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Instituciones y normas
Instituciones y normas.
Sociedad global y filosofía del derecho

Fabio Ciaramelli

Traducción de Juan-Ramón Capella

E D T O R A L T R O T T A
,
La traducción de esta obra ha sido financiada por el SEPS
Segretorioto Europeo per le Pubblicazioni Scientifiche

1.5 E
SEGRETARIATO EUROPEO PER LE PUBBLK:AZIONI SCIENTIFICHE
CONTENIDO

Vio Val d'Aposa 7 - 40123 8010gna - Italia


seps@seps.it - www.seps.it

COLECCiÓN ESTRUCTURAS Y PROCESOS


Serie Derecho
Primera parte
EL DERECHO COMO CREACIÓN HISTÓRICO-SOCIAL

Capítulo I. Del ethos al nomos.................................................... .............. 11


Capítulo II. El problema de la contingencia y el orden del mundo.. ...... .... 25
Capítulo IlI. La institución del derecho moderno ........................ ......... .... 41
Capítulo IV. El estatuto de la norma entre physis y nomos ........................ 55

Segunda parte
GENEALOGÍA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCIÓN

Capítulo V. El derecho instituido y su legitimación ................................. .. 71


Título original: Istituzioni enorme. Lezioni di filosofia del diritto Capítulo VI. Sistema social y normatividad ............................................. .. 87
Capítulo VII. El ordenamiento jurídico como institución ........................ .. 99
© Editorial Trotta, S.A., 2009
Ferraz, 55. 28008 Madrid
Teléfono: 91 5430361
Fax: 91 543 14 88
. Tercera parte
E-mail: editorial@trotta.es LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE
http://www.trotta.es
Capítulo VIII. Mediación instituyente e imaginario social.......... ............... 113
© G. Giappichelli Editore, Torino, 2006 Capítulo IX. Crisis de las instituciones, inflación normativa y primado de
la interpretación ................................................................................. 131
© Juan-Ramón Capella, para la traducción, 2009 Capítulo X. Legislación e interpretación................................................... 145
Capítulo XI. La justicia de las leyes entre legalidad y transgresión ............ 165
ISBN: 978-84-9879-065-8
Depósito Legal: M. 32.473-2009
Índice de autores.... ................................................................................... 175
Índice general................... ......... ................. ........................................ ...... 177
Impresión
Fernández Ciudad, S.L.

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Primera parte

EL DERECHO COMO CREACIÓN


HISTÓRICO-SOCIAL
Capítulo 1

DEL ETHOS AL NOMOS

Historicidad del orden social

En las páginas siguientes el derecho será entendido en su sentido más


general como institución humana de normas coactivas o sancionables,
encaminadas a imprimir públicamente una cierta regularidad y un orden
determinado a los comportamientos individuales y colectivos. Por eso
los temas y los problemas de filosofía del derecho que serán analizados y
discutidos aquí partirán de la consideración basilar del derecho como un
fenómeno social e histórico a la vez.
Eso quiere decir, en primer lugar, que el derecho -al igual que la mo-
ral, la religión y la política, o sea, como todas las instituciones relevantes
que regulan explícitamente las acciones y los comportamientos humanos
y les atribuyen un significado mediante la elaboración de criterios, repre-
sentaciones ideales, valores y motivaciones- presupone como condición
indispensable suya un hecho consumado: que haya una forma o figura
concreta de vida social. En realidad, dicho sea de pasada, sin convivencia
humana organizada aunque sea embrionariamente, esto es, sin la consti-
tución de grupos sociales concretos, desaparecerían las condiciones que al
menos hasta hoy han probado ser indispensables para la existencia y para
la supervivencia de los exponentes individuales de nuestra especie.
En segundo lugar, puesto que hablar de «sociedad» no significa recurrir
a una esencia, a una noción lógica dotada de una identidad destinada a
permanecer siempre igual a sí misma, sino que en cambio significa referirse
a la experiencia concreta de la convivencia de los seres humanos en el es-
pacio y en el tiempo, de eso se sigue que cualquier fenómeno social resulta
portador como tal de una dimensión histórica decisiva. En otras palabras:
desde el momento en que por definición toda sociedad se altera, se modi-
fica y se transforma, pese a seguir siendo identificable, y desde el momento
en que ese proceso simultáneo de alteración e identificación --en el que
consiste la historicidad- abarca inevitablemente a toda institución social,

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL DEL fTHOS AL NOMOS

experiencias como el derecho, la moral, la religión y la política han de ser (referidas a Italia) esas palabras altisonantes sólo hacen reír. Si se entienden
siempre estudiadas y comprendidas a la luz de su contexto histórico con- adecuadamente, los 'ideales' y los 'valores' -o sea, los modelos y criterios
creto y de las múltiples narraciones a las que este último da lugar cada vez. de opción considerados mayormente como deseables- ofrecen las claves
Eso no excluye que puedan ser investigadas constantes estructurales, de acceso a códigos de conducta y a planes de vida compartidos, apreciados
capaces de suministrar una representación general o una determinación sobre todo en los momentos de peligro, cuando señalan divisorias precisas
abstracta de tal o cual fenómeno social específico. Esas constantes, sin en el comportamiento efectivo de las personas. Indican las directrices que
embargo, constituyen el precipitado de experiencias concretas, y por tapto guían y las formas que plasman, con mayor o menor incisividad, el signi-
son efecto y resultado de elaboraciones histórico-sociales anteriores. Esta ficado de las acciones de los individuos o de los grupos, a menudo sin su
es la razón de que incluso cuando se busca la «esencia» pura de un fenó- consenso explícito»!.
meno social como el derecho, eso se haga siempre, necesariamente, sobre La otra palabra que da título al presente capítulo, nomos, es el equiva-
la base de los resultados que se siguen del proceso histórico en el que ese lente griego de la palabra latina lex, y para nosotros tendrá el sentido de
mismo fenómeno está inmerso y que, a su vez, lo han hecho posible en su ~ ley instituida. Pero sobre este punto, y sobre muchas de sus implicaciones,
autonomía y en su separación de los demás. Precisamente en este marco nos detendremos más adelante. En este contexto introductorio me limitaré
arraigan tanto la definición formal y conceptual del derecho como sobre a añadir sólo dos observaciones. En primer lugar, el significado de las ac-
todo la configuración concreta del espacio histórico-social que determina ciones humanas -precisamente ese significado que se transparenta de las
sus contenidos efectivos. costumbres, los modelos de comportamiento, el sistema simbólico de valores
A la luz de lo dicho hasta aquí podemos enynciar ahora la fórmula- e ideales- no preexiste a la experiencia social e histórica, sino que surge
guía que en las páginas siguientes será profundizada y analizada deta- de ella como implicación decisiva suya. Y, en segundo lugar, precisamente
lladamente en el conjunto de sus implicaciones: el orden jurídico de las esta correspondencia recíproca entre experiencia histórico-social y ela-
.. normas es indisociable del sistema simbólico de los significados sociales. boración colectiva de sus significados constituye la premisa indispensable
Con esta última expresión -sistema simbólico de los significados socia- para la comprensión del derecho.
les- se alude al conjunto de los valores, las motivaciones y las representa-
ciones que constituye el horizonte histórico y el contexto cultural de toda
sociedad, y que tiene un alcance «simbólico» porque una y otra vez le da El derecho como regla, o como decisión, o como ordenamiento
a la existencia humana un «sentido» distinto, y distinto de los objetos ma-
teriales que se pueden conquistar y poseer (piénsese en nociones como las Cuando hablamos de «derecho», precisamente en virtud de la historici-
de libertad o de patria, en cuyo nombre, en el curso del proceso histórico, dad del orden social que se acaba de poner de relieve, debemos precisar
los seres humanos han puesto en cuestión la propia supervivencia física, e siempre el contexto histórico efectivo del que partimos. Por razones que
incontables veces se han mostrado dispuestos a matar y a morir). se volverán cada vez más claras, en el curso del razonamiento se hará
El título del presente capítulo está constituido por dos palabras grie- referencia esencialmente a la institución moderna del derecho, no sólo
gas; la primera ha entrado en el uso común de nuestra lengua, y viene a porque ésta constituye el horizonte histórico-social de nuestra posición en
referirse en líneas generales al comportamiento o a la conducta humana, al el mundo sino, sobre todo, porque es precisamente con el advenimiento
igual que su equivalente latino mos (de cuyo plural, mores, habitualmente de la modernidad cuando el «derecho» se conyierte en un conjunto de
traducido por «costumbres», deriva nuestro sustantivo «moral», como del normas coactivas o sancionables, objeto explícito de una actividad pública,
griego ethos procede «ética»). En una hermosa página de Remo Bodei, de autónoma y diferenciada, reconocible y reglamentada. En otras palabras:
la introducción a un pequeño libro suyo sobre «ethos e ideas de la Italia en la sociedad moderna las normas que prevén una coacción -y que con-
republicana», hay una penetrante elucidación del término ethos. Escribe siguientemente pueden implicar el ejercicio de la violencia legítima como
Bodei: «Entiendo por ethos el conjunto de costumbres, normas y modelos sanción respecto de quien no las respeta- son ya únicamente las normas
de comportamiento (no siempre conscientes, no siempre aprobables) que jurídicas, y no por ejemplo las previstas por prescripciones religiosas o
guían las acciones de los individuos en el interior de una comunidad his- códigos de honor.
tórica determinada». Y añade: «Consciente del desgaste que han sufrido Esta pertenencia preliminar de un derecho separado y autónomo a la
términos como 'ideales' y 'valores', no les atribuyo ningún significado institución histórico-social de la modernidad no excluye la existencia de
sublime o apologético. Pero en ningún caso los juzgo como envolturas diversas acentuaciones en la comprensión del fenómeno jurídico sino que
vacías o 'para tirar', según la actitud de ostentoso desencanto o de cinismo
amargo de quien presume de conocer la prosa del mundo y de saber que 1. R. Bodei, Il noi diviso. Ethos e idee dell'ltalia repubblicana, Einaudi, Torino, 1998, p. XII.

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DEL ETHOS AL NOMOS
EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL

en cambio la implica. Aquí puede ser útil referirse a un famoso ensayo término a la crisis de la legalidad, a la que las normas del estado liberal
de Carl Schmitt (1888-1985) que distinguía tres «tipos de pensamiento ya no estarían en condiciones de aportar un remedio eficaz. La teoría de-
jurídico», según que al concebir el «derecho» se privilegie la comprensión cisionista se convierte entonces en la óptica operativa a través de la cual
de éste en términos de regla, de decisión o de ordenamiento. Obviamente, Schmitt teoriza el carácter «inevitable» del régimen nazi, lo que le autoriza
todo pensamiento jurídico trabaja tanto con reglas como con decisiones y indirectamente a infravalorar la destrucción de los principios jurídicos tra-
con ordenamientos y estructuras concretas. «Pero -precisa Schmitt- la dicionales que eso comporta. Así, por detrás de la comprensión «científica»
concepción final -en lo que respecta a la ciencia jurídica- de la que se -y por tanto aparentemente neutral- del funcionamiento concreto del
derivan jurídicamente todas las demás es siempre una y sólo una: o bien «derecho» se puede reconocer fácilmente como determinante la toma de
una norma (en el sentido de regla o ley), o una decisión, o un ordenamiento posición «política» del intelectual que se ha adherido al régimen nazi.
concreto»2. El otro gran jurista activo en esos mismos años es Hans Kelsen
De eso se siguen tres orientaciones jurídicas concurrentes, que llevan (1881-1973), cuyo <<llormativismo» es a su vez una respuesta a la crisis
el nombre de normativismo, decisionismo e institucionalismo. Cada una del estado liberal clásico, tras de la cual asoma como igualmente decisiva
de las tres privilegia respectivamente la comprensión fundamental del la elección de campo del autor en pro de la democracia liberal. Kelsen
derecho o bien como norma, o bien como decisión, o bien como ordena- toma partido explícitamente por lo que llama una «autolimitación» de la
miento jurídico concreto. Ciertamente, cada una de ellas trata de captar ciencia jurídica, lo que significa reivindicar y salvaguardar el derecho y sus
la totalidad del fenómeno jurídico; pero lo hace exasperando en él, por competencias del ámbito de las decisiones políticas. En el prefacio de 1934
decirlo así, un único componente específico. La opción por una u otra de a su Esbozo de una teoría pura del derecho, Kelsen reconoce que «en un
las acepciones del derecho que será situada cada vez como fundamento período de equilibrio social, el ideal de una ciencia objetiva del derecho y
de la aproximación científica al derecho estará determinada, obviamente, del Estado podría tener alguna posibilidad de encontrar un asentimiento
por consideraciones más generales. Será preferida, en sustancia, la dimen- genera!»; al admitir así la falta de actualidad y el carácter intempestivo de
sión del derecho que aparezca como más coherente con el planteamiento una doctrina del derecho encaminada a «salvaguardar su pureza, cuando
histórico o con el proyecto social perseguido por la teoría. En la opción en general no hay poder alguno al que otras teorías no estén dispuestas
por el elemento a acentuar o privilegiar respecto de los demás muestra ser a ofrecerse»4, Kelsen deja percibir sin dificultad las tomas de posición
decisiva la situación concreta, esto es, el contexto histórico-social al que precientíficas, de tipo ético y político, que orientan su inclinación por la
la ciencia jurídica vuelve los ojos cada vez que se propone orientarla, y objetividad formal del «normativismo».
cuyos estímulos recibe. La tercera aproximación científica al derecho, la que privilegia en
A la luz de esta remisión al contexto histórico-social se aclara mejor él su componente de ordenamiento concreto, y que lleva el nombre de
lo puesto en juego por la oposición entre decisionismo y normativismo. institucionalismo, remite a la obra de un gran jurista italiano, Santi Ro-
La primera aproximación es la sostenida por el propio Schmitt. En otro mano (1857-1947), que en 1917 escribió un libro titulado Lordinamento
importante ensayo suyo, cuya segunda edición corresponde al mismo mo- giuridico que obtuvo amplísimo eco. Como tendremos ocasión de ver
mento histórico del citado anteriormente, esto es, a los primerísimos años más ampliamente en las páginas que siguen, Santi Romano, en su análisis
del régimen nazi, Schmitt afirma que «también el ordenamiento jurídico, de la experiencia jurídica, no parte de la norma sino que en cambio sitúa
como cualquier otro orden, se basa en una decisión y no en una norma»3. la fuente de la existencia, de la validez y de la eficacia de las normas en
Con semejante afirmación Schmitt no se limita a enunciar un principio el ordenamiento jurídico. Schmitt considera emblemática la posición de
científico general, sino que en su preferencia por el «decisionismo» juega Romano, y cita el siguiente pasaje de este autor: «El ordenamiento jurídico
manifiestamente un papel decisivo su toma de posición política en favor es una unidad esencial, una entidad que en parte se mueve según normas,
del régimen hitleriano, considerado como la única respuesta posible y efi- pero que sobre todo dirige a las propias normas como si fueran las piezas
caz a la crisis del Estado liberal clásico. Schmitt concibe el derecho como de un tablero de ajedrez, normas que de este modo resultan más bien
«decisión» soberana y originaria. A su entender sólo así es posible poner el objeto, e incluso el medio de su actividad, que no un elemento de su

2. C. Schmitt, «Los tres tipos de pensamiento jurídico» [1934], en Íd., Sobre los tres mo- 4. La primera exposición de la Teoría pura del derecho de H. Kelsen fue traducida al cas-
dos de pensar la ciencia jurídica, estudio preliminar, trad. y notas de M. Herrero, Tecnos, Ma- tellano por L. Legaz Lacambra y publicada en 1933, naturalmente sin el prólogo al que se alude
arriba, de 1934. El pasaje citado puede verse en H. Kelsen, Teoría pura del derecho, Eudeba, Buenos
drid, 1996.
3. C. Schmitt, «Teología política» [1922, reed. 1934], en Íd., Teología política, trads. de Aires, 1960, aunque se trata de una versión de Moisés Nilve a partir de la edición en lengua francesa
F. J. Conde y]. Navarro Pérez, epílogo de J. L. Villacañas, Trotta, Madrid, 2010. (Neuchatel, 1953).

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL DEL ETHOS AL NOMOS

estructura»5. La fuente del derecho, por consiguiente, no son las normas, embargo en la misma modernidad, como tendremos que comprobar en nu-
sino el ordenamiento jurídico. No obstante, este último -Santi Romano merosas ocasiones, es al mismo tiempo reconocido y luego ambiguamente
lo admite sin vacilar- constituye a su vez una institución histórico-social. ocultado, hace pasar al primer plano, con toda su dramática actualidad, la
Escribe: «El orden social que es puesto por el derecho no es el que viene cuestión de una necesaria «justificación» o legitimación de! derecho.
dado por la existencia de normas que disciplinan las relaciones sociales, Mientras que la oposición entre normativismo y decisionismo, a la
cualquiera que sea la forma en que éstas se originen; aquél no excluye estas que se acaba de aludir, es una oposición de tipo esencialmente operativo,
normas, sino que incluso se sirve de ellas y las abarca dentro de su órbita, e! debate abierto acerca de la cuestión de la justificación del derecho se
que al mismo tiempo sobrepasa y supera. Esto significa que e! derecho caracteriza por visiones filosóficas radicalmente opuestas, que interpretan
antes de ser norma, antes que implicar una simple relación o una serie de de modos irreductibles entre sí no ya sólo los componentes esenciales de
relaciones sociales, es sobre todo organización, estructura, posición de la la experiencia jurídica sino los propios fundamentos filosóficos de esta
sociedad misma en la que se desarrolla, y que precisamente e! derecho última. La discordia entre quienes pretenden justificar el derecho recon-
constituye como unidad, como ente con sustantividad propia»/'. duciéndolo a un origen universal, o sea, extrasocial y extra histórico, tras-
Aquí la realidad de la norma no resulta negada, sino que se la inserta cendente en una palabra (o sea, concebido de tal modo que supere toda
en e! conjunto complejo de la realidad social. El orden de las normas es por experiencia humana posible o vaya más allá de ella), y quienes rechazan
tanto consecuencia de la institución de la sociedad en su conjunto: en él no esta pretensión, no es una discordia puramente jurídica: no se refiere sola-
espejea un orden natural ya dado y predeterminado, sino que se expresa la mente a la naturaleza o al papel de! derecho, sino que es una discrepancia
creatividad determinada cada vez por grupos humanos concretos. Aquí se exquisitamente filosófica y se refiere al núcleo de toda teoría filosófica,
vuelve decisiva la equivalencia entre ordenamiento jurídico e institución. esto es, a la ontología o metafísica, o sea a la concepción fundamental del
En el curso de nuestra discusión tendremos ocasión de detenernos en este ser en su totalidad.
punto, y más en general en las implicaciones exquisitamente filosóficas de En el parágrafo que antecede se ha aludido al régimen nazi, cuyo
este planteamiento de! problema del derecho, que lo sustrae al predominio advenimiento puso fin dramáticamente al Estado liberal clásico; el or-
del Estado y lo convierte en un principio ordenador de la sociedad. denamiento jurídico quedó profundamente modificado por él, y la teo-
ría jurídica experimentó las repercusiones consiguientes. Tras el fin de
la guerra y la derrota del nazismo, la percepción de las distorsiones de!
Derecho natural y positivismo jurídico derecho realizadas por los nazis indujo a muchos estudiosos a recuperar
el «derecho naturaJ,>, esto es, la tesis clásica (cuyo origen se remonta a los
Hasta aquí hemos razonado situándonos en el interior de la experiencia estoicos y que más adelante se vuelve a encontrar en la filosofía medieval de
jurídica constituida, en la que están en vigor normas sancionables que la llamada escolástica) según la cual hay y es accesible una determinación
prescriben un orden concreto adecuado para disciplinar las conductas hu- universal y racional de lo que es «justo por naturaleza» (en contraposición
manas. En la modernidad, que constituye no sólo nuestro punto de partida a lo dispuesto convencionalmente por las leyes humanas). Desde esta pers-
sino también la época histórica en que el derecho conquista su autonomía pectiva, a partir del postulado originario de un fundamento extrapositivo
y su separación de las demás esferas sociales, y ante todo de la transmi- del derecho, se pretendió formular los principios universalmente justos del
sión tradicional del ethos, el conjunto ordenado de las normas jurídicas se orden social, a los que todos los ordenamientos jurídicos concretos habrían
presenta como el resultado de complejos procedimientos de deliberación de atenerse.
colectiva; es evidente, por tanto, que el derecho moderno ya no se pue- En un tardío pasaje de Kant, de 1797, en la Introducción a su «Doctri-
de configurar, salvo que sea en términos puramente ideológicos, como na del derecho», el gran filósofo de la Ilustración distinguía dos respuestas
un ordenamiento fijo y predeterminado, capaz de estahlecer de una vez posibles a la pregunta «¿Qué es el derecho?» que se plantea el experto en
por todas, desde fuera, el comportamiento humano en cualquiera de sus cuestiones jurídicas (Kant le llama «el jurisconsulto»; nosotros le denomi-
aspectos. Pero justamente este carácter «instituido» del derecho, que sin naremos hoy «teórico del derecho»). En una primera aproximación éste
puede responder, ciertamente, limitándose a «reconocer y declarar lo que
forma parte del derecho (quid sit iuris), es decir, lo que prescriben y han
5. S. Romano, Lordinamento giuridico [1917], Sansoni, Firenze, 1946, p_ 13, citado por prescrito las leyes en un lugar dado». Pero hasta aquí la respuesta del «ju-
C. Schmitt, <oLas tres modos de pensar la ciencia jurídica»_ Cf. S. Romano, El ordenamiento jurídico, risconsulto» es tautológica: se limita a remitir al ordenamiento positivo,
trad. de S. y L. Martín Retortillo Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1963, por el que se cita
aquí. El pasaje en cuestión se encuentra en su p_ 100.
siempre particular y determinado (esto es, histórico-social). Según Kant la
6. S. Romano, Lordinamento giuridico, cit., p. 22; trad. cit., p. 113. razón crítica debe ir más allá, y exige una respuesta universal. La razón, en

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El DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO.SOCIAL DEL ETHOS Al NOMOS

suma, quiere saber «si lo que esas leyes prescriben es también justo», y para universo, al que los griegos no por casualidad llamaban «cosmos», o sea,
darle una respuesta el «jurisconsulto» debe descubrir «el criterio universal como traducirá F. A. von Hayek, «orden espontáneo»; este último, luego,
por medio del cual se puede reconocer en general lo que es justo y lo que se reflejaría en el mismo orden social dado cada vez.
es injusto (iustum et iniustum»>. Ese criterio, sin embargo, permanecerá Esta visión unitaria y continuista no sólo no permite comprender lo
oculto para él «si no ahandona por algún tiempo esos principios empíricos específico de la modernidad, en la que la clásica unidad del cosmos se hace
y (sirviéndose de esas leyes como excelentes hilos conductores) no busca pedazos porque se afirma la separación y la autonomía de la experiencia
los orígenes de tales juicios en la razón pura como único fundamento de subjetiva, sino que, más en profundidad, transmite una visión armónica
toda legislación positiva posible>/. Por eso Kant concluye que «una doc- del mundo griego que deja de lado y a fin de cuentas oculta el carácter
trina del derecho puramente empírica es (como la cabeza de madera de dramático y conflictivo de la institución griega de la filosofía.
la fábula de Fedro) una cabeza que puede ser bella, sí, pero que no tiene Haremos ahora una breve digresión acerca del nacimiento de la fi-
cerebro>,8. losofía en la polis democrática, y así entraremos en el fondo del debate
Este razonamiento expresa con gran claridad en qué consiste el paso de filosófico que está en la base de la confrontación entre los diversos modos
la teoría del derecho a la filosofía del derecho. Admitirlo, o sea reconocer de justificar el derecho.
que la interrogación filosófica acerca del derecho va mas allá de la primera
respuesta (la respuesta tautológica, la que se detiene en el ordenamiento)
a la pregunta «¿qué es el derecho?», no significa en absoluto compartir la Logos, nomos y polis: la institución griega de la filosofía
solución propuesta por Kant. Esta última parte de la experiencia histórico-
social del derecho, pero la abandona inmediatamente; y no para ponerla en La pregunta acerca de la justicia de las leyes es la pregunta de Sócrates. El
discusión, cuestionando eventuales puntos déhiles, sino para remontarse a filósofo-ciudadano, en el espacio público instituido por la polis, se pre-
partir de ella a su origen trascendental 9 • Así Kant presupone al derecho em- gunta por la justicia de sus leyes. Lo cual significa que reconoce en ellas
pírico un fundamento universal suyo, único y accesible directamente en sí su carácter instituido y pone o vuelve a poner en discusión su principio
mismo, que constituiría su criterio inspirador y la unidad de medida con la inspirador. Para que se pueda preguntar por la justicia de las leyes es pues
que valorar, criticar y enmendar el ordenamiento. En Kant tal fundamento necesario reconocer que el espacio jurídico es una institución histórico-
originario es la «razón pura», o sea, la capacidad de la racionalidad humana social, y por tanto que sus determinaciones pueden ser alteradas, refor-
de autodeterminarse necesaria y universalmente, sin ser modificada por muladas y reelaboradas.
ninguna experiencia histórico-social concreta. Análoga estrategia siguen No hay duda de que la diferencia específica entre teoría y filosofía
quienes consideran que «la naturaleza de las cosas» encierra en sí misma del derecho viene dada justamente por este tipo de interrogación, que
criterios universales y necesarios que permitirían distinguir lo justo de lo se distancia del ordenamiento y lo pone en discusión. Cabe recurrir a la
injusto y el bien del mal. En suma: en ambos casos tanto la razón como la fórmula de Hasso Hoffmann quien -haciéndose eco de la célebre fórmula
naturaleza contendrían determinaciones normativas universales, anteriores heideggeriana relativa a la diferencia ontológica (o sea, a la diferencia entre
a la experiencia humana y a la que ésta debería atenerse. ser y ente)- habla en filosofía del derecho de una diferencia nomológica
Cuando los defensores del derecho natural se oponen al positivismo (retomando la distinción kantiana entre lo previsto por el derecho y lo
jurídico (a la tesis según la cual es derecho sólo el puesto empíricamente justO)lO. No es cierto, pues, que sólo salvaguardando el presupuesto de un
por los ordenamientos), remiten, pese a las diferencias de sus presupuestos ordenamiento eterno y de una justicia ideal y universal sea posihle formu-
filosóficos, a la existencia (y a la accesibilidad directa) de un orden objetivo lar la pregunta sobre la justicia de las leyes positivas.
que antecede y estabiliza las experiencias humanas, cuya fuente trasciende Desde el punto de vista del discurso filosófico que estamos construyen-
a la intervención humana, y sólo puede encontrarse en el orden natural del do la afirmación de la «diferencia nomológica» -que también considera-
mos un ingrediente fundamental de la filosofía del derecho en tanto que
esta última va más allá de la teoría general del derecho- sólo puede tener
7. Cf. 1. Kant, La Metafísica de las Costumbres, trad. y notas de A. Cortina y J. Conill,
Tecnos, Madrid, 1989, p. 38.
lugar en el interior de lo histórico-social, y la distinción entre lo prescrito
8. Ibid. por el derecho y lo que es justo constituye una articulación reflexiva suya.
9. Como es sabido, desde Kant en adelante el término «trascendental" remite a una estruc· En otras palabras: para afrontar filosóficamente la cuestión relativa a qué
tura universal de la subjetividad o de la razón humana. En esta acepción el término se contrapone a
«empírico», y se superpone a la de «a priori». Hablar de origen trascendental, pues, significa postular
una inteligibilidad universal y necesaria, que no se deriva de la experiencia histórico·social sino que 10. H. Hoffmann, Einführung in die Rechts- ul1d Staatsphilosophie, Wissenschaftliche Buch-
la hace universalmente posible. gesellschaft, Darmstadt, 2000.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL DEL ETHOS AL NOMOS

debe ser el derecho, y por tanto la interrogación acerca de la justicia de las ciamiento de la forma activa de vida, que por su lado la polis privilegiaba.
leyes, no es en absoluto necesario compartir el planteamiento filosófico ge- Hannah Arendt ha visto en este distanciamiento el inicio de una auténtica
neral del iusnaturalismo. Se podría sostener en cambio lo contrario, ya que tiranía del bios theoretikos (la vida contemplativa) sobre las acciones hu-
sólo si se admite que no hay una determinación normativa a priori, esto manas. Para poner un dique a la trágica incomprensión entre el filósofo
es, universal y necesaria, es posible plantearse de manera suficientemente y sus conciudadanos, Platón pone en duda radicalmente el valor de la
radical la cuestión de la justicia, reconociendo en esta última la puesta persuasión, que constituye la forma del discurso específicamente política.
en juego de acciones y deliberaciones políticas, que exceden del ámbito En realidad la persuasión presupone que todos tienen la posibilidad de
propiamente jurídico y lo anteceden, pero que no hallan el lugar ideal de formarse una opinión (doxa) correcta, mientras excluye que alguien tenga
su solución universal en trascendencia objetiva alguna. un conocimiento científico e indiscutible en las materias sobre las que
No por azar cuando Kelsen, cuya teoría pura del derecho permane- hay que tomar decisiones políticas. Justamente en este punto, en cam-
ce fiel al positivismo jurídico, afronta el problema de la justicia, lo hace bio, Platón trata de hacer valer las pretensiones de (su concepción de) la
abandonando explícitamente la teoría del derecho, la cual, escribe Kelsen, filosofía. Y por eso considera fundamental en materia jurídico-política la
«responde a la pregunta acerca de qué es el derecho, y no a qué debe ser oposición entre la verdad divina e inmodificable (competencia del filósofo
el derecho. Esta última es una pregunta de política, y en cambio la teoría que contempla la eternidad del ser) y las opiniones múltiples y mutables
pura del derecho es ciencia» 11. (que se puede formar cualquier ciudadano). Oponiéndose radicalmente a
Con esta referencia a la política, o sea, a la actividad colectiva que ins- la enseñanza y a la práctica de Sócrates, Platón sostiene que sólo el filósofo
tituye las bases fundamentales de la polis, hemos vuelto al punto central y tiene familiaridad con la verdad eterna y absoluta; y puesto que sólo ésta
originario de la discordia filosófica a la que se aludía antes. La experiencia puede constituir la única unidad de medida o el único criterio válido para
que tiene lugar en la polis, en la que el debate público, ellogos, el discurso, dar legitimidad y orden a los asuntos humanos, se sigue de ello que sólo
la persuasión, están en la base del nomos, esto es, de la institución de las el filósofo está en situación de legislar.
leyes, es el advenimiento de la democracia, en cuyo interior cobra cuerpo La posibilidad misma de la democracia queda disuelta por esta pre-
la institución de la filosofía como interrogación ilimitada acerca de lo dado tensión exorbitante y excesiva que confía a la mirada especulativa de un
y de lo instituido. único profesional de la Verdad absoluta -y de sus pocos discípulos-la
Si es verdad que de la experiencia de la polis y de la forma de vida que responsabilidad de gobernar los asuntos humanos.
en ella prevalece, o sea, de la experiencia de la discusión pública sobre los La polémica de Platón contra la democracia pretende subordinar así
fundamentos de las deliberaciones colectivas, nació la actitud filosófica, la institución de las leyes -o sea, el orden jurídico-político- a una con-
también es verdad que el primer gran filósofo sistemático fue Platón, un cepción parcial y unilateral de la filosofía y de su práctica. Tal concepción
duro adversario de la democracia. Deriva de aquí, desde los orígenes de la metafísico-especulativa de la filosofía comporta la pretensión de acceder
filosofía concebida como conocimiento sistemático de la realidad, su preten- de manera inmediata y directa a la verdad objetiva y eterna de lo real, y
sión de tener una relación hegemónica con el orden jurídico-político. Platón con este privilegio exclusivo, que haría de la filosofía una especie de cien-
pretendía confiar a los filósofos, esto es, a los profesionales del conoci- cia sagrada (esto es, de conocimiento del orden divino e inmutable del
miento del ser, la tarea de gobernar la polis para garantizar que las leyes universo), el filósofo estaría en situación de formular los principios fun-
tuvieran como fundamento suyo la verdad divina y la justicia eterna. damentales, eternos e inmutables sobre los que construir una convivencia
Sólo así, según Platón, sería posible evitar los peligros y las amenazas del humana ordenada.
régimen democrático, donde las leyes son instituidas como conclusión de La que se acaba de bosquejar no es sin embargo, en modo alguno, la
un debate público que, al no estar basado en la verdad objetiva y absoluta, única concepción y la única práctica posibles de la filosofía (pese a que en la
no ofrece garantía alguna respecto de su justicia. historia cultural de Occidente ha tenido insignes y numerosos seguidores,
La prueba del fracaso trágico de la democracia es, a ojos de Platón, hasta Hegel y Heidegger). A ella se contrapone desde la Grecia clásica la
el proceso de Sócrates y su condena a muerte. De ahí deriva su polémica práctica de la filosofía como interrogación permanente, o sea como puesta
filosófico-teológica contra la democracia, que se basa en un radical distan- en discusión de lo dado y de lo instituido, por definición desprovistos de
un modelo original, eterno e inmutable. La experiencia del debate político
en el ágora de la polis adquiere así un valor simbólico generalizable: se
11. H. Kclsen, "Pure Theory of Law and Analytical Jurisprudence»: Harvard Law Review convierte en el modelo de la auténtica búsqueda y de la auténtica interro-
LV (1941), pp_ 44-70; hay trad. casto publicada en la revista La ley (Buenos Aires) 24 (1941), y en
H. Kelsen, La idea del derecho natural y otros ensayos, Losada, Buenos Aires, 1946. La frase citada gación, destinadas a quedar indefinidamente abiertas porque carecen de un
arriba se encuentra al principio del texto. punto de llegada predeterminado. El orden de la lJ01is es pues la puesta en

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL DEL ETHOS AL NOMOS

juego de la deliberación colectiva y no la aplicación a la «ciudad terrestre» todo el aparato de gobierno tiende entonces a asumir un carácter criminal,
del orden eterno e inmodificable del universo. como han demostrado los sistemas totalitarios»>14.
De esta experiencia nace la oposición griega entre nomos (ley) y physis Concluiremos este capítulo con una larga cita de Cornelius Castoriadis
(naturaleza). Si Platón, en el contexto de su ejemplar y emblemática po- (1922-1997) que nos servirá de hilo conductor para proseguir el razona-
lémica contra la democracia (esto es, contra la posibilidad misma de una miento. En realidad en este pasaje panorámico se describe la experiencia
autodeterminación colectiva del orden político), interpreta el orden de las jurídico-política radical que da lugar a la institución de leyes humanas, para
instituciones y de las leyes en estrecha continuidad con el orden natural las que se reconoce explícitamente la ausencia de modelos extrasociales.
(y divino) del universo, en la Política de Aristóteles, en quien siempre es Precisamente esta experiencia constituye lo específico de la institución
más fuerte que en Platón la memoria de la experiencia democrática de la griega de la filosofía. «Los griegos no inventaron 'lo' político, en el sentido
polis, se sostiene explícitamente que el nomos es taxis (orden instituido, de la dimensión de poder explícito presente siempre en cualquier sociedad;
construido artificialmente) y no, en cambio, cosmos (orden natural o es- inventaron o, mejor dicho, crearon 'la' política, que es algo enteramente
pontáneo)12. Eso invita a concebir la ley como el resultado de una actividad distinto. A veces se discute por saber en qué medida hubo política antes
política que la precede y la funda, y que en el espacio jurídico encuentra de los griegos. Disputa vana, términos imprecisos, pensamiento confuso.
una estabilización y una protección provisional. Como escribía Hannah Antes de los griegos (y después) hay intrigas, conspiraciones, tráfico de
Arendt (1905 -1975), «la acción no sólo tiene la más íntima relación con influencias, luchas sordas o abiertas para apoderarse del poder explícito;
la parte pública del mundo común a todos nosotros, sino que es la única hay un arte de gestionar el poder existente (fantásticamente desarrollado
actividad que la constituye. Es como si la muralla de la polis y las fronteras en China, por ejemplo) e incluso de 'mejorarlo'. Hay cambios decididos
de la ley se trazaran alrededor de un espacio ya existente que, no obstante, y explícitos de ciertas instituciones -e incluso re-instituciones radicales
sin tal protección estabilizadora no pudiera perdurar, no pudiera sobrevivir ('Moisés', o en cualquier caso Mahoma)-. Pero en estos últimos casos el
al momento de la acción y del discurso»!3. legislador, sea Profeta o Rey, invoca un poder de instituir que es de dere-
El espacio de las leyes da estabilidad y orden a la acción política, que cho divino. Se remite a Libros sagrados o los produce. Pero si los griegos
le precede y es el lugar originario de su elaboración. «Ninguna civiliza- pudieron crear la política, la democracia y la filosofía es también porque
ción -artefacto hecho por el hombre para albergar a sucesivas genera- no tenían Libro sagrado ni profetas. Tenían poetas, filósofos, legisladores
ciones- hubiera sido posible sin un marco de estabilidad para facilitar y politai. La política, tal como la crearon los griegos, ha sido la puesta
el fluir del cambio. Son fundamentales entre los factores estabilizadores, en cuestión explícita de la institución establecida de la sociedad, lo que
más resistentes que las costumbres, mores y tradiciones, los sistemas le- presuponía, como se afirmó claramente en el siglo v, que al menos partes
gales que regulan nuestra vida en el mundo y nuestras relaciones con los relevantes de tal institución no tenían nada de 'sagrado' ni de 'natural',
demás. [... ] La variedad de tales sistemas es grande, tanto en el tiempo sino que se derivaban del nomos. El movimiento democrático afronta lo
como en el espacio, pero todos tienen algo en común -lo que que nos que he llamado el poder explícito y tiende a re-instituirlo. Como es sabi-
autoriza a emplear la misma palabra para fenómenos tan diferentes como do, fracasa (o ni siquiera consigue empezar realmente) en la mitad de las
la lex romana, el nomos griego o la torah hebrea-, y es que estaban poleis. Eso no quita para que su surgimiento opere en casi todas las poleis,
concebidos para asegurar la estabilidad. (Existe otra característica general pues frente al movimiento democrático los regímenes oligárquicos o tirá-
de la ley: la de que no es universalmente válida, pues o bien posee unos nicos se ven obligados a definirse como tales, y por tanto a aparecer como
límites territoriales o, como en el caso de la ley judía, se halla restringida lo que son. Pero el movimiento democrático no se limita a esto: tiende
étnicamente. [... ] Donde faltan ambas características, estabilidad y validez potencialmente a la re-institución global de la sociedad, yeso se actualiza
limitada, donde las llamadas 'leyes' de la Historia o de la Naturaleza, por mediante la creación de la filosofía. No más comentario o interpretación de
ejemplo, interpretadas por el jefe de un Estado, mantienen una 'legalidad' textos sagrados o tradicionales: el pensamiento griego pone en discusión
que puede cambiar día a día y que afirma su validez para toda la Huma- ipso (acto la dimensión más importante de la institución de la sociedad:
nidad, en realidad estamos frente a un orden sin leyes, aunque no ante la las representaciones y las normas de la tribu y la noción misma de verdad.
anarquía, dado que un orden de ese tipo puede ser conservado mediante Cierto es que siempre y en todas partes hay 'verdad' instituida socialmente,
una organización coactiva. En cualquier caso, el resultado claro es que equivalente a la conformidad canónica de las representaciones y de los

14. H. Arendt, "Civil Disobedience», The New Yorker, 12 de septiembre de 1979; reimp. en
12. Cf. F. A. von Hayek, Derecho, legislación y libertad, Unión Editorial, Madrid, 22006. Íd., Crises of the Republic, Harcourt, Brace ]ovanovich, New York, 1972; Íd., Crisis de la República,
13. H. Arendt, La condición humana, trad. de R. Gil, Paidós, Barcelona, 1993, p. 221. trad. de G. Solana, Taurus, Madrid, 1973, pp. 86-87.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL

enunciados a lo que está instituido socialmente como el equivalente de


'axiomas' y 'procedimientos de validación'. Pero es mejor llamarla sim-
plemente corrección (Richtigkeit). Los griegos, en cambio, crean la verdad
como movimiento interminable del pensamiento que pone constantemente
a prueba sus propios límites y vuelve sohre sí mismo (reflexividad); y la Capítulo II
crean como filosofía democrática: pensar no es cosa de rabinos, curas,
mullahs, cortesanos o ascetas, sino de ciudadanos que quieren discutir en EL PROBLEMA DE LA CONTINGENCIA
un espacio público creado por ese mismo movimiento [... ]. Y EL ORDEN DEL MUNDO
»La creación de la democracia y de la filosofía es creación del movi-
miento histórico en su origen, movimiento que actúa desde el siglo YIII al
siglo Y, y que de hecho se cierra con la derrota del año 404. La radicalidad
de este movimiento no se puede subestimar. Incluso sin considerar la ac-
tividad de los nomotetes, acerca de la cual tenemos pocas informaciones
fiables, [... ] hasta recordar la audacia de la revolución de Clístenes, al
reorganizar en profundidad la sociedad ateniense tradicional para la par-
ticipación igual y equilibrada de todos en el poder político. [... ] Al mismo
tiempo los griegos supieron muy pronto que el ser humano será lo que El estatuto prejurídico de la costumbre y el nacimiento del derecho
hagan de él los nomoi de la polis [... ]. Saben pues que no hay ser humano
que valga sin una polis que valga, esto es, regida por el nomos adecuado. Ha quedado excluido que haya una relación universal y constante entre
Saben también [... ] que no hay un nomos 'natural' (lo que en griego sería los diversos tipos de prescripciones elaborados y transmitidos por las cul-
una conjunción de términos contradictorios). Es el descubrimiento de lo turas y las codificadas en los sistemas jurídicos. A consecuencia de ello, la
'arbitrario' del nomos, junto con su dimensión constitutiva para el ser hu- relación entre estos dos planos, distintos de una sociedad a otra y de un
mano individual y colectivo, lo que abre la interminable discusión sobre contexto histórico a otro, es precisamente lo que permite determinar en cada
lo justo y lo injusto y sobre el 'régimen hueno'. Es esta radicalidad, y esta caso el espacio del derecho, su amplitud y sus límites.
consciencia de la fahricación del individuo por la sociedad en que vive, El carácter histórico-social del derecho, sobre el que se ha insistido
la que está detrás de las obras filosóficas de la decadencia (del siglo IV, de desde el principio de nuestro razonamiento, se refleja en la determinación
Platón y Aristóteles), que las alimenta y las orienta como una obviedad. concreta de la relación entre orden de las normas jurídicas y sistema simbó-
Le permite a Platón concebir una utopía radical; es la que hace poner el lico de los significados sociales. En otras palahras: estos dos ámbitos de la
acento, como Aristóteles, más en la paideia que en la 'constitución po- experiencia humana -las normas y los significados, el derecho y la socie-
lítica' en sentido estricto. No es en absoluto casual que el renacimiento dad- no se hallan entre sí en una relación predeterminada, siempre igual
de la vida política en Europa occidental vaya acompañado, de un modo a sí misma, derivada de la naturaleza lógica o conceptual de las definiciones
relativamente rápido, de la reaparición de 'utopías' radicales. Las utopías respectivas. Por el contrario, derecho y sociedad se determinan recíproca-
dan testimonio primero y ante todo de esta consciencia: la institución es mente de maneras distintas en cada caso según las épocas históricas.
obra humana»l5. En las sociedades donde no hay una reglamentación propiamente ju-
rídica de las conductas individuales y colectivas la estahilización de estas
últimas la realiza la llamada costumbre. En realidad, en las sociedades ar-
caicas y en las sociedades tradicionales la costumbre es fuente de modelos
de comportamiento prescriptivos, al estar consagrados por la tradición.
En este tipo de sociedades las prohibciones, los auspicios y los mandatos
vehiculados por la costumbre dan por sí mismos orden y sentido al obrar
humano. Obviamente, también la costumbre es un fenómeno histórico-
social, y consiguientemente, sometido a su vez a la influencia del tiempo.
Pero sus disposiciones se hallan sustraídas a la disponibilidad colectiva.
15. C. Castoriadis, "Pouvoir, politique, autonomie», en Le monde monelé, Seuil, Paris, 1990,
Como fenómeno histórico-social, caracterizado por la pertenencia a
pp. 126-129. un contexto particular, la misma institución de normas propiamente ju-

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL PROBLEMA DE LA CONTINGENCIA Y EL ORDEN DEL MUNDO

rídicas se muestra arraigada en una situación determinada. En cualquier se ha producido una diferenciación interna. Esto es: presuponemos que
forma de convivencia humana los individuos observan algunas reglas de el momento prescriptivo o normativo, que como tal caracteriza al orden
comportami.ento, se ati~nen a determinados usos, organizan según ritua- social o al sistema simbólico en su integridad, ha conquistado un espacio
les sus relacIOnes y sus mtercambios. La codificación de estas conductas autónomo suyo, y que en el interior de tal espacio se produce a su vez una
habitu~l~s comporta una dimensión prescriptiva, a la que es muy raro que distinción entre los diversos tipos de prescripciones. Las normas jurídicas
los mdIVIduos se sustraigan, particularmente en las sociedades llamadas propiamente dichas son sólo las normas sancionables, esto es, aquellas cuya
primitivas y luego en las sociedades tradicionales. dimensión coercitiva no está confiada genéricamente al control social (o al
La costumbre proporciona en suma una reglamentación de la vida remordimiento de la conciencia, o acaso post mortem a la justicia divina),
individual y social por medio de la cual todo grupo humano expresa su sino a una autoridad pública reconocida y reconocible.
propia visión del mundo, los significados que le dan valor, las motivaciones
y las representaciones que lo estructuran. La dimensión prescriptiva de la
costumbre contiene un conjunto de prohibiciones y restricciones que re- Teoría de sistemas y contingencia del obrar
glamentan rígidamente el comportamiento. La disciplina introducida por
la costumbre puede ser más o menos severa, pero en cualquier caso acaba Para ilustrar el carácter simultánea y fundamentalmente social e histórico de
ejerciendo un control social sobre las conductas humanas, al inspirarse en la existencia humana, en las páginas precedentes se ha aludido al derecho,
un conjunto de valores y de motivaciones que forman el conjunto de las a la moral, a la religión y a la política. Nos hemos apresurado a añadir que
representaciones sociales constituido cada vez. en modo alguno son los únicos ámbitos de la experiencia que pueden
Podemos ahora esclarecer mejor la relación entre el sistema simbólico de mostrar el papel capital de la dimensión histórico-social en la existencia
los significados sociales y el orden jurídico de las normas, al que nos hemos individual misma de los seres humanos. Lo que estamos llamando, con
r~ferido desde el principio del razonamiento. En realidad, ya en el primer una eficaz expresión de Castoriadis, «histórico-social», constituye en rea-
mvel, en la dimensión prejurídica de la vida social, se dibuja un modelo de lidad el ámbito o el contexto necesariamente colectivo de los valores, de
organización portador de una regularidad y de un orden que no constituyen las representaciones ideales, de las motivaciones y de las reglas a través
m la fotografía ni el calco del orden natural por la simplicísima razón de de las cuales todo grupo determinado de individuos vuelve humana su
que varía de una sociedad a otra y, en el interior de una misma sociedad, propia convivencia. En este sentido, el orden social histórico es siempre
de una época histórica a otra. necesariamente simbólico e instituido. Simbólico porque sus componentes
. Los seres humanos no obtienen de la naturaleza los modelos que pres- elementales no son meros datos de hecho: son, en cambio, significados, que
cnben reglas para sus comportamientos. Si las abejas, por ejemplo, por rigen, estructuran y motivan la experiencia humana. Instituido porque esos
transmisión genética, reciben del instinto las «informaciones» suficientes significados simbólicos no son la transcripción automática de una realidad
para organizar su supervivencia y su reproducción, y lo hacen siempre objetivamente dada: constituyen en cambio el producto o el resultado de
del mIsmo modo, los seres humanos, en cambio, deben «instituir» un sis- una elaboración humana y por eso se configuran como institución social.
tema de representaciones sociales que dé estabilidad y regularidad a sus Eso acredita la ineliminable dimensión histórico-social de la humana con-
propios comportamientos; y, puesto que estos comportamientos nunca ditio. Derecho, moral, religión y política representan paradigmáticamente
están encaminados únicamente a la supervivencia física sino también a la la relación que mantiene la condición humana con la institución de normas,
a~toa~rmación y por tanto a la salvaguarda y a la defensa de su propia a las que corresponde la tarea de regular y estructurar la vida colectiva.
«IdentIdad» y de sus propios valores, el conjunto de las representaciones El asunto decisivo que ahora es preciso destacar es el nexo estrechí-
sociales que se acaba de mencionar es al mismo tiempo un «sistema sim- simo entre lo histórico-social y el sistema simbólico de los significados,
bólico»: Este último, de hecho, mientras ordena los comportamientos, les los valores, las motivaciones y los modelos de comportamiento que dan
da al mIsmo tiempo un sentido o un significado en el que puedan recono- orden y sentido a la existencia humana. A través del sistema simbólico,
cerse los miembros del grupo. Mientras que en el mundo de las abejas la en el interior de lo histórico-social, se va produciendo de .vez en vez la
transmisión de los modelos de comportamiento es genética, en el mundo institución de un ámbito normativo, en el que surgen reglas generales de
humano es en cambio de tipo cultural. Significados, valores, modelos de conducta a las que los casos particulares de la experiencia concreta debe-
comportamiento y normas son pues los protagonistas de la vida cultural rán (deberían) atenerse. Digamos en seguida que este nexo entre sistema
de cualquier sociedad. simbólico y orden normativo salta a la vista justamente en los fenómenos
Cuando hablamos de derecho, o sea, de normas propiamente jurídicas, sociales del derecho, de la moral, de la religión y de la política, a los que
presuponemos que en el universo cultural de una determinada sociedad hemos aludido a la vez en virtud de este común denominador suyo. Sin

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL PROBLEMA DE LA CONTINGENCIA Y EL ORDEN DEL MUNDO

embargo, para comprender sus implicaciones filosóficas generales debemos diferenciarse del ambiente externo. Por eso todo sistema produce en su
dar un paso más. interior subsistemas a los que les son delegadas funciones específicas.
Partamos de una aseveración sociológica, sacada a relucir a partir de la La lógica que preside el funcionamiento del sistema es de tipo inmuni-
experiencia jurídica de Niklas Luhmann (1927-1998): «Todo el derecho se tario. Todo organismo viviente es un centro de recepción de informacio-
halla en una relación fundamental con el problema de la contingencia del nes, de tratamiento y de nueva emisión de informaciones. El organismo
obrar humano, esto es, con el hecho irrefutable de que los hombres pueden viviente posee un código que le permite seleccionar las informaciones que
actuar de un modo diverso a como se espera» l. De esta observación infiere le llegan del ambiente según la lógica funcional de la ventaja o la desven-
Luhmann que la función fundamental del derecho consiste en regular la taja para su propia conservación y reproducción. Por eso todo sistema
contingencia de las acciones humanas seleccionando las expectativas nor- está cognitivamente abierto y normativamente cerrado, ya que se halla en
mativas. No se tratará pues de negar la contingencia del mundo ni de eli- situación de recibir todas las informaciones procedentes del ambiente y
minarla, y por tanto tampoco de proponerse la tarea imposible de limitar el tratarlas según un código binario de utilidad o nocividad.
obrar a una única posibilidad; se tratará, en cambio, de trasladar la contin- La apertura cognitiva les permite a los sistemas gestionar también la
gencia del obrar humano al interior del sistema de las decisiones públicas. innovación, elaborando respuestas nuevas para problemas nuevos de for-
Para comprender este aspecto de la concepción luhmanniana del derecho" ma compatible con el mantenimiento de la propia estructura normativa, a
hay que precisar ante todo que Luhmann transforma radicalmente la noción través de un código que define en ella la identidad y la función.
clásica de «sistema», que era generalmente entendido como un conjunto or- Todo sistema se caracteriza por la autorreferencialidad y por la au-
denado de conceptos lógicos, cada uno de los cuales era considerado suscep- torreflexividad, es decir, por la capacidad de referir a sí mismo todas las
tible de corresponder a la esencia objetiva de un hecho, de un acto o de una informaciones procedentes del exterior y por la de producir observacio-
relación real. En otras palabras: en la concepción «sustancia},> del sistema, los nes acerca de su propio funcionamiento, redoblando así la eficacia de su
conceptos eran el resultado de una operación lógica preliminar, cuya función función de conservación al poner en práctica estrategias correctoras. Todo
consistía en determinar la esencia presente en la realidad y transponerla al sistema puede, pues, auto innovarse y corregirse.
plano científico del sistema. La ordenación rigurosa y jerárquica de los con- El principio de diferenciación ha actuado en la historia según diversas
ceptos fundamentales obtenidos del modo descrito constituía el sistema en modalidades. Antes de la modernidad las sociedades se diferenciaban por
el sentido clásico, cuyos elementos quedaban vinculados por relaciones de estratos jerárquicamente ordenados, y la pertenencia a un estrato social
tipo lógico-deductivo. El sistema constituía a fin de cuentas un conjunto definía un estatuto del individuo rígido e inmodificable. Con las sociedades
de sentido estructurado que permitía inferir lógicamente a partir de cierto modernas los estratos y los estatutos han sido eliminados: la única forma
número de premisas algunas de las consecuencias necesarias. de diferenciación vigente es ahora la funcional. Eso significa que los indi-
Con Luhmann se pasa de una concepción sustancial del sistema a una viduos modernos no se diferencian ya en aristocracia, clero, burguesía y
concepción funcional. Esta última ret1eja el funcionamiento de los orga- plebe, sino según las diversas funciones de cada uno, que se estructuran
nismos vivientes, cuyos procesos pueden ser descritos sobre la base de un como papeles sociales. Todo papel social constituye la organización de una
\ principio estructural de diferenciación por el cual se produce la distinción función en torno a modalidades comunicativas específicas.
'entre el organismo como sistema y el ambiente exterior a él. El sistema
se convierte así en la forma a través de la cual todo organismo entra en
contacto con su <,ambiente» mediante un intercambio de informaciones Las expectativas normativas y la contingencia
que le permite al sistema reducir la complejidad del ambiente, esto es, el
exceso de informaciones contenidas en él, de modo que pueda hacer un Aplicada a la esfera jurídica, esta concepción da de sí la visión del derecho
uso selectivo de ellas encaminado a su supervivencia. El sistema es por como reductor de la complejidad del ambiente social mediante la selección
eso un reductor de la complejidad del ambiente, en función de su propia de los comportamientos valorables como lícitos e ilícitos. Y hemos visto
supervivencia y de su reproducción. ya que el sistema jurídico produce un tratamiento funcional de la con-
El sistema está organizado de modo que reproduzca en su propio inte- tingencia por medio de la selección y la estabilización de las expectativas
rior el principio de diferenciación, que, como se ha visto, le ha permitido normativas.
Para esclarecer mejor este punto podemos partir de un ejemplo tal vez
muy tradicional pero útil. Supongamos que un marido está acostumbrado a
1. N. Luhmann, La differenziazione del diritto. Contributi alla sociologia e alla teoria del di-
ritlu, ed. de R. di Giorgi, Rologna, 1995, p. 201. El texto original es N. Luhmann, Ausdifferenzierung regresar muy tarde a su casa después de su jornada de trabajo, y que espera
des Rechts. Beitriige zur Rechtssoziologie und Rechtstheurie, Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1981. encontrar una cena preparada de antemano por su cónyuge, y por tanto

