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Parroquia San Juan Bautista

PAZ Y BIEN
BOLETÍN PARROQUIAL
AÑO XXV II - ABRIL 2021 - NRO. 295

SIETE
VIRTUDES DE
SAN JOSE

(pág.2)

AGENDA

(pág. 8)

EXAMEN DE
ESPERANZA

(pág. 10)

Pte. Perón 2998. Valentín Alsina. 4208-8234


https://parroquiasjuanbautista.blogspot.com.ar/ psanjuanbautista1
Secretaría Parroquial: Martes y Viernes de 17 a 18:30 hs.
Siete virtudes de San José
que puedes imitar en la vida diaria
Hoy celebramos el día de San José. En un mundo donde la masculinidad se
pone en tela de juicio y se duda de casi cualquier hombre por el hecho de ser hom-
bre. San José no solo nos recuerda la virtud del varón sino también su encomienda y
encargo. Su paternidad es ejemplo para todos los cristianos. No en vano San José es
patrono de la Iglesia universal.

El día de hoy recordamos que Dios padre encomendó la tarea de cuidado y pro-
tección de su amadísimo Hijo y de Su Madre a un santo varón, San José. En esta ga-
lería hemos resaltado algunas virtudes que necesitamos tomar de San José, espe-
cialmente los varones, para crecer como cristianos.

1. La influencia del Padre en el hijo


En nuestros días la idea del padre
desvinculado de sus hijos se ha convertido
en algo frecuente en nuestros pensamien-
tos. San José nos recuerda el verdadero
sentido de la paternidad. La presencia
insustituible del padre en la educación de
los hijos es algo que necesitamos volver a
conquistar como sociedad. San José con el
niño en los brazos nos lo recuerda, un padre amoroso y protector del cual los hijos
puedan aprender y crecer seguros a su lado, incluso en las carencias y situaciones
más difíciles.

San José conoce esas situaciones, él tuvo que proteger y sostener a María es-
perando al niño sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir hacia Egipto,
ser un extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan del día con el sudor de su

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frente. «Cuando necesite ser buen padre, San José ilumina mi paternidad».

2. La alegría de ser un buen esposo

La fidelidad inquebrantable de
San José es un signo contundente y
firme frente a la imagen de un va-
rón infiel, lujurioso, egoísta e inclu-
so violento, que es tan común asumir
como normal en nuestros días. Cuán-
tas veces escuchamos, decimos y
afirmamos que «todos los hombres
son iguales» sin saber que con esta
frase justificamos un comportamiento que achica la personalidad del varón, lo limita y
espera menos de lo que realmente es. Lo priva de poder ser grande y desplegarse
completamente.

San José pasó todas las pruebas que un esposo podría pasar: la duda frente
a su propia esposa, el cuidado de un niño que no era de su sangre, la dificultad de un
matrimonio casto. Recordemos que San José, a diferencia de María no fue concebido
sin pecado, era así como tú y como yo. Su virtud y fortaleza son grandiosas y es prue-
ba viva de lo que un hombre que entrega su vida a Dios puede hacer por medio de su
gracia. «Cuando la dificultad de matrimonio me alcance, San José ven en mi auxilio y
ayúdame a ser fiel».

3. La fortaleza física al servicio de la


familia
La imagen de una masculinidad violenta hace
que la fortaleza física no sea valorada como una
virtud. Muchos niños crecen sin tener cerca de un

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padre del cual puedan aprender y valorar lo que es la virilidad. San José pone al servi-
cio de su familia esta fortaleza física natural en él, una fortaleza que tiene como mi-
sión el proteger, el ayudar, el servir. Una fortaleza que de ninguna manera sirve para
el abuso de autoridad ni de ningún otro tipo.

Conocemos a un José siempre fuerte, nunca agresivo, firme pero no indiferente


ni mucho menos insensible. Un hombre que demuestra seguridad y jamás arrogancia ni
soberbia. Un padre que carga con todo el peso de su familia y es feliz haciéndolo.
«Cuando la arrogancia aparezca, San José ayúdame a ser humilde».

4. El silencio, esa característica que muchas veces


encontramos tan irritante
El silencio de los varones es una
característica bien conocida por las
mujeres. Cuántas veces podemos inclu-
so perder la paciencia por esos silen-
cios prolongados de los esposos. San
José también era un hombre silencioso,
es más se dice de él; San José, santo
del silencio. Tanto que aprender del
silencio. San José en el silencio escu-
chaba la voz de Dios, no era un silencio
indiferente ni estéril. No era un silencio que ignoraba o que buscaba pasar la página y
evitar el confrontar o solucionar problemas. San José escuchaba, meditaba en su
corazón para poder tomar las mejores decisiones para su familia y para él mis-
mo. «Cuando el silencio sea indiferente, San José ayúdame a escuchar a Dios».

5. El valor del trabajo duro


En aquella época si el varón de la casa no trabajaba la familia no subsi-
tía. San José obrero, carpintero de profesión, trabajó siempre por el sustento de su
familia. La constancia de su trabajo, la seguridad de su familia. Imagínense el camino
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que se habrá tenido que abrir en
Egipto, sin familia, sin apoyo de co-
nocidos, extranjeros tal vez vícti-
mas de prejuicio y discriminación, el
trabajo de José era la única arma
que tenían para subsistir.

