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La Ética: ¿Qué representa en la comunicación médico - paciente?

Tomado de: Bustamante Alfonso Leticia M. Escuela Nacional de salud Pública


2006

El presente artículo te propone adentrarte en un tema de interés para todos los


seres humanos, pues en la vida cotidiana desde la antigüedad el hombre se ha
comunicado con sus semejantes, a través de diversas formas y la conducta
que ha asumido para lograrlo es intrínseca a este proceso.

Para quien se ha propuesto estudiar una profesión que implica el vínculo


sistemático con las personas, es muy necesario que en la práctica se conduzca
y actúe en correspondencia con principios y normas que no dañen la
comunicación y que por el contrario contribuya a hacer el bien y fomente el
humanismo. Por eso te propongo conocer acerca de los orígenes del análisis
de los comportamientos de los hombres que han elegido como tú, la hermosa y
sacrificada profesión que implica curar a los enfermos y salvar vidas humanas.

Un poco de historia

La historia y cultura de los griegos antiguos nos remonta a la celebridad de su


mitología, según la cual Esculapio era hijo de Apolo y de Coronis; ésta era hija
de Flegias, rey de Tesalia y cuentan que encolerizado Apolo porque Coronis
estaba enamorada del hijo de Eratos, cuando nació su hijo lo dejó abandonado
en el Monte Titón, donde fue amamantado por una cabra. Un pastor encontró al
niño y lo entregó al cuidado del centauro Quirón, quien le enseñó la medicina.

Según otra leyenda, “...Esculapio estaba asistiendo a Glauco, cuando


bruscamente cayó éste mortalmente herido por un rayo. Apareció en la
habitación una serpiente y Esculapio la mató con su bastón; otra serpiente
entró y revivió a la primera, metiéndole unas hierbas en la boca...”1 Con estas
mismas hierbas, se dice que Esculapio logró resucitar a Glauco.

A ruegos de Pluton, dios de los infiernos, Júpiter hizo morir a Esculapio porque
éste curaba los enfermos y resucitaba los muertos, y el infierno se quedaba
desierto. Por solicitud de Apolo, Esculapio quedó inmortalizado, permaneciendo
entre las estrellas en el cielo. A este dios de la Medicina los griegos le llamaban
Asklepios, y los romanos Aesculapius.

Esta interesante anécdota rememora aquellas recomendaciones que según la


leyenda, Esculapio ofreció a su hijo cuando éste tomó la decisión de dedicarse
a la medicina:

¿Quieres ser médico, Hijo mío? : Le preguntó y al instante de escuchar la


respuesta afirmativa le aconsejó: Es una hermosa profesión que debería ser
practicada, no solamente por personas sabias y profesionalmente bien
calificadas sino, además, honradas y decentes. Y continuó:

1
• Ante todo, piensa en cómo puedes servir antes de pensar en la forma
en que crees que debes ser retribuido.
• Reflexiona primero en lo que puedes ser capaz de hacer por los demás
y por tu patria.
• No lo hagas pensando en que puede ser un oficio remunerativo y
destierra de tu mente todo afán de lucro.
• Ten la sabiduría de aprender a reconocer cuándo tu reluctancia ofende
y cuándo tu aquiescencia no te compromete.
• Aprende a identificar el momento en que tu beneplácito deja impoluta tu
probidad.
• Mantén absoluta reserva con relación al diagnóstico de todos los
pacientes y a cualquier revelación que puedan hacerte durante el
ejercicio de tu profesión.
• Cumple tu misión con sencillez y con amor.
• Ten en cuenta que tu vida, si quieres ser un buen médico, tendrás que
consagrarla por entero al ejercicio de tu profesión.
• No olvides, que las heridas que inflige la palabra suelen tener una
cicatrización lenta y difícil.
• Para ti no debe haber diferencia entre aquel que ostente el bastón de
un mariscal y los que empuñen el machete del campesino o el martillo
del obrero. Préstales a todos la misma atención.

Los anteriores juicios refrendados desde hace miles de años, son considerados
la génesis de las actuales conductas y comportamientos que debe tener un
médico en la relación con su paciente.

Precisamente la ciencia que se ocupa del estudio sistemático de la conducta


humana es la Ética. Profundizaré sobre este concepto por su importancia en el
estudio de este tema.

