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THE READERS RESISTANCE

Fake It ‘Til You Break It


de Meagan Brandy
Tabla de Contenidos

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Epilogo
Playlist
Foro
Al que tiene muchos amigos y siempre se siente solo…
No lo estás.
Mantente fuerte.
Alguien vendrá y llenará todo tu mundo,
como también necesitará que llenes el suyo.
Sinopsis
Falsos.
Eso es lo que somos.
Es lo que acordamos ser.
Pensé que sería más difícil, convencer a todos de que el
receptor estrella de nuestra escuela era mío y solo mío, pero
hicimos bien nuestro papel.
Bueno, las líneas entre nosotros empezaron a desdibujarse
hasta que desaparecieron por completo.
La cosa sobre fingir es que siempre hay una de las partes que
es mejor en ello, y cuando me di cuenta de mi error, no había vuelta
atrás.
Me enamoré de nuestra mentira.
Y luego todo se vino abajo.
Resultó que él y yo nunca estuvimos jugando el mismo juego.
No tenía que romperme para ganar.
Pero lo hizo de todos modos.
1
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Química, mi asignatura menos favorita, pero la clase que más


esperaba desde que comenzaron las clases la semana pasada, y
aún más el día de hoy.
Finalmente nos asignarán nuestros compañeros de laboratorio
y sé exactamente quién será el mío.
Sin contarme a mí, solo quedan otros tres de pie, dos de los
cuales son jugadores de fútbol poco interesados y académicamente
opuestos, mientras que el tercero es segundo en nuestra clase,
también del equipo, posee el cerebro y la fuerza.
Es una elección obvia.
El Sr. Brando mira su hoja, listo para anunciar la siguiente
pareja, y apenas puedo contener mi sonrisa.
—Nico Sykes.
Doy un paso hacia Alex solo para congelarme, frunzo el ceño
hacia el Sr. Brando, ¡quien acaba de leer el nombre equivocado!
—Espere —observo la tensa mirada que le da Alex a Nico, que
ya se dirige a la mesa del laboratorio. Me vuelvo hacia el Sr. B,
manteniendo la voz baja—. ¿Está seguro? ¿No debería estar con...?
—Voy a detenerla allí mismo, Srta. Davenport —me interrumpe
—. Si bien les pedí a cada uno de ustedes que escribieran a la
persona que preferirían como pareja, no les di garantías. Entonces,
si está a punto de juzgar negativamente a alguno de sus
compañeros, le sugiero que no termine ese pensamiento. Soy
consciente de que es una especie de preferida entre los profesores,
sin embargo, en mi clase, no tomarás ni influirás en mis decisiones
—afirma con desdén.
Mis oídos arden tanto por ira como por vergüenza, pero mi
cabello funciona como un escudo para cubrirlos, mi expresión no da
alguna señal de que sus palabras significan una maldita cosa.
Hablando sobre juicios.
Imbécil.
—Vaya, señorita Davenport. El Sr. Sykes está sentado y listo
para empezar —me despide, volviéndose hacia los dos últimos en
pie.
Derrotada, me dirijo a la parte de atrás del aula donde mi
‘compañero’ ha elegido sentarse; por supuesto, el último espacio al
frente no era el que él quería.
¿Y listo para empezar? ¡Por favor! Ni siquiera ha abierto su
mochila.
Nico simplemente está sentado allí con los codos sobre la
mesa, esperando.
Cuando me acerco, empuja la losa de cemento,
perezosamente apoyado en su silla con esos ojos, tan oscuros e
impasibles como siempre, fijos en mí.
Me detengo frente a él—. Supongo que estamos atrapados
con el otro todo el año.
Su mirada se estrecha—. Supongo que lo estamos.
Cuando no me muevo, coloca un brazo sobre el respaldo de mi
asiento, inclinando su barbilla.
—Siéntate, D. No muerdo sin permiso.
Un profundo suspiro me abandona mientras camino,
dejándome caer a su lado—. Estoy segura de que lo haces. Tercer
grado, clase de la Sra. Fisher, tengo la cicatriz para probarlo —Le
doy la vuelta a dedo anular, justo donde quedó su marca de
mordida.
—Eso se llama dejar huella. Era inteligente a los ocho.
—Lástima que no duró hasta los dieciocho, ¿eh?
Solo me mira, no dice una palabra, no hay señales de un tren
de pensamiento en funcionamiento en su rostro impecable.
Niego con la cabeza, saco mis materiales y los coloco frente a
mí.
El Sr. Brando se dirige al frente del salón para repasar cómo
funcionará la clase ahora que nos han emparejado, pero pierdo el
hilo de lo que está diciendo cuando noto que la atención de Alex
apunta en mi dirección.
Está mirando fijamente a Nico, eché un vistazo para encontrar
que Nico no tenía ni idea. O al menos finge no hacerlo mientras su
rostro está enterrado en su teléfono. Cuando regreso la mirada, la
mirada de Alex se encuentra con la mía.
Su hombro se levanta en un pequeño encogimiento de
hombros y señala con la cabeza al Sr. B como si tampoco
entendiera la elección del maestro.
Durante los últimos dos años, él y yo hemos sido compañeros
de grupo y ha funcionado perfectamente. Dedicamos el mismo
tiempo y esfuerzo, y el resultado final es menos estrés y una
calificación perfecta.
Sin embargo, este cambio impredecible probablemente
significa que tendré que gastar el doble de horas para compensar lo
que, estoy segura, será un Nico constantemente mal preparado,
pero dedicarme más tiempo a los libros ni siquiera es la peor parte
de esto.
Estar emparejada con Nico le da un giro a mi plan.
Es mi último año, y finalmente iba a tomar el toro por los
cuernos y ponerme por completo en modo colegiala alrededor de
Alex, hacer que mi interés fuera obvio ya que él nunca pareció darse
cuenta. Sí, normalmente sale con las chicas de Round Robin, las
que se abren camino en todos los equipos de la escuela según la
temporada y no se preocupan por el compromiso, pero, aun así.
Podría ocurrir.
Somos amigos, nos juntamos con las mismas personas la
mayor parte del tiempo y, por lo general, vamos a las mismas
fiestas. Ambos queremos ir bien en la escuela, los deportes y pasar
un buen rato en el camino.
Nos iría bien juntos.
Alex comienza a volverse para mirar hacia adelante, pero de
repente su mirada se vuelve hacia mi compañero.
En el mismo segundo, aire caliente recorre el hueco de mi
cuello y mi cuerpo responde al calor, el nudo en mi estómago se
aprieta aún más cuando sigue el inesperado susurro de Nico.
—No es que puedas ser más obvia, pero no pierdas el tiempo,
D —su voz es baja y ronca—. Ya está persiguiendo a una chica,
Sandra Black.
Frunzo el ceño instantáneamente, y me obligo a mirar a Nico.
—Estuvo alardeando de cómo lo logró en la práctica toda la
semana —se encoge de hombros y vuelve para concentrarse en su
teléfono.
Miro a Alex de nuevo.
Está observando a Nico, una pregunta que no puedo descifrar
está escrita en su rostro, y tampoco tengo tiempo para intentar
descifrarla.
El Sr. Brando camina detrás de él, golpeando su mesa con la
palma de la mano para llamar su atención.
Alex se da la vuelta mientras me siento y pienso en las
palabras de Nico.
A él no le gustan los chismes, ni las conversaciones en general
por lo que la mención sobre el asunto debe significar que es verdad.
Sandra Black.
Uno—cincuenta y cinco, hermosa, piel de caramelo, y mi
competencia para la mejor estudiante de este año, sin mencionar, la
persona más agradable que jamás hayas conocido, Sandra Black.
Increíble.
Abro mi folleto, a punto de decirle a Nico en qué puede ayudar,
cuando su mano cubre la mía sobre mi papel. Mis ojos se fijan en
los suyos.
—Tengo las respuestas —No aparta la mirada mientras desliza
su folleto ya completado con la mano libre—. Me lo puedes
agradecer después.
—¿Gracias? —me quedo impasible, intentando liberarme de
su agarre, pero él presiona más fuerte—. ¿Por conseguir que uno
de tus fans haga tu trabajo por ti?
Él niega con la cabeza, una sonrisa ahora juega en sus labios
carnosos.
—No —su agarre disminuye, arrastrando sus dedos por mi piel
con su retirada.
Mis ojos se posan en el contacto, una fuerte tensión tirando de
mis músculos mientras fuerzo mi mirada hacia la suya, pero Nico ya
no me mira.
Su enfoque ha caído en mi pecho, y se toma su tiempo para
traerlo de vuelta, inclinándose un poco más cerca mientras lo hace.
Mi ceño se profundiza.
—Por ser la razón por la que el chico amante no puede dejar
de mirar hacia atrás.
Con su última palabra, una arrogancia enojada, casi molesta
se desliza en su mirada, y me doy cuenta de que se está burlando
de mí.
—No necesito tu ayuda para llamar su atención.
—¿Estás segura de eso? No eres exactamente del tipo de
chica directa.
Lo miro—. No finjas que me conoces.
—No lo olvides, te conozco.
—Me conocías —corrijo en un siseo bajo—. Pasado.
Nico se inclina hacia adelante, su ceño fruncido se desliza
frente a mí con inconfundible tenacidad, pero sus labios
permanecen sellados.
Lo miro por un momento, moviendo lentamente mi enfoque de
regreso a mi papel—. Como sea, no me importa lo que pienses de
mí.
—Mentira.
Su respuesta instantánea hizo que mi cabeza volviera a
sacudirse.
Ahora es él quien mira—. Te importa lo que piense la gente, es
por eso por lo que eres amigable con todos cuando no lo merecen.
Como Alex Hammons, por ejemplo.
—Se llama decencia humana, deberías intentarlo alguna vez, y
no te pedí tu opinión, ni me importa lo que pienses de mí o de Alex o
de cualquier otra persona.
—¿Te importa que todavía esté mirando hacia atrás? —
bromea.
¿Lo está haciendo?
Una burla silenciosa lo abandona, confirmando que mi
curiosidad no está bien disimulada.
—Por supuesto que sí —Inclinándose aún más cerca, con el
ceño fruncido en su lugar mientras inclina la cabeza con aire
arrogante—. Vamos, D. Míralo —me desafía—. Fíjate si lo que estoy
diciendo es cierto, sabes que quieres.
Mis labios se presionan en una línea firme y estoy casi
temblando para saber si está mintiendo o no, pero cubro mi interés
con una mirada furiosa mientras mando mis ojos a mi papel. Se
necesitan todas mis fuerzas para mantenerlos allí.
La risa baja y sarcástica de Nico es una prueba de que mi
lucha no se le escapa.
Le doy una patada debajo de la mesa cuando, cinco minutos
después, murmura: —Tu chico está mirando de nuevo.
Imbécil.
2
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

—¡Oye chica oye! —mi amiga Krista se anuncia a sí misma


mientras se deja caer en nuestro lugar habitual para almorzar, un
área con césped en el patio.
—Estás muy emocionada para el hecho de que hayan dejado
de tarea un ensayo de siete páginas en inglés —se queja mi mejor
amiga Carley, sin molestarse en abrir los ojos mientras está allí,
tomando el sol de California.
—Oh, chica, eso no se debe entregar hasta dentro de tres
semanas —Krista agarra una bolsa de papas fritas del montón de
comida basura en medio de nosotras.
—Lo que significa que lo empezarás en dos semanas y tres
días —responde nuestra otra amiga Macy, haciéndonos reír a los
cuatro.
—Exactamente —Krista sonríe—. Pero no, estoy feliz porque
escuché de un pajarito que usted, señorita Demi, fue emparejada
con el bombón McCaliente Nico Sykes en química hoy.
Los ojos de Carley se abren de golpe y se sienta—. ¿Hum
qué? —se queda boquiabierta—. ¿Por qué no dijiste nada?
La ignoro un minuto y hablo con Krista—. ¿Resulta que este
pájaro es un mariscal de campo de uno—ochenta y algo al que te
gusta llamar papi cuando no hay nadie cerca para oírte?
Su mandíbula cae y se inclina para empujarme hacia atrás,
riendo al mismo tiempo—. Sí, perra, fue él, ¡y te lo dije en secreto!
—Nos dijiste eso a todas —Macy pone los ojos en blanco.
Krista solo sonríe más ampliamente—. Sí, pero secreto
significa que no lo dices en voz alta.
Sonrío y ella saca la lengua en respuesta.
—K, de vuelta a la pista. Vamos, Demi —la convence Macy.
Me encojo de hombros, arranco el tallo de una fresa y me lo
meto en la boca—. ¿Qué quieres que diga? Estoy molesta.
—¿Molesta? —Macy frunce los labios—. Por favor, no mientas.
Incluso tú no puedes ser inmune al chico y cada una de sus cosas.
—Vete a la mierda —río—. ¿Qué demonios significa eso?
—Significa que tu vagina debe estar muerta y necesita ser
revivida si ni siquiera Nico Sykes la hace funcionar. Solo sus dedos
deben ser del tamaño de una mini polla, y no de una manera fea. Si
son tan largos, ¡imagina el alcance del resto de él!
Mi mandíbula cae y luego una fuerte risa me abandona,
ganándose una sonrisa de satisfacción de ella.
—Mi vagina está bien, te lo aseguro, y no tiene nada que ver
que él no sea atractivo, porque dah.
Nico es tan perfecto como lo es su ofensiva, que es impecable.
Es alto y ancho, musculoso, pero no demasiado, más lleno y
fuerte. Tiene pómulos altos con labios perfectamente gruesos,
cabello oscuro color arena con ojos más oscuros, siempre intensos.
Un atisbo burlón en sus ojos que siempre le devuelve la mirada, una
que él quiere que veas pero que nunca te permite descifrar.
Está lejos de ser un típico senior1, grita experiencia y
probablemente haya mujeres adultas que se pregunten si es lo
suficientemente legal o no. Estoy segura de que el tatuaje grabado
en la parte interna de su brazo derecho es una respuesta suficiente
para ellas.
Es material publicitario de ESPN2 y lo sabe.
—Admites que piensas que es sexy. Entonces —Macy asiente,
orgullosa—, ¿cuál es el problema?
—Necesitaba un buen compañero, uno en quien pudiera
confiar para hacer lo que dicen que harán —me encojo de hombros
—. Todo el mundo sabe que el señor Brando es el maestro más
duro aquí, siempre poco ortodoxo, y no puedo permitirme fallar. Mi
madre me retorcerá el maldito cuello si mis notas bajan y volveré a
la medicación te mantiene concentrada antes de que pueda
parpadear.
—Oh, por favor, estás concentrada en tus cosas. Tiene que
dejar de poner todos sus errores sobre tus hombros —dice Krista.
—Ella ya piensa que estoy dedicando demasiado tiempo al
baile, si me quedo atrás en esta clase, quién sabe qué dirá.
—Que se joda tu mamá —Carley frunce el ceño.
—Alguien tiene que hacerlo —murmura Macy.
Las chicas se ríen, pero mi cabeza se echa hacia atrás con
disgusto y eso las hace reír más fuerte.
—Está bien, pero retrocede —Carley se inclina hacia adelante
—. Sabemos que no puedes fallar, y sabemos que nunca te lo
permitirías, pero ¿cómo sabes que Nico es un mal compañero?
—Siempre hemos sabido que se desaparece por días
completos, lo que significa que se pierde lo que esté sucediendo en
clase, así que no tengo ninguna razón para creer que este año será
diferente, y además de eso, ¿alguna vez lo has visto prestar
atención en una clase que no sea, no sé, ¿educación física? —
bromeo.
—¿Alguna vez has tenido en una clase con él que no sea
educación física? —Carley juzga mi criterio—. ¿Han compartido
alguna clase desde la secundaria?
Hago una pausa para pensar y ella arquea las cejas como
idiota.
—Lo que sea —sacudo mi cabeza—. Tal vez no sea un mal
estudiante, obviamente es elegible para jugar al fútbol, por lo que
debe mantener al menos un promedio de calificaciones de
referencia, pero, aun así. Si él no está aquí todos los días como yo,
no tendré más remedio que llevar más carga de trabajo. No solo
eso, él y yo ya no hablamos, y en las raras ocasiones en que nos
vemos obligados a hacerlo, son pequeñas bromas o me ataca como
a una muñeca sexual.
—¿Quizás no sabe qué decir?
Le doy una mirada en blanco—. Él piensa que es una bolsa de
dulces y todas las chicas tienen algo por las golosinas, y cuando no
es así, eres el equivalente a un patito feo.
—Tomaría un dulce si me lo ofrecen —Macy asiente con los
labios fruncidos.
Me río, negando con la cabeza mientras Krista palmea su
rodilla con condescendencia.
—Lo sabemos, cariño, lo sabemos —bromea.
—Ni siquiera se trata de Nico, ¿verdad? —Carley sospecha—.
Querías volver a ser colega de Alex.
—Lo fui los últimos dos años, así que esperaba serlo, sí —lo
admito—. Quiere ser médico, como su madre, así que sé que está
muy concentrado en la ciencia, mientras Nico tenía su rostro pegado
a su teléfono todo el día de hoy. No tomó una sola nota mientras yo
tomé tres páginas. No lo sé, podría intentar hablar con el profesor de
nuevo.
—¡Que se joda el pomposo culo de Alex! —Krista espeta—.
Puede que sea guapo, pero en una especie de hermano de
Wahlberg, mientras que Nico tiene más el estatus de Mark, de una
campaña de Calvin Klein digna. Mucho más bonito a la vista.
No puedo evitar reírme.
—¡Y vive justo detrás de tu casa! Piensa en todas las sesiones
de estudio nocturnas que podrían tener —los ojos de Macy se abren
con entusiasmo.
—¡Sí! —Krista se vuelve hacia ella—. Ella puede llamar a su
puerta con su camiseta sin mangas y sus diminutos pantaloncillos
de dormir, los que le compramos para su cumpleaños, y actuar
como si hubiera perdido su tarea, ayúdame.
—Ayúdame, estoy perdida —dicen al unísono, riendo.
Carley y yo nos miramos, riéndonos de todos modos.
—¡Vamos, Demi! Tienes que usar esto como ventaja —se
queja Macy.
—Sí, adopta a alguien para el equipo—agrega Krista.
—Tienes un novio.
—¡Exactamente! —sus ojos se abren burlonamente—. ¿No
atrapaste el adopta a alguien para el equipo?
—¿Sabe Trent que estás loca por su mejor amigo? —Macy se
burla de ella.
Krista solo la sorprende con una sonrisa.
—Ustedes están locas, de ninguna manera. ¿Te imaginas la
reacción de mi mamá? —Me río—. ¿Yo y el tipo al que echaron de
su precioso club de campo por follarse a la hija del dueño en la
fuente del campo de golf?
—No lo olvides que fue durante el torneo de su papá —Macy
se ríe a carcajadas.
—Y eso.
—En primer lugar, que se joda a tu madre por ser tan crítica,
aunque estoy bastante segura de que lo tomaría como una victoria.
Él es literalmente todas las cosas en su lista de Demi debe casarse
con alguien que… —Krista se ríe.
Ella tiene un punto.
—Y dos, Josie era su novia, así que no era gran cosa más que
la parte de ser atrapado, y tres, diablos, no olviden que Nico es el
mejor amigo de Trent, Trent es su amigo. Lo conoces, ¿realmente
amaría y apoyaría a alguien como un hermano que fuera un
completo idiota?
—¿Sí? —bromeo y ella me lanza una papa frita. Sonrío,
encogiéndome de hombros—. No estoy diciendo que él sea otra
cosa que el compañero de química equivocado para mí. Cómo es él
como humano hoy en día, no lo sé. Evita estar cerca de mí,
¿recuerdas?
—Él no te evita —Krista pone los ojos en blanco.
—No —dice Macy con sarcasmo—. Da la casualidad de que
desde que empezamos la escuela secundaria le surge algo cada
vez que Demi se acerca, o suelta un comentario de mierda cuando
no tiene escapatoria.
Levanto las manos como para decir exactamente. —
Literalmente, hoy fue lo máximo que hemos hablado desde octavo
grado, y quizás fueron cinco oraciones inútiles en las que trataba de
meterme bajo mi piel.
La campana suena el siguiente segundo, así que empacamos
nuestra basura. Las chicas tiran la basura mientras yo enrollo la
manta y la meto en la bolsa.
Desde el primer año, hemos tenido la misma rutina para el
almuerzo. Quien tenga asignado el casillero más cercano al patio,
cede el suyo y lo comparte con otra persona. Usamos el otro para
guardar bocadillos y cosas para el almuerzo, así como la manta en
la que nos sentamos todos los días.
Comenzó como una forma de tener más tiempo ya que
estábamos pasando la mitad de nuestro almuerzo en filas, pero
continuamos porque nos gusta tener espacio para hablar
tranquilamente entre nosotras. Donde nos sentamos está lo
suficientemente cerca como para que podamos llamar a otros si
queremos, pero todavía tenemos nuestro propio tiempo de amigas.
—¿Nos reunimos en tu casa a las seis para nadar?
—Las seis y cuarto —le digo—. Tengo baile hoy, pero creo que
olvidé mi teléfono en casa, así que solo anda a casa a esa hora.
—Bien. Hasta luego —Macy y Krista se marchan mientras
Carley y yo llevamos todo al casillero para guardarlo.
—No creo que debas presionar al profesor para cambiar de
compañero —dice Carley mientras cuelga la bolsa de bocadillos en
el pequeño gancho, metiendo las botellas de agua sin usar en la
esquina inferior.
—¿Por qué no? —le entrego la bolsa de manta para que
pueda tirarla encima.
Se encoge de hombros, cierra el casillero de golpe y gira la
cerradura. —Tú mismo dijiste, has sido colega de Alex en los
últimos años, tal vez sea el momento de uno nuevo.
—¿Pero Nico? No somos exactamente amigos.
—Ustedes tampoco son exactamente enemigos —Da un paso
hacia atrás, guiñando un ojo antes de desaparecer.
Me apoyo en el casillero un momento, considerando sus
palabras.
Supongo que tiene razón, Nico y yo no somos amigos, pero
tampoco puedo decir que seamos enemigos. Somos simplemente
dos personas que solían conocerse y ya no lo hacen.
Dos personas que están a punto de verse obligadas a pasar
cincuenta y tres minutos al día juntas durante el resto del año, sin
contar el tiempo fuera de clase que probablemente necesitemos.
Estoy a punto de empujar la puerta el casillero cuando la
entrada al final del pasillo se abre, y Nico y su novia intermitente,
Josie, entran discutiendo. O ella está discutiendo mientras él la
ignora, continuando por el pasillo, pero luego sus ojos se levantan,
notando oficialmente los míos fijos en ellos y se detiene en seco.
Mi mirada se desliza hacia Josie.
Ella lo mira con el ceño fruncido, agitando los brazos alrededor
de un momento de una manera demasiado dramática antes de
darse cuenta de que él no está prestando atención, y su cabeza se
mueve hacia donde está su enfoque.
En mí.
Un ceño fruncido instantáneo y profundo se apodera de mí, y
creo que ella me manda al diablo, lo empuja ligeramente, o intenta
hacerlo, pero él no se mueve, y luego sale corriendo por donde
vinieron.
En el segundo en que la puerta se cierra con su salida, Nico
comienza a avanzar de nuevo, cada paso que da parece más
pequeño y más lento que el anterior.
Me paro con la espalda recta cuando solo queda un brazo de
distancia entre nosotros, pero Nico sigue adelante, mirando hacia
otro lado cuando pasa sin decir una palabra, como si no me
estuviera mirando directamente a cada paso que da.
Solo cuando se pierde de vista, me doy cuenta de que estuve
conteniendo la respiración todo el tiempo.
Pongo los ojos en blanco.
Va a ser un año muy largo.
3
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Krista, como siempre, es la última de las cuatro en salir de la


piscina. Se seca rápidamente y se envuelve con una toalla antes de
unirse a nosotras en la mesa de picnic.
—Está bien —comienza ella—. Estás recién soltera y
necesitas un poco de amor incondicional. ¿Con que película crees
que lograrás conseguirlo?
—Rápidos y furiosos —grita Macy, demasiado ansiosa,
haciendo reír al resto de nosotros.
—¿Carley? —le pregunta Krista mientras llena su plato.
—Hmm, ¿qué tal El chico de al lado? —Se mueve en su lugar.
—¿Un asesino lunático es tu tipo? —bromeo.
—Le puso de rodillas a J. Lo, literalmente, ¿vale? —bromea—.
Ese es mi hombre.
—¡Chicas dan pena, Christian Grey, si, por favor! —grita Krista.
—Como si nos sorprendiera —se ríe Carley.
—¿Demi? — pregunta Macy, con una alita de pollo metida
hasta la mitad en la boca.
—Takers, todo el día —asiento.
Las tres hacen una pausa antes de cambiar de opinión y
apoyar mi propuesta.
—Hablando de un equipo de ensueño.
—¿Cierto? —Estoy de acuerdo—. Iría de Hayden
Christianson3 a TI4 en un segundo.
Las cuatro nos reímos, y luego Carley me da un codazo en las
costillas.
Miro hacia arriba y a través de la puerta mosquitera para
encontrar a mi mamá arreglándose en el espejo.
Es una locura lo mucho que me parezco a ella, solo soy una
versión menos perfeccionada, como estoy segura de que ella me
llamaría.
Cabello largo, rubio oscuro pero no del todo castaño, ojos
almendrados del mismo tono de verde, un color lima profundo y
maduro. Ella siempre ha dicho que me bendijo con la forma de
corazón de mis labios, aunque estoy bastante segura de que los
suyos fueron creados con la ayuda de una aguja o dos. Ambas
estamos por alcanzar el metro setenta y seis, pero ella se usa
tacones de diez centímetros para tener más altura.
Sin embargo, la diferencia entre nosotros es que ella camina
como una Barbie de California, en donde yo encajo como la mejor
amiga de Barbie.
—¿Ya le hablaste de mi cumpleaños? —susurra Krista.
—No —suspiro, limpiando la salsa de mis dedos antes de
empujar sobre mis rodillas para ponerme de pie, mi toalla cayendo
de mi cintura mientras lo hago—. Bien podría hacerlo ahora.
Las chicas me siguen detrás.
En el segundo en que entramos por la puerta, mi mamá nos
escudriña abiertamente en nuestros trajes de baño, probablemente
categorizándonos en su mente.
—Muchachas.
—Hola, señorita Davenport.
—Mamá, ¿puedo ir a la fiesta de Krista el próximo fin de
semana? —le pregunto.
Mi mamá se vuelve hacia mí. —¿Quieres hablar de esto
ahora?
—Ya que estás aquí, sí.
Sus rasgos se agudizan, pero lo piensa, sonriéndose en el
espejo antes de encontrarse con mi mirada en el reflejo. —
Entonces, ¿esta es la fiesta de dos noches en un hotel junto a la
playa con su propio bar privado y DJ? ¿Un hotel que ha sido
reservado solo para estudiantes de último año de secundaria por el
decimoctavo cumpleaños de una niña malcriada? —Mira a Krista—.
No te ofendas, cariño.
—Bueno, es verdad —Ríe Krista.
Mantengo los ojos en blanco. —El hotel que es seguro y es
propiedad del padre de Krista, sí. Es ese.
—Cariño, no habrá padres allí, y estaré fuera de la ciudad, así
que no puedo ir a rescatarte si pasa algo —se asegura de sacudir la
cabeza con falsa preocupación.
Por supuesto que no estarás en casa, ¿alguien está
sorprendido?
Yo no.
Toda esta conversación es inútil de todos modos, junto con
toda esta formalidad.
Le pido algo, ella representa toda la escena, hace que parezca
peligrosa, se muestra preocupada por si mi padre me pregunta por
eso más tarde, pero no es más que un papel de madre e hija que
jugamos.
Un papel que ambas conocemos, entendemos y no
reconocemos.
—En realidad, Sra. D, mis padres estarán cerca, se quedarán
en nuestra propiedad a la vuelta de la esquina, pero vendrán a
cenar una noche y se registrarán en el hotel aquí y allá. Será súper
relajado. Cena, baile, paseos por el malecón.
Miro de Krista a mi mamá.
—Juro que estaré a salvo —agrego—. Ya sabes cómo es el
padre de Krista, habrá personal de seguridad rodeando el hotel, y
ella solo dijo que estará cerca si es necesario.
Mi mamá asiente con la cabeza, con demasiada prisa por salir
de aquí y fingir su acto de tengo una reservación, tengo que irme. —
Supongo que estaría bien, siempre que responda cuando llame y se
mantenga en contacto todo el fin de semana.
Ella no llamará —Lo haré.
—Y por favor, Demi, seguridad también en el dormitorio.
Macy se sienta hacia adelante. —Entonces... si no te importa
que ella tenga sexo salvaje todo el fin de semana, ¿qué sentido
tiene contemplarla en absoluto?
Lucho contra una sonrisa.
Mi madre, por supuesto, se pierde del desprecio en la pregunta
de Macy, o elige ignorarlo, ella es buena en eso, y se ríe, agarrando
su bolso de la encimera. —Siempre vale la pena un recordatorio del
sexo seguro. Nadie quiere quedar embarazada y arruinar su vida en
la escuela secundaria.
¿Auch?
—Tengo que irme —mamá me sonríe—. Me reuniré con las
hermanas Welch para cenar, no me esperes despierta.
Me dirijo a mis amigas, que me dan una sonrisa triste.
Mi mamá no es necesariamente una mala mamá, pero
básicamente está por encima de la maternidad. Ella y mi papá me
tuvieron en su tercer año de secundaria, aún querían un futuro
grande y elegante, por lo que mamá trabajó duro en trabajos mal
pagados mientras criaba a un bebé, nos financió mientras él iba a la
universidad, un hecho que nunca dejó de restregar en su cara.
Seis años después y cuatro meses después de iniciar su
bufete de abogados, la dejó por su socia comercial.
Mi madre estaba amargada al principio, a pesar de que lo alejó
al no estar nunca feliz con lo que él le dio, pero rápidamente decidió
que disfrutaba gastando sus cheques de pensión alimenticia y
manutención de los hijos más de lo que le gustaba ser su esposa de
todos modos.
Ahora que tengo la edad suficiente para cuidar de mí misma,
puedo conducir y ya no necesito su ayuda con las tareas escolares,
ella está viviendo los años que perdió: sus palabras.
Sé que me ama, y yo la amo a ella, mi papá también, de
verdad, pero ambos son padres ausentes más que nada. Mi papá al
menos hace un esfuerzo donde mi mamá se molesta cuando tiene
que hacer cosas maternas, pero quiero decir, no puedo quejarme.
Es por lo que la mayoría de los adolescentes matarían, la
libertad de hacer lo que queramos.
—Oh, y Demi —Mi mamá abre la puerta, su atención se centra
en mis muslos mientras dice—: Diría que por hoy son suficientes
carbohidratos para ti.
Guau.
Soy una puta bailarina, he estado en clases de hip–hop desde
que tenía cinco años, ¿qué diablos espera ella? Debería haberme
puesto en ballet si quería que fuera un palo más apretado,
trabajamos un conjunto de músculos completamente diferente.
Va a salir, pero se congela a medio paso, mirando al frente.
¿Qué está haciendo?
Después de unos segundos, una voz fuerte y pesada flota
alrededor del marco y dentro de la casa. —Sra. Davenport...
Nico.
¡Nico!
Mis ojos se abren, y giro hacia mis amigas, todas me miran
boquiabiertas, Macy apretando su mano sobre la boca de Krista
para bloquear su risa.
Macy susurra con una sonrisa: —Vaya mierda, está jugando mi
tarjeta de ayudarme con mi tarea de la que te hablé.
—¡Cállate! —le respondo con un siseo—. ¡Ya sabes cómo es!
—¡Está a punto de planificar tu boda! —Macy mueve las cejas.
—O tu partida al internado —añade Krista.
Macy se ríe. —¡Apostemos!
La empujo, haciéndola caer por el borde del sofá.
—¡Ve allí! —responde Carley apresuradamente.
—¡No! —la miro boquiabierta, mis ojos cayendo
deliberadamente hacia mi bikini.
—Aquí —Macy me lanza su toalla—. Vamos.
Se la quito de la mano con el ceño fruncido y vuelvo a mirar
hacia la entrada.
Mi mamá, reina de las falsificaciones y superficial como el
infierno, saca su vieja sonrisa de concurso.
Gimo, rápidamente envuelvo la toalla debajo de mis axilas y
me acerco.
Estoy a medio pie de la puerta cuando me quitan la toalla y me
empujan hacia adelante.
Me tambaleo hacia mi mamá, pero me pongo de pie
rápidamente.
La mano de mi madre vuela a su pecho un momento antes de
que se recomponga, con los ojos muy abiertos y brillantes y se
posan en Nico, sin decir nada en absoluto.
Le frunzo el ceño.
¿Realmente vas a quedarte en silencio y mirarlo?
Muevo mi ceño hacia Nico, quien no reconoce la ridiculez de
mi madre, pero el rabillo de sus ojos está rígido como el infierno.
—Oye —asiente.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Mi mamá jadea, un jadeo legítimo y mortificado por una vez,
saliendo oficialmente de su estupor. —¡Demi! — regaña,
disculpándose en su tono. ¿Cómo se atreve su hija a no usar sus
modales?
Ojos en blanco.
—¿Qué? —le digo inocentemente, molesta de que haya
aparecido en la rara ocasión en que mi mamá está en casa—. Él no
puede estar aquí, te vas.
—Oh —me despide mi mamá, moviendo la muñeca—. No
seas tonta. Tus amigos siempre son bienvenidos, lo sabes. Además,
estoy segura de que no tengo nada de qué preocuparme.
Sus indirectas siempre están cubiertas de azúcar, servidas con
una sonrisa maliciosa y dejadas a la interpretación: ¿está diciendo
que él está fuera de mi liga o yo estoy lejos de la suya?
La forma en que sus ojos continúan estudiándolo sugiere que
está indecisa, aunque estoy segura de que Nico no está llegando a
la misma conclusión.
Es gracioso, para alguien que me empuja a ser la mejor en
todo y sacar la nota más alta, pensarías que era porque quería un
gran futuro brillante para mí, así que nunca estaría en la posición
que estaba cuando mi padre se fue, cuando en realidad se trata de
los derechos de fanfarronear que viene con la hija erudita que
busca.
Juro que me casaría con el mejor postor y con la cara más
bonita si pudiera.
—Nico, guau. Ha pasado algún tiempo —Ella inclina
ligeramente la cabeza, mirándolo más y quiero sacudirla—. Eres...
todo un adulto.
¡Oh Dios mío!
Mis ojos se posan en los de ella.
Ni siquiera puedo mirarlo.
—Lo he hecho —conviene, su mirada ardiendo en mi mejilla.
—Bueno, es... muy bueno verte, y aquí, pero si no corro llegaré
tarde, —anuncia, sus ojos recorriendo a Nico una vez más, antes de
moverse hacia mí.
Me da una sonrisa brillante, extendiendo la mano para darle a
mi brazo un pequeño apretón que solo puede tomarse como un
buen trabajo.
Muerdo mi mejilla mientras ella cuadra los hombros y se
mueve por el camino de entrada a su auto, un pie delante del otro
como si estuviera en una pista.
Obligo a mi expresión a permanecer natural cuando en
realidad su audacia era tan vergonzosa, prefiero golpear la puerta
en la cara de Nico y luego quedarme aquí y hacer contacto visual
con él después de eso.
Doy un pequeño paso hacia atrás, mirando hacia un lado para
encontrar a las chicas caminando de puntillas hacia el control
deslizante, las tres son idiotas, se burlan de chupar pollas, pero se
mueven la lengua entre los dedos mientras desaparecen de la vista
por completo.
Idiotas.
—¿No me vas a invitar a pasar?
El tono burlón de Nico hace que mis ojos vuelan hacia él.
Sin embargo, los suyos, no están en los míos.
Están en mis piernas desnudas, e instantáneamente el
comentario de mi madre, que estoy bastante segura de que
escuchó, se apodera de mis pensamientos, y no puedo evitar
preguntarme qué estará pensando.
No es como si no pudiera quedarme en bikini con las mejores.
Soy alta con cintura estrecha, caderas anchas y piernas largas. Da
la casualidad de que tengo más músculos en mis muslos y
pantorrillas que la mayoría.
Aun así, hay algo angustioso en estar parada en nada más que
un bikini de hilo frente a un tipo que probablemente ha visto más
chicas desnudas que Ironman antes de Pepper.
Como sea, he bailado frente a cientos con atuendos igual de
reveladores.
Finalmente, sus ojos se posan en los míos e inclina la barbilla
un poco.
—Los chicos no pueden entrar cuando mi mamá se ha ido.
—No es lo que oí.
Obviamente, está tratando de hacerme enojar, pero no digo
nada.
Nico me mide un minuto antes de dar un paso atrás. —Bien,
bueno, odiaría meter a la duquesa en problemas, así que
hagámoslo rápido, ¿no? Yo…
—¿Puedes simplemente irte? —lo interrumpí, irritada no solo
con mi mamá sino con él ahora, también, por burlarse de mí—.
Mañana podemos hablar sobre lo que sea que necesites en clase.
Mira a lo lejos, lamiendo sus labios antes de que sus ojos
regresen lentamente a los míos.
—¿Eso funciona para ti?
Asiente lentamente con la cabeza, pero no se mueve.
Después de unos segundos de mirar fijamente, suelta una risa
profunda. —Que tengas una buena noche, ¿eh, D?
Da unos pasos hacia atrás antes de negar con la cabeza y
finalmente alejarse.
Cierro la puerta, dejando escapar un profundo suspiro. —
Bueno, esto apesta, —resoplo, luego recuerdo que mis amigas
idiotas están afuera y me dirijo hacia ellas.
Ni siquiera puedo hablar antes de que Krista grite en voz alta:
—¡Boo! ¡Esperábamos estar a punto de escuchar sonidos
provenientes de arriba!
—Ustedes son unas imbéciles —Finjo que estoy caminando
hacia la tumbona, pero me detengo rápidamente y empujo a Macy,
que solo tenía las piernas colgando del borde, a la piscina.
Ella se asoma sobre el agua, mirándome boquiabierta un
segundo antes de reír. —Tomé esa toalla rápido, ¿eh?
—Tú apestas —Me río, dejándome caer al lado de Carley.
—Oh por favor. Deberías agradecerme.
—¿Para? —Mis manos se plantan en mis caderas.
—Porque ahora, cada vez que trabaje en química, cuando
piensa en ser un imbécil, en cambio, estará pensando en ese
trasero5.
Frunzo el ceño, pero rápidamente se convierte en una risa
cuando las chicas comienzan a reírse.
Nos tumbamos todo el tiempo que el sol lo permite, y ni una
hora más tarde, se amontonan en el coche de Krista.
—Demi, ¿ese es tu teléfono? —grita Krista por la ventana.
Frunzo el ceño, mis ojos se mueven hacia el capó de mi auto,
donde ella apunta.
Camino hacia él, notando mi brillante PopSocket6 en la parte
de atrás de inmediato.
¿Qué demonios?
Lentamente, lo recojo, mirando a mi alrededor, pero luego
golpea.
Nico.
Mis hombros caen y miro a las chicas.
—No —Carley se abre—. ¿Por eso vino?
Maldición.
—Debo haberlo dejado en clase y él me lo recogió —gimo—.
Soy una idiota.
—Está bien —Krista pone los ojos en blanco—. Él también es
un idiota.
Una risa sale de mí y ella sonríe.
—Sólo, dale las gracias mañana o algo así —me dice Carley.
—O ahora, lo que sea que funcione, las cejas de Macy
rebotan.
La ignoro y vuelvo al interior, cerrando la puerta detrás de mí.
Subo las escaleras de dos en dos, irritada conmigo misma por
ser grosera cuando no tenía otra razón más que avergonzarme por
las palabras y acciones de mi madre.
Totalmente molesta con todo, hago mi tarea, me ducho y me
acuesto.

