Revista de psicología clínica infantil y adolescente

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Resiliencia a corto y largo plazo entre adolescentes en

riesgo: el papel de los entornos familiares y comunitarios

Hena Thakur y Joseph R. Cohen

Para citar este artículo: Hena Thakur y Joseph R. Cohen (2020): Resiliencia a corto y largo plazo entre adolescentes en
riesgo: el papel de los entornos familiares y comunitarios, Journal of Clinical Child & Adolescent Psychology, DOI: 10.1080 /
15374416.2020.1756296

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Publicado en línea: 15 de mayo de 2020.

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REVISTA DE PSICOLOGÍA CLÍNICA INFANTIL Y ADOLESCENTE
https://doi.org/10.1080/15374416.2020.1756296

Resiliencia a corto y largo plazo entre adolescentes en riesgo: el papel de los entornos familiares y
comunitarios
Hena Thakur y Joseph R. Cohen

Departamento de Psicología, Universidad de Illinois en Urbana-Champaign

ABSTRACTO

Objetivo: Dadas las graves consecuencias asociadas con el maltrato, establecer una comprensión de los caminos hacia la
resiliencia entre los jóvenes expuestos al trauma es un objetivo crítico de salud pública. La investigación longitudinal ha
examinado las respuestas a corto o largo plazo a eventos traumáticos, lo que impide evaluar a) las diferencias individuales entre
los subtipos de resiliencia yb) la consistencia de las respuestas resilientes a corto plazo a lo largo del tiempo. Además, el estrés
postraumático y la depresión representan los dos patrones de síntomas más comunes en los jóvenes expuestos al maltrato; sin
embargo, pocos estudios han investigado simultáneamente la resiliencia a estos resultados. En respuesta, El estudio actual
emplea un enfoque analítico dimensional para distinguir entre resiliencia a corto plazo (la capacidad de demostrar respuestas
adaptativas a adversidades en curso) y a largo plazo (falta de angustia durante varios años en respuesta a una adversidad previa).
De acuerdo con una perspectiva ecológica, el estudio examina si los factores protectores a nivel de la familia y la comunidad están
asociados de manera similar o única con diferentes subtipos de resiliencia.

Método: Los participantes incluyeron 943 individuos (469 hombres, 474 mujeres) de una muestra de adolescentes en riesgo,
representativa a nivel nacional, que completaron medidas de autoinforme de exposición al maltrato, síntomas depresivos y síntomas de
estrés postraumático a las edades de 12, 16. y 18. Durante la visita a los 12 años, los participantes ' los cuidadores completaron medidas
de autoinforme sobre las rutinas familiares y la cohesión social del vecindario.

Resultados: En general, encontramos que las rutinas familiares protegían de forma única la angustia relacionada con el trauma en las
conceptualizaciones de resiliencia, mientras que la cohesión social desempeñaba un papel en la resiliencia a corto plazo a los síntomas depresivos (p
<.05). El género de los participantes no moderó estos resultados (p> .05).
Conclusión: Estos hallazgos resaltan la importancia de comprender la resiliencia dimensionalmente para los adolescentes
expuestos a maltrato.

Cambios interrelacionados en la ciencia de la prevención (Southwick & Departamento de Salud y Servicios Humanos, 2005 ). Incluso después de controlar los

Charney, 2012 ), bienestar eudaimónico (Fredrickson, factores estresantes correlacionados, el maltrato exhibe un impacto significativo en los

2004 ) y traumatología del desarrollo (McCrory et al., jóvenes. ' riesgo de experimentar resultados adversos, incluida la mala salud mental

2011 ), han llevado a un creciente interés en la resiliencia (ver O ' Donohue y (por ejemplo, Herrenkohl & Herrenkohl, 2007 ). De acuerdo con una perspectiva

col., 2019 ). En conjunto, las teorías informadas sobre el trauma postulan que la ecológica sobre la resiliencia (Ungar et al., 2013 ), nuestro estudio propuesto examinó

resiliencia se entiende mejor como el subproducto de las interacciones entre cómo las rutinas familiares y la cohesión social pueden ser similares o amortiguador

las características individuales y las circunstancias ambientales positivas único contra la depresión a corto y largo plazo y las respuestas al estrés postraumático

(Masten, (PTS) en una muestra diversa de adolescentes en riesgo representativos a nivel

2014 ). Los modelos teóricos actuales también enfatizan el marco nacional. En última instancia, nuestros hallazgos pueden proporcionar información

dimensional de la resiliencia (Amstadter et al., sobre la adaptación de los adolescentes después de eventos potencialmente

2014 ), alejándose de los modelos que caracterizan la adaptación como " bueno " o " malo.traumáticos y pueden ayudar a informar los esfuerzos para promover el bienestar a lo

" Una comprensión más clara de la resiliencia permite formular preguntas matizadas, largo de la vida.

lo que puede mejorar los servicios para los jóvenes expuestos a eventos

potencialmente traumáticos.

El presente estudio buscó examinar la resiliencia en adolescentes luego

Definición de resiliencia
de la exposición al maltrato. En los Estados Unidos, aproximadamente el 25%
de todos los casos de maltrato comprobados involucran a jóvenes de 12 años. - Adoptar un enfoque dimensional de la resiliencia significa (a) que la
17 años (EE. UU. adaptación positiva después de un evento traumático

CONTACTO Hena Thakur hthakur2@illinois.edu Departamento de Psicología, Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Champaign, IL 61820
Se puede acceder a los datos complementarios de este artículo en el editor ' s sitio web .

© 2020 Sociedad de Psicología Clínica del Niño y del Adolescente

2 H. THAKUR Y JR COHEN
existe en un continuo, y (b) que los factores contextuales pueden llevar a
uno a ser resiliente para algunos resultados, pero no para otros (Luthar et
al., 2000 ). El trastorno de estrés postraumático y la depresión representan
los dos subtipos más comunes de angustia psicológica en los jóvenes
expuestos a maltrato (Kaplow y Widom, 2007 ). Debido a las diferencias en
los perfiles etiológicos entre la depresión y el SPT, es posible que un
individuo sea resistente a uno o ambos perfiles de síntomas. Por ejemplo,
un bajo sentido de pertenencia (p. Ej., Me siento alejado de otras personas)
y un bajo sentido de seguridad (p. Ej., Puedo ' parece escapar de la
sensación de que algo malo está a punto de suceder) predicen síntomas
depresivos y de PTS, respectivamente (Lumley y Harkness,
2007 ). Por lo tanto, los procesos relacionados con la conexión interpersonal pueden estar
asociados de manera única con la depresión, mientras que los factores protectores que
confieren seguridad pueden ser específicamente importantes para determinar el riesgo
de PTS.
Además de diferenciar entre las manifestaciones de los síntomas,
definir la resiliencia a lo largo de las dimensiones temporales tiene
importantes implicaciones metodológicas y clínicas. Tradicionalmente, la
investigación longitudinal
ya sea examinado sostenido, a corto plazo o respuestas a largo plazo a
eventos traumáticos (ver Masten, 2014 ; Seery y col., 2013 ). Estas prácticas
no logran diferenciar entre el impacto empírico de las variables distales y
proximales en las respuestas de resiliencia (p. Ej., Luthar et al., 2000 ). En
otras palabras, es importante probar si los mismos procesos conducen a resiliencia
a largo plazo es decir, falta de angustia durante varios años en respuesta a
una adversidad anterior; variable distal) y / o resiliencia a corto plazo es
decir, la capacidad de demostrar respuestas adaptativas a las
adversidades en curso; variable proximal). Hasta la fecha, numerosos
estudios han examinado la relación entre el maltrato infantil y resiliencia a
largo plazo a través de estudios longitudinales, en los que los
investigadores investigan si la relación entre la exposición inicial al maltrato
y la salud mental futura varía en función de un factor protector dado. Por
ejemplo, Collishaw et al. ( 2007 ) examinó los efectos a largo plazo de la
exposición al abuso en el pasado e identificó varios factores (por ejemplo,
el cuidado parental percibido) que distinguen entre respuestas resilientes y
no resilientes a largo plazo. Traslacionalmente, estos estudios destacan
los procesos que atenúan los efectos de un patrón discreto de pasado exposiciónAdemás, como la adolescencia se caracteriza por una mayor autonomía y
al trauma y sugieren que los protocolos clínicos pueden apuntar a vías
específicas para la recuperación de la salud mental a largo plazo.
En años más recientes, sin embargo, ha habido un creciente interés en la
resiliencia en lo que respecta a las adversidades en curso. Más específicamente,
los investigadores sugieren que distintos procesos pueden relacionarse con la
recuperación después de una adversidad pasada y / o promover una. ' s
capacidad para hacer frente a futuros eventos traumáticos (p. ej., Seery et al.,
2013 ). La teoría interpersonal actual, por ejemplo,
sugiere que las relaciones de apoyo promueven el funcionamiento positivo
después de la exposición al trauma al (a) ayudar al individuo a enfrentar un
evento importante reciente de la vida y (b) inculcar una mentalidad de
crecimiento que los deja más preparados para enfrentar adversidades futuras
(Feeney & Collins, 2015 ). Sin embargo, no está claro si todas las facetas de
los contextos interpersonales positivos promueven simultáneamente ambas
vías. Esto se debe principalmente a que la investigación se ha centrado
abrumadoramente en el papel amortiguador de los contextos sociales
positivos (Lakey & Cronin, 2008 ) (es decir, resiliencia a largo plazo), a
expensas de identificar procesos interpersonales que promueven respuestas
a adversidades futuras (es decir, resiliencia a corto plazo). Identificar los
procesos que sientan las bases para la resiliencia a corto plazo es
fundamental para desarrollar intervenciones preventivas secundarias y
terciarias que promuevan el desarrollo saludable de los jóvenes vulnerables.
Más importante aún, probar simultáneamente si los mismos procesos
conducen a la resiliencia a corto y largo plazo informará los enfoques
cognitivo-conductuales para tratar la angustia relacionada con el trauma (p.
Ej., Cohen et al., 2006 ), que buscan atenuar simultáneamente la aparición de
patrones crónicos de angustia relacionada con el trauma y mejorar la
seguridad mediante la promoción de respuestas adaptativas a posibles
adversidades futuras.
Consideraciones al probar modelos de resiliencia
Destinar si un proceso dado protege contra la exposición a traumas pasados
y / o promueve respuestas adaptativas a la exposición a traumas futuros
puede iluminarse seleccionando contextos interpersonales tradicionalmente
vinculados con pensamientos y sentimientos de cercanía y seguridad.
Rutinas familiares (es decir, interacciones que se repiten regularmente que
involucran la comunicación instrumental entre miembros de la familia;
Spagnola & Fiese, 2007 ), por ejemplo, puede ser un factor protector sólido
para la resistencia a los síntomas depresivos. Las rutinas familiares sirven
como marco fundamental para cultivar la cercanía y la pertenencia con los
miembros de la familia (Doyle et al., 2003 ), y puede servir como un contexto
confiable para interacciones familiares positivas (Larson et al., 2006 ).
menos oportunidades para las interacciones entre el cuidador y el joven, las
rutinas familiares pueden ser un entorno particularmente destacado para las
conductas de promoción, incluida la comunicación directa entre padres y
jóvenes (Fulkerson et al., 2010 ). De acuerdo con los modelos etiológicos de la
depresión (es decir, Lumley y Harkness, 2007 ), planteamos la hipótesis de
que la pertenencia y la cercanía fomentada por las rutinas familiares pueden
ayudar a inhibir las respuestas depresivas. Del mismo modo, la cohesión
social del barrio, que implica confianza y apoyo entre las personas de un
barrio (Kawachi & Berkman, 2000 ), puede ayudar a fomentar un sentido de
pertenencia y seguridad entre

adolescentes (Lewicka, 2005 ; Sampson y col., 1997 ). Dado que la
adolescencia va acompañada de aumentos en las interacciones vecinales
no supervisadas (Brooks-Gunn et al., 1997 ), es importante comprender el
impacto del contexto del vecindario en la angustia psicológica durante
este período de desarrollo. La asociación entre la cohesión social del
vecindario y los sentimientos de pertenencia y seguridad puede
posicionarlo para que sea efectivo para amortiguar las vulnerabilidades
tanto a la depresión como al SPT.
También es importante incorporar características demográficas, como el
género, en modelos explicativos de resiliencia. Hasta la fecha, los estudios
empíricos que investigan las diferencias en los efectos del maltrato por género
han producido hallazgos mixtos (por ejemplo, Arnow et al., 2011 ; Danielson y
col.,
2005 ). Estos hallazgos inconsistentes pueden deberse a una falta de
comprensión sobre el papel moderador del género en los factores protectores.
Por ejemplo, aunque está bien documentado que las mujeres son más
sensibles a los factores estresantes interpersonales (Hankin y Abramson, 2001 ),
las mujeres también pueden ser más sensibles a los procesos interpersonales
que amortiguan los eventos potencialmente traumáticos. En apoyo de esta
teoría, las adolescentes parecen beneficiarse de manera única de las rutinas
familiares (Churchill & Stoneman,
2004 ) y cohesión social (Gutman & Sameroff, 2004 ) en comparación con sus
homólogos masculinos. Por lo tanto, probar explícitamente las diferencias de
género dentro del contexto de los factores de protección puede aclarar los
hallazgos inconsistentes del pasado y resaltar los mecanismos importantes que
deben ser enfocados en los protocolos clínicos específicos de género
destinados a reducir los resultados relacionados con el trauma (por ejemplo,
Ford et al., 2012 ). La prueba de las diferencias demográficas dentro de los
modelos de vulnerabilidad-estrés que incorporan factores de protección requiere
interacciones de orden superior (por ejemplo, género x exposición al maltrato x
factor de protección), que son notoriamente difíciles de probar debido a la falta
de poder estadístico (Rutter, 2000 ). En respuesta, estudios recientes han
comenzado a utilizar un residual enfoque (Overstreet et al., 2017 ), que ayuda a
abordar las limitaciones de interacciones estadísticas complejas (Miller-Lewis et
al.,
2013 ). El enfoque residual define la resiliencia como la diferencia
entre un individuo ' s respuesta esperada (p. ej., determinada por un
análisis de regresión) y su respuesta observada (Kim-Cohen et al.,
2004 ). Dentro de este marco dimensional centrado en variables, todos
aquellos que están haciendo " mejor de lo esperado " representan
respuestas resilientes, y el valor del residual significa la magnitud de la
resiliencia (Amstadter et al., 2014 ; Kim-Cohen y col., 2004 ). Sin
embargo, a pesar de la reciente validación de este enfoque analítico
para conceptualizar la resiliencia (Sheerin et al.,
2019 ), la aplicación del enfoque residual hacia los posibles
resultados de la exposición al trauma es limitada. Utilizando este
enfoque residualizado dentro de un
REVISTA DE PSICOLOGÍA CLÍNICA INFANTIL Y ADOLESCENTE 3
plan analítico de datos longitudinal apropiado (por ejemplo,
modelado lineal jerárquico; Woltman et al., 2012 ), puede
proporcionar una visión única de las respuestas positivas
multifacéticas después de la exposición al maltrato nocivo.
Objetivos e hipótesis del presente estudio
Probamos nuestro estudio ' s objetivos dentro del contexto de LONGSCAN
(Estudios longitudinales de abuso y negligencia infantil), una colección de
estudios longitudinales destinados a comprender los factores de riesgo y las
consecuencias asociadas con el maltrato en el bienestar infantil y las
poblaciones jóvenes vulnerables (Runyan et al., 1998 ). Nuestro objetivo
principal fue examinar si las rutinas familiares y la cohesión social podrían
amortiguar los efectos negativos de la exposición reciente al maltrato en la
adolescencia. En general, planteamos la hipótesis de que las rutinas familiares
ayudarían a inculcar resiliencia a largo y corto plazo para la depresión,
mientras que la cohesión social protegería contra las respuestas de PTS a
largo y corto plazo. Además, probamos el impacto moderador del género.
Además, planteamos la hipótesis de que la cohesión social y las rutinas
familiares proporcionarían una influencia protectora más fuerte en ambos
subtipos de resiliencia para las mujeres tanto en el SPT como en los síntomas
depresivos.
Finalmente, para proporcionar una prueba más sensible al desarrollo de
nuestras hipótesis, contextualizamos las adversidades de la primera infancia dentro
de nuestros modelos. Consistente con una perspectiva organizacional para el
desarrollo (Cicchetti & Toth,
1998 ), la exposición al trauma a una edad temprana puede crear diferencias
individuales que influyen en el desarrollo de la angustia en la adolescencia,
así como una ' s capacidad de respuesta a uno ' s entorno interpersonal
(Boyce & Ellis, 2005 ; Seery y col., 2013 ). Por lo tanto, los análisis
exploratorios examinaron si nuestro patrón de hallazgos (a) variaba en
función de una ' El historial de trauma o (b) se mantuvo más allá de la
exposición a la adversidad en la primera infancia. Dado que la exposición de
la niñez y la adolescencia al maltrato está asociada cada una con resultados
únicos (Thornberry et al.,
2001 ), predijimos que nuestro patrón de hallazgos sería robusto para el trauma
de la primera infancia.
Método
Participantes y procedimiento
Los datos para el presente estudio se obtuvieron de los Estudios
Longitudinales sobre Abuso y Negligencia Infantil (LONGSCAN) (Runyan et
al., 1998 ). Tres de los cinco sitios estaban en ubicaciones urbanas, uno
estaba en una ubicación suburbana y un sitio estaba compuesto por
comunidades urbanas, suburbanas y rurales. Los procedimientos de estudio
en todos los sitios fueron aprobados por la Revisión Institucional local.
4 H. THAKUR Y JR COHEN
Tableros. Se obtuvo el consentimiento de los cuidadores principales antes
de que el personal capacitado en el proyecto realizara las entrevistas. Los
contactos iniciales se hicieron cuando los niños tenían 4 años o menos, y
las visitas de seguimiento se realizaron hasta la edad adulta. Los niños
variaron con respecto a su riesgo de exposición al maltrato en los sitios de
estudio, lo que permitió evaluar los factores de riesgo y protección en una
muestra maltratada y en riesgo (ver Runyan et al., 1998 para más detalles).
El presente estudio consistió en jóvenes y cuidadores primarios que
completaron la evaluación en la visita de 12 años ( N = 943 niños;
Aproximadamente el 70% de la muestra LONGSCAN original). Dentro
de esta submuestra,
54,6% de los niños eran negros, 25,7% eran blancos,
El 11,3% eran de raza mixta, el 6,8% eran hispanos, el 0,6% eran nativos
americanos, el 0,6% eran otros y el 0,3% eran asiáticos. La submuestra se
equilibró con respecto al género de los jóvenes (49,7% hombres, 50,3%
mujeres). Con respecto a las tasas de prevalencia del maltrato en la
adolescencia, el 31,6% de la muestra avaló el maltrato en una oleada, el
13,9% en dos oleadas y el 2,3% en las tres oleadas. El 52,2% informó que
no hubo malos tratos en todas las oleadas del estudio. La mayoría de los
cuidadores (96,6%) indicaron que vivían con el niño. " más " o " todo el
tiempo. "
En general, la mayoría de los cuidadores (69,7%) eran padres
biológicos, el 11,4% eran padres adoptivos, el 6,8% eran abuelas,
el 6,6% eran tutores legales y
El 5,5% se identifica como otro o no especificado. En cuanto al estado
civil, el 38,5% de los cuidadores eran casados, el 34,7% solteros y nunca
casados, el 14,7% divorciados, el 8% separados y el 4,1% viudos. La
respuesta modal para el ingreso familiar anual para nuestra muestra cayó
dentro del rango de $ 20 000 a $ 24 999. En cuanto a la retención,
El 65,2% (n = 615) de los participantes completaron la evaluación en la visita de
los 16 años y el 73,1% (n = 689) completaron las medidas de los síntomas en la
visita de los 18 años.
Medidas
Mal trato
El maltrato se evaluó mediante autoinformes de abuso psicológico y físico
a los 12, 16 y 18. A los 12 años, se preguntó a los encuestados sobre el
maltrato ocurrido en el último año y sobre las experiencias de abuso que
ocurrieron antes de la escuela primaria (maltrato en la primera infancia). 1 A
los 16 y 18 años, los jóvenes describieron los incidentes ocurridos desde
la última visita. Se les preguntó a los jóvenes
1 A priori, el equipo de autores también planeó incluir el abuso sexual en
nuestra variable compuesta de maltrato. Sin embargo, dado el respaldo
relativamente bajo de estas experiencias en esta muestra (1 - 6%), nos
centramos en el abuso psicológico y físico.
sobre la ocurrencia (sí o no) de diversas formas de maltrato físico
(peligro y daño físico) y maltrato psicológico (degradación, aislamiento
y aterrorización). Las preguntas fueron desarrolladas por el proyecto,
basadas en el Sistema de Clasificación de Maltrato Modificado
LONGSCAN (LMMCS; English et al., 2005 ) y cumplió con los umbrales
de abuso de los Servicios de Protección Infantil (para más detalles,
consulte Everson et al., 2008 ). La suma agregada de frecuencias para
cada tipo de maltrato se estandarizó y se sumó para capturar la
exposición al trauma reciente, de una manera dimensional, en cada
visita.
Rutinas familiares
Las rutinas familiares se evaluaron mediante el cuestionario Family
Routines (adaptado de Jensen et al., 1983 ) a los 12 años de edad. La
escala ha sido validada para su uso entre familias con adolescentes
(Jensen et al., 1983 ) y numerosos estudios han demostrado que las
rutinas familiares están asociadas con menos problemas de
internalización entre los niños (p. ej., Fiese et al., 2002 ). Los cuidadores
respondieron once preguntas con respecto a la frecuencia de ciertas
prácticas dentro del entorno del hogar (por ejemplo,
La familia cena aproximadamente a la misma hora cada noche).
Los ítems se calificaron en una escala de frecuencia de 4 puntos (0 = nunca, 1 =
ocasionalmente, 2 = la mayor parte del tiempo, 3 = siempre). Se sumaron las
puntuaciones totales de la escala, de modo que las puntuaciones más altas
indicaron una mayor participación en las rutinas familiares. Dentro del estudio
actual, la consistencia interna para la escala de Rutinas Familiares ( α = 0,74) fue
similar a estudios anteriores (p. Ej., Chang & Qin, 2018 ).
Cohesión social
La cohesión social se evaluó mediante un subconjunto de preguntas del
cuestionario Calidad del vecindario, estabilidad residencial y afiliación
organizativa y religiosa (adaptado de Coulton et al., 1999 ; Sampson y col., 1997
) a los 12 años de edad. La escala se ha utilizado previamente entre
familias con adolescentes como un índice de cohesión social y demuestra
una relación negativa con los síntomas internalizantes entre los niños (p.
Ej., Matlin et al., 2011 ). Los cuidadores respondieron cinco preguntas
sobre las relaciones sociales dentro del vecindario (p. Ej., Este es un
vecindario muy unido). Los ítems se calificaron en una escala de
frecuencia de 4 puntos (0 = nunca, 1 = ocasionalmente, 2 = la mayor parte
del tiempo, 3 = siempre). Los puntajes sumados más altos en la escala
reflejan niveles más altos de cohesión social. Dentro del estudio actual, la
confiabilidad de la escala de Cohesión Social ( α = 0,84) fue similar a
estudios anteriores (p. Ej., Sampson & Graif, 2009 ).
Síntomas de depresión
Tanto la depresión como el SPT (ver más abajo) se evaluaron con dos versiones
diferentes de la misma medida. Específicamente,

