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Materia: CIVIL Y COMERCIAL

Tipo de Fallo: Sentencia Definitiva


Tribunal Emisor: SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA PROVINCIA (SCBA)
Causa: C 120698
Fecha: 6/12/2017
Nro Registro Interno:
Caratula: Yacht Club Argentino contra Municipalidad de San Fernando s/ Usucapión
Caratula Publica: Yacht Club Argentino contra Municipalidad de San Fernando s/ Usucapión
Magistrados Votantes: de Lázzari-Kogan-Soria-Pettigiani-Negri
Tribunal Origen: CAMARA DE APELACION EN LO CIVIL Y COMERCIAL SALA I - SAN ISIDRO (CC00

ACUERDO

En la ciudad de La Plata, a 6 de diciembre de 2017, habiéndose establecido, de


conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden
de votación: doctores de Lázzari, Kogan, Soria, Pettigiani, Negri, se reúnen los señores
Jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia
definitiva en la causa C. 120.698, "Yacht Club Argentino contra Municipalidad de San
Fernando. Usucapión".

ANTECEDENTES

La Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de


San Isidro confirmó la sentencia de primera instancia que, a su turno, había declarado la
prescripción adquisitiva de la fracción aluvional a favor del actor, aclarando que aquélla
había operado el 7 de septiembre de 1956. Asimismo, impuso las costas a la demandada (v.
fs. 1.097).

Se interpuso, por la Fiscalía de Estado, recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (v.


fs. 2.003/2.027 vta.).

Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia,


la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente

CUESTIÓN

¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?

VOTACIÓN
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo:

I. El "Yacth Club Argentino" promovió demanda de prescripción adquisitiva veinteañal


contra la Municipalidad de San Fernando respecto de la Parcela "1 a" de la Circunscripción
V, Sección A, Fracción I, inscripta al Folio 263 del 27 de octubre de 1936 como fracción de
terreno aluvional, de 19.754,5835 metros cuadrados de superficie, contigua a la parcela 7
que había adquirido en el año 1936. Indicó que la parcela "1 a" pertenecía al dominio
privado del Estado y que ejercía su posesión desde hacía ciento veinte años, ya que sumaba
a la suya la del anterior propietario, que la había adquirido en el año 1884, resaltando que
desde hacía sesenta y ocho años venía realizando sus propios actos posesorios (v. fs.
212/230 vta.).

Corrido el traslado de ley se presentó la Municipalidad de San Fernando a contestar


demanda, repeliendo la acción a través de la articulación de la excepción de falta de
legitimación pasiva sosteniendo que la parcela en cuestión pertenecía al dominio público
del Estado provincial (v. fs. 244/251 vta.). Esa defensa mereció la réplica de la actora (v. fs.
255/258), quien solicitó -además- la citación de la Provincia de Buenos Aires, lo que le fue
concedido (v. fs. 278 y vta.).

Se presentó la Fiscalía de Estado a tomar debida intervención y, luego de una negativa


pormenorizada, alegó que el bien que se pretendía usucapir pertenecía al dominio público
del Estado provincial, pues tenía origen aluvional a un afluente navegable como era el río
Luján y, por ello, era imprescriptible e inalienable (v. fs. 374/404 vta.).

Posteriormente se abrió el juicio a prueba y, oportunamente, se dictó sentencia haciendo


lugar a la pretensión actoral, declarando adquirida por prescripción la parcela "1 a" de la
Circunscripción V, Sección A, Fracción I, en razón de que pertenecía al dominio privado
del Estado provincial. Le impuso las costas a este último. A su vez, hizo lugar a la
excepción de falta legitimación pasiva opuesta por la Municipalidad de San Fernando e
impuso las costas por su orden (v. fs. 984/997 vta.).

Este pronunciamiento fue apelado por la Fiscalía de Estado (v. fs. 1.002) presentando su
correspondiente memorial de agravios (v. fs. 1.014/1.030 vta.), el que fue repelido por el
actor (v. fs. 1.049/1.066).

II. La Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial


de San Isidro confirmó la sentencia de primera instancia que había hecho lugar a la
adquisición por prescripción veinteañal de la parcela pretendida por el actor, aunque
modificó la fecha en que había operado aquélla estableciéndola en el 7 de septiembre de
1956.

En principio el Tribunal de Alzada dejó aclarado que la materia se regía por el Código
Civil, en razón de que era de aplicación la ley vigente al momento en que se había
comenzado a ejercer la posesión y seguidamente repasó los principios generales sobre
prescripción adquisitiva de inmuebles, para luego ingresar en el análisis de la naturaleza del
bien que se pretendía usucapir y de la prueba rendida (v. fs. 1.082/1.084).
En esa faena -con cita de fallos y doctrina de autores- dispuso que:

II.1. sólo se podían prescribir los bienes privados del Estado porque los destinados al uso
público se encontraban fuera del comercio, concluyendo, respecto de los cursos de agua,
que las porciones de tierra que las mareas bañaban y desocupaban durante las crecientes
normales eran bienes del dominio público de Estado, por lo tanto el cauce y la ribera
interna no eran adquiribles por prescripción (v. fs. 1.084/1.085);

II.2. la Provincia de Buenos Aires había dictado -el 13 de enero de 1966- el decreto 102, en
el que tomaba para sí la facultad de determinación y permanente actualización de la línea
de ribera fluvial, que era la que separaba el dominio público del privado (v. fs. 1.085);