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T

EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO·SOCIAL EL PROBLEMA DE LA CONTINGENCIA Y EL ORDEN DEL MUNDO

fría. A esta expectativa del marido le corresponde por parte de la mujer te, o de contingencia reducida, es la conexión entre el sistema del obrar
una expectativa análoga: que a él le satisfaga encontrar la cena ya preparada humano y el de las decisiones jurídicas. Así, al menos según Luhmann, el
pero fría. Estas dos expectativas recíprocas producen un tercer nivel de ex- derecho reglamenta o reduce la contingencia no ya eliminándola sino en
pectativa que representa la reflexión sobre la congruencia de las expectativas cambio acrecentándola.
recíprocas. Si casualmente una noche el marido pidiera de improviso una En cualquier caso, la reflexión sociológica sobre el fenómeno jurídico
cena caliente, la expectativa de la mujer quedaría defraudada y se crearía un no se limita a vincular el derecho con el problema de la contingencia, sino
fenómeno de incomprensión; en este caso la esposa habría de afrontar una que además confirma la persistente ineliminabilidad de esta última. y, de
situación en la que han hecho irrupción la complejidad y la contingencia, que todos modos, la sociología no se pregunta sobre el alcance y las razones
hacen incomprensible el comportamiento del marido a causa de su inestabili- de ese ineliminable halo de contingencia que es la premisa inevitable del
dad. En esta descripción la complejidad coincide con la indeterminación del derecho -y no sólo de él-o Pues bien: es justamente aquí donde se inserta
campo de lo posible y con la contingencia entendida como continua irrup- lo específico de la reflexión filosófica sobre el fenómeno jurídico. En otras
ción de lo imprevisto (esto es, del comportamiento ajeno que no siempre palabras: el problema de la contingencia del obrar no se halla solamente
corresponde a las expectativas habituales). Este ejemplo muestra con claridad en una relación fundamental con todo el derecho, como con razón observa
que la relación entre las expectativas constituye un aspecto fundamental del Luhmann, sino que tiene implicaciones ontológicas más generales que, a
sistema de las relaciones humanas. Todos los partners posibles necesitan su vez, se muestran cargadas de repercusiones e incidencias en la auto-
estabilizar cuanto puedan el contenido de sus expectativas recíprocas. comprensión de la experiencia jurídica. En realidad, sólo reflexionando
Tal estabilización se produce normalmente a través de estrategias cog- acerca del alcance de la contingencia del obrar en su complejidad, esto
nitivas o bien a través de experiencias que nos permiten transformar en es, acerca de sus repercusiones radicales sobre la concepción general de
costumbres, rutinas, hábitos o usos la mayoría de nuestros comportamien- la realidad, podremos afrontar el problema propiamente filosófico de la
tos. No obstante, es evidente que todas las formas de estabilización basadas fundamentación y la justificación del derecho.
en las experiencias contienen un elevado margen de riesgo que no puede
ser subsanado por el conocimiento psicológico o los usos sociales. Pese al
ethos, a la moral y a las tradiciones, siempre es posible que se den mal- Implicaciones filosóficas de la contingencia del obrar
entendidos que en el plano de la vida cotidiana carecen de sanciones, las
cuales podrían compensar la frustración experimentada. El problema de la contingencia del ohrar humano no se puede reducir a la
A la exigencia de estabilizar las expectativas responde la institución incertidumbre e imprevisibilidad de las acciones ajenas. Así concebido el
del sistema jurídico y la introducción en el contexto social de normas que problema, la contingencia constituiría un déficit ocasional o incluso re-
sean percibidas como dotadas de mayor eficacia en comparación con lo currente, pero siempre sería posihle confrontar la contingencia del obrar
que se puede llamar la normatividad prejurídica inmanente en las prácticas efectivo con su modelo racional y necesario, el cual corregiría sus límites
consolidadas. y sus imperfecciones. Pero justamente lo que no hay es un modelo de este
Luhmann escribe: «En las sociedades más desarrolladas el derecho tie- tipo. El obrar humano es estructuralmente contingente no sólo porque los
ne la función de generalizar las expectativas de modo que se pueda decidir comportamientos ajenos -y acaso también los propios- resultan imprevi-
de manera vinculante sobre el obrar contingente. Es por esto, y sólo por sibles, sino sohre todo porque al obrar mismo le falta un modelo universal y
esto, por la contingencia del ohrar -o sea, porque podría desenvolverse unitario en el que siempre y en cualquier circunstancia se pudiera inspirar. Y
de un modo distinto-, que se puede y eventualmente se debe decidir sohre tal carencia no se deriva de alguna característica «subjetiva» del obrar, sino
él. Esta función, consistente en hacer decidible la contingencia frente a las que es una carencia ontológica. En otras palabras: es la realidad misma -o,
controversias jurídicas, se condensa en una coerción a decidir. La negativa como se dice en lenguaje filosófico, el ser mismo de lo real-la que no le pro-
a decidir equivale a denegar justicia, y esto a la pérdida de función del de- porciona al obrar humano un modelo predeterminado, criterios universales
recho»2. Con todo, persiste la contingencia del obrar, aunque reducida o y contenidos estables. La contingencia del obrar remite pues a la ausencia de
reglamentada gracias a su tratamiento jurídico. «La relación entre sistema un fundamento objetivo, exterior a la sociedad y a la historia, que pudiera
de la sociedad y sistema jurídico cobra así la forma de una conexión no constituir su unidad de medida permanente. Pasamos así de la consideración
contingente de estados de hecho contingentes»l. Lo único no contingen- sociológica de la contingencia del ohrar a la reflexión filosófica más general
acerca de la contingencia como horizonte ontológico de lo real.
No sólo el derecho: todas las instituciones humanas, todo el espacio
2. [bid., p. 319.
3. [bid., p. 202. de lo histórico-social, encuentran en la contingencia de lo real su propia

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL PROBLEMA DE LA CONTINGENCIA Y EL ORDEN DEL MUNDO

premisa fundamental. Con esta expresión pretendemos referirnos a la el pensar. Explica Hannah Arendt: «Kant trazó esta distinción entre las dos
carencia intrínseca de una medida (o criterio, o modelo) universal de es- facultades del espíritu al descubrir el 'escándalo de la razón', esto es, que
tabilidad, determinación y certidumbre que dotara de un orden necesario nuestra mente no se halla en situación de obtener un conocimiento cierto
y objetivo a la totalidad de lo real. y verificable en relación con materias y cuestiones sobre las cuales, sin em-
He aquí un punto muy delicado de admitir y de aceptar, tanto en bargo, no puede dejar de pensar; y para Kant tales cuestiones, de las que
los análisis teoréticos como en la vida cotidiana, puesto que la radica- se ocupa el puro pensamiento, se circunscribían a lo que hoy llamamos 'las
lidad de la contingencia reduce drásticamente el espacio de maniobra y cuestiones últimas': Dios, la libertad, la inmortalidad. [... ] La distinción de
las pretensiones de control de la racionalidad científica y filosófica. Las las dos facultades, entendimiento y razón, coincide consiguientemente con
posibilidades de cálculo y las previsiones eficaces quedan radicalmente una distinción entre dos actividades espirituales completamente diversas,
redimensionadas por él. No por azar la tradición especulativa de la me- conocer y pensar, y entre dos órdenes de intereses igualmente distintos: el
tafisica intenta sustraerse con todos sus medios a admitir la contingencia saber, para la primera categoría, y el significado para la segunda,,5.
como horizonte ontológico de toda experiencia posible (esto es, como La búsqueda de la verdad no debe ser confundida con la interroga-
horizonte que determina y delimita la realidad misma que está en la base ción acerca del significado: en realidad sólo la primera puede llegar a la
de toda experiencia), y trata encarnizadamente de acceder a una Verdad necesidad objetiva del conocimiento científico. Eso no implica ciertamente
universal y necesaria, que contenga en sí de una vez por todas los crite- la exclusión de cualquier forma de objetividad del campo de la reflexión
rios y los principios fundamentales de las experiencias humanas en su crítica sobre el significado; pero justamente en virtud de su estatuto es-
irreductible pluralidad. pecífico el «significado" carece de la necesidad y la universalidad de los
De este modo la racionalidad especulativa pretende responder a la objetos naturales, en cuanto presupone la indeterminación de! ser, o sea la
cuestión última, relativa al sentido o significado de lo real, reconduciendo contingencia ontológica. El significado buscado por la razón filosófica no
la variada acumulación y la fragilidad de la experiencia a un origen unitario es pues un dato natural, sino el resultado de una elaboración cultural siem-
al que la tradición filosófica greco-occidental llama ser. De acuerdo con este pre específica, que cobra cuerpo precisamente porque el Sentido Último
planteamiento, la mente humana, que se presume ha accedido a la única de la Realidad resulta inaccesible a la experiencia humana. El orden de los
verdad universal y necesaria, inscrita en la naturaleza, o en el ser, o en la significados surge, pues, como algo instituido: no está falto de objetividad
estructura a priori de la razón, lograría neutralizar la contingencia confi- ni de estabilidad, pero su objetividad y su estabilidad tienen la peculiaridad
nándola al espacio superficial y marginal de la apariencia. Para alcanzar tal siguiente: desprovistas de un fundamento racional universal y necesario,
resultado la tradición especulativa recurre al rigor lógico de argumenta- tienen una génesis histórico-social.
ciones sutiles y controvertidas, las cuales, sin embargo, se desmienten, se
des legitiman y se anulan recíprocamente en la historia de la filosofía. Sea
como fuere, las argumentaciones especulativas mismas no logran anular Contingencia ontológica e institución histórico-social
ni atenuar la experiencia concreta y recurrente de la contingencia, casi
siempre relegada al ámbito residual de la empiria o experiencia sensible. y, La radicalidad de la contingencia constituye la premisa indispensable de la
sin embargo, de esta última resurge siempre de nuevo la pregunta inquie- institución humana de los significados. Eso no excluye en absoluto la cons-
tante -destinada a quedar abierta- acerca del significado último de las titución de un orden social, y por tanto la estabilidad necesaria para su
apariencias y del mismo ser, pregunta a la que ni el conocimiento científico mantenimiento: sólo excluye que se trate de una ínestabilidad inalterable.
ni la especulación metafísica consiguen responder. Nada casualmente, para poder interpretar e! significado según el paráme-
Como ha sintetizado eficazmente Hannah Arendt, «la necesidad de tro de la verdad, el planteamiento metafísico-especulativo en sentido lato

razón no está inspirada por la búsqueda de la verdad sino por la búsqueda se ve obligado a presuponer la existencia de un modelo único -universal y
de significado. Y verdad y significado no son lo mismo. El error de fondo, metahistórico- de estabilidad o de orden, cuya necesidad absoluta debería
anterior a todas las falacias metafísicas específicas, consiste en interpretar imponerse como origen o como fin, o en cualquier caso como fundamento
el significado según el modelo de la verdad»4. En estas palabras de Arendt inapelable y no criticable de las experiencias concretas.
se recurre a una distinción que no se entendería plenamente sin explicitar la En realidad, si se prescinde de los presupuestos especulativos de la me-
establecida por Kant entre el entendimiento y la razón, entre el conocer y tafísica, contingencia y estabilidad son fenómenos, cada uno en su plano,
innegables, pero, justamente, cada uno de los dos pertenece a un ámbito
4. H. Arendt, La vida del espíritu, trad. de C. Corral y F. Birulés, Paidós, Barcelona, 2002,
p.42. 5. [bid., pp. 40-41.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL PROBLEMA DE LA CONTINGENCIA Y EL ORDEN DEL MUNDO

específico de lo real. El orden de la institución es portador de estabilidad rencias necesarias y criterios igualmente indudables y universales acerca
y determinación, las cuales sin embargo se destacan sobre el fon.do de la de lo bueno y de lo justo. Semejante pretensión, incluso cuando asume la
contingencia ontológica sin anularla. Eso excluye en consecuenCIa que la forma de la argumentación filosófica o de razonamientos científicos, no
estabilidad como histórico-social que es, como instituida, pueda echar consigue ocultar su carácter mitológico y su función tranqulizadora. A fin
el ancla en' la estructura originaria del ser. Como ha escrito Castoriadis, de cuentas, la superación de la contingencia en nombre de lo absoluto,
«La humanidad surge del Caos, del Abismo, de lo Sin Fondo,,6. En otras comoquiera que se configure este último, constituye una de las formas más
palabras: la experiencia humana se constituye mediante la elab?ración recurrentes del deseo de omnipotencia, en el que se percibe la ambición
histórico-social de figuras de sentido que cobran cuerpo sobre la mdeter- más universal y también más ilusoria del espíritu humano.
minación de lo real, que sigue constituyendo su fondo. La contingencia, pues, en ningún caso puede ser neutralizada defini-
Que a la experiencia constituida le falte un fundamento ontológico tivamente por la episteme -término griego referido al saber científico y
universal y necesario vuelve indispensable la institución histórico-social de que subraya justamente su intrínseca estabilidad, portadora de la preten-
su objetividad. Esta última es fruto de operaciones selectivas y de exclu- sión de dominar la contingencia y apuntalarla-. Un saber así es lo que
sión en las cuales -como se verá más detalladamente a continuación- se reivindican tanto la argumentación lógico-especulativa de la tradición
exp;esa la creatividad del imaginario social. Así, una configuración de metafísica como el rigor de la demostración científica. En otras palabras:
sentido concreta conquista su propia estabilidad histórico-soCIal tomando el saber epistémico tiene la exorbitante pretensión de reconducir las di-
cuerpo sobre el horizonte de la contingencia ontológica; para hacerlo versas modalidades del obrar humano a un fundamento suyo unitario y
debe instituir significados, valores y normas capaces de poner orden en el universal sólo a partir del cual podrían obtener legitimidad y sentido las
caos, dando forma y figura a lo indeterminado. El surgimiento del ord~n acciones humanas. En ambos casos el carácter propiamente ilusorio de la
histórico es pues un proceso creador y reflexivo, que no se pr?duce sm pretensión epistémica está constituido por la anulación ontológica de
reglas pero que -precisamente por eso- debe elaborar sus propIas. re~las, la contingencia.
ya que no encuentra modelo ni criterio algunos en ninguna extenondad
extrasocial o metahistórica.
Una vez instituido, todo orden de sentido constituye una objetividad Fundamentalismo y nihilismo
histórico-social; pese a seguir siendo alterable y modificable, debido a su
propia historicidad intrínseca, puede y debe ser conocido, estudiado e in- Sólo la actividad, la búsqueda y la elaboración de la humanidad misma
terpretado en su específica fisonomía. y, así, sobre el fondo ontológico de pueden dar sentido limitadamente al amplio e indeterminado espectro
la contingencia, cobran cuerpo figuras histórico-sociales provistas de una de posibilidades que se despliegan ante el obrar, y que por tanto asus-
identidad objetiva; por mucho que esta última carezca de eternidad y de tan e inquietan. El obrar es contingente, determinado en cada ocasión,
carácter absoluto al ser producto de un proceso creador e instituyente, eso desguarnecido de certezas absolutas y garantías indiscutibles. Incapaz de
en modo alguno significa que sea enteramente inestable e indeterminada. liquidar ontológicamente la contingencia que lo envuelve, el obrar huma-
La objetividad de lo instituido, aunque carente de la ilusoria inmodifica- no la disfraza, la fija y la determina en diversas regiones, y con ello se hace
bilidad de lo absoluto, tiene, para los saberes histórico-sociales, la solidez la ilusión de dominarla, estabilizándola de una vez para siempre. Pero la
y la estabilidad adecuadas. contingencia resiste, y hace explotar las sistematizaciones racionales que
Admitir que lo histórico-social -como efecto de una operación hu- pretendían congelarla. Si no fuera así, la experiencia del cambio histórico
mana que lo instituye y hace de él un positum, un institutum- es una resultaría completamente incomprensible o tendría que ser reducida al
figura que se recorta sobre el fondo ontológico de la contingencia le parece rango de apariencia engañosa (aunque en este caso también habría que
inaceptable al ansia de absoluto que anima la tradición metaf~sic~ de ~a preguntarse por el porqué de este engaño y de los errores que genera, y con
filosofía especulativa, deseosa de fundamentarlo todo en la comCIdencIa esta pregunta volvería al primer plano el papel prioritario de la contingen-
necesaria de realidad y significado. Pero tras las tesis de la filosofía espe- cia, que se pretendía haber anulado o neutralizado, con toda la variabilidad
culativa se puede reconocer fácilmente la recurrente pretensión del espíritu histórico-social que lleva consigo).
humano que quisiera poder acceder inmediata y directamente a la origi~aria Una vez descubierta la irreductibilidad de la contingencia y su radica-
e indiscutible universalidad de lo verdadero, de la que poder obtener mfe- lidad, que se oponen frontalmente a la reivindicación especulativa de lo
absoluto y de la indiscutible necesidad del ser, se abre camino una tenta-
6. C. Castoriadis, Domaines de /'homme. Les carrefours du labyrinthe I1, Seuil, Paris, 1986, ción totalizadora opuesta: la negación completa de toda estabilidad y de
p.364. toda objetividad. El relativismo radical de la actitud escéptica y nihilista

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL PROBLEMA DE LA CONTINGENCIA Y EL ORDEN DEL MUNDO

constituye una reacción especular al absolutismo metafísico de la filosofía cretas, porque en sí mismo, en su intrínseca estructura inmediata, el origen
especulativa_ Ambos, a fin de cuentas, eliminan el sentido del límite y de la no tiene sentido ninguno. La mediación derivada del orden simbólico e
finitud de la base de lo que los griegos llamaban ta ton anthropon pragmata instituido es indispensable para la determinación de lo originario y de su
(las cosas o los asuntos humanos). Desde la perspectiva radicalmente escép- sentido. El origen, en sí mismo indeterminado y carente de sentido, sólo
tica del nihilismo, el horizonte de estas últimas sería la labilidad absolut~ y podrá adquirir el que le sea conferido a posteriori, cuando se valore talo
la indeterminación de la contingencia, que volvería evanescente cualqUier cual dirección, talo cual orientación de un desarrollo de acontecimientos
forma y figura de sentido, privándola de todo tipo de objetividad. A con- que de hecho resultan derivados de él.
secuencia de eso, la contingencia, como horizonte último del ser, tendría No hay pues significado concreto alguno, que forme parte de la expe-
como consecuencia única y necesaria que ninguna realidad pudiera poseer riencia codificada, del que se pueda decir que es parte integrante del origen
jamás un significado dotado de una cierta estabilidad, según la imagen del como acontecimiento objetivo. Pues el origen no es un componente efec-
río heracliteo, en el que nadie puede bañarse dos veces (o incluso, según tiva y plenamente realizado de un hecho ahora desaparecido, pero efec-
Cratilo, ni siquiera una vez). tivamente presente en un pasado lejano, y que por eso habría sido vivido
Bien mirado, el escepticismo nihilista y el fundamentalismo ontológico por una o más consciencias entonces actuales que le habrían dado sentido.
son dos actitudes especulares y en reacción recíproca. Ambas presuponen Esta dimensión abismal y caótica es la inhabitabilidad de lo originario, su
que se puede acceder directamente y de una vez por todas a la estructura insensatez intrínseca. Sólo la mediación histórico-social logra una y otra
de lo originario, considerado el fundamento necesario de nuestra expe- vez dar orden al caos originario a través de la institución de un sistema
riencia. Para el pensamiento especulativo, lo originario es el lugar de la simbólico. Que la elaboración cultural de significados, valores y normas
coincidencia absoluta y permanente de ser y significado; para el relativismo no sea reconducible a la estructura universal y racional de lo originario
nihilista, lo originario es en cambio el lugar de una radical ausencia de -el hecho, en una palabra, de que el sistema simbólico sea derivado y no
sentido que implica la separación absoluta de significado y ser. Pero ambas originario, producto de instituciones humanas y no revelado por Dios ni
perspectivas tienen en común una encarnizada negación de la estructura obtenido de la Naturaleza o deducido del Ser- no les quita a los signifi-
concreta de nuestra experiencia cotidiana en su efectividad, la cual, aun- cados que la habitan ese poco de objetividad y de determinación que logra
que carente de todo acceso inmediato al sentido último de lo originario, de vez en vez estabilizar y ordenar eficazmente la experiencia cotidiana.
sin embargo es capaz de dar orden a lo real a través de la elaboración En realidad tanto la afirmación especulativa de la coincidencia absoluta
cultural de significados, valores y normas. En realidad, nihilismo y fun- como la conclusión nihilista acerca de la separación total entre realidad
damentalismo atribuyen a un déficit intrínseco de la experiencia humana y significado (o sea, a fin de cuentas, entre ser y deber ser) equivalen al
el hecho de que la estructura originaria y fundamental de lo real quede rechazo de la cotidianidad tal como ésta toma cuerpo concretamente en
. de antemano fuera de su alcance. O acaso que esta inaccesibilidad no se nuestra experiencia. Y, como cuestión de hecho, ambas resultan desmen-
derive de la naturaleza limitada y finita de la experiencia subjetiva sino de tidas por la corpulenta efectividad de la experiencia, que siempre se pre-
la estructura misma del origen. En realidad, nada puede decirse, revelarse o senta como experiencia codificada e instituida. Contrariamente a los dos
ser origen como no sea a posteriori; en otras palabras: lo originario sólo planteamientos teóricos que se contraponen, es necesario reconocer que
es tal cuando algo no originario nos remite a ello como a su propia fuente. entre contingencia y estabilidad hay un tránsito real y efectivo siempre ya
Lo originario, en conclusión, en sí mismo, en su inmediatez o intimi- en acción. Ese tránsito es efectuado por la institución, lo que significa que
dad no contaminada por nada externo o derivado, resulta completamente la estabilidad del orden humano no tiene un fundamento ontológico inmu-
inaccesible. Esta inaccesibilidad inmediata de lo originario no se deriva de table, precisamente porque remite al operar de la estabilización histórico-
la impotencia o de la limitación de nuestros instrumentos cognitivos sino social, provisional y relativa, pero no por ello menos real y reconocible en
de su estructura intrínseca. Sin nada "derivado» no habría siquiera origen. sus características objetivas.
Por tanto, a lo originario sólo se puede «retroceder», y el punto de partida Es fundamental en la configuración concreta del obrar, pues, la dis-
será necesariamente la contingencia y la particularidad de algo concreto posición colectiva a la elaboración de símbolos, fuente de la relativa esta-
que «deriva» de ello. . _ bilidad de los significados que dan orden a la experiencia. A través de las
Esta necesidad de partir de la naturaleza contingente de lo derivado, codificaciones instituidas de esta última el obrar atribuye significado a los
múltiple y situada históricamente, revela la estructura misma de lo origina- acontecimientos naturales y motivación a las actitudes humanas. Tal ope-
rio, a la que le faltan los rasgos de universalidad y necesidad que ~~ él ~os ración que instituye un orden de sentido tiene un carácter recurrente, re-
"fundamentalistas» reconocen y los nihilistas desconocen. Lo ongmano, petitivo y reflexivo. Pues, mientras se sedimenta sobre el mundo externo al
en suma, sólo se deja aferrar y determinar a partir de sus filiaciones con- proyectar sobre él la redundante estabilidad del sistema simbólico, el obrar

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J
EL PROBLEMA DE LA CONTINGENCIA Y EL ORDEN DEL MUNDO
EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL

actúa retroactiva y reflexivamente sobre sí mismo. Surgen así significados y se plantea en una sociedad tradicional o arcaica, sino que no puede ser
valores cuyo perfil se destaca sobre el caos de la contingencia, sin drenar no planteada en ella porque en una sociedad así carecería de sentido. Grecia
obstante su indeterminación sino en cierto sentido prolongándola y trans- da existencia, crea, ex nihilo, esa pregunta [... ]. Lo específico de Grecia es
figurándola. En su relativa estabilidad, las figuras socio-históricas del senti- el reconocimiento del hecho de que la opinión de la tribu no garantiza
do, mientras se recortan contra los abismos insondables de la contingencia, nada: la opinión de la tribu (griega) es sólo su nomos su ley puesta su
siguen siendo siempre modificables. Su siempre alterable estabilidad les 'convención'. [... ] Este reconocimiento únicamente es p~sible sobre la base
permite a los seres humanos soportar el desorden de la contingencia, es de una ruptura radical con la actitud tradicional respecto de la tradición,
decir, hacer frente al caos originario, logrando atravesarlo creativamente [... ] actitud que comporta concebir la tradición, una y una sola tradición
sin ser aniquilados por él. La trascendencia, el saber absoluto, la explica- -la nuestra-, como la única verdadera; lo cual, no obstante, deja de ser
ción indiscutible, la necesidad racional, son, todas ellas, transfiguraciones aceptable a partir del momento en que la tradición es reconocida como
histórico-sociales de la contingencia, a las cuales recurren -precisamente n:~ra. t~a~ición, como transmisión a través de las generaciones de una posi-
para defenderse de la amenaza de la contingencia a través de su denegación ClOn InICIal modificable por una nueva posición. Si la leyes ley únicamente
radical- quienes pretenden superarla gracias a la posición tranquilizadora porque ha sido puesta como ley, entonces podemos poner otra. Aquella
pero ilusoria de la presunta necesidad universal de lo originario. ruptura es pues una ruptura política, en el sentido profundo del término:
reconocimiento por parte de la sociedad misma de sus posibilidades y de
su poder para poner sus propias leyes>/.
La filosofía como puesta en discusión de lo instituido El fundamento de posibilidad de la actividad humana como actividad
instituyente es pues la ausencia de determinación ontológica esto es la
La cuestión radical que se halla en la base del razonamiento desarrollado f~lt.a de un modelo universal en el que esencia y significado pudieran c¿in-
en este capítulo tiene que ver con la discordia afrontada en el capítulo Cldlr. «<?recla es so.bre todo y en primer lugar una cultura trágica. Lo que
anterior entre defensores y adversarios del derecho natural. Se oponen hace gnega a GreCIa no es la medida y la armonía, ni una evidencia de la
dos modos conceptualmente irreductibles de fundamentar y justificar la verdad como 'desvelación'. Lo que hace a Grecia es la cuestión del sin-
posibilidad misma de la experiencia jurídica, lo que constituye el problema sentido o del no-ser. La experiencia griega fundamental es la desvelación
fundamental de toda filosofía del derecho. no ya del ser y del sentido sino del irremisible sin-sentido»g. El nomos, o
En un razonamiento filosófico como el nuestro, que entiende el dere- sea, la institución social histórica, es entonces el único «lugar» en el que es
cho como institución humana de normas, y que por tanto subraya desde el posible instaurar la estabilidad y el orden necesarios para la indispensable
principio la pertenencia del derecho a lo histórico-social, la contingencia constitución y codificación de la experiencia humana.
del obrar humano, lejos de constituir únicamente una premisa sociológi- Lo que negamos es pues la posibilidad o la pretensión de referir las
~eyes positivas a los principios universales y racionales de una justicia
ca inevitable de la experiencia jurídica, muestra todas sus implicaciones
ontológicas. En otras palabras: el obrar humano es estructuralmente con- Ideal que debería fundamentarlas o juzgarlas. Esta pretensión naturalista
tingente porque la realidad exterior a él, o sea el mismo ser, en contra o racionalista de recurrir a un fundamento ontológico de la experiencia
de las pretensiones especulativas de la metafísica y del racionalismo, que histórico-social acaba ratificando, convalidando o acaso sacralizando el
afirman configurar su esencia estable y su determinación objetiva, no tie- derecho efectivamente vigente, desconociendo en él o dejando en la som-
ne en sí misma una unidad de medida ni por tanto un sentido universal. bra su carácter instituido. Si en cambio se parte de la percepción de su
Este «descubrimiento» del carácter abismal, caótico y magmático del ser, alterabilidad, inscrita en su misma posición histórico-social, no se ve que
y consiguientemente de la necesidad de una institución histórico-social se pueda recurrir a un fundamento originario suyo ni por qué es necesario
que pueda darle el sentido del que por sí mismo carece, es lo específico de hacerlo al objeto de poner en discusión tomas de posición y elaboraciones
la institución griega de la filosofía. Pues, efectivamente, da filosofía nace efectivas de las que, para bien y para mal, la institución histórico-social es
en Grecia al mismo tiempo que el movimiento político explícito (demo- una y otra vez, la única responsable. '
crático) y siendo consustancial a él. Ambas cosas surgen como puesta en
cuestión del imaginario social instituido. Surgen como interrogaciones vin-
culadas en profundidad por su objeto: la institución establecida del mundo
7. C. Castoriadis, Ce qui fait la Grece. 1. D'Homere d Héraclite Seuil Paris 2004
y de la sociedad y su relativización por medio del reconocimiento de la de
PP: 274-276. Cf. Lo que hace a Grecia 1. De Homero a Heráclito, trad. s. G~rzoni~, FCE:
doxa (opinión) y del nomos [... ]. La pregunta: ¿por qué nuestra tradición Mexlco, 2006.
es verdadera y buena?, o ¿por qué es sagrado el poder del Gran Rey?, no 8. [bid., p. 278.

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Capítulo III

LA INSTITUCIÓN DEL DERECHO MODERNO

La revolución democrática y la separación entre derecho y poder


La reivindicación de la naturaleza histórico-social del derecho debe lle-
varnos ahora a caracterizar históricamente el surgimiento de un espacio
jurídico autónomo, diferenciado y separado de la dimensión prescriptiva
y normativa ya presente en el orden social, en los modelos de comporta-
miento tradicionales y en la existencia de una costumbre codificada.
Como se ha señalado anteriormente, el paso del sistema simbólico de
significados, valores y normas, presentes en toda la extensión de la vida
social, a la institución de normas jurídicas propiamente dichas es coetáneo
del advenimiento de la modernidad y del papel específico que ha acabado
conquistando en su interior la experiencia jurídico-política.
«También las normas jurídicas son significados sociales. Se distinguen de
los demás por ser significados sociales sancionados, estabilizados, a los que
la sociedad confía la tarea de conservar el núcleo central de la significación
social que responde a la necesidad de (identidad y) conservación. La regla de
derecho, pues, no vive independientemente de la sociedad que debe regular.
Ni siquiera es correcto decir que la regla de derecho da orden a la sociedad;
se debe decir, si acaso, que la sociedad se expresa a través de esa regla, puesto
que ésta no es sino uno de sus significados. [... ] En la sociedad moderna el
derecho, en su nueva estructura de derecho formal, abstracto, construido con
una estructura hipotética que no impone nada a nadie, expresa e instituye el
significado nuclear fundamental de la modernidad: el de la prohibición de
interferir en la esfera ajena sin el consentimiento del interesado»!.
El hecho mismo de que la organización de la vida humana como ela-
boración de reglas y normas pueda experimentar una diversificación en
ámbitos distintos e irreductibles, provistos de una especificidad propia, es

1. P. Barccllona, Diritto privato e societa moderna, Jovene, Napoli, 1996, pp. 16-17.

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LA INSTITUCiÓN DEL DERECHO MODERNO
EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL

consecuencia a su vez de una alteración histórico-social. Eso, sin embargo, hombre y del ciudadano (1789) encontró luego acabamiento, en la época
no es un dato natural, y tampoco se deriva de una característica lógica o napoleónica, en el Code civil de 1804.
estructural suya, sino que es la consecuencia de un proceso histórico-social El resultado unitario de este complejo proceso de modernización eco-
concreto: el que ha dado origen a la modernidad. En ésta se cumple de nómica, social y política (aquí sólo evocado de pasada) es la limitación
modo explícito y reconocido la diferenciación del espacio social único en recíproca de derecho y poder, los cuales, por el contrario, estaban amal-
una serie de dimensiones -la política, el derecho, la economía, la moral y gamados en las sociedades premodernas, lo que de hecho hacía imposible
otras- no preexistentes a su puesta en escena, en cuanto que precisamente la distinción de planos entre derecho, moral, religión y política.
la elaboración y la comunicación de significados públicos derivan de ahí. Para comprender las características fundamentales del derecho mo-
La característica principal del derecho moderno consiste en su des- derno y sus implicaciones filosóficas específicas es necesario por tanto
vinculación de su propia dependencia respecto del poder y la tradición, reconducirlas a la genealogía de la modernidad. La nueva fisonomía de la
diferenciándose y autonomizándose así de la política, de la moral y de la experiencia jurídica que cobra cuerpo en su interior no sería comprensible
religión. Pues en la modernidad, a diferencia de las épocas precedentes, se sin las metamorfosis tecnológicas, las innovaciones socio-económicas, las
da la progresiva delimitación, en el interior de la sociedad como sistema elaboraciones morales y filosóficas, las alteraciones políticas y las transfor-
complejo de reglas vigentes y poderes efectivos, de un espacio tenden- maciones religiosas que la preceden y la acompañan. El derecho en sentido
cialmente «laico» o «profano» dedicado a la elaboración de las leyes. Esta estricto, como reglamentación pública, objetiva y explícita de los compor-
elaboración se presenta y se comprende como puesta en juego de una tamientos individuales y colectivos, constituye así la ree!aboración en e!
actividad colectiva, reconocida explícitamente y sometida a una reglamen- plano específicamente jurídico de una toma de consciencia cultural mucho
tación pública rigurosa y meticulosa. más amplia, difundida en toda la extensión de la sociedad moderna.
La institución moderna del derecho, a cuyo sentido fundamental se Esta última observación acerca de la relación entre reglas jurídicas y
hace referencia aquí, es hija de un proceso histórico complejo, sobre el que toma de consciencia cultural presupone una caracterización fundamental
-limitándonos al objeto específico de nuestros análisis- resulta decisiva del derecho que ahora es necesario precisar. Justamente en tanto que
la influencia de algunos acontecimientos fundamentales que revolucionan sistema de reglas sancionables, e! derecho resulta estar constituido por un
-y con ello modernizan-la sociedad occidental en los planos económico, conjunto complejo de instituciones y significados, de decisiones y motiva-
social y político. Puesto que este proceso histórico constituye la premisa ciones ideales, de representaciones sociales y valores culturales. En otras
y el telón de fondo de todo nuestro razonamiento resulta oportuno hacer palahras: las normas jurídicas, antes de ser reglas de conducta, e incluso
una breve alusión a él, aunque sea sólo de modo sumario. precisamente para poder serlo realmente, esto es, para poder prescribir
En primer lugar, desde el punto de vista económico, la modernización modelos de comportamiento de modo coactivo y públicamente sanciona-
de la sociedad empezó con la llamada revolución industrial que, a partir de ble, deben expresar ante todo valores, significados y motivaciones cultu-
la segunda mitad del siglo XVIII, dio inicio a una transformación gradual rales efectivamente compartidos. Por usar una expresión eficaz de Mario
e ininterrumpida del rostro de la vieja Europa, hasta entonces agrícola y Barcellona, el derecho, antes de ser un sistema de «reglas», constituye un
feudal. El advenimiento del capitalismo modificó radicalmente el modo de «sistema de sentido>,2; y no conseguiría ser lo primero sin lo segundo.
producción y reproducción de la vida cotidiana, con efectos particularmen- ~l «sentido» -o sea, el conjunto de los significados, los valores, las
te significativos sobre todo en la naturaleza de las relaciones de trabajo. motIvaciones- en e! que se inspiran (y de! que son expresión) las normas
En segundo lugar, desde el punto de vista social, la consecuencia deci- jurídicas es el producto de una elaboración cultural que hunde sus raíces
siva de las transformaciones que estamos evocando fue la que un gran pen- en la institución compleja de la sociedad. En realidad las normas no son la
sador liberal como Alexis de Tocqueville llamó más adelante «revolución expresión inmediata y espontánea de este universo socio-histórico de! senti-
democrática», esto es, el paso del ancien régime, una sociedad de castas y d?: constituyen en cambio la expresión codificada de significados y valores,
privilegios, a la igualdad de las condiciones entre los individuos. dISCursos morales e ideologías, prescripciones y representaciones, presentes
Por último, por llegar a los aspectos más estrictamente políticos del en la esfera social, a partir de la cual, sin embargo, son cribados y sopesados,
proceso al que se está haciendo referencia en una visión panorámica, nos escogidos y sometidos, por decirlo así, a lo que se podría llamar el paso por
limitaremos a mencionar tres acontecimientos decisivos: la «gloriosa re- un filtro institucional y procedimental. De esta manera la producción de
volución» inglesa de 1668, que instauró el régimen parlamentario y vio normas jurídicas propiamente dichas constituye la punta de un iceberg, el
en él la «fundación del imperio de la ley»; la revolución americana, que
sustituyó el «gobierno de los hombres» por el «gobierno de las leyes»; y, 2. M. Barcellona, Diritto. sistema e senso. Lineamenti di una teoria Giappichelli Torino
por último, la revolución francesa, cuya Declaración de los derechos del 1996, p. 178. ' "

42 43
EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL LA INSTITUCiÓN DEL DERECHO MODERNO

momento culminante de la mucho más amplia y profunda creación histórico- la sociedad. Admitir que se trata de un espacio simbólico significa recono-
social de modelos de comportamiento prescriptivos, en los que confluyen cer que en él actúa una referencia impalpable pero decisiva a algo que no
las condiciones socio-económicas, el estado de las tecnologías, el ambiente está en el dato de hecho, que no es reconducible a éste y que no se deriva
cultural y la visión del mundo de una época histórica determinada. de él; y es precisamente este movimiento hacia otra parte o hacia la alteri-
Ningún tipo de ingeniería institucional, ninguna técnica de gestión dad del significado, del valor o de la norma lo que define y caracteriza lo
económica y ningún formalismo jurídico está en situación de producir la específico de la democracia.
mutación del imaginario colectivo que se halla en la base de la sociedad La alteridad de la esfera simbólica, y por tanto la necesidad de no
democrática, que «se instituye y se mantiene en la disolución de las señales ocultarla en la realidad empírica, es una conquista y un resultado de la
de la certeza». De hecho, no por azar la democracia moderna «inaugura propia institución de la sociedad. En otras palabras: el espacio simbólico
una historia en la que los hombres experimentan una indeterminación se puede definir como democrático sólo si excluye todo tipo de confusión
última respecto del fundamento del Poder, de la Ley y del Saber, en todos entre la dimensión simbólica y la dimensión objetiva.
los campos de la vida sociaV. Todo proyecto encaminado aunque sea implícitamente a dar realidad
Así, es el ajuste global de la sociedad lo que se presenta como efecto de y ejecución directa al mundo de los símbolos revela ser nefasto para la
una mutación histórica, una vez que la sociedad ha roto su anclaje en un supervivencia de la democracia, que puede servirse del recurso a valores
fundamento extrasocial. El derecho y el poder ya no proceden de lo abso- y significados simbólicos sólo a costa de no ceder a la ficción realista que
luto, inmutable e indiscutible, sino que se presentan como dimensiones o los aprisiona en una reificación. Igualmente esencial se presenta la irreduc-
instituciones histórico-sociales cuyo criterio de legitimidad es la sociedad tibilidad del espacio simbólico a un espacio real que los diversos grupos
misma y cuyo principio generador no puede trascenderla. sociales se pudieran disputar, ocupándolo, manipulándolo y apropiándose
Sin la delimitación recíproca de derecho y poder no habría paso a la de él. En este sentido la dimensión simbólica del espacio democrático es lo
modernidad ni nacimiento de la democracia. Pero esta delimitación origi- que lo hace público y común, porque lo diferencia de cualquier otro espa-
nariamente política no tiene fuente alguna, ninguna autorización y ningún cio efectivamente existente. Lo simbólico, en una palabra, no se reduce a la
criterio externos a la división inmanente de lo social, a su fragmentarse en efectividad de lo instituido, ya que la mediación simbólica les proporciona
esferas distintas y separadas. Y es precisamente el reconocimiento de su a los significados y a los valores una capacidad de suscitar expectativas
irreductibilidad al poder lo que fundamenta la distinción de este último colectivas y agregad oras incluso en ausencia de su realización concreta.
del ámbito de la ley. La alteridad a la que tiende el espacio simbólico de la democracia)
Sin embargo se cedería a la ilusión objetivista si se interpretara el con- se presenta como una producción y como un efecto de la diferenciaciórl
junto de este proceso como una reconducción de las cosas a su «orden na- interna de la sociedad misma;'A este proceso de autoalteración social se le
tura!>', o a su «verdad objetiva», o a cualquier «realidad en sí». La sociedad reconoce un alcance político'intrínseco, que excede a la lécfüraeS'tru<;tu-
moderna puede efectuar la reubicación-separación de sus propias esferas en ral-funcional propuesta por la teoría de sistemas de Niklas Luhmann. No
el interior de sí misma en la medida en que crea las condiciones de su adve- obstante, es precisamente Luhmann quien, en un ensayo sobre las «Condi-
nimiento. Y si llega a ocurrir que una de las esferas prevalece sobre otra, la ciones sociales y políticas del Estado de derecho», invita a dar valor, como
capitulación no resulta definitiva si y sólo si la institución de la diferencia requisito previo de la democracia, al proceso a través del cual es la misma
y de la articulación mantiene su valor aunque no alcance su objetivo. Para sociedad moderna la que se instituye en esferas o subsistemas relativamente
lograrlo, la sociedad que se democratiza debe desdoblarse, por decirlo así, y autónomos que «rompen los viejos vínculos implicitos en el dominio polí-
crear un espacio simbólico para significados, valores y normas destinados a tico, vínculos que actuaban en estado latente anclados, por ejemplo, en la
mantenerse (dentro de ciertos límites) válidos y llenos de sentido concreto identidad de los papeles sociales», para sustituirlos por «límites explícitos».
a pesar de los eventuales desmentidos de la realidad efectiva. De este modo, «el subsistema político de la sociedad» adquiere «contornos
más nítidos respecto de la religión, de la economía, de la cultura [... J. Ya
no está inserto en la sociedad por medio de conexiones de roles, sino que
El espacio simbólico de la democracia y el derecho debe desarrollar en sí mismo diferenciaciones y funciones separadas>,4.
Una atención de este tipo a las condiciones sociales e históricas de la
De este modo el espacio de la democracia se reconduce a la institución social, formación del Estado de derecho sigue siendo algo marginal en la teoría
sin confundirse, no obstante, con la pura y simple configuración fáctica de
4. N. Luhmann, "Gcscllschaftlichc und politische Bedingungen des Rechtsstaates», en Stu-
3. C. Lefort, Essais sur la politiqueo XIX et xx s¡ixles, Seuil, Paris, 1986, p_ 69. dien über Recht und Verwaltung, K61n-Berlin-Bonn-München, 1967, pp. B1-102.

44 45
EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL LA INSTITUCiÓN DEL DERECHO MODERNO

jurídico-política, que predominantemente se interesa en cambio po: la descontado, provisto de una determinación y de un sentido extrasociales.
definición acabada del acto jurídico o de la acción propiamente política, De ahí nace la ilusión artificiosa de que la sociedad como sistema social
subordinando uno y otra a imperativos funcionales precisos (cumplimien- es la integración o la combinación técnico-formal de términos o esferas
to de la norma realización de la cohesión social). Unos imperativos cuya separadas, que el teórico puede analizar en su autonomía para pasar luego
fuente, si n embargo, sólo es local izable en e! interior de la sociedad mis- a un enfoque sintético del que extraer por vía deductiva el funcionamiento
ma o mejor en el interior de su diferenciación. y puesto que la CienCia complejo del conjunto.
jurídica o p;lítica pretende limitarse al conocimiento formal de su obj~to, En realidad ninguna sociedad puede existir sin institución y sin ley,
procede siempre analizando relaciones cuyos térmmo~ de he~ho han sIdo / pero el orden instituido de las leyes debe ser puesto por toda la sociedad en
previamente separados de la totalidad efectiva de la vida SOCial. . su conjunto «sin poder recurrir (como no sea ilusoriamente) a una fuente
El análisis formal ignora deliberadamente el proceso histórico, al q~e !\ o a un fundamento extrasocial. Esos dos aspectos están ahí en el término·
sin embargo la totalidad social concreta nunca se sustrae. Y la democraCia griego antiguo nomos: el nomos es lo que es propio de cada sociedad o de
moderna es portadora de los signos de su inherencia a ese proc~so que cada etnia; es su institución/convención, lo que se opone al orden «natura!»
resulta eliminado en la aproximación científica formal. "El reconOCimiento (e inmutable) de las cosas, a la physis; y, al mismo tiempo, nomos es la ley,
de las condiciones sociales generales del Estado de derecho resulta parti- aquello sin lo cual los seres humanos no pueden existir en tanto que seres
cularmente difícil para la dogmática jurídica, siquiera porque su concepto humanos, pues no hay ciudad, no hay polis, sin leyes, y no hay seres huma-
de Estado de derecho sitúa en primer plano la garantía de la observancia de nos fuera de la polis, de la ciudad, de la colectividad/comunidad política.
las normas jurídicas. Queda en la sombra el modo en que se procede a Cuando Aristóteles dice que fuera de la polis el hombre sólo puede ser bes-
la formación del derecho, en la medida en que esta operación no implica tia salvaje o dios, sabe y afirma que e! ser humano únicamente se humaniza
a su vez la observancia de reglas jurídicas. Esta indiferencia respecto del en la polis y por medio de ésta, idea que por lo demás reaparece una y otra
milagro político del nacimiento del derecho se halla en claro contraste con vez en los poetas, historiadores y filósofos de la antigua Grecia. Hay pues
la insistencia con que se sostiene la observancia del derecho»'. dos caras del nomos, de la ley: es, cada vez, la institución/convención de
Análogo resulta el desconocimiento de las condiciones histórico-so- una sociedad particular, pero al mismo tiempo es e! requisito transhistórico
ciales que se puede advertir en la apro.ximación politológica" c¡ue ~a ?~r para que haya sociedad, lo cual significa que, sea como sea el contenido
descontada la diferenciación de lo SOCIal en subsistemas (polttlCO, Jundi- de su nomos particular, ninguna sociedad puede existir sin un nomos. Si
co económico, científico, etc.) ocultando su historicidad. «Po litólogos y falta esta comprensión doble -que no podemos existir sin nomos, pero
so~iólogos hallan en este modo de aparecer de lo político la condición de también que este nomos es institución nuestra, que es obra nuestra-, no
la definición de su objeto y de su itinerario de conocimiento, sin poner en puede haber democracia l ... ]. Democracia significa el poder del pueblo, o,
cuestión la forma de sociedad en que se presenta y se legitima la escisión de en otras palabras, que el pueblo hace sus leyes, y para hacerlas debe estar .
los diversos sectores de la realidad. Pues bien: el hecho mismo de que, en el efectivam~nte convencido de qu~ las leyes son .un hecho de los humanosJ
curso de la vida social, algo como la política haya acabado por circunscri- Pero al mismo tiempo eso impltca que no eXiste un patrón de muestra
birse a una época determinada, tiene un significado político, un significado extrasocial de las leyes, y en eso consiste la dimensión trágica de la demo-
no particular sino general. Es la constitución d<:1 espacio social, es la fo~ma cracia, pues es también su dimensión de libertad radical: la democracia es
de la sociedad, es la esencia de lo que en otro tiempo se llamaba l~ polts lo el régimen de la autolimitación»?
que ese acontecimiento pone en cuestión. De este modo, lo polítiCO no se La sociedad democrática brota pues de una mutación simbólica cuyo
revela en la denominada actividad política, sino en este doble mOV\Intento alcance radicalmente innovador no se puede captar cuando alguien se limi-
de aparición y de ocultación de! modo ?e institución de la. soc.i~dad»6 .. ta a observar desde fuera el modo en que se instituye lo social. Es necesario
En la democracia moderna está en Juego pues esta oSCllaclOn, graCias reconocer que la reflexión filosófica misma es un momento constitutivo
a la cual la sociedad por un lado hace su aparición como fuente política de esta sociedad que se pregunta por su procedencia y pone en discusión
de su propia articulación interna, mientras que por el otro desconoce su la modalidad de su propia institución. Pues ¿cómo ignorar que uno de los
paternidad, vislumbrando ahí un mero reflejo de la realidad ex.terna. El principios generadores de la democracia moderna es la apertura de un
fruto de su autoalteración -esto es, la escisión de las esferas sOClales- se espacio ilimitado de interrogación crítica? La modernidad produce su
presenta a consecuencia de ello como un dato de hecho natural, dado por fundamento justamente a través de la institución de la democracia.

s. ¡bid. 7. C. Castoriadis, "Institution premiere de la société et institurions secondes», en Figures du


6. Tbid. pensable, Seuil, Paris, 1999, p. 119.

46 47
EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO·SOCIAL LA INSTITUCiÓN DEL DERECHO MODERNO

La continuidad de la tradición se interrumpe. El aguante de la au- Sería erróneo considerar la autonomía del derecho, a la que se acaba de

,
toridad vacila. Se afirma el primado ,de la norma como medid<l,institui- aludir, como una característica intrínseca de éste, como si correspondiera
da colectivamente, tras la disolución de 10sviñCulos depertenencia que a su esencia lógica o a su estructura conceptual. Semejante consideración
enraizaban y subordiiiii6an 'a tros indiviJuos ~a>icteñtídade;c'ólectlvas./La' de tipo esencialista o sustancialista mostraría estar particularmente falta de
priricipal dificultad que se deriva de eso, y que atraviesa toda la historirde sentido histórico. No hay duda, en realidad, de que la autonomía del
la democrací8.iñ-üderna, se refiere a la necesariapero improbable creación derecho -elemento fundamental no sólo de los ordenamientos jurídicos
de vínculos políticos más universalesensus-tl1:ucÍÓn' de'¡os'vfñculós-ylas actuales sino de la cultura moderna en su conjunto- constituye el punto
"'S'óliCíarícfiaesprelnodernas.- ... ._~-..- ' " de llegada de un largo proceso de autonomización .
.J _ _ _ ,~, ••~" . . -.....,.........".- ,,- - '" ._,,---._..-.,;

