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Unidad # 2 Profecía e instituciones israelitas.

- La ley y el sacerdocio.
- El culto.
- La monarquía.
- La religión de Israel: escatología, doctrina social y moral y el
monoteísmo ético.

Como hemos visto la profecía era un fenómeno carismático en Israel, pero para
entender su significado histórico en la religión israelita es necesario ver la
relación de este fenómeno con las instituciones no carismáticas de Israel.

La Ley y el sacerdocio:
A pesar que Jeremías y Ezequiel eran sacerdotes, se ha mantenido la
convicción que profecía y sacerdocio eran opuestos, al menos en el periodo
preexílico.

En el exilio y postexilio la profecía prestó atención al culto y a la ley por el


énfasis del judaísmo posterior a estas instituciones.

En Israel se distinguió siempre entre las funciones del sacerdote y las del
profeta, sin embargo estas funciones algunas veces eran coincidentes.
Ej: En Jeremías 18:18 se habla de la “Ley” (tôrâ) del sacerdote, del consejo
(cēsâ) (con tsade) del sabio y de la palabra (dābār) del profeta.

Estas tres categorías transmitían sus enseñanzas en forma diferentes (el


sacerdote mediante una tradición institucional, el sabio según una tradición
profesional y el profeta en una proclamación carismática)
Pera cada uno a su manera perseguía un objetivo común.

Cuando el profeta condenaba el sacerdocio, no era por lo que enseñaban los


sacerdotes, sino por lo que dejaban de enseñar. De esta misma forma
condenaba a los falsos profetas.

La oposición entre profetismo y sacerdocio está dada por dos factores:


Primero: el primer factor es la convicción que tenemos sobre el desarrollo
tardío de la Ley en Israel, significando el triunfo de una religión formalista sobre
otra actitud más espiritual. (La Ley alcanzó su máximo desarrollo en el exilio y
postexilio)

Segundo: Otro factor era la perspectiva incorrecta con que se enfocaba la


religión de los profetas en relación con la religión oficial de Israel.
Siempre hubo algunas diferencias entre actitudes e intereses de la religión
profética y la sacerdotal, pero se trataba de actitudes, no de religiones
diferentes.
En definitiva el sacerdocio llevaba la misma labor que la profecía, transmitía la
voluntad moral del Dios de Israel.

El sacerdocio lo hacía mediante la transmisión de una Ley religiosa conservada


en los santuarios, los profetas lo hacían comunicando la Palabra viva.
El problema parte de la misma naturaleza de la profecía, la cual depende de su
autoridad, de su comunicación de la Palabra de Dios y no de otra autoridad
anterior. Pero la doctrina profética está siempre de acuerdo con la Ley.
(Ej: Amós depende mucho del Deuteronomio y Éxodo y Oseas conecta la ley
de Yahvé con la alianza y aunque no dice que esa alianza es la del Sinaí, la
relaciona con el Éxodo)

El A.T se transmitió a través de diferentes corriente de tradición, las cuales se


han influido entre sí, pero sin llegar a asimilarse.
La tradición profética no debe minimizar a las otras, las cuales estaban al
servicio de sus propias verdades, sin contradecir las verdades proclamadas por
la profecía.

El Culto:
El problema respecto a la relación de los profetas con el culto israelita surge de
igual forma al anterior con los profetas preexílicos.

Aunque los profetas preexílico no eran cultuales, estaban relacionados con el


culto. Para ellos el culto era tan fundamental como el resto de las tradiciones
israelitas.

Aceptaban el culto, aunque esta aceptación no fuera absoluta, pues nada


quedaba fuera de crítica mediante sus visiones proféticas.
Ellos se sentían llamados a pronunciar juicios sobre el culto y juzgarlo, pero
esto no quiere decir que lo rechazaran, como tampoco rechazaron al
sacerdocio, la alianza, la elección y la misma profecía, cosas sobre las cuales
pronunciaron juicio.

Existen afirmaciones por parte de los profetas preexílicos que dejan ver su
oposición radical a los sacrificios de animales, juzgándolos como indignos para
dar culto a Yahvé, posiblemente porque se tratara de algo copiado de los
cananeos. (Am. 5:21-27; Os. 6:6; Jer. 7:21-23; Is. 1:12-17)

A ellos no les preocupaba la cuestión del sacrificio como tal. La oposición va


dirigida a los sacrificios realizados en los santuarios por individuos que
practicaban un sacramentalismo vacío de sentido.

Según Oseas el amor y no el sacrificio es lo que manda Dios, dejando ver que
sin amor, no puede haber un verdadero sacrificio.