II.3. se había sancionado el Código de Aguas -ley 12.257- en cuyo art. 18 se disponía que la
Autoridad del Agua tenía a su cargo la demarcación de la línea de ribera, la que a su vez fue
explicitada en el decreto reglamentario 3.511/07, criterio que era coincidente con lo que
había dispuesto esta Corte en B. 49.281, "Mar de Ostende S.R.L." (sent. de 4-VIII-1992),
por lo que la ribera externa era del dominio privado del Estado (v. fs. 1.085/1.086 vta.);

II.4. el tablestacado había sido construido por la actora, lo que surgía de los planos
acompañados y de lo que informaban las pericias de los ingenieros, lo que implicaba la
inexistencia de playa y de tierra que las aguas bañaran y desocuparan en las crecientes
normales o las crecidas medias ordinarias (v. fs. 1.086 vta.);

II.5. esa construcción no podía ser considerada clandestina, como alegaba la Fiscalía de
Estado, cuando había obtenido la autorización de la Municipalidad de San Fernando, pues
las obras de protección de la orilla habían sido realizadas en el año 1968 y aprobadas en el
año 2001 cuando estaba vigente el Código de Aguas provincial que en su art. 96 permitía al
ribereño realizar tales protecciones (v. fs. 1.086 vta./1.087);

II.6. la referencia a la causa B. 50.865, "Náutica Propeller", fallada por esta Corte, servía
sólo para tomar en cuenta la diferencia entre ribera interna y ribera externa, señalando que
en el presente caso se trataba de usucapir la ribera externa porque la interna limitaba con el
referido tablestacado (v. fs. 1.087 y vta.);

II.7. del informe de Catastro Territorial de la Provincia surgía que parte de la parcela "1 a"
era un fondeadero privado, concluyendo que el resto tenía igual carácter. Hizo referencia al
fallo de la Corte nacional en la causa "Las Mañanitas S.A. c/Provincia de Neuquén
s/Acción declarativa de certeza", sentencia de 4 de agosto de 2009, con el que encontraba
similitud, destacando que en el plano aprobado por la Dirección de Geodesia provincial la
línea de ribera estaba marcada por los mojones 72-73 y 74, que habían sido colocados por
el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, lo que a su vez había sido corroborado en el
terreno por el perito agrimensor, permitiendo entonces inferir que la parcela en cuestión
pertenecía al dominio privado del Estado (v. fs. 1.087 vta./1.089 vta.);

II.8. de los planos y fotografías acompañados por la actora y corroborado con los informes
realizados por los peritos ingenieros Recondo y Ferdkin y por Catastro provincial, la
parcela "1 a" no era colindante con un río navegable sino con una bahía y fondeadero
cerrado por sus cuatro laterales con una entrada de menos de 30 metros de largo (v. fs.
1.090/1.092 vta.);

II.9. la Fiscalía de Estado había iniciado el expediente administrativo 5100-4856/2005 con


motivo del traslado de la demanda para obtener la declaración administrativa de nulidad del
plano 96-15-63, persiguiendo la determinación de la línea de ribera, cuando la ya
demarcada había sido realizada por autoridades competentes, pero tal objetivo no
prosperaría porque no podían aplicarse retroactivamente las resoluciones administrativas
dado que así lo disponían los arts. 3 del Código Civil y 7 del Código Civil y Comercial de
la Nación; 111 y 113 del Código de Procedimiento Administrativo de la Provincia de
Buenos Aires, criterio que además era el sostenido por la Corte nacional en la causa
"Carman de Cantón y otros" (v. fs. 1.092/1.094 vta.);

II.10. la bahía donde funcionaba el fondeadero era propiedad del Estado Mayor General de
la Armada porque así lo disponía el decreto del Poder Ejecutivo nacional 43.896 del 9 de
octubre de 1939 y le fue cedida a la actora en uso precario por resolución del Ministerio de
Marina 442/1945 (v. fs. 1.094 vta.);

II.11. el intendente de la Municipalidad de San Fernando había conferido validez al plano


de mensura aprobado en el expediente 2209/2000 mediante el decreto 1.188 del 5 de julio
de 2001 (v. fs. cit.) y

II.12. de las constancias obrantes en la causa surgía la aplicación del último párrafo del art.
2.572 del Código Civil, pues la parcela "1 a" no se encontraba vecina a un río navegable ni
al río Luján, que era el límite para fijar la línea de ribera en la cual finalizaba el dominio
público y nacía el dominio privado del Estado provincial susceptible de ser materia de
prescripción adquisitiva (v. fs. cit.).

III. Luego, la Cámara analizó la prueba rendida para acreditar el animus domini y el corpus
correspondiente al término legal para usucapir y la consideró suficiente (v. fs. 1.096 y vta.).

Para así decidirlo sostuvo que:

III.1. El actor había adquirido los derechos posesorios del bien con la inscripción en el
Registro de la Propiedad Inmueble el 7 de septiembre de 1936, con lo que se ponía de
manifiesto sin lugar a dudas la intención de someter el predio a su dominio, lo que se
corroboraba con los testimonios aportados por los empleados del club, apreciados
rigurosamente en forma conjunta y a la luz de las reglas de la sana crítica, y con el hecho de
que las instalaciones que se observaban en las fotografías habían sido realizadas por el club
y tenían una antigüedad de más de veinte años (v. fs. 1.095).

