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Créditos
Traductora
Nelly Vanessa

Correctoras
Cande laurence15

clau maggiih 3
cereziito24 Pachi15

Dabria Rose VivianPink

kuami

Recopilación y revisión
Kuami

Diseño
Gaz
Índice
Capítulo 1
Capítulo 2

Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7
4
Sobre la autora
Capítulo 1
T
odo va a ir bien, Susan Chalmers se repitió a sí misma por enésima vez esa
noche.

Se estaba meciendo en un sofá del salón de la planta baja, con las rodillas
cruzadas y los brazos envueltos alrededor de sus piernas dobladas. Por alguna
razón, una canción seguía entrometiéndose en su cabeza.

No puedo evitar enamorarme. 1


No entiende por qué no puede sacar esas letras de su cabeza, sobre todo el coro, porque era
lo más inapropiado para la situación actual. Por no hablar, con toda probabilidad, por siempre
correspondido.
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Channing no ha regresado de dondequiera que hubiera ido. No es que él me dijera algo, de
su futuro Vice-Presidente. Se lo imaginaba en la comisaría de policía, dándole a la policía una
descripción de su volátil gemelo. Se ve exactamente igual que yo. Claro, adelante y tómeme una
foto para la ficha policial.
Y, sin embargo... Channing podría no haber ido a la policía acerca de esto.

No era mucho lo que ella sabía. Así que pensaba que él iba no iba decirle mucho. Después
de todo, ¿qué relación tenía con él que no fuera puramente un negocio? ¿Un mutuamente
beneficioso que le permitís follarla y hacer cualquier cosa con ella que a él le diera la gana, y, a
cambio, le daba su ansiado ascenso?

Para el siguiente viernes. Fácil. Excepto que ahora... era complicado.

1 No puedo evitar enamorarme es una canción del género pop compuesta en el año 1961, e interpretada por Elvis Presley
No, en realidad no, la voz racional en su cabeza le decía. Nada cambió. Bueno casi fuiste
violada por su hermano gemelo. Pero el orden se restauró. Aquí está la calma tras el caos. La vida
sigue.
El acuerdo continúa.

¿Verdad?

¿Y si no quiere continuar con ella después de esto? ¿Y si este palo en la rueda es más grande
de lo que cree que es, y cancela todo el asunto?

—Lo siento, Susan, pero ocurrió algo. No podré ascenderte, después de todo. Tendrás que
hacerlo por tus propios méritos.

Está tan sorprendida de que incluso esté pensando en negocios después de su terrible
experiencia. ¿Qué clase de mujer piensa así?

Unos pasos suenan fuera del salón y ella mira hacia arriba con miedo. Un hombre aparece
en la puerta. Por un momento, se congela, y luego recuerda.

—Soy de seguridad —dice él afablemente.

Ella lleva una bata de Channing. Con la cinta firmemente atada alrededor de su cintura, y
debajo, lleva puesto una muda que encontró en el vestidor, uno que está justo fuera de su 6
mazmorra.

No se deja plenamente bajar la guardia. —¿De qué empresa de seguridad es?

El hombre duda. Como Channing, su cabeza tiene un corte de pelo rapado. Por la forma en
que se mueve y se conduce a sí mismo, ella cree que tiene una formación militar.

—No somos de ninguna empresa de seguridad. Somos viejos amigos de Channing

—¿De Irak?

—Servimos juntos, sí.

Lame los labios. Hay tanto que quiere preguntar, y ahora es su oportunidad. —Por favor,
dime... ¿qué sucedió en Irak? ¿Qué quiere decir el hermano de Channing cuando dice que
Channing lo dio por muerto?

El hombre parece una vez más reacio. —No me corresponde a mi decírselo, señorita. Tal
vez será mejor que se lo pregunte al mismo Channing.
Esperaba eso. Sus hombres parecen leales a él hasta la exageración. Igual que con la Sra.
Radcliffe. ¿Qué es lo que tiene Channing que hace que la gente vaya a los extremos, incluida ella
misma? Todavía no sabe lo que siente respecto a él. ¿Siente afecto por él? Su piel sin duda se
abrasa con su toque, y ayer por la noche, tuvo el sueño más increíble sobre él. En su sueño, la
estaba besando como si fueran una pareja normal en una relación llena de amor, y cuando la
miró, sus ojos ardían de deseo.

—Susan —él estaba diciendo su nombre con voz ronca—. Susan.

Por supuesto, ella se despertó, y fue entonces cuando supo que había sido sólo un sueño.

Él no besaba.

Sin embargo a no sin cierto grado de astucia femenina. Incluso en su actual estado alterado,
se vuelve desplegando todo su encanto. (O todo el encanto que ella cree poder reunir).

Sus grandes ojos están suplicantes y asustados, mientras contemplan al hombre.

—Lo siento, pero no sé su nombre.

—Es Fred.

—Fred. —Ella recorre el nombre como si fuera su única tabla de salvación—. Por favor,
Fred, ¿no hay nada que pueda decirme? Estuve muy involucrada. Él intentó… —se atragantó con 7
la palabra— violarme. Por favor... Necesito saber.

Fred parece extremadamente incómodo.

—Por favor —dice ella de nuevo.

Él se desliza más cerca, deteniéndose tan sólo a unos metros de ella. Agitándose un poco
confuso.

Le dice—: Después de la guerra... o después de nuestro período de servicio, más bien...


Channing Crawford, William Peterson y Derek Fulham decidieron quedarse atrás y fortificar
Irak o al menos eso es lo que aseguraron. Fueron a Oriente, mientras el resto de nuestra división
volvió a Bagdad. A Channing le acompañó su hermano, Hugh, que aunque no era un soldado
voló por el botín.

Ella escucha con gran expectación.


—Nadie sabe lo que pasó allí, por supuesto. Pero la palabra entre los veteranos fue que
Hugh quedó atrapado en un fuego cruzado en donde estaban. Ellos escaparon, pero él no.

—¿Dónde estuvieron? —Se atreve a preguntar.

Fred frunce el ceño. —Fue un lugar llamado "Desert Rose" en el idioma local.

"Desert Rose". Ella saboreó el nombre. —Según todos los rumores encontraron oro ¿dijeron
que le hicieron?

—El oro no fue lo único que encontraron. —Él sacude la cabeza—. He dicho demasiado.
Cualquier otra cosa que quiera saber, sería mejor preguntarle a Channing. No le diga que le conté
nada—. Lanzándole una mirada de advertencia.

—No lo haré —le promete. Ella delibera durante un rato, y cuando él empieza a alejarse,
rápidamente le pregunta—: ¿Qué clase de hombre es Channing?

Fred levanta las cejas como diciendo: Claramente eres su amante, ¿y no lo sabes?

Sí, quería lloriquear. Soy claramente su amante física en todos sentidos, pero no tengo ni
una puta idea sobre el hombre.
Su expresión debió ser de angustia y frustración porque él se apiada de ella.

Le dice—: Cualquiera puede decir cualquier cosa sobre el hombre y lo que hizo en "Desert
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Rose", y nadie sabe lo que hizo con seguridad, pero recibiría una bala por Channing Crawford
cualquier día. Estábamos detrás de las líneas enemigas cuando recibí metralla en mi pierna. No
podía caminar. Estábamos rodeados de soldados enemigos. Pensé que estaba acabado.

—Channing me cargó todo el camino de regreso, a pesar de que estaba bajo una lluvia de
fuego enemigo. Me alzó sobre su espalda y se fue por el mismo camino por el que vino,
disparándole a todo lo que se movía. Si no fuera por él, no estaría aquí. Le debo mi vida misma.
Tengo esposa y tres hijos pequeños. Él me trajo de vuelta con ellos.

Inspira profundamente. —Mataría a cualquiera que intente hacerle daño.

Su expresión salvaje de repente parecía decir "y eso incluye a ti".


Capítulo 2
C
hanning no especificó dónde debía dormir, así que va a la habitación en la que se
había despertado. Y rápidamente se queda dormida en sus movimientos.

Sus sueños son preocupantes.

Está en el desierto frente a una enorme ciudadela de ladrillo cocido. Todo tiene un tinte de
color rojo suave, como si estuviera mirando el paisaje a través de lentes color rosa. La ciudadela
es grande, prohibida y antigua. Sus parapetos están a cargo de las sombras oscuras con puntos
de fusil que salen de la parte de atrás.

Lleva un traje sexy de dama, que permite a sus pechos desnudos levantarse sugestivamente
con sus dobleces y su vagina desnuda está expuesta debajo de su falda de volantes de tafetán
negro. Camina hacia la ciudadela mientras un triste viento aúlla a su alrededor, azotando sus
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cabellos marrones en un halo de movimiento.

—¿Channing? —llama.

Sabe que él está allí por instinto, en esta ciudadela llamada “Desert Rose”. ¿Está en
problemas? ¿Está siendo torturado?

Las puertas de hierro de la ciudadela están cerradas, pero ahora un mecanismo antiguo
hace que las manivelas se abran. Mira con temor como las puertas se quejan abriéndose para
revelar una bostezante penumbra.

