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Aprender A Leer y Escribir en La Universidad - Ago18.2010
Aprender A Leer y Escribir en La Universidad - Ago18.2010
La capacidad para leer y escribir textos académicos es una competencia clave que
todo estudiante debe desarrollar, como una condició n para adelantar exitosamente
sus estudios en la educació n superior. Sin embargo, algunas investigaciones
realizadas en Colombia (Moreno, 2008, Madiedo, 1995) coinciden en concluir que por
lo menos las dos terceras partes de los estudiantes que ingresan a la universidad no
demuestran un desarrollo suficiente de estas competencias. Las conclusiones de las
pruebas que evalú an las competencias de los universitarios al terminar el pregrado
(ECAES) también muestran resultados preocupantes en las competencias de lenguaje.
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Comenzaremos examinando las posibilidades que ofrecen la lectura y la escritura
como herramientas de aprendizaje, para luego analizar las características que tipifican
la lectura y la escritura académicas como una forma particular de leer y de escribir,
así como las exigencias y los cambios que implican para los estudiantes. Por ú ltimo,
llamamos la atenció n sobre la responsabilidad que le corresponde a la universidad en
la solució n de este problema.
Hacer ciencia supone encontrar el lenguaje adecuado para escribir y leer de acuerdo
con las convenciones de cada una de las disciplinas del conocimiento. Lavoisier, el
padre de la química moderna, supo expresar mejor que nadie la estrecha relació n que
existe entre el pensamiento científico y el lenguaje. En su Tratado de Química General
confiesa que, mientras trabajaba en perfeccionar la nomenclatura de la química,
comprendió que
no pensamos má s que con el auxilio de las palabras; que las lenguas son
verdaderos métodos analíticos; que el á lgebra má s sencilla, má s exacta y má s
adecuada (…) es a la vez una lengua y un método analítico; en fin, que el arte de
razonar no es má s que una lengua bien hecha ( Lavoisier, A. L., 1789).
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La lectura y la escritura está n presentes en todas las prá cticas de la cultura académica:
los trabajos escritos, la investigació n, los exá menes, las tesis de grado, los ensayos y
las publicaciones en las que se dan a conocer los resultados del trabajo investigativo.
La lectura es la llave que nos permite acceder al conocimiento y ser testigos del
proceso histó rico a través del cual éste ha ido evolucionando y construyéndose; la
contraseñ a que nos permite ingresar a ese gran “disco duro externo” en el que está
archivado el conocimiento científico y entrar en comunicació n con las ideas y las
enseñ anzas de los que nos antecedieron. Ademá s, la lectura autó noma —la capacidad
de dirigir su propio proceso de lectura— le permite al estudiante encontrarse
directamente con los autores y lo prepara para seguir aprendiendo a lo largo de la
vida de manera independiente.
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Los desafíos de la lectura y la escritura en la universidad
Leer en la universidad
La gran mayoría de los textos que los estudiantes deben leer en la universidad no
fueron escritos pensando en ellos, antes bien, su comprensió n presupone unos
conocimientos previos sobre el tema. Son textos escritos en un determinado momento
histó rico, como respuesta a preguntas que intrigaron a sus autores en su tiempo y
que, por lo tanto, está n inscritos en el contexto de una discusió n o de una tradició n
científica particular. Esto significa que no pueden entenderse por fuera de estos
contextos, ni con independencia de las situaciones en las que se generaron. Son textos
que se caracterizan por su complejidad y densidad lingü ística y conceptual, por su
estructura ló gica y por estar escritos en un estilo y con un léxico especializado, por lo
que resultan difíciles de comprender para los lectores no iniciados.
Finamente, uno de los mayores retos que deben enfrentar los estudiantes en la
universidad es cambiar la idea obsoleta que tienen de la lectura como una simple
reproducció n y memorizació n de la informació n, por la de una lectura reflexiva y
crítica, que no se limita a parafrasear o traducir en otras palabras las ideas de los
autores leídos, sino que les exige valorarlas críticamente, contrastarlas y hacer un
juicio o plantear una posició n propia frente a lo que leyeron.
Escribir en la universidad
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Al igual que en la lectura, los estudios universitarios suponen un cambio completo en
la forma de concebir y utilizar la escritura. La mayoría de los estudiantes llegan a la
universidad con la idea muy arraigada de que escribir bien es escribir
“correctamente”, para lo cual basta con conocer un conjunto de normas formales y
gramaticales. De acuerdo con esta concepció n, escribir consiste simplemente en
encontrar las palabras adecuadas y la forma correcta de expresar sus ideas o de
reproducir el conocimiento en un trabajo escrito o en un examen.
Otros identifican la escritura académica, ya no con la gramá tica, sino con el dominio
de un repertorio de convenciones formales (las normas APA, por ejemplo) y de
modelos cuyas etapas deben seguirse al pie de la letra, para garantizar la elaboració n
de un buen producto escrito. La redacció n de un ensayo, por ejemplo, se reduciría a
seguir un formato del tipo introducción, planteamiento de la tesis, sustentación,
conclusión, en vez de asumirlo como un proceso creativo y de indagació n, un ejercicio
de pensar por escrito, como debe ser todo buen ensayo.
Un comentario que aparece con mucha frecuencia en las marcas que escribimos los
profesores en los má rgenes de las reseñ as y de los ensayos de los estudiantes es que
“escriben como hablan”, es decir trasladando a la escritura los rasgos típicos del habla,
que es la forma de lenguaje que mejor conocen (Tusó n, 1991) y en la que se
desenvuelven má s libremente. Algunas huellas de esta presencia de lo oral en la
escritura son la falta de puntuació n, la ausencia de un hilo conductor que le dé una
estructura ló gica al texto, la referencia a ideas implícitas que, se supone, el lector ya
conoce, y la sintaxis fragmentada característica del habla informal y del hipertexto.
