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PAZ Y BIEN
BOLETÍN PARROQUIAL
AÑO XXV II - ABRIL 2021 - NRO. 295
SIETE
VIRTUDES DE
SAN JOSE
(pág.2)
AGENDA
(pág. 8)
EXAMEN DE
ESPERANZA
(pág. 10)
El día de hoy recordamos que Dios padre encomendó la tarea de cuidado y pro-
tección de su amadísimo Hijo y de Su Madre a un santo varón, San José. En esta ga-
lería hemos resaltado algunas virtudes que necesitamos tomar de San José, espe-
cialmente los varones, para crecer como cristianos.
San José conoce esas situaciones, él tuvo que proteger y sostener a María es-
perando al niño sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir hacia Egipto,
ser un extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan del día con el sudor de su
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frente. «Cuando necesite ser buen padre, San José ilumina mi paternidad».
La fidelidad inquebrantable de
San José es un signo contundente y
firme frente a la imagen de un va-
rón infiel, lujurioso, egoísta e inclu-
so violento, que es tan común asumir
como normal en nuestros días. Cuán-
tas veces escuchamos, decimos y
afirmamos que «todos los hombres
son iguales» sin saber que con esta
frase justificamos un comportamiento que achica la personalidad del varón, lo limita y
espera menos de lo que realmente es. Lo priva de poder ser grande y desplegarse
completamente.
San José pasó todas las pruebas que un esposo podría pasar: la duda frente
a su propia esposa, el cuidado de un niño que no era de su sangre, la dificultad de un
matrimonio casto. Recordemos que San José, a diferencia de María no fue concebido
sin pecado, era así como tú y como yo. Su virtud y fortaleza son grandiosas y es prue-
ba viva de lo que un hombre que entrega su vida a Dios puede hacer por medio de su
gracia. «Cuando la dificultad de matrimonio me alcance, San José ven en mi auxilio y
ayúdame a ser fiel».
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padre del cual puedan aprender y valorar lo que es la virilidad. San José pone al servi-
cio de su familia esta fortaleza física natural en él, una fortaleza que tiene como mi-
sión el proteger, el ayudar, el servir. Una fortaleza que de ninguna manera sirve para
el abuso de autoridad ni de ningún otro tipo.
De vuelta a Nazareth en su
taller de carpintero siguió trabajan-
do incansablemente, fue labor que
heredó a su hijo para ayudar al sostén de su familia. Cuando el desánimo y la dificul-
tad aparecen, San José es un gran ejemplo de tenacidad y trabajo arduo en todo
momento por el bien de los que ama. «Cuando el trabajo canse, San José ayúdame a
sobreponerme y seguir».
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sal a nuestro auxilio».la Cruz, tal vez lo estuvo en espíritu acompañando y consolan-
do también el corazón doliente de su esposa. «Cuando nuestra familia se encuentre
en problemas o esté rota, San José ayúdanos a repararla»
7. Castidad y juventud
Al ser los primeros ca-
pítulos de Mateo y Lucas las
únicas fuentes de la revela-
ción sobre quién era San Jo-
sé, no es raro que los hom-
bres hayan tejido distintas
historias sobre este gran
santo. De José sabemos po-
co, ha sido creencia frecuen-
te pensar que era un viudo
que tenía casi 90 años y se
casó con una mujer muy joven. Esto parece estar muy lejos de la realidad, en aquella
época los hombres se casaban muy jóvenes, San José al momento de desposar a
María debió haber tenido unos 18 o 20 años. Sin embargo, la imagen del San Jo-
sé como hombre viejo caló dentro de la cultura popular y es por esto que muchos
artistas lo han representado como un hombre mayor.
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8. El trato familiar como ámbito de crecimiento espiritual y
personal
Escuchamos que la familia
es la iglesia doméstica, escuela
de humanidad, imagen del amor
de Dios. San José en este
sentido nos enseña que la fa-
milia en un ámbito para cre-
cer en santidad.
Es muy probable que San José haya muerto antes de que Jesús entrara en la
vida pública, ya que en las bodas de Caná no estuvo presente ni se habló más de él.
