta con las siguientes publicaciones:

Manual de prevención de la violencia y mediación escolar – Eje 1: Entendiendo el conflicto. Eje 2: Previniendo el
conflicto. Eje 3: Resolviendo el conflicto. Cuadernillo de Implementación. Editados por el Plan Social de Asistencia
Jurídica a la Comunidad, Dirección Nacional de Promoción de Métodos Participativos de Justicia, Ministerio de
Justicia; Buenos Aires, 2005.

72
Síntesis

En el mundo existen distintas propuestas, como por ejemplo la de Unesco a través del Observatorio de la violencia, que
sugieren la incorporación de la mediación escolar como una manera eficiente, oportuna y adecuada para el abordaje
de las situaciones conflictivas y como trabajo preventivo ante la creciente violencia escolar.

En esta línea se inscribe la labor que realiza el equipo de capacitación de la DNMyMPRC, trabajando, desde hace tiempo,
con los docentes técnicas de comunicación, elementos de negociación, mediación y diálogos colaborativos, para que
sean utilizados en las instituciones educativas. Además de la formación que brinda en mediación escolar para que los
docentes actúen como agentes multiplicadores formando ellos, a su vez, a alumnos mediadores.

A convivir pacíficamente se aprende y se enseña. El equipo docente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos,
de acuerdo con estos principios, propicia el uso de la mediación escolar para los problemas entre pares (alumnos) y
de la negociación colaborativa entre los adultos que permita la resolución pacífica, constructiva y sustentable de los
conflictos.

73
UNA HERRAMIENTA AL SERVICIO DE LA PAZ SOCIAL1

Introducción

Es sabido que la mediación tiene dos pilares fundamentales: la comunicación y la negociación. Estos dos actos
marcan el tic-tac de la historia de la humanidad; si bien no son los únicos, son importantes. Por ejemplo, hace
tiempo batirse a duelo era una forma de resolver disputas donde se ponía en juego el honor y era noticia en
los diarios. Hoy sería un absurdo cuestionable, puesto que el entramado social no apoya estas acciones, aunque
todavía la fuerza y la violencia parecen ser una forma de resolver conflictos. Actualmente, la violencia es percibida
de otra manera y sigue manifestándose de forma estructural, institucional y cultural. Quizás ella ha adoptado modos
más sutiles para imponerse, lo que se torna más visible cuando se trata de conflictos sociales o privados extremos.

En este contexto de violencia sutil, la comunicación se torna una herramienta fundamental. El ser humano necesita
vivir en sociedad y relacionarse a través de diversos vínculos; en todos ellos requiere de la comunicación. Si no nos
comunicamos, morimos, así como si no tenemos noción del otro y no lo tenemos cerca, también.

En cuanto a la negociación, ya desde pequeño el ser humano aprende a negociar de una forma determinada
utilizando diversas estrategias para obtener lo que quiere: domina, engaña, explica, lastima, llora, etc. Cuando
crece, repite estas formas complejizándolas. Algunas veces, en el mejor de los casos, utiliza la negociación hasta
el momento de distribuir lo que se negocia desde el criterio de una torta fija, que hay que repartir dividiéndola. La
mediación supera esta realidad conformista, aunque parezca bien intencionada.

Es por esto que cualquier canal que sirva a la comunicación y al diálogo contribuye al crecimiento de la persona
humana. La mediación es uno de ellos; cuando las partes en disputa no encuentran solución negociando por su
cuenta, el conflicto que los envuelve.

Es posible identificar distintos tipos de procesos de mediación, tales como el prejudicial, el familiar y el comunitario.
Considerando los avances realizados en otros ámbitos no es difícil imaginar que, en un futuro cercano, se
contemplará en la legislación el trabajo que experimentalmente se viene realizando en ámbitos carcelarios y en
conflictos sociales. Es importante que todos estos procesos coexistan, evolucionen y se complementen.

Desde 2003 hasta la actualidad, uno de los objetivos centrales del Estado nacional ha sido acercar la justicia a
los sectores más desprotegidos. En sinergia con otros alcances y definiciones del término justicia, la mediación lo
logra como mediación comunitaria. Hoy, las personas cuya situación socioeconómica determina que no pueden
acceder a los canales convencionales, como la contratación de un abogado o una mediación privada, tienen ahora
diferentes posibilidades para resolver sus conflictos asistidos y asesorados en los centros de acceso a la justicia
(CAJ) en los barrios marginados y otras dependencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos como el
Centro de Mediación de la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos
(DNMyMPRC).

El trabajo desarrollado en los CAJ demuestra la afirmación precedente, ya que solo en el período 2010-2011 se han
llevado adelante 5.334 mediaciones comunitarias (familiares, vecinales, por uso de espacios públicos, conflictos
intercomunitarios, etc.) en 23 centros con resultados exitosos, lo que implica un valioso avance en aras de la
transformación de la realidad de miles de personas, familias y grupos comunitarios. Además, es grato compartir
la reciente apertura de otro CAJ en la Villa 31 bis con el fin de atender las demandas de la totalidad de los vecinos.

Este artículo responde a la invitación de la DNMyMPRC para relatar la tarea de mediación realizada desde 2010
hasta el presente en el Barrio Obrero Carlos Mugica (llamado Villa 31) de la ciudad de Buenos Aires y compartir
algunas experiencias que evidencian la importancia de acercar esa herramienta a la población vulnerable.

1
Coordinador del Centro de Acceso a la Justicia, Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia, Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Dr. Gabriel Alberto Tubio.
75
La experiencia en el barrio Güemes de la Villa 31

Cada CAJ cuenta al menos con un abogado, personal administrativo y un equipo psicosocial. Cada concurrente tiene
una entrevista con el abogado o con un integrante del área psicosocial (psicólogo, asistente social o psiquiatra) que
será quien considere si se requiere de una mediación para resolver el caso, y pactará una reunión con el mediador
que puede o no ser parte del CAJ. De todas formas, también el personal administrativo está entrenado en la
detección temprana de intereses de la parte solicitante.

En particular, los casos mediados en la Villa 31 ascienden a 705, cifra que puede quintuplicarse si consideramos que
la familia tipo en los sectores populares está conformada por cinco integrantes, y aumentar mucho más si alcanza al
contexto donde vive esta familia. Ello, sin contar los 9.745 casos derivados a patrocinio jurídico gratuito desde los 23
centros, siendo 204 los casos derivados desde la Villa 31. A esto cabe agregar que necesariamente muchos de estos
casos, luego de la derivación, transitan por mediaciones prejudiciales gratuitas, privadas u oficiales.

Desde nuestra experiencia en la Villa 31, observamos que la mediación no solo concierne a las partes, sino que
también alcanza a una realidad familiar o vecinal. Además, cuando la persona conoce sus derechos se siente
valorada, recupera su dignidad, se vuelve protagonista de su destino, puede ponerse en el lugar del otro y recurre
desde su integridad a su relación social. Así ha ocurrido con numerosas exesposas o concubinas madres y exesposos
o concubinos padres que han podido recuperar su papel a pesar de su distanciamiento físico.

A todo ello, se suma el importante papel preventivo de la mediación en problemáticas sociales de mayor magnitud
respecto de las cuales la creación de grupos de mediadores especialistas en conflictos sociales al servicio de la
justicia o la comunidad es de gran valor para acompañar a las personas ayudándolas a pensar sus conflictos, a que
puedan acercarse en sus posiciones y quizás resolverlos por sí mismas.

El mediador comunitario es una persona que se preocupa por el otro, se olvida de sí mismo (para entender cada caso
particular), dejando de lado sus experiencias personales y su opinión Se integra en la comunidad, hace docencia,
por sobre todo ayuda, fomenta la paz y se convierte en un referente social y político.

En ese orden de ideas, es fundamental continuar con la labor que se viene realizando a fin de que los líderes sociales
sobre quienes las personas depositan su confianza sean capacitados para actuar como mediadores comunitarios
en donde nace y se desarrolla el conflicto. En las villas de emergencia es común que las personas busquen a los
delegados elegidos para que las ayuden a resolver sus disputas. Así como buscan al mediador comunitario estatal
como una segunda ratio en su búsqueda de justicia. En definitiva, la capacitación resulta esencial para intervenir y
orientar este accionar sin que sea desvirtuado.

Volviendo a la experiencia en la Villa 31, cabe destacar cómo poco a poco sus habitantes fueron reconociendo la
mediación como una alternativa válida para resolver sus conflictos y hacerse responsables de sus propias vidas,
destinos y decisiones. Esto es particularmente relevante, porque es allí donde se evidencia más fuertemente su
significación social y su efecto pacificador y educativo. Entonces, observamos cómo mediante este método científico
las negociaciones adversariales se convierten en colaborativas, teniendo en cuenta los intereses en juego y dirigidas
-con el permiso de las partes por consenso y confianza- por una persona imparcial y neutral.

Aun cuando en las mediaciones comunitarias no se requiere que las partes cuenten con abogados patrocinantes en
el momento de tomar la audiencia de mediación, en el caso de la Villa 31 ha sido útil, cuando fue requerido. Por otra
parte, si el mediador comunitario interviniente no es abogado, es recomendable que los acuerdos verbales o escritos
alcanzados sean revisados, aunque dicha revisión no debe ser una condición excluyente. Si bien la asistencia letrada
y la intervención de un mediador matriculado confieren a la mediación comunitaria el carácter de prejudicial, en la
villa esto ocurre en un porcentaje ínfimo.

Cuando una mediación finaliza se requiere siempre una verificación que debe ser acordada con las partes. Desde
la experiencia de los CAJ, ello es posible por su permanencia en el lugar. Este seguimiento sirve para revisar el
cumplimiento de los acuerdos y permite evaluar la mediación comunitaria realizada.

En la Villa 31 hemos realizado muestras, a través de testimonios filmados de los protagonistas en mediaciones,
donde se ha destacado lo siguiente:

1) La utilización de dinámicas de replanteo.

2) La imparcialidad del mediador y el trato igualitario.

3) La abstención del mediador de indicar “lo que hay que hacer”.


76
La entrevista inicial

La entrevista inicial es esencial, ya que todo buen comienzo anticipa un buen final. Por eso es muy importante que
quien tome la entrevista haya recibido capacitación en:

a) detección de intereses (necesidades, deseos, aspiraciones, anhelos, miedos y temores) y diferenciación con las
posiciones. Esto servirá al trabajo posterior del mediador;

b) reposicionamiento del conflicto e invitación al diálogo;

c) escucha activa.

Además, hay que dejar en claro en la entrevista que el hecho de haber solicitado la mediación, o que esta haya sido
sugerida por integrantes del CAJ, no significa un grado de preferencia hacia el solicitante. De esta forma comenzamos
a trabajar la neutralidad y la imparcialidad.

Se debe instruir a la parte solicitante y debe ser expresamente indicado en la citación, para que quede claro a
quien se invita a venir a la mediación (la otra parte), que posee el mismo derecho y obtendrá el mismo trato que
quien la solicitó. Se le informará también sobre todas las formas de comunicación con que cuenta, para concurrir o
comunicarse con el CAJ, si lo desea en fecha anterior al día señalado para la mediación.

Este desarrollo lógico nos lleva a la necesidad de que el mediador, el día señalado para la mediación o en forma
anterior, si así lo eligió, tenga una entrevista personal con la otra parte, de las mismas características y alcances que
tuvo la que se realizó con el solicitante.

Debido a casos que tienen antecedentes de hechos de violencia, estas entrevistas sirven para determinar la
conveniencia o no de hacer reunión conjunta entre las partes.

En resumen, el objetivo de las entrevistas se determina en tres puntos: empatía, confianza e igualdad de trato. Las
entrevistas son las generadoras de lo que realmente se pueda llegar a mediar entre las partes. En el caso de que las
partes, luego de un mes, no hayan vuelto, se los busca.

Citación o invitación

En la Villa 31 la citación se realiza mediante una carta invitación, redactada por el mediador en el CAJ, que será
enviada o entregada por quien solicita la mediación o por algún vecino. De esta manera se busca evitar que resulte
agresiva una convocatoria formal. En este sentido, esa invitación al diálogo es la primera instancia de confianza que
se procura generar.

Cabe recordar que en la mediación comunitaria no existe obligatoriedad alguna respecto de la asistencia ni de la
permanencia. Sin embargo, en la Villa 31 el grado de asistencia es muy alto: de aproximadamente 600 citaciones,
solo el 2% no concurrió.

Además, en la Villa 31 se ha comenzado a implementar la citación/invitación a través de los jóvenes que por medio
del Ministerio de Trabajo se encuentran incorporados en el Plan Joven. En el CAJ del barrio Güemes trabajan
15 jóvenes habitantes de la villa que realizan actividades administrativas en pos de adquirir experiencia para la
obtención de su primer empleo; entre otras funciones, ellos son quienes llevan la citación/invitación en los casos en
que la parte requirente no pueda o no quiera entregarla a la requerida por temor u otras razones.

En algunas ocasiones, si la entrevista fue bien realizada, el simple hecho de que el solicitante de la mediación
entregue a la otra parte la invitación y lo que ella indica, genera una oportunidad de diálogo que, a veces, ha
determinado la finalización del conflicto.

Así lo evidencia el comentario de María, una concurrente al CAJ que solicitó una mediación: “Cuando le entregué la
carta y se la leí supo que yo no quería lío y nos pusimos a conversar; para qué voy a hablar con otro si puedo hablar
con vos, me dijo”

No obstante ello, en estos casos, se hace un llamado de seguimiento a los 30 días aproximadamente.

También se utilizan diversas formas de notificación: verbal (previa a la entrevista), telefónica, o invitación escrita.
77
De la misma manera se producen las mediaciones espontáneas. Estas son una instancia ideal y un objetivo a lograr,
ya que ambas partes acuden al mediador para resolver un problema, lo que denota la confianza y el compromiso del
interesado para resolver la cuestión. Esto está ocurriendo cada vez más frecuentemente en la villa y es destacable.
Otras veces, son los delegados quienes envían a ambas partes.

Es bueno, y nos causa gran satisfacción que las partes pregunten por “el mediador” y no por “el abogado”.

El lugar

Con respecto al lugar donde se realiza la mediación, se supone que debe estar libre de símbolos o signos que
puedan hacer sentir incómoda a alguna de las partes. En ocasiones, lo que ocurre en los CAJ es que las mediaciones
se realizan en estructuras linderas a capillas, donde por supuesto hay imágenes religiosas, y en otras ocasiones,
cuando una mediación se hace en los llamados CAJ itinerantes, puede haber un sinfín de signos que indiquen el
lugar donde se está. Sin embargo, registramos que esto no presenta un impedimento para la tarea.

Presentación de la mediación a las partes o diálogo de ida y vuelta

En la villa, la presentación es importante que se realice en un clima distendido, donde el mediador explique que
pertenece al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos así como su papel, para luego escuchar las necesidades de
cada una de las partes y de esta manera comenzar a trabajar. Ser escuchados es una necesidad de todos los seres
humanos, necesidad que es más fácil de cubrir cuando se tienen recursos y tiempo para buscar ayuda. En estos
barrios donde el Estado estuvo ausente durante tantos años, era casi imposible pensar que trabajadores de los
ministerios acercaran los recursos para la reconstrucción de los diferentes derechos, como el de ser escuchados y
valorados.

Estimular para que se sientan protagonistas del proceso de mediación alienta la actitud responsable y autónoma de
las partes, con lo que se despeja la idea de un Estado asistencialista o paternalista.

Además, la mediación comunitaria conlleva el desafío de lograr la convivencia en paz, ya que, cuando se procure
el acuerdo voluntario, será una comunidad la implicada. De allí el carácter pacificador y educativo de la mediación.

Cada mediación es integral, en tanto que involucra a las personas desde una perspectiva espiritual, física, social e
individual. Ella es irrepetible, por lo que no puede aplicarse una misma fórmula a casos que son únicos.

En cuanto al papel que cumple el mediador en esta comunidad, debemos hacer principal hincapié en que su trabajo
debe estar cimentado en la humildad, en la capacidad de escuchar al otro y tratar con igualdad a quienes recurran
a esta herramienta.

El perdón y el reconocimiento

La necesidad de estos dos actos humanos se repite tanto en los casos de temas de familia, como en temas entre
vecinos. Recordamos el caso de una mujer mayor, donde el exclusivo término de un acuerdo fue el de consultarla
antes de que su vecino realizara modificaciones en la vivienda contigua, tan solo porque ella había llegado primero.

Otro caso que nos impactó profundamente fue el de una mujer separada hacía ocho años de su exconviviente,
que tenía un conflicto con una de sus hijas. Al escuchar su historia supe que había sido “entregada” a su pareja, ya
adulta en aquel entonces, en el Paraguay y tenido con él 4 hijos.

Todavía recuerdo sus palabras: “Yo era muy menor y todo lo que hice con ese hombre fue en contra de mi voluntad
toda mi vida”. Hacía dos años lo había vuelto a ver en una visita de él a la Argentina y este le había pedido perdón.
Le pregunté, quizás buscando una respuesta convencional, si lo pudo perdonar y me contestó: “Cómo no lo voy a
perdonar, si me pidió perdón”

Aprendí, entonces, que este es un acto humano tan difícil de pedir como de dar.

78
El acuerdo

Como ya sabemos, la mediación puede obtener dos resultados: en caso de que exista acuerdo, se redactarán por
escrito las conclusiones a las que se llegó o bien, se convendrá verbalmente el cumplimiento de una resolución
consensuada, acordando volver a la mediación en un plazo de uno o dos meses para revisar lo que ha ocurrido y, de
ser necesario, realizar allí el acuerdo escrito.

La palabra, en estos ámbitos, reviste características fundamentales. Cuestiones culturales y sociales la convierten en
la mejor forma de cumplimiento.

Tanto en los temas de familia, donde a veces es necesaria la reconstrucción de los desempeños paternos y maternos,
como en los casos de vecindad, es más importante recuperar los roles de convivencia que destacar lo que es
obligatorio porque fue firmado en un acuerdo escrito. Si bien este puede determinar a qué se obliga un padre o una
madre, también limita el ejercicio de sus roles fundamentales como padres o madres.

En el caso de que no exista un acuerdo, o no se cumpla lo pactado, podrán pasar a una mediación prejudicial (donde
serán representados por abogados), manteniendo intactos sus derechos.

La reconstrucción de los lazos familiares

Esta temática merece una atención especial ya que conlleva casi el 70% de los casos solicitados en mediación.

La mediación comunitaria se realiza sin abogados y ello facilita la recuperación del diálogo entre las partes. Además,
deben considerarse cuáles son los factores que inciden en cada caso. Por ejemplo, cuando la mediación tiene
por objeto la fijación de una cuota alimentaria no solo debe tenerse en cuenta cuál será su monto, sino también
analizarse en forma integral las condiciones de las partes.

En el caso particular de los lugares donde hay un tipo de población con escasos recursos, y en una situación de
vulnerabilidad, empezando por la falta de trabajo, el planteo se da de manera diferente que en aquellos hogares
donde hay una situación de estabilidad económica.

En una comunidad carenciada, la separación de una pareja puede implicar que se viva en la casa contigua, o que
inclusive no se sepa el paradero (más comúnmente del padre, ya que en la mayoría de los casos es la madre quien
queda al cuidado de los hijos). En este caso el trabajo principal de la mediación comunitaria va a ser la reconstrucción
de los roles materno y paterno, independientemente del vínculo que tengan en esta nueva etapa con la expareja.

La reconstrucción de estos roles debe pensarse como una planificación para el futuro. Una pareja cuando va a
casarse o a convivir hace una planificación, tiene una idea de cómo será su vida juntos. Si pasado un tiempo se
separan, ello no implica que también dejen de ser padres; el vínculo con los hijos es para toda la vida y sobre eso es
que necesariamente se debe llegar a un compromiso mutuo.

Con frecuencia ocurre que viven más años como padres separados que los años transcurridos como padres viviendo
juntos. Este es un dato de la realidad que sorprende y lleva a poner mayor énfasis en coordinar un sistema de
convivencia, sin convivencia física.

Por esta concepción es que consideramos que “cuota alimentaria” es una mala denominación; preferimos llamarlo
“satisfacción de necesidades básicas de los menores”, ya que lo que se discute luego de la separación es todo lo que
atañe a la vida del menor.

Los desempeños paterno y materno se podrán poner en funcionamiento cuando, a pesar de lo que ocurra en la
relación de la pareja, se dé prioridad al bienestar de los hijos. Para esto, las decisiones sobre qué y cómo deben
tomarse en conjunto.

Como los acuerdos que se hacen pueden ser verbales, es necesario hacer un seguimiento de los casos, y el ambiente
comunitario lo permite. Si no se llegase a cumplir el acuerdo, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos facilita
patrocinio jurídico gratuito para llevar la negociación hacia las otras instancias, en las que quienes discuten ya no
son los padres sino los abogados y el juez.

79
Definición de cuota alimentaria o satisfacción de necesidades básicas de los menores

Cuando una pareja o matrimonio se separa o se divorcia y tiene hijos menores de edad, el padre que se retira del
hogar debe seguir contribuyendo con los gastos de manutención de sus hijos, lo que se llama “cuota alimentaria” o
“de alimentos” de manera genérica, pero contempla todo lo que sea necesario para dar cabida a las necesidades,
deseos o aspiraciones del menor y se debería pagar desde el momento mismo de la separación. Para establecer
el monto que se debe pagar en concepto de cuota alimentaria se tienen en cuenta los ingresos de ambos padres
y también las necesidades y nivel de vida del menor. En la realidad de los barrios carenciados, esta es una materia
prima con la que no se cuenta. Muchas veces ha existido despreocupación por ello durante años, y es luego de la
consulta jurídica que la madre conoce sus propios derechos y sobre todo los derechos del menor, lo que genera el
pedido de la mediación. Planteos sobre el derecho atrasado o no cumplido se hacen a veces irreales y solo queda
un planteo a futuro.

