Está en la página 1de 2

Ensayo “La distorsión simbólica de lo estético”

Beauty is a concept by which we measure our stupidity


Edward Giovanni

Brilla en mi interior la Luna, pero mis ojos, ciegos, no pueden verlo; Yace la Luna en mí, y también el Sol. El eterno Tambor
del Silencio en mí resuena, pero mis oídos, sordos, no pueden oírlo. En tanto el hombre clame por su YO y lo MÍO, nada vale
cuanto haga. Tan pronto como muere al YO y a lo MÍO, realizada queda su obra. Pues la obra no tiene otro objeto que
alcanzar el conocimiento; una vez logrado, nada queda por hacer. La planta florece para dar fruto, cuando éste aparece, la
flor se marchita. No busca el venado el almizcle que en sí mismo se oculta lo busca vagando por la hierba.1

A que apunta la mirada cuando el entrenamiento cotidiano ha provocado un símbolo falso de la realidad, no vemos más
que falsas construcciones, lo estético ha sido por siglos una de las primacías del ser humano, su búsqueda ha dejado huella
en todas las percepciones y filosofías del hombre, pero por mucho que nos empeñemos en recaudar los datos e
interpretaciones de la estético siempre seremos incapaces de generar un conocimiento digno de tal condición, debido a
que nos guiamos por sus distorsiones, perdiendo así su símbolo universal que ha estado implícito pero omiso desde
siempre.

El problema radica en tales distorsiones, cualquier cosa nos puede parecer bella, capaz de llenar nuestras tazas de
sensibilidad a tope, pero por qué somos capaces de ante tales absurdos dictaminar qué es bello, no lo sabemos, pero nos
guiamos por una estética alienada que como construcción histórica depende en su mayoría de las artes y su filosofía. Es así
que si hay quien dictamina qué es bello y qué no lo es, la sensibilidad solo se le puede educar cuando se carece de gustos
propios o en otras palabras de una vasta experimentación con la realidad. Pero no ha sido esta experimentación con la
realidad lo suficientemente cuestionada, nuestra relación con ella se tornaría vacía sin juicios estéticos, pero es vacía por
que tales juicios no demuestran una relación de balance de lo que hay ahí afuera y lo que construimos aquí dentro, es más
bien un reflejo de nuestras construcciones que se impone ahí afuera. Mucho de lo que vemos en realidad es una ilusión
manipulada por la sensibilidad.

Surge aquí un segundo problema, que aprendemos en gran mayoría a dictaminar las cualidades de lo externo de las cosas
por imitación y aceptación, por la necesidad de ajustarnos a los esquemas sociales, por esta razón nuestro gusto es mas
inducido que propio, no importa ya si prevalece una mirada occidental u oriental, religiosa o científica, antigua o moderna,
vacía o colmada de simbolismos. La búsqueda de nuestra mirada se pierde en el momento que decidimos darle la espalda a
nuestra experiencia por ser aceptados en sociedad. Hablamos de una falta de orientación en cuanto a una búsqueda propia
de lo bello. Y aquí surge el mayor de los problemas, pues aunque existiera esta orientación hacia una construcción
particular de lo estético, el panorama se torna gris, pues es la misma educación la que limita tales construcciones.

Aun así forjamos nuestra construcción de lo estético, le damos cierta forma, que nos hace tener gustos propios que nos
diferencien de los demás, sin darnos cuenta que los valores por los cuales elegimos tales características también se ven
envueltos en una guerra de ambigüedades, lo imposible parece tomar significado en cuando se enuncia a lo estético, a lo
bello, pero sobre todo a la sensibilidad. De todas maneras tenemos un símbolo de lo estético que nos ayuda a por lo menos
darnos cuenta que lo bello cambia cada que se enuncia y que lo real no tiene que ver con las razones y las emociones de la
percepción de ciertas formas, sino con las construcciones de estas, pues es hasta el momento que las construimos cuando
se tornan en reales.
Cuando lleguemos a reconocer que no existe lo bello como cualidad sino como realidad será entonces el momento de
reconsiderar el por qué nos seduce la distorsión de las cosas, por qué amamos la máscara, y sobre todo por qué huimos de
nosotros en cada acto de aceptación de lo bello. La belleza y la realidad no son conceptos del todo opuestos, son más bien
una especie de ying yang, y se podría asegurar que el lado que nos domina aun es la ilusión, tendemos a asociar
sensibilidad con ilusión la mayoría de las veces, encaminando así un falso símbolo de belleza. El placer es lo único que ha
vivido siempre a ninguna época le gusta la felicidad.2

