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LENGUA CASTELLANA

ÚLTIMAS TARDES CON TERESA

Laura Díaz-Pinto Fiallega

08/02/17

B2A

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ÍNDICE

1. Vida y obra del autor…………………………………………………….pág. 3

2. Contextualización de la novela…………………………………………pág. 4

3. Resúmenes

3.1. Se amaban sobre el rumor de las olas…..….......................…pág. 5

3.2. La naturaleza del poder que ejercen es ambigua como la


naturaleza misma………………………………....……………………pág.

4. Tema 8: Lenguaje y erotismo…………………………………....………pág.

5. Tema 11: Los ‘’aventis’’ del Pijoaparte………………………..…..…….pág.

6. Bibliografía………………………………………………….….…………..pág.

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1. Vida y obra de Juan Marsé

Juan Marsé Carbó fue un novelista


español nacido en Barcelona el 8 de
Enero del año 1933, y es uno de los
autores más destacados de la
segunda mitad del siglo XX.

Comenzó siendo joyero muy joven,


y este oficio le duró más de veinte
años. También trabajó para unas
revistas durante un tiempo, hasta que finalmente empezó a dedicarse a la
literatura. A los 22 años de edad elaboró su primera novela, titulada
Encerrados con un solo juguete. Uno de sus mayores éxitos fue Últimas tardes
con Teresa, que publicó en el año 1966, y logró con él el Premio Biblioteca
Breve de Seix Barral. El mismo año se casó con Joaquina Hoyas, con la que
tuvo dos hijos. El 1970, publicó La oscura historia de la prima Montse, y entre
1970 y 1972, escribió su novela más célebre, Si te dicen que caí, que fue
censurada en España durante la época del franquismo. En el año 1997 fue
galardonado con el Premio Juan Rulfo, y en el 2008 ganó el premio Cervantes.

Otras obras que destacan del autor son: El Teniente Bravo (1986), Cuentos
Completos (2003), Canciones De Amor En Lolita’s Club (2005), y Un Día
Volveré (2009).

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2. Contextualización de Últimas tardes con Teresa

A principios de los años 60, la novela española sufrió cambios no tanto a nivel
de tendencias narrativas novedosas como en cuanto a la posición del escritor
en los hechos que él relata, así como nuevos procedimientos aún
desconocidos en España. Los cambios producidos en esta época, se deben a
muchas razones: la disminución de censura durante el franquismo, el deseo de
cambio por parte del lector (por la falta de imaginación de la novela social), la
Ley de Prensa de 1966, la influencia europea asociada al auge de turismo, y la
mayor formación del novelista español que, entre otras, suponen un cambio de
actitud por parte de los autores y conllevan un deseo de innovación, dejando
atrás el realismo social.

España ingresó en la ONU en el año 1955 tras el levantamiento del aislamiento


internacional y se introdujeron obras extranjeras que tuvieron una gran
influencia: la novela intelectual de los años 20 y la novela hispanoamericana
del Boom. Esta nueva novela que caracterizará a España durante más de una
década, se abrirá paso con la obra de Luis Martín Santos, Tiempo de  Silencio
(1962), en la que introduce innovaciones técnicas como el monólogo interior,
una mayor subjetividad en el punto de vista del narrador, el uso de términos
inusuales, etc., que constituirán la novela experimental.

Desde un punto de vista temático, durante unos años se mantiene el realismo


social, que en algunos casos evoluciona hacia la desmitificación, el despojo de
aquello que idealiza a un carácter, hacia la manifestación de una problemática
individual y hacia la exposición de contrastes sociales, como en Últimas tardes
con Teresa (1965), donde se expondrá la gran decadencia burguesa. El
realismo mágico llegará a la novela hispana precedido por la latinoamericana, y
con éste se introducirán pasajes fantasiosos sin romper con el realismo típico
de la época.
La nueva novela española se caracterizará también por el subjetivismo y por la
importancia que desempeña la voz del autor, haciendo su propia interpretación
de la realidad. En cuanto a tiempo y espacio, se desarrollará en grandes
ciudades dándole una gran importancia a la descripción del espacio.