El padre que no vive con el menor usualmente tiene a su cargo una contribución mayor que el que vive con el niño,
ya que se entiende que este último aporta en otros aspectos de la vida del menor, pero en estos ámbitos preferimos
establecer igualdad de condiciones respecto de lo que finalmente se quiere, en conjunto, para la mejor asistencia
de los menores.

El monto se puede determinar de dos formas: los mismos padres pueden ponerse de acuerdo a través de un
convenio de necesidades básicas del o los menores, escrito o verbal, en el que queda establecido el monto y su
forma de pago, o lo que consideramos mucho mejor y ha dado mejores resultados, que es establecer cuánto ya
gastan los menores, de una forma objetiva, en satisfacer sus necesidades básicas (alimento, educación, salud,
esparcimiento y vestimenta) y, luego, dividir el total. Nos alejamos así de lo que se puede o se quiere y se llega a
cuánto es lo necesario. Es muy productivo que ambos padres realicen esta cuenta de forma separada y luego unan
sus pareceres; finalmente la forma del convenio será el mismo.

Las llamadas “visitas”

En estos ámbitos, el derecho del padre de ver a sus hijos se trata como un derecho mutuo, tanto del progenitor
como del nacido; su ausencia conlleva muchos males en el futuro de los menores.

Desde el punto de vista de la madre, a veces, el pedido de la llamada cuota alimentaria conlleva también una
obligación que no se quiere, en principio, pero se necesita.

El tratamiento de la recuperación de los roles paternos y maternos es un tema de abordaje conjunto.

Facilitar la convivencia

En la Villa 31, la construcción frecuentemente crea conflictos entre los vecinos al punto de constituirse en la segunda
causa de mediación, luego de la familiar. Esta problemática habitual refleja la inmensa deuda habitacional que tiene
la ciudad de Buenos Aires. Como ejemplo recordamos un caso en que la parte requirente estaba en desacuerdo con
que su vecino siguiera construyendo hacia arriba, por miedo a un posible derrumbe. Cada una de las partes contaba
con la opinión de un arquitecto, pero estos profesionales diferían en sus posturas. Entonces el mediador propuso
escuchar a un tercero neutral y las partes acordaron tomar como válido el informe del arquitecto acercado por el
mediador, perteneciente al Departamento de Graduados de la Facultad de Arquitectura de la UBA, quien aportó sus
conocimientos para la resolución del conflicto.

Estos problemas se complican cuando se trata de poblaciones de barrios marginales, ya que allí nadie goza de un
título de propiedad en el sentido tradicional. Todos son “propietarios de hecho” y cuando las partes discuten por
sus “derechos” en realidad ninguna tiene el título que lo habilite. Sin embargo, en la realidad de la villa sí lo tienen
de hecho y se conducen como propietarios, pero no tienen posibilidad de judicializar el conflicto, por lo que la
mediación comunitaria en el CAJ resulta la única vía existente para resolver el conflicto.

80
Conclusión

En los centros de acceso a la justicia en las zonas de población vulnerable como la Villa 31, las realidades más
frecuentes del trabajo diario en la actividad del mediador comunitario son cuatro:

1) hijos sin apellido, por voluntad de la madre o por desconocimiento del padre,

2) propietarios sin título,

3) violencia familiar y entre vecinos y

4) violencia intercomunitaria en razón del lugar de procedencia.

Los mayores anhelos con que nos encontramos a diario son, en definitiva, identidad, dignidad, una casa, un hogar o
una patria que los cobije y la libertad de ser dueños de sus destinos y responsables de sus actos.

La materia prima de la mediación es la condición humana. Es, en sí, un acto de amor, y este acto de amor se trasluce
desde la decisión política de hacerlo, el ejercicio de las decisiones para conducirlo y el trabajo práctico de los que
lo realizan.

La humildad es el factor inicial desde donde se realiza el trabajo del mediador comunitario, pero lo que más
enorgullece es que cada uno de los integrantes de los equipos de trabajo de los CAJ sabe que está trabajando para
el otro, al cual sirve.

Se está cumpliendo con una obligación real del Estado y también con una reparación histórica, que se cumple en
estos momentos, tratando a las personas correctamente y con la dignidad que merecen, que no es otra cosa que el
respeto por su calidad de seres humanos.

No se trata de regalar, sino de generar y recrear dignidad.

81
LA MEDIACIÓN EN EL CONTEXTO PENITENCIARIO1

Antecedentes

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación tiene entre sus objetivos primarios la facilitación del acceso
a la justicia a toda la población, en especial a los sectores más vulnerables, con un sentido inclusivo e igualitario.
En consecuencia, se han formulado e implementado políticas y programas de promoción y fortalecimiento de los
derechos humanos y se han realizado diversas acciones dirigidas a uno de esos grupos vulnerables, el integrado por
personas privadas de la libertad.

En el ámbito penitenciario, desde 2000, la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución
de Conflictos viene desarrollando acciones tales como el “Programa de investigación - acción para el mejoramiento de
la convivencia en instituciones penitenciarias” a través de la utilización de principios y herramientas de la mediación.
A partir de 2003, también en el marco de la mencionada Dirección, se realizó la capacitación e intervención directa
en los institutos de menores Dr. Luis Agote (de máxima seguridad), Crescencia Boado de Garrigós, Manuel Belgrano,
Inchausti, General Roca y General San Martín.

Por su parte, desde 2007, el equipo de profesionales de la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal
(SPF) ha desarrollado e implementado diversas prácticas con mujeres y jóvenes adultos tales como: talleres de
manejo de la ira, implementación de equipos de trabajo multidisciplinario, comités de convivencia y talleres de
convivencia por pabellones o unidades convivenciales, todas ellas orientadas hacia la reducción de la violencia en el
sistema carcelario con resultados satisfactorios.

En 2010, el equipo de capacitación de la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de


Conflictos ha dictado diversos cursos sobre “Herramientas de prevención y manejo de conflictos” para aspirantes
al Servicio Penitenciario Federal en la Escuela de Suboficiales de la localidad de Ezeiza, provincia de Buenos Aires,
con el propósito de ser parte de su formación integral, pero con miras a propiciar un gradual cambio de paradigma
basado en la cultura del diálogo. Esa primera experiencia sirvió como antecedente para proyectar la incorporación
de esta temática en la currícula de formación de los agentes del servicio, lo cual les permitirá contar en el futuro con
herramientas teóricas y prácticas tendientes al abordaje eficaz de los conflictos.

Las diversas acciones realizadas por las áreas mencionadas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos han
sentado las bases para la implementación de la mediación penitenciaria y otros métodos de gestión alternativa de
conflictos que, sumados a la profundización de las citadas prácticas de reducción de violencia, no solo establecerán
condiciones adecuadas para el tratamiento de la conflictividad en espacios carcelarios sino también incidirán
efectivamente en la llamada cultura violenta propia de los contextos de encierro.

La mediación y la negociación, en tanto métodos alternativos de resolución de conflictos con muchos años de
aplicación, han adquirido la categoría de disciplinas sistematizadas en la década de 1980. Desde entonces han
tenido un inmenso desarrollo, manteniéndose en constante evolución.

Reconociendo su origen de disciplinas básicas, en los últimos tiempos han comenzado a desarrollarse
“especializaciones” en estos métodos de autocomposición de los conflictos.

Las primeras especializaciones que surgieron reconocen raigambre consuetudinaria con apoyo en interrelaciones
más profundas, a saber: mediación y negociación comercial, laboral, contractual, familiar y comunitaria.

Con la experiencia y los éxitos obtenidos en las disciplinas mencionadas, se avanzó en la aplicación respecto de
situaciones más complejas: así aparecen la mediación penal, la mediación penitenciaria y la negociación con toma
de rehenes.

La mediación penitenciaria constituye una de las especialidades más recientes. Su objetivo primordial es el de
abordar el conflicto en el contexto penitenciario de manera pacífica y a través del diálogo. Se considera necesario
y positivo para el tratamiento de estas conflictividades un giro hacia otro tipo de intervenciones que aportan
herramientas superadoras del mecanismo sancionatorio como única respuesta al conflicto carcelario.

Estas diferentes estrategias de gestión participativa de conflictos -la mediación, la negociación y la facilitación- se
1
Equipo docente de la DNMyMPRC Blumett, Silvana; Castelanelli, Patricia; Lapasset, Andrea; Markus, Miriam; Munné Bonilla, Enrique;
Nemesio, Rodolfo; Notario, Graciela; Paulero, Rosaura; Prezioso, Daniel, y Saavedra, M. del Rosario.
83
presentan como instrumentos de gran relevancia a la hora de resolver la conflictividad en los espacios de encierro,
respetando los principios generales del método como son la voluntariedad, la confidencialidad y la imparcialidad.

Programa de mediación en ámbitos penitenciarios

En junio de 2011, el secretario de Justicia, Dr. Julián Álvarez, solicitó a la DNMyMPRC el diseño de un programa
de mediación en ámbitos penitenciarios. El diseño elaborado propone la implementación de la mediación como
herramienta de pacificación social que posibilite a las personas privadas de libertad el abordaje de los conflictos
de manera no violenta, con sus pares y con el personal del Servicio Penitenciario, así como la facilitación en la
reconstrucción y el fortalecimiento de los lazos familiares en miras a su reinserción social.2

Como resultado del trabajo conjunto del equipo docente de la DNMyMPRC y el equipo de profesionales dependientes
del Servicio Penitenciario Federal, que ya se encontraba desarrollando tareas de sensibilización para la reducción de
la violencia en distintas unidades penitenciarias, se consensuó un plan de acción y el diseño del Programa Nacional
de Mediación, Métodos de Gestión Participativa de Conflictos y Prácticas de Reducción de Violencia, iniciándolo
como experiencia piloto.

Este programa tiene como uno de sus objetivos centrales el desarrollo e implementación de la mediación y otras
prácticas alternativas de resolución de conflictos en las instituciones encargadas del cumplimiento de las penas.

La vida dentro de una cárcel presenta características que influyen negativamente en la interrelación personal. El
contexto de encierro en el que se enmarcan las relaciones humanas dificulta la adopción de soluciones pacíficas a
los conflictos. Estas características son las siguientes:

- El alojamiento y la convivencia es impuesto coercitivamente en condiciones no deseadas.

- Las personas privadas de libertad y el personal penitenciario se relacionan en base a preconceptos que promueven
el desarrollo de conflictos.

El objetivo de la mediación es un abordaje distinto de los conflictos para lograr una mejor y pacífica convivencia
que redunda en una mejor calidad de vida y reduce la necesidad de acciones segregativas, como el traslado de las
personas privadas de libertad de sus unidades convivenciales, el aislamiento, etc., que cronifican los condicionantes
de los conflictos.

Se denomina actores del conflicto penitenciario a todas aquellas personas que se encuentran dentro del Servicio
Penitenciario y aquellos que, indirectamente, están ligados a él. Así, además de los internos y del personal del
Servicio Penitenciario, que son los actores más directos y visibles, también se deben contemplar en tal carácter a los
familiares y a aquellos otros individuos que, indirectamente y en forma ocasional, pueden ser parte en un conflicto
con las características mencionadas.

Con aplicación práctica en algunos centros penitenciarios en los últimos años, la mediación penitenciaria se está
convirtiendo en una herramienta eficaz para la resolución de conflictos en un ámbito altamente sensible.3

La aplicación de la mediación en los penales constituye un reto, ya que se trata de adaptar el proceso de mediación
a un contexto conflictivo, punitivo y jerárquico.

La mediación penitenciaria es un valioso instrumento a utilizar y, como se plantea en el programa, se extenderá no


solo al personal penitenciario y a las personas privadas de la libertad, sino también a los familiares de estos, lo que
supone una mayor integración familiar que se estima impactará favorablemente en los niveles de conflictividad,
además de constituir un factor que podría contribuir a la disminución de los índices de reincidencia.

Los objetivos del Programa Nacional de Mediación, Métodos de Gestión Participativa de Conflictos y Prácticas de
Reducción de Violencia son los siguientes:

1. Prevenir y abordar adecuadamente los conflictos.

2
Ley 24.660 de Ejecución de la pena privativa de la libertad. Artículos 158 y 168.
3
Centro Penitenciario de Madrid III, Málaga, Nanclares, Pamplona, Zuera y Granada (España). Ciudad Victoria, Tamaulipas, Tula (México).
Centro Penitenciario Centro occidental de Uribana (Venezuela).
84
2. Incorporar acciones alternativas al uso de medidas sancionatorias.

3. Promover el aprendizaje de conductas de diálogo y escucha dirigidas a comprender el interés del otro.

4. Reducir las intervenciones administrativas y judiciales.

5. Promover la adopción de decisiones personales y autónomas en los conflictos.

6. Disminuir los perjuicios de las personas privadas de libertad y su familia.

7. Incorporar las herramientas necesarias para el sostenimiento y cumplimiento de los acuerdos.

8. Asumir la responsabilidad en la coconstrucción del conflicto, así como en su resolución.

Los propósitos del programa son:

1. Reducir los índices de violencia individual, grupal e institucional.

2. Estudiar estructuras de trabajo y selección de poblaciones penales.

3. Evaluar los resultados de la implementación de la mediación penitenciaria, gestión participativa de conflictos y


otras prácticas para la reducción de la violencia.

Inicio de las actividades

Se comenzó a trabajar en agosto de 2011 en los penales seleccionados para la experiencia piloto, que son: el Instituto
Correccional de Mujeres, Unidad III de la localidad de Ezeiza, con población de mujeres, y en el Complejo Federal N°
2, Módulo V de la localidad de Marcos Paz, con población de jóvenes adultos (18 a 21 años). 4

En la primera etapa, el programa apunta a la puesta en marcha del servicio de mediación penitenciaria y procesos
de diálogo facilitados.

Actualmente, los integrantes del equipo de la DNMyMPRC asignados a la ejecución del programa son quienes se
desempeñan como capacitadores, mediadores y operadores en conflictos, hasta la conformación definitiva de un
cuerpo propio de mediadores penitenciarios. En una segunda etapa, la capacitación estará dirigida a personas
privadas de su libertad, para la formación de mediadores y/o negociadores para la intervención en conflictos entre
pares.5

Para la puesta en marcha del servicio de mediación penitenciaria se requieren actividades de sensibilización con
las personas privadas de libertad así como con el personal del Servicio Penitenciario (ya sean agentes de seguridad
o profesionales tales como psicólogos, trabajadores sociales, sociólogos, etc.). A tal fin los mediadores integrantes
del equipo docente de la DNMyRPC concurren una vez por semana a cada uno de los penales seleccionados en un
día fijo y en un horario pautado previamente con los directores de los establecimientos para no superponerse con
otras actividades programadas.

Los mediadores tomaron contacto, en primer lugar, con las autoridades y el personal de seguridad a cargo del penal,
a fin de interiorizarse sobre la problemática interna y transmitir los alcances del programa.

Se mantuvieron reuniones individuales y charlas de sensibilización con grupos de hasta diez agentes.

Posteriormente, se realizaron reuniones con los profesionales que trabajan en los penales.

También se realizaron charlas de sensibilización con las personas privadas de la libertad.

Por último, se mantuvieron entrevistas con las personas privadas de libertad.

4
La ley 24.660 de Ejecución de la pena privativa de la libertad, en su art. 197 prevé expresamente el empeño que debe ponerse en la
capacitación profesional y en el mantenimiento de los vínculos familiares.
5
Ley 24.660, artículo 133, párrafo segundo.
85
Datos estadísticos desde el 18 de agosto hasta el 31 de octubre de 2011

- Complejo Federal N°2, Módulo V, de la localidad de Marcos Paz, con población de jóvenes adultos:

Este módulo consta de 10 pabellones, donde se encuentran alojados jóvenes de 18 a 21 años procesados y
condenados. Todo el módulo tiene una población de aproximadamente 480 internos.

Pabellones visitados: todos, es decir, los 10 que conforman el módulo.

Pabellones ingresados: 2, los pabellones 3 y 4, que alojan, aproximadamente, entre 45 y 50 internos cada uno (la
población fluctúa de acuerdo a los permisos de salidas).

Reuniones de sensibilización: 3, dos con los internos de los pabellones 3 y 4, y una con los agentes y profesionales
(psicólogos, asistentes sociales. sociólogos, docentes, etc.) del Servicio Penitenciario Federal.

Internos que solicitaron entrevistas: 28. Se realizaron, a la fecha, 12 entrevistas, quedando pendiente 16. Con cada
interno se pautan entrevistas cada vez que los mediadores van a la unidad a fin de interiorizarse del conflicto,
coordinar la audiencia y comentar los avances de los contactos.

Casos convocados a mediación: 9. Con cada entrevista se analiza la viabilidad de tratar el caso en mediación o la
utilización de otro método participativo.

Contactos telefónicos: 11. Se realizan varias llamadas por cada caso, ya que en un primer momento se les explica los
objetivos del programa, el concepto y los principios de la mediación y posteriormente se van chequeando las dudas
y trabajando para consolidar la participación y la asistencia a la audiencia.

Casos facilitados: 1. En trámite: 2. El involucramiento de los mediadores con el conflicto genera expectativas por
parte de quien lo solicita pero también, en varias oportunidades, sorpresa de quien es requerido a la audiencia. Por
ello, a veces alcanza con el contacto realizado por el mediador para que las partes se acerquen y se den un espacio
para dialogar.

- Instituto Correccional de Mujeres, Unidad 3, de la localidad de Ezeiza.

Este instituto consta de:

- 13 pabellones, cuya población es de condenadas y procesadas.

- Anexo: consta de 3 pabellones en donde se aloja a internas condenadas. Están en período de prueba y gozan de
salidas transitorias.

- Casa de preegreso: Ubicada dentro del predio de la Unidad 3, pero fuera del penal propiamente dicho. Aloja a
internas condenadas que gozan de salidas transitorias y están en período de prueba y régimen de semilibertad. La
población es de alrededor de 11 internas que están próximas a obtener su libertad condicional.

- Centro de Rehabilitación para Drogadependientes (CRD): Integrado por 2 pabellones, que alojan a internas adictas
y que desean iniciar tratamiento para su rehabilitación. El tratamiento consta de 5 etapas y es ejecutado por el
equipo técnico interdisciplinario del SPF.

Para ser alojada en este centro no se tiene en cuenta la edad, el delito ni la situación procesal de las internas, es
decir, si está procesada o condenada.

Tiene una población aproximada de 23 internas.

El Instituto Correccional de Mujeres de Ezeiza tiene una población total de 433 internas.

Pabellones visitados: Se visitaron, en dos ocasiones, todos los pabellones, así como los sectores de educación,
trabajo y los talleres especiales de formación (encuadernación, panadería, costura, tejido, etc.) que se realizan en
dicha unidad.
86
Pabellones ingresados: Se ingresó, en varias oportunidades, en los dos pabellones de CRD, así como en la casa de
preegreso.

Reuniones de sensibilización: 5, dos con las internas de los pabellones del CRD; una, con agentes y profesionales del
CRD; una, con agentes y profesionales del SPF, y una, con las internas de la casa de preegreso.

Internas que solicitaron entrevistas: 7. El procedimiento es el mismo que el detallado para el penal de Marcos Paz.
Cinco de estas internas fueron entrevistadas en varias oportunidades, con el objetivo de llevar a cabo el proceso de
mediación.

Casos convocados a mediación: 3.

Total de contactos telefónicos: 4 (tres a familiares y uno a una ONG). A los familiares se los contactó telefónicamente,
en varias oportunidades, con el objetivo de confirmar su asistencia a la audiencia de mediación.

Casos mediados con acuerdo: 2. Dichas mediaciones se realizaron: una, en el CRD (tema: familia), y la otra en la casa
de preegreso (tema: convivencia).

Casos facilitados: 1. En trámite: 1

Gráficos

A fin de visualizar lo anteriormente expresado, se adjuntan gráficos realizados sobre la base de las estadísticas del
penal de Marcos Paz - Módulo V; desde el inicio de la actividad, el 18/08/2011, hasta el 31/10/2011.

ü Se trabajó en el ingreso a dos pabellones (el 3 y el 4). En ellos se realizaron charlas de sensibilización y como
resultado de ellas, los internos se acercan a los mediadores en el entendimiento de que el programa puede
serles de utilidad.

De un total de 90 internos que participaron en las charlas, 28 solicitaron ser entrevistados por los mediadores.

Charlas de sensibilizacion: muestra de


efectividad

100

90
50
28

0
Internos convocados Solicitudes

ü De un total de 28 personas que solicitaron entrevistas, 16 se encuentran pendientes de realización.

Efectivamente, se mantuvieron 12 entrevistas. Para acceder a la entrevista con los mediadores se tuvieron
en cuenta las variables de peligro en la demora (ej: un interno desea concretar una charla con su padre para
“aclarar las cosas”, quien está internado por padecer una enfermedad terminal); tiempo del requerimiento y
conducta del interno (a criterio del SPF).

87
Entrevistas realizadas al 31/10/2011

30
25
20 28 Total
15 Pendientes
16 Realizadas
10
12
5
0

ü Del análisis de las 12 entrevistas realizadas surge que 9 casos fueron derivados a mediación, por considerar
que el caso puede resolverse a través de este método.

ü Estos 9 casos están convocados a mediación. La convocatoria se realizó en primer lugar y para el caso
de contar con la información, por vía telefónica. Posteriormente, todos fueron convocados mediante
carta certificada. Las fechas de mediación se pautan con la parte requerida o se establecen en un tiempo
prudencial, teniendo en cuenta la distancia que media para llegar al penal.