Las nubes de oscuridad se parten. Una figura sale. Es claramente un hombre. Mientras
camina hacia ella, puede distinguir sus anchos hombros y su enorme cuerpo... y luego sus
facciones limpias y hermosas. Lleva una túnica larga de jeque, deslumbrando toda en blanco. Es
Channing y aún no es Channing. Sus largos látigos de pelo ondulan en el viento detrás de su bien
formado cuero cabelludo. Se asemeja a un profeta bíblico.
Sostiene una antorcha encendida en la mano.

Se despierta gritando. Se dobla en la cama, su piel está febril y húmeda por el sudor. Una
mano inmediatamente toma la suya y le agarra el brazo. Ella se congela.

—¿Susan? —Es la voz de Channing en la oscuridad—. Soy sólo yo, Channing.

—¿Channing? —Su voz es nerviosa, quejumbrosa. Nunca más podrá estar segura. Sus voces
son iguales.

—Sí.
Oye sonidos de movimiento y luego el clic de un botón. Luz parcial inunda la habitación.

Channing está sobre su codo a su lado en la cama, con el pelo cortado a rape brillando a la
luz de la lámpara. Está desnudo por lo que puede ver encima de las cubiertas. Su frente está
arrugada con preocupación.

—¿Estás bien? —pregunta él.

No lo está. Todavía está asustada por su pesadilla. Está asustada por toda la casa.

—Sí —miente, su corazón late rápidamente. Puede oír su ruido sordo en los oídos en medio
del rugido de su sangre.

—No es más que una pesadilla —adivina él correctamente—. Vuelve a dormir. Estoy aquí.
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Se gira para apagar la luz y están en la oscuridad una vez más. La luz de la luna en la ventana
exterior es una pálida sombra contra lo que está acostumbrada, como si la noche también
estuviera blanqueada de todo el color. Él se acomoda a su lado. Sus grandes manos son
sorprendentemente suaves mientras se enrollan alrededor de sus hombros y su cabeza se recarga
sobre su pecho.

Su cabello largo es un marco a través de sus pectorales y su mejilla izquierda está contra su
corazón. Puede oír su constante latido, un toque reconfortante de tambor. Ella desliza su palma
hasta su cintura y la mantiene allí. Están uno frente al otro, igual que verdaderos amantes
después de un interludio sexual. Su calor se filtra en todas las partes de su cuerpo en contacto
con su piel.

Le gusta esto. Se pregunta si su pene estará erecto, pero no quiere echar a perder esta
maravillosa intimidad recién descubierta que tienen. Así que guarda silencio sobre las mil y un
preguntas que vienen a sus labios sobre su hermano gemelo y sobre “Desert Rose”. Pero no se
supone que sabe sobre “Desert Rose”, por lo que tendrá que seguir teniendo pesadillas.

¿O son premoniciones?

Él habla, su voz profunda y vibrante contra su mejilla. —Creo que estamos a salvo ahora.

El estado de ánimo en la habitación se encuentra todavía en el limbo, mágico, cálido y tan


tenue que puede cortarse con un cuchillo.

Tiene tanto miedo de sacudirlo, pero sabe que su curiosidad ganará.


—¿Quieres decir... que lo encontraste?

—No. No podemos encontrarlo —Suspira. Distraídamente le acaricia el brazo. Al estilo de


los enamorados—. Pero la casa está más fortificada que nunca y tenemos a Fred y a sus
mercenarios dentro y alrededor de ella.

—¿Mercenarios?

—Mercenarios.

Sí, por supuesto. ¿Qué otra cosa podrían Fred y su equipo ser? Se siente como si todo a su
alrededor fuera surrealista y fuera la desafortunada protagonista de alguna película de espionaje.

Susurra—: ¿Por qué está tan enojado contigo?


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Silencio. Terror se agrupa en su pecho. Arruinó todo ahora y él estará enojado con ella por
preguntar. Dejará su cama ahora y volverá a su dormitorio, donde quiera que esté.

Maldita sea.

Finalmente, él dice—: Es una larga historia —Su voz es cansada sin medida.

Ella no dice nada. Espera.

—Hugh siempre fue muy competitivo. Quería ser el mejor en todo. Cuando era un niño,
quería ser presidente. El primer astronauta en ir a Marte. El científico que descubriría la cura
para el cáncer. Y tenía el cerebro para hacerlo también.

Hace una pausa.

—Por desgracia, siempre había algo un poco raro en él. Cuando era bebé, nuestra madre lo
dejó caer y se golpeó la cabeza contra el suelo. Siempre fue inquieto después de eso. Lloraba todo
el tiempo. No podía dormir por largos períodos de tiempo y se mantenía despierto por las noches.
Ella juró que nunca tendría un bebé otra vez después de nosotros.

Se queda sin habla. Él nunca ha compartido nada sobre sí mismo con ella, y esto es una
catarsis. Casi tiene miedo de respirar, miedo de disgustar este delicado momento con algo tan
basado en la realidad como respirar.

Él continúa, sin dejar de acariciar su brazo—: Como resultado de su caída, nuestros padres
siempre estuvieron agitados y preocupados por él. Él consiguió la mayor parte de la atención
cuando crecíamos. Era un niño enfermizo, proclive a los ataques y a oscuros hechizos. Los
médicos lo atribuían a esa caída.

Cae en silencio. El ascenso y caída de su pecho son palpables en su mejilla. Ella quiere
besarlo, pero tiene miedo de disipar su estado de ánimo. Así que se conforma con dirigir su palma
a su pecho en cambio, sintiendo los suaves planos de sus músculos pectorales bien definidos y
los contornos de sus pezones.

O tal vez tocar sus pezones es una mala idea, porque eso le excitará. No es que no quiera
excitarlo, pero la forma en que está ahora mismo es tan suave y contemplativa que quiere
permanecer en este microcosmo de tiempo para siempre.

Se mueve debajo de ella y se instala de nuevo en una posición ligeramente alterada. Es un


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dulce, maravilloso movimiento inconsciente. No significa nada para él, pero todo para ella,
porque él está finalmente poniéndose verdaderamente cómodo con ella.

Dice—: Me culpa por algo que no hice. Pero entonces siempre me culpó. Siempre estuvo
resentido de mí y no tengo ni idea de por qué.

—¿Por qué te culpa?

—Estábamos en Irak. Había caos por todas partes. Saqueos. Matanza en las calles.
Manteníamos el orden. Ese era nuestro trabajo. Luego nos enteramos de lo que estaba
sucediendo en algún lugar al este de Bagdad. Acerca de mujeres siendo violadas en masa y
ahogadas en piscinas por un Cacique local, enloquecido en los últimos días de energía. Peterson,
Fulham y yo fuimos a investigar con diez hombres de nuestro escuadrón. Hugh voló para
intervenir como civil. Lo que encontramos allí…

Toma una respiración profunda. Ella se tensa, su mente corre con imágenes horribles.
Dice—: De todos modos, me ahorraré los detalles. Hubo un tiroteo al final de todo, pero no
fue nada glamoroso. Perdimos a ocho de nuestros hombres. La ciudadela ardió en llamas. Hugh
estaba atrapado dentro. Intenté encontrarlo, pero el fuego era demasiado horrible, demasiado
infernal. Tuvimos que correr por nuestras vidas. Así que lo dejé allí y lo di por muerto.

Su cuerpo se congela. Se queda en silencio, y ella siente que es todo lo que le dirá sobre el
tema. Por ahora.

Nota que no mencionó a ninguna mujer en particular. Pero muy claramente oyó a Hugh
decir—: Mi hermano siempre tuvo buen gusto para las mujeres. A pesar de lo que le hizo a ella.

Ella.
Había una mujer involucrada de alguna forma entre ellos... en Irak. El Channing que conoce hoy
tiene un origen. La forma en que es hoy —distante y emocionalmente inaccesible— puede haber
tenido su génesis en Irak. Por qué no le da un beso, por ejemplo. Por qué no está en pareja, a
pesar de ser uno de los hombres heterosexuales más codiciados del planeta.

—Vete a dormir, Susan —dice en la oscuridad, todavía acariciando distraídamente su brazo


y pelo.

No cree poder ir a dormir. Hay mucho que él no mencionó. ¿Qué esconde? ¿Qué tiene que
ocultar?
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Escucha su respiración salir y detiene sus caricias. Su mano cae blandamente sobre su
cabeza. Se quedó dormido. No habría sexo esta noche, sólo sus especulaciones y la gran potencia
de sus aspirantes a sueños.

Tiene una pequeña idea entonces —envuelta en sus brazos en una extraña cama—, estará
completamente confundida de la peor manera posible.
Capítulo 3
C
uando se despierta, él no está a su lado. Alarmada, se sienta, sólo para ver su letra
en un papel de carta sobre la arrugada almohada:

FUI A NADAR PARA RELAJARME. ENCUÉNTRAME EN LA PISCINA DE


ABAJO.

Sonríe. Luego su estado de ánimo disminuye cuando se da cuenta que no tiene nada que
ponerse. ¿Valdría la pena saquear el armario de abajo? Pero Fred y sus mercenarios están
alrededor. ¿Qué pensarían?

Decide que no va a nadar, sino verlo desde el lado de la piscina en su lugar. Sí, ese sería un
espectáculo digno de un festín para sus ojos.
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Camina a la planta baja, sintiéndose un poco descuidada a pesar de haberse cepillado el
cabello y aplicarse sólo un toque de maquillaje. Camina directamente hacia donde piensa que
está la piscina. Los jardines son tan vastos. Es recompensada por una visión azul en un área más
allá de un gran patio de baldosas de terracota.

Channing está haciendo largos en la piscina de treinta metros de largo. Está completamente
absorto en su tarea, nadando en estilo libre de un extremo a otro sin parar. Se pregunta cuánto
tiempo habrá estado haciendo eso, porque luce en muy buena forma e incansable. Se sienta en
una tumbona a rayas. Lo puede ver perfectamente: las gotas plateadas de agua en su piel
mientras recorre la superficie, su silueta mientras se sumerge en cada momento, y la forma en
que nada en ciento ochenta grados en cada extremo, pateando sus piernas largas contra las
paredes para propulsarse hacia delante.

Recuerda su reciente intimidad de anoche. En muchos sentidos, lo que compartieron es


más físicamente profundo que el sexo. Channing está ahora nadando a través del agua a una
velocidad increíble, como si estuviera tratando de sacar los acontecimientos de anoche de su
sistema.

No lo culpa. Piensa que él no está diciéndole todo, y todo lo que no le está diciendo se lo
está comiendo por dentro y tiene que alimentarlo de la única forma que sabe: con fuerza física
pura.

Él da una última vuelta. Se detiene en el borde de la piscina, jadeando ligeramente. Levanta


la vista y la ve.

—Hola —dice.

—Hola —responde ella.

—No estás nadando.

—No tengo traje de baño. —Realmente tiene que hablar con él sobre ir de vuelta a su
apartamento para conseguir su ropa.

—No necesitas traje de baño. —Las gotas caen de su frente y barbilla. Es devastadoramente
guapo.

Casi tan poco realista.

Ella levanta una ceja.


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—Ah, ¿no?

—No. —Da un vuelco para estar en pie en el suelo de la piscina. Luego va debajo de la
superficie y se despoja de su traje.

Se hace un nudo en la garganta de ella

—¿Dónde está Fred? —pregunta.

—Fuera de la casa. —Él arruga sus mojados pantalones de natación en una bola y la arroja
a un lado—. Esta parte está considerada dentro de la casa. Estamos solos.

Hay una diferencia en su relación. Él no está ordenándole como una pieza más de su
propiedad.

Por ahora.

—¿Quieres que entre? —dice ella, vacilante.


Él está descansando al lado de la piscina, sus musculosos brazos cuelgan fuera del agua.
Sus ojos azules atrapan los suyos. Su estómago hace una voltereta. Es incapaz de apartar la
mirada.

—Sí, quiero que entres.

—¿Sin ropa?

Él la ha visto totalmente desnuda. ¿Cómo es que es tan tímida de todos modos? Entonces
se da cuenta de que es su ambiente. La piscina puede estar dentro de los jardines internos, como
sugiere, pero siguen estando marcadamente en el exterior, bajo el cielo azul. Una pared de
ladrillo rodea la piscina, rodeada por árboles, pero todavía tiene la espinosa sensación de ser
observada.

—No, quiero que saltes con la ropa puesta. —Él hace un chasquido con exasperación—. Por
supuesto que sin ropa. ¿Vendrás o tengo que subir por ti?

Él espera, ceñudo.

Oh.
Está nerviosa ahora, recordando su actitud alfa y su amenaza de darle nalgadas. Se pone de
pie y comienza a agarrar el dobladillo de su vestido. Está vestida sólo con su ropa interior debajo. 16
Se lo quita y sus bragas también. Se queda de pie desnuda en la brisa de la mañana, temblando.
Se imagina miradas indiscretas en medio del follaje, y busca en los árboles, esperando captar un
vistazo de Fred y sus hombres.

Está tan expuesta. Tan desnuda. Está de pie con las piernas juntas tímidamente. Quiere
cubrirse los pechos, pero no se atreve.

—Brinca —dice él.

Su tono ya no está en modo de invitación. Es una orden. Oh, oh, oh, piensa ella. Ese
maravilloso estado de ánimo íntimo —de igual a igual y de amantes— se disipó. Él ha trabajado
en sus asuntos internos y ya no es vulnerable.

No sabe si sentirse aliviada o cuidada.

Se mueve hacia el lado de la piscina. Tiene un borde de desagüe y el agua continúa


filtrándose sobre un drenaje que abarca la cubierta. Se sienta en el borde incómodamente,
deslizando sus piernas en el agua. Está fría. No piensa que es el tipo de hombre que caliente su
agua, probablemente le gusta el frío descarado como un castigo para los sentidos en la mañana.

Él ladea su mirada hacia ella. Sus penetrantes ojos azules son serios mientras toma sus
manos.

—Necesito follarte —murmura.

¿Aquí? ¿En la piscina? Ella se siente un poco débil. Pero siente que si ayer por la noche fue
una catarsis emocional (más o menos) para él, hoy es su lanzamiento a través de lo físico.

Él tira de sus manos, y ella se encuentra cayendo. Cae en sus brazos, con un indefenso
salpicar. Jadea en el agua mientras lucha para no perder el equilibrio. Su cuerpo está en su
contra. Piel desnuda húmeda contra piel desnuda mojada. Él sostiene su cintura y sensualmente
mueve las manos por su cuerpo. Su rostro está muy cerca del suyo. Maldición, pero él está bien.
Ella puede mirar sus ojos por siempre.

En el agua, su mano roza su coño. Su vello púbico siente los senderos de la corriente. Él
parece encontrar eso divertido mientras juega con ella, tirando de sus hilos mojados
juguetonamente. Ella se queda muy quieta –como desconcertada por esta situación— mientras
él explora los labios de su coño, algo a lo que es muy aficionado a hacer. Placer erótico se
desenrosca de su clítoris, y él le da un toque y lo aprieta una y otra vez.
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Ohhh, Channing.
Ella agarra sus brazos, esos brazos maravillosamente esculpidos con venas como serpientes
brillantes debajo de su piel. Sus ojos se devoran uno a otro mientras él continúa la exploración
submarina de sus secretos pliegues. Sus dedos se clavan en su piel. Atrapa la astilla del latido de
su clítoris entre el índice y el tercer dedo.

Un impulso electrificado explota en su tierna carne.

Sus húmedos labios faciales se abren con hambre. Su vagina comienza a dolerle con una
necesidad apremiante.

Channing, Channing. Por favor, oh, por favor.


Quiere que la folle. Necesita esta venida tanto como él. Ha sido un infierno las pasadas
veinticuatro horas, y ambos pueden utilizar el tiempo en un buen polvo.

Pero primero, desea que la bese.


Su rostro está muy cerca del de ella, pero él no hace ningún movimiento para apoyar sus
labios en forma maravillosa hacia ella.

Nunca lo hace, piensa ella. No hay punto muerto. Es un paso adelante, un paso atrás con
él.

Oh Hugh, ¿qué nos hiciste?


Sus dedos exploradores encuentran el agujero de su vagina. Retuerce dos dedos dentro. Su
pasaje es cómodo y lleno de agua, un túnel rebosante. Él hace un circuito, frotando sus paredes
con un barrido. Zarcillos de lujuria pasan sobre toda su vagina, y ella siente que le hormiguea la
columna vertebral.

Él expande esos dos dedos y hace una señal de V dentro de ella. Un nudillo roza su punto
G. Ella se estremece de deseo y frío.

—Te deseo —murmura él de nuevo.

Oleadas de regocijo se mueven dentro de ella. Te deseo. Lo que anhela escuchar de él,
aunque es lo segundo mejor a lo que realmente quiere oír.

Te amo, Susan.
Sííííí.
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Él la empuja contra la pared de la piscina. Remolinos de agua se forman alrededor de ellos,
tímidos y sutiles. Él abre sus muslos. Inclina sus rodillas para poder alistarse a sí mismo para el
empuje, para la aletargada penetración bajo el agua.

Sus dedos se deslizan fuera de su vagina. Agarra sus nalgas y la levanta. Sus rodillas están
dobladas y sus pies hacen ondas viscosas en el agua. Puede sentir la dura barra de hierro de su
carne, situada justo debajo de su codicioso agujero.

Sus ojos se dilatan de necesidad. Su boca todavía está ligeramente abierta y sus mejillas
están muy, muy enrojecidas.

Con una inhalación brusca, él se lanza dentro de ella. Puede sentir su columna sólida de
carne precipitarse en su acuoso túnel. Ohhhhhhh. Pulsante en cada delicioso centímetro a
centímetro. Sus paredes vaginales se escinden, abriéndose del mismo modo en que su duro
cuerpo hizo largos como flecha en el agua antes. Él parece tener prisa. Hay una urgencia en su
empuje, como si tuviera que venirse rápido.
Permite que ella se acostumbre a su tamaño y grosor. Ella se llena con placer. Tan
maravillosamente.

Pero él no permite que se acostumbre a él dentro de ella, porque se empieza a mover.


Rápidas estocadas. Salidas y entradas con movimientos rápidos. Su firme pecho se frota contra
sus pechos. Está siendo estimulada en tantas áreas.