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Otras obras importantes publicadas durante este periodo son Señas de
identidad, de Juan Goytisolo y Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes.

3. RESÚMENES
3.1. Se amaban sobre el rumor de las olas

Manolo se encuentra en la habitación de Maruja, después de haber pasado la


noche allí. Ella se muestra nerviosa porque piensa que la pueden descubrir con
él.
Manolo no estaba enamorado de la criada, pero sí comenzaba a sentir un
inevitable cariño por ella, que de alguna manera tenía escrita en sus ojos la
necesidad de ser amada, y él debió haber notado eso desde la primera vez que
la conoció.

Él nunca le dijo a ella dónde vivía, pero ella se dio cuenta de que le podía
encontrar en el bar Delicias, muchas veces iba a buscarle ahí jugando, hasta
que se cansaba y se iba con ella de la mano. Maruja le hablaba muchas veces
de Teresa, y durante el invierno tuvieron algún encuentro. Maruja le dijo a
Manolo que ella ya le había contado a Teresa que ellos eran novios porque
confiaba en ella, y le habló de ella, de sus jaleos en la universidad y de las
manifestaciones a las que acudía con el estudiante de economía Luis Trías de
Giralt. Manolo no le dio importancia a esas historias, el veía a esa gente como
unos desagradecidos. Le contó también que Teresa salía a veces con chicos
extraños, y que cuando llevaba a amigas a su casa, las escuchaba hablando
de política.
Mientras Manolo y Maruja caminaban, vieron a Teresa besándose con un chico
en un barrio muy distinto del suyo, cosa que sorprendió al murciano. Ellos dos
acordaron que guardarían en secreto lo que habían visto ese día.

3.2. La naturaleza del poder que ejercen es ambigua como la naturaleza


misma

Este capítulo trata sobre la universidad a la que va Teresa, en la que ella se


manifiesta varias veces junto con Luis Trías de Giralt y otros compañeros
burgueses que pretenden también defender el movimiento obrero.

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Teresa tiene que ir a buscar a Manolo a la plaza Shanllehy y de mientras
reflexiona sobre el hecho de presentar a Manolo a sus amigos, ya que si así lo
hiciera se harían palpables las diferencias sociales entre ellos y sus
preocupaciones.
Quedaron todos en el bar Encarna, dos chicas y tres chicos, que serán
introducidos en este capítulo, además de Luis, Teresa y Manolo. Nada más
conocer a Manolo, principalmente las chicas empezaron a hacerle multitud de
preguntas, y después continuaron la conversación hablando sobre política
preguntando de vez en cuando la opinión de Manolo, que él no daba. Hubo un
momento en el que Luis hizo referencia a lo que sucedió entre él y Teresa, y
ella confesó que le había estado evitando. Mientras tanto, Manolo se aburría e
intervenía poco en la conversación, y después de un rato convenció a Teresa
de que se fueran del bar. Al salir de ahí todos, Luis le preguntó al murciano si
se acostaba con Teresa, cosa que él interpretó como ofensiva así que le
sacudió una bofetada. Más tarde, Teresa y Manolo, que estaba algo
enfurecido, se alejaron de todos. Teresa pensó que Manolo podía estar
enfadado también con ella, pero Manolo se limitó a acariciarla y besarla, hasta
que la llevo al coche donde ella se quedó acurrucada junto a su pecho. Manolo
se entristeció repentinamente, sin saber por qué.

4. LENGUAJE Y EROTISMO

En la obra transcurren diversos pasajes eróticos fruto de los romances que vive
el personaje principal, Manolo. Primero, estos pasajes se centran en el amor
entre Manolo y Maruja, antes de que Manolo conociera bien a Teresa. Más
adelante, cuando Maruja está en el hospital, los pasajes se centran en el
Pijoaparte y en Teresa.