La prá ctica de la escritura universitaria va a poner a prueba estas ideas ingenuas que
tienen los estudiantes sobre la escritura. En este ejercicio van a empezar a descubrir
que el proceso de escribir les ayuda a generar ideas, organizarlas y entender có mo se
relacionan entre sí; les exige ser mucho má s rigurosos en sus planteamientos que
cuando los expresan oralmente y los obliga a revisar el texto, no una sino varias veces,
para afinar su pensamiento y hacerlo má s comprensible a los lectores. Es decir,
descubren que, má s allá de servir como un instrumento para dar cuenta de lo
aprendido, la escritura es ante todo un acto creativo y una herramienta intelectual,
como lo confirma la reciente investigació n sobre la escritura.
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de distintas fuentes. De este modo, “la propia actividad de escritura permite
transformar nuestra concepció n sobre el tema del que estamos escribiendo y
promueve el establecimiento de nuevas conexiones entre la informació n y,
consecuentemente, la transformació n y generació n de conocimiento” (Castelló ,
2009, p. 122).
Por otra parte, la escritura universitaria les exige a los estudiantes cambiar la idea
tradicional que tienen de la escritura —como un producto que se logra en un solo
intento— por una concepció n que la concibe como un proceso compuesto por varias
etapas: investigar, tomar notas, elaborar un plan, redactar un borrador, leerlo o
hacerlo leer de otros, revisar y corregir el texto antes de entregarlo. Escribir en la
universidad implica ensayar distintas aproximaciones al tema y escribir varias
versiones hasta llegar a un texto que exprese de la mejor forma posible lo que
intentá bamos decir. Escribir es, por lo mismo, un proceso lento e incierto, muchas
veces frustrante, que nos enfrenta con nuestras propias inseguridades, cuando
enmudecemos ante la pá gina en blanco o no encontramos la forma de expresar lo que
queríamos decir. Nada má s contrario a la improvisació n y a la rapidez con la que se
escribe en los chats.
Pero la escritura puede ser también motivo de gozo y satisfacció n, cuando nos ayuda a
descubrir nuevas ideas o nos hace sentir má s inteligentes de lo que éramos antes de
escribir, como lo declara abiertamente el escritor Arthur Krystal (2009): “Como la
mayoría de los escritores, parezco ser má s inteligente en letras de molde que en
persona. De hecho, soy má s inteligente cuando escribo.” Lejos de ser un obstá culo,
estos aspectos emocionales —tanto positivos como negativos— son inherentes al
proceso de escribir, como sucede en todo acto creativo. Es importante que los
estudiantes los asuman como algo natural y aprendan a regularlos, de modo que no se
les conviertan en bloqueos o en frustraciones.
No existe una sola forma de escribir que, una vez aprendida, pueda aplicarse en todos
los casos y para cualquier tipo de texto. Las formas de escribir varían de acuerdo con
el propó sito y el contexto en el que escribimos. No se escriben lo mismo un informe,
un artículo científico, una novela o un ensayo. En los chats se utiliza una escritura
abreviada, que simula una conversació n y que no se rige por las normas de la escritura
convencional. Por eso, en lugar de Escritura, (en singular y con mayú scula) sería má s
exacto hablar de escrituras.
Puesto que no existe só lo una sino varias maneras de escribir, resulta ingenuo pensar
que un estudiante aprende a escribir, de una vez por todas, una escritura que sirva
para todo. Aunque compartan el có digo alfabético y la misma estructura lingü ística,
cada escritura tiene unas funciones, una estructura y unos rasgos estilísticos propios.
En muchos casos, los problemas que tienen los estudiantes para comprender las
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lecturas o para escribir los textos que les asignan los profesores se deben a que no son
concientes de estas diferencias.
Si, como quedó dicho antes, la lectura y la escritura académica tienen características y
exigencias particulares que las diferencian de otros modos de leer y escribir, no se
puede esperar que los estudiantes las aprendan por sí solos, sino mediante acciones
formativas orientadas específicamente a este propó sito. Esto hace pensar en la
necesidad de incluir en los programas de formació n estrategias orientadas a cambiar
la percepció n negativa que tienen los estudiantes sobre la lectura y la escritura
académicas, y ayudarles a valorar su potencial como formas privilegiadas de pensar y
de aprender. Algunos autores han acuñ ado el término de “alfabetizació n académica”
para denominar todas estas estrategias que tienen como principal objetivo iniciar a
los estudiantes en los modos de leer y escribir propios de la cultura universitaria.
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la carrera, sino má s bien hacer que cada asignatura constituya, en sí misma, una
experiencia de lectura y escritura.
Bibliografía
Bazerman, Ch. (1988). Shaping written knowledge. The genre and activity of the
experimental article in science. Madison: The University of Winsconsin Press.
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Lavoisier, A. L. (1789). Tratado elemental de química: Discurso preliminar.
Krystal, A. (2009). Cuando los escritores hablan. En Revista El Malpensante, no. 103, p.
25.
Tusó n, A. (1991). Las marcas de la oralidad en la escritura, en Signos, teoría y prá ctica
de la educació n, 3.
Wells, G. (2001). Indagació n dialó gica. Hacia una teoría y una prá ctica socioculturales
de la educació n. Barcelona: Paidó s.