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FACULTAD DE TEOLOGÍA

“LA LLEVARÉ AL DESIERTO


Y LE HABLARÉ AL CORAZÓN”

Aproximación teológico-pastoral al quehacer profético de Oseas.

CURSO
Profetas

ESTUDIANTE
Pedro Velazco Berríos

1
I. INTRODUCCIÓN.

El quehacer profético de Oseas tiene mucho que decirle al hombre y mujer de hoy. Oseas
vivió comprometido con la lucha por la justicia y denunció toda idolatría que desfigura el rostro de
YHWH. La cananeización de la fe yavista, en tiempos del profeta, desvinculó el culto y la el
cumplimiento de la Alianza en la realización de la justicia. Oseas se comprometió con aquellos que
se hallaban arrasados por la codicia, sus impulsos y pasiones. Para los hombres y mujeres de hoy
resulta significativo redescubrir la figura de Oseas, con ello se descubrirá el curioso cambio del ser
humano debido al cambio de perspectiva de Dios, propugnado por el profeta.
El presente trabajo es una aproximación teológico-pastoral al mensaje profético de Oseas.
Para ello, se ha estructurado en cuatro partes: En el primer apartado, analizaremos el contexto
histórico, político, social, cultural y religioso del Reino de Israel para comprender las circunstancias
que rodearon el ministerio profético de Oseas. El segundo acápite, es una aproximación a la
persona del profeta Oseas, en esta sección haremos una breve exposición de los principales rasgos
de su personalidad, a partir de sus textos y de la bibliografía pertinente. La tercera parte, es un
análisis de los principales acentos teológicos del quehacer profético de Oseas en relación con la
contaminación del culto yavista, la concepción de la relación de YHWH con su pueblo, el
compromiso con la justicia, entre otros. Finalmente la cuarta sección es una propuesta de
actualización del mensaje de Oseas, desde una perspectiva pastoral; asimismo, se analizará cómo
sus acentos teológicos son elocuentes hoy en día.

II. CONTEXTO EPOCAL DEL PROFETA OSEAS.

Para comprender a los profetas del siglo VIII a.C., entre ellos a Oseas, es conveniente
presentar algunos aspectos relevantes respecto a su contexto: el desarrollo económico en tiempo
de Jeroboam II, la inestabilidad política (pugnas entre asiriófilos y egiptófilos), la guerra siro-
efraimita y la crisis religiosa en Israel.
En el año 931 aC. el reino de Salomón se dividió en dos: reino del Norte (Israel) con capital
Samaria y el reino del Sur (Judá) con capital Jerusalén (1Re 12); este cisma ocasionó que la actividad
política y militar se focalizara en las luchas entre ambos reinos. Posteriormente, con la dinastía de
Omrí (inicios del s.IX a.C.) Israel adquirió un relativo peso internacional: mantuvo guerras
continuas con Damasco, entabló alianza con los cananeos (matrimonio Ajaz con Jezabel, hija del
rey de Tiro) y estableció alianza con Judá.
La política de Omrí mantuvo la coexistencia entre israelitas y cananeos en el reino del
Norte, con predominio de los segundos. No obstante, el golpe de estado de Jehú (841 aC.),
impulsado por los nebiim, impuso la corriente israelita de modo sangriento; lo cual significó la
finalización de las alianzas y, colateralmente, el empoderamiento de Damasco que controló la
Transjordania. En este periodo de tiempo, no hubo problemas con los sirios, que ocuparon su
atención en protegerse del imperio asirio. La amenaza se hizo grave cuando Teglatfalasar III subió
al trono en el 745 a.C.1