Los síntomas se evaluaron con la Lista de verificación de síntomas de trauma
para niños (TSCC: Briere, 1996 ) a la edad de 12 y 16 visitas, y con el
Inventario de Síntomas de Trauma original (TSI: Briere, 1995 ) a los 18 años de
edad. Se recomienda utilizar dos versiones diferentes de este inventario de
síntomas de trauma para proporcionar una evaluación más adaptada al
desarrollo de las respuestas relacionadas con el trauma (Briere,
1996 ). La TSCC es una de las pocas evaluaciones que fue diseñada y
estandarizada para adolescentes más jóvenes (Hawkins & Radcliffe, 2005 ), y se
ha utilizado anteriormente en LONGSCAN junto con el TSI para medir las
respuestas personales al trauma a lo largo del tiempo. Específicamente para la
depresión, los jóvenes respondieron nueve ítems (por ejemplo, ¿Te sientes
solo?), cada uno con una escala de frecuencia de 4 puntos (0 = Nunca, 1 = A
veces, 2 = Muchas veces, 3 = Casi todo el tiempo) (Briere, 1996 ). Para la
subescala TSI Depression, los jóvenes respondieron ocho ítems (p. Ej., ¿Tristeza
experimentada?),
cada uno con una escala de frecuencia de 3 puntos (1 = Nunca, 3 = A menudo) (Briere, 1995 o síntomas depresivos que retrocedieron por exposición al maltrato a los
). Las puntuaciones se sumaron en todos los elementos, y las puntuaciones más altas
indicaron niveles más altos de síntomas de depresión. Dentro del estudio actual, la
confiabilidad para
la subescala Depresión ( α Edad12 = 0,82, α Edad16 = 0,84,
α Edad18 = 0,91) fue consistente con otros estudios (por ejemplo, Kretschmar et
al., 2018 ).
Síntomas de PTS
Los síntomas de PTS se evaluaron con la subescala de estrés postraumático
del TSCC (Briere, 1996 ) a los 12 años y 16 visitas, y con el TSI (Briere, 1995 ) a
los 18 años de edad. Para la subescala de estrés postraumático de TSCC, los
jóvenes respondieron diez ítems (p. Ej., ¿Tienes malos sueños o pesadillas?), cada modelos ( p>. 05), lo que sugiere que no necesitamos incluir este término.
uno con una escala de frecuencia de 4 puntos (0 = Nunca, 1 = A veces, 2 =
Muchas veces, 3 = Casi todo el tiempo) (Briere, 1996 ). Para la subescala de
estrés postraumático de TSI, los jóvenes respondieron 25 ítems (p. Ej., ¿Pesadillas
experimentadas o pesadillas?), cada uno con una escala de frecuencia de 3
puntos (1 = Nunca, 3 = A menudo) (Briere, 1995 ). Al igual que con la subescala
de Depresión, las puntuaciones sumadas más altas reflejaron niveles más altos
de síntomas de estrés postraumático. Dentro del estudio actual, la confiabilidad
del Post-
Subescala de estrés traumático ( α Edad12 = 0,87, α Edad16 = 0,86,
α Edad18 = 0,95) fue consistente con otros estudios (por ejemplo, Kretschmar et
al., 2018 ).
Enfoque analítico de datos
Siguiendo las pautas anteriores para un enfoque residualizado de la
resiliencia, inicialmente evaluamos si la exposición al maltrato se
asociaba linealmente con el estrés postraumático y los síntomas
depresivos (Amstadter et al., 2014 ). Además, examinamos si la
varianza aumentaba en presencia de una exposición elevada al
trauma, consistente con una vulnerabilidad-estrés
REVISTA DE PSICOLOGÍA CLÍNICA INFANTIL Y ADOLESCENTE 5
modelo (Amstadter et al., 2014 ). 2 Posteriormente, retrocedimos los síntomas
(es decir, estrés postraumático estandarizado o síntomas depresivos
estandarizados) en la exposición al maltrato. Para la resiliencia a corto plazo,
examinamos las relaciones concurrentes, de modo que la exposición al
maltrato y los síntomas se evaluaron en el mismo punto de tiempo (p. Ej.,
Retrocedimos los síntomas de depresión a los 12 años sobre la exposición al
maltrato a los 12 años). Para la resiliencia a largo plazo, examinamos las
relaciones longitudinales, de modo que la exposición al maltrato se fijó a los 12
años y los síntomas se evaluaron en momentos de seguimiento (por ejemplo,
retrocedimos los síntomas de depresión a los 16 años sobre la exposición al
maltrato a los 12 años).
A continuación, guardamos los residuos estandarizados de estos análisis de
regresión. 3 . Los residuos guardados representaron
a) PTS o síntomas depresivos retrocedieron en reciente
exposición al maltrato (p. ej., modelo de resiliencia a corto plazo), o b) PTS
12 años (p. ej., modelo de resiliencia a largo plazo). Los residuos
estandarizados positivos fueron indicativos de respuestas no resilientes
(es decir, individuos con más síntomas de los esperados), y los residuos
estandarizados negativos correspondieron a respuestas resilientes.
Se utilizó un marco de modelado multinivel para luego examinar nuestras
hipótesis. Los análisis preliminares probaron la necesidad de incluir efectos
aleatorios en nuestros modelos. Con respecto a la pendiente aleatoria, tanto
para pendientes no lineales (es decir, cuadráticas) como lineales, los
coeficientes de correlación intraclase (ICC) no fueron significativos en los
Alternativamente, ICC importantes ( p <. 001) sugirió la necesidad de incluir una
intersección aleatoria en modelos posteriores. Específicamente, los ICC
sugirieron que las diferencias en nuestros resultados oscilaron entre el 32,5%
(resistencia a la depresión a corto plazo) y el 39,3% (resistencia a la depresión
a largo plazo) en los predictores de nivel 2. Por lo tanto, un modelo de niveles
mixtos de intersección aleatoria (Singer & Willett, 2003 ) con una estructura de
covarianza no estructurada se utilizó en todos los análisis.
Para todos los análisis, el género, la raza y el maltrato en la primera infancia
se ingresaron como covariables para tener en cuenta las posibles diferencias entre
las subpoblaciones de adolescentes en nuestros resultados. El género fue
dicotomizado (por ejemplo, hombre o mujer), al igual que la raza, para representar
el origen racial más prevalente dentro de la muestra (por ejemplo, negro o no
negro). Se ingresaron las adversidades de la primera infancia
2 En respuesta a las consultas sobre relaciones no lineales, no encontramos, en
general, que la función cuadrática de la adversidad predijera significativamente los
síntomas en los resultados ( p>. 05).
3 El uso de puntajes residuales estandarizados minimiza los desafíos en la interpretación
de diferentes formatos del TSCC entre edades.
6 H. THAKUR Y JR COHEN
como una variable continua. Para facilitar la interpretación, nuestros
factores protectores estaban centrados en la gran media. Las rutinas
familiares y los puntajes de cohesión social se examinaron primero
simultáneamente en nuestros modelos, y luego se ingresaron de forma
independiente. Este análisis paso a paso nos permitió probar los efectos
específicos e inespecíficos de cada predictor (Cohen et al., 2019 ). Los
modelos iniciales examinaron si la relación entre nuestros factores
protectores variaba en función del tiempo (p. Ej., Rutinas familiares x
tiempo) y si no era significativa ( p>. 05), examinó si nuestros factores
protectores estaban asociados con los niveles de resiliencia. Los efectos
moderadores del género, la raza / etnia y la exposición al maltrato en la
primera infancia se probaron tanto en el modelo simultáneo como en el
independiente. 4 La Ecuación 1 representa visualmente nuestro modelo
simultáneo completo, sin efectos moderadores, para los niveles de
resistencia a la depresión a largo plazo.
Resiliencia a largo plazo Depresión Residual ti ¼ tu 0i þ β
þ β l FamiliaRutinas þ β 2 Cohesión social
þ β 3 Género þ β 4 Carrera
þ β 5 Maltrato infantil temprano þ β 6i Hora ti
þ mi ti
(1)
Como se muestra en la Ecuación 1, especificamos las rutinas familiares y la
cohesión social como predictores fijos e invariantes en el tiempo. Nuestro
estandarizado derechos residuales de
(es
autor
decir, Largo-
Término Resiliencia Depresión Residual ti) incluir los
evaluaciones repetidas de SPT y depresión en su
respectivos modelos. Codificamos el tiempo ti como 0 para la primera visita (12 años),
tiempo ti como 2 para la segunda visita (16 años),
y tiempo ti como 3 para la tercera visita (18 años). tu 0i es nuestra
intersección aleatoria y representa entre individuos
diferencias para la desviación en la respuesta de los síntomas de la
respuesta esperada al maltrato a los 12 años cuando
Hora ti es igual a 0. β 0i es nuestra intersección fija y representa la
desviación en la respuesta de los síntomas de
la respuesta esperada al maltrato a los 12 años para
el i-ésimo individuo cuando Time ti es igual a 0. β l- β 6
representan los coeficientes estimados para nuestras covariables.
mi ti es el error aleatorio intraindividual que representa la diferencia
entre los valores observados a largo plazo
Puntaje residual de resiliencia en el momento t y puntaje predicho del
i-ésimo adolescente.
En respuesta a las consultas sobre los efectos moderadores del sitio de estudio,
4
también probamos estos efectos moderadores. En todos los análisis, estos
hallazgos no fueron significativos ( p>. 05). Además, ingresamos la exposición
acumulada al trauma entre visitas (12 años - 18) como covariable en nuestros
modelos de resiliencia a largo plazo. Nuestro patrón de hallazgos se mantuvo
idéntico al incluir esta variable. Los detalles de estos modelos están disponibles
contactando al primer autor.
Tanto para la resiliencia a corto como a largo plazo, dentro de nuestro
marco HLM, una intersección negativa y una pendiente no significativa
sugerirían una respuesta resiliente en la línea de base que es consistente en
todo el desarrollo. Dentro del modelo de resiliencia a largo plazo, estos
hallazgos sugerirían que los beneficios intermedios que ayudaron a uno a
adaptarse positivamente en el corto plazo al evento traumático se mantuvieron
en el tiempo. Por otro lado, dentro del modelo de resiliencia a corto plazo,
estos resultados sugerirían que el contexto interpersonal, en la línea de base,
ayudó a inculcar una base que permitió a los jóvenes enfrentar de manera
efectiva las adversidades futuras. Mientras tanto, una pendiente positiva
dentro de estos modelos HLM sugeriría que la influencia de los factores
protectores se desvanece con el tiempo (Campbell y Kenny, 1999 ), mientras
que una pendiente negativa dentro de estos modelos puede sugerir que los
factores protectores se vuelven más relevantes e influyentes más adelante en
la vida. Un
r El tamaño del efecto se calculó para cada hallazgo significativo para ayudar a
0i contextualizar su importancia (efecto pequeño:
r tamaño del efecto ≥. 10; efecto medio: r tamaño del efecto ≥. 20; grande
efecto: r tamaño del efecto ≥. 30; Rice y Harris, 2005 ). los r El tamaño del efecto
captura la fuerza de la relación entre nuestro
predictor y resultado, con la intención de generalizar a estudios que son
similares en diseño (Rosenthal & Rubin, 2003 ). Todos los análisis se
realizaron en SPSS 24.0 (IBM Corp, 2016 ).
Resultados
Análisis preliminares
La prueba de los supuestos relacionados con el enfoque residualizado se
presenta en las Figuras suplementarias 1 y
2. Los análisis de regresión indicaron que la exposición al maltrato se asoció
linealmente con el SPT y los síntomas depresivos en todos los modelos.
Además, nuestros modelos mostraron aumentos en la variabilidad de los
síntomas a medida que aumentaba la exposición al maltrato, satisfaciendo un
prerrequisito analítico para utilizar un enfoque residualizado (Amstadter et al., 2014
).
Como es común en los estudios longitudinales, tuvimos desgaste en
nuestras evaluaciones de seguimiento. En respuesta, llevamos a cabo la
Pequeña ' s Prueba de falta completamente al azar (MCAR) para examinar si
nuestros datos faltaban por completo al azar. En general, la prueba fue
significativa,
χ 2 ( 214) = 343,110, p <. 01, lo que sugiere que los datos no faltaron
completamente al azar. En respuesta, examinamos si el patrón de
ausencia interactuaba con alguna variable en nuestro conjunto de datos
para predecir nuestros resultados principales (por ejemplo, resiliencia de
PTS) (Little, 1995 ). La hipótesis nula en este modelo sugiere que faltan
datos al azar (MAR). En general, el patrón de ausencias no interactuó
significativamente con las variables en el
 REVISTA DE PSICOLOGÍA CLÍNICA INFANTIL Y ADOLESCENTE 7