Mis ojos se abren para encontrar mi habitación completamente


negra, nada más que la luz de la luna brillando a través de la
ventana. Me inclino sobre el borde de la cama y saco el teléfono de
la alfombra para comprobar la hora.
Es poco después de la medianoche, cuando normalmente me
quedaría dormida.
Me dejo caer hacia atrás, pero tan pronto como golpeo la
almohada, mi cuerpo vuela hacia adelante, mi cabeza gira hacia la
ventana.
¿Esos son... gemidos?
Me concentro, el chorro de agua contra el hormigón se mezcla
con la prueba del placer de alguien que llega a mis oídos.
Lentamente, me levanto de la cama y doy unos pocos pasos
hacia adelante hasta que estoy asomando por las persianas.
Toma un segundo, pero la risa suave atrae mis ojos sobre mi
cerca y justo de dónde vienen los ruidos: el jacuzzi conectado a la
piscina del vecino detrás de mí. Piscina de Nico.
Un pequeño grito ahogado me abandona y me alejo de la
ventana.
Él no está…
No. Mis ojos me están jugando una mala pasada.
Doy un paso adelante, mirando de nuevo, ¡y mierda!
Mi boca se abre cuando miro a Nico follándose a una chica de
cabello largo y oscuro contra el costado de su bañera de
hidromasaje.
Tiene sus manos apoyadas en la curva del cemento, dándome
una vista perfecta de los músculos que trabajan en su espalda. La
niña está inclinada frente a él, con la mitad de su cuerpo fuera del
agua y recostada contra el cemento enfriado.
Su mano desaparece, y solo puedo imaginar que es para
agarrar o golpear su trasero, pero no puedo asegurarlo.
Su cuerpo se mueve lentamente, casi metódicamente, como si
se estuviera tomando su tiempo con ella, completamente sin prisas
y disfrutando, dándole caricias largas y lentas.
¿Trazos profundos y completos?
Respiro profundamente, solo para que mis ojos se agranden
un segundo después.
¡Oh, Dios mío!
Salto hacia atrás de nuevo.
¿Por qué lo estoy viendo tener sexo, y mejor aún, por qué me
estoy imaginando la forma en que la está follando?
¿Cómo me follaría?
Espera, ¿qué?
¡No!
Gruño, pero mis manos no hacen ningún movimiento para
cerrar la ventana y mis pies no me llevan a la cama. No, mis ojos se
cierran y mis oídos se animan.
La noche está en silencio, por lo que hasta el más mínimo
revuelo de agua llega a mis oídos. Es ligero al principio, y luego más
fuerte, más como un golpe contra el borde de cemento.
El gemido comienza de nuevo. Gemidos descarados, tanto
masculinos como femeninos, y no tengo autocontrol. Miro de nuevo.
Ahora la tiene al borde, sus antebrazos apoyados contra el
cemento, los dedos doblados alrededor del borde, la cabeza hacia
atrás.
Mi cuerpo se calienta y trago. —Buen jodido dios —susurro, mi
mano moviéndose a mi garganta.
Se han movido al lado opuesto, la parte delantera de su cuerpo
ahora frente al mío, permitiéndome ver los cortes de su pecho y
abdominales, y la forma deliciosa en que se aprietan con cada
empuje hacia adelante.
No me doy cuenta de que me he acercado a la ventana hasta
que mi frente golpea el cristal y mi teléfono se cae de mi mano,
cayendo justo en el borde de mi dedo del pie.
Grito y caigo contra el cristal, y luego me congelo, mis ojos se
abren como platos.
—Oh no —Me susurro a mí misma, apretando los ojos
cerrados.
¿Me escucharon?
¿Vieron el temblor de las persianas abiertas?
Respiro hondo y aguzo el oído.
Cuando escucho más gemidos, decido que es seguro, que no
tienen idea de que fui por completo, en Peeping Tammy7.
Abro los ojos e instantáneamente estoy enraizada en mi lugar,
el calor se extiende sobre mi cuerpo con tanta rapidez que me
mareo, mi palma se eleva para plantar en la pared a mi lado.
Me escucharon, o más, me escuchó, me vio. Me atrapó.
Sus ojos están gravados con láser en mi ventana. Si no
supiera nada mejor, diría que está mirando directamente, al diablo
con la oscuridad.
Nico la tiene por las caderas ahora, su culo encaramado como
él quiere mientras ofrece un espectáculo increíble.
Un espectáculo del que no podría apartar la mirada si lo
intentara, una actuación que siento profundamente en mi corazón.
Uno que, sin duda, necesita esparcirse por mi cuerpo mientras él
trabaja el semen del de ella.
Pasan unos minutos en los que no puedo decir si se están
moviendo, y luego de repente se desliza hacia atrás, las burbujas de
la bañera de hidromasaje se extienden por su torso.
Lentamente, sus hombros se levantan, Nico ahora está de pie
en toda su altura, y mi mano se extiende a lo largo de mi pecho, mi
cuerpo se eleva hasta las puntas de los pies por sí solo, en caso de
que el movimiento me permita ver una pulgada más abajo.
Solo una pulgada más para el premio…
Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando la chica se
desliza a su alrededor, pasando sus dedos por su piel resbaladiza
mientras avanza.
En toda su gloria desnuda, sale de la piscina como una diosa
reluciente, se hace a un lado para agarrar una toalla, y ahí es
cuando veo su rostro.
Sandra Maldita Black.
4
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Toda la mañana me dije a mí misma que hoy entraría a clases


con la cabeza en alto.
No me da vergüenza, y no es gran cosa y quién sabe, tal vez
reaccioné exageradamente y él estaba distraído. No sabía que yo
era su dispuesta audiencia.
Repito este mantra durante todo el viaje a la escuela, y cuando
apago el motor, me siento bien.
Lápiz labial en mano, bajo el espejo del techo y me tomo mi
tiempo para aplicarlo antes de salir. Empujo la puerta para cerrarla y
me doy la vuelta, un grito ahogado me abandona cuando un cuerpo
inesperado me bloquea.
Nico.
Mi mano vuela a mi pecho, intentando calmar mi pulso. —Me
asustaste muchísimo —le digo.
Pero Nico no habla, en cambio desliza sus pies más cerca,
dejando solo unos centímetros entre nosotros, así que empujo
contra el auto.
Su mirada es inquebrantable, no me da ninguna idea de lo que
está en su mente y me hace sentir inquieta.
Me muevo nerviosamente, pero no aparto la mirada mientras él
ladea la cabeza.
—¿Eres fanática del porno, D?
—Yo… —Mierda.
Nico coloca sus manos en la curva de mi capucha, sus brazos
se flexionan tan malditamente cerca de mi cara que mi mente se
transporta a la noche anterior, al fuerte agarre que tenía en el borde
rocoso del spa, a la visión de sus músculos flexionándose al
deslizarse…
Una risa ronca lo abandona y se aleja.
—Sabes, te habría invitado a pasar, asientos VIP si lo hubiera
sabido. Apuesto a que a Sandra le habría ido bien, es material de
primera y lo sabe.
Eso me despierta y me aparto del coche con una mirada
fulminante. —Pensé que habías dicho que Alex era el que se
acostaba con Sandra.
Solo se lame los labios.
—Raro, ¿verdad? —sigo adelante—. Desde que eras tú a
quien vi...
—Mirada —me interrumpe, acercándose—. Me viste follarla.
¡Oh, al diablo!
—Sabes qué, sí, lo hice. Hasta la reverencia final, de hecho —
dije con descaro—. Si sabían que los estaba mirando chicos, ¿por
qué seguían adelante?
Muy lentamente, una sola ceja oscura se levanta, su tono es
aún más condescendiente que el movimiento. —¿Esperarías que
me detuviera?
Cierto.
Como si pudiera haberse detenido en medio de eso.
Estaban tan perdidos el uno en el otro que ni siquiera, o ni
siquiera podían, darse cuenta de lo ruidosos que estaban siendo.
Tenía a Sandra en una visión de túnel, un túnel que baja
directamente por su eje. Quiero decir, él la estaba disfrutando tanto,
sus gemidos... profundos y llenos de alegría mientras perseguía su
liberación.
La forma en que su...
—Tu piel se está calentando, D —Nico me saca de mis
pensamientos—. ¿Qué estás pensando? —susurra, el tono burlón
en su voz embriagadora no se perdió.
La forma en que me estudia con un escrutinio tan penetrante
hace que mis dedos de los pies se encrespen en mis zapatos para
mantener la concentración, y me hace pensar...
¿Qué tan "perdido en ella" estaba realmente, si todo el tiempo
estuvo consciente de mis miradas indiscretas?
—¿Estoy interrumpiendo algo?
Mi cabeza vuela a la derecha para encontrar a Trent parado
cerca del capó de mi auto, con una especie de bebida en sus
manos.
Con los ojos muy abiertos en estado de shock y una sonrisa
estúpida en sus labios, nos mira boquiabierto a su mejor amigo ya
mí.
Nico, sin embargo, no se molesta en reconocer la presencia de
Trent.
Ruedo mi lengua sobre mis dientes antes de mirarlo.
Mantiene su mirada peligrosa fija en mí todo el tiempo, pero si
todavía conociera al chico frente a mí, juraría que no había nada de
humor dentro de ellos.
Sí, sabe lo que estaba pensando.
Nico se lame los labios, asiente un poco, luego se acerca a su
amigo. —Te veo en clase, D.
¿Me pillaste pensando en tu forma perfecta? ¡Por favor, no lo
hagas!
Gimo internamente, dejando caer mi cabeza contra el auto,
pero recuerdo rápidamente que necesito agradecerle si no
disculparme.
—¡Nico, espera! — grito.
Se congela a medio paso, mirando por encima del hombro. Por
supuesto, no se molesta en darse la vuelta, pero asiente con la
cabeza para que Trent siga caminando, así que me acerco a él.
—Gracias por traerme mi teléfono anoche. No tenías que
hacer eso.
Él mira hacia adelante. —No sé de qué estás hablando.
—Cierto —puse los ojos en blanco a su espalda, caminando
como él—. Bueno, lamento haber sido una perra cuando estabas
siendo útil.
Se burla, empuja la puerta para abrirla y se mueve para
sostenerla con la espalda, indicándome con un movimiento de
barbilla que pase.
Mis ojos se cruzan con los suyos cuando paso junto a él, y
deja caer la cabeza contra la pequeña ventana de vidrio. —Nos
vemos en clase, D.
Algo en mi estómago se revuelve, pero no digo nada, solo
asiento y sigo adelante.
Trent me alcanza a la vuelta de la esquina. —Vale, ¿qué me
perdí?
—No quieres saberlo.
—¿Tan mal? —bromea.
—Bueno, es probable que tu inquietante mejor amigo me odie
más ahora —le miro y le dedico una gran sonrisa inocente.
Se burla, agitando la desagradable bebida verde en sus
manos. —Créeme, él no te odia.
Justo cuando lo dice, Nico viene a la vuelta de la esquina, nos
mira y nos fulmina con la mirada.
Me río, golpeando a Trent en el estómago mientras me alejo.
—Pero él no me odia.
Trent levanta las manos, sonríe y se aleja para encontrarse
con su amigo que lo espera enojado.
Me dirijo al primer período, haciéndolo bien cuando suena la
campana, todo el camino recordándome a mí misma que debo
olvidarme de la escena en el jacuzzi, sabiendo a ciencia cierta... que
no lo haré.
A partir de ahí, el día pasa bastante rápido, cada clase
profundiza en las conferencias ahora que el nuevo año escolar está
en pleno apogeo, por lo que no hubo tiempo para sentarse y
avergonzarse por todo con Nico, que ni siquiera me mira cuando me
dejo caer en la silla junto a él en química.
El Sr. Brando, afortunadamente, se pone manos a la obra,
aplaudiendo para llamar la atención de los estudiantes. —No diré de
quién, pero contando mis cinco clases, he recibido un total de
veintiún correos electrónicos de estudiantes que solicitan nuevos
compañeros —sacude la cabeza, decepcionado.
La burla de Nico no podría ser más obvia o fuerte. Estúpido.
Sus amigos miran en nuestra dirección con risitas ligeras, pero
él no los reconoce. No reconoce la mirada de su ex, quien en un
horrible giro de los acontecimientos es el asistente del nuevo
profesor durante nuestro período de clases.
Claramente, asume que yo era uno de ellos cuando, a decir
verdad, ni siquiera me molesté, no después del comentario del
profesor cuando lo intenté por primera vez.
El señor Brando cruza los brazos frente a él. —¿Un poco de
información para ustedes sobre mí como profesor? Me gusta
trabajar en más de mi plan de estudios requerido. La primera
semana la paso repasando la revisión necesaria, sí, pero también
uso ese tiempo para estudiarlos a cada uno de ustedes como
individuos. Todos, especialmente aquellos que no están tan seguros
de la experiencia que tendrá con la persona que le asignaron, miren
alrededor de la habitación. Echa un vistazo a cada pareja de esta
clase.
Hago lo que me pidió y me sorprende la línea clara que trazó
entre cada dúo. A primera vista, es completamente estereotipado:
atletas con estudiantes de teatro, tímidos con exuberantes, góticos
con preppy, pero sus siguientes palabras demuestran que esta era
su intención exacta.
—Comparé a todos aquí con alguien tan opuesto, visualmente
y en el papel, como pude encontrar, algunos pueden parecer más
sutiles que otros, pero les aseguro, hay una razón. Comencé
mirando a quién solicitaron, luego repasé sus horarios desde el
primer año hasta ahora. Conozco todas sus actividades
extracurriculares, las que la escuela conoce de todos modos, hablé
con tus antiguos maestros, entrenadores y aquí están.
Veo a Ella Marshal con Samuel Banks en la esquina delantera
y mis cejas se levantan con sorpresa.
Samuel es un jugador de baloncesto grosero y arrogante que
cree que es piadoso y no presta atención a los que considera menos
que él. Y Ella, mierda, creo que nunca antes había hecho contacto
visual con un chico.
En este momento, Samuel está recostado en su asiento,
tratando de esconder su teléfono entre sus piernas mientras Ella
está inclinada lo más lejos posible, con los brazos cruzados sobre
su regazo y la cabeza ligeramente hacia abajo. Es casi cruel
juntarlos.
¿Pero Nico y yo? ¿Alex y Evan? ¿Qué, éramos las sobras?
Nuestras parejas no parecen tan extremas ahora.
Corremos en la misma multitud, ambos somos atletas.
Su mejor amigo está saliendo con una de las mías, que más
que grita "mismo círculo".
Miro a Nico, y qué sabes, él ya me está dando ese lado, ojos
con los que ha practicado, sin molestarse en mover la cabeza en mi
dirección.
El Sr. Brando comienza a hablar de nuevo, así que miro hacia
adelante.
—Habrá muchas ocasiones en la vida en las que te verás
obligado a llevarte bien, no solo a tolerar, con alguien que está
frente a ti o con alguien que francamente no te agrada por cualquier
razón —Camina hacia el frente del aula, examinando a todos— . Me
gusta pensar que parte de mi trabajo es ayudarlos a ver más allá del
cabello, la ropa, la multitud y llegar a la persona que está debajo.
Dicho esto, vuelva a colocar sus materiales en sus bolsas.
Frunzo el ceño pero hago lo que pide, mirando alrededor de la
habitación para ver la misma confusión en los rostros del otro.
—Unos días a la semana, nuestro tiempo de clase se dedicará
a diferentes áreas de la escuela. Los teléfonos se dejarán en la
parte superior de los escritorios, donde pueda verlos —golpea con
los nudillos el lado de la mesa de Samuel y levanta la cabeza de la
pantalla—, y los cincuenta y tres minutos de clase se dedicarán
simplemente conociéndose. Tengo un mensaje para ustedes
durante los primeros días, pero no es necesario que lo use. Puedes
ser inventivo. Cualquier cosa de la que desee hablar, puede hacerlo,
siempre que todos sean respetuosos. Hoy estaremos en quad,
terreno neutral. Así que, damas y caballeros, tomen el teléfono boca
abajo, salgan por la puerta, tomen una hoja para el camino.
Todos hacen lo que se nos pide y salimos arrastrando los pies
hacia el patio.
La gente comienza a caer sobre las mesas de picnic y las
áreas verdes, algunos se mueven incómodos mientras que otros no
tienen más remedio que seguir los pasos de sus exigentes
compañeros.
Miro a mi alrededor, notando que Evan y Alex caminan hacia el
otro lado.
—¿Está bien aquí? —le pregunto a Nico. Solo hemos salido
por la puerta, pero ya estamos al borde del césped.
Nico no dice nada, pero se sienta y palmea el suelo junto a él
para que me una, como no estaba a punto de hacerlo.
Me dispuse a leer la hoja, pero la mano de Nico baja para
cubrirla y lo miro con el ceño fruncido.
Él arquea una ceja oscura.
—¿Qué?
— ¿No puedes hacer tus propias preguntas, cosas que te
pueden interesar?
—¿Quién dice que tengo curiosidad por algo?
Su mandíbula hace tic, y después de unos segundos de
silencio, Nico me arrebata el papel de las manos y lo arruga entre
las suyas.
Lo miro boquiabierta. —¿Cuál es tu problema?
Su mirada se estrecha. —Hagamos esto un poco diferente,
¿no?
—¿Diferente cómo?
—Señor. B dijo que se trata de una idea errónea, ¿no? —
empieza Nico, lamiendo sus labios—. Entonces, dime, D. ¿Qué ves
cuando me miras?
—Y… —empiezo, pero rápidamente me apago.
¿Qué es lo que veo?
Miro desde su cabello, afeitado a un lado, un pequeño
desorden perfecto en la parte superior, a sus ojos de color cacao
profundo y largas pestañas. Lleva una camiseta sencilla, nada
elegante y sin mangas, ¿para mostrar sus brazos, tal vez? Y quiero
decir, valen la pena el espectáculo. No abultado, pero evidencia
clara de la clase de entrenamiento con pesas que el equipo debe
tomar en un período cero, y solo aprietan, volviéndose más
prominentes cuando los mueve. Viste jeans que le quedan
perfectamente, no delgados, pero tampoco holgados, y sus zapatos
siempre combinan con su camisa de alguna manera.
Mis ojos recorren mi cuerpo y empiezo a comparar su
perfección con mi propio cuerpo. Siempre me he sentido cómoda en
mi propia piel, pero cada vez más a mi mamá le gusta comentar
sobre que todavía soy un "trabajo en progreso".
—D.
Mi mirada se vuelve hacia Nico, quien me observa con ojos
ilegibles.
—¿Por qué crees que nos emparejó? — espeto.
Su ceño es rápido.
—Mira a esos otros compañeros, apuesto a que nunca se han
hablado. ¿Pero tú y yo?
Nico simplemente me mira, su expresión tan insegura como
siempre, así que aparto la mirada.
Manera de ponerte en el nivel del playboy, Demi.
—Mírame —Su voz es un comando fácil.
Lo hago, y la desaprobación devuelve la mirada. —¿Por qué te
comparas?
—Yo no lo estaba haciendo —lo niego demasiado rápido.
Su cabeza cae hacia atrás. —Estás mintiendo.
Claramente soy atrapada, así que doy un suspiro
extremadamente dramático como mi afirmación y niego con la
cabeza.
Juro que se traga una pequeña risa, aunque cuando busco
rápidamente una prueba de que es humano después de todo,
desaparece.
Hace una pausa y luego pregunta: —¿Qué sabes de mí?
—Tú... juegas al fútbol, lo has hecho durante años.
El asiente. —Bailas, principalmente hip hop.
Conocimiento común.
Asiento con la cabeza, deseando no ir donde esperaba que
comenzara.
No funciona y las palabras escapan. —Te gusta el sexo en el
agua.
Ni siquiera parpadea. —Nunca has tenido sexo.
Mi cabeza tira hacia atrás ante su afirmación repentina y tan
segura.
Lo miro como él me mira a mí, y un ceño fruncido lentamente
se hace cargo.
No soy estúpida, sé lo que está haciendo y no funcionará.
Puede burlarse o burlarse de mí todo lo que quiera.
Niego con la cabeza. —No voy a confirmar ni negar lo que has
escuchado, así que no te molestes con esta pequeña táctica.
Su expresión mordaz se profundiza, y cuanto más está en
silencio, más me inquieta.
Muy lentamente, sus ojos se entrecierran. —Confirmar... ¿qué,
exactamente? —se inclina más cerca—. ¿Y escuchar de quién?
Me burlo, mirando a otro lado.
Lo entiendo, me abrí a esto al mencionar su vida sexual, ese
es mi error, pero él tiene que saber que no soy virgen, y estoy
segura de que no le voy a dar la satisfacción de escucharme decirlo
en voz alta.
La mirada de Nico está enfocada con láser durante un largo
momento antes de que finalmente desvía la mirada.
No dice una palabra más durante el resto de la clase, ni lo
hace el resto de la semana.
Cuando llega la segunda semana y es más del mismo tiempo
perdido, lo superé e intento entablar una conversación informal, pero
Nico rápidamente afirma su actitud.
Se queda dormido apoyado contra las puertas de la cancha de
tenis, y como no tengo material para estudiar, me siento en silencio,
repitiendo mi rutina una y otra vez en mi cabeza hasta que nos dicen
que podemos ir a recoger nuestras cosas.
Nico está repentinamente despierto y se va tan pronto como
abre la boca para excusarse, y me quedo atrás, acercándome
cautelosamente a nuestro maestro una vez que la mayoría de los
estudiantes se han ido.
—Srta. Davenport, ¿cómo puedo ayudarte? —el cansancio en
su tono no se pierde. Me imagino que está recibiendo quejas de
izquierda a derecha con los intensos conjuntos de parejas que
estableció.
Doy otro paso hacia él, para que los rezagados que todavía se
están deslizando para tomar sus teléfonos no puedan escuchar. —
Sé que nos pedió que no nos quejáramos, pero he intentado hablar
con Nico y es tan interesante como una caja de cartón. No quiere
conversar, lo cual está bien en un día normal, pero necesito saber
que esto no afectará mi calificación porque no sé qué hacer en este
momento.
—¿Es útil durante los laboratorios? —pregunta.
—Está haciendo su trabajo, pero no hay ninguna asociación en
absoluto.
Se deja caer en su silla. —¿Ha intentado ponerse a su nivel?
Me burlo. —¿Qué nivel sería ese?
Cuando el Sr. Brando frunce el ceño, aparto la mirada.
—Te diré una cosa —comienza, entonces le doy mi atención—.
Ya que eres la primera persona que se acerca sin pedirme que
reconsidere, te ayudaré en la próxima clase —dice vagamente—. El
resto dependerá de ti. Trabaje en esa calificación, Sra. Davenport, e
incluso podría ganarse una nueva amistad también.
Asiento con la cabeza a pesar de que no llegué a ninguna
parte y me arrastro a mi próxima clase.
Gracias a Dios que es un día difícil, porque ya superé esta
mierda.

Me sorprende encontrar el auto de mi mamá en el camino de


entrada cuando llego a casa, y más aún cuando ella está sentada en
la pequeña barra, esperándome.
Sus ojos se posan en mi sujetador deportivo. —¿Bailaste hoy?
—Sí, estaba en el estudio.
Ella asiente mientras deja su taza de café y se recuesta en su
asiento. —Entonces, Nico Sykes.
¡Ah! Cierto.
Supongo que esta es la primera oportunidad que ha tenido de
interrogarme.
—Él es mi nuevo compañero de laboratorio.
—¿Oh?
—Mamá, para —Me lavo las manos rápidamente,
secándomelas con una toalla de papel—. No es gran cosa.
—Ni siquiera dije nada —se encoge de hombros inocente,
pasando su dedo por el borde de su taza.
Mantengo los ojos en blanco y espero, pero no tarda mucho.
—Pregunté por ahí, ¿sabías que fue él quien fue sorprendido
en una posición escandalosa con la hija del señor Clemmons?
Abro la nevera.
Si. Se fue un Gatorade azul.
Desenrosco la tapa y tomo un trago rápido. —Sí, Josie era, o
sigue siendo a veces, su novia.
—¿Dirías que es un alborotador?
—Es un estudiante de último año de secundaria. No es como
si lo hubieran arrestado.
—Aún así, la indecencia pública es real.
—Y a Josie Clemmons ni siquiera le quitaron su tarjeta negra.
Mi mamá asiente con la cabeza, pretendiendo actuar de
manera casual. —Esa es una chica rica, una gran familia. Apuesto a
que la sedujo con esos... esos ojos suyos.
Lucho contra una risa, agarrando un croissant de la caja en el
mostrador.
Incluso mi querida madre, que piensa que es demasiado
buena para el mundo, no puede negar el atractivo visual de Nico.
—¿Esos ojos, mamá? ¿De Verdad?
La suya se estrecha, advirtiéndome que no diga una palabra
más, pero con la misma rapidez, sonríe. —Estaba pensando, tal vez
debería dar la vuelta a la esquina y saludar a los Sykes. ¿Quizás
invitarlos a cenar?
Se escapa una risa burlona. —No cocinas
La ira llena rápidamente sus ojos, así que me aclaro la
garganta y lo intento de nuevo.
—¿Por qué el repentino interés en ser buenos vecinos?
—Él es tu compañero —finge que su intención es inocente,
cuando ambos sabemos que ese nunca es el caso cuando ella está
involucrada—. Quizás seas inteligente y veremos más de él.
— ¿Qué significa eso de "ser inteligente"?
—Oh, por favor, Demi. Si tenía la aprobación de Roger
Clemmons para salir con su hija, entonces debe haber algo
prometedor en el chico. Vale la pena investigarlo.
—Entonces quieres, ¿qué, ver si cumple con tu escala de
medida?
Su expresión se endurece y decide menospreciarme como
siente que le he hecho a ella. —Guarda el pan, Demi.
Tiro el croissant a la basura, dejo mi Gatorade con un fuerte
golpe y salgo.
No voy a hacer esto con ella ahora mismo.
Sabe que la familia de Nico es rica, y ahora que ha visto su
atractivo físico, está interesada en aprender más para poder tomar
una decisión superficial de si me acosará o no constantemente
sobre él o si me advertirá que mantenga la distancia.
Mi papá mencionó hace mucho tiempo que Nico y su familia
heredaron una gran propiedad de una de las tías fallecidas de su
mamá o algo que los preparó de por vida y los trajo aquí en Santa
Cruz.
Debe haber sido cuando Nico era un bebé o algo así, porque
desde que tengo memoria, él y yo compartimos una cerca.
Ahora también compartimos una mesa de laboratorio.
No hay forma de que sea más que eso.
5
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Tener Liderazgo en el primer período es tan impresionante y