Eso significa que la separación del derechode la moral, de la religión


y de la política no seoenvá eñ a-bsoluto; por pura cohérencia lógica,
Del derecho a la ley y del derecho a los derechos deJa -esenCia conceptual o de la súbst:ancia ideal del fenómeno jurídico, ni
pertenece tampoco a su naturaleza metahistórica, sino que constituye
Por medio de determinados procedimientos que confían la tarea de pro- en cambio una conquista de la época moderna. Más precisamente: esa
ducir normas jurídicas a asambleas legislativas legitimadas por el consenso conquista es el acontecimiento histórico-social concreto que hace posible
popular, la sociedad moderna acaba representándose como artífice de su el propio análisis filosófico de la experiencia jurídica en su especificidad
propia autodeterminación. La consideración propiamente moderna del yen su fundamento.
derecho en términos de «leyes» emanadas de la autoridad competente y Sin el fenómeno histórico-social de la lenta desvinculación del derecho
sostenidas por la voluntad colectiva, así como la importancia creciente de la fuerza incensurable de la tradición, y por tanto del poder religioso y
atribuida al momento procedimental de la producción legislativa, son un político, carecerían de sentido concreto distinciones elementales -como
indicio significativo de esta tendencia. Ulterior confirmación de ella son por ejemplo entre delito y pecado, fuero interno y fuero externo, mora-
las solemnes «declaraciones de derechos» que desde la época de las revolu- lidad y legalidad- que en nuestra cultura se han convertido en moneda
ciones en adelante caracterizan la experiencia jurídica moderna, volviendo corriente y se han transformado por eso en pilares de nuestra vida coti-
explícita la consciencia de la sociedad como fuente y como origen de ese diana. Se trata, entiéndase bien, de distinciones que la consciencia común
mismo derecho que la legitima y la estabiliza. hoy presupone tácitamente, pero de las que a menudo muchos olvidan
Tras este doble paso del derecho a la ley y del derecho a los derechos que han sido conquistas fatigosas y en absoluto dadas por descontadas; y,
se percibe en filigrana la historicidad del fenómeno jurídico, esto es, su sobre todo, que su supervivencia no está garantizada por inercia histórica
adaptabilidad a las cambiantes circunstancias sociales. En otras palabras: alguna.
una concepción del derecho monumental -arraigado en contextos secu-
lares y costumbres inmemoriales, cuyo origen ignora el sentido común,
tendiéndose por eso a destacar su inmodificabilidad y a eliminar su di- La legalidad trascendental y la remoción de lo instituido
mensión histórica e instituida- es sustituida en la modernidad por una
práctica colectiva basada en una conceptualización nueva de la relación L~]JlO.de(n.iru!d se instituye precisamente a través de la búsqueda de un fun-
entre la sociedad y sus instituciones. damento a priori, o sea universal y necesario, capaz de legitimar la crítica,
Que el derecho viva en la promulgación de las leyes y en las declara- o'sea el rechazo a conceder la adhesión propia a un orden de significados
ciones de derechos -leyes y derechos portadores de modo cada vez más objetivos transmitidos por la tradición y conservados sólo por la fuerza
manifiesto en su formulación misma de los signos de la sociedad que los de la autoridad de esta última. A la luz de la evidencia lógica, y por tanto
ha producido- testimonia la conexión íntima entre derecho y proceso universal y necesaria, válida en cualquier tiempo y en cualquier contexto,
histórico-social. En cuyo interior, por otra parte, el espacio jurídico ad- cuyo modelo son las intuibles demostraciones de la geometría euclídea, la
quiere un perfil circunscrito y bien definido, que tiende gradualmente a crítica y el libre examen ponen a prueba la validez de todos los contenidos
separarse y a hacerse autónomo de los demás ámbitos de la experiencia normativos de la tradición. En otras palabras: los significados sociales y
social, y sobre todo de la moral, de la política y de la religión. Así, es los valores culturales, que constituyen las formas de representación en que
justamente a través del derecho como la sociedad moderna se instituye, se expresa la objetividad del sentido ideal, en vez de propagarse en virtud
aunque sea de manera ambivalente y contradictoria, como fuente última de una transmisión ininterrumpida de su fuerza vital, son sometidos a un
del orden social y de la deliberación del sentido colectivo vigente en su examen crítico radical. Ya no valen como tales, sino sólo tras superar la
interior. prueba de la duda.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL LA INSTITUCiÓN DEL DERECHO MODERNO

La introducción de la reflexión crítica constituye indiscutiblememnte caba; pero no acaba de ser el acceso a un orden instituido de deliberación
el acontecimiento fundacional de la modernidad, e interrumpe la continui- colectiva. Decae el mundo común y surge en primer plano la individuali-
dad de significados, valores y normas que caracteriza el nexo indiscutido dad humana, que tiende a presentarse como entidad separada y autónoma,
de autoridad y verdad en una sociedad tradicional. Ese nexo se disuelve ignorando el contexto y la relación de pertenencia que la caracteriza y que
en la modernidad. y, con todo, su decaer no hace surgir, como no sea a pesar de todo, sin que sea consciente de ello, la vincula a un horizonte
ambiguamente, el carácter central de la institución. instituido sin el que no sería lo que es. Un gran historiador como Droysen
La crisis enteramente moderna de lo que Hannah Arendt ha llamado la (1808-1884) reivindicaba el papel capital de la historicidad, sostenien-
trinidad romana -religión, autoridad y tradición- ha acabado marginan- do que, en la experiencia de los seres humanos, la historicidad ocupa el
do aún más la consciencia de una fuente histórico-social de los significados, lugar que para los animales y las plantas ocupa la especie 9 • Sin embargo es
los valores y las normas: «Desde la perspectiva histórica, lo que en realidad precisamente esta dimensión esencialmente social de un horizonte común
se ha derrumbado es la trinidad romana, que durante siglos unió religión, y de un orden instituido lo que la modernidad tiende a desconocer. En
autoridad y tradición. La pérdida de esta trinidad no anula el pasado, y cualquier caso, tiende a subordinarla a la centralidad absoluta de la singu-
el proceso de desmantelamiento no es en sí mismo destructor: se limita a laridad individual, a la inmediatez de su «normalidad».
sacar conclusiones de una pérdida que es una realidad y que, como tal, ya En las sociedades premodernas, ancladas en una racionalidad objetiva
no forma parte de la 'historia de las ideas', sino de nuestra historia política, y finalista, el orden complejo que abarcaba la vida en su totalidad constituía
de la historia del mundo»8. el fundamento indiscutido e indiscutible del conocimiento y consiguiente-
Al llegar a este punto, renegando de su historia instituida, y por tanto mente del poder y del derecho.
mutable y contingente, el orden simbólico de los significados ha empezado La modernidad se caracteriza por la disolución de semejante orden
a reivindicar una necesidad intrínseca propia, basada en una legalidad tras- cósmico, que engloba en sí como partes suyas todos los casos individuales,
cendental. Paradójicamente, con la modernidad entra en escena la creativi- y que por ello no tiene fuera de sí mismo exterioridad alguna. La exclusión
dad histórica, que sin embargo organiza en seguida su propio ocultamiento de esta imagen del orden, coincidente con la totalidad, tiene por protago-
y su evasión de la institución. Para ratificar el carácter indiscutible de los nista el retirarse en sí mismo del cogito cartesiano, al que corresponde la
criterios en cuyo nombre se opone a la tradición, el orden nuevo pretende imagen típicamente moderna de un «orden fundamental», concebido como
sustraerse a la contingencia situándose establemente en la dimensión lógica sistema de reglas que estabiliza y subsume en sí un conjunto indefinido de
de la evidencia. casos particulares. El paso a la modernidad es también la transformación
A fin de cuentas, en suma, en el mismo momento en que se pone en de un orden omniabarcante en un orden fundamental de tipo jurídico, que
marcha la fuerza de ruptura, la modernidad elimina la creatividad anónima
del instituyente. La duda culmina en la pretensión de un acceso directo a
se limita cada vez más a la formulación de leyes universalmente vinculantes
sin tomar posición, sin embargo, acerca de sus contenidos objetivos 10.
l
un fundamento originario y universal que se presenta como inmediatamen- Es preciso admitir que en la base de este proceso está la victoria de la
te evidente y por tanto como absolutamente indiscutible. Y la garantía de racionalidad instrumental y de la razón funcional, que acaba suplantando
su necesidad se sitúa justamente en su estar sustraído a las vicisitudes his- a la racionalidad normativa clásica. Pues, desde Kant en adelante, la razón,
tórico-sociales. Semejante fundamento aparece como puramente racional entendida como facultad de los fines, no se limita a conocer la realidad
o puramente natural. En todo caso, en su rigurosa transparencia lógica, dada sino que hace suya una tarea más ambiciosa: reflexionar críticamente
pretende ser accesible inmediatamente al pensamiento puro. Su fuerza y sobre el significado de las experiencias al objeto de orientar y determinar
su intangibilidad lo convierten en algo inderogable, y por tanto lo sustraen la posición del hombre en el mundo.
a la deliberación colectiva. Su evidencia intemporal lo constituye como Lo que entra en crisis en la experiencia del siglo xx es precisamente ~
origen ideal de los significados a los que puede acceder en la transparencia esta acepción objetiva de la razón, esto es, su capacidad de reconocerse a
intuitiva la individualidad del cogito. Y es esta permanente disponibilidad sí misma en el curso de las cosas haciendo derivar de este reconocimiento
del origen la que funda la continuidad esencial de las orientaciones filosó- el comportamiento privado y público justo de los seres humanos. En la
ficas de la modernidad. sociedad industrial la razón objetiva es sustituida por una razón subjetiva,
La crisis de la tríada premoderna es pues disolución y desaparición de puramente instrumental, que no atiende a la racionalidad de los fines sino
un orden tradicional ya dado, que se imponía a todos y que todo lo abar-
9. Cf. ibid.
8. H. Arendt, I.a vida del espíritu, trad. de F. Birulés y C. Corral, Paidós, Barcelona, 2002, 10. Cf. B. Waldenfels, Estranazione della modernita, ed. de F. Menga, introd. de F. Ciaramelli,
p.231. Citta Apena, Troina. 2005, pp. 19-40.

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EL DERECHO COMO CREACION HISTÓRICO-SOCIAL LA INSTITUCiÓN DEL DERECHO MODERNO

sólo a la eficacia de los medios. La razón queda por eso en cierto modo la Edad Media»12. Esta observación permite afirmar que una de las ca-
neutralizada, porque pierde la relación con los contenidos objetivos de racterísticas filosóficamente fundamentales del mundo moderno consiste
la experiencia y sobre todo porque deja de juzgarlos. Se convierte en un en que se desvincula de toda pretensión de acceso directo a una verdad
simple instrumento de conocimiento, válido para registrar los datos de trascendente y universal. En su esencia esa pretensión generalizada, típica
hecho con el intento de controlarlos y dominarlos, pero sin la pretensión de las sociedades premodernas, muestra ser funcional al mantenimiento de
de evaluarlos y criticarlos. De este modo la razón, sin embargo, además de la autoridad constituida, y por tanto a la neutralización de la alteración
haber perdido su tradicional objetividad, acaba perdiendo también su sub- histórico-social. y, sin embargo, no hay autoridad, ni instancia social, ni
jetividad porque resulta incapaz de creatividad y de crítica, incapaz de ela- siquiera argumentación filosófica o científica que pueda cerrar de una vez
borar contenidos nuevos, válida sólo para resolver problemas funcionales. por todas la interrogación acerca de la estructura última de la realidad.
Nos acercamos así a una de las paradojas más significativas que hay en Nadie tiene acceso directo a un Significado universal y necesario que
la base de la institución moderna del derecho, que finalmente hace vaci- pudiera fundamentar de una vez para siempre las reglas del comportamien-
lar la conquista histórica de que había partido la propia cultura moderna, to humano, vinculando sólidamente la justicia a la verdad. La filosofía me-
cuando había dado lugar, en la escena efectiva de los comportamientos dieval había expresado el punto de vista metafísico tradicional al sostener
humanos, al reconocimiento de su dimensión instituida. la coincidencia originaria e inmediata de los tres significados fundamenta-
El proyecto moderno de autofundación del orden jurídico-político les de la realidad -unum, verum, bonum- definidos por eso mismo como
muestra en este punto una ambigüedad característicamente suya. En rea- «trascendentales» en la acepción escolástica del término. Según este modo
lidad, mientras que por un lado ese orden no sería posible si el sistema de ver, gracias al entrelazamiento originario y fundamental de Realidad y
social en su conjunto no constituyera la única fuente posible de las normas, Significado absoluto, el acceso a la verdad indiscutible se volvería posible
por otro lado en la autonomía del orden normativo se expresa un universo por el conocimiento de lo real, y tendría un efecto práctico inmediato, esto
de significados en el que la propia lógica del derecho acaba vislumbrando es, capaz de orientar nonnativamente la conducta humana.
el reflejo de una legalidad universal, natural o racional, que en todo caso Con el paso a la modernidad el acceso a una única verdad trascendente
sería externa y trascendente a la institución social y consiguientemente al y sagrada se vuelve problemático, y consiguientemente cobra cuerpo la
derecho positivo. interrogación crítica acerca de los significados y su contingencia. En virtud
La sociedad moderna tiende a atribuir al orden de las normas -justa- de este giro la modernidad se seculariza y puede proponerse finalmente
mente cuando ella misma se convierte en su fuente- un fundamento uni- la autofundamentación del orden social. Tal proyecto tiene implicaciones
versal y a fin de cuentas metahistórico. Por un lado, pues, la modernidad se variadas y complejas, pero ante todo debería presuponer el reconocimien-
coloca en el origen de las normas porque hace del derecho una esfera social to explícito de la contingencia de todas las configuraciones del mundo
separada y autónoma, en la que se instituye de modo tipificado el sistema histórico.
normativo; por otro, sin embargo, tiende a desconocer al mismo tiempo Con todo, precisamente este reconocimiento está amenazado por el
el origen histórico-social y el carácter instituido de esas mismas normas, modo mismo en que se estructura en la modernidad la autocomprensión
en las que quiere celebrar la expresión de una legalidad trascendental. En del orden social. Aquí entra en juego una ambigüedad paradójica. De he-
suma: si en el orden jurídico premoderno, como ha escrito Paolo Grossi, cho, una vez reconocida la contingencia, en polémica con la tradición, la
<<el derecho -antes de ser norma y prescripción- es orden, orden de lo modernidad busca en seguida nuevas formas de estabilidad y de necesidad.
social, movimiento espontáneo, o sea que nace desde abajo, de una socie- y las encuentra en la pretensión de fundamentar el orden social en una
dad que se autotutela l ... J, se empapa de derecho y sobrevive porque es ella universalidad necesaria de la Razón o de la Naturaleza.
misma, ante todo, derecho»ll, la modernidad instituye como primer paso Para escapar al carácter vinculante e indisociable de la tradición, en
la separación recíproca de sociedad y derecho. De este modo la dimensión una primera escaramuza se abre camino la consciencia del carácter insti-
normativa se autonOlniza, pero al hacerlo tiende a perder su propio arraigo tuido del orden social de tipo moderno. Pero este último debe legitimarse,
en la forma de vida de la que ha nacido y que debería tutelar. y por ello acaba presentándose como la encarnación de una racionalidad
Las culturas tradicionales o premodernas «se fundamentan en la in- a priori, o sea, universal y necesaria. Así el sentido último de la autofun-
tuición intelectual de la verdad trascendente y sagrada: todas las culturas damentación racional del orden social constituye un desmentido de la
vivientes y desaparecidas son tradicionales, y así ha sido Occidente hasta contingencia, de la que había partido el proyecto mismo de la autofun-

11. I~ Grossi, Lordine ¡;iuridico medievale, Laterza, Roma-Bari, 1955, p. 31; hay trad. cast., ¡ 2. E. De Martino, La fine del mondo. Contrihuto all',lIlalisi delle apowlissi cultur,¡[i, ed. de
r:¡ orden jurídico medieval, Marcial Pons, Madrid, 1996. C. Gallini, Einaudi, Torino, ¡ 977, p. 496.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO.SOCIAL

damentación para desvincularse críticamente de la tradición. En suma:


la modernidad sustituye la autoridad indisociable de la tradición por la
razón crítica, la cual, sin embargo, en seguida tiende a presentarse como
metahistórica. Al carácter cogente de la trascendencia le sustituye entonces
la inmanencia de un vínculo críticamente fundamentado, pero igualmente CAPÍTULO IV
directo e inderogable. Se trata, obviamente, de un atajo, destinado a tener
cierto éxito, que amenaza la dimensión crítica de la modernidad sin lograr
no obstante destruirla. EL ESTATUTO DE LA NORMA ENTRE PHYSIS y NOMOS
El resultado de! proceso que estamos analizando es e! extravío o la
ofuscación de la dimensión simbólica, esencial para la institución social
pero no derivable automáticamente de un dato natural originario y univer-
sal. En realidad la dimensión de lo simbólico, precisamente en virtud de
la variabilidad de sus configuraciones históricas, no puede ser considerada
como e! efecto constante y uniforme de un mismo presupuesto natural.
He aquí por qué se trata de una dimensión instituida cada vez. Por eso la
normatividad que actúa inconscientemente en ella, incluso cuando no es
reconocida como tal, es contingente, histórica, positiva. Precisamente esta El lenguaje y las lenguas: la normatividad como institución social
última dimensión de caducidad histórico-social, que pertenece inevitable-
mente a la creatividad de la institución, amenaza con desaparecer cuando
La reelaboración cultural de la contingencia produce e! orden de signifi-
la normatividad se presenta como arraigada en un fundamento racional
cados y reglas, de motivaciones y valores que estabilizan la indetermina-
que la asimila a la legalidad natural.
ción de lo real sin aniquilarla. El fondo abismal de la contingencia aún
transparenta en filigrana tras la normatividad de usos y costumbres, de
culturas y símbolos. La dimensión de alterabilidad y modificabilidad
del orden simbólico-normativo, justamente en virtud de esta condición
previa, resulta indeleble, incluso cuando -mediante la negación de la
historicidad- la contingencia ontológica es explícitamente ignorada o
implícitamente eliminada.
Antes de analizar la relación entre sistema simbólico de los signifi-
cados y sistema de las normas es preciso observar a título previo que la
normatividad a la que aquí se hace referencia no constituye solamente un
componente estructural del sistema simbólico, sino que es también una
institución suya (o sea, e! efecto o el resultado de su instituirse). En otras
palabras: a la luz de los criterios filosóficos puestos en la base de nuestro
razonamiento, la dimensión normativa inmanente al mundo de los signifi-
cados no se entiende como el reflejo de una normatividad o de una regu-
laridad objetiva que el sistema simbólico se limitaría a registrar, sino que
constituye el primer producto de la creación social de significados misma.
La norma ti vi dad del sistema simbólico es pues una normatividad instituida
que encuentra en aquél su fuente, y su legitimación en la sociedad que
instituye lo simbólico.
El entrelazamiento entre mundo de los significados y mundo nor-
mativo, o sea, el hecho de que el espacio simbólico de la significación
social esté atravesado inevitablemente por una normatividad instituida
que no preexiste al surgimiento de los significados, aparece con evidencia
manifiesta si se procede a una consideración atenta de! lenguaje. En este

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL ESTATUTO DE LA NORMA ENTRE PHYSIS y NOMOS

último, y más exactamente en la lengua hablada como institución cultural A la luz de esta observación podemos subrayar que una consideración
específica en cada caso, se percibe la forma más originaria de la institución filosófica del lenguaje humano no puede dejar de dar cuenta de la variada
social. La estructura simbólica del lenguaje manifiesta una normatividad multiplicidad de las lenguas. Pero entre el lenguaje como facultad humana
intrínseca suya cuyo origen remite a la institución misma de la sociedad. general y las lenguas como instituciones histórico-sociales particulares no
El sistema simbólico no es un dato universal, o racional, o lógico, sino existe una relación de deducción automática.
que es a su vez un resultado de la institución. En realidad es todo el grupo De la regularidad inmanente a la <<naturaleza humana» sólo es posible
social el que elabora el conjunto de las representaciones colectivas, de los inferir la aptitud universal para proferir sonidos verbales articulados y
significados sociales, de los valores ideales y de los modelos de comporta- provistos de sentido, por medio de los cuales expresar y comunicar; pero
miento vigentes en su interior. Y es precisamente en su estructura y en sus no es posible -sin un paso suplementario- dar cuenta del ejercicio efec-
contenidos donde la mirada del filósofo del derecho descubre en seguida tivo de esta facultad. El paso suplementario en cuestión, no obstante, no
la huella de la normatividad. está determinado de modo unívoco y unitario porque supone e implica la
«El sistema simbólico -escribía lapidariamente Pietro Piovani (1922- mediación institucional, fragmentaria y dispersa en el espacio y en el tiem-
1980) en una obra titulada no casualmente Normativita e societa- es po. La humanidad está provista de lenguaje verbal, pero esto último sólo
característicamente normativo,) 1. Por esta razón el sistema constituye una comporta la aptitud para hablar. Para que la humanidad hable efectiva-
constante universal y específica de la vida en común, y esta última es el mente es preciso presuponer la institución histórico-social de las lenguas.
crisol de la normatividad. Piovani añadía: «La pretendida abstracción de La variada multiplicidad de las lenguas implica una pluralidad de au-
un principio 'lógico' como el de normatividad es tan poco abstracta que ténticas creaciones culturales, las cuales, sin embargo, resultan no estar
se vuelve a encontrar desde el inicio de la comunicación socia),)2. La nor- basadas en un mínimo común denominador del que se derivarían todas.
matividad, en suma, permea la estructura social; y es justamente esta La multiplicidad lingüística, en una palabra, no es comprensible como un
normatividad socializan te lo que precede y lo que forja el punto de vista fenómeno derivado, posterior a la pérdida de un entendimiento primor-
particularista de cualquier individuo aisladamente considerado. dial entre los seres humanos, sino que debe ser considerada como un dato
En realidad, sólo un orden simbólico extraindividual puede socializar irreductible, que remite a la falta de modelos universales -de tipo natural,
la singularidad individual, la cual, abandonada a sí misma y a la soledad, racional u ontológico- en la base de la institución histórico-social. Esta
quedaría esencialmente inacabada, esto es, incapaz de vida propiamente última queda enfrentada a la radicalidad de la contingencia, y los órdenes
humana. Las mismas funciones biológicas de los seres humanos, incluso si de sentido que surgen en el interior de este horizonte no tienen patrón
se los considera como meros exponentes aislados de la especie, no podrían alguno en que apoyarse o en que inspirarse.
llegar a acabamiento sin las mediaciones institucionales y normativas del
sistema simbólico.
La dimensión instituida de la significatividad queda muy bien puesta de El proyecto neonaturalista de una ciencia de lo normativo
manifiesto por Castoriadis a partir de una consideración filosófica del len- y el problema de la pluralidad de las lenguas
~ guaje humano. Escribe: «Una parte enorme del lenguaje, la más importante,
la que concierne a las significaciones que conlleva -la semántica-, no co- Como se ha visto en varias ocasiones en las páginas precedentes, la nor-
rresponde de manera unívoca a la organización del sistema nervioso central matividad no sólo es inmanente al espacio social sino tamhién una conse-
del Homo sapiens, pues si fuera así todos los lenguajes serían entre sí riguro- cuencia o un efecto de su institución. Y esta última no tiene lugar según
samente isomorfos y se podría pasar de uno a otro sin exceso y sin defecto un modelo único o repitiendo un estándar universal, sino de modos y en
mediante transformaciones regladas. Sin embargo sabemos que hablando en formas históricamente diversas y recíprocamente irreductibles. Lo confir-
propiedad no hay traducción exacta o 'perfecta' de un texto a una lengua ma la reflexión que se acaba de hacer acerca de la pluralidad de las lenguas
distinta de la original (fuera del caso trivial en que el texto en cuestión no y de las culturas, que son consideradas como un fenómeno originario, no
fuera más que un encadenamiento de símbolos matemáticos). Como decía ulteriormente reductible. En ellas se expresa la ineliminable historicidad
Jakobson, la 'verdadera' traducción es siempre una recreación poética»3. de la institución.
Fundamentar la normatividad instituida del sistema simbólico en un
único modelo prescriptivo aparece consiguientemente como una empresa
1. P. Piovani, Normativita e societa, jovelle, Napoli, 1949, p. 93.
2. Ibid. irrealizable. No obstante, las neurociencias cognitivas no se sustraen a una
3. C. Castoriadis, «Institutioll premicTe de la société ct in~titutions secondcs», en Figures du empresa así: para ellas la normatividad es reconducible a corresponden-
pensable. Seuil, Paris, 1999, p. 116. cias pertinentes entre estructuras estables (en el sentido de organizaciones

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I

EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL ESTATUTO DE LA NORMA ENTRE PHYSIS y NOMOS

morfológicas constituidas por neuronas y conexiones entre neuronas) y A nuestro entender el único modo de escapar a este callejón sin
funciones dinámicas (procesos, actividades y comportamientos). ' salida consiste en toma; en consideración la pluralidad de lo histórico-
El conocido neurobiólogo Jean-Pierre Changeux, en su interesante social, y por tanto las diversas figuras de lo normativo ejemplificadas por
e instructivo diálogo con el filósofo Paul Ricoeur (1913-2004) sobre las la multiplicidad lingüística y cultural como instituciones o cr~aClones
controvertidas relaciones entre la <<naturaleza» y la «regla», aunque haga histórico-sociales. No existe un paso directo y unívoco de la umversah-
suyo «el proyecto ideal de una ciencia de lo normativo que se integraría dad originaria de la naturaleza al orden derivado de las reglas ..Y sin un
en una filosofía general que postulara la unidad de la ciencia», no vacila en paso de este tipo, no se percihe cómo se puede realizar una «ClenCla de
admitir «que este proyecto no es concreta y materialmente realizable en lo normativo».
nuestro tiempo»4. Sin embargo a ojos de Changeux esta irrealizahilidad A este respecto resulta esclarecedora una observación de Ricoeur,
sólo es provisional. Según él, llegará un día en que la «ciencia de lo nor- en respuesta a la analogía entre evolució? de la especie y.evol;;ción de
mativo» estará al alcance de la mano. las lenguas: «Las lenguas no son un~ propledad de la .especle. Solo la ap-
A nuestro modo de ver, sin embargo, es justamente «el problema de titud para hablar es de la especie. Este punto es capital en contra de la
la pluralidad de las culturas y del relativismo de las morales» -al que se ideología racista. Hay que arrancar ésta de raíz, sep~rando el concepto
refiere precisamente con estas palabras el propio Changeux-Io que hace de especie de la diversidad de las lenguas. Lo propIO de laespeCle es
implanteable por razones de principio la idea misma de una única ciencia la capacidad humana de comunicarse mediante sign?s verbales; y esta
de lo normativo. Pues hómo explicar el paso a la multiplicidad histórico- capacidad se halla dispersa -como se apunta en el m~to de Babel-I??r
social de los significados y a su recíproca irreductibilidad funcional si se toda la superficie de la Tierra. Aquí es donde la analogla con la evoluClOn
parte de un único fundamento necesario y de su transmisión naturalista? de la especie ya no funciona. La pluralidad de las lenguas [... 1redobla ~e
Changeux se remite a la analogía propuesta por Darwin «entre la algún modo la universalidad del lenguaje. La relación entre el lenguaje
evolución de la especie y la evolución de las lenguas». La variabilidad que y las lenguas es enteramente original. Esta observación nos lleva mu-
existe en todas las lenguas y la formación misma de diferentes lenguas son cho más allá del caso del lenguaje. La pluralidad humana, por emplear
consideradas por él como una especie de selección natural, «naturalmente palahras de Hannah Arendt, ~onstituye un f.enómeno d:sta~ad? ,d~ la
epigenética»5. (Con este último término Changeux pretende negar que situación cultural de la humamdad. La plurahdad no es solo lIngUIstICa,
exista un «todo genético» cerebral que determinaría de modo exhaustivo sino precisamente cultural. La humanidad, como el lenguaje, sólo existe
todos los comportamientos individuales: «existen en cambio, en el interior en plural»8. .
de un paquete genético propio de la especie, construcciones progresivas El salto del lenguaje a las lenguas, y por tanto a la r:luralIdad d~ las
y encajonadas de huellas 'epigenéticas' por obra de la mutación y de la culturas, al que alude el razonamiento de Ricoeur, c.onfirma el c~racter
selección»6.) Por eso concluye Changeux, pasando de la evolución lingüís- originario de la mediación institucional de tipo histónco:soClal. Mientras
tica a la de los modelos de comportamiento: «Nuestro cerebro tendría, se considera el lenguaje como una facultad de la que esta dotada la es~e­
asimismo, capacidades de innovación ética, de selección y de transmisión cie humana se percihen regularidades universales. Pero el lenguaJe es solo
de las normas de vida moral. No evolucionamos en un sistema de huellas la aptitud para la comunicación verbal: los seres human~s ~oncretos no
propagadas de manera rígida de una generación a otra»? sólo están dotados de lenguaje, sino que hablan lenguas dlstmtas. Lo que
Estas observaciones precisan el sentido de la investigación retrospecti- quiere decir que han instituido una pluralidad de sistemas simhólicos y
va de las bases biológicas de la normatividad. Pero queda el hecho de que, normativos cuya génesis el evolucionismo biológico no puede explicar en
en la hipótesis de una «ciencia de lo normativo», causas constantes debe- términos unitarios y causales. . ,.
rían seguir produciendo efectos sumamente variables. Y esta conclusión, En resumen: tanto en el plano natural como en el plano hlsrorlco-
precisamente desde un punto de vista rigurosamente científico, parece un social advertimos la existencia de regularidades determinadas; pero en el
contrasentido. primer caso las reglas tienen un fundamento universal const~nte, mientras
que en el segundo caso hay una pluralidad y una vanabllIdad de reglas
instituidas.
4. J.-P. Changeux y Paul Ricoeur, Ce qui nous fait penser. La nature et la regle, Odile Jacob,
Paris, 1998. Se cita por la trad. casto de C. Ávila Flores, Lo que nos hace pensar. La naturaleza y la
regla, FCE, México, 2001, p. 245.
5. Ibid., p. 209.
6. ¡bid., p. 12.
7. [bid., p. 209. 8. [bid., p. 210.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL ESTATUTO DE LA NORMA ENTRE PHYSIS y NOMOS

La «naturaleza humana» como universal normativo dades particulares, caracterizadas por configuraciones múltiples. En suma:
en la perspectiva neo naturalista predominante en el discurso social influi-
En el parágrafo precedente se ha aludido al proyecto de una «ciencia de lo do por las ciencias cognitivas, las instituciones hist6rico-sociales, con sus
normativo» inspirado en los éxitos crecientes de las neurociencias v en sus «diferencias culturales», serían sólo «pliegues de una identidad común" 11.
repercusiones sobre las ciencias cognitivas. Ahora es necesario det~nernos Está claro que, en esta perspectiva, el acceso verificable a la universalidad
más detalladamente en algunas implicaciones filosóficas y jurídicas que de lo común correspondería en exclusiva a las ciencias exactas.
están por debajo del retorno de la «naturaleza humana» como paradigma En oposición al relativismo de las ciencias humanas, el neonaturalismo
universal que se está difundiendo en la cultura científica contemporánea. de las ciencias cognitivas toma como objeto de estudio «no tanto las repre-
El interés por la variada mutabilidad de los contextos histórico-socia- sentaciones simbólicas -textos, discursos, rituales, mitos, ideologías- o
les, a la que hemos atribuido una importancia capital en el razonamiento sistemas de representación, como las capacidades humanas l ... J en la base de
llevado hasta aquí, es sustituido cada vez más a menudo en el discurso la formación, elaboración y comprensión de representaciones, y los procesos
social dominante por la referencia a causas naturales invariables. Las va- mediante los cuales éstas se han formado, elaborado y comprendido»12.
riaciones socio-culturales aparecen en este discurso al que ahora nos refe- En vez de destacar la diversidad histórico-social que conduce al relati-
rimos como un fenómeno de superficie, por detrás del cual la transmisión vismo, el naturalismo afirma incondicionalmente que <<los mecanismos del
de los conocimientos científicamente considerados puede conquistar una pensar y del sentir nunca han sido distintos para nadie l ... ]. Si es verdad que
sólida base natural. Un punto de llegada de este recorrido es el éxito actual la especie humana es una sola, existe también una única constitución com-
de un «enfoque integral como el de las ciencias cognitivas, caracterizado portamental y cognitiva que la caracteriza a través de todas las culturas,)Il.
por un punto de partida común: el hombre y sus artefactos son el resulta- Obviamente, el antirrelativismo científico del naturalismo recurre a
do de una historia natural, es decir, el resultado de un proceso evolutivo una normatividad extrasocial y extrainstitucional, que ciertamenta nada
gobernado por mecanismos intuidos por el genio de Darwin»9. tiene de trascendente. Sin embargo, el retorno a la naturaleza humana
El protagonista exclusivo e insustituible de este proceso es pues todo implica a su vez la afirmaci6n de una invariabilidad ontol6gica última que
individuo particular, como representante de la especie. El papel de primer sería previa a las diferencias sociales, históricas y culturales. Este postula-
plano que le corresponde resulta basado en el universal natural que le pre- do, en efecto, le resulta indispensable al naturalismo, por lo que se esfuerza
cede, y que, sobre todo, 10 determina aquÍ y ahora sin ninguna mediación por ofrecer de él una versión epistemológica que lo haga parecer insusti-
histórica ni socio-cultural. A consecuencia de ello, el impacto normativo tuible. Sin eso, en realidad, sería imposible desatender la multiplicidad y
de la naturaleza humana tiene un efecto directo y determinante sobre la las diferencias de los actos humanos. En relaci6n con las causas naturales
identidad de los particulares. Entre lo universal y el individuo no parece constantes, la variabilidad de los efectos de superficie representaría única-
haber ninguna desviación. mente una ilusión óptica, cuyo carácter recurrente y difuso, sin embargo,
Este maridaje de individualismo y naturalismo es la consecuencia de el naturalismo no explica.
una auténtica «transici6n cultural» consumada en los últimos treinta años. A consecuencia de eso, de la única naturaleza e identidad humana se
«A partir de mediados de los años setenta empieza una especie de nueva debería derivar también, ya que no un único derecho, sí una figura única de
victoria del naturalismo: en la psicología, en la lingüística, en parte en las la normatividad y de su sentido. Pero si realmente se quisiera inventariar
ciencias sociales y ciertamente en las políticas. Este cambio de orientación, las constantes prescriptivas y normativas de tipo transcultural, de modo
ligado a la superación del marxismo y a la crisis de las perspectivas so- que se pudiera caracterizar y determinar la unidad de la especie humana
cialistas, coincide con una crisis del anti-individualismo progresista o 'de a través de la variada pluralidad de las sociedades y de las culturas, se
izquierdas' [... ] y más en general de la cultura laica del siglo xx» 111. tropezaría con la imposibilidad de proporcionar cualquier tipo de elenco.
Con la idea de naturaleza humana vuelve al primer plano la idea de un Pese a todo, por muy deseosos que estén de objetividad, ni siquiera los
orden dado, dotado de estabilidad y universalidad, que sería anterior a las adeptos al paradigma neonaturalista pueden referir lo que no existe. En
instituciones histórico-sociales. Aunque es capaz de adaptarse al ambiente la naturaleza, los universales histórico-sociales provistos de un contenido
externo y capaz, por tanto, de autorregularse, el orden natural así concebi- normativo unitario y accesible directamente no tienen nada que hacer:
do resultaría impermeable a la iniciativa humana, que se expresa en activi- no existen.

9_ P. Legrellzi, Prima lezione di scienze cognitive, Laterza, Bari-Roma, 2002, p. IX. 11. D. Marcani, Filosofía e scienza cognitiva, Laterza, Bari-Roma, 2003, p. 139.
10. G. Jervis, Individualismo e cooperazione. Psicologia della politica, Laterza, Bari-Roma, 12. Ibid., p. 132.
2003, p. 127. 13. G. Jcrvis, Tndividualismo e cooperazione, cit., p. 1SO.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL
r EL ESTATUTO DE LA NORMA ENTRE PHYSIS y NOMOS

Consiguientemente la única naturaleza humana, la base instintiva única realizados, los contenidos normativos a los que las prescripciones humanas
de los comportamientos, sólo proporciona una premisa o una condición, de las costumbres, de las culturas y del derecho mismo deberían atenerse
necesaria pero insuficiente por sí misma, para la producción de compor- (o, de un modo u otro, se habrían atenido ya).
tamientos humanos concretos, provistos de significados, valores y normas Al negar el origen histórico-social de las normas a través de las cuales
(que necesariamente deben ser instituidos cada vez efectivamente, y que se auto determina la convivencia humana, la experiencia jurídica acaba
por eso resultan inevitablemente portadores de las denostadas «diferencias reduciéndose a la lógica de lo viviente. Lo que así se coloca enteramen-
culturales»)_ De la unidad de la especie a la multiplicidad de las culturas te fuera de juego es el momento creador del instituir, que presupone la
hay un salto que el universalismo naturalista no puede llenar de contenidos contingencia ontológica, y que se desenvuelve en el espacio indetermina-
por sí sola_ do de lo histórico-social. El instituir arraiga en el lenguaje y constituye
No por azar el propio Jervis se limita a hablar de «(pre)disposiciones exactamente «lo que diferencia y manifiesta la condición creadora de los
innatas» que «se refieren a todos los comportamientos sociales y constri- hablantes, en su estar expuestos, como individuos en relación triádica, a
buyen a orientar su estructura», pero en seguida se apresura a añadir que la demanda de sentido, además de al horizonte del funcionamiento de los
«no se trata nunca de esquemas de comportamiento ya 'listos para usar', sistemas sociales según el proceder de los sistemas biológicos» 1\.
ni 'inscritos en nuestros genes'. En general, y característicamente, son Con la expresión «relación triádica» el pasaje citado se refiere al he-
predisposiciones a modos de aprendizaje»14. cho de que el lenguaje hablado entre seres humanos no tiene nunca una
Estas afirmaciones, destinadas a atenuar la pretensión determinista dimensión «dual» únicamente (nunca se habla solamente un lenguaje pri-
del naturalismo sin llegar a desmentirla (análogamente a la alusión de vado entre dos personas, sean enamorados, amigos íntimos o cómplices),
Changeux a las «huellas epigenéticas», citada en el parágrafo anterior), sino que presupone la presencia de un «tercero», esto es, presupone la
constituyen en realidad una admisión indirecta de la necesidad insuperable mediación de toda la pluralidad humana. Sin esta «complicación» plural
de la mediación histórico-social. En otras palabras: sin algún tipo de so- originaria el propio lenguaje privado e íntimo «<duah» ni siquiera sería
cialización del ser humano individual, por mucho que este último se halle posible. De hecho, incluso en la intimidad del más privado de los colo-
provisto de. una dotación universal de informaciones genéticas, no se podrá quios es necesario recurrir inevitablemente a las palabras, a las reglas, a
observar mngún comportamiento humano individual, que esas premisas las estructuras sintácticas de una lengua determinada; semejante recurso
naturales se limitan a predisponer sin lograr por sí solas dar acceso efectivo está siempre en la base del lenguaje privado, de las jergas y de los slangs
a él. En realidad la universalidad de la capacidad y de los procesos cog- que violan las reglas lingüísticas haciendo un uso atípico y distorsionado
mtlvos, y menos aún un fundamento natural innato de la mente humana de la lengua común.
logran producir -y menos aún explicar- su funcionamiento concreto: Precisamente porque presupone la complicación originaria de la plura-
Este último implica siempre la constitución del individuo social, el cual lidad humana, el lenguaje está vinculado intrínsecamente a la creatividad
nunca es sólo un exponente individual de la especie sino al mismo tiempo del instituir. Al elaborar una y otra vez modelos de comunicación interhu-
un representante de una cultura determinada. mana carentes de unos criterios o de un estándar extrasociales, el instituir
lingüístico no procede de una vez por todas: la estructura de la comuni-
cación que supera el intercambio privado entre dos sujetos se fragmenta y
Lenguaje, lengua e institución se altera -esto es, se historiza- pasando de la universalidad del lenguaje
a la particularidad de las lenguas.
Antes de volver al análisis de las premisas de la experiencia jurídica debe- Como escribía Piovani a propósito del relativismo ético, «en la múl-
mos precisar las razones de nuestro rechazo de la perspectiva neonaturalis- tiple mutabilidad de los valores, la única constante necesaria para la exis-
ta basada en los resultados de las ciencias cognitivas. Estas últimas, como tencia de la moralidad es la exigencia misma de valores»16. Análogamente,
se a~aba de ver, vuelven a proponer la idea de un universal natural, que en la múltiple mutabilidad de las lenguas, la única constante necesaria para
f~nclOnaría como una constante pre-social y pre-lingüística de la experien- la existencia del lenguaje y de las culturas es la exigencia de la institución
Cia humana, y que de modo más o menos determinista debería darle orden histórico-social. Ésta es la que hace surgir, a través de una auténtica crea-
y estabilidad. En tal perspectiva la experiencia jurídica acabaría perdiendo ción colectiva propiamente dicha, el orden simbólico y normativo que da
especificidad y sentido, pues encontraría fuera de sí, en una «otra parte» sentido y estabilidad a la experiencia humana.
sustraída a la posibilidad misma de una elaboración humana, expresos y
15. B. Romano, Filosofía del diritto, Laterza, Bari-Roma, 2002, p. 3l.
14. ¡bid., p. 167. 16. P. Piovani, Conoscenza storica e coscienza morale, Morano, Napoli, 1966, p_ 160.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL ESTATUTO DE LA NORMA ENTRE PHYSIS y NOMOS

Toda lengua, como institución histórico-social, tiene una dimensión específicas, entretejidas juntas, dan una y otra vez la estructura concreta
intrínsecamente colectiva, constituida obviamente por la aportación de los de la sociedad considerada'Y.
hablantes individuales pero capaz de delimitar y orientar previamente sus Lo primero que instituye una sociedad es su sistema simbólico, o sea,
iniciativas individuales. Éstas pueden ser acogidas por la lengua y contri- el conjunto de significados, valores y motivaciones que hacen humana
buir a su evolución sólo si sus inevitables innovaciones se entrelazan con la vida, y que carecen de analogon objetivo alguno en ninguna realidad
los significados histórico-sociales que las preceden. Por eso la elaboración extrasocial y metahistórica. Ello no quiere decir, obviamente, que los actos
cultural de la contingencia no puede ser reconducida en modo alguno a un reales que individuos y grupos realizan para sobrevivir sean sólo simbólicos.
origen único, que constituiría su modelo simple y necesario. Técnica, trabajo, consumo, sexo, reproducción, guerra y demás son los ele-
La normatividad de lo simbólico es lo que ningún individuo particular mentos concretos y objetivos a través de los cuales se materializa la vida de los
podría producir por sí mismo; por este motivo, constituye el resultado individuos y la existencia de la sociedad. Pero ninguno de ellos sería posible
originario de la institución de la sociedad. sin una red de significados y valores, de reglas y motivaciones que en el plano
Castoriadis escribe: «La institución primera de la sociedad es el hecho simbólico definen su alcance y su sentido, sus reglas y sus límites. Y esta ope-
de que la sociedad se crea a sí misma como sociedad, y se crea cada vez ración significativa que acompaña a lo real para hacerlo intercambiable, o sea
dándose instituciones animadas por los significados imaginarios sociales para socializado, es el resultado de la creatividad cultural de cada sociedad
específicos de la sociedad considerada: específicos de la sociedad egipcia concreta, ya que en la naturaleza no hay un modelo único capaz de transmitir
de los faraones, de la sociedad hebrea, de la sociedad griega, de la sociedad e imponer sus propios contenidos a través del tiempo y del espacio.
francesa o americana contemporánea, etc. Y esta institución primera se Estas consideraciones confirman lo que ya hemos tenido ocasión de
articula y se organiza en instituciones segundas (lo que no quiere decir en observar, esto es, el hecho de que el orden social es al mismo tiempo sim-
absoluto secundarias), que podemos dividir en dos categorías. Algunas se bólico e instituido.
configuran en sentido abstracto, en su forma, como transhistóricas. Así,
por ejemplo, e! lenguaje: cada lengua es distinta, pero no hay sociedad sin
lenguaje; o, por ejemplo, el individuo: el tipo de individuo es concreta- Lo instituyente y lo instituido
mente distinto en cada sociedad, pero no hay sociedad que no instituya
algún tipo de individuo; lo mismo ocurre con la familia: la organización Hasta aquí hemos destacado, en el interior del orden social -o sea en el
y el «contenido» específicos de la familia son distintos cada vez, pero no núcleo de su organización misma, de su regularidad, de todas las caracte-
puede haber una sociedad que no garantice la reproducción y la sociali- rísticas propias que le dotan de una estabilidad y una objetividad no deri-
zación de la generación siguiente, y la institución que se hace cargo de vable de la naturaleza y por tanto no deducibles de dimensión extrasocial
ello es la familia, cualquiera que sea su forma (las fábricas de lactantes alguna-, el entrelazamiento indisoluble de lo simbólico y lo instituido.
de Un mundo feliz de Aldous Huxley son familias en este sentido). Y Remachemos una vez más que con esta expresión pretendemos aludir
hay instituciones segundas que son específicas de determinadas sociedades al carácter no natural de las representaciones y de los significados que con-
y desempeñan en ellas un papel absolutamente central, en el sentido de fieren un orden y un sentido a las colectividades humanas, y que por tanto
que todo lo que es de importancia vital para la sociedad considerada, permiten a los individuos identificarse en sus valores y en sus tradiciones.
sus significaciones imaginarias sociales, es producido esencialmente por Un caso paradigmático de este entrelazamiento lo constituyen los usos
estas instituciones específicas. Por tomar dos ejemplos claros: la polis y costumbres que en cualquier sociedad delinean los modelos de com-
griega es una institución segunda específica, sin la cual el mundo griego portamiento aceptados y transmitidos de generación en generación. Pues
antiguo es imposible e inconcebible. La empresa capitalista es igualmente bien: el conjunto de reglas y significados codificados y vehiculados por la
una institución segunda específica. No hay capitalismo sin empresa; y en costumbre constituye un componente importante del sistema o del orden
realidad en sociedades anteriores al capitalismo lo que entendemos por simbólico de una sociedad. Y es precisamente esta dimensión simbólica,
empresa no existe: una institución que es portadora de un significado, ese distinta de sociedad en sociedad y de una época histórica a otra, la que no
conjunto de dispositivos y de reglas que reúne juntas a gran número de se deriva de un modelo extrasocial o extrahistórico, porque es puesta, o
personas, les impone e! uso de determinados utensilios y máquinas, con- sea, instituida, elaborada ya fin de cuentas creada cada vez por la sociedad
trola y organiza jerárquicamente su trahajo, y que tiene como finalidad el considerada.
autoacrecentamiento indefinido. Esta institución y este significado son una
creación de! capitalismo, y solamente en ellos y a través de ellos puede el 17. C. Castoriadis, "Institution premiérc de la société et institutions secondes», en Figures du
capitalismo existir. Estas instituciones segundas, las transhistóricas y las pensable, cit., p. 124.

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EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO-SOCIAL EL ESTATUTO DE LA NORMA ENTRE PHYSIS y NOMOS

Precisamente este entrelazamiento de lo simbólico y lo instituido se en el funcionamiento mismo de la sociedad, donde tiene lugar el surgi-
halla en la base de la experiencia jurídica. El derecho, en realidad, existe miento o la elaboración colectiva del orden simbólico. Hasta aquí hemos
socialmente como sistema simbólico provisto de sanciones instituidas. El destacado su dimensión de cosa instituida. Ahora hemos de reconocer en
instituir jurídico arraiga en la experiencia simbólica de la institución lin- su base un momento productivo y creador; es decir: la dimensión explíci-
güística, y la complica ulteriormente, puesto que la elaboración de con- tamente instituyente de lo histórico-social.
tenidos públicamente válidos pasa a través del filtro o la mediación de La configuración concreta de una sociedad la hace posible la dialéctica
instituciones comunes, que en la modernidad están sometidas a un control de instituyente e instituido. Como sostiene Castoriadis en su teoría de
público y explícito. la institución imaginaria de la sociedad, en toda sociedad dada, bajo las
Un sistema jurídico consiste de hecho en atribuir, por ejemplo, a un cenizas de su estabilidad histórico-social (la «sociedad instituida»), arde el
título de propiedad, a un acto de venta o a un contrato significados muy ascua de la alteración y del cambio (la «sociedad instituyente»). Dicho de
precisos, haciéndolos valer como tales, o sea, como representaciones, ór- otra manera: hay siempre un desdoblamiento inevitable, una separación,
denes o mandamientos provistos de consecuencias socialmente efectivas, acaso imperceptible pero insanable, entre la estabilidad de las instituciones
insertas a su vez en una red simbólica. sociales y aquello que determina activamente su ajuste y hace posible su
«Un título de propiedad o un acto de venta -escribe Castoriadis- es un mantenimiento y la permanencia.
símbolo del 'derecho', sancionado socialmente, en cuya virtud el propietario Se trata de dos dimensiones distintas e irreductibles, que sin embargo
puede realizar un número de operaciones indefinido sobre el objeto de su coexisten simultáneamente como las dos caras de una misma moneda.
propiedad. Una hoja salarial es el símbolo que da al asalariado el derecho a La institución de lo social resulta de la intersección entre lo instituyente
exigir determinada cantidad de dinero; este último es el símbolo que da a su y lo instituido, cuyo resultado es siempre provisional pero relativamente
poseedor el derecho a efectuar una variedad de actos de adquisición, cada estable en cada ocasión. El ritmo histórico de la vida social está escandido
uno de los cuales será a su vez simbólico. También el trabajo que está en el por su incesante mediación.
origen de la hoja salarial, pese a ser supremamente real por su objeto y en sus Lo que constituye y determina cualquier sociedad en ningún caso la
resultados, está constantemente atravesado por operaciones simbólicas (en trasciende desde fuera. El desdoblamiento de instituyente e instituido es
el pensamiento de quien trabaja, en las instrucciones que recibe, etc.), y se inmanente a toda sociedad dada. No existe alteridad alguna -de tipo
convierte él mismo en símbolo cuando l ... ] entra en la elaboración contable religioso, o biológico, o puramente racional- capaz de fundamentar uni-
de la hoja salarial o del cálculo de los 'resultados de gestión' del empresario; versalmente lo social desde fuera. La multiplicidad y la variabilidad de
o incluso cuando, en caso de litigio, llena de contenido las premisas y la las diversas instituciones de la sociedad es un dato de hecho que desafía
conclusión del silogismo jurídico que pondrá punto final al litigio mismo. cualquier explicación determinista o naturalista.
Las decisiones de los planificadores de la economía son simbólicas (dicho Entre las llamadas sociedades animales y las sociedades humanas se
sea con y sin ironía). Las sentencias del tribunal son simbólicas y sus conse- abre una diferencia abismal e insalvable que es consecuencia de un dato
cuencias lo son casi integralmente, hasta el gesto del verdugo, que, siendo muy simple: las primeras no son sociedades auto instituidas. La noción de
por excelencia real, es inmediatamente también simbólico a otro nivel»18. institución remite con exactitud a la «no naturalidad» de lo social, al hecho
En una palabra: si es verdad que «el simbolismo supone la capacidad de que su imprevisible autocreación no es reductible a un dato natural que
de poner un nexo permanente entre dos términos, de modo que uno 're- pudiera explicarla. Las sociedades, precisamente en tanto que autoinstitu-
presente' al otro»19, es igualmente cierto que toda sociedad «constituye su ciones, y justamente porque a diferencia de los acontecimientos naturales
simbolismo, pero no puede hacerlo con total libertad», ya que tal simbo- no están regidas por leyes universales, no pueden no tener una dimensión
lismo «se enlaza con lo que es natural y con lo que es histórico (con lo que originaria e intrínsecamente histórico-política.
está disponible ya) y participa de lo racional»2o. Eso significa que la determinación del ajuste global de cualquier so-
La historicidad del derecho muestra así estar vinculada a la institución ciedad es siempre y únicamente obra de esa misma sociedad; una obra
social del sistema simbólico. colectiva de la que toda sociedad es al mismo tiempo sujeto y objeto.
Llegados a este punto, debemos dar un paso más y reflexionar sobre el Ahora bien: es precisamente esta dimensión política de la autoinstitu-
desdoblamiento y el entrelazamiento que se encuentra en el espacio social, ción de lo social lo que es ocultado y negado activamente en la mayoría de
las sociedades conocidas. La democracia de los antiguos, nacida en la polis
griega, y la democracia de los modernos, nacida en la época de las revolu-
18_ C. Castoriadis, ünstitution imaginaire de la société, Seuil, Paris, 1975, pp. 162-163.
19. Ibid., p. 178. ciones, constituyen una y otra una forma de sociedad que se autorrepresenta
20. Ibid, p. 175_ como fuente de sus propias instituciones.

66 67
T
EL DERECHO COMO CREACiÓN HISTÓRICO·SOCIAL

En este sentido, la democracia implica una inversión radical de la ten-


dencia espontánea a la heteronomía social, a la que se refiere en cambio
Paul Valéry con estas palabras lapidarias: "La política fue en primer lugar el
arte de impedir a la gente ocuparse de lo que le concierne»21. El objetivo de
la autoinstitución democrática de la sociedad es exactamente lo contrario.
La democracia en este sentido es la única forma de sociedad en la que la
política es explícitamente instituida como actividad colectiva y conflictual.
Democracia, política y filosofía nacen y viven juntas como formas radicales
de puesta en discusión del dato social instituido en el espacio público de la
polis por medio dellogos. Éste es el contexto en el que el derecho puede
asumir plena consciencia de su dimensión histórico-social.
El advenimiento de la democracia moderna tiene una repercusión deci-
siva en la autocomprension de la experiencia jurídica. El proyecto político
que en la época de las revoluciones sostenía el advenimiento de la democra- Segunda parte
cia, en continuidad ideal con la isonomia griega y con la res publica romana,
consistía en hacerse cargo de la institución compleja de la sociedad, y por
eso trataba de ampliar los espacios de autonomía individual y colectiva. GENEALOGÍA DE LAS NORMAS
Como bien ha ilustrado Hannah Arendt, la tarea de la época de las Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCIÓN
revoluciones ha consistido en la fundación, o sea, en el arranque de un
nuevo comienzo (el novus ordo saeculorum); pero «esta tarea de fundar
algo nuevo se unía a la tarea de poner las leyes, de inventar e imponer a
los hombres un nuevo tipo de autoridad,,22.
La auténtica tarea política de la sociedad democrática consiste pues en
hacer de los seres humanos, a través de la institución de las leyes, los sujetos
activos del propio cambio. Precisamente éste es el contenido -instituido
cada vez- de su libertad. De nuevo escribe Hannah Arendt: «La idea de que
política y libertad están correlacionadas, y que la tiranía es la peor de todas
las formas de gobierno, la más antipolítica, recorre como un hilo rojo el
pensamiento· y el obrar de la humanidad europea hasta nuestros días»23.
Pero con este fin es indispensable suscitar en los ciudadanos -a través
de la paideia- el deseo y el interés por las decisiones públicas. Autono-
mía -ser origen de la ley propia- es capacidad de autodeterminación;
yeso no significa en absoluto anomia, ausencia de ley o negación de su
necesidad. La noción de autonomía, por tanto, es enteramente extraña a
cualquier forma de desconocimiento de la mediación o de fuga de la insti-
tución. Por eso la garantía de la autonomía es siempre el discurso público
-el logos, la argumentación y la razón- a través del cual se pone y se
justifica la ley instituida.