1 José Abrego de Lacy, Los libros proféticos (Navarra: Ed. Verbo Divino, 1993), 50-51
2
La ausencia de la amenaza asiria hizo posible una situación de mejoría económica en Israel
debido a la relativa paz y el intercambio comercial de esos años. Sin embargo, este desarrollo no
fue equitativo y produjo una fuerte desigualdad en Israel que se manifestó en: desviaciones de la
administración de justicia, opresión de los marginados, abusos en el comercio, etc. males que
fueron denunciados por los profetas. La progresiva cananeización de la religión también fue
denunciada. Esta comprensión ritualista de la relación con YHWH se desvinculó de la realización
de la justicia, y separó la Alianza de la concepción de elección divina del pueblo.2
A la muerte de Jeroboán II, Israel se caracterizó por una gran inestabilidad política: en
menos de quince años se sucedieron cinco reyes (Zacarías, Salún, Menajén, Pecajías y Pecaj). Oseas
denunció estas conjuras y falta de lealtad (Os 8,4). Lo más grave fue que los sucesivos asesinatos y
golpes de estados se debieron a la división en Israel respecto a la política extranjera, en especial su
relación con Asiria.
Se evidenciaron dos posturas: los asiriófilos, quienes preferían someterse a Asiria, pagando
impuestos; y los egiptófilos, que confiaban en la fuerza del ejército de Israel y de la virtual alianza
con Egipto (Os 7,11). La cuestión de las alianzas debilitó al pueblo de Israel; no es extraño que en
este ambiente Oseas se haya servido del concepto Alianza para su predicación reenfocándolo como
alianza matrimonial con el Señor. Una alianza militar costaba su precio, pecuniario pero también
religioso (aceptación de ritos y prescripciones religiosas del aliado).3
El imperio asirio se consolidó generando temor entre sus vecinos, Rasín de Damasco y
Pecaj de Israel intentaron aliarse con los reinos vecinos para enfrentar a Asiria. Sin embargo, Acaz
de Judá se negó a ello; con esta decisión Pecaj y Rasín invadieron Judá en el 734 aC. con la intención
de derrocar a Acaz. El rey de Judá se defendió y, contra la opinión de Isaías, pidió la ayuda a Asiria
para defenderse. La incursión asiria no se hizo esperar y borró de la escena política al reino de
Damasco en el 732 a.C. Si bien Israel se logró salvar gracias al pago de tributos al imperio; en la
siguiente rebelión contra Asiria fue derrocado y destruido (722 a.C.).
La crisis religiosa en Israel se vinculó con la desigualdad social ya que los israelitas
debilitaron su fe en YHWH, Dios liberador, y orientaron su culto a la adoración de otras
divinidades. Esta situación se relacionó con la brecha social entre ricos y pobres “Los poderosos
servía a tres dioses: el afán de poder, el ansia de tener, y el deseo de aparentar. Los pobres sufrían
en silencio la crueldad de los ricos y buscaban consuelo en la religión que por desgracia hablaba de
un dios impasible ante el dolor humano y exigía un culto pomposo.”4
La crisis religiosa tuvo su origen en el comportamiento religioso de Jeroboam II, que
construyó dos becerros de oro y reedificó los santuarios de Betel y Dan para evitar las
peregrinaciones al Templo de Jerusalén (1Re 12,28)5 En estos santuarios floreció la prostitución
sagrada y sus ritos orgiásticos, lo cual fue común para las sociedades agrícolas que veían en la
fertilidad una de las principales manifestaciones de la divinidad.6

2 Francesc Ramis, Qué se sabe de los profetas (Pamplona: Ed. Verbo Divino, 2010), 47-48
3 Francesc Ramis, Qué se sabe de los profetas, 48-49
4 Ibíd., 187
5 Francesc Ramis, Ha hablado el Dios de la vida. Itinerario de vida cristiana a la luz de los profetas (Navarra: Ed. Verbo Divino,

2002), 64
6 Gianfranco Ravasi, Los profetas (Bogotá: Ed. Paulinas, 1989), 46

3
Baal, dios de la lluvia y el abogado de la fertilidad, era considerado el esposo de la tierra y
sus relaciones con ella se expresaban en términos conyugales. De ahí que la prostitución sagrada se
haya extendido en Israel. Los santuarios de Baal contaban con jóvenes dedicadas a la prostitución
y la unión de los israelitas con ellas se consideraba una actualización sacramental de la unión de
Baal con la tierra para atraer la fertilidad sobre los campos, animales y personas.7