Sus fuertes manos se apoyan en sus caderas, y su espalda se presiona contra la pared como
un ancla. Su vagina suelta jugos en remolinos con el agua, una advertencia a la mezcla de crema
con aqua cool. La forma en que se siente en el agua es intensa, como si ambos se movieran en un
sueño, como si se lavaran y ducharan al mismo tiempo que él la folla. Limpiándolos de
irregularidades. Limpiándolos de todas las preocupaciones, excepto el presente, el ahora.

Su piel es de guijarros con gotas de agua limpia, y sus pupilas están muy dilatadas mientras
él le sostiene la mirada. Está ligeramente agitado. Después de ese gran entrenamiento de
natación que tuvo, está sorprendida de que todavía puede tener tanta energía.

Él empuja y le perfora con un frenesí agravado, cerrando su cuerpo en el de ella y amasando


sus pechos con su pecho agitado. Ella se aferra a sus hombros y espalda. Tan firme, tan suave,
tan piadoso. Pasa los labios contra la piel de su hombro y lame y saborea el agua fresca en él. Él
ni siquiera nota lo que hace.
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Sus gruñidos se vuelven más pronunciados a medida que compite hacia su clímax. Su ingle
golpea contra la de ella, y en el agua, la compresión se hace más boyante. Él necesita más esfuerzo
para clavarse dentro de ella cada vez. Ella gime y se retuerce. Su pene tiene un ángulo en su punto
G, donde cada contundente roce en su contra envía fuego a través de su orificio, disparándose
contra toda su región pélvica y serpenteando por su espalda para combinarse en el ruido de fondo
brillante de su cerebro.

Ella grita con el placer de eso. Él presta atención y aumenta su intensidad. Sus respiraciones
y gruñidos se fusionan entre sí, sonidos gemelos al darse placer recíproco, de entendimiento
mutuo e igual satisfacción. Sus dedos se hunden en su carne, una señal de su emoción creciendo.
Ella echa hacia atrás la cabeza y arquea su espalda. Los azulejos son fríos contra su piel. Lo agarra
con más y más fuerza, hasta que sus uñas sangran en su carne sólida. No cree que se dé cuenta
de eso tampoco.
Su mente se desprende de su nombre, su cara, y su maduro y exuberante cuerpo
fusionándose con el de ella. La sucesión de imágenes se libera mientras destellos de luz
estroboscópica se mueven dentro de su mente. Es como una niña abandonada en el desierto,
vestida con oscilantes paños de vela como ropa. Corriendo hacia esa figura que se acerca a ella.

―¡Channing! ―grita.
Él comienza a correr hacia ella. Se acerca, guapo como el mismo diablo y más grande que
la vida.

Se besan, sus labios presionándose fuertemente uno contra otro.

Oh, Channing.
Ella se deja subir a la cima de las aguas blancas, las cimas del tsunami. Y los restos flotantes
lavándola, todo el sonido, la furia y la locura furiosa de él. Dicha con cada poro de su cuerpo. Se
besan de nuevo en sus sueños, voraces labios despidiéndose y lengua torciéndose contra lengua.

Junto con su orgasmo llega el anhelo de algo más. De mucho, mucho más.

Channing.

Quiere cada parte de él, y no sólo lo que tiene que ofrecer en estos momentos. Mientras su
clímax envía a sus músculos a dar espasmos profundos y se estremece, se da cuenta —con
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desaliento— de que se enamoró de él.

Irrevocable, sin sentido, desesperada y sin esperanza en el amor.

Oh Dios.
¿Qué será de ella ahora? ¿Cómo se permitió amar a un hombre que no puede y no la amará
también?

Con su orgasmo, se deja llegar al orgasmo también. A pesar del agua arremolinándose en
su vagina, puede sentir el chorro muy real de su semen caliente dentro de ella, como un chorro
de lava fundida contra su bálsamo frío. Ella cierra los ojos y ladea la cabeza hacia atrás. Su cabello
está mojado por todas las pequeñas olas que su vida sexual causó en el agua.

Desea poder detener y hacer pausar este momento para siempre; Channing en su interior,
en su clímax, y silbando su placer con un chorro de aire contra su cuello.

Es una apariencia de amor. Casi.


Él jadea en su contra, sosteniéndola. Su pene todavía está rígido dentro de ella, aunque lo
siente menguar un poco.

Sale y se apoya en ella, expandiendo su pecho y contrayéndolo en su intento por moderar


su respiración.

—Gracias —murmura—. Necesitaba eso.

—También yo. —Ella jadea.

Él parece avergonzado. Sus ojos revolotean a los de ella.

— Y gracias por lo de anoche —dice—. Por escuchar.

Ella no tiene nada que decir a eso.

Ambos están en la piscina, uno frente al otro, sintiéndose desconcertados. Es como si de


repente fueran extraños en lugar de dos personas que compartieron sus cuerpos a fondo.

Él dice con voz ronca:

—Tengo que salir a hacer cosas.

Ella sabe sin preguntar que son asuntos en relación con su hermano.

—Necesito mi ropa de mi departamento —dice ella. 21


Él asiente.

—Iremos después. No puedo dejarte ir sola. No es... seguro.

Ella está de acuerdo.

—Cocinemos algo para la cena —dice él—. Eché de menos tu lasaña anoche.

Es la primera vez que un hombre dice extrañar algo de lo que ella cocina, pero él no lo sabe
por suerte... todavía. Ella disfraza su sonrisa.

—Ponte algo sexy cuando llegues a casa —dice—. Elige uno de los trajes franceses de criada.
No tuve el tiempo necesario para disfrutarlo ayer.

Ambos están de regreso a sus zonas de comodidad. Él vuelve a ser el alfa supremo, el
maestro y el jefe de su casa. Ella vuelve a ser su empleada y la sumisa.

—Sí, señor —dice ella con ironía.

El fantasma de una sonrisa adorna su boca ancha y sensual.


Nunca, se promete. Nunca le diré que me enamoré de él.

22
Capítulo 4
C
uando él llega a casa, está visiblemente cansado. Quiere preguntarle qué pasó, pero
una sacudida de cabeza casi imperceptible le dice que no quiere que ella lo sepa.

Él considera su atuendo. Ella ha hecho más de lo posible para complacerlo de


nuevo. Lleva vestido negro con sexy con adornos de encaje blanco incrustados en la cintura y
escote muy pronunciado, justo abajo de su ombligo. Cualquier extensión de piel desnuda que
tiene en frente está surcada por encaje negro, por lo que el contraste es extremo.

La falda es insólita. La parte posterior de la misma se separa por completo en una “V”
invertida. No lleva ninguna ropa interior, de modo que la hendidura de su trasero está
completamente expuesta. Se puso medias altas hasta el muslo y unos muy puntiagudos zapatos
negros de tacón. 23
—Muy bien —dice él en voz baja.

—Gracias.

—Ven aquí.

Ella se acerca, y él acaricia sus pechos y nalgas, apretando su carne firme.

—Me estás poniendo duro otra vez, pero tengo que comer primero.

Su mano se pasea por su sexo bajo la falda. Ella ya se llenó de crema para él. Un trino de
satisfacción espina su ego. Puedo ponerlo duro, se maravilla. Puedo poner a este muy guapo,
extremadamente potente y seguro hombre, duro. Me desea. Lo puedo ver en la forma en que sus
ojos se iluminan mientras me observa.
Hasta ahora que nunca había experimentado eso antes en su entorno de trabajo.

—Más tarde —le promete, sacando sus manos.

Ella está decepcionada.


Le sirve en el comedor, en una mesa lo suficientemente grande como para acomodar a
quince personas. Debe sentirse muy solitario comiendo aquí solo, piensa ella, pero no lo
menciona. Se ha superado a sí misma cocinando.

Les hizo pasta en salsa bechamel, con pollo asado y cebollas. Abre una botella de vino
blanco. La comida es sencilla, pero él se la come con voracidad.

Ella lo mira comer, deleitándose con su belleza y el hecho de que está realmente disfrutando
de algo que hizo con sus manos.

—Esto está muy bueno —dice entre bocado y bocado.

—Gracias. —Un rubor tiñe sus mejillas. Nadie ha elogiado su cocina. ¿Es realmente tan
mala, o sólo ha estado con los hombres equivocados?

Le dice—: ¿Lo encontraste?

—No. Desapareció aparentemente en el aire.

Eso es de mal agüero.

Ella deja que el silencio entre ellos transcurra mientras pica su propia comida. Entonces
dice—: Tengo que regresar para recoger mi ropa si voy a quedarme aquí más tiempo.

—Por supuesto. Aunque es tentador dejar que te vayas desnuda.


24
Ella lo mira para ver si está tomándole el pelo, pero él mantiene una expresión de intensa
seriedad, aunque el lado derecho de su boca tiene un tic.

Cuando terminan de comer, ella empieza a recoger los platos.

—No, déjalos —le dice, levantándose de la silla y yendo hacia ella. Agarra su cintura—.
Necesito desestresarme.

Su corazón salta mientras ve el deseo de propósito en sus ojos. Ella lleva las manos a sus
hombros.

—Vamos a la mazmorra —dice él con voz ronca.