apesta.
Ahora que la votación terminó, al ser los presidentes de la
clase, porque hemos sido elegidos, la mayor parte de nuestro
tiempo se dedicará a la planificación, preparación o desmontaje de
eventos, lo que significa que la mayor parte de nuestros días se
pasará fuera del aula. El clima aquí suele ser más frío, por lo que
hay muchas sudaderas con capucha y cafés helados durante todo el
año.
Afortunadamente, bailé esta mañana y mi sangre ya está
bombeando y puedo mantenerme caliente mientras esperamos a
que el sol se coma toda la niebla costera.
—¿Cómo diablos nos quedamos atrapados con el peor trabajo
cuando hicimos la mayor parte del trabajo para preparar esta
mierda? —Alex se ríe mientras se mueve a lo largo de la línea de la
cerca, despegando la cinta que sobró de los carteles de la campaña
que acabamos de terminar de desarmar.
Sonrío. —Lo sé, y quienquiera que ató estas estúpidas cintas
las apretó tanto que apenas puedo meter las malditas tijeras debajo
de la tela. Solo he atravesado la V. A este paso, mañana serán los
únicos T.E que quedan en la valla.
Alex deja su bolsa de basura, se quita los guantes y los tira
adentro antes de caminar hacia mí.
—Aquí —se frota las manos en los jeans, alcanzando
suavemente las tijeras—. ¿Por qué no cambiamos un poco?
—Está seguro, básicamente ya hiciste la parte difícil.
—¿Qué clase de chico sería yo si te dejo luchar cuando puedo
hacerlo por ti? —sonríe, mostrando una sonrisa que es casi
demasiado perfecta.
—Está bien —bromeo—. No hay necesidad de exagerar.
Se ríe, dirigiendo su atención a las cintas, así que agarro su
bolso y lo sigo a lo largo de la cerca.
Realmente hizo dos veces más que yo.
Al igual que yo, Alex se unió al equipo de liderazgo en el
primer año, así que entre ahora y entonces, he tenido docenas de
oportunidades para hacer algo con él, pero siempre me acobardo. Al
final del día, es simple. No puedo medir al tipo.
Hoy es un ejemplo perfecto. Ha estado hablando sin parar,
riendo, sonriendo y bromeando, pero no es nada nuevo. Siempre es
amigable cuando trabajamos juntos, coqueto hasta el punto de ser
cursi a veces, pero estoy bastante segura de que es parte de su
personalidad.
Le gusta la atención, le encanta hacer sonreír o sonrojar a las
chicas. Puede ser el primer día de alguien y su turno como comité
de bienvenida y actúa de la misma manera con ellos, pero solo es
siempre mientras está en clase o cuando estamos haciendo trabajo
relacionado con la clase fuera de él.
En cualquier otro entorno, es una sonrisa amistosa o un
asentimiento y eso es todo.
Y ahí está el problema, su supuesto interés sólo dura de una
campana a la siguiente.
Llego al final de la valla, salgo de detrás de las gradas y hago
una pausa.
Solo en el campo y corriendo a toda velocidad desde el
extremo opuesto, estoy parado, Nico vuela yarda por yarda. Cada
diez más o menos gira o hace un juego de pies elegante y se inclina
en un sentido solo para ir al siguiente, hasta que me pasa
rápidamente a la zona de anotación, donde disminuye la velocidad,
solo para volver por donde vino.
Se detiene en la yarda cincuenta, girando un poco como si
acabara de lanzarse sobre un defensor invisible que viene a por sus
piernas, y luego se levanta, salta de un pie al otro y me abandona
una ligera risa.
Así que practica sus movimientos ostentosos.
¿Por qué está incluso aquí? El entrenamiento con pesas era
un período cero, ya debería estar en clase.
Se estira, estira los brazos por encima de la cabeza antes de
doblarlos detrás de ella.
Alex aparece a la vista en el mismo segundo, bloqueando a
Nico de mí por completo.
—Oye —sus ojos rebotan entre los míos—. Todo listo.
—Sí, he terminado.
—No —se ríe—. Estoy diciendo que he terminado.
Mi boca se abre con una ligera risa. —Cállate.
Él asiente con la cabeza. —Sip.
—¡Oh, Dios mío! ¿Cómo diablos? —sonrío, empujándolo un
poco—. No te creo.
—Ve a verlo por ti mismo.
—Estoy a punto de hacerlo —digo, dando un paso a su
alrededor, Alex se desliza hacia atrás conmigo, bloqueándome de
nuevo.
—Vamos detrás, hagamos un rápido doble control en nuestro
camino de regreso para asegurarnos de que no eres una holgazán
—bromea mientras se mueve hacia la cerca.
—Quieres, entonces tendrías la oportunidad de sacar una nota
más alta que la mía este año —grito, pero justo antes de seguirlo,
mis ojos se deslizan hacia el campo.
Vacío.
¿Eh?
Una vez que Alex y yo terminamos de tirar la basura,
caminamos hacia el grifo para lavarnos las manos.
—Oye, así que no tuve la oportunidad de limpiar mis notas de
química, ¿crees que tal vez pueda agarrar una copia de las tuyas?
—pregunta.
—Sí, los tengo conmigo, pero los necesitaría de vuelta al final
del día, así puedo trabajar en alguna revisión.
—Bien. ¿Haré una copia rápida y te la devolveré en química?
Yo sonrío. —Sí, eso funciona.
—Gracias, eres mi salvavidas —sonríe y camina delante de
mí, aunque nuestro destino es el mismo.
Una vez más, no soy más que una compañera de clase
increíble.
Estoy molesta porque mis próximas clases continúan, y más
aún cuando termino llegando unos minutos tarde a la química
gracias a un problema con el sistema informático en la clase
anterior. Para cuando llego a la habitación, solo queda el ayudante.
Los agudos ojos de Josie me siguen mientras pongo mis cosas
en la mesa del laboratorio, sosteniendo las mías mientras camino de
regreso hacia ella.
Mis cejas se levantan expectantes, pero ella todavía no me
dice adónde se supone que debo ir.
Ella se inclina hacia adelante, su escote empujando contra la
camiseta que está usando. —Interesante, te quedaste y hablaste
con el Sr. B ayer y he aquí, la clase de hoy es en el campo de fútbol.
—¿Vamos al campo?
Gracias, Sr. Brando.
Josie frunce los labios. —¿Cómo van tus pequeñas sesiones
de "familiarización", Demi? ¿Todavía te ignora lo mejor que puede?
—Claro que sí, Josie. ¿Todavía se está alejando de ti en los
pasillos? — Respondo bruscamente, pero no me quedo ahí para
escuchar su respuesta.
Me dijo adónde tenía que ir y no me interesa su drama.
Acelero mis pasos, divisando fácilmente a Nico sentado contra
el poste de la portería y me dejo caer a su lado.
—Lo siento —Salgo corriendo, pero cuando ni siquiera
reconoce mi llegada, no le explico más.
Nos sentamos en un molesto silencio durante unos minutos, y
en ese tiempo, no puedo evitar notar la forma en que su mirada
continúa vagando por el césped.
Debe estar ejecutando jugadas en su mente como si yo fuera
mi rutina ayer. Cada pocos segundos, sus ojos se tensan, luego se
fijan en otra área, como si estuviera jugando todo, visualizando cada
movimiento, tal vez los que lo vi practicando antes.
El contenedor de servicios públicos al lado del banco del
equipo en el borde de las líneas laterales me llama la atención.
Oh, al diablo. Vale la pena el intento.
Empujo la hierba para ponerme de pie.
Eso hizo que los ojos de Nico se clavaran en los míos, pero
apenas le di un vistazo, y me acerqué para sacar una pelota de
fútbol del contenedor.
Estoy cansada de esta mierda de situación, así que... estoy
subiendo a su nivel.
Da la casualidad de que hoy estoy usando mis Nike con un par
de pantalones cortos, así que tiro la pelota e intento patearla, pero
por supuesto que rebota en el costado de mi zapato y aterriza con
un pie triste.
Lo recojo, notando que algunos de los otros grupos me miran,
pero los ignoro y lo intento de nuevo. Esta vez avanza un metro y
medio, de lado y tambaleante, pero quieto.
Miro a Nico.
Mientras me enfoca con láser, su expresión permanece
desnuda.
Lo recojo de nuevo, lo lanzo al aire unas cuantas veces solo
para tirarlo un poco, corriendo para intentar atraparlo, pero cae al
pasto.
Antes de que pueda agarrarlo de nuevo, la mano rápida de
Nico vuela para agarrarlo primero, y nuestras miradas se
encuentran, ambos todavía inclinados.
Primero me enderezo y él me sigue lentamente, girando la
pelota en sus manos.
Me mira por un segundo, pero luego inclina su barbilla
mientras coloca sus dedos contra los cordones, con el codo
levantado y preparado para lanzar.
Sigo su ejemplo, corro unos metros y lanza un pase corto que
puedo atrapar con facilidad.
Se humedece los labios y aplaude frente a él, su manera de
decirme que lo devuelva.
Intento patearlo de nuevo en su lugar, y él frunce el ceño, pero
la esquina de sus labios se inclina un poco hacia arriba.
—Ah —le señalo en broma antes de que mis manos
encuentren mis caderas—. Lo sabía.
—¿Sabías qué? ¿No puedes patear una mierda? —Señala la
pelota hacia la izquierda, así que empiezo a trotar de esa manera y
la pelota cae directamente en mis manos.
—No —retrocedo varios pasos y su frente se arruga levemente
—. Sabía que no podías quedarte tan apretado con candado cuando
estás en tu elemento.
Me inclino un poco hacia atrás y lanzo la pelota, es un
lanzamiento horrible y gira en sentido contrario, pero lo hace lo
suficientemente cerca de donde él puede trotar y atrapar.
—¿Qué sabes de mi elemento, Hadita?
—¿Hadita? —Inclino ligeramente la cabeza—. Estoy a menos
de una cabeza de ti. No soy un duende.
—Quizá no me refiera a tu apariencia.
Deslizo una mano en una forma de decir, pero cuando no me
reconoce, respondo su pregunta. — No mucho, para ser honesta,
pero sé que es donde pasas todas las tardes durante casi todo el
año, pretemporada, temporada regular, postemporada.
Caminamos el uno hacia el otro, pero Nico rápidamente gira
como lo haría en un juego, un movimiento similar que le vi hacer
antes, y me río, volviéndome con él.
Se balancea, balanceándose lentamente hacia adelante y
hacia atrás, así que me muevo con él, y cuando se lanza a mi
alrededor, corriendo hacia la zona de anotación, lo sigo detrás.
Estoy a sólo dos pies de él, así que cuando se detiene
abruptamente, girando para mirarme, mi cuerpo choca contra el
suyo.
Grito levemente por el impacto y él me agarra por la cintura
para que no nos caigamos, ambos riendo. Miro hacia arriba para
atraparlo en el acto, pero lentamente su diversión muere, haciendo
que la mía lo siga.
Me aclaro la garganta y retrocedo en el segundo en que retira
la mano.
Miro hacia el lado donde el Sr. Brando está parado en el borde
de las gradas, carpeta en mano.
Él inclina su barbilla, una pequeña sonrisa en su lugar, y luego
cambia su atención a algunos de los otros estudiantes alrededor, así
que me vuelvo hacia Nico.
Nico que tiene una mirada helada fija en la dirección de la que
acaba de llegar la mía.
Cuando finalmente vuelve a mirar, lo hace alejándose varios
pasos, y Alex de repente está de pie a mi lado.
Me entrega mi cuaderno. —Gracias de nuevo por la ayuda con
el estudio — dice.
Me río, arrugando mi nariz. —Son solo copias, tendrás que
dedicar tiempo.
Una risa tensa lo deja. —Bueno, sí.
Ofrezco una pequeña sonrisa y me muevo de regreso a mi
lugar en el césped, Nico sentado una vez más.
—¿Deberíamos repasar algunas preguntas, tal vez? —le
pregunto a Nico, dejando mi cuaderno en mi regazo.
Sus ojos caen deliberadamente hacia la cubierta negra mate
solo para volver a mirarme.
Vuelve directamente al modo silencioso.
Y así, Nico ha dejado de ser medio amistoso por hoy.
Increíble.
La clase termina poco después, y sigue el almuerzo, la reunión
de ánimos en el gimnasio justo después, así que me encuentro con
Carley en la puerta y entramos juntas.
Esta noche jugaremos un partido poco común el jueves, pero
aún es noche de partidos, y como nuestro equipo tuvo un descanso
la semana pasada, todos estamos deseando jugar al fútbol.
Necesito divertirme después de la semana agotadora que he
tenido.
Por supuesto, tan pronto como lo pienso, la causa de mi dolor
de cabeza aparece, un gran número 24 grabado en su pecho con
letras azules grandes y llamativas.
Ni siquiera es el capitán, Trent es como mariscal de campo, sin
embargo, ahí está Nico, liderando al equipo por la línea de banca y
dejando caer su trasero en el espacio directamente frente a mí.
Yupi por mi.
6
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

Ella no podía contener los ojos en blanco incluso si lo intentara


(nunca lo intentaría, siempre ha sido su elección) en forma de
descaro.
No es mi culpa que elija la segunda fila sabiendo que el equipo
se sienta en la primera. Es la misma mierda todas las semanas, ha
sido así durante los cuatro años.
Sin embargo, la diferencia es que me dejó ignorarla antes,
nunca buscó el contacto visual.
¿Ahora? Juro por Dios que la chica se complace en follarme la
cabeza, exigiendo mi atención sin decir una palabra, lo que me hace
ser más mesurado y agudo con ella.
Está poniendo a prueba mi paciencia, y la mierda más
divertida... es que no estoy seguro de que tenga la menor idea.
Como en este momento, sacó su teléfono para grabar a sus
amigos que simplemente tomaron la palabra para hacer su pequeña
cosa de alegría, y se inclinó un poco hacia adelante para hacerlo,
haciendo que sus rodillas desnudas empujen mi espalda.
Estoy tentado de tomarla con la guardia baja, meterme con ella
apoyándome en ellos. Es lo que consigue por no prestar atención,
pero tan pronto como lo pienso, se aleja y golpea a Trent en el brazo
con ellos.
—¡Ella lo está haciendo genial! —susurra Demi entre risas.
Él se ríe pero mantiene su enfoque en su chica.
Una burla me abandona, y él me lanza una mirada, su sonrisa
se hace más profunda.
Imbécil.
Josie trata de llamar mi atención durante la rutina, pero
deliberadamente evito su lado de la habitación, y así, ya terminaron
y salieron corriendo del piso.
Las piernas de Demi vuelven a encontrar el camino hacia
adelante, así que, a la mierda, empujo contra ellas y ella se tensa.
Dejo caer la cabeza hacia atrás, por lo que está malditamente
casi plantada en su regazo y esos ojos verdes se abren, sus manos
levantadas y congeladas a unos centímetros.
Su largo cabello roza mi mejilla, así que levanto la mano y la
muevo, y sus labios se aprietan.
—Sigue dándome el rodillazo y voy a hacer una de dos cosas.
Uno es levantarte y ponerte a mi lado para que no puedas más, o
dos, poner tu trasero en mi regazo, lo que te avergonzará o te
seducirá. Tu decisión, Davenport —Mis ojos se mueven entre los de
ella un momento, pero la chica tarda en captar la atención.
Finalmente, ella salta, balanceando rápidamente su cuerpo
hasta el punto en que casi me caigo y tengo que sujetarme.
Tanto Trent como Carley se ríen, mientras Demi simplemente
mira.
—Lo siento —susurra después de un segundo, y luego finge
estar concentrada en el entrenador, quien da su discurso por el
micrófono.
Lentamente, me doy la vuelta, ocultando mi sonrisa mientras
Trent se traga la risa.
En el mismo segundo, un tono diferente de rubio más feo me
llama la atención desde el extremo opuesto del banco.
Alex me estudia y mis músculos se bloquean, pero me aseguro
de que sea el primero en romper el contacto.
Siempre jodidamente mirando para poder decidir qué
movimientos quiere reflejar.
Pequeño punk.
No hablo durante el resto de la reunión de ánimos, y después
me enchufo los auriculares e ignoro al mundo hasta que es hora de
reunirnos en el vestuario para vestirme para el partido de esta
noche.
Mi paz es de corta duración cuando empezamos a ponernos
en marcha y Alex me llama, como un pequeño cabrón valiente.
—Entonces, ¿qué pasa, Nico, tú y Josie esta semana o no?
—Aquí vamos, maldita sea —Thompson niega con la cabeza y
se deja caer en el banco a mi lado para atar sus tacos.
—¿Quieres decir que no lo sabes, Hammons? —No me
molesto en mirarlo, pero sigo atando mis pantalones de juego—.
Pensé que montabas más duro que eso.
—Estoy demasiado ocupado haciendo que la mía montada sea
por las chicas que no podías mantener satisfechas.
Me burlo, subiendo mi manga hacia arriba y sobre mi bíceps.
—Dime, ¿te gusta lo que a mí me gusta, chico dorado, o es que
metiendo la polla donde yo la pongo la única manera de la utilices?
Lo escucho venir y girar rápidamente, pero Trent ya está entre
nosotros antes de que podamos tocarnos, Thompson en el otro
lado.
Algunos de nuestros otros compañeros de equipo están para
bloquear el camino de donde vendrá el entrenador por si acaso.
—Cuida tu boca, Sykes, o te arrepentirás —se fuerza a pasar
los dientes apretados.
—¿Vas a correr a casa, decírselo a papá? —extiendo los
brazos.
Pruébame, hijo de puta.
Sus fosas nasales se dilatan de rabia mientras empuja contra
el pecho de Trent, pero Trent lo empuja hacia atrás.
Alex asiente, retrocediendo y tirando de las hombreras por
encima de la cabeza, mirándome furioso mientras se las abrocha,
así que recojo las mías y me las pongo también.
—Sabes, creo que guardaré mi energía por un rato — Alex
dice lentamente, mirándome por encima del hombro, su tono
rencoroso hace que mi cuello se ponga rígido—. Quizás ponérselo a
alguien nuevo.
Mis ojos se adelgazan y en mi periférico, veo la cabeza de
Trent girando hacia mí.
El aire en mi garganta comienza a arder.
—Demi se ve bien este año —me dice mientras intenta leerme,
para ver si me importa un carajo mi nueva compañera—. Creo que
le pediré que seamos formales, apuesto a que se divertirá mucho
después.
Este hijo de puta.
¿Cree que puede cebarme y espera que muerda? No lo creo.
Doy pasos lentos hacia Alex que está erguido.
Trent me sigue, pero esta vez me permite acercarme.
Mi expresión debe ser un poco salvaje, porque la sonrisa en el
rostro de Hammons crece, pero se desvanece con la misma rapidez
cuando una risa sarcástica me abandona.
—¿Te rebajas, Hammons? — Mi labio se curva un poco
mientras mi mirada se profundiza.
—Nic —advierte Trent.
Extiendo una mano, sin apartar los ojos de Alex. Me acerco.
—¿Qué te hace pensar que me importa un carajo esa chica?
Su máscara se desliza por completo, sus ojos vuelan entre los
míos en busca de la verdad.
—Por qué no intentas preocuparte por atrapar una maldita
pelota en lugar de meter la tuya dentro de una chica sin valor, y tal
vez tengas la oportunidad de recibir una más.
—Que te jodan —se enfurece, su ira regresa—. Si no le
estuvieras chupando la polla al mariscal de campo por la noche,
recibiría la pelota mucho más que tú.
Trent trata de saltar hacia adelante cuando lo atrapan, pero
alguien lo agarra por el hombro.
—Allá tienes —me burlo, su cojo intento ofenderme sin
desconcertarme. Es tan débil como sus palabras—. Vuelve a
concentrarte, hijo de puta, pon más de esa energía en tu propio
juego en lugar de intentar copiar el mío, perra, te hará bien.
Su puño vuela, me alcanza en la mejilla, y me río,
retrocediendo un paso solo para lanzarme y golpearlo justo debajo
de su ojo izquierdo, pero eso es todo lo que llega antes de que
todos griten y nos separen.
Aunque no antes de que le escupiera en la cara.
Pedazo de mierda.

Demi
Hay una pérdida de balón en las bajas y la ofensiva inicial
vuelve al campo.
Espera, ¿dónde está...?
—¿Ya habrá entrado Alex? —entrecierro los ojos y lo veo en la
línea lateral, con el casco en las manos.
—No lo creo —Carley me ofrece un regaliz—. ¿Quizás esté
herido?
—Sí, tal vez —no lo mencionó, no es que eso signifique nada.
—Tío, Demi —se ríe, recostándose en la grada detrás de ella
—. Mira a tu chico de laboratorio.
Me burlo.
Como si alguien pudiera extrañarlo a él y a su manga y
guantes de neón.
Si no lo sabías de boca en boca, no tenías ninguna duda
después de un solo juego, Nico es el jugador estrella, un receptor
inicial y listo, el hombre de Trent.
Lo juro, incluso en los partidos fuera de casa los locutores lo
adoran.
Es de metal y la pelota es su imán volador, no importa dónde
ponga Trent el pase, todos saben que Nico estará allí para atraparlo.
Lástima que su actitud apesta.
En el segundo en que se rompe la pelota, suena mi teléfono, el
nombre de mi madre parpadea en la pantalla.
—Ignórala —dice Carley.
—Sólo seguirá llamando.
Respondo, sin decir una palabra antes de que ella comience a
gritar.
—¿Dónde estás?
Arrugo la frente. —Estoy en el juego.
Su exhalación molesta no se pierde. —Necesito ir a buscar tu
tarjeta, tengo un viaje fuera de la ciudad con las chicas y necesito
asegurarme de tener más, por si acaso.
Me alejo de Carley, bajando la voz—. Tengo la fiesta de Krista
este fin de semana, la necesito.
—Te traeré el dinero que tengo, y Demi, no le menciones esto
a tu papá. Volverá a reducirlo de mis gastos.
Como debería.
—Lo que sea —murmuro—. Llámame cuando llegues.
—No, sal al estacionamiento ahora, así no tendré que
esperarte más tarde.
—¿Ya estás en camino?
—Sí, sí —bufó—. Voy en camino.
La línea se corta.
Con un suspiro, guardo mi teléfono en mi bolsillo y le hago
saber a Carley que estaré de regreso en unos minutos.
Como debería haber esperado, algunos se convierten en más,
y antes de que me dé cuenta, suena el marcador, indicando el final
del cuarto trimestre, y aún así, mi mamá no está aquí.
Intento llamarla por tercera vez, pero no responde, así que le
envío un mensaje de texto.
Por supuesto, ella responde a eso instantáneamente.
Mamá: Lo siento, estaré allí en cinco.
Me burlo, metiéndolo en mi bolsillo.
No pasa mucho tiempo antes de que Carley salga por la
puerta, seguido por una multitud de asistentes al juego. —¿Aún no
está aquí? — espeta.
—Dice que estará aquí en cinco.
Ella niega con la cabeza. —Dile que te llevaré a casa ahora
mismo para que la conozcas, probablemente todavía esté allí.
—Está bien —le paso la oferta—. Ella simplemente se
estresará y actuará como una idiota.
Macy y Krista están fuera de la puerta en el siguiente segundo,
sus bolsas colgadas sobre sus hombros.
—¡Oye! —Krista sonríe—. ¿Están listos para ir?
Se suponía que íbamos a salir a comer pizza y hablar de los
planes finales para su cumpleaños, pero ahora estoy molesta y me
palpita la cabeza. —Estoy en algo, tengo que esperar a mi mamá.
Sin embargo, llámame si me necesitas.
—¿Estás segura? — pregunta Macy—. ¿Podemos esperar o
nos puedes encontrar más tarde?
—Sólo seré una incomodidad y quién sabe en qué estado de
ánimo estará ella.
—¿Cómo vas a llegar a casa? — pregunta Carley.
—Ella puede dejarme de camino. Ustedes vayan, estoy bien.
Asienten, se acercan para un abrazo y luego se van.
Media hora más tarde, cuando el estacionamiento está casi
vacío aparte de los autos de los jugadores mayores, el equipo de
limpieza y el autobús del equipo de viaje, mi mamá envía otro
mensaje de texto.
Mamá: Encontré el dinero en efectivo en tu cajón, así que
no pasaré por ahí. Mantente segura, diviértase.
—Ugh —pongo los ojos en blanco ante la pantalla y meto en el
bolsillo mi celular mientras pateo la valla.
También te amo.
—¿Te pongo así de enferma, Pequeña D?
Mi cabeza gira a la izquierda para encontrar a Nico saliendo
del otro lado del edificio, su bolsa de fútbol colgando de una mano,
batido de proteínas en la otra.
—Padres —dejo salir una risa apretada, y aparto la mirada con
el ceño fruncido—. Son... molestos.
—Oí eso —dice, y mi mirada vuelve a la suya—. ¿Dónde están
tus amigos?
—Fuera. ¿Dónde están los tuyos? —le respondo con descaro,
mirando hacia atrás, pero nadie me sigue.
—He sido molido por el entrenador.
—Pero aquí estás.
—Yo no cometo errores —dice con seriedad, encogiéndose de
hombros.
—Cierto —asiento con la cabeza y sigo adelante—. Bueno,
nos vemos mañana, supongo.
—No hay autos en el estacionamiento en la dirección en la que
estás caminando, Davenport —grita después de unos segundos.
Me doy la vuelta mientras se acerca a su camioneta.
—Porque estoy haciendo precisamente eso, Sykes.
Caminando.
Tira su bolso en la parte de atrás, apoyando sus antebrazos en
la cama. —Te llevo a casa.
—Gracias, pero estoy bien.
—No te lo pregunté.
Mi cabeza se echa hacia atrás. —¿Disculpa?
Me ignora, camina alrededor de su camioneta y abre la puerta
del pasajero, sus ojos mirándome. Levanta la barbilla expectante.
Este chico.
—Dije que estaba bien.
—Y dije que no estaba preguntando —responde bruscamente,
con cara severa—. No estás caminando a casa sola en la maldita
oscuridad.
—Sobreviviré.
—Entra.
Cuando no me muevo, sino que cruzo los brazos, sus ojos se
entrecierran más, sus palabras tan afiladas como su mirada.
—Voy por el mismo camino. Vivo justo detrás de ti, estás
molesta. Ni siquiera tenemos que hablar. De hecho, odio hablar
después de un juego.
—¿A diferencia de qué, tu yo habitualmente hablador? —
bromeo.
Parpadea. —El juego terminó, tus amigos se fueron. Vámonos.
Así es, el juego acaba de terminar...
—Sabes qué —pienso en voz alta—. Esperaré a Trent, le
pediré que me lleve.
Nico frunce el ceño. —Trent consiguió que lo llevara otra
persona.
Mueve la mano hacia el borde de la puerta y me mira mientras
una nube de advertencia se posa sobre él.
No me "permitirá" caminar.
Con un gruñido molesto, cedo.
No es como si quisiera caminar a casa, habría traído mi propio
auto si hubiera sabido que la noche terminaría así. Aún así, viajar
con Nico no es el camino ideal a casa.
Me pone ansiosa... o algo así.
Me acerco, me deslizo en el asiento y lo miro cuando me
bloquea para que no alcance la manija para cerrarla de un tirón. —
¿Feliz?
—¿Por qué esto me haría feliz?
—Porque tú ganas.
Él baja, poniendo su rostro a la altura del mío, y tomo una
bocanada de aire.
—Siempre lo hago —Su voz es un susurro sensual—. Quizás
quiera acostumbrarme a eso, D.
Golpea la puerta.
Bastardo arrogante.
Empiezo a abrocharme el cinturón cuando da un paso para
subir al asiento del conductor.
Justo cuando Nico pone el camión en marcha, el resto del
equipo se derrama a la vuelta de la esquina, pero salimos del
estacionamiento antes de que lleguen a la acera.
Mi teléfono suena un minuto después.
Excelente. ¿Mi mamá decide venir ahora?
No miro, pero respondo mientras me lo llevo al oído.
—Sí —me arrastro, agravada.
—¿Demi?
Me lo quito de la oreja, miro la pantalla y mis ojos se abren.
Oh, mierda.
—Oye —digo, encogiéndome internamente mientras me aclaro
la garganta.
El ceño de Nico se desliza hacia mí, pero finjo que no me doy
cuenta.
—Es Alex.
Una ligera risa me deja. —Sí, me doy cuenta de eso ahora. Lo
siento, pensé que mi mamá me estaba molestando de nuevo.
Se queda callado unos segundos antes de preguntar: —
¿Todavía estás en la escuela?
Me alejo de Nico. —No, me acabo de ir.
—Oh.
¿Oh?
—No vi tu coche — dice.
—Sí, me están llevando a casa.
—Huh —hace una pausa—. Estaba pensando, tal vez podría
detenerme un minuto, ya sabes, si te vas a casa de inmediato...
Aprieto mis labios hacia un lado para luchar contra una
sonrisa. —Estoy yendo. Se suponía que debía quedarme en casa
de Krista un rato, pero decidí no hacerlo.
—Genial —Alex se queda callado un momento—. ¿Envíame
un mensaje de texto cuando estés allí?
—Lo haré —le digo, asintiendo con la cabeza a pesar de que
no puede verme, y cuelgo.
—¿Quién era ese?
Nico dispara, tal vez incluso antes de que termine la llamada, y
mi cabeza se vuelve hacia él.
Frunzo el ceño. —¿Pensé que no te gustaba hablar después
de un juego, o ya sabes, en lo que a mí respecta?
Una mirada aburrida es su respuesta.
Ahora que estoy más cerca de él, y hay un poco de luz aquí
desde su tablero, un pequeño hematoma debajo de su ojo derecho
se revela.
Eso no estuvo en la clase hoy...
No sé por qué, pero después de un incómodo minuto de
silencio y de convencerme de no preguntarle sobre su herida de
batalla, decido responder a su pregunta.
—Era Alex.
—Te dije que él estaba con otra persona.
Otra respuesta instantánea...
Su agarre en el volante se aprieta.
Miro de sus manos a su rostro. —¿Te refieres a la misma
persona con la que estás?
—No lo estoy.
Sus ojos, oscuros y llenos de algo indefinible, se encuentran
con los míos durante una breve pausa antes de enfocar su ceño
fruncido en la carretera.
Nico se lame los labios, pero no dice una palabra más, y en el
fondo de mis entrañas, hay un tirón repentino.
Un minuto o dos más tarde, está estacionando frente a mi
casa, sin molestarse en mirar por encima o reconocer mi
agradecimiento cuando salgo.
Sin embargo, espera hasta que esté en la puerta para irse, que
fue más de lo que esperaba.
Tan pronto como estoy encerrada dentro, rápidamente le envió
un mensaje de texto a Alex para hacerle saber que estoy en casa.
Busco el camino a mi cama y me quedo ahí preguntándome
por qué Nico decidió compartir que ya no estaba durmiendo con
Sandra y me quedo dormida accidentalmente.
7
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