21. P. Valéry, Regards sur le monde actuel, Librairie Stock, Delamain et Boutelleau, Paris,
1931; ed. rev. y aum., Gallimard, Paris, 1988.
22. H. Arendt, Sobre la revolución, trad. de P. Bravo, Alianza, Madrid, 1998, p. 45.
23. H. Arendt, ¿Qué es la política?, trad. de R. Sala y F. Birulés, Paidós, Barcelona, 1997,
p.71.

68
1

Capítulo V

EL DERECHO INSTITUIDO Y SU LEGITIMACIÓN

La autofundación del orden jurídico

La creatividad de que da prueba la institución de lo social en su conjunto


y en la mayoría de las sociedades conocidas es anónima e inconsciente:
está siempre en acción de manera difusa en el interior del tejido social,
y precisamente por eso no es reconducible a una intervención precisa ni
imputable a un componente determinado. Como se trata de una actividad
colectiva, que abarca al conjunto del grupo social, la creatividad de la
institución no es un aspecto de ésta separable de su modo de ser.
Una vez más resulta pertinente y eficaz la analogía con la lengua. En
toda lengua hay una estabilidad normativa que no solamente no impide
sus innumerables transformaciones y las alteraciones permanentes sino
que, a su vez, es resultado de la institución misma de la lengua. En otras
palabras: las normas gramaticales que regulan la producción de los signifi-
cados posibilitados y transmitidos por una lengua no son en modo alguno
normas que la lengua en cuestión reciba u obtenga del exterior. Su única
fuente plausible es el uso lingüístico. Esas normas constituyen, por eso,
una consecuencia de sus alteraciones.
Lo afirmado acerca de la dimensión normativa que preside la pro-
ducción de significados vale para todos los fenómenos sociales. Cualquier
tipo de norma apta para regularlos es a su vez una institución social. La
normatividad arraiga en la socialidad. Lejos de ser inferidas u obtenidas
de un modelo extrasocial o de una fuente extrainstitucional de significado,
las normas que estructuran la vida de un grupo humano y los principios
que inspiran son, a su vez, instituciones sociales. Y lo son incluso cuando
el discurso social las refiere a una fuente trascendente, considerada lugar
de expresión absoluto e in disociable del sentido último de lo real.
De hecho, la trascendencia misma debe asumir necesariamente una
figura concreta para poder volverse significativa en el interior de un con-
texto histórico-social determinado: de no ser así, no lograría en modo

71
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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN EL DERECHO INSTITUIDO Y SU LEGITIMACiÓN

alguno presentarse como fuente última de las normas. En suma: incluso En las sociedades tradicionales y premodernas, con la sola excepción
admitiendo que estas últimas procedan de un más allá, este más allá, no del clasicismo greco-romano, la relación entre la experiencia y las normas
obstante, siempre debe tomar cuerpo, ser representado y determinado, es análoga a la relación entre lengua hablada y reglas gramaticales. Estas
cosa que sólo puede tener lugar en el interior del espacio social, recurrien- últimas constituyen la osamenta de la lengua, y los hablantes se adecuan
do al lenguaje constituido, etcétera. a ellas más o menos espontáneamente. Salta a la vista la simetría entre
Cualquier figura o forma de la trascendencia -aunque fuera la reve- sistema gramatical y sistema jurídico, a la que se ha hecho referencia en
lación originaria de los arquetipos transmitidos por la tradición-, para las páginas precedentes. Muchos estudiosos autorizados, tanto entre los
lograr cobrar significado y relevancia sociales debe ser a su vez instituida juristas como entre los lingüistas y filósofos del lenguaje, insisten en las
y hecha significativa por una sociedad y por su cultura. En este sentido la múltiples relaciones existentes entre derecho y fenómeno lingüístico 2 • El
normatividad, incluso si se presume basada en la trascendencia, es inse- mínimo común denominador de normatividad lingüística y normatividad
parable de la sociedad y de su modo concreto de instituirse dotándose de jurídica es la objetividad social de las reglas.
regularidad y de sentido. Como ha escrito Jean Piaget, la lengua «es una institución colectiva cu-
«Producto más o menos espontáneo, más o menos consciente, más o yas reglas se imponen a los individuos, y que se transmite coercitivamente
menos artificial de la vida en sociedad»!, las normas, incluso antes de cons- de generación en generación»3.
tituir la osamenta y la materialización del ordenamiento jurídico, hacen Algo semejante se puede decir sin más también del derecho, al menos
pues su aparición en la generalidad del espacio social, donde constituyen hasta el advenimiento de la sociedad democrática. Pero en la democracia
al mismo tiempo las reglas inmanentes al comportamiento humano y el -y sobre este punto hay que insistir con decisión-la analogía o el para-
primer efecto de su estabilización. Su «autor» originario se determina pues lelismo entre reglas gramaticales y reglas jurídicas se interrumpe, porque
en la disposición colectiva para la producción de sentido, valores y moti- el proceso de formación de las segundas pasa a ser explícito, se separa del
vaciones, a través de lo cual se instaura, se mantiene vivo y se refuerza el conjunto de la extensión social y queda sometido a un control colectivo.
vínculo social. El paso del derecho a la ley, ya señalado anteriormente, vuelve visible
De este modo, el orden jurídico de las normas se muestra arraigado y evidente la institución social de las normas jurídicas. Éstas no se presen-
en el sistema simbólico de los significados sociales, o sea, en las represen- tan solamente como «reglas» que, a diferencia de las gramaticales, tienen
taciones colectivas que, precisamente por preceder a las singularidades in- también una dimensión coactiva (en cuya virtud quienes las violan son
dividuales, logran socializarlas. En todo caso, la sociedad podría prescindir castigados con una sanción impuesta por la autoridad competente); antes
de la dimensión institucional de las normas sólo en la perspectiva ficticia y incluso que «reglas», las normas son significados sociales, y tienen por ello
abstractamente individualista de la singularidad absoluta, que sin embargo una función simbólica. Eso quiere decir que vehiculan y en alguna medida
haría imposible la supervivencia de la especie humana. garantizan el sentido, los valores, las deliberaciones y el modo de ser de
De consideraciones como éstas aparece en primer plano una corres- una determinada sociedad, esto es, sus representaciones fundamentales y
pondencia intrínseca entre sociedad moderna, cultura jurídica y adveni- las motivaciones que ha instituido.
miento de la democracia. Para captar bien las implicaciones teóricamente Sin embargo, y en esto consiste la diferencia específica de la demo-
decisivas de este entrelazamiento conviene reflexionar ulteriormente sobre cracia, en esta última la institución de lo social pretende tener voz, inter-
el modo específico en que se configura y se articula la función normativa viniendo en primera persona, en la determinación misma de la identidad
en la modernidad. propia. No se contenta con recibir el perfil de la tradición, o de la natu-
Como se ha visto, en cualquier sociedad humana las normas son un raleza o de la necesidad lógica, sino que pretende hacer de ello el objeto
producto de la actividad colectiva. Pero en la mayoría de las sociedades de una deliberación colectiva. Por eso, a través del paso del derecho a la
conocidas, o sea, en las sociedades tradicionales, eso ocurre de un modo ley, el espacio jurídico moderno se convierte en el lugar de producción de
implícito y oscuro. El origen social, y por ello al mismo tiempo también las normas, el lugar en que éstas son producidas a partir de otras normas
histórico, de las normas, de los principios y de las reglas que estructuran las según procedimientos explícitamente reglamentados.
prácticas y las costumbres transmitidas por la tradición, permanece oculto El caso de las lenguas es distinto. En éstas, la normatividad inmanente a
y no es objeto de consciencia. En su lugar se afirma, in discutida e indiscu- la estructura gramatical propia de cualquier lengua resulta, en su momento
tible, la trascendencia de la religión, de las tradiciones, de las mitologías.
2. Cf. M. La Torre, Norme, istituziolli, valori. Per una teoria istituzionalistica del diritto,
1. N. Bobbio, «Norma», en Enciclopedia Einaudi, vol. IX, Torino, 1980, p. 898; reimp. en Laterza, Roma-Bari, 1999, pp. 79 ss.
Íd., Contributi ad un diziollario giuridico, Giappichelli, Torino, 1994. 3. J. Piaget, l.e structuralisme, PUF, Paris, 1972, p. 63.

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EL DERECHO INSTITUIDO Y SU LEGITIMACiÓN
GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN

inaugural o productivo, completamente inconsciente. Más precisamente: toricidad, no le sería posible a la modernidad atribuir al derecho un papel
la producción de la normatividad gramatical es operante en la totalidad separado y autónomo.
del espacio social, ya que hunde sus raíces en la dimensión oculta de la Sólo al asumir explícitamente su propia historicidad, lo que implica
creatividad anónima de la colectividad. la tarea de producir las normas que regulan la vida colectiva, la sociedad
Por el contrario, en la sociedad moderna la producción de normas moderna llega a atribuir a la esfera juridica el papel de espacio privilegiado
jurídicas, autonomizada y vuelta explícita, tiene lugar en un ámbito bien de su propia autoinstitución.
delimitado del espacio social, según procedimientos prestablecidos y so- . Este proceso se vuelve explícito, en la edad moderna, con la positiva-
metidos a control colectivo. A través de la autonomía de la esfera jurídica, c~ón. de~ derecho. Con esta expresión se alude a que, además de produ-
obtenida gracias a la separación del derecho de moral, política, economía, CIr slgmficados, valores y representaciones sociales provistos ya de valor

religión, etc., la sociedad moderna se autorrepresenta y se autorreconoce normativo, la sociedad moderna, a través de la toma de consciencia de su
como artífice de su propio orden jurídico. propio carácter instituido, reconoce ser la fuente de sus normas jurídicas;
Así, en la edad moderna, la aptitud social para la producción de compor- de ello se sigue una visión generalizada del derecho como fenómeno social,
tamientos autorregulados deja de estar en acción de manera inconsciente en cuya producción y reproducción se debe reglamentar e institucionalizar.
toda la extensión social. En las sociedades tradicionales, en cambio, el siste- El derecho tiende así a ser concebido como ley puesta por la auto-
ma simbólico de los significados, los valores, las reglas y las representaciones ridad competente, según procedimientos regulados a su vez por normas
en que se basa la vida social es considerado como indisociable e inalterable jurídicas.
porque su fuente es percibida y vivida como indisponible por parte de la Para reglamentar el modo en que se efectúa la producción de normas
colectividad, y sustraída por eso al alcance de las acciones humanas. jurídicas la sociedad recurre a la forma reflexiva, dando lugar a la pro-
La sociedad premoderna hereda de la tradición el orden simbólico que ducción de «normas de segunda instancia o metanormas, cuya función es
la gobierna, y lo vive como un dato inmodificable en el que se evidencia, regular esos particulares actos humanos que son los actos productores de
cada vez, la voluntad de los antepasados, la providencia divina, el sentido normas»5.
último de lo real o las leyes indiscutibles del cosmos; y, en todos los casos, Este desdoblamiento reflexivo es pensado con singular coherencia en
aquello que queda explícitamente excluido es precisamente el carácter la llamada teoría pura del derecho de Kelsen. Lo que Kelsen dice del
socialmente instituido del sistema simbólico. derecho en general está en realidad inferido de la autorrepresentación de
Un profundo conocedor de las sociedades tradicionales como el his- la sociedad moderna, y en particular del entrelazamiento procedimental
toriador de las religiones rumano Mircea Eliade hablaba a este respecto de democracia y derecho que la caracteriza. No por azar la teoría pura
de abolición de la historicidad, y uno de sus interlocutores críticos más del derecho forma un solo cuerpo con una teoría de la democracia como
agudos, el antropólogo italiano Ernesto De Martino, le oponía la conside- método «para la creación del orden sociah>6, dando por descontado así el
ración de que. también esta anulación tendencial de la historia constituye el carácter instituido -la historicidad, en suma- de este último.
resultado de una acción histórica. De Martino escribía: «Eliade afirma que Al configurar el derecho como una técnica de producción de mandatos
el hombre se opone a la historia incluso cuando se esfuerza por hacerla, mediante procedimientos regulados por el propio derecho, la democracia
incluso cuando no pretende ser otra cosa que historia: pero la verdad es moderna se libera de cualquier tutela trascendente. «La connotación más
que el hombre está en la historia incluso cuando pretende evadirse de ella»4. cargada de consecuencias del derecho como regla que determina su propia
Ninguna forma de convivencia humana logra escapar a la dimensión creación, del derecho como mensurador universal, realiza un objetivo que
histórico-social; pero la modernidad se caracteriza por el reconocimiento desde determinados puntos de vista puede parecer incluso imposible: hacer
explícito de esta pertenencia, que luego ella misma acaba eliminando. posible la unificación de una sociedad atomizada>'?
La unificación de la multiplicidad social se confía así a la reglamenta-
ción jurídica, a través de la cual la fragmentación del espacio social halla
Normas y metanormas

Sin el rechazo de una adhesión acrítica a las prescripciones transmitidas 5. N. Bobbio, «Norma», cit., p. 899.
por las tradiciones, y por tanto sin el paso a la admisión de la propia his- 6. H. Kelsen, Esencia y valor de la democracia [1929], trad. casto de R. Luengo Tapia y
L. Legaz Lacambra, Labor, Barcelona, 1934, y Guadarrama, Madrid, 1977; el pasaje citado se
encuentra en la p. 122 de ambas ediciones (la cursiva no es de Kelsen).
4. E. De Martino, «Su Mircea Eliade», en P. Angelini, Luomo sul tetto. Mircea Eliade e la 7. P. Barcellona, Dal/o Stato sociale al/o Stato immaginario, Bollati Boringhieri, Torino,
«storia del/e religioni», Bollati Boringhieri, Torino, 2001, p. 115. 1994, p. 62.

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN EL DERECHO INSTITUIDO Y SU LEGITIMACiÓN

puntos de referencia generales. En otras palabras: la norma jurídica, en En esto consiste la diferencia radical entre la regularidad de la lengua
virtud de su naturaleza formal y puramente racional, o sea capaz de dar y la del derecho en una sociedad democrática: ambas son auto instituidas,
orden y asignar una forma a la dispersión conflictiva de los individuos y pero esa actuación inconsciente de lo colectivo, que en la institución lin-
sus intereses, se convierte en el centro de un sistema normativo; y es jus- güística ocupa toda la extensión de lo social de modo omniabarcante e
tamente este último lo que da validez y sentido a cada una, de las normas, inconsciente, se vuelve consciente de sí en el espacio jurídico instituido
permitiéndoles aplicarse a la acción de los individuos. Estos, por otra por la democracia y pretende autorregularse y por tanto reglamentar pú-
parte, son sujetos de derecho independientemente de sus propios estatus blicamente su propia producción.
económicos, de la posesión de cualificaciones sociales, de la pertenencia
a estratos o a etnias.
Liberados de las dependencias personales y de la hipoteca de la iden- Norma jurídica y ley natural
tidad, de las castas, de los papeles predefinidos, los seres humanos se con-
vierten en individuos libres e iguales ante la ley que los constituye en Debemos desarrollar ahora una implicación del razonamiento desarrollado
abstractos sujetos de derecho. hasta aquí. Efectivamente: a la luz de lo dicho, ni la norma ni el sujeto
«El horizonte de sentido que se da la sociedad a través de la institución pueden preexistir al ordenamiento. Ambos presuponen el sistema jurídi-
del hombre como individuo aislado, libre e igual, sin vínculos sociales y co, su institución histórico-social, y son un efecto sistémico de su obra de
dueño de sí mismo, puede desplegarse como motor de la nueva sociedad racionalización y unificación de la sociedad.
a condición de producir reglas, instituciones y aparatos que garanticen La norma sería inconcebible sin el ordenamiento, precisamente porque
la constante eliminación y la irrelevancia de aquellos vínculos que cada se entiende como «la regla que obtiene su propia validez de otra norma
individuo establece con el otro»8. jerárquicamente superior y no ya de la voluntad del agente. El derecho
Es importante insistir en esta implicación. La superación de las relacio- subjetivo no es más que la norma aplicada en concreto a la acción de Ticio
nes de pertenencia, el hecho de que todos los seres humanos se conviertan o de Cayo, acción que sólo en virtud de la norma recibe la calificación de
en sujetos de derecho, es a su vez un hecho jurídico, esto es, la consecuencia lícita o ilícita».
de una intervención del derecho. Dicho aun de otra manera: no se trata de El sujeto jurídico por su parte, de modo enteramente análogo, descien-
la revelación o del descubrimiento de la auténtica naturaleza de los indi- de del ordenamiento en su estructura ontológica misma, ya que constituye
viduos, sino de una conquista del derecho. No estamos pues en presencia únicamente «el centro de referencia del conjunto de normas que se aplican
de un dato natural y universal que sale finalmente a la superficie, sino ante a las acciones realizadas por él; la idea de sujeto es solamente un expediente
una construcción jurídico-política realizada por la sociedad moderna. para representar la unificación de un conjunto de reglas en el presupuesto
La dimensión dinámica de este proceso histórico-social culmina en la de su aplicación a las acciones de un mismo individuo físico»IO.
creación de «reglas, instituciones y aparatos»: estos últimos son los que, Esta circularidad entre la dimensión sistémica del ordenamiento jurídico
para realizar el paso del ancien régime a la sociedad de los individuos, nece- y sus componentes concretos (entre los sujetos y las normas) no se basa esen-
sariamente deben aligerar el peso de las pertenencias, disolver los vínculos cialmente en necesidad lógica alguna, y menos aún debe ser considerada una
identitarios, eliminar la persistencia de las tradiciones. Sólo un sistema característica inevitable de una estructura funcional: es, en cambio, resulta-
coherente de normas jurídicas puede realizar una operación así, mediante do o implicación de la posición histórico-social de la experiencia jurídica.
la cual se da estabilidad y cohesión a un orden social construido en torno Justamente por esta razón, en la instituci6n moderna del derecho,
al significado nuclear del individuo como sujeto de derechos. que tiende a hacer de este último una prestación funcional y lógicamente
Podemos concluir con Bobbio que «las normas nunca nacen solas, no necesaria del sistema social, la circularidad de ordenamiento y normas,
son actos aislados», sino que forman un «conjunto unitario»9 a través del instituciones y sujetos pasa a segundo plano. El derecho tiende en cambio
cual el ordenamiento jurídico se convierte, según expresión de Kelsen, en a echar el ancla en un «a priori» extrajurídico y extrasocial, que se podrá
«una concatenación productiva» de normas. expresar en términos puramente lógico-racionales o naturalístico-funcio-
Así, el sistema jurídico, gracias a su reduplicación reflexiva, o sea, gra- nales, y que por eso aparecerá sustraído al trabajo histórico-social de la
cias a la institución de las metan armas, prevé y organiza su propia autopro- elaboración cultural, y en cambio aparecerá también como portador de una
ducción, vinculando su validez al respeto de procedimientos instituidos. presunta universalidad, originaria e inmediata al mismo tiempo. Desde esta

8. P. Barcellona, Diritto privato e societa moderna, Jovene, Napoli, p. 27.


9. N. Bobbio, «Norma», cit., p. 900. 10. P. Barcellona, Diritto privato e societa moderna, cit., p. 211.

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN EL DERECHO INSTITUIDO Y SU LEGITIMACION

última perspectiva, la prioridad del ordenamiento respecto de sus com- La separación entre la regularidad de los procesos naturales, regidos
ponentes constituiría solamente una consecuencia extrínseca del proceso por leyes que permiten explicar su estructura, y la múltiple variedad de
de formación histórica del derecho moderno, pero no tendría relevancia las acciones humanas, restituye implicaciones filosóficamente decisivas a la
filosófico-conceptual alguna porque un ordenamiento jurídico sólo sería distinción entre leyes naturales (o derecho natural) y normas jurídicas.
tal a costa de vehicular a través de sus normas lo que se supone que cons- La diferencia descriptiva de las dos formas de legalidad (las leyes natu-
tituye el sentido último de las experiencias humanas. rales son universales; las normas jurídicas son producidas o instituidas,
En un planteamiento así, la distinción entre norma jurídica y ley na- y por eso siempre son particulares; las primeras son elaboradas o descu-
tural acabaría perdiendo todo significado ontológico. Se recordará que biertas por las ciencias naturales, mientras que las segundas son puestas por
anteriormente hemos reconocido en la contingencia radical del ser la pre- los ordenamientos, etc.) presupone una estratificación o una divergencia
misa filosófica de la institución de los significados. Sólo si se admite la de tipo ontológico.
contingencia como horizonte último de lo real se puede concebir lo histó- En realidad, contrariamente a lo que piensan los defensores del «de-
rico-social como creación e institución de significados, valores y normas recho natura!», no hay un único modelo de orden, un sentido último
que dan al obrar humano una cierta estabilidad. universal, una estabilidad o verdad de las cosas ni, por tanto, tampoco un
En las antípodas de este modo de ver se sitúa la aserción filosófica ideal trascendente de justicia que pudiera servir de unidad de medida
metafísica según la cual de la existencia de cosas buenas por naturaleza (la única para los acontecimientos naturales y las acciones humanas (y que
salud, el vigor, la inteligencia, la fortaleza de ánimo, etc.) se podría y se por consiguiente permitiría situarse en un espacio extrasocial y metahis-
debería pasar a la determinación jurídica de lo que es justo y de lo que es tórico para poder valorar desde fuera la validez y la justicia de las normas
erróneo; en una palabra: lo «justo natural» daría lugar a una ley universal, jurídicas positivas, puestas por los ordenamientos concretos y vigentes
válida siempre y en todo lugar, independientemente de las leyes concretas dentro de ellos).
contenidas en los ordenamientos jurídicos. La consciencia de esta estratificación es una conquista de la moder-
En realidad la noción misma de ley natural, a la luz del significado nidad. En su interior, la positivación del derecho es la otra cara de la
originario de nomos (ley en el sentido de convención, institución, acuerdo) tendencia a la autodeterminación ética y política del obrar individual y
aparece como una contradicción en sus propios términos. Por eso, más colectivo.
rigurosamente, los defensores del derecho natural hablan de algo «justo Como dice Kelsen, da norma jurídica no debe, como la ley natural,
por naturaleza», esto es, de un derecho cuya validez prescinde de las con- explicar lo que es; debe crear algo nuevo, producir un acontecimiento»12.
venciones humanas y las precede, tanto que se presenta como fundamento Pero ha de tratarse de un acontecimiento cuya producción corresponda a
y criterio de valoración de las normas jurídicas!!. un proyecto, cuya creatividad esté sometida a un control colectivo, cuya
En rigor, en esta perspectiva, la validez de las normas jurídicas mis- novedad sea consecuencia de procedimientos y reglamentaciones. De
mas estaría supeditada a su conformidad con el derecho natural (a lo este modo la sociedad moderna se seculariza, se libera de la subordina-
«justo por naturaleza»). Lo cual, sin embargo, presupone más de lo que ción al poder trascendente de lo sagrado o de la moral, y ve reconocido
se propone probar: presupone la anulación metafísico-especulativa de la el estatuto de institución humana, o sea, su carácter a la vez instituido
contingencia. e instituyente.
Sólo de este modo el obrar humano y sus significados podrían ser A consecuencia de eso, los logros de Kelsen constituyen un punto de no
reconducidos victoriosamente a una presunta estabilidad originaria, uni- retorno en la autocomprensión del derecho moderno y de su papel capital
versal y necesaria, que sin embargo resulta desmentida por la irreducti- en e! proceso que conduce al advenimiento de la democracia. A través de
ble pluralidad de las experiencias sociales y culturales que constelan la la estructura del uno y de la otra la modernidad se atribuye el inédito pri-
vida cotidiana (y que, si quedara anulada la contingencia en beneficio de vilegio de regular su propia creatividad, sometiéndola a un programa de
un fundamento necesario e indiscutible, deberían reducirse a apariencias controles procedimentales que, no obstante, pese a liberarla de la subordi-
engañosas e inconsistentes, cuya indiscutible multiplicación exigiría no nación a la tradición, comportan el riesgo de someterla pasivamente a una
obstante, a su vez, una explicación suplementaria). forma distinta de universalidad extrasocial y metahistórica. Aparece aquí
el a priori típicamente moderno de la necesidad racional, que, de! mismo
modo que la metafísica especulativa, se propone neutralizar la contingen-
11. Cf. L. Strauss, «Leggc naturale e diritto naturab•• en Gerusalemme e Atene. Sudi sul
pensiero giuridico deil'Occidente, ed. de R. Esposito, Finaudi, Torino, 1998, pp. 306-318, que
traduce L. Strauss, Platonic Polítical Philosophy, The Rebirth uf Classical Political Rationalísm, The 12. H. Kelsen, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre [1911, '1923]; trad. cast.. Problemas
University of Chicago Press, '1989. capitales de la teoría jurídica del Estado, Porrúa, México, 1987.

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cia, y que, por tanto, no concede relevancia filosófica a las coyunturas la vuelvan humana. Esta operación, es decir, esta elahoración cultural,
ocasionales que acompañan a los procesos histórico-sociales. se produce en el espacio y en el tiempo. Al no ser obra de un individuo
aislado es un fenómeno social; al carecer de una naturaleza intemporal
y siempre igual a sí misma, todo fenómeno social es también y al mismo
La positivación del derecho y su significado filosófico tiempo histórico.
Este carácter central de lo histórico-social en la existencia humana
Reglas naturales, normas abstractas y leyes necesarias presiden los aconteci- es una vez más el fondo indispensable para comprender el estatuto de la
mientos concretos y particulares, y si se comprenden correctamente en mu- experiencia jurídica. «El material objeto del conocimiento social y parti-
chos casos consiguen explicarlos y predecirlos. La humanidad siempre ha cularmente del conocimiento jurídico», escribe con gran claridad Kelsen,
observado pacientemente la regularidad de los acontecimientos naturales, tiene de peculiar que su significado no puede ser ohtenido en el acto o el
y las narraciones mitológicas les daban un orden, que luego, en el mundo hecho natural como algo externo, al modo de la percepción de las «cuali-
cultural de la Grecia clásica, se convirtió en lógico y científico. dades y funciones naturales» de un objeto, «como el color, la dureza o el
Esta búsqueda de un orden estable, constituido por puntos de refe- peso». Es ante todo el acto mismo, «en cuanto que se expresa de viva voz
rencia que rodean la existencia humana, parte ante todo de la observa- o por escrito, el que puede decirnos algo acerca de su significado», esto es,
ción de la fundamental regularidad del universo, caracterizada por una que «puede declarar su propio sentido». Ésta es la razón de que en el acto
inderogable necesidad a la que nada puede sustraerse y que constituye la social, es decir, en el único acto que tiene la capacidad de «ser portador de
ley natural. Se trata de una legalidad que excede a la experiencia humana una cualificación de sí mismo, o sea, una enunciación de lo que significa»,
y que la circunda, que en ciertos casos la protege y en otros la amenaza. haya que distinguir el significado suhjetivo del significado objetivo. Ambos
Todo lo natural es subyacente a ella. pueden coincidir, pero tamhién pueden diferir.
Pese al arraigo de la experiencia humana en el universo de las leyes El derecho es la atrihución a los actos sociales de un significado oh-
naturales, que hacen previsible y explicable una amplísima serie de fenó- jetivo que tiene la forma de un significado sancionable socialmente. El
menos, quedan igualmente amplios márgenes de la experiencia individual objeto del conocimiento jurídico no son los hechos humanos como tales,
y colectiva que exceden del espacio regido por la regularidad necesaria de en su realidad de hecho; tampoco lo es su significado subjetivo, es decir, la
la naturaleza (physis). Lo que en contraposición a esta última los griegos auto cualificación del acto por parte del agente a partir de sus intenciones
llamaron nomos se refiere a la necesidad de elaborar e instituir, en su y a través de sus enunciaciones. El único objeto posihle del derecho es el
multiplicidad y variahilidad histórico-social, las reglas y los significados significado objetivo que se añade a los actos sociales y que constituyen
de la experiencia individual y colectiva que no están contenidos en el dato su relevancia jurídica. Y este significado jurídico es puesto por el ordena-
natural. miento como institución histórico-social de normas. Escrihe Kelsen: «El
Lo que hace humana la vida, pues, no es su arraigo natural, sino hecho en cuestión obtiene en realidad su sentido específicamente jurídico,
la mediación institucional que, al atribuirle una regularidad artificial, le su particular significado jurídico, por medio de una norma que en su con-
confiere su configuración cultural e histórica. Y aquí es donde entra en tenido se refiere a él y le imparte el significado jurídico de modo que el
juego la institución de significados sociales, que no son deducibles del acto pueda ser cualificado según esta norma. La norma funciona así como
orden estable de la physis y que por tanto no son explicables a partir de esquema de cualificación»Ll.
la regularidad inmanente que rige y explica esta última. La norma se estructura por tanto como un instrumento de cualifica-
La experiencia jurídica no se comprende como no sea en el interior ción jurídica de los hechos a través de la tipificación de conductas que son
de este espacio extranatural de la existencia humana, caracterizado in- asumidas en la hipótesis normativa como presupuestos para la verificación
trínsecamente por la socialidad y la historicidad. La socialidad revela que de los efectos jurídicos.
el espacio extranatural de la existencia humana queda siempre más allá La teoría de sistemas proporciona las categorías adecuadas para com-
de la experiencia humana individual, esto es, que ese espacio está consti- prender mejor este punto. De hecho, a cualquier sistema va unido un pro-
tuido y habitado por una pluralidad de individuos. La historicidad es una grama que define su funcionalidad específica, además del código de dife-
consecuencia directa de las alteraciones espacio-temporales que afectan renciación y de autoproducción. El funcionamiento del sistema se puede
al espacio extranatural de la existencia humana y lo modifican. describir en términos de procedimiento si se contempla desde la perspec-
Al no hallar en un orden natural permanente y anterior el fundamento
de los propios significados, el espacio simbólico debe instituirse como tal: 13. H. Kelsen, Reine Rechtslehre. F. Deuticke, Wien, 21960, §§ 3 Y4; hay trad. cast. de R. Ver-
debe elaborar significados extranaturales que orienten la convivencia, que nengo, UNAM. ¡"'léxico, 19R2, accesible en Internet: www.bihliojuridica.org/lihro./lihmhtm?I=1039.

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN EL DERECHO INSTITUIDO Y SU LEGITIMACiÓN

tiva de la adquisición, tratamiento y transformación de las informaciones. ro cuando se pone en cuestión su existencia» 14. El contenido de la norma
L.os sistema~ sociales modernos, caracterizados por muchísimas diferencia- fundamental se basa «en aquellos elementos de hecho que han producido
CIOnes ~unclOnales,. han elaborado un concepto de derecho que permite el ordenamiento al que corresponde»15. No se trata pues de una norma
construIrlo como sIstema autónomo de estabilización y coactividad de las ulterior o superior, sino del presupuesto social del sistema normativo,
exp~ctativas jurídicamente reconocidas. Esta estabilización se obtiene por sobre el cual se fundamenta la cualificación propiamente jurídica de los
medIO de la forma de la ley, y a través de la despersonalización del deber hechos humanos.
que se convierte en deber general de respetar las leyes. '
. En estos términos, el derecho moderno se caracteriza como específico
sIstema de estabilización de las expectativas a través de la configuración Validez y transformabilidad de las normas
de deberes abstractos y generales vinculados a programas condicionales
que expresan una idea de deber anónima y universal. ' Hay que entender el presupuesto extrajurídico de las normas como la
Para realizar tal función el derecho se debe presentar como un sistema operación colectiva a través de la cual la sociedad moderna regula re-
autónomo y auto fundado, o sea como un sistema autosuficiente que fija flexivamente la dimensión normativa de la institución de los significados
exhaustlva~ente los parámetros de valoración de las conductas y de los sociales fundamentales que rigen la vida social. Esta operación es origina-
comportamientos según la lógica binaria de lo lícito y lo ilícito. Como sis- ria y autofundamentada, o sea, no presupone un nivel de legalidad o de
tema au.tónomo, el derecho es también, como sostiene la teoría de sistemas, significatividad en que inspirarse, del que depender, y respecto del cual
normatIvamente cerrado, en el sentido de que en el programa condicional sería posible juzgarla, evaluarla y por consiguiente, eventualmente, modi-
están previstos tendencialmente todos los elementos necesarios para la ficarla. Obviamente hay que excluir, en nombre de la historicidad misma
producción de las consecuencias jurídicas. Desde este punto de vista se de la institución, que lo instituido, o sea el resultado de la operación ins-
habla de la aplicación del derecho en términos de subsunción del hecho en tituyente, esté destinado a mantener in aeternum la misma configuración
la norma que hipotetiza el esquema de comportamiento como parámetro normativa.
de valoración del caso concreto. Sin embargo lo instituido puede ser puesto en discusión, alterado y
La técnica del esquema de comportamiento consiste en la definición modificado sólo por una nueva actividad instituyente que tenga la fuerza
d.e los elementos constitutivos de un tipo abstracto de acción (como por social necesaria para revocarlo. En suma, los significados sociales sancio-
eje~plo un contrato); la operación de subsunción posibilita la cualificación nables, o sea, las normas, precisamente en cuanto que son instituciones
jundlca del caso concreto a través de la reconducibilidad del mismo a los sociales no poseen eternidad o inmodificabilidad ningunas: su siempre
elementos de tipo general y abstracto de acción previstos por la norma. posible alteración permanece en la perspectiva de la actividad instituyente
Esta técnica da vida a un sistema formalmente autosuficiente (ya que to- de la que se originan y obtienen valor y legitimidad.
dos los casos concretos deben poder ser subsumidos en los esquemas de La validez de normas jurídicas carentes de un fundamento extrasocial
comportamiento legales) y por consiguiente tendencialmente cerrado en inmutable coincide, pues, con su transformabilidad. Ésta es una conse-
el plano no:mativo, a~nque cognitivamente abierto, por estar organizado cuencia necesaria de la positivación del derecho que se ha producido en la
para garantizar operacIOnes a través de las cuales se establece la semejanza modernidad. Más bien, como escribe Luhmann, «el fundamento de validez
entre el elemento ahstracto y el elemento concreto. del derecho positivo está de ahora en adelante sólo en su misma transfor-
Esta cuali~cación jurídica de los hechos, producida por un acto jurídi- mabilidad»; en otras palabras: «el derecho positivo es mantenido a través
co vuelto slgmficatlvo a su vez por otra norma -y así sucesivamente hasta de la renegabilidad, sobre cuya actualización se decide en la confrontación
u~a <<norma fundamental», que sin embargo no está «puesta» en el ordena- entre sistema y ambiente. Un orden que se autosustituye como el derecho
miento según otras normas, sino que, en camhio, es «presupuesta»- hunde es negable y transformable en la medida en que él mismo preestructura las
sus raíces en la institución compleja de la sociedad. condiciones de esta posibilidad»16.
Se toca aquí el límite de la norma jurídica, que nace de la actividad Dicho de otra manera, una de las características esenciales de la mo-
p.~lítica y en ~lti.mo tér~in? ~htiene de esta última su fuerza y su legitima- dernidad es la institucionalización explícita del derecho, cuya positivación
Clon. A este lImite extrajundlco pero no extrasocial alude Kelsen cuando
dice que «el contenido de la norma fundamental es especialmente claro 14. [bid., § 34, c. Análogamente en la primera edición de la Teoría pura del derecho [1934J,
en el caso ~n que un ordenamiento jurídico no cambia por vía legal, sino Eudcha, Buenos Aires, 1960, pp. J 40-141.
J5. ¡bid.
que es sustItUido mediante una revolución; análogamente, la esencia del 16. N. Iuhmann, La differellziaziolle del diritto, ed. de R. De Giorgi, iI Mulino, Bologna,
derecho y la comunidad por él constituida se presentan del modo más cla- 1995, p. 343.

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN EL DERECHO INSTITUIDO Y SU LEGITIMACiÓN

se entiende por eso como la transformabilidad de las normas instituidas a orden autosustitutivo se muestra incapaz de pensar la discontinuidad de
través de la legislación, esto es, la producción de nuevas normas. Sigue es- la historia. Esta discontinuidad se pone de manifiesto particularmente
cribiendo Luhmann: «Forma parte de la positividad que el derecho 'de vez en las épocas revolucionarias, cuando la insurgencia de nuevos significados
en vez' vigente sea vivido como selección respecto de otras posibilidades y sociales repercute desde fuera sobre las instituciones jurídicas, interrumpe
que valga en virtud de tal selección» le. Puesto que por otra parte «el derecho su continuidad y exige una transformación radical del orden normativo
en cada ocasión deriva su derecho a valer de la posibilidad de ser transfor- mismo. Entonces la coherencia interna y la lógica estacionaria o gradual-
mado» I S, su validez es una contingencia que no existiría sin derecho J9 • El mente evolutiva del sistema jurídico experimenta los contragolpes de acon-
derecho se presenta así como un orden social que -como orden- resulta tecimientos socio-económicos.
al mismo tiempo selectivo y excluyente (Waldenfels) ya que presupone y El magma de la creatividad social, en suma, está siempre en la base del
reconoce la contingencia de la acción humana que trata de reglamentar. ordo iuris, cuyas normas se proponen reglamentar y estabilizar sus propias
Contingencia ya sea en el sentido luhmanniano de acciones que siempre alteraciones, sin lograr nunca abolirlas del todo. De hecho las normas ju-
pueden defraudar las expectativas20 , ya en sentido «ontológico», como rídicas en que esta actividad histórica cristaliza cada vez no son eternas ni
admite el mismo Luhmann, cuando excluye que el derecho moderno pueda inmutables, y pueden ser sustituidas por otras siempre que éstas se hayan
ser garantizado por un simbolismo de la naturaleza 21 • producido según los procedimientos previstos. Eso significa que la validez
La contingencia como horizonte ontológico vuelve necesaria la me- del derecho no se fundamenta «en la intención política de la sociedad y
diación instituyente de la creatividad simbólica. En otras palabras: el sur- en su poder impositivo", sino en la «posibilidad de sostener expectativas
gimiento de códigos de sentido, capaces de proporcionar los significados, adecuadas»21.
los valores y las motivaciones de donde surgirán luego las normas, debe En suma, desde el momento en que la función social del derecho
ser reconducido inevitablemente a la institución histórico-social. «Todo consiste en regular las contingencias normativas, la propia validez jurí-
sistema jurídico es y sigue siendo dependiente de transposiciones de re- dica debe ser reencontrada «en las condiciones de variación y de susti-
presentaciones sociales de valor, en este caso jurídicamente relevantes»22. tución de la estructura normativa del derecho,,; la validez consiste pues
De este modo el sistema normativo, como hemos observado ya en «en el hecho de que las decisiones de transformar o de no transformar
ocasiones anteriores, se confirma como la punta de un iceberg en cuya base el sentido normativo son guiadas a partir del derecho existente,,24. Esta
late la vida magmática de los significados sociales. Ciertamente, la fórmula reconducción de la validez al derecho instituido, y por tanto al respeto
luhmanniana que se acaba de citar, que propone pensar el derecho como de los procedimientos existentes, es un indicio ulterior de la historicidad
«orden autosustitutivo», sigue siendo ambigua. Pese a reconocer la trans- del derecho. Su validez no es, pues, una característica metahistórica suya,
formabilidad de las normas, reduce este requisito del derecho moderno a sino una función de su autoinstitución. Que en la determinación de la
una característica funcional o estructural suya, dejando en la sombra toda validez sea decisiva la dimensión procedimental vincula el problema de
referencia al contexto histórico-social. En otras palabras: para Luhmann la validez a la naturaleza auto productiva del sistema jurídico. Eso significa
la transformabilidad de las normas es sólo una característica formal de la que el espacio de la validez jurídica lo instituye la pretensión del derecho
validez jurídica, mientras que en realidad -en la institución del derecho de autofundamentarse.
moderno- forma un solo cuerpo con la elaboración colectiva de signifi- No obstante el reconocimiento explícito de su autoinstitución no es
cados, valores y motivaciones que estructuran la vida social. Caracterizar una cualidad lógica e intemporal del derecho sino una conquista histó-
el derecho en términos de «orden autosustitutivo» significa interpretar el rico-social concreta del derecho moderno. Por este motivo el sistema de
proceso de transformación de las normas como un automatismo evolutivo, las normas jurídicas constituye, como dice Luhmann, un «orden autosus-
subordinado enteramente a la lógica interna del sistema, desvinculándolo titutivo» sólo mientras permanezcan en vigor los significados sociales, las
del contexto histórico-social al que inevitablemente pertenece y en el que motivaciones y las representaciones colectivas dominantes en el interior
arraiga siempre el derecho. De este modo, la noción de derecho como de una determinada tradición. Por el contrario, en las épocas de transición
histórica, o sea en las fases revolucionarias en que tiene lugar una trans-
formación social profunda, a la ruptura de continuidad de los significados
17. [bid., p. 116 sociales dominantes sólo puede corresponderle una transformación trau-
18. [bid., p. UB. mática del ordenamiento jurídico.
19. Cf. ibid., p. 65.
20. Cit., ibid., p. 20l.
21. Cit.. ihiel., p. 37l. 23. [bid., p. 249.
22. ¡bid., p. 251. 24. ¡bid., p. 259.

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GENEALOGIA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN

La transformabilidad de las normas, consecuencia de la alterabilidad


del orden social, remite así al problema de la legitimación del derecho, y
prueba la imposibilidad de reconducir este último a un modelo universal
y eterno (que no necesitaría para nada legitimarse). Si se siguen hasta el
fondo las implicaciones de este nexo, se debe excluir toda posibilidad de CAPÍTULO VI
fundamentar el derecho en un a priori de tipo metafísico, racional o na-
tural. Para profundizar nuestra reflexión sobre lo que tiene de específico
SISTEMA SOCIAL Y NORMATIVIDAD
el derecho como creación histórico-social debemos examinar ahora el
estatuto de la institución como «obra humana», es decir, «obra de todos
y de ninguno», cuya puesta en juego es la autodeterminación colectiva de
la praxis.

Orden social y actividad humana

La dimensión simbólica del orden normativo es al mismo tiempo reco-


nocida y desatendida por la modernidad. Reconocida, porque la socie-
dad moderna «inventa» la autonomía del derecho y su irreductibilidad
al orden social vigente de hecho; desatendida, porque el efecto de esta
invención queda inmediatamente sustraído a la historicidad y es presen-
tado como universal, y por tanto como algo inmediatamente normativo.
La presunta legalidad racional y trascendental del derecho se manifes-
taría en su funcionalidad sistémica y autorreproductora. El orden de
la norma realiza así la denegación de su propio carácter instituido. Lo
decisivo que observar en este proceso es que el orden jurídico, al eli-
minar su pertenencia al orden de lo instituido, instituye con eso mismo
su pretensión de escapar al proceso histórico, a su indeterminación y a
su carencia de fundamento. En definitiva, las características específicas
de la modernidad, proyectadas sobre la escena imaginaria del origen,
extravían su concreción histórico-social y parecen proceder de una na-
turaleza o de una razón inmutables, lo cual fundamenta su presunción
de universalidad. .
El orden social, en la tradición clásica y en general en las culturas
premodernas, no es concebido como consecuencia de una actividad
humana sino, en cambio, como extensión al mundo humano de una
verdad trascendente y por tanto de una estabilidad ontológica capaz de
regir el universo entero. Con la modernidad, esta compacidad universal
del Todo se viene abajo. El principio de la participación cósmica es sus-
tituido por la doble consciencia de la separación y de la contingencia.
Nace así la subjetividad individual y colectiva, basada en el principio
de la consciencia reflexiva. Y el orden ya no se presenta como un dato
indisociable, indiscutido y soberano, sino que se convierte en la puesta
en movimiento de una institución humana.

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN SISTEMA SOCIAL Y NORMATIVIDAD

Cierto es, efectivamente, que una creatividad normativa, aunque to- Hay, por tanto, una responsabilidad instituyente del sistema social
davía anónima e inconsciente, permea la vida colectiva en todas las so- respecto de los significadods vehiculados por el orden normativo; pero esta
ciedades humanas; pero es igualmente cierto que en la institución de la responsabilidad colectiva -reconocida explícitamente por vez primera
democracia moderna e! entrelazamiento de creatividad y normatividad por la sociedad moderna- es precisamente lo que el derecho tiende a des-
abandona el ámbito inconsciente o la espontaneidad difusa en toda la conocer o al menos a marginar. Y el esfuerzo de la reflexión filosófica sobre
esfer~ social, es rec.onocido explícitamente como origen de las leyes y se la experiencia jurídica debe proponerse, justamente, volver a sacarla a la
convierte en una dimensión ya no únicamente vivida, sino tematizada y luz. De hecho, sólo a través de la elucidación de sus implicaciones -como
objeto de reflexión, y sometida por tanto a las reglas que ella misma se da. se verá a continuación-la pregunta sobre la justicia de las leyes, la única
l! través de la institución de! sistema normativo es la propia demo- pregunta capaz de mantener abierto el espacio para la creación social de
cracia moderna la que reconoce a la sociedad como fuente de sus insti- significados nuevos, puede obtener una elaboración adecuada.
tuciones. Sin embargo, en e! momento en que el derecho y la sociedad
se separan y se hacen autónomos, le corresponde a la sociedad la tarea y
la responsabilidad de instituir públicamente los significados sociales, los Sistema jurídico y contingencia
valores y las normas que el derecho sanciona y estabiliza. Con todo, este
p.roceso autoinstituyente, mientras por un lado es reconocido como prin- Para precisar mejor la oscilación entre el reconocimiento de la dimensión
CIpiO generador de la sociedad moderna, por otro tarda en realizarse en histórico-social y su negación, en la base del derecho moderno, resulta
la efectividad de la vida social, de la que puede ser expulsado el momento oportuno volver sobre la pretendida racionalidad trascendente y metahis-
propiamente creador de la posición de las normas, esto es, la deliberación tórica de la experiencia jurídica de la modernidad.
colectiva cuyo objeto son los significados sociales fundamentales. Así, el Pese a haberse emancipado de las leyes divinas y de las leyes naturales,
~erecho moderno tiende a reabsorber en sí el momento extrajurídico que el derecho moderno, entendido como medio social o fuerza legal dirigida a
Instituye las normas, basando su propia estabilidad no tanto en las deli- impedir el uso privado de la fuerza, se presenta como realización de un
beraciones sociales de las que procede sino en una inmediatez originaria a priori racional que «oculta todo vínculo con la praxis de las relaciones
sustraída al alcance de la institución. humanas a las que da forma. Los propios principios fundamentales de la
Esta propensión del sistema normativo a deshistorizarse, ocultando su modernidad -la libertad, la igualdad, el consenso como fuente de obliga-
carácter institu~do y su dependencia de la creatividad social instituyente, se ciones- aparecen en ese contexto del mismo modo que los atributos que
manifiesta partICularmente en la estructura repetitiva y autorreproductiva esa misma Razón universal asigna a los individuos para volverlos 'sociales'
del derecho. Pero esta «capacidad de autorreproducción no es meramente y consentirles establecer relaciones recíprocas de las que serían incapaces
la consecuencia lógica del carácter formal y abstracto de las normas sino de otro modo»2.
consecuencia del orden de contenidos específico al que las normas, e~ vir- Así, el orden social moderno, nacido del reconocimiento de la con-
tud de ese carácter formal y abstracto, se tornan disponibles. Es, pues, la tingencia, una vez constituido oculta su propia historicidad. Ni siquiera
consecuencia de la capacidad de desarrollo de la lógica socio-económica sería proyectable su autofundamentación sin el presupuesto del carácter
Incorporada al sistema jurídico a través del carácter formal de sus normas, evidente de un contenido racional, o sea universal y necesario, y por ello
señaladamente de la lógica que confía a la iniciativa de los individuos la or- inmediatamente vinculante una vez más. Se produce así la eliminación
ganización de todas las relaciones sociales que pueden darse entre ellos» l. El originaria de la contingencia, la cual, sin embargó, sigue dejando de mani-
sentido fundamental que vehicula concretamente el derecho moderno como fiesto sus huellas en las vicisitudes de lo moderno. En realidad, eliminación
sistema normativo, y a través del cual regula la convivencia social, remite no significa anulación ni negación dialéctica.
de este modo al imaginario moderno, sobre el que la experiencia jurídica Como ya se ha subrayado muchas veces, en la modernidad actúa por
en su especificidad, no tiene competencia al ser ella misma una filiación del vez primera la consciencia adquirida de la propia historicidad (o sea, es im-
imaginario. El conjunto de las normas, en suma, no transmite solamente planteable un acceso directo a la presunta verdad trascendente del origen).
prohibiciones y mandatos, sino ante todo significados y valores socialmente Pero la pretensión de basar e! valor normativo del orden social en un con-
instituidos cuyo origen histórico-social excede al derecho pero que no puede tenido racional universalmente evidente acaba volviendo problemático,
exceder a la sociedad moderna que instituye la autonomía del derecho. inevitablemente, admitir la contingencia. El orden social tiende a volver
a presentarse como inmodificable. Y aunque su presunta estabilidad vaya

l. P. Barcellona. Diritto privato e societ¿¡ moderna, Jovene, Napoli, 1996, p. 51. 2. ¡bid., p. 7.