Capítulo 5
E
lla admite estar asustada. Lo sigue tímidamente, sus tacones se clavan en la
alfombra, mientras él desbloquea la puerta del calabozo de hierro con una llave
antigua. Aquí están, maestro y esclava de nuevo. Se pregunta si él deliberadamente
diseñó la puerta de esta manera, para intimidar a la sumisa antes incluso de pasar por el umbral.

Si ese es su objetivo, lo logró también. Ella prácticamente tiembla mientras las puertas
gimen abriéndose.

—No te preocupes, Susan. Podrás disfrutar de esto —dice él.

Ella no está tan segura. Lo desea tanto dentro de ella, no puede negar eso. Pero esta es toda
una nueva experiencia. Recuerda la paliza y cómo había llorado por eso, y sus piernas se
tambalean a medida que se impulsan en el hoyo de la víbora.
25
La mazmorra es cavernosa. Channing cierra la puerta detrás de ellos con un sonido
metálico y ella salta. Nota que la puerta en el interior está vestida de gala con un cuarto panel
electrónico, una aplicación moderna extraña que está revestida de material rústico que tiene
incrustado.

Es una cámara extraña, aproximadamente del tamaño de una gran sala de reuniones en
una oficina. Las paredes son de color gris opaco.

Varias piezas de mobiliario que se asemejan a bastidores de tortura medievales bordean el


perímetro, junto a negros armarios y a una caja fuerte de metal.

Tiembla.

Su palma se encuentra en su espalda, acariciándola suavemente.

—No tengas miedo. Todo estará bien. Te gustará... si dejas tus inhibiciones y liberas tu
mente.
Recuerda el pacto que tuvo con él. Su cuerpo en todos sus caprichos a cambio de su ascenso
a Vicepresidenta. Gran parte de eso ha sido agradable... hasta ahora... pero ahora, viendo toda
esta parafernalia BDSM, no está tan segura. Tal vez había hecho un pacto con el mismísimo
diablo. Sin duda bastante guapo.

Él dice: —Esto funciona como una habitación de pánico. Las paredes, el techo y el suelo son
de cemento. Están acolchados con amianto y otras estructuras aisladas.

—¿Una habitación de pánico?

—Sí. Para proteger a sus ocupantes —dice él en un tono significativo.

Podría haberme escondido allí anoche, piensa débilmente. Oh, la ironía de eso.
Él va a un trípode y acaricia la madera. Es una estructura triangular, casi como un caballete.
Hay tiras de cuero en la parte superior y en los laterales. Se puede imaginar a sí misma siendo
atada en él, con sus muñecas en la parte superior y los muslos extendidos y atados a las vigas
laterales. Retrocede ante eso.

—¿Por qué tanto miedo? —le pregunta él, divertido.

Es esta sala, quiere decirle. Es demasiado. Piensa en la tortura y las inquisiciones, y toda
su valentía huye ante la adversidad (y ambición). 26
Él lee su mente.

—No seré duro contigo. Te golpeé antes, y te gustó.

Ella no está segura de que le gustó la paliza, sólo que le gustó su pene en su boca y que la
follara.

Sí, eso era lo que le gustaba. Y estar bajo su dominio total. Ser deseada por él. Ser querida
por él. Ser amada por él, no es que sea probable que ocurriera.

—Es tan lejos como iría en lo que al dolor concierne —le asegura—. Nalgadas, Un poco de
azotes. Nada importante.

¿Azotes? La sangre es drenada de su cerebro. Le tiene miedo a los látigos. Le tiene miedo
al dolor. Oh, oh, oh. Está confundida en cuanto a lo que teme.
Él pone su mano en su espalda y acaricia un extraño artilugio en el suelo. Tiene un medio
círculo unido a la varilla vertical, que a su vez está conectado a una barra horizontal ajustable en
el suelo.

A alrededor de sesenta centímetros de distancia de ese medio círculo hay uno más grande,
diseñado para adaptarse a la circunferencia de un cuerpo, también adjunto a una vara y barra
similar. En ambos extremos de la barra horizontal, hay correas de cuero en el suelo de piedra.

—Quiero que te metas en eso, Susan —dice él.

¿Entrar en eso? ¿Cómo? Su aprehensión comienza a agitarse.


—Coloca tu cuello aquí. —Le indica el medio-círculo más pequeño.

Oh, así que para eso servía. Sintiendo disgusto, le obedece. La ayuda a colocar su esbelto
cuello en la amplia base del medio círculo. El metal es frío. Ajusta la varilla para que pueda abrir
los brazos extendidos en una ‘V’ invertida para quedar atrapada por los lazos de la barra
horizontal.

Hace lo mismo hasta su cintura, de modo que ella se acurruca cómodamente en el mayor
semi círculo. Sigue teniendo su traje de doncella francesa. Él extiende sus muslos de manera que
se encuentren en la misma posición que sus brazos, atados por las correas de cuero. 27
Él da un paso atrás para admirar su obra. Ella puede ver el bulto muy evidente en sus
pantalones. Él empieza a quitarse la ropa, desde su camisa, luego los zapatos, los calcetines y
finalmente los pantalones. A pesar de su derrota, puede verlo haciendo esto para siempre, ver su
torso reluciente ser revelado como un Dios arrojado fuera de sus pertrechos mortales.

Sus ojos se estrechan mientras él mira hacia ella. Después de todo, el escote es más
pronunciado que nunca, su coño y nalgas están completamente revelados en la parte posterior.
De alguna manera, se siente más desnuda de esta manera que si estuviera totalmente desnuda.
Los semi círculos están fríos sobre su piel. El que está en su cuello presiona hacia arriba contra
su mandíbula, mueve la cabeza para aliviar la presión sobre su barbilla.

Una vez que está completamente desnudo, él se dirige a uno de los misteriosos gabinetes
negros y jala la parte superior del cajón. Ella espía una serie de instrumentos metálicos en su
interior y se estremece. ¿Qué puede hacer ahora? Está efectivamente atrapada como una
prisionera. Puede luchar todo lo que quiera (y no está segura de querer hacerlo) nadie la
escuchará en esta sala mazmorra de pánico con sus paredes gruesamente escondidas.

Él toma un instrumento y vuelve a ella. Su pene extremadamente erguido da rebotes arriba


y abajo mientras se pasea, una barra deliciosa de carne en sí misma.

Se encuentra pasando su lengua por su labio inferior con la vista. Él se pone de pie frente a
ella; su pene está al nivel de sus ojos, literalmente, señalándola.

—¿Sabes lo que es esto? —Le muestra el instrumento. Se trata de una estructura cónica
corta y contundente que se ensancha a una base amplia.

Ella sacude la cabeza con miedo.

Él le acaricia el cabello Con ternura.

—No te dolerá. Puede ser que incluso te guste.

Se mueve detrás de ella, sujeta como ella está; mueve los dedos en su trasero. Sus nalgas ya
están separadas, le desliza fácilmente el estrecho enchufe anal en su apretado ano. Ella da un
grito de sorpresa. Puede sentir su esfínter estirándose, y no es incómodo... simplemente extraño.
Ella aprieta sus músculos rectales, lo que permite a la presencia extraña asimilar sus
terminaciones nerviosas. Igual que las pinzas que había llevado antes en la oficina, ella tendrá 28
que acostumbrarse a ello.

—Sabes, puedo mirarte siempre —dice él a su espalda.

Él mueve el tapón anal dentro de ella para que haga un barrido de su perímetro. Sus cremas
vaginales se sueltan con las nuevas sensaciones. Él está en lo cierto. Realmente le gustan las
nuevas sensaciones que el enchufe invoca.

Él acaricia sus nalgas y su vagina abierta por detrás, se sumerge en su agujero y moja sus
muslos con sus propios jugos. Ella susurra de placer, especialmente por la acaricia en la mitad
inferior de su clítoris.

Su vagina está trémula de nuevo, muriéndose de hambre por su pene. Quiere que la tome
analmente.

Oh, ¡lo desea tanto!


Se pregunta si le puede pedir que la folle. Después de todo, todavía están en una relación
dom-sumisa/amo-esclava en esta coyuntura.

Por favor, por favor, fóllame, Channing.


Si él leyó su mente, de manera decepcionante decide ignorarla. Se aleja de su vagina y
camina hacia su frente. Arrastra una silla frente a ella y se sienta. Entonces se arrastra con la silla
muy, muy cerca de su cara. Sus muslos están extendidos de par en par y su pene está a nivel de
su boca.

Ella sabe lo que quiere que haga.

—Chúpame —dice simplemente.

Le mete su pene a su dispuesta boca ansiosa. Ella tira de él, sus mejillas se vacían. Su carne
sabe dulce y con sabor al mismo tiempo, se impregna de su aroma varonil mientras él se empuja
a sí mismo más profundamente en su boca. Su contorno es tan grande que tiene dificultades
lamiendo su piel mientras su lengua está comprimida. Hay una gota de rocío de líquido pre-
seminal en su apertura, y contagia su blando paladar.

Ella lo toma más... y más profundo, hasta que su corona está en la apertura de su garganta.
Él comienza a deslizarse dentro y fuera de su boca en una apariencia de follada. Esta vez, es más 29
áspero. Ella roza su resbalosa carne con sus dientes, pero a él no parece importarle. Su
respiración se vuelve más irregular mientras su bombeo asciende en velocidad.