—Demi —Miranda, mi entrenadora de baile escolar, me llama


—. Baja en el segundo conteo, tu trasero debe estar a una pulgada
de tus tobillos. Eres la persona más flexible aquí, no te pongas mitad
de culo conmigo: aplaude y pasa al siguiente grupo.
Mi amiga Ava me mira sacando la lengua mientras pone los
ojos en blanco haciéndome reír.
Miranda es una fanática de la perfección, pero es buena. Es lo
que quiero ser, así que me gusta cuando me grita si soy una floja.
Hoy, sin embargo, estoy tan exhausta que casi desearía que ella no
estuviera siendo tan ella.
Afortunadamente, es solo una práctica de cuarenta y cinco
minutos que hacemos unos días a la semana antes de que
comience la escuela, y el tiempo pasa rápidamente.
Me enjuago en las duchas y me preparo lo más rápido que
puedo y luego me encuentro con Carley y las chicas en el
estacionamiento.
Krista me entrega un café helado en cuanto me acerco.
—Eres mi salvavidas, gracias.
—Sí —Krista gira de regreso a su auto, saca una pila de
cordones con tarjetas llave colgando de los extremos, pequeños
vasos de chupito enganchados también, y los agita.
—¡Mi papá las trajo a casa anoche! — chilla—. Añadí los
vasos de chupito, obviamente, ¡pero compruébalo! Tendremos
habitaciones separadas, cada una de las nuestras está contigua
para que podamos abrir las puertas del medio si queremos, pero
Trent está durmiendo totalmente en la mía, por lo que esa puerta no
se abrirá a menudo —ella sonríe como el gato de Cheshire—. A
menos que alguien quiera ver lo que le he enseñado...
—Está bien, basta —me río—. Mantengan su puerta cerrada,
por favor.
—Y tal vez dejen la televisión encendida —sugiere Macy,
haciéndome reír más.
Krista la mira un segundo, pero luego se ríe con nosotras. —
Sí, tal vez debería. Beberé, así que las cosas podrían ponerse un
poco extra, pero de todos modos, idiotas, ¡todas estamos listas para
salir a primera hora de la mañana! Entregaré las tarjetas cuando la
gente comience a llegar, pero la nuestra y un par más están en una
bolsa separada con nuestros nombres en ellos.
—Suena bien —asiento con la cabeza, supongo que les
explicó todo esto a las chicas anoche.
—¿A qué hora apareció tu mamá? — me pregunta Carley.
Considero mentir, pero en caso de que alguien lo haya visto y
lo mencione, admito: —Ella no llegó. En realidad, Nico me llevó a
casa.
—¿Te dijo algo? —Macy se desliza, lista para algún chisme.
—Fue literalmente un paseo, prácticamente silencioso.
—¡Está sucediendo! —comienza a cantar, pero me alejo,
dejándolas allí riendo.
—Adiós, pendejas. Nos vemos en el almuerzo.
Cuando me desperté esta mañana, habiéndome quedado
dormida accidentalmente la noche anterior, esperaba que un
mensaje de texto de Alex me estuviera esperando en mi teléfono,
pero no había ninguno.
Resultó que, mientras me dormía, cambió de opinión.
Entro en el consejo esperando que me hable sobre anoche,
pero terminamos trabajando en diferentes proyectos, así que la
oportunidad nunca llega y el día avanza rápidamente a partir de ahí.
En química, el Sr. Brando reparte una prueba rápida de tres
preguntas en el momento en que entramos. Solo toma cinco
minutos de clase y luego nos vamos a otra "sesión de vinculación",
esta vez en la biblioteca.
Nico, por supuesto, se mueve más rápido que yo y está a la
vuelta de la esquina antes de que yo esté completamente fuera del
aula, lo que habría sido perfecto si Alex se quedara atrás, pero
también logró llegar al pasillo antes que yo.
Ahora no me queda más remedio que buscar a Nico y
sentarme donde él quiera.
Camino a través de las puertas dobles del gran edificio de
ladrillos, mis pasos se ralentizan cuando veo a Sandra sentada en el
borde del mostrador de facturación, Alex apoyado contra él junto a
ella.
Sus ojos se elevan cuando intento pasar a hurtadillas, y sonríe
brillantemente. —Oye, Demi. Bienvenida —ella saluda con la mano.
Alex mira por encima del hombro sonriendo también, así que le
doy una sonrisa tensa y me apresuro a pasar.
¿Alex sabe que se está follando con Nico?
O espera, estaba follando con Nico, si interpreté correctamente
su rápido e inexplicable "no lo hago" de anoche.
Y, ¿en serio? ¿Todo lo que obtengo es una sonrisa después de
que dijo que vendría anoche?
Lo que sea.
Me libero de la irritación. Era algo de último minuto, así que no
era un gran problema, pero al menos debería decir algo.
Me abro paso entre las computadoras, y luego las áreas de los
grupos de estudio, e incluso las partes más oscuras y desiertas de
la biblioteca que esperaba que estuviera, pero no lo encuentra por
ninguna parte.
Cuando vuelvo por el lado opuesto, Alex y Evan se están
sentando y tengo que pasar por delante de ellos.
Alex levanta la cabeza y vacila ligeramente, pero luego se
pone de pie y se vuelve hacia mí.
—Oye —sonríe.
Mis ojos instantáneamente se fijan en el borde negro de su
izquierdo y se estrechan.
—Oh Dios mío, ¿qué te pasó?
Él da una ligera risa. —Fue durante el juego.
Excepto que no jugaste ayer.
—Parece que duele.
—No lo hace —Su respuesta es rápida y aguda, hasta el punto
en que estoy casi segura de que lo tomó como un insulto, pero
rápidamente se lo quita de encima.
—Oye, siento mucho lo de anoche — se disculpa, aunque su
tono no respalda sus palabras.
No digo nada de inmediato, asumiendo que habrá una
explicación, pero cuando él simplemente se queda ahí, niego con la
cabeza. —Oh, estás bien. Me quedé dormida tan pronto como
llegué a casa, así que me lo habría perdido de todos modos, pero
mejor me voy. Necesito encontrar a Nico.
Alex se ríe levemente, mirando detrás de él rápidamente. —
¿Cómo es ser compañera de Nico?
—Pues, sin incidentes —digo.
—¿En serio? —me mira, casi incrédulo.
¿Esperaba una respuesta diferente?
—Entonces, ¿ustedes no se llevan bien? —persuade.
¿Es así como lo llamaría? No lo creo...
—Él no es mucho de hablar, eso es todo, así que a veces es
un poco difícil.
Alex asiente. —Sí, eso apesta. Bueno, oye, la razón por la que
llamé anoche era para hacer una pregunta sobre nuestra tarea, pero
ya lo resolví, así que… —Asiente de nuevo.
Me quedo pálida un momento y considero recordarle que no
teníamos una asignación, pero no voy a hacer esto más incómodo
de lo que ya es.
—No te preocupes —le digo, y no puedo escapar lo
suficientemente rápido.
Una vez que estoy de vuelta en el medio del área de estudio,
hago una pausa, todavía sin ver a mi compañero fugitivo.
Justo cuando estoy a punto de rendirme y tomar un maldito
asiento, un destello de su cabello rebelde me llama la atención.
Nico se lleva los dedos a los labios, con el ceño fruncido en la
frente y alza la barbilla, llamándome.
Miro hacia atrás a la recepción.
Claramente Sandra es la asistente técnica en este período y
no veo a nadie más alrededor, así que me deslizo hacia el pasillo
largo y vacío en el que se esconde.
Nico empuja para abrir una puerta de custodia y me hace
señas para que me entre, pero cuando lo miro furiosamente,
negando con la cabeza, me agarra de la mano y me empuja a través
de él, dejando que la puerta se cierre detrás de nosotros mientras se
adelanta.
—¿A dónde me llevas? —susurro, subiendo las escaleras.
—Al techo. Obviamente.
Pongo los ojos en blanco a su espalda.
Obviamente.
Abre la puerta en la parte superior de la escalera, agarra un
ladrillo que está justo afuera y lo usa para ayudar a mantenerla
abierta.
Salgo, miro alrededor mientras camino hacia el borde y me
inclino un poco para mirar hacia abajo.
Al instante, unas manos grandes y fuertes encuentran mis
caderas y me echan hacia atrás.
Inhalo bruscamente, encontrándome con los ojos áridos de
Nico por encima del hombro.
Al ser más alto, me sorprende lo pequeña que todavía parezco
contra él.
Tal vez es la forma en que me tiene estrechada entre sus
anchos hombros lo que me hace sentir delicada.
Su mirada oscura está disgustada, pero un sentimiento oculto
marca su frente. —No seas tonta —dice finalmente.
—No me iba a caer.
—No, nadie piensa que va a caer cuando caen. Se llama
accidente.
Miro fijamente, mis ojos se posan en el moretón de Nico.
Espera.
¿Tanto Nico como Alex tienen moretones frescos en sus
caras?
—¿Qué te pasó en el ojo?
Él mira hacia abajo por su nariz, pero sus dedos se mueven
contra mis caderas. —No se preocupe por eso.
Claro. No somos amigos, ¿por qué me lo diría?
—Puedes soltarme ahora, estoy bastante segura de que ya no
corro el riesgo de caer en picado hacia mi muerte.
Sin ningún tipo de prisa, afloja su agarre, sus manos caen a los
costados mientras se aleja, asintiendo con la cabeza para que lo
siga al otro lado.
Redondeamos las unidades de aire acondicionado al extremo
opuesto del edificio donde hay cajas apiladas. Están elevadas tal
vez a un metro de altura, y a unos sólidos tres metros de la repisa,
algunas sillas de jardín que parecen haber sido clavadas encima de
las que te permiten ver por el costado sin estar cerca de ellas.
Es una vista perfecta de todo el campo de fútbol, y justo en la
yarda cincuenta.
No está muy cerca, tal vez a cien metros de distancia, pero
apuesto a que, por la noche, cuando las luces están encendidas,
todavía hay una vista muy clara.
En este momento, podemos ver personas corriendo por la
pista durante su hora de educación física.
—Esto es asombroso —me digo más a mí misma que a él.
Cuando voy a dar la vuelta, un taburete alto empujado contra
el edificio de ladrillo en el otro extremo me llama la atención.
Doy los pocos pasos para bajar de las plataformas, me acerco,
me agarro al respaldo del asiento y miro hacia afuera. Mi frente se
frunce de inmediato, y giro mi mirada hacia Nico, que está parado
donde lo dejé, observándome con ojos abiertos, pero de alguna
manera todavía ilegibles.
Lentamente, se deja caer en uno de los asientos. Cuando su
barbilla se eleva ligeramente, rompo el contacto y me enfoco hacia
adelante de nuevo. Doy un paso hacia la repisa, colocando mis
manos en el borde del ladrillo, pero no me inclino esta vez.
Recorro cada centímetro del jardín que ayudé a plantar en mi
primer año. Las flores se colocaron intencionalmente en forma de
media luna, dejando una gran abertura de césped suave y fresco en
el centro y frente a la pared de vidrio de la biblioteca, lo que brinda a
quienes eligieron un asiento en la ventana el escenario perfecto en
caso de que necesitaran un minuto respirar.
Yo, sin embargo, lo uso fuera del horario.
Alrededor de las cuatro o cinco de la tarde, el sol se coloca
justo contra el edificio, lo que permite que las ventanas funcionen
como espejos.
Lugar perfecto para que trabaje una bailarina.
Está aislado, ininterrumpido. Hermoso.
El consejo eligió este lado de la escuela para el jardín porque
no hay clases en este lado del campus, lo que significa que no hay
tráfico peatonal que destruya nuestro arduo trabajo.
Mis ojos se posan en el taburete y luego se dirigen a Nico, que
está inclinado descuidadamente en su silla, entrecerrando los ojos.
¿Significa esto que me ha visto practicar?
Me dirijo hacia él, acomodándome en el asiento frente a él.
Después de unos minutos sin que ninguno de los dos
hablemos, le pregunto: —¿Vas al cumpleaños de Krista este fin de
semana?
—No.
—¿Por qué no?
—¿Importa?
Con un suspiro, vuelvo a mirar a través del pequeño conjunto y
confirmo que las sillas están clavadas a la madera. —¿Trajiste todas
estas cosas aquí?
Niega con la cabeza. —Lo encontré en mi primer año.
Supongo que algunos profesores solían colarse aquí para fumar,
pero he estado subiendo durante años y nada se ha tocado ni
cambiado de cómo lo dejé, así que creo que ya no lo hacen —un
ceño fruncido repentino cubre su rostro—. Si la gente se entera de
este lugar, comenzarán a cerrar la puerta.
Lo miro un momento antes de desviar la mirada. No me habría
traído aquí si hubiera pensado que lo delataría.
—No voy a estropear tu zona de relajación, Nico. Tengo uno
propio y me enojaría si alguien me lo arruinara.
—El ático a la izquierda del escenario del teatro.
Mi cabeza gira hacia él —¿Como sabes eso?
No dice nada, pero sigue mirando con un vacío deliberado.
—¿Te lo dijo Trent?
Eso lo tiene parpadeando con fuerza, y lentamente, se inclina
hacia adelante, colocando sus antebrazos sobre sus rodillas
mientras pronuncia su pregunta con un tono helado. —¿Y cómo lo
sabría Trent?
Mi piel se eriza ante el cambio repentino en él.
Es extraño, su expresión permanece completamente en
blanco, pero sus ojos muestran...
¿Enfado?
¿Frustración?
Tal vez.
—Sabes que su mamá y la mía son amigas.
—¿Y eso significa que él sabe a dónde te gusta ir cuando te
enojas o te enfadas, o simplemente tienes el puto descanso de tener
que fingir que eres perfecta todo el tiempo? —escupe, su elección
de palabras lo hace parecer como si él sabe y comprende lo que
pasa por mi cabeza.
No hay manera de que pueda.
Ignoro la repentina densidad en el aire que nos rodea.
—Estoy lejos de ser perfecta —me defiendo, cambiando
afectivamente de tema.
—Lo sé —dice rápidamente—. Por eso dije tratando de ser.
Lo miro. —Yo no…
—Sí, tu si — desafía—. Siempre estás en la escuela temprano,
no te vas hasta tarde. Tienes calificaciones perfectas y aún obtienes
créditos extra, has tenido una asistencia perfecta desde siempre.
Saludas a todos los que pasan a tu lado, te ofreces a ayudar a más
personas de las que deberías, incluso como si tuvieras tiempo para
ello —inclinó la cabeza—. Simplemente sonríes y saludas de mano
a la chica del tipo por el que estás caliente como para querer follarlo,
eso si ya no lo has hecho.
—Me haces sonar como una santurrona, una buena cazadora
de alabanzas. No es lo que soy.
—¿Todo lo que acabo de decir no es cierto?
Mis labios forman una línea apretada y aparto la mirada.
No voy a decirle que tengo que hacerlo bien para apaciguar a
mi mamá o que quiero hacerlo tanto para poder salir de mi casa y
poder decir que lo hice por mi cuenta. No es que le importara
escucharlo.
Mantengo mi respuesta simple para su culo arrogante e
hipercrítico.
—No hay nada de malo en querer tener un buen desempeño
en la escuela y ser amable con otras personas, lo que es lo correcto.
En lo que respecta a Sandra, ella es su propia persona y Alex no es
mío —le espeto —. Así que sí. Fui agradable y seguiré siéndolo.
—¿Por qué?
Mis ojos vuelan hacia los suyos. —Porque si.
—¿Crees que captarás la atención de ese idiota siendo
amable? Dime, D, ¿qué tan amable fuiste con él anoche? —Su labio
prácticamente se curva.
Debo delatarme, porque la risa oscura deja a Nico.
Se desplaza, inclinándose más hacia la derecha. —No se
presentó.
Cuando no digo nada, niega con la cabeza. —Sin embargo,
todavía irás tras él, ¿no?
¿Qué le pasa a este chico?
—No es como si todo mi objetivo fuera convertirme en la novia
de Alex Hammons —replico.
Su rostro se tuerce. —¿No es así?
Me muevo hacia adelante en mi asiento, cabreada.
—Me gusta, es cierto. Me gustaría tener alguien con quien ir a
toda la mierda divertida de los seniors de este año, claro, pero no
siento la necesidad de tener que ser una perra con personas
inofensivas para que eso suceda —mis cejas saltan—. Quieres
sentarte aquí y fingir que me conoces tan bien, pero si piensas por
un segundo, soy del tipo que se convertirá en lo que ella cree que
alguien más quiere para ganar, estás equivocado. ¿De qué serviría
tenerlo si ni siquiera puedo ser yo? —pregunto, pero no como
respuesta—. Si no le agrado como soy, jodidamente bien.
¡Estoy bastante segura de que podría, idiota!
No le digo eso.
Nico lo fulmina con la mirada, pero una vez más, hay un
cambio inesperado en él.
De repente, sus ojos están menos seguros, de qué, ni siquiera
puedo fingir entender.
En el siguiente segundo, el temporizador de mi teléfono suena,
y me disparo desde la silla, ansiosa por salir de aquí. Tenemos que
volver a bajar, solo quedan diez minutos y el señor Brando podría
empezar a buscarnos.
No se mueve, su mirada oscura y mesurada.
Finalmente, se pone de pie, dando un paso hacia mí hasta que
está directamente frente a mí, todo mi cuerpo envuelto en una
sombra.
Se queda allí, con el rostro en blanco y una densa niebla de
irritación que lo rodea, lo que le dificulta la respiración.
Nico permanece con los labios cerrados por unos sólidos
treinta segundos, y luego finalmente se desliza, su pecho rozando el
mío con descuido mientras lo hace.
Solo cuando el roce del ladrillo contra el cemento llega a mis
oídos, me doy cuenta de que estoy congelada donde él me dejó.
Una exhalación irregular me abandona, y me aclaro la
garganta mientras paso por el marco, dejándolo que me siga.
Me sobresalto cuando la puerta se cierra detrás de mí, Nico en
el lado opuesto.

Me tomo mi tiempo conduciendo a casa, poniendo una cazuela


congelada en el horno para la cena en el momento en que entro, y
luego me ocupo de mi tarea.
Ya he comido y estoy terminando mis asignaciones de fin de
semana cuando la puerta principal se abre y se cierra abajo, la voz
de mi madre se escucha fácilmente mientras discute con alguien por
teléfono.
¿Por qué está en casa?
Son poco más de las ocho cuando llega, pero el golpe en mi
puerta no llega hasta dentro de veinte minutos.
—Está abierto —grito, ya temiendo su entrada.
Mi mamá abre la puerta, mirando alrededor de la habitación
antes de que sus ojos caigan sobre mí sentado en mi asiento junto a
la ventana, rodeado de libros de texto y papeles.
Ella entra, toma el control remoto de mi televisor y lo apaga.
—Siempre estudiando —Ella enlaza sus manos frente a ella.
Lo juro, es la mujer más difícil de complacer. Quiere que sea la
señorita Socialité y la futura puta presidenta sin tener ni idea de qué
cuál de las dos quiere más.
Si no me quitara todo esto de en medio ahora, me vería
obligada a hacerlo en la playa en algún momento de este fin de
semana.
—Hola a ti también —me burlo, mirando de nuevo a mi
escritorio.
—Oh para. Te vi antes de la escuela ayer.
Porque eso es suficiente para las dos.
Se acerca a mi estantería, pasa el dedo por ella y frunce el
ceño ante el polvo. —Estaba pensando en esta fiesta de Krista.
Mi cerebro se congela a mitad de una palabra y levanto la
mirada hacia ella.
Ella levanta la barbilla. —No estoy segura de que sea una
buena idea que vayas.
Dejé mi cuaderno a mi lado, volviéndome hacia ella.
¿De Verdad? ¿Está haciendo esto sin audiencia?
—Salimos en menos de doce horas y ya dijiste que podía.
—Bueno, estoy reconsiderando mi respuesta. Soy tu madre, lo
tengo permitido.
—¿Pero por qué?
—Por un lado, no me di cuenta de que el lunes era un día libre,
lo que les da tiempo libre adicional. Tres días es mucho para que los
niños corran sin supervisión. Dios sabe lo que pasará allí.
¡Ni siquiera sabes lo que sucede aquí!
—Sabes que el papá de Krista es muy cauteloso, habrá
seguridad en todo el lugar y él estará en la misma calle.
—Aún así —pasa a mi lado, me cierra las cortinas y me corta
la vista que tenía de las estrellas—. Estoy preocupada. No es como
si tuvieras a alguien que te vigile y proteja.
Mi cara se arruga. —¿No es ese el propósito de la seguridad?
—No seas listilla. ¿No crees que es extraño que seas un
estudiante de último año, que apenas tengas citas y que siempre
estés en casa?
Quiero preguntarle cómo lo sabía, pero decidí no hacerlo. —
No. No me parece raro.
—Bueno lo es para mí. Tienes una cara bonita, un cuerpo en
forma y buenas notas —me resume con poca o ninguna pasión—.
Necesitas un brazo del que agarrarte.
—Dice la persona que constantemente me recuerda que nunca
tengo que depender de nadie y no cometer el mismo error y quedar
embarazada en la escuela secundaria.
Parpadea. —El control de natalidad es tu amigo, hija. Es por
eso por lo que has estado con él desde el segundo año, y hay una
diferencia entre necesitar a alguien y tener a alguien. Nunca
deberías necesitar, pero deberías tener lo que te vendría bien —
Fingió estar concentrada en mi vitrina de trofeos—. Pasé algún
tiempo con Clara esta noche.
Clara, siendo la mamá de Trent.
Por supuesto.
Niego con la cabeza, sabiendo exactamente lo que iba a decir.
—No empieces con esto de nuevo.
—No entendemos por qué Trent y tú no estáis juntos, eso es
todo.
—Porque no nos gustamos.
—Las relaciones no siempre comienzan así, Demi.
La miro boquiabierta. —Estoy bastante segura de que lo
hacen.
—Bueno, creo que es hora de que lo reconsideres. Pasa algún
tiempo con él.
Salto a mis pies. —¡Está saliendo con una de mis mejores
amigas!
—Y tu mejor amiga, como la llamas, es una chica ramera que
no va a ninguna parte en la vida y no lo merece. Terminará forzada a
unirse a sus padres en el sector inmobiliario.
—¿Hay algo malo con eso?
—Nada, si quiere apostar en el mercado para proteger su
futuro.
—A sus padres les va bien.
—Y Trent tiene una aerolínea. Dime cómo esa chica es más
adecuada para él que tú.
Mi boca se abre, pero no sale nada, así que niego con la
cabeza.
No sabe de qué está hablando.
Krista es inteligente y hermosa; es amable y respetuosa con
sus padres, quiere ser maestra y madre, y no le importa un comino
el dinero que tiene su padre. ¿Le gusta gastarlo? Sí, pero ¿qué
diecisiete, dieciocho en días, no lo harían ustedes cuando su padre
está dispuesto a permitirlo?
Sin mencionar que era virgen cuando se acostó con Trent, ¡no
una ramera!
Mi mamá es una gilipollas y no es quién para hablar.
Ella frunce los labios. —Te dejaré ir a esta fiesta, pero voy a
pedir que tal vez tú y Trent den un pequeño paseo o intenten pasar
unos minutos solos.
Es una jodida loca.
—No tienes que ir más lejos, pero este es tu último año de
escuela, y en algún momento la va a dejar porque sabe que ella no
es lo que necesita, y cuando eso suceda, debes ser tú en quien
piense antes de que ustedes dos terminen en universidades en
extremos opuestos del país.
Me muevo hacia mi puerta, manteniéndola abierta para que
entienda la indirecta de que quiero que se vaya. —No lo haré, y
deberías dejar de decir cosas como esta. Todo lo que vas a hacer es
hacer que sea incómodo cuando esté cerca de él porque me sentiré
culpable todo el tiempo cuando no tenga ninguna razón para
hacerlo. Somos amigos, y si quieres que al menos seamos eso,
déjalo en paz.
Con un repugnante disgusto me devuelve la mirada mientras
camina hacia mí, deteniéndose antes de salir. —Las amistades
nunca deben triunfar sobre el futuro.
—Se supone que el futuro se gana, madre, no por elección del
cónyuge.
—No me juzgues —se eriza—. Tu padre no era nada cuando
lo conocí.
—Sí, y tú tampoco.
—Si no te vas a ayudar a ti misma, Demi, yo te ayudaré.
—Buenas noches, mamá, ¿o debo despedirme, supongo que
te vas de nuevo?
Tiene la decencia de parecer culpable, pero solo por un
momento antes de cuadrar los hombros. —Vine a dejar mi coche,
voy con las chicas a Wine Country. Están esperando ahora.
—Entonces será mejor que te vayas, y mi día estuvo bien,
gracias por preguntar —le cierro la puerta en la cara y dejo caer mi
cabeza contra ella.
—Sé inteligente y avísame cuando llegues —dice ella, luego
sus tacones la llevan de regreso escaleras abajo y afuera.
Pongo los ojos en blanco, guardo todo mi trabajo escolar y
engancho mi teléfono. Me dirijo al patio trasero, pongo una lista de
reproducción de estilo libre y dejo mi teléfono en una silla.
Tomo unos minutos para estirarme, luego, cuando la canción
cambia, rápidamente me desplazo al centro de la hierba, de cara a
las grandes ventanas.
Ne Yo y Juicy J's “She Knows” comienza a tararear en mis
oídos y mi cuerpo comienza a moverse como le plazca. Sin
pensamientos, ni presión.
El mejor sentimiento de todos.
Bailo a través de una lista de reproducción completa, y solo
hago una pausa cuando me interrumpe una llamada telefónica.
Tomo un sorbo rápido de agua y me limpio las manos con una
toalla antes de recogerla.
—Hola papá.
—Hola corazón. ¿Mal momento?
—No, está bien. Solo estaba practicando —respiro hondo otra
vez—. ¿Qué pasa?
—He recibido una alerta del banco —dice con una breve pausa
—. Hubo un sobregiro en tu cuenta.
Me tenso.
Ella no lo hizo.
Entro rápidamente a la casa, sacando mi billetera de mi bolso
junto a la puerta.
—Demi.
Retiro el bolsillo lateral y, efectivamente, mi tarjeta se ha ido.
¡Maldición!
Mi mano cae y aprieto los ojos cerrados. —Lo siento, papá. No
tuve la oportunidad de... verificar el saldo. Mañana saldré de la
ciudad para el cumpleaños de Krista y... —Divago una mentira,
tratando de encubrir cuando no estaba preparada.
—Has gastado más de lo normal —dice.
Tengo que vivir con la mujer, tratar con ella más a menudo, lo
que significa que, si le miento a alguien, lamentablemente tiene que
ser él.
—Lo sé, últimamente han pasado muchas cosas por aquí.
¿Puedo conducir hasta la ciudad el próximo fin de semana y
trabajar? —ofrezco.
El bufete de abogados de mi padre está en el centro de San
José, a una hora o más de tráfico desde donde yo estoy en Santa
Cruz.
Viajo de ida y vuelta durante mucho tiempo, pero terminó
comprando un lugar más cerca hace un par de años.
Está callado por un momento, y casi creo que me va a llamar
por lo que debe saber que es una mentira. Ve las declaraciones y
dónde se está utilizando la tarjeta.
—No, cariño —dice en voz baja, la decepción, tal vez un poco
de culpa, también, se escucha fácilmente—. No tienes que hacer
eso, pero gracias por ofrecerte. Tal vez ser un poco más consciente
de tus gastos, ya sabes, si puedes.
Él sabe totalmente que es ella.
Aprieto mis ojos cerrados. —Lo siento de nuevo, papá.
—Todo está bien. ¿Me verás durante el fin de semana
mientras estás fuera?
—Lo haré.
—Te amo.
—Te amo —le digo—. Adiós.
Cuelgo y dejo caer la cabeza hacia atrás, suspirando hacia el
techo antes de mirar mi billetera.
Dijo que llegó a casa para dejar su coche.
Pura mierda.
No puedo esperar hasta que esté en la universidad y se vea
obligada a reevaluar o caer de culo.
Poniendo mi billetera en mi bolso, tomo un Gatorade azul del
refrigerador, una manta del respaldo del sofá y salgo para
acostarme en la gran tumbona. Me cubro las piernas con el suave
vellón, me pongo la sudadera con capucha y dejo que la música
suene tranquilamente a mi lado mientras miro las estrellas.
Es bastante pasada la medianoche, mi mente apenas ha
comenzado a despejarse de mis propios problemas familiares,
cuando el argumento silencioso de otro flota sobre la cerca.
—No voy a permitir más esta mierda tuya otra vez —sisea
Nico.
Siguen palabras frías de otra persona. —¿Y cómo un chico
punk como tú planea detenerlo?
¿Sr. Sykes?
No lo he visto en años.
—Ya no soy un puto niño, y no me quedaré aquí viendo cómo
tú o tu nueva esposa la destruyen de nuevo.
Oh, mierda, los rumores son ciertos. Los dejó y se volvió a
casar.
—¿Crees que podrías detenerme si lo intentaras? —se hace
eco de una risa fuerte, claramente intoxicada—. Tu mamá nunca me
dejará ir. Ella ruega ver mi cara. ¿Cuándo fue la última vez que tu
mamá te miró?
—No lo sabrías —La voz de Nico es un estruendo profundo
que tiene los pelos de mi cuello erizados—. La mantienes tan
drogada con pastillas que ni siquiera sabe qué día es la mitad del
tiempo.
Mierda.
Busco mis auriculares, sabiendo que ya he escuchado más de
lo que debería.
—Al carajo…
La música llena mis oídos, cortando las palabras de Nico.
Se necesitan algunas canciones para que mis músculos se
relajen, y cierro los ojos, dejando que el aire helado de la noche de
septiembre me recorra la cara.
Minutos después, mi música se detiene.
Busco ciegamente mi teléfono, pero cuando mi mano
encuentra un espacio vacío, mis ojos se abren de golpe.
Yo salto.
Nico está erguido, su sombra amplia y amenazadora, mi
teléfono firmemente sujeto en su agarre.
Él mira, la mandíbula apretada, gotas de sudor cubriendo su
frente—. ¿Grabaste eso?
Mis cejas saltan. —No —señaló mi teléfono y él apartó la
mirada de la mía, obligándolos a mirar la pantalla—. Es solo música.
Me conecté tan pronto como...
—¿Tan pronto como qué? —espeta—. ¿Tan pronto como se
volvió demasiado pesado para su mundo de libros de texto?
Me preparo para discutir, pero cuanto más lo miro, decido no
hacerlo.
Está estresado. Tenso.
¿Cansado?
Mis ojos se posan en su camisa, desgarrada en la manga y
estirada en el cuello, antes de volver a la suya.
Su rostro se endurece y corta su mirada hacia la cerca.
—¿Quieres hablar? —pregunto cuando tal vez no debería.
Se burla, sacudiendo la cabeza, todavía sin mirarme. —Te doy
un viaje a casa, para que no tengas que caminar en la maldita
oscuridad, y de repente asumes que quiero hablar contigo.
Lo miro y sus fosas nasales dilatadas.
Dijo que después de sus juegos no le gusta hablar. ¿Quizás es
lo mismo con todas las situaciones intensas para él?
—Bien, me alegro de que no estés a favor de ello —Lezo un
hombro y su mirada se desliza lentamente hacia los lados, de vuelta
a la mía mientras me deslizo en la tumbona doble, luego me
recuesto, mirando al cielo una vez más—. Eres un idiota y yo
tampoco quiero hablar contigo.
Se queda ahí, el calor de su mirada intensa quemando un lado
de mi cara por un minuto o dos antes de que una fuerte burla lo
abandone.
Nico se deja caer a mi lado.
Nos quedamos allí en la oscuridad, mirando las estrellas.
Sin hablar.
8
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

Todo estaba tranquilo, luego el DJ tuvo que ir y poner un jodido


hip—hop como si verla bailar al ritmo de la mierda de John Mayer
que estaba tocando antes no fuera lo suficientemente malo.
Esto es una tortura, y solo llevo dos horas.
No puedo lidiar con esta mierda un fin de semana completo.
Demi arquea la espalda, balanceando sus caderas al ritmo de
la música mientras sus amigas se turnan para acercarse, tratando
de seguirle el ritmo.
No pueden.
Juro que las caderas de la chica estaban destinadas a rodar.
Su largo cabello rubio oscuro acaricia la piel de su estómago
ligeramente expuesto, los ojos cerrados y los brazos en alto. Está
perdida en su propia mente, pero solo unos minutos antes de
abrirlos de nuevo.
Por décima maldita vez, su atención se desplaza hacia el idiota
cuya atención busca.
Sin embargo, es una lástima para D, el chico amante no la está
mirando.
No, sus ojos están pegados a las chicas que juegan al beer
pong, las que brincan de emoción, incluso cuando fallan. Las que
todavía no se han puesto la ropa cuando han estado fuera del agua
durante horas y el sol se ha ido el mismo tiempo.
Miro a Demi.
Sus hombros caen media pulgada, la derrota escapándose de
ella, pero rápidamente la limpia.
Una burla me abandona, y niego con la cabeza cuando el
pequeño grupo de chicas da varios pasos hacia la izquierda,
tratando realmente de entrar en la línea de visión de Alex. Ella
piensa que está siendo tranquila al respecto, pero no sabe que la
estoy mirando.
Es vergonzoso presenciar esta mierda.
El DJ anuncia la última canción de la noche y haciendo lo
contrario de lo que haría normalmente un cerrador, el idiota elige
pegarle más fuerte, y suena una canción más alegre que la anterior.
Todos aplauden.
Un repentino brillo travieso cubre el rostro de Demi, uno que
me tiene sentado hacia adelante en mi asiento.
Esto está destinado a ser malo.
Ella se mueve un poco más abajo, se dobla un poco más y
mueve la espada jodiendo más rápido, hasta el punto en que sus
chicas no tienen más remedio que dar un paso atrás y balancearse,
admirando mientras ella hace lo suyo.
Cuando incluso los ojos del DJ luchan por ver a la rubia
cegadora en el medio, me pongo de pie, y qué demonios sabes, la
cabeza de Demi se abre camino en el mismo segundo.
Ella titubea un poco, sus movimientos de baile se ralentizan un
poco, el cuerpo se mueve en mi dirección, por accidente, apuesto.
Me dirijo hacia ella con pasos pausados.
Cuanto más me acerco, más incómoda se pone, y para cuando
estoy directamente frente a ella, la chica ha dejado de moverse por
completo.
—Oye —dice vacilante, levantando la mano para apartar el
pelo de la cara—. No sabía que estabas aquí.
Me lamo los labios, tirando del inferior entre mis dientes un
momento—. Claro que no, D. Siempre has tenido la visión borrosa.
Ella retrocede un poco, pero no pregunta a qué me refiero.
Ella debería.
—Dijiste que no ibas a venir.
—Cambié de idea.
Ella asiente, mirando hacia sus amigos un momento antes de
traer esos ojos de vuelta a los míos. —¿Entonces que hay de
nuevo?
—Testosterona. Tu pequeño espectáculo fue tan efectivo como
esperabas.
Ella se eriza, sus cejas se inclinan en un ceño fruncido. —
¿Perdóneme?
—Probablemente sea una buena idea, o tal vez tenga que
llamar a tu mamá y decirle que no te estás portando bien —le digo.
Sus ojos brillan con sorpresa, endureciéndose solo un segundo
después.
Sé que espera que me vaya, la deje divertirse con sus amigos,
pero la noche ha terminado, y también su tiempo de juego.
—¿Quién diablos te crees que eres? —sisea, mirando a su
alrededor para ver quién está mirando.
Apuesto que el chico amante lo está haciendo.
La idea me hace querer alejarme de ella.
No lo hago, pero ella lo hace.
Se aparta del grupo, se precipita a través de la arena y abre
las puertas de doble vidrio, corriendo por el pasillo del hotel.
Sin embargo, no importa, la canción ya había terminado y la
gente está empezando a dirigirse a sus habitaciones de todos
modos.
La agarro por el codo justo antes de que pase por mi puerta, la
de ella, sin que ella lo sepa, siendo la que está justo al lado, y la
empujo contra ella, abarrotando su cuerpo.
La encierro, pero me golpea para hablar.
—¿Cuándo diablos hablaste con mi mamá? —me pregunta
enojada.
—Pareces tan sorprendida por su pequeña visita como yo.
—¿Qué te dijo ella?
—No te preocupes por eso.
Ella me mira boquiabierta, pero rápidamente se transforma en
un ceño fruncido, uno que no estoy tan seguro de que sea para mí.
—Entonces, Pequeña D, ¿todo eso para Alex Hammons?
—No sé de qué estás hablando.
—Seguro lo haces.
Una risa sale de ella y se cruza de brazos. —¿Por qué te
importa?
—No, pero era asquerosamente obvio —me burlo—. Triste de
verdad. Deberías bajar el tono un poco, no parecer tan dispuesto.
Su mandíbula se aprieta mientras intenta contenerse, pero no
puede.
—Quizá lo esté —dice ella con un tono falso de indiferencia.
—Cualquier otra chica se daría cuenta de que, si un chico no la
nota por su cuenta, es una causa perdida.
—¿Qué sabes de tener que luchar por la atención de alguien?
—espeta.
Esta vez soy yo quien deja escapar una risa sin humor.
Intenta apartar la mirada, pero dejo caer mi frente sobre la
suya para mantenerla mirando hacia adelante, y sus ojos se
oscurecen, tal vez con molestia, pero el color rosado que tiñe sus
mejillas no tiene nada que ver con el bronceado que obtuvo hoy.
Más y más voces llenan el área, así que arrastro mi mirada
hacia el pasillo. Con mis ojos entrecerrados veo a Alex y Sandra
caminando de esta manera, hacia una habitación.
Él se ríe de algo que ella dijo y luego mira hacia arriba,
viéndome parado aquí con Demi frente a mí y un ceño fruncido
instantáneamente tira de sus cejas.
Joder, hombre.
Hace una excusa que hace que Sandra se detenga con él y
hablen en un lugar, donde él puede fingir que no está obsesionado
con nosotros.
Miro de vuelta a D.
La tensión hace que su rostro se tense mientras se muerde el
labio inferior.
—¿En serio estás alucinada por él?
Ella me ignora, pero no puede ocultar el abatimiento que la
devora.
Cuanto más la miro a los ojos, un pensamiento realmente tonto
se asienta en mis entrañas, y una vez que comienza, no hay forma
de detenerlo.
Mi mente se acelera, nada más que destellos de la linda
bailarina frente a mí dando vueltas y vueltas y maldita sea.
No.
No, no... mala idea.
¿Hablar de la posibilidad de que todo sea contraproducente y
ahora saber con certeza que ella lo quiere? Será peor. Más difícil.
A no ser que...
Sus ojos verdes están bajos y en los míos, una pizca de gentil
preocupación escondida detrás de la inquietud.
¿Qué te preocupa, D?
—Nico —su voz se apaga, su mirada vagando por mi cara,
notando la pregunta escrita en ella.
Me ha visto con ella, en su espacio. Esto se puede leer de
manera muy diferente a lo que es, no puedo hacer mucho para
borrarlo.
Qué opción tengo en este momento, ¿verdad?
Cierto.
Joder, no debería.
De todos modos, lo hago.
Mantengo mis ojos en los de ella, necesitando ser testigo
primero, entregar la mirada en los suyos mientras deslizo mi mano
por su estómago hasta que llego al lazo de sus pequeños
pantalones cortos. La pongo en mi contra.
Su cadera casi se encuentra con la mía, es tan alta, uno—
setenta y seis o nueve contra mi uno—noventa y dos.
El shock hace que sus ojos se agranden, pero maldita sea, no
pelea conmigo en lo más mínimo.
—Actuar desesperada, ¿ese es tu plan para conseguir lo que
quieres? —cuestiono—. ¿Eres buena para llamar la atención de esa
manera?
Su boca se abre, pero esos labios se cierran con la misma
rapidez.
—No, no, D —la incito con un susurro—. Dilo.
—Estaba bailando, soy bailarina, no hay nada desesperado en
eso. Me lo estaba pasando bien con mis amigos.
Lucho por mantener la boca cerrada, pero la pequeña nube en
sus ojos normalmente brillantes de color verde provoca una irritación
que no puedo reprimir, y las palabras que no debería compartir se
me escapan. —No te querrá si te cuelgas como cebo.
Eso hace que vuelva a fruncir el ceño y levanta las manos,
tratando de alejarme, pero todo lo que hace es que parezca que me
está frotando.
Mi cuerpo es una jodida pared de ladrillos contra el suyo.
—¿Cómo diablos lo sabes? —sisea.
—Porque es un punk —deja de hablar, me maldigo, pero es en
vano, y joder si no digo más—. Quiere lo que pertenece a otra
persona. Se trata de perseguir a otro para un idiota como él.
—Tal vez pueda ser diferente.
—Quizá... tú puedas ser mía.
Las palabras le fallan y toma una respiración rápida por la
nariz, frunciendo el ceño mientras me estudia en silencio.
—¿Qué? —gruñe después de un segundo.
Lentamente, dejo que mis dedos se deslicen por su costado
desnudo. Cuando mi mano se contrae contra su piel helada, aprieta
los labios entre los dientes.
Acerco mi boca a su oído.
—Nico, ¿qué estás...?
—¿Cuál diablos es el punto de esta cosa? —exhalo contra
ella, mi otra mano tirando de la parte inferior de su aspirante a
sudadera con capucha.
Su trago no se pierde y miro con furia la suavidad de su cuello
mientras se inclina hacia un lado, tratando de escapar de mis
respiraciones calientes, pero todo lo que hace es provocarme con
una piel más cremosa y bronceada.
Una fuerte exhalación la deja. —Es un suéter corto para usar...
por encima de mi traje. Nico, ¿qué haces?
Muevo los pies hacia adelante, de modo que una de mis
piernas queda entre las suyas y la otra bloquee su cadera izquierda.
—Te lo dije.
Mi cerebro me dice una cosa y al mismo tiempo transmite otra.
Cállate la boca y vete, pero maldita sea, ¿no se siente bien?
Sigo adelante.
—Hammons quiere lo que tiene otra persona. ¿Eres una chica
que merece el tiempo y la atención de su competencia?
—Deja de actuar como si todos quisieran ser tú.
—Deja de actuar como si no lo hicieran.
—¡Dios! Eres tan…
—Cállate, D. Tu hombre todavía está mirando —se tensa
contra mí, sus dedos se doblan involuntariamente, haciendo que
parezca que están luchando por acercarse.
—Apuesto a que sus ojos están mi mano —le digo, arrastrando
mi palma sobre su piel, permitiendo que se deslice más abajo y esta
vez sus pequeñas uñas muerden mi piel—. Esperando ver hasta
dónde me dejarás ir, aquí mismo, a la intemperie, para que él... y
todos los demás sean testigos.
Me aparto, deslizando mi lengua a lo largo de mi labio inferior y
sus ojos me siguen, levantando lentamente los míos.
—¿Qué tan lejos me dejarás ir?
—Yo... —parpadea y niega con la cabeza ligeramente como si
estuviera confundida pero no pudiera concentrarse.
Discretamente busco en mi bolsillo mi tarjeta de acceso.
Cuando me aparto, sus manos permanecen pegadas a mi pecho,
pero su cabeza se aleja con la mía, una expresión insegura
estampada en su rostro.
—Vuelve y mira —le instruyo.
Como pensé que haría, duda un segundo, pero al final no
puede evitarlo.
Ella mueve la cabeza y la mía la sigue.
Algunos de nuestros compañeros pasan, mirándonos con
curiosidad, algunas chicas se ríen mientras un par de chicos
sonríen, y otros están demasiado entusiasmados o envueltos en sus
propias conexiones para darse cuenta, pero Alex no.
Sus pies ahora lo arrastran estúpidamente lento por el pasillo,
sus ojos recorren nuestra posición antes de levantarse.
Espero a que su mirada se mueva hacia la de ella, espero un
indicio de la puta sonrisa que sé que viene a continuación, la que les
da a todos, y la que sé que la hará sonreír ampliamente, toda
jodidamente esperanzada y mierda.
No pasará.
Antes de que pueda reaccionar, rápidamente envuelvo mi
brazo alrededor de su cintura y dejo caer mi cabeza en su cuello,
bloqueándola efectivamente de su vista. Deslizo la llave en la ranura
y la puerta se abre, así que rápidamente la empujo hacia atrás en la
habitación.
Se cierra detrás de nosotros, mis manos caen de ella en el
mismo segundo.
Sus palmas vuelan hacia arriba mientras está allí abierta, con
la boca, y finalmente, se agarra y me golpea con una pequeña
mirada.
—Qué... —niega con la cabeza, los ojos volando alrededor de
mi habitación—. Yo no... ¿por qué te desnudas? —chilla.
Ah, ahí está la ira.
La ignoro, arrojando mi camisa a la sillita mientras me quito los
zapatos.
—¡Qué diablos! —levanta los brazos solo para dejarlos caer a
los lados con una bofetada.
Me acerco a ella y sus ojos se posan en mi pecho desnudo.
Traga y aparta la mirada. —En serio, Nico, ¿qué es esto? ¿qué
fue eso? Mejor aún, ¿por qué diablos estoy en tu habitación? Esta
es tu habitación, ¿verdad, no entraste en la de otra persona?
Mi brazo se desliza junto a ella y ella contiene la respiración,
dejándola salir cuando levanto el control remoto frente a su cara y
doy un paso hacia atrás hasta que puedo recostarme en la cama.
—Ese era yo ayudándote —no puedo evitar que la irritación de
mi voz—. Apuesto a que el chico amante te llamará mañana en la
playa.
—¡¿Estás bromeando?! —grita—. ¡Pensará que nos vamos a
ligar!
—¿Y?
—Y... —sus ojos se abren, pero no tiene idea de qué decir, así
que va con la respuesta más obvia—. ¡Pensará que estamos
saliendo!
La nivelo con una mirada aburrida. —Eso es lo último que
pensará.
Su cabeza se echa hacia atrás, y como una mocosa, se cruza
de brazos. —Porque Nico Sykes nunca perdería su tiempo con una
chica como yo, ¿verdad?
—Error —Mi mirada se mueve hacia la de ella—. Porque Nico
Sykes podría follarte de cualquier manera.
Ella se burla. —Tu…
—Deja de hablar —la interrumpo, no interesada en escuchar
sus sollozos por ese idiota—. Te hice un favor, ahora no tendrás que
esforzarte tanto. Siéntate, juega en tu teléfono o mira lo que sea,
algo.
—Como si confié en ti lo suficiente como para sentarme en tu
cama contigo.
Mis ojos vuelven a los de ella y ella mantiene su mirada
intensa por un minuto, le daré eso, pero lentamente, se borra y ella
mira hacia la pared.
Ella confía en mí lo suficiente, como lo hizo cuando éramos
más jóvenes.
Puede que no hayamos sido amigos en los últimos años, pero
no soy un maldito extraño para ella.
—Sientate.
Ella se burla, moviéndose hacia la puerta en su lugar.
—Te vas, él pensará que eres una pésima mentirosa y ni
siquiera podías ayudarme a levantarlo.
—O —responde ella—. Pensará que eres un hombre diminuto
y se morirá por demostrar que puede aguantar más tiempo.
Una risa fuerte me abandona y pone los ojos en blanco.
—D, él sabe más que eso, pero haz lo que quieras. No digas
que no te lo advertí.
—No es como si estuviera parado ahí esperando a ver cuando
me vaya. Estoy segura de que ya está en su habitación, ya sabes,
con la misma chica con la que estabas follando no hace mucho.
Mis músculos se tensan.
Poco sabe ella que eso un puto ejemplo perfecto de lo que le
he explicado. Por qué le di esa idea, no lo sé. Tendré que arreglar
esto y rápido.
Me las arreglo para levantar los hombros. —Quizás, pero te
garantizo que todavía hay otros por ahí. La palabra viaja. ¿Quieres
ser la chica conocida como la provocadora que carga, pero no
puede apretar el gatillo y corta antes de soltarla?
Su mirada se vuelve un poco más profunda.
Se queda ahí parada durante unos sólidos cinco minutos,
probablemente jugando cada puta situación una y otra vez en su
cabeza, antes de gruñir, arrojar su pequeña bolsa y caer en la cama
a mi lado.
Gira su cuerpo, de cara a la pared opuesta. —De alguna
manera, mi habitación está junto a la tuya. Debería haber dejado
abierta la maldita puerta contigua, y ahora estaría en la mía.
—Muy malo para ti.
—No te soporto —gruñe, enojada, golpeando la almohada
para ponerse cómoda.
—No me importa —Tiro el control remoto a un lado, me
recuesto y cierro los ojos—. Y a menos que me despierte con tus
labios envueltos alrededor de mi pene, no te duermas aquí.
Ella jadea y yo sonrío.
Eso la callará.
9
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

