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08/02/17
B2A
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ÍNDICE
2. Contextualización de la novela…………………………………………pág. 4
3. Resúmenes
6. Bibliografía………………………………………………….….…………..pág.
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1. Vida y obra de Juan Marsé
Otras obras que destacan del autor son: El Teniente Bravo (1986), Cuentos
Completos (2003), Canciones De Amor En Lolita’s Club (2005), y Un Día
Volveré (2009).
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2. Contextualización de Últimas tardes con Teresa
A principios de los años 60, la novela española sufrió cambios no tanto a nivel
de tendencias narrativas novedosas como en cuanto a la posición del escritor
en los hechos que él relata, así como nuevos procedimientos aún
desconocidos en España. Los cambios producidos en esta época, se deben a
muchas razones: la disminución de censura durante el franquismo, el deseo de
cambio por parte del lector (por la falta de imaginación de la novela social), la
Ley de Prensa de 1966, la influencia europea asociada al auge de turismo, y la
mayor formación del novelista español que, entre otras, suponen un cambio de
actitud por parte de los autores y conllevan un deseo de innovación, dejando
atrás el realismo social.
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Otras obras importantes publicadas durante este periodo son Señas de
identidad, de Juan Goytisolo y Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes.
3. RESÚMENES
3.1. Se amaban sobre el rumor de las olas
Él nunca le dijo a ella dónde vivía, pero ella se dio cuenta de que le podía
encontrar en el bar Delicias, muchas veces iba a buscarle ahí jugando, hasta
que se cansaba y se iba con ella de la mano. Maruja le hablaba muchas veces
de Teresa, y durante el invierno tuvieron algún encuentro. Maruja le dijo a
Manolo que ella ya le había contado a Teresa que ellos eran novios porque
confiaba en ella, y le habló de ella, de sus jaleos en la universidad y de las
manifestaciones a las que acudía con el estudiante de economía Luis Trías de
Giralt. Manolo no le dio importancia a esas historias, el veía a esa gente como
unos desagradecidos. Le contó también que Teresa salía a veces con chicos
extraños, y que cuando llevaba a amigas a su casa, las escuchaba hablando
de política.
Mientras Manolo y Maruja caminaban, vieron a Teresa besándose con un chico
en un barrio muy distinto del suyo, cosa que sorprendió al murciano. Ellos dos
acordaron que guardarían en secreto lo que habían visto ese día.
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Teresa tiene que ir a buscar a Manolo a la plaza Shanllehy y de mientras
reflexiona sobre el hecho de presentar a Manolo a sus amigos, ya que si así lo
hiciera se harían palpables las diferencias sociales entre ellos y sus
preocupaciones.
Quedaron todos en el bar Encarna, dos chicas y tres chicos, que serán
introducidos en este capítulo, además de Luis, Teresa y Manolo. Nada más
conocer a Manolo, principalmente las chicas empezaron a hacerle multitud de
preguntas, y después continuaron la conversación hablando sobre política
preguntando de vez en cuando la opinión de Manolo, que él no daba. Hubo un
momento en el que Luis hizo referencia a lo que sucedió entre él y Teresa, y
ella confesó que le había estado evitando. Mientras tanto, Manolo se aburría e
intervenía poco en la conversación, y después de un rato convenció a Teresa
de que se fueran del bar. Al salir de ahí todos, Luis le preguntó al murciano si
se acostaba con Teresa, cosa que él interpretó como ofensiva así que le
sacudió una bofetada. Más tarde, Teresa y Manolo, que estaba algo
enfurecido, se alejaron de todos. Teresa pensó que Manolo podía estar
enfadado también con ella, pero Manolo se limitó a acariciarla y besarla, hasta
que la llevo al coche donde ella se quedó acurrucada junto a su pecho. Manolo
se entristeció repentinamente, sin saber por qué.
4. LENGUAJE Y EROTISMO
En la obra transcurren diversos pasajes eróticos fruto de los romances que vive
el personaje principal, Manolo. Primero, estos pasajes se centran en el amor
entre Manolo y Maruja, antes de que Manolo conociera bien a Teresa. Más
adelante, cuando Maruja está en el hospital, los pasajes se centran en el
Pijoaparte y en Teresa.
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‘’impenetrable secreto’’, ‘’extasiado’’ y ‘’solemne’’ son algunos ejemplos por los
que se hace palpable la connotación, y aparecen en el siguiente pasaje,
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extasiado, solemne, fulgurante y esplendorosamente investido de una
ceremonial fantasía del gesto, maravilla perdida de la adolescencia miserable’’,
metáforas: ‘’Sus rodillas soleadas emergieron en la penumbra’’, y epítetos:
‘’real presencia’’, entre otras figuras literarias.