Sus manos agarran los lados de su cabeza. Él azota sus dedos entre los mechones de su
cabello.

—Cierra tus mejillas a mi alrededor —dice con voz ronca.

Ella hace su mejor esfuerzo. Debido a su ritmo y al aumento de sus jadeos, podría decir que
él quiere que termine… y que lo haga rápidamente. Él es tan fuerte que se siente como una barra
de hierro con la cabeza alzada sobre ella. Inmovilizada como está, sólo puede ser su cómplice.

El medio círculo debajo de su barbilla está cálido por su temperatura corporal y resbaladizo
por su sudor. Su mandíbula le duele de mantener su posición. De sus movimientos
espasmódicos, podría decir que él está muy cerca de venirse.

Él está empezando a gruñir y a gemir , sonidos encantadores para sus oídos.


Él se viene, un chorro largo de caliente semen irrumpe en su garganta como una lluvia de
chispas. Rica y decadentemente espumosa, como un río hirviente de Guinness2. Deja que se filtre
en su garganta, y cada vez que amenaza con desbordarse, se lo traga. Hay tantas cosas en ella.
Una marea sin fin, parece. Una y otra vez fluye. Justo cuando piensa que no habrá más, otro
chorro viene en rachas.

Es la felicidad en un barril. Beber del hombre que ama.

Él sumerge su cuerpo en la piscina tibia mientras se ablanda poco a poco. Su jadeo se


desacelera. No se sale todavía. Parece que le gusta estar allí, una piscina de otro tipo en la caverna
de su boca.

El artilugio anal se entromete en su conciencia.

De mala gana, él saca su pene. Todavía está semi-duro.

—Gracias —dice en voz baja.

Esta es la tercera vez que le da las gracias en las últimas veinticuatro horas. ¿Su relación
cambió de velocidad? Su corazón se expande, pero reprime la esperanza. Nunca jamás te fijes
una meta demasiado lejos de alcanzar.
Él se levanta de la silla y se empuja hacia atrás con un gesto grácil de sus caderas. Ahora 30
está técnicamente fuera de su alcance.

—Tengo que ir a alguna parte —dice—. Te dejaré aquí por un tiempo.

Ella está alarmada. Su boca tiene sabor a sus jugos.

—¿Te gusta esto?

—Sí. Te pondrá más caliente para cuando vuelva a follarte.

Oh, así que la follará. Su posición no es desconcertante. Muy lasciva, de hecho. Y ahí está
la maldita promesa de más tarde por segunda vez en el día. Sigue siendo una esclava de sus
caprichos de esclavitud. No tiene ninguna elección, nada que decir en el asunto. Los términos de
su acuerdo involucran hacer lo que él quiera, en cualquier momento que quiera.

Un acuerdo que ha llegado a saborear.

2 Guinness: es una cerveza negra seca del tipo stout elaborada por primera vez por el cervecero Arthur
Guinness
Sin embargo, su cara debe registrar consternación, porque él dice: —Oye, volveré. No te voy
a dejar aquí por más de dos horas, cuando mucho.

¡Dos horas! Ella se siente débil. ¿En esta posición?


Él se inclina hacia ella y le acaricia la cabeza. Sus ojos azules son intensos.

—El Bondage puede ser muy llenador. Por no hablar de potenciador de libido. —Su voz
adquiere un ligero acento, como si estuviera recordando algo.

Ella no está tan segura de que le gusta. Lo que es seguro es que ser la sumisa de Channing
es muy llenador. Ser la amante de Channing es muy gratificante. Ser la igual de Channing sería
lo más llenador de todos. No es que eso fuera a suceder alguna vez.

No está segura de que le guste quedarse allí sola. La mazmorra es fría y amenazadora, los
instrumentos a su alrededor le recuerdan demasiado a la tortura medieval.

Ella dice con los ojos un poco llorosos.

—Por favor, por favor regresa pronto.

Se pregunta si debería añadir «señor». Pero está segura que fue más allá de eso.

Él cede un poco. Sus hermosos rasgos se suavizan.


31
—Lo haré.

Él se viste lentamente, sus ojos vagan por todo su cuerpo. Y luego se dirige a la puerta de
hierro y la abre.

—Volveré pronto —lanza hacia ella—. Tengo que ir a ver a alguien con una pista sobre dónde
está Hugh. Después volveré tan pronto como pueda.

Hay una mirada de pesar en su rostro.

—No puedo esperar a follarte —añade.

Abruptamente se va. Los repiques de las puertas detrás de él son como una promesa
incumplida.
Capítulo 6
S
ola ahora, todos sus sentidos se agudizan. El artilugio anal se vuelve más molesto,
pero en su posición inclinada, es incapaz de expulsarlo. La gota de sudor
deslizándose por el valle de sus pechos se siente como una hormiga húmeda
enclavada en medio.

No sabe cuánto tiempo ha estado aquí, pero debe haberse quedado dormida en un sueño
sin sueños. Se despierta por el calor antinatural. Su cuerpo está perlado de sudor. El sudor gotea
desde su frente a sus ojos, haciéndole sentir escozor. Su cabello está pegado a su cuello.

¿Qué está sucediendo? ¿Alguien encendió de repente el termostato?

Las paredes parecen haber adquirido una textura y un color diferente. No está muy segura 32
de lo que es, pero está allí. Diferente. Como si fueran irradiadas con algún tipo de microondas.

No de microondas, se da cuenta, sino de calor.

¡Calor!
Se trata de una habitación blindada, se dice. Es el lugar más seguro para estar en la casa.
Además, la casa está patrullada y vigilada. Nada puede sucederles en esta fortaleza. ¿No?

Salvo…

Su premonición regresa en un asalto frontal completo.

Desert Rose.

El calor se intensifica. Oh, Dios mío, piensa. La casa se está incendiando. Estoy rodeada de
fuego.
Ahora comienza a tener un completo ataque de ansiedad. Cuán apta estará una habitación
llamada así. Lucha contra sus ataduras, pero está atada fuertemente y por mucho que sacude no
se aflojan sus ataduras.

Grita. Su voz resuena y rebota, contra los muros de hormigón. Grita de nuevo, un
interminable grito esta vez. Uno que comienza en el centro de su laringe y abarca la totalidad de
su cráneo. Una parte de ella se pregunta si se trata de algún tipo de nueva tortura psicológica
hacia ella por el hombre al que ama. ¿Qué pasa si lo que está viendo no es real? ¿Y si todo es una
especie de alucinación provocada por una droga que en secreto le suministró? ¿O una sustancia
recubriendo el artilugio anal?

¿Está en una pesadilla?

No. El calor es demasiado real. Demasiado inmenso.

Está segura de que fuera de la mazmorra o en la habitación blindada o como quieras


llamarlo, la mansión se quema. No huele a humo. La puerta y las paredes son inexpugnables a
eso. Pero su propia piel pica con terror. Está a punto de ser horneada viva.

¿Está tratando de matarla?

No, no. No la mataría. Es el otro. El hermano. Es más que probable, que esté tratando de 33
matarlos a todos ellos.

Channing mencionó que toda esta habitación está fortificada con hormigón aislado. No está
segura de lo que eso significa. ¿Qué es resistente al fuego? ¿Qué ésta protegida en ella? El calor
es muy real, sin embargo. Y siempre existe la posibilidad de una implosión o de que las llamas
se filtren a través.

Lo peor es la incertidumbre. ¿Está o no la casa en llamas? Protegida o no, nunca es bueno


estar atrapada dentro de una casa en llamas, o debajo de un sitio, o bajo algún ataque de
cualquier tipo.

Recuerda lo que él dijo esa noche.

La ciudadela ardió en llamas. Hugh estaba atrapado dentro. Traté de encontrarlo, pero el
fuego era demasiado horrible, demasiado infernal. Tuvimos que correr para salvar nuestras
vidas. Así que lo dejé allí... y lo di por muerto.
Oh Dios. Es más que extraño.
Es la venganza de Hugh.

Ella moriría y no había nada que pudiera hacer al respecto.

Grita de nuevo, a pesar de que sabe que es inútil. Ve imágenes de Channing en el exterior
de la casa, viendo en shock como una vez más, otra estructura que está relacionada con él se
prende en llamas. Una vez más, este fuego es demasiado horrible, demasiado infernal. No hay
nada que alguien pueda hacer para vencer las llamas.

Así que la dejé allí... y lamenté su muerte.

¿Es este su destino? ¿Estar envuelta en una pelea a muerte entre dos hermanos en la que
no tiene ninguna parte sino ser una inocente espectadora? Todo esto es debido a su ambición. Si
no hubiera querido tanto el trabajo de VP, nada de esto habría ocurrido.

Sí, sí, sí.

Pero no se arrepiente de haber conocido a Channing, ni se arrepiente de nada de lo que


compartieron. Pagará por conocerlo íntimamente en los últimos días de su vida... y sin embargo
no se arrepiente de nada de eso. ¿Qué dice eso acerca de ella?