—¡Demi, espera!
Hago una pausa a medio paso, mi cabeza girando sobre mi
hombro para encontrar a Alex trotando hacia mí, tal como Nico dijo
que haría.
Eso por sí solo es casi suficiente para que me moleste al
instante.
Casi.
Alex se acerca, así que me giro para enfrentarlo mejor.
—Oye —sonríe, pasando una mano por su cabello rubio.
—Oye —me río, poniéndome las gafas de sol en la cabeza.
—No te vi mucho anoche —dice mientras sus manos
encuentran sus caderas.
Un leve ceño se apodera de él, claramente mis esfuerzos
estaban más que perdidos en él.
Lo rechazo, permitiendo que una sonrisa se apodere de él. —
Las chicas y yo pasamos el rato en la playa antes de la cena, luego
la pista de baile me llamó por mi nombre.
Su sonrisa se profundiza. —Te gusta bailar, ¿eh?
Mi boca se abre, pero no sale nada.
¿Es en serio?
Tiene que saber que estoy en el equipo de baile como mínimo.
Quiero decir... ¿verdad?
—Así que eh —comienza, señalando el área de los taburetes
de la cafetería hacia la que me dirigía—. Estaba a punto de comer,
¿tú también quieres algo?
—Sólo un café para devolverme la vida. Voy a descansar un
rato, estoy agotada.
Se ríe, pero se corta rápidamente cuando sus ojos vuelan por
encima de mi hombro.
—¡Por supuesto que lo estás!
Mis músculos se bloquean con la voz intrusa de Nico, y estoy
rígida como una maldita tabla mientras envuelve sus largos brazos
alrededor de mi cintura, tirando de mí tan suavemente contra él de
una manera que solo puede ser su demostración de dominio. Besa
mi mejilla y mi piel se estremece de vergüenza.
Me quedo congelada, demasiado sorprendida para hacer o
decir una maldita cosa.
Por supuesto, Nico tiene que ir por ese punto extra.
—Si no lo estuvieras, eso significaría que no hice bien mi
trabajo anoche —murmura cerca de mi oído, su cara hundiéndose
en mi cuello y los músculos de mi estómago se tensan—. Y ambos
sabemos que eso no es cierto.
¿Qué demonios está haciendo?
Me arriesgo a mirar a Alex que me mira con curiosidad. Él mira
deliberadamente de Nico a mí y tengo tantas ganas de alejarme
ahora mismo, pero la mirada burlona que de repente se apodera de
Alex me asombra.
De ninguna manera Nico tenía razón...
—¡Oye, Alex!
Ambos miramos hacia un lado para encontrar a algunos de
nuestros compañeros de clase parados en la cima de la pequeña
colina de arena.
—Vamos a desayunar al café —anuncia nuestro amigo en
común, Frankie, examinándonos a mí y a Nico mientras habla con
Alex—. ¿Vienes? Espera, ¿eres tú, Sykes?
La alegría en su tono me hace considerar darle un codazo a
Nico en el estómago.
Nico levanta la cabeza, asintiendo en su dirección.
—Buenos días, Demi — canta otro chico de la escuela.
Ofrezco una sonrisa plana.
—Alex —insiste Frankie de nuevo.
Alex vuelve su mirada hacia Nico, luego hacia mí mientras
asiente. —Si. Ya voy —me sonríe—. Te encontraré más tarde, Demi.
—Estará ocupada —le dice Nico.
Tengo que pellizcarme para no fruncir el ceño.
Alex lo fulmina con la mirada mientras se aleja. —Nico.
—Imbécil —dice Nico.
—Sykes, ¿queréis ir? —grita Frankie de nuevo.
—No —digo rápido por si se le ocurre una idea brillante para
estar de acuerdo—. No, gracias.
Los chicos se ríen.
Nico no se mueve hasta que el grupo se pierde de vista.
Sus brazos caen y pasa a mi lado sin siquiera mirarme ni una
sola palabra de explicación.
Toma un segundo, pero luego me lanzo hacia adelante. —
¡¿Qué demonios?!
—Dices eso mucho.
—Sí, bueno, está bastante justificado, ¿no crees? —chasqueo
—. Difícilmente somos amigos, Nico. Me ignoras a menos que
estemos en clase y nadie más esté prestando atención o alrededor.
Pasas de caliente a frío con demasiada rapidez y siempre estás
cambiando. Ahora estás actuando todo exigente como si tuvieras el
derecho.
Da una media mirada por encima del hombro, ignorando todo
lo que acabo de decir, y luego se da la vuelta y se acerca a la
cajera. Ordena, volviendo a pararse justo frente a mí.
Una mezcla entre la ira y la irritación está grabada en su rostro,
ninguna de las cuales tiene sentido.
—Una cosa era, aunque sigue siendo una mala idea, seguirte
la mierda que hiciste anoche, pero básicamente confirmar el rumor
que estoy segura de que ya ha comenzado a extenderse. Ese es un
movimiento idiota.
Se encoge de hombros. —Hammons tiene que pensar que me
gustas, se necesita más de una noche para que eso suceda.
—¿Porque quién podría atarte? —mi tono gotea con
sarcasmo.
Nico me toma con la guardia baja cuando sonríe. —
Exactamente.
Me quedo atascada por un segundo, la vista es tan extraña,
pero luego salgo de ella.
—¡Estás loco?! —grito—. ¡No quiero que la gente piense que
me enganché contigo, y mucho menos que estoy, qué, saliendo
contigo! —mis palabras están mezcladas con una risa burlona.
—Sí —su expresión se vuelve feroz, y se apresura, cerrando la
brecha entre nosotros y forzando mi columna vertebral—. ¿Y por
qué no?
Mi frente se arruga. —¿Por qué estás presionando esto?
Su mandíbula se aprieta. —¿No lo entiendes? La gente nos vio
anoche. Ahora supondrán que eres una chica muy diferente de lo
que saben que eres —dice, casi preocupado—. ¿Eso es lo que
quieres?
Aprieto los ojos cerrados, negando con la cabeza. —Oh Dios
mío.
No soy una santa, pero no hay nadie que pueda decir que soy
fácil o putilla. Ahora podrían hacerlo. No debería importarme lo que
piensen los demás, son solo insultos, pero esta es la escuela
secundaria y la gente puede ponerse desagradable rápidamente y
por menos.
Mis ojos se abren de golpe. —¡Esto es tu culpa!
—¿Hacer que el idiota que quieres que te note es culpa mía?
—¡Él me vio antes, somos amigos, gilipollas! Esto no es una
mierda de Pleasantville, la chica puede hacer las preguntas y yo
tenía planeado hacerlo pronto, especialmente después de que él
quiso pasar el rato la semana pasada.
—Sí, ¿Cuán mal lo quería él, D? —se me pone en la cara—.
Tu chico ni siquiera pudo aparecer, apuesto a que no respondió
después de que le dijiste que estabas en casa, lo cual estoy seguro
de que hiciste en el momento en que entraste por la puerta.
Es un idiota.
—No pedí ni necesito tu ayuda —gruñí.
Él se burla, mirando de todos modos. —No, solo acabadas de
hacer el papel de zorra delante de todos mis amigos. ¿Qué,
pensaste que iba a dejar que eso sucediera?
Lo miro boquiabierta, levantando mis palmas perdida. —Yo
no... ¿por qué te importa?
—No me importa, pero solo se te permitió participar en este
viaje porque estoy aquí. ¿Qué, se suponía que debía dejar que un
punk se aprovechara de ti y se ocupara de tu seguridad con tu
madre? Joder, no.
Mi rostro se relaja cuando lo miro.
¿Eso es lo que le dijo mi mamá? ¿Después de decirme que
básicamente intentara robarle el novio de mi amiga? ¿Nico es su
nuevo plan de respaldo?
Qué montón de mierda.
—Eres tan despistada que ni siquiera es gracioso.
Levanta las manos como si dijera que es lo que es. —De
cualquier manera, estás atrapada siendo mía por un tiempo —se
hunde—. Su. Pe. Ra. Lo.
Niego con la cabeza, dubitativo. —La gente nunca creerá esto.
La vena de su cuello hace tics contra su piel, y empuja
increíblemente más cerca, tan cerca que casi tropiezo en la arena
detrás de mí, pero con el instinto de un atleta, su brazo serpentea
alrededor de mi cintura como parece que le gusta hacer,
manteniéndome de pie.
—Sí, ¿y por qué no? ¿Crees que eres mejor que yo o algo así
porque tu futuro parece más brillante? —escupe.
Mi cabeza se retuerce.
¿El futuro es más brillante? Nico debe tener docenas de
universidades después de él en este momento de su carrera
futbolística.
¿No cree en sus propias habilidades?
—Eso no es lo que quiero decir en absoluto —le digo, mi voz
más tranquila de lo que me hubiera gustado. Me lamo los labios y
aparto la mirada.
—D —Su tono es una orden suave—. Mírame.
Poco a poco lo hago.
Sus ojos son agudos y evaluativos. —¿Por qué?
Dudo un momento, pero cuando baja la barbilla expectante,
me sobresalto. —Bien. A pesar de cómo actué al respecto cuando lo
dijiste, tienes razón. Nadie esperaría que pudiera mantener el...
interés de un chico como tú durante más de una noche.
—Chicos como yo —dice.
Juro que está tratando de estar enojado, pero no lo encuentro
cuando lo miro, y no hay nada más que curiosidad en sus palabras.
—Si. Chico como tú. Descuidado, grosero, atlético y
demasiado popular a pesar de su actitud mandona. No olvidemos el
hecho de que no hablamos.
Sus rasgos se suavizan un poco, y me da una rápida mirada.
—Actúas como si fueras una nerd.
Una risa sale de mí. —No, pero tampoco soy una gatita sexual.
Sus labios se aprietan y tarda un segundo, pero me suelta,
moviéndose para tomar su orden.
Cuando regresa, es con un café en cada mano.
Lentamente, me entrega la segunda taza.
—Gracias —digo en voz baja mientras acepto la bebida.
—Creo que te sorprendería saber lo que se dice de ti en el
vestuario, Demi.
Con eso, se aleja, mis ojos siguiendo cada uno de sus pasos.
Una vez que está lo suficientemente lejos, me acerco al
pequeño mostrador y le entrego la taza a la chica.
Ella frunce el ceño.
—Él estaba... no sé, intentando ser amable, supongo, pero soy
intolerante a la lactosa. Puedo pagar uno nuevo.
La niña parpadea. —Pidió ambos con soja —dice ella.
Mi sorpresa debe ser evidente, porque la niña sonríe y la
empuja hacia mí. —Parece que el chico te conoce mejor de lo que
crees. Ella le guiña un ojo y vuelve a su trabajo.
Me doy la vuelta y me encuentro con Nico mirándome
directamente desde su lugar en el muelle.
¿Lo hace?
10
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

—Me desperté con una interesante serie de mensajes de texto


de una Josie asustada esta mañana —Trent me cuenta de mi ex
mientras se deja caer a mi lado en el banco.
—Fóllala.
—Lo has hecho, muchas veces —se ríe—. Sin embargo, estoy
bastante seguro de que esa es solo la mitad de la razón de su
pánico.
No digo nada.
También se queda callado un minuto antes de decidirse a
hacerlo. Su tono es un poco cauteloso, como debería ser. —¿Demi,
Nic?
—No lo hagas —le advierto desde la puerta.
Mis ojos la encuentran en la playa sin ningún puto esfuerzo. Se
quita la sudadera con capucha a pesar de que todavía hay un frío
matutino en el aire y no se molesta en poner una toalla antes de
dejarse caer en la arena, apoyándose en sus manos. Ella inclina la
cabeza para que el sol la golpee como ella quiere.
—No nos enganchamos anoche — lo admito.
—¿Cómo diablos acabó en tu habitación?
Me lamo los labios, sin dar la respuesta que me pide... —La
convencí de que la gente pensara que estamos juntos.
El silencio de Trent me tiene mirando en su dirección, y no me
sorprende la confusión que me devuelve la mirada.
—Resulta —comienzo con una risa baja y sin humor—. A ella
le gusta Hammons.
Me mira de cerca antes de que una maldición baja lo deje. —Y
Alex dijo esa mierda sobre pedirle que fueran formales.
Asiento, recostándome.
—Nic... no hagas esto. Esto no es lo mismo que...
—Ya me vio con ella, Trent —le corté—. Ya es un juego.
La inquietud marca su frente, y mi mejor amigo no puede
evitarlo. Lo intenta una vez más. —¿Seguro que es una buena idea,
amigo?
Termino mi café y luego me pongo de pie. —Nop.
En lo más mínimo.

Demi
—¡Novia, maldita sea! —la voz de Macy me golpea, y mis ojos
se abren, encontrando a mis amigos caminando entre risas. Cafés
frescos en sus manos.
—¿Novia? — Al principio estoy confundida, pero luego me doy
cuenta.
Mierda.
Nico.
¡Por supuesto que escucharon el rumor!
—No es lo que tú... —empiezo a negarlo cuando sus ojos se
levantan, sonrisas grandes y ojos saltones femeninos se apoderan
de sus rostros.
—¡Hablando del juguete de niño nuevo! —ríe Krista—. ¿Qué
pasa, Nic?
—Hola — Su voz profunda viene de detrás de mí, y de
repente, piernas largas y musculosas me enjaulan, su amplio pecho
me enmarca desde atrás.
Me tenso, mi mirada se fija en la de Carley.
Sus labios se aprietan, pero en una especie de uh lo entiendo.
—Entonces... esto es nuevo —arrastra Macy emocionada,
ninguno de ellos se mueve para sentarse.
—¡Cuéntanos cómo pasó! —Los ojos de Krista prácticamente
brillan por el jugo.
—Krista —comienzo, lista para distraerla de alguna manera,
pero pausa cuando Nico se encoge de hombros contra mí.
—Sólo era cuestión de tiempo —dice con pura confianza.
¡¿Solo es cuestión de tiempo?!
¿Es en serio?
Porque el imbécil más deseado de la clase de último año
nunca ha hecho nada para llevar a nadie a creer que éramos una
posibilidad. Y va en ambos sentidos.
Si, vale. Como si le fueran a creer…
—¡Es por eso por lo que estabas babeando por él en el juego!
—dice Carley.
Tanto los músculos de Nico como los míos se endurecen.
—Yo no estaba.
—¡Lo sabía! —chilla nuestra otra amiga Ava, y mi cabeza se
mueve bruscamente hacia ella—. ¡Krista y yo solíamos apostar
cuando ustedes dos finalmente se conectarían!
—¿En serio? —cuestiono sin pensar y todas las miradas
vuelan hacia mí.
Mierda.
¡Uf! ¡Nunca estuve de acuerdo con esto! ¿Qué diablos se
supone que debo hacer? ¿Mientes a mis mejores amigos?
—Siempre pensé que estabas enamorado de él, pero no quise
decir nada —Krista sonríe, todo orgullosa—. Solía conspirar con
Trent, tratando de engancharte, ustedes son tan parecidos que es
irreal, pero él se enojaba y me decía que no insistiera.
El pecho de Nico se flexiona contra mi espalda y contengo la
respiración.
Krista sonríe más ampliamente. —Apuesto a que sabía que
Nico estaba loco por ti, pero le preocupaba que no sintieras lo
mismo —jadea—. ¡Podemos hacer una cita doble ahora!
Oh, Dios. Dispararme.
¿Y ella dijo que somos iguales? ¡JA!
Intento sentarme más, para evitar que mi cuerpo presione
contra el sobrecalentado de Nico, pero él solo aprieta su agarre, sus
labios golpean mi oreja.
—Para —susurra inesperadamente, y mi abdomen se contrae
—. Esto nos ayudará a ambos, relájate. Si sigues intentando
alejarte, te susurraré algo tan sucio al oído que te hará retorcer y
todos tus amigos serán testigos de cómo te excito.
¿Que el que?
Intento luchar contra el tirón inesperado que parece haber
creado su cercanía, pero aparentemente mis ojos tienen mente
propia, y no puedo evitar mirar por encima del hombro, el
movimiento hace que mis labios estén a la altura de los suyos.
Sus ojos son agudos y de advertencia mientras su lengua se
escapa entre labios.
Todo lo que puedo pensar es agradecer a Dios por los trajes
de baño acolchados.
Mis pezones traidores se ponen duros sin permiso.
Este chico...
El suspiro entrecortado que deja Macy hace que mi cabeza se
mueva hacia ellos.
—Me acabo de calentar —admite Macy.
La miro boquiabierta, pero ella simplemente se encoge de
hombros.
Krista le da un máximo de cinco. —Igual yo. Voy a buscar a mi
hombre para nadar con un poco en el agua del océano.
No puedo evitar reírme cuando ella sale corriendo para hacer
exactamente eso, el resto de las chicas colocan sus toallas y se
amontonan a nuestro lado.
Nico se mueve detrás de mí, y de repente su camisa está a
nuestro costado, el calor natural de su piel desnuda ahora presiona
firmemente contra la mía, nada más que los pequeños hilos de mi
blusa entre nosotros. Mientras la tensión nada profundamente en mi
estómago, mi cuerpo decide asentarse en el suyo.
—Mira lo fácil que es, D —murmura Nico para que sólo yo lo
escuche—. Nadie nos cuestionará.
Desearía estar tan segura como él parece estarlo, pero bueno,
si insiste en sentarse detrás de mí, también podría usarlo.
Levanto las caderas para poder bajar mis pantalones cortos y
patearlos hacia un lado, permitiendo que el peso de la parte superior
de mi cuerpo sea completamente sostenido por el suyo.
—Si no te los vuelves a poner…
—Tranquilo —lo interrumpí, sin molestarme en mantener la voz
baja como lo hacía—. Necesito tu cuerpo, no tus palabras.
Carley se ríe a mi lado, colocando sus lentes en su lugar.
El pecho de Nico vibra con su gemido, pero después de un
segundo se inclina un poco hacia atrás, así que estoy en el ángulo
correcto, el brillante sol de California brillando sobre mí.
Ni un segundo después de que me haya acomodado por
completo, aceptando mi silla improvisada, las palabras susurradas
por Nico encuentran mi oído una vez más.
—Usa mi cuerpo como quieras, D. En lo que a todos les
concierne, ahora es tuyo —Hace una pausa antes de continuar—,
pero recuerda, si lo haces, será en ambos sentidos.
Ambos sentidos. Es decir, si lo uso a él, él me usará a mí, pero
¿cómo o de qué manera?
¿Maneras sucias?
Un escalofrío involuntario me recorre y su pecho se agita con
una risa silenciosa.
Estúpido.
—Maldita sea, esto va a ser divertido.
No estoy segura de que diversión sea la palabra correcta, pero
me preocuparé por eso más tarde. En este momento, estoy
disfrutando demasiado el calor del sol, casi tanto como su cuerpo
caliente sobre el mío.
Así que me quedo dormida.
11
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Macy entra en mi habitación y hace un pequeño giro, su


mameluco de neón hace que su piel castaña brille aún más, rizos
oscuros rebotando alrededor. —¿Cómo se ve? —sonríe, posando
con las manos en las caderas.
Me río, volviéndome hacia mi espejo. —Caliente. El color te
queda genial —le digo mientras termino de aplicar lo último de mi
rímel.
—Gracias, gracias. Probablemente me congelaré una vez que
oscurezca, pero vale la pena —se ríe, dejándose caer en la cama—.
¿Qué llevas puesto?
—Creo que mi short blanco.
Macy salta hacia mi bolso mientras dejo que mi cabello salga
de las trenzas que me las puse después de la ducha. Todavía no
está del todo seco, pero las olas están ahí como quería.
—Me refiero a éste —Saca mi vestido plum maxi8. Es un
vestido de algodón elástico hasta los tobillos.
Niego con la cabeza. —Lo uso para cubrir mi traje de baño.
Ella frunce el ceño. —¿Por qué? Está destinado a ser un
vestido.
—Porque se extiende alrededor de mi trasero y caderas y
muestra cada línea de bragas y sujetadores. Al menos cuando es un
traje de baño, tiene sentido.
—Bueno, aquí no lo has usado, así que esta vez es un vestido
—me lo arroja—. Póntelo.
Pongo los ojos en blanco y me lo quito de la cabeza. —Bien.
Es largo, así que me mantendrá más caliente de todos modos.
—Chica, podrías ponerte el bikini para cenar y apuesto a que
ese chico te haría sudar sin siquiera tocarte.
—¡Cállate! —siseo, mirando hacia la puerta contigua.
Sus ojos se agrandan, su boca se abre antes de que una
enorme y tortuosa sonrisa se apodere de ella. —¿Esa es su
habitación?
Asiento, me saco la camiseta por la cabeza y me pongo el
vestido, dejando que mis pantalones cortos caigan a mis pies.
Vuelvo al espejo para ponerme los pendientes.
Un fuerte gemido viene de detrás de mí y me doy la vuelta,
entrando en pánico cuando Macy suelta otro, y luego otro y otro.
—¡Macy! —grito, lanzándome hacia ella, pero ella agarra la
silla y la rueda entre nosotros, lanzándose en dirección opuesta a
mí. Gira la cabeza, por lo que su boca está más cerca de la puerta y
deja escapar un suspiro—. ¡Oh, sí! —y mi cara se enciende.
—Pequeña puta —chillé.
Los pasos golpean detrás de mí, y miro a la derecha mientras
Krista y Carley miran nerviosamente a la vuelta de la esquina,
ambos riendo cuando todo lo que encuentran somos nosotros.
Macy se ríe en silencio, cruzando las piernas como si tratara
de no orinarse, y se lleva un dedo a los labios para decirles que no
lo hagan.
—¡Te voy a matar! — fuerzo a través de mis dientes.
Ella se ríe más fuerte.
Le arranco la silla e intento cubrirle la boca, pero todo lo que
hace es hacer que sus gemidos suenen desesperados y
amortiguados por mantas o algo así.
—Oh, Dios mío —miro a Carley y Krista—. ¿Un poco de
ayuda, gilipollas? —siseo, pero apenas pueden recuperar el aliento
en este punto.
—¿Por qué estamos siquiera susurrando? —ríe Carley.
—¡Espera! —dice Macy en voz baja, echando la cabeza hacia
atrás para una última llamada sexual—. ¡No pares!
¡Eso es todo!
Tiro de mi vestido hasta mis caderas y salto sobre ella, mis
manos están en su boca justo cuando se abre la puerta contigua,
revelando a Nico Sykes medio desnudo, empapado y con el ceño
fruncido.
Me congelo, Macy se ríe incontrolablemente ahora, y las
chicas jadean, seguido de una fuerte carcajada.
Su ceño fruncido me agita, pero igual de rápido, deambula por
la habitación antes de asentarse en mis piernas desnudas alrededor
de su cintura. Una sola ceja oscura se arquea.
—¿Algo que debería saber? —bromea.
Mi mirada se acerca a Macy.
Ella golpea mi trasero, dejando que mis piernas caigan, así
que estoy parada frente a ella ahora, Nico todavía en la puerta
abierta.
En una toalla.
—Ella es una idiota — ofrezco, empujando a Macy con una
mano.
—Fue experimental y efectivo —dice Macy, empujándome de
vuelta—. Si solo quisiera divertirse contigo este fin de semana y
deshacerte de ti en la escuela, habría terminado su ducha en paz.
La mirada y los puños cerrados con fuerza muestran la verdad —Le
guiña el ojo—. El chico es inteligente, no está dispuesto a compartir
a nuestra chica.
Los ojos de Nico y los míos se encuentran.
Muestra cuánto sabe Macy.
A Nico le importa un carajo. Probablemente solo disfruta del
porno y sus ruidos eran, no sé, atractivos o algo así.
Quiero decir, lo vi tener sexo por el amor de una mierda, no
puedo culparlo por simplemente escuchar lo que pensó que era yo
follando.
Un fuerte golpe seguido de una puerta que se abre hace eco
en la habitación de Nico.
—¿Estás listo, capullo? — viene del interior y de repente Trent
está de pie en la puerta contigua.
Se congela, nos mira a los dos y abre la boca para hablar, pero
luego algo, o mejor dicho alguien, llama su atención detrás de mí y
lo mira.
Trent me mueve suavemente hacia un lado, para que pueda
entrar en mi habitación.
—¿Qué carajo? —escupe.
Me giro para ver que Krista solo está en ropa interior y sostén.
Ella frunce el ceño ante sus palabras, pero luego baja los ojos
a su cuerpo. Vuelven a aparecer anchos e inconscientes. —¡Oh,
mierda! —agarra una toalla de mi piso y la sostiene frente a ella. Ella
sonríe—. ¡Para ser justos, tuve que correr aquí para poder ver quién
estaba jodiendo!
—¡¿Qué?! —grita.
Ella se ríe a carcajadas, echando la cabeza hacia atrás. —Está
bien, eso sonó peor. Vamos bebé. Te lo explicaré en mi habitación
—mueve las cejas de manera sugerente, olvidándose de los demás.
Trent me mira, su irritación se suaviza un poco. —¿Te importa
si paso, Dem?
—Ve, haznos un favor a todos, ¿y quizás cierres la puerta de
su habitación? —arrugo la nariz.
Juro que una pizca de vergüenza colorea sus mejillas, pero
cuando sus ojos vuelven a Nico, desaparecen. Se aclara la
garganta, atraviesa mi habitación y entra en la siguiente.
Miro a Nico, quien ahora tiene ambos brazos apoyados contra
el marco de la puerta mirando a su amigo con una expresión en
blanco.
Lentamente, sus ojos vuelven a mí.
—Hum —froto mis manos contra mis muslos mientras mi
atención recae en su pecho desnudo, y luego en la toalla que
apenas cuelga de su cintura—. Puedes volver a la ducha ahora.
—Ya había acabado.
—Cierto —sigo una gota de agua mientras baja por sus
abdominales, desapareciendo en el delgado y oscuro sendero que
conduce a su herramienta más practicada—. Bueno, puedes secarte
ahora o ya sabes... algo —trago.
Cuando no hace ningún movimiento para irse, miro hacia
arriba.
Sus ojos se entrecierran un poco y se queda quieto por unos
segundos más antes de finalmente retroceder. Por supuesto, deja la
puerta abierta de par en par mientras se adentra en la habitación,
así que cierro mi costado. Mi mano permanece en el pomo un
momento antes de soltarlo y volver a lo que estaba haciendo.
Me muevo al baño para quitarme la ropa interior, alisando los
bordes del vestido para que no se detecten líneas.
En el segundo en que salgo, Carley y Macy vuelven a entrar,
ambas vestidas y listas para partir.
—¿No hay moros en la costa? —ríe Macy, esquivando el lazo
del pelo que le lanzo.
—Todo despejado, perra.
—Creo que tu comentario hizo que Trent se sintiera mal
porque en cambio fueron a su habitación —dice Carley—. Para un
rapidito, estoy seguro.
—¿Dónde está su habitación?
Carley sonríe. —Su padre lo asignó a uno al otro lado del
hotel.
—Como si eso los detuviera —Me río—. Entonces,
¿esperamos?
—Deberíamos cronometrarlo —sugiere Macy con una sonrisa.
—¿O podríamos ir a asegurarnos de que nuestros asientos
estén guardados y reunirnos con ellos allí? —se ríe Carley.
—Como Krista no les dijo dónde ponernos en la mesa —Macy
pone los ojos en blanco, pero da una gran sonrisa falsa—. Lidera el
camino, oh buzz killer one.
Carley la empuja y juntos, los tres nos dirigimos al pasillo.
Pasamos un pie más allá de la puerta de Nico cuando se abre
de golpe.
Grito cuando Nico agarra mi brazo y me empuja adentro, la
puerta se cierra detrás de nosotros.
Me hace girar, empujando mi espalda contra la pared en un
movimiento rápido, su gran cuerpo atrapándome allí.
—Qué…
Me interrumpo cuando comienza a bajar sus gruesos labios
hacia los míos. Al principio, mis ojos se abren con sorpresa, solo
para cerrarse con la misma rapidez.
Pasa un segundo, y luego otro, y todavía la presión de su boca
no aterriza sobre mí.
Su aliento, cálido y en cascada a través de mi piel, me hace
inhalar una bocanada de aire. Mi movimiento hace que nuestros
labios inferiores se rocen entre sí, pero solo un poco.
Ni un segundo después, el calor de su cuerpo se desvanece,
haciendo que mis ojos se abran.
Si bien probablemente parezco una Barbie lasciva, pegada a la
pared por la conmoción y una emoción inesperada recorriéndome,
Nico parece no estar afectado en absoluto, su respiración es
constante mientras se aleja de mí.
—¿Qué fue... por qué...?
¿Por qué hizo qué? Intentar besarme…
¿Por qué no me besó?
¿Qué diablos estaba a punto de preguntar?
—Eres mi novia, D —dice con inconfundible agravamiento—.
Tenía que saber qué esperar cuando te besara en público —sus
ojos se deslizan de nuevo a los míos mientras agrega cruelmente—:
Necesita trabajo.
Idiota.
—No estuvimos de acuerdo en besarnos.
¿Estuve siquiera de acuerdo con algo?
Se encoge de hombros. —Va de la mano con el título. Las
parejas se besan, debería haber sido obvio.
Cierto.
Obvio. Las parejas también...
No. No iré allí.
Lo miro mientras alcanza la manija de la puerta. —¿De verdad
quieres hacer esto, como de verdad?
—Ya lo estamos haciendo.
—Pero todavía podemos pasarlo como una aventura de una
noche en este momento.
—Te necesito por más de una noche, D, y te necesito con todo.
Su voz es tan fuerte, tan segura, que casi malinterpreto el
significado.
Sin embargo, tiene sentido. ¿Por qué pretender salir conmigo
si no lo vamos a hacer bien?
Él también tiene algo que ganar aquí.
No estoy del todo convencida de que esto me sirva de algo
más que cabrear a la ex de Nico y a cualquier otra persona que
pueda estar esperando una oportunidad con él. Alex ya me conoce,
por lo que no es como si estuviera comenzando desde el principio.
¿Quizás debería invitar a Alex a salir ahora y alejarme de todo
esto?
Dejé que mi parte superficial inspeccionara a Nico.
Ojos oscuros enmarcados por pestañas más oscuras. Pómulos
altos y labios carnosos, labios que elige en ese momento exacto
para pasar su lengua resbaladiza.
Luego aparece una profunda y oscura sonrisa.
Quiero decir, ¿cuál es la prisa por dar marcha atrás?
Siempre hay lunes, para empezar de nuevo.
12
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

—¿Qué pasa? —Trent se deja caer a mi lado.