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN SISTEMA SOCIAL Y NORMATIVIDAD

en contra de su principio generador, sin embargo no logra anularlo. En Esta tendencia a deshistorizar la dimensión normativa de la experien-
realidad, es precisamente el miedo a la contingencia, y por tanto el peligro cia humana se refleja también en las teorizaciones de la experiencia jurídi-
de la falta de fundamento, lo que reclama la subordinación del sistema ca. Se ha aludido ya a la teoría pura del derecho de Kelsen, que atribuye
normativo a la transparencia y a la evidencia de una razón universal. a la esencia intemporal del derecho las características propias del derecho
lo que estabiliza la autocomprensión moderna del orden social es el moderno. Lo mismo se puede decir de la lectura estructural-funcionalista
presunto carácter inmediatamente vinculante de la racionalidad. Aunque del derecho preconizada por la teoría de sistemas de Luhmann. La línea
esta última no se presenta ya como una sustancia metafísica, mantiene un de continuidad entre los dos enfoques está constituida por una lectura
carácter intemporal y universal. la modernidad sustituye el vínculo direc- trascendental del universal normativo, gracias a la cual este último no apa-
to de autoridad y tradición por el proyecto de una autofundamentación rece como efecto de una institución histórico-social sino que es presentado
racional, controlable y previsible, y capaz por ello de ofrecer estabilidad como una consecuencia directa de la racionalidad humana.
y orden a la convivencia humana. La racionalidad se presenta como un En el caso del funcionalismo sociológico elaborado por Luhmann re-
cálculo funcional regido por una rigurosa lógica económica. En este con- sulta decisiva la comprensión del sistema social a partir de un modelo
texto, al derecho se le atribuye la función de reglamentar la vida social. Su biológico. En realidad, el paradigma elegido por la teoría de sistemas para
papel consiste en una racionalización social capaz de estabilizar los com- comprender el funcionamiento de las sociedades y de sus componentes es
portamientos y asegurar las perspectivas de los consociados. El derecho el del organismo vivo, que funciona según la lógica de la autorreferencia.
se presenta por ello, casi espontáneamente, como la traducción jurídica Esta última permite seleccionar, entre los elementos del mundo externo,
de una normativa intemporal, que precede a las acciones humanas y se lo que favorece y lo que amenza a la supervivencia, la conservación y la
muestra capaz de determinarlas universalmente. reproducción del organismo. Las reglas que estructuran el sistema social
De este modo la propia experiencia jurídica se remite a un criterio son vistas por Luhmann siguiendo los criterios de autoconservación y au-
general inmanente a la regularidad de la «naturaleza humana» cuya nor- torreferencia que en los vivientes expresan la ratio de su comportamiento.
matividad no se entiende ya como un dato sustancial o esencial, sino como El criterio de la autorreferencia constituye entonces la norma. Se trata,
una función sistémica. A la luz de la teoría de sistemas de Luhmann, un obviamente, de una norma inmanente a los comportamientos: lo cual
sistema aparece como «una estructura normativamente cerrada pero cog- supone no sólo su carácter funcional, que la subordina a la estabilidad y
nitivamente abierta, o sea, en situación de adaptar sus comportamientos a la supervivencia, sino ante todo su estructura naturalista. En realidad la
a los nuevos inputs procedentes del ambiente. De este modo acoge la autorreferencia como criterio normativo inmanente al organismo es un
complejidad ambiental, pero la reduce a la medida de sí mismo. El sistema, momento ineliminable de la lógica de lo viviente, a través del cual toma
por tanto, es un reductor de la complejidad que permite la supervivencia cuerpo un comportamiento que no conoce excepciones ni transgresiones.
de la identidad sobre la base de un código normativo (identitario) y de Pero hay una diferencia radical entre los organismos vivos y el mundo hu-
una apertura cognitiva tal que le permite entretejer una relación con la mano: sólo en el primer caso la norma es inmanente al comportamiento,
complejidad del ambiente»3. el cual a su vez no puede apartarse de ella (con la única excepción de la
La comprensión sistémica de la naturaleza humana percibe en esta patología, cuyo resultado a fin de cuentas es la negación de lo viviente, o
última la estructura de la autorreferencia, es decir, la presencia de una sea su muerte). En el mundo humano, en cambio, el orden de las normas
normatividad inmanente, cuya universalidad es puramente funcional a debe ser instituido y sigue siendo contingente. (como prueba el hecho
la pervivencia del ser. la norma interna de esa naturaleza desempeña difuso de la transgresión).
la función de seleccionar y estabilizar las acciones más adecuadas -es
decir, encaminadas a la supervivencia-, por cuanto éstas constituyen las
respuestas funcionales del sistema a los estímulos del ambiente externo. La teoría de sistemas y la concepción funcionalista
Efectivamente: el naturalismo concibe el universal normativo como algo de la institución
inmanente, desvinculándose así de la abstracción y la generalidad que
suelen acompañar a las formas sustancialistas de universalismo. En otras Asegurada la necesidad de la «institución», se plantea el problema filosófico
palabras: aquí la reivindicación de lo universal no postula ya trascendencia de su determinación y su configuración, esto es, de las categorías teóricas
alguna. a través de las cuales se concibe el modo de ser de la institución. En otras
palabras: una vez reconocido el hecho de que el orden de las normas debe
ser instituido, porque en el mundo humano lo normativo no es enteramen-
3. P. Barcellona, 11 suicidio dell'Europa, Dedalo, Bari, 2005, p. 61. te inmanente a los comportamientos y por tanto no puede ser inferido de

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN SISTEMA SOCIAL Y NORMATIVIDAD

éstos, falta determinar el tipo de operación o de actividad en que consiste c1usivamente como exponente individual de la especie, reduciéndose así
la institución. a «manifestación» individual de la «naturaleza humana». Aquí actúa una
En el discurso filosófico que estamos construyendo, la institución se opción de campo preliminar, de tipo «individualista» y '<naturalista», que
presenta como obra colectiva del actuar humano, que excede de las inten- considera irrelevante y extrínseca o sólo superficial la dimensión socio-
ciones y las deliberaciones individuales, ya que constituye el presupuesto histórica de la existencia humana. A consecuencia de ello, en este modelo
socializador de éstas. Se sitúa así en primer plano la caracterización ine- teórico la institución queda reducida a momento estructural de la evo-
vitablemente histórico-social de la institución. Su punto de partida es un lución biológica del individuo, y la función de la institución consiste en
análisis de la "cultura» que reconozca la intrínseca variabilidad de esta estabilizar el ambiente externo y garantizar o acrecentar la seguridad de
última y la independencia de esa variabilidad de determinaciones o fun- los actos encaminados a la satisfacción de las necesidades.
ciones biológicas, como se desprende de la siguiente reflexión juvenil del En una perspectiva de este tipo se mueve el análisis sociológico de
gran psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981), que parte de un Luhmann. Escribe: «Las instituciones son expectativas de comportamiento
análisis de la institución familiar: "La especie humana se caracteriza por generalizadas en la dimensión temporal, material y social y, como tales,
u.n desarrollo ~ingular de las relaciones sociales, sostenidas por sus excep- forman la estructura de los sistemas sociales». Y añade: «Desde este punto
CIOnales capacldades de comunicación mental, y, correlativamente, por una de vista -y sólo desde él- constituyen un posible objeto de positivación
paradójica economía de los instintos, que demuestran ser esencialmente jurídica»5. En otras palabras: la noción sociológica de institución no se
susceptibles de conversión y de inversión, tanto que sus efectos únicamente limita a mentar un conjunto de normas formalmente válidas, sino que cons-
pueden aislarse de modo esporádico. Se permite así una variedad infinita tituye en cambio un conjunto de expectativas de comportamiento reales,
de comportamientos adaptativos. Su conservación y su progreso, dado que actualizadas en el contexto de un papel social y con la ayuda del consenso
dependen de la comunicación, son ante todo obra colectiva y constituyen social. En suma: al insistir sólo en la dimensión normativa, en el momento
la cultura»4. en que la norma, dentro de ciertos límites, es «válida» prescindiendo del
El presupuesto del que parte, en este texto de 1938, un Lacan aún no consenso de hecho, «se pierde el elemento característico del concepto
estructura lista es la imposibilidad científica de reconducir una institución sociológico de institución, a partir del cual las instituciones legitiman la
social como la familia a las constantes universales determinadas por los suposición del consenso mediante una ampliación de éste y proporcionan
comportamientos instintivos. En la institución, por tanto, se puede reco- un fundamento a la acción mientras alguien no llegue a afirmar con éxito
nocer el orden original de la cultura. La multiplicidad variable e indetermi- una idea contraria y rompa en pedazos la disponibilidad de aquélla en
nada de las elaboraciones propiamente culturales presupone la plasticidad contacto con la realidad social»6.
de la realidad social y de la vida psíquica, pero no la agota. La cultura En la base de la concepción sociológica de la institución que la teoría
-o, mejor, el orden cultural, caracterizado intrínsecamente por la insu- de sistemas de Luhmann hace suya se puede reconocer la lectura natura-
perable pluralidad de las culturas- constituye una «nueva dimensión» que lista de la institución propuesta por Arnold Gehlen (1904-1976). La con-
no se transmite por vía genética y que no se deja determinar o reconstruir cepción del ser humano elaborada por este autor es llamada antropología
a partir de sus componentes atómicos. Eso vuelve ilusorio e imposible negativa o antropología de la incompletud, porque explica el comporta-
cualquier tipo de reductio ad unum que proyectara sobre lo real la imagen miento humano -y la referencia inevitable y central en él a la normati-
abstracta de un sentido ideal. En suma, la cultura -o sea toda cultura- es vidad- a partir de la ausencia de un instinto biológico que reglamente la
la «obra colectiva}) a través de la cual se instituye la multiplicidad de signi- sobreabundancia de las necesidades y pulsiones de que está dotado todo
ficados, motivaciones, valores y normas que vuelven humana la vida. miembro de la especie humana. La naturaleza dota a los individuos de gran
. Pero de la necesaria institución humana del orden simbólico y norma- cantidad de instintos e impulsos y de cierto número de órganos, pero no
tivo se ha hecho también una lectura meramente funcional, según la cual les da las «instrucciones de uso» de estos últimos. En la estela de algunas
la institución estaría constituida por un aparato instrumental, suministrado observaciones de Nietzsche, el hombre aparece como un animal «inaca-
por la aptitud para resolver los problemas encontrados por el ,<hombre» bado», expuesto permanentemente al riesgo del futuro, y por ello precisa
en su ambiente vital en el intento de satisfacer sus propias necesidades ser disciplinado. La negatividad biológica del ser humano, en suma, se
elementales. Así, el «sujeto» individual de estas necesidades elementales convierte en el supuesto previo necesario para la institución «culturaJ", o
encaminadas a la supervivencia y a la reproducción es considerado ex-
.5. N. l.uhmann, I diritti fondamentali come istituziolle, cd. de G. Palomhclla y L. Pannarale,
DeJalo, Bari, 2002, p. 45.
4. J. Lacan, "La familb>, en Encyclopédie fran(aise, Larousse, 1938. 6. Ibid., p. 44.

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I
SISTEMA SOCIAL Y NORMATIVIDAD
GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN

sea, para la elaboración de un sistema de selecciones capaz de transformar de las decisiones que continuamente es invitado a tomar por parte del
lentamente el mundo de las pulsiones en acciones intencionales y poste- ambiente -por retomar los términos canónicos de ese Luhmann que pre-
riormente en acciones habituales. cisamente obtendrá de las teorías de Gehlen el punto de partida inicial de
Ciertamente, entre la determinación natural y la cultural hay una di- su propia perspectiva- puede liberar el individuo la energía necesaria para
ferencia de nivel, pero la lógica que preside las dos es análoga: se trata prestaciones superiores»7. El aparato institucional, en esta concepción, no
de una lógica funcional o instrumental, cuyo objetivo está determinado se configura solamente como condición indispensable para el ejercicio de
por la satisfacción de las necesidades vitales. Aquellas necesidades que la libertad del individuo, sino que lleva en sí la huella del punto de partida
plantean un problema cuya solución no viene dada por la <<naturaleza» se naturalista en que está anclado el pensamiento de Gehlen. Como todo fun-
satisfacen recurriendo a la «cultura». Lo decisivo es que tales necesidades cionalismo, la antropología de Gehlen, al reconducir el orden normativo
sean universales y constantes, arraigadas en el instinto de supervivencia de .. a la constante de un presupuesto naturalista, no logra dar cuenta de las
los exponentes individuales de la especie humana. variaciones histórico-sociales que constituyen en cambio la trama efectiva
Contrariamente a lo que deCÍa Lacan a propósito de una institución de nuestra experiencia.
histórico-social como la familia, cuya configuración efectiva y concreta En las ciencias sociales, como deCÍa el gran antropólogo Bronislaw
no se puede inferir de la respuesta automática a una necesidad biológica, Malinowski (1884-1942), «función significa siempre la satisfacción de una
en la perspectiva funcionalista que estamos analizando ahora la cultura se necesidad»8. En la concepción funcionalista, toda institución, comporta-
presenta como una «segunda naturaleza»: su tarea consiste en distanciar miento o idea social desempeña una función, o sea, en último término tiene
al individuo de la presión inmediata de las pulsiones para orientarlo ha- la finalidad de satisfacer una necesidad.
cia actividades no vinculadas directamente con las necesidades primarias, Pero en el mundo hU~lano ninguna necesidad lleva en sí la definición
pero en realidad indispensables para que estas últimas puedan ser satis- -la indicación, la determinación- del objeto adecuado para satisfacerla.
fechas. Gehlen califica de «descarga» este desplazamiento de las energías La creación histórico-social de las necesidades es el proceso a través del
individuales hacia actividades culturales y simbólicas, que hacen posible cual la humanidad atribuye cada vez un contenido preciso a las propias
la satisfacción indirecta de las necesidades primarias. Nacen así las institu- necesidades. «El hombre no es esa necesidad que comporta su 'objeto
ciones, que constituyen una especie de prótesis artificial que la naturaleza adecuado' complementario, una cerradura que tiene su llave (que hay que
proporciona al individuo; este último, en realidad, si quedara preso de encontrar o fabricar). El hombre sólo puede existir definiéndose cada vez
los instintos, tendría grandes dificultades para sobrevivir. En una palabra: como un conjunto de necesidades y de objetos que las corresponden, pero
para Gehlen, sin la «descarga» puesta en acción por la cultura, el individuo supera siempre esas definiciones, y si las supera (no sólo en una perma-
seguiría prisionero del mundo fluctuante de las pulsiones, y por ello no nente potencialidad, sino en la efectividad del movimiento histórico) es
podría seleccionar acciones compatibles con la satisfacción de las necesi- porque proceden de él mismo, de que es él quien las inventa (ciertamente,
dades y excluir las acciones inseguras o peligrosas. El instrumento natural no de un modo arbitrario, ya que siempre hay límites impuestos por la
capaz de reducir al mínimo el riesgo de incertidumbre sobre el resultado naturaleza, por el mínimo de coherencia que exige la racionalidad y por
de la acción individual es por tanto la estabilización de determinados la historia precedente»>9.
comportamientos a través de la institución de reglas.
El enfoque de Gehlen es rigurosamente individualista v funcionalista. El derecho como sistema inmunitario de la sociedad
Según su antropología, el organismo humano no se halla ~n situación de
satisfacer las necesidades individuales sin la aportación de dispositivos Cuando la teoría sistémica aplica a las sociedades humanas los paradigmas
exteriores. Entra en juego entonces la cultura encarnada en institucio- de la autorreferencia y de la inmunidad recurre también a un modelo bioló-
nes que tienen la función de «fijar en una jaula normativa» un autono- gico y deja en la penumbra la diferencia capital entre la lógica de lo viviente
matismo que sustituya al código biológico, y que proporcione la misma y la lógica vigente en el mundo humano. En el interior de este último, la
seguridad que el automatismo instintivo. De este modo la institución se autorreferencia inmunitaria presupone necesariamente que la identidad
presenta como un proyecto de la naturaleza a través del cual se consigue
estabilizar los comportamientos útiles para la supervivencia. Por concluir:
la «posición de Gehlen -madurada sobre todo en contacto con la théorie 7. R. F.sposito, Immunitas. Protezione e negazione delta vita, F.inaudi, Torino, 2002, p. 127;
hay trad. ust., Amorrortll, Buenos Aires, 200S.
de l'institution de Maurice Hauriou- no revoca el presupuesto esencial- 8. B. Malinowski, Teoría científica de la cultura, trad. de A. R. Cortázar, Edhasa, Barcelona,
mente individualista que vincula con el principio de la descarga [ ... J. Sólo 1981, p. 168.
al descargar en un sistema objetivo de control y de reproducción la carga 9. C. Castoriadis, L'institution imaginaire de la société, Seuil, Paris, 1975, p. 190.

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN
l SISTEMA SOCIAL Y NORMATIVIDAD

del «se» -que hace las veces de sujeto de la autorreferencia y de la inmu- los conceptos en las prácticas sociales concretas. Al reconducir toda insti-
nidad- haya sido instituida socialmente. Pero este presupuesto capital-y tución, independientemente de su variahle configuración histórica, a una
sus implicaciones- quedan, en la teoría sistémica, en la penumbra. función social constante, que en último término consiste en subvenir a las
Luhmann sigue concibiendo el proceso social en términos de evolu- necesidades de una sociedad garantizándole la cohesión y la reproducción,
ción funcionalista, esto es, encaminada a garantizar la supervivencia de el funcionalismo sociológico-jurídico resulta incapaz de dar cuenta de la
los individuos y la reproducción del sistema social. Por ello el sistema de las alteración social y de sus significados simbólicos. Una conceptualización
normas no aparece como fruto de una creación social específica, sino que abstracta oculta la creación social de nuevos significados, que inevitable~
-como escrihe explícitamente en su ohra sistemática sobre los Sistemas mente interrumpen la continuidad evolutiva del sistema. El derecho se
sociales- «funciona como sistema inmunitario de la sociedad»lO. convierte en un subsistema social cuya función consiste en inmunizar al
No es ésta la única función del derecho: éste «produce también, y es sistema social, produciendo la seguridad de las expectativas o bien volvién-
parte de su esencia, seguridad para las expectativas de comportamiento dolas estables y sancionadas.
qúe no son obvias»ll. Pero entre los dos momentos -la estabilización de Pero esta reducción del derecho a función inmunitaria de la sociedad
las expectativas y la inmunización de la sociedad- hay un sólido vínculo no pertenece a la esencia del derecho ni a la lógica de la autodiferenciación
funcional. «Este nexo entre derecho y sistema inmunitario se precisa más del sistema social (según la cual una parte de él asumiría la función de
al considerar que el derecho se constituye como anticipación de posibles garantizar la inmunidad del conjunto). En suma: la reducción del derecho
conflictos. La perspectiva de conflicto extrae de la masa de expectativas a estructura funcional abstracta constituye la creación moderna de un
que se forman cotidianamente aquellas que darán prueba de su validez en nuevo significado social y no el desarrollo riguroso de la autorreferencia
caso de conflicto»12. biológica, entendida como norma inmanente al organismo vivo, que luego
La función del derecho no consiste en evitar los conflictos, y menos sería traducida o trasplantada al sistema social gracias al derecho.
aún en proponerse semejante tarea, sino en institucionalizarlos, previ-
niendo que se precipiten en la violencia y suministrando a todo eventual
conflicto formas de comunicación adecuadas. En este sentido, escribe Cognitividad y normatividad
Luhmann, «el derecho sirve para continuar la comunicación con otros
medios»ll, evitando la violencia del paso a «vías de hecho» y garantizando El modelo biológico de la autorreferencia, que permite que los organismos
la seguridad del sistema social. Su función inmunitaria consiste en eso, en sobrevivan y que por tanto constituye la base de la lógica de lo viviente,
que el derecho revela ser funcional para la supervivencia social, tutelando, no es aplicable en cuanto tal al mundo humano. En otras palahras: para
hasta donde sea posible, <da autopoiesis del sistema de comunicación re- transponer al plano social la autorreferencia hiológica es indispensable
presentado por la sociedad, defendiéndola de las posibles perturbaciones vincularla a la autorrepresentación colectiva, y para ello es igualmente in-
que este sistema puede producir desde su interior»14. dispensable llenar de contenidos histórico-sociales determinados la forma
En la sociedad moderna, caracterizada por la secularización, y por de la propia identidad (de individuos y de grupos). Los mismos códigos
tanto por la diferenciación -en el interior del sistema social- de una susceptibles de estabilizar la experiencia socialmente intercamhiahle deben
multiplicidad de subsistemas, el derecho desempeña esta función inmu- ser instituidos a su vez.
nitaria. Luhmann proporciona una descripción precisa y lúcida de esta Ni el evolucionismo puramente biológico ni su versión estructural-
autodiferenciación del sistema social, en cuyo interior se produce la posi- funcional consiguen mostrar de una vez por todas, infiriéndolas de la lógica
tivación del derecho moderno, pero oculta la dimensión histórica de este de lo viviente o de la del sistema, las presuntas constantes universales y
proceso social. necesarias de la elaboración cultural. Yeso es así por una razón radical:
Como todo funcionalismo, también el que Luhmann aplica a la com- pueden alcanzar las invariantes cognitivas, que garantizan la supervivencia
prensión de la experiencia jurídica elimina el origen histórico-social de biológica; pero la supervivencia propiamente humana exige que se elabo-
re cada vez un código normativo, y este último no se puede inferir de la
lógica de lo viviente sino que ha de ser instituido socialmente cada vez.
10. N. Luhmann, Sistemas sociales. Lineamientos para una teoría general, trad. de S. Pappe A consecuencia de ello, el modelo biológico de la autorreferencia no
y B. Erkcr, Anthropos, Barcelona, 1998, p. 337. puede ser simplemente transferido o transpuesto de los organismos vivien-
11. [bid. tes a las sociedades humanas, como parece hacer la teoría de sistemas; pues
12. [bid.
13. [bid., p. 339.
para que esta transposición pueda tener lugar es previamente necesario que
14. [bid. sea instituida una forma concreta de identidad colectiva a la que pueda ser

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN

referido el sistema social. La autorreferencia, en suma, debe ser instituida


en su paso de lo biológico a lo social. Y esta institución asume inmediata-
mente un carácter normativo, que va más allá de la transmisión de! código
cognitivo a través de la evolución de la especie. Esta última dota de un có-
digo de comportamiento a todo organismo, c?digo que; ~n e! plano mera- Capítulo VII
mente biológico, «es contextualmente normativo y cogmtlvo al tener como
fin e! imperativo de la mera supervivencia y reproducción. Nor~atividad EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COMO INSTITUCIÓN
y cognitividad se hallan, en todo ser vivo, estrechamen~e cor.relaClonadas y
condicionadas recíprocamente al mantenimiento de la Identidad func~onal
del organismo. Por eso la producción en e! ambiente de un aconteCImIento
no previsto -e! azar- puede ser metabolizada evolutivamente medlan~e
procesos de adaptación tendencialmente ilimitados dentro de! espa~¡?
definido por e! imperativo (normatividad) de la supervIvenCIa. La. cogmt¡··
vidad de! sistema viviente siempre está abierta a lo 'nuevo', pero vmculada
funcionalmente a ese imperativo. Lo viviente humano, que en el terreno
biológico participa ciertamente de esta lógica, está falto sin embargo.1e Derecho y fuerza social
un código normativo originario, ya que no está vinculado a la funcJOn
de la mera supervivencia. La normatividad del individuo viviente debe Pese a la incompatibilidad histórica entre normativismo e institucionalismo
ser instituida socialmente para adquirir la determinación identitaria que -es decir, entre dos tipos de pensamiento jurídico basados en una concep-
luego estructura el campo de las funciones cognitivas. En otras palabras: la ción fundamental del derecho como regla formal o como ordenamiento
excedencia de las pulsiones y la disfuncionalidad originaria de la 'psique' concreto, respectivamente- sería erróneo contraponer radicalmente nor-
vuelven necesaria la 'creación' de fines y valores distintos de! mero sobre- ma e institución. El mismo análisis que en la coincidencia entre institución
vivir que constituyen el fundamento normativo de! individuo humano. El y orJenamiento concreto ve e! fundamento de la validez y la efectividad
código normativo humano, pues, no es dado, sino que es creado por los de las normas no puede descuidar, a su vez, e! decisivo nexo entre la ins-
·
hombres mIsmos y toma "cuerpo en to da nueva VI'da» 15 . titución y el dictado de las normas, en el que el ordenamiento se articula
Si en cambio se razona como si el sistema social no crease el orden y cobra vida. Pero, por otra parte, una consideración puramente formal
instituido de las normas, y por ello se limitara a traducir en el plano social de la norma y de las condiciones de su validez, si prescinde de la retícula
la norma de la autorreferencia (que en lo viviente hace de criterio funcional institucional en la que inevitablemente se halla inserta toda norma, pierde
inmanente a su supervivencia), se seguiría entonces e! hundimiento de la de vista e! terreno histórico-social concreto de! que sólo se pueden derivar
distinción basilar de! derecho moderno entre norma puesta y ley natural. las normas y al cual sólo se pueden aplicar.
En tal caso el recurso mismo al sistema social no lograría contrastar la «El hombre a-institución, fuera de las instituciones o sin ellas, no exis-
propensión a la inmanencia de la norma biológica, cuya univ~rsalidad te. No existe el hombre 'natural': sólo existe el hombre tal como se forma
resultaría en definitiva análoga a la suministrada por la explIcaCIón natu- a través de la mediación de las instituciones»!. A partir de esta afirmación
ralista de lo que es. lapidaria un jurista experto como Giuseppe Guarino ha desarrollado re-
cientemente un análisis panorámico, riguroso y exhaustivo de la red de
relaciones institucionales que constituye la estructura normativa de nuestra
vida social.
El entrelazamiento entre normas e instituciones resulta ser ahí central
e indisoluble y muestra toda su concreción y efectividad. «Si al conjunto
de las normas de la institución individual y a cada una de ellas indivi-
dualmente debe serie inherente el carácter de la autoridad, entonces es
indispensable que haya una fuerza que la sostenga. Es la fuerza social,,2,

1. G. Guarino, L:uomo istituzione, Laterza, Roma-Bari, 2005, p. 5.


15. P. Barcellona, 11 suicidio del!' Europa, cit., pp. 78-79. 2. lbid., p. 17.

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GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN EL ORDENAMIENTO JURíDICO COMO INSTITUCiÓN

cuya naturaleza real se capta tomando como base los comportamientos demás. Ciertamente, estas mismas cualidades y características son a su vez
de las particulares entidades de hecho comprendidas o integradas en la <<fruto directo o indirecto de instituciones. Pero hic et nunc son las que
institución. son. Sobre esta base se establece una dialéctica continua entre lo que tiene
Guarino escribe además: «Si hay normas (y si hay una institución no de peculiar y propio el individuo particular, incluido su fuero interno, y
puede no haber normas) y hay (lo que es igualmente ineliminable) com- el papel institucional"lO.
portamientos de las entidades presentes en la institució~ individual, p~ra Así, la presencia de las instituciones en la vida humana es central e in-
cualquier comportamiento sólo puede darse la alternativa de que o bien evitable. Son justamente las instituciones las que socializan a los individuos
sea conforme a las reglas, o bien no sea conforme a esas mismas reglas"l. particulares, forjando sus características naturales y psíquicas. El hecho de
A partir de aquí se expande la fuerza social, expresada por la masa que ninguna institución pueda agotar jamás el fondo oscuro de la psique
de los comportamientos conformes, que acaba constituyendo el element~ de los individuos es la razón profunda de la inestabilidad de lo instituido,
fundamental de la institución. «La fuerza social no es un dato absoluto nI de su permeabilidad al cambio y a la alteración.
permanente. Si existe, las normas gozan de autoridad. Si se debilita, la au-
toridad pierde peso. Si se extingue, la institución deja de existir con ella»4.
y añade: "Cuanto mayor es el consenso que obtienen las normas r... ] tanto El concepto sociológico de institución
más sólida y constante es la fuerza social»'. Aunque sea indispensable, no
basta la fuerza organizada (cuyos tres momentos -gobierno, jurisdicción y Aunque «toda la vida de los hombres se desarrolla en las instituciones y
administración- «son inherentes a toda institución por mínima que sea»6) a través de las instituciones», como observa Guarino <<las instituciones
para conseguir comportamientos conformes a la norma: e~ in~isp:nsable el figuran entre las cosas menos conocidas. Falta incluso una definición de
consenso social como fenómeno previo al aguante de las InstitucIOnes. En 'institución' que sea generalmente aceptada» 11.
resumen: la fuerza social «procede del conjunto de los comportamientos En el Dizionario di sociologia de Luciano Gallino la noción de institu-
colectivos conformes a las normas,,7. ción se define, en sentido lato, como sigue: «Conjunto de valores, normas
Las instituciones se alimentan de la adhesión masiva de los consociados y costumbres que con variada eficacia definen y regulan duraderamente,
y condicionan la vida de los individuos. Nadie «escapa al dominio del as ins- independientemente de la identidad de las personas individuales, y a me-
tituciones ni siquiera en el ámbito del ejercicio de los derechos de lIbertad nudo con independencia de la duración de éstas: a) las relaciones sociales y
personales. Estos derechos, como cualesquiera otros, existen si las normas los comportamientos recíprocos de un grupo de sujetos determinado [... ];
los reconocen y en la medida en que lo hacen, y dentro de los límites en b) las relaciones que un grupo no determinable de sujetos tienen y tendrán
que son reconocidos. Su ejercicio implica además lugares y medIOS para con ese grupo sin formar parte de él, y sus comportamientos a su respecto.
ello, regulados por instituciones siempre y en todo caso"s. En este sentido una institución como el matrimonio define y regula por un
No sólo es el ordenamiento jurídico lo que impone el carácter central de lado las relaciones entre los dos cónyuges [ ... ], y por otro las relaciones y
la institución. La implicación filosófica radical del preciso análisis de Guarino los comportamientos que muchos sujetos deben observar o se considera
es la inexistencia del hombre «natural". «En todos los instantes de la vida el justo que observen respecto de cualquier pareja unida en matrimonio [... ].
hombre está implicado en alguna institución y piensa y quiere según las Por extensión, a menudo se llama institución a un conjunto de personas
instituciones»9. Eso no significa que los seres humanos, una vez «gener~das cuya actividad está definida y regulada; en este sentido son instituciones
las instituciones, se anulen en ellas»; en realidad, todo ser humano «tiene las escuelas, los hospitales, las empresas industriales»12.
numerosas facetas, que corresponden a las instituciones de las que forma Poco más adelante la pluralidad de las diversas formulaciones del con-
parte y a los papeles que desempeña en ellas. Cualquiera que sea el papel cepto de institución se resume como sigue: «Las instituciones son comple-
en que se inserta concretamente, el individuo participa en él con toda jos normativos que regulan y prescriben las formas de comportamiento
su personalidad, inteligencia, sentimientos, estado de salud, atención" y y de conducta a tenor de las situaciones, reduciendo drásticamente las
alternativas abiertas al sujeto respecto de las abstractamente posibles; los
3. [bid., p. 18. comportamientos y las conductas (secuencias de acciones y de compor-
4. [bid., p. 21. tamientos incluso privados) así regulados tienen que ver en general con
5. [bid., p. 25.
6. ¡bid., p. 29.
7. [bid., p. 73. 10. [bid., pp. 86-87.
8. [bid., pp. 77-7R. J 1. [bid., p. 6.
9. [bid., p. X2. 12. I.. Gallino, Dizionario di sociologia, Utet, Torino, '2004, p. 392.

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EL ORDENAMIENTO JURíDICO COMO INSTITUCiÓN
GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN

problemas relevantes de la existencia social; en consecuencia, toda la so- Orden espontáneo y orden instituido
ciedad está interesada en todas las instituciones; cada individuo, desde su
nacimiento, se encuentra ante las instituciones de su sociedad como una Se ha aludido ya a esa corriente de la ciencia jurídica del siglo xx que lleva
realidad preconstituida, completamente independiente de su presencia y el nombre de institucionalismo (o teoría institucional del derecho) para la
de su voluntad, la cual tiene la fuerza constrictora de una realidad material; cual la normatividad de las instituciones se revela estrechamente conexa
las instituciones tienen duración, permanencia y estabilidad superiores a la y entrelazada a la concreción del ordenamiento jurídico. En este sentido,
duración de la vida individual, de modo que una institución puede perma- corno ha escrito Massimo La Torre, se puede definir la institución «corno
necer casi incambiada durante siglos pese a haber sido 'encarnada' durante ámbito de acciones hecho posible por normas»16, pero hay que precisar
ese tiempo por muchas generaciones diferentes; las instituciones son ob- 9ue.las ??rmas en cuesti~n no pueden preceder a la institución, porque sin
jeto de valoraciones positivas y de fuertes inversiones afectivas, de modo IDstltucIOn las normas mismas no existirían (no serían válidas ni eficaces).
que cuando éstas faltan se habla en seguida de crisis de tal institución. El La Torre escribe además: «Desde un punto de vista institucionalista se
carácter central de las instituciones para cualquier tipo de organización puede s?stener .que l~ sociedad es siempre el resultado (aunque no siempre
social, corno puede inferirse de esta síntesis de sus definiciones, explica, premedItado DI prevIsto) de la autodeterminación de los seres humanos,
por un lado, la práctica -corriente entre sociólogos y antropólogos- de ~n tant? que .no están gobernados por meros instintos o por respuestas
suministrar una presentación de conjunto de una sociedad en la forma de Irreflexivas, SIDO por normas, y éstas son el producto de la acción de los
una lista de instituciones o de esferas institucionales; y, por otro, el hecho hombres (aunque no siempre de sus designios)>>!7.
de que los movimientos sociales progresistas se presentan frecuentemente Esta última formulación, que en los resultados de la acción humana dis-
corno una crítica más o menos radical de las instituciones existentes,,13. tingue el producto bien determinado por un propósito explícito de lo obte-
Esta síntesis sociológica confirma el carácter central del concepto de nido realmente, remite a una fórmula de Friedrich von Hayek (1 R99-1992)
institución y su indeterminación. que se obtiene del título de su ensayo The Results of Human Action but not
Si se considera, como sostenía Chomsky en su famoso diálogo con of Human Design l8 • En la perspectiva del célebre economista y filósofo li-
Foucault en la televisión, que «la necesidad de actividad creadora, de bús- ?era~, qu.e fue un d~ro adversario del racionalismo constructivista (y de sus
queda creadora y de creación libre, o sea, carente de los efectos limitadores ImplicacIOnes políticas), se trata de una distinción decisiva, por medio de la
y arbitrarios de la coerción ejercida por las instituciones, representa un cual rechaza la pretensión de la sociedad moderna a la autodeterminación
elemento fundamental de la naturaleza humana"l\ entonces no se limi- de su identidad y la de sus instituciones. En realidad Hayek denuncia en
ta a criticar las instituciones existentes, sino que se persigue el designio ~l constructivis~o una concepción según la cual «se supone que todas las
utópico e irrealizable (por ser estructuralmente inconsistente) de un tipo IDstltucIOnes SOCIales son, o deben ser, producto de designio o plan con-
de sociedad sin mediaciones y limitaciones institucionales. Y también en cre~o»,Jo que en su opinión hay que considerar falso «puesto que ni todas
este caso la visión abstracta de una naturaleza humana que fundamenta la las mStltucIOnes eXistentes son fruto de la intención ni sería posible hacer
libre creatividad de los individuos, para dejar de ser un puro ideal, debería que todo el orden social dependiese de un determinado plan»19.
inevitablemente, a su vez, convertirse en institución. No hay duda de que los resultados de las actividades humanas van más
El propio Chomsky afude: «Si es así, eso quiere decir algo obvio: una allá de las intenciones y las previsiones. T.o cual sin embargo no impide
sociedad más justa debería maximizar las posibilidades de realizar esta que las realidades institucionales sean creaciones histórico-sociales. Eso es
característica humana fundamenta!>, 11. y para hacerlo, aunque pretenda verdad paradigmáticamente en el caso de la experiencia jurídica. Cuan-
inspirarse en el modelo extrainstitucional de la naturaleza humana, no do S~nti Romano escribe por ejemplo que «el derecho crea verdaderas y
podrá servirse de esta última, sino que tendrá que recurrir también a la prop13S realidades que sin él no existirían, realidades, por tanto, que el
institución, tratando de alterarla y transformarla en sus concretas deter- derecho no torna de un mundo diferente del suyo para apropiárselas C0n
minaciones histórico-sociales, empleando un modo de mediación institu- modificaciones o sin ellas, sino que son exclusiva y originariamente su-
cional contra otro.
16. M. La '[orre, Norme, istituzioni, valori. Per una teoria istituzionalistica del diritto, Laterza,
Bari-Roma, 1999, p. 204.
]7. ¡hid., p. 198.
13. Ibid., pp. 394-1'!\".
14. N. Chomsky y M. FOllcault, Della natura humana. Invariante hí%gico e potere politico, 1R. Cf. F. A. von Hayek, Studies in Phi/osophy, Po/itics al1d Economics, Routledge and Kegan
Roma, 2005, p. 47. [El diálogo entre Chomsky y FOllcalllt en la televisión holandesa en noviembre Palll, London, 1967, p. 96 (Cit. en M. La Torre, op. cit., p. 336).
19. F. A. von Hayek, Derecho, legislación, libertad, trad. de L. Reig Albiol, Unión Editorial,
de 1971 se encuentra en Internet: www.chomsky.info/debates/1971xxxx.htm. N. del T.]
Madrid, 19ni, vol. 1, pp. 15-16.
15. [bid.

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EL ORDENAMIENTO JURíDICO COMO INSTITUCiÓN
GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCiÓN

yas»20, define de un solo trazo la institución y la reconduce a la creatividad . En realidad, considerada en su sentido primario, la institución coin-
del obrar humano, sin identificar no obstante este último con la ejecución Cide con el ordenamiento. Esta tesis se halla en el centro de la teoría del
de un proyecto predeterminado, suministrado por un modelo extrínseco ordenamiento jurídico, formulada por Santi Romano en su célebre escrito
de 1917. Esta doctrina constituye una reflexión radical sobre el fenómeno
y previo con el que habría que confrontar el resultado.
Contrariamente a lo que parece sostener Hayek con su oposición de típicamente moderno de la positivación del derecho. Pero no se reduce a
orden construido y orden espontáneo (y el orden social habría que recon- la idolatría idealista y positivista del Estado.
ducirlo sólo a este último), es justamente la falta de un modelo originario Santi Romano excluye claramente que el Estado sea la única fuente
del obrar humano lo que hace tan imprevisibles sus resultados (y lo que del derecho. Lo que le permite sostener que «la potestad de establecer un
n~evo derecho no precede al derecho», sino que «gira en la órbita per-
distingue al obrar humano y su creatividad originaria del hacer técnico,
cuya creatividad es siempre derivada porque está subordinada a la reali- mItIda por el derecho preexistente, cuya primera manifestación de vida
es precisamente tal potestad»22. Y sigue diciendo S. Romano: «La ley, por
zación del modelo previo).
Este punto es central en el análisis del carácter procesal y plural de tanto, no es nunca, como comúnmente se cree, e! comienzo de! derecho;
la acción humana realizado por Hannah Arendt. Siguiendo a Aristóteles, es, por el contrario, o algo que se añade y se une a un derecho preexistente
Arendt distingue la producción técnica de la accion ética y política: la pri- (en el supuesto de que haya lagunas), o simplemente una modificación que
mera tiene un modelo externo que la preexiste y que constituye también el mismo derecho sufre»21. '
el fin a realizar; la segunda debe crearse su propio modelo y carece de fin Con esta observación el jurista siciliano no pretende denunciar la re-
externo. Arendt escribe: «Mientras que la fuerza del proceso de produc- ducción del derecho a ley realizada por la positivación del derecho. Su
ción es absorbida enteramente por el producto acabado en el que se agota, objetivo es evitar, en cambio, el recurrente error «de no dar relevancia
la fuerza del proceso de acción no se agota nunca en un gesto singular, jurídica al ordenamiento en el que una institución se concreta sino tan
sino que por el contrario puede acrecentarse mientras sus consecuencias sólo en cuanto refleja relaciones entre distintos sujetos»24. '
El elemento común a las recurrentes definiciones del derecho en sen-
se multiplicaTI»21.
La irreductibilidad de los resultados del obrar humano a un modelo tido obj~t!vo es la afirmación según la cual el derecho constituye una regla
ideal que habría debido presidirlo no excluye sin embargo el carácter de la aCClOn humana; pero se trata además de especificar cómo se distingue
la norma jur,íd.ica de las demás. Santi Romano quiere demostrar que este
creador y por tanto instituyente del obrar.
Cuando Santi Romano sostiene que el derecho «crea realidad que no modo de defimr el derecho, pese a no ser inexacto del todo es inadecuado
existiría sin él», invita a reconducir las instituciones sociales y la propia e insuficiente, y que hay que integrarlo con otros elementos ~ás fundamen-
institución compleja de la sociedad a la actividad humana. Por debajo de tales y sobre todo antecedentes a la dimensión puramente normativa.
la creatividad de esta última hay que reconocer la contingencia del ser. Esta última caracterización le parece incluso más insuficiente desde el
Si hubiera un fundamento estable de lo real y si tal fundamento pudiera punto de vista del derecho público. Cuando se afirma que el derecho es
servir de modelo universal del obrar, este último perdería su especificidad, norma de conducta, se descuida que la palabra «derecho» se usa además en
su indeterminación y su imprevisibilidad, y coincidiría con la producción contextos en que tiene un significado distinto, como por ejemplo cuando
técnica de objetos. Por el contrario, sólo en virtud de su indeterminación se hab.l~ del derecho italiano o francés, o del derecho de la Iglesia, «com-
prendle?~?los en su respectiva totalidad. Entonces, para poder mantener
puede tener el obrar fuerza instituyente, de la que brotan al mismo tiempo
la defimclOn que generalmente se emplea, es necesario recurrir a la fór-
las instituciones sociales y las normas que las regulan.
mula de concebir cada uno de tales ordenamientos como un conjunto o
~omo un complejo de normas»2S. Se trata, sin embargo, de un expediente
madecuado, porque un ordenamiento es más que la suma de las normas
La institución del ordenamiento
individu~les que lo constituyen. Es en cambio su principio generador. Un
Hay que distinguir entre la institución de talo cual norma en que vive y se ordenamiento es en suma una unidad en sí, concreta y efectiva. Derecho
concreta el ordenamiento y la institución del ordenamiento como tal.
.22. S. Romano, El ordenamiento jurídico, trad. de S. Martín-Retortillo, Instituto de Estudios
Pohucos, Madrid, 1968, p. 175.
20. S. Romano, Fragmentos de un diccionario jurídico [1947], trad. de S. Sentís Melendo y
23. Ibid.
M. Ayerra Redín, ed. de J. L. Monereo Pérez, eomares, Granada, 2002, p. 265.
24. Ibid., p. 181.
21. H. Arendt, La condición humana, trad. de R. Gil Novales, Paidós, Barcelona, 1993,
25. ¡bid., p. 9S.
p.253.

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T

GENEALOGíA DE LAS NORMAS Y DINAMICAS DE LA INSTITUCiÓN EL ORDENAMIENTO JURíDICO COMO INSTITUCiÓN

italiano o francés remite pues a la compleja y variada organización de una equivalencia entre ordenamiento jurídico e institución, aunque insti-
la sociedad italiana o francesa. «En otras palabras -y aquí volvemos a tución no es entendida como persona jurídica ni como fundamento de la
encontrar el pasaje de Romano citado por Carl Schmitt que hemos visto persona jurídica.
en e! capítulo I-, e! ordenamiento jurídico es una unidad esencial, una Aquí S. Romano se diferencia de Maurice Hauriou (1856-1929), que
entidad que en parte se mueve según normas, pero que sobre todo dirige había aplicado la teoría de la institución a la experiencia jurídica pero
a las propias normas como si fueran las piezas de un tablero de ajedrez, que había limitado la noción de institución sólo a las organizaciones so-
normas que de este modo resultan más bien el objeto, e incluso el medio ciales «maduras», es decir, a las que hubieran llevado a su acabamiento su
de su actividad, que no un elemento de su estructura»26. propio desarrollo alcanzando su perfección. Santi Romano rechaza este
La objetividad de! ordenamiento no se puede limitar a las normas, sino análisis reductivo de la institución. Además de las instituciones «corpora-
que pertenece «a la impersonalidad misma de! poder que elabora y fija la tivas» de Hauriou, para Santi Romano hay «otras que pueden ser acogidas
regla»27 y este poder es, él mismo, derecho. Por eso Santi Romano puede por el sistema jurídico por las mismas razones; es decir, otras que tienen
afirmar que la sanción también es elemento del derecho, ya que el derecho también una existencia propia, independiente de los individuos concretos,
consta no sólo de normas jurídicas sino también de ese complejo efectivo y que están dotadas igualmente de una mayor o menor autonomía),29.
de elementos soci~les e institucionales de los que sólo las normas pueden El concepto de institución de Hauriou está forjado a imagen y seme-
recibir su fuerza. Esta es la razón de que en e! concreto análisis institucio- janza (de una concepción organicista) del Estado moderno, mientras que
nal de! alcance y el significado de la experiencia jurídica propuesto por para Santi Romano la noción de institución es una figura más general en
Santi Romano el concepto de derecho haya de ser reconducido ante todo la que varían hasta e! infinito los rasgos contingentes. Pese a no tematizar
al concepto de sociedad, es decir, a la experiencia de la vida asociada de explícitamente la variabilidad de lo histórico-social, Santi Romano reco-
los grupos humanos. Por un lado, pues, lo que no excede de la esfera del noce que la institución va más allá del naturalismo individualista en que
individuo particular no es derecho; por otro, en cambio, no hay sociedad la había enclavado Hauriou.
sin que en ella tenga lugar una experiencia jurídica; y esta última, incluso El concepto de institución y e! de ordenamiento jurídico coinciden. «El
antes de concretarse en un sistema de normas, se refiere a la organización fin característico del derecho es precisamente e! de la organización social.
institucional de la sociedad misma. El derecho no consagra sólo el principio de la coexistencia de los individuos,
Eso significa que, según el punto de vista concreto de! análisis insti- sino que se propone sobre todo vencer la debilidad y la limitación de sus
tucional, que va más allá de la perspectiva formal de la concepción me- fuerzas singulares, superar su caducidad, perpetuar ciertos fines más allá de
ramente normativa del derecho, la sociedad debe ser entendida como su vida natural, creando para ello entes sociales más fuertes y más duraderos
una unidad concreta, cuyo modo de ser es distinto de los individuos que que ellos. [... ] Esto significa que la institución, en e! sentido que nosotros le
la componen, pues los precede y los socializa. Eso lo confirma el hecho asignamos, es la manifestación primaria, original y esencial del derecho»30.
de que el concepto de derecho debe contener necesariamente la idea de En este sentido, la institución no es fuente de derecho, no es externa al
orden social, y por eso debe excluir todo elemento reconducible al puro derecho, porque -en tanto que organización regulada de la sociedad-le
arbitrio o a la fuerza material no ordenada. Ahora bien: e! orden social es contemporánea.
puesto por e! derecho no es un simple efecto de las normas jurídicas, no El análisis concreto al que aspira el institucionalismo no ignora la ver-
es un resultado de su existencia y ni siquiera está dado por su existencia; dad fundamental del formalismo: según Romano, «no es derecho aquello y
por el contrario, las precede. Sin un orden histórico-social concreto la sólo aquello que carece de organización socia!»ll. En consecuencia, la única
propia producción regulada y explícita de normas jurídicas no podría antítesis de! derecho no está en un contenido cualquiera, sino «en lo que es
tener lugar. A consecuencia de ello, Santi Romano puede concluir que el radicalmente antisocial, es decir, en lo que es por naturaleza individua!»32.
derecho es ante todo «organización, estructura y posición de la sociedad De modo que el fenómeno jurídico, en tanto que fenómeno social, no tiene
misma en la que se desarrolla y que precisamente e! derecho constituye caracteres diferenciales intrínsecos respecto de los fenómenos religiosos,
como unidad»28. morales, económicos, etc. Todos son reconductibles al espacio social, del
Al llegar a este punto, para dar en términos exactos e! concepto de que forman parte. Y todos pueden tener relevancia jurídica. De hecho,
derecho, Santi Romano recurre a la noción de institución, estableciendo
29. ¡bid., pp. 119-120.
26. [bid., p. 100. 30. [bid., p. 131.
27. [bid., p. 105. 3 l. [bid., p. 132.
28. [bid., p. 113. 32. [bid., p. 133

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i
GENEAlOGIA DE lAS NORMAS Y DINÁMICAS DE lA INSTITUCiÓN El ORDENAMIENTO JURIDICO COMO INSTITUCiÓN

«cada una de estas manifestaciones del espíritu humano puede ser asumida las apariencias se relaciona «con la concepción naturalista del derecho»,
en todo o en parte en el mundo del derecho e integrar de este modo su que se representa a este último «como la actuación concreta, que deberá
contenido siempre que entren dentro de la órbita de una institución»33, ser única y uniforme, de un principio trascendental y absoluto de justicia
El concepto de derecho excede por tanto el modelo del derecho del abstracta y eterna»; a consecuencia de ello, esa teoría sigue negando «el
Estado. «Si el derecho no puede concretarse y adquirir cuerpo sino en la carácter de derecho a todos los ordenamientos sociales que no pueden
institución, y si inversamente todo lo que está socialmente organizado es considerarse en conexión con tal principio, aunque sólo sea como intento,
absorbido como elemento de aquélla y adquiere carácter jurídico, puede incluso imperfecto, de llevarlo a cabo, o, lo que es peor, a los que se decla-
sacarse la consecuencia de que el derecho es el principio vital de toda ran contrarios a esa idea de justicia [... ]. Tales puntos de vista son, desde
institución [... ]. Recíprocamente, la institución es siempre un régimen luego, el fundamento de la doctrina que ve en el Estado el único órgano,
jurídico»34. como se acostumbra a decir, o el único elemento productor de derecho,
De todo ordenamiento institucional, y por tanto también del Estado, doctrina que hay que relacionar también con esa otra -algunos de cuyos
debe decirse que «su origen no es un procedimiento regulado por normas desarrollos son más recientes- que concibe el Estado como ente ético por
jurídicas», sino un hecho. Si «el derecho existe desde que este hecho se rea- excelencia»39. De eso se debe concluir que «existen ordenamientos jurídi-
liza», la norma, por el contrario, «puede ser emanada después». En suma: cos como instituciones»4o. De este modo, Santi Romano se aproxima a la
«Con anterioridad y al margen de la institución no puede existir tampoco doctrina según la cual toda comunidad organizada es capaz de producir
el derecho previamente, porque falta la organización que hace jurídica la derecho, pero sustituye el concepto naturalista de comunidad por el de
norma»35. De modo que «el derecho es, ante todo, posición, organización institución (más amplio, más completo y más intrínsecamente jurídico),
de un ente social. Si no se acepta este postulado se tropieza entonces con que le permite una comprensión más adecuada del carácter histórico-social
el inconveniente de tener que explicar el fundamento y la obligatoriedad de los significados jurídicos.
del derecho de modo metajurídico»36. En definitiva, para que se pueda instaurar el orden del derecho es ne-
La institución jamás se resuelve en una sola relación o en varias re- cesario postular la intervención de un filtro institucional, cuya capacidad
laciones jurídicas determinadas: la institución es unidad, mientras que la innovadora y creadora arraiga en la creatividad instituyente más general
relación postula la pluralidad. Por consiguiente la institución constituye del imaginario social.
una mediación originaria que se considera muy distinta de toda forma
de acuerdo o de contrato. Este último, al suponer individuos preexis-
tentes, adquiere un carácter derivado y secundario. Romano aclara sin
ambigüedad este punto decisivo: «Para que surja una institución no bas-
ta la existencia de personas vinculadas entre sí por relaciones simples,
sino que es preciso que entre ellas se establezca un vínculo más estrecho
y orgánico: es necesario que se forme una superestructura social de la
que dependan o que domine no sólo sus relaciones individuales sino ante
todo su misma posición genérica»3? Eso se integra con la encarnizada
reivindicación del alcance anti-iusnaturalista de la noción de institución,
definida como «el concepto más positivo que una doctrina jurídica puede
asumir como fundamento suYO»38.
Al pensar el derecho como institución de un ordenamiento, Santi Ro-
mano se enfrenta con «la teoría que ve en el Estado el señor y el árbitro
no solamente de su derecho sino de todo el derecho», teoría que pese a

33. ¡bid.
34. ¡bid., p. 135.
35. ¡bid., pp. 140-141.
36. ¡bid., p. 141.
37. ¡bid., p. 159 39. ¡bid., p. 209.
38. ¡bid., p. 191. 40. ¡bid., p. 205.

108 109
Tercera parte

LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE


""

Capítulo VIII

MEDIACIÓN INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

Nomos y auto institución de la sociedad

Al reivindicar el carácter central de una mediación inaugural e institu-


yente de tipo jurídico-político, la civilización moderna adquiere la forma
del nomos. En este sentido, «la exigencia normativa de un dominio de la
ley» se contrapone en la modernidad al «dominio de los hombres)'!. Pero
ningún formalismo jurídico, ninguna funcionalidad económica, ningún
simbolismo lógico-estructural puede producir por sí solo la forma del no-
mos, puesto que, como añade en seguida Schmitt, nomos «no quiere decir
ley, regla o norma, sino derecho, el cual es tanto norma cuanto decisión,
como, sobre todo, ordenamiento».
Aquí Schmitt parece reconocer el vínculo intrínseco entre nomos y
mediación institucional, que en cambio niega cuando sostiene que según
su significado originario «nomos es precisamente la plena inmediatez de
una fuerza jurídica no atribuida por leyes; es un acontecimiento histórico
constitutivo, un acto de legitimidad, que es el que da sentido a la legalidad
de la mera ley»2.
Así, a través del entrelazamiento originario de nomos e inmediatez,
cobraría valor fundante una acepción casi naturalista de la dimensión
jurídica, cuya historicidad intrínseca se infiere sólo de su permanencia o
estabilidad, pero que aparece depurada, por decirlo así, del laborío de la
alteración que supone la contingencia. Aquí, en suma, Schmitt concibe lo
jurídico como origen inmediato, y privilegia su acabamiento -en el que
hecho y derecho coinciden- respecto de la mediación o las mediaciones
que alteran lo social, que lo transforman o lo desestabilizan.

1. C. Schmitt, Sobre los tres mudos de pensar la ciencia iurídica, estudio preliminar, intro-
ducción y notas de M. Herrero,Ieenos, Madrid, 1996, p. H.
2. C. Schmitt, El nomos de la tierra [1974], trad. de D. Schilling Thon, Instituto de Estudios
Constituciunales, Madrid, 1979, p . .57.