III.2. El perito ingeniero Ferdkin había descripto en su informe la existencia de las mismas
instalaciones, las que también fueron mencionadas por el perito ingeniero agrónomo
Recondo en su dictamen junto con la existencia del tablestacado, muelle y embarcadero,
surgiendo además que los planos de esa defensa ribereña, construida en el año 1968, habían
sido aprobados por la Municipalidad de San Femando y que también el actor había firmado
con ella el contrato de concesión de uso de la expendedora de combustible (v. fs. 1.095
vta.); finalmente:

III.3. la Provincia reconoció al actor como contribuyente de la Agencia de Recaudación de


la Provincia de Buenos Aires (ARBA) sobre la fracción en litigio (v. fs. 1096)

IV. Se agravia la recurrente denunciando la violación de los arts. 2.340, incs. 3 y 4, 2.524,
2.572, 3.951 y 3.952 del Código Civil.

Despliega sus argumentos sobre el carácter del bien a usucapir, de la siguiente manera:

IV.1. Los inmuebles del dominio público descriptos en los incs. 3 y 4 del art. 2.340 del
Código Civil no pueden ser usucapidos y la Cámara ha ignorado que la parcela en cuestión
se trata de un bien de naturaleza aluvional sobre la ribera de un río navegable como es el
Luján, extremo que ha sido corroborado por los informes de las reparticiones públicas
oficiadas y de los peritos (v. fs. 2.015 vta./2.017 vta.);

IV.2. se contradice el Tribunal de Alzada al sostener primero que el bien es del dominio
privado del Estado por encontrarse en la ribera externa del río navegable, para luego
sostener que no es lindero al mismo, cuando el predio es aluvional porque se encuentra
bañado por las aguas del río Luján (v. fs. 2.017 vta.);

IV.3. el tablestacado es una obra antrópica, realizada sobre la playa o ribera interna del río
para fijar el incipiente aluvión formado en el lugar, cuyo objeto pudo haber sido la
ampliación de la superficie del suelo con fines sociales o una estrategia para encubrir bajo
tierra una ilicitud, como es la adquisición de una fracción de tierra que está fuera del
comercio, ya que esa actuación antrópica había sido corroborada por la pericia efectuada y
por la inspección que se realizó en el expediente administrativo 5100/4858/2005 (v. fs.
2.018);

IV.4. la autorización dada por el municipio para la construcción del tablestacado no es


oponible al Estado provincial, que es el titular de las playas, y no es relevante que la obra
sea pública o clandestina, pues se la hizo en el marco del decreto 9.297/79 que permite sólo
la utilización de los espejos de aguas para hacer fondeaderos de embarcaciones (v. fs. 2.018
vta.);

IV.5. el actor debió presentar las obras ejecutadas a la Autoridad del Agua para ponerse a
derecho, ya que surge de toda la actividad probatoria realizada en el expediente la
existencia del aluvión sobre el que se erigió el relleno y luego el tablestacado, tema que fue
silenciado por la Cámara al advertir el criterio sustentado por esta Corte en la causa
"Náutica Propeller", siendo además forzada la cita de la causa "Las Mañanitas S.A.",
fallada por el Superior Tribunal nacional, en la que se discutía el derecho del ribereño y la
restricción por el camino de sirga (v. fs. 2.018 vta./2.019 vta.);

IV.6. La línea de ribera fue trazada por el Ministerio de Obras Públicas de la Nación
mediante el decreto nacional 12.382, del 7 de mayo de 1947, organismo ajeno a la
Provincia, cuando es materia de competencia de la Autoridad del Agua (v. fs. 2.019
vta./2.020 y vta.);

IV.7. la Cámara confunde la jurisdicción y se la atribuye al Estado provincial, justificando


así la autorización de la Municipalidad para la obra del tablestacado (v. fs. 2.020);

IV.8. ninguna línea de ribera tiene una extensión recta que en el caso es de 197,66 metros y
así fue demarcada para realizar un relleno artificial sobre el incipiente aluvión y sumar
superficie al predio ribereño, pretendiéndose con el acta de inspección labrada por
autoridades provinciales, el 27 de agosto de 1975, un reconocimiento de derechos a favor
del propietario ribereño (v. fs. 2.020 vta.);

IV.9. el expediente administrativo 5100-4858/05 no tuvo como finalidad fijar la línea de


ribera ya que no es indispensable determinarla, criterio sostenido por esta Corte en la causa
B. 50.865, sino pronunciarse sobre la legitimidad del plano 96-15-63, cuya nulidad fue
declarada y de la que Cámara se desentiende (v. fs. 2.021);

IV.10. el referido plano, que data de cincuenta y dos años atrás, no se ajusta a las
Instrucciones Generales para Agrimensores, es contario a la disposición normativa 87/99 de
la Dirección de Geodesia, no cumple además con el decreto del Poder Ejecutivo 1.243/79
que ratifica y amplía la resolución 14/66; hacerlo de nuevo hubiera significado poner de
relieve la clandestinidad de la obra al tener que delimitarse la línea de ribera (v. fs. 2.021
vta./2.022 vta.);

IV.11. es falso que el plano no adoleciera de vicios ni tampoco se cumplen los presupuestos
que establece el art. 111 del decreto ley 7.647, pues no existen derechos adquiridos que
deriven de ese instrumento, siendo adecuada la aplicación del art. 114 de ese cuerpo
normativo en tanto sólo puede revocarse la decisión administrativa que portara vicios,
criterio sostenido por esta Corte en la causa B. 58.965, "Lacay de Durruty" (sent. de 3-VII-
2002), lo que se ha demostrado en el expediente administrativo 5100/4858/2005 en el que
se decretó su anulación (v. fs. 2.022 vta./2024);

IV.12. cita la causa B. 49.281, "Mar de Ostende S.R.L." (sent. de 4-VIII-1992) de la que -
entiende- se desprende el criterio para delimitar el dominio público al que hace mención el
art. 2.340, inc. 4 del Código Civil y el dominio privado del Estado y de los particulares que
emerge de los arts. 2.340, 2.342 y 2.347 del Código Civil (v. fs. 2.024 y vta.).