¿Qué es la Ética?

Ética procede el griego “ethos” que significa carácter, modo de ser, es la


ciencia de la moral, investiga el problema del bien y del mal, establece el
código moral de la conducta, señala qué aspiraciones son dignas, qué
conducta es buena y cual es el sentido de la vida.

La ética, a su vez, tiene dos grandes disciplinas que, por su gran alcance, se
han convertido ya en ciencias particulares: la deontología o ciencia de los
deberes, y la axiología o ciencia de los valores. Así pues, los valores morales
constituyen el objeto de estudio de la axiología.

De los valores y la Deontología hablaremos más tarde. Si ya conoces lo que es


la Ética, entonces podemos definir su objeto de estudio: la moral.

En el período de la comunidad primitiva surge la moral, mientras que la Ética le


sucede en el tiempo, cuando se divide la sociedad en clases y aparece en la
sociedad esclavista.

2
Por Moral se ha definido: (Del latín mores: “costumbres”) Forma de la
conciencia social en que se reflejan y se fijan las cualidades éticas de la
realidad social (bien, bondad, justicia, etc.) Constituye un conjunto de reglas,
normas de convivencia y de conducta humana que determinan las obligaciones
de los hombres, sus relaciones entre sí y con la sociedad. Su carácter está
determinado por el régimen económico y social.

Si ya conoces estos conceptos muy necesarios para el posterior análisis que


vamos a realizar, entonces te propongo que veamos la relación que guardan
estos conceptos filosóficos con la profesión que haz elegido: Ser médico.

¿Qué es entonces la ética médica? Según algunos autores es la ciencia de la


moral y las obligaciones del hombre, el sistema de reglas que rigen la conducta
profesional del médico.

Mientras que deontología médica (del griego deon, deontos, el deber y logos
tratado) se refiere a tratado de los deberes y ética profesionales: Moral médica.

En la relación de un médico con su paciente en cualquier lugar donde se


realice, tomemos como escenario por ejemplo una comunidad, ¿qué reglas y
normas de conducta humana debes asumir con estas personas que vienen a ti
porque necesitan de tus servicios para resolver su problema de salud? O que
necesitan de los consejos imprescindibles para mejorar estilos de vida y la
calidad de la salud.

Pues bien en párrafos anteriores mencionamos a la Deontología y la


Axiología. Sobre estas ciencias nos referiremos a continuación.

Debes saber que los valores morales constituyen el objeto de estudio de la


Axiología. Ahora bien ¿Qué son los valores? Amaro Cano ha reseñado que
son: “…las estimativas más significativas del hombre, es decir, son las
necesidades superiores, convertidas en aspiraciones e ideales. De tal modo,
los valores responden a diferentes significados: económicos, políticos, sociales,
culturales, estéticos, religiosos, científicos, morales…”2
Además expresa esta autora que lo valores ya sean personales y profesionales
no se trasmiten ni se enseñan, se construyen en el diálogo entre sujetos, con el
intercambio de reflexiones y emociones; pero, especialmente, con el ejemplo
en la conducta y sólo en el intercambio de las relaciones sociales.
Los valores entonces, están determinados por las condiciones históricas y
concretas de cada sociedad, de forma tal que en la sociedad dividida en clases,
las necesidades, aspiraciones e ideales de una persona están permeadas de
los intereses de esa clase o grupo social, fíjate si es así que los valores
morales en el esclavismo, se diferenciaban según las clases sociales, o sea el
esclavista reflejaba a través de su conducta, reglas, normas y valores morales
relacionados con sus aspiraciones de lucro, egoísmo, ambiciones personales
etc. Todo lo contrario a los valores que manifestaban los explotados.
Claro que en cada sociedad, siempre hay individuos que se distinguen porque
expresan actitudes, comportamientos éticos, políticos, culturales y sociales en

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general, diferentes a la sociedad en que viven y facilitan el surgimiento de una
sociedad superior.
En el caso de los valores morales del individuo que nos ocupa: el médico,
enfatizamos en que esta profesión exige mucho humanismo y amor, y
demanda la presencia inevitable en él, de principios éticos y virtudes morales.
Al respecto Pérez Sánchez y Martín Linares coinciden en que “…para el
profesional de la salud no sólo es importante recibir una educación rica en
valores que coadyuve al fortalecimiento de su formación humanística, sino
también comprender en su totalidad el proceso de la valoración que subyace
en la relación profesional de la salud-paciente…”3
Los valores en el profesional de la salud, constituyen elementos inherentes a
su profesión, porque si de forma general toda relación práctica del hombre con
el mundo que le rodea posee como base inicial la satisfacción de determinadas
necesidades que constituyen, a su vez, la fuente de la valoración según indican
las referidas autoras, entonces en la relación entre el médico y el paciente se
manifiestan determinadas necesidades, y están dadas cuando el paciente
siente aceptación cuando son satisfechas sus expectativas ante la dolencia que
lo aqueja.
Convenimos con varios estudiosos del tema cuando reseñan que en este
momento la principal forma de análisis está, en la evaluación que hace el
paciente del grado de interés, amor, entereza, que el médico manifieste en la
atención a su problemática y por sobre todas las cosas en el carácter humano
que impregne en dicha relación interpersonal.
Los valores morales están interrelacionados a los principios y las normas como
ya vimos. En el campo de la Medicina existen determinados principios éticos
que se formularon desde la antigüedad.
Sobre los principios éticos en la Medicina.
Hipócrates filósofo de la antigüedad (460-377 a. n. e.) basó sus preceptos en
ciertas máximas que hoy guían a los profesionales de la salud. Es conocido
su Juramento en el cual deja constancia de los principios de “No dañar” y de
“Hacer el bien”. Radica aquí la esencia de lo que hoy día la ética médica ha
formulado como principio de la beneficencia, que significa hacer el bien en
todas y cada una de las acciones que se realizan, pues dañar no puede estar
presente, de manera consciente, ni en la idea, de un profesional de la salud.
En los enfoques más contemporáneos, se evidencia que en la práctica de la
profesión este principio de hacer el bien, comienza desde la actualización de
sus competencias profesionales, “... no es posible no dañar y hacer el bien si
no se sabe hacer y además, no se hace bien desde el punto de vista científico
técnico…” (2)
Existe una distinción entre beneficencia (hacer el bien) y no maleficencia (no
dañar) El principio de no maleficencia se refiere a no provocar daño alguno.
Algunos autores concluyen que está por encima el principio de no maleficencia
que el de beneficencia, ya que antes de hacer el bien es primordial no dañar,

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pero no se ha establecido un principio sobre otro sino que dependerá de las
circunstancias.
Muy unido a estos principios se asocia el concepto: daño, que no se refiere
simplemente a la lesión física, sino que también deben considerarse aspectos
psicológicos, sociales y legales.
Ha expresado Amaro Cano que “…desde los tiempos de la antigüedad griega,
con Aristóteles, (384-322 a. n. e.) En el plano de la reflexión teórica acerca de
la conducta humana, se ha intentado, ante todo, definir qué es el bien y qué es
el mal, puesto que a partir de esa definición podría saberse qué hacer...” Otra
arista del asunto revela su carácter contradictorio, puesto que si el bien para
unos es ser feliz, significa bienestar entre los hombres, para otros (…) está
relacionado con el grado de utilidad, o con el poder, o el placer…” (2 )
Los principios de la ética médica han evolucionado según las épocas y las
circunstancias históricas y concretas de cada sociedad. En el siglo XV la
medicina se constituyó como saber científico y el análisis del origen de las
enfermedades no se hizo basándose en las creencias acerca de los fenómenos
sobrenaturales. También se empezaron a diferenciar las enfermedades físicas
de las enfermedades relacionadas con la psiquis humana.
Se ha reseñado por diversos autores que durante todo este tiempo, la ética
médica estaba concentrada en la relación entre dos personas: el médico y el
paciente. Pero, además, la medicina se ejercía desde la posición del saber y el
poder y ello engendraba dos actitudes en esta relación: el paternalismo o el
autoritarismo, dejando muy poco espacio al propio enfermo para decidir sobre
su propia salud y vida. Era imposible que en esos tiempos cuando el desarrollo
científico técnico era aún escaso, los enfermos pudieran opinar y mucho menos
tomar decisiones sobre la solución a su problema de salud, de manera tal que
creía invariablemente en lo que decía y decidía el facultativo de esa época.
Durante los siglos XVII, XVIII y XIX, los acontecimientos económicos, sociales
y científico - técnicos, produjeron cambios en los enfoques sobre la Medicina,
transitando del enfoque puramente biologizante acerca de la relación entre la
salud y la enfermedad a puntos de vistas a través de los cuales se alegaba que
los médicos, deberían conocer las condiciones sociales mejor que nadie de los
pacientes, promoviéndose así los enfoques sociales de las causas de las
enfermedades. Lo cual permitió también que los pacientes adoptaran
posiciones más activas en el intercambio con el médico.
Esta nueva visión del análisis integral de la relación salud- enfermedad que
reconoce el papel de los determinantes sociales de la salud, permitió que se
desarrollarán nuevos principios éticos.
Hay un hecho histórico que se asocia a esta idea anterior y merece ser
recordado. Amaro Cano rememora que en 1854, durante la guerra de Crimea,
Inglaterra vio aumentar las bajas de sus tropas, no a causa de las heridas en
los campos de batalla, sino por enfermedades provocadas por la falta de
higiene, el no aislamiento de los enfermos y alimentación inadecuada. “...Una
joven de la alta burguesía londinense, Florence Nightingale, demostraría sus
capacidades organizativas en el campo de la salud pública y asumiría además

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el rol de fundadora de la enfermería profesional, a partir de una cuidadosa
formación teórico-práctica de jóvenes de probada conducta moral...” (2)
Es precisamente ella quien propondría la adición de dos nuevos principios
éticos a la ética médica tradicional: la fidelidad al paciente, entendida como
compromiso moral; y la veracidad, aunque este último entrañara el tener que
asumir el reconocimiento del error.
Este acontecimiento significó un hito en el progreso de la ética médica. El
principio de la fidelidad, implica amor, respeto, ello significa ser fiel a los
intereses de los pacientes que se atienden, por encima de cualquier otro
interés siempre que no interfieran los derechos de otros. Fidelidad al paciente
entendida como el cumplimiento de las obligaciones y compromisos contraídos
con él, entre los cuales se encuentra el guardar el secreto profesional.
La veracidad es otro principio ético que rige el actuar del profesional de la
salud. Este ha estado más vinculado con el ejercicio responsable de la
profesión. Significa “decir la verdad” aunque ésta coloque al profesional en una
situación difícil al tener que admitir que ha cometido un error. Sobre este
principio vale la pena reflexionar acerca de las posibles violaciones del mismo,
tanto cuando se dicen “mentiras piadosas” al enfermo contrario a su deseo de
saber la verdad o cuando se oculta el error de un colega u otro profesional por
falso compañerismo y con ello se pone en peligro la vida de otro ser humano.
Otro principio que debes conocer por su relevancia en la profesión es el del
consentimiento informado. Analizaremos su condicionamiento histórico. Al final
de la Segunda Guerra Mundial (1945), el Tribunal Militar Internacional enjuició
a los criminales de guerra nazis, entre los cuales se encontraban médicos nazis
que habían hecho experimentos con prisioneros de campos de concentración.
La decisión del tribunal incluye lo que actualmente se conoce como Código de
Nuremberg, que es una declaración de 10 puntos que esbozan la
experimentación médica permisible en seres humanos.
El código aclaró muchos de los principios básicos que regulan la realización
ética de la investigación. La primera disposición del código señala que “es
absolutamente esencial el consentimiento informado voluntario del sujeto
humano”.4 El código estipula otros detalles implícitos en este requisito:
Capacidad de dar consentimiento, ausencia de coacción, comprensión de los
riesgos y beneficios implícitos.
Otras de las disposiciones especificadas en el Código de Nuremberg son la
reducción del riesgo y el daño al mínimo y la libertad del participante para
retirarse en cualquier momento de la investigación.
El código no trata específicamente la investigación médica en pacientes con
enfermedades. Este descuido fue tratado en códigos y reglamentos
posteriores.
En la Declaración de Helsinki reconociendo los defectos del Código de
Nuremberg, la Asociación Médica Mundial creó la Declaración de Helsinki en
1964. Considerada por muchos como el primer estándar mundial de
investigación biomédica, este documento proporciona protección adicional a