ü El porcentaje de conflictiva mediable alcanza el 80%.

C as os derivados a mediac ión


No
Me dia ble s
20%

Me dia ble s
80%

Las estadísticas sistematizan el trabajo que se viene realizando en los primeros tres meses. Este lapso es escaso
para hacer proyecciones o sacar conclusiones. Lo que sí se puede afirmar, a partir del análisis de los datos recogidos
hasta el momento, es la excelente receptividad del programa por parte de las personas privadas de libertad que
encuentran una respuesta, que antes no tenían, a las problemáticas vinculadas con sus familiares, así como en las
cuestiones de convivencia. El espacio de diálogo y el modo de tratamiento de los conflictos que ofrece la mediación
es completamente diferente a lo que ellos conocían y el alto grado de satisfacción con ella constituye un paso
importante en el camino de la transformación de la cultura confrontativa y violenta hacia formas más pacíficas de
convivencia.
88
Conclusión

Dado que una de las tareas más difíciles es la construcción de confianza necesaria para que tanto las personas
privadas de libertad como el personal del SPF legitimen a los mediadores en la intervención de los conflictos
desarrollados dentro de las unidades, se decidió comenzar con la intervención en las problemáticas vinculadas con
los familiares de los internos, para luego incorporar otras problemáticas propias del penal.

De todos modos, de las dos mediaciones realizadas hasta el momento, una fue entre una interna y un familiar y la
segunda, una mediación multipartes entre internas por temas de convivencia.

De los primeros pasos que se han dado en la implementación de este programa (solo dos meses y medio desde
el inicio), se han planteado algunos temas sobre los cuales vendrán las reflexiones futuras. Algunos de estos son:
la construcción de confianza necesaria, la promoción de los métodos, la capacitación, el impacto del contexto y
sus características, las historias de marginalidad, la “afectación” del mediador en función de las problemáticas
abordadas.

Queremos cerrar este artículo con una crónica de la primera mediación realizada, que da cuenta de la experiencia
relatada.

Primera mediación en un ámbito carcelario

17 de octubre de 2011

Los nombres de las partes fueron cambiados para preservar su identidad en función de la confidencialidad.

Marina fue detenida por robo. Robó para comprar “paco”. Hace 8 meses que está detenida en el Centro de
Rehabilitación para Drogadependientes (CRD). Tiene 26 años. Tiene HIV. Tuvo tres hijos. Los dos primeros los entregó
en adopción. Con el tercero iba a hacer lo mismo, pero su hermana, Ana, lo rescató del hospital y lo llevó consigo. A
los 15 días del nacimiento de su tercer hijo, Marina es detenida.

Responde muy bien al tratamiento. En quince días obtendrá su libertad condicional. No tiene a dónde ir. El personal
del Servicio Penitenciario dice que su hermana no quiere recibirla. No tiene documentos, tampoco su hijo.

Desde que está detenida no tuvo contacto con ningún familiar.

Así llega el caso. Marina desea hablar con su hermana. Quiere vivir con ella y su hijo. No tiene ningún teléfono,
por eso nunca se comunicó con Ana. Ni siquiera sabe si su hermana se enteró de su detención. Sabe su domicilio y
desde la DNM y MPJ se le envió una citación en el penal para el 17 de octubre, a las 15. Marina gozará de su libertad
condicional a partir del 31 del mismo mes.

Las mediadoras se encuentran en la sala de visitas, espacio asignado por el SPF para la realización de las mediaciones,
esperando a las partes para iniciar el proceso.

Luego de la requisa, el personal del SPF hace ingresar a Ana. Llega con su hijo de 2 años a quien comienza a amamantar.
Inmediatamente traen a Marina, quien corre llorando a abrazar a su hermana y a su sobrino. Permanecen unos
minutos abrazados, llorando. Ana le repite varias veces “estás gordita”, “estás gordita”.

Las mediadoras dejan que este reencuentro, forjado en el abrazo interminable, tome el tiempo necesario.

Pasados unos minutos, les explican el motivo de esa reunión, los alcances de la mediación y del programa que se
está implementando desde el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Les aclaran que son civiles,
que no tienen nada que ver con la causa penal, que es confidencial y que el único objetivo es ayudarlas a encauzar
la situación que se plantea entre ellas a partir de la detención de Marina y estando próxima su libertad condicional.

Marina expresa que lo que más quiere en la vida es formar una familia, estar con su hermana, su hijo y sus sobrinos,
repite “yo cambié”, “yo cambié”. Ana duda de esto. Dice que sabe cómo es. Ella misma fue adicta y se ha recuperado.
Su mamá murió cuando su hermano más chico tenía 13 años y a partir de ahí se hizo cargo de sus hermanos:
Marina, Elsa y José. Todos adictos. Ana tiene 7 hijos y 31 años de edad. José está detenido en Sierra Chica y Elsa
está en la calle, perdida por el “paco”. Ella afirma que pudo vencer a las drogas, y que desde ese momento trabaja

89
incansablemente para ayudar a sus hermanos. Pero está superada por su situación de vida, trabaja y atiende a sus
hijos y al hijo de Marina, que tiene apenas un año.

Cuando Marina le pregunta si ella la aceptaría en su casa, Ana le dice que las puertas siempre van a estar abiertas,
pero tiene miedo… tiene miedo porque sabe de lo devastador que es “volver a caer”. Pero no renuncia a su misión:
salvar a sus hermanos, mantener unida a la familia, es la madre de todos.

Se le pregunta a Marina cómo se imagina el día 31 de octubre, en libertad, y responde que abrazará a su hijo y que
demostrará que cambió, que realmente aprendió que se estaba destruyendo y eso no lo quiere más…

Se compromete a tramitar su documento y el de su hijo, a colaborar con la hermana en las tareas de la casa y la
crianza de los niños y a continuar con su tratamiento de adicciones.

Ambas están muy emocionadas y conmovidas por el reencuentro. Marina parece muy segura de su “cambio” y de
su decisión de emprender una nueva vida. Ana sabe que no es fácil, pero de todos modos, elige apostar a ello, por el
profundo amor que siente, pero tiene muchas dudas… sabe lo que es luchar contra las drogas.

Las mediadoras comienzan a trabajar utilizando las técnicas propias del proceso para que ambas partes puedan
expresar sus intereses y posibilitando de esta forma transitar el camino de su revinculación.

Luego de las conversaciones mantenidas llegan a un acuerdo. Marina irá a vivir con Ana, continuará su tratamiento
y se ocupará de su hijo. Se le pregunta a Ana si hay algo más que le quiere pedir a Marina y dice: “con que se quede
en casa y no se vaya por ahí ya me doy por contenta”.

Les agradecen a las mediadoras el haberlas “juntado”, o sea concretado ese espacio para que puedan reencontrarse
y soñar con una nueva oportunidad.

Marina estuvo casi un año privada de su libertad. En todo ese tiempo no recibió ninguna visita, ningún llamado
telefónico de ninguno de sus familiares. A partir de la mediación realizada, Marina habló con su hermana todos
los días que tuvo turno de teléfono. El 31 de octubre, a las 12, Marina salió en libertad. Su hermana Ana la estaba
esperando en la puerta del penal.

90
EL DELGADO LÍMITE ENTRE LA VOLUNTAD DE LAS PARTES
Y LA DEL MEDIADOR1

La mediación es un procedimiento apasionante, fundamentalmente porque permite acompañar a las personas


en un proceso de reflexión sobre el conflicto que las une, participar de la modificación que se va generando en la
percepción que tienen de él y compartir el momento mágico en que comienzan a incorporar las “razones” del otro,
comprometiéndose conjuntamente con su resolución.

Entre las características más distintivas del proceso de mediación, especialmente para quienes venimos del mundo
del derecho y nos iniciamos con estos temas en la Argentina antes de la sanción de la ley, cabe citar, por un lado, la
voluntariedad y el efecto a través de ella perseguido, la autocomposición, esto es, la posibilidad que se les otorga a
quienes se encuentran en una situación de conflicto de ser ellos mismos, luego de una reflexión sistemáticamente
guiada por el mediador acerca de sus necesidades, sus opciones y sus alternativas, que decidan qué hacer y cómo
tratarlo2. Por otro lado, la mirada al futuro, o sea, la posibilidad de dejar atrás los hechos y actitudes del pasado,
que llevaron a la situación en la que se encuentran en el presente y que evidentemente no les ha servido, para
centrar la mirada en “cómo quieren seguir”, corriéndose de las atribuciones de culpa.3

La mediación prejudicial obligatoria establecida por la ley 24.573, que parecía oponerse el principio de la voluntad
de las partes provocó serias discusiones y muchas personas plantearon que contradecía el espíritu del proceso
de mediación. En el debate parlamentario que precedió a la sanción de la ley se discutió largamente el tema, y
entre sus antecedentes se destaca que la obligatoriedad tuvo relación directa con el efecto buscado, que era crear
una nueva cultura tendiente a disminuir el grado de litigiosidad imperante en la sociedad. Se argumentó que si la
mediación se establecía en forma voluntaria, al no existir la costumbre de esa modalidad para resolver los conflictos
se corría el riesgo de que no se utilizara, y no se pudiera probar la eficacia del procedimiento. La idea era que la
obligatoriedad fuera temporal, ya que una vez que las personas pudieran comprobar los efectos de la mediación
podrían elegir libremente su utilización4.

Se aclaró, además, que esta imposición previa al juicio no debería considerarse como una restricción al acceso
jurisdiccional, ya que si las partes no tenían voluntad negociadora, solo se les impondría una etapa previa que
inclusive podría resultar beneficiosa a pesar de los prejuicios o posiciones con los que concurrieran a ella.5 Es
interesante destacar que la nueva ley 26.589 mantuvo el requisito de obligatoriedad de la mediación previa a los
procesos judiciales estipulado en la ley anterior, sin embargo no estableció una limitación al tiempo de vigencia,
aun cuando parecería que este procedimiento está lo suficientemente incorporado en la sociedad.

Lo cierto es que la instauración en forma obligatoria le dio un impulso de tal magnitud que, en muy poco tiempo,
la mediación fue conocida por gran cantidad de personas y aceptada por muchos profesionales de la abogacía que
habían pasado por ella patrocinando a sus clientes y comprobando no solo los beneficios en algunos casos, sino
también la ausencia de las desventajas que temían, ya que ni les sacaba trabajo, ni potenciaba los conflictos y,
muchas veces, aun de no alcanzarse un acuerdo, propiciaba un mejor clima en el posterior litigio.

Comprendimos entonces que instancia obligatoria como paso previo a la iniciación judicial no implicaba,
necesariamente, mediación obligatoria, y que los mediadores deberíamos poner especial énfasis en explicar a las
partes que la obligación legal estaba cumplida con asistir a la convocatoria de mediación, pero que a partir de ese
momento comenzará un proceso en el que ellas tendrán que decidir, ya que varias cosas dependerán de su voluntad.

1
Integrante del Centro de Prevención y Resolución de Conflictos de la DNMyMPRC: Dr. Diana Eilbaum
2
Caram, María Elena; Eilbaum, Diana Teresa, y Risolia, Matilde (2006). Mediación. Diseño de una práctica. Buenos Aires: Librería Histórica. P. 53.
3
Dejo de lado para otra oportunidad el análisis de la “mirada al futuro”, y lo que significa este cambio de observar el conflicto centrados en cómo
quieren seguir, en lugar de analizar cómo fue el proceso que los llevó a la situación actual, no por poco importante, sino por razones metodológicas.
4
Antecedentes Parlamentarios. La Ley, 1995, Nª9, Senador Branda (parágrafo 39).
5
Antecedentes Parlamentarios. La Ley, 1995, Nª9, Senador Romero Ferris (parágrafo 72).
91
a) Tratar el conflicto en mediación

Este es un momento significativo porque implica un pasaje de los términos normativos en que se encuadra la
instancia en virtud de la ley, al clima de conversación más genuina o sincera que pretendemos instalar en la sala de
mediación. El desafío de este cambio siempre estará a cargo del mediador.

La decisión de mediar está en la cabeza de ambas partes. Tanto el convocado como el solicitante deben tomar esa
decisión. El primero podría manifestar que no desea mediar y que, incluso, no tiene ninguna intención de litigar con
el otro. El solicitante podría, a su vez, decir que su deseo es solo cumplir con el paso necesario para habilitar la vía
judicial. Los mediadores tendremos que explorar -como siempre que intentamos no quedarnos con lo meramente
explícito- si tales manifestaciones reflejan el interés de las personas o son solo posiciones que deberán quedar
atrás.

Desde mi lugar de mediadora, el proceso comienza cuando las personas, en ejercicio de la libertad que les otorga
esta característica, aceptan quedarse. No espero necesariamente una manifestación explícita, sino que atiendo
cuidadosamente al consentimiento implícito de quienes continúan quedándose.

Pero lo cierto es, debo confesarlo, trabajo para que se queden.

b) Los temas a tratar

A partir del momento en que acepten mediar, deberán decidir otras cuestiones, comenzando con los temas que van a
tratar. Más allá del objeto por el que se solicita la mediación, del que pueda agregarse por una posible reconvención,
o de la ampliación formal del este, la dinámica del proceso y la posibilidad de que los participantes puedan decirse
y escucharse muchas cosas, permite prever que dicho objeto -especialmente cuando existe una relación previa-
será nada más que un título, ya que cuando el conflicto se despliega viene acompañado de una historia vincular
entre las partes, muchas veces de larga data, que transforma el tema por el que se solicita la mediación en solo un
encabezamiento. Es común que en una mediación iniciada por alimentos, las personas conversen sobre distintos
temas: con quién van a vivir los hijos, cómo serán los encuentros con el padre no conviviente, la escolaridad, quién los
retira de las distintas actividades, cómo están anímicamente. También es frecuente que aparezcan los sentimientos
de cada padre; probablemente haya referencias a las razones de la separación; si existe, es posible que algo se diga
sobre la nueva pareja; si algún pariente colabora con los niños, seguramente se lo mencione; si hay una relación
particular con alguno de los padres, es probable que se comente; si interviene, la opinión del terapeuta de alguno
de los miembros de la familia; las posibilidades laborales, etc. Y cada tema se encadenará con otro porque lo que le
pasa a cada miembro de la familia generalmente influye en los demás.

En una mediación solicitada por tenencia, alimentos y régimen de visitas, la señora contó que, si bien estaban
separados con el papá de sus hijos desde hacía solo tres meses, la decisión la habían tomado mucho tiempo antes, y
que ella quería organizar el “tema de los chicos”. El señor, a su vez, manifestó no estar de acuerdo con la separación,
dijo que quería a su mujer y que deseaba volver con ella.

Les manifesté mi disposición para colaborar con ellos en el tratamiento de todas las cuestiones en las que tuvieran
que tomar decisiones relacionados con sus hijos o sus bienes, mientras decidían qué iban a hacer como pareja, pero
que en ese tema no los podía ayudar porque excedía el marco de la mediación ya que, desde mi punto de vista, eso
correspondía al ámbito de la terapia familiar.
Si bien las personas deciden sobre qué quieren hablar, los mediadores vamos confeccionando la agenda de trabajo
y señalando qué cuestiones podemos trabajar y cuáles exceden el ámbito de la mediación. Sin agregar temas, ya
que eso depende de la voluntad de las partes, vamos delimitando lo que consideramos mediable, separando, no sin
alguna dificultad, lo que no lo es, y formulando las preguntas apropiadas para que reflexionen sobre otras cuestiones
que deseen trabajar y que, a veces por distracción, inexperiencia, temor u olvido, las personas no plantean.

O sea, ellas eligen voluntariamente los temas, pero nosotros delimitamos a través de la agenda, lo que consideramos
mediable y descartamos aquellas cuestiones que no entran en el encuadre del trabajo que proponemos.

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c) Permanecer

Además de optar por la mediación y decidir las cuestiones que van a tratar, quienes sometan su conflicto a este
procedimiento deberán elegir libremente, ya que también dependerá de su voluntad, permanecer en ella, o retirarse
en cualquier momento sin que exista diferencia si han permanecido diez minutos o diez horas. Solo se consignará,
debido a la confidencialidad del proceso, el cierre sin acuerdo, sin otra información.

Dependerá, otra vez, de la destreza del mediador detectar si la manifestación de retirarse es solo una amenaza
tendiente a presionar a la otra parte en el juego de la negociación, para obtener una ventaja mayor, o realmente
existe la intención de finalizar el proceso luego de una evaluación consciente de las alternativas.

También es cierto que mi esfuerzo es a favor de que permanezcan y puedan retirarse con el conflicto resuelto. Y que
si el caso no es mediable, ya sea por la temática o las características personales, soy yo quien cierra la mediación,
aun en contra de la voluntad de las partes.

d) Acordar

En caso de que opten por permanecer, también dependerá de la voluntad de las partes arribar a un acuerdo. Si lo
hacen, su contenido deberá reflejar lo más nítidamente posible su voluntad. Pero teniendo en cuenta la filosofía de
la mediación, no elaboraremos un acuerdo con atribución de culpas y trataremos que este sea lo más equitativo
posible en cuanto a los compromisos asumidos por las personas.

En esta etapa, si hemos trabajado bien, guiando a las personas en una exhaustiva reflexión sobre sus opciones y
alternativas, la voluntad de ellas solo se verá limitada por el orden público o por cuestiones relacionadas con la
ética, en cuyo caso los mediadores podremos decidir no acompañar ese acuerdo con nuestra firma.

El rol del mediador

Es importante que las personas comprendan cuál es nuestra función y, a su vez, que los mediadores nos ajustemos
a ese rol neutral donde la tarea va a estar centrada, básicamente, en manejar el procedimiento, colaborar con la
comunicación, acompañar a las partes en una reflexión sobre las posibilidades que tienen para gestionar el conflicto
y trasladar hacia ellas la responsabilidad de su resultado, con la finalidad de lograr la autocomposición, meta tan
preciada de esta metodología.

Ese rol neutral implica una amplia gama de acciones que van desde no influir en el contenido del acuerdo, hasta
no tomar partido por ninguna de las partes. Si bien se lo suele pensar a partir del ingreso al conflicto -me refiero
al momento en que las partes comienzan a desplegar las posiciones-, hay una etapa previa, cuando se efectúa la
exploración preliminar6 y se indaga, entre otros temas, por las motivaciones que tienen respecto de la mediación,
tratando de detectar si existe en las partes el deseo de transitar este proceso, si hay una demanda de mediación.

Existe una natural tendencia en muchos mediadores, entre los que me incluyo, a desplegar una serie de recursos
tendientes a lograr que cada parte se quede en la mediación. Probablemente convencidos de que lo que hacemos
es útil, que es mejor que las personas puedan elegir libremente y hacerse cargo de resolver sus conflictos, con las
mejores intenciones, presionamos para que se queden.

Recuerdo una mediación en la que los abuelos, Pedro y Patricia, solicitaron un régimen de visitas para su nieta.
Los padres convocados, María y Julián, manifestaron desde un inicio que no tenían intención de conversar con los
solicitantes, es más, el hijo expresó que no deseaba que su propia hija (la nieta) tuviera vínculos con quienes él,
dijo, ya no los tenía. No obstante y con la finalidad de explorar las manifestaciones vertidas tuvimos dos reuniones
en las que se habló sobre muchos temas. Casi todo el tiempo, a pedido de los convocados, trabajé por separado.

6
Aréchaga, Patricia, y Bulygin, Elvira. “Exploración Preliminar”. La Ley 1997 A985.

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Los abuelos contaron, por ejemplo, la buena relación que habían tenido con su nuera durante el tiempo en que
esta y Julián estuvieron separados. Cómo se ocupaban y cuidaban a su nieta cuando María iba a trabajar, y cómo
todo se complicó cuando volvieron a estar juntos. María, por su parte, dijo que en ese tiempo ella se esforzaba para
que su hija conservara los vínculos familiares, pero que sus suegros le hablaban mal de su marido, y que no quería
escucharlos más.

Julián dijo que su madre lo había echado de la casa paterna -hecho que ella negaba rotundamente-, que había
pasado por muchos años de terapia para cortar la relación y que no quería tener que ver con ellos.

Contaron, cada parte con una percepción diferente, la intervención de la hermana de Patricia -para Julián, de gran
ayuda y colaboración; para los abuelos, de una intromisión irrespetuosa y mal intencionada en sus cuestiones.

Hablaron de la hermana de Julián, para él, la preferida de los padres; para sus padres, alguien que se esforzaba por
colaborar con todos.

Durante todo el tiempo que duró la mediación los convocados manifestaron que no confiaban en la otra parte, que
no les interesaba la relación. Su abogada sugirió, en algún momento, la posibilidad de llevar el tema al ámbito de
la terapia familiar. Julián manifestó que cada uno tenía su propio terapeuta y que no tenía interés en conversar con
sus padres.

Con relación a unos bienes hubo un acuerdo verbal, estableciendo día y hora para que el hijo retirara algunas cosas
propias de la casa paterna y reintegrara las llaves de una propiedad que era de sus padres. Sin embargo, no hubo
acuerdo con respecto a las visitas de la niña.

No pude dejar de pensar en mi actitud como mediadora. ¿Por qué había continuado con la mediación cuando una
de las partes había dicho, con claridad y desde un principio, que no quería mediar?

Las reuniones duraron más de tres horas la primera, y la segunda aproximadamente una hora y media. Indudablemente
yo estaba legitimada por ellos en mi rol, razón por la cual aceptaron continuar trabajando no solo en la prolongada
primera reunión, sino que volvieron a la segunda.