Más adelante aparecen pasajes eróticos entre Teresa y Manolo. Por ejemplo,
cuando van juntos a la playa:
Su mano, deshaciéndose por fin del cable del teléfono, se posó en el hombro
de ella y bajó un tirante del vestido, luego el otro. Ella le tendió la boca abierta,
y se abandonó completamente en sus brazos, disponiéndose a dejarse
resbalar hasta el suelo. Manolo la sostuvo, ligeramente inclinado, aceptando
con una reflexiva ternura el ofrecimiento de la muchacha: de alguna extraña
manera, la virginidad de Teresa había sido para él, hasta ahora, la mayor
garantía de poder realizar la anhelada inserción en las castas doradas y en las
altas categorías de la dignidad y del trabajo: y ahora que acababa de merecer
su confianza y la de sus amigos, ahora que se amaban los dos con toda el
alma, ya nada le impedía hacer suya a Teresa. (pág. 189)
Este fragmento, al igual que el anterior, es más narrativo. Por ello, se utiliza la
tercera persona del singular: ‘’tendió’’, ‘’su’’, ‘’impedía’’, además de verbos en
pretérito perfecto simple y pretérito imperfecto del modo indicativo: ‘’tendió’’,
‘’sostuvo’’, ‘’impedía’’.
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5. LOS ‘’AVENTIS’’ DEL PIJOAPARTE
Los aventis son los pasajes en los que Juan Marsé introduce situaciones que
provienen de la imaginación del Pijoaparte. El personaje aparece varias veces
evadiéndose de la realidad mediante recuerdos cambiados, o simplemente
pensamientos no reales.
Por ejemplo, en el siguiente pasaje, el protagonista tiene un ‘’fugaz espejismo,
residuo de los sueños heroicos de la niñez’’
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de su entrañable colección particular (siempre sin álbum), y en los que la rica
universitaria desempeñaba un papel cada vez más destacado: fuego, un
terrible y devastador fuego, la Villa arde por los cuatro costados, él salta de la
cama y se mete entre la humareda, sube las escaleras, que se derrumban tras
él, corre y rescata de las llamas a la rubia de ojos celestes (desmayada al pie
del lecho, con un reluciente pijama de seda que habrá de quitarle en seguida
porque el fuego ya ha hecho presa en él) y luego la lleva en brazos hasta sus
padres; o bien otra noche, cuando al llegar esconde la motocicleta entre los
pinos, la ve paseando sola por la playa, seguida de un gran perro lobo,
soñadora, triste, aburrida, con los rubios cabellos movidos por la brisa, y
entonces la tierra empieza a temblar, los pinos se abaten, surgen enormes
grietas en la arena, un terremoto, rápido señorita, al mar con la canoa (la
precisión dialogal no le interesaba, pero en cambio cuidaba la imagen en sus
menores detalles): tres meses extraviados en alta mar, solos, sin víveres,
muriendo casi, y ella en sus brazos... Naturalmente siempre acababa
besándola; pero no eran sueños eróticos, o por lo menos no tenían como
finalidad principal la posesión de la muchacha; eran sueños fundamentalmente
infantiles, donde el heroísmo y una secreta melancolía triunfaban de lo demás,
por lo menos al principio; el elemento erótico se introducía siempre al final de la
historia, cuando él ya había salvado a la bella (pag 56)
Manolo rozaba sus cabellos con los labios. No quiso hablar. Indudablemente,
los dedos del destino acababan de tocar su frente: lo que veía más allá de
aquellos sedosos cabellos, más allá de los fragantes hombros desnudos de la
muchacha, en las sombras del fondo del vestíbulo, no era ya un cromo
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satinado y celosamente guardado desde la infancia, sino a un hombre joven y
capacitado entrando en una oficina moderna con una cartera de mano y esa
confianza que da sostener una cartera de mano (recordaba una demanda leída
en el periódico: joven dinámico y elegante, ingresos a escala europea,
promoción inmediata a cargos superiores) mientras en alguna parte suena un
teléfono, pero él no debía acudir, que lo haga un ordenanza... (pág. 189)
Clavó los dedos en la tierra húmeda, sin saber qué hacer, vagamente
estremecido por una boca anhelante que le atraía desde las sombras
empapadas de la hiedra: la ventana de Maruja, y en ella unos brazos desnudos
abriéndose, unas pupilas febriles alimentando su esfuerzo, su ritmo...
(…) Podía verla otra vez subiendo al Carmelo en una ventosa tarde de invierno,
con su abrigo a cuadros estrecho y pasado de moda y una banda de terciopelo
rojo en el pelo, pero sobre todo, entre esas imágenes persistía el parpadeo
temeroso de sus ojos en medio de un remolino de polvo en la calle Gran Vista,
rodeada de niños armados con piedras y abundantes tapabocas que sólo
dejaban ver sus ojitos curiosos, y persistía la trémula dulzura de su mano en el
pecho, ciñendo las solapas del abrigo, la sumisión de sus piernas
fervorosamente juntas y su manera comprensiva y hasta risueña de ladear la
cabeza cuando le esperaba en el bar Delicias, de pie, inmóvil, sin avergonzarse
de su condición de criada emputecida... (pág. 195)
6. BIBLIOGRAFÍA
http://www.alohacriticon.com/literatura/escritores/juan-marse/
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/marse.htm
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http://agora.xtec.cat/iesbernatmetge/moodle/pluginfile.php/103644/mod_resourc
e/content/1/Aula%20de%20literatura%20-%20%C3%9Altimas%20tardes
%20con%20Teresa.pdf
http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:Filologia-Jlgundin/Documento.pdf
http://masterlengua.com/novela-de-los-anos-60-la-experimentacion/
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