113
LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE MEDIACION INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

El derecho estaría todo él del lado de una inmediatez originaria o mer plano los momentos antinormativos del proceso en curso, captado
plenitud depurada de toda contingencia. La oposición entre derecho y ley, en sus transiciones más informes e inseguras. Pero se trata al mismo
sobreentendida en este discurso de Schmitt y de cuantos toman distancias tiempo de la creación más o menos lenta, más o menos turbulenta, de
respecto del proceso de positivación del derecho, opone a la autonomía una ordenación de valores diferentes, que ambicionan desplegarse, y de
creadora de las legislaciones el hecho acabado y la plenitud histórica de jerarquías reconocidas distintas. Sin una referencia normativa supraorde-
las tradiciones. nada no puede materializarse sistema normativo alguno: lo anómico no
Pero ¿se puede concebir realmente la efectividad histórica en términos instaura valores. Cierto es que en una visión de la normatividad carente
de inmediatez? La historia, con su monumentalidad y sus estratificaciones, de prejuicios el término de referencia que favorece y ordena el ordenado
surge y precede ciertamente a la validez meramente formal de las leyes Ha encontrarse y regularse de las voliciones no es un imperativo privilegia-
legalidad de la mera ley» de que habla Schmitt). Sin embargo sólo desde do y consagrado, sino una medida común a la que se le reconoce una
una perspectiva mitológica se puede sostener que la fuerza jurídica origi- necesidad funcional»4.
naria cobra legitimidad ab aeterno. Lo que en relación con las mediaciones Una tal visión «Iibre de prejuicios» de la normatividad es precisa-
instituidas de la legalidad se presenta como la inmediatez del acto institu- mente lo que preside la institución del derecho moderno, secularizado
yente y fundante, en razón justamente de su intrínseca historicidad, es a su y positivo. En este contexto, forzoso es buscar la fuente de la «medida
vez el punto de llegada de un proceso de estabilización. Precisamente por común» en el carácter instituyente del obrar colectivo. La instauración
eso no es realmente pensable y configurable como inmediatez. de los valores morales sólo puede tener lugar en el contexto de lo que
Al pensamiento jurídico que opone las mediaciones de las leyes a la Piovani llama «anti-individualismo». En su base se halla en realidad la
inmediatez fundante del derecho le mueve la pretensión de salir del pre- necesidad de «una mediación colectiva espontánea», que constituye «una
sunto círculo derivado de la historicidad, cuyo origen primero se quisiera especie de recepción y sanción comunitaria: no es posible prever o pre-
encontrar: un origen que debería anteceder ilusoriamente a las media- determinar cuándo y cómo se forma y se amplía. En la objetivación de
ciones instituyentes y fundarlas míticamente. Salvo que tal pretensión es los quereres en una voluntad instauradora de valores hay siempre algo
irrealizable. La misma efectividad del derecho que precede, legitima y de imprevisible, porque el encuentro voluntario, nunca manipulable, de
funda la mera legalidad de las leyes, si es, como sostiene Schmitt, «evento las voliciones posee una intrínseca involuntariedad profunda [... ]. En
histórico constitutivo», no puede dejar de estar entretejida de mediacio- el encuentro de las voliciones que se objetivan en la voluntad ética que
nes. Entre efectividad y mediación social, en suma, el nexo es inescindi- funda las instituciones, en las que se estructura históricamente la expe-
ble, como sostenía Piovani en su libro sobre el significado del principio riencia moral, hay -curiosamente- algo de involuntario respecto de la
de efectividad: «El hecho en sí se refiere a una situación de vida que es actividad volitiva de los individuos [... ]. En el fondo, todo instituir se
siempre relación, aunque sólo sea porque, al no poder ser inmediatez, es caracteriza por ese modo de crearse. Lo institutum tiene su íntima liber-
mediación, existencia mediada»3. tad porque depende del sobreentendido consenso de todos. Que nadie,
La crítica del legalismo y el reconocimiento de la actual crisis de la por sí solo, puede producir, alterar o destruir»5. En realidad, la dimensión
legalidad no pueden confundirse o identificarse por tanto con el rechazo propiamente instituyente de significados, valores y normas o es colectiva
generalizado de la mediación instituyente, que constituye en cambio un o simplemente no es.
momento esencial de la normatividad. En las páginas precedentes nos hemos referido varias veces a la teoría
de la institución imaginaria de la sociedad elaborada por Castoriadis, se-
gún la cual es preciso distinguir la institución global de la sociedad de las
Normatividad y cambios sociales instituciones segundas que toman cuerpo en su interior. Puede resultar útil
citar un fragmento de este autor que resume los puntos esenciales de su
La naturaleza propiamente instituyente de la creatividad colectiva apare- concepción: «La sociedad es autocreación. 'Lo que' crea la sociedad y la
ce con claridad en el siguiente pasaje de Piovani, en el que el componente historia es la sociedad instituyente por contraposición a la sociedad insti-
social de la <<oormatividad» es analizado sobre el telón de fondo de los tuida; sociedad instituyente, es decir, imaginario social en sentido radical.
cambios sociales y de sus implicaciones simbólicas. Escribe Piovani: «La La autoinstitución de la sociedad es la creación de un mundo humano:
desintegración de un sistema de valores y su progresiva decadencia, más
o menos acelerada por un abatimiento polémico, inducen a ver en pri-
4. P. Piovani, Oggettivaziane etica e assenzialisma, ed. de F. Tessitore, Morano, Napoli,
1981, pp. 62-63.
3. P. Pio\"3ni, JI significata del principia di effettivita, Giuffre, Milano, 1951, p. 155. 5. [bid., pp. 64-65.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE MEDIACiÓN INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

de 'cosas', de 'realidad', de lenguaje, de normas, de valores, de modos de la problemática de la institución de la problemática de la constituclOn
vida y de muerte, de objetos por los que vivimos y de otros por los que (en la acepción kantiana); rechaza, con la idea de una consciencia cons-
morimos -y, naturalmente, ante todo y en primer lugar, la creación del tituyente, también la de un mundo en que sólo se pudiera descubrir algo
individuo humano en el que la institución de la sociedad se incorpora constituido a partir de sus operaciones. Entendida en su sentido doble, la
masivamente-o En esta creación general de la sociedad cada institución institución supone una no coincidencia entre instituyente e instituido. Si
particular e históricamente dada de la sociedad representa una creación la institución es apertura, se produce siempre a partir de. No hay recurso
particular. La creación, en el sentido en que la entiendo, significa la po- al porvenir sin liberación del pasado»?
sición de un nuevo eidos, de una nueva esencia, de una nueva forma en En la base de la institución no se halla pues el acceso instantáneo a un
el sentido pleno y fuerte de la palabra: nuevas determinaciones, nuevas orden intemporal, sino la elaboración colectiva de un orden socio-históri-
normas, nuevas leyes. Trátese de los chinos, de los hebreos clásicos, de la co. La ambigüedad de la institución, que es al mismo tiempo fundación e
Grecia antigua o del capitalismo moderno, la institución de la sociedad es instauración, según el preciso análisis fenomenológico de Merleau-Ponty,
posición de determinaciones y leyes diferentes; y no sólo de leyes 'jurídi- pone claramente de manifiesto la discordia entre la estabilidad y la muta-
cas', sino de modos obligatorios de percibir y de concebir el mundo social y bilidad, la permanencia y la alterabilidad que lleva consigo la experiencia
'físico' y de obrar en él. En el seno y en virtud de esta institución global de histórico-social, y que se refleja en la institución acabada.
la sociedad aparecen creaciones específicas; la ciencia, por ejemplo, tal
como la conocemos y tal como la concebimos, es una creación particular
del mundo greco-occidental>,6. Lo imaginario y el mimetismo
La relación que se instaura entre el ordenamiento como institución
compleja y las instituciones particulares en las que se concreta, a lo que Para profundizar adecuadamente en las implicaciones de los últimos pasos
se refería Santi Romano, es análoga a lo que une la institución global conceptuales parece necesaria una digresión sobre el imaginario como
de la sociedad a sus instituciones específicas, de que habla este texto de <<lugar» de la creación de los significados sociales.
Castoriadis. En ambos casos está en juego el doble sentido de la noción Castoriadis escribe a este respecto: «El elemento que da a la funcio-
de institución, que remite al mismo tiempo a la acción que da inicio o nalidad de cada sistema institucional su orientación específica, que sobre-
desencadena un proceso histórico-social y a su resultado en un estado de determina la elección y las conexiones de las redes simbólicas -creación
cosas ya materializado. de cada época histórica-, su particular manera de vivir, de ver y de
Esta ambigüedad está en el centro del análisis filosófico realizado por hacer su propia existencia, su mundo y sus relaciones con él [... ], este
Maurice Merleau-Ponty (1908-1961) en un curso sobre la institución dic- elemento no es otra cosa que el imaginario de la sociedad o de la época
tado en el College de t'rance a mediados de los años cincuenta. Entiende considerada»s.
la noción de institución como el conjunto de acontecimientos que dotan En realidad tanto el funcionalismo sociológico como el evolucionismo
a la experiencia de dimensiones socialmente duraderas, y que la hacen estructural-funcionalista ocultan la dimensión imaginaria de los sistemas
capaz de dar sentido a otras experiencias. El resultado de este proceso es institucionales. Ninguna sociedad puede existir si no organiza la produc-
tal que en lo instituido se conserva la huella, la eficacia y el movimiento ción de su vida material y la reproducción de su vida socio-cultural. Pues
de lo instituyente. bien: ni las leyes naturales ni las consideraciones lógico-racionales son
Merleau-Ponty aprovecha la ambigüedad del término para mostrar suficientes para dar un contenido efectivo a los Sistemas simbólicos de las
que la institución en tanto que fundación no tiene que ser considerada diversas sociedades conocidas. Según la visión económico-funcionalista de
como el producto estable y rígido de una actividad ya desaparecida la institución, ésta sólo tiene un objetivo y una única función: satisfacer
precisamente porque, en tanto que instauración, contiene en sí tanto las necesidades vitales de los seres humanos. Pero la creación social de las
la posibilidad de su perpetuación a través de la repetición o incluso la necesidades, su elaboración cultural, su recuperación en un contexto sim-
fosilización como la posibilidad de reactivar la fuerza instituyente ori- bólico determinado una y otra vez no se pueden deducir del presupuesto
glI1ana. biológico y natural, lo único siempre y en todas partes idéntico en todo el
Lefort comenta: «El alcance filosófico de esta reformulación del con- curso de la historia humana.
cepto de institución es explícito. Merleau-Ponty distingue inmediatamente
7. C. Lefort, "Préface», en M. Merleau-Ponty, L'institution, la passivité, Belin, Paris, 2003,
6. C. Castoriadis, Domaines de l'homme. Las carrefours du labyrinthe n, Seuil, Paris, 1986, pp. 6-7,
p.264. R. C. Castoriadis, Linstitution imaginaire de la société, Seuil, Paris, 197), p. 203.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE MEDIACiÓN INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

Lo imaginario es el modo de ser de lo histórico-social que constituye la acción del imaginario- no hace su aparición «después» de que el umbral
base de las instituciones. El evolucionismo de la teoría de sistemas lo ignora, de supervivencia haya quedado garantizado, sino que desde el principio
pues dicha teoría está anclada a una perspectiva naturalista e individualista, orienta al individuo social hacia tales o cuales elementos naturales co-
mientras que lo que cimenta lo imaginario es el mimetismo social. mestibles que en una cultura dada han sido instituidos como alimentos y
Este elemento está en el centro de la reflexión de René Girard. En la por tanto se convierten como tales en deseables.
más famosa de sus obras ha escrito: «Al mostrarnos en el hombre un ser que Para comprender el problema que pretende afrontar una teoría del
sabe perfectamente lo que desea, o que, si parece no saberlo, tiene siempre imaginario social es útil citar una reflexión de Umberto Galimberti. Al
un 'inconsciente' que lo sabe por él, los teóricos modernos acaso no han tratar la marginación experimentada por las mujeres en las sociedades
captado el campo en el que la incertidumbre humana es más flagrante. El tradicionales de tipo machista, Galimberti señala «la estructura de la ex-
hombre, una vez satisfechas sus necesidades primordiales y acaso incluso clusión como fundamento del orden social»; lo que dice al respecto está
antes, desea intensamente, pero no sabe exactamente qué, pues es el ser cargado de implicaciones generales: «El imaginario social no refleja sino
lo que desea, un ser del que se siente falto y del que algún otro le parece que inventa razones para construir una práctica que, pese a proceder de
provisto. El sujeto espera del otro que le diga lo que se debe desear para la cultura, pueda ser leída como expresión de la naturaleza. Al inventar
conseguir ese sef»9. sentido y dándoselo a lo que no lo tiene, la imaginación produce esas
Al igual que la de Gehlen, la antropología de Girard parte también de falsas evidencias que luego se convierten en un modo legítimo de pensar
la falta de un código biológico, y ve en ello la premisa para el acceso al y de obrar, y por tanto en una costumbre, y por eso en una segunda na-
orden de la cultura. Pero no entiende este último como una prótesis fun- turaleza» 11.
cionalista del individuo, adecuada para satisfacer mejor sus necesidades. A menudo falsas evidencias de este tipo son aceptadas de contrabando
En cambio, es justamente en el paso de las necesidades a los deseos, y en la por imperativos inderogables en una sociedad caracterizada por la res-
relación entre el individuo y el objeto de sus deseos, donde entran en juego tricción del espacio público y por la crisis de las mediaciones culturales.
la dimensión histórico-social y la fuerza imaginaria de su creatividad. Lo que está en juego es el desconocimiento del componente creativo del
En un pasaje reciente, Girard ha vuelto sobre esta cuestión en términos imaginario social, sin el cual se perdería la distinción entre necesidades y
más claros todavía: «El hombre es una criatura que ha perdido parte de su deseos. El punto culminante de esta exigencia encaminada a bloquear los
instinto animal a cambio de obtener eso que se llama deseo. Una vez que efectos desestabilizadores del proceso histórico, y por tanto a ocultar su
sus necesidades naturales están satisfechas, los hombres desean intensa- autoalteración permanente, es el tácito presupuesto determinista de una
mente, pero sin saber con certeza qué pues carecen de un instinto que les auténtica naturalidad del orden cultural y social, como si el reconocimien-
guíe. No tienen deseo propio. Lo propio del deseo es que no sea propio. to en éste de invariantes estructurales y sistémicas bastara para dar cuenta
Para desear verdaderamente tenemos que recurrir a los hombres que nos no sólo de su funcionamiento sino de su misma génesis. Lo cual, a fin de
rodean, tenemos que recibir prestados sus deseos»JO. cuentas, equivale a postular una norma inmodificable, inmanente a los
Falto de un objeto natural, el deseo humano debe pasar necesaria- comportamientos humanos. Tal norma inmanente, análoga a la autorrefe-
mente a través de la vía indirecta de la mediación cultural. Y es aquí rencia del organismo vivo, tiene la pretensión de diseñar una infraestruc-
donde interviene el laborío de lo imaginario. Sin embargo sería erróneo tura formal de los sistemas sociales, arraigada en la misma naturaleza de
creer, a partir de una lectura apresurada del texto de Girard citado, que el las cosas, que en definitiva acabaría por constituir la única razón de ser y la
orden simbólico del deseo entra en juego sólo en determinado punto, esto causa inmanente de todo el orden social. .
es, «saciadas las necesidades naturales». En realidad, ya en la satisfacción Puesto que estamos en el mundo, decía Merleau-Ponty, estamos con-
de las necesidades primarias o naturales se insinúa el condicionamiento denados al sentido. Sólo que el sentido al que estamos «condenados» es un
histórico-social que está en la base de los deseos. Por dar el ejemplo más sentido no funcional; es decir: se trata de un sentido originario e institu-
trivial, mas no por ello menos verdadero, la fisiología funcional de la yente, que precisamente por esta razón no obedece al imperativo de una
necesidad primaria «hambre» impone al ser humano la necesidad de con- validez, de una funcionalidad o de una objetividad significativa predeter-
sumir cierto número de calorías para sobrevivir. El deseo -y he aquí la minada. Semejante significatividad predeterminada sólo sería posible si se
la propusiera como ya dada, y por tanto si el «lugar» de su dación fuese la
inmediatez originaria de la Naturaleza o de la Razón universal.
9. R. Girard, La violencia y lo sagrado, trad. de J. Jordá, Anagrama, Barcelona, 1983,
p. 152.
10. R. Girard, Veo a Satán caer como el relámpago, trad. de F. Díez del Corral, Anagrama, 11. U. Galimberti, «La parodia deU'immaginario n , en W. Pasini, C. Crépault y U. Galimberti,
Barcelona, 2002, p. 33. L"immaginario sessuale, Cortina, Milano, 1988, p. 103.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE MEDIACiÓN INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

La validez y la funcionalidad objetiva mismas carecen de criterio on- Pero todo este edificio conceptual se viene abajo por los golpes del
tológico último alguno -un garante de su contenido normativo- ni en pensamiento filosófico moderno y contemporáneo, que justamente mues-
la realidad ni en la racionalidad. «El abismo que separa las necesidades tra la inexistencia de una Potencia suprema y la correspondiente impo-
de! hombre como especie biológica y las necesidades de! hombre como sibilidad de! saber indiscutible. El sentido mismo de las normas resulta
ser histórico ha sido excavado por el imaginario»12. Y e! imaginario, tanto radicalmente transformado. De hecho, si fuera cierto que el derecho es
a nivel colectivo como a nivel individual, es "la capacidad de hacer surgir e! reconocimiento público de la Potencia, sería igualmente verdadero que
como imagen algo que no existe y que no ha existido jamás» 13. Es decir: se en la época contemporánea, decaídos los fundamentos tradicionales de la
trata de una capacidad originaria de crear significados, dando así sentido determinación de! ser y de la estabilidad d~ la episteme, la única Potencia
a la noción misma de validez o funcionalidad. reconocida como suprema es la Técnica. Esta no tiene una mera función
instrumental, ya que no consiste en poner en marcha finalidades y valores
externos a ella, sino en presentarse como fin último de la realidad entera
La reducción del derecho a técnica social y ante todo de sí misma. "Técnica -afirma Severino- no es simplemente
la coordinación de los medios más idóneos para alcanzar un fin que sea
Según los parámetros de la institución moderna del derecho, la función externo a la técnica. La técnica es ante todo un 'juicio de valor'. La técnica
normativa inmanente a la autocreación social de significados se vuelve tiene una finalidad propia»15, y esta última consiste exclusivamente en e!
explícita, pero al mismo tiempo queda circunscrita a un ámbito bien de- incremento infinito e ilimitado de la Potencia, esto es, en el incremento
finido, en e! que la validez de las normas jurídicas se limite al plano de infinito de la capacidad de realizar fines.
los procedimientos. De este modo el derecho parece reducirse a medio o Sin embargo semejante reducción de la Técnica a estructura formal
instrumento, encaminado a conseguir la paz social. Al contrario, según autorreflexiva, encaminada exclusivamente a su propia autorreproduc-
algunos autores, en la fase actual, al subordinarse radicalmente a la técnica, ción, en la que queda fagocitada la propia aptitud humana para propo-
y al convertirse él mismo en una mera técnica social, el derecho acabaría nerse fines y para producir sentido, ¿es adecuada para comJ?rende.r e!
por perder toda su autonomía y su especificidad. derecho? Justamente a propósito de este punto, según Natalmo 1rtI, el
En otras palabras: el contenido racional de la modernidad acabaría jurista positivo debe oponer una decisiva reserva. Irti hace que su r~zo­
coincidiendo con la esencia de la técnica, respecto a lo cual el derecho namiento parta de! giro procedimental de! derecho moderno. Escnbe:
podría consistir a lo sumo en una argumentación retórica más o menos «Al venir a menos los fundamentos, el derecho positivo se ha replegado
lograda y más o menos eficaz. enteramente en los procedimientos, los cuales, como recipientes vacíos,
Este punto de vista filosófico se expresa en la obra especulativa de son capaces de aceptar cualquier contenido»16. Y este formalismo vacío
Emanue!e Severino, y reverbera en la reflexión jurídica de Natalino Irti, golpea a la razón misma, tanto que -añade Irti- «la únic~ racionalidad
quien, en diálogo con Severino, teoriza e! nihilismo jurídico l4 • La desapa- sobreviviente se refiere al funcionamiento de los procedImIentos genera-
rición tendencial del derecho (y de la política) constituiría e! destino filo- dores de normas»17. Ese reconocimiento de una racionalidad únicamente
sóficamente irresistible de la modernidad. La norma o la ley, de hecho, en instrumental de las normas, caracterizada por una acrecentada capacidad
la tradición metafísico-especulativa de Occidente, siempre ha coincidido de realizar fines, va acompañada sin embargo de la incapacidad de optar
con e! lagos, esto es, con e! desvelamiento de la estructura fundamental de por alguno. . . '
lo real. Según este planteamiento ontológico especulativo, habría un único Al llegar a este punto, sin embargo, Irtl se aleJa de Sevenno. Para el
Ordenamiento estable y verdadero de! ser, al que los individuos y grupos jurista, a diferencia del filósofo que tiende a una visión unitaria y ho-
no pueden dejar de adecuarse. Por consiguiente, habría una Potencia su- mogénea de la realidad, lo que vale para la técnica no vale enteramente
prema, reconocida por todos como tal, y sería posible y necesario tener para el derecho. Para que la actividad jurídica mantenga su sentido, en
de ella un saber indiscutible (esto es, un saber cuya negación implicaría la suma, debe ser posible reivindicar una separación entre técnica y d~re­
contradictoriedad intrínseca de los propios asertos). cho. Si es verdad que, como escribe Irti resumiendo el punto de VIsta
de Severino, «la indefinida capacidad de la técnica no comprende, por su
12. C. Castoriadis, Les carre!"urs du labyrinthe, Seuil, Paris, 1978, p. 232.
13. C. Castoriadis, Linstitution irnaginaire de la société, cit., p. 178, n. 21.
14. Cf. N. ¡rti y E. Severino, Dialogo su diritto e tecnica, Laterza, Roma-Bari, 2001, que parte 15. E. Severino, «Techné-Nornos; l'inevitabile subordinazione del diritto alla tecnica", en
de un congreso celebrado en Catania en febrero de 2000, cuyas actas han sido publicadas en Varios, Varios, Nuove (rontiere del diritto, cit., p. 17. . '. .
Nuove (rontiere del diritto. Dialoghi su giustizia e verita, ed. de P. Barcellona, Dedalo, Bari, 2001. 16. N. ¡rti, «Fenomenologia del diritto debole», en Nuove (rontlere del dmtto, CIt., p. 34.
Véase también N. ¡rti, Nichilisrno giuridico, Laterza, Roma-Bari, 2005. 17. [bid., p. 35.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE
MEDIACiÓN INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

intrínseca y constitutiva esencia, la capacidad de elegir un fim)18, debería fundamental. ¿No es acaso la mutación simbólica del obrar, que cobra
seguirse, además de la afirmada decadencia de la política (reabsorbida por cuerpo en e! curso de la edad moderna, el lugar de origen y e! principio
la técnica e incapaz de controlarla imponiéndole una finalidad externa y generador de la actual institución de la técnica?
retrotrayéndola a instrumento), también la desaparición del derecho. Pero
esto es inaceptable para el jurista. Por eso Ini reivindica un espacio autóno-
mo para la experiencia jurídica, en el que sustraerse a la absolutización de La técnica como creación social
la Técnica. En su eficacísima abstracción, exclusiva de cualquier otro punto
de vista, la Técnica, en realidad, no se halla en situación de responder a El objeto de! discurso queda reconducido a sus fundamentos: la función
las exigencias específicas del derecho, cuyas características, que resurgen normativa pierde significado y autonomía, especificidad y agudeza si es re-
siempre en la experiencia efectiva, imponen hic et nunc dar un contenido ducido, desconocido o negado e! espacio simbólico de la creación cultural
concreto a lo que Severino define como «la norma suprema» de la Técnica como ámbito de una deliberación colectiva sobre e! sentido. Y en este pla-
(o sea, actuar asumiendo como forma de la acción el incremento indefinido no tanto el ontologismo especulativo de Severino como la autonomía del
de la Potencia). derecho débil de Irti coinciden en considerar marginal e! carácter creador
En suma, concluye Irti, «el mundo del derecho, como mundo de la e instituyente del nomos.
decisión y de la opción en circunstancias determinadas, no se puede di- Obsérvese aquí que la técnica es una creación humana, y por tanto in-
solver en un aparato tan desmedido como privado de fines. La escasez de disociable de su contexto histórico-social dado cada vez. Esta historicidad
fuerzas -el debilitamiento del derecho ante la potencia de la técnica- no suya es ignorada tanto por quien en ella ve una estrategia evolucionista de
consigue amenazar la autonomía de la normatividad jurídica»19. lo viviente como por quien ve un acontecimiento ontológico. La técnica,
En definitiva, el derecho, al que Kelsen ya había definido en una famo- por el contrario, presupone la contingencia del ser. La técnica es en suma
sa conferencia de 1941 como «técnica social específica»20, acaso se pueda un momento del instituir histórico-social, el cual, como se ha visto ya,
reducir a pura estructura formal independiente de -e indiferente a-los presupone una amplia zona de indeterminación en la economía general
contenidos concretos que pueda asumir, pero en todo caso debe mantener del ser. Eso no implica nihilismo alguno sino simplemente la admisión de
su especificidad so pena de disolución de la experiencia jurídica misma. lo posible, el reconocimiento de que el mundo no resulta agotado por la
Irti se distancia de Severino en el punto en que la ontologización de necesidad. Admitir eso no es nihilista, y por consiguiente no hay nihilismo
la técnica y su superposición al derecho implica el riesgo de disolver el jurídico alguno en reconocer que el nomos no puede encontrar sus propios
espacio de la experiencia jurídica, y a fin de cuentas la posibilidad misma criterios en el orden necesario de lo real, sino que debe dárselos él mismo,
de una dimensión normativa autónoma en el interior de la vida social. esto es, producirlos y crearlos.
Lo que no queda claro en la réplica de Irti a Severino es el motivo por el Si en la civilización de la técnica esta última tiende a transformarse de
que se debiera considerar in concluyente e! disolvente resultado aludido. instrumento en fin, subordinándose a sí misma cualquier otro ámbito de la
y, además, para conjurarlo ¿basta la nuda reivindicación de una deseada experiencia social y por tanto también e! derecho, eso no se desprende en
autonomía de la función normativa? Para concluir: si no se ponen en absoluto de una esencia lógica intemporal y eterna de la técnica, que por
discusión las premisas de! análisis filosófico de Severino, e! punto de vista su naturaleza sería inevitablemente nihilista, sino que es una consecuencia
del jurista positivo adoptado por Irti a lo sumo puede salvaguardar su de su configuración histórico-social en la sociedad contemporánea. Um-
supervivencia empírica, pero no se sustrae a su propia disolución lógico- berto Galimberti describe de modo claro y convincente el boomerang de
conceptual. la técnica y de sus éxitos:
Para evitarla, el paso decisivo consiste en desvincular la técnica de! «Desde el punto de vista psicológico e! hombre es un ser espacio-
omnicomprensivo ámbito de la necesidad lógico-ontológica, reduciéndola temporal porque entre el surgimiento de la necesidad y su satisfacción,
al ámbito de! obrar humano y de su creatividad instituida. En realidad la o entre e! anuncio del deseo y su realización, hay un recorrido espacial
Técnica no existe, sino que existen sólo modalidades histórico-sociales que cumplir y un tiempo exigido para cumplirlo. Este intervalo, a partir
distintas cada vez, de determinarla, esto es, de instituir su significaci6~ del cual Freud fundamenta la diferencia entre e! 'principio del placer',
donde basta desear para tener, y e! 'principio de realidad', que para la
18. [bid., p. 39. consecución de algo exige la mediación de! trabajo, es esa dimensión
19. [bid.,p.41. espacio-temporal a la que ha sido aplicada siempre la técnica, en el in-
20. Cf. H. Kelsen, "The Law as a Specific Social Technique»: The University of Chicago Law tento de superar y, en e! límite, de abolir el estado de dependencia de la
Review IX (1941), pp. 75-97.
mediación. En realidad nadie discute que la técnica ha nacido como un

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE MEDIACiÓN INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

medio para alcanzar fines. Lo que pasa inadvertido es que la mediación por la experiencia humana, en tanto que esta última se caracteriza por la
en que consiste la técnica tiene como finalidad intrínseca suya, antes que ausencia de una determinación ontológica y de un sentido ideal universal,
todos los fines que le son asignados, e! de hacer superflua la mediación, predeterminado e indiscutible.
recuperando aquella inmediatez entre la necesidad y su satisfacción o
entre e! deseo y su realización que los hombres han puesto hipotética-
mente siempre, desde el amanecer de la historia, en aquella edad de oro La globalización y el derecho
mítica donde bastaba desear para tener. Desde el punto de vista psico-
lógico eso significa reconducir e! principio de realidad al principio del Llegados a este punto, es imposible no plantear la cuestión siguiente: en
placer, y por tanto abolir e! espacio y el tiempo que se interponen entre la fase de la modernidad avanzada que atravesamos, y que conocemos con
la necesidad y su satisfacción, así como entre e! deseo y su realización. el nombre de globalización, ¿se dan las condiciones para que todavía sea
En esta restitución de la inmediatez, donde se reúne todo el sentido de efectivo y vigente aquel nexo reflexivo entre normatividad y sociedad que
la mediación técnica, es posible leer el repristinamiento de la infancia en el dispositivo simbólico de la democracia moderna adquirió un carácter
de! hombre, ya sea mitológicamente, como repristinamiento de la edad constitutivo?
de oro, ya biológicamente, como repristinamiento de la condición que Dicho de otra manera: ¿todavía se puede pensar que por medio de la
caracteriza los primeros años de la vida, en los que espacio y tiempo son función normativa la modernidad instituye un orden artificial y un sentido
vividos exclusivamente como formas de impedimento, como obstáculos general, reconocidos como tales, si luego este orden y este sentido ocultan
al logro inmediato de los desiderata»21. su carácter instituido y se presentan como prestaciones añadidas del siste-
Lo que Galimberti tiende a presentar como característica esencial e ma o implicaciones inmediatas de los deseos de las multitudes, devueltos
intemporal de la Técnica está en cambio extraído de! aspecto concreto y a su presunta espontaneidad, en adelante liberadas de toda coacción a la
efectivo que cobra la técnica en nuestra civilización. mediación? Si es cierto que asistimos a una mutación que tiende a abolir
Si se permanece en cambio en la óptica ontológico-especulativa, que la separación entre evento y universalidad de! sentido, ¿cómo salvaguar-
opone a las pretensiones de la técnica las pretensiones del saber indiscuti- dar el espacio del derecho? ¿Cómo distinguirlo de la regularidad de una
ble, a la acción humana sólo le queda la «puesta en acción» de un sentido naturaleza inmanente a los deseos humanos, en cuya virtud éstos reaulta-
dado y determinado de otro modo. En otras palabras: el punto de vista que rían d'emblée universalizantes sin recurrir al espacio simbólico (público e
hace suyo Severino, ampliamente compartido por Irti, presupone tener ac- instituido) de la mediación jurídica?
ceso inmediato a la estructura eterna de lo originario y pretende que debe Se está dibujando ante nuestros ojos un escenario inédito, en el que
afirmar su indiscutibilidad. En un tal contexto de rarefacción ontológica las inderogables compatibilidades sistémicas de! Aparato científico-técnico
la función normativa queda a priori y universalmente absorbida, casi fago- tienden a debilitar, si no a abolir, ese espacio de juego entre derecho y
citada, por la autoentrega del ser a la penetrante mirada de! pensamiento mundo, derecho y praxis, derecho y deliberación social de las finalidades
especulativo. La dimensión instituida, y por tanto contingente y positiva, y del sentido, que según los juristas debería atenuar la absoluta subor-
del nomos queda absolutamente marginada. En este sentido, el lagos que dinación del derecho a la técnica, subrayada con énfasis por un filósofo
Severino sitúa como fundamento de la lex recuerda el desvelamiento o la riguroso como Severino. La paradoja de la sociedad moderna consiste •
autoexhibición de la physis en vez de la institución de un espacio público en que la autonomía del orden jurídico va acompañada de la ocultación ~.
en el que la polis pueda de!iberar colectivamente. de su dimensión histórico-social. El derecho moderno nace como proce-
Irti no consigue salvaguardar la autonomía y la especificidad de lo dimiento formal encaminado a ordenar una multiplicidad atomizada de
jurídico porque concede demasiado al razonamiento de Severino. Ni uno individuos. Pero la abstracción del sujeto moderno en tanto que individuo
ni otro se enfrentan con el hecho decisivo, según e! cual el espacio de! «sin cualidades», captado en su aislamiento individual, plantea el problema
nomos no es una constante universal ni un presupuesto natural de la ex- de su mediación con una instancia de universalidad general. En realidad, se
periencia. No hay evidencia ontológica alguna del nomos, y su función considera que sólo esta última se halla en situación de producir orden y de
no puede consistir en transponer al plano humano -o sea a un ámbito limitar las consecuencias destructivas de la conflictividad de los individuos
histórico-social-la (presunta) plenitud originaria del Ser o de la Natura- aislados y contrapuestos.
leza. Por el contrario, el nomos es posible como orden instituido cada vez En vez de la creación histórico-social de los significados, que reconoce la
necesidad de las mediaciones institucionales y de la que procede la autono-
mía histórico-social del derecho, parece imponerse el primado natural de la
21. U. Galimberti, Psiche e techne, Feltrinelli, Milano, 2000, p. 664. inmediatez, que sobre todo en economía se presenta hoy como el único valor

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE MEDIACiÓN INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

efectivamente vigente, y por ello como factor exclusivo de socialización. Se económica y jurídica, lo que acentúa y radicaliza la crisis que atraviesa la
trata de un cambio en el que la modernidad globalizada desvela una implica- sociedad moderna. Esta última, como observó en cierta ocasión Hannah
ción inevitable de su desencanto. Una aguda observación de Carlo Galli capta Arendt, «cada vez que tuvo motivo para esperar una nueva filosofía política
un rasgo decisivo de ella: «Al igual que en economía, también en política la obtuvo en su lugar una filosofía de la historia»23, filosofía de la historia
globalización implica que el centro de gravedad se desplaza de la producción cuyo sentido consiste, sabido es, en subordinar la contingencia del ser a la
(el proyecto) al consumo (la pasividad)>>22. A fin de cuentas la negación de la necesidad de la razón universal.
mediación social es una consecuencia de la actual difusión de la pasividad, En la crisis actual de la función normativa, lo que está en juego es su
que pone en crisis el estatuto mismo del positum o del institutum, en tanto dimensión instituida, contingente y positiva al mismo tiempo. Lo que está
que productos consensuales de un actuar colectivo que crea la norma porque amenazado es justamente el reconocimiento de la creatividad histórico-
instituye el valor, y que lo hace porque se sitúa conscientemente como origen social de la institución. Se trata, obviamente, de una creatividad regulada, y
activo de un significado histórico-social. la institución moderna del derecho ha consistido justamente en la creación
El nexo explícito entre norma positiva y creación social separa ra- de un sistema (o de un subsistema social) autorreflexivo, encaminado ante
dicalmente a la institución moderna del derecho de una supuesta base todo a regular la producción de normas.
natural-universal, predeterminada e inmodificable. Pero es precisamente Frente a la crisis, la época de la globalización vacila. Pese a no abandonar
este resultado el que hoy parece estar en crisis. El regreso del naturalismo ni echar abajo las características de fondo de la modernidad, y ante todo
en las ciencias humanas desde hace más de dos décadas, la vuelta a la pro- la caracterización de la sociedad como sociedad esencialmente jurídica, la
posición de un fundamento universal y originario, constituido por la natu- época de la globalización no decide, sino que experimenta la crisis y ratifica
raleza humana, y el individualismo de trasfondo biológico que lo propaga, su propia impotencia. No ignora que le es inmanente una función norma-
todo eso amenaza no ya a la función normativa sino pura y simplemente al tiva, pero no la asume, y tiende a ocultarla y a neutralizarla, acabando por
mantenimiento de su creatividad colectiva e instituyente. A fin de cuentas, ver en el orden simbólico de las normas el reflejo formal e irrenunciable de
la normatividad emigra hacia el universal natural, pero no desaparece. Lo la lógica identitaria e inmunitaria que rige el sistema, independientemente
que corre el peligro de desaparecer es el privilegio que la sociedad moderna de su naturaleza instituida. Así, la dimensión normativa de la vida social, en
se había atribuido a sí misma: reglar su propia creación. tanto que implicación inevitable del orden simbólico de los significados, se
En la fase actual de la llamada globalización, caracterizada por la afir- reduce a un dato suministrado por una legalidad de tipo natural.
mación de una presunta coincidencia de lo local y lo global, o sea por El desenlace de la modernidad, que se acentúa en la época de la glo-
la pretensión de una relación inmediata y directa entre el individuo y balización, es el desconocimiento de la mediación socio-cultural para los
lo universal, la paradoja se vuelve más aguda, puesto que en el mismo fines de la producción del sentido, la anulación de su espacio de indetermi-
momento en que se hace saltar la mediación se disuelve la posibilidad de nación, y la neutralización de toda intervención de deliberación colectiva
la ciudadanía universal a la que los individuos se habrían ganado acceder en él y sobre él. Así, la autonomía sistémica de lo normativo, en la medida
directamente. El afirmado triunfo de lo inmediato constituye el rostro que en que la funcionalidad estructural oculta su historicidad, se identifica con
asume la ficción especulativa en la modernidad globalizada. Esta última ni la crisis de la deliberación social y con la reducción de la política a admi-
siquiera plantea ya el problema de la «forma» jurídica como mediación que nistración, dedicada a seguir y poner en funcionamiento los inevitables
dé orden al conflicto entre las distintas individualidades, ya que presume de mandamientos -acaso contradictorios- que impone la gestión técnica
captar en el acontecimiento descontextualizado de la multitud el acceso de los subsistemas sociales.
inmediato de los individuos a lo universal. De este modo el orden del sentido queda privado de su componente
La validez del derecho tiene pues una racionalidad instrumental propia simbólico, o sea, instituido, y se presenta como un intemporal e inderogable
que acaba viniéndose abajo. En vez de subordinarse a una finalidad delibe- imperativo del sistema. Se convierte en una prestación añadida suya, que ha
rada socialmente, el derecho, al igual que la técnica, realiza del modo más de ser aplicada automáticamente sin ulteriores intervenciones externas. Los
eficaz la autorreproducción del sistema, tendiendo a perpetuar el ajuste de significados sociales y su función normativa misma acaban reduciéndose a
la sociedad dado, y presentándose a su vez como fin último del obrar social. una interpretación que pone en movimiento la lógica del sistema. El orden
Lo que está en juego pasa a ser entonces la creación de un único es- jurídico se reduce a una respuesta casi automática con que la sociedad
pacio competitivo, homologado por la difusión planetaria de la técnica reacciona al ambiente. Y la creatividad que se le niega al derecho en su

23. H. Arendt, La condición humana, trad. de R. Gil Novales, Paidós, Barcelona, 1993,
22. C. Galli, Spazi politici. L:eta moderna e l'eta g/oba/e, il Mulino, Bologna, 2001, p. 150. p. 356, 11. 63.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE MEDIACIÓ'J INSTITUYENTE E IMAGINARIO SOCIAL

conjunto se representa en forma domesticada y reducida como atributo de histórica de la modernidad. Sin ella, y fuera de sus conquistas, desen-
la interpretación individual que lo va aplicando de vez en vez. ganchar la validez del horizonte del sentido ni siquiera sería pensable.
Su separación no es comprensible más que como el resultado de una
modalidad específica de deliberación y posición de significados sociales
El contexto normativo de la modernidad que se difunde en la época moderna.
y la remoción de la institución En conclusión: si a fin de cuentas es verdad que la democracia moderna
remite, en términos explícitos y formalizados, el contenido normativo de
En este proceso, el protagonista indiscutible o incluso exclusivo es la par- la sociedad a la actividad de deliberación y de producción de sentido
ticularidad o la singularidad del sujeto individual. Y en este plano la época de la sociedad misma, es igualmente cierto que la lógica del desencanto
de la globalización radicaliza las pretensiones de la modernidad, porque racionalista desconoce su propia ubicación histórico-social determinada.
parece que en adelante las singularidades ya no necesiten universalizarse Precisamente entonces la creatividad del obrar colectivo queda confinada
a través de un proceso de mediación simbólica, pues se considera que al espacio de la interpretación. Pero el primado de la interpretación es al
cada una de ellas está ya en relación directa con lo universal. La posición mismo tiempo efecto y remedio de la crisis actual de la normatividad: y
simultánea e inmediata de singularidad y universalidad es lo específico de al nexo entre estos dos elementos es preciso dirigir ahora la atención.
la nueva fase, que no reniega de las conquistas de la modernidad pero que
radicaliza su desembocadura metahistórica e individualista.
En realidad el discurso filosófico de la modernidad consiste, según la
célebre categorización propuesta por Habermas, en que «la modernidad ya
ni quiere ni puede tomar prestados sus propios criterios de orientación de
modelos de otra época»24. En otras palabras: lo específico de la sociedad
moderna viene dado por el logro de su propia normatividad sólo a partir
de sí misma. En suma: el contenido normativo de la modernidad resulta
producido por la modernidad misma, y se refiere a la esfera del sentido
y de la reproducción simbólica del mundo de la vida. Este aspecto es im-
portante y decisivo, pero no lo es todo. De hecho el orden simbólico que
la modernidad produce, para ser verdaderamente normativo, debe estar
sujeto a un garante de su contenido racional.
La orientación producida por la modernidad es normativa si y sólo
si se somete a la verificación de su validez. Sin embargo, coherentemente
con la representación moderna de la normatividad, semejante verifica-
ción sólo puede ser procedimental. La garantía del contenido racional
-y por ello normativo- de la modernidad es sólo la conformidad con
una técnica procedimental que la propia modernidad previamente se ha
dado. Y el único contenido normativo que puede aceptar es la validez
procedimental, que presume de ser garantía de racionalidad y criterio
último del sentido. A fin de cuentas eso sólo es posible en tanto que la
misma modernidad -al rechazar la subordinación a criterios de valor
que no logra alcanzar por sí misma- instituye explícitamente la autorre-
flexión del sentido como único horizonte de su producción de validez.
Dicho aún de otro modo, la misma autonomía de la validez del sentido
que Habermas se dedica a reivindicar encarnizadamente, y en la que ve
un a priori trascendental de la racionalidad, demuestra ser una conquista

24. Cf. J. Habermas, El discurso filosófico de la modernidad, trad. de M. jiménez Redondo,


Katz, Buenos Aires, 2008.

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I
I

Capítulo IX

CRISIS DE LAS INSTITUCIONES, INFLACIÓN NORMATIVA


Y PRIMADO DE LA INTERPRETACIÓN

Las normas y la convivencia social

La relación entre' normatividad y sistema simbólico de los significados


sociales, en la que hemos insistido desde el principio de nuestro razona-
miento, va más allá de las características puramente formales del derecho.
Las normas jurídicas son ante todo «instrumentos para un fin de convi-
vencia socia!»l. El orden sistemático de las normas procede del contexto
social que las ha generado, y para comprenderlas habrá que recurrir a este
último. Por eso «le corresponde al jurista intérprete identificar los tipos de
intereses que han sido objeto de disciplina legislativa»2. Para ello es preciso
investigar tanto la lógica de las relaciones sociales reguladas como la lógica
de su tratamiento jurídic0 3 • Los dos niveles, aunque están relacionados
entre sí, no son equivalentes.
En realidad la vida social está orientada, en la directiva de las valo-
raciones jurídicas, por el «andamiaje dogmático» del derecho, pero este
último la considera materia de regulación jurídica sólo «respecto de los
problemas prácticos que presenta, o sea, en cuanto que se trate de or-
ganizar de modo permanente funciones consid~radas necesarias o útiles
para la vida del cuerpo social, o se trate de componer según justicia (y
prevenir, por tanto), posibles conflictos entre categorías de intereses,
cuando su prevención sea considerada a su vez como una necesidad
social. De ello se sigue que la vida social es contemplada por el derecho
no ya en la complejidad y concreción de sus infinitas manifestaciones,
sino bajo el circunscrito perfil que interesa por sus relaciones con dichos
problemas»4.

1. E. Betti, Teoria generale del/'interpretazione, 2 vols., Milano, 1955, vol. I1, p. 797.
2. [bid.
3. Cf. ibid, p. 798.
4. [bid., p. 812. La cursiva ha sido añadida.

131
LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE CRISIS DE LAS INSTITUCIONFS, INFLACiÓN NORMATIVA Y PRIMADO DE LA INTERPRETACiÓN

Reivindicar el arraigo social de las normas no significa, pues, ignorar lo El derecho tiende a permear de derecho todos los espacios de la vida
específicamente formal y de contenido de! punto de vista jurídico. Entre la social, proponiendo normas para todos sus aspectos y pliegues. El recurso
concreción de la vida social y el derecho como sistema formal de normas reiterado a la reglamentación de los conflictos y urgencias cotidianas por
está la mediación creadora del ordenamiento, en cuya virtud el espacio medio de la elaboración constante de nuevas leyes, aunque a menudo cada
del derecho no resulta fagocitado por la sociología. Entre el hecho de los vez más ineficaces, expresa el peligro creciente de su insignificancia. Bien
comportamientos sociales y su consideración en el derecho está siempre mirado, no obstante, la crisis de la normatividad es un fenómeno que va
el filtro del sistema jurídico. La transposición de los contenidos sociales más allá de la experiencia estrictamente jurídica y hunde sus raíces en la
en términos jurídicos es un acto instituyente, en el que no es «traducido» estructura misma de la complejidad social de hoy. Y paradójicamente,
o «transpuesto» en e! formalismo jurídico un contenido social en bruto. justo cuando se producen miríadas de leyes para hacer frente a urgencias
La estructura social que está en la base del derecho está ya instituida: en siempre nuevas, se tiende a negar su carácter creador, o sea su dependen-
ella viven ya significados, valores, motivaciones y representaciones en los cia de deliberaciones y opciones sociales históricas, tendiéndose a ver en
que no habla la presunta inmediatez de la naturaleza humana sino una ellas el reflejo de una legalidad a priori que brotaría inmediatamente de
articulación cultural determinada históricamente, cuya adopción en el la situación concreta y de su apelación a la justicia. Lo verdaderamente
derecho moderno consiste en una institución de segundo nivel, explícita extraño es que esta justicia universal, contenida como apelación directa a
y autorreflexiva. la consciencia social en la inmediatez de los casos concretos, necesite luego
El proceso de positivación del derecho consiste exactamente en esto. la proliferación de tantas disposiciones normativas, a menudo contradic-
La forma extrema de desconocimiento de este proceso y de su carácter torias o contrastantes entre sí.
histórico-social es el olvido del carácter simbólico e instituido de las nor- De esta hipertrofia del tejido legislativo nace el decisivo recurso a la
mas. Éstas, en realidad, no son ni un mero registro de los datos de hecho interpretación. «En la legislación contemporánea, fruto de la inestable me-
ni una explicación acabada de la realidad. Son, en cambio, el resultado diación entre intereses e impulsos divergentes y a menudo contrapuestos,
de una deliberación social, o sea, la expresión explícita de un modo de frente a normas sociales que se abren camino con más fluidez y sensibilidad,
ser colectivo, de un proyecto, de una tensión ideal inmanente a la vida en se adopta gustosamente la técnica de confiar de entrada en formulaciones
sociedad y sólo atribuible a ella. Su significado, que no remite a trascen- literales deliberadamente ambiguas para descargar en otras sedes el peso de
dencia extrasocial alguna, sea de tipo metafísico o racional, no se reduce la resolución forzosa de la ambigüedad. Por tanto, también las característi-
sin embargo a su aplicación o ejecución fáctica o empírica. I,as normas son cas mismas de la legislación contemporánea -elefantiasis, gran dificultad
instituidas para dar a la vida social efectiva un orden y un sentido que, para orientarse entre bloques normativos coexistentes y conflictivos- [... ]
dentro de ciertos límites, deben poder seguir valiendo incluso en presencia contribuyen a incrementar el papel de las interpretaciones judiciales»5.
de comportamientos de transgresión que los desatienden o los desmienten. Es pues ante todo la complejidad de la vida social y de los intereses
Pero puesto que el carácter y por tanto el valor simbólico de este orden no que se entrecruzan en ella lo que hace indescifrable el trabajo farragoso de
anula su naturaleza de cosa instituida, sigue siendo siempre susceptible de la legislación. y la crisis de la creatividad colectiva que en ésta se expresa
cambios y de reelaboraciones, que se remiten a la responsabilidad de las con dificultad debería ser obviada por el consiguiente recurso a la interpre-
deliberaciones colectivas. tación, que tiende a asumir de forma predominante la producción de nuevo
derecho positivo. El divorcio entre vida y normas se muestra irreparable
en el plano de la generalidad legislativa, pero la particularidad de la inter-
La proliferación de las leyes y la juridización de lo social pretación trata de curar las heridas más graves, si se supone que puede
suministrar cada vez el remedio adecuado para el caso individual.
La inflación normativa constituye el indicio más visible de la actual dificul-
tad de las normas para ordenar una sociedad compleja como la nuestra.
Cuando amaina la fuerza social que las mantiene vivas las instituciones El carácter central de la interpretación
entran en crisis, como ha mostrado en profundidad Guarino, a cuyos
análisis nos hemos referido en las páginas precedentes. En la imposibili- La hermenéutica jurídica atribuye así un papel destacado a la creatividad
dad de intervenir sobre el ethos, esto es, en la incapacidad de revivificar del intérprete, llamado a corresponder con ductilidad y sabiduría a las exi-
el tejido social y civil que constituye el trasfondo prejurídico de la vida
social, se difunde cada vez más la tendencia a una juridificación integral 5. F. Viola y G. Zaccaria, Diritto e interf¡retazione. Lineamenti di una teoria ermeneutica
de la convivencia del diritto, Laterza, Bari-Roma, 1999, p. 145,