IV.13. Por último, le agravia que se haya tenido por cumplido con el requisito de posesión a
título de dueño, exponiendo los siguientes argumentos:

IV.13.a. los actos que se han tenido en cuenta en la sentencia son útiles para acreditar la
tenencia pero de ellos no se desprende el animus domini (v. fs. 2.024 vta.);

IV.13.b. del acta de asamblea de socios del año 1936 surge que un grupo de asociados
había advertido que el predio de autos pertenecía al Estado, y como nadie puede transmitir
a otros un derecho mejor del que posee, lo que se le trasmitió al club no fue una posesión
sino una situación litigiosa (v. fs. 2.024 vta./2.025);

IV.13.c. el simple paso del tiempo no basta para intervertir el título y cuando se habla de las
construcciones realizadas a partir del año 1968 debe tenerse en cuenta que lo fueron en el
ámbito del decreto ley 9.297/79 que reguló el fondeadero de embarcaciones, ya que no
fueron ejecutadas con ánimo de poseedor sino por la propia naturaleza y actividad de los
clubes náuticos (v. fs. 2.025 y vta.);

IV.13.d. no puede atribuírsele a la intimación de ARBA el reconocimiento del carácter de


dueño al club, ya que esa repartición no es la encargada de registrar legajos de inmuebles ni
verificar la titularidad dominial (v. fs. 2.025 vta.) y

IV.13.e. por la anulación del plano, el predio carece actualmente de registración ante ese
organismo y por lo tanto de valuación fiscal para el año 2015 (v. fs. cit.).

V. El recurso prospera.

V.1. El caso presenta una serie de características que lo hacen complejo y lo alejan de una
simple y tradicional prescripción adquisitiva.

Se involucran en él cuestiones tales como: la determinación legal del uso de los ríos
navegables; el dominio público o privado del Estado de las porciones de tierra (aluvionales
o no) próximas a las riberas de los ríos; la necesidad de establecer la existencia de una
ribera interna y externa del curso de agua navegable, pues a partir de allí debe determinarse
la porción de tierra que se pretenda usucapir; la necesaria demarcación en los planos de
mensura aportados por los pretensos adquirentes por prescripción de los cursos navegables
de agua que atraviesen la heredad; entre otras.

Para cumplir con su verdadera función la sentencia debe ser entendible y luego
razonablemente fundada (art. 2, Cód. Civ. y Com.). Quien la lea con atención debería
advertir con claridad la situación fáctica sobre la que trasunta y la solución que se propone.

V.2. Observemos el caso.

V.2.a. La actora es un club de actividades náuticas (Yacht Club Argentino) que ha iniciado
un proceso de prescripción adquisitiva sobre una parcela determinada e identificada como
parcela "1-a" de la Circunscripción V, Sección A, Fracción I, del Partido de San Femando,
con una superficie de 19.754,5835 metros cuadrados, la que fue deslindada mediante plano
de características 96-15-63 (repárese que la sentencia de primera instancia confirmada por
la que ahora se encuentra en crisis refirió erróneamente al plano 95-15-63).

V.2.b. Dicha parcela, tal como se advierte en las fotos aéreas (v. fs. 692, entre otras
acompañadas en autos) resulta lindante con el río Luján y es atravesada por un canal
navegable de setenta metros de ancho por sesenta metros de largo (v. fs. 692 y 697) que
conecta el río Luján con un fondeadero (un amplio espejo de agua) ubicado en la zona más
cercana al continente. En los márgenes laterales de dichas parcelas se advierte (tal como ha
quedado probado por las pericias glosadas a autos) que funcionan instalaciones propias de
la actividad de la actora y se asientan diversas construcciones (v. pericia, fs. 683/697).

V.2.c. Con fecha 15 de febrero de 2015 se dictó sentencia haciendo lugar a la demanda
declarando adquirida la totalidad de la parcela por el Yacht Club Argentino por
prescripción, con costas al Fisco.

V.3. Agraviado el Fisco con la sentencia de la instancia, el a quo dictó sentencia el 29 de


octubre de 2015 confirmando la misma sobre la base de diversos fundamentos que he
reseñado en un capitulo previo, dentro de los cuales -y en lo que interesa para la resolución
del recurso traído- se encuentran que: en el presente caso la ribera interna del río limita con
el tablestacado (aclaro que ello resulta ser un muro de contención con una doble función:
impide que el agua avance sobre el terreno y, en los casos que el agua ya avanzó, permite
recuperar el terreno permitiendo nivelarlo y posteriormente parquizarlos) construido por
la actora tal como surge de los planos y por lo informado por las pericias de los ingenieros
designados en autos. Es decir que no hay playa ni tierra que las aguas bañen y desocupen
durante las crecientes "normales" o "crecidas medias ordinarias" (v. fs. 1.086 vta.); que el
tablestacado no es clandestino desde el momento que fue autorizado por la Municipalidad
codemandada (v. fs. 1.086 vta.); que la obra de defensa (el tablestacado) es lícita más aún
porque contó con la autorización administrativa y porque dicha obra data de 1968 (v. fs.
1.087, seg. párr.); que la línea de ribera aparece delimitada por la dirección de Geodesia de
la provincia en el plano presentado por la actora aprobado por dicha autoridad el 29 de
febrero de 1964 con anterioridad al decreto 3.511/07 (v. fs. 1.087, ter. párr.); que la ribera
interna de la parcela limita con el tablestacado, donde comienza la ribera externa, de allí
que contrariamente a lo afirmado por el Fisco la fracción pretendida por la actora es
adquirible por prescripción; que "a fs. 539 obra un informe de Catastro Territorial de la
Provincia de Buenos Aires al Director a cargo de la Dirección de Inmuebles en el que
expresamente se consigna que una porción de dicha fracción '1 a' es un 'fondeadero
privado'. Por ello Catastro territorial reconoce que dicha fracción es privada, pues si se
admite que una porción de la fracción en cuestión es un fondeadero privado, el resto
también lo es..." (el destacado me pertenece; fs. 1.087 vta., seg. párr.); cita el fallo de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa "Las Mañanitas S.A." en la que se
resuelve sobre un camino de ribera; que la Dirección de Inmuebles de la Provincia de
Buenos Aires remite plano donde están identificados mojones del Ministerio de Obras
Públicas.