conjunto de datos para predecir PTS o síntomas depresivos a la edad
12, 16 o 18. En consecuencia, los datos faltantes se imputaron utilizando la
función de maximización de expectativas. Las medias y desviaciones estándar
de las variables de estudio se presentan en tabla 1 . Finalmente, las
correlaciones bivariadas se presentan en Tabla 2 . Las correlaciones
demostraron tamaños de efecto pequeños a grandes (Rice y Harris, 2005 ), con
la dirección y magnitud de los tamaños del efecto en la dirección esperada. Es
de destacar que surgió una correlación significativa, aunque pequeña, entre las
rutinas familiares y la cohesión social, lo que sugiere la presencia de una
variación compartida entre los dos factores protectores.
plazo de resiliencia: β = - 0,02, t (934) = - 3,31, p =. 001,
r tamaño del efecto = 0,10; resiliencia a largo plazo: β = - 0,02, t
(919) = - 3,67, p <. 001, r tamaño del efecto = 0.12), y la cohesión social no es
significativa ( p>. 05). Estos hallazgos
sugieren que las rutinas familiares son únicas en la promoción de respuestas
resilientes a largo y corto plazo en adolescentes expuestos al maltrato, como lo
demuestran los niveles más bajos de PTS a lo largo del tiempo.
Resistencia a los síntomas depresivos

