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Ante la completa posibilidad de una lectura que no entienda la obra en su integridad, tal
vez la manera más apropiada de leer El libro del desasosiego (1982) de Fernando Pessoa es
tomándola de cara, entendiéndola por texto instructivo. Desde luego no pensándolo como una
receta de cocina, sino más bien como poema. El carácter que resuena más es el introspectivo que
propone el intento de lectura del libro como una autobiografía. No me había topado antes con un
texto tan propenso a la sensibilidad, funciona casi como un manifiesto para el futuro poeta. No
pienso que necesariamente la conclusión sea una calma existencial, más bien una guía para
sobrellevar a las mismas dudas existenciales que un siglo después siguen siendo vigentes.
Inicialmente lo más aparente para notar en el texto tiene que ser el contexto en el cual se
describe a sí mismo. Propio para esto es el primer artículo donde inicia hablando acerca del
estado del mundo desde un lente generacional: “El trabajo destructivo de las generaciones
anteriores había hecho que el mundo para el que nacimos no tuviese seguridad en el orden
religioso, apoyo que ofrecernos en el orden moral, tranquilidad que darnos en el orden político”.
(Pessoa, pp. 23) Lo que resalta instantáneamente es la urgencia apocalíptica que evoca. El
tiempo presente no es la cúspide de la humanidad, todo lo contrario, no puede ser algo más que
el seguro fin.
No creo que haya que entrar mucho en detalle sobre la pertinencia de la cita en el
presente, fácilmente podría haber sido escrita por algún contemporáneo mío en redes sociales la
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semana pasada (claro, sin la elocuencia). Lo que es más interesante es el precedente que plantea
para el literato, o de ser más orgánico: escritor. La tradición de la lectura no puede tener un
Podría pensarse este estado de las cosas como el inevitable encuentro con una pared dentro del
estadio olímpico, la antorcha no va a ningún lado (o eso habría pensado). Lo que es extrañamente
Ya dando por entendido este paisaje interior que pinta, tan paralelo al de hoy, cabe
responder eso, siendo su vida y obra (indiscernibles quizá) la respuesta. Más adelante en el
fragmento número doscientos setenta y tres (273) lo sintetiza muy bien: “Para quien hace del
sueño la vida, y del cultivo en estufa de sus sensaciones una religión y una política, para ese, el
primer paso, lo que acusa en el alma que ha dado el primer paso, es el sentir de las cosas
No podría encontrarse respuesta otra que un cuestionamiento acerca del mismo carácter
Huxley. Se me hace especialmente evocativo, cuando adelante habla de una reconexión con el
dolor, como antes lo describe: “languidez, mareo // y angustioso afán. 16-7-1930” (Pessoa, pp.
234.)
Hablando ya más puntualmente de expresión literaria, me parece todo muy coherente con
su apertura del décimo fragmento, “Prefiero la prosa al verso, como modo de arte, la primera de
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las cuales, que es mía, es que no puedo escoger, pues soy incapaz de escribir en verso. (…)”
(Pessoa, pp.29). Intentando no citar el libro completo (por atractivo que sea), vale hablar de su
propuesta de creación. Lo que nada más podría describir como un abrazo a la voz más genuina.
Es algo que se refleja muy nítidamente en su poesía, la aceptación del heterónimo, el palabreo, el
verso libre, los fragmentos plurilingües, la no-intención de publicar; son todos aspectos que
Es, desde luego, una obra extremadamente rica. Sin embargo, creo que la cúspide de la
lectura es una que responda perfectamente a la propuesta de escritura de Pessoa. No hay manera
más apropiada de entender este libro que de manera íntima. De la misma manera, no creo que
valga la pena escribir de este (o de cualquier otra cosa) sin hacerlo así, delegándole la prioridad a
la sensación y a la propia emocionalidad de uno mismo. Habría entrado al texto pensando que
allí encontraría tal vez a una forma espectral del escritor, pero, a mi parecer, lo más valioso que
se encuentra entre los fragmentos es un espejo para plasmar en papel. Me atrevo a decir que de
este libro sólo se puede salir sintiéndose más completo, esconde en sí la cura al desasosiego que
Un temblor impasible,
Trabajos citados
Pessoa, Fernando. Libro del desasosiego. trad. y ed. Ángel Crespo, Seix Barral, 1984.