V.4. Observemos ahora el encuadre normativo que exige el caso.

De acuerdo al art. 2.572 del Código Civil "Son accesorios de los terrenos confinantes con la
ribera de los ríos, los acrecentamientos de tierra que reciban paulatina e insensiblemente
por efecto de la corriente de las aguas, y pertenecen a los dueños de las heredades ribereñas.
Siendo en las costas de mar o de ríos navegables, pertenecen al Estado". A su vez el art.
2.577 sostiene que "Tampoco constituyen aluvión, las arenas o fango, que se encuentran
comprendidas en los límites del lecho del río, determinado por la línea a que llegan las más
altas aguas en su estado normal". El art. 2.572 hace referencia a las acreencias aluvionales y
discierne dominio privado o público en función de la condición de río navegable. El art.
2.577 trata sobre los límites de los lechos para descartar aquellos suelos que -el Código
Civil dice-, no constituyen aluvión.

Según el art. 2.577, los límites que corresponden al lecho lo conforman los suelos que no
quedan descubiertos más allá de la línea de las más altas aguas. Los que están por debajo
entonces sí conforman su lecho.

De acuerdo con las pericias realizadas se certificó que existe una porción de tierra que se
ubica dentro de los límites del plano de mensura que la parte aportara en la causa, en el que
se ha procedido a rellenar sobre lo que se ha establecido es un aluvión (v. fs. 2.015/2.017
vta.).

El recurrente no ha cuestionado los actos de tenencia de la actora por un plazo que


largamente excede lo necesario para reclamar la usucapión por su parte, aunque les niegue
la calidad de actos de posesión a título de dueño.

V.5. Sustancialmente, otras son las razones que hacen a la imposibilidad de proceder a la
prescripción adquisitiva en los términos en que pretende la actora; y estas son: la manifiesta
discordancia entre el plano traído como sustento a su reclamo y la realidad de las cosas
corroborada por la prueba glosada en autos y la existencia de un curso de agua navegable
que atraviesa toda la heredad y ocupa una parte sustancial de la misma.

En ello finco mi conclusión respecto a que la sentencia del a quo procede a confirmar una
prescripción adquisitiva sobre una parcela que, tal como se presenta en el plano de mensura
propuesto (ver cap. V-2 de la demanda y fs. 12), no puede ser prescripta adquisitivamente.

Debe entenderse como mensura, "el conjunto de actos y operaciones de agrimensura


destinados a identificar, delimitar, medir, materializar, representar, documentar y definir las
cosas inmuebles y sus límites, conforme a las causas jurídicas que las originan y
relacionarlas con los hechos que materializan las posesiones u ocupaciones existentes"
(Ministerio de Educación de la Nación -Reunión Nacional de Especialistas en Agrimensura
1987). Los límites de esa mensura pueden ser jurídicos (dados por la interpretación de las
causas jurídicas que se aplican al terreno (títulos o planos de linderos y el propio título),
siempre y cuando éste describa un polígono geométricamente replanteable) o físicos: dados
por los hechos materiales existentes.

Precisamente esto es lo que se advierte como incumplido en el caso a partir de la propia


prueba que ha incorporado la actora (v. planos fs. 198/212; fs. 35/36 e.o.) donde se advierte
que lo incluido en el plano de mensura dista sustancialmente de la realidad física del
terreno a usucapir.

El plano de mensura debe adjuntarse con la demanda, firmado por un profesional


autorizado o matriculado, determinando el área, linderos y ubicación del bien y aprobado o
visado por el organismo que corresponda.
La incorporación de ese plano al expediente no puede tenerse por satisfecha si el mismo no
resulta acorde a la normativa vigente para la aprobación administrativa del mismo a la
fecha de la demanda. Es decir que si se pretende usucapir una parcela, el plano de mensura
aprobado debe ser necesariamente contemporáneo a la fecha de interposición de la
demanda o suficientemente próximo a la misma como para que pueda entenderse que
refleja la realidad del momento (v. Cám. Primera de Apelaciones Civ. y Com., Sala I,
expte. 225.619, sent. de 24-X-1996).

El actor presentó un plano del año 1963 cuando interpuso su demanda cuarenta y dos años
después. No solo ello, sino que como advirtiera, dicho plano no refleja la verdadera
composición del terreno, ni la existencia de un espejo de agua navegable y un canal de
conexión con el río Luján.