Al igual que en PTS, los resultados sugirieron que la relación entre nuestros
predictores (es decir, la cohesión social, las rutinas familiares) y la resiliencia a
la depresión no varió en función del género, la adversidad de la primera infancia
Resistencia a los síntomas de PTS o el tiempo ( p>. 05) en nuestros modelos simultáneos e independientes. Los
hallazgos sobre nuestros factores de protección se resumen en Tabla 3 . Con
En general, los resultados sugirieron que la relación entre nuestros
respecto a la resiliencia a corto plazo a la depresión, las rutinas familiares y la
predictores (es decir, cohesión social, rutinas familiares) y la resiliencia de
cohesión social predijeron significativamente la resiliencia a corto plazo a los
PTS no varió en función del género, las adversidades de la primera infancia o
síntomas depresivos ( p <. 05). Dentro de nuestros modelos independientes,
el tiempo ( p>. 05) tanto en nuestros modelos simultáneos como
rutinas familiares
independientes. Resultados examinando nuestros predictores ' El impacto en
los niveles de resiliencia de STP a largo y corto plazo se resumen en
( β = - 0,01, t (929) = - 3,08, p =. 002, r tamaño del efecto = 0.10) y cohesión social
( β = - 0,02, t (930) = - 2,85, p =. 004,
Tabla 3 . Para nuestros modelos simultáneos, las rutinas familiares fueron
r tamaño del efecto = 0,09) siguió siendo significativo. Finalmente, dentro de nuestros modelos
importantes para ambos resultados de resiliencia ( p <. 01), mientras que la
simultáneos de resiliencia a largo plazo a la depresión
cohesión social no fue significativa ( p>. 05). Estos hallazgos se replicaron en
sión, solo las rutinas familiares predijeron significativamente los resultados ( p
nuestros modelos independientes, siendo las rutinas familiares significativas
<. 01). Mientras tanto, tanto la cohesión social
(breves
( β = - 0,02, t (922) = - 2,07, p =. 04, r tamaño del efecto = 0,07) y rutinas familiares
( β = - 0,02, t (922) = - 3,59, p <. 001,
Tabla 1. Medias y desviaciones estándar de las principales variables de estudio dentro de los
r tamaño del efecto = 0.12) fueron significativas en sus respectivos modelos
conjuntos de datos no imputados e imputados.
independientes. Estos hallazgos sugieren que la rutina familiar
Medida norte Media Desviación Estándar
Los dientes están asociados de forma única con la resistencia a largo plazo a los
12 años
Rutinas familiares 943 24.08 4,73 síntomas depresivos y, aunque la cohesión social es significativa, esta importancia se
Cohesión social 937 (943) 14,05 (14,05) 3,18 (3,17) explica mejor a través de la variación compartida con las rutinas familiares.
Abuso temprano 851 (943) 0,00 (0,00) 1,72 (1,64)
Abuso 851 (943) - 0,01 ( - 0,01) 1,65 (1,57)
Depresión 826 (943) 3,06 (3,07) 3,53 (3,32)
PTS 826 (943) 4,19 (4,20) 4,54 (4,28)
16 años
Abuso 603 (943) - 0,08 ( - 0,06) 1,51 (1,26)
Discusión
Depresión 615 (943) 3,64 (3,69) 3,93 (3,33)
PTS 615 (943) 4,51 (4,60) 4,51 (3,85) Dadas las graves consecuencias asociadas con la exposición al maltrato, una
18 años
comprensión del desarrollo de la resiliencia en estos contextos es un objetivo
Abuso 645 (943) - 0,05 ( - 0,06) 1,68 (1,41)
Depresión 689 (943) 4,47 (4,45) 5,44 (4,75) crítico de salud pública. Aunque estudios previos han investigado la
PTS 689 (943) - 0,05 ( - 0,06) 2,69 (2,36)
resiliencia dentro del contexto de factores protectores a nivel de familia y
Los números entre paréntesis son indicativos de valores derivados del conjunto de datos
vecindario (p. Ej., Jaffee et al., 2007 ), preguntas sobre la naturaleza temporal
imputados. Rutinas familiares = Puntuación del cuestionario de rutinas familiares (Jensen et al., 1983
); Cohesión social = Puntuación de la subescala de cohesión social del cuestionario de Calidad (por ejemplo, resiliencia a corto plazo versus a largo plazo), trans-resiliencia
de vecindario, estabilidad residencial y afiliación organizacional y religiosa (adaptado de
(por ejemplo, resiliencia a través de diferentes psicopatologías) y naturaleza
Coulton et al., 1999 ; Sampson y col., 1997 ); Abuso temprano = Suma de puntajes
estandarizados para preguntas desarrolladas por proyectos sobre maltrato físico y psicológico demográfica (por ejemplo, mujeres versus hombres) para predecir patrones
antes de la escuela primaria; Abuso = Suma de puntajes estandarizados para preguntas
de resiliencia que persisten. Además, la falta de estudios de validez
desarrolladas por el proyecto sobre maltrato físico y psicológico en cada visita; Depresión =
subescala de depresión de la lista de verificación de síntomas de trauma (Briere, 1996 ; 12 y 16 incremental sobre los posibles efectos amortiguadores derivados de los
visitas) o la subescala de depresión del Inventario de síntomas de trauma (Briere, 1995 ; visita a procesos ambientales (por ejemplo, las rutinas familiares y la cohesión social)
los 18 años); PTS = subescala de estrés postraumático de la lista de verificación de síntomas
de trauma (Briere, 1996 ; 12 y 16 años) o la subescala de estrés postraumático del Inventario de
socava la capacidad de desarrollar intervenciones preventivas específicas
síntomas de trauma (Briere, para estos jóvenes vulnerables.

1995 ; visita a los 18 años).

 8
H. THAKUR Y JR COHEN

Tabla 2. Correlaciones entre variables de estudio.

Rutinas familiares Cohesión Abuso en la primera infancia Abuso Depresión PTS Abuso Depresión PTS Abuso Depresión PTS
Medida (año) (12) (12) (12) (12) (12) (12) (dieciséis) (dieciséis) (dieciséis) (18) (18) (18) Raza de género

Rutinas familiares -
(12)
Cohesión (12) 0,17 ** -
Abuso temprano (12) 0,00 - 0,03 -
Abuso (12) - 0,05 - 0,04 0,60 ** -
Depresión (12) - 0,06 - 0,01 0,29 ** 0,33 ** -
PTS (12) - 0,07 * - 0,01 0,26 ** 0,27 ** 0,75 ** -
Abuso (16) - 0,13 ** 0,03 0,23 ** 0,29 ** 0,18 ** 0,18 ** -
Depresión (16) - 0,08 * - 0,06 0,16 ** 0,17 ** 0,32 ** 0,25 ** 0,39 ** -
PTS (16) - 0,09 * - 0,02 0,15 ** 0,13 ** 0,22 ** 0,32 ** 0,40 ** 0,73 ** -
Abuso (18) 0,05 0,07 0,08 * 0,07 0,08 * 0,07 0,19 ** 0,16 ** 0,25 ** -
Depresión (18) - 0,10 * - 0,04 0,20 ** 0,17 ** 0,27 ** 0,22 ** 0,22 ** 0,43 ** 0,38 ** 0,22 ** -
PTS (18) - 0,10 * - 0,01 0,18 ** 0,19 ** 0,25 ** 0,29 ** 0,25 ** 0,39 ** 0,45 ** 0,30 ** 0,79 ** -
Género 0,04 - 0,01 0,05 0,02 0,19 ** 0,10 ** 0,06 0,26 ** 0,18 ** - 0,03 0,23 ** 0,13 ** -
Carrera - 0,06 - 0,14 ** - 0,05 0,01 - 0,07 * - 0,04 - 0,04 - 0,13 ** - 0,07 - 0,07 - 0,07 - 0,06 0,03 -

Rutinas familiares (12) = Puntuación del cuestionario de rutinas familiares (Jensen et al., 1983 ); Cohesión (12) = Puntuación de la subescala de Cohesión social del cuestionario Calidad de vecindario, estabilidad residencial y afiliación organizacional y religiosa (adaptado de Coulton et al., 1999 ; Sampson y
col., 1997 ); Abuso en la primera infancia (12) = Suma de puntajes estandarizados para preguntas desarrolladas por proyectos sobre maltrato físico y psicológico antes de la escuela primaria; Abuso (12) = Suma de puntajes estandarizados para preguntas desarrolladas por proyectos sobre maltrato físico
y psicológico para las edades de 11 - 12; Depresión (12) = subescala de depresión de la lista de verificación de síntomas de trauma (Briere, 1996 ) a los 12 años; PTS (12) = subescala de estrés postraumático de la lista de verificación de síntomas de trauma (Briere, 1996 ) a los 12 años; Abuso (16) =
Suma de puntajes estandarizados para preguntas desarrolladas por el proyecto sobre maltrato físico y psicológico para las edades de 13 - dieciséis; Depresión (16) = subescala de depresión de la lista de verificación de síntomas de trauma (Briere, 1996 ) a los 16 años; PTS (16) = subescala de estrés
postraumático de la lista de verificación de síntomas de trauma (Briere, 1996 ) a los 16 años; Abuso (18) = Suma de puntajes estandarizados para preguntas desarrolladas por proyectos sobre maltrato físico y psicológico para los 17 años - 18; Depresión (18) = subescala de depresión del Inventario de
síntomas de trauma (Briere, 1995 ) a los 18 años; PTS (18) = subescala de estrés postraumático (compuesta por la suma de las subescalas de experiencias intrusivas, evitación defensiva y disociación) del Inventario de síntomas de trauma (Briere, 1995 ) a los 18 años; Género = Género del participante.
Raza = Raza del participante, con el negro como grupo de comparación. La direccionalidad de las variables de género y raza indican que, en general, las niñas informaron más angustia psicológica y los participantes negros informaron menos cohesión social y menos depresión en los distintos
momentos. * p <0,05; ** p <0,01; *** p <0,001.
 REVISTA DE PSICOLOGÍA CLÍNICA INFANTIL Y ADOLESCENTE 9

Tabla 3. Resultados de modelos lineales jerárquicos para modelos simultáneos de resiliencia al estrés postraumático y síntomas depresivos.