De vuelta a Nazareth en su
taller de carpintero siguió trabajan-
do incansablemente, fue labor que
heredó a su hijo para ayudar al sostén de su familia. Cuando el desánimo y la dificul-
tad aparecen, San José es un gran ejemplo de tenacidad y trabajo arduo en todo
momento por el bien de los que ama. «Cuando el trabajo canse, San José ayúdame a
sobreponerme y seguir».

6. El valor del buen discernimiento


Las respuestas apresuradas y
decisiones impulsivas sobre todo en
época de crisis no son lo mejor. San
José, incluso en una decisión tan
dura como la de aceptar el embara-
zo de su prometida, decide repu-
diarla, pero en secreto, meditando
qué era lo que menos iba a perjudi-
carla, lo que menos escándalo iba a
levantar. No lo hace apresuradamente, lo medita, lo «sueña», y en ese soñar escucha
la voz de Dios a través de un ángel que sale al encuentro y lo aconseja.

El valor de un buen discernimiento tiene que ver con la prudencia, el silencio y


la escucha a Dios. Este escuchar a Dios que se va afinando a medida que estrecha-
mos nuestra relación con Él. «Cuando necesitemos del buen discernimiento, San José

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sal a nuestro auxilio».la Cruz, tal vez lo estuvo en espíritu acompañando y consolan-
do también el corazón doliente de su esposa. «Cuando nuestra familia se encuentre
en problemas o esté rota, San José ayúdanos a repararla»

7. Castidad y juventud
Al ser los primeros ca-
pítulos de Mateo y Lucas las
únicas fuentes de la revela-
ción sobre quién era San Jo-
sé, no es raro que los hom-
bres hayan tejido distintas
historias sobre este gran
santo. De José sabemos po-
co, ha sido creencia frecuen-
te pensar que era un viudo
que tenía casi 90 años y se
casó con una mujer muy joven. Esto parece estar muy lejos de la realidad, en aquella
época los hombres se casaban muy jóvenes, San José al momento de desposar a
María debió haber tenido unos 18 o 20 años. Sin embargo, la imagen del San Jo-
sé como hombre viejo caló dentro de la cultura popular y es por esto que muchos
artistas lo han representado como un hombre mayor.

Puede deberse a la dificultad que representaba la relación virginal entre am-


bos. Dificultad que nace de la ruptura original. San José en este sentido, asistido
por la inmensa gracia de Dios nos enseña que el fundamento de la unión conyugal
es la comunión de amor, ejemplo para todo matrimonio. La unión de cuerpos debe
responder a esa comunión de amor, sin embargo la misión de María y José no estaba
en relación a ellos mismos sino al mismo Jesús y a la iglesia Universal. «Cuando el
deseo desordenado me esclavice, San José ven en mi auxilio».

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8. El trato familiar como ámbito de crecimiento espiritual y
personal
Escuchamos que la familia
es la iglesia doméstica, escuela
de humanidad, imagen del amor
de Dios. San José en este
sentido nos enseña que la fa-
milia en un ámbito para cre-
cer en santidad.

La santidad de José suce-


dió dentro de la familia. Y así
está llamada a ser la tuya y la mía, los esposos son guardianes mutuos de la santidad
de la familia. Es ahí donde el amor crece, en entrega, donde nos olvidamos de noso-
tros mismos y nos entregamos por completo. Como nos decía el Papa Francisco: «por
medio de ella se concreta la capacidad de darse, el compromiso recíproco y la aper-
tura generosa a los demás, así como el servicio a la sociedad».

Es muy probable que San José haya muerto antes de que Jesús entrara en la
vida pública, ya que en las bodas de Caná no estuvo presente ni se habló más de él.
De haber estado vivo seguramente hubiera estado presente al pie de la Cruz, tal vez
lo estuvo en espíritu acompañando y consolando también el corazón doliente de su
esposa. «Cuando nuestra familia se encuentre en problemas o esté rota, San José
ayúdanos a repararla».

«En aquellos días, el Carpintero enseñaba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios
cara a cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía
en sus brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a
Dios y le cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a
Dios de la mano. Jugaba con Dios y Dios era feliz con él. ¡Y ni en la Gloria había más
gloria que en la casa de José!»

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ABRIL 2021
01.04 JUEVES SANTO
19 hs. Misa de la Cena del Señor. Adoración hasta las 22 hs.
02.04 VIERNES SANTO (Día de Ayuno y Abstinencia)
16 hs. Celebración de la Pasión del Señor
19 hs. Vía Crucis
03.04 SABADO SANTO
20 hs. SOLEMNE VIGILIA PASCUAL
04.04 DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
11 hs. y 19 hs. Misa
11.04 JESÚS MISERICORDIOSO
17.04 Ntra. Sra. del Valle
19.04 San Expedito
27.04 Sto. Toribio de Mogrovejo. Obispo
29.04 Sta. Catalina de Siena

Todos los meses...