De haber estado vivo seguramente hubiera estado presente al pie de la Cruz, tal vez
lo estuvo en espíritu acompañando y consolando también el corazón doliente de su
esposa. «Cuando nuestra familia se encuentre en problemas o esté rota, San José
ayúdanos a repararla».
«En aquellos días, el Carpintero enseñaba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios
cara a cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía
en sus brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a
Dios y le cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a
Dios de la mano. Jugaba con Dios y Dios era feliz con él. ¡Y ni en la Gloria había más
gloria que en la casa de José!»
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ABRIL 2021
01.04 JUEVES SANTO
19 hs. Misa de la Cena del Señor. Adoración hasta las 22 hs.
02.04 VIERNES SANTO (Día de Ayuno y Abstinencia)
16 hs. Celebración de la Pasión del Señor
19 hs. Vía Crucis
03.04 SABADO SANTO
20 hs. SOLEMNE VIGILIA PASCUAL
04.04 DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
11 hs. y 19 hs. Misa
11.04 JESÚS MISERICORDIOSO
17.04 Ntra. Sra. del Valle
19.04 San Expedito
27.04 Sto. Toribio de Mogrovejo. Obispo
29.04 Sta. Catalina de Siena
Vamos a rezar despacio la oración que Jesús nos enseñó. Al terminar de rezarla de-
jaremos que sus palabras nos ayuden a mirar nuestro interior y a examinar nuestra con-
ciencia.
PADRE NUESTRO…
¿Deseo vivir de tal manera que los demás alaben y glorifiquen a Dios por mis obras de
justicia y santidad? ¿Respeto el nombre de Dios, acepto su presencia misteriosa en todas las
personas? ¿Le hago sitio en mi vida, en mi pensar, sentir y actuar? ¿Es mi vida transparencia
de Dios?
¿Estoy dispuesto hacer realidad el sueño de Dios en mi vida? ¿Trabajo por el Reino
de Dios? Siguiendo a Jesús también yo estoy llamado a realizar gestos liberadores, crea-
dores de vida que puedan ser recibidos como Buena Noticia. Los gestos pueden ser diver-
sos: ¿Ofrezco esperanza a quienes no tienen nada que esperar? ¿Acojo a quienes no tie-
nen sitio ni nadie les mira? ¿Defiendo a quienes no pueden defenderse? ¿Hago justicia a
quienes son tratados injustamente? ¿Pago un salario justo? ¿Soy honesto en mi trabajo?
¿Recuerdo a quienes son olvidados y marginados
¿Soy manos de ternura en los tiempos duros que nos toca vivir? ¿Amo, deseo y hago la
paz?
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HÁGASE TU VOLUNTAD…
¿Sé agradecer el alimento que recibo y todas las posibilidades que el Señor me
ofrece cada día? ¿Estoy dispuesto a reducir mis exigencias para poder compartir con los
demás el pan material y el pan de la cultura, de mi tiempo, de mi cariño y cercanía?
¿Ayudo lo que puedo a las personas que, a mi alrededor o en lugares lejanos del mundo,
están pasando necesidad?
¿Estoy convencido de que Dios es Padre y Madre, de que es un Dios de perdón? ¿Me
siento pecador y necesitado del perdón gratuito de Dios? ¿Me cuesta perdonar generosa-
mente como Dios me perdona? Digo que no tengo nada ni a nadie a quien perdonar y, sin
embargo, ¿juzgo? ¿Critico? ¿Dejo de lado a la persona que, de alguna manera, me ha con-
trariado o molestado? ¿«Saco la lengua a pasear»?
¿Considero como mal solo aquello que amenaza mi vida, mi salud, mi seguridad, mi
bienestar? Solo hay una manera de luchar contra el mal y es hacer el bien: ¿es esa mi ac-
titud? ¿Pienso bien de los demás? Tengo tantas cosas de qué acusarme, Señor, que llego a
pensar que no merezco tu perdón. Perdona este pensamiento, Señor, pues tú lo perdonas
todo y nos perdonas siempre. ¡Perdóname, Señor, y hazme descubrir que tengo futuro porque
tú me amas, como solo una Madre, como solo un Padre, pueden amar!
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