Ensayo Sobre Evaluacion Por Competencias

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LA EDUCACION UN RETO QUE SE RENUEVA

Ensayo
Por: Luis Eduard Díaz Cancimance

Uno de los aspectos que más dificultades ha presentado a labor docente como
estudiantil es el concerniente a la evaluación, y mucho más cuando se habla de
evaluación de competencias. Esto implica que se debe tener claro qué son las
competencias, para qué sirven y cómo potenciarlas y hacerlas visibles. Además,
implica que se debe tener claro qué es evaluación, para qué sirve y cómo se
puede convertir en un factor de aprendizaje. De tal manera que vale la pena
preguntarse sobre ¿Cuál es el sentido que tiene la evaluación de competencias en
la educación?
La evaluación es un punto clave para el mejoramiento de los procesos y para
saber en qué estado se encuentra cualquier desempeño. Ahora bien, cuando se
trata de competencias es mucho más esencial porque es la que orienta el proceso
educativo, cuando de educación se trata. En este orden de ideas la evaluación de
competencias no sólo tiene sentido, sino que da sentido.
Hoy el mundo ha colocado otras exigencias, su enfoque no está en los títulos ni en
las calificaciones académicas, lo que ahora se reclama es que cada cual se
desempeñe adecuada, eficaz, efectiva y eficientemente en escenarios precisos y
concretos. En otras, palabras ahora es perentorio ser competente. Por esta
demanda tan clara y contundente es menester que se cambien el modelo
educativo, esto concierne tanto para la didáctica como para la evaluación misma.
Todo debe ser coherente, no puede haber un divorcio entre el método de
enseñanza con las estrategias de evaluación. Es más, la evaluación, desde el
enfoque de competencias es parte integral de la enseñanza, se evalúa en el
proceso, no solamente al final de él. Así la evaluación cobra sentido porque no
solamente tiene el fin de calificar sino más bien de cualificar.
En un enfoque por competencias hay que saber hacia dónde se quiere llegar. No
hay que conformarse con seleccionar una u otra temática que puede sonar bonita
y hasta interesante. Hay que constatar de que lo que se hace en la educación
debe redundar en la práctica, o sea, tiene claro el para qué. Y no es otra cosa que
se debe educar para la vida. Esto es necesario aclararlo. Cuando se habla de una
educación para la vida, en muchas ocasiones, ya sea en la teoría o en la práctica,
se queda en lo meramente romántico, en lo puramente formal. Se habla de una
educación para la vida cuando se dice que todo sirve. No en pocas veces de dice
que no se sabe lo que se hace ni para qué se hace pero que para algo debe
servir, porque en la vida todo se necesita. Una educación para la vida mal
entendida puede ser todo y a la vez nada. Ese es uno de los grandes peligros que
hay que salvar.
En este sentido educar para la vida debe centrarse en lo que una persona en su
práctica cotidiana o laboral debe desempeñar. Por ello es fundamental hablar de
que las competencias deben estar formuladas con claridad donde educandos,
educadores y la sociedad sepan a qué apostarle y a los oriente sobre cómo
lograrlo. Las competencias, aunque aparentan estar formuladas en un ambiente
enrarecido porque no dejan de ser generales, deben tener su factibilidad. Dicha
categoría factual se debe ir potenciando y desarrollando a través de unas
subcompetencias, saber, indicadores que vayan mostrando que las competencias
cada vez están más cerca. En este ámbito no hay otra manera de saberlo sino es
a través de la evaluación. Sino se evalúa no se sabrá en qué estado se está, no se
sabrá dónde están los aciertos y a la vez los aspectos por mejorar. La evaluación,
vista desde esta perspectiva, es la brújula que va indicando la dirección y el
sentido más que del camino, del caminar.
Es posible que la evaluación de competencias se convierta en algo un tanto
embarazoso, por los diversos ítems, indicadores, criterios, niveles de calidad que
hay que incluir. Pero esto se puede superar si se tiene una buena planeación. Así
el proceso educativo es completo. Saber planear, saber desarrollar y saber
evaluar. Cuando se tiene marcado el horizonte, cuando los objetivos son
pertinentes y factibles, cuando los procesos didácticos son adecuados y
oportunos, la evaluación va fluyendo. Cuando se evalúa entonces hay que ir
buscando las evidencias para saber si se está respondiendo a lo requerido o si por
el contrario hay que implementar ajustes. Eso es como cuando vamos
conduciendo un auto, el tablero de control, los sonidos que pueden generarse nos
van dando una pista de que se va bien o por el contrario se debe cargar
combustible, o si las revoluciones están muy altas, o si una llanta está baja de
aire. Porque evaluar no tiene mucho misterio, todas las personas tenemos el
sentido de evaluación. En el escenario educativo hay que ser más metódicos y
rigurosos para que los procesos fluyan y a la vez se conviertan en experiencias
satisfactorias. Con ello se puede decir que la evaluación cobra su sentido porque
es nuestro tablero de control en medio de un caminar por el fascinante camino de
educar al cual le hemos apostado.
La evaluación es una de las mejores herramientas que tiene un educador o
educadora para hacer de su labor algo altamente formativo. Es más, uno de los
fines más grandes que tiene la evaluación es ser formativa. Por ello, es algo que
se la debe realizar con bastante sustento, lo cual implica que es necesario
profundizar sobre el verdadero sentido de la evaluación y sobre las estrategias
evaluativas. Es necesario que siempre haya una cualificación del personal docente
para que pueda ser más competente evaluando competencias. Cada día aparecen
nuevos aportes, hay cientos de miles experiencias significativas de las cuales nos
podemos servir para lograr una inspiración y así cumplir con las expectativas que
la sociedad tiene con respecto a la educación.

Si la evaluación la hiciéramos como debe ser seguramente nos sentiríamos


movilizados por innovar siempre en nuestra didáctica y práctica diaria con el
estudiantado. Sigue haciendo falta un querer arriesgarnos a nuevas experiencias.
Ese es el reto, hay que apostarle a una evaluación de competencias. Que esto nos
dé motivo para dejar el miedo.

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