III. LA PERSONALIDAD DEL PROFETA OSEAS

El nombre Oseas es una abreviación de Yehoshúa que significa “YHWH socorre”. Sobre
su persona se sabe muy poco. Oseas fue hijo de Beerí, probablemente de la región de Benjamín
(reino del norte), debido a las referencias que hizo de esas ciudades (Os 5,8 y 10,9) y al
conocimiento del profeta Jeremías, que fue benjaminita.8 Respecto a su actividad laboral, no se
sabe nada cierto; algunos autores relacionan al profeta con los círculos sacerdotales debido a su
insistencia respecto al tema del conocimiento de YHWH (Os 4,1.6; 5,4; 6,6; 14,10). 9
Es posible acceder, aunque limitadamente, a la personalidad de Oseas a través de sus
escritos. En Oseas se puede reconocer un hombre comprometido con la justicia, con profunda fe
y conocedor del amor de Dios. Oseas fue un hombre de gran riqueza afectiva y un profeta abierto
a asumir en su mensaje aportes e ideas de otros, incluso de sus adversarios.
Oseas fue un hombre comprometido con la justicia, un profeta intrépido y audaz, en su
quehacer profético denunció las injusticias oficiadas por los sacerdotes, los reyes y dirigentes de su
pueblo. Fue un profeta cuyo ministerio estuvo al servicio de los grupos excluidos, y pareció
especialmente sensible ante la realidad de la mujer prostituida. La fiereza con que combatió la
injusticia fue acompañada de la misericordia y la capacidad del perdón; no obstante, su denuncia y
su especial opción por lo más pobres evidenció su grandeza humana.
Por otro lado, reconocemos en Oseas a un hombre de fe, al que las desgracias y dificultades
de su vida matrimonial, le permitieron sumergirse en Dios y descubrir sus más íntimos
sentimientos. Esta experiencia expresó, en categorías conyugales, la relación de Dios con su pueblo.
Muchos han pensado que este acontecimiento en la vida de Oseas es una parábola, sin embargo,
todo parece sugerir que fueron hechos reales. “Los profetas no hablan sólo con palabras sino
también con sus acciones. Realizan, en efecto, gestos que provocan la atención o la sorpresa del
auditorio y les permite entonces transmitir un mensaje a partir de esta acción simbólica”.10 En ese
sentido, el matrimonio de Oseas expresó su compromiso personal al cual lo condujo su ministerio
profético. Oseas, como hombre de fe, expresó en su familia un breve compendio de la historia de
pecado de Israel, su crisis matrimonial reflejó la ruptura de la Alianza de modo que su propia vida,
desde una lectura de fe, se convirtió en mensaje para el pueblo.11

7 Antonio, González, Profetismo y profetas preexílicos. (Madrid: Ed. PPC, 1971), 68


8 Gustavo Felten, Los profetas del Antiguo Testamento. Introducción y comentarios. (Santiago de Chile: Ed. Seminario Pontificio
Mayor de Santiago, 1989), 64
9 Eduardo Pérez-Cotapos, “Profeta Oseas” (Apunte de Clase, Pontificia Universidad Católica de Chile, Facultad de

Teología, 26 de abril del 2017)