Variable Β SE t r tamaño del efecto β IC del 95%

Resistencia a corto plazo a los síntomas de estrés postraumático

(Interceptar) - 0,36 *** 0,08 - 4.37 0.13-S [ - 0,52, - 0.20]
Rutinas familiares - 0.02 ** 0,01 - 3,14 0.10-S [ - 0,03, - 0.01]
Cohesión social - 0,01 0,01 - 0,83 0,03 [ - 0.02, 0.01]
Abuso antes de la escuela primaria 0,06 *** 0,01 4.33 0.14-S [0.03, 0.09]
Género 0,27 *** 0,05 5,64 0.18-S [0,17, 0,36]
Raza (negro = grupo de comparación) - 0,08 0,05 - 1,70 0,06 [ - 0,18, 0,01]
Hora 0,00 0,01 0,00 0,00 [ - 0.02, 0.02]
Resistencia a largo plazo a los síntomas de estrés postraumático un
(Interceptar) - 0,34 *** 0,09 - 4.04 0.13-S [ - 0,51, - 0,18]
Rutinas familiares - 0,02 *** 0,01 - 3,62 0.12-S [ - 0,03, - 0.01]
Cohesión social 0,00 0,01 - 0,03 0,00 [ - 0.02, 0.02]
Abuso antes de la escuela primaria 0.04 ** 0,02 2,66 0,09 [0.01, 0.07]
Género 0,27 *** 0,05 5.42 0.18-S [0,17, 0,37]
Raza (negro = grupo de comparación) - 0,11 * 0,05 - 2.16 0,07 [ - 0,21, - 0.01]
Hora 0,00 0,01 0,00 0,00 [ - 0.02, 0.02]
Resistencia a corto plazo a los síntomas depresivos
(Interceptar) - 0,59 *** 0,08 - 7,49 0.22-M [ - 0,74, - 0.43]
Rutinas familiares - 0.01 ** 0,00 - 2,67 0,09 [ - 0.02, 0.00]
Cohesión social - 0,02 * 0,01 - 2,41 0,08 [ - 0.03, 0.00]
Abuso antes de la escuela primaria 0,06 *** 0,01 4.49 0.15-S [0.03, 0.09]
Género 0,45 *** 0,05 9,92 0.31-L [0.36, 0.54]
Raza (negro = grupo de comparación) - 0,16 *** 0,05 - 3. 50 0.11-S [ - 0,25, - 0.07]
Hora 0,00 0,01 0,00 0,00 [ - 0.02, 0.02]
Resistencia a largo plazo a los síntomas depresivos un
(Interceptar) - 0,57 *** 0,08 - 7.08 0.21-M [ - 0,73, - 0.41]
Rutinas familiares - 0. 02 ** 0,01 - 3.31 0.11-S [ - 0,03, - 0.01]
Cohesión social - 0. 01 0,01 - 1,55 0,05 [ - 0.03, 0.00]
Abuso antes de la escuela primaria 0,04 * 0,01 2,49 0,08 [0.01, 0.06]
Género 0,45 *** 0,05 9.55 0.30-L [0.36, 0.54]
Raza (negro = grupo de comparación) - 0,18 *** 0,05 - 3,83 0.13-S [ - 0,28, - 0.09]
Hora 0,00 0,01 0,00 0,00 [ - 0.02, 0.02]

Rutinas familiares = Puntuación del cuestionario de rutinas familiares (Jensen et al., 1983 ); Cohesión social = Puntuación de la subescala de cohesión social del cuestionario de Calidad de vecindario,
estabilidad residencial y afiliación organizacional y religiosa (adaptado de Coulton et al., 1999 ; Sampson y col., 1997 ); Abuso antes de la escuela primaria = Suma de puntajes estandarizados para preguntas
desarrolladas por proyectos sobre maltrato físico y psicológico antes de la escuela primaria; Género = Género del participante; Raza = Raza del participante, con Negro como grupo de comparación; Tiempo
= Punto de tiempo de evaluación. * p <0,05;
* * p <0,01; *** p <0,001. Los modelos que investigan el efecto moderador del género, la raza y el tiempo sobre los factores protectores no fueron significativos y, por lo tanto, no se incluyen en la tabla. S = tamaño de efecto pequeño;
M = Tamaño de efecto medio; L = Tamaño de efecto grande (Rice & Harris, 2005 ). Los tamaños de los efectos se calcularon utilizando la puntuación t, y los tamaños de los efectos inferiores a 0,1 indican efectos que eran demasiado
pequeños para detectarlos. Dentro de nuestro modelo de resiliencia PTS a corto plazo, el coeficiente beta para las rutinas familiares sugiere que por cada unidad de aumento en las rutinas familiares, hay una disminución de 0.02
unidades en la puntuación de resiliencia (es decir, el individuo muestra menos síntomas de lo esperado). Para este coeficiente beta, tenemos un 95% de confianza en que el valor real está entre - 0.03 y - 0,01.

un El patrón de hallazgos significativos se mantuvo sólido después de la inclusión de una variable de maltrato acumulativo entre visitas (es decir, exposición al maltrato entre las edades de 12 - 18).