El autor hace una meticulosa descripción de la situación y de la posición de los


personajes, por lo que es fácil para el receptor imaginar lo que ocurre en cada
momento. Para ello, aparece el modo enunciativo característico de una
descripción, utilizando una gran cantidad de adjetivos calificativos que dejan
atrás la visión objetiva de las situaciones: ‘’hermosa y rebelde cabeza’’,

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‘’impenetrable secreto’’, ‘’extasiado’’ y ‘’solemne’’ son algunos ejemplos por los
que se hace palpable la connotación, y aparecen en el siguiente pasaje,

en el cual se desprende una fuerte pasión por parte de los personajes:

Sus rodillas soleadas emergieron en la penumbra, temblorosas, cubiertas de


una fina película de sudor y de pasmo: ha visto su hermosa y rebelde cabeza
inclinada fervorosamente, buceando en tinieblas, hasta posar la frente en una
piel ya no abrasada por el estúpido sol de las playas patrimoniales, sino por el
deseo. Para él, en cambio, recorrer con los labios aquel joven cuerpo
bronceado, aprenderlo de memoria con los ojos cerrados, significaba además
sentir el gusto de la sal en la boca, violar el impenetrable secreto de un sol
desconocido, de una colección de cromos rutilantes y luminosos nunca
pegados al álbum de la vida.

Luego, sobre el cuerpo de la muchacha, con los codos hincados firmemente


junto a sus hombros, impuso su ritmo: en la espalda sentía las pequeñas
manos deslizándose, modelando su esfuerzo, y la otra caricia sin forma pero
infinitamente más tangible, con toda su real presencia, de aquello que tan
orgullosamente se levantaba con la Villa entera por encima de los dos cuerpos,
por encima de la oscuridad y del mismo techo: todo el peso de las demás
habitaciones, de los muebles, las escaleras alfombradas, los salones, las
lámparas, las voces. Entró en la muchacha como quien entra en sociedad:
extasiado, solemne, fulgurante y esplendorosamente investido de una
ceremonial fantasía del gesto, maravilla perdida de la adolescencia miserable
(pág. 26)

Se puede observar en esta misma citación, una gran cantidad de figuras


retóricas propias de la función poética del lenguaje, como la enumeración (para
describir el entorno en el que se encuentran los personajes) y el asíndeton (que
provoca una sensación de rapidez en la descripción): ‘’todo el peso de las
demás habitaciones, de los muebles, las escaleras alfombradas, los salones,
las lámparas, las voces’’, ‘’extasiado, solemne, fulgurante y esplendorosamente
investido de una ceremonial fantasía del gesto’’. También aparecen
comparaciones: ‘’Entró en la muchacha como quien entra en sociedad:

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extasiado, solemne, fulgurante y esplendorosamente investido de una
ceremonial fantasía del gesto, maravilla perdida de la adolescencia miserable’’,
metáforas: ‘’Sus rodillas soleadas emergieron en la penumbra’’, y epítetos:
‘’real presencia’’, entre otras figuras literarias.

Más adelante aparecen pasajes eróticos entre Teresa y Manolo. Por ejemplo,
cuando van juntos a la playa:

Luego, dejando a él toda la iniciativa, sin tomar precauciones ni importarle que


pudieran ser vistos por los bañistas que yacían a lo lejos, permitió que las
atrevidas manos se introdujeran bajo la húmeda tela que cubría sus senos y
permitió también, con un leve movimiento (simulando oscuramente querer
acabar con una postura incómoda que estaba lejos de sufrir) que él se
acoplara mejor sobre ella. (pág. 133)

En éste, el autor también utiliza numerosos adjetivos, como: ‘’húmeda tela’’ y


‘’leve movimiento’’. Se pueden ver otras figuras retóricas como la
personificación: ‘’que las atrevidas manos se introdujeran bajo la húmeda tela’’.