10 Jesús Asurmendi, El profetismo. (Bilbao: Desclee de Brouwer, 1987), 30
11 Gianfranco Ravasi, Los profetas, 47

4
Oseas fue un hombre abierto y creativo. En su enfrentamiento con la religión cananea no
dudó en asimilar elementos válidos, incluso de sus adversarios, para ponerlos al servicio del
yavismo; de este modo, se apartó de una postura rígida e intransigente.12 Oseas presentó a YHWH
como el único que otorga la fertilidad a los campos (Os 2,7-10) valiéndose, para ello, de categorías
religiosas baálicas. Desde su experiencia matrimonial, presentó la imagen conyugal –propia de la
religión baálica– como analogía de las relaciones entre YHWH y su pueblo. Es probable que
Gómer, su esposa, haya sido una de las jóvenes dedicadas a la prostitución en los santuarios de
Baal. En suma, Oseas dio la batalla al baalismo sirviéndose de sus propias imágenes y lenguaje en
defensa de la fe yavista.
Por otra parte, Oseas fue un profeta de gran riqueza afectiva. Su vivencia conyugal y de
paternidad evidenciaron, en su lenguaje e imágenes, la naturaleza de las relaciones entre YHWH y
su pueblo: unión matrimonial y filiación. Oseas introdujo, a través de su poesía apasionada, el
vocabulario del amor en la historia de la revelación: “Amar, seducir, esposa, matrimonio, esposo
mío, hablar al corazón, noviazgo, regalos de amor, abandonar, olvidar, traicionar, mentir, adulterio,
odiar, cubrirse de vergüenza, descubrir la desnudez, irse tras de los amantes, buscar, engendrar
hijos ilegítimos, prostituirse, tener espíritu de prostitución”13 son términos que expresan la
afectividad del profeta; así como el soliloquio divino y el desahogo del enamorado traicionado.
Finalmente, Oseas fue un hombre conocedor del amor de Dios; el profeta conoció como
nadie la pasión de Dios con su pueblo, y también el dolor que le causó la deslealtad e ingratitud de
Israel. Oseas experimentó en su historia estos sufrimientos, por ello pudo decirlos con pleno
conocimiento. En su lenguaje denota imaginación viva y marcada por la ternura (Os 11,1-4) que
manifiestan su “alma fina y profunda, apasionada y a la par tierna y violenta”.14 El celo que
demostró por el conocimiento de Dios lo aproxima a la persona de Elías, que también luchó contra
el baalismo y criticó a los reyes. Cabe señalar que el conocimiento de YHWH para Oseas no es un
acto puramente intelectual, sino una expresión existencial del hombre hacia Dios, al cual le entrega
su entendimiento, corazón y voluntad para cumplir los designios divinos.15

IV. ACENTOS TEOLÓGICOS DEL QUEHACER PROFÉTICO DE OSEAS

1. La vida de Israel es un encuentro con YHWH que supone una historia con Él.

El profeta Oseas presentó la relación entre YHWH y su pueblo como un encuentro


personal manifestado en un pleito (Os 2,4; 4,1-2.4; 12,3) donde YHWH interpela a su pueblo que
lo ha despreciado y que ha llevado la querella a un punto sin regreso e insuperable.16 Efectivamente,
YHWH es un Dios celoso que, en su designio, exige a Israel el abandono total a sus manos y un
amor exclusivo; sin embargo, el pueblo lo ha rechazado y ha buscado lejos de YHWH el socorro
que solo podía venir de Él. Se apoyó en sus propias fuerzas, en sus vecinos, en la naturaleza e

12 Antonio, González, Profetismo. (Madrid: Ed. PPC, 1971), 79


13 Gianfranco Ravasi, Los profetas, 48
14 Antonio, González, Profetismo. (Madrid: Ed. PPC, 1971), 65
15 Ibíd., 77
16 Horacio Simian-Yofre, El desierto de los dioses. Teología e historia en el libro de Oseas. (Córdoba: El Almendro, 1993), 241

5
incluso en otros dioses.17 En ese sentido, Oseas señaló que el designio de Dios es un designio
movido por el amor. Por primera vez en el Antiguo Testamento se ha presentado la relación de
amor con Dios como el punto de partida y clave elección del pueblo de Israel. Por otro lado,
YHWH exigió a Israel que se acuerde de su historia, de los prodigios que Él realizó, liberándolo de
Egipto y cuidándolo en el desierto. Dios quiso que Israel no olvide el amor del que ha sido objeto.
Por ello, el desierto no fue un tema folklórico para Oseas; fue un motivo para apreciar la gratuidad
del amor de Dios manifestado en la historia de su pueblo. El anhelo del desierto sirvió para que
Israel aprecie la gratuidad del amor de YHWH y fundamente su confianza en él.18 Oseas movió a
Israel a redescubrir al Dios liberador y presentó el tiempo de peregrinación en el desierto como
etapa ideal de la historia del pueblo de Dios. Israel en el desierto se caracterizó por una vida sencilla,
alejada del boato; fue el tiempo donde brilló con fuerza la solidaridad entre sus tribus.19

