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- Introducción.
“El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada
con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo
por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no
quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero,
apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños
un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas
reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay
en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás
por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados». Todo esto sucedió
para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen
concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa
«Dios con nosotros»». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el
ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer” Mateo 1,18-24.
Reflexión: el día de hoy nos encomendaremos a San José para pedir su intersección
por nuestros padres, por las vocaciones, por los enfermes y por nuestros difuntos, ya
que el Papa Francisco ha encomendado este año a San José y a pocos días de
festejarlo, aprovechemos para pedir su intersección, además de tomar su ejemplo te
servicio para nuestra vida cristiana.
- Oración
Buen San José
Como dirigías a la Sagrada Familia, cuida a nuestras familias.
Ayuda a nuestra familia y a todas las familias a conocer y compartir el amor de
Dios. En nuestras relaciones familiares, que encontremos curación y busquemos
ser santos. Que nuestros padres nos ayuden a convertirnos en fieles discípulos de
Jesús que compartan nuestro amor por él.
Como padre adoptivo de Jesús, vigila a todos los que sirven como padres
espirituales. De manera especial, bendiga a nuestro Santo Padre, a nuestro Obispo
y a nuestros sacerdotes. Que sigan tu ejemplo humilde en su cuidado paternal por
el pueblo de Dios, la Iglesia.
Con María, criaste a Jesús el Sumo Sacerdote.
Sabes nuestra necesidad de sacerdotes.
Por favor, levantan sacerdotes buenos y santos de nuestras familias para servir a la
gente de nuestra diócesis. Que todos los jóvenes escuchen y digan "sí" al
llamado de Jesús, tal como lo hicieron María y tú.
Buen San José, ruega por nosotros. Amen
(Canto)
Reflexión: todos sabemos que San José fue un humilde carpintero, desposado con María,
un “hombre justo”, siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley y a
través de los cuatro sueños que tuvo. Él vio nacer al Mesías después de un largo y duro
viaje de Nazaret a Belén. Fue testigo de la adoración de los pastores y de los reyes magos.
Tuvo la valentía de asumir la paternidad de Jesús. Escucho la profecía que Simeón
pronunció sobre Jesús y María. Para proteger a Jesús de Herodes, permaneció en Egipto
como extranjero. En su regreso, vivió de manera oculta en el pequeño y desconocido
pueblo de Nazaret, de donde se decía: “No sale ningún profeta” y “no puede salir nada
bueno”, lejos de Belén, su ciudad de origen y de Jerusalén, donde estaba el templo. Al igual
que María, él se angustio y busco a Jesús cuando se perdió en el templo. Así como él,
cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar
pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes
muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una
crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas
rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos». Todos pueden encontrar en san José —el
hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un
intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos
los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual
en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de
gratitud.
(Canto y silencio)
- Padre en la sombra
Nadie nace padre, sino que se hace, porque se hace "cargo de él”, responsabilizándose de su
vida. Desgraciadamente, en la sociedad actual "los niños a menudo parecen no tener padre",
padres capaces de "introducir al niño en la experiencia de la vida", sin retenerlo ni
"poseerlo", pero haciéndolo "capaz de elegir, de ser libre, de salir". En este sentido, José
tiene el apelativo de "castísimo", que es "lo contrario a poseer": él, de hecho, "fue capaz de
amar de una manera extraordinariamente libre", "sabía cómo descentrarse" para poner en el
centro de su vida no a sí mismo, sino a Jesús y María. Su felicidad está "en el don de sí
mismo": nunca frustrado y siempre confiado, José permanece en silencio, sin quejarse, pero
haciendo "gestos concretos de confianza". Su figura es, por lo tanto, ejemplar en un mundo
que "necesita padres y rechaza a los amos", que refuta a aquellos que confunden "autoridad
con autoritarismo, servicio con servilismo, confrontación con opresión, caridad con
asistencialismo, fuerza con destrucción". El verdadero padre es aquel que "rehúsa la
tentación de vivir la vida de los hijos" y respeta su libertad, porque la paternidad vivida en
plenitud hace "inútil" al propio padre, "cuando ve que el hijo ha logrado ser autónomo y
camina solo por los senderos de la vida". Ser padre "nunca es un ejercicio de posesión",
sino "un ‘signo’ que nos evoca una paternidad superior", al "Padre celestial”
(Silencio y canto)
Reflexión: José es un santo muy curioso. Es uno de los santos más grandes que tiene la
Iglesia, pues el mismo Dios lo eligió padre para su Hijo. Sin embargo, en las Escrituras no
se conserva ni siquiera una palabra suya. Después de la anunciación, María responde con
esa síntesis de una actitud de creatura: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra». José no pronuncia ni una palabra. Su respuesta son las obras. Se despertó del
sueño, nos dice san Mateo, e hizo como le había dicho el ángel. ¡Qué mejor respuesta
podemos ofrecer a Dios que nuestro obrar! Las palabras vuelan, dice el refrán popular, u
obras son amores. El esposo de María lo tenía muy claro, y no perdió el tiempo en hablar.
Sabía que Dios le había elegido, que le pedía una misión concreta y oculta, pero no por ello
menos importante, y se puso manos a la obra. Actúa, además, con prontitud. Antes de su
anuncio estaba indeciso, no sabía qué hacer, estaba buscando la voluntad de Dios. Ahora,
una vez descubierta, no sigue preguntándose qué hacer. Dios ha hablado, sabe cuál es su
plan. Lo hace prontamente, con confianza, se pone en sus manos amorosas de Padre.
(Canto)
- Preces
Oremos. Reunidos, hermanos, para celebrar las maravillas de Dios y recordando hoy
especialmente al esposo de María, elevemos nuestra oración al Padre celestial en nombre de
toda la familia humana.
- Por cuantos estamos aquí reunidos para que, libres de toda tentación y de todo
pecado alcancemos el reino de los santos, roguemos al Señor.
Señor, escucha nuestra oración.
Cuida, Pastor eterno, de tu rebaño con amor y atiende a las peticiones de los que celebran
hoy tus maravillas al conmemorar al esposo de la Bienaventurada Madre de tu Unigénito,
Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R/ Amén.
- Oración.
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate, padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén