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El Leproso en Isaías 53

4 marzo 2017 por Gavriel Manfredi


Fue despreciado, desechado por los hombres; varón de
sufrimientos, familiarizado con la enfermedad. Como uno que
esconde su rostro de nosotros, fue menospreciado, y lo
estimamos como nada. Sin embargo eran nuestras
enfermedades las que llevaba, nuestros sufrimientos los que
soportó. Nosotros lo contamos como plagado [nagúa], herido,
afligido por Elohim. Pero él fue herido por nuestros pecados,
molido por nuestras maldades. Llevó el castigo que nos
restauró, y por sus heridas fuimos nosotros sanados. – Isaías
53:3-5 (VIN)
El comentarista judío Rashi, al parecer por la gran cantidad de judíos que se
convertían al cristianismo en su época, propuso interpretar el capítulo 53 de
Isaías para que se entienda que habla simbólicamente del pueblo de Israel.
Pero sabemos que, antes y después de su época, hubo sabios judíos que
interpretaron que ese capítulo se refiere al Mesías. Un ejemplo de ello lo
tenemos en el mismo Talmud de Babilonia, que registra enseñanzas de
muchos rabinos de renombre, y que habla de la discusión sobre cuál sería
el apelativo para el Mesías.

Los rabinos dijeron: Su nombre es “el estudioso leproso”, como


está escrito [Is.53:4], “Ciertamente llevó nuestras penas, y
cargó nuestras tristezas, sin embargo, nosotros le
consideramos como un leproso, herido de Dios y afligido.” –
Talmud de Babilonia (Sanedrín 98b)
¿Por qué relacionaron la lepra (tsaraat) con el Mesías? Es interesante notar
que la palabra “plagado” se traduce del hebreo “nagúa“, que también
puede traducirse como “llagado“. Y tiene como raíz hebrea la palabra
“nagá“, que también es raíz de la palabra “negá“, la que se traduce como
“llaga” o “plaga“. Y en el pasaje de Lev.13:2 leemos:
Cuando un hombre tenga en la piel de su carne hinchazón, o
erupción, o mancha blanca, y se convierta en llaga de lepra en
la piel de su carne, será llevado al sacerdote Aarón, o a uno de
sus hijos los sacerdotes. – Lev.13:2 (BTX3)
La traducción de “llaga de lepra” se hace del hebreo “negá tsaráat“, y era
la señal de una persona que será considerada por el sacerdote como
“leprosa” o “metsorá“; la cual debía ser puesta a vivir en cuarentena fuera
del campamento de Israel para su sanamiento. Los Sabios enseñaron que
esa afección sobrenatural surgía por determinados pecados, como
la soberbia y la envidia,pero sobre todo por la maledicencia, conocida en
hebreo como “lashón hará“, donde entran los chismes, la calumnia, y en
general el mal uso de la lengua. Por tal razón Miryam fue afectada por esa
lepra por haber hablado “a espaldas” (con su hermano Aharón) sobre su
hermano Moisés, incluso con rebeldía también, tal como se relata en
Núm.cap.12.
Sin embargo, el ejemplo de la afección de “tsaráat” simboliza más
profundamente la contaminación del alma con cualquier tipo de pecado. Se
puede deducir esto porque también David fue afectado por esa lepra al
haber cometido adulterio. David dijo en el conocido Salmo del arrepentido:
Purifícame con hisopo para que quede limpio; lávame hasta
que quede más blanco que la nieve. – Salm.51:7 (VIN)
Y el hisopo era uno de los elementos del sacerdote que debía usar para
la purificación de la persona que sanó de lepra. Así como está escrito:
Yahwéh le habló a Moshéh y le dijo: “Esta será la ley para un
leproso cuando vaya a purificarse: Cuando se le haya
informado al sacerdote, el sacerdote saldrá del campamento. Si
el sacerdote ve que el leproso se ha curado de su afección
escamosa, el sacerdote mandará que se traigan dos aves
limpias vivas, madera de cedro, tela escarlata, e hisopo para el
que va a purificarse. – Lev.14:1-4 (VIN)
La lepra era una especie de erupción blanca en la piel en partes del cuerpo,
y David pedía que sea purificado con hisopo para quedar más blanco que la
nieve. ¿Por qué dijo eso? Más allá de que el blanco pueda simbolizar la
santidad, se relaciona más con el siguiente pasaje enigmático:

Si la erupción se extiende sobre la piel de modo que cubre toda


la piel de la persona afectada de pies a cabeza, hasta donde
pueda ver el sacerdote –si el sacerdote ve que la erupción ha
cubierto todo el cuerpo– declarará limpia a la persona afectada;
es limpio porque se ha vuelto todo blanco. – Lev.13:12-13 (VIN)
David le pedía a Yahwéh que lo purificara con hisopo, quizás teniendo en
cuenta la condición del pasaje anterior, para quedar “más blanco que la
nieve“, o sea, limpio y perdonado. Y aquí debemos poner atención en el
pasaje que dice:
El sacerdote mandará que se traigan dos aves limpias vivas,
madera de cedro, tela escarlata, e hisopo para el que va a
purificarse. El sacerdote mandará degollar una de las aves
sobre agua fresca en una vasija de barro; y tomará el ave viva,
junto con la madera de cedro, la tela escarlata y el hisopo, y los
mojará juntos al ave viva en la sangre del ave que fue
degollada sobre el agua fresca. Entonces la rociará siete veces
sobre el que se va a purificar de la erupción y lo purificará; y
dejará libre al ave viva en el campo. – Lev.14:4-7 (VIN)
Los comentaristas judíos trataron de darle algunas interpretaciones
profundas a este pasaje, pero no pudieron entenderlo a la luz de la
sabiduría que nos da Yahwéh, a través del Mesías por haber creído en él. Y
el Moréh Yosef Alvarez nos ayudó a comprender ese pasaje como sigue.

¡Dos aves limpias vivas representan al Mesías! Un ave inmolada es la


muerte de Yahoshúa el Mesías, y el ave que es dejada viva es su
resurrección. El Mesías pudo cargar con los pecados del mundo porque fue
completamente limpio, sin pecado. Por eso es como si fuera considerado un
“leproso”, porque nuestras “lepras espirituales” cayeron sobre él.

¿Qué debía tener el sacerdote para purificar a la persona sanada de lepra?

1) Madera de cedro, que puede aludir al madero donde fue ejecutado el


Mesías. Y también puede simbolizar, siendo el cedro un árbol fuerte y alto, a
la grandeza o gloria que tenía el Mesías preexistente como puro espíritu en
el cielo, siendo el Hijo Unigénito del Todopoderoso Yahwéh. Esa grandeza
la recupera luego de humillarse (representado con el hisopo), tal como se
entiende de sus palabras (en Juan 8:28, VIN): “Entonces Yahoshúa les
dijo: Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderán
quién soy yo, y que nada hago por mi propia cuenta; sino que hablo
estas cosas porque así me las enseñó el Padre.“. ¿Qué entenderán? Lo
que dijo luego (en Juan 12:32, VIN): “Y yo, cuando me levanten de la
tierra, atraeré a todos hacia mí.“. Al levantarlo en el madero sufre la
muerte, pero esa misma muerte se transforma en victoria según el Plan de
Yahwéh.  ¿Por qué los atraerá? Porque serán justificados con su sacrificio
redentor para que tengan vida eterna, tal como está escrito en declaración
de Yahwéh (en Is.53:11, BTX3): “Gracias a la aflicción de su alma [hasta
la muerte], verá la luz [resucitará] y quedará satisfecho. Por su
conocimiento, mi siervo, el Justo, justificará a muchos. Y cargará con
los pecados de ellos.“.
2) Y el hisopo, como pequeño arbusto, representa la humildad y humillación
que tuvo que sufrir el Mesías cuando se hizo hombre. Por eso dijo el
Profeta: “Fue despreciado, desechado por los hombres…Como uno que
esconde su rostro de nosotros, fue menospreciado, y lo estimamos
como nada.” ¿Quién hizo eso? El pueblo judío en general que lo rechazó
como Mesías, en principio, por obra del Altísimo. Luego todos los que
creyeron en él y lo despreciaron abandonándolo como Mesías, que es
estimarlo también como nada. A todos ellos les pregunta el Profeta (en
Is.53:1, VIN): “¿Quién puede creer lo que hemos oído? ¿Sobre quién se
ha revelado el brazo de Yahwéh?” Siendo el “brazo de Yahwéh”
el Mesías, se ha revelado a sus creyentes, sus “amigos”.
3) Tela escarlata es como de color rojo muy vivo, como la sangre, y
representa la sangre derramada por el Mesías para expiar pecados. Este
simbolismo se emparenta con la sangre del cordero de Pesaj (Pascua), la
que liberó a los israelitas de Egipto, como se relata en Éx.cap.12. ¿Qué se
usó para rociar con sangre en los dinteles de las puertas? ¡El hisopo! Y los
sabios dicen que la madera también utilizaron. Y además se emparenta con
la expiación que hacía la ceniza de la “vaca roja”, como se detalla en
Núm.cap.19; vaca que era sacrificada y representa al Mesías que murió. La
vaca era quemada completamente, ¿junto con cuáles tres elementos?
¡Madera de cedro, hisopo y tela escarlata! Todo eso se transformaba en
cenizas que simbolizan al Mesías resucitado, y que expía los pecados de
las personas que en él crean. Esas cenizas también purificaban a una
persona que tenía contacto con un cuerpo muerto, considerado impuro
porque le faltaba la pureza de la energía de vida. Ese contacto también
simboliza el elegir en la vida andar como “muertos”, espiritualmente
hablando, sin honrar y sin servir al Todopoderoso. Gracias al Mesías, Shaúl
de Tarso (Pablo) nos aconseja (en Rom.6:11-13, VIN): “Así también
ustedes, considérense muertos para efectos del pecado, pero vivos
para Elohim en el Mashíaj Yahoshúa. (12) Así que no reine el pecado
en su cuerpo mortal, de modo que obedezcan a sus malos deseos. (13)
Ni tampoco ofrezcan sus miembros al pecado, como instrumentos de
injusticia; sino ofrézcanse ustedes mismos a Elohim como vivos de
entre los muertos, y sus miembros a Elohim como instrumentos de
justicia.“. En el Mesías vivimos hoy “para siempre”, entre muchos
“muertos”. Por eso dijo el Mesías (en Juan 11:25, VIN): “Yahoshúa le dijo:
Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera,
vivirá. (26) Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre.
¿Crees esto?”“. Viviendo en el Mesías se posee potencialmente la vida
para siempre, tal como él mismo lo dio a entender (Juan 5:24, VIN): “En
verdad, en verdad les digo que el que oye mi palabra y le cree al que
me envió tiene vida eterna. El tal no va a juicio, sino que ha pasado de
muerte a vida. (25) En verdad, en verdad les digo que viene el tiempo, y
es ahora, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Elohim, y los que
oigan vivirán.“. No se refiere a muertos físicos, sino a “muertos” en vida por
sus impurezas y necedades, porque no poseen la vida pura con fe que
glorifica a Yahwéh. Y a esos “muertos”, que creen al Mesías, les da vida
perpetua antes de que mueran físicamente.  O sea, que la muerte será sólo
una transición a la vida sin fin.
¿Qué otra cosa debía hacer el sacerdote para la purificación? Dice el texto:
“mandará degollar una de las aves sobre agua [máyim] fresca [jayím]
en una vasija de barro“. La palabra hebrea “jayím” puede traducirse
también como natural, corriente. Pero literalmente significa “viva“. ¿Y qué
puede simbolizar “vasija de barro“? Pues nuestro débil cuerpo mortal.
Entonces, el ave que muere representa al Mesías que muere para que los
creyentes en él reciban el espíritu de santidad, como el “agua viva“,
cuando son sumergidos en su nombre. Por eso dijo el Mesías (en Juan
7:38, VIN): “El que crea en mí, como dice la Escritura, ríos de agua
viva correrán de su interior.“. Y a la samaritana le dijo (en Juan 4:14, VIN):
“Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá
sed, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que
salte para vida eterna.“.
Nosotros, sin el Mesías, estábamos muertos, sin agua viva, impuros como
con lepra, apartados del pueblo de Yahwéh. Pero al morir con él, creyendo
en él, somos rociados por su sangre derramada, “siete veces“, que
simboliza la justificación para tener vida eterna. El ave, que es mojada junto
a los otros elementos con la sangre del ave sacrificada, simboliza que el
Mesías tomó nuestra “lepra”, cargó con “nuestras enfermedades” y con
“nuestros pecados“, y “Llevó el castigo que nos restauró, y por sus
heridas fuimos nosotros sanados.“. Esto último se simboliza con la
liberación del ave en el campo, ¡Bendito sea el que viene en el Nombre de
Yahwéh! Entonces ocurre lo que dijo Shaúl (Pablo) en:
Porque el Elohim que mandó resplandecer la luz en las
tinieblas es el que ha resplandecido en nuestros corazones,
para darnos la luz del conocimiento glorioso de Elohim en el
rostro de Yahoshúa el Mashíaj. Pero tenemos este tesoro en
vasos de barro, para que se vea que la excelencia de este
poder viene de Elohim, y no de nosotros. – 2Co.4:6-7 (VIN)
Así como el Mesías “vió luz eterna” luego de morir, también nosotros en el
Mesías tenemos luz junto con el agua viva, pero aún como tesoro en “vasos
de barro“. ¿Qué significa esto? Que la purificación que mencionamos con
las aves se puede entender como el proceso de toda la vida en la que uno
debe purificarse también para liberarse de pecados. Porque nuestra
debilidad carnal no nos deja disfrutar totalmente del tesoro que recibimos de
Yahwéh en esta vida. Ese disfrute completo será para cuando regrese el
Mesías y para siempre.
Se relata del Mesías cuando estuvo en el mundo:

Cuando bajó del monte, le siguió mucha gente. Y vino un


leproso y se postró ante él diciendo: “Maestro, si quieres,
puedes limpiarme”. Yahoshúa extendió la mano y lo tocó
diciendo: “Quiero. Queda limpio”. Y al instante quedó limpio de
la lepra. Entonces Yahoshúa le dijo: “Mira, no se lo digas a
nadie; pero ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda
que mandó Mosheh, para testimonio a ellos”. – Mat.8:1-4 (VIN)
Aquí está la señal para los sacerdotes de que él era el Mesías, mandándole
al sanado que cumpliera con los requerimientos de la Toráh (Ley), ya que
estaba el Templo en pie y oficiaban los sacerdotes; y por esto muchos
creyeron en él. Aquí está la prueba de lo que dijeron los rabinos en el
Talmud, sobre que el Mesías sería llamado “el estudioso leproso“. Y
“estudioso” es porque nadie tuvo, como humano, mayor conocimiento que
él, pues nadie tuvo una relación tan cercana con Yahwéh que él. Pongan
atención que el leproso es limpiado, más que sanado de la lepra. ¿Limpio
de qué? De sus pecados. Lo que significa que sus pecados son perdonados
para que continúe el proceso de purificación creyendo en él, e imitándole.
Esto es lo que enseña Isaías 53. Por eso le dijo a otro que había sanado (en
Juan 5:14, VIN): “Después Yahoshúa lo halló en el Templo y le dijo:
‘Mira, has quedado sano; no peques más, para que no te ocurra algo
peor’“.  Y también le dijo a la mujer adúltera perdonada (Juan 8:10-11, VIN):
“Entonces Yahoshúa se enderezó y le preguntó: ‘Mujer, ¿dónde están?
¿Ninguno te ha condenado?’ Y ella dijo: ‘Ninguno, Maestro’. Entonces
Yahoshúa le dijo: ‘Yo tampoco te condeno. Vete y en adelante no
peques más’“. De esto se trata la purificación del sacerdote en los tiempos
antiguos, como leímos en el pasaje de Levítico; la persona purificada debía
arrepentirse del pecado que la llevó a sufrir la lepra y comenzar a respetar
los Mandamientos, que son muchos los violados con la maledicencia. Y en
este caso, del Mesías como Sumo Sacerdote según el orden de Malki-
Tsédek (Rey Justo), como explica Shaúl (Pablo) en Heb.cap.6 y 7, estos
pasajes enseñan que la justificación que provee la fe en el Mesías debe ir
acompañada por la obediencia a los Mandamientos de Yahwéh.

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