Tal como refiere el recurrente en su agravio a fs. 2.021 vta., este Tribunal ha indicado (Ac.
65.540, "Méndez Varela de García", sent. de 1-XII-1998) que el plano de mensura resulta
un requisito indispensable para el progreso de la acción de la prescripción adquisitiva. El
mismo debe reflejar medidas, linderos y superficies, de una manera gráfica y cierta
(Morello, Augusto M., El proceso de usucapión, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1960, pág.
51). La coincidencia física entre lo reflejado en el plano que se presente y la realidad es una
condición indispensable. Pero ella a su vez resulta de aun mayor trascendencia cuando, a
partir de tales circunstancias físicas pueden derivarse efectos jurídicos trascendentales tales
como la posibilidad de que deban deslindarse o referirse superficies del dominio público
del estado tal como cursos o espejos de aguas navegables.

Advertida la manifiesta discordancia entre el plano presentado y la realidad no caben dudas


que dicho plano resulta insuficiente para cumplir con el requisito exigido por el art. 679 del
Código Procesal Civil y Comercial, inc. 3, y por lo tanto se ha configurado su
inobservancia (art. 279, CPCC).

Por lo dicho entiendo que corresponde hacer lugar al recurso interpuesto y revocar la
sentencia en crisis que hiciera lugar a la demanda, con costas de todas las instancias al actor
vencido (arts. 68 y 289, CPCC).

Voto, pues, por la afirmativa.

La señora Jueza doctora Kogan, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor de
Lázzari, voto también por la afirmativa.

A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:

I.1. Adhiero a lo expuesto por el ponente. El plano presentado por la actora al interponer su
demanda adolece de serias deficiencias y, por tanto, no cumple con los requisitos del art.
679, inc. 3, del Código Procesal Civil y Comercial; entre ellas, tal como lo destaca el doctor
de Lázzari, no refleja la situación física real del inmueble.
El simple cotejo del citado instrumento respecto de otros elementos, tales como los planos
presentados ante la Municipalidad de San Fernando para regularizar obras de vestuario,
restaurante, etcétera, -acompañado también por la actora a fs. 212-, el plano efectuado por
la autoridad administrativa en el mes de abril de 2012 (adunado a fs. 168 del expediente
5100-4858/05), las placas fotográficas de fs. 35 y 36, y demás constancias de la causa,
demuestran las discrepancias que apunta el colega que abre la votación, cuyos argumentos
acompaño.

I.2. No obstante ello, estimo conveniente agregar algunas consideraciones adicionales.

En primer lugar, y tal como lo señala el recurrente, el plano en virtud del cual se ha hecho
lugar a la pretensión en la sentencia recurrida no resulta hábil a esos fines por haber sido
dejado sin efecto. Así, mediante la disposición 21/14, la Dirección de Geodesia (v. fs. 231,
expte. 5100-4858/05) declaró nula la aprobación del plano 96-15-63 -ocurrida esta última
en el año 1964-.

La citada norma, que constituye un acto administrativo de autoridad competente y, como


tal, resulta obligatorio y produce efectos (conf. arts. 103 y 110, dec. ley 7.647/70), fue
oportunamente notificada a la entidad actora. Conforme surge de fs. 246 vta. del expediente
administrativo, se cursó la pertinente notificación por correspondencia a su apoderado. Y
aunque no hay constancia de su recepción, del escrito presentado por la demandante a fs.
977/981 de este proceso surge que tuvo cabal conocimiento de la decisión administrativa.
Allí la accionante, más allá de manifestar de un modo genérico su disconformidad con lo
resuelto, sin ahondar en mayores explicaciones (v. específicamente a partir de fs. 979 vta.)
no activó los mecanismos de impugnación correspondientes para desbaratar los efectos
naturales del acto administrativo.

En la medida en que la validez del plano 96-15-63 del cual intenta valerse la entidad
náutica ha sido fulminada por un acto administrativo -que se encuentra firme y como tal
resulta obligatorio-, el progreso de la acción articulada en autos encuentra un valladar
infranqueable.

El reconocimiento del derecho que funda la pretensión está lógicamente condicionado a la


declaración de invalidez del obrar administrativo (conf. mi voto en C. 84.914,
"Klemensiewicz", sent. de 2-VII-2010).

I.3. Lo anterior me convence de que le asiste razón al recurrente en este tramo de la


impugnación (v. fs. 2.024), pues tal como lo señala, la Administración goza de la potestad
de revisar su obrar por graves motivos de juridicidad.

Al votar en la causa B. 59.953, "Taverner de Ávila" (sent. de 16-VI-2004), he planteado


que la atribución de revisar el actuar propio es un reflejo del poder de autotutela al tiempo
que es tributaria del principio de legalidad objetiva, que habilita a la entidad pública a
retirar del ordenamiento un acto gravemente inválido. Tal potestad anulatoria se halla pues
vinculada a la dilucidación de regularidad del acto (conf. doctr. arts. 113, 114, 117, dec. ley
7.647/70; causas B. 49.638, "Freindenberg", sent. de 30-X-1990 y sus citas; B. 51.447,
"Pari", sent. de 9-V-1995; B. 54.310, "Martínez", sent. de 21-IV-1998; B. 59.431,
"Bongiorno", sent. de 9-XII-2010; B. 61.844, "Martínez", sent. de 14-V-2014, B. 59.718,
"Memoli", sent. de 4-VI-2014; e.o.).

No altera lo expuesto el hecho de que la anulación se produjera con posterioridad al inicio


del proceso, pues además de tener presente que el acto anulatorio llega incólume a esta
instancia por falta de impugnación idónea de la parte interesada, la eventual defensa de
prescripción es disponible para las partes y no puede ser aplicable de oficio por los jueces
(conf. C. 108.497, "Dure de Flores", sent. de 21-XII-2011).