2. La corrupción religiosa de Israel.

Oseas concentró su atención en la corrupción religiosa que estuvo relacionada con las
injusticias que vivió Israel. El origen de esta situación fue la falta de una experiencia de amor de
YHWH.20 Oseas censuró la estupidez de los falsos profetas y se lamentó de la tibieza de aquellos
que se consideraban espirituales; pues “no hay nada que favorezca más al imperio de la maldad que
la pasividad de los buenos”.21 En primer lugar, Oseas criticó los elementos baálicos que se hallaban
en el culto yavista. En ese sentido, Israel se desvió porque no tuvo presente la originalidad de su
relación con YHWH, y adoptó, sin discernimiento, modos de creer que repugnaron a YHWH, que
lo reducían a una fuerza natural o un rey nacional. En segundo lugar, el profeta presentó un total
rechazo del culto de los baales que fue considerado una transgresión del primer mandamiento; ya
que YHWH no tolera otros rivales. El culto a Baal supuso “la confesión implícita de que Yahvé no
es Señor de la naturaleza, no puede ayudar y salvar en todos los ámbitos de la vida”22. En ese
sentido, la búsqueda de solución política –ante la amenaza asiria– fuera de Dios representó “una
nueva forma de idolatría (…) israelitas y judíos [buscaron] la salvación en las alianzas con Egipto y
Asiria, las grandes potencias militares del momento”.23 En tercer lugar, Oseas presentó su anhelo
del conocimiento de YHWH para Israel. El profeta sostuvo que la raíz del mal estaba en el rechazo
al conocimiento de Dios por parte de los dirigentes religiosos, quienes intentaron sustituir este
conocimiento –justicia y misericordia– por sacrificios y holocaustos (Os 6,6). Esto resultó absurdo
al profeta, pues el cumplimiento de la Alianza con Dios y el servicio al prójimo se hallaban unidos
necesariamente.24 Para Oseas, el conocimiento de YHWH no consistía un acto puramente
intelectual, sino la entrega, por parte del hombre, del entendimiento, corazón y voluntad a su Señor:
una actitud existencial.25

17 Evode Beaycamp, Los profetas de Israel. (Navarra: Ed. Verbo Divino, 1988), 47
18 Evode Beaycamp, Los profetas de Israel, 60
19 Francesc Ramis, Qué se sabe de los profetas, 54-55
20 Eduardo Pérez-Cotapos, “Profeta Oseas”
21 Francesc Ramis, Que se sabe de los profetas, 53
22 José Luis Sicre, Introducción al profetismo bíblico. (Navarra: Ed. Verbo Divino, 2012), 206
23 José Luis Sicre, Introducción al profetismo bíblico, 207
24 José Luis Sicre, Con los pobres de la tierra. La justicia social en los profetas de Israel. (Madrid: Ed. Cristiandad, 1984), 190
25 Antonio González, Profetismo y profetas preexílicos, 77

6
3. El amor plenamente gratuito y casi incomprensible de YHWH en su doble vertiente:
matrimonio y filiación.

Para Oseas, Dios estaba dispuesto a perdonar con entrañas de misericordia a Israel; Él no
descarga su ira sobre su pueblo, pues no es hombre. YHWH es el Santo que está en medio de su
pueblo y cuyo deseo no es de aniquilación sino de misericordia (Os 11,7-9). Este amor para el
profeta tiene una doble vertiente y se expresó bajo la imagen del matrimonio y la filiación. Dios
ama simplemente porque es Dios, esta afirmación recondujo la teología y la piedad a lo esencial.
El amor gratuito e incomprensible de YHWH se expresó en la liberación y elección de Israel, para
que anuncie a todos los pueblos la gloria de Dios (Is 43,1-7).26 En esa línea, el amor divino es la
raíz de toda acción de YHWH en la historia de su pueblo (Os 11,1) y frente al pecado de Israel
actúa educándolo, incluso castigándolo para salvarlo. No obstante, cuando estas acciones no
conducen a una conversión (Os 6,4) YHWH no abandona a su pueblo (Os 11,8). Este mensaje del
amor imposible de Dios tuvo un especial acento en Oseas debido a su experiencia de vida.27
Precisamente, la irrazonable generosidad del amor de YHWH ha llegado hasta el extremo del
perdón, el olvido y la esperanza.28 Por otra parte, para Oseas el amor de Dios expresa en categorías
conyugales la relación amorosa de YHWH con su pueblo; Él no es ajeno al dolor de Israel y mucho
menos apático ante la injusticia. En efecto, el matrimonio de Oseas y Gómer graficó poética y
dramáticamente el amor de YHWH por Efraím. La crisis de infidelidad y, en especial, el perdón
concedido y la reconstrucción del hogar –reflejada en los nuevos nombres de sus hijos– fueron
imágenes que evidenciaron la historia que amalgama idolatría, conversión y misericordia vivida por
Israel. Por otro lado, la imagen de Dios como padre de Efraím también supone una relación
paterno-filial donde YHWH “como padre, ama, llama, enseña a andar, cura, atrae, se inclina para
dar de comer. [E] Israel, el hijo, se aleja, no le comprende, no pone la confianza en su padre, sino
en los amigos. Es el prototipo del hijo rebelde, que, según la ley, debe morir”.29 A pesar de ello,
YHWH como padre mantendrá su amor siempre y animará, a través del profeta, a recordar cómo
acompañó a Israel desde su pequeñez atrayéndolo constantemente con lazos de amor (Os 11,1-4).