Yo estaba convencida, aún hoy lo estoy -y los letrados de ambas partes también-, que el proceso judicial, con sus
acusaciones, sus pruebas, sus presiones, no resultaría útil para esta familia, por lo menos para mejorar las relaciones
y, más aún, estando involucrada una niñita pequeña. Pero lo cierto es que la voluntad de una de las partes era no
mediar. Admito que se realizó un pequeño acuerdo, sé que las cosas se retiraron y también que, hasta ahora, no
se ha iniciado el juicio. Sé que los temas se abrieron y, por lo general, esto tiene efectos más allá de las reuniones
mismas, también que es imprevisible la evolución del conflicto y que no puede descartarse que, en otro momento,
se den las condiciones para la conversación que no pudo ser entonces.

Pero, ¿por qué si la mediación es voluntaria, si una parte desde el primer momento dijo que no quería ni siquiera
hablar con la otra, seguí trabajando?

El motivo es, una vez más, que los mediadores no nos quedamos con lo explícito y eso nos lleva a buscar algún
indicio de voluntad no puesta de manifiesto, tal vez como resultado de la confrontación entre las partes que puede
proyectarse tanto en relación con el tema en sí, como con el escenario elegido por el “enemigo”. Si las razones son
de este nivel, es probable que el mediador pueda con ellas -obsérvese que las partes volvieron y no se fueron-, pero
si las tensiones ocultas del conflicto son tan intensas, probablemente el esfuerzo será en vano. Sin embargo, eso
solo podemos saberlo explorándolo.

La neutralidad del mediador

¿Afecta la neutralidad del mediador esa insistencia en continuar con el procedimiento? Es cierto que más allá
del contenido, o del motivo del conflicto, la neutralidad tiene que ver con aceptar las decisiones de las partes.
Sin embargo, la insistencia para que transiten la mediación aparece más como un tema de procedimiento, de
posibilidad de apertura del método y los mediadores intentamos colaborar para que, si alguien -más allá de lo
que exprese- bajo alguna forma desea iniciar una conversación, tenga a su disposición el escenario adecuado para
esta posibilidad aun cuando esta actitud pueda parecer a favor de quien propuso el espacio. Debemos, entonces,
reforzar la idea de que favorece la única posibilidad que quizá tengan de abrir el tema.
94
Nuevamente estará a cargo de cada mediador enfocar e insistir en que “solo abro la propuesta, no entro en el
contenido, decidan, por favor, con comodidad, si les es útil”.

También es cierto que los mediadores cargamos simultáneamente con una especie de consigna general, social y
cultural propia de toda institución nueva que se inserta, que nos indica persuadir sobre la utilidad del método.

En cuanto al fondo de los conflictos, debemos recordar entonces que la mediación no es para todos los temas, ni
para todas las personas, ni para todos los tiempos de su relación. Las mismas personas no están siempre en iguales
condiciones para trabajar juntas. La frontera que separa la posibilidad de la imposibilidad de mediar siempre es
difusa.

Suelo trabajar a fondo antes de cerrar una mediación. Reconozco que me esfuerzo tratando de que las partes
evalúen todas las alternativas posibles y que trabajo para que se queden. Pero no puedo dejar de preguntarme:
¿cómo juega mi voluntad con relación a la voluntad de las personas y cuál es el espacio que le concedo?, ¿cómo
se afecta mi neutralidad?, ya que en este tema me coloco a favor de aquel que manifiesta intención de mediar, no
en cuanto al contenido o a la resolución de las cuestiones, pero sí en cuanto a la utilización de este camino que él
propuso. ¿Cómo juegan mi voluntad y la de las partes cuando estoy convencida de que la mediación es la mejor
elección para estas personas, que la mejor manera de resolver su conflicto es sentarse a conversar juntas?

He abierto mis dudas y expresado mis puntos de vista, pero creo que son preguntas que los mediadores debemos
formularnos como una manera de reflexión permanente sobre lo que hacemos.

Estas reflexiones acerca de los límites entre la voluntad del mediador y la de las partes se ponen más en evidencia
en nuestro centro de mediación, dependiente de la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de
Resolución de Conflictos, que brinda un servicio voluntario y gratuito, y que se torna para muchas de las personas
que concurren en la única posibilidad de plantear sus reclamos. La situación económica es para alguno de nuestros
usuarios tan apremiante, ya que forman parte de un sector muy vulnerable de nuestra sociedad, que incluso les
resulta difícil costearse el pasaje para poder concurrir.

Cuando nos encontramos frente a personas que no aceptan el proceso de mediación, que no quieren conversar
entre ellos, que prefieren que un tercero resuelva las cuestiones, o incluso que queden sin resolverse, es difícil no
ponerse a favor de la mediación, aunque esto, indirectamente implique ponernos a favor de quien desea mediar.

María, de 78 años, solicitó una mediación por alimentos con su marido, Pedro, de 82 años. En la sala de espera, el
abogado de Pedro me manifestó que su cliente no quería reunirse con María. Comencé entonces con reuniones
privadas. María contó que hacía un año que se había separado, que tenían en común dos departamentos, el familiar
donde se había quedado viviendo Pedro, y otro más chiquito al que se había mudado ella. También eran dueños de
un departamento en Mar del Plata que en el verano ocupaban sus hijos, y de un auto que estaba en el garaje de la
casa donde estaba Pedro, que no usaban hacía bastante tiempo. Contó que ambos estaban jubilados, pero que el
dinero no les alcanzaba. Proponía vender el auto y repartirse el dinero para sus gastos.
Pedro, a su vez, dijo que estaba seguro de que María había dicho solo mentiras. Que él, por dignidad, no estaba
dispuesto a hablar de las razones por las que se había separado. Que estaba enfermo del corazón. Que el dinero no
les alcanzaba a ninguno de los dos, pero que ella tenía plata escondida. Que agradecía los esfuerzos que yo como
mediadora había hecho para ayudarlos, y también a su abogado que lo acompañaba, pero que no le iba a dar nada,
ni iba a vender nada hasta que el juez decidiera quién decía la verdad. “No me importa -decía- si nos morimos de
hambre”.

Los abogados de las dos partes fueron sumamente colaborativos. Tanto ellos como yo pensábamos que estas
personas debían solucionar sus temas en mediación. Nos parecía que los tiempos y los costos judiciales eran
imposibles de afrontar para estas partes. Insistimos. Vinieron a una segunda audiencia y, finalmente, la mediación
se cerró sin acuerdo.

En los temas conyugales, o de pareja, nos encontramos con la situación especial de tener que pedirles a quienes están
separándose más de lo que se les pidió cuando decidieron unirse y, justamente, cuando están en la peor situación
emocional7. Queremos que actúen con sensatez, colaborativamente, que tengan en cuenta sus necesidades, las del
grupo familiar, que piensen en el futuro, cuando lo único que generalmente aparece es mucho enojo, probablemente
tristeza, y un gran apego hacia el pasado y hacia la historia que los lleva a estar como están.
7
Parkinson, Lisa (2005). Mediación familiar. Barcelona: Ed. Gedisa. P. 79.
95
En esa situación pretendemos que las partes hagan uso de la voluntariedad del proceso y tomen sus propias
decisiones. En realidad, como dice Marlow8, les pedimos que hagan lo que han hecho siempre. La cuestión es que la
dificultad no está en los temas, sino en los sentimientos que se mezclan con todo lo que los relaciona. Intentamos,
entonces, ayudarlos a encontrar esa habilidad que han perdido con la idea de revalorizar a los individuos.

Sin embargo, la opción es de las partes, la de llegar al acuerdo, por supuesto, pero la de decidir si continuarán o
abandonarán la mediación también, y ese poder de elección las revaloriza9.

Conclusión

Los mediadores debemos trabajar intensamente antes de cerrar una mediación, el límite lo va a marcar nuestro
gran aliado: el procedimiento.

Las personas son las que deciden transitar este procedimiento, pero nosotros intentamos provocar, a través de
preguntas, reflexiones sobre las ventajas de hacerlo.

Ellas plantean las cuestiones, nosotros confeccionamos la agenda, organizando los temas que podemos trabajar,
excluyendo los que consideramos no aptos para ser abordados en el ámbito de una mediación, ya que exceden el
encuadre que le damos a este procedimiento.

Deciden el tiempo que permanecen, nosotros intentamos que no se retiren hasta por lo menos haber analizado las
opciones y alternativas que poseen.

En caso de acordar, el contenido lo convienen ellas, pero nos ocuparemos de que ese acuerdo refleje concesiones
mutuas, y no atribuciones de responsabilidad.

De qué hablamos, entonces, cuando hablamos de neutralidad, de equidistancia, o de imparcialidad.

Ello no significa no involucrarnos, por el contrario, nos involucramos con alma y vida en el conflicto que las personas
nos traen, escuchando con sensibilidad, pero con la distancia óptima para poder operar eficientemente.

No hablamos de otorgar igual cantidad de tiempo para cada una de las partes, pero sí el espacio que cada una
necesita para expresarse, pensar, evaluar sobre el conflicto que los une, ya que cada cual tiene sus tiempos de
reflexión, y es lo que tratamos de respetar.

Tampoco es cierto que no limitemos el contenido, ya que no permitimos manifestaciones ofensivas ni descorteses
entre las partes. Es más, connotamos positivamente, cada vez que es posible, el relato de las partes, colaborando
muchas veces con la recuperación de la “voz”, que las personas han perdido, cuando ya no se escuchan, solo reciben
ruidos, como si fueran animales, pero no los decodifican. Colaboramos con la formación de nuevas identidades que
les permitan llegar al otro, volver a escucharse10.

Sé, por la experiencia de todos estos años, que un trabajo bien dirigido ayuda a las personas a recuperar la posibilidad
de elegir, muchas veces perdida, y que cuando esto ocurre se sienten revalorizadas y legitimadas. Pero debo tener
siempre presente que me muevo en un delgado límite que no puedo pasar, el de la voluntad de las partes, que es la
que en última instancia debe prevalecer.

8
Marlow, Lenard (1999). Mediación familiar. Buenos Aires: Ed. Granica. P. 42.
9
Folger, Joseph P., y Baruch Bush, Robert A. (1996). La promesa de la mediación. Buenos Aires: Granica. P. 135.
10
Sara Cobb, en el seminario “El modelo circular narrativo y los sistemas familiares”, dictado con Carlos Sluzki, los días 11,12 y 13 de agosto
de 2011, en Buenos Aires, Argentina, denomina a esto “multi-neutralidad”
96
EL ROL DEL MEDIADOR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA
REALIDAD OPERATIVA PARA LOS PROTAGONISTAS DE UN
CONFLICTO1

En todo proceso de mediación la comunicación es fundamental. El mediador asume un rol de tercero neutral y
debe llevar adelante la interacción comunicacional que legitime no solo el espacio, sino también a su persona y a
las partes intervinientes durante toda la tramitación del proceso. Para ello, deberá crear un clima colaborativo entre
las partes y entre estas y él mismo, asegurando que las condiciones y el encuadre que soportan la comunicación se
sostengan a lo largo de todo el desarrollo de la mediación, así como el reconocimiento recíproco, la pertenencia en
el conflicto y el poder para resolverlo según sus posibilidades.

Las partes deben empezar a internalizar que la solución de su conflicto es “con el otro” y no “a pesar del otro”. Solo
a partir de allí se van creando las condiciones para reformular las diferencias, desde los propios y legítimos intereses
que los tienen involucrados en el conflicto. Es por ello que la mediación debe entenderse como un proceso de
aprendizaje para una comunicación efectiva, donde las personas toman decisiones informadas y conducidas por el
mediador, a través de la construcción de una nueva realidad operativa y evolutiva, en un espacio donde encuentren
la posibilidad de ser activos en la resolución de sus disputas.

A los fines de lograr una nueva realidad funcional a nuevas alternativas, resulta de utilidad desplegar ciertas pautas
de construcción del pensamiento y de la comunicación para la obtención del éxito en mediación, entendiendo por
éxito la búsqueda de la calidad de todo el proceso y no solo el resultado o el acuerdo.

La labor del mediador consiste en modificar o al menos intentar conmover las realidades de las partes, a través
del adecuado uso de la influencia, con las diferentes herramientas comunicacionales, el entendimiento de lo que
necesitan y desean esas personas, clarificando y clasificando intereses con el cierre cuidadoso de un acuerdo, a
través del tamiz de los diferentes filtros subjetivos y objetivos, que brinda el proceso.

Desde el lugar del tercero neutral, con la utilización de técnicas tales como diversos tipos de preguntas y el recurso
pedagógico de aportar información se logra ir desplegando la problemática que subyace detrás de sus posturas, para
la construcción con las partes de una nueva realidad que posibilite la exploración de opciones de mutuo beneficio,
hacia el desarrollo de un consenso diferente, evolutivo y participativo de los protagonistas del conflicto.

Las partes se acercan a la mesa de mediación y en esa dinámica interactúan, ingresando una nueva variable en
escena: la historia previa como su versión de los hechos, fuertemente acompañada de desentendimiento, así como
la historia del fracaso de las soluciones intentadas, lo que implica un condicionante en la predisposición para el
cambio de paradigma y en la capacidad de afrontamiento. La historia no debe ser confundida con el pasado y
tampoco con lo vivido; necesitamos distintos niveles de escucha y comprensión.

El mediador actúa como facilitador a los fines de modificar y consensuar con las partes actividades colaborativas
para desarticular el conflicto.

A esta altura del proceso de mediación, resulta esencial para su conductor ingresar el “factor tiempo” como variable
en la dinámica comunicacional y la construcción de horizontes, trabajando como postulado la perspectiva a largo
plazo versus la perspectiva a corto plazo en el desarrollo del disenso, para desgarrar la trama del tiempo e introducir
a las partes en otro terreno, ya que una de las características fundamentales del proceso de mediación es la mirada
al futuro.

La mediación crea el espacio privilegiado para que ambas partes sumen necesidades y expectativas en una mirada
común y nos conduce a una perspectiva a largo plazo con el otro, para las futuras tomas de decisiones, delimitando
lo imposible y haciendo caer lo absoluto.

1
Integrante del Centro de Prevención y Resolución de Conflictos de la DNMyMPRC:Dr. Edgardo J. Chiara, con la colaboración de la Lic. Mariela
Walenten

97
Un desafío de la mediación y sus actores es que transitar por sus espacios deje al menos una impronta de confianza
como referencia de oportunidad para apropiarse de la palabra en la resolución de sus problemas. Habilitar un
tiempo a ser pensado como eslabón de modificación de conductas futuras en el diferente contexto de los mediados.

Respecto del acuerdo arribado por las partes, la satisfacción por el procedimiento generará probablemente
aceptación e internalización del método, su recomendación para terceros y su eventual utilización futura por las
mismas partes.

El tercero neutral apostará al despliegue de un nuevo ciclo de interacciones entre los mediados, un cambio de
escenario en su interdependencia, intentando arrojar luz en la diversidad y tolerancia hacia el otro y los diferentes
puntos de vista expuestos.

La mediación permite apostar al cambio de disenso y diferencia por consenso y calidad de vida cooperativa. El
espacio reflexivo que genera el conductor al mediar implica empezar a trabajar con las creencias de las personas. El
mediador, con la utilización, entre otras herramientas, de un “esquema” que permita maximizar la influencia personal
en los mediados, junto con la “escucha activa” como arte, se dirige a las declaraciones sensoriales específicas “que
se desean”, es decir, escuchar lo que las personas realmente desean, a fin de desestabilizar esas historias previas,
generando dudas sobre su construcción para avanzar conjuntamente en el cambio de posiciones y discursos.

Con las intervenciones irá acentuando los conceptos desde lo positivo, para lograr mayor entendimiento de las
partes al reformular sus apreciaciones. Un ejemplo: Si una parte manifestara, en la mediación: “no quiero dejar de
ser responsable en este asunto”, nuestra escucha percibe que tal declaración no es objetiva, ya que a las personas
generalmente les resulta imposible concentrarse en el reverso de una idea. Entonces, la tarea del mediador
consistirá en presentarles una versión afirmativa de lo que dicen querer o no querer a los fines de que el otro pueda
escucharlo y desde esa reformulación del lenguaje, conducirlos hacia nuevas opciones de percepción y escucha. Por
lo tanto, para pensar en no dejar de ser responsable en este asunto, se debe pensar en desarrollar en las personas
la responsabilidad en sus narrativas y atento que la percepción del mediador y su manera de deconstruir realidad se
suman al desempeño de su rol, la intervención implicará conmover las percepciones de las partes en una dirección
operativa hacia el esclarecimiento de las ideas en conflicto.

Así es como entendemos un nuevo paradigma, que en el campo de la acción habilite un terreno fértil para confluir
en nuevas opciones que desestabilicen posiciones rígidas. A través de este nuevo paradigma el mediador, en su
papel de intervención como líder conductor, logra ir “descosiendo” en la trama discursiva el deseo del hacer, es
decir, la parte comenzará a “concentrarse en lo que se desea y no en lo que no se quiere hacer”.

Si el relato que se va a abordar es: “no quiero dejar de ser el responsable en este asunto”, el mediador deberá
descubrir las necesidades y el deseo profundo y como ello se sostiene en conceptos de pertenencia, identidad, de
interacción social, de responsabilidad, de control de la situación, de estatus, de proyección futura, entre otros.

Es importante tener claro que como mediadores trabajamos sobre las capacidades de las personas en sus diferentes
reacciones frente a los hechos, obstáculos y situaciones de conflicto.

Una cualidad incontrastable del mediador, en lo que hace a su aceptación en el despliegue de su papel, es lo
que definimos como “el “factor integridad” y ello se relaciona con el concepto de legitimación. El significado de
“integridad” trasciende el estar dentro de los límites de la ley, así como tratar con veracidad las cuestiones; inclusive
significa mucho más que estar dentro de los parámetros de la honestidad. Significa la suficiente preocupación
por los demás como para conocer y comprender los resultados que obtienen, sus objetivos, sus deseos, antes de
comenzar a trabajar con ellos acerca de otras maneras de lograr lo que manifiestan pretender, ya que la repetición
de los conflictos pone en juego una dimensión creadora.

La escucha del mediador es mucho más que prestar atención; será valorar, reconocer, interesarse y también
emocionarse con las palabras del otro, en una instancia “creativa – positiva”, que busca generar durante todo el
proceso de mediación un espacio de conversación constructiva en lugar de una nueva frustración.

El mediador hace circular el lenguaje para que emerjan las “perspectivas del otro” y generar así la comunicación
desde las ópticas de las diferentes partes. El mediador desea desde su papel y no desde su deseo personal subjetivo,
y articula desde el deseo de las partes ambas pretensiones, en un solo plan que compila la construcción del concepto
de “deseo mutuo”, donde el todo es más que la mera suma de las partes, focalizando el replanteo del conflicto con
el que las partes puedan insertarse en una nueva lógica.

98
Las personas son proclives a generar realidad sin información suficiente, completando dicha carencia con sus
creencias, valores, opiniones, necesidades, costumbres e historia. Aquí radica la importancia del facilitador en
generar un ámbito de diálogo y reflexión con
el objeto de ir deshaciendo el camino de construcción de realidad y completar espacios, movilizándolos hacia una
visión evolutiva y superadora.

Así, por ejemplo, cuando alguien en una mediación nos manifiesta que no se sintió atendida debidamente o que
debió esperar un largo rato para que se reciba su reclamo, reaccionando como si el otro no tuviese consideración o
no fuera una buena persona, sin la capacidad de autorreferenciar ese hecho como una ofensa personal y abrirse a
pensar que quizá es alguien que puede tener un mal día y que existen situaciones que desconoce en la formación
de sus percepciones.

Esto nos muestra en la práctica lo que la teoría de la comunicación, a través de Paul Watzlawick, define en su primer
postulado: “es imposible no comunicarse”, homologando
entonces conducta con comunicación, que afecta tanto el universo del lenguaje de las partes, como del mediador.

Dada la complejidad de la comunicación, el mediador deberá introducirse en la escucha con una observación
silenciosa de las señales explícitas e implícitas que tienen valor de mensaje para favorecer un canal de comunicación
incluyente para todos los participantes.

La “fantasía funcional” como concepto se manifiesta cuando las personas crean realidad e inclusive implementan
realidad desde el otro sobre la base de sus percepciones y conductas de lo que consideran debería ser, generando
una fantasía funcional a esas expectativas y presunciones.

Por ejemplo, un médico legista amigo, cuyos honorarios ascienden a $ 500 la hora, fue consultado por un estudio
jurídico de renombre a fin de que emitiera su opinión como experto en un caso del citado estudio. Dado que eran
prácticamente vecinos de oficina, el médico pensó en tener un gesto amable y no cobrar su tiempo, ya que además
el buffet tenía vinculación con un colega, que era también su amigo. En el curso de la reunión y luego de una hora, el
joven abogado con el que estaba reunido le solicitó a su secretaria una bebida cola y no le ofreció nada a mi amigo.
Al contarme la historia, el legista concluyó diciéndome con una sonrisa: “Debió ser la primera vez que una bebida
cola le costó a alguien $ 500”.

En este caso la “fantasía funcional” del médico fue: “si doy a otros lo que necesitan y desean; ellos me darán lo que
necesito y deseo”. Lo que el legista necesitaba era aprecio y reconocimiento por su buena voluntad. Sin embargo,
solo obtuvo los honorarios correspondientes a una hora de su labor.

Atento lo expresado, en lo que hace a pautas de construcción del pensamiento y la comunicación para lograr
mediaciones eficaces, debemos desplegar en nuestra mesa de interacción tres elementos:

A) Comunicación
B) Entendimiento
C) Influencia

Solo así, y en ese orden, será posible ser legítimamente persuasivo con los mediados, generando un entendimiento
capaz de desplazarlos de sus posturas intransigentes a intereses construidos desde realidades operativas diferentes,
entendiéndose al mediador como líder comunicacional en tanto que su poder de influenciar estará dado por la
capacidad de adelantarse al otro con un gesto o una palabra que lo movilice de su posición y lo invite a colaborar con
el proceso de búsqueda de nuevas opciones. Ello implica no esperar respuestas exclusivas del otro, sino evaluar y
reflexionar de qué manera pueden las partes satisfacer intereses del otro, que trasciendan su posición, a tal punto
de abandonarla en la mesa de mediación.