I.4. Por otro lado, tal como lo señala la recurrente a fs. 2.022, la pieza anulada no se
ajustaba a las previsiones del decreto 1.243/79. En particular no se han consignado las
condiciones de aprobación por parte de la repartición correspondiente (conf. art. 1, apdo.
1.2.); no se indicaron los datos que deben figurar en el encabezamiento (conf. art. 1, apdo.
2.1.1.) ni los otros datos requeridos para este tipo de instrumento (conf. art. 1, apdo. 2.1.2. y
punto 3); ni tampoco podría llevarse a cabo la protocolización del plano tal como se
estipula en la norma (conf. art. 1, apdo. 2.1.3.).

I.5. Lo dicho hasta aquí pone en evidencia las falencias del plano, lo que sella adversamente
la suerte de la pretensión articulada, pues tal como lo tiene dicho esta Corte, para el
ejercicio de la acción de adquisición de dominio por usucapión, además de los requisitos
comunes a toda demanda, tanto la ley 14.159 como el Código Procesal Civil y Comercial
exigen que se acompañen dos documentos específicos: el certificado que acredite la
titularidad del dominio y el plano de mensura (conf. doctr. causas Ac. 65.540, "Méndez
Varela de García Acosta", sent. de 1-XII-1998 en "Acuerdos y Sentencias", 1998-VI-262 y
C. 98.183, "Alsúa", sent. de 11-XI-2009).

II. En otro orden de cuestiones, no puede dejar de señalarse que la prueba rendida a lo largo
del proceso no arrojaba certeza sobre la naturaleza de la fracción objeto de este pleito.

II.1. La línea de ribera en el predio en cuestión no fue correctamente establecida, siendo


que esa tarea es potestad de la Autoridad del Agua a tenor del art. 18 del Código de Aguas
(ley 12.757, t.o., ley 14.873).

Vale recordar que tal labor no ha sido efectivizada, pues mientras se llevaban a cabo las
tareas de mensura el agrimensor a cargo suspendió la diligencia hasta contar con los
antecedentes y eventual aprobación de la obra tablestacado (v. fs. 106 del expediente
administrativo); y en esas condiciones las actuaciones fueron giradas a la dependencia
correspondiente a sus efectos.

Del expediente no surge que tales tareas hayan sido reanudadas, por lo cual es plausible
sostener que a la fecha no se encuentra fijada la línea de ribera. Ello básicamente significa
que no se halla delimitado todavía cuál es la porción de dominio público (cauce y margen
interno), imprescriptible e inalienable, y cuál la parte del dominio privado (margen
externo), y por ende susceptible de ser usucapido.
Resulta dirimente recordar que el acto que demarca la línea de ribera no es constitutivo de
domino público alguno, sino declarativo de la existencia y extensión de un dominio previo
(v. al respecto considerandos del dec. 10.391/87, que oportunamente regulaba la cuestión).

Es decir, toda vez que el deslinde del dominio público del privado se efectiviza mediante un
acto administrativo de autoridad competente, cualquier discusión en torno a la titularidad
del fundo resulta inoficiosa, o al menos, prematura.

II.2. Ahora bien, al momento de llevar a cabo las tareas para fijar la línea de ribera, el
personal de la Autoridad del Agua entendió que de modo previo a ello debería contarse con
los antecedes vinculados con la obra de tablestacado y giró las actuaciones a la repartición
correspondiente, que a su vez informó que no existían antecedentes en los registros
provinciales de esta obra (v. fs. 9, expte. 2436-23147/2011 agregado como alcance 6 del
expte. 5100-4858/05).

Es decir, para determinar la condición del bien resta completar el trámite administrativo
respecto de la obra de tablestacado, que puede derivar en su aprobación, adecuación,
remoción, etcétera (conf. arts. 93, 96 y 100, ley 12.557), por parte de la Autoridad del
Agua. Recién allí -según se señala en el expediente-, cabe retomar las tareas topográficas
suspendidas para fijar la línea de ribera.

II.3. De conformidad con lo expuesto, asiste razón al recurrente en cuanto atribuye el yerro
del pronunciamiento al haber tomado como línea de ribera el mencionado tablestacado (v.
fs. 2.018).

Tal como lo expresé en el punto anterior, la línea de ribera no fue fijada aún, y la obra
realizada por la entidad demandante, como se indica en el escrito impugnatorio, no se
encuentra aprobada, lo que puede tener una gravitante incidencia en la fijación de la
mencionada línea.

Los pronunciamientos anteriores entienden que la obra de tablestacado es legítima y válida


para ser tenida como línea de ribera, en la medida que fue aprobada por el municipio.

Pero tal como se señala en el recurso, ese razonamiento resulta equivocado. Lo explico.

En la sentencia de la Cámara se hace mención a la aprobación de las obras por parte de la


Comuna en dos oportunidades. A fs. 1.086 vta. se puntualiza que la Municipalidad autorizó
el tablestacado, y que las obras fueron "aprobadas en el 2001", sin entrar en mayores
especificaciones. Luego a fs. 1094, se indica que mediante el decreto 1.188 "...el intendente
de la Municipalidad de San Fernando confirió validez al plano de mensura aprobado
mediante Expediente n° 2209/2000...". También se alude a expresiones de la sentencia de
origen y de la demandante.

No queda claro entonces si la "aprobación municipal" a la que se hace referencia se trata de


la aprobación de los planos de fs. 194/202, o a la dispuesta por el citado decreto. Por ello
cabe abordar ambas cuestiones.
II.3.a. Respecto a lo primero, la pretendida autorización comunal -que en rigor de verdad se
trata de un visado de planos presentados por la actora- fue otorgada en el marco de la
ordenanza 7.442/00 (v. planos acompañados a fs. 194/201 y 776, y los sellos allí
insertados), y no puede tener el alcance que se le asigna en la sentencia. Esa normativa
municipal crea un Régimen de Regulación espontánea de construcciones privadas (conf.
art. 1), cuya suscripción por parte de los contribuyentes en modo alguno puede interpretarse
como una aprobación estatal de obras hidráulicas.