Isaías muestra que Yahvé rechazaba la oración, junto con los sacrificios, el
incienso, las grandes solemnidades y los días festivos (por causa de la mala
actitud del pueblo)

La actitud profética ante el culto, era la misma que ante cualquier otra cosa: las
formas eran siempre secundarias con respecto a las realidades que significan.
Cuando las formas ya no significan nada, se hacían merecedoras de
condenación.
La monarquía:
Respecto a la monarquía la actitud profética se caracteriza por una
preocupación hacia las realidades espirituales y una falta de interés por las
formas como tales.

La relación entre profecía y monarquía es importante por varias razones:


- La influencia de la monarquía en la doctrina mesiánica de los profetas.
- La profecía y la monarquía coincidieron desde el punto de vista
temporal.
- La época de la monarquía fue también la edad de la profecía clásica.
- En la historia de la salvación existen conexiones más íntimas entre
ambas instituciones.

La monarquía fue un estímulo para la profecía, introduciendo un nuevo


concepto de las relaciones de Israel con Yahvé, lo cual se vió sometido a
constante revisiones por parte de los profetas.

La aspiración popular de tener un rey, vió en Saúl al enviado del cielo para
poner fin al lamento de Israel.

El profetismo presidió el paso hacia la monarquía, esa fue la razón para que
Israel la aceptara. (Tiempos anteriores Abimelek quiso ser rey esto desagradó
al pueblo)

El traspaso de Saúl a David, estabilizó la monarquía. (Cosa que Saúl nunca


hubiera logrado)

La profecía intervino en fundar una institución que solo demostró sentimientos


muy tibios y que hubiera preferido nunca llegara a existir.

El movimiento profético nunca encabezó alguna acción para sustituir la


monarquía por otro sistema de gobierno.
No existe indicios que la tradición profética tuviera gusto o talento para la
política.
Cuando los profetas intervenían en estos asuntos lo mismo se equivocaban
que acertaban.

(Ej: Natan aprueba la elección de Salomón en lugar de Adonías, lo hace solo


para manifestar la voluntad de Yahvé.
La sublevación de Jeroboam contra la dinastía davídica tuvo la bendición
profética, pero más tarde Jeroboam sería rechazado por este mismo profeta.
La intervención profética que puso fin a la dinastía de Omri, la reemplazó por
otra que fue peor)

La intervención profética en intrigas política tiene más de fracaso que de éxito.


La función de la profecía consistió en formar la conciencia de un pueblo, no en
dictar su política.

Los profetas no desearon la instauración de la monarquía, pero si se


preocuparon porque esta se ajustara a la voluntad de Yahvé. Insistían en la
obediencia a la alianza.

De esta forma se nos presenta a Elías que enfrenta a Acab por desobedecer,
quien casándose con una fenicia, esta mujer lo indujo a imitar a los reyes del
oriente y no a los israelitas.

(Seaías contra Roboam, Jehú contra Basa, Isaías contra Acaz o Ezequías,
Jeremías contra los últimos reyes de Judá)

La doctrina mesiánica delos profetas encaja en el esquema de su actitud hacia


la monarquía.
El mesianismo de los profetas preexílicos se apoya en las premisas religiosas
que presentan los Salmos reales (oráculos a la casa de David)
Los salmistas despliegan un entusiasmo por la realeza representada en el
Ungido de Yahvé.

Isaías es uno de los que más se acerca en su profecía referente a la realeza


davídica.

La profecía exílica apenas insiste en el mesianismo real. El Mesías (māšîah)


“ungido” es visto por el Deutero Isaías como Ciro rey de Persia.
Para ellos queda claro que el único redentor de Israel es Yahvé. En el periodo
postexílico el mesianismo davídico vuelve a tener auge.

Los profetas nunca negaron la importancia del mesianismo davídico, pero esto
no formó parte de sus ideas dominantes. Ellos reconocían el mesianismo en el
plan salvífico de Yahvé.

Aunque los profetas no eran partidarios de la realeza, reconocieron lo dicho por


los antiguos sobre el destino de la dinastía davídica.

Los profetas se anticiparon de manera admirable a la actitud que el mismo


Jesús adoptaría ante el mesianismo real. Para Jesús el mesianismo real era un
simple detalle, por lo que prefirió identificarse con otras figuras que expresaban
el cumplimiento que venía a dar a la esperanza de Israel.

¿Cuántas veces leemos en los Evangelios que Jesús así mismo se llamara
“Hijo de David”?

La religión de Israel:
Este es el último aspecto sobre la relación de la profecía con las instituciones
de Israel.
Escatología:
El mesianismo es una faceta de la escatología.

Entendemos por escatología la convicción que el pueblo de Israel tenía de ser


el pueblo elegido, que le correspondía desempeñar un papel en la obra de
juicio y poder que Dios lleva a cabo en el universo.

