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La Coacción y El Poder:

Andres Felipe Gomez


Colegio San Carlos

Resumen: El objetivo principal de la ponencia es evidenciar el efecto de la coacción en el


ejercicio del poder, enmarcando la discusión dentro del panorama político contemporáneo, y
de esta manera comprender su efecto en la imposición de las medidas sociales, destinadas
a salvaguardar la integridad de la sociedad en su conjunto, como las medidas sanitarias
destinadas a controlar la pandemia de coronavirus, permitiendo analizar la legitimidad de la
coacción en estos casos.
Marco Conceptual:
- Coacción: Uso de la fuerza en la imposición de una idea o comportamiento
específico a un individuo.
- Fuerza: Técnica eficaz de control social, que se fundamente en la noción del premio
y el castigo, generalmente imponiendo un castigo de carácter físico.
- Violencia: Una forma de garantizar el poder
- Poder: Una maquinaria que emplea diversos métodos y técnicas, para asegurar la
dominación sobre determinado grupo de personas.

Históricamente la coacción ha estado presente en todos los niveles de la sociedad humana.


A través de los siglos diversas instituciones y gobernantes la han utilizado como un
mecanismo para modificar el comportamiento humano de una forma eficiente y
relativamente económica, configurándose como un pilar fundamental en la formación de la
sociedad moderna. En la era moderna la coacción ha tomado una nueva dimensión,
después de las guerras mundiales se incrementó la demanda por una sociedad libre, justa,
igualitaria y democrática, que estuviese libre de violencia para así lograr el mantenimiento
de una paz estable y duradera, sin embargo la presencia de profundas discrepancias en
valores y modelos político-económicos, hizo inviable cualquier esperanza de una
democracia estable sin la presencia de un poder coactivo. “Todo sistema organizado y
jerárquico posee una estructura coercitiva para poder funcionar, es decir, conlleva la noción
de un control social y por tanto algún tipo de coacción” (Vives 2017). Así pues para
asegurar el funcionamiento la viabilidad de las organizaciones sociales es en muchos casos
necesaria la adopción desde temprana edad de la noción del premio y el castigo, pues estas
tienen una reconocida eficacia, no solo en el entrenamiento de los animales, sino también
en el fomento de prácticas sociales aceptables, configurándose como un herramienta para
el aumento del capital social. La coacción reducida hasta sus justas proporciones es una
herramienta eficaz en la creación de una sociedad justa e equitativa, no obstante un mal
uso de este mecanismo, puede significar una amenaza seria para los derechos del
individuo.

Para entender la complicada relación del ser humano con la coacción es importante
entenderla tanto desde una dimensión biológica, como desde una dimensión cultural. En el
reino animal la acción presenta una ventaja en el éxito reproductivo del animal, por lo que la
selección natural termina favoreciendo este tipo de comportamientos. Emociones como la
rabia y la ira son emociones básicas originadas en el sistema límbico que se ven
fuertemente afectadas por la dimensión genética del organismo y que por lo tanto están
estrechamente ligadas a su dimensión biológica. Dicha tendencia a la coacción se hace
presente incluso en organismos considerados sociables, como los primates, estando sus
sociedades caracterizadas por la violencia en el ámbito sexual. El ser humano es una
especie muy característica, la capacidad de razonamiento le permite estar por encima de la
dimensión biológica, y dar lugar a la cultura, que a su vez genera un tipo especifico de
selección. El componente cultural es esencial en el favorecimiento de la coacción dentro de
las sociedades humanas, y consiste en una serie de fenómenos sociales, como lo son la
innovación tecnológica, las ideologías políticas y la comunicación, que modifican la forma en
la que nos relacionamos con nuestros pares. Es gracias a la existencia de una dimensión
cultural, sobrepuesta a la dimensión biológica, que el ser humano tiene la capacidad de
crear sistemas coactivos, que permitan un cierto grado de libertad y derechos individuales.

La idea de libertad plena es quizás una de las más atractivas, en la actualidad no existe
ninguna ideología política que no la incluya en sus planteamientos y objetivos, sin embargo
la existencia de las sociedades modernas, no sería posible, de no ser por la coacción, que
gracias a que se convirtió en una fuerza unificadora, nos permitió alcanzar un consenso
social. Esto a su vez permitió la mejora exponencial del capital social y abrió el camino para
lograr cierto grado de estabilidad, donde el ser humano pudiera explotar todo su potencial.
Por lo tanto la verdadera función de los estados modernos, no es eliminar la coacción de
sus estructuras, sino centralizarla y legitimarla, para que de esta manera se puedan
defender los intereses nacionales sin reñir con las libertades individuales. Un sistema
político funcional es aquel, que tiene unos sistemas coactivos eficaces (como las
instituciones policiales, judiciales y administrativas), que le permitan al estado alcanzar
cierta legitimidad ante la ciudadanía y defender sus intereses, pero que también le otorgue
al individuo suficiente autonomía como para que este pueda crear su propio sistema moral y
vivir conforme a sus decisiones. No es posible hablar de coacción sin hablar de libertad.

En el contexto actual, la discusión sobre el llamado paternalismo moral, o la idea de aplicar


la coacción para mejorar los esquemas morales de cada individuo, ha vuelto a tomar fuerza
gracias a la pandemia ocasionada por el Sars-Cov-2. Esto se debe a que todas las
sociedades alrededor del mundo se han visto obligadas a decretar una serie de medidas
sanitarias radicales, como las cuarentenas generalizadas y el distanciamiento social, que
suponen un reto para la cohesión social a la que veníamos acostumbrados, forzándonos a
convivir de una manera diferente. Hoy a casi un año de que China decretó las primeras
cuarentenas, la amenaza de un nuevo confinamiento sigue latente, y con una sociedad ya
atrofiada, muchos expertos se preguntan ¿Es imponer un confinamiento preventivo
obligatorio realmente beneficioso para el individuo ? ¿Es válido utilizar toda la maquinaria
coactiva del estado, para defender la salud pública ?
Para poder dar respuesta a esta pregunta, es importante tener en cuenta la receta para el
funcionamiento adecuado de cualquier sistema moderno, lo más importante para la creación
de una política pública eficiente, es el equilibrio entre el poder otorgado a las instituciones
coactivas del estado, y las libertades individuales. Ese principio también se aplica para
asegurar la eficacia de las medidas sanitarias pues estas deben ser lo suficientemente
rígidas como para detener la propagación del virus, pero a la vez contar con la cantidad
idónea de laxitud para no torpedear las libertades individuales. La coacción si es válida a la
hora de ejercer el poder, y por consiguiente también para el manejo de la pandemia, sin
embargo debe ser utilizada de una forma responsable, siempre basada en principios éticos
y morales que le permita configurarse como un herramienta para el aumento del capital
social, por último también es posible afirmar que una sociedad libre de coacción no es más
que una utopía.
Bibliografía:
: ​Marquez, A. (2006). ​LA COACCIÓN COMO FORMA DE INSTRUMENTALIZACIÓN​ [Ebook] (24th
ed., pp. pag 109-134). Bogotá D.C.

Sobre la violencia, Hannah Arendt (1970)

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