4. Una nueva lógica religiosa: el perdón de Dios precede a la conversión.

El mensaje de Oseas tuvo un aporte desconcertante respecto a nuestra lógica religiosa que
tiene el siguiente proceso: pecado-conversión-perdón. “La gran novedad de Oseas, lo que lo sitúa
en un plano diferente y lo convierte en precursor del Nuevo Testamento, es que invierte el orden:
el perdón antecede a la conversión. Dios perdona antes de que el pueblo se convierta, aunque no
se haya convertido”.30 Desde esta perspectiva, primero se halla el perdón de Dios, que realiza en
nosotros una verdadera conversión; una vez encaminados podemos plantar en nuestra tierra la
semilla del Reino de Dios. Este aporte de Oseas, entroncará perfectamente con la teología paulina
en la carta a los romanos: “la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando

26 Francesc Ramis, Qué se sabe de los profetas, 190-191


27 Gustavo Felten, Los profetas del Antiguo Testamento. Introducción y comentarios, 82-83
28 Horacio Simian-Yofre, El desierto de los dioses. Teología e historia en el libro de Oseas, 240
29 José Luis Sicre, Introducción al profetismo bíblico, 209
30 Ibíd.

7
todavía éramos pecadores” (Rm 5,8) y con la teología joánica “El amor no consiste en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero, y envió a su Hijo para librarnos de
nuestros pecados” (1Jn 4,10), porque sin duda: “Dios es amor” (1Jn 4,8). Esto no significa que la
conversión sea innecesaria, sino que ella se produce como una respuesta al amor de Dios
experimentado antes de la conversión y no como condición previa y merecedora de la misericordia.

5. Un compromiso profético que lucha contra la injusticia.

Oseas consideró que la crisis entre Dios e Israel fue producida por la injusticia cometida
por la monarquía y los líderes religiosos. El profeta esperó que esta sociedad volcada contra el
prójimo y contra YHWH cambiara de conducta. Esta conversión sólo se producirá como respuesta
al don gratuito de la misericordia de Dios.31 Los dirigentes políticos, por sus ambiciones de poder
(Os 5,1; 6,9-7; 7,3-7), conflictos con Judá (Os 5,8-12), sus tributos a naciones extranjeras (Os 5,13)
y la insensatez de la política internacional (Os 7,11) dañaron al pueblo que sufrió el despotismo de
sus autoridades. Los líderes religiosos fueron los que más dañaron al pueblo, el clero depredó los
bienes de los santuarios para huir antes de la conquista asiria (Os 4,4-16), ellos pervirtieron los
santuarios alterando el justo intercambio de mercancías y el reparto equitativo de los bienes. Sin
embargo, lo más grave, según el profeta, fue la deformación de la imagen de Dios. Los sacerdotes
permitieron que la religión de YHWH se contamine con los cultos de Baal y asumieron sin
discernimiento usos y costumbres que los alejaron de Dios. Oseas invitó al pueblo a atender la
palabra de YHWH y a dejarse gobernar por Él, ya que la teocracia se secularizó y puso la confianza
en sus propias fuerzas (apoyos humanos) y no en YHWH, su Dios. En Oseas “se nota un
considerable cambio de perspectiva y un avance en la revelación hacia el NT. En la demostración
de la culpa Oseas pone otros acentos. No son tanto los pecados sociales, sino la estructura de la
sociedad en sí lo que se cuestiona.”32

V. ACTUALIDAD DEL MENSAJE PROFÉTICO DE OSEAS

1. Buscar una experiencia personal con Dios y redescubrir su presencia salvífica en


nuestra vida a través de la relectura de nuestra historia.