(Johnston y Murray, 2003 ). Al centrarse en estas lagunas en la literatura,
utilizando un enfoque analítico residualizado dimensional para nuestro criterio
(Amstadter et al., 2014 ), y probando nuestras hipótesis dentro de una muestra
grande de adolescentes en riesgo que completó un estudio longitudinal de ondas
múltiples, pudimos proporcionar una nueva perspectiva sobre la resiliencia en la
adolescencia.
En general, encontramos que las rutinas familiares protegían de forma única
la angustia relacionada con el trauma en todas las conceptualizaciones de
resiliencia. Una posible explicación de estos efectos integradores es que las
rutinas familiares proporcionan una base única para mejorar la autorregulación
en los jóvenes. Estudios anteriores han sugerido que los adolescentes
expuestos a las rutinas familiares aprenden las respuestas apropiadas de
manejo del afecto de los adultos cuando interactúan durante estos eventos
diarios (p. Ej., A la hora de comer; Fiese et al.,
2006 ). La autorregulación efectiva se asocia con respuestas
adaptativas al estrés a través de procesos neurobiológicos,
interpersonales y cognitivos, muchos de los cuales mejoran el riesgo
depresivo (ver Bridgett et al., 2015 ).
De manera similar, para el SPT, si uno es capaz de autorregularse
eficazmente después de un evento potencialmente traumático, la cronicidad y
la intensidad de la angustia se reducen proporcionalmente (Boden et al., 2013 ).
Por lo tanto, las rutinas familiares pueden estar bien posicionadas para
proteger contra la depresión y el SPT mejorando una ' s capacidad para
manejar emociones negativas. Estos hallazgos amplían las investigaciones
anteriores sobre las rutinas familiares (ver Afifi y MacMillan, 2011 para una
revisión) demostrando que el contexto familiar (es decir, las rutinas) protege
varios patrones discretos de angustia psicológica (p. ej., respuestas PTS a
corto plazo, respuestas de depresión a largo plazo), y que sus efectos son
únicos en comparación con otros contextos interpersonales (por ejemplo,
cohesión social). Por lo tanto, junto con un trabajo reciente que muestra que
las rutinas familiares son un predictor incrementalmente válido para los
resultados de la juventud en comparación con los procesos familiares
correlacionados (riesgo de SES, crianza de los hijos solidarios, caos en el
hogar; Barton et al., 2019 ), nuestros hallazgos sugieren un trabajo futuro que
investigue explícitamente los aspectos intrapersonales positivos
10 H. THAKUR Y JR COHEN
Es necesario realizar cambios en los adolescentes derivados de las rutinas familiares
(p. ej., autorregulación).
Dada la naturaleza sólida de las rutinas familiares en todos los tipos de síntomas
y las respuestas a corto y largo plazo, nuestros resultados sugieren de manera
preliminar que los protocolos centrados en el fortalecimiento de las rutinas familiares
pueden ser una estrategia eficaz para promover la adaptación positiva después de la
exposición al maltrato en adolescentes. Actualmente, los esfuerzos de prevención que
promueven las rutinas familiares se centran principalmente en los resultados de salud
física pediátrica (p. Ej., Obesidad: Marsh et al., 2019 ). La integración de los protocolos
de rutina familiar en las intervenciones preventivas informadas sobre el trauma puede
ayudar a mejorar una gran cantidad de resultados de salud deficientes, incluidos el
trastorno de estrés postraumático y la depresión, derivados del maltrato. Es de
destacar que los hallazgos de nuestro estudio sugieren que promover las rutinas
familiares podría ayudar con los resultados de salud mental a largo plazo asociados
con la exposición al maltrato en la adolescencia temprana, así como proporcionar una
base para hacer frente a eventos potencialmente traumáticos en el futuro. Dada la
naturaleza crónica de la angustia relacionada con el trauma (Skinner et al., 2016 ) y
exposición al trauma (Kim y Drake, 2019 ) a lo largo de la vida, la demostración de
ambos subtipos de resiliencia convierte a las rutinas familiares en un objetivo
prometedor para las intervenciones preventivas informadas sobre el trauma.
Con respecto a la cohesión social, inicialmente planteamos la hipótesis de
que sería protectora contra el SPT. Sin embargo, nuestros hallazgos no
significativos sugieren que una perspectiva más amplia del vecindario puede
ser necesaria para pronosticar la resiliencia para este resultado. La eficacia
colectiva, por ejemplo, incluye tanto la cohesión social y percepciones que uno ' El
vecindario está dispuesto a prevenir daños (por ejemplo, Sampson et al., 1997 ).
Nuestros hallazgos sugieren que la medición de este último componente
puede ser necesaria para predecir la resiliencia de PTS. Mientras tanto,
hallazgos significativos sobre las respuestas a la depresión a corto plazo,
incluso mientras se controlan las rutinas familiares, sugieren que los factores
protectores que surgen de la cohesión social son únicos. Los niveles más altos
de integración en la comunidad brindan recursos adicionales para hacer frente,
incluidos modelos a seguir no familiares que brindan consejos o ayuda en
momentos de angustia (Kliewer et al., 2004 ). Además, la cohesión social
fomenta el compromiso cívico, que posteriormente fomenta sentimientos de
competencia y responsabilidad entre los adolescentes (Lenzi et al., 2013 ).
Estos pueden ser dos ejemplos de por qué la cohesión social se relaciona de
manera única con los resultados depresivos independientemente de las rutinas
familiares y apoya un enfoque de múltiples niveles (Bronfenbrenner,
1986 ) a la resiliencia.
Con respecto a las diferencias individuales, encontramos que ni el género ni el
maltrato en la primera infancia moderaron ninguno de nuestros hallazgos. Aunque
de alguna manera nuestros hallazgos contribuyen a la ambigüedad con respecto a
las diferencias de género en las respuestas al trauma (por ejemplo, Arnow et al., 2011
;
Danielson y col., 2005 ), de otras formas, nuestro nuevo enfoque metodológico
puede proporcionar claridad. Por ejemplo, tradicionalmente, la interacción entre
género, riesgo y un factor protector se analizaría mediante términos de
interacción de orden superior. Dados los contratiempos asociados con el uso de
estas interacciones, incluida la interpretación incorrecta de los términos de la
pendiente (Dawson y Richter, 2006 ) y determinación incorrecta del tamaño de la
muestra (Rutter, 2000 ), los métodos analíticos tradicionales impiden la
exploración viable de fenómenos de traumatología del desarrollo matizados.
Probar estas relaciones dentro de un enfoque residualizado, por otro lado,
permite contextualizar las características protectoras y demográficas a través de
efectos principales y términos de interacción bidireccional bien establecidos. De
manera similar, aunque estudios previos han sugerido que la relación entre
factores protectores y exposición al maltrato depende de una ' s historial de trauma
de por vida (p. ej., Folger & Wright, 2013 ), nuestro estudio sugiere que las rutinas
familiares amortiguan los efectos de la exposición al maltrato adolescente de
manera similar a través de las diferencias individuales en la historia del trauma.
Además, la inclusión del maltrato en la primera infancia como una covariable
sugiere que el efecto de las rutinas familiares fue incrementalmente válido sobre
un sólido predictor de resultados psicológicos (Skinner et al., 2016 ).
Aunque el estudio actual consta de muchas fortalezas metodológicas,
incluida nuestra operacionalización de la resiliencia, el uso de una población
en riesgo de exposición al maltrato y el diseño longitudinal de ondas múltiples,
existen limitaciones notables. Primero, el estudio se basó en las
autopercepciones del maltrato y los síntomas, y las perspectivas de los
cuidadores sobre las rutinas familiares y la cohesión social. La investigación
futura debe buscar replicar nuestros hallazgos mediante la evaluación de los
procesos psicológicos y ambientales a través de un enfoque de múltiples
métodos más sólido (por ejemplo, multiinformante; Drake & Ginsburg, 2011 ; De
Los Reyes et al.,
2015 ). En segundo lugar, la depresión y los síntomas de PTS se midieron
utilizando dos versiones diferentes de la misma escala (TSCC a los 12 y 16
años; TSI a los 18 años). El uso de dos medidas de síntomas puede contribuir
a la variación de la medición en nuestros puntos de tiempo. Se necesita más
investigación sobre el impacto de la varianza de la medición en las
estimaciones de coeficientes dentro del contexto de los análisis longitudinales,
ya que esto es una consecuencia del uso de medidas adaptadas al desarrollo
para examinar un proceso a lo largo del tiempo dentro de los individuos. En
tercer lugar, dadas las importantes diferencias entre los modelos etiológicos de
la depresión y los síntomas del SPT, el estudio actual examinó estas
presentaciones por separado. Sin embargo, una alta correlación entre los
síntomas ( r>. 70), sugiere que es posible que no hayamos logrado distinguir
entre estos tipos de síntomas utilizando medidas de autoinforme. Por lo tanto,
recomendamos que los estudios futuros repliquen nuestras hipótesis con
entrevistas de diagnóstico (ver Leffler et al., 2015 ), que puede desenredar
mejor estos dos resultados traumáticos. Cuarto, LONGSCAN hizo

No incluir si varios hermanos participaron en el estudio, lo que evita las pruebas de
efectos de dependencia familiar. En quinto lugar, nuestros factores protectores
fueron tratados como predictores estáticos de resiliencia. Aunque es común
examinar cómo la angustia longitudinal relacionada con el trauma se relaciona con
los factores protectores medidos al inicio del estudio (p. Ej., Jaffee et al., 2007 ), la
investigación futura puede examinar si los cambios en los factores protectores
proporcionan información significativa sobre las vías de resiliencia. Además, puede
ser importante probar las relaciones matizadas entre los factores protectores, como
los efectos mediadores o moderadores, para capturar otros perfiles de resiliencia
ecológicamente válidos.
Finalmente, aunque el estudio actual se ubicó en la adolescencia, la
comprensión de la expresión (p. Ej., Presentación de síntomas
homotípicos o heterotípicos; Angold et al.,
1999 ) y trayectoria (p. ej., continuidad de las presentaciones de síntomas con
el tiempo; Angold et al., 1999 ) de resiliencia a lo largo de la vida es importante.
En entornos clínicos y de investigación, se supone que la psicopatología sigue
una trayectoria homotípica y continua a través de las épocas de desarrollo; sin
embargo, estudios recientes han encontrado que esta suposición no es
generalizable (Cohen et al., 2018 ). Un enfoque similar en los factores de
protección en lo que respecta a la resiliencia a corto y largo plazo a lo largo de
los períodos de desarrollo es una dirección futura fundamental. Para lograr
este objetivo, será fundamental tener en cuenta tanto las conceptualizaciones
lineales como no lineales de resiliencia, ya que es probable que ambas surjan
al examinar el bienestar a lo largo de la vida (Seery et al., 2013 ). En última
instancia, al caracterizar la especificidad de los factores protectores en todo el
desarrollo, podemos aprovechar de manera más sistemática estos activos en
un enfoque orientado y basado en el trauma.
Expresiones de gratitud
Este estudio incluye datos de los Estudios Longitudinales de Abuso y Negligencia
Infantil (LONGSCAN). La financiación inicial para LONGSCAN fue proporcionada
por la Oficina de Abuso y Negligencia Infantil (OCAN), Children ' s Oficina,
Administración para Niños y Familias, Departamento de Salud y Servicios
Humanos. Los datos fueron proporcionados por el Archivo Nacional de Datos
sobre Abuso y Negligencia Infantil.
Declaración de divulgación
Los autores no informaron ningún conflicto de intereses potencial.
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