Una lastimera llamada suena en el aire a su izquierda. Ella se da la vuelta, sus lágrimas
mojan sus mejillas y desenfocan su visión. Casi no puede creer lo que está viendo. A Channing, 34
ennegrecido por el hollín, con su destrozada camisa y pantalones carbonizados estrellándose por
la puerta abierta. Detrás de él, en el pasillo, el humo se cuela por el aire.

Lenguas de fuego brinca por todas partes.

Cerrando la puerta detrás de él otra vez. Con sus ojos salvajes y frenéticos. Corre hacia ella.

—Susan, ¿estás bien?

Suenan gemidos emanando de su garganta. Ella está sollozando.

—Oh, Dios mío —dice. Ella nunca ha escuchado tal angustia en su voz antes—. Hice esto
por ti. Lo siento, lo siento.

Él sigue balbuceando “Lo siento” mientras deshace sus ataduras. Sus muñecas y tobillos
están irritados y entumecidos.

Ella está tan temblorosa que sus piernas ceden. El artículo anal cae y golpea el suelo con un
ping agudo.
Él la atrapa y levanta antes de que se derrumbe.

—Nunca me perdonaré si algo te sucede —dice—. Nunca. Nunca más.

Ella no sabe lo que eso significa. ¿Nunca más volvería a atarla? ¿Nunca más volvería a
permitir que le pase algo malo? ¡Como si estuviera totalmente bajo su control! Pero ella está
demasiado atemorizada para hacer nada más que dejarse caer lánguidamente en sus brazos. Ella
se aferra a él, sintiendo los duros abdominales de su tenso cuerpo debajo de sus ropas
chamuscadas. Él la agarra también, abrazándola efusivamente.

Ella recupera su voz.

—¿Es… esta sala es a prueba de fuego?

—Sí. —Él no parece querer dejarla ir—. Pero ser a prueba de fuego no significa que sea
totalmente impermeable al fuego. Si el fuego es lo suficientemente caliente, solo será cuestión
de horas antes de que todo aquí se queme o se funda.

Ella se siente mareada con solo escuchar eso.

—¿Quién inició el fuego? —dice ella.

—¿Quién crees? —Su voz es sombría.

Arriba, algo truena, haciendo trepidar el techo de la mazmorra. Ella se estremece.


35
—¿Estás seguro?

—Incluso si no lo estuviera, puede haber pagado a alguien para que lo hiciera.

—Pensé que habías ido a buscarlo.

—No, fui a ver a un hombre que tenía una pista sobre dónde se escondía. Volví aquí y todo
estaba en llamas. Fred está muerto. Un disparo en la cabeza.

¿Fred muerto? Su estómago se revuelve.

—El resto de los mercenarios no pudieron llegar hasta ti, pero utilicé uno de los pasadizo
que hice construir cuando compré este lugar.

—¿Un pasadizo?

—Para casos de emergencias como éstas. Este conduce a mi dormitorio detrás de las
paredes.
Su mente está girando de nuevo. Asesinatos y secretos pasadizos. Un hombre que vive en
constante alerta.

Su garganta está reseca y dolorida, y necesita un largo trago fresco, pero no cree que puedan
salir de aquí ilesos.

Él dice—: Vine hasta aquí, y ahora tenemos que salir.

—¿A… a través de la puerta?

Tal vez el fuego todavía no era tan malo. Prevé que tienen que luchar a través de las llamas
y el humo para correr escaleras arriba al pasadizo secreto. Tendrá que ser fuerte. No debe
retrasarlo. Ya arriesgó su vida para venir aquí a sacarla.

Como el bien sabe, una voz quejumbrosa le dice. Que es culpa suya de que esté en esta
situación.

Él dice: —No, hay un pasadizo que conduce aquí también. No habrías podido abrirlo. Está
oculto. Vamos.

Él medio-arrastra, medio-lleva una jaula acanalada alta, diseñada para que una persona
sea encarcelada de pie o sentada con las rodillas contra el pecho. Las barras son de metal. Él abre
con la llave la puerta de esa jaula de pájaros. 36
Él la recoge en sus fuertes brazos, mientras se agolpan en la jaula. Cierra la puerta con una
mano.

Ella está demasiado aturdida para hacer otra cosa que aferrarse a su cintura. Se da cuenta
de lo débil e impotente que realmente esta de cara a la adversidad. Qué tan cómoda y protegida
era su vida dorada, una de altos vuelos en empresas en un mundo dorado. Y ahora no es nada
más que un peón de ajedrez.

Pero no voy a ser una cobarde llorona, se dice con fiereza. No sabe si estar con él le está
dando coraje, o si se trata de su cercano encuentro con la muerte. Pero la sangre bombea de
nuevo en sus piernas y la circulación se tiñe cada vez más con la inyección de adrenalina.

Él alcanza hacia arriba y agarra una estructura pendular que cuelga de la parte superior de
la jaula.
Antes de que pueda registrar lo que está sucediendo, los lados se precipitan y se mueven
abajo, abajo, abajo en las entrañas de la mazmorra. Sus entrañas gritan al salir de la terrorífica
tubería, y su estómago está en su boca.

La jaula se detiene demasiado pronto. Sus pies se sacuden en la varilla con el impacto de
su aterrizaje.

Están en un túnel, iluminado tenuemente por plazas periódicas de luces de pizarra. Él abre
la puerta y caen fuera. Ella todavía está quieta, y mantiene la calma para finalmente girar y
retirarse.

Corren por el túnel, cuyas paredes están fortificadas con hormigón. Él la guía al nivel del
suelo.

El túnel se inclina hacia arriba y hay escalones que conducen a una trampilla en el techo,
bastante parecida a la de un refugio subterráneo. Él echa hacia abajo eso y la trampilla se abre
en la noche. Están afuera, al fin al aire libre, con el viento y con las estrellas y la noche frondosa
llena de olores.

Su cabellera está inflada por el bendito viento mientras ella da vueltas alrededor para para
mirar el resplandor amarillo brillante detrás de ella.
37
La casa, a unos doscientos metros de distancia, es un infierno. Ellos están en medio de una
arboleda.

Channing tiene su brazo alrededor de sus hombros mientras mira a su lado.

Su corazón aún está golpeando contra su caja torácica. El cielo nocturno se ilumina de rojo
y dorado en medio de oleadas y oleadas de espeso humo.

Dos camiones de bomberos llegan. Los bomberos pululan los terrenos de la mansión en
llamas, propulsando chorros de agua a las llamas que parecen insuperables.

La noche es perforada con las luces estroboscópicas de los camiones de bomberos y las
sirenas de dos automóviles de policía. Ella ve fuego en todas las ventanas de cada piso. Fuego
quemándolo todo por dentro. Channing tenía razón.

Si se hubieran quedado en la habitación blindada, se habrían derretido con todo lo demás


en el interior.

Él dice con voz torturada—: ¿Tienes el pasaporte en vigor?


—Sí.

—Vamos a buscarlo. Tengo que ponerte a salvo en algún lugar. Él está tratando de hacerte
daño ahora. Y creo que te va a matar junto a mí.

Ella sospecha eso también. El miedo se ha perpetuado en la boca de su estómago. Ella


asiente. —Lo sé.

Él la abraza.

—No voy a dejar que nada malo te suceda. Pero necesito que estés conmigo, así que ya sabes
que estarás a salvo.

—Sí. —Ella no quiere estar fuera de su vista tampoco—. ¿A dónde vamos?

En realidad él no responde esa pregunta, pero su tono es sombrío, mientras dice—: Voy a
hacer algo que necesito. —Hace una pausa, y luego añade—: Voy a matarlo.

38
Capítulo 7
T
odo lo que sucede después es una falta de definición. En ausencia de Fred, un
mercenario negro llamado James es enviado a acompañarla a su apartamento. Él
trae a dos guardaespaldas fornidos. Channing se fue a resolver sus asuntos con la
policía y las compañías de seguros. Sospecha que hay un montón de cabos sueltos.

—Sólo tengo que hacerlo rápidamente —dice él—, y luego nos encontraremos en el campo
de aviación.

Dónde un jet privado ha sido dispuesto para recogerlos y llevarlos lejos.

Ella asiente.

Ninguno de los dos irá a trabajar el lunes. Ninguno de ellos está seguro de cuándo podrán 39
reanudar una vida normal. En efecto, existe otro cambio en la forma de su relación. Él es
protector, ansioso, preocupado hasta la muerte por todo, incluyéndola a ella.

Él pasa la palma sobre su cabello y luego hacia abajo para acariciarle la mejilla. Permanece
allí. La mirada en sus ojos es casi amorosa.

—No dejaré que nada malo te suceda —dice por enésima vez desde el incendio.

Las lágrimas se deslizan de sus ojos. Hay tantas cosas que quiere decirle, pero tiene miedo
de alejarlo. Su corazón arde ferozmente en su pecho por su amor. Lo deja hervir a fuego lento,
sin saciar. Él es tan guapo, tan firme en su búsqueda de venganza.

Ella se conforma con un escaso:

—Nos vemos en el aeropuerto.

—Te veré ahí. —Su mano cae a su lado.


No se besan, como es su costumbre. Ella se mete en la parte trasera del coche. Sus ojos
siempre regresan a su figura, sólida y musculosa y con una espiral de tensión, como un puma a
punto de saltar. Sus ojos azul vivo le queman mientras el conductor se la lleva lejos.