Los días 7: Recordamos a San Cayetano. Rezamos por el pan y el trabajo.
Los días 8: Recordamos a Ntra. Sra. que Desata los Nudos.
De 8.30 a 18.30 hs. Rosario c/hora. 19.00 hs. Misa.
Los días 11: Recordamos a Nuestra Señora de Lourdes.
18.30 hs. Rosario en la Gruta. Procesión hacia el Templo.
19.00 hs. Misa.
Los días 19: Recordamos a San Expedito.
Los días 24: Recordamos a San Juan Bautista.
Los días 26: Recordamos a Jesús Misericordioso.
Horarios de Misa: lunes a sábado 19hs; domingo: 11 y 19hs; Rezo del Santo Rosario: todos los días 18:30hs
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Examen en la esperanza
Tomemos ahora unos momentos para dejarnos mirar por Dios, con esa mirada sana-
dora, cariñosa, de Padre, que mira el corazón y no las apariencias; un Padre que se deja
conmover por la humildad y la verdad de sus hijos. Un Padre que conoce el tesoro que lle-
vamos dentro y el barro del que estamos hechos. Que nos está diciendo, allí en lo íntimo
de cada uno: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa».

Vamos a rezar despacio la oración que Jesús nos enseñó. Al terminar de rezarla de-
jaremos que sus palabras nos ayuden a mirar nuestro interior y a examinar nuestra con-
ciencia.

PADRE NUESTRO…

¿Experimento a Dios como Padre querido y cercano? ¿Pongo en él mi total confian-


za? ¿Oriento todo mi ser hacia él, que nos ama, comprende y perdona? ¿Vivo en el temor
o en la confianza? ¿Trato a los demás como hermanos, hijos del mismo Padre?

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE…

¿Deseo vivir de tal manera que los demás alaben y glorifiquen a Dios por mis obras de
justicia y santidad? ¿Respeto el nombre de Dios, acepto su presencia misteriosa en todas las
personas? ¿Le hago sitio en mi vida, en mi pensar, sentir y actuar? ¿Es mi vida transparencia
de Dios?

VENGA A NOSOTROS TU REINO…

¿Estoy dispuesto hacer realidad el sueño de Dios en mi vida? ¿Trabajo por el Reino
de Dios? Siguiendo a Jesús también yo estoy llamado a realizar gestos liberadores, crea-
dores de vida que puedan ser recibidos como Buena Noticia. Los gestos pueden ser diver-
sos: ¿Ofrezco esperanza a quienes no tienen nada que esperar? ¿Acojo a quienes no tie-
nen sitio ni nadie les mira? ¿Defiendo a quienes no pueden defenderse? ¿Hago justicia a
quienes son tratados injustamente? ¿Pago un salario justo? ¿Soy honesto en mi trabajo?
¿Recuerdo a quienes son olvidados y marginados
¿Soy manos de ternura en los tiempos duros que nos toca vivir? ¿Amo, deseo y hago la
paz?

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HÁGASE TU VOLUNTAD…

¿Estoy abierto al querer de Dios o me pongo a la defensiva? ¿Soy libre en el discer-


nimiento para buscar y aceptar la voluntad de Dios? ¿Llamo «voluntad de Dios» a cosas
que no lo son? ¿Confundo la «voluntad de Dios» con «hacer mi voluntad»?

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA…

¿Sé agradecer el alimento que recibo y todas las posibilidades que el Señor me
ofrece cada día? ¿Estoy dispuesto a reducir mis exigencias para poder compartir con los
demás el pan material y el pan de la cultura, de mi tiempo, de mi cariño y cercanía?
¿Ayudo lo que puedo a las personas que, a mi alrededor o en lugares lejanos del mundo,
están pasando necesidad?

PERDONA NUESTRAS OFENSAS…

¿Estoy convencido de que Dios es Padre y Madre, de que es un Dios de perdón? ¿Me
siento pecador y necesitado del perdón gratuito de Dios? ¿Me cuesta perdonar generosa-
mente como Dios me perdona? Digo que no tengo nada ni a nadie a quien perdonar y, sin
embargo, ¿juzgo? ¿Critico? ¿Dejo de lado a la persona que, de alguna manera, me ha con-
trariado o molestado? ¿«Saco la lengua a pasear»?

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN…

¿Qué tendencias contradictorias siento en mi interior? ¿Me mantengo vigilante y


despierto o me dejo ir «justificándome» en mi psicología y mi modo de ser? ¿Acudo con-
fiado a Dios para pedir su protección bondadosa frente al mal que me acecha de formas
distintas?

LÍBRANOS DEL MAL…

¿Considero como mal solo aquello que amenaza mi vida, mi salud, mi seguridad, mi
bienestar? Solo hay una manera de luchar contra el mal y es hacer el bien: ¿es esa mi ac-
titud? ¿Pienso bien de los demás? Tengo tantas cosas de qué acusarme, Señor, que llego a
pensar que no merezco tu perdón. Perdona este pensamiento, Señor, pues tú lo perdonas
todo y nos perdonas siempre. ¡Perdóname, Señor, y hazme descubrir que tengo futuro porque
tú me amas, como solo una Madre, como solo un Padre, pueden amar!

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