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SINTESIS DE LOS ELEMENTOS PRINCIPALES PARA DEFINIR

UN NUEVO PENSAMIENTO

INTRODUCCION:

SITUACIÓN GENERAL
Con el derrumbe del sistema socialista en Europa comenzó a desarrollarse una nueva era de la historia
político-social de la humanidad, caracterizada por la existencia de un sistema de dominación unipolar por parte de
las potencias mundiales y en la que el imperialismo norteamericano se alza como la fuerza hegemónica más
importante, que obliga a los países de América Latina a transitar por una vía de desarrollo capitalista, a través de la
aplicación del modelo neoliberal. Este necesariamente implica poner las economías nacionales en función de las
necesidades y demandas del mercado internacional, mediante el sacrificio de los intereses nacionales, legitimando
el indiscriminado saqueo de las riquezas fundamentales y aumentando cada vez más la dependencia, con la
consiguiente pérdida de identidad y soberanía de nuestros pueblos, dejando como único saldo un incremento
sistemático y progresivo de la explotación, marginalidad y miseria.
Los graves problemas de la sociedad chilena forman parte de la realidad que viven los pueblos de América,
como resultado de su desarrollo capitalista. Esto se agrava en el contexto del nuevo orden internacional en el cual,
al no existir el sistema socialista, se estimula un avance sin freno de las fuerzas más reaccionarias, dejando al
movimiento revolucionario sin referente y perdiendo todo un potencial de ayuda política, ideológica y material lo
que contribuye a su retroceso. Asimismo, incide en la neutralización del movimiento popular y el quiebre
ideológico de las fuerzas de izquierda las que llevan a cabo una lenta recomposición a través de proyectos
renovadores que las alejan cada vez más de los sentimientos e intereses de las grandes mayorías. El movimiento
revolucionario se encuentra disperso y debilitado, intentando recomponerse a través de una profunda reflexión que
permita descubrir, al calor de sus propias realidades, nuevos caminos que posibiliten abrir paso a sus estrategias
transformadoras.
Independientemente de su desarrollo y sus pretendidas intencionalidades de una redistribución más justa y
equitativa de la riqueza, el sistema actual es incapaz de dar solución a las demandas y reivindicaciones populares.
La salida a la grave situación que viven nuestros pueblos pasa por la existencia de un nuevo orden internacional en
que los intereses nacionales y regionales estén en primer lugar y formen parte de una causa común política y
económica. Esto sólo será posible como el resultado de un profundo y radical cambio estructural del sistema
imperante, mediante una revolución social que abra paso a un nuevo orden que incorpore las enseñanzas y
experiencias de la construcción socialista, rescatando su esencia, como sistema justo y en que el pueblo sea digno
de su condición humana y verdadero dueño de sus destinos.
El camino de la transformación social hacia la nueva sociedad deberá enfrentar la resistencia de las clases
dominantes y el imperio que, a cualquier precio, están dispuestas a defender los privilegios alcanzados por años de
explotación, los que se encuentran protegidos por una institucionalidad que impide a los sectores populares ocupar
espacios que le permitan lograr cambios de fondo dentro de su legalidad. Por tanto, el carácter de este proceso en
nuestro continente sólo es posible concebirlo en medio de una constante y creciente confrontación entre las fuerzas
que defienden los intereses del capital y del imperio con las de un pueblo que aspira a su liberación. En su
