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Enrique Varsi Rospigliosi
Concepto
Denominación
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Abogado. Dr.iur., Mg., Prof. hon. mult. Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Universidad de Lima y Universidad de San Martín de Porres.
visitas, no es adecuado. Por el contrario se desdice con el objetivo de la
institución que es el estar en contacto y plena comunicación con el menor,
limitándola a un mero estar físico, de allí que sea más conveniente denominarlo
―derecho a mantener las relaciones personales‖ como la tipifica el Código de
familia de Cataluña (artículo 135) y el de Bolivia (artículo 257). Con el criterio
de Zannoni decimos que debe superarse el inconveniente conceptual con una
denominación más real como es el derecho a la adecuada comunicación[1].
En la doctrina comparada se le ha otorgado varias denominaciones como el
derecho de relación, derecho de comunicación y es que si hablamos de
derecho de visitas se alude sólo a un aspecto de las relaciones familiares, el
físico, siendo la institución por demás mucho más amplia. La legislación ha
seguido el mismo sentido, en Argentina se le conoce como derecho a tener
adecuada comunicación (CC., art. 264, inc. 2) o Derecho de comunicación
(como lo consagra su Proyecto), en España, derecho a relacionarse (CC., art.
160), en Alemania, derecho al trato personal del hijo (CC., art. 1634 y 1684).
Nuestro Código civil lo trata como el derecho a conservar las relaciones
personales (art. 422), mientras que el Código de los niños y adolescentes
utiliza la clásica denominación derecho de visitas (art. 88 y ss). Como se ha
detallado, la corriente tanto doctrinaria, jurisprudencial como legislativa viene
reconociendo una nueva denominación el derecho a tener una adecuada
comunicación con el hijo.
Origen
No tiene un origen legal definido, pero su data es larga en las derecho aplicado
ya que nace de la jurisprudencia.
La comunicación integral en las relaciones paterno filiales es un derecho
subjetivo familiar autónomo y típico en la legislación comparada. Sin embargo,
existen Códigos que no la contemplan expresamente, tal es el caso del clásico
Italiano[2] a lo que sus teóricos han sostenido que por la antigüedad del código
no se trató específicamente pues el derecho de relación familiar es nuevo. En
el modernísimo Código brasilero de 2003 tampoco lo regula expresamente,
tratándose el direito de visita --como sostienen sus analistas-- como medida
provisional sustentada en el derecho de compañía de los hijos y es accionada a
través de normas procedimentales (Código de procedimientos civiles, 1638
VII)[3]. Argumenta Diaz Alabart[4] que se trata de una relación tan natural que
trasciende el puro ámbito del derecho positivo encuadrándose en los principios
generales del derecho de la persona y la familia.
Finalidad
Este anhelo de tener trato con los hijos obedece a móviles tan humanos y
respetables, que ni siquiera la culpa en el divorcio puede ser un obstáculo para
que no se le reconozca[6]. La necesidad de mantener la solidaridad e
integración familiar así como proteger los afectos es el fundamento de este
derecho, teniendo como beneficiario al niño y no a los adultos, como se ha
establecido en muchas sentencias judiciales.
Naturaleza jurídica
CARACTERÍSTICA
Titulares
VISITADOS
VISITANTES
3) Familiares directos.- Los padres son los primeros familiares que deben gozar
y llevar a cabo este régimen, obviamente si hablamos de una relación padre-
hijo. Lo que no implica que sean los únicos legitimados ya que puede darse el
caso que sea el hijo quien adquiera la calidad de visitante, si nos referimos a
que el visitado es el padre (mayor de edad, enfermo, entre otros).
Podemos hablar que esos niños crearán una familia alterna (aquella con la que
viven el día a día) y una familia pasajera (la conformada por los padres que de
cuando en vez pueden estar con ellos). En estas situaciones no podemos
impedir que el menor de desvincule de esa familia que lo albergó, es
fundamental que pueda seguir manteniendo vínculos y comunicaciones, su
desarrollo así se lo exige, siendo necesario plantear soluciones legales y
prácticas como lo hacen los códigos de Cataluña[12], España[13] y Francia[14],
de manera extensiva el Proyecto de Código civil de Argentina (2000) trata
exclusivamente de otros beneficiarios en el sentido que justifiquen un interés
afectivo legítimo tiene el derecho de gozar de la comunicación (Artículo 636).
Nuestro Código de los niños y adolescentes indica que ―el régimen de visitas
decretado por el juez podrá extenderse a los parientes hasta el cuarto grado de
consaguinidad y segundo de afinidad, así como a los terceros no parientes
cuando el interés superior del niño o del adolescente así lo justifique‖ (art.90).
El artículo es incongruente. Por un lado permite las visitas a los parientes pero
establece límites al parentesco mientras que por otro reconoce a los no
parientes este derecho sin límite alguno con el menor, la única referencia es
que el mismo sea permitido en interés del visitado. Esta regla, como bien lo
sustenta Chunga Lamonja[15], a pesar de estar sustentada en la buena fe del
legislador a fin de permitir la comunicación del menor con sus seres queridos,
deberá ser modificada en el sentido que se permita el régimen de visitas a los
parientes señalados sin necesidad de que exista un proceso previo, es decir no
referirnos a una extensión de régimen sino a la posibilidad que se viabilice uno
directamente por quien se vea afectado por la falta de relación con un menor, si
el interés superior del niño o adolescente lo amerita. A nivel local, se reconoce
claramente que personas como un padrino, profesor, confesor, niñera o
terceros puedan acceder al régimen comunicacional.
Forma de determinación
- Común acuerdo.- Sin duda el más adecuado, pero no por ello el más usado
(por el contrario), esta forma de establecimiento, incluso, puede ser definido en
un proceso de mediación o conciliación familiar.
Facultades
Casos especiales
16. Tras haber oído a C. el 8 de diciembre de 1993, y a sus padres en una vista
oral celebrada el 15 de diciembre de 1993, el Tribunal de Distrito rechazó, el 17
de diciembre de 1993, la nueva solicitud del demandante de que se le
reconociese el derecho de visita. Al hacerlo, el Tribunal se refirió a su anterior
fallo del 4 de diciembre de 1992 y estableció que no se daban las condiciones
previstas en el artículo 1711 del Código Civil. Asimismo, señaló que la relación
del demandante con la madre del niño era tan tensa que no podía considerarse
que la observancia del régimen de visitas resultase de interés para el bienestar
del niño. Éste conocía las objeciones de su madre respecto del demandante y
las había hecho suyas. Si C. hubiese de estar con el demandante contra la
voluntad de su madre, experimentaría un conflicto de lealtad al que no podría
hacer frente y que afectaría a su bienestar. El Tribunal añadió que carecía de
importancia cuál de los padres fuese responsable de las tensiones; y prestó
particular atención al hecho de que existían tensiones importantes y el riesgo
de que cualquier nuevo contacto con el padre afectase al desarrollo armonioso
del niño en la familia del progenitor custodio. Tras dos largas entrevistas con el
niño, el Tribunal de Distrito llegó a la conclusión de que el desarrollo del menor
correría peligro si el niño hubiese de reanudar el contacto con su padre en
contra de la voluntad de su madre. En esas entrevistas, el niño había llamado a
su padre "asqueroso" o "estúpido", añadiendo que no quería en modo alguno
verlo, y había dicho también: "Mamá siempre dice que Egbert no es mi padre.
Mamá tiene miedo a Egbert".
33. Esas declaraciones del niño eran, según la alegación del demandante,
sumamente importantes, ya que mostraban que la madre predisponía al niño
contra su padre y lo hacía víctima del denominado síndrome de alineación
parental (PAS). Como resultado, el niño rechazaba totalmente cualquier
contacto con su padre. Si en ese momento se hubiese obtenido un informe de
una familia adecuada o un psicólogo infantil, el informe habría puesto de
manifiesto que la madre influenciaba al niño o lo utilizaba contra el padre. Por
esa razón, las decisiones de ambos tribunales de no designar un experto, como
había pedido el demandante y recomendado la Oficina de la Infancia y la
Adolescencia, no sólo constituían una violación de los intereses del padre, sino
también de los del niño, ya que el contacto con el otro padre coincidía con el
mejor interés del niño a medio y largo plazo tanto. 34. Al denegar al padre el
derecho de visitar a su hijo y fallar a favor de la madre, a quien se había
concedido la custodia en exclusiva, los tribunales alemanes, incluido el Tribunal
Constitucional Federal, faltaron al deber constitucional del Estado de proteger a
sus ciudadanos contra las violaciones de sus derechos por individuos
particulares. El Estado está obligado a exigir la observancia de los derechos
humanos en su ordenamiento jurídico interno.
43. El Tribunal recuerda que la noción de familia con arreglo a esa disposición
[artículo 8 del Convenio] no se limita a las relaciones basadas en el matrimonio
y puede abarcar otros lazos de "familia" de facto cuando las partes viven juntas
sin estar casadas. Un niño nacido de tal relación forma parte ipso jure de esa
unidad "familiar" desde el momento de su nacimiento y por el mismo hecho de
ese nacimiento. Así, entre el niño y sus padres existe un vínculo equivalente a
la vida familiar (véase la sentencia del caso Keegan contra Irlanda, de 26 de
mayo de 1994, serie A, nº 290, páginas 18 y 19, párrafo 44). Además, el
Tribunal recuerda que el disfrute mutuo de la compañía recíproca de cada uno
de los padres y del hijo constituye un elemento fundamental de la vida familiar,
aún cuando la relación entre los padres se haya roto, y que las medidas
internas que obstaculicen ese disfrute constituyen una violación del derecho
protegido por el artículo 8 del Convenio.
Por esas razones, el Tribunal: Decide por 13 votos contra 4 que ha habido
violación del artículo 8 del Convenio; Decide por unanimidad que ha habido
violación del artículo 14 considerado conjuntamente con el artículo 8 del
Convenio; Decide por 13 votos contra 4 que ha habido violación del párrafo 1
del artículo 6 del Convenio; Decide por unanimidad a) que el Estado
demandado ha de pagar al demandante, en el plazo de tres meses, junto con
cualquier impuesto sobre el valor añadido que pudiese aplicarse: i) 35.000
(treinta y cinco mil) marcos alemanes como resarcimiento de daños no
pecuniarios; ii) 12.584 (doce mil quinientos ochenta y cuatro) marcos alemanes
y 26 (veinteséis) pfennig en concepto de costas y gastos; b) que se pagará un
interés simple a un tipo anual del 4 por ciento desde que expire el plazo de tres
meses mencionado hasta que se efectúe la liquidación; Desestima por
unanimidad el resto de la reclamación de justa satisfacción del demandante.‖
Bibliografía