El mensaje de Oseas que presenta la relación de Dios con su pueblo desde la categoría de
encuentro y en relación con la historia personal es un gran aporte para nosotros. En primer lugar,
nos invita a realizar una experiencia personal con Dios, la cual tiene que pasar por la vida, en la
oración y el servicio. No podemos hablar de nuestra relación con Dios solamente desde la teoría,
nuestro Dios es relacional y encarnado. Es necesario que el Señor sea nuestro interlocutor válido
en la cotidianeidad de nuestra vida; y no sólo eso, lo más importante es que Dios sea nuestro amigo
y compañero de camino. En segundo lugar, el mensaje de Oseas nos invita a realizar esta
experiencia de Dios desde nuestra historia de vida, pues la acción de Dios es encarnada. Releer

31 José Luis Sicre, Con los pobres de la tierra. La justicia social en los profetas de Israel, 176
32 Gustavo Felten, Los profetas del Antiguo Testamento. Introducción y comentarios, 82
8
nuestra historia de salvación es descubrir en ella elementos (propios del tiempo de peregrinación
de Israel en el desierto) que pueden ayudarnos a hallar la presencia de Dios en nuestra vida e
iluminar nuestras acciones cotidianas. Estos elementos son: la comunidad, como referente
necesario para vivir nuestro peregrinar en la fe; la vida en sencillez, como expresión de nuestro
caminar hacia la libertad del Evangelio; la confianza en Dios, como respuesta agradecida ante la
acción providente del Señor en nuestras vidas; y la solidaridad con los hermanos, como
transparencia del amor gratuito y generoso que hemos recibido de Dios.

2. Examinar nuestra vida de fe.

Oseas es crítico ante la corrupción que sufrió la fe de Israel por la influencia de los cultos
baálicos. Esta denuncia profética es especialmente significativa para nosotros hoy en tres aspectos.
En primer lugar, es una invitación a revisar nuestra propia fe y, en una actitud de discernimiento,
identificar qué elementos se han asumido acríticamente en nuestra vida y son incongruentes a
nuestra fe. En ocasiones, acomodamos la fe a nuestra medida sin pasarla por el tamiz del Evangelio.
En segundo lugar, el profetismo de Oseas nos moviliza a rechazar todo tipo de idolatría. En nuestro
contexto estamos llamados a distanciarnos de la idolatría del dinero, del éxito por sí mismo, del
egoísmo, etc. Hoy en día, los baales a los que seguimos tienen diversidad de fisonomías como el
consumismo, o la virtualidad. En tercer lugar, la invitación de Oseas al conocimiento de Dios, es
un llamado a profundizar nuestra experiencia de Dios; en lenguaje ignaciano, buscamos la gracia
de “conocer internamente” al Señor; ya que, por momentos, asumimos que conocemos a Dios y
cesamos en su búsqueda. En consecuencia nuestra fe se estanca, se enfría. Si bien, este
conocimiento interno es una experiencia salvífica –en tanto que no es sólo una experiencia
cognitiva, sino profundamente humana y espiritual–; también es una experiencia que pasa por
nuestra historia y el reconocimiento de la acción de Dios en nuestra vida.

3. Purificar la imagen de Dios a partir de la experiencia de su amor plenamente gratuito


de Dios.