La escatología de los profetas era de hecho histórica. (Esta distinción tiene


gran relevancia para nosotros hoy, con la escatología que nos ha aportado la
revelación del N.T)

Lo que importa es reconocer la naturaleza histórica de la escatología, en la


concepción bíblica del tiempo, que a veces se ha estimado como lineal en
oposición a la concepción cíclica asociada a otra forma de pensamiento.

Los autores bíblicos nunca entendieron el tiempo como un esquema


determinista, sino como una serie de momentos que se iban llenando de
acontecimientos claramente queridos.

El nabí no ve la historia como un mapa desplegado ante si para predecir el


futuro, la concepción hebrea del tiempo se opone a tal interpretación de la
profecía.

Los profetas creían en la elección de Israel, pero la elección tenía sus propios
riesgos, como la tentación de complacencia por sus ventajas o la
despreocupación acerca de sus fundamentos.
Para los profetas Israel no había sido elegido para su propio provecho, sino
para el servicio de Dios.

Los profetas insisten en la tradición de la alianza mosaica, que era


condicionada, en vez de aludir a la alianza de los patriarcas o David. En la
alianza mosaica era evidente el carácter moral de la elección.

El tema del juicio era una idea escatológica espiritualizada en la enseñanza


profética.
El día de Yahvé que Amós mencionaba está sujeto a diversas interpretaciones,
para Amós representaba el triunfo de Yahvé sobre sus enemigos.

Para algún profeta preexílico el día de Yahvé significaba el fin de los pueblos
opuestos al pueblo de Dios.

En la escatología popular este día significaba el momento que Yahvé ajustaría


cuenta con sus enemigos, mientras que su pueblo saldría triunfante.

La profecía aceptó la escatología pero dejando bien claro a la luz de la ley


moral que ese pueblo no era el Israel de la carne, sino el Israel del espíritu.
Esta interpretación perduró en la profecía postexílica, donde deja claro que el
juicio de Yahvé no se desarrolla entre Israel y los demás pueblos, sino entre los
justos y los malvados. (Mal. 3:13-21)
Doctrina social y moral de los profetas:
Por la insistencia de los profetas clásicos preexílicos en la moral social, le
dieron el apelativo de “profetas sociales”.

El mensaje social es parte de las funciones del profeta, ellos actuaban como
conciencia de su pueblo.

Las virtudes que tenía el pueblo como la elección y la alianza eran objeto de
violaciones por parte del pueblo, los profetas daban su mensaje ya conocido,
limitándose a recordarles el llamado a la moral.

Esta insistencia origina un tema que pasa a ser algo muy serio y llega a la
doctrina neotestamentaria del Reino de Dios, y es el tema de “los pobres de
Yahvé” (canāwîm) aquellos que solo por la gracia de Yahvé podrán levantar
cabeza.

Monoteísmo ético:
Se le llama monoteísmo ético al descubrimiento más importante realizado por
los profetas: Que el Dios de Israel tenía una voluntad moral y que solamente se
le podía honrar mediante el cumplimiento de esa voluntad.

El monoteísmo teórico aparece tarde en Israel (época del exilio)


Los profetas preexílicos tenían un monoteísmo práctico o dinámico, era un
monoteísmo existencial

Este tipo de monoteísmo es igual al que se encontraba en las antiguas


tradiciones israelitas, que enlazan con los relatos patriarcales.

La transmisión de los escritos proféticos solo tiene sentido y son aceptados por
el pueblo que reconocía en ellos la palabra de un Dios que era también el Dios
en que ellos creían, a pesar de lo difícil que le era poner en práctica las
palabras que le era comunicada.

Los escritos de los profetas clásicos no son el producto de una secta proscrita,
sino una herencia religiosa de Israel.

Los profetas no iniciaron una política para sustituir las instituciones caducadas
por otras mejores, no actuaron de forma reaccionarias, pero tampoco sugirieron
ningún plan armonizar la vida israelita con los ideales antiguos de Israel.

Los políticos de Judá e Israel trataban de hallar un medio para que sus
pequeños países subsistieran en un mar de potencias políticas.
Los profetas no les daban ninguna esperanza con sus reiteradas condenas por
causa de las alianzas políticas que ellos hacían, las cuales eran vista por los
profetas como una traición al Dios de la alianza de Israel.

Por esta causa los profetas fueron acusados e incomprendidos, como el caso
de Jeremías.
Los profetas no eran moralistas, no políticos, simplemente eran profetas y su
misión era revelar la mente de Dios.

La tragedia de Israel no consistió en que los profetas dieran al pueblo menos


de lo que podían darle, sino en que Israel tenía a unos sacerdotes que no
conocían a Dios, ni su ley; tenían unos gobernantes que instituían sus leyes sin
contar con Dios y un pueblo que se negaba a escuchar a los profetas.

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