A modo de síntesis, es importante destacar que todos estos conceptos que hacen a la adecuada intervención del
mediador están pensados en el ejercicio y los marcos de la nueva ley de Mediación y bajo la política de acceso a la
justicia para todos, sostenida fundamentalmente desde la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos
de Resolución de Conflictos.

Las pautas y herramientas de construcción del pensamiento y la comunicación para alcanzar el éxito en la mediación
persiguen el aporte de nuevas miradas en el trazado del horizonte de la práctica cotidiana del mediador en los
bordes entre lo ideal, lo real y lo posible, para poder determinar cuáles son las necesidades más importantes de
99
las partes, es decir, aquellas que los tienen atrapados en el conflicto; cuáles son los criterios que esas personas
valoran más; cuáles son las prioridades de uno y del otro y desde un aspecto circular cuáles son las estrategias
más eficientes y hasta dónde ponerlas a trabajar para influir en las decisiones de los demás y conducirlos hacia la
construcción de relaciones y redes de conversaciones que conformen la paz social.

Fuentes bibliográficas:

Bagley, Dan S.; Reese, Edward J. (1997). Más allá de las ventas. Buenos Aires: Editorial Granica. P. 20/21, 25/27, 30
/49, 53/62, 71/87, 111-116.

Fisher, Roger; Ury, William, y Patton, Bruce (1991). Sí…de acuerdo - Cómo negociar sin ceder. Bogotá: Grupo Editorial
Norma. P. 3/7, 10 /17, 47 / 58, 113/118.

100
FAMILIA Y VIOLENCIA: ESTUDIO EXPLORATORIO DE CAMPO
SOBRE LA PERTINENCIA DE LA MEDIACIÓN1

Investigar es una disponibilidad. El investigador es un efecto práctico y una disposición a pensar con otros lo que
aun no sabemos decir (Silvia Duschavsky2)

Introducción

Es posible constatar un notable incremento del fenómeno de la violencia dentro del marco de las familias que afecta
a los diferentes estratos sociales. En los últimos años, esta temática ha conseguido un lugar en las agendas políticas
globales, especialmente relacionadas con la salud y los derechos humanos. La violencia doméstica implica un patrón
cultural con raíces profundas, que impregna la relación entre los más fuertes y los más débiles a través del uso del
poder.

Desde hace algunos años venimos trabajando, tanto desde la práctica clínica como de la capacitación de profesionales,
en la mediación en situaciones familiares atravesadas por violencia. Como parte de nuestro trabajo, hemos puesto
en marcha una aproximación investigativa sobre la práctica de mediación junto con un equipo interdisciplinario
de mediadores con familias atravesadas por violencia doméstica en un centro público y gratuito, dependiente del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

Investigar supone acercarse a los problemas. Para hacerlo, hay que aproximarse a las personas que traen los
problemas y que deciden abrir una dimensión más en la experiencia, para dar cuenta de los problemas que
inquietan en las prácticas. La investigación no empieza hasta que se encuentra al interlocutor adecuado. No se
trata de informantes claves o poseedores de un conjunto de datos que queremos averiguar, sino de encuentros
que vayan armando afinidades. Parafraseando a Duschavsky, podemos afirmar que esta investigación comenzó
cuando estuvieron disponibles el servicio de mediación, los actores y la problemática que interroga y angustia a
sus operadores preocupados. El objetivo de este artículo es dar cuenta de algunas consideraciones basadas en un
trabajo exploratorio de campo, que tiene como base una experiencia concreta de mediación en un espacio y tiempo
determinado, que propone algunas ideas que queremos compartir y someter al debate.

1. Descripción y justificación del proyecto

El proyecto comenzó en el año 2000 y se propuso ejecutar un trabajo de campo a través de algunas actividades
como el seguimiento de mediaciones, el ejercicio de la clínica de casos mediados, talleres y entrevistas, con la
intención de reconocer la posibilidad de las metodologías de la mediación, para facilitar la toma de decisiones en
caso de desacuerdos surgidos en el seno de familias atravesadas por distintos grados de violencia familiar.

El término atravesamiento en violencias familiares se refiere a que la relación violenta no es mirada como categoría
ontológica que define el ser de esas familias, sino que estas se encuentran atrapadas en una interacción apoyada por
estereotipias culturales, sabiendo que detrás del acto violento entre dos personas hay múltiples relaciones sociales
que lo sostienen. Ese funcionamiento se encuentra inserto y es favorecido por múltiples contextos -familiares,
sociales, institucionales- que colaboran en su mantenimiento. Se habla de atravesamiento puesto que “mina,
penetra y se disemina por todos los subsistemas”.3

1
Dras Ema Berardo y Silvana Greco, integrantes del Centro de Prevención y Resolución de Conflictos de la DNMyMPRC.
2
Duschavsky, Silvia (2003). Escenas de lo no escolar. Buenos Aires: Ed. Trama Paidós
3
El término atravesamiento quiere significar también el efecto de irradiar un sistema. En el lenguaje de Janine Pouget, psicoanalista
argentina, la violencia es entendida como una radiación que mina a las familias, a las instituciones como así también a lo social. Como
verbo aplicado a la violencia fue utilizado en Berardo, Ema; Greco, Silvana, y Vecchi, Silvia (2003). “La mediación como recurso de
intervenciones democratizadoras en las relaciones de poder: Mediación y violencia familiar”. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y
Jurisprudencia, Abeledo-Perrot, 24.
101
Respecto de la violencia y su articulación con la pregunta sobre las posibilidades de la mediación, pensamos junto
con Lewkowicz (2002) que:
«la violencia puede ser entendida como un poder que remite a dos campos distintos, (…) como las estructuras
consolidadas que pueden imponer despóticamente y también remite a la idea de posibilidad: lo posible es lo que
puede ser. La tensión en la que se está transitando entre violencia y ética intenta pensar la diferencia entre el
poder como imposición y el poder como posibilidad. Todo lo que llamamos violencia es el poder imponiendo un
sólo camino. La violencia o la imposición del poder enuncia que hay una sola posibilidad y la respuesta ética dice
que hablar de lo único es violento: la ética consiste en investigar otros posibles en la situación.»
Esta idea sostuvo los interrogantes de este trabajo en dos niveles: uno referido a preguntar por las posibilidades
de la mediación en este campo, ya que entre su particular organización y propósito tiene la de generar condiciones
para que surjan las enunciaciones de todos y cada uno, legitimándolos en sus diferencias, lo que les confiere el
potencial de perturbar el uso excluyente del poder comunicativo que pudieran sostener las dinámicas de poder en
la familia, en ese acotado espacio de negociación.4

En otro nivel, con un sentido instrumental institucional, el estudio se llevó a cabo con el propósito de construir
algunos conocimientos específicos, además de perfilar criterios que permitieran mejorar la selección, admisión y
el tratamiento que el centro brindaría a estos casos. Eventualmente, propiciar la derivación especializada -previo
establecimiento de un intercambio entre los distintos profesionales implicados con el fenómeno-, así como la
construcción de una red que pudiera cubrir la atención desde distintos abordajes y ampliar los recursos existentes.

Sobre la pertinencia de la mediación, se encuentran 5 posturas radicalizadas sostenidas por los distintos operadores
4

que se ocuparon de la temática. Los abogados y las entidades no gubernamentales que defienden causas de género
se manifiestan en contra de la utilización de la mediación. Entienden que su carácter confidencial vuelve el espacio
privado una cuestión que debe estar a la luz de lo público recibiendo la protección de la ley y del control del
Estado; que es improbable que la mujer pueda lograr acuerdos satisfactorios a sus intereses en una negociación
cara a cara con quien mantiene una relación de victimización; que el desbalance de poder existente entre las partes
que protagonizan una interacción violenta es irreductible en una mesa de mediación, y que la mirada al futuro
propuesta por la mediación impide que los actos de violencia pasados sean asignados al culpable llevando entonces
aparejada una suerte de reconocimiento de que, quien los padece, es corresponsable de la violencia aumentando
el daño psicológico.

Estas posturas tuvieron su base en las estadísticas extraídas de los programas públicos de mediación en los Estados
Unidos y Canadá, muchas veces conducidos por mediadores voluntarios, que no tienen suficiente formación o
experiencia como para poder comprender las características y dinámicas específicas de los casos involucrados.
En el otro extremo están quienes ven en la mediación una alternativa para esta problemática -aunque sus
pronunciamientos son cautos-. Manifiestan que el proceso judicial puede hacer escalar y prolongar el conflicto y
que, en algunas oportunidades, el abordaje jurídico ganador-perdedor puede exacerbar y atrincherar a las partes
en sus posiciones, sin considerar el impacto que esto puede generar en los hijos.

El análisis histórico de este grave problema social revela que se trata de un comportamiento aprendido que se
transmite de una generación a otra a través de los canales habituales y sostenidos por distintos contextos. Desde
muy temprano, los niños aprenden que el uso de la violencia es una forma de “resolver conflictos” interpersonales,
consecuencia de la distribución del poder observado en sus familias y la forma de interrelacionarse de sus miembros,
a través de una ubicación de superioridad o inferioridad. Perturbar hasta alcanzar la transformación de esos patrones
de funcionamiento implica intervenir en un campo complejo con distintos aspectos interrelacionados y se parte de
pensar que ninguno de los saberes específicos por sí solos puede dar adecuada respuesta.

Desde la idea de la mediación como propuesta de espacio colaborativo, el proyecto comenzó convocando a distintos
operadores de la salud, la educación y la justicia, a fin de compartir experiencias, reconocer las distintas perspectivas
y prácticas de intervención para las familias con atravesamiento de violencia y, ulteriormente, construir la posibilidad
de un trabajo en red. En este caso, pensar cómo se podría construir -para estas familias- un proceso coherente y
sistémico, cuyo recorrido pudiera ofrecerles un trabajo con efectos psicoeducativos y preventivos.
4
Berardo, Ema; Greco, Silvana, y Vecchi, Silvia, op. cit.
5
Ilundain, Mirta, y Tapia, Graciela (1998). “Mediación y Violencia Familiar”. Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y
Jurisprudencia, Abeledo-Perrot, 12.
102
Una consideración importante que animó a avanzar con el proyecto ha sido contar -para este trabajo de campo-
con un equipo de mediadores con formación interdisciplinaria en mediación y con amplia experiencia en familia
y en violencia familiar, así como en la conducción de procesos de mediación familiar. El relevamiento de datos
estadísticos en la experiencia realizada por el equipo interdisciplinario en violencia familiar, que elabora el informe
de diagnóstico de riesgo que le permite al juez tomar las decisiones en el marco de la ley 24.417 de Violencia
Familiar, ilustró un hallazgo interesante. De 100 casos ingresados al Poder Judicial con denuncia por violencia en
temas de alimentos o custodia, en el 46% se había descartado la existencia de conductas violentas en las familias.
Los abogados habían utilizado los recursos procesales previstos para situaciones de riesgo, con el fin de obtener
soluciones rápidas respecto de alimentos, visitas o tenencia, considerando al cliente solo individualmente y
desconociendo su pertenencia e identidad como miembro de un sistema familiar. Estas estrategias muestran una
inusual desaprensión respecto de la rotulación y la estigmatización que producen en sujetos y familias e ignoran
las consecuencias emocionales y sociales que implican. Para conformar la muestra de mediaciones a relevar en el
servicio del centro, se tomó un universo de casos con familias que desde 1995 requieren los servicios de mediación
del centro, como consecuencia de la aplicación de ley de Mediación 24.573/95 y de la acordada de la Cámara
Civil que impusieron la mediación previa obligatoria a los pedidos judiciales de alimentos, visitas y tenencia. Se
evitó hacer una preselección pensando que estaría basada en algunos juicios previos, de modo que decidimos
que si había que hacer alguna, esta debería surgir de la marcha del trabajo mismo. En las muestras se incluyeron
mediaciones con conflictos de familias que se encontraban afectadas por situaciones de violencia en general, sin
distinguir el grado, ni que se tratase de violencia percibida o no, previamente judicializada o no.

2. Hallazgos

a. Cuestiones problemáticas

En una primera muestra al azar correspondiente al año 2000, comprensiva de todas las solicitudes de mediación
admitidas en el centro, encontramos que, en un lapso de 6 meses, sobre 190 casos en los que se ha requerido
mediación en conflictos familiares, 53 tienen atravesamiento de violencia. Este número, que implica casi el 30%, se
ha visto elevado al 60% en 2004. En dos tercios de los casos, se habían iniciado causas judiciales enmarcadas en la
ley de Violencia Doméstica; un tercio, en tipologías penales y, en un tercio, se había realizado denuncia policial. En
muchos de ellos, se había transitado el camino de la denuncia policial y la judicial.

En los casos con causas judiciales iniciadas, se observa que el uso de la judicialización como único abordaje de esta
problemática había tenido el efecto de interponer, entre los miembros de la pareja, una medida de control externa,
transitoria, que producía la interrupción momentánea de la violencia en algunos casos; en otros, la aumentaba, y en
algunos, desconcertaba por su ajenidad y no era comprendida por los actores familiares. En la mesa de mediación,
uno escuchaba progenitores/esposos perplejos, sorprendidos, que no entendían el proceder del otro miembro de la
pareja, y aún no habían podido reconocer su contribución a la situación de impotencia en la que se veían implicados
y su relación con el patrón de interacción instalado entre ellos. En un porcentaje mayor que el esperado, algunos de
sus miembros habían realizado o estaban realizando algún trabajo terapéutico o de asistencia en grupos de autoayuda
o para mujeres víctimas de violencia. Sin embargo, a la hora de tener que transitar un espacio conjunto colaborativo
para tomar decisiones respecto de cuestiones referidas a sus hijos, los sujetos no habían podido encontrar recursos
comunicativos diferentes para su intercambio. La medida judicial operaba como una condición necesaria pero no
suficiente y el trabajo en espacios terapéuticos no aseguraba la posibilidad de comunicación colaborativa. Se hizo
visible también la dificultad de coordinar acciones entre los distintos operadores, la fragmentación de los procesos
a veces con efectos contradictorios y familias deambulando de servicio en servicio sin lograr avances significativos.
La presencia de distintos operadores de servicios con identidades disciplinares propias nos confirmó la importancia
de poner en marcha la idea de convocarnos a un espacio conjunto que nos permitiera reconocer las distintas
perspectivas en función de intervenir con la misma familia.

b. Acciones para construcción de redes

En el marco del proyecto y con el objetivo de construir condiciones de trabajo en red, se organizaron cinco talleres en
los que participaron 20 instituciones, de las cuales el 60% correspondían a servicios de salud de la ciudad de Buenos
103
Aires; el 39%, a servicios jurídicos; un programa de educación impulsado por el municipio, y otro servicio público
de mediación. A lo largo de estas reuniones, los distintos servicios presentaron los aspectos más importantes de su
trabajo y casos -al estilo de ateneos- con los que dieron cuenta de los abordajes e intervenciones utilizadas. Este
intenso intercambio tuvo algunos resultados interesantes.

Se reconoció desde disciplinas y prácticas diferentes que se mantenían supuestos básicos comunes. Se coincidió
en que no se admite un caso en mediación con el objetivo de negociar la conducta violenta, sino para producir un
diálogo donde los miembros de la familia protagonicen decisiones referidas a reorganizar los recursos familiares,
en caso de parejas separadas. También que la existencia de atravesamiento de violencia no es una condición a
priori suficiente para excluir la posibilidad de mediación. Los hijos de padres atrapados en una interacción violenta
necesitaban, asimismo, cubrir sus necesidades de sustento y compartir tiempo con su padre, separado de su madre,
siempre y cuando se descarte el riesgo para su salud psicofísica. Esto último debía reconocerse en las entrevistas
de admisión al servicio y, además, el mediador debía explorarlo en las entrevistas individuales o grupales de la
mediación. El porcentaje mayor de casos en que esto se observaba mostraba ejercicio de la violencia solamente
entre los progenitores adultos. También se coincidió en admitir la mediación cuando la interacción comunicacional
violenta entre los miembros de la familia los ubica funcionando simétricamente, de modo que la violencia es
ejercida alternativamente en forma recíproca. Familias en que los roles de víctima y agresor no están polarizados,
ni fijos, y cada vez pueden ser asumidos indistintamente por uno u otro de sus miembros. En las relaciones con
interacción violenta complementaria, cuando clara y reiteradamente uno de los miembros es quien ejerce el poder
y el otro quien lo padece, la mediación funcionaría solamente cuando los sujetos que la sufren tienen conciencia de
la utilización de la fuerza y han comenzado a poner límites claros a las situaciones de abuso (por ejemplo, ya habían
cesado en la convivencia, solicitado la intervención de algún servicio profesional, policial, judicial, de mediación,
etc.).

Confirmar la existencia de consenso sobre estos puntos, entre operadores con abordajes y saberes multidisciplinarios,
constituyó una base común importante para construir el diálogo que luego nos permitiría operar en forma conjunta
a través de las derivaciones. Se agregaron a los talleres, reuniones de trabajo entre el equipo de mediadores del
centro y representantes de algunos servicios específicos, y alguna entrevista en profundidad con un servicio que
ofrece tratamiento a hombres que utilizan la fuerza para resolver sus conflictos. Otro presupuesto compartido fue
que cada uno -desde sus abordajes particulares- podía operar con la misma familia en un plano de igualdad y de
forma articulada.

Como resultado del intercambio, se diseñó un dispositivo de derivación entre el Ministerio y alguno de estos
servicios, que incluyó la posibilidad de comunicaciones e intercambios entre el mediador que atiende el caso y el
otro operador. Del 100% de los casos con violencia familiar tratados durante 2004, observamos que en el 30% los
mediadores que condujeron el proceso de mediación trabajaron coordinadamente con operadores de la salud. De
las entrevistas que realizamos con los mediadores, surgió que en algunos procesos se lograron crear condiciones
para que estas familias pudieran hacer emerger recursos que se encontraban momentáneamente congelados por
la dinámica conflictual, concretándose en acuerdos respecto de alimentos, visitas, tenencia. Se comprobó también
la diferencia y el valor de la participación de abogados conocedores de la temática familiar y otros con formación
en violencia, sea para decidir la mejor estrategia judicial solicitando la aplicación o el levantamiento de medidas
judiciales, como por el valor de sostén que tiene para su cliente el acompañamiento del profesional en las decisiones
que se consensuaban (por ejemplo, realizar consultas con equipos interdisciplinarios, diagnósticos especializados,
tratamientos adecuados).

c. La participación de los abogados

Algunas entidades especializadas en mediación, violencia y familia sostienen que las partes que padecen este
conflicto deberían estar acompañadas en mediación por abogados especializados en esta temática6. A pesar de
ello, la situación local con el asesoramiento legal muestra una dinámica diversa. En un muestreo al azar, sobre 160
mediaciones realizadas en 2004, se observó que en el 70% de los casos la mayoría de las intervenciones de los
6
Estándares recomendados por la Academia de Mediadores Familiares de Estados Unidos.

104
abogados se basaron en una forma de entender la profesión enmarcada en la racionalidad técnica de la práctica del
abogar. Es decir, en una epistemología de la práctica que se deriva de la filosofía positivista, en la que se solucionan
problemas a través de la judicialización en la obtención de amparo de derechos que se suponen conculcados. Se
escucha decir a estos abogados: “si el padre no ve a los hijos, entonces tampoco tiene que pagar alimentos”, “al
padre que no está pagando alimentos tampoco le corresponde más tiempo de visitas” o “si es tan buen padre,
que pague más cuota de alimentos”. Estas son algunas formas de asesoramiento que surgen de las notas de los
mediadores. Se los ve aplicando herramientas propias del derecho de contratos, sin reparar en el efecto que estas
actitudes tienen sobre las relaciones familiares y cómo contribuyen al mantenimiento de la violencia y al aumento
del desequilibrio de poder.

En un 10% de las mediaciones, se observan profesionales que despliegan un rol pasivo y les resulta difícil hacer
aparecer la ley en la mesa como límite. Descartan indistintamente y de plano la iniciación de acciones judiciales con
el cliché de que “un mal arreglo siempre es mejor que un juicio” y no pueden distinguir las situaciones en que es
necesario poner la ley como ordenadora y mediadora en estas interacciones basadas en el poder. Solo en el 20% de
los casos, se observa que los profesionales pueden acompañar a los participantes sosteniendo un delicado equilibrio
entre el marco impuesto por la ley, los intereses de los padres y las consideraciones de las necesidades de los hijos.
El funcionamiento que mantienen en estos casos da cuenta de una mayor capacidad de espera y de negociación;
trabajan sin plantear el trueque y tratan la contribución alimentaria de forma independiente del tiempo en que el
niño estará con cada padre y la frecuencia de las visitas. Además, asesora para ayudar a anteponer el interés de los
hijos al de los adultos, ayudándolos a definir pautas de parentalidad sin aumentar los enfrentamientos causados
por la conyugalidad, y piensan en patrocinarlos en una acción judicial cuando se necesita defender el derecho de
los niños.