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE CRISIS DE LAS INSTITUCIONES, INFLACiÓN NORMATIVA Y PRIMADO DE LA INTERPRETACiÓN

gencias de justicia representadas de vez en vez por los casos concretos. Se constituye para la interpretación jurídica un vínculo que no se puede
trata, por tanto, de una creatividad eminentemente individual: lo opuesto desatar.
a la creatividad que se expresa en la producción legislativa, la cual se define Precisamente en contra de esta posición subordinada de la creatividad
esencialmente por la propia dimensión colectiva, modulada según reglas del intérprete respecto de la creación jurídica instituyente que la funda-
determinadas, en la que se escenifica la institución moderna de lo social. menta y la hace posible se extiende hoy la tendencia a la dislocación her-
Los dos momentos -legislación e interpretación- que así se dibujan menéutica de la producción normativa, que presume de renovar el sistema
se mantienen diferenciados. Pero ni eso basta. En realidad, la distinción jurídico a partir de su propia apertura al indefinido montón de problemas,
entre ellos implica una subordinación, más ontológica que cronológica; casos y urgencias particulares. Con todo, si la efectiva y originaria creati-
y es justamente esa subordinación lo que el primado de la interpretación vidad de la dimensión normativa deja de estar localizada en el legislativo y
tiende a echar abajo, con la consecuencia jurídicamente insostenible de se transfiere al poder judicial, el recorrido que hemos dibujado hasta aquí
que la intervención individual del intérprete, si se la considera liberada en el plano puramente teórico experimenta inmediatamente una recaída
de la obediencia al vínculo estatuido por la ley positiva, podría llegar a práctico-política que en último término apuesta por la superación de la
modificar o incluso a echar por tierra no sólo talo cual norma sino hasta división de poderes tal como se ha configurado hasta ahora en el Estado
el sentido mismo instituido por el sistema de las normas vigentes. Seme- moderno.
jante eventualidad no se limitaría a ampliar el espacio de libertad de la
interpretación y de su creatividad, intrínsecamente derivada de los límites
puestos por el ordenamiento y subordinada a ellos, sino que pondría en La época de la descodifica ció n
cuestión la distinción, y por tanto la no integral superponibilidad, entre
momento legislativo y momento hermenéutico. Es la prioridad ontológica Este proceso se remonta al final de la estabilidad económica del Estado
de la creación social la que instituye las normas, y la que confía a los intér- liberal clásico, caracterizado por el monopolio político y legislativo de la
pretes su custodia interpretativa y su salvaguarda de aplicación. Confundir burguesía. Al no haber sufragio universal, sólo los representantes de esta
y superponer los dos momentos significa en definitiva privar de sentido a última constituían la asamblea legislativa, cuyas producciones se caracte-
las reglas sustantivas y procedimentales con que el ordenamiento provee rizaban por el orden y la homogeneidad. El modelo clásico del Estado de
a su propia reproducción. derecho, basado en el principio de legalidad, esto es, en el predominio
Lo que queda dicho no pretende negar en absoluto que en la fase absoluto de una única fuente legislativa, reflejaba esa situación sociológi-
propiamente legislativa la deliberación social que culmina en la creación ca. Uno de los signos más manifiestos de su desaparición es la pérdida del
de las leyes comporte a su vez una racionalidad hermenéutica. Eso es par- carácter central de los códigos, característica emblemática de una época en
ticularmente válido en una sociedad compleja como la nuestra, donde el que la normatividad ya no consigue disciplinar la vida social. La nuestra
«politeísmo de los valores» exige por parte del legislador una interpreta- es, pues, por citar el título merecidamente famoso de un libro de Natalino
ción previa de las diversas posiciones existentes y de sus tendencias. Pero Irti, la época de la descodificación 6 •
este reconocimiento innegable de un momento interpretativo interno a Con la crisis de la idea de código, en la que confluye la crisis del
las operaciones que culminan en la deliberación colectiva que instituye tradicional principio de legalidad, se concede una importancia cada vez
la ley, y que lo hace según las «metanormas» que ella misma se ha dado, mayor a las leyes especiales, se forman microsistemas normativos relativos
no atenúa en absoluto el primado de la creación legislativa. El momento a materias determinadas y que constituyen una red de disposiciones lógica-
decisivo, en que culmina el acto legislativo, es la creación colectiva explí- mente autónomas y, por último, se multiplican disciplinas sectoriales que
citamente instituyente de la que se deriva la norma, sobre la que luego se proliferan junto al Código civil pero que acaban por invadir su territorio
deberá ejercitar la creatividad derivada del intérprete dentro de los límites y con ello le expropian materias y categorías de relaciones enteras? La
establecidos por el sistema jurídico. unidad misma del ordenamiento jurídico entra en crisis.
Obviamente, la deliberación social que culmina en las rationes puestas Resulta emblemática a propósito de este asunto la perspectiva neocons-
no es eterna, ni intangible el vínculo sistémico que las mantiene unidas, titucionalista del llamado «derecho dúctih>, en cuya lógica el recurso a la
pero para transformarlos es necesario intervenir en la fuente, mediante razonabilidad de los jueces y a su circunstancial capacidad de «suavizar»
una reelaboración creadora de los significados instituidos que modifique el
sistema normativo. Atribuir una creatividad resolutoria a la intervención 6. Cf. N. Irti, Leta della decodificazione, Giuffre, Milano, 1979; hay trad. cast., La edad de
individual del intérprete es un atajo lógicamente insostenible y concre- la descodificación, Bosch, Barcelona, 1992.
tamente impracticable. Pues el sentido instituido del sistema normativo 7, Cf. ibid., pp. 121 ss.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE CRISIS DE LAS INSTITUCIONFS, INFLACiÓN NORMATIVA Y PRIMADO DE LA INTERPRETACiÓN

el derecho ocupa el lugar de una normatividad abstracta y general, que se ha convertido en un estatuto programático; a menudo, cuando contiene
basaba en la idea de la ¡ex ante casum y que, por tanto, se mostraba extra- una delegación, no es susceptible de aplicación inmediata sino que re-
ña a la aceptación de la influencia del problema particular o a la creación mite a otros órganos del Estado, autorizados a dictar ulteriores normas
judicial de reglas de derecho. «La idea de que las leyes y demás fuentes, en e instruyéndolos a su vez sobre los modos específicos. De ello se deriva
su conjunto, constituyen de por sí un ordenamiento -como podía ocurrir una multiplicidad de fuentes normativas y un flujo legislativo continuo, a
en el siglo XIX- ha de ser completamente descartada hoy»R. menudo contradictorio, prácticamente incontrolable, con transmisión de
y mientras crece la juridificación de la vida concreta (para cualquier poderes del legislativo a la administración del Estado»ll.
caso hay una norma, para cualquier urgencia nueva o presunta se necesi-
taría una ley), la extemporánea creatividad de los intérpretes se subroga La creatividad de la interpretación y sus límites
a la ineptitud normativa de la sociedad y de sus instituciones. La carga de
la decisión práctica adoptada caso por caso, llevando al extremo la visión El primado de la interpretación atenúa pues la separación de poderes. Su
reductivista de la norma que hizo suya primero la escuela del derecho consecuencia más manifiesta es la transformación del papel del juez y en
libre y luego el realismo jurídico, cobra dignidad legislativa. El intérprete general una nueva función del poder judicial. Los elementos decisivos de la
se convierte en legislador, e incluso en el único legislador eficaz, llamado situación que se acaba de describir son dos: la multiplicidad de las fuentes
cada vez a resolver el caso concreto. normativas y el flujo continuo e incontrolado de éstas. Que han exigido
Eso tiene profundas consecuencias teóricas y prácticas. Ante todo cam- «en todos los ordenamientos, una acción por parte de los Tribunales de
bia radicalmente el papel de los jueces, que «hoy en los sistemas de civillaw continuo recocido y ensamblaje en complejos normativos coherentes de seg-
tienen que afrontar problemas análogos a los de un judge-made law, pero mentos separados y a menudo de inspiración divergente; una acción en
sin la base cultural de los países de common law. En realidad la producción la que no podía dejar de ponerse de manifiesto, ni tampoco dejar de ser
legislativa cada vez más abundante, caótica, modificada continuamente, aceptado, el componente imborrable de integración creadora [... J. El juez
llena de fórmulas oscuras y de compromiso, deja abiertos márgenes muy de la época liberal tendía efectivamente a decidir según normas precisas
amplios de 'creatividad' al juez,,9. preconstituidas, pese a no conseguirlo plenamente; [... J el juez de la época
La renovada centralidad del poder judicial es pues ante todo una con- contemporánea [oo.] opera además como un activo y relevante cooperador
secuencia sociológica de una mutación en el sistema normativo. En otras al desarrollo de todo el sistema normativo»12.
palabras: con el nacimiento del «Estado social», las leyes ya no se limitan Por otra parte no se puede ocultar que el llamamiento a la libre creati-
a enunciar condiciones generales sino que se proponen regular relaciones vidad del intérprete entraña el peligro de llevar a decisionismos ambiguos,
entre categorías específicas de ciudadanos. «La ampliación del flujo legisla- en virtud del carácter incontrolable del criterio individual que la subtiende.
tivo es tal que lleva a la adopción de nuevas técnicas y sobre todo a la dele- La noción clásica de la certeza del derecho, fundamento de los ordena-
gación de poderes normativos en el Gobierno o en órganos institucionales mientos modernos, parece haber agotado su tiempo. El intérprete mismo
nuevos»lO. A consecuencia de ello en la ciencia constitucional se habla ya está, obviamente, movido por estrategias que sin embargo permanecen so-
de «función de curso político» para denotar «de modo unificado la natu- metidas a su propio arbitrio (o, si se prefiere, a su «consciencia»), y que de
raleza de la obra del legislativo y del ejecutivo». «En este punto -prosigue algún modo se sustraen a una explicitación pública y controlable, mientras
Pizzorno- el régimen representativo se ha transformado en algo distinto que en el caso de la deliberación colectiva confiada a los representantes de
de lo que era cuando se formó, y también es distinta la producción de la soberanía popular, la estrategia de éstos es objeto de un debate público,
las normas que lo regulan. La norma jurídica era originariamente un esta- o que en todo caso puede y debe convertirse en público. Como señala
tuto general y abstracto dirigido a todos los sujetos de un ordenamiento Carla Faralli, <<1a jurisprudencia creadora puede efectivamente conducir al
jurídico. La producción de normas era escasa, cambiaba lentamente y liberalismo social de Holmes (pero en América, en una cultura de common
procedía en gran parte de una sola fuente: la legislativa. Ahora la ley se law), aunque también al decisionismo de cuño nacional socialista» Il.
Sea lo que fuere de estos peligros, el proceso que hubiera debido
culminar en el reconocimiento de la creatividad normativa del intérprete
H. Cf. G. Zagrebelsky, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, trad. de M. Gascón, Trotta,
Madrid, '2008, p. 39.
9. C. Faralli, «La certezza del diritto nell'eta della decodificazione» (puede verse en Internet 11. Ibid., p. 36.
en www.cirfid.unibo.it/murst40-97/40-97/SezioneIl/ParteIlI/3.3/Faralli new.doc), p. 11. 12. G. Bagnetti, La divisione dei poteri, Giuffre. Milano, 1994 (cit. en A. Pizzorno, op. cit.,
10. A. Pizzorno, JI potere dei giudici. Stato dernocratico e controllo-della virtú, Laterza, Roma- p.37).
Bari, 1998, p. 34. 13. C. Faralli, loco cit., p. 13.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE CRISIS DE LAS INSTITUCIONES. INFLACiÓN NORMATIVA Y PRIMADO DE LA INTERPRETACiÓN

parece orientarse en cambio hacia la sustitución de la creatividad en bene- primordial del sentido; las concreciones histórico-sociales serían única-
ficio de la apremiante inmediatez del caso concreto. Al no ser el efecto de mente una interpretación de él, reduciéndose así a expresar, mostrar o
una producción legislativa, ni resultado de una creación hermenéutica, la representar la normatividad universal de una trascendencia ontológica. La
particularidad imperativa del caso concreto tiene la insostenible pretensión tesis filosófica fundamental que implícitamente apuntala la perspectiva her-
de constituir un acceso directo -e indisociable- al universal normativo. A menéutica hoy predominante es por tanto la tesis de una preexistencia de
consecuencia de ello las características más propias del derecho moderno, un sentido último u originario, del que todas las obras humanas serían ya
arraigadas en su carácter autoinstituido y autónomo, corren el peligro de en sí mismas interpretaciones. Y es esta tesis la que se discute aquÍ a partir
diluirse. Y el espacio simbólico de la pretensión jurídica acaba subordinán- de la experiencia irrefutable y cotidiana de la inaccesibilidad inmediata de
dose fatalmente a la fuerza inmediata y cogente del dato de hecho del que lo originario, que hace indispensable la creación colectiva del sentido.
se hace derivar (independientemente de la configuración que este último A este respecto es sintomático el tratamiento reservado a la produc-
pueda asumir). ción artística en la teoría hermenéutica del derecho de Viola y Zaccaria.
El caso de la obra de arte es interesante por tratarse de un ámbito en el
que más fácilmente que en otros es generalmente reconocida la originarie-
Sobre los presupuestos filosóficos de la hermenéutica jurídica dad de un momento «creador» como fundamento de toda interpretación
posible. Y sin embargo la teoría hermenéutica subordina el propio hacer
Hay una estrecha conexión entre la reducción del espacio público de artístico al primado de la interpretación. Los autores citados escriben:
elaboración creadora de los significados socialmente conectivos y la «No se puede decir que el artista simplemente dé cuerpo a sus intencio-
acrecentada centralidad o universalidad del problema hermenético. A nes. En realidad se siente llamado a comprender algo que le solicita ser
la impotencia del orden simbólico, sede de las deliberaciones colectivas comprendido, esto es, el sentido mismo de la cosa que hacer. Sin embargo,
sobre el sentido, sustituidas cada vez más manifiestamente por los auto- ésta todavía no existe, porque sólo la interpretación la hace existir»14.
matismos, los flujos y las dinámicas de la economía global, le corresponde En la última parte de la cita la palabra «interpretación» no es un lapsus
el individualismo de la interpretación. Preciso es reconocer, no obstante, en vez de «creación» o por ejemplo «producción». Los autores quieren
que su margen de maniobra es exiguo. Pese a su afirmada creatividad, la decir precisamente que la obra de arre es en sí misma interpretación de
perspectiva de la interpretación no puede hacer otra cosa que remitir a un sentido preexistente.
un horizonte de sentido dado de antemano, ya sea que tienda a superar El origen de la obra, por tanto, precede a la facticidad de su inicio (el
la crisis sohrevenida repristinando una originaria pero perdida dimensión momento en que el artista la hace exisitir, aparentemente produciéndola,
de familiaridad ontológica, ya sea que pretenda en camhio desvincularse de y en realidad, según la teoría hermenéutica, interpretando aquel sentido
ella reactivamente. preexistente que solicitaba ser comprendido). Eso presupone una prece-
Tal disposición es una de las consecuencias de la difusión y el éxito dencia (ideal, ontológica, especulativa) del sentido respecto de la obra (y
filosófico de la hermenéutica, según la cual los significados y los valores por extensión de los textos, los significados, los valores o las normas en
sociales fundamentales, en torno a los que se constituye el orden simbólico que el sentido, tras haber sido interpretado originariamente, llegará a la
de una sociedad, no son «creaciones sociales» o «deliberaciones colectivas», existencia mundana). He aquÍ por qué «tras» las figuras histórico-sociales
sino que resultan ya en sí mismos el punto de llegada de un proceso de asumidas por el sentido preexistente Viola y Zaccaria no ven un acto
interpretación. En suma: en la perspectiva hermenéutica, los significados, productivo o creador, sino sólo la interpretación de un «originario» que
los valores, las normas, o sea, en definitiva, los textos que serán objeto de sigue siendo irreductible a sus representaciones, y que por eso permite
interpretación, son considerados a su vez, y originariamente, «interpreta- valorarlas y comprenderlas.
ción». Lo cual implica necesariamente que están precedidos por algo vago El presupuesto de la autodonación directa de un sentido originario, al
y acaso en cuanto tal no alcanzable, pero que -sea eso mundo, realidad, que el intérprete presume tener acceso directo antes o independientemente
ser, razón, naturaleza, origen, etc.- se deberá no obstante presuponer del texto en que el sentido se representa y se expone, constituye el residuo
siempre a la institución. metafísico-especulativo de la hermenéutica, que probablemente desempe-
La tesis de fondo de la hermenéutica es precisamente ésta: los signifi- ña un papel de tranquilizante ontológico, y que en cualquier caso permite
cados histórico-sociales no son creaciones, sino que en sí mismos son ya eludir el problema radical de la creación instituyente.
interpretaciones. Y entonces forzoso sería admitir el postulado según el
cual «detrás», o «antes», o «en la base» de los significados existe un fondo
originario o una verdad en sí que proporcionaría el modelo o el criterio 14. F. Viola y G. Zaccaria, Diritto e interpretazione, cit., p. 44R.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE CRISIS DE LAS INSTITUCIONES. INFLACiÓN NORMATIVA Y PRIMADO DE LA INTERPPETACIÓN

En el caso de la obra de arte, y de su inopinada lectura en términos de y creativos podrían ejecutar y hacer presente aquí y ahora la Quinta o la
interpretación, parece mucho más reveladora la desencantada admisión Novena. Hay una dependencia ontológica del intérprete respecto del crea-
de un gran crítico literario como George Steiner cuando declara: «Mi pri- dor. Y por mucho que se quiera reducir la genialidad, el abismal arbitrio
mer libro -era joven- se abría con esta frase: 'Si hubiera podido escribir y la falta de fundamento del obrar de este último, sosteniendo que a su
siquiera una sola línea de Los hermanos Karamazov no habría escrito este vez «interpreta» un sentido preexistente, esta proyección retrospectiva de
ensayo'. El crítico habla porque no puede crear»15. la hermenéutica sobre la pantalla ficticia de lo originario sólo es posible
En el campo de la producción normativa es análoga la intención de la porque lo que llamamos el sentido ha venido al mundo, y por tanto ha
hermenéutica. Ésta, en realidad, no se limita a sostener que la interpreta- entrado en el horizonte del ser, gracias a la actividad humana y a su in-
ción dada cada vez, en su creativa atención al caso concreto y a la búsque- trínseca creatividad.
da de la solución de este último, sea la única en situación de dar justicia al Creación e interpretación constituyen de este modo dos paradigmas
derecho. En su pretensión de universalidad, el paradigma hermenéutico diferentes y no superponibles integralmente; lo cual, sin embargo, no
es también en este caso más radical, y sostiene que significados, valores excluye una cierta superposición entre ellos. Como ya sabemos, en cierta
y normas son ya ellos mismos interpretación, y por tanto el efecto de medida la interpretación está actuando ya en el acontecimiento creador de
una actividad interpretativa que, en su intrínseca creatividad, dirige su la deliberación colectiva del sentido; y, por otra parte, es evidente que en
producción. la interpretación de los significados histórico-sociales entra en juego una
De este modo la hermenéutica jurídica no se limita a sostener el hecho cierta dimensión de creatividad.
innegable de que el acto de interpretación entra con título pleno, aunque
sea en una posición derivada, en la función normativa. La hermenéutica
pretende proponer una inversión de los términos del problema, para re- La validez de las normas jurídicas entre mediación social
conducirlos a la que, desde la perspectiva del primado de la interpretación, y función simbólica
aparece como su premisa radical. En la base de la creación o producción
de aquellas obras sobre las que se ejercerá, más adelante, la interpretación, No obstante, sigue en pie que hay dos aspectos o dimensiones no comple-
habría ya a su vez o preliminarmente una interpretación. Y el objeto de tamente superponibles de la función normativa, de lo que sólo puede dar
esta última sería algo preexistente y objetivo (podemos llamarlo el sentido cuenta la distinción de los dos paradigmas. En el origen de las instituciones
originario de la justicia) que los significados, los textos, los valores y las está la falta de fundamento de la creatividad instituyente, que no es re-
normas interpretan a su modo, pero no lo agotan, y por eso sigue siendo conducible a modelo preliminar alguno cuando pone los significados, los
accesible a la siguiente comprensión hermenéutica. valores y las normas. Pero el orden instituido, una vez puesto, posee una
En nombre del realismo algunos estudiosos sostienen que la única objetividad histórico-social que limita la siempre necesaria creatividad del
dimensión efectivamente normativa sería la interpretación/aplicación que intérprete. En el temple hermenéutico, la norma jurídica corre el peligro
crea la regla del caso concreto. Antes del caso no habría pues ley alguna de perder su carácter positivo, en el que hemos visto el resultado de una
como no fuera de un modo puramente abstracto o ficticio. Y todo lo que institución social de los significados. Al amenazar la estructura normativa
se ha dicho sobre la creación instituyente de un orden debería por tanto del ordenamiento moderno, esta tendencia amenaza al mismo tiempo
aplicarse únicamente a la regla creada cada vez por la intervención reso- la decisiva implicación simbólica, a la que alude Kelsen con las palabras
lutiva del intérprete. siguientes: «La norma no 'vale' porque y en cuanto 'obra'; su validez no
Hay que replicar al extremismo sofístico de posiciones de este tipo consiste en su acción, en su ser efectivamente observada, no consiste en
recordando alguna verdades triviales y elementales. Por mucho que sea un ser (acaecer) sino en su deber [Sallen]. La norma vale en tanto que debe
cierto que la música, por mayor o menor que sea, no vive en las partituras ser observada; el fin de la norma es ciertamente su efecto. Puede, pero
y no es nada sin su ejecución, y por mucho que sea innegable que no existe no debe necesariamente [muf.\] alcanzar su fin; incluso la norma falta de
la «verdad» en sí de talo cual sinfonía de Beethoven, es igualmente seguro efectos sigue siendo norma. Para la específica validez-de-deber de la norma,
que sin Beethoven y sin las partituras ni siquiera los músicos más geniales la realización de su fin carece de significado»16.
La aplicación de la norma se distingue tanto de su validez como de
su eficacia. En otras palabras: «La ineficacia de una norma particular, que
15. R. Regazzoni, «George Steiner va alla guerra», Repubblica, 14 de marzo de 1992, cit.
en F. M. Cantaluccio, «George Steinef», en G. Steiner, La nostalgia dell' assoluto [1974], ed. de
D. Bidusa, Mondadori, Milano, 2000, p. VIII. El libro al que se hace referencia en el texto es 16. H. Kelsen, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre [1911, '1923]; trad. cast., Problemas
G. Steiner, Tolstói o Dostoievsky [1960], Siruela, Madrid, 2002. capitales de la teoría jurídica del Estado, Porrúa, México, 1987.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE CRISIS DE LAS INSTITUCIONES, INFLACI6N NORMATIVA Y PRIMADO DE LA INTERP~ETACI6N

puede tener o no tener efectos sobre su validez, debe ser considerada presunta inmediatez de su origen externo al sistema normativo. El intér-
distinta de una inobservancia general de las normas del ordenamiento. prete presume de tener acceso directo al sentido originario e inmediato
Ésta no puede ser tan completa y prolongada que haya que decir, en el de la demanda de justicia, de la que procede el orden jurídico mismo. Y
caso de un ordenamiento nuevo, que éste jamás ha sido establecido como este acceso directo le permitiría al intérprete «corregip> la norma, siempre
ordenamiento jurídico de un grupo dado, o, en el caso de un ordenamien- general y abstracta, y por tanto fatalmente distante de las exigencias del
to establecido desde hace tiempo, que ha dejado de ser el ordenamiento caso concreto.
jurídico del grupo» 17. Sólo en este caso la consideración «realista» de la Contrariamente a la abstracta generalidad del dictado legislativo, la
ineficacia anula la validez jurídica de la norma. creatividad de la interpretación individual conseguiría echarse al hombro
La diferenciación entre hecho y derecho no ha de ser entendida como la tarea de reconciliar norma y vida. «Según las posiciones hermenéuticas,
un dato natural, provisto de evidencia inmediata y de una objetividad norma y caso concreto no permanecen inmutables, sino que a través del
originaria, sino que por el contrario constituye el efecto de una creación proceso de realización del derecho se adaptan y se modifican recíproca-
histórico-social específica, de la que se originan la democracia moderna y mente, esto es, se les pone en una relación de correspondencia»I~.
la institución de un derecho positivo autónomo del poder. Sólo en virtud y en este sentido la teoría que se inclina por la universal idad de la her-
de un desdoblamiento interno de la sociedad, entre su configuración fác- menéutica atribuye al intérprete una precomprensión del sentido de lo jus-
tica determinada y la instauración de un orden simbólico de significados, to, de tipo obviamente prejurídico (y por tanto metapositivo) que debería
normas y valores, la esfera del derecho y la de la política se constituyen permitirle elegir cada vez la opción más adecuada para el caso particular.
en su recíproca autonomía. El presupuesto del razonamiento es que el intérprete, en su singularidad,
A consecuencia de lo dicho, este proceso presupone el reconocimiento como por demás cualquier otro usuario del derecho, está en situación de
de un principio instituyente que se da en la experiencia efectiva pero que acceder al origen inmediato del derecho y a su sentido universal.
no se reduce a ella. La creatividad de esta dimensión jurídico-política insti-
tuye un deber ser, cuyo sentido, dentro de ciertos límites, no es ratificado y
convalidado por su realización efectiva. Semejante creatividad, inmanente
a la función normativa que le da existencia, en los sistemas jurídicos ac-
tuales tiende cada vez más a desaparecer de la producción legislativa para
reaparecer disfrazada en la centralidad de la interpretación judicial. Se
asume entonces que el texto legal puede y debe ser interpretado a partir de
la inmediatez de las cuestiones concretas que esperan respuesta, ya las que
se supone que debe responder la propia ley. Las influencias metapositivas
(la «consciencia socia]", el sentido difuso de la justicia) salen victoriosas
sobre los paradigmas de la argumentación jurídica. «El resultado de todo
esto es, inevitablemente, una homologación sin precedentes de la ciencia
jurídica a la jurisprudencia (en el sentido de una perspectiva y un estilo
'forenses' en cualquier caso) y la sanción de la orientación que reivindica
calibrar la relevancia científica según el metro exclusivo de la inmediata
expendibilidad judicial» IS.
La llegada a lo inmediato la hace posible haber presupuesto la origina-
ria accesibilidad directa de las cuestiones concretas, a las que la generalidad
de la norma en su momento había dado una respuesta, ahora objetivada en
el texto a interpretar. El sentido «creador» de la interpretación consistiría
en partir de la respuesta sedimentada en la norma para luego volver a la

17, H. L. A. Hart, The canapt o( law [19611; trad, cast., El concepto de derecho, Abeledo-
Perrot, Bllcnos Aires, 1968,
J 8. M. Barcellona. Diritto. sistema e senso. I.inealllcllti di una teoria, Güppichelli, Torino,
pp. 16-18, 19. F. Viola y G. Zaccaria, Diritto e interpretazione, cit., p, 159.

142 143
".,'

Capítulo X

LEGISLACIÓN E INTERPRETACIÓN

Giro hermenéutico y división de poderes

El giro hermenéutico tiene repercusiones directas sobre uno de los pun-


tos centrales de la teoría tradicional de la interpretación jurídica que, al
considerar muy distintos el momento de la producción legislativa y el
momento de su aplicación, reflejaba y garantizaba no sólo la distinción
entre política y derecho sino, al mismo tiempo, el equilibrio entre el
poder legislativo y el judicial. En la tradición jurídica a la teoría de la
interpretación le correspondía la tarea de garantizar el equilibrio entre
los poderes. La recíproca y constitutiva limitación de derecho y poder
se traducía en la distinción/separación entre el ámbito de la política,
en el que se despliega el proceso colectivo de creación de las leyes, y
el ámbito jurisdiccional, en el que éstas son interpretadas y aplicadas.
Esta separación/distinción ha sido uno de los principios generadores del
espacio simbólico de la democracia moderna. El proceso de formación
de las leyes se instituye como proceso colectivo, delegado a los represen-
tantes del pueblo soberano, mientras que el proceso de interpretación
se plantea como competencia exclusiva de una tropa de especialistas en
derecho.
En suma: el derecho hace vivir las leyes y las actualiza en la vida coti-
diana, pero en ningún caso se halla en una posición subordinada respecto
del poder soberano que las instituye, pero que a su vez no puede reservarse
también el papel de interpretarlas y aplicarlas a los casos concretos como
pretendía en cambio e! absolutismo. En e! capítulo XXVI de! Leviathan de
Hobbes, como recuerda Cad Schmitt, el soberano, o sea el legislador, que
no está a su vez sometido a las leyes, es su único intérprete. «En este capí-
tulo -escribe Schmitt- se encuentran las frases claras sobre la interpreta-
ción (in qua sola consistit Legis Essentia), sobre las imprevisibles posibili-
dades y la incertidumbre de toda interpretación, y sobre el soberano como
único intérprete, que con su decisión soberana pone fin a la confusión de

145
LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LEGISLACiÓN E INTERPRETACiÓN

las opiniones,)l. La limitación recíproca de poder y derecho es uno de los Sin embargo hay una diferencia radical entre la polémica antipositivis-
principios generadores de la democracia moderna, y la separación entre ta de la hermenéutica y el recurso del derecho natural a los fundamentos
momento político de creación de las normas y momento técnico-jurídico metafísicos de las normas: a estos últimos les falta precisamente la ducti-
de su interpretación/aplicación es una implicación capital suya. lidad que exigen la subtilitas applicandi y la atención al caso concreto. En
En realidad, la ambigua tendencia a superponer interpretación y le- conclusión: tanto la hermenéutica como el paradigma del derecho viviente
gislación lleva a consecuencias que ni se pueden proponer. Bien mirado, se inclinan por un debilitamiento de la validez abstracta y general de la
en modo alguno es posible superar la fisura o separación entre creación norma, a la vista del caso concreto. Pero esta relativización de la norma
e interpretación, en tanto que cada una de las dos alude a una dimensión (positiva) en nombre de la equidad es justamente lo contrario de la pre-
específica -e irreductible- del significado, y por tanto del valor y de la tensión iusnaturalista de un fundamento universal de normas estables e
norma: la creación alude a la dimensión de su instituirse inaugural, que se inmodificables.
configura como un llegar al ser de lo que carece de analogon en cualquier La doctrina del derecho natural implica una mediación racional, cons-
legalidad ya dada; la segunda, alude a la dimensión de la comprensión de tante y objetiva, entre las leyes positivas y una legalidad originaria y uni-
su modo de ser constituido de vez en vez. versal de la que las primeras deben poder ser rigurosamente deducidas.
En ningún caso es posible confundir el proceso ontológico de la crea- Ciertamente, en este contexto es posible criticar las normas de cualquier
ción y el epistemológico de la interpretación. Si de la interpretación es ordenamiento concreto en nombre de una alteridad extrapositiva; pero
posible elaborar una teoría, de la creación se puede intentar a lo sumo una un anclaje así, a bases objetivas y sistemáticas de lo real, es lo último que
elucidación ex post. Pero semejante alergia del origen del significado a toda debería querer perseguir la hermenéutica, a partir del momento en que eso
explicación determinista es justamente lo que el discurso hermenéutico- excluye a priori cualquier forma de interés por la variabilidad y la contin-
especulativo trata de exorcizar, al ceder a una fantasía de omnipotencia gencia de las situaciones concretas. En cambio, es justamente a estas últi-
y de consolación, y al reconducir por consiguiente la fuente última del mas a las que el primado de la interpretación pretende atribuir un alcance
sentido a una originaria auto donación del ser, a su presunta identidad con normativo tan decisivo que eventualmente induzca a violar los límites del
el pensamiento. En realidad es intolerable la inaccesibilidad inmediata proceso de positivación del derecho.
del origen, el carácter inevitablemente retrospectivo y derivado de toda Así, la hermenéutica jurídica recibe indicaciones que proceden de la
aproximación que trate de encararlo. y, sin embargo, el resultado que así amalgama de una orientación analítica y una orientación realista, según
se llega a conseguir «consiste sólo en una doctrina iusnaturalista sin la la cual la norma jurídica como norma efectivamente vigente para el caso
filosofía del derecho natural>,2. concreto no sería ya la puesta por el legislador, sino la producida por el
Esta observación es decisiva, pues en ella se pone en evidencia una Tribunal 4 • Para la teoría hermenéutica del derecho, por tanto, el orden
grave contradicción teórica. La filosofía del derecho natural clásicamente jurídico no se configura como un dato preliminar sino como el resultado
entendida excluye justamente la adaptabilidad de la ley universal a las si- del trabajo interpretativo, cuya condición de posibilidad es aquella pre-
tuaciones concretas, a lo que en cambio recurre la exigencia propiamente comprensión en cuya virtud el intérprete ya comparte las preocupaciones
hermenéutica de la justa solución del caso dado cada vez. Al problema vitales del ambiente que el sistema jurídico debe recibir 5 • Tanto los legisla-
planteado por la «distancia entre la norma general y el caso concreto» dores como los jueces producen derecho en el interior de un proceso her-
la teoría hermenéutica del derecho responde sosteniendo que el texto menéutico de tipo circular: en su base está ante todo la adhesión inmediata
jurídico no puede pretender ser autoconsistente y completo, ya que «tiene a cierto sentido de la justicia, compartida con los «usuarios» del derecho,
una necesidad constitutiva de ayuda externa, de una alteridad que permita y la experiencia jurídica debe tener en cuenta tal adhesión en su ejercicio
comprenderlo»3. Al poner en discusión el proceso de positivación y por efectivo. De este modo la hermenéutica se propone «abrir» la clausura del
tanto de autonomía del derecho moderno la hermenéutica recurre así, sistema respecto de su «ambiente», aunque olvidando que esta clausura
como unidad de medida o criterio crítico de la norma estatuida, a una no es un dato natural sino una operación funcional con la que el sistema
alteridad extra positiva. reduce la complejidad del ambiente.
Si la hermenéutica jurídica alcanzara su objetivo -el acceso inmediato
al sentido de lo justo- en el interior del orden jurídico, puesto que ese
1. C. Schmitt, Sobre los tres modos de pensar la ciencia jurídica, studio preliminary, traduc- intento implica la apropiación de lo extraño y por tanto la superación de
ción y notas de M. Herrero, Tecnos, Madrid, 1996, p. 263, n. 13.
2. M. BarccllollJ, Diritto, sistema e senso, Lineamenti di una teoria, Giappichelli, Torino, p. 44.
3. F. Viob y G. Zaccaria, Diritto e interpretazionc, Lineamenti di una teoria ermeneutica 4. Ibid., pp. 117-118.
del diritto, Laterza, Bari-Roma, 1999, pp. lS3-¡S4. 5. Ibid., pp. 195-196.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LEGISLACiÓN E INTERPRETACiÓN

su extrañeza, se vendrían abajo las condiciones que mantienen en vida al El elemento decisivo, que legitima una comprensión eminentemente
derecho, como esfera social autónoma y diferenciada. El acceso inmedia- interpretativa de la experiencia jurídica, es el presupuesto de una «dimen-
to al sentido originario de lo justo significaría la abolición del ambiente sión óntica» del derecho. Con esta expresión se debe entender la tesis
extraño al derecho, sin el cual no sería posible realizar la clausura ope- según la cual la realidad misma contiene en sus determinaciones objetivas
rativa o normativa del sistema jurídico. Si fuera posible la exhibición de un orden intrínseco y originario: este fundamental ardo íuris no son los
lo originario como universal normativo, válido y accesible siempre, más seres humanos que lo crean; éstos sólo pueden interpretarlo. Un presu-
allá de la vigencia positiva del orden instituido, el enfoque hermenéutico puesto ontológico-metafísico de este tipo, que hace coherente en la cultura
realizaría la totalización del sistema, y en consecuencia la supresión de la medieval la comprensión del derecho en términos de interpretación, se
carencia de que vive. El objetivo último de la mediación hermenéutica ha perdido en la cultura moderna. No por azar, cuando la hermenéutica
culminaría en la fusión de lo inmediato con lo absoluto. jurídica vuelve a proponer hoy la centralidad de la interpretación, lejos
Pero dado que, de hecho, lo inmediato se fragmenta y se disemina, en de reconducida a la «dimensión óntica» que en la perspectiva medieval la
su lugar aparece la cogencia del caso particular y no el acceso a la universa- precedería, propone por el contrario extender al momento interpretativo
lidad de lo absoluto. Y, así, la apelación de la hermenéutica a lo inmediato la creatividad que el derecho moderno ha reservado a la actividad legisla-
desemboca en la admisión realista de su carencia de fundamento. tiva. Pero precisamente este cambio de papeles entre intérprete y legislador
resulta muy problemático jurídicamente.
No hay duda de que cuando en la interpretación judicial se pasa de un
El paradigma de la autapoiesis material enunciado normativo a una proposición interpretativa se introduce una
y la creatividad del instituyente regla nueva en el interior del sistema jurídico; pero esta regla no puede
ser inventada más o menos extemporáneamente cada vez por el intérprete
En una cultura premoderna como la medieval «el derecho nunca es creado, particular, so pena de deshacer el sistema jurídico. En realidad, «toda regla,
pero en cambio puede ser buscado, leído, dicho, interpretado, hallado, en cuanto nexo sensato entre cuestión de hecho y principio regulador, in-
adaptado por una inteligencia capaz de leer, interpretar y adaptar; se intu- corpora un sentido»: pero no ya un sentido enigmáticamente preexistente
ye que el espacio para la ciencia es enorme, y enorme su papel. Es verdad a su posición social, y accesible espontáneamente al intérprete individual,
que el príncipe es el intérprete designado de la naturaleza de las cosas sino una «deliberación sobre el mundo», o sea, una toma de posición
donde se halla oculto el derecho, pero también es verdad que se trata de colectiva de la que emergen significados y valores públicos. Como hemos
un príncipe inerte, desvitalizado por una psicología colectiva que gustaba sostenido desde el comienzo de nuestro discurso, precisamente porque el
de verlo como juez. Si el príncipe renunció a hacerse intérprete, o lo hizo derecho no es sólo un sistema de reglas sino que es al mismo tiempo un
raramente, fragmentariamente, la ciencia colmó el vacío y se convirtió, sistema de sentido, no resulta realista ni lógicamente consistente suponer
por excelencia, en la interpretatia: no se trató de una 'expropiación' de que el intérprete individual tenga acceso directo a la manipulación de las
poderes; fue más bien una suplencia debida>'!'. reglas. Por el contrario, ningún individuo, ninguna casta, ningún grupo
En un contexto así el vínculo entre derecho e interpretación es muy profesional, en un sistema democrático moderno, puede disponer libre-
estrecho; sin embargo, el derecho no equivale a la interpretación ni coin- mente del orden colectivo puesto; éste, obviamente, precisamente por
cide con ella: esta última es sólo la manifestación originaria del derecho. «puesto», o sea, por instituido, sigue siendo siempre el objeto posible de
En la experiencia jurídica medieval, en realidad, «toda fuente jurídica se una nueva «deliberación social del sentido»~.
colorea de un carácter francamente 'interpretativo"" Con todo, añade Tras la reivindicación hermenéutica de un primado de la interpretación
en seguida Grossi, «no se puede decir que el derecho es interpretatio, en la producción legislativa misma está pues la rehabilitación de «una ali-
porque el derecho está también más allá de la interpretatio: es una dimen- mentación metapositiva del derecho»~ que amenaza el núcleo originario de
sión óntica presupuesta a ella, pero que ciertamente se manifiesta como la democracia moderna, o sea, el reconocimiento del carácter instituido del
interpretación, como tomar nota -ya sea declaratío, additio, correctio, orden jurídico-político, cuyos significados fundamentales, lejos de derivar
novatia- de algo que es, que no se crea, sino que sólo se puede declarar, de la fuerza inmediata de los hechos, se presentan como el efecto de una
integrar, corregir o renovar»7. mediación normativa en situación de instituir soberanamente el sentido. El
elemento decisivo, que hoy está amenazado tanto en el plano teórico como
6. P. Grossi, L'ordine giuridico medievale, Latcrza, Roma-Bari, 1955, p. 153; El orden iurí-
dico medieval, Marcial Pons, Madrid, 1996. 8. ¡., l. Barcellona, lJiritlo. sistema e senso, cit., r. 17K y p. 206.
7. ¡bid., p. 14. 9. luid., p. 217.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LEGISLACiÓN E INTERPRETACiÓN

en el plano histórico-político, es el rechazo de todo universal normativo obstante, el carácter secundario y derivado de la dimensión creadora de la
previo y predeterminado que presuponer al espacio público y del que interpretación, que ciertamente produce nuevo derecho pero limitándose
este último obtendría directamente su propio criterio de medida, validez a enriquecer con nuevos contenidos el sistema de las normas vigentes. Ya
y orientación. La difusión de semejante amenaza y el triunfo correspon- Kelsen consideraba errónea «la opinión de que sólo la legislación es crea-
diente de la inmediatez normativa ratifica la impotencia de nuestra época ción productora del derecho y la jurisdicción, en cambio, mera aplicación
y el eclipse de la creación social que la caracteriza. reproductora». Pero no dejaba de precisar que «un poder de creación del
A diferencia de la ley natural, según una observación de Kelsen ya derecho» le es atribuido al juez «cuando el legislador le autoriza a valo-
citada, la norma jurídica positiva debe crear un quid novum. Sin duda la rar, dentro de ciertos límites, intereses conflictivos entre sí, y a decidir el
actual dificultad de «crear algo nuevo», al unirse a la creciente incapaci- conflicto en favor de uno u otro»12. Sobre estas bases, contaminando de
dad para «producir un evento», tiende a desresponsabilizar el momento manera original el formalismo jurídico y la teoría de sistemas, Mario Bar-
propiamente normativo, al sustituirlo por la exhibición de una legalidad cellona ha podido hablar de la interpretación como autopoiesis material
inmediata o natural, o sea de una explicación objetiva de la realidad dada. del sistema jurídico.
Esto no significa que la función normativa deje de desempeñar un papel Esta fórmula supone antes que nada la distinción entre el momento
primario en la vida social: significa simplemente que se traslada del plano material o de contenido de la autopoiesis y su momento formal. Este últi-
de las deliberaciones jurídicas instituyentes del sentido decisivo del siste- mo alude a la dimensión propiamente productiva de normas que renuevan
ma al plano de la interpretación, que sólo puede aplicarlas o ponerlas en formalmente el sistema jurídico porque le dan una nueva configuración
práctica. De este modo, no obstante, el momento creador de la posición de sentido; se trata, por tanto, de la renovación o la modificación de las
de las normas, el momento explícito de la deliberación colectiva que tiene rationes puestas, que se realiza según las reglas establecidas por el sistema
por objeto los significados sociales fundamentales de la existencia huma- mismo, y que compete consiguientemente al poder legislativo. La inter-
na en un contexto histórico-social dado, acaba perdiendo importancia. pretación, en cambio, consiste en aplicar las rationes puestas a los casos
y la producción normativa, que por su naturaleza es una función social, concretos, y a través de ella la autopoiesis del sistema jurídico se enriquece
o sea colectiva, se convierte en asignación privilegiada si no exclusiva de con nuevos contenidos ofrecidos cada vez por las circunstancias dadas. Ni
la intervención personal de exponentes individuales de una burocracia las reglas ni el sentido que dirigen la interpretación jurídica proceden de
administrativa. la libre inventiva del intérprete, sino, en cambio, de la propia lógica del
Cuanto más grave resulta la ineptitud de la normatividad para ges- sistema.
tionar su propia crisis, más sintomática aparece la centralidad de la inter- «Tanto la redefinición de un supuesto legal como la introducción de un
pretación como subrogación y paliativo de la creación jurídica primaria. enunciado normativo 'material' integran una actividad normopoiética: no
La producción normativa acaba abdicando así de su papel de proyección se puede discutir seriamente que a través de la interpretación del derecho
e instituyente, al ratificar su propia impotencia para dotar de orden y de el intérprete pone una norma que, no formalmente sino desde el punto de
reglas a la complejidad de la vida social mediante la elaboración de moti- vista de su contenido, no formaba parte del tejido normativo predispuesto
vaciones y significados agregantes. por el legislador antes de esa actividad del intérprete l ... j. El problema
En la autocomprensión hermenéutica del derecho y de su producción de la interpretación, entonces, consiste exclusivamente en determinar de
el proceso de positivación de las normas deja de darse por descontado. No dónde procede esta regla que el intérprete introduce en el sistema puesto
es aventurado ver en ello los signos de un retorno a formas premodernas y qué le autoriza a introducirla en é],>. Mario Barcellona insiste reitera-
de comprensión del derecho. La interpretación misma corre el riesgo de ser damente en el carácter necesariamente positivo del «vínculo sistémico»
«borrada del circuito de la ciencia jurídica y abandonada a la (aparente) em- como fundamento cognitivo de la interpretación jurídica, al que se sustrae
piria del llamado 'derecho libre'»IO. En la «conversión hermenéutica de la únicamente «la potestas, que la sociedad detenta, de revocar la deliberación
epistemología jurídica» se vuelve visible la recuperación de la intención «tan adoptada y de redeliberar una medida nueva»13. La solución propuesta
antigua como la propia jurisprudencia de presentar la racionalidad histórica por el paradigma de la autopoiesis material consiste en reconducir tanto
del derecho positivo como manifestación de una razón metahistórica»l1. la nueva regla como su fundamento a la autoinstitución del ordenamiento,
El recurso a la creatividad hermenéutica como solución de los calle- que en caso contrario perdería su autonomía y su funcionalidad porque
jones sin salida internos de la función normativa no tiene en cuenta, no
12. H. Kclscn, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución? [1930-1931], Tecnos, I\la-
10. [bid., p. 19. drid,1995.
11. lbid.,p.Sl. 13. M. Barcellona, Diritto, sistema e senso, cit., p. 161 Yp. 267.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE lEGISLACiÓN E INTERPRETACiÓN

quedaría subordinado al arbitrio impredecible y caótico de un trastorno interpretación y aplicación de la ley»!8 tiene una implicación decisiva: la
siempre posible. creatividad inaugural y por tanto instituyente funciona exclusivamente en
En consecuencia, sobre la base de la lógica recursiva de la interpre- el «campo de la renovación del ordenamiento jurídico»!9, en el que está
tación jurídica, considerada como un caso de autorreflexión sistémica, en juego ---como premisa suya y al mismo tiempo como su resultado-la
provista de un carácter estrictamente autorreproductivo, se puede ampliar deliberación social del sentido fundamental de una época histórica.
el radio de aplicación de las normas hasta llegar a comprender en ellas La institución moderna del derecho excluye la reducción de éste a
unos contenidos originariamente descuidados o imprevisibles, pero no se interpretación de un orden ideal (y por tanto metajurídico) caracterizado
puede modificar el sentido nuclear fundamental del que las normas son por la coincidencia mítica entre exigencia y significado, ent~e el deseo y
expresión. La interpretación «no actúa introduciendo nuevos principios su realización, entre ser y deber ser, sino que por el contrarIO supone la
reguladores, nuevas rationes, sino simplemente reasentando los ámbitos asunción radical y explícita de la tarea de crear e instituir los significados
de los principios ya presentes en el sistema, o sea, añadiendo al campo de colectivos y normativos que hacen humana la vida.
aplicación del principio ya 'puesto' en el sistema problemas ambientales Nuestra tesis es que sólo el espacio simbólico de la democracia, en-
que, por marginales, preteridos o sobrevenidos, no habrían sido recondu- tendida esencialmente como forma de sociedad y no únicamente como
cidos a él»14. En suma: «La interpretación designa un proceso autopoiético técnica procedimental de resolución del conflicto social, está a l~ altura
del sistema jurídico por medio del cual éste organiza su clausura en función de la institución moderna del derecho, porque sólo la democracia com-
de su apertura»!5. porta la puesta en escena de la institución política de lo social, cuya.legi-
Eso significa que la clausura del sistema jurídico no es una caracte- timidad no es demandada originariamente a nada que no sea ella misma.
rística <<natural» suya, sino que constituye la primera consecuencia de su Esta remisión radical a la propia responsabilidad histórico-social es el
propia institución. El sistema jurídico instituye su propia clausura opera- acta de nacimiento de la democracia, como régimen siempre sometido
tiva porque desde el punto de vista formal se organiza como un sistema a su propia autoevaluación. . . .
autosuficiente y autorreflexivo. Pero sigue siendo capaz de una apertura La puesta en discusión de lo instituido es permanente y está mStltuci,?-
cognitiva al ambiente y a sus demandas, las cuales, no obstante,~ara ser nalizada. Desde el momento en que, como régimen jurídico, la democraCia
recibidas por el sistema deben ser filtradas y transpuestas a su interior. En nace en virtud de su propia auto declaración y auto fundación, y desde el
la reelaboración de contenidos externos al sistema consiste precisamente la momento en que no hay ninguna instancia externa legitimada para reco-
tarea de la interpretación jurídica y su peculiar creatividad. «Entonces, es nocer el derecho del pueblo soberano a darse sus leyes y a preguntarse por
ciertamente verdad que la interpretación, en tanto que actúa reorganizando la justicia de esas mismas leyes suyas, no es posible «blindar» el sistema
los contenidos legales o incluso introduciendo 'materialmente' otros nuevos, jurídico-político para ponerlo a salvo del riesgo de su degeneración: 0, por
consiste en un proceso normopoiético. Pero puesto que esta normopoie- decirlo mejor: hay que admitir que todo proyecto que tratara de blmdarlo,
sis se da como expansión de principios reguladores y 'proporciones' ya de bloquear su creatividad para evitar una eventual deriva autodestru~tora,
puestas, y como mero desarrollo de un sentido sistémico ya deliberado, sería a su vez efecto o consecuencia, o producto, de un comportamiento
consiste propiamente en una autopoiesis del sistema positivo. Y como en institucional creador. No hay, en suma, ninguna «pureza» de la regla nor-
este caso el sistema no procede por medio de diferenciaciones estructurales mativa, ninguna estructura «trascendental» de lo jurídico, ninguna .«pre-
que incrementarían formalmente sus elementos (= reflexividad), sino sólo comprensiÓn» inmediata de lo vivido colectivamente que, antecediendo
poniendo en valor el surplus regulador incorporado en su identidad mate- a la institución y prescindiendo de ella (o sea, de la concreción de sus
rial (= reflexión), a esta autorreproducción suya, que se realiza por vía de vicisitudes histórico-sociales), pueda suministrarle el criterio, la medida,
interpretación, se le puede llamar autopoiesis material del derecho»!6. el ideal regulador.
Por eso no se debe considerar el sistema normativo como un «antece-
dente metafísico» del derecho, sino por el contrario como la autoorganiza-
ción de una estrategia de reducción y de contención de las complejidades El sistema simbólico entre interpretación
ambientales!7. El reconocimiento de una «creatividad 'secundaria' de la y creación social de los significados
El imaginario social-cuyos significados, valores y normas estruct~ran. la
existencia cotidiana- constituye un desafío para el anhelo de exphcaclO-
14. Ibid., p. 176.
15. Ibid., p. 182.
16. Ibid., p. 183. 18. ¡bid., p. 274.
17. Cf. ibid., p. 161. 19. Ibid., p. 152.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LFGISLACIÓN E INTERPRETACiÓN

nes y de posesión de la razón especulativa. Esta última no acepta la irre- Eso, no obstante, no significa que la interpretación, que se refiere al
ductibilidad del sistema simbólico al dato de hecho; no acepta la distinción carácter instituido del orden simbólico-normativo, carezca de fundamento,
recíproca o la no superponibilidad integral entre ámbito significativo de la esté desvinculada de toda identidad de su objeto o de su contexto, y se
norma y ámbito factual de lo real. Y por eso se propone reificar el imagi- remita por tanto a la inventiva individual del intérprete. El subjetivismo
nario, convertirlo en un objeto entre otros, acceder de una vez por todas nihilista de la hermenéutica atribuye abusivamente a la interpretación de
a la presunta simplicidad de su origen o de su fundamento último. lo instituido la falta de fundamento que caracteriza en cambio al carácter
Pero el núcleo del sistema simbólico es irreductible a la objetividad. instituyente del imaginario colectivo. Cuando este último pone los signi-
«La institución es una red simbólica, sancionada socialmente, en la que se ficados, los valores, las motivaciones y las normas que estructuran la vida
combinan en proporciones y relaciones variables una componente funcio- social, su actuación es ciertamente el «modo de actuar sin fundamento»
nal y una componente imaginaria»20. Si el núcleo duro de lo simbólico no según una célebre fórmula de Wittgenstein. En realidad no hay un criterio
se puede traducir a la lógica funcional o a la racionalidad instrumental, universal, una regla trascendente, una ley extrasocial a la que deba atenerse
eso se deriva de la presencia en él, en su base, de un componente imagi- la deliberación colectiva de los significados sociales. Pero una vez instituido
nario decisivo. el orden simbólico-normativo en la base de un sistema social, la inter-
En la creatividad histórico-social actúa la imaginación, que, al igual pretación que trata de comprender significados, valores y normas debe
que el intellectus archetypus kantiano, «al intuir las cosas, las hace ser presuponer necesariamente la constitución puesta, que para ella servirá de
en la representación. Naturalmente, se requiere un mínimo de soporte fundamento vinculante, cuyas determinación será imposible de ignorar en
material. Pero este mínimo puede ser una simple palabra. Tal vez sea un lo sucesivo so pena de fracaso de la comprensión hermenéutica.
caso límite, pero no obstante completamente real: una multitud se halla en En el punto en el que la interpretación tiene lugar, en el momento en
estado de efervescencia, alguien encuentra una palabra y la dice, y he aquí que finalmente se alcanza la deseada comprensión del significado instituido,
que la historia del mundo cambia. Esto es el hacer-ser a través de la simple o sea cuando podemos considerar acabada la travesía de las mediaciones
representación. Se ha formado una representación en un individuo, y el que lo estructuran y lo sostienen, he aquí que el saber adquirido nos deja
colectivo estaba dispuesto para acogerla: le da fuerza; y para que ocurra pese a todo (y justamente en razón de su intrínseca naturaleza de saber)
esto no es necesario 'hacer existir la cosa en la intuición (percepción)', sino carentes de certezas y certidumbres últimas: el saber hermenéutico, en rea-
hallarle un soporte simbólico que se convierta en mediador y portador de lidad, halla su límite en el imaginario, esto es, en el carácter creador del
esta creación»21. He aquí por qué en el proceso de la comprensión relativa origen. El significado, pese a ser interpretado y comprendido, aun recon-
a los significados no se puede llegar a dominar idealmente su asentamiento ducido a la coherencia de la forma de vida de la que es una articulación,
fundamental último o su simple origen presunto. El orden simbólico vehi- en último término se muestra como lo que es: creación imaginaria remitida
cula una creación imaginaria que no tiene un analogon ni un precedente a sí misma, dirigida a recubrir -pero también a prolongar- el abismo
en lo real, y que por tanto no puede ser reconducido a elementos simples sin fundamento, la indeterminación que subtiende las formas de vida y los
o formalizables que pudieran explicarla. modos de obrar. El orden de los significados imaginarios es por tanto, en
El origen de los significados sociales -también el de los sancionados, sí mismo, radicalmente contingente, aunque, una vez instituido, posee la
o sea, de las normas- se halla en la creatividad social instituyente, y no objetividad y la estabilidad de lo histórico-social. No se trata de una ines-
en cualquier realidad extrínseca al orden simbólico-normativo que luego tabilidad inalterable, pero está dotado de características lo suficientemente
vendría a reflejarse o a verse en su espejo. Sin embargo este mismo ori- sólidas como para resultar reconocibles e identificables.
gen no es nada simple o inmediato. El obrar humano es la fuente de los
significados, pero, en su momento instituyente, se halla él mismo carente
de fundamento, esto es, sin una base objetiva universal que pueda deter- Lo social siempre está ya instituido
minarlo. En conclusión: es imposible hallar algún origen trascendental, al-
gún fundamento último, alguna determinación absoluta de la que pudiera Ahora es necesario evitar un equívoco que podría falsar todo el razona-
brotar como consecuencia automática el orden de los significados, de los miento propuesto. La dimensión al mismo tiempo histórica y normativa
valores, de las motivaciones sociales y de las normas jurídicas. de los significados sociales, sancionados o no, no se añade a una sociedad
que hasta ese momento hubiera existido sin ella (esto es, sin mediaciones
simbólicas e instituciones normativas), que acaso advertiría su falta y que
20. C. Castoriadis, J;institution imaginarie de la société, Seuil, Paris, 1975, p. 1 H4
21. C. Castoriadis, Su;et el vérité dans le monde social-historique, Seuil, Paris, 2002, p. 429,
por eso trataría mal que bien de producirla. El ámbito imaginario de los
cursiva añadida. significados (que no se dan en la naturaleza, y por eso son instituidos en su

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LEGISLACiÓN E INTERPRETACiÓN

validez originariamente simbólica) excede las determinaciones funcionales instituyente es el hecho de que sus creaciones convienen a algo que para
o instrumentales de cualquier sociedad; pero esto no significa que sea un bien o para mal es independiente de ellas 24 •
complemento más o menos ocasional, del que tal vez la sociedad podría En e! plano imaginario de! instituyente actúa la creatividad social,
liberarse volviendo a su presunta pureza (y libertad) originaria. mientras que en e! plano lógico-funcional de la racionalidad hermenéutico-
No hay existencia real o funcional o instrumental de la sociedad que cognitiva las inteligencias individuales se confrontan con los efectos de
al comienzo esté más acá o fuera del imaginario social y de las mediaciones las deliberaciones sociales del sentido y tratan de comprenderlos e inter-
institucionales que necesariamente lo atraviesan y lo limitan. El imagina- pretarlos. Es necesario distinguir, por tanto, la discontinuidad magmática
rio, precisamente en su ser instituido cada vez, constituye el origen que del instituyente, localizable en el imaginario colectivo de una época y de
determina y individualiza la sociedad en cuestión. Además, ni siquiera una sociedad dada de vez en vez, de la continuidad de la lógica identita-
sería posible confundir el espacio simhólico e instituido de la significati- ria, en la que está vigente la racionalidad instrumental y funcional de la
vidad con el resultado de actividades o prestaciones de algún individuo interpretación, que les permite a los individuos acceder a la ohjetividad
particularmente dotado. En realidad, los individuos son socializados por histórico-social de los significados instituidos.
los significados públicos, y por tanto presuponen la institución, lo úni- Los significados sociales no son tampoco la expresión o la interpreta-
co que puede abrirlos al mundo común. Bien mirado, los individuos ción de funciones sociales, preexistentes e independientes. En tal caso sería
humanos, a falta de un sistema simbólico, ni siquiera hablarían. «Lo necesario postular una sustancia «que debería estar preconstituida respecto
que el individuo puede producir por sí solo son fantasmas privados, no a las instituciones»; y algo así es completamente insensato, ya que debería
instituciones»22. suponer que «la vida social tenga 'algo que expresar' ya plenamente real
En la mayoría de las sociedades conocidas la dimensión originaria- antes de la lengua en que será expresado». No obstante, «es imposible
mente conectiva y normativa de la institución ha estado constituida por captar un 'contenido' originario de la vida social, capaz de 'expresarse' en
lo sagrado. La religión, lo sagrado, la dimensión mitológica, son la forma las instituciones independientemente de estas últimas: un 'contenido así
más general y difusa de institución social premoderna. «Es insostenible (a condición de que no se reduzca a momento parcial y abstracto, o sea,
creer, como Marx (yen algunos momentos Freud), que durante todo un posteriormente separado) sólo es definible en el interior de una estructura,
ciclo histórico la humanidad busque compensaciones imaginarias a una y esta última implica siempre la institución. Las 'relaciones sociales reales'
'existencia real' insatisfactoria (habría que preguntarse, entonces, si la de que se trata son siempre instituidas, no ya porque tengan una apariencia
existencia de las vacas es completamente satisfactoria, y, en caso negativo, jurídica (en algunos casos muy bien pueden carecer enteramente de ella),
cuál es su religión). Semejante 'existencia real' es imposible e inconcebible, sino porque han sido puestas como modos de hacer universales, simboliza-
como existencia de una sociedad, sin que sean puestos al mismo tiempo das y provistas de sanción social. Esto, obviamente, vale también, y acaso
objetivos de la vida individual y social, normas y valores en situación de sobre todo, para la 'estructura' en sentido marxista, para las relaciones de
regular y orientar esta vida, sin que estén definidos la identidad de la socie- producción. La relación amo-esclavo, siervo-señor, proletario-capitalista,
dad considerada, el por qué y el en-vista-de-qué de su existencia, su lugar asalariados-burocracia, es ya una institución, y no puede surgir como re-
en el mundo y la naturaleza de este mundo -y nada de todo esto puede lación social sin institucionalizarse inmediatamente»2s.
ser deducido de la 'realidad' y de la 'racionalidad', ni 'determinado' por A propósito del marxismo y de su ambigüedad en relación con el con-
las operaciones de la lógica conjuntista-identitaria-»Ll. cepto de institución, Castoriadis prosigue: «Tomadas en sentido estricto,
Aquí se introduce claramente la distinción entre los dos niveles que las instituciones pertenecen a la 'sobreestructura' y estarían determinadas
quedan confundidos en la hermenéutica: el del surgimiento imaginario de por la 'infraestructura'. Este modo de ver es en sí mismo insostenible», pues
las significaciones y el de las operaciones lógico-cognitivas a que se aplican «si se aceptara, se debería ver las instituciones como 'formas' que sirven y
a las significaciones. El primer nivel tiene un carácter primordialmente expresan un 'contenido' o una substancia de la vida social, estructurado ya
creador e instituyente; e! segundo tiene una función interpretativa. La antes de tales instituciones, ya que de otro modo la determinación de éstas
dimensión más profunda del instituyente, o sea la creatividad colectiva por aquel carecería de sentido. Esta sustancia sería la 'infraestructura', que
del imaginario, no se limita a conocer la realidad preexistente, sino que le como ya indica la misma palabra, está ya estructurada. Pero ¿cómo puede
da forma. El único vínculo que hay que presuponer al colectivo anónimo estarlo si no está instituida? Si por ejemplo la 'economía' determina el
'derecho', si las relaciones de producción determinan las relaciones de pro-
22. C. Castoriadis, L'institution imaginarie de la société, cit., p. 202.
23. C. Castoriadis, Domdines de l'homme. Les carrefours du labyrinthe Il, Seuil, Paris, 1986, 24. C. Castoriadis, Sujet et verité dans le monde social-historique, cit., p. 432.
p.377. 25. C. Castoriadis, L'institution imaginarie de la société, cit" p, 173.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LEGISLACiÓN E INTERPRETACiÓN

piedad, eso significa que las relaciones de producción pueden ser captadas cia. Hay muchas orientaciones convergentes hacia este desenlace desde la
como articuladas y efectivamente lo son 'antes' (lógica y realmente) que idea de que el poder constituyente ya se ha agotado en las constituciones
su expresión jurídica. Pero relaciones de producción articuladas a escala efectivamente vigentes a la idea de los juristas custodios del derecho, que
social (no la relación entre Robinson y Viernes) significan ipso facto una por tanto deberían y podrían sustraer a las asambleas electivas (suscepti-
red a la vez real y simbólica que se sanciona a sí misma: una institución, bles de tentaciones antidemocráticas) la responsabilidad y la carga de la
pues»26. función normativa.
He aquí por qué la lógica evolutiva y sistémica, que hemos visto actuar En estas tendencias se puede observar la tentación tranquilizadora de
en el funcionalismo jurídico de Luhmann, resulta bastante eficaz para la dar nueva vida a <<la eternización metafísica del derecho positivo» carac-
comprensión del funcionamiento efectivo del derecho, pero sin embargo terística de la ciencia jurídica clásica, objetivista y sistemática, ora racio-
es incapaz de captar su génesis histórico-social, o, en otras palabras, su nalista ora empirista, contra la que la hermenéutica jurídica y el derecho
pertenencia a la historicidad de la institución, caracterizada por disconti- viviente combaten duramente, pero con la que en definitiva comparten la
nuidades indiscutibles. Volvemos a encontrar aquí la distinción entre teoría negación de la dimensión creadora e instituyente del derecho. La negación
del derecho (que afronta la cuestión evolutiva de la autopoiesis del sistema) o el temor. En todo caso, la negativa a reconducir el sistema jurídico a su
y filosofía del derecho, que en cambio debe tematizar la cuestión relativa a génesis instituyente: una génesis que no se puede considerar producida de
la justificación de su fundamento. «Las dos producen autorrepresentacio- una vez por todas. O, mejor dicho: es posible hacerlo, pero siendo víctima
nes del sistema jurídico, pero con objeto y funciones diversas»; la filosofía de la ilusión. No hay ingeniería institucional, alquimia procedimental o
del derecho «considera la identidad del sistema vigente en una dimen- expediente hermenéutico que pueda agotar la búsqueda permanente de
sión esencialmente diacrónica (= respecto a la mutación producida o a la sentido que mantiene viva la elaboración social de los significados.
proyectada) para estabilizarla o desestabilizarla por medio de estrategias Por otra parte, la voluntad de tutelar la creación colectiva para pro-
fundacionistas, o refiriéndola a la lYamada racionalidad discursiva, etc.; la tegerla del riesgo de un resultado autodestructor, además de totalmente
inefectiva, resulta muy sospechosa. «Desde que existen los nomoi, tiranos
teoría del derecho, en cambio, considera la identidad del sistema vigente en
y parlamentos proclaman que sus leyes reflejan el lagos y que sus súbditos
una dimensión sincrónica (= respecto a los problemas de la comprensión
y ciudadanos deben considerarse atados a ellas no sólo por la fuerza de la
de la complejidad social que se le presentan efectivamente) para desplegar
autoridad que las ha puesto sino sobre todo, incluso, debido a la verdad de
las potencialidades regulativas inmanentes a ella>P. que son portadoras. Y desde que existen tribunales llamados a interpretar
En la teoría luhmanniana, las interrrupciones y la discontinuidad se y aplicar las leyes, jueces y doctores se han auto designado expertos en el
producen en la historia de los sistemas y exigen una relegitimación a la que ars boni et aequi y pretenden derivar la legitimidad de sus interpretaciones
sin embargo no se le reconoce su carácter innovador y creador, que en el y decisiones no sólo de la voluntas del soberano sino, más aun, de la ratio
fondo queda reconducido a un metabolismo social ininterrumpido. «Referir que les iluminaría. Sin embargo, también desde que la palabra del poder
'interrupciones' y rupturas de época a la reflexión, y ésta a la autorreferen- ya no es considerada prueba suficiente de su verdad, y desde cuando lo que
cia, sin destacar la cesura que tales interrupciones producen entre la vieja los jueces dicen hacer ya no se considera necesariamente correspondiente
autorreferencia ya desactivada y la reflexión referida a la autorreferencia con lo que de hecho hacen, la jurisprudencia se ha liberado de lo arcano y
nueva, significa, entonces, percibir un continuum donde hay discontinui- ha empezado a ofrecerse como objeto de reflexión teórica»29.
dad, y oscurecer así una défaillance de la teoría sistémica en su pretensión Si el saber hermenéutico sigue siendo saber, sino se deja apresar por el
de presentarse como teoría de la evolución social en general»28. ansia de suministrar justificaciones legitimadoras y tranquilizantes, no pue-
de por menos que reconocer la indisponibilidad del origen de los significa-
La tutela hermenéutica de la democracia dos sociales, su fluir de una creación cultural y social falta de fundamento
ontológico. En suma: el saber en cuanto tal sólo puede desmarcarse del
El conjunto de los análisis propuestos aquí acerca de la función normativa modo más radical de toda certeza inmediata y aparentemente resolutoria.
y sobre el desconocimiento o la neutralización de su creatividad nos sitúa La indeterminación radical del fondo de la realidad -que constituye la
en presencia de un peligro: el de una tutela hermenéutica de la democra- posibilidad misma de la libertad creadora de la acción humana- escapa a
toda explicación unívoca necesaria.
26. Ibid., pp. 173-174.
27. M. Barcellona, Diritto, sistema e senso, cit., p. 307.
28. Ibid. 29. Ibid., pp. 43-45.