El mensaje que Oseas sobre el amor de Dios plenamente gratuito en su doble vertiente
(conyugal y filial) es una triple invitación. Primero, a interiorizar la gratuidad del amor de Dios que
se ha manifestado en nuestras vidas concretamente. Y desde allí, discernir y purificar nuestra
imagen de Dios (segunda invitación). Sólo desde la experiencia del amor de Dios, de su gratuidad
y su manifestación en nuestra propia vida podremos conocer quién es Dios y cómo actúa. En ese
sentido, la imagen de Dios-Padre que Oseas comparte es profundamente iluminadora. Sin
embargo, en nuestra realidad donde el sentido de paternidad se ha debilitado a veces es necesario
mirar a Dios con rasgos maternales que transparenten más claramente el rostro de Dios. En tercer
lugar, el mensaje de Oseas nos invita a revalorar la relación conyugal con Dios, como aquel que
nos ama con la profundidad, fuerza y paciencia de un enamorado. Es interesante que nuestra
relación con Dios sea principalmente filial, a sabiendas que en la tradición bíblica y cristiana la
relación esponsal con Dios también ha sido muy fructífera. No obstante, esta revalorización debe
discernirse a la luz del anuncio que hace Jesucristo de Dios como Abbá.
9
4. Asumir el amor y misericordia de Dios como el principio y fundamento de una nueva
lógica religiosa.

El aporte desconcertante de Oseas de situar el perdón, amor y misericordia de Dios como


antecedente a todo proceso de conversión es una doble invitación para fortalecer nuestra vida
cristiana. En primer lugar, es un llamado a reconocer, desde nuestra experiencia y a la luz de la
revelación en la Escritura, que el amor, misericordia y perdón de Dios nos “primerea” y que
antecede todo proceso de conversión. Sólo desde esta convicción de fe comprenderemos el
verdadero sentido de la fe cristiana; sólo así conoceremos quién es Dios-Amor (1Jn 4,8). Esta
convicción de fe enraizada en nuestra historia de vida nos mueve a revisar nuestros procesos de
conversión (segunda invitación). En efecto, la conciencia de que el amor de Dios nos primerea
debe suscitar el deseo de examinar si nuestra conversión se produce en función del perdón que
deseo alcanzar, o si es un respuesta amorosa al amor gratuito de Dios. Este discernimiento es
sumamente importante para descubrir en qué medida mi fe, siempre en camino de conversión, es
respuesta agradecida y no esfuerzo voluntarista que pretende merecerse de la gracia y amor de Dios.

5. Colaborar comprometidamente en la lucha por la justicia como expresión de nuestra


fe en Dios.

El compromiso de Oseas en la lucha contra la injusticia en Israel suscita en nosotros, hoy


en día, un doble llamado. En primer lugar, se nos invita a examinar en qué medida nuestra fe
cristiana, sus celebraciones, convicciones, discursos y enseñanzas, están en coherencia con sus
expresiones concretas: acciones y comportamientos. Es decir, Oseas nos anima a revisar si nuestro
culto está unido a una vida que busca y realiza la justicia. Si bien, este es un ejercicio personal,
estamos invitados como Iglesia y sociedad a examinar si nuestras instituciones son, como en el
tiempo de Oseas, estructuras son generadoras de injusticia (estructuras de pecado). En ese sentido,
respecto a las instituciones públicas, debemos presentar la propuesta cristiana como interlocutor
válido para que los valores humanos, y que están en armonía con el Evangelio, permeen las
estructuras de gobierno y las políticas estatales. Este diálogo en la esfera pública ha de tener como
horizonte el bien común, la justicia y la plenitud humana. En efecto, toda crítica a las estructuras
de pecado ha de ser acompañada de propuestas. Por otro lado, estamos llamados a examinar
nuestra institución eclesial y preguntarle, a la luz del mensaje de Oseas: ¿en qué medida se entiende
la autoridad como servicio y no como privilegio? Recordemos que al igual que en el tiempo de
Oseas, los líderes religiosos no están exentos de distorsionar la imagen de Dios con sus actitudes y
comportamientos. No obstante, esta pregunta también tiene que involucrarnos ya que el rol del
servicio, a través de la autoridad, no es sólo un elemento de la jerarquía. Si todos nosotros ejercemos
algún tipo de autoridad en la comunidad ¿en qué medida entendemos esta autoridad como un
medio para servir? El mensaje de Oseas es profundamente interpelador y una acogida sincera y
comprometida de su quehacer profético puede desencadenar procesos de conversión personal,
comunitaria e institucional como acción del Espíritu de Dios.

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BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía principal

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Bibliografía secundaria

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