—Hola —le corté con una mirada rápida, mirando hacia atrás a
las chicas.
Acaban de terminar sus aperitivos y ahora están matando el
tiempo antes de que lleguen las comidas tomando fotografías al final
del muelle.
Krista lanza sus manos alrededor, y el gran grupo de chicas se
separa, dejándola a ella y a su grupo principal paradas allí. Se
apiñan para tomar algunas fotos de las cuatro.
Se toman su tiempo, pasando de grandes sonrisas a caras
tontas e incluso poses poco favorecedoras. Eso es lo que me gusta
de su pequeño equipo. No sienten la necesidad de ser perfectos en
la foto o de ser sexys todo el tiempo, se lo pasan bien como quieren.
Krista se da vuelta en ese momento, gritando a través del
muelle. —Vamos, cariño — llama a Trent—. Nic, ¡tú también!
Trent se levanta con una sonrisa, bebiendo lo que sea que
estaba bebiendo y se dirige hacia ella, pero yo me quedo plantado
en mi asiento.
Trent gruñe, levantando a Krista del suelo y haciéndola girar
antes de hacer una pausa para que las chicas puedan tomarles una
foto.
Segundos después, Alex pasa junto a mí con nuestro chico
Thompson, otro jugador del equipo, ambos se dirigen hacia ellos.
Krista los ve venir y sonríe. —¡Si! ¡Chicos, venid aquí,
participad en esto!
Mis ojos vuelan hacia Demi, quien, por supuesto tiene los
suyos en Alex, pero en el mismo segundo en que lo pienso,
cambian.
Me mira con indecisión, como si hubiera algo en la punta de la
lengua o en el borde de su pensamiento.
¿Qué quieres hacer, pequeña D?
Alex intenta apretarse al lado de Demi pero Carley lo empuja
con el ceño fruncido, mirando hacia este lado.
Sabía que me gustaba esa chica.
—Nico Sykes —Ella asoma una cadera—. Trae tu trasero que
nunca sonríe aquí y toma una foto.
Muevo mi mirada hacia Demi y ella frunce el ceño ligeramente.
Vamos, chica, sabes qué hacer. Con todo, ¿recuerdas?
Con un movimiento juguetón de esos ojos verdes, destinado a
ocultar sus nervios, estoy seguro, ella me llama. —¡Vamos, Nico, no
me hagas esperar!
Y ahí está, ella acepta.
Me pongo de pie, con los ojos fijos en ella mientras me acerco.
Sé que los demás están mirando, no todos pudieron confirmar el
rumor durante todo el día. Se me conoce por ligar, pero nunca me
he unido a nadie fuera de Josie, así que la gente quiere
presenciarnos juntos por sí mismos, y más que simplemente
desaparecer detrás de una puerta cerrada.
Lo harán.
En lugar de ponerme al lado de Demi y entrar en el espacio
que queda abierto para mí, me deslizo detrás de ella, cruzando
libremente mis brazos alrededor de sus hombros.
Sus manos suben automáticamente para agarrar mis
antebrazos, así que inclino un poco mi barbilla para susurrar: —
Ahora lo entiendes.
Ella niega con la cabeza, pero apuesto dinero a que está
luchando contra una sonrisa.
Krista agarra a alguien, comienza a explicar cómo quiere que
se tome la foto, así que Demi aprovecha el segundo libre inclinando
la cabeza hacia los lados, mirándome.
Ella susurra: —Habrá más gente alrededor esta noche, y todos
aquí han estado mirando.
—¿Y?
—Última oportunidad para echarse atrás —Sus ojos se
entrecierran, desafiándome como si estuviera asumiendo que yo
podría querer hacer precisamente eso.
Error, Hadita.
—No hay "marcha atrás", Demi. Está hecho.
Su agarre se aprieta con su mirada.
—Te lo dije —bajo un poco la cabeza, para que ella tenga que
inclinar la suya aún más hacia atrás—. Eres mía ahora.
Después de una pequeña sacudida de su cabeza, su lengua
sale a jugar con sus labios y mis ojos se ven obligados a seguirla.
—Por ahora —susurra ella con descaro.
Mi sonrisa es lenta y miro hacia arriba.
Cuando lo hago, encuentro que Krista tiene la cámara
apuntando directamente hacia nosotros.
Hace un pequeño guiño y luego se lo pasa a uno de los
guardias de seguridad.
—Está bien, todos, ¡ojos hacia adelante! —salta a los brazos
de Trent, el tipo cuenta hasta tres y la imagen está lista.
—¡La comida está saliendo ahora, Sra. Krista! —grita el
miembro del personal desde las mesas.
—¡Gracias Mary! ¡Ya vamos! —Krista responde y todos los
grupos se acercan, pero sostengo a Demi por la cintura.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta.
—Esperando.
Ella se mueve, así que aflojo mi agarre y ella se gira en mis
brazos para enfrentarme. Me mira un momento antes de que una
pequeña risa la abandone. —¿Esperando para que puedas
quedarte aquí y mirarme?
—No. Esperando a que todos se sienten y se den cuenta de
que solo nos quedamos de pie.
—¿Por qué?
—¿Por qué haces tantas preguntas?
Su pequeña nariz se arruga. —No seas un idiota.
—No preguntes cosas para las que ya sabes la respuesta —
me encojo de hombros—. ¿Por qué las parejas se apartarían o se
alejarían de los grupos y esa mierda?
Ella frunce los labios, dando un descarado. —Privacidad.
—Exactamente —La muevo más para que no puedan ver mi
cara—. En este momento, al menos la mitad de ellos nos están
mirando fijamente, cada uno pensando en algo parecido a lo mucho
que debes necesitarme, o lo difícil que debo ser para ti, si tenemos
que tomarnos unos minutos extra para nosotros antes incluso
podemos considerar sentarnos a cenar con el resto de ellos.
Intenta mirar por encima del hombro, así que levanto mi mano,
agarrando su barbilla antes de que pueda, mis dedos se extienden a
lo largo de su mandíbula y cuello en el mismo movimiento.
Maldita sea, ella ni siquiera se inmuta.
Continúo. —Las chicas se preguntan qué cosas sucias te
prometo que te haré más tarde cuando vengas a mi habitación, por
cierto, vienes a mi habitación —sus ojos se estrechan, pero es
juguetona—. Los chicos se preguntan si te estás mordiendo el labio
inferior, si tus ojos se están volviendo más oscuros y desearían
saber cómo se ve eso, sabiendo que nunca tendrán la oportunidad
ahora que eres mía.
—Wow —bromea ella, deliberadamente entrecortada—.
Realmente crees que tienes todo esto preparado y listo:
Una risa se me escapa antes de que pueda aplastarla y la
acerco un poco más.
Ella mira un largo momento. —Entonces, ¿tengo el desafío de
convencer a todos de que tus cambios de humor me excitan?
—Y yo puedo ser el novio posesivo que no quiere que estés
fuera del alcance de tu mano.
— ¿Con todo? —Ella aplasta sus labios a un lado, tratando
con todas sus fuerzas de no dejar que su sonrisa se deslice.
—Con. Todo. D.
—¿Qué te hace pensar que lo posesivo es lo que me gustaría?
Una ligera risa me abandona, y me lamo los labios,
inclinándome hacia ella mientras deslizo lentamente mis brazos
hacia abajo. Cuando no se mueve, mis palmas se deslizan un poco
más abajo, ahora descansando justo debajo de su cintura, mis
meñiques apoyados en sus nalgas.
Ella inhala, esperando.
—Demi —susurro—. Te lo diré ahora mismo, lo último que
quieres es un tipo maricón que no te presione. Eres demasiado
inteligente, demasiado independiente para el felpudo de un chico, y
demasiado fuerte para serlo tú misma. Te harás cargo... pero te
gustará más cuando lo haga yo.
Su trasero se aprieta contra mi mano e instantáneamente mis
cejas se juntan.
Espera...
Paso mi mano por su cintura, agarrando sus caderas y
apretando hasta que deja escapar un pequeño grito. Ella cae contra
mí, y mi boca se planta justo en su oído.
—Regla número uno, Pequeña D —su aliento recorre mi pecho
—. Nunca vayas sin bragas otra vez... a menos que haya una buena
razón para ello —me aparto y fijo los ojos a los de ella—. Una razón
que me incluye a mí.
Me estudia un minuto antes de que su cabeza se incline hacia
abajo y una ligera risa la abandone. —Esto va a ser interesante,
¿no? —vuelve a levantar la vista, con el humor escrito en el rostro,
un calor oculto detrás de los ojos.
—Divertido —me encojo de hombros. Dejando caer mis brazos
—. Será divertido.
—¿Siempre serás tan... intenso?
—Si. Y todavía querrás más.
—Aja —se ríe—. Ya veremos, ahora vamos a comer antes de
que haga frío—se aleja unos metros y luego agrega en un tono
pícaro—: Y antes de que comience el viento. No querría que mi
novio se enojara cuando se revele mi falta de ropa interior.
Me lanzo hacia ella, pero ella me evade, sonriendo más
ampliamente.
Vuelve a la mesa, orgullosa de su pequeña broma, y se deja
caer en medio de Carley y Macy.
Tomo mi asiento al final de Trent, levantando la barbilla cuando
ella mira en mi dirección.
Se lleva la pajita a los labios, sonriendo como una mocosa.
Con un movimiento de cabeza, alcanzo una botella de cerveza
fresca de la tina de cerveza helada en el centro de la mesa y abro
una.
—Maldita sea, Nic —dice Trent en voz baja.
Miro en su dirección, mis ojos se entrecierran cuando él lanza
una mirada rápida hacia las chicas, solo para traerlas de regreso.
—¿Qué?
Una risa burlona se le escapa y niega con la cabeza. —Nada
hombre.
Dejo caer mis brazos de la mesa para que mi plato quede
frente a mí, agradeciendo a la mesera mientras avanza.
Lo entiendo, no está seguro de lo que estoy haciendo, yo
tampoco lo estoy.
Pero lo seguiré haciendo.
Agarro su hombro, dándole una pequeña sacudida. —Déjame
preocuparme por lo que hay que preocuparme, Trent.
Levanta las manos como diciendo haz lo tuyo.
Eso planeo.
13
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

El paseo marítimo está malditamente lleno de gente, como se


esperaba de un fin de semana de tres días, pero en su mayor parte,
todos los que vinieron para el cumpleaños de Krista se mantienen
unidos.
En este momento, todos estamos en la fila para el viaje en
tranvía que va desde un lado de la costa y lo deja en el extremo
opuesto. Demi corrió adelante con las chicas y está casi al frente,
mientras que yo estoy atrapado varios espacios atrás con algunos
chicos del equipo.
Por supuesto, no soy el único que la está mirando.
Alex se abre paso a través de nuestra multitud, deslizándose
en línea junto a ella.
Ella está hablando con su amiga Ava cuando él se inserta en
su conversación.
Su cabeza se mueve bruscamente en su dirección, e
instantáneamente echa la cabeza hacia atrás, riéndose de cualquier
tonta broma que ese imbécil esté escupiendo.
—Se ven bien juntos.
No me molesto en volverme cuando la voz de Josie me
encuentra. —¿Quién te invito?
—¿Importa?
Me rio, avanzando mientras se adentra al siguiente grupo de
personas.
—Entonces, ¿es cierto entonces? —pregunta—. ¿La princesa
vio al sapo?
—Lárgate de aquí, Josie.
—Oh, tanta tensión. No debe ser lo que parece —adivina.
Dirijo mi mirada hacia ella. —¿Qué diablos quieres? ¿Por qué
estás parada aquí ahora mismo? Ya no estamos juntos. No podías
mantener las piernas cerradas, ¿recuerdas?
La mirada de Josie cae un minuto, pero se vuelve más fuerte.
—No me juzgues. Ni siquiera te importó.
Mi cabeza se echa hacia atrás. —¿Qué diablos esperabas,
que me humillara? Joder, por favor, Josie. Tú me conoces mejor que
eso —bajo la voz—. No viniste a verme cuando te enteraste de que
me acosté con Sandra, pero ahora que escuchaste sobre mí y D,
aquí estás. ¿Preocupada por no volver a tener la oportunidad de
deslizarse por mi pene como lo hiciste en el pasado? Dime, Josie, si
no te importaban un carajo las chicas con las que me follé después
de ti, ¿por qué te tropiezas con la pequeña Demi Davenport?
Eso la cabrea. —No es solo una chica, ¿verdad Nic? —se
fuerza a pasar los dientes apretados.
—Tienes razón, ella es mi chica, algo que nunca volverás a
ser.
Me mira con sus ojos oscuros endureciéndose. —Mira de qué
lado está ella ahora mismo.
A mi pesar, lo hago, encontrándola a ella ya Alex ahora los
próximos en la fila para montar.
La irritación aprieta mis músculos, algo que Josie no pasó por
alto, y una risa oscura la abandona.
Demi elige este momento para cortar su sonrisa de esta
manera, viéndome parado unas filas atrás. Sus cejas se fruncieron
un poco, la punta de sus labios se enderezó.
Josie se inclina más cerca de mi oído y los ojos de Demi la
cortan. —Parece que ninguna de nosotras puede resistirse a un
perfecto chico blanco...
Mi mirada se dirige a Josie y ella se detiene en seco, tragando
con dificultad sus palabras.
—Olvídate de ella, Nic —Josie retrocede, una llamarada
desesperada se apodera de ella cuando da un paso hacia adentro
—. Ella nunca te querrá como tú...
—Oye —La voz vivaz de Demi nos sorprende a las dos, más
aún cuando se desliza frente a mí, dejando a Josie a su espalda
como si no la viera parada aquí en absoluto.
Ella... lo hizo.
Sus grandes ojos verdes me miran fijamente, insegura de lo
que puede o no puede hacer en este momento, pero, aunque duda
de su lugar, su voz es fuerte. —Es nuestro turno.
—Disculpa —escupió Josie, dando un ligero paso a un lado.
La mano de Demi se planta contra mi pecho mientras se
vuelve hacia Josie. Ella le sonríe dulcemente. —Oye, Josie.
Josie mira, abre la boca para hablar, pero Demi agarra mi
mano y tira.
—Vamos —dice ella, lanzando una pierna larga tras otra sobre
la cadena que cierra la línea y estoy justo detrás de ella.
No miro a mi ex ni una sola vez.
La asistente del viaje finge que está molesta por que
sostengamos el carrito unos segundos más, pero una pequeña
sonrisa se dibuja en sus labios cuando pasamos.
Demi se desliza dentro, sin soltar mi mano, así que me dejo
caer justo a su lado.
Miro hacia arriba y miro a Alex, que está al principio de la fila,
solo por una fracción de segundo antes de que el carro se mueva
hacia adelante y él se pierda de vista.
En el segundo en que nos movemos, Demi se suelta,
deslizándose varios centímetros.
Ambos estamos callados los primeros minutos, pero soy yo
quien rompe el silencio.
—¿Qué pasó, el chico amante no quería montar?
Mi tono plano tiene su cabeza girando hacia la mía.
—Si quería.
—¿Y?
Ella me mira burlonamente. —Y luego recordé que todos
pensaban que estaba saliendo con alguien, así que hice lo que haría
si realmente lo estuviera.
—¿Abandonar al pendejo tratando de llegar a lo que sabe que
es mío? —Lanzo.
—Asegúrate de que la ex sepa dónde está parada —responde,
sosteniendo mi mirada—. Detrás de mí.
Maldita sea si el calor no se extiende por mi ingle.
Ha pasado un tiempo desde que alguien se sintió codiciosa por
mí. Razonamiento falso o no.
—Regla número dos —ella frunce el ceño.
Me recuesto, asintiendo con la barbilla.
Vamos a oírlo.
—No me hagas el ridículo durmiendo con tu ex mientras la
gente piensa que estamos saliendo o lo que sea.
—¿Sólo mi ex?
Ella frunce el ceño, pero no pide más. Debería.
—Demi, no me follaré a nadie.
—Ese no es mi problema, pero si lo haces, al menos evita a
las personas que conocemos o con las que vamos a la escuela.
Haré lo mismo.
Una risa burlona me abandona y me muevo en el asiento. —
¿Harás lo mismo? —me rompo—. ¿Lo que significa que follarás si
sientes la necesidad, pero no a alguien que conocemos y no a tu
novio?
—Novio falso.
—La misma maldita cosa.
—No del todo.
—Eres virgen.
Ella se abre, sacudiendo lentamente la cabeza. —No soy
virgen, Nico.
Mis músculos se curvan, mis ojos se clavan en los de ella. —
No juegues conmigo.
—No lo soy —me mide—. Pensé que sabías eso y solo me
estabas tomando el pelo cuando lo dijiste antes.
—¿Quién?
Sus ojos se abren, el pánico destella en su rostro. —De
ninguna manera.
—¿Quién, Demi? ¿Cuando?
—Mira —se vuelve hacia mí.
No la dejo hablar. —Un novio sabría estas cosas.
—No necesariamente —argumenta—. Las chicas mienten
sobre estas cosas todo el tiempo.
—¿Eres de verdad ahora mismo?
—No te lo voy a decir — espeta—. Así que puedes detener
eso de los ojos enojados y voz gruesa que estas haciendo.
Me arrojo hacia atrás en el asiento, apartando la mirada de
ella, mirando por la ventana.
—Deberías haber cabalgado con Alex. Podrías haber sido
capaz de contar esto más rápido.
—Lo siento, ¿estoy entorpeciendo tu intensidad tan pronto? —
grita—. No olvides que fuiste tú quien dijo que necesitábamos más
tiempo. Si querías llevarte bien con tu ex, a quien ni siquiera debiste
haber invitado porque Krista y Josie ni siquiera se llevan bien,
entonces deberías haber dicho algo.
Mis ojos la miran. —Estás mal si crees que voy a salir de esto
fácilmente, y menos por un coño de entre muchos, te espera un
rudo despertar. Dije que estaba con todo. Lo estoy.
—Entonces, ¿esto es una especie de 'Nico Tantrum Time'? —
sus cejas se levantan burlonamente—. ¿Puedo esperar este tipo de
mierda cada vez que las cosas no salen cómo quieres?
Mis ojos se entrecierran, pero ella no retrocede de inmediato.
Me mira fijamente, intentando leerme, pero después de un
momento mira hacia otro lado, diciendo al azar: —Ella estaba
celosa.
—Déjala ser.
Demi duda antes de preguntar: —¿Quieres que esté celosa?
—¿Por qué te importa?
—Bueno, gilipollas, si lo haces, también podrías usarme.
Lo miro. —¿Usas cómo?
—Apuesto a que planea volver al hotel para bailar esta noche.
Obviamente, estoy en eso. Entonces, si quieres ir...
—¿Si quiero ir?
—Sí —se encoge de hombros.
—Si te vas, yo me voy —le digo—. Posesivo, te mantengo en
mis brazos, novio, ¿recuerdas? —me inclino—. Y para que no haya
confusión en esa bonita cabeza tuya, me importa una mierda lo que
Josie quiera, haga, piense o vea. Que se joda. Nunca volveré a
tocarla, pero tampoco me interesa intentar enojarla a propósito. ¿Se
enoja al vernos juntos? Oh, carajo, bueno —confirmo—, no se trata
de poner celoso a nadie.
Considera mis palabras un momento. —¿No lo es?
Niego con la cabeza.
—¿Qué es entonces? —su tono es dudoso—. ¿Qué esperas
ganar?
Jodidamente tanto podría decir ahora, nada de lo que debería.
En cambio, voy con una sólida cantidad de verdad. —Quiero que
todos lo crean.
—¿Creer qué?
—Que me deseas.
Ella se mueve en su asiento, mirándose las manos. —Supongo
que ese sería el primer paso para fingir estar juntos —mira en mi
dirección, pero solo con los ojos—. Hacer que la gente crea que nos
gustamos.
—No será difícil.
Eso hace que sus labios se rompan a un lado para ocultar su
sonrisa. —¿Está bien?
Asiento con la cabeza. —Todos verán lo atraída que estás por
mí.
Sus ojos se entrecierran, pero con la misma rapidez una fuerte
risa la abandona, y aguanto mi sonrisa.
—¿Nos acabamos de reconciliar? —bromea.
—¿A eso a lo que llamas pelear?
Ella se ríe, mirando a otro lado. —Sabes, no tengo miedo de
admitir que creo que tienes un aspecto más que bueno —se burla—.
Entonces, supongo que todo en lo que realmente tenemos que
trabajar es en lograr que crean que estás interesado en mí.
—Ya lo creen.
Su boca se abre levemente y sonríe. —Nico Sykes, tan seguro
de sí mismo y de su plan indescriptible, aunque, para todos los que
nos rodean, tú y yo juntos habremos salido completamente del
campo de juego.
Ignoro su declaración. —Voy a necesitar que uses referencias
de fútbol a partir de ahora.
—¿Deberíamos usar códigos cuando queremos que el otro
haga algo, hacer todo como Peyton Manning9 y gritar "Omaha"
cuando necesitamos salir corriendo?
—¿Salir corriendo?
Ella asiente con una sonrisa. —Ocurrirá, solo espera, ¿y no te
impresiona que sepa quién es Peyton Manning?
—Todo el mundo sabe quién es Peyton Manning.
—Gracias a su horrenda actuación en esos comerciales de
seguros, ¿no?
Me río y ella me mira boquiabierta, parpadeando con fuerza.
—¿Múltiples risas en un día del asesino silencioso? —se burla.
Niego con la cabeza y me inclino más cerca para mirar por la
ventana, luego envuelvo mi brazo alrededor de su muslo y la atraigo
hacia mí.
Los ojos abiertos me miran.
—Vamos a subir a la curva —le digo—. Todos los carros
delante de nosotros podrán mirar hacia atrás mientras lo rodeamos,
y luego todos estarán esperando allí mientras bajamos también —Mi
mirada sostiene la de ella—. Mi chica no estaría sentada tan lejos de
mí.
—Oh, ¿no? —arquea una ceja, juguetonamente—. ¿Y ella...
simplemente se sentaría aquí a tu lado?
Mi cabeza se echa hacia atrás.
Ella se ríe. —¿Te he sorprendido? —sonríe y me lamo los
labios—. No soy tímida, en caso de que pensaras lo contrario,
tampoco soy el tipo de en tu cara, así que, por supuesto, no te
habrías dado cuenta.
No me molesta, solo dice lo que sabe.
Lo que cree que sabe.
—Si no eres tímida, ¿por qué no has invitado a salir a
Hammons aún?
Eso la tiene haciendo una pausa. Toma un segundo, pero
luego sus ojos vuelven a los míos.
—No lo sé, tal vez porque, aunque somos amigos, él nunca ha
mostrado interés más allá de eso. Estoy seguro de que estaría
dispuesto a ligar, o algo así, pero nunca tuve la sensación de que
quisiera tener una cita después de eso y no sé, no quiero
desperdiciar la oportunidad si la hay algo solo por ir en la tuta de las
aventuras.
—Entonces, ¿no quieres que te rechacen?
—¿Tu quisieras que te rechacen? —su tono es brusco—.
Nunca me han rechazado.
Resopla, sus ojos se mueven hacia arriba.
—A mi sí.
—¿Por quién?
—Por ti.
Su cabeza se mueve en mi dirección, un pequeño ceño
frunciendo su frente. —¿Qué?
—Sip.
—Mientes —Se cruza de brazos, pero su tono es inseguro.
—Nope.
—¿Cuándo?
—Te invité a que me despertaras con la polla en la boca y
¿adivina qué? —me inclino y sus cejas saltan—. Me desperté en
una cama vacía.
Le toma un segundo, pero se echa a reír, golpeando mi pecho
con su manita y no puedo evitar sonreír.
Ahora estamos en la curva, así que antes de que pueda
retroceder, agarro su muñeca para sostenerla allí.
Por su ventana, veo a nuestros amigos en los carritos de
adelante, todos ellos mirando a los demás, así que me acerco y su
risa muere lentamente.
—La gente está mirando ahora.

Demi
Algo en la forma en que susurra me hace tragar.
—¡Demi! —El grito de Krista llega a mis oídos.
Me sobresalto, me libero del agarre de Nico y giro para
saludar.
Ella levanta las manos, dejando escapar un fuerte grito que
sigue a cada carro tras el suyo.
Nico se coloca detrás de mí y me inclino un poco para que
pueda colocar su cabeza junto a la mía.
Trent extiende sus brazos hacia su amigo y la risa baja de Nico
flota por mi cuello y me convenzo de que la sensación que crea es
una respuesta natural al calor contra mi piel.
—¿Eso son Carley y Thompson? —pregunta.
Miro a tiempo para verlos terminar su beso. Ambos comienzan
a reír cuando se dan cuenta de que los atraparon.
—¡Perraaaaa! —grita Krista con una risa, y luego ella y el carro
de Trent desaparecen de la vista, el uno al otro justo detrás de él.
Con una carcajada me doy la vuelta, mi aliento se corta
mientras lo hago.
Nico está ahí, justo contra mí, su mano se desliza por mi
cabello, su boca se mueve solo para rozar mi mejilla.
Mi brazo se dispara hacia arriba, agarrando su muñeca
mientras se forma un nudo pesado en la boca de mi estómago.
—Casi, D, —murmura, la vibración de su palabra me levanta
los pelos de la nuca—. Quédate quieta.
Mis rasgos tiran, mi agarre se aprieta con el suyo.
¿Qué demonios es lo que me pasa?
Los silbidos lo hacen retroceder, con una sonrisa en su rostro
mientras me suelta y se gira hacia la puerta que el asistente del
viaje está a punto de abrir.
Él sale y yo me quedo allí paralizada, moviéndome solo
cuando él asoma su cabeza hacia adentro, su mano extendida para
que la agarre.
Lo hago, y me saca del carro, tirando de mi cuerpo contra el
suyo en el momento en que mis pies tocan el suelo.
Deja un casto beso en mi mejilla, desliza una mano alrededor
de mi cintura y nos hace avanzar, nuestros amigos esperan a unos
pasos de distancia.
Mientras mis chicas me dan las cejas onduladas durante dos
segundos completos, nadie más se demora o hace un gran
problema.
Es como si vernos a los dos así fuera normal, aceptado, y solo
fuéramos una pareja más divirtiéndose en el malecón, riendo y
sonriendo y listos para el próximo paseo.
No odio la idea.
Como grupo, nos ponemos en fila para la montaña rusa, todos
charlando entre ellos mientras esperamos. Después de unos
minutos, me tomo un segundo para mirar a Nico.
Su gorra al revés cubre la parte superior desordenada de su
cabello, mostrando nada más que su perfecto desvanecimiento.
Bromea con Trent y Thompson sobre algo, riendo mientras se
aparta de sus hombros. Su puño se lleva a la boca cuando sonríe
como si no quisiera compartirlo con los demás, pero desde mi
ángulo, sus dientes blancos brillan.
Sin embargo, nunca le he visto reír mucho, supongo que es
algo que hace a menudo con sus amigos.
Espero que lo haga, se ve bien haciéndolo.
Thompson golpea el brazo de Nico, y la mirada de Nico se
corta, todo el grupo me sorprende mirándome.
Su risa se ralentiza, pero la comisura de su boca permanece
levantada.
Él me guiña un ojo y yo aprieto los labios, mordiéndolos para
evitar sonreír.
Un placer para la multitud.
—Apuesto a que hace un guiño así justo antes de caer.
Mis ojos se abren y estoy seguro de que parezco un ciervo
atrapado por los faros.
El ceño interrogativo de Nico es instantáneo y sus ojos vuelan
hacia Macy.
Me giro, silbando: —¡Cállate!
Ella sonríe, volviendo su atención a él. —Mmm. Sí, y esa
pequeña barba incipiente que tiene en marcha ahora mismo, el
ligero rasguño que dejaría en la parte interna del muslo —ella
asiente para sí misma—. Oh, Dios mío, estarías dolorida antes de
que su boca aterrice.
—Macy, por el amor de Dios, —me fuerzo a pasar los dientes
apretados—. ¡Shhhh!
—¿Con qué frecuencia te afeitas, Nico? —grita, apoyando un
codo en mí.
Esta perra.
Dejo caer mi rostro entre mis manos, mirándolo a través de mis
dedos cuando está callado por más de cinco segundos.
—Por lo general, cada dos mañanas —él mueve los ojos a
regañadientes hacia ella—. ¿Por qué?
—Entonces, necesitas atraparlo tarde en la noche —Macy
asiente, cruzando los brazos sobre su pecho.
La mirada de Nico se desliza hacia la mía.
—Ignorarla.
—Oh, no —se acerca, lamiéndose los labios, luciendo todo tipo
de arrogante—. Debo escucharlo ahora.
Sus amigos están justo detrás de él, todos en la fila se giran
para ver lo que estamos haciendo, acurrucados de esta manera.
Bueno, esto es asombroso. Nada que hacer más que
complacer su trasero.
Me doy la vuelta, enfrentándola. —¿Macy?
Se encoge de hombros, agarra un trozo de palomitas de maíz
de Trent y se lo lleva a la boca. —Me preguntaba si usas la rastrojo
como herramienta. Sabes, deslízalo por la parte interna del muslo,
tal vez el estómago primero en tu camino —Sus ojos caen en su
mandíbula y la miro boquiabierta—. Nos encanta esa mierda.
—Cierto —Krista sale de la nada, levantando la mano en señal
de aprobación.
Todo el mundo empieza a reír y yo niego con la cabeza, ahí
mismo con ellos.
La línea avanza, por lo que el grupo cambia, regresa a sus
lugares y reinicia sus conversaciones anteriores.
Nico se desliza detrás de mí, su pecho en mi espalda. —¿Qué
tal tú, Hadita, es algo que te gusta?
Una leve risa brota de mí, pero sigo mirando hacia adelante.
Lo interpreta correctamente, mi manera de decir buen intento,
chico, y estoy a punto de decirle que no se preocupe por eso, como
hizo conmigo, cuando me recuerda los papeles que estamos
interpretando.
—Ya sé que no estás de acuerdo, pero como tu hombre —
hace una pausa—. Debería saber estas cosas, ¿no? En caso de
que tus chicas alguna vez intenten hacerme una prueba repentina
—sus brazos me rodean y aprieta—. Necesito superar esa prueba,
D.
Tiene algo de razón, a pesar de que podría estar simplemente
bromeando, pero nada dice que yo no pueda responder.
—Sabes —le dirijo con una sonrisa que él no puede ver—. Un
verdadero novio tiene que trabajar duro y aprender estas cosas
sobre su chica por su cuenta.
En el segundo en que me deja, me arrepiento, maldiciéndome
internamente.
¿Por qué lo dije?
Sé que está a punto de bromear, lanzar una oferta, algo, así
que le doy lo que quiere antes de que pueda. —Si, me gusta.
— ¿Entonces te han comido antes?
El calor se esparce por mi abdomen ante su pregunta
instantánea.
—Si —admito tranquilamente.
Solo un par de veces y durante unos minutos. Fue descuidado,
pero la calidez de una boca sobre mí fue suficiente para ponerme en
marcha. Desafortunadamente, no lo suficiente para seguir adelante.
No necesita saber esa parte.
Sin embargo, Macy tenía razón. Nosotras, las chicas, hemos
hablado de esto antes, y aunque la persona que lo hizo conmigo
tenía una cara suave, no se necesita mucho para imaginar cómo
sería con alguien que tiene rastrojo ocasional.
Una cara espinosa es como una palma áspera, creo, tentadora
por sí sola. Levantando el pulso con nada más que un lento
deslizamiento por el cuerpo, forzando el arco de su espalda, incluso
cuando todavía estás de pie.
Sí, puedo trabajar con una mano de textura áspera.
De repente, las yemas de los dedos de Nico rozan mis
omóplatos, sus palmas se unen mientras se deslizan a lo largo de
mis brazos de una manera suave, el más mínimo de los toques
contra mi piel que siento hasta los dedos de los pies.
—¿Te gusta esto? —gruñe.
Mi cuerpo se estremece en respuesta, y su risa acalorada solo
lo empeora.
—Es bueno saberlo —se le caen los brazos.
Me toma un segundo, pero lo miro por encima del hombro.
Tiene el rostro tan serio como siempre, pero esos ojos...
Se esperaba un toque de arrogancia, pero no estaba
preparado para el resto.
Ansioso.
Codicioso.
¿Falto?
La confusión atrae mis cejas, algo completamente más
ardiendo en mi núcleo.
No aparta la mirada hasta que Trent choca con él por detrás.
Con un parpadeo rápido y una pizca de ceño fruncido, se da la
vuelta.
Miro hacia adelante en ese momento y ni un minuto después el
asistente abre la cadena, llevándonos a Nico y a mí.
Da un paso delante de mí, eligiendo el frente de la montaña
rusa.
Hace una pausa antes de subir, girando para mirarme.
Él asiente con la cabeza, indicándome que pase junto a él en
el pequeño carro de acero. —Tú primero, novia.
Dime por qué mi estómago se aprieta.
14
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