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"¡ •
r

LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LEGISLACiÓN E INTERPRETACiÓN

La hipertrofia hermenéutica y la negación de la dimensión creadora de sas desde el punto de vista de la descripción del funcionamiento de la demo-
la institución, que según el diagnóstico dibujado en los capítulos preceden- cracia, de la atribución de la calificación de democrático a talo cual régimen,
tes constituyen una característica de la modernidad avanzada, culminan por otro lado contribuye a identificar el espacio simbólico de la democracia
en el plano jurídico en la crisis del derecho como ley. Una democracia que en cuanto disolución de los puntos de referencia y de los fundamentos de
no legisle -o que produzca un derrame de normas especiales, a menudo la actividad colectiva, devuelta explícitamente a su propia indeterminación,
contrapuestas entre sí (y a menudo lo hace conscientemente, porque los a su propia carencia de fundamento. Que el pueblo no tenga una identidad
políticos prffieren, por razones electorales, no asumir la responsabilidad independiente del discurso que lo enuncia, que no exista como unidad fuera
de descontentar a una parte de su electorado tomando una decisión y no de las instituciones que lo estructuran, pero que tales instituciones obtengan
otra)- deja a la interpretación la tarea y la responsabilidad de dirimir no sólo su propia legitimidad sino su mismo ser del pueblo soberano que las
los conflictos. Más precisamente: se atribuye al intérprete -o sea, a los instituye, es precisamente la paradoja de la democracia, en la que se escenifica
exponentes individuales de una burocracia administrativa- la carga de el enigma de la institución de lo social como origen de sÍ.
la deliberación y de la elección entre principios y reglas sobre los que el Que el imaginario político de la modernidad por una parte haya reco-
ordenamiento jurídico no se ha decidido. Esta ineptitud colectiva para nocido a la noción de democracia -a pesar, o tal vez justamente a causa
una deliberación instituyente sobre temas de gran impacto y actualidad, de la indeterminación que la constituye- una eficacia simbólica y un valor
que pueden dividir a la opinión pública, y que en cualquier caso imponen inmediatamente aferrable, en determinados momentos históricos capaz de
la necesidad de representar el conflicto, descarga en la interpretación su agregar consensos y energías de masa, es un hecho innegable. Igualmente
propia impotencia, y, no obstante, la sublima prometiéndole acceso directo innegable es la insuficiencia de la afirmación abstracta del valor de la demo-
a la inmediatez originaria del sentido. cracia para que los ciudadanos tengan efectivamente la capacidad y el deseo
de participar en las decisiones colectivas. Lo cual confirma que el nivel de
la discusión no concierne tanto a los procedimientos de funcionamiento
La dimensión instituyente de los significados jurídicos de un tipo de régimen sino a la existencia, la consistencia y el aguante de
y la fuerza social un ethos democrático, que no puede tener más garantía que la adhesión y
la participación popular.
Hemos dicho ya que sólo el espacio simbólico de la democracia está a En una sociedad democrática, basada en la indispensable limitación
la altura de la institución moderna del derecho. Pues bien: como escri- del poder por obra de la ley, el poder se basa en el consenso, como se
bió en su tiempo Eric Weil (1904-1977), «el término democracia es de desprende del hecho de que, cuando éste desaparece, la violencia no basta
un uso tan difícil que sería mejor renunciar a épo. La dificultad estriba para apuntalar un poder en crisis. La apelación de las democracias moder-
en la indeterminación del «pueblo» al que etimológicamente se refiere la nas a la polis griega consiste justamente en la voluntad de «instituir una
palabra democracia: abstraído de las instituciones sociales y políticas que República, en la que el dominio de la ley basado en el poder del pueblo
lo estructuran y le permiten expresarse y obrar, el pueblo no existe como pusiera fin al dominio del hombre sobre el hombre»3! que caracterizaba a
unidad y a mayor razón no puede decidir. «Quien reflexiona y actúa es las sociedades premodernas.
el gobierno, y puede hacerlo con la ayuda y el concurso de una represen- La separación entre el poder y la ley, consustancial a la indetermina-
tación del pueblo, no del pueblo (incluso en la democracia directa hay bilidad del pueblo, forma un solo cuerpo con la articulación intrínseca de
una parte que representa al pueblo). Si en cambio se llama democrático a la sociedad, con el mantenimiento de la separaciÓn entre la sociedad y sus
todo gobierno que goza de la adhesión de los ciudadanos, las diferencias reglas. Instituidas por la sociedad misma, tales reglas no coinciden con la
de forma dejan de contar, y el gobierno más autocrático puede ser más sociedad aunque surjan de ella como momento ineliminable de su institu-
democrático que talo cual régimen constitucional». Por otra parte, añade ción. Si la dimensión de la ley se agazapara sobre la sociedad misma ya no
Weil, «no basta hablar de democracia para que los ciudadanos sean capaces sería posible ni adherirse a las reglas sociales ni rechazarlas: eso volvería
o simplemente estén deseosos de participar en las decisiones que regulan inmutable la disposición de la sociedad, que de este modo instituiría su
la suerte de la comunidad» propia clausura histórica.
Y, no obstante, esta indeterminabilidad del «pueblo», esta su falta de «No es justa la sociedad que ha adoptado leyes justas de una vez por
identidad, este deshacerse de la representación orgánica de la unidad, esta todas. Una sociedad justa es una sociedad en la que la cuestión de la justicia
irrepresentabilidad del fundamento de lo social, si de un lado complica las co-
31. H. Arendt, "Sobre la violencia», en Crisis de la República, trad. de G. Solana, Taurus,
30. E. Weil, Philosophie politique, Vrin, Paris, 1955, pp. 172-173. Madrid, 1999, p. 143.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE lEGISLACiÓN E INTERPRETACiÓN

queda constantemente abierta; en otras palabras: en la que haya siempre a partir del cual la ley adquiría su trascendencia, sin embargo no vuelve
la posibilidad socialmente efectiva de suscitar la interrogación acerca de la inmanente la ley al orden del mundo ni menos aún confunde su ámbito
ley y acerca del fundamento de la ley»32. con el del poder [... ]. En lugar de la noción de un régimen regulado por
La posibilidad de suscitar la cuestión de la justicia, no como co.n.fo~­ leyes, o sea regulado por un poder legítimo, la democracia moderna invita
mi dad a la ley dada sino como pregunta más general acerca de la legltiml- a poner la de un régimen fundamentado en la legitimidad de un debate
dad de la ley, es la apertura del espacio de la política en el interior de la sobre lo legítimo y lo ilegítimo, debate necesariamente sin garantías y sin
dem<)cracia. Eso implica «la aceptación de la falta de cualquier Norma o finah>34.
Ley extrasocial que pudiera imponerse a la sociedad» desde fuera, o sea, La paradoja del derecho -dicho por los hombres pero irreductible a
el «reconocimiento por la sociedad de que ella misma es fuente y origen». artificio humano- es la paradoja de la institución social, origen y resultado
De ello se sigue, en el núcleo de las sociedades democráticas, <<la apertura de la propia institución simbólica. La sociedad instituye su propia medida,
permanente de la cuestión abismal: ¿cuál puede ser la medida de la socie- se la representa como unidad de medida que no le viene de fuera pero que
dad si no existe ninguna unidad de medida extrasocial?»33. no se reduce a un dato de hecho empírico. El acontecimiento fundacional
Semejante cuestión es por esencia política, o sea no teórica, no deri- es por tanto el desdoblarse primordial de lo social, el cual, al instituirse, se
vable de ninguna formulación previa de criterios de verdad y de valor, no abre a la cuestión de la propia legitimidad e instituye el espacio del nomos.
resoluble de una vez por todas. En este sentido, no es posible afrontarla «No hay institución que por su naturaleza sea suficiente para garantizar
como no sea dilucidando la paradoja del origen de la sociedad de sí misma, la existencia de un espacio público en el que se propague el movimiento
paradoja que impone una reflexión radical sobre la dimensión inevita- interrogador del derecho»3S, en tanto que la institución del principio ge-
blemente política y simbólica del acto fundador de la institución social. nerador no es institución de segundo nivel, ni puede ser confiada a cual-
Semejante cuestión -política y no teórica- concierne a la medida general quier sabia forma de ingeniería institucional, sino que remite a un ethos
de la sociedad, a la modalidad de su institución global, a la posibilidad de democrático en el que vuelve a abrirse permanentemente la irreductible
interrogarse sobre los fundamentos de la ley. La justicia, antes de ser con- separación entre el hecho y el derecho.
formidad a la ley dada, es la puesta en discusión no sólo de talo cual ley, La institución de los derechos, como institución de la legitimidad de un
sino del criterio mismo que preside la elaboración de la ley, de la medida debate permanente acerca de lo legítimo y lo ilegítimo, es uno de los prin-
común, convencional e instituida, puesta en la base de la institución de lo cipios generadores del orden simbólico de la democracia. En este sentido,
social. Plantearse la pregunta sobre la justicia significa entonces interro- tales principios no existen ni pueden existir «a la manera de instituciones
garse sobre la justicia de las leyes, poniendo en discusión la distrib~ción positivas»36. El origen de la democracia, su momento instituyente, es la
primordial de lo social, su articulación intrínseca como obra de la sOCiedad operación política de la enunciación histórica de los derechos, cuya decla-
misma y no ya como dato natural inmodificable. ración es una autodeclaración, cuyo fundamento es la autolegitimación.
En el corazón de la génesis de las sociedades democráticas está pre- El espacio simbólico de la democracia es muy frágil. No se identifica
cisamente la consciencia de éstas como fuente originaria del derecho que con ninguna realidad dada; en cambio, su reducción a la realidad efectiva
las legitima. La fuente del derecho está en la sociedad misma, en su enun- y a la indiscutible dureza de los datos de hecho lo desnaturaliza. El espa-
ciación humana. El hecho de que la declaración revolucionaria de los de- cio simbólico siempre está ya instituido, pero por su naturaleza misma
rechos humanos sea necesariamente una autodeclaración se convierte en excede de lo ya instituido. Es el espacio del instituyente, de la alteración
emblemático. -siempre posible y siempre inminente- de lo instituido: el espacio de
La institución de los derechos humanos se alza así como principio una alteración de lo ya dado que no proteje garantía ninguna (y por tanto
generador de la sociedad democrática moderna, capaz de enfocar su acto la degeneración de los regímenes democráticos siempre está al acecho)
fundacional, en cuanto que tales derechos inscriben, en la operación misma pero que no bloquea ninguna rigidez institucional. El espacio simbólico
que abre el espacio simbólico de la democracia, la carencia de fundamento es, por tanto, el espacio del riesgo, que no puede ser domesticado y neu-
último de la propia noción de ley, el que ésta se remita a la enunciación tralizado, ya que la separación entre instituyente e instituido sigue siendo
humana. «Lo que distingue a la democracia es que, pese a haber inaugura- insalvable. Y este plus del instituyente respecto de lo instituido remite a
do una historia en la que queda abolido el lugar de un referente externo una irreductible articulación interna de lo social, en la que se manifiesta el

32. C. Castoriadis, Le contenu du socialisme, Unian Générale d'Éditians, Paris, 1979, 34. C. Lefart, Écrits sur la politiqueo XIX et xx siecles, Seuil, Paris, 1986, pp. 52·53.
p.41. 35. ¡bid., p. 57
33. C. Castoriadis, Domaines de l'homme. Les carrefours du labyrinthe n, cit., p. 383. 36. C. Lefart, Ünvention démocratique, Fayard, Paris, 1981, p. 69.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE

carácter originariamente circular de las instituciones, el ser de la sociedad


origen de sí misma.
«En una sociedad democrática el pueblo puede hacer cualquier cosa, y
debe saher que no debe hacer cualquier cosa. La democracia es el régimen
de la autolimitación, y por tanto el régimen del riesgo histórico, lo que Capítulo XI
equivale a decir que es el régimen de la libertad -y un régimen trágico. El
destino de la democracia ateniense es una ilustración de ello»J7. LA JUSTICIA DE LAS LEYES ENTRE LEGALIDAD
Y TRANSGRESIÓN

Figuras de la legalidad y escenarios de la transgresión:


el caso de los derechos humanos

Entre la inflación normativa de la que se ha hablado en el capítulo noveno


de este libro, y que constituye la premisa de la primacía de la interpreta-
ción, y la crisis de la legalidad hay un nexo evidente. Se producen cada vez
más leyes porque las existentes son desatendidas cada vez más a menudo.
Precisamente por esta razón la demanda de legalidad es una de las más
actuales y urgentes en un mundo que se caracteriza por oportunidades cada
vez mayores de cambio y transformación, pero al mismo tiempo cada vez
más falto de puntos de referencia compartidos y vinculantes. Los impulsos
centrífugos de los intereses particulares hacen posible hoy un desarrollo
económico sin precedentes, pero vuelven cada vez más inestable, cierta-
mente, la sociedad globalizada. De ahí nace la exigencia de un «espacio
jurídico global», basado en la proclamación de derechos válidos para todos
los seres humanos, que puedan poner un freno al arbitrio de! poder. En
realidad, si es cierto como decía Lenin que la dictadura es un poder no
limitado por ley alguna, la democracia por el contrario es aquel régimen
en el que e! poder nunca es sólo un dato de hecho, sino que siempre está
legitimado por el consenso y únicamente por él, y por eso delimitado por
e! derecho. Por otra parte, no ohstante, un derecho enteramente privado
de poder y por tanto desprovisto de fuerza, o sea, un derecho incapaz de
sancionar sus violaciones y también por ello incapaz de hacer efectivas sus
propias reivindicaciones, deja sin más de ser tal.
Pero ¿no es éste e! caso de los derechos humanos? Por mucho que
sean proclamados universales e irrenunciables su violación es endémica y
generalizada. En realidad a los derechos humanos les falta un fundamento
extrajurídico efectivo que garantice su aplicación y que imponga regular-
mente sanciones a quienes los violan. Aun así, no obstante, su significado y
3 7. C. Castoriadis, Domaines de l'homme. Les carrefours du labyrinthe I1, cit., pp. 296-297. su valor no dejan de movilizarnos e implicarnos, porque la noción misma

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LA JUSTICIA DE LAS LEYES ENTRE LEGALIDAD Y TRANSGRESION

de legalidad -a la que se remite el impacto universal de los derechos hu- tal no surgen derechos. Cuando se vienen abajo las protecciones de la
manos- tiene un alcance simbólico que excede con mucho su efectividad historia, e! resultado es la falta de todo derecho. «El hombre de! siglo xx
exclusivamente jurídica. se ha emancipado de la naturaleza exactamente igual que e! hombre del
Los derechos humanos, precisamente porque son derechos, no son siglo XVIII se había emancipado de la historia. Historia y naturaleza se han
leyes naturales. Son en cambio una creación histórico-social de la era de convertido en igualmente extrañas, en el sentido de que la esencia del
las revoluciones, y consisten en plantear la pretensión de que todo hom- hombre ya no puede ser comprendida con sus categorías. Por otra parte,
bre, como hombre, por e! mero hecho de haber nacido, es portador de la humanidad, que para el siglo XVIIl no era más que una idea reguladora
derechos antecedentes y fundamentantes respecto de los que le reconoce en términos kantianos, se ha convertido hoy en un hecho inevitable. La
la organización política en que está inserto. Esta pretensión -justamente nueva situación, en que la humanidad ha asumido efectivamente el papel
cuando apela a una igualdad natural e inmediata de todos los seres hu- antes atribuido a la naturaleza o a la historia, implica en este contexto que
manos- es una creación social en sentido fuerte, a la que sin embargo le el derecho a tener derechos, o el derecho de todo individuo a pertenecer
falta una envoltura institucional que garantice eficacia a su indudable valor a la humanidad, debería ser garantizado por la humanidad misma»!. Pero
simbólico. Pero, por otra parte, mientras aparece en escena la creativi- no está en absoluto dicho que así sea. Más bien parece cierto lo contrario:
dad de una acción colectiva que promulga derechos, esta misma creatividad «Los supervivientes de los campos de exterminio, los internados de los
resulta inmediatamente ignorada: no por azar, de hecho, precisamente campos de concentración y los apátridas han podido darse cuenta de que
para fundarse, justificarse o legitimarse, la promulgación de los derechos la abstracta desnudez de! ser-solo-hombre era su máximo peligro»2.
humanos se remite inmediatamente a una presunta naturaleza humana, En estas dramáticas experiencias del siglo xx Hannah Arendt encuentra
dejando en la sombra su origen en la actividad humana de creación social una amarga confirmación de las argumentaciones reaccionarias del hombre
de significados. público y escritor británico Edmund Burke (1729-1797), para quien los
En la parábola de los derechos humanos, por tanto, resulta legible el derechos humanos proclamados por la Revolución francesa eran sólo una
ambiguo destino de la modernidad, en el que la creatividad del instituyente abstracción carente de efectividad. Pero tras la aceptación inicial de los
apenas llega a ponerse en forma cuando inmediatamente desaparece o argumentos antirrevolucionarios -según los cuales e! Hombre natural,
sucumbe. Los derechos humanos, en suma, no son un dato lógico o na- desprovisto de todo contexto histórico, aislado, abstracto y sin ciudadanía,
tural, sino la afirmación política -o sea, nacida en e! ámbito del espacio está desprovisto en realidad de cualidades propiamente humanas- el aná-
público del obrar colectivo- de un límite insuperable de la política; un lisis de Arendt vuelve del revés su supuesto central. Precisamente a causa de
momento de esta autolimitación de la política que constituye la única la expoliación de todo derecho civil e histórico, que hace impotentes como
limitación posible en una democracia, pero que la democracia misma no cuestión de hecho a los solos derechos humanos, se exige la institución
llega a reconocer como obra suya y prefiere situarla ilusoriamente en una histórica y la construcción política, momento central en el que se concreta
exterioridad extrasocial. y se realiza la pluralidad de la existencia humana.
Como ha sostenido Hannah Arendt en su libro Los orígenes del totali- La capacidad humana de engendrar la igualdad jurídica no puede ba-
tarismo, cuando el individuo de la Declaración de los derechos de! hombre sarse en la presunta e ilusoria naturalidad de la igualdad. La igualdad de
ha hecho su aparición en el escenario de la historia, materializándose en los derechos, en realidad, no es un dato natural, pero puede y debe ser la
las masas de sin-derechos del siglo xx, en vez de ser reconocido como puesta en juego de la acción humana y de su carácter instituyente. Su éxito
encarnación de! Hombre en su pureza, ha sido dramáticamente excluido depende sólo de la capacidad de obrar en común proponiéndose objetivos
del resto de la humanidad. En vez de portador de derechos absolutos, cuyos fundamentos últimos no es posible mostrar, pero de los que se debe
se ha visto en él al individuo sin derecho alguno. Lejos de presentarse al asumir una y otra vez la responsabilidad política. Una posición irreducti-
resguardo de derechos inalienables y absolutos, el hombre <<natural», en ble al iusnaturalismo, porque excluye la referencia a -y la presuposición
su aislamiento y en su marginación, ha perdido toda inserción posible en de- un universal normativo dado; y posición al mismo tiempo irreducti-
una comunidad histórica y en un sistema político. Los derechos humanos ble al historicismo, puesto que el ejercicio de los derechos que dependen
-válidos pero no efectivos, fuertes sólo por su carga simbólica- han de la pluralidad es entendido como ruptura incesante de los automatismos
mostrado no ser una respuesta, un dique y una garantía suficientes para históricos, y remite a la posibilidad de la acción y de la libertad en tanto
hacer frente a esta marginación excluyente. que comienzo radical e insurgencia de lo nuevo.
De esta dramática pérdida de humanidad y garantías surge ciertamente
un derecho, pero no es posible formularlo en las categorías individualis-
1. Cf. H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Alianza, Madrid, 2006, cap. IX.
tas y naturalistas del siglo XVIII. De la sola <<naturaleza,) humana como 2. ¡bid.

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE
LA JUSTICIA DE LAS LEYES ENTRE LEGALIDAD Y TRANSGRESiÓN

Implicaciones simbólicas de la legalidad Ya en el plano puramente represivo, la lucha contra los actos ilícitos
parece un trabajo de Sísifo. Su eficacia es nula con excesiva frecuencia. Las
En cualquier caso, el de los derechos humanos es un caso extremo, pero transgresiones que quedan impunes son innumerables. Y no es raro que los
extremadamente instructivo, de la imposibilidad de homologar la legalI- comportamientos ilegales resulten los más convenientes.
dad según la normalidad, o sea, de eliminar la diferencia entre pretensión Pero el frente de la legalidad parece desguarnecido y del todo fal-
jurídica y datos de hecho. En realidad la noción de legalidad y el.llama- to de recursos en el plano cultural. Faltan valores compa~tidos, c~~aces
miento a los derechos contienen un significado y un valor complejOS que de motivar y fundamentar una convivencia ordenada. La misma nocla n de
van más allá de su observancia concreta. Tras el espacio jurídico efectiva- bien público experimenta una grave decadencia en la vida cotidiana, y no
mente constituido hay un espacio simbólico que fundamenta la adhesión parece particularmente apetecible. Llega a faltar aquella conexión entre
a la legalidad como motivación colectiva. He aquí por qué, mientras la ciudad y orden que en la historia de Occidente había sido una estructura
soberanía de los Estados tiende a debilitarse, prolifera la reivindicación de constante.
derechos siempre nuevos, cuya validez no se puede reducir a una conno- Hay que preguntarse, pues, si la crisis de la ley y la crisis de la ~onvi­
tación meramente formal. vencia civil son fenómenos ligados a la destrucción del vínculo SOCial y a
A la afirmación de principio de una legalidad universal corresponde la penetración en las consciencias de una especie de nihi~i~mo de l.a .indi-
no obstante en el plano de las relaciones sociales efectivas la existencia de ferencia que desestructura cualquier forma de responsabilidad mdlvldual
toda una serie de escamotages y zonas francas que tienen como consecuen- hacia nosotros mismos y hacia los demás.
cia última la negación y la violación de los derechos. La ilegalidad que se
deriva de eso no se reduce a la infracción individual de las reglas, sino que
arraiga en comportamientos sociales difusos que proliferan a todos los La dimensión social de la ilegalidad
niveles de la vida pública, desde las relaciones internacionales a la política
interior o a la economía, desde la defensa del medio ambiente al déficit de Si nos preguntamos por las motivaciones de la ilegalidad difusa en las for-
seguridad que padece la vida cotidiana. mas de la criminalidad y de la llamada microcriminalidad, comprobamos
¡ >a cosa es tanto más paradójica cuanto que el propio desarrollo econó- que los comportamientos que se apartan de las normas arraigan ~n un
mico debería constituir un principio universal. Pero la idea de un desarro- consenso y en una aquiescencia a la ilegalidad que no se explIcan solo en
llo regido sólo por la lógica económica, falto de obstáculos externos y de base a un cálculo de funcionalidad. Presuponen de hecho una implicación
momentos de regulación de las descompensaciones sociales, sigue siendo «cultural» difusa v se alimentan del imperativo categórico de alcanzar
una idea abstracta. De hecho a menudo el límite entre deregulation e ile- inmediatamente l~ felicidad a cualquier precio.
galidad parece inexistente. Las compatibilidades económicas del momento Hay, en suma, una auténtica dimensión social de la ilegalidad a través .
tienen a fin de cuentas la última palabra. de la cual la transgresión se propone como modelo de comportamiento
En ese punto desaparece el vínculo entre la legitimidad de la norma y y logra a su vez estabilizarse, produciendo una especie de «normalidad»
su capacidad de representar una codificación de los valores colectivos. De vuelta del revés.
ello se siguen comportamientos de ilegalidad social difusa, como si el res- El artífice de esta superposición de normalidad y transgresión, como
peto de la legalidad contara menos que el éxito o el bienestar económico, se ve estudiando la mentalidad y los comportamientos de los grupos de
o en cualquier caso debiera subordinarse a éstos. gentes de mala vida, es el imaginario. ¡ >a complicidad ent,:e lo.s afil.iados a
La situación de apremio de la legalidad es directamente proporcional la desviación genera cohesión y sentido de pertenenCIa. El ml.metIsmo. es
a la falta de un tejido civil fuerte y sano. Por eso muestran ser funcionales tanto más rígido cuanto más está el grupo al margen de la legalIdad ofiCial,
los comportamientos ilegales. Al contrario: mientras sean convenientes y compartida por la mayoría de la sociedad. y, sin embargo, la transgr~sión
parezca que compensan, podremos denigrarlos y execrarlos tanto como no produce ausencia de reglas a partir del momento en que ella misma
queramos, pero no nos libraremos de ellos. instaura entre los afiliados al grupo desviante la obediencia a los estánda-
El elemento fundamental que iguala los escenarios de la transgresión es res de la ilegalidad. Por eso se rodea de rituales rígidos que garanticen y
la extrañeza con que el sentido común percibe las instituciones públicas. El fomenten el aguante «identitario».
problema de la legalidad es su síntoma más visible. Cada vez más a ~enu~o La convicción progresista y racionalista, de moda en la sociología
los ciudadanos se muestran impacientes ante las reglas de la conVivenCIa decimonónica, según la cual con la industrialización desaparece~ían la
civil y hostiles a las instancias que deberían producirlas. También por eso actualidad y la difusión de los rituales, ha mostrado ser falsa. Sl11 ntuales
prolifera la violación de las leyes, convertida en fenómeno masivo. y simbolismos ningún grupo social, por moderno y seculanzado que sea,

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LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE LA JUSTICIA DE LAS LEYES ENTRE LEGALIDAD Y TRANSGRESiÓN

está en situación de sobrevivir. El mismo mecanismo se puede encontrar en Transgresión organizada de la ley e innovación
el caso de la llamada «~delincuencia organizada». En otras palabras: ningún
imaginario, ni siquiera e! de la delincuencia, puede buscar la «anomia» El orden de la ciudad únicamente puede nacer de una sociedad que se
pura y simple. En realidad, en cambio, la desviación social se constituye ponga en cuestión: interrogándose no sólo ni tanto sobre la validez y
ella misma en nomos alternativo, y muestra tener un poder de fascinación efectividad de sus leyes como sobre la solidez de los significados, de los
seductor y consociativo del que a menudo carecen los ordenamientos valores y de las motivaciones que deberían constituir su fundamento, esto
racionales de la legalidad pública. es, manteniendo abierta la cuestión de la justicia como legitimación de la
Contrariamente a lo que ha creído cierto justificacionismo de la des- legalidad y su perenne renovación.
trucción, que ha pretendido ver en ella expectativas de igualdad o de En este contexto vale la pena analizar el aspecto político de la trans-
justicia, los adeptos a la ilegalidad no están movidos por la búsqueda exis- gresión revolucionaria que infringe la legalidad instituida por razones sim-
tencial de lo diverso ni por la voluntad de oponerse a las desigualdades so- bólico-políticas, o sea para oponerse a talo cual aspecto suyo considerado
ciales. El entrelazamiento de complicidad y transgresión que apuntala sus injusto. En este caso la transgresión de la legalidad toma explícitamente
comportamientos se limita a reproducir identidad y pertenencia, jerarquía como objetivo la transformación de la ley.
y estratificación, sin ceder a palingénesis sociales o quimeras igualitarias. En la tradición norteamericana éste es e! tema de la «desobediencia
Lo que en e! imaginario de la transgresión y la desviación tiene fuerza de civil», cuya formulación clásica se remonta a un famoso ensayo de Henry
arrastre y de seducción no es, de hecho, la configuración indeterminada D. Thoreau (1817-1862) escrito en 1848 y reimpreso nada casualmente
de talo cual forma de alteridad social, sino la posibilidad de acceder rápi- en 1969. Pues fue al final de los años sesenta, en el apogeo de la contesta-
damente a los tesoros y a las promesas que la sociedad existente exhibe y al ción juvenil y el rechazo a la guerra de Vietnam, cuando muchos teóricos se
mismo tiempo veda. Por lo cual también en la desviación social hay una refirieron a la lección de Thoreau y a su defensa liberal de la desobediencia
paideia, pero ésta sirve de atajo sustitutorio y compensador en relación civil, asimilada a la objeción de conciencia individual. Pero en e! caso de
con los rituales de la legalidad. De este modo la destrucción transgresora los movimientos sociales de los años sesenta la desobediencia civil, pese
se limita a alejarse de la complejidad estratificada de! ordenamiento oficial, a conservar el carácter desinteresado en e! que Thoreau veía una de sus
que es reemplazada por e! respeto granítico a un código caracterizado por características irrenunciables, se convierte en un fenómeno de masas. Es
una desconcertante simplicidad, cuya ventaja competitiva es la gratifica- manifiesta en ella, ciertamente, la transgresión de la ley existente, pero
ción inmediata. es igualmente evidente la presencia de un proyecto alternativo de convi-
En e! caso de la transgresión convertida en «normalidad» se pone de vencia social, y por tanto en forma embrionaria se puede reconocer otra
manifiesto algo que tiene un valor más general. La capacidad de «aguan- manera de configurar imaginariamente la institución de la sociedad. Junto
te» de un imaginario, su consolidación, su fuerza de atracción y de se- a la transgresión de la ley, se dibuja el proyecto de una transformación de
ducción se derivan de su aptitud para suministrar significados culturales, ésta llevado adelante, al menos inicialmente, por una minoría de ciuda-
valores simbólicos o motivaciones ideales que vuelvan humana la vida danos que se organizan para actuar como grupos de presión. Al dar así a
y que cimenten e! orden social. De este proceso complejo, como hemos sus gestos ilegales el más amplio relieve posible buscan e! consenso de la
tenido ocasión de recalcar varias veces en e! curso de estas páginas, las mayoría. Su objetivo es cambiar la ley instituida contra la que protestan,
normas jurídicas que regulan la convivencia civil son sólo la punta de! y que infringen por esta razón.
iceberg. Cuando Hannah Arendt, en un conocido escrito suyo, se pregunta si
Ésta es la razón de que los muy numerosos y devastadores episodios es posible dar un espacio a la desobediencia civil en el funcionamiento de
criminales que transgreden las normas de la convivencia civil y pacífica, las instituciones políticas americanas no se propone dar una justificación
infringiendo sus reglas, no mellen la sustancia normativa de! orden social. de ella puramente jurídica. La imposibilidad de una cosa así «proviene
En una palabra: en las normas de los ordenamientos instituidos confluyen de la naturaleza general del derecho y no del espíritu del ordenamiento
la actividad y la creatividad de! imaginario social que los excesos de la americano»3. El derecho no puede justificar su transgresión.
transgresión se limitan a golpear en su punto final sin cuestionarlos en Por eso la cuestión es desplazada en el terreno conceptual: Arendt la
su raíz. afronta en el plano político, al afirmar la prioridad de la acción política
sobre el derecho instituido. A la primera le corresponde un pape! de legi-

3. H. Arendt, «Desohcdiencia civij", en CriSIS de la República, trad. de G. Solana, Taurus,


Madrid, 1999. p. 106.

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LA JUSTICIA DE I.AS LEYES ENTRE LEGALIDAD Y TRANSGRESiÓN
LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE

timación que va más allá de la legalidad, y que por tanto supera el obrar sin negar en modo alguno la necesidad de la institución. El derecho pro-
conforme a la ley. instituida. En realidad el edificio instituido de las leyes piamente dicho interviene post {estum. El derecho, en suma, «puede fijar
se puede esclerotlzar, y en las épocas de crisis es necesario recurrir a la y legalizar los cambios una vez que se hayan producido, pero los cambios
actividad política para revitalizarlo. Pero ¿cuál es el sujeto que tiene la son siempre el resultado de una acción extrajurídica»6.
capacidad efectiva de ejercitarla? La acción política instituyente precede al derecho, que interviene a
El problema subyacente a esta discusión está determinado por el hecho posteriori para racionalizarla y salvaguardar su novedad. La legalidad es
de que la revolución americana, «si bien había dado la libertad al pueblo, pues la conformidad a este orden puesto, y tiene un carácter necesaria-
no había acertado a crear un espacio donde pudiera ejercerse esa libertad. mente conservador.
Sólo los representantes de los ciudadanos, y no los ciudadanos mismos Un movimiento análogo se puede encontrar en la voz «Revolución y
t~nían la posi~ili?ad de co~prometerse en las actividades de 'expresar: derecho» redactada por Santi Romano en 1944. También él empieza opo-
dIscutir y deCIdIr que constituyen, en sentido positivo las funciones de niendo radicalmente los dos conceptos. Respecto al derecho codificado,
la libertad»4. ' «la revolución no puede ser por definición más que un estado de hecho,
La sociedad moderna hereda de la época de las revoluciones esta li- antijurídico, incluso cuando es justO»7.
mitación de la ciudadanía. En la República nacida de la Revolución no Dejemos de lado de momento la última observación, y concentrémo-
queda «espacio alguno para ejercer precisamente aquellas cualidades que nos en el hecho de que la revolución es declarada antijurídica. Su antiju-
habían servido para instituirla», o sea, «las potencialidades de la acción y el ridicidad -prosigue S. Romano- se deriva del derecho contra el que se
honroso privilegio de ser los iniciadores de algo completamente nuevo»5. dirige la revolución si (y mientras si) todavía está vigente; eso no excluye,
En esta parábola de la sociedad post-revolucionaria se descifra el destino sin embargo, que la revolución, precisamente como estado de hecho, se
mis~o de la democracia moderna: ser resultado de la iniciativa política
presente como «movimiento organizado», que tiende a sustituir a la organi-
de CIUdadanos que actúan y participan en los asuntos públicos pero que zación del Estado y que puede hacerlo justamente por ser «una organización
debe~ .ocultar .0 eliminar este deseo de participación para garantizar la
estatal en embrión>" que a su vez «se traduce en un auténtico ordenamiento
estabIlIdad socIal necesaria para la administración o gestión de las cosas aunque sea imperfecto, fluctuante y provisiona¡". Así, pocas páginas más
en interés público. adelante, Santi Romano reconoce sin vacilar que la revolución misma ha
En el ensayo sobre la desobediencia civil de Arendt el núcleo de la ar- de ser clasificada «en la categoría de los ordenamientos jurídicos origina-
gumentación consiste en sustraer su defensa o justificación al razonamien- rios>,. Y resume su posición en los siguientes términos: «La revolución es
to jurídico, reconociendo en la desobediencia civil una ilegalidad o una un hecho antijurídico con relación al derecho positivo del Estado contra
transgresión de las leyes, incompatibles con el «derecho». Pero el hecho el cual se revuelve, pero ello no quita para que, desde el punto de vista
de que justamente por la práctica masiva de actos de desobediencia civil bien diferente desde el cual ella se califica a sí misma, es un movimiento
la~ leyes sean puestas en discusión, y que eso ocurra de manera pública y
ordenado y regulado por su propio derecho». He aquí por qué, aunque
reIterada, sUSCItando un amplio movimiento de opinión y un debate sobre sea en sentido limitado, «se puede hablar por tanto de un derecho de la
la validez y sobre la justicia de aquellas leyes que los manifestantes trans- revolución,)'. Como es natural, eso no implica automáticamente que ese
g!ede,n,.le da a estos acontecimi.entos el carácter de una acción política. derecho sea también justo, pero significa al menos que la cuestión de la
Esta ultIma acaba finalmente temendo una consecuencia jurídica que a fin justicia de las leyes vigentes sigue estando en el horizonte de la acción
de cuentas se contrapone a la declaración inicial. En resumen: al final del política instituyente. .
recorrido, la desobediencia civil parece mucho menos «antijurídica» -en Análogamente, ya en un pasaje de Kelsen citado en el capítulo V se
todo caso mucho menos extraña al ámbito jurídico- de lo que se había podía leer que «el contenido de la norma fundamental es especialmente
dicho al principio. claro en el caso en que un ordenamiento jurídico no cambia por vía legal,
. . Por eso A~endt propone ver en la desobediencia civil, en tanto que ac- sino que es sustituido mediante una revolución». Se toca aquí el límite
tivIdad colectIva, una de las formas políticas encaminadas a la modificación extremo del espacio jurídico instituido, y advertimos que el instituyente
de las leyes, o sea a su renovación. La desobediencia civil constituiría por -el punto de llegada de una compleja estratificación de acciones políticas,
tanto un retorno a lo prejurídico que interrumpe y renueva lo instituido,
6. H. Arendt, «Desobediencia civil», cit., p. X7.
7. S. Romano, Fragmentos de un diccionario iurídico, Comares, Granada, 2002, voz «Revo-
_ 4. H. Arendt, Sobre la revolución, trad. de P. Bravo, Alianza, Madrid, 2004, p. 324, cursiva
anadlda. lución y derecho», p. 282.
5. ¡bid., p. 320. 8. [bid., p. 284.

172 173
LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE

sociales y culturales- es en último término un hecho: exterior al derecho


por definición.
No obstante, puesto que se trata de un hecho histórico-social, no es
exterior a la sociedad que se instituye a través del derecho. Y es precisa-
mente del hecho social instituyente, de su historicidad intrínseca, de donde ÍNDICE DE AUTORES
obtienen su existencia el orden simbólico y el sistema jurídico.
El comprensible deseo de estabilidad que impulsa la búsqueda humana
de significados quisiera anclados en un origen más sólido, que los prote-
giera de las diversas formas de degeneración que parecen amenazarlos de
muchas maneras. Pero se trata de una empresa humanamente imposible. Y
que ni siquiera es deseahle, porque nos quitaría la responsabilidad radical
y última por el resultado de nuestras acciones.

Angelini, l~: 74 Eliade, M.: 74


Arendt, H.: 21,22-23,32-33, Esposito, R.: 78,95
50-51,59,68,104,127,
161,166-167,171-173 Faralli, c.: 136-137
Aristóteles: 22,24,47,104 Foucault, M.: 102
Freud, S.: 123, 156
Bagnetti, G.: 137
Barcellona, M.: 43, 142, 146, Galimberti, U.: 119,123-124
\49-\53,15R-159 Galli, c.: 126
Barcellona, P.: 41, 75-77, 88-90, Gallino, L.: 10 \-102
98,120 Gehlcn, A.: 93-95, 118
Bctti, E.: 131 Girard, R.: 118
Bobbio, N.: 72,75-76 Grossi, E: 52, 14R
Bodei, R.: J 2- 13 Guarino, G.: 99-101, \32
Burkc, E.: \67
Habermas, ].: 128
Cantaluccio, F. M.: 140 Hart, H. L. A.: 142
Castoriadis, c.: 23-24,27, Hauriou, M.: 94, 107
34,39,47,56,64-67,95, Hayek, F.A. von: 19,22,103-104
115-117,120,154,156- Hobbes, T.: 145
158, 162, 164 Hoffmann, H.: 19
Changcux, J.-P.: 58-59, 62 Holmcs, O. W: \37
Chomsky, N.: 102 Huxlcy, A.: 64
Cratilo: 36
Crépault, c.: 119 lrti, N.: 120-124, 135

Darwin, c.: 58, 60 Jervis, G.: 60-62


De Martino, E.: 53, 74
Droysen, J. G.: 51 Kant, 1.: 17-19,32-33,51,
117, 154, 167

174 175
INSTITUCIONES Y NORMAS

Kelsen, H.: 15,20,75-76, Regazzoni, R.: 140


79,81-83,91,122,141, Ricoeur, P.: 58-59
150-151,173 Romano, B.: 63
Romano, S.: 15-16, 103-109,
La ]orre, M.: 73, 103 116,173
Lacan, J.: 92, 94 ÍNDICE GENERAL
Lefort, c.: 44,116-117,163 Schmitt, c.: 14-16, 106,
Legrenzi, P.: 60 113-114,145-146
Lenin (Y. I. Uliánov): 165 Severino, E.: 120-125
Luhmann, N.: 2R, 30-31,45-46, Sócrates: 19-21
R3-85, 90-91,93,95-96,158 Steiner, G.: 140
Strauss, L.: 78
Malinowski, B.: 95
Marconi, D.: 61 Thoreau, H. D.: 171
Marx, K.: 156 Tocqueville, A. de: 42
Merleau-Ponty, M.: 116-117, 119
Valéry, P.: 68 Contenido ............................................................................................... . 7
Nietzsche, F.: 93 Viola, F.: 133, 139, 143, 146-147

Waldenfels, B.: 51, 84 Primera parte


Pasini, W: 119
Weil, E. : 160 EL DFRECHO COJ\IO CREACIÓN HISTÓRICO-SOCIAL
Piaget,];: 73
Wittgenstein, L. J. J.: 155
Piovani, P.: 56, 63, 114-115
Pizzorno, A.: 136-137 Capítulo I. Del ethos al nomos ................................................................. . 11
Zaccaria, G.: 133,139,143,146-147
Platón: 20-22, 24 Historicidad del orden social .............................................................. . 11
Zagrebelsky, G.: 136
El derecho como regla, o como decisión, o como ordenamiento ......... . 13
Derecho natural y positivismo jurídico ............................................... . 16
togos, nomos y polís: la institución griega de la filosofía .................... . 19

Capítulo II. El problema de la contingencia y el orden del mundo............ 25


El estatuto prejurídico de la costumbre y el nacimiento del derecho .... 25
Teoría de sistemas y contingencia del obrar ......................................... 27
Las expectativas normativas y la contingencia...................................... 29
Implicaciones filosóficas de la contingencia del obrar........................... 31
Contingencia ontológica e institución histórico-social......................... 33
Fundamentalismo y nihilismo .............................................................. 35
La filosofía como puesta en discusión de lo instituido .......................... 38

Capítulo III. La institución del derecho moderno ..................................... 41


La revolución democrática y la separación entre derecho y podeL....... 41
El espacio simbólico de la democracia y el derecho. .............. .............. 44
Del derecho a la ley y del derecho a los derechos .... ............ ................ 48
La legalidad trascendental y la remoción de lo instituido ..................... 49

176 177
INSTITUCIONES Y NORMAS iNDICE GENERAL

Capítulo IV. El estatuto de la norma entre physis y nomos ....................... . 55 El contexto normativo de la modernidad y la remoción de la institu-
El lenguaje y las lenguas: la normatividad como institución social ...... . 55 ción .............................................................................................. . 128
El proyecto neonaturalista de una ciencia de lo normativo y el proble-
ma de la pluralidad de las lenguas ................................................ . 57 Capítulo IX. Crisis de las instituciones, inflación normativa y primado de
La «naturaleza humana» como universal normativo ............................ . 60 la interpretación ................................................................................ . 131
Lenguaje, lengua e institución ............................................................. . 62 Las normas y la convivencia social.. .................................................... . 131
Lo instituyente y lo instituido ............................................................. . 65 La proliferación de las leyes y la juridización de lo sociaL .................. . 132
El carácter central de la interpretación ..................... , ......................... . 133
La época de la descodificación ............................................................ . 135
Segunda parte La creatividad de la interpretación y sus límites .................................. . 137
GENEALOGÍA DE LAS NORMAS Y DINÁMICAS DE LA INSTITUCIÓN Sobre los presupuestos filosóficos de la hermenéutica jurídica............. . 138
La validez de las normas jurídicas entre mediación social y función sim-
Capítulo V. El derecho instituido y su legitimación .................................. . 71 bólica ........................................................................................... . 141
La auto fundación del orden jurídico ................................................... . 71
Normas y metanormas ....................................................................... . 74 Capítulo X. Legislación e interpretación .................................................. . 145
Norma jurídica y ley natural. .............................................................. . 77 Giro hermenéutico y división de poderes ............................................ . 145
La positivación del derecho y su significado filosófico ......................... . 80 El paradigma de la autopoiesis material y la creatividad del institu-
Validez y transformabilidad de las normas .......................................... . 83 yente ............................................................................................ . 148
El sistema simbólico entre interpretación y creación social de los signi-
Capítulo VI. Sistema social y normatividad .............................................. . 87 ficados .......................................................................................... . 153
Orden social y actividad humana ........................................................ . 87 Lo social siempre está ya instituido ..................................................... . 155
Sistema jurídico y contingencia ........................................................... . 89 La tutela hermenéutica de la democracia ............................................ . 158
La teoría de sistemas y la concepción funciona lista de la institución ... . 91 La dimensión instituyente de los significados jurídicos y la fuerza so-
El derecho como sistema inmunitario de la sociedad .......................... . 95 cial ............................................................................................... . 160
Cognitividad y normatividad .............................................................. . 97
Capítulo XI. La justicia de las leyes entre legalidad y transgresión ........... . 165
Capítulo VII. El ordenamiento jurídico como institución ......................... . 99 Figuras de la legalidad y escenarios de la transgresión: el caso de los
Derecho y fuerza social ...................................................................... . 99 derechos humanos ........................................................................ . 165
El concepto sociológico de institución ................................................ . 101 Implicaciones simbólicas de la legalidad ............................................. . 168
Orden espontáneo y orden instituido ................................................. . 103 La dimensión social de la ilegalidad .................................................... . 169
La institución del ordenamiento ......................................................... . 104 Transgresión organizada de la ley e innovación ................................... . 171

Índice de autores .................................................................... ·.. ········ .. ······ 175


Tercera parte Índice general.... ................... ... ..... ....... ...... ......... ............ ... ..... ..... ....... ... ... 177
LAS METAMORFOSIS DEL INSTITUYENTE

Capítulo VIII. Mediación instituyente e imaginario social............. ....... ..... 113


Nomos y autoinstitución de la sociedad ............................................... 113
Normatividad y cambios sociales ......................................................... 114
Lo imaginario y el mimetismo .................. ......... ....... ..... ..... .......... ....... 117
La reducción del derecho a técnica social............................................ 120
La técnica como creación sociaL......................................................... 123
La globalización y el derecho ....................................................... '" .... 125

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El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia
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Trastornos de las instituciones políticas

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