Quiero que se pregunten por qué eso que es bello les parece bello, y que se contesten sinceramente sin dejarse llevar por
lo que sienten, a simple vista parece imposible no dejarse llevar por el sentimiento que algo nos provoca, pero si
observamos detenidamente no todo está sujeto a las experiencias personales y la belleza es una de esas cosas. Yo creo que
la verdadera belleza se ve en el momento que podemos hacer a un lado nuestro juicio estético, nuestra experiencia
personal, es entonces cuando la flor idealizada, deja de ser la flor y se convierte en un objeto mas de búsqueda y reflexión.

La belleza en su mayoría en mas una aceptación que un cuestionamiento. La aceptamos en la mayoría de las situaciones
que nos modelan como seres sociales y el bombardeo de esas interpretaciones vacías se transforma en nosotros como una
ley a seguir, por esta razón existe la moda. Y es que no podemos dejar de lado la experiencia sensible, porque nos
emociona ver un eclipse, una estrella fugaz, una erupción volcánica, son cosas fuera de lo cotidiano, y con esa mirada de
extranjero de lo cotidiano deberíamos ver el mundo.

En este siglo, hemos visto que el péndulo se aleja de la veneración de la Forma pura en varios movimientos que han
rechazado explícitamente la primacía de los valores de una estética formalista. El fundamento de este rechazo fue
declarado por Marcel Duchamp cuando en respuesta a la pregunta de Pierre Cabanne "¿Qué es el gusto?", replicó, "es el
Hábito".3 y el habito afortunadamente no es nuestro, el habito es de todos, es así como se llega a una distorsión simbólica
de lo estético, a un deformación histórica de lo bello, y con todo ello, a descubrir una de las más grandes mentiras de la
humanidad, que pasaría a convertirse en un mito mas del hombre contemporáneo.

No tenemos ni la más remota idea de que es bello o no, repito entusiasmado, no lo sabemos, y esto que digo sea
posiblemente tan bello que no podamos sentirlo, porque lo bello no es lo que se siente acerca de las cosas, tampoco lo que
entendemos de las cosas, lo bello es la critica sin razón, que nos hace decir sin saber, que es bonito, que está hermoso, que
se ve bellísimo, que me provoca tal exaltación en los sentidos y sospecho que nada se ve bonito, que no existe lo hermoso,
y que la belleza más que un mito, es un fantasma que enamora.

Miremos bien como aprendemos el mundo antes de devolver la mirada teniendo en cuenta que la imagen miente más que
la palabra. Es importante como decía Beuys que el ser humano tenga una educación artística en este sentido, del
descubrimiento de lo estético, pues es quizá el desarrollo de esta condición el que construya nuevas sociedades que den
mejor uso al valor simbólico estético.

Bibliografía y referencia de citas

1.- Kabir Das (c. 1440-1518, Fue un místico poeta y santo de la India (poema num.6)

2.- Phrases And Philosophies For The Use Of The Young”, Oscar Wilde Ensayo publicado por primera vez en diciembre de 1894 (y único) número de la
revista de estudiantes de Oxford The Chameleon.

3.- En el ademán de dirigir nubes. (On the Manner, of Addressing Clouds.)

Thomas McEvilley Publicado por primera vez en la revista Artforum, Junio, 1984.

Reflexiones sobre “Art After philosophy” Joseph Kosuth

Reflexiones sobre “Devolver la Mirada” Martin Jay

Reflexiones sobre el carácter operatorio del símbolo de Lorenzano “estructura psicosocial del arte”

También podría gustarte