Demi, Krista y las otras dos corren hacia el laberinto embrujado


con un grupo de otras chicas mientras los chicos nos quedamos al
frente, Trent y yo caminando hacia la salida en el momento en que
desaparecen.
Girando la tapa de mi botella de agua, tomo un trago y le
ofrezco un poco a Trent, pero cuando miro y lo encuentro
mirándome con curiosidad, es obvio que tiene algo que decir.
—¿Qué?
Él duda. —Sé que no quieres escuchar esto, pero no creo que
lo que estás haciendo sea una buena idea.
—Sí, ¿por qué es eso?
—Demi no es como las chicas con las que has salido, Nic. Se
mantiene al margen del drama, se preocupa por la escuela, piensa
en su futuro.
—¿Crees que no sé todo eso?
—Cómo lo harías, te has mantenido alejado de ella durante
años. ¿De repente te ves obligado a ser su compañera en clase y
has cambiado de opinión?
Lo miro el tiempo suficiente para que mire hacia otro lado, sin
hablar hasta que se obliga a mirarme.
—Estás actuando como si no supieras los entresijos del por
qué, hombre. Eres mi mejor amigo, o se supone que debes serlo,
pero ahora mismo estoy entendiendo la vibra de que estás en mi
contra aquí.
—No lo estoy —dice—. Pero tampoco quiero que esto acabe
en ruinas.
—Ha sido un maldito día, hermano. Menos de veinticuatro
horas si quieres ser técnico.
—Ese es mi punto —Trent frunce el ceño—. Menos de un día,
y todas las chicas lo creen, ¿la estás tocando y ella te deja? —sus
ojos se abren como platos—. Y no sé si jugaste bien o qué, pero
parecía que la besaste.
—¿Y si lo hiciera? ¿Cuál es el problema, Trent?
Niega con la cabeza. —Solo digo que es un poco pronto para
que ustedes dos actúen así de cómodos el uno con el otro.
—Quizá lo seamos.
Su cabeza se echa hacia atrás. —¿Son qué?
—Cómodos el uno con el otro —tiro mi botella de agua a la
basura—. Como dijiste —los ligeros gritos de las chicas me hacen
acercarme a la salida, sabiendo que van a salir pronto, pero
mantengo mi cuerpo frente al suyo—. Ella está relajada. Estoy
relajado —le doy un pequeño encogimiento de hombros—. Fingir no
es tan difícil, amigo mío.
Las chicas salen corriendo en el siguiente segundo, cada una
con pequeños ataques de risa, y nuestra atención se centra en ellas.
Macy sonríe, pero luego deja escapar un pequeño gruñido
mientras empuja a Demi hacia mí. —Azótala, Nico, se lo merece.
La mano de Demi se planta en mi pecho y mira hacia arriba,
sus ojos verdes llenos de risa. —Lo siento. Ella está enojada porque
la empujé delante de nosotras en la parte del payaso.
Una risa baja me abandona, pero en lo único que puedo
concentrarme es en la nalgada que se supone debo darle.
Demi se aclara la garganta, sonríe y se vuelve hacia sus
amigos.
—Tengo hambre —anuncia—. ¿Podemos ir a buscar algo de
comida ahora?
—¡Acabamos de comer hace unas horas! —señala Macy.
—Mariscos —argumenta Demi, mirándola como si estuviera
loca—. Soy un humano normal. Necesito carbohidratos fuertes para
llenarme.
—¡Pero la línea del swing es lenta! —Krista hace un puchero y
trata de razonar—. Habrá bocadillos para nosotros cuando
regresemos.
Los hombros de Demi caen, su cabeza se mueve hacia mí
cuando mi brazo aterriza sobre ella.
—La llevaré a buscar algo de comida mientras tú montas en
los columpios y nos encontraremos contigo en el próximo viaje.
Krista se cruza de brazos y me mira con los ojos
entrecerrados. —¿Y no te demoras para un rapidito en las duchas
del paseo marítimo?
Demi se ríe de buen corazón, extendiendo la mano para
acariciar el brazo de Krista. —No cariño. Solo tú y tu hombre pueden
disfrutar del sucio y arenoso piso de las duchas.
Mi cabeza se inclina hacia Trent, quien se frota la nuca y se
encoge de hombros.
Me río, mirando a Krista. —¿A dónde vas ahora?
—Se instalarán bocadillos, bebidas y un DJ en la sala de
conferencias del hotel a las nueve, así que hagamos el tragaluz al
final, ¿luego podemos regresar y divertirnos?
—Suena bien —Demi asiente, mirándome en busca de
confirmación.
Estoy de acuerdo, y los dos nos separamos del resto del
grupo.
Nos alejamos unos metros cuando me empuja con el codo en
las costillas.
—Puedes quitarme el brazo de encima ahora —bromea.
—Nah —la acerco más—. Otros podrían estar mirando.
Ella se ríe. —¡Ah! Cierto.
La conduzco hacia el patio de comidas, pero ella me da la
vuelta en sentido contrario, se dirige directamente a Dessert Row.
—¿Pensé que tenías hambre?
—Si. Para unas Oreos fritas.
Me río y ella me mira, sonriendo.
—¿Qué?
—Antes de este fin de semana ni siquiera sabía que Nico
Sykes sabía reír —sus pies dejan de moverse y me veo obligado a
detenerme con ella—. Ahora aquí estás, sonriendo, riendo —Inclina
la cabeza hacia un lado, una sonrisa tímida en los labios—. Y para
colmo, solo has tenido una o dos rabietas hoy.
Lo miro—. No tengo jodidas rabietas.
—Cambios de humor, rabietas, momentos aleatorios de
excitación. Llámalo como quieras —se burla—. Pero cuidado, novio
falso, o podría empezar a pensar que estás pasando un tiempo
medio decente.
—¿Te estás burlando de mí?
Ella se ríe mientras se aleja, así que dejo caer mi brazo,
moviéndome para mirarla mientras entramos en la línea.
—Tal vez lo sea, D.
Ella entrecierra los ojos. —¿Ser qué?
—No miserable.
Me mira un segundo antes de que una pequeña risa la
abandone y se acerque a la ventana de pedidos. Tan rápido como
paga, Demi recibe un cuenco de papel lleno de Oreos fritas
cubiertas de azúcar en polvo.
—Comeré mientras caminamos para que Krista no me
estrangule por estar fuera tanto tiempo —Levanta uno de sus
pedazos y lo muerde con un suave gemido—. Tan bueno.
Nos miramos y ella se ríe.
Estoy seguro de que ella puede ver la necesidad en mis ojos,
mientras que los de ella solo tienen una alegría que disfruto
mientras cubre esa sexy boca suya que todavía está llena.
Me gustaría llenarla con algo más...
—Lo siento —dice mientras reprime una sonrisa, secándose la
boca, antes de entrar para otro bocado.
—Gime así de nuevo y…
El timbre de mi teléfono me corta, y lo arrastro de mi bolsillo
para encontrar el nombre de mi papá parpadeando.
Mis pies dejan de moverse, la tensión se envuelve alrededor
de mis hombros mientras miro la pantalla.
Nunca llama.
—Puedes contestar eso si es necesario —dice Demi y yo la
miro—. Puedo adelantarme.
No.
Golpeo ignorar, lo guardo en mi bolsillo y caigo en el lugar
junto a ella, los dos nos dirigimos hacia donde sabemos que estarán
los demás.
Mi papá llama tres veces más entre la caminata hasta allí y el
final del viaje.
Volvemos con el grupo y entramos en el vestíbulo del hotel
cuando vuelve a sonar.
—Maldita sea, ¿quién te explota? —susurra Trent—. ¿Es
Josie?
Resoplo y miro a mi alrededor para asegurarme de que no
haya nadie al alcance del oído. —Es mi papá.
—Whoa —Sus ojos se ensanchan—. ¿Por qué crees que está
llamando?
Arrugo la frente—. No lo sé. Podría ser sobre mi mamá, estoy
a punto de intentar llamarla ahora mismo. Si no es eso, entonces se
trata de la pelea con el idiota en el vestuario.
—Los ha estado mirando todo el día, sabes —dice,
refiriéndose a Alex.
—Bueno. Déjalo pensar que puede tomarla, será mucho más
dulce cuando ella decida que no lo quiere.
—Y si él entra ahora mientras ella todavía lo hace, o si ella
sigue deseándolo, ¿entonces qué?
Empujo mi teléfono en mi bolsillo, mis ojos se deslizan por la
habitación donde está Demi. —Entonces encuentro una razón para
obligarla a quedarse.
—¿Chantaje?
Miro a mi amigo. —Si tengo que hacerlo.
Trent niega con la cabeza con un suspiro. —Debes tener
cuidado, Nic. De verdad.
—Te dije que me dejaras preocuparme por esto.
—Lo estoy intentando, amigo mío —dice, mirándome un
momento antes de cambiar de tema—. ¿Vas primero a tu habitación
o directamente al área de la fiesta?
Miro a Demi que se ríe, soltando las piernas de Carley para
que pueda deslizarse, terminando el paseo a cuestas que le estaba
dando.
—D, — llamo.
Ella les dice algo a las chicas y se dirige hacia nosotros, con su
largo cabello medio sobre su hombro. Choca con Trent, sonriéndole
brevemente cuando él se ríe.
Frunzo el ceño, atrayendo su atención hacia mí—. ¿Vas a tu
habitación primero?
—Demonios sí. No puedo bailar con esta cosa —se palmea las
caderas.
—¿Un atuendo restrictivo en el forro delantero? —Trent se
burla de ella.
—Lo sé, ¿verdad? —sonríe—. Culpa a Macy. Ella me hizo
usarlo.
—¿También te hizo dejar la ropa interior? —muerdo.
Los ojos de Trent se agrandan, al igual que los de ella, y
mientras se aclara la garganta y se aleja, Demi se sonroja.
Ella espera hasta que él esté lo suficientemente lejos antes de
dar un paso hacia mí. —¿Qué demonios fue eso?
—Nada —Inclino la cabeza hacia atrás—. No debería haberle
dejado entrar en eso.
Mi teléfono comienza a sonar de nuevo y sus ojos se posan en
mi bolsillo un momento antes de volver.
—Entonces, ¿por qué lo hiciste entonces?
—No hagas preguntas estúpidas.
Su cabeza tira hacia atrás y abre la boca para hablar, pero se
detiene, acercándose aún más. —Nunca he podido descifrarte —
susurra.
Empujo contra su pecho. —¿Dices que lo has intentado,
Pequeña D?
Inclina su barbilla, observándome con un fuego luchador. —
Podría haber respondido eso si el amable Nico estuviera parado
frente a mí. Una cosa es, todavía una mierda, ser un imbécil cuando
estamos solos nosotros dos, ¿pero frente a otros? —chasquea la
lengua—. Mejor trabaja en tu actitud si mantener esta farsa es
importante para ti.
Mis ojos se adelgazan. —Esa es la clave, ¿jugar bien?
Ella niega con la cabeza, colocando sus labios a un suspiro de
los míos.
—No juegues —susurra—. Se. Lo tienes en ti.
—Sí —puse mis manos en sus caderas con pereza—. ¿Y
cómo lo sabes, Hadita?
Se libera de mi agarre.
—Hoy se te resbaló la máscara —me dice—. No eres lo que
finges ser.
—¿Y qué pretendo ser?
—Frío y arrogante —Me mira mientras da un paso atrás—. Ese
no eres tú, eres tú, a la defensa.
—¿Defensa de qué?
Una pequeña sonrisa juega en sus labios gruesos y sus
facciones atraen pensamientos. —Todavía no estoy segura, pero
parece que tendré tiempo para averiguarlo, ¿no?
Una pesadez se apodera de mí cuando la miro, y no estoy
seguro de qué hacer con eso.
—¿Quieres saber algo que decidí hoy?
Levanto la barbilla.
Dime.
—He decidido que... no eres un completo imbécil.
Una risa inesperada me abandona y, como resultado, una
sonrisa de satisfacción se extiende por su rostro.
Demi se ríe, gira sobre sus talones y alcanza a sus amigos.
Los tres despegan por el pasillo, pero no antes de que ella se
detenga bruscamente, para poder gritar por encima del hombro. —
¡Encuéntrame en la pista de baile, Neek10!
Neek, eh.
Mis músculos se bloquean cuando el pensamiento es repetido
por la última maldita voz que quiero escuchar.
—Neek, eh.
La miro, tomándome mi tiempo para dar la vuelta y enfrentar a
la pequeña perra detrás de mí.
Entro en su espacio y él no retrocede.
—Veo que decidiste prepararla para mí después de todo —Sus
labios se rizan.
—Tócala mientras es mía y te romperé los dedos. Entonces
realmente no estarás atrapando una mierda, pero bueno, al menos
tendrás una excusa sólida para correr a casa.
Alex me empuja y lo dejo, tropezando unos pasos hacia atrás.
Sonrío, inclino mi barbilla y señalo su trasero de perra. —Nos
vemos más tarde, Hammons. Te guardaré un asiento para el
desayuno, ¿eh?
—Ya veremos —Sus ojos se endurecen.
Mi teléfono suena de nuevo y una sonrisa siniestra cubre su
rostro.
—Será mejor que lo entiendas, Sykes. Podría ser un problema
en casa.
Mi mandíbula se aprieta y extiendo la mano, agarrándolo por el
cuello y tirando de él. —Ten cuidado, Alex. Si no te has dado cuenta,
he terminado con tu mierda. De hecho, no eres intocable, aunque
creas que lo eres, así que adelante, juega tu puto juego, yo estaré
aquí jugando mejor —lo empujo y se tropieza, golpeándose la
espalda contra la pared—. Dile a tu papá que dije hola, hijo de puta.
Doy unos pasos hacia atrás antes de dar la vuelta y dirigirme a
mi habitación.
Que se joda.
Acabo de cerrar la puerta y me estoy quitando la camisa
cuando mi teléfono suena de nuevo, pero lo ignoro y llamo a mi
mamá.
Como pensé, ella duerme durante la llamada.
Lo arrojo sobre la cómoda donde permanecerá el resto de la
noche y me paso las manos por la cara.
Esto es lo que quiere, que yo haga hincapié en todo el puto fin
de semana, para arruinar cualquier tiempo de descanso que pueda
tener. Todo lo que quería era un maldito día para olvidar, pero
supongo que era demasiado pedir.
Demi dijo que soy frío y descuidado.
No lo soy.
No hablo porque mis pensamientos están constantemente
acelerados, mi jodida realidad ocupa el primer plano de mi mente en
todo momento.
Me esfuerzo en los deportes para intentar que un equipo
universitario me recoja, aunque probablemente no pueda aceptar
ninguna oferta que pueda llegar a tener.
Si me voy, ¿quién se queda aquí para cuidar a mi mamá?
No puedo dejarla sola, mi papá ya la está matando lentamente,
y ella se niega a verlo, se niega a dejarlo ir a pesar de que tiene un
nuevo hogar y esposa e hijo preferido, una mejor versión de mí,
como él ama decir.
Me dejo caer sobre mi colchón, mirando el techo agrietado.
La risa fuerte de Demi y su amiga flota debajo de la puerta
contigua de nuestras habitaciones y, a pesar de mi puto humor de
mierda, la esquina de mi labio se levanta.
No sé qué diablos estoy haciendo, pero eso no significa que
vaya a parar.
Cierro los ojos, respiro profundamente y lo dejo salir.
Joder.
Me estoy tomando unas horas más, dejando todo en el fondo
de mi mente y lidiando con el daño de todo más tarde.
15
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Krista abanica su rostro, asintiendo con la cabeza hacia las


mesas, por lo que todos salimos de la pista de baile para un breve
descanso para que puedan recuperar el aliento.
Ella nos lleva donde los chicos están apiñados cerca de la
barra libre.
Krista se deja caer sobre el regazo de Trent, los demás toman
un asiento libre a su alrededor mientras yo salto, sentándome en el
borde de la mesa.
—Maldita sea, Dem. Tienes a Krista respirando con dificultad
—bromea Trent.
—Trata de seguirle el ritmo y mira a Carley —dice Krista—.
Ella está sudando más que yo.
—Sudo mucho, gilipollas, y sabes que puedo dejarte atrás —
responde Carley.
—Cierto, pero aún así —Krista se ríe, bebiendo media botella
de agua antes de dar un sorbo a la bebida de Trent.
—Tío, Nico también es el más rápido del equipo —jadea Macy,
mirando en su dirección—. Ustedes podrían pasar toda la noche si
lo intentaran.
Mi boca se abre, pero de repente Nico está frente a mí,
empujando mis rodillas para que pueda deslizarse entre ellas. Me
quedo mirando, inmóvil y un poco zumbada, mientras sus dedos
suben para levantar mi barbilla.
—La resistencia es clave —dice, todo profundo y áspero como
—. ¿No es así, bebé?
Mis músculos se tensan inesperadamente y tengo que
recordarme que debo asentir.
Está retrasado y es más que obvio.
Las risas de alrededor de la mesa hacen que mi mano se
levante para alejar la suya, y una risa entrecortada se me escapa.
—Vamos a salir, pero con los chicos. Mi papá les dijo que
cerraran el enchufe a la una, Krista salta.
El resto del grupo se pone de pie, y todos se apresuran, pero
Nico continúa bloqueándome, su atención en sus cuerpos en
retirada antes de volver a mí.
—No soy un gatito sexual, dijo ella —dice él con un fuerte
ronquido—. Tengo que decirte, si el hip—hop es tu tema, la mierda
de club es tu espíritu. No estoy seguro de cómo me perdí eso.
Parpadeo inocentemente. —Mucho que aprender.
—Confía en mí, D, sé mucho.
—¿Qué, me espías desde esa ventana tuya, Neek?
Su sonrisa es instantánea y mi mandíbula cae, una risa
burbujeando de mí.
—Oh, Dios mío, lo haces, pervertido —golpeo su pecho
juguetonamente.
—No es mi culpa que te desnudes a medias y tengas sexo con
el aire en mi campo de visión.
Me río a carcajadas, echando la cabeza hacia atrás. —Sexo
con el aire. Agradable.
Su mirada cae a mi cuello, bajando lenta y seductoramente
desde allí.
De repente, con la cabeza todavía apuntando hacia abajo, sus
ojos se abren para encontrarse con los míos a través de pestañas
espesas y oscuras.
Es demasiado.
Me aclaro la garganta. —¿Bailas?
Él asiente lentamente.
—Muéstrame.
—Nah.
Arrugo la frente. —¿Por qué no?
Una expresión de suficiencia se desliza por su rostro. —
Porque mi chica bailaría para mí, pero no me pediría que bailara con
ella.
Pongo los ojos en blanco mientras salto, pero su cuerpo es
una barrera y no se mueve, así que todo lo que hace es aplastar mis
caderas contra las suyas.
Corta un rápido vistazo a mis labios.
—No podrías soportarlo si lo hiciera —le digo.
Acerca su boca. —Podría manejarlas a todas ustedes, Hadita.
Creerlo.
Aprieto mis labios hacia un lado, alejándolo un poco para que
haya algo de aire entre nosotros, y esta vez él lo permite.
—Qué bueno que los novios falsos no tengan que
demostrarles cosas a sus novias falsas —susurro—. Ahora, ¿estás
listo para ser escolarizado?
—Eso lo crees, ¿eh?
—Lo sé, Neek. Como el campo es tu hogar, un espacio abierto
es mío.
Nico se lame los labios. —Está bien, pro. Vámonos.
Camina de espaldas hacia la pista de baile, cogiendo mi mano.
Deslizo la mía en la suya, y él tira de mí hacia él, su agarre se
desplaza rápidamente a mi cintura. —Es hora de que mi chica me
muestre de qué está hecha.
—Asegúrate de mantener el ritmo —giro en su agarre, mi
espalda ahora a su pecho.
—Deja de hablar, D —Le da un pequeño apretón—. Muévete.
Me río, haciendo precisamente eso.
Mis manos permanecen frente a mí y balanceo mis caderas
hacia adelante y hacia atrás, balanceándome ligeramente hacia
adentro y hacia afuera con cada movimiento. Cuando Nico sigue, su
agarre firme, agrego un poco más de curva, arqueando mi espalda.
La canción cambia y suena la extremadamente tocada pero
muy efectiva para este momento, “Low” de Flo Rida. Sé al instante
que lo está haciendo Krista, es ella la que quiere: la canción de
moda.
Una sonrisa se abre a través de mis labios y le guiño a Nico
por encima del hombro.
Bloqueo mis pies en el suelo y sacudo mi trasero ligeramente
contra él, y sus manos se deslizan más hacia mi frente antes de
deslizarse lentamente por mis costillas, por mi estómago, luego sus
dedos se deslizan en los lazos de mis shorts, pero liberar. Doy un
paso hacia afuera medio pie y dejo caer solo para volver a subir y
hacerlo de nuevo, balanceando mis caderas en el camino hacia
arriba por segunda vez.
Cuando su pecho de repente golpea mi espalda, me río y echo
la cabeza hacia atrás, pero mi risa se apaga cuando me atrapan en
sus ojos.
Bajo y oscuro y sobre mí.
Su mano comienza a arrastrarse a lo largo de mi brazo, hasta
que alcanza la punta de mis dedos, donde entrelaza nuestros dedos
y envuelve lentamente nuestras manos entrelazadas detrás de su
cabeza.
Sigo su señal y cruzo mis palmas sobre su cuello, frotándome
contra él mientras su mano regresa a mis caderas, con los ojos
todavía reteniendo los míos.
Cuando mueve sus caderas, haciendo que me mueva un poco
hacia adelante, me río.
Giro en sus brazos, poniéndonos cara a cara, pero seguimos
moviéndonos.
Se lame los labios, sus dientes superiores metiendo los
inferiores por un segundo.
Sonrío, pasando mis manos por sus hombros y sosteniéndolas
en la base de su cabello.
Miro alrededor y encuentro varios ojos sobre nosotros.
—La gente está mirando.
—Ellos ven.
Lo miro. —¿Ven qué?
—Química.
Me inclino y deja de moverse.
Le susurro: —Sr. Brando estaría orgulloso.
Nico comienza a reírse, sus manos se deslizan más alto y
empujan mi pecho contra él.
—Deberías besarme ahora, D. Lo están esperando.
Empujo hasta los dedos de mis pies, acercando mi boca a la
de él, y sus dedos se extienden contra mi espalda.
—De ninguna manera.
Nico sonríe, sus brazos caen alrededor de mí mientras asiente
hacia el mini bar que pasa el ama de llaves de Krista.
Salimos de la pista de baile, tomamos un trago rápido y
esperamos a que los demás se unan a nosotros. Una vez que tienen
algo para ellos, los seis salimos por la salida lateral y salimos al aire
fresco de la noche.
El padre de Krista tenía estacas largas colocadas a lo largo del
hotel, luces brillantes envueltas alrededor de ellas para permitirnos
un lugar iluminado para pasar el rato por la noche, así que nos
quitamos los zapatos y nos tiramos a la arena en medio de ellos.
—Hasta el trago final del fin de semana —Krista sonríe,
levantando su vaso en vítores.
Thompson sale a continuación con un puñado de aguas que
pasa antes de unirse a nosotros.
—Gracias, tío —Nico coge dos y me entrega uno.
—¿Viste a Josie aparecer hoy en el malecón? —le pregunta
Krista a Nico, sus ojos mirándolos rápidamente.
—¿No estaba invitada, apuesto? —le pregunta.
Estoy bastante seguro de que su respuesta es para mi
beneficio, considerando que prácticamente lo acusé de invitarla
antes.
—Claro que no le pedí que viniera —Ríe Krista.
—Todos sabemos por qué vino. Su hermana está aquí y le dijo
que Nico y Demi se engancharon —Todas las miradas vuelan hacia
Macy mientras dice esto—. Qué, es cierto. Me sorprende que no
haya venido esta noche.
—Lo hizo —nos dice Trent mientras mira de mí a Nico—. No
iba a dejar que ella cabreara a Krista jodiendo con ustedes. No tenía
nada que hacer en la fiesta. El malecón —se encoge de hombros—.
No puedo controlar eso.
—¿Qué le dijiste? — pregunta Krista.
—Le dijo que se perdiera o se avergonzara cuando el personal
de seguridad la escoltara.
Krista sonríe, mirando en mi dirección, pero miro a Nico,
esperando un pequeño ceño fruncido o algo similar, pero él está
hablando con Thompson, sin siquiera prestarle atención, o
importarle, en absoluto.
—¡Demi, tú y Nic estaban prendiendo fuego al suelo! Super
caliente, pero esperaba eso —Krista se ríe, apoyándose en Trent,
quien niega con la cabeza mientras la rodea con sus brazos.
—Me sorprendió, eso seguro —admito con una sonrisa.
—Apuesto a que seguirá sorprendiéndote —Macy gira sus
caderas, hundiendo su trasero en la arena.
Los demás se ríen y entablamos conversaciones separadas
entre el grupo.
Unos minutos más tarde, la voz de Nico llenó mi oído.
—Necesito ir.
—Bien —le susurro en respuesta.
—Levántate, Demi.
Me aparto, moviéndome para mirarlo.
Una orden de peso le devuelve la mirada, y él no se molesta
en retenerla. —Vienes conmigo.
Lucho contra una sonrisa. —¿Ahora?
Sus ojos se estrechan en advertencia. —¿Cómo se verá si me
voy a la cama sin mi niña en un viaje sin padres?
Como una mentira
Asiento con la cabeza y nos ponemos de pie, pero antes de
que podamos decir algo, las chicas comienzan a bromear.
—Oh, mierda, ahí van.
—El calor del dormitorio viene hacia nosotros.
—Mantenga los gemidos bajos, ¿quieren?
—Sí, no quiero escucharte a ti y a Nico por un lado y Krista y
Trent por el otro.
—Podrían callarse chicas —frunzo el ceño, tomando a Nico de
la mano y saliendo de allí.
Se ríen más fuerte, gritan más fuerte, y luego todos alrededor
están silbando cuando damos un paso hacia atrás en el hotel.
Niego con la cabeza, sonriendo mientras miro a Nico. —
Entonces, ¿vamos a pasar el rato?
—Garantiza que tu idea de pasar el rato no se parece en nada
a la mía.
—No soy la mojigata que crees que soy, Nico —Cuando me
lanza una mirada un poco sucia e inquisitiva agrego—, pero
tampoco tengo ninguna intención de entretenerte.
La comisura de su boca se levanta ligeramente, pero
rápidamente desaparece, una mirada intensa ocupa su lugar.
Miro hacia adelante, disminuyendo la velocidad cuando veo a
Alex apostado contra la pared, a solo unas puertas de nuestras
habitaciones.
Miro a Nico de nuevo, pero su expresión ya no coincide con la
tensión que se desprende de él.
Parece relajado, realmente sereno, pero considerando la forma
en que su agarre sobre mí se aprieta, diría que es todo lo contrario.
Llegamos a la puerta de Nico, y mete la mano en el bolsillo
para sacar su tarjeta, pero yo tiro de él.
Su mandíbula se flexiona, asumiendo que me estoy liberando,
pero cuando saco mi tarjeta, se relaja un poco.
Abro la puerta y Nico mantiene sus ojos fijos en los míos
mientras entra, deteniéndose a mi lado. Se inclina, rozando con sus
labios mi mejilla antes de desaparecer en mi habitación.
Cuando me giro, mi mirada se fija en la de Alex.
Él empuja fuera del marco y guiña un ojo, pero hay algo
escondido detrás de su sonrisa que no puedo ubicar, una vibra que
nunca he recibido de él que me hace mirar hacia otro lado antes de
que él vea mi ceño fruncido.
Cierro la puerta, volviéndome hacia Nico, preguntándome por
primera vez esta noche si esto es un error y más que eso, por qué
no se siente como tal.
Nico se apoya en el pequeño mueble de televisión con una
mirada en capas negras.
—Creí que habías dejado abierta la puerta contigua. De esta
manera, cuando estés lista, puedes entrar a tu habitación y nadie
sabrá que no estamos juntos — explico.
Se estira en toda su altura y abre la puerta revelando que la
suya todavía está abierta, como sospechaba.
Pero no por mucho.
Con un aire de repentina frialdad rodeándolo, entra en su
habitación y cierra la puerta detrás de él.
Me quedo ahí, atascado un momento, pero el tintineo de un
pestillo me hace avanzar hacia el mío.
Bueno, está bien entonces.
La cierro con cuidado, pero algo me impide girar la cerradura,
en lugar de eso, me muevo hacia la que me conecta con la
habitación de Carley.
Lo aseguro, diciéndome a mí mismo que no es para ayudar a
llevar a casa la artimaña con la que no acepté al principio, pero que
parece haber encajado perfectamente.
Agarro bocadillos de mi mini nevera y me acuesto para ver
Takers por doceava vez.

El ligero golpe de un nudillo contra la madera me hace presionar


pausa en el televisor. Segundos más tarde suena de nuevo, así que
me arrastro desde la cama, hacia la puerta que me bloquea de mi
falso novio y la abro.
Nico está apoyado allí, un hombro contra el marco de su
costado, su cabeza también apoyada en la madera blanca.
Me inmoviliza con una mirada fija, pero no hay ira o irritación
en ella, como su expresión podría hacernos creer.
Son pesados, cansados.
¿Abrumado?
—No escuché un clic — gruñe, el cansancio cubriendo su ya
profunda voz.
—No lo cerré —admito.
—¿Por qué no?
Si, ¿por qué no?
Cruzo mis brazos sobre mi pecho, encogiéndome de hombros,
y la mirada de Nico desciende, recorriendo audazmente mi cuerpo y
deteniéndose en el vértice de mis piernas desnudas.
Cuanto más lo mido, más obvio es que mientras está aquí
parado, en nada más que sus pantalones cortos de dormir, su mente
está lejos del presente.
—¿Todo bien? —pregunto.
La comisura de su labio se levanta, pero no hay alegría en su
rostro.
Esos ojos vuelven a los míos y sostienen. —No quiero hablar,
D.
Frunzo el ceño y su atención se centra en la pared.
No quiere hablar...
Por supuesto. Siempre me olvido.
—Bueno, estoy cansada —digo y empieza a apartar su cuerpo
—. Tan bueno, ¿eh?
Su mirada se posa en la mía, y lentamente me hago a un lado,
dándole la bienvenida a mi habitación.
Nico entra, esperando hasta que vuelva a subir a la cama para
caminar hacia el otro lado, donde se coloca sobre el edredón a mi
lado.
Su teléfono suena desde su habitación en el momento en que
ambos estamos sentados y su cabeza cae contra la cabecera con
un ruido sordo. Lo levanta y vuelve a golpearlo suavemente.
Está en la punta de mi lengua preguntar, pero cuando me
encuentro con los ojos de Nico y la expresión cerrada dentro de
ellos, miro hacia adelante y presiono reproducir.
Si lo que necesita es sentarse conmigo en silencio, se lo puedo
dar.
Pasamos las próximas horas sin hablar.
16
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Me sobresalto en la cama cuando los golpes fuertes y