Sería deseable que los foros de abogados establecieran algunos estándares profesionales que requieran que para
asesorar o patrocinar en esta materia deben tener formación en familia y/o en violencia familiar. En otros países
como los Estados Unidos y Canadá, constituye una falta ética sancionada severamente por el colegio profesional
iniciar a una familia en acciones legales sin que el abogado cuente con los conocimientos legales específicos en
materia de familia.

d. Nivel de acuerdo y seguimiento

En el 20% de los 160 casos analizados correspondientes a 2004, las partes arribaron a un acuerdo en un proceso que
ha requerido más tiempo que el que insumen conflictos familiares sin violencia. El promedio de reuniones ascendió
a cinco para celebrar un acuerdo escrito. A su vez, el seguimiento también implicó más tiempo, se acompañó la
sustentabilidad del acuerdo a través de reuniones a los tres, seis y nueve meses. En estas mediaciones encontramos
algunos elementos comunes que pensamos que funcionarían como condiciones facilitadoras para la utilización de
la mediación en estos conflictos:

• Adecuado acompañamiento de abogados conocedores de la temática familiar. Mediadores con formación


específica para que, manteniendo el encuadre de mediación como facilitación de toma de decisiones colaborativas,
puedan reconocer argumentos de abuso-sometimiento y no repliquen con sus intervenciones esos circuitos de
poder establecidos en estas familias.

• Disponibilidad de sus miembros para revisar en otros ámbitos las pautas de interacción.

• Intervenciones debidamente articuladas entre el mediador y los operadores en salud y en derecho, trabajando
con la misma familia, respetuosas de la identidad de cada práctica.

e. El efecto del equipo de mediación

En el estudio y la investigación que venimos desarrollando, se planteó una problemática que no habíamos tenido
en cuenta inicialmente: el efecto que produce en los profesionales ser testigos de lo que narran las familias que
atendemos. La violencia narrada compromete la subjetividad de quienes escuchan y los mediadores en el proceso

105
tomamos parte de la problemática de esa familia. Muchas veces los efectos que esto produce suelen ser poco
reconocidos por los mismos profesionales. Algunos descalifican y minimizan el impacto que les provoca y muchas
veces se escucha decir: “a mí no me hace nada, lo hago desde hace mucho tiempo”, “ya me acostumbré” o “hay que
acostumbrarse”. Otros comparten sus sensaciones, emociones y descargan en apoyos informales que se organizan
al pasar entre sus compañeros.

Para hacer visible y ayudar a transformar los efectos de este fenómeno en los mediadores, se ha intentando
mantener un espacio de capacitación permanente que nos ha ofrecido una forma de resguardo de nuestra actividad
profesional. En reuniones fijadas regularmente, se han invitado a diferentes especialistas que abordaban esta
temática desde la salud, la filosofía, y el derecho.

La información y el intercambio desde distintos abordajes y disciplinas permitió aumentar la comprensión de


este fenómeno particular y complejo, que a su vez es sostenido por algunos procesos sociales de naturalización e
invisibilización, de los que también los operadores suelen ser víctimas silenciosas. Algunos autofinancian, además,
los propios espacios de supervisión en grupos reducidos, intentando poner en práctica el lema que aprendimos del
intercambio con los servicios de salud de “cuidar a los que cuidan”. Conviene señalar que estas prácticas se llevan
a cabo sin que haya todavía una definición institucional al respecto, empujadas por el aumento constante de esta
problemática en las mediaciones que se atienden.

e. Conclusión

Considerando algunos aspectos que este trabajo investigativo de campo ha hecho visible, nos animamos a afirmar
que:

“En algunos conflictos familiares atravesados por violencia y bajo ciertas condiciones facilitadoras, la mediación
podría constituirse en un punto de partida para que las familias transiten un proceso que les permita construir
nuevas modalidades de intercambio para afrontar sus conflictos. Por su particular organización la mediación
cuestiona las relaciones de poder dentro de la familia.”75
A veces, permite visibilizar la interacción violenta, asumirla y definirla como algo que necesitan cambiar; otras,
negociar posibles cursos de acción, estrategias individuales o conjuntas para interrumpir circuitos viciosos en los que
se ven inmersos, sobre los que por primera vez pueden conversar de otra manera, sorprendiéndose de la posibilidad
de crear movimientos que no imaginaban. Los profesionales abogados encuentran la posibilidad de observar lo que
no observaron, darle sentido, escucharlo desde la propia voz de sus asesorados, reformulando asesoramientos más
ajustados a las necesidades y coordinar cursos de acción con el otro colega. Resultan condiciones favorecedoras un
adecuado acompañamiento de abogados conocedores de la temática familiar, la intervención de mediadores con
formación específica e instrumentados para reconocer argumentos de abuso-sometimiento, para no ser replicadores
con sus intervenciones de esos circuitos de poder establecidos en estas familias; así como también la disponibilidad
de sus miembros para revisar en otros ámbitos las pautas de interacción y establecer intervenciones debidamente
articuladas entre el mediador y los operadores en salud y en derecho, que trabajan con la misma familia.

7
Berardo, Ema; Greco, Silvana, y Vecchi, Silvia (2003). “La mediación como recurso de intervenciones democratizadoras en las relaciones de
poder: Mediación y violencia familiar”. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, Abeledo-Perrot, 24.
106
CASOS DE FAMILIA Y CASOS PENALES
¿MEDIACIÓN PENAL O FAMILIAR?1

1. Delimitación conceptual del universo de trabajo

Mi propósito es resumir algunas ideas con relación a la convergencia de dos ámbitos de la mediación, el familiar
y el penal, en los casos que suelen darse cuando dentro en un llamado “conflicto de familia” con sus diferentes
aspectos, personales o patrimoniales -distinción poco nítida, si la hay- aparece el “perfil penal” de la situación. La
concurrencia de ambas materias en un caso concreto ingresa mayormente a la mediación a través de la vía civil,
aunque la situación inversa -que el tema familiar ingrese a la mediación por la vía penal- puede verse incrementada
con el creciente avance de los proyectos de mediación conectados con la materia penal que, alentadoramente,
están germinando en distintos ámbitos.

Me mueve a volver sobre este análisis la cantidad de casos del formato que deslindaré, cierta frecuencia de
roce con las normas penales y su efectiva consideración en ese ámbito2. Las líneas simples de este recorrido me
permiten revisar a la vez viejas y nuevas nociones conocidas en los trabajos y práctica de los mediadores, ajustarlos
conceptualmente, y como siempre, someterlos a reflexión.

Para el planteo de este tema, debo delimitar el campo que deseo atender: primero, en cuanto al universo de
casos; segundo, en cuanto al tipo de normativa afectada. Delimitación que, por supuesto, siempre es una propuesta
arbitraria y en función de la utilidad para estos comentarios.

Entiendo, en primer lugar, por caso de mediación, cualquier conflicto entre dos o más personas que es traído
por todas o alguna de las partes para su tratamiento en la mesa de mediación, en el entendimiento de que la
incorporación de la figura del mediador configura una situación distinta en la trayectoria del conflicto. He elegido
una conceptualización simple, que obvia muchas sutilezas teóricas, y centrada particularmente en la mirada del
mediador “frente a su mesa de trabajo”. Sin perjuicio de su laxitud, presupone sí cuanto menos la idea de proceso
que subyace a la noción de conflicto y la incorporación activa en esa secuencia de la voz y el lenguaje del mediador
entre las voces y lenguajes de los participantes, con las modificaciones que sus movimientos y reflejos imprimen
para el futuro de la disputa.

Parto también del pensamiento de que si bien la noción de caso como la presento es una abstracción, el caso es
aquí el conjunto de circunstancias particulares que pone en acción el trabajo del mediador e implica darle forma
concreta a la formulación general, traducida en seres humanos específicos en una situación y contexto determinados.
Y aunque los casos tienden a veces a guardar similitud en algunas variables comunes a muchos de ellos, cada
uno alberga una especificidad que lo vuelve único, a cuya búsqueda parte el mediador para desentrañarlo con
respeto y cuidado, comprenderlo y servir a las partes para su evolución. Por ello, el concepto genérico no soslaya
su individualidad puntual.

2. Caso de mediación familiar

Entiendo por caso de mediación familiar cualquier caso de mediación, es decir, cualquier conflicto traído a la mesa
de mediación entre cuyas partes en desacuerdo exista un vínculo familiar, en el sentido más amplio.

Excluyo como característica definitoria de esta conceptualización la extensión en el tiempo de este vínculo, porque
incluyo casos de corta historia previa, como los conflictos de parejas o matrimonios recientes o pedidos de filiación
de bebés nacidos de relaciones breves. Lo efímero de la relación no quiere decir que no la haya, y a veces su
intensidad feliz -si la hubo alguna vez- es más breve que la extensión del proceso de conflicto que puede superarla
ampliamente.

Excluyo también un grado determinado de parentesco, aun conciente de que en la zona de frontera de aplicación
del concepto quedan incluidos -en función de requerir solo un lazo de familia- casos entre parientes cuyas vidas se
1 Dra.María Elena Caram, ex integrante del Centro de Prevención y Resolución de Conflictos de la DNMyMPRC,
2 Ulf Christian Eiras Nordenstahl (2010) abre también una interesante exploración sobre estos casos en nuestra realidad, p. 127.
107
perciben tan lejanas que casi se asemejan a extraños, mientras que, paradójicamente, se sienten más cercanos a
personas a quienes no los une un lazo familiar.

Excluyo también en principio el grado de formalización legal de estos vínculos porque predomina la visión de sentirse
o verse “una familia” aceptada por todos o algunos de sus miembros, sin perjuicio de la influencia que a la hora del
enfoque jurídico o la eventual acción judicial esta circunstancia tenga.

Excluyo también la procedencia de la derivación o la forma de ingreso del caso, sea por derivación judicial -civil o
penal-, institución derivadora, pedido de abogado, de una o ambas partes, etc, o como instancia previa a una acción
judicial que, de tratarse de la ley 26.589, solo se producirá por la vía de la acción civil, ya que la materia penal esta
excluida de este tránsito obligatorio previo al litigio.3

No dejo de advertir que definir “caso de familia” solo en función de este lazo, sin determinar su grado ni tiempo de
la relación ni intensidad de los vínculos, conlleva la aparente inconsistencia de que en la zona límite de significado
alcanzada por la expresión se encuentran la de una pareja, sin hijos, unidos por un breve lapso, tal vez, por ejemplo,
por una conveniencia de documentación para su radicación, mientras que quedan fuera supuestos particulares
en los que aparecen más unidas partes que no tienen un lazo familiar, como dos socios, dos contratistas o dos
vecinos con una cierta historia social, comercial o de vecindad, cuya relación es a veces más intensa que la de un
matrimonio.

3. Caso de mediación penal

A su vez, entiendo por caso de mediación penal cualquier conflicto que sea traído a la mesa de mediación donde,
por algún aspecto de las cuestiones que comprende, exista la posibilidad de que sea desplegado en el escenario
de un proceso penal, no solo porque una norma penal tipifique la conducta central de la que se trata, sino porque
además en la subjetividad de las personas existe la posibilidad de tal impulso o desarrollo procesal.

4 Convergencia de ambas materias

Estas distinciones generales me permiten una delimitación aún mayor de los supuestos a los que quiero referirme
en este artículo, que son ciertos casos que pueden incluirse simultáneamente como casos de mediación familiar y
casos de mediación penal, es decir que personas ligadas por un vínculo familiar protagonizan un conflicto susceptible
de desplegarse en el ámbito penal.

Dentro de estos casos, voy a dejar de lado disputas que aparecen entre personas ligadas por otros vínculos también
familiares como hermanos, suegros, tíos, primos, etc. protagonistas de diferencias por motivos sucesorios o
comerciales

Un caso paradigmático de conflictos incluidos en esta categoría son aquellos que pueden aparecer en la gestión
de una empresa de tipo familiar donde las relaciones sociales y familiares se han visto afectadas de tal modo que
alguna de las partes amenaza con efectuar (o efectúa) una denuncia criminal contra los otros integrantes de la
empresa.

A modo de ejemplo, recuerdo un caso doloroso en el que intervine como mediadora en mis comienzos profesionales,
donde vi a un padre y sus tres hijos, enfrentados en una alianza padre-hijo frente a los otros dos hijos-hermanos
desangrarse en una causa penal por el delito de estafa. En el marco de la mediación, trabajé hasta el último momento
para evitar que los protagonistas avanzaran en la causa judicial, presenciando como, al margen de las sesiones
donde trabajábamos el acuerdo de división de las empresas familiares, intentando aliviar la escalada del conflicto,
llegaban las citaciones a declarar hasta el momento incluso de la apertura del juicio, lo que asfixiaba desde el
contexto judicial la construcción del ámbito de la mediación. Ahora lo veo como una carrera entre los dos espacios
con sus lógicas tan diversas
3
Ley 26.589, artículo 5º, inc. a) que mantiene la exclusión de la anterior ley 24.573, en su artículo 2º, inc. 1), con relación a las causas penales.
La exclusión legal de la mediación como etapa previa obligatoria le confirió a la mediación penal cierto aire de prohibición cuando en realidad
aquella primera norma solo se refería al requisito obligatorio previo a la acción penal. La nueva reglamentación prohíbe que el mediador
continúe un proceso de mediación sobre una materia excluida. No obstante, los casos que aquí analizo se filtraban a través de la materia de
familia, y supongo que así seguirá siendo.
108
La mediación alcanzó varios proyectos de acuerdo sin que en última instancia se alcanzara el acuerdo definitivo,
y significó, en paralelo con la acción judicial, dar escenario al entrecruzamiento entre las irreductibles ambiciones
patrimoniales y de poder de esta familia con lazos dolorosos que se habían forjado desde la infancia y que aparecían
con sorprendente sinceridad en la mesa de mediación. La fuerza de estos conflictos radica en la impresión a fuego
que estos vínculos han cristalizado desde las épocas tempranas de la vida de sus actores y el tiempo posterior del
desarrollo de la familia, y en la forma en que esos lazos han ido elaborando los éxitos, los progresos, los fracasos,
la edad escolar, las aptitudes de cada hijo a la luz de los ojos de los padres, las actitudes de los padres a la luz de
los ojos a veces implacables de los hijos, más los nuevos miembros que se incorporan a la familia con sus propias
ópticas y percepciones. Casos penosos, donde la mediación proporciona escenario al oscuro despliegue de la
mezquindad, aunque su contracara sea a veces la impotencia, las antiguas humillaciones y la búsqueda persistente
de una lastimada identidad.

Pero no son estos los casos a los que quiero referirme aquí, no porque carezcan de apasionante interés por la
forma en que los antiguos lazos familiares con su diversidad de improntas, sutilezas, secretos, códigos propios se
intersectan con la materia social y patrimonial, precedidos por una historia aún más larga que la de los casos que
comprenden el núcleo familiar: padre, madre e hijos.

Solo los menciono para recordar que la materia familiar aparece en muy variadas formatos de disputas, como las
fraternas, y no solamente en la agenda más frecuente de temas conectados con el divorcio, y cómo la materia penal
también puede entrelazarse con sus integrantes.

4. Los casos de alimentos y visitas

Mi interés en este contexto está más ligado a esta “unidad familiar”: padre, madre e hijos menores, y abarca
eventualmente a los abuelos, que crecientemente formulan hoy sus pedidos, o los padres con relación a sus hijos,
o entre cónyuges.

En cuanto a la naturaleza de los casos, quería básicamente referirme a los reclamos que tienen que ver con las
visitas o alimentos -la mayor parte para los hijos-, quizá por ser, junto con las disputas por tenencia, aunque muy
lejos en número, los casos más habituales tanto en el Centro de Mediación del Ministerio de Justicia -donde me
desempeñé por muchos años- como en la práctica privada de la mediación familiar.4

Desde el punto de vista de la normativa legal que los regula, tienen que ver con la materia civil de familia, pero,
simultáneamente, pueden encontrar su reflejo penal en los llamados delitos de “incumplimiento de los deberes de
asistencia familiar” y “de impedimento de contacto”.

Dentro del sistema penal argentino, constituye delito la no prestación de medios indispensables para la subsistencia
a un hijo menor de 18 años, o que estuviese impedido; el hijo respecto de sus padres impedidos; los adoptantes y
adoptados entre sí, tutores e incapaces entre sí, y el cónyuge no separado legalmente por su culpa. La sanción va
desde una multa a prisión de un mes a dos años (ley 13.944).

El impulso de la acción es de oficio, salvo que se trate del cónyuge, en cuyo caso la acción es privada.

Con relación al impedimento de contacto, la ley 24.270 tipifica al padre o tercero que ilegalmente impidiere o
sustrajere el contacto de menores de edad con sus padres no convivientes. La sanción que se prevé es prisión de un
mes a un año, que se agrava si se trata de un menor de diez años o un discapacitado, elevándose de seis meses a
tres años de prisión. Lo mismo si mudare al menor sin autorización judicial o lo mudare al extranjero, lo que agrava
la sanción.

La acción en este caso es dependiente de la instancia privada.

4
También estos casos son materia predomínante en otros centros comunitarios o en los colegios profesionales cono el Colegio de Abogados
y, por supuesto, en el Consultorio Jurídico de la Facultad de Derecho de la UBA, cuyo Centro de Mediación recibe a través de sus comisiones
civiles y penales precisamente la convergencia de los dos ámbitos.
109
5. Su tratamiento en la mediación

Los casos de familia relacionados con alimentos y visitas son de la mayor habitualidad y, a veces, aparecen
simultáneamente ligados a situaciones previstas por normas civiles y penales. Por cierto, cabe tener también
presentes otras situaciones de convergencia de los casos de familia con el ámbito penal, como la sustracción de
menores por alguno de sus progenitores, o situaciones de lamentable frecuencia, donde aparecen contextos de
violencia doméstica, cuyo reflejo penal son las lesiones -cuando no la muerte- o las amenazas.5 Y también en estos
contextos pueden encontrarse los primeros.

Mi énfasis aquí está puesto en este entrecruzamiento “caso de mediación familiar-caso de mediación penal” y qué
significa esta convergencia para el mediador, teniendo en cuenta que los que venimos trabajando en ambas áreas
-la familiar y la penal- solemos hacer algunas distinciones en cuanto al modelo de mediación.

Una razón práctica y nada menor que me mueve a pensar esta situación es que cuando hemos tomado contacto con
jueces u otros operadores del sistema penal, como fiscales o defensores, con miras a llevar adelante una experiencia
de mediación en materia penal solemos encontrar que consideran este rango de casos como los supuestos más aptos
para ser incluidos en el desarrollo, por ejemplo, de un proyecto piloto, incluso en algunos casos, como único tipo
de casos susceptibles de ser trabajados en mediación. Frente a este pensamiento, los mediadores nos preguntamos
qué diferencia de tratamiento se daría a un caso tomado como caso de mediación familiar en el cual las partes han
llevado la situación o proyectan llevarla al ámbito penal, o tomar un caso de mediación penal por algunos de estos
delitos y tratarlo bajo esta impronta. ¿Constituiría esta la muestra más representativa?

¿Es un caso de mediación familiar? ¿Es un caso penal?

Mi respuesta es que desde la mirada puesta en el trabajo del mediador no existe una óptica tan diferenciada. Ni
estos conflictos son unívocamente penales, ni la mediación que los aborda guarda un modelo con intervenciones
privativas. Si la realidad es un continuo de matices, las categorías clasificatorias tajantes son artificiales, si buscamos
pensar un modelo de mediación excluyente o exclusivo. Hay un amplio margen de los supuestos conectados con el
derecho penal, donde podría decirse que en un extremo hay casos que responden de manera lineal al concepto que
subyace en las experiencias de mediación penal (robos, hurtos, usurpaciones, ciertos daños etc., básicamente casos
sin relaciones previas), hasta llegar a casos de extrema violencia (como lesiones graves, homicidios, violación, etc.),
donde la severidad de estos supuestos compromete un trabajo restaurativo de mucho cuidado, en oportunidades
y contornos especiales. Pero entre ambos extremos, existe una gran franja de conflictos conectados con las normas
penales por algunos de sus aspectos, pero también con otros ámbitos (amenazas, injurias, defraudaciones, etc.). En
muchos de estos casos, las intervenciones que hacen los mediadores no son privativas de la materia penal. Ni en
otros conjuntos de casos que podríamos caracterizar como “civiles” (al solo efecto distintivo y con cierta torpeza)
se soslayan intervenciones similares a las conectadas con la materia penal, por ejemplo, al incorporar una reflexión
sobre la alternativa de un posible escenario penal.

Las relaciones previas, y probablemente futuras que constituyen -frecuentemente- los lazos de familia, nos ubican
aun más dentro de este continuo, donde no hay una línea tajante que delimite un campo o modelo de intervención.

6. Predominio de la mediación familiar

Siguiendo esta idea, adelanto mi opinión en cuanto a que estos casos en los que se cruza la materia civil alimentos
con el delito penal de incumplimiento de delitos de asistencia familiar y la materia visitas con el delito de
impedimento de contacto, probablemente, nos encontraremos frente a lo que calificamos habitualmente como
casos de mediación familiar y que, si bajo alguna de las formas posibles ha ingresado la materia penal, podemos
considerarlo frecuentemente como una escalada mayor del conflicto familiar, sin que exista un punto de inflexión
donde claramente dejemos de considerar el caso de naturaleza familiar para pasar a la naturaleza penal, como se
explica a continuación.

Cuando pensamos en la mediación, como hoy todos saben, estamos pensando en un proceso de comunicación
donde un tercero neutral ayuda a las partes en la búsqueda del esclarecimiento y eventual solución de un conflicto,
bajo un procedimiento confidencial, voluntario y autocompositivo, que atienda a las necesidades de las partes.
5
No ingresaré aquí en los casos de violencia doméstica, cuando esta aparece como una situación crónica y patológica, en respeto no solo de
la normativa actual que impide las audiencias de mediación, sino de los severos reparos para intervenir en una materia tan delicada desde el
dispositivo de la mediación.
110
Estas mismas características aparecen como el marco genérico para un proceso más específico como la mediación
penal, que sería aplicable a aquellos casos que en algún aspecto estuvieran contemplados por la ley penal y, por
ende, fueran susceptibles de ser desarrollados dentro del escenario del proceso penal, con las graves consecuencias
que ello puede implicar, tanto por el tipo de sanciones, por las limitaciones que el proceso tiene en cuanto a la
disponibilidad de la acción y la vida cotidiana, por el estigma social de su resultado y las consecuencias indelebles
en la vida de la propia familia.

