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Simón Andrés Vargas Friedli - 201823256

Prof. Pedro Ribeiro Meneses

Ficción Portuguesa Moderna y Contemporánea

4 de septiembre del 2020

Notas para el Poeta Futuro en El libro del desasosiego

Ante la completa posibilidad de una lectura que no entienda la obra en su integridad, tal

vez la manera más apropiada de leer El libro del desasosiego (1982) de Fernando Pessoa es

tomándola de cara, entendiéndola por texto instructivo. Desde luego no pensándolo como una

receta de cocina, sino más bien como poema. El carácter que resuena más es el introspectivo que

propone el intento de lectura del libro como una autobiografía. No me había topado antes con un

texto tan propenso a la sensibilidad, funciona casi como un manifiesto para el futuro poeta. No

pienso que necesariamente la conclusión sea una calma existencial, más bien una guía para

sobrellevar a las mismas dudas existenciales que un siglo después siguen siendo vigentes.

Inicialmente lo más aparente para notar en el texto tiene que ser el contexto en el cual se

describe a sí mismo. Propio para esto es el primer artículo donde inicia hablando acerca del

estado del mundo desde un lente generacional: “El trabajo destructivo de las generaciones

anteriores había hecho que el mundo para el que nacimos no tuviese seguridad en el orden

religioso, apoyo que ofrecernos en el orden moral, tranquilidad que darnos en el orden político”.

(Pessoa, pp. 23) Lo que resalta instantáneamente es la urgencia apocalíptica que evoca. El

tiempo presente no es la cúspide de la humanidad, todo lo contrario, no puede ser algo más que

el seguro fin.

No creo que haya que entrar mucho en detalle sobre la pertinencia de la cita en el

presente, fácilmente podría haber sido escrita por algún contemporáneo mío en redes sociales la
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semana pasada (claro, sin la elocuencia). Lo que es más interesante es el precedente que plantea

para el literato, o de ser más orgánico: escritor. La tradición de la lectura no puede tener un

destino diferente a la muerte en ese momento existencial en el que se considera a si mismo.

Podría pensarse este estado de las cosas como el inevitable encuentro con una pared dentro del

estadio olímpico, la antorcha no va a ningún lado (o eso habría pensado). Lo que es extrañamente

reconfortante es el encuentro con esa sensación apocalíptica antigua, el mundo se va a acabar

mañana desde hace cien años.

Ya dando por entendido este paisaje interior que pinta, tan paralelo al de hoy, cabe

pensar; ¿Qué escribir, si el mundo acabará mañana? Pessoa se dedica incansablemente a

responder eso, siendo su vida y obra (indiscernibles quizá) la respuesta. Más adelante en el

fragmento número doscientos setenta y tres (273) lo sintetiza muy bien: “Para quien hace del

sueño la vida, y del cultivo en estufa de sus sensaciones una religión y una política, para ese, el

primer paso, lo que acusa en el alma que ha dado el primer paso, es el sentir de las cosas

mínimas extraordinaria y desmedidamente.” (Pessoa, pp. 238) En una palabra, poesía.

No podría encontrarse respuesta otra que un cuestionamiento acerca del mismo carácter

de la creación literaria, ya no en función de un monumento mítico como lo es la tradición

humana. Propone un regreso al individuo, diametralmente opuesto a las ideas modernas. No un

individuo crítico a la sociedad, un individuo independiente, el mismo salvaje que escribió

Huxley. Se me hace especialmente evocativo, cuando adelante habla de una reconexión con el

dolor, como antes lo describe: “languidez, mareo // y angustioso afán. 16-7-1930” (Pessoa, pp.

234.)

Hablando ya más puntualmente de expresión literaria, me parece todo muy coherente con

su apertura del décimo fragmento, “Prefiero la prosa al verso, como modo de arte, la primera de
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las cuales, que es mía, es que no puedo escoger, pues soy incapaz de escribir en verso. (…)”

(Pessoa, pp.29). Intentando no citar el libro completo (por atractivo que sea), vale hablar de su

propuesta de creación. Lo que nada más podría describir como un abrazo a la voz más genuina.

Es algo que se refleja muy nítidamente en su poesía, la aceptación del heterónimo, el palabreo, el

verso libre, los fragmentos plurilingües, la no-intención de publicar; son todos aspectos que

describen estilísticamente su perspectiva. Es una exaltación de lo genuino.

Es, desde luego, una obra extremadamente rica. Sin embargo, creo que la cúspide de la

lectura es una que responda perfectamente a la propuesta de escritura de Pessoa. No hay manera

más apropiada de entender este libro que de manera íntima. De la misma manera, no creo que

valga la pena escribir de este (o de cualquier otra cosa) sin hacerlo así, delegándole la prioridad a

la sensación y a la propia emocionalidad de uno mismo. Habría entrado al texto pensando que

allí encontraría tal vez a una forma espectral del escritor, pero, a mi parecer, lo más valioso que

se encuentra entre los fragmentos es un espejo para plasmar en papel. Me atrevo a decir que de

este libro sólo se puede salir sintiéndose más completo, esconde en sí la cura al desasosiego que

es para mí el amor desenfrenado por la literatura.

Un temblor impasible,

Un huracán con mi mismo nombre.


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Trabajos citados

Pessoa, Fernando. Libro del desasosiego. trad. y ed. Ángel Crespo, Seix Barral, 1984.

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