desarrollo, tal enfrentamiento -y fruto de sus propias contradicciones- se irá agudizando y asumirá la violencia
como el medio principal, llegando a transformarse inevitablemente en lucha armada como expresión más alta y
aguda del desarrollo de la lucha de clases en un escenario en que los espacios de contienda tradicional se habrán
agotado, y quedando como el único camino para desplazar a las clases dominantes y construir una nueva
democracia sustentada en un poder representado por un protagonismo popular real, surgido desde sus bases y
ejercido a través de sus propias organizaciones.
El éxito de nuestra lucha, y su posterior consolidación desde el punto de vista internacional, está
íntimamente vinculado a los intereses y destinos de América, con cuyos pueblos compartimos una historia política
y cultural común. Por tanto tiene un carácter latinoamericanista y se inscribe dentro de una estrategia continental.
En lo nacional, pasa por la existencia de una correlación de fuerzas favorables al cambio social, construidas en
torno a un proyecto revolucionario. El logro de esta correlación tiene como base un proceso de acumulación de
fuerzas desarrollado a partir de concebir al pueblo como el sujeto principal de los cambios, el que en medio de una
lucha desarrollada bajo múltiples formas, reconoce el poder de su fuerza y asume plena conciencia de que la
solución definitiva a sus demandas pasa necesariamente por resolver el problema del poder.
El pensamiento del FPMR tiene como fundamento ideológico la concepción materialista de la sociedad,
asumiendo la teoría del marxismo leninismo, el principal instrumento de análisis, y el Rodriguismo como una
experiencia de lucha concreta desarrollada en los últimos años. Sus fundamentos políticos están determinados por
la necesidad del cambio social orientados a la toma del poder y la construcción de la nueva sociedad. Este
pensamiento, surge como respuesta a una realidad de años de explotación capitalista, que ha sumido al país en el
subdesarrollo y la dependencia, lo que ha conducido a un enriquecimiento de una minoría nacional íntimamente
vínculada a los voraces intereses extranjeros dejando como saldo un reino de injusticia y desigualdad que ha
arrasado el patrimonio de todos los chilenos. Esta historia se ha construido sobre la sangre de nuestro pueblo, que
tenazmente ha luchado -bajo distintas formas- por alcanzar y construir una auténtica democracia que recupere y
proteja sus derechos perdidos. Esta larga lucha, marcada por éxitos y fracasos, avances y retrocesos, ha permitido
acumular y recoger grandes enseñanzas y experiencias, cuyo principal capital se encuentra vinculado a la decisión
y voluntad de lucha, demostrativas de patriotismo, dignidad, rebeldia y esperanza. Aspectos comunes y que se
encuentran presentes en los hechos decisivos de nuestra historia, independientemente de los objetivos que los
motivaron, son la gesta por la independencia, la conquista del gobierno popular y la resistencia a la dictadura
resultan evidentes.
El FPMR constituye el instrumento político que, sumado a otras fuerzas, tiene la responsabilidad de
contribuir a la organización, preparación y conducción del pueblo en la perspectiva de transformarse en la fuerza
capaz de conquistar y defender sus objetivos libertarios. Su fuerza se sustentará en estrechos vínculos con los más
diversos sectores, en particular con aquellos que con su trabajo constituyen la fuente principal de la riqueza y que
producto de los resultados de las políticas del sistema están excluidos de sus beneficios.