Naturalmente para que un caso de la realidad tome esta connotación, esta posibilidad de despliegue debe figurar en
la representación subjetiva de los protagonistas -tanto víctima como ofensor- teniendo en cuenta que esta misma
posibilidad es la que le da un marco particular al desarrollo de esta mediación, por la persistente presión que sobre
las decisiones de las partes opera la amenaza de la acción y la sanción penal.

Ambos procesos, como toda mediación, tienen en común que el mediador va a adentrarse en el conflicto real,
trabajándolo más en el nivel de lo que necesitan las partes que de lo que dicen necesitar, va a ayudar a que las
partes intercambien sus percepciones empobrecidas y cristalizadas en sí mismos, expresadas en la confrontación de
sus narrativas -justificadoras de uno y culpabilizadoras del otro-, intentando que elaboren la comprensión subjetiva
de los efectos de las acciones que los enlazan y busquen soluciones conjuntas hacia el futuro, que los alivien de su
padecimiento actual.

Allí aparecen algunos matices.

a) Cuando el caso se encuentra dentro del ámbito “familiar-penal”, la preponderancia de la orientación familiar
asoma por el especial énfasis puesto en la reorganización de los vínculos familiares, deteriorados o maltrechos
por la situación de conflicto. Y es siempre dentro de ese marco donde se inscribe el trabajo sobre el conflicto, aun
con consecuencias penales. La prioridad, entonces, no está puesta en la reparación puntual de un hecho calificado
por la ley como delito, sino básicamente en la reconstrucción de los lazos familiares. Hay un pasaje del concepto
acotado de delito hacia el concepto ampliado de conflicto, donde el segundo contiene las acciones comprendidas
eventualmente en el primero.

Entonces, desde el punto de vista del sentido del trabajo del mediador, más que en la reparación de los efectos de un
hecho concreto que ha significado la comisión de un delito, el esfuerzo está dirigido a una reconstrucción de los vínculos
familiares, bajo alguna nueva organización posible que aligere las partes, al menos en sus cuestiones más urgentes,
siempre con la mirada puesta, por un lado, en la preservación de los niños o jóvenes, ya inevitablemente tocados
psíquica y materialmente por la escalada de la disputa6, y por otro, en ellos mismos, en un sentido transformador a
la manera de Baruch Bush y Folger7, con fuerte acento en la legitimación personal y su reconocimiento por el otro.
Por supuesto que estos autores están pensando siempre en la reanimación y fortalecimiento de los lazos sociales
-dentro de los cuales están tanto los familiares como los generados en la situación “victima-victimario” propia del
ámbito penal- como salida de todo desacuerdo, pero la especificidad de la convivencia, organización y atención
cotidiana de las necesidades de los miembros de una familia, tiene un matiz predominante.

En la práctica, este intento de reconstrucción, apunta a un proyecto mucho más a largo plazo, que lo que
habitualmente en la práctica tal vez termina siendo la idea reparadora del hecho penal puntual.

b) Desde el punto de vista del procedimiento, cuando trabajamos dentro del campo de la mediación penal, la
frecuente tensión que la escalada del conflicto penal implica conduce a la necesidad de comenzar con encuentros
separados (las llamadas “sesiones de premediación”) con las partes, que no siempre se conocen o están en
condiciones de enfrentarse, preparando la reunión conjunta con gran cautela del mediador para evitar nuevas
victimizaciones recíprocas. Esta modalidad del procedimiento es de sugerencia prácticamente unánime en esta
materia, al punto que Umbreit considera su carencia como una de las razones de los fracasos de las experiencias de
mediación penal8. En nuestra práctica habitual en el tratamiento de los casos familiares probablemente el mediador,
salvo situaciones muy particulares, lleve adelante reuniones conjuntas donde privilegie que “todos escuchen todo”
y se establezca, en lo posible, una comunicación directa entre las partes. Sabemos que nuestros primeros maestros
como Folberg y Haynes dan fuerte prioridad a las “reuniones conjuntas” o para decirlo en los términos de Marlow
“…colocando sus manos cobre la mesa, el mediador les dirá que siempre se reunirán con sus manos encima de

6
La ley 26.589 ha establecido este criterio de protección como obligatorio en los procesos de mediación de su ámbito en el art. 7º, inc. d).
7
Folger, Joseph P., y Baruch Bush, Robert A. (1996), p. 135 y sgtes.
8
Umbreit, Mark (1995). Las otras son: a) la pérdida de los valores de la justicia restaurativa como norte del proceso de medición penal, b) la
reducción de los programas a los delitos de bagatela y c) la ampliación del control social a casos donde el derecho penal no hubiere extendido
su red.
111
la mesa y completamente a la vista”9, siempre a la búsqueda de una total transparencia. Ello no quita una fuerte
utilización, cada vez más marcada, de las reuniones separadas, incluso al comenzar las conversaciones. Mucho ha
influido en este sentido el modelo sugerido por Sara Cobb, entre nosotros difundido por Marinés Suares10, con el
acento puesto en el cuidado de la preservación de la autonomía de las narrativas frente al riesgo de su probable
colonización. Otros autores sostienen que la circularidad de la secuencia narrativa hace que, en última instancia, no
influya demasiado este último punto11.
En cada situación concreta veremos la posibilidad de diseñar el proceso, con el cuidado profesional que merece
cada caso. Pero hoy parece claro que este aspecto del procedimiento no constituye una razón definitoria para
distinguir un modelo de otro.

c) ¿Existe, además, un cierto modo de estar en la disputa12 propio de la mediación penal? ¿Hay un pliegue del
significado más en la compleja noción de la neutralidad que se activa en el caso penal? Algunos autores dirían que
frente al caso penal, el mediador no es neutral respecto del hecho: se da por sentado que está mal, y solo se trabaja
con sus efectos, para reparar el daño sufrido por la víctima; en cambio, el mediador sí es neutral con relación a
las personas: no revisamos el hecho, este siempre es condenable y hay una victima y un victimario13. Importantes
cuestiones que abren infinidad de reflexiones posibles: ¿existe un concepto de neutralidad diferente para los hechos
que para las personas?, ¿lo “malo” del hecho es un concepto legal, ético o sociocultural? y, en tal caso, ¿para quién?

Tiendo a pensar que el mediador, ubicado frente a un conflicto que incluye relaciones familiares, parte de la
hipótesis de que los protagonistas vienen atravesando procesos de interacción donde cada uno va construyendo
en alguna medida con su actitud la del otro, y así recíprocamente, donde también se agregan acciones y opiniones
de “otros”, y que a veces la puntuación determinada subjetivamente por cada parte coloca un hito arbitrario dentro
de esa compleja secuencia. El mediador intentará mirar esa secuencia de manera más amplia, bajo la idea de que
esta sigue su proyección hacia el futuro y contando con que nuestra intervención produzca alguna modificación
“útil” en esa trayectoria. Y no estará centrado en un hecho y su categorización ética o legal, sino en ese proceso por
transformar. Porque, en general, nunca está centrado así. El mediador, una vez más, recurre a la complejización de
las primeras presentaciones traídas, conduciendo un trabajo de ampliación que lleva a los sujetos participantes a
una construcción más completa que la que surge de la mera conexión con el hecho que se les imputa (pasando de
“víctima-victimario” hacia “seres humanos”, del autor o receptor de este acto a las personas integrantes de esta red
familiar).

Como vemos, a), b) y c) sugieren diferencias en los matices que no definen un modo exhaustivo o excluyente de
trabajo, y las particularidades de cada conflicto nos ubicarán en ese continuo, que en la mayor parte de los casos
inclina la mirada predominantemente hacia el grupo familiar, con un conjunto de intervenciones comunes a un
proceso de mediación de estas características.

Ahora bien, aunque no cambia en forma decisiva el tratamiento del desacuerdo, la mera mención o presencia
eventual o real de una acción penal suele tener efectos sensibles, tanto en la realidad de las partes como en el
circuito de comunicación que se construye en la mediación, porque implica instalar una amenaza externa que
sugiere que el conflicto puede escapar al control de las partes y marcarlo de forma irreversible.

Pensemos que esta mención significa, por lo menos, en forma potencial o real:

a) la posibilidad de incluir a un tercero, no ya un mediador -con sus alcances de mero facilitador de la comunicación
y sin poder dispositivo sobre las partes-, sino a un juez, con poder de decisión, no solo en la materia civil, sino con
facultad sancionatoria, dándole apertura pública al conflicto doméstico;

b) la posibilidad de incluir “la ley penal” y su fuerte resonancia subjetiva en el seno de la familia, con su sentido
extraño a la propia ley de la familia, en cuanto a sus códigos particulares, sus modalidades de toma de decisiones,
etc.

9
Marlow Leonard (1999), p. 64. La metáfora apunta a que no existirán intenciones ocultas. Está pensando, además, que la mediación será sin
abogados, porque les adjudica un enfoque adversarial que vuelve necesario ocultar las estrategias (manos ocultas). Sin embargo, la práctica
de nuestro medio ha ido generando la presencia de abogados de perfil colaborativo con el proceso de mediación. Puede verse en este
sentido, Caram, Maria Elena (2009). “Qué espera un mediador de un abogado de familia”.
10
Suares, Marinés, p. 218.
11
Winslade, John, y Monk, Peral (2000). Los autores coinciden con Sara Cobb en cuanto a los efectos de una historia sobre la otra, aunque
sostienen que no sucede esto solo en la primera presentación; no es solo una cuestión de quién habla primero en la mediación, sino que se
reproduce en cada secuencia en que uno habla antes que el otro.
12
Álvarez, Gladys S.; Highton, Elena I., y Gregorio, Carlos G. (2003), p. 67.
13
Marty Price, en su seminario intensivo, en abril de 2009, en la Fundación Retoño.
112
Veamos los grados en que esta posibilidad puede plasmarse:

a) La denuncia penal como mera amenaza

Es frecuente que las partes desplieguen argumentos ligados con la amenaza de impulsar la acción penal. A menudo,
son usados por los abogados que acompañan a las partes y otras veces por las partes mismas, por conocimiento
trasmitido por sus abogados o por otros terceros que, a veces para bien y otras para mal, acompañan las crisis
familiares14.

Es complejo para el mediador instalar y conducir una conversación que tiene que ver con el intento de reconstrucción
del diálogo familiar para la vida cotidiana de la familia, la organización de sus días futuros, el manejo de sus recursos
materiales y las posibilidades de encuentros con los hijos, en un marco de comunicación donde circulan las
amenazas, y precisamente amenazas que significan modificar -cuando no romper- toda esta previsión, porque en
última instancia pueden culminar con la prisión de alguno de los progenitores, pasando por una lógica conformada
por acusaciones, pruebas y audiencias que los enfrentan.

No es que no exista permanentemente, dentro del desarrollo del proceso de mediación, la consideración de los
recursos legales que pueden utilizar las partes si no se alcanza un acuerdo. Esta es una noción que utilizamos
frecuentemente los mediadores, a la hora de evaluar en forma clara y realista qué sucederá si no se acuerda
en la mediación y que desplegamos en torno a lo que -de acuerdo con la terminología de Harvard- llamamos la
“alternativa”15 (cuyo análisis nunca debería adoptar el tono de la amenaza, sino de una reflexión sobre escenarios
posibles). Pero no me refiero a este concepto, sino a la utilización persistente de una amenaza que interfiere
en el desarrollo de la comunicación libre entre las partes, que es precisamente el circuito que quiere preservar
el mediador. Para ejercer poder sobre otro, no es necesario que este ejercicio sea real o se haga efectivo, basta
expresar la intención o la promesa de ejercerlo, para que cumpla su efecto, en tanto así lo perciba la otra parte.

Será una vez más la tarea del mediador distinguir si la amenaza tiene una base realista o circula en la conversación como
un mero argumento de refuerzo de la confrontación, para detenerlo como tal o, en su caso, tratarlo específicamente
con quien o quienes lo hayan instalado. Y si la intención trasciende el plano verbal, porque el “interés” de una de
las partes consiste en la búsqueda de una sanción penal, es improbable, por no decir imposible, que la mediación
logre avanzar en su intento de reconstrucción autocompositiva a la luz de un esquema colaborativo. Si el único
“interés” -en el sentido de Harvard- de una parte es la punición del otro, queda claro que nunca será satisfecho en
el ámbito de una mediación, ni penal ni familiar. En la primera, porque, como hemos dicho reiteradamente, no es un
espacio punitivo, sino reparatorio o restaurativo; y en la segunda, porque el objetivo es encontrar una salida realista,
mínimamente satisfactoria e inclusiva para ambas partes, con un sentido mayor de fortalecimiento personal que
permita alguna transformación de los vínculos. Habrá que aceptar la no mediabilidad del caso16.

Rara vez en mi experiencia como mediadora, una vez evaluada genuinamente por las partes esta posibilidad,
presentada duramente al calor de los desafíos verbales más intensos, sobrevive este pensamiento, porque
precisamente la sanción es la negación de todas las posibilidades de lo que se pretende: reorganizar la vida futura
en cuanto al contacto con los hijos y la cuestión económica. Es bueno para los mediadores tenerlo presente, para
no adelantar una clausura del proceso cuando aún queda mucho por trabajar.

b)La denuncia penal está instalada

Otras veces las partes ya vienen implicadas dentro de una causa penal.

A veces lo hacen saber al solicitar la mediación. Las modalidades con que se expresa esta situación en ocasión
de la entrevista inicial son variadas y van desde intentar dar cuenta, con dolor, de la gravedad que el conflicto ha
alcanzado (“mire a lo que tuve que llegar…” o “mire lo que me hizo, denunciarme…”), hasta cierto orgullo por la
fortaleza personal que implica la decisión de hacer la denuncia penal contra quien, bien o mal, en algún momento
mejor compartió el proyecto afectivo o la intimidad que da base al lazo familiar (“por supuesto que fui e hice la
14
Caram María Elena (2008). “Los unos y los otros”.
15
Fisher, Roger, y Ury, William (1981), p. 97 y Caram, María Elena; Risolia, Matilde, y Eilbaum, Diana Teresa (2006), p. 386.
16
Aréchaga, Patricia; Brandoni, Florencia, y Finkelstein, Andrea (2004), p. 43.
113
denuncia… él/ ella pensó que yo no era capaz de hacer eso..., pero sí, dije ¡basta!”). Tampoco podemos soslayar
la impotencia que en muchos casos significa no poder ser escuchado en el reclamo de las necesidades básicas,
desazón que lleva a apelar a un respaldo superior a desgastados pedidos verbales.

Otras veces no lo mencionan hasta el desarrollo de la mediación. En ese caso, el mediador tendrá persistentemente
presente que cualquier resultado que se adopte en la mediación, haya acuerdo o no, influirá de una u otra manera
en el avance de la acción penal, y la decisión sobre la continuación de estas acciones tiene que ser parte del acuerdo.
Este sería el punto en que más se acercaría el tratamiento de este caso a una mediación de carácter penal, esto es,
por la gravitación que un acuerdo puede tener sobre el progreso de la acción penal.

Si se trata de una acción disponible, para dar por desistidos los reclamos pendientes entre las partes; o si no lo es,
para prever que el acuerdo sea presentado ante el juez penal para su consideración dentro del marco del proceso, en
la creencia que aunque la acción no resulte disponible para las partes, no puede resultar indiferente al magistrado o
al fiscal un acuerdo alcanzado entre los protagonistas, o eventualmente si no se alcanzó, el intento de conversación
entre ellos.

Creo que el conflicto familiar nos ubica a los mediadores en un difícil punto de intersección de lazos profundos que
requieren sensibilidad, equilibrio y despojamiento de nuestros preconceptos acerca de las “familias” y la diversidad
de sus procesos de resquebrajamiento. Pero, la aparición de los destellos penales en la disputa familiar significa
un desafío aun mayor para poder dimensionarlos con realismo y ayudar a los actores a reflexionar con serenidad
acerca del futuro del grupo familiar. El hecho de que ingrese la materia penal en el conflicto familiar no debería
distanciar al mediador de su mirada integral sobre el conflicto y concentrarlo acotadamente en el hecho específico
que constituye la acción típica que configura el delito.

En cualquiera de estos ámbitos, estamos siempre tratando de alentar un compromiso activo y personal en ambas
partes para la solución de su conflicto, evitando un escenario donde inexorablemente perderán la determinación de
sus propias decisiones, con resultados inciertos en el tiempo y en cuanto a sus genuinas necesidades.

Fuentes bibliográficas:

• Álvarez, Gladys S.; Highton, Elena I., y Gregorio, Carlos G. (2003), Resolución alternativa de disputas y sistema
penal . Buenos Aires: Ed. Ad-Hoc.
• Aréchaga, Patricia; Brandoni Florencia, y Finkelstein, Andrea (2004). Acerca de la clínica de la mediación. Buenos
Aires: Librería Histórica.
• Caram, María Elena (1999, marzo). “Hacia la mediación penal”, Revista La Ley, Sup. de Resolución de conflictos.
• Caram, María Elena (2000, julio). “Acordar y transformar”. Revista La Ley, Sup. de Resolución de conflictos
• Caram, María Elena (1996). “El espacio de la mediación penal”. En Patricia Aréchaga, Florencia Brandoni
y Matilde Risolía (comps.). La trama de papel. Buenos Aires: Galerna. También en Revista La Trama www.
revistalatrama.com.ar/contenidos/larevista_articulo.php?id=1&ed=1
• Caram, María Elena (2009). “Qué espera un mediador de un abogado de familia”. Cuaderno Jurídico de Familia.
El Derecho, 2.
• Caram, María Elena; Eilbaum, Diana Teresa, y Risolia, Matilde (2006). Mediación. Diseño de una Práctica. Buenos
Aires: Librería Histórica.
• Caram, María Elena (2008). “Los unos y los otros”. En Osvaldo Daniel Avelluto (comp.), Resolución de conflictos.
Historia, fundamentos y clínica. Caseros: Eduntref.
• Código Penal Argentino. Buenos Aires: Ed. Zavalía
• Eiras Nordenstahl, Ulf Christian (2010). Mediación penal de la práctica a la teoría.. Buenos Aires: Librería
Histórica.
• Fisher, Roger, y Ury, William (1981). Obtenga el sí. El arte de negociar sin ceder. México: CECSA.
• Folger, Joseph P., y Baruch Bush, Robert A. (1996). La promesa de la mediación. Buenos Aires: Granica.
• Haynes, John (1989). La mediación en el divorcio. Buenos Aires: Granica.
• Marlow, Lenard (1999). Mediación familiar. Buenos Aires: Ed. Granica.
• Suares, Marinés (1996). Mediación. Conducción de disputas, comunicación y técnicas. Buenos Aires: Paidós.
• Umbreit, Mark S. (1995). Mediating Interpersonal Conflicts. St. Paul: Universiy of Minnesota.
• Umbreit, Mark S. (1995). Victim Meets Ofender. St. Paul: Universiy of Minnesota.
• Winslade, John, y Monk, Peral (2000). Narrative Mediation. San Francisco: Jossy Bass Publishers.
114
CONFLICTOS FAMILIARES1

Introducción

El divorcio no es un evento singular y único, constituye una cadena de hechos -una serie de acontecimientos
legales, sociales, psicológicos y económicos cambiantes- que hilvanados entre sí se extienden a lo largo del tiempo.
El divorcio es un proceso que comienza con una creciente insatisfacción en el matrimonio y, a menudo, llega al
pico culminante con la presentación de la demanda de separación o divorcio. Luego la familia irá acomodándose
a lo largo de varios años de transición y desequilibrio, mientras niños y adultos intentarán lograr un sentido de
continuidad y confiabilidad en sus nuevas relaciones y roles. La experiencia del trabajo con familias en conflicto
nos ha enseñado que estos cambios en la vida de sus miembros son graduales y dolorosos. Hemos visto, también,
que son difíciles de lograr y suelen extenderse a lo largo de varios años, y lo que puede resultar razonablemente
esperable para las expectativas que en un adulto despierte el paso del tiempo adquiere una diferente dimensión en
la vida de los niños. Años de inestabilidad constituyen una parte muy significativa de la vida de un niño, quizás más
de la mitad de su vida y, a veces, toda su niñez y adolescencia, y sabemos que el reloj no vuelve para atrás. Estamos
convencidos de que, como profesionales convocados a intervenir en esas situaciones, debemos simplificar el pasaje
del matrimonio al divorcio a fin de prevenir, o al menos mitigar, los efectos dañinos para los hijos, reduciendo la
hostilidad entre los padres. Creemos que, de este modo, es posible evitar lo que se ha dado en llamar el “divorcio
difícil”, que es aquel en que los padres no protegen a sus hijos del impacto emocional y de la desorganización
provocados por el conflicto entre los adultos.

1. La problemática en el ámbito legal y judicial

Es ya un lugar común el descreimiento de la eficacia de la tarea judicial por la sobrecarga de los tribunales. A estas
razones de infraestructura, se debe sumar la complejidad de los litigios de familia que exceden lo meramente legal
para llegar a ser eminentemente emocionales, complicando la tarea del abogado pues se requiere una solución
que no es exclusivamente jurídica. Aparece la necesidad de encontrar nuevas alternativas para resolver las disputas
familiares, redefiniendo la gestión de los operadores del derecho y la intervención de equipos interdisciplinarios,
para lograr una mejor organización de la justicia con el propósito de subsanar la insatisfacción de las personas
involucradas en estos casos: jueces, abogados y partes. Las familias llegan generalmente al tribunal quebrantadas,
con niños en situación de riesgo y con demandas de urgente atención y protección que el sistema judicial no puede
proporcionar pese al gran esfuerzo que realiza.