James se encuentra en la parte delantera. Se da vuelta para mirarla.

—Por favor empaque sólo lo suficiente para irnos. No debemos permanecer por más de diez
minutos.

Ella está de acuerdo.

La conducen hasta su apartamento. Vive en el quinto piso de un edificio de la familia. En


un barrio muy agradable. Aquí los árboles echan una sombra como de paraguas. Una señora
corre en la acera acompañada de un pequeño terrier corriendo tan rápido como puede en sus
pequeñas piernas.

—Iremos con usted —dice James.

Ella no protesta.

Su portero la saluda con un: —Buenos días, Srta. Chalmers.

—Buenos días, Pat.

Sus ojos ven a James y a sus guardaespaldas con suspicacia.


40
—Están conmigo —dice ella rápidamente.

Pat dice: —No la he visto por un par de días, Srta. Chalmers.

—Me iré de nuevo, Pat. —Aparentemente, ella parece en calma, pero su pulso palpita
dolorosamente.

—Nos veremos pronto entonces. —Él sonríe y se quita la gorra. La mirada inquieta no deja
sus ojos.

—Sí. Nos vemos pronto.

Ella toma el ascensor hasta el quinto piso. Con los tres mercenarios corpulentos con ella,
se siente segura.

Las puertas se deslizan abriéndose con un ping. Salen. Su apartamento es el tercero de la


derecha. Su corazón está rasgueando a un ritmo de staccato. ¿Por qué se siente tan nerviosa? A
medida que desliza su llave en la cerradura y abre la puerta, una sensación extraña le recorre la
espalda.

Respira profundamente. La puerta abierta gime. No sabe lo que espera ver. Su apartamento
destrozado, tal vez. Su mobiliario roto y quemado.

Estoy siendo irracional, se regaña. ¿Por qué Hugh tendría algo que ver con mi
apartamento?

Su salón está intacto, de la forma en que lo dejó la mañana del viernes. Exhala un suspiro
de alivio.

—Quédense aquí —le dice a James—. No tardaré.

Se mueve rápidamente a su dormitorio y se arroja a abrir los armarios. Nadie ha estado


aquí. Su pasaporte está en un cajón debajo de sus ropas tendidas. Lo recupera, así como una
pequeña maleta. La tira en su pulcramente hecha cama y comienza a seleccionar algunas cosas.
En el medio, se desviste rápidamente de su ropa sucia y se pone una camiseta sin mangas y unos
cómodos jeans.

Escucha los sonidos del exterior. ¡La voz de Channing! Su corazón salta.

—Vete al coche y espera por nosotros —le dice a James mientras camina hacia el 41
dormitorio—. Tenemos que irnos en este momento.

Él hace una pausa tan pronto como la ve. Sus ojos azules son extremadamente
impresionantes en su fuerte rostro. Su corto cabello es como un gorro de fieltro en su cráneo
bien formado. No lleva la ropa que tenía cuando lo dejó.

—Está bien. —Su pulso se acelera—. ¿Qué pasó?

—Vieron a Hugh. Vendrá por nosotros.

La forma en que lo dice, un escalofrío le recorre la espalda.

Él golpea la parte superior de su maleta. Apenas ha incluido más de quince artículos. Ella
agarra su monedero con su pasaporte y corre tras él.

Él salta fuera de la puerta, pero ella dice: —Espera. Necesito cerrar.


Él espera con impaciencia mientras ella inserta la llave en la cerradura. James y los otros
ya bajaron en el ascensor. Sus manos están húmedas. No cree que verá este apartamento de
nuevo por un largo, largo tiempo. Pero estará con Channing, y eso es lo importante.

—Vamos, vamos —dice él, tomándola del brazo.

Toman el ascensor a la planta baja. Un coche estacionado está en la acera frente a su edificio
de apartamentos, un Audi A7verde.

Pat se quita la gorra de nuevo.

—¿Nos veremos pronto, señorita Chalmers?

—No es probable, Pat. Adiós. —Ella infunde su voz con una alegría que no siente mientras
intenta hacer coincidir su zancada con la de Channing hacia las puertas giratorias—. ¿Dónde
están James y los demás? —le pregunta a Channing.

—Se fueron por delante.

Channing hace que las llaves de la puerta de pasajeros del Audi se abra a toda prisa.

—Rápido —dice.

Toda esta urgencia está haciendo que le aletee el estómago. Ella se lanza dentro cuando él
lanza su maleta en el maletero. Luego entra, el coche se enciende, y ruge el motor.
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Él maneja como un demonio de la velocidad, moviendo el coche dentro y fuera del tráfico.
Ella piensa que serán detenidos por la policía a este ritmo.

— ¿Cuánto tiempo al campo de aviación? —le pregunta.

—Cuarenta minutos. Tomaremos un atajo.

Conducen fuera de la ciudad. El hermoso rostro de Channing es escueto haciendo navegar


el vehículo sin problemas en la autopista. Se adentran en una vuelta, —que lleva a través de una
serie de estrechas calles— a un camino arbolado y solitario. Se acuerda de la primera vez que
Channing la llevó a su casa. Su hermosa casa, ahora quemada hasta sus cimientos.

Después de cerca de dieciséis, él bruscamente frena en seco. Ella se balancea hacia delante,
salvada por el cinturón de seguridad.

—¿Qué está pasando? —dice.


Él se gira hacia ella y se apodera de su rostro. Su estómago se voltea mientras la besa en
los plenos y exuberantes labios. Todos sus sentidos gritan con la nueva sobrecarga sensorial.
Está demasiado conmocionada para organizar una respuesta.

Sus labios se funden con los de ella, devorando su boca. Su lengua sondea con insistencia
sus labios. Ella ansiosamente lo deja entrar. Sus manos están en toda ella, agarrando sus pechos,
su cintura, buceando hasta el montículo de su coño debajo de sus jeans. Su lengua lame y explora
el interior de su boca sexy.

¡Oh, qué beso! Ella no se atreve a respirar por todo eso. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué
ascendieron otro peldaño en la escalera de su extraña relación?

¡Cómo ella espera!

Oh, Channing, Channing, te amo. Por favor, por favor ámame tú también.
Su voz es ronca mientras él dice contra su boca: —Te necesito ahora, nena. Vamos al asiento
de atrás.

Su mente todavía se está recuperándose de la conmoción.

—Pero ¿qué pasa con el campo de aviación? ¿Qué pasa con Hugh?

—Será un polvo rápido. Sólo te necesito tanto en este momento.


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Él agarra su mano y la coloca en el enorme bulto de sus pantalones. Sí, estaba claro que la
necesita justo ahora. Ella recorre todo el asunto, el beso, lo repentino (y la incorrección, teniendo
en cuenta su situación) su deseo por ella. Pero lo desea tanto también. No se atreve a pasar su
descarada exhibición de libido por temor a poner una torcedura en este nuevo nivel de su
relación.

Además, todavía está obligada a hacer todo lo que él desee, siempre que lo desee.

Se mueven al asiento de atrás y dejan las dos puertas de pasaje abiertas. Él se abalanza
sobre ella y le arranca su top, dejando al descubierto sus pechos en su sostén. Está boquiabierta
por su pasión. Él rompe la cremallera de sus jeans y va a sus piernas, presionando su cuerpo
hacia abajo contra el asiento de tela.

Guau, piensa ella. Nunca ha sido tan duro antes.


Él todavía tiene su ropa mientras le quita las bragas. Le abre las piernas y rápidamente
hurga en los botones de sus pantalones. No lleva ropa interior. Su pene está listo y duro como
roca mientras se acomoda en su vagina, ella todavía no está completamente mojada. Da un grito
de dolor.

Él comienza el balanceo de sus caderas contra ella inmediatamente. Su cuerpo es duro y oh


-tan- musculoso encima de ella, y su propia pasión por él comienza a subir. Ambos gruñen en
concierto con cada golpe de su pene. Sus manos agarran su camisa. Él tiene mucha ropa y ella
tiene que ver más de su deliciosa piel. Así que en su pasión, arranca la pechera de su camisa
abierta, sólo los tres botones superiores.

Y ve algo que nunca se ha visto antes en su pectoral derecho, justo encima de su pezón.

Un tatuaje de una rosa.

Desert rose.

En estado de shock, se da cuenta de quién es.

Él pone la mano en su boca antes de poder gritar.

—Eso es correcto —dice Hugh Crawford, aún bombeando dentro de ella—. Te tengo ahora,
y haré que mi querido hermano se arrepienta del día que nació junto conmigo. 44
Sobre la autora
A
phrodite Hunt está en Amazon y Barnes & Nobles, con todos los Ebook de
Romance, Bookstrand ella ocupa el primer lugar como la escritora más vendida en
Romances Eróticos. Sus historias han estado en los 100 Primeros de Barnes &
Nobles en general, los primeros 2 en Amazon del genero Arte erótica de los EE.UU, Top 30 de
las listas de Romance de Amazon y los Primeros 15 de Movers & Shakers.

Escribe también bajo el nombre de Artemis Hunt romance erótico y otros temas no
eróticos.

Para conocer sus obras visite su Blog en: http://aphroditehunt.blogspot.com/

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