En el final del libro, antes de la muerte de Maruja, hay también escenas


eróticas:

Su mano, deshaciéndose por fin del cable del teléfono, se posó en el hombro
de ella y bajó un tirante del vestido, luego el otro. Ella le tendió la boca abierta,
y se abandonó completamente en sus brazos, disponiéndose a dejarse
resbalar hasta el suelo. Manolo la sostuvo, ligeramente inclinado, aceptando
con una reflexiva ternura el ofrecimiento de la muchacha: de alguna extraña
manera, la virginidad de Teresa había sido para él, hasta ahora, la mayor
garantía de poder realizar la anhelada inserción en las castas doradas y en las
altas categorías de la dignidad y del trabajo: y ahora que acababa de merecer
su confianza y la de sus amigos, ahora que se amaban los dos con toda el
alma, ya nada le impedía hacer suya a Teresa. (pág. 189)

Este fragmento, al igual que el anterior, es más narrativo. Por ello, se utiliza la
tercera persona del singular: ‘’tendió’’, ‘’su’’, ‘’impedía’’, además de verbos en
pretérito perfecto simple y pretérito imperfecto del modo indicativo: ‘’tendió’’,
‘’sostuvo’’, ‘’impedía’’.

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5. LOS ‘’AVENTIS’’ DEL PIJOAPARTE

Los aventis son los pasajes en los que Juan Marsé introduce situaciones que
provienen de la imaginación del Pijoaparte. El personaje aparece varias veces
evadiéndose de la realidad mediante recuerdos cambiados, o simplemente
pensamientos no reales.
Por ejemplo, en el siguiente pasaje, el protagonista tiene un ‘’fugaz espejismo,
residuo de los sueños heroicos de la niñez’’

Así encogida, con la cabeza sobre el pecho, inmóvil, sumergida en esa


gravedad de los solitarios juegos infantiles, cuán indefensa y frágil parecía
frente a la inmensidad del mar —y cruzó por la mente del murciano un fugaz
espejismo, residuo de los sueños heroicos de la niñez: aquello era un terrible
tifón, la muchacha estaba sin sentido en el fondo de la canoa, a merced de las
olas enfurecidas y del viento mientras él luchaba a pecho descubierto, ya la
tenía en sus brazos, desmayada, gimiendo, las ropas desgarradas, empapadas
(¡despierte, señorita, despierte!), sangre en los muslos soleados y ese arañazo
en un rubio seno, picadura de víbora, hay que sorber rápidamente el veneno,
hay que curarla y encender un fuego y quitarle las ropas mojadas para que no
se enfríe, los dos envueltos en una manta, o mejor llevarla en volandas a la
Villa (pag. 23)

Al mismo tiempo, se oyeron apagadas risas de mujer y la música,


repentinamente, aumentó de volumen. Para el Pijoaparte por lo menos —ya
que para ella estos pequeños incidentes debían carecer de importancia y de
valor simbólico— fue una especie de señal convenida, relacionada con Dios
sabe qué viejo sueño. (pag 24)

Se despertaba horas después con un sobresalto, malhumorado, descontento


de sí mismo, preguntándose qué diablos hacía en el cuarto de una criada. Esto
le ocurría particularmente después de haber estado repasando algunos cromos