No podemos soslayar los avances de nuestra legislación familiar ritual y de fondo en los últimos años. No obstante,
debemos reconocer que una verdadera reforma exige mucho más que un cambio en las leyes, ya que no alcanza con
crear nuevas estructuras, sino que para que se produzcan avances significativos son necesarias prácticas diferentes
a las ya ensayadas que puedan apreciarse en actitudes innovadoras consecuentes con la creencia de que son
realmente necesarias.

Pretendemos desafiar la subsistente concepción tradicional del divorcio como una cuestión solamente legal, que
todavía -y a pesar de los cambios legislativos de las últimas décadas- subyace en las concepciones de jueces y
abogados y se trasluce en el sostenimiento de viejos mitos y estereotipos del sistema adversarial de resolución de
conflictos familiares.

Estamos persuadidos de que el proceso contencioso tiene debilidades para alinearse con “el mejor interés familiar”,
ya que las decisiones judiciales en este campo ponen punto final a una contienda, pero fracasan para satisfacer
las necesidades y deseos de todos los miembros de la familia y más aún de los niños. Parecería que el caso nunca
se cerrara, la tensión es sufrida por todos los participantes, nadie gana y raramente alguien se siente realmente
gratificado con la decisión tomada, incluyendo a jueces y abogados que parecerían ser puestos para encontrar
culpables y evaluar daños.

La posibilidad de un divorcio no culposo no alcanza para evitar la profundización del conflicto que se produce
mientras los operadores jurídicos -abogados y jueces- intentan resolver las diferencias entre los esposos.

1
Dra. Adriana M. Wagmaister, Jueza Nacional, ex integrante del Centro de Prevención y Resolución de Conflictos de la DNMyMPRC.
115
Es necesario reconocer la trascendencia del aspecto emocional del divorcio que, generalmente, resulta ser más
significativo y de mayor alcance que su connotación legal. Enfocar el divorcio solo desde lo legal a través de una visión
unidimensional implica ignorar lo intrincado que es el proceso de divorcio y la multiplicidad de tareas que implica
su completa resolución, si fuera posible alcanzarla alguna vez en la vida de los involucrados. Así también, verlo solo
como una cuestión psicológica de reestructuración familiar significaría ignorar los temas legales inherentes a este.
Concluimos en que una visión acertada es la que lo reconoce como un proceso multidimensional.

Sin embargo, el público en general ve el divorcio como una cuestión legal, ya que es concebido como un proceso
que se inicia cuando termina un matrimonio. Sobre la base de que una parte está en todo lo “correcto” y la otra, en
lo “incorrecto”, por lo que debe ser castigada, se contrata un abogado para que lo represente. Para el caso de que
se trate de “irreconciliables diferencias”, esta constituirá una causal objetiva que los abogados harán valer frente al
juez.

La ley, coherente con la creencia popular, tiene por objeto que al final del trámite judicial los efectos del vínculo
creado por la ley con la celebración del matrimonio terminen o varíen por efecto de la sentencia. Lo que la gente
entiende por “ganar” puede ser visualizado por lo que les resulta tangible, como bienes, alimentos, tenencia y
visitas; lo que logró constituye el símbolo del éxito, pero no es un tema menor cómo lo gana.

Creemos que debemos detenernos en el “cómo” se llega a esa transformación, esto es cómo se produce, ya que
según cuál sea la respuesta quedará determinado si los conflictos familiares se resuelven o en cambio queda
preparado el terreno para más y mayores conflictos en el posdivorcio. Ningún abogado de familia sentirá que ha
representado bien los intereses de su cliente, a menos que haya colaborado para que la familia continúe eficazmente
sus funciones como tal, para lo cual los padres son irremplazables.

Los abogados, frecuentemente, son los primeros profesionales a los que recurre una persona que se encuentra con
problemas matrimoniales; asignándoles un rol difícil de asumir para conseguir que se colmen las expectativas de
quien consulta, en razón de que estas no solo trasuntan los aspectos legales de “su” problema, sino también los
psicológicos, emocionales y económicos que están vívidamente presentes aunque no lo diga expresamente en la
entrevista.

El uso de prácticas adversariales en el proceso de divorcio destruye el mejor interés de los niños y de toda la familia,
por lo cual el cambio debe producirse en el proceso.

Para que se ocasione un cambio en el proceso, creemos necesario detenernos en algunas reflexiones que nos
motiva nuestra propia experiencia como abogada de familia.

El divorcio pone fin a la relación conyugal, ya no serán esposos, pero siguen siendo los padres de sus hijos y esto es
así porque el divorcio pone fin a un matrimonio, pero no a una familia. La familia se transforma, pero no se rompe;
las personas pueden cambiar y, al salir de una relación conyugal disfuncional, es posible que mejoren la efectividad
de la función parental. Los niños necesitan relaciones continuadas y significativas con ambos padres. El modo en
que los padres se adecuen al divorcio determina el modo en que lo harán los hijos.

La familia constituye un sistema en el que sus miembros tienen funciones interconectadas e interdependientes,
están unidos por lealtades visibles e invisibles y por necesidades y compromisos mutuos, de manera tal que lo que
cualquiera haga o deje de hacer va a provocar un impacto multidireccional, debido a que la causalidad es circular y
no meramente lineal.

La perspectiva sistémica de la familia la concibe como una unidad, distinta de la mera suma de sus miembros, que
está regulada por normas que promueven lo permitido y sancionan lo prohibido y por fuerzas que mantienen su
equilibrio. La necesidad de crecimiento requiere una saludable flexibilidad.

Dentro del sistema, hay diferentes subsistemas: el conyugal, el paterno filial y el fraternal que interactúan en un
contexto multigeneracional. Entre ellos se trazan fronteras, además de las que existen entre la familia como sistema
y el mundo exterior. Cada familia que está conformada con características singulares funciona según sus propias
leyes y la decisión de separarse conlleva como consecuencia ineludible que lo privado se haga público, con lo cual
su actividad puede deteriorarse, al menos temporalmente.

El desafío consiste en la posibilidad de diseñar un método que permita a las familias en trance de divorcio lograr
la disolución del matrimonio en el aspecto emocional y legal para lograr su autonomía personal. Asimismo, es
necesario que, a la vez que se logre la reestructuración en sus vidas como individuos independientes, puedan seguir

116
cumpliendo las tareas que exige una relación continuada compartiendo cuestiones interpersonales como son las
responsabilidades como padres.

2. La mediación, una herramienta eficaz

El reconocimiento de la insuficiencia de la ley para resolver las circunstancias familiares que enfrentamos
cotidianamente, y la situación de divorcio como generadora de estas, encuentran respuesta en la mediación familiar
como el medio que rescata la naturaleza multidimensional del divorcio y el abordaje diferenciado que requiere.

La mediación familiar, creemos, es uno más de los métodos que las personas pueden utilizar para resolver conflictos,
con la asistencia de un tercero neutral e imparcial para llegar a un acuerdo mutuamente satisfactorio como
resultado posible. Este tercero asume el rol de facilitador de la comunicación entre los cónyuges para que puedan
hablar personalmente y escucharse, negociando entre ellos las cuestiones que definan como las necesarias, sobre
las que entiendan más conveniente acordar. En este proceso contractual, informal pero estructurado, las partes
-ejerciendo su autodeterminación- focalizan en la disolución de la sociedad conyugal, asignándose los recursos
existentes y distribuyéndose el cumplimiento de obligaciones que se deben entre ellos y respecto de los hijos, según
con quién vivan, organizando cuándo y cómo estarán con el progenitor no conviviente y cómo contribuirán con sus
necesidades.

Va emergiendo una teoría para permitir la adaptación al posdivorcio. La naturaleza multidimensional del divorcio
requiere un nuevo contexto para el abordaje de la problemática familiar en esa etapa del ciclo vital, que tenga en
cuenta el efecto devastador del desmembramiento familiar que no es sinónimo de divorcio, el interés social que
trasciende el familiar y el de cada uno de los miembros individualmente considerado.

La mediación de divorcio focaliza en cómo arreglárselas con los problemas específicos de la disolución marital,
resolviendo las disputas y negociando las diferencias sobre la división de los bienes, la prestación alimentaria y la
tenencia y visitas de los hijos.

Las negociaciones sobre estos temas no se realizan en el vacío, sino que se busca llegar a un acuerdo. Las técnicas y
modelos de práctica de la mediación favorecen la diferenciación con otras intervenciones.

La mediación en el divorcio constituye para los miembros de la pareja una oportunidad de doble sentido, ya que
pueden comunicarse mejor para que haya una relación continuada como padres y, a la vez, constituye el medio para
terminar de separarse como esposos.

La pareja concurre a la mediación con la carga de un presente de enojo, olvidada de los afectos que en el pasado los
unieron, y descubren que el gobierno de su relación requiere de un consenso que hasta ahora daban por descontado.
El mediador es llamado a intervenir para asistirlos en la generación de ese consenso, no para reconciliarlos. El
mediador, cuya consigna desde su formación es lograr que las partes en conflicto negocien colaborativamente,
se encuentra con dos personas que necesitan acordar, pero están en el momento en el que menos deseos tienen
de hacerlo en razón del enojo y la incertidumbre, de las implicancias legales, emocionales, personales, familiares,
sociales, profesionales, económicas y las múltiples y complejas decisiones a adoptar.

Las tareas que la pareja debe cumplir tienen que ver con la división de bienes, los alimentos para ellos y sus hijos, las
visitas, la tenencia, es decir, con una serie de cuestiones que involucran a los presentes en la mediación y también
a quienes, ausentes de la mesa de mediación, integran el sistema familiar.

El mediador es llamado a colaborar en un proceso en el que las decisiones por adoptar requieren de los participantes
una actividad que va más allá de la negociación entendida como un intercambio de ofertas y contraofertas de
prestaciones determinadas. El mediador es llamado a orientar el proceso de generación y conformación de consenso.

La mediación debe ocuparse del futuro y el mediador no debe abrir lo que no puede cerrar. En la mediación familiar,
el conocimiento de algunos aspectos de la historia de la pareja para sondear elementos de su interacción y los roles
desempeñados por cada uno de sus integrantes es una actividad que el mediador debe desempeñar con mucha
pericia para evitar que, junto con ese conocimiento, surjan y se reaviven los enfrentamientos y desacuerdos, es
decir, para poder cerrar lo que abre.

En la mediación familiar, el mediador debe estar alerta tanto a las emociones puestas de manifiesto como a aquellas
reprimidas por la pareja. Sus intervenciones deben tender a incorporar esas emociones a fin de que las partes las
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puedan elaborar, de modo que no se constituyan en obstáculos para el avance del proceso. Por otra parte, es posible
que después de una separación, divorcio o viudez, alguno de los que fueron integrantes de una unión, matrimonial
o no, en la que nacieron o se adoptaron hijos, conforme una nueva pareja con otra persona que puede o no tener
hijos, y tengan, a su vez, hijos entre ellos integrando una “familia ensamblada”. La mediación, como negociación
asistida, es un método adecuado para la elaboración de los acuerdos que posibiliten la reorganización que esta
requiere. En ese caso, la inclusión de los segundos cónyuges en el proceso de mediación propicia la superación de
estancamientos y el mantenimiento de los convenios que se lograron. Sin embargo, su introducción, así como la de
otros miembros de la familia extensa, acarrea algunos riesgos que, junto a los beneficios, deben ser considerados
puntualmente antes de decidir si y cómo se los incluye en el proceso de mediación.

Los segundos cónyuges frecuentemente juegan un rol significativo en la vida de los padres e hijos del divorcio.
En circunstancias en las que el rematrimonio fue positivo (como en la mayoría de los casos) -no fue el factor que
provocó el divorcio y se celebró después de un tiempo considerable desde la separación-, entonces, este individuo es
un aliado colaborador para la mediación. Puede ofrecer una perspectiva más neutral y niveladora de las emociones
del esposo separado y facilitar el proceso. Puede también ayudar a los chicos escuchándolos desapasionadamente
y apoyándolos para superar el estrés del divorcio y proponer alternativas más constructivas en las prácticas de la
coparentalidad que suplementen las de los propios padres de los chicos. Frecuentemente, una segunda esposa
ofrece ayuda a la madre de los chicos para arreglárselas más eficientemente en las negociaciones con el padre.

De manera similar, los abuelos que han estado significativamente involucrados en la vida de los chicos pueden
ofrecer a la pareja una perspectiva madura y servir como consultores del mediador. En este rol, pueden transmitir
las tradiciones de la familia y dar un consejo experimentado.

Además, en los casos de violencia entre cónyuges o integrantes de una pareja, es decir, la comúnmente llamada
violencia doméstica, marital o relacionada con el sistema conyugal, y cuando alguno de los afectados ya ha pedido
ayuda pública o privada, la mediación resulta apropiada para resolver la atribución de la vivienda familiar, el contacto
entre padres e hijos y la contribución para cubrir sus necesidades.

Creemos que el proceso de mediación consiste en la generación de un contexto en el que los participantes se
permitan percibir, de un modo distinto de como lo vienen haciendo, los hechos, las personas y las acciones con las
que construyen las historias contrarias -en cuya divergencia radican sus diferencias- y, de ese modo, deconstruirlas
y coconstruir una historia común, que ambos hacen suya y deviene en una solución para el conflicto. La gente
también suele decir que, aun cuando no haya llegado a un acuerdo, ha aprendido a hablar con arreglo a nuevos
patrones de comunicación, lo que resulta en acuerdos posteriores a la mediación y en la desaparición de las causas
de surgimiento y reiteración de conflictos basados en los malos entendidos y la adjudicación de intenciones al otro.

En la práctica cotidiana, el proceso de mediación se destaca como un método independiente y con un valor en
sí mismo, que resulta ser el más adecuado para facilitar la resolución de conflictos familiares, porque se cumple
con independencia del logro de un acuerdo como resultado de su tramitación. Asimismo, es apreciado por
los participantes como aquel espacio que les permite trabajar sobre su conflicto en un marco de intimidad y
confidencialidad que el proceso judicial no preserva, al mismo tiempo que les da la misma seguridad en cuanto a la
ejecutoriedad de los acuerdos que obtengan, por ser asimilables al contenido de una sentencia judicial. También,
mientras les asegura que todos serán escuchados y sus abogados les brindan asesoramiento jurídico y los ayudan
a preservar sus derechos, un tercero neutral e imparcial trabaja para el equilibrio de las relaciones durante el
procedimiento de discusión y toma de decisiones. Cuando los acuerdos incluyen cláusulas que organizan el modo en
que se proveerá su adaptación a los cambios, como por ejemplo la previsión de volver a mediación en caso de surgir
diferencias en la interpretación o en el cumplimiento del acuerdo, los cambios provocados por el tránsito a través
de los ciclos vitales familiares son abordados como situaciones que requieren de la generación de un consenso, en
lugar de verlos como conflictos que requieren solución.

El cumplimiento del acuerdo obtenido en mediación responde no solo al compromiso asumido por las partes
al celebrarlo, sino que también es motorizado por el compromiso establecido en la interrelación de las partes
con el mediador y con el proceso; es así como se observan casos en los que, por mejoramiento de la capacidad
económica del padre alimentante, este pide al mediador una reapertura para ofrecer voluntariamente un aumento
en condiciones que le den la certeza de que será aplicado para beneficio de sus hijos. Hemos notado también que
se logran más acuerdos de tenencia compartida con modalidades diversas, convenios sobre el modo de proveer
necesidades alimentarias con procedimientos, prestaciones y compensaciones adecuadas a la particularidad de
cada caso, que exceden el mero pago en dinero o en especie que son las soluciones propias de las sentencias
judiciales.
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En materia de visitas, se obtienen acuerdos que establecen “modos de estar” con los hijos que tienen en cuenta
la realidad diversa de los padres de esos hijos y, en consecuencia, optimizan el aprovechamiento de tiempos y
espacios disponibles, de un modo distinto a como las sentencias pueden contemplarlos por falta de conocimiento
de las condiciones particulares de cada litigante que, en cambio, son consideradas y revisadas en detalle en el
proceso de mediación.

Es interesante destacar que el proceso de mediación también es utilizado por las personas en los casos en que la
ley no lo impone como obligatorio, para intentar la consideración, junto con su excónyuge o pareja, de soluciones
a situaciones que les plantea su amor por los hijos, o resultantes de sus condiciones personales en el contexto
económico, laboral y social, con prescindencia de su carencia de efectos jurídicos en caso de falta de acuerdo o
de la celebración de acuerdos no escritos. Así, podemos dar cuenta del sometimiento voluntario a mediación de
cuestiones de familia en casos no incluidos en la ley 24.573 de mediación prejudicial, algunos que ni siquiera tienen
que tramitar en jurisdicción de la Capital Federal, cuestiones en las que la justicia ya dictó sentencia que resultó
insatisfactoria para las partes, cuestiones derivadas de relaciones concubinarias no previstas por la ley, otras en
las que la capacidad económica de la persona no le permite esperar el resultado de un juicio o afrontar su costo, o
la estimación del abogado es que el resultado que se puede obtener en mediación en comparación con el que se
puede obtener en juicio no justifica en términos de costo en dinero, tiempo o relación el recurso de la vía judicial.
Observamos que, en el contexto de mediación, es posible practicar modos de llegar a acuerdos que no se asienten
en pérdidas de algunos de los miembros de la familia en beneficio de otros.

Conclusión

En los últimos años, ha tenido lugar un cambio de paradigma en el modo en el que el sistema judicial ha manejado la
mayoría de los conflictos familiares -en especial, las cuestiones que involucran a los niños- reemplazando el modelo
solo orientado a lo legal y focalizado en la decisión del juez por un régimen de resolución más colaborativo.

Se ha transformado la práctica del derecho de familia y se ha alterado la forma en la que las familias en disputa
interactúan con el sistema legal, lo que ofrece múltiples ventajas a los niños y a los padres y desafíos a la familia y
al sistema judicial.

Las ciencias sociales sugieren que la adaptación de los niños a la separación y el divorcio depende de los
comportamientos de sus padres durante y después del proceso, pues cuanto más alto sea el nivel de conflicto
parental al que los niños estén expuestos, más negativos serán los efectos de la disolución familiar; por lo que los
tribunales de familia deberían abandonar el paradigma adversarial a favor de abordajes que ayuden a los padres a
manejar su conflicto y alentarlos a desarrollar relaciones coparentales positivas después del divorcio.

Fuentes bibliográficas:

Wagmaister, Adriana M. (1990). “Coparentalidad en el divorcio”. En Eduardo Zannoni, Francisco Ferrer y Carlos
Rolando (Comps). Derecho de Familia, Libro homenaje a la Dra. Josefa Méndez Costa. Santa Fe: Editorial Rubinzal –
Culzoni. P. 197.

Wagmaister, Adriana M.; Davidson, Dora; Tornquist, Teresa y Jung, Silvia “Un divorcio difícil: experiencia de su
atención por un equipo interdisciplinario”, LL 1990-E-1177

Wagmaister, Adriana M. (1994). “Mediación familiar”, Enciclopedia de Derecho de Familia, T. III, Editorial Universidad, p. 25.

Wagmaister, Adriana M. (1998). “La mediación y los abogados de familia”. Derecho de Familia, Revista Interdisciplinaria
de Doctrina y Jurisprudencia, Editorial Abeledo - Perrot, 12, p. 111.

Bekerman, Jorge M., y Wagmaister, Adriana M. (1998). “Mediación familiar. Su concepto y práctica desde una
experiencia pluricultural e interdisciplinaria”. JA 1998-IV-811.

119
Wagmaister, Adriana M., y Bekerman, Jorge M. (1999). “Mediación en casos de violencia familiar”, JA 1999-IV-841

Wagmaister, Adriana M. (2002). “El procedimiento judicial como causa de la litigiosidad en los casos de familia.
Una alternativa para la humanización de los divorcios de parejas con hijos”. Revista de Derecho Procesal, Derecho
Procesal de Familia-II, Editorial Rubinzal – Culzoni, 21, p. 37.

Wagmaister, Adriana M. (2003). “Mediación y familia ensamblada”. Derecho de Familia, Revista Interdisciplinaria de
Doctrina y Jurisprudencia, Editorial Lexis Nexis Abeledo - Perrot, 25, p. 135.

Bekerman, Jorge M., y Wagmaister, Adriana M. (2004). “El proceso de mediación familiar: resultados preliminares
de una investigación”. Derecho de Familia, Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, Editorial Lexis
Nexis Abeledo, 28, p. 231.

Wagmaister, Adriana M. (1994). Mediación familiar, Tomo III. Buenos Aires: Editorial Universidad. P. 25.

  Wagmaister, Adriana M. (2011). “El juez como catalizador de los conflictos familiares”. En Lily R. Flah (Dir.), Los
desafíos del Derecho de Familia en el siglo XXI. Derechos humanos. Bioéticos. Relaciones familiares. Problemáticos
infanto-juveniles. Homenaje a la Dra. Nelly Minyersky. Buenos Aires: Editorial Errepar.

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ANEXO 1
Marco normativo en la Argentina

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ANEXO 2
Mediación en provincias

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LOS METODOS R.A.D EN LA REPUBLICA ARGENTINA

El Estado Actual
Ley de Mediación obligatoria
Cuestiones Civiles y Comerciales

Leyes Nacionales
Ley de Conciliación obligatoria
Cuestiones Laborales

Santiago del Estero Voluntaria

Leyes Provinciales Santa Fe Voluntaria

Chaco Voluntaria

Córdoba

Centros Anexos a los Tribunales Mendoza

Chaco

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