CARÁCTER DE LA ETAPA

CHILE EN EL CONTEXTO DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL


Con el traspaso del gobierno militar a uno civil, se abrió una nueva etapa en la vida política chilena, cuya
característica principal es la participación e incorporación de los partidos políticos a la administración del modelo,
mediante la puesta en práctica del proceso de institucionalización iniciado por la dictadura y legalizado mediante la
Constitución de 1980. Lo que ayer se construyó bajo un gobierno dictatorial, hoy se desarrolla plenamente bajo un
gobierno civil derechista y en condiciones de una democracia burguesa fiscalizada y controlada por las FF.AA.
Estas nuevas formas de la administración han permitido la legitimación y profundización del sistema,
mediante una estabilidad política basada en los consensos, el diálogo y la negociación, entre las cúpulas partidistas,
los empresarios, las FF.AA y organizaciones de trabajadores y sociales con orientación oficial. Estos parámetros
han permitido a ambos gobiernos de la Concertación maniobrar con relativo éxito ante las urgentes y permanentes
demandas de los distintos sectores sociales, así como en materias de orden institucional.
Esta etapa tiene como rasgo característico la consolidación y profundización del modelo neoliberal,
independientemente de la composición política que pudieran tener futuros gobiernos, ya que los objetivos estarán
orientados a lograr una mejor administración de éste en la perspectiva de abrir paso a una nueva fase de la
trasnacionalización de la economía para resguardar las medidas económicas de los vaivenes y fluctuaciones de la
coyuntura interna y las decisiones de los gobiernos de turno, a largo plazo. Los esfuerzos se orientan a poner a
Chile a la cabeza de una integración monopólica del continente, a través de la búsqueda y materialización de
acuerdos de libre comercio bilaterales y multilaterales (NAFTA, MERCOSUR, del Pacífico y otros). Para la
implementación de esta nueva fase, Chile cuenta con grados de estabilidad económica, política y de consenso de
las clases dominantes que lo trasforman en uno de los mercados más sólidos, seguros y atractivos para la inversión
extranjera. Esta estabilidad está determinada por una serie de índices macroeconómicos, que hablan de constante
crecimiento y desarrollo los cuales están lejos de convertirse en un beneficio que eleve los niveles de vida de la
mayoría de la población. La distribución de los ingresos demuestra que un 20 por ciento percibe el 60 por ciento, y
el 40 por ciento restante del ingreso debe ser repartido por el 80 por ciento de los chilenos. Las consecuencias de
esta distribución afectan fundamentalmente las condiciones de vida de los sectores populares, sobre los que se
acentúan los niveles de explotación y marginación política, económica y social.
Estos factores forman parte de las condiciones objetivas sobre las cuales se generan los conflictos sociales,
los que se expresan en forma aislada y espontánea, en el marco de la lucha reivindicativa, sin coherencia entre
organización social y organización política y en que la presión popular obliga a las cúpulas sindicales a conducir el
descontento, las que lo canalizan contra el sector empresarial, tratando de liberar al gobierno y las fuerzas políticas
que lo componen de sus responsabilidades.
Las organizaciones políticas de izquierda intentan la disputa en la conducción de las luchas por los
intereses de las mayorías pero al estar bloqueadas por el sistema y por la dispersión ideológica, política y orgánica
en que se encuentran no logran articular una alternativa coherente. El movimiento revolucionario, fruto de su
propio desarrollo, no está en condiciones ni en capacidad de jugar un rol que le permita a corto plazo transformarse
en una alternativa.
La voluntad y decisión política del actual gobierno pasa por impedir que las expresiones de descontento
popular transiten por un camino que ponga en riesgo su estabilidad y que afecten su imagen internacional e intenta
el desarrollo de políticas destinadas a demostrar una voluntad y decisión de “humanizar el modelo”, apelando a la
conciencia social y moral de la sociedad.
Las fuerzas opositoras de derecha que durante el primer gobierno de la Concertación hicieron suya la
política de los consensos, hoy asumen un rol más ofensivo en la perspectiva de levantarse como alternativa de
gobierno, lo que abrirá nuevos frentes de contradicción a la administración de turno que ya no podrá negociarlo
todo con la misma facilidad de antes. De acuerdo a las normas constitucionales, las FF.AA. mantendrán los
espacios de poder como gendarmes de la democracia y siendo en los hechos un poder paralelo.
De esta forma, la profundización del modelo económico va haciendo cada vez más evidente la
contradiccion entre desarrollo económico y justicia social, en que a mayor desarrollo los niveles de desigualdad