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de su entrañable colección particular (siempre sin álbum), y en los que la rica
universitaria desempeñaba un papel cada vez más destacado: fuego, un
terrible y devastador fuego, la Villa arde por los cuatro costados, él salta de la
cama y se mete entre la humareda, sube las escaleras, que se derrumban tras
él, corre y rescata de las llamas a la rubia de ojos celestes (desmayada al pie
del lecho, con un reluciente pijama de seda que habrá de quitarle en seguida
porque el fuego ya ha hecho presa en él) y luego la lleva en brazos hasta sus
padres; o bien otra noche, cuando al llegar esconde la motocicleta entre los
pinos, la ve paseando sola por la playa, seguida de un gran perro lobo,
soñadora, triste, aburrida, con los rubios cabellos movidos por la brisa, y
entonces la tierra empieza a temblar, los pinos se abaten, surgen enormes
grietas en la arena, un terremoto, rápido señorita, al mar con la canoa (la
precisión dialogal no le interesaba, pero en cambio cuidaba la imagen en sus
menores detalles): tres meses extraviados en alta mar, solos, sin víveres,
muriendo casi, y ella en sus brazos... Naturalmente siempre acababa
besándola; pero no eran sueños eróticos, o por lo menos no tenían como
finalidad principal la posesión de la muchacha; eran sueños fundamentalmente
infantiles, donde el heroísmo y una secreta melancolía triunfaban de lo demás,
por lo menos al principio; el elemento erótico se introducía siempre al final de la
historia, cuando él ya había salvado a la bella (pag 56)

Ellos avanzaban en silencio por la maltrecha acera, junto a la larga pared de la


fábrica tras la que latía como un pulso el sordo rumor de las máquinas. Nadie a
la vista, aquella calle jamás había conducido a ninguna parte. Era por la
mañana, cerca de las once, y el sol pegaba fuerte. El ruido de la fábrica le
devolvía a Manolo la nostalgia invernal de cierto callejear y la turbadora imagen
de las rodillas de Teresa ciñendo las piernas de un desconocido; evocó la risa
de Maruja, su brazo colgado del suyo, la pesada maleta con los cubiertos...
(pág. 174)

Manolo rozaba sus cabellos con los labios. No quiso hablar. Indudablemente,
los dedos del destino acababan de tocar su frente: lo que veía más allá de
aquellos sedosos cabellos, más allá de los fragantes hombros desnudos de la
muchacha, en las sombras del fondo del vestíbulo, no era ya un cromo
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satinado y celosamente guardado desde la infancia, sino a un hombre joven y
capacitado entrando en una oficina moderna con una cartera de mano y esa
confianza que da sostener una cartera de mano (recordaba una demanda leída
en el periódico: joven dinámico y elegante, ingresos a escala europea,
promoción inmediata a cargos superiores) mientras en alguna parte suena un
teléfono, pero él no debía acudir, que lo haga un ordenanza... (pág. 189)

Clavó los dedos en la tierra húmeda, sin saber qué hacer, vagamente
estremecido por una boca anhelante que le atraía desde las sombras
empapadas de la hiedra: la ventana de Maruja, y en ella unos brazos desnudos
abriéndose, unas pupilas febriles alimentando su esfuerzo, su ritmo...
(…) Podía verla otra vez subiendo al Carmelo en una ventosa tarde de invierno,
con su abrigo a cuadros estrecho y pasado de moda y una banda de terciopelo
rojo en el pelo, pero sobre todo, entre esas imágenes persistía el parpadeo
temeroso de sus ojos en medio de un remolino de polvo en la calle Gran Vista,
rodeada de niños armados con piedras y abundantes tapabocas que sólo
dejaban ver sus ojitos curiosos, y persistía la trémula dulzura de su mano en el
pecho, ciñendo las solapas del abrigo, la sumisión de sus piernas
fervorosamente juntas y su manera comprensiva y hasta risueña de ladear la
cabeza cuando le esperaba en el bar Delicias, de pie, inmóvil, sin avergonzarse
de su condición de criada emputecida... (pág. 195)

6. BIBLIOGRAFÍA

http://www.alohacriticon.com/literatura/escritores/juan-marse/

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/marse.htm

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http://agora.xtec.cat/iesbernatmetge/moodle/pluginfile.php/103644/mod_resourc
e/content/1/Aula%20de%20literatura%20-%20%C3%9Altimas%20tardes
%20con%20Teresa.pdf

http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:Filologia-Jlgundin/Documento.pdf

http://masterlengua.com/novela-de-los-anos-60-la-experimentacion/

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