En dichos planos se reproducen las obras llevadas a cabo en la parcela en cuestión, tales
como vestuarios, restaurante, etc., y su registración por parte de la administración comunal,
fue en el marco de la citada ordenanza.

El art. 8 de dicha norma local preceptúa que "la incorporación o registración de los planos
no implicará aceptación o compromiso alguno por parte de la Municipalidad de la
habilitación de finca o local regularizado, ni autoriza el desarrollo de la actividad alguna
dentro de los mismos. La inexactitud o falsedad de los datos insertados en la
documentación presentada, podrá determinar, a criterio del Departamento Ejecutivo, la
pérdida del derecho a acogerse a la presente Ordenanza".

Ello explica claramente que el alcance de la presentación efectuada por cualquier


contribuyente, no va más allá de lo estrictamente tributario.

II.3.b. De otro lado, en el pronunciamiento se afirmó (v. fs. 1.094 vta.) que mediante el
decreto municipal 1.188/01 se confirió validez al plano de mensura que fijó la línea de
ribera en los términos indicados.

Al respecto, cabe hacer algunas aclaraciones. Dicho acto fue dictado en el marco del
expediente municipal 424/1999, en virtud del cual el Yacht Club solicitó una prórroga al
permiso de uso de tierras municipales (v. fs. 2), todo ello a tenor de la ordenanza 6.873/98 y
decretos leyes provinciales 9.297/79 (Ley de Espejos de Agua destinados a Fondeaderos) y
9.533/80 (Régimen de Inmuebles de dominio municipal). El decreto 1.188 hizo lugar a lo
solicitado por la asociación náutica, y, consecuentemente, mandó a liquidar el canon
correspondiente al permiso de uso (v. liquidaciones, fs. 102 y 103 y documentación
anexada a fs. 104/105).

La actora impugnó esa liquidación (v. escrito de fs. 106/109), y acompañó al expediente un
plano visado por la comuna.

Aclarado ello, cabe hacer las siguientes consideraciones.

II.3.b.i. En primer lugar, y tal como lo plantea la quejosa (v. fs. 2.018 en adelante), el citado
decreto lejos de otorgar una aprobación, se limitó a prorrogar un permiso de uso concedido
a los clubes náuticos de la zona en el marco legal descripto.

En el acto citado no se hizo mención alguna a la parcela en litigio, ni a la obra de


tablestacado, ni a ninguna otra cuestión que guardase vinculación con el sub lite, por lo cual
no puede otorgársele al citado acto administrativo el carácter convalidante que le confiere
el pronunciamiento.

Hay una apreciable distancia entre otorgar un permiso de uso -y percibir un canon por ello-,
y aprobar una obra de tablestacado. La sola lectura del acto, evidencia el yerro de la
Cámara.

3.2.b.ii. De otro lado, la impugnación que efectuó la actora ante la comuna, argumentando
que era propietaria de la fracción en cuestión (por la que no debería pagar el canon), no ha
sido resuelta aún -o al menos no ha sido acreditado-. Y además la Municipalidad continuó
liquidando el impuesto tal como lo venía haciendo. Ello consta de las sucesivas
presentaciones realizadas por el Yacht Club. Más aún, a raíz de lo manifestado por la
contribuyente, la comuna produjo un informe (v. fs. 147 del expediente 424/1999,
caratulado como alcance nota 221442), en el cual la Provincia de Buenos Aires figura como
Propietario Aluvional.

Es decir, de lo que surge de las actuaciones acompañadas no sólo resulta errado sostener
que el municipio ha aprobado la obra, sino que además, según sus registros, la Provincia es
la titular de la porción de tierra en litigio.

Esto es conteste con la postura que tuvo al contestar demanda, donde articuló una
excepción de falta de legitimación pasiva alegando la propiedad de la Provincia (v. fs. 250
vta.).

II.3.c. Resulta entonces acertado el embate del Fisco en cuanto precisa que el tablestacado
no fija la línea de ribera, y que la aprobación municipal fue efectuada en un marco ajeno al
eje del litigio.

II.4. De lo expresado en este apartado, y siendo que la pretensión intenta abrir un debate en
torno de una porción de tierra, cuya naturaleza pública o privada dentro de lo que es la
esfera del dominio del Estado, no ha sido dilucidada, cabe desestimar la acción.

III. Sobre la base de lo expuesto, considero que corresponde hacer lugar al recurso
articulado, rechazando la acción interpuesta, imponiendo las costas al actor vencido en
todas las instancias (arts. 68 y 289, CPCC).

Voto por la afirmativa.

Los señores Jueces, doctores Pettigiani y Negri, por los mismos fundamentos del señor
Juez doctor de Lázzari, votaron también por la afirmativa.

Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente

SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría de fundamentos, se hace lugar al
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto y se revoca la sentencia de
Cámara que hizo lugar a la demanda, la que se rechaza. Costas de todas las instancias al
actor vencido (arts. 68 y 289, CPCC).

Regístrese, notifíquese y devuélvase.

HILDA KOGAN

EDUARDO JULIO PETTIGIANI HECTOR NEGRI

EDUARDO NESTOR DE LAZZARI DANIEL FERNANDO SORIA

CARLOS E. CAMPS

Secretario

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