persistentes reverberan por toda la habitación.
Lo primero que noto es que el espacio a mi lado está vacío, mi
televisor todavía está encendido y las puertas que conectan las
habitaciones de Nico y la mía todavía están abiertas de par en par.
—¡Sé que nos escuchas, cara de zorra! —grita la risa.
Me levanto y abro la puerta que bloquea la de mis amigas.
Carley, Krista y Macy llegan, corriendo hacia mi cama y
tirándose encima. Macy salta tan rápido como aterriza cuando se da
cuenta de que la puerta de Nico está abierta. Ella corre justo por
eso.
—No, espera —siseo cuando ella entra corriendo sin avisar—.
¡Macy!
Unos segundos más tarde, ella regresa con un pequeño
puchero. —Boo, ya se ha ido. ¿Cómo pudiste dejarnos perder el
paseo de la fama?
Tengo que obligarme a no fruncir el ceño.
Ido, ¿se fue?
—Sí, Demi. Grosera —se ríe Krista, hurgando en mi nevera y
sacando una bolsa de uvas—. ¿Entonces, cómo estuvo? ¿Se tomó
su tiempo o fue caliente y rápido?
Abro la boca para decirle que se calle cuando Trent entra con
ojos soñolientos y una mirada furiosa.
—¡Retozado! —ríe Macy y Krista la golpea, poniéndose de
rodillas y extendiendo las manos hacia su novio.
Rápidamente agarro unos pantalones cortos y me los pongo.
—Gracias por llamar.
—Mierda, lo siento —Trent se disculpa, pero no se marcha.
—¿A qué hora se fue Nico? —pregunta Carley y todos los ojos
se vuelven hacia mí.
—Yo…
El golpe en la puerta de la habitación me salva, así que corro
para abrirla, mis ojos se agrandan cuando encuentro a Alex en el
otro lado.
—Buenos días —sonríe.
—Uh, hola, quiero decir buenos días —Aliso mi cabello,
pasando mis dedos por debajo de mis ojos.
—Quería ver si tú… —su voz se apaga, frunciendo el ceño
ante algo por encima de mi hombro.
Miro para encontrar a Trent parado allí, y solo se acerca.
Frunzo el ceño y me alejo, volviéndome hacia Alex de nuevo.
—¿Interrumpí algo que no debería haberlo hecho? —pregunta
lentamente, su insinuación fuerte y clara.
—¡¿Qué?! ¡No! —grito, empujando la puerta para abrirla más,
lo que obliga a Trent a retroceder.
Alex mira más allá de mí para ver a las chicas adentro.
—Ah. Ahora tiene sentido —se ríe—. Pensé que podríamos
caminar juntos para desayunar.
—Oh —inconscientemente miro a la puerta de Nico.
Se fue sin decir una palabra, ¿significa esto que nuestra
diversión ha terminado?
Hicimos que todos pensaran que estábamos de fiesta juntos
todo el fin de semana; Alex está en mi puerta a las ocho de la
mañana.
¿No es esa la zona de anotación?
De cualquier manera, es una caminata inofensiva en la que
también estarán mis amigos.
—Eh, acabo de despertar —indiqué—. Obviamente, pero —
Miro a las chicas—. ¿Cuánto tiempo hasta que estén listas para ir a
comer?
—Sólo me estoy cambiando y poniéndolo en cola de caballo —
dice Krista, y los otros dos asienten.
Me vuelvo hacia Alex. —¿Diez minutos?
El sonríe. —Esperaré en el vestíbulo.
—Increíble.
Cierro la puerta detrás de mí y los cuatro miran con los ojos
muy abiertos.
—¿Qué?
—¿Qué quería? —es Trent quien pregunta.
—Saber cuándo vamos a desayunar, ¿por qué?
Se encoge de hombros, luego se da vuelta y se marcha
mientras las chicas se ríen levemente.
—Maldita sea, Demi. ¿Tirando dos en un fin de semana? —
Krista sonríe.
—Es el desayuno.
—Y el postre de anoche fue Nico. ¿O fuiste tú el postre? —
bromea Macy.
—Lindo —la volteo—. ¿Podemos vestirnos ahora?
Se levantan y dentro de unos veinte sólidos minutos todos nos
dirigimos a nuestro último desayuno antes de irnos a casa y volver a
la escuela mañana.
Alex se sienta a mi lado, pero pasa la mayor parte del tiempo
hablando con las personas que nos rodean hasta que terminamos y
la gente comienza a tomar fotografías.
Se vuelve hacia mí con una sonrisa. —Entonces, ¿regresarás
con Krista?
—Sí, los cuatro llegamos juntos en coche.
—Bueno, si quieres, puedes viajar conmigo. Conduje yo mismo
—sonríe.
—¿Estás seguro de que puedes manejarme dos horas
enteras?
—Lo puedo manejar.
Sonrío, mirando mi bebida mientras la tomo, algo sobre un "sí"
que me sabe amargo en la lengua. —Hablaré con las chicas sobre
eso. Este es nuestro viaje, así que no quiero molestar a nadie.
—¿No los dejaste anoche para pasarla con Sykes?
Mis músculos se bloquean y mis ojos vuelan hacia los suyos.
Bueno, eso fue audaz y expresado con un poco de
brusquedad.
—Yo no los abandoné, yo...
De alguna manera los dejé, pero él no sabe que las chicas me
hubieran llevado y me hubieran dejado adentro con Nico si tratara
de rechazarlo para pasar el rato con ellas, son así de increíbles.
No le digo esto a Alex.
Él da una sonrisa tensa. —No estaba tratando de hacerte
pasar un mal rato.
—No, estás bien. Supongo que, en cierto modo, se puede
decir que sí —en realidad, no.
—¿Entonces saliste con Nico anoche? —investiga.
Respiro hondo, apartando la mirada un momento.
¿Qué está haciendo?
Nos vio entrar en mi habitación, así que ¿por qué
interrogarme?
¿Y por qué dudo en responder?
El único propósito era que pensara que estaba con Nico,
¿verdad?
Cierto.
Aún así, todo lo que le doy es una sonrisa lateral y un pequeño
encogimiento de hombros.
Alex me mira, su labio se levanta. —Ah, vamos. Avísame si
tengo una oportunidad aquí.
Mis ojos se abren de par en par y él se ríe, pero luego alguien
al final grita su nombre, ganando su atención el resto del tiempo.
Una vez que todos terminaron, salimos todos juntos, las chicas
nos quedamos atrás para esperar a Krista mientras ella y sus
padres agradecen al personal del restaurante por recibirnos.
Camino unos metros para mirar por encima del agua, y Trent
se acerca con las manos en los bolsillos.
—Nico, ¿eh?
Corté mis ojos en su dirección, pero no digo nada.
—¿No me dijiste que te odiaba?
—¿No me dijiste que no lo hacía?
—Sí —le deja una risa baja—. Te lo he estado diciendo
durante mucho tiempo, Dem.
Ambos nos quedamos callados un momento antes de que
suspire, y sé lo que está pensando, pero ninguno de los dos lo dice
en voz alta.
Esta es, tal vez era la palabra correcta, solo temporal, por lo
que no es necesario considerar problemas a largo plazo.
En lugar de decir lo que piensa, Trent pregunta: —¿De verdad
estás yendo de regreso con Alex?
Asiento, aplastando mis labios juntos. —Podría ser.
—Sabes, él y Nico tienen ... problemas.
—Juegan las mismas posiciones, por lo que tiene sentido que
compitan entre sí.
Trent se burla, sacudiendo la cabeza y aparta la mirada como
si hubiera algo más que no estaba seguro de poder comentarme.
—¿Qué?
—Nada —dice—. Pensé que tú y Nico se estaban divirtiendo
este fin de semana, eso es todo.
Arrugo la frente.
—Nunca pensé que estaría de acuerdo con tal afirmación, pero
me divertí... No es tan despiadado como pensé que sería.
—¿Por qué te vas con Alex, entonces?
Niego con la cabeza. —Es solo un viaje a casa, Trent.
—Cierto —asiente, volviéndose cuando la voz de Krista flota
desde las puertas—. Creo que deberías viajar con Krista y las
chicas.
—Si se trata de que tu amigo esté de vuelta, puedo prometerte
que a Nico no le importaría que yo vaya con Alex.
Trent me mira a los ojos, una mirada seria en la suya no veo
mucho, y sus palabras son tan directas. —Te puedo prometer que lo
haría.
Con eso, se aleja, levanta a Krista cuando ella lo alcanza y la
hace girar.
Trent no tiene idea de lo equivocado que está.
Este era el plan de Nico, no el mío. Él estaría bien con eso,
estoy segura.
Alex se ríe a unos metros y mis ojos se dirigen hacia él.
Da la casualidad de que mira hacia arriba al mismo tiempo y
levanta la mano en un pequeño saludo.
Sí, estoy viajando con él.
Nos dirigimos a la playa y caminamos un poco antes de
regresar a nuestras habitaciones para empacar.
Veinte minutos después, estoy lista para irme, pero Alex aún
no está en mi puerta, así que decido entrar en la habitación de Nico
y echar un vistazo desde que se fue.
La cama está deshecha, pero aparte de eso, no hay señales
de que nadie se haya quedado aquí. Camino hacia el lavabo del
baño, paso la mano por el mármol frío y me dejo caer en el borde.
Saco mi teléfono, decidiendo desplazarme por Instagram hasta
que Alex llegue aquí.
Mis notificaciones son una locura, decenas de etiquetas y
menciones de amigos que pasaron el fin de semana con nosotros.
Empiezo a desplazarme, a reaccionar a cada publicación, pero
mi dedo se congela cuando aparece una imagen compartida por
Nico, ¿o debería decir imágenes?
Es casi como una imagen en movimiento, un pequeño collage
de cuatro imágenes.
Son de ayer en el muelle antes de la cena.
Somos él y yo, algunos de nuestros amigos al otro lado de
nosotros, Macy justo a mi lado mirando hacia arriba con una sonrisa,
pero somos el foco y… mierda.
Uno pensaría que planeamos la pose y cada una después,
pero no tenía ni idea de que una cámara apuntaba en mi dirección.
En el primer disparo, Nico tiene sus brazos alrededor de mis
hombros mientras yo agarro sus antebrazos. Su boca está
ligeramente abierta, sus labios en mi oído. Esto debió haber sido
tomado cuando parpadeé, porque mis ojos están cerrados y esa es
la única explicación.
En la segunda imagen, he girado la cabeza, nuestras caras
están a solo una o dos pulgadas de distancia y nos miramos a los
ojos. El tercero, me estoy lamiendo los labios y su mirada está fijada
con láser en mi boca, y el cuarto, sus ojos están clavados en la
cámara mientras los míos están pegados a él.
Nos vemos...
Como mucho más que una aventura de fin de semana.
El comentario dice: "Bahía este fin de semana", y lo etiquetó
con hashtag viaje con mi bebé.
¿Su bebé?
Miro la marca de tiempo y algo se agita en la boca de mi
estómago.
Hace menos de una hora.
Después de que se fue.
Voy a su perfil y me quedo un momento antes de decidir
enviarle un mensaje.
Yo: Vi las fotos.
Hago una pausa para pensar antes de agregar algo más.
Yo: Gracias por un fin de semana entretenido.
Espero un minuto, mirando el chat para ver si se muestra si lo
ha leído o no, pero luego guardo mi teléfono en mi bolsillo y regreso
a mi habitación justo cuando Carley grita desde la suya.
—Demi, ¿todavía tienes refrescos en tu nevera?
—¡Sí! —le digo—. También me quedan Gatorade, algunas
aguas y dulces.
Abro la puerta, apoyándola en la pequeña silla de escritorio
justo cuando Alex se acerca.
—¿Lista?
Yo sonrío. —Si yo…
Mi teléfono emite un pitido, cortándome, así que lo saco de mi
bolsillo.
Es un mensaje de texto de un número que no he guardado y
una captura de pantalla del mensaje que le envié a Nico, gracias por
un fin de semana entretenido resaltado.
Llega otro texto.
Desconocido: Que gracioso, D.
—¿Debo agarrar tus maletas? —ofrece Alex.
—Yo, um —me desvanezco, bajando lentamente mi teléfono a
mi lado, pero suena de nuevo.
Desconocido: No hemos terminado.
Aprieto mis labios.
—Demi.
Mi cabeza se levanta. —Yo... necesito ir con las chicas
después de todo. Tengo todos los bocadillos así que...
Alex frunce el ceño ante mi horrible excusa, y sigue una
sonrisa forzada. —Sí, genial. Te veo en la escuela.
Asiento con la cabeza, sonriéndole mientras se gira y se aleja.
Una vez que se pierde de vista, frunzo el ceño.
¿Qué acabo de hacer?
Mi teléfono suena.
Desconocido: Buena chica.
No puedo evitarlo, una risa sale de mí, pero luego hago una
pausa.
Cómo lo hizo...
Trent entra en el largo pasillo, sale de la habitación de Krista
unas puertas más abajo y se dirige directamente hacia mí, con sus
maletas sobre su hombro y otra colgando de sus manos.
Intenta reprimir una sonrisa.
Guau.
—¿En serio, Trent? —levanto una ceja mientras pasa.
Se ríe, mirando por encima del hombro con un encogimiento
de hombros. —Tienes que compartir esos bocadillos, Dem.
Me río en respuesta, negando con la cabeza.
Sí, eso fue bastante tonto.
Por supuesto, Trent tuvo que ir y llamar a Nico.
Mi teléfono suena de nuevo, pero esta vez cuando miro hacia
abajo, es una notificación en Instagram.
Nico publicó otra foto, etiquetándome en ella esta vez, aunque
no estoy en la imagen.
Es él con una sudadera con capucha, la mitad de la cara
cubierta con el brazo, nada más que esos ojos oscuros y pestañas
gruesas a la vista. Parece como si estuviera acostado en la cama,
pero no puedo estar seguro. Sin embargo, la leyenda... no hay duda
de su significado, ya que dice: trae ese trasero a casa
@DemiTheeDancer. Tu hombre te está esperando.
Pongo los ojos en blanco y guardo el teléfono en el bolsillo.
Mi hombre, ¿eh?
Supongo que estamos desempeñando nuestros roles un poco
más.
17
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

—¡Está bien, chicas! —Miranda aplaude—. Espero que haya


disfrutado su fin de semana de tres días, porque el resto de esta
semana haremos dobles. Ya sabemos que no actuaremos para la
escuela hasta la noche del último año, pero lo que aún no he
compartido es que el director le ha pedido al equipo de baile que
lleve a los jugadores universitarios al campo del juego.
—Las animadoras siempre guían al equipo —señala una de
las chicas.
Miranda niega con la cabeza con una sonrisa. —No este año.
Este año somos el espectáculo.
Santa mierda.
El equipo de baile está más orientado hacia el hip—hop en
estilo, por lo que cuando me reclutaron en el primer año, acepté,
pero ¿asumir el control de Senior Night que no solo está lleno de
estudiantes, sino de padres y profesores? Es un poco loco, dado
que nuestros bailes son subidos de tono, implica mucho botín.
—Hay como cuarenta de ellos y sólo diecisiete de nosotros —
dice otra.
—Sólo se acompañará a los seniors, pero aún nos
quedaremos un poco cortos, por eso le pedí al equipo de baile de JV
que me ayude, pero solo durante la escolta. No realizarán la rutina
completa con nosotras —anuncia—. Todavía estoy trabajando en el
vestuario para la actuación, pero creo que incorporaremos al equipo
para ayudar a que sea algo nuevo, de alguna manera.
—¿Cómo es eso? —pregunto.
—Bueno, podemos agregar ojos negros para divertirnos y
calcetines hasta la rodilla. Podemos preguntarle al entrenador Parks
si podemos tomar prestadas las camisetas de visitante de los niños,
ya que este es un juego en casa u otra opción son las chaquetas de
letra. Todo el equipo recibió uno gratis el año pasado cuando ganó
el estado, por lo que cada jugador debería tener uno que se pueda
usar.
—Puede que sea difícil bailar.
—Sí —conviene ella, luego sonríe—. Pero sería un gran
comienzo de espectáculo, y una pieza que puedes lanzar fácilmente
cuando suene el coro.
—¡Sí! —grita alguien—. ¡Una pieza de transición en nuestra
revelación de vestuario!
—¿Podemos elegir a quién acompañamos? —pregunta Ava
emocionada, haciéndonos reír.
—Diablos no, ¿crees que quiero lidiar con las consecuencias
de eso cuando estos chicos no son lo que imaginabas en tu
cabeza? —bromea, haciéndonos reír. Solo tiene veintiún años, así
que siempre es genial cuando se trata de novios y esas cosas—. Se
trata de que nuestro equipo se desempeñe bien. ¿Me escucharon?
—Sí, entrenadora —decimos al unísono.
—Está bien —gira la muñeca—. Tres vueltas.
Después de nuestro rápido calentamiento, ejecutamos nuestra
rutina dos veces y luego se oye un fuerte golpe en la puerta del
gimnasio.
Miranda sonríe, saltando hacia atrás hacia la puerta. —
¿Mencioné que estarían aquí hoy?
Mis ojos se abren y miro alrededor de la habitación.
La mayoría de nosotros estamos en minúsculos pantalones
elásticos cortos y un sostén deportivo. Dado que esto es solo una
práctica y no una clase real, podemos vestir lo que nos parezca más
cómodo.
Los chicos, sin embargo, tienen entrenamiento con pesas
antes de clases, por lo que están puntuales en este momento. Aun
así, cuando abre la puerta y estrechan la mano la entrenadora, la
mitad de los chicos están sin camisa y el resto sin mangas.
Thompson y Trent entran primero, Alex y algunos otros detrás
de ellos, seguidos por más de sus compañeros de equipo.
Trent asiente con la cabeza, así que saludo, mis ojos se
mueven a lo largo de la línea y se fijan en los de Alex. Él sonríe,
luego mira a las chicas a su alrededor.
¿Dónde está Nico?
Hace tres días que no se ha presentado a la escuela.
—Está bien —comienza Miranda—. Niños, fórmense en una
sólida línea recta frente a la pared, del más bajo al más alto.
Colocaré a algunas chicas frente a ustedes y comprobaré la altura
para poder tener una buena idea de qué funcionará y qué no para la
entrada. Sé que normalmente salen con las chicas mientras se leen
sus estadísticas por el altavoz, pero este año los involucraremos un
poco más por diversión.
Nos pide que hagamos lo mismo una vez que los chicos están
en orden.
Me bajan unas cuantas veces y, al final, me colocan frente a
Thompson, que mide al menos uno—noventa y ocho desde el
primer año.
Lanza sus brazos sobre mi hombro. —¿Qué pasa, Demi?
—No mucho. ¿Sabías que estábamos emparejados? —miro a
Trent que está a unos cuerpos de distancia.
Niega con la cabeza mientras Thompson dice.
—Tenemos un par de chicos que no están aquí, Miranda, para
que lo sepas —le dice el entrenador Park—. Puedo enviarte su
altura si quieres tener un plan anticipado para después.
—Eso sería útil, gracias —dice ella, moviendo a las chicas al
principio de la línea. Me moví una vez más, ahora colocada frente a
Carlos, el ala defensiva.
Miranda retrocede, asintiendo lentamente con la cabeza. —
Pienso que esto…
Ella se corta cuando la puerta del gimnasio se cierra de golpe y
todos los ojos vuelan en esa dirección.
Nico entra vistiendo joggers y una sudadera con capucha
sobre su cabeza.
Se detiene un momento junto a su entrenador y dice algo que
nadie más puede oír. El entrenador le da una palmada en el hombro,
empujándolo hacia nosotros.
—Miranda —murmura Nico mientras pasa, sin mirarla.
—Necesito emparejarte, Nico —dice con severidad.
Él la ignora, se detiene frente a mí y sus ojos se entrecierran
antes de cambiar a Carlos.
Hay un ligero movimiento de pies, y luego Nico se desliza, su
pecho empujando contra mi espalda en el siguiente segundo.
Inspiro, un poco molesta porque piensa que puede entrar aquí
y tomar el control, especialmente después de no decir nada durante
tres días.
Mis ojos vuelven a Miranda.

Ella no le permitirá estropear el flujo o la visualización de la


actuación, incluso si él piensa que es un privilegiado.
Nico se empuja aún más cerca. —Estoy emparejado.
Me tenso, esperando a que ella lo aclare como lo haría con
nosotros, pero Miranda solo frunce el ceño, mirándolo un momento
más antes de que salga y coloque a una de las chicas de JV con
Carlos. —Déjame agarrar mi teléfono para poder repasar esto más
tarde para estar segura, pero en general, se ve bien.
Cuando regresa, comienza a tomar fotografías, moviendo a
algunas personas con cada toma hasta que está contenta con lo
que ve.
—Está bien chicos, cuando diga uno, coloquen las manos en
las costillas superiores de su pareja aquí —indica unos centímetros
debajo de nuestros senos, sin dejar de mostrarles lo que quiere
decir mientras declara— En dos, deslícelas hacia las caderas, en
tres, presionen, y en cuatro, saltarán mientras las levantan. En
cinco, sus pies deben estar en el suelo, tus manos a los lados.
Chicas, a las seis, tienen que están tumbadas.
—Esto es solo un intento rápido y no necesariamente lo que
haremos para la rutina. Quiero ver qué tan limpio se ve en cuanto a
la altura —repite los recuentos y se mueve una vez más, luego saca
su teléfono y lo sujeta al trípode—. Adelante, ahora chicos.
Manos fuertes y pesadas se plantan en mis costillas, y
enderezo mi columna, preparándome. Cuando lo hago, sus manos
se deslizan hacia arriba, ahora rozando el borde de mi sostén
deportivo.
Miro hacia adelante. Si todavía quiere mantener esta mentira,
necesita entender que no viene antes o entre el baile, y que lo que
dice mi entrenadora cuenta. Sí, este es solo mi equipo de la escuela
y no mi equipo de competencia, pero aún así. Estoy en primera línea
por una razón y su viaje de poder no se va a interponer en mi
camino del sello de oro que esto pone en mis solicitudes
universitarias.
—Demi —ladra Miranda y mi cabeza se mueve bruscamente
hacia ella—. Con insolencia, descaro, no ira.
Me aclaro la garganta, poniendo rápidamente mi cara de juego.
No me pierdo la risa de Nico.
Teniendo en cuenta que Miranda lo dejó conmigo, creo que
está de acuerdo con nuestra pareja.
Miranda presiona play en la grabación. —Ya estamos en uno,
pero lo repetiré por el bien de los pasos.
Ella continúa contando, y en lo que parece una cámara lenta,
Nico desliza sus manos por mis costillas, los dedos extendidos por
mis caderas. La mía sube para cubrir la suya mientras salto un pie
en el aire. En el segundo en que mis pies tocan el suelo, lo empujo
mientras se olvida de soltarme.
En el siguiente segundo, todas nosotras las chicas estamos
cayendo en Split izquierdo, y los chicos comienzan a enloquecer,
perdiendo por completo la calma con gritos y oh, maldita sea,
haciéndonos reír.
Nos ponemos de pie mientras Miranda, riendo, se vuelve hacia
el sonriente entrenador. —Tal vez debería haber explicado lo que
estaban a punto de hacer.
Se ríe levemente, luego se dirige a la puerta. —Deles cinco
minutos para cambiarse al final, pero son todos suyos por ahora. No
puedo dárselos esta semana, pero a partir de la próxima puede
tenerlos durante veinte minutos, dos veces por semana y solo por la
mañana. Chicos, esto significa que obtengo veinte extra después de
la escuela, así que planifíquelo.
—Sí, entrenador —le gritan los chicos.
Él asiente y se marcha.
La mirada tensa de Miranda vuelve a mí. —Demi —me llama
porque soy la lider delantera—. Mantenga los pasos del uno al tres y
denos los últimos siete.
Asiento y doy unos pasos hacia adelante. Levanto los brazos,
asumiendo que Nico entenderá que debe volver a colocarme las
manos sobre mí, pero cuando no sigue ningún movimiento, miro por
encima del hombro para encontrar a Nico mirando mis
pantaloncitos.
Chasqueo mis dedos, y algunos otros se ríen mientras su
mirada se acerca a la mía.
Mira a su alrededor, dándose cuenta de que todos nos están
mirando a los dos, luego dice. —¿Qué?
Pongo los ojos en blanco. —Haz lo que acabas de hacer, pero
deja tus manos sueltas en mis caderas para que pueda moverlas
mientras agrego pasos.
No duda, acercándose tan cerca que sus joggers me rozan el
trasero.
Ignoro el grosor de su roce contra mí y empiezo a contar.
Las manos de Nico van desde mis costillas hasta mi cintura y
sostienen.
—Cinco —me giro para mirarlo, agarrando su sudadera con
capucha por la mitad del estómago—. Seis —me dejo caer, mis
piernas se movieron como mariposas, de cara a su entrepierna—.
Siete —Estoy de vuelta en su cara, pecho contra pecho—. Ocho:
me aparto de él y, como sabía que haría, vuelve a mirarme con el
ceño fruncido. Yo sonrío—. Nueve —frunce el ceño. Agarro su mano
y me doy la vuelta, ambos ahora mirando hacia adelante, con los
codos doblados y las manos en alto—. Diez.
Ella dijo que los estamos escoltando, así que doy unos pasos
lentos y dramáticos hacia adelante y él se mueve conmigo antes de
que deje caer su mano y me gire hacia los demás.
Algunas chicas silban y aplauden mientras Miranda está allí
procesando.
Después de un momento ella asiente. —Eso es perfecto. Un
poco desordenado, necesita mucha precisión y práctica, pero una
entrada perfecta. Vienen luciendo calientes, son derribados por una
clavija, pero responden con un destello dominante. Historia
completa para contar antes de un gran juego.
Los ojos de Nico se deslizan hacia los míos, y casi detecto un
destello de satisfacción proveniente de los suyos, pero parpadea y
desaparece.
Solo tenemos tiempo para repasarlo una vez con todos y es un
espectáculo de mierda, pero Miranda nos aconseja que intentemos
juntarnos para practicar esta semana si podemos hacerlo.
Los chicos son despedidos mientras que las chicas nos
quedamos atrás para revisar nuestro horario de la semana, y luego
nos dejan libres.
Aprovecho el tiempo que me queda para darme una ducha
rápida y vestirme con mi ropa normal, pero estoy demasiado
cansada para lidiar con mi cabello, así que me lo ato en una coleta
resbaladiza y me echo un poco de espuma para dar la ilusión de
volumen natural.
Como de costumbre, soy una de las últimas en irme, salgo
corriendo por la puerta, solo para chocar contra Nico en mi salida.
—Qué… —me quejo mientras él usa su cuerpo para hacer
retroceder el mío unos pasos, atrapándome en la pequeña división
que conduce al vestuario.
—¿Qué estás haciendo?
Sus ojos se entrecierran. —¿Debo pedir cita para estar con mi
chica?
Frunzo el ceño y se lleva un dedo a la boca, diciéndome que
me calle.
En ese momento, una chica de mi equipo sale por la puerta del
vestuario, chillando cuando nos ve.
—Lo siento —se ríe mientras desaparece.
Nico espera a que la puerta se cierre por completo y luego me
mira. —Tuve que dejar la playa. Hoy es el primer día que pude
regresar.
Quiero preguntar, pero no lo hago.
Asiento en su lugar. —Lo deduje cuando me desperté y te
habías ido, ya sabes, y cuando no te vi en clase en toda la semana.
Por cierto, ¿Trent y tú pensaron que estaban siendo lindos?
Eso lo enoja.
—Nunca dije que había terminado —dice secamente—. No
deberías haber planeado ir con Alex en primer maldito lugar.
Una risa sale de mí. —¿En qué se suponía que debía pensar?
Desapareciste, asumí que eso significaba misión cumplida.
—La misión de quién, porque somos dos, ¿recuerdas?
Mis hombros caen instantáneamente.
Bueno, mierda.
—Yo ni siquiera…
—¿Piensas más allá de tu chico? Sí, lo sé —da un paso atrás,
sus ojos recorriendo mi figura con una expresión vacía—. Nos
vemos en clase, D.
Me deja parada allí, pero no antes de que Miranda intervenga
para verlo alejarse enojada.
Increíble.
Ella espera una explicación, pero no le ofrezco nada más que
una sonrisa plana y salgo.
Soy oficialmente un idiota.
Nunca debería haberme comportado así con Alex sin haber
hablado primero con Nico. Esta fingida relación fue un acuerdo
mutuo. No era justo para él actuar como lo hice.
Si supiera lo que busca, podría trabajar más en ese ángulo,
encenderlo cuando sea necesario, mantener el perfil bajo cuando no
tiene sentido y no hay otros cerca. Podría desempeñar un mejor
papel en todos lados.
Estoy deprimida todo el día, y no ayuda. Me preguntan
constantemente por Nico y por mí, más de lo que me han
preguntado toda la semana ahora que él está aquí.
Decepciono a cada uno, sonriendo o riendo porque realmente
no sé qué decir.
Una cosa era en la playa, donde eran más o menos las
mismas personas con las que salíamos todos los fines de semana o
en el almuerzo, pero aquí en el campus, donde hay cientos más, es
algo intimidante.
Nico siempre ha sido el tipo al que la gente mira cuando entra
en una habitación, pero también es bastante distante. No hace una
escena ni presume, no le gusta ni necesita ser escuchado.
Realmente solo lo ves interactuando cuando es su grupo principal
de amigos o compañeros de equipo.
Quiero decir, cuando está en el campo, uno pensaría que está
constantemente siendo llamativo, pero es simplemente que no da
nada más que lo mejor. Es un talento natural y en bruto que posee,
y se nota.
Fuera de eso, se sienta y se relaja y, sin embargo, la gente
todavía gravita hacia él como si fuera el alma de la fiesta.
Definitivamente es capaz de ser el alma de la fiesta después
del anochecer si los rumores de las chicas aquí son ciertos.
—Demi Davenport.
Me sacó de mis pensamientos una voz familiar.
Levanto los ojos y me encuentro con Josie en el espejo del
baño.
Excelente.
—Oye, Josie —cierro el agua, moviéndome por una toalla de
papel antes de enfrentarla.
—¿Te divertiste el fin de semana? —pregunta mientras se
acerca al fregadero que dejé vacante.
Y aquí vamos.
—Yo hice. ¿Tú?
—Montones.
De acuerdo.
No voy a hacer esto.
Tiro mi basura a la papelera y me doy la vuelta para irme
cuando ella vuelve a hablar.
—Me preocupo por Nico.
Lentamente, miro por encima del hombro y veo la sinceridad
en sus ojos. Es la única razón por la que no me marcho.
—Ustedes estuvieron mucho tiempo juntos —asiento—. Estoy
seguro de que él también se preocupa por ti.
Ella se burla con una risa abatida, y juro que la tristeza nubla
su expresión. —Estas equivocada —dice, haciendo una pausa
mientras su mirada me recorre antes de levantar la mía—. Es
valiente. Nunca pensé que vería el día, ustedes dos juntos.
—Bueno, pasó. Así que supéralo —empujo la puerta, pero ella
me detiene una vez más.
—Debes tener cuidado con él.
Eso me irrita y me doy la vuelta por completo. —Y tú necesitas
ocuparte de tus propios asuntos.
—Como dije —espeta—. Me preocupo por él, así que estoy
parada aquí diciéndote que tengas cuidado con él. Tiene problemas,
Demi.
—Es mi novio para preocuparme, Josie, no el tuyo.
—Cuídate con él.
—No es que él lo haría, pero nunca permitiría que alguien me
pisoteara. No soy una niña ingenua.
Asiente, un lado de su boca se levanta mientras tira su toalla
de papel sin mirar, parándose frente a mí en el mismo movimiento.
—Es curioso, automáticamente asumiste que estaba hablando de
que él podría lastimarte —su tono es seco y tan amargo como
esperaría de un ex, pero es la preocupación que atraviesa su mirada
es lo que me confunde—. Tal vez seas tan ingenua como finges no
serlo. Que tengas un día de mierda, Davenport.
Ella empuja la puerta, dejándome seguirla.
Trent y Krista están en el pasillo cuando salimos, y Josie los
aparta cuando pasa mientras yo respiro profundamente y me
detengo junto a ellos.
—¿Qué fue eso? — pregunta Krista—. ¿Ella te habló de Nico
allí?
Miro a Trent. —¿Por qué terminaron?
Sus ojos se agrandan y rápidamente niega con la cabeza. —
De ninguna maldita manera.
—Obviamente lo sabes, solo dímelo.
—Eres su chica, ¿verdad? —su tono está mezclado con algo
en lo que no puedo reconocer—. Preguntarle.
—Vamos, bebé —gimotea Krista, agarrándolo del brazo—. Por
favor.
—Nope —se libera, la besa rápidamente y luego comienza a
caminar por el pasillo—. Nos vemos después de las matemáticas.
Krista y yo formamos una fila juntos, caminando hacia nuestra
próxima clase. —¿Vas a preguntarle a Nic?
—Creo que sí —Quizá.
Tengo que hacerlo. Él y yo tenemos que sentarnos y hablar de
esto, ponernos en el mismo campo de juego o lo arruinaremos y la
gente nos cuestionará.
—Oh, ¿escuchaste? —Krista se vuelve hacia mí—. Alex le
pidió a Ava que fueran formales.
Me detengo en seco y Krista reduce la velocidad y se vuelve
hacia mí.
—¿Eso te molesta? —pregunta preocupada.
—No —digo, quizás demasiado rápido.
Suelta una risa lenta y los dos comenzamos a caminar de
nuevo. —¿Estás segura?, porque está bien si no es así. Tú y Nico
todavía son nuevos, y has tenido algo por Alex durante años.
—Estoy un poco sorprendida, eso es todo. No sabía que
hablaban —es la verdad, pero aún más honesto sería admitir que no
necesariamente me molesta. Él sale todo el tiempo, así que no es
como si yo tuviera una oportunidad y la perdiera.
¿Cierto?
—Sabes cómo es cuando después de una fiesta —Krista se ríe
—. Muchas personas que nunca han tenido una cita comienzan a
salir. La mayoría de las veces no pasa de la fiesta posterior.
Sonrío. —Cierto.
—Está bien, nos vemos en el almuerzo más tarde —Ella entra
en su próxima clase a unas puertas de la mía.
Me aliso la camisa y me saco el pelo de donde se ha quedado
atascado bajo la correa de mi mochila y camino hacia química.
Alex mira hacia otro lado en el segundo en que entro, y tengo
que obligarme a no fruncir el ceño. Me ha ignorado toda la semana.
¿Rechazo un paseo y él quiere actuar como un niño al
respecto y evitarme?
Ugh.
Nico está mirando su teléfono mientras camino hacia nuestra
mesa.
No sé qué esperaba de él, así que me dejo caer en mi asiento
y continúo mirando hacia adelante, pero no pasan cinco segundos
antes de que él ponga su pie en la parte inferior de mi taburete y lo
acerque.
Se mueve para que sus rodillas estén abiertas, una frente a las
mías y la otra detrás de mí. Su brazo izquierdo gira para cubrir el
respaldo de mi asiento mientras deja el derecho sobre la mesa
frente a mí.
Nico se inclina, tan cerca que considero alejarme, pero puedo
sentir otros ojos sobre nosotros, así que me quedo plantada donde
estoy.
Me calibra. —¿Qué tan difícil es para ti no estar inquieta en
este momento?
—No es difícil.
Se inclina más cerca y yo inhalo.
Sus labios están a menos de una pulgada de los míos cuando
me pregunta: —¿Qué tal ahora?
—Me vas a meter en problemas.
—Tal vez necesites meterte en algún lío, Hadita, —se burla,
con su voz profunda.
Entrecierro los ojos.
Entonces, ¿cree que puede jugar sus pequeños juegos
sexuales y pensar que no haré nada?
Lo siento, Neek.
Levanto la barbilla, mis ojos se mueven deliberadamente hacia
sus labios y hacia atrás.
Él mira.
Lamo mis labios, dejando que el aire caliente fluya de mi boca,
sabiendo que está llegando a la suya.
—Pensé que era una buena chica, Neek.
Su mandíbula se flexiona ligeramente, la oscuridad de sus ojos
amplifica solo un poco.
Nico, que no se echa atrás, acerca más su cuerpo. —Pruébalo,
D. Pon esos labios gruesos sobre los míos. Aquí y ahora.
Me encojo y una risa pesada lo abandona, pero no se aleja. Se
queda quieto hasta que llega el maestro y anuncia dónde vamos a
"conocer" a nuestros compañeros hoy.
En el teatro.
Nico se levanta de un salto, me agarra de la mano y me tira
por la puerta.
No puedo evitar notar la conmoción en el rostro del Sr. Brando
mientras volamos a su lado.
Cuando entramos, Nico me mira.
—No vamos a ir a mi lugar —le digo.
—¿Por qué no? Te llevé a la mía.
—No te lo pedí, pero necesitamos privacidad. Tenemos mierda
de la que hablar.
—No.
Mi boca se abre. ¿No?
El asiente. —Iré por ti más tarde, podemos hablar entonces.
—¿A mi casa?
Da un paso más cerca. —¿Eso es un problema?
Supongo que no. —¿A qué hora?
—La práctica no termina hasta las cinco.
—Tengo una clase de estudio hoy, así que estoy al otro lado de
la ciudad hasta las seis.
—Bien. ¿Siete?
—Está bien, pero ¿y ahora?
Mira a su alrededor, ve a Evan y Alex en las escaleras
subiendo hacia el escenario, y luego me mira a mí. —Ven.
Vacilante, lo sigo.
Grito levemente cuando de repente me levanta por las caderas
y me pone en el borde para que mis piernas cuelguen por el
costado. Nico salta a mi lado.
—¿Por qué rompieron tú y Josie? —la pregunta vuela de mi
boca antes de que pueda detenerla.
La mirada de Nico cambia a la mía. —¿Por qué?
—¿No debería saber eso?
—No —su respuesta es instantánea.
—Pero trataste de convencerme de que necesitabas saber
sobre las preferencias y experiencias de mi dormitorio —susurro
burlonamente.
—Eso es diferente.
—¿Cómo?
—Porque tengo que saber complacerte, Demi. Todo es parte
de ser tu hombre. No necesitas saber el por qué mi ex no pudo
hacer lo mismo por mí.
Aparto la mirada, deseando que el calor que sube por mi cuello
desaparezca. Miro de nuevo a Nico para encontrarlo frunciendo el
ceño.
—¿Por qué preguntas? —pregunta.
—No sé cómo se supone que debo actuar cuando se trata de
ella, te conoce más que nadie, supongo, así que es mucho, lo
admito. Se tú mismo está funcionando bien para usted, no quiero
ser yo quien arruine esto sin siquiera darme cuenta.
Nico no dice nada al principio, pero luego se baja de un salto.
Él empuja mis rodillas para abrirlas para poder interponerse
entre ellas, lo que hace que mis muslos internos descansen contra
sus costillas debido a la altura adicional del escenario.
Una seriedad se desliza por su rostro y atrae mi atención.
—Se supone que debes actuar como si me quisieras. Ese es
tu trabajo.
Después de un momento asiento con la cabeza, reiterando lo
que me dijo antes: —Haz que la gente crea esto.
Sacude la cabeza, levantando la mano para meter un mechón
suelto de mi cabello detrás de la oreja.
—¿No?
—No —confirma—. No a las personas —se inclina para rozar
su nariz por mi mejilla, sus labios se detienen en mi oído—. A mí.
Hazme creerlo, D.
La piel de gallina se extiende por mis brazos, y sus ojos caen
cuando se da cuenta, volviendo muy lentamente a los míos.
Estaría mintiendo si dijera que fueron causados únicamente
por los nervios.
Hazle creerlo, dijo.
¿Por qué suena tan tentador intentarlo?
El desafío en esto tal vez, o la duda que supongo que tiene,
que todos tendrán pronto cuando todo lo que obtengan de nosotros
sea alguna mierda de la escuela secundaria.
De ninguna manera Nico piensa que podría actuar tan bien
como para que incluso él creara que somos nosotros