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personas con autonomía limitada e insiste que los médicos e investigadores
que aceptan sus propios pacientes sean precavidos.
Al centro de la declaración está el principio de que se debe dar preferencia al
bienestar del participante sobre los intereses de la ciencia y la sociedad.
También recomienda el uso de formularios de consentimiento por escrito. Al
igual que el Código de Nuremberg, la Declaración de Helsinki requiere que los
riesgos se reduzcan al mínimo.
Después de leer detenidamente los párrafos anteriores sobre los antecedentes
históricos del principio ético consentimiento informado, podemos concluir que
es esencial obtener el consentimiento informado de los participantes antes de
iniciar un estudio de investigación con seres humanos, luego que estos han
recibido la información necesaria, han entendido adecuadamente la
información y han tomado una decisión libre de coacción, intimidación o
influencia o incentivo excesivo.
El consentimiento informado expresa como principio ético el respeto por las
personas y su autonomía, derechos y capacidad para tomar decisiones en
función de la información recibida.
El progreso de la Ética médica hasta hoy es relevante y el surgimiento de una
nueva disciplina en los finales del siglo XX, significó un hito en su
perfeccionamiento. En el libro Fundamentos de la Salud Pública de Toledo
Curbelo y colaboradores, en el capítulo 6, Amaro Cano describe el surgimiento
de una nueva disciplina: la Bioética y explica que hasta finales de la década de
los 60 del pasado siglo XX, la práctica médica estaba universalmente regida
por la ética hipocrática.

“…Los médicos ingleses y los norteamericanos estuvieron también bajo la


égida de esta doctrina, más bien deontológica, hasta que, en especial los
estadounidenses, bajo la influencia de los acontecimientos que se sucedían en
su país, comenzaron a cuestionársela. Ello obedeció a un conjunto de factores
que en el orden económico, social y político desencadenó la crisis de los
valores más importante que ha enfrentado la sociedad norteamericana en los
últimos decenios…”5

Otro elemento primordial que se considera, según la fuente bibliográfica


mencionada, es el gran desarrollo científico técnico alcanzado en el país más
industrializado del mundo, que invadió el quehacer de los profesionales de la
salud, y provocó desafortunadamente en no pocos casos actitudes
deshumanizadas. “…Lo anterior, unido a las abismales disparidades
ocasionadas por el neoliberalismo, puso en evidencia las grandes
contradicciones entre crecimiento económico e inequidades sociales…” (4)

En este contexto, el doctor Van Rensselaer Potter (1971) crea el término y lo


da a conocer con la publicación de su libro: Bioética, puente hacia el futuro. Al
sentirse incomprendido, en el que enfatiza sobre el carácter abarcador de la
bioética acerca de la conducta moral de los hombres ya no solo entre ellos,
sino con respecto a todos los seres vivos, por lo que es imposible reducirla al
campo de los problemas de salud de las personas y desconocer el entorno
ambiental, físico y social en el que viven y se relacionan.

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En 1979, dos filósofos, también norteamericanos, Tom Beauchamp y James
Childress, establecieron el sistema de los cuatro principios de la Bioética: No
maleficencia, Justicia, Autonomía y Beneficencia.
“…El principio de justicia se sustenta en la obligación ética de dar a cada una
de las personas lo que verdaderamente necesita o corresponde, en
consecuencia con lo que se considera correcto y apropiado desde el punto de
vista moral…”6
El tema de los principios éticos médicos es controvertido y controversial, el que
nos ocupa revela estas características en la medida en que su aplicación
consecuente puede suscitar el surgimiento de problemas éticos, que
últimamente se presentan con gran frecuencia en la práctica médica y que
están en relación directa con los adelantos tecnológicos de carácter diagnóstico
y terapéutico. Cuando preguntaba a una joven enfermera sobre su apreciación
de este principio me explicaba: que es muy difícil a la hora de utilizar en la
práctica, pues se trata de percibir: ¿A quién debo beneficiar primero con el
equipamiento técnico? ¿Al paciente que tiene más posibilidades de vivir? ¿Al
paciente más joven cuyo estado puede evolucionar favorablemente? Es muy
difícil me decía esta profesional. “…El alto costo de estos recursos obliga, la
más de las veces, a utilizarlos de manera selectiva y es entonces cuando surge
el conflicto de decidir quiénes deben beneficiarse de ellos y quiénes no…” (5)
La solidaridad humana exige que se preste asistencia y se proteja del
sufrimiento al prójimo aún cuando existan profundas diferencias ideológicas,
religiosas o de cualquier otro tipo entre los individuos, lo cual pudiera muy bien
ser o constituir un punto más de apoyo o sustentación del principio bioético de
la justicia.
La fuente citada manifiesta que el principio de autonomía toma en
consideración, por lo menos, dos vertientes ético-morales fundamentales:
1. El respeto por la autonomía del individuo, que se sustenta,
esencialmente, en el respeto de la capacidad que tienen las personas
para su autodeterminación en relación con las determinadas opciones
individuales de que disponen.
2. Protección de los individuos con deficiencias o disminución de su
autonomía en el que se plantea y exige que todas aquellas personas
que sean vulnerables o dependientes resulten debidamente protegidas
contra cualquier intención de daño o abuso por otras partes.
“…Este principio ha cambiado indiscutiblemente el centro de la toma de
decisiones del médico al paciente y a su vez ha reorientado a la relación del
médico con el enfermo hacia un acto mucho más abierto y más profundamente
franco, en el que se respeta y toma como centro de referencia la dignidad del
paciente como persona…” (5)
El campo de acción de la Bioética es cada vez más enriquecedor y exigente,
porque está estrechamente ligado a lo que significa esencialmente el ser
humano, en su unidad psicológica, biológica y social. Por otro parte para

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asumir estos retos, se demanda de los profesionales de la salud, mayor calidad
en su competencia y en su mejoramiento como seres humanos.
“…En definitiva la autonomía depende de la preservación de la integridad de
las personas, y tanto una como la otra dependen de la integridad del médico,
pudiéndose asegurar que la integridad sin conocimiento es débil e inútil y el
conocimiento sin integridad es peligroso y temible…” (5)
Cuando se habla de la competencia se refiere a la capacidad que tiene el
paciente, para entender y apreciar la información dada durante el proceso de
consentir o de rechazar una propuesta diagnóstica o terapéutica, de entender,
comparar y valorar la información.
Lo abordado hasta aquí, nos hará reflexionar y meditar sobre la trascendental
importancia que tiene que el médico le informe correctamente al paciente, a
través de una comunicación fluida, sistemática, familiar, que exige del
facultativo preparación psicológica, científica, e integral para trasmitir por sobre
todas las cosas con amor, con ética, lo “bueno que gratifica y fortalece” o lo
“malo que nunca deseamos que suceda”.

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Referencias Bibliográficas:

1
Los consejos que Esculapio aportó [en línea] 2004 Octubre 8 [fecha de acceso 24
marzo 2006]; disponible en: URL:
http://uvirtual.sld.cu/actualizacion/showarticle.php?id=45

2
¿Por qué la bioética hoy? [en línea] 2005 ene 18 [fecha de acceso 21 marzo 2006];
disponible en: URL:
http://uvirtual.sld.cu/actualizacion/showarticle.php?id=57
3
PEREZ SANCHEZ, América M y MARTIN LINARES, Xiomara. Educación en
valores en el profesional de Ciencias Médicas. Rev Cubana Salud Pública. [online].
ene.-mar. 2003, vol.29, no.1 [citado 24 Marzo 2006], p.65-72. Disponible en la World
Wide Web: <http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-
34662003000100010&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0864-3466.
4
Investigaciones biomédicas en seres humanos: “¿Ciencia vs. utilidad social?” [en
línea] 2005 junio [fecha de acceso 22 marzo 2006]; disponible en: URL:
http://www.bioetica.org/bioetica/mono30.htm

5
Toledo Curbelo... [y otros] Fundamentos de Salud Pública. La Habana: Editorial
Ciencias Médicas; 2005.
6
Principio de beneficencia: la beneficencia en la atención de la salud [en línea] 2005
dic 20[[fecha de acceso 22 marzo 2006]; disponible en: URL:
http://www.monografias.com/trabajos21/principio-beneficencia/principio-
beneficencia.shtml#princjusticia
1.

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