crecen. Esta contradicción constituye la base sobre la cual se ordenan y ubican la fuerzas políticas y sociales, lo
que se traduce en distintos proyectos que, por un lado, apuntan a dar soluciones dentro del modelo y, por otro, a
condición de su transformación.
NUESTRA LUCHA
Nuestra lucha hoy debe responder a los anhelos de las grandes masas populares interesadas en el progreso
social y en donde el rodriguismo, como una experiencia concreta de lucha, debe transformarse en el instrumento
político que constribuya, en conjunto con otras fuerzas, a impulsar y estimular las lucha del pueblo por sus justas
reinvindicaciones.
Los fundamentos políticos están determinados por la existencia de un gobierno que representa y administra
los intereses de la clase explotadora, ante lo cual es preciso abrir espacios hacia una democratización de la vida
nacional que permita y garantice la expresión de los sectores mayoritarios de la población por sus exigencias de
alcanzar condiciones dignas de vida, mediante una distribución equitativa de la riqueza y por la defensa del
patrimomonio nacional. Éste constituye el punto de partida, mediante el cual se irán creando las condiciones
políticas, organizativas e ideológicas para avanzar en la conformación de una fuerza política y social capaz de
levantarse con un proyecto propio y alternativo.
El carácter de nuestra lucha actual se sustenta en la necesidad de reorganizar al Frente y consolidarlo como
un referente político indiscutible que le permita -a través de su incidencia social- enfrentar con decisión las
políticas gubernamentales, impulsando y estimulando las reinvindicaciones populares mediante exigencias de
justicia por las violaciones a los derechos humanos, salarios justos, trabajo, salud, vivienda y de respeto a la vida.
Esto constituye un paso necesario que permite elevar los niveles de organización del pueblo y con ello la toma de
conciencia de que la lucha por mejoras económicas no es suficiente para la solución definitiva de sus demandas y
por tanto, el problema principal no depende de la política económica de tal o cual gobierno, sino de los intereses
políticos que éste representa a la hora de distribuir la riqueza.
El problema de la distribución de la riqueza, por tanto, constituye el asunto principal sobre el cual se
desarrollan las contradicciones. El papel de las fuerzas políticas estará dado por la toma de partido (de posición
ideológica) en la defensa o en el cuestionamiento del modelo neoliberal como el sistema que permite o no una
justa distribución. En este contexto, el rol de la izquierda “extraparlamentaria” será determinante, ya que es la
única que está en condiciones de generar un consenso que amplíe el movimiento político-social, incorporando a
todos aquellos sectores que bajo distintas ópticas y proyectos cuestionan el modelo. Sin embargo, será al calor de
la práctica concreta donde se perfilará la unidad de las fuerzas políticas, como condición para proyectar al
movimiento social en objetivos superiores.
Nuestra lucha está orientada a la exigencia de justicia social y al término de la impunidad, por tanto, pasa
por enfrentar en todos los terrenos las políticas que emanan de aquellas fuerzas que representan y constituyen el
sustento político e ideológico del sistema conformadas por el gobierno, la derecha y el empresariado e
implementadas a través de los instituciones como las FF.AA., el Congreso Nacional, los ministerios, municipios,
aparato judicial y policial. El éxito de esta lucha depende del grado de organización y protagonismo que alcancen
las masas, constituyéndose los trabajadores en la fuerza principal que, junto a otros sectores como los pobladores,
estudiantes, campesinado, pequeños comerciantes, intelectuales y profesionales, coordinen sus fuerzas en contra de
las políticas del modelo. Nuestra política para la presente etapa tiene como base el desarrollo de una profunda y
amplia relación con las masas, mediante la participación activa en la labor de los disitintos sujetos, como única
forma de contribuir a su organización y preparación que permita potenciar sus luchas.
Este proceso de acumulación de fuerzas pasa en primer lugar por la transformación del Frente en el
instrumento político que, en conjunto con otras fuerzas, encabecen y conduzcan la lucha de nuestro pueblo. Para
esto se requiere de un esfuerzo mayor de los dirigentes políticos por superar prejuicios contraídos en visiones
distintas de la historia reciente del pueblo chileno y ponernos al servicio de sus luchas, sus demandas y
motivaciones, superando desviaciones hegemónicas, reformistas y voluntariosas que mantienen disperso el
patrimonio de lucha de nuestro pueblo.
Para el Frente su paso inmediato será lograr una calidad distinta en sus bases de sustentación políticas,
orgánicas e ideológicas, como un cambio estratégico para una nueva implementación que se exprese en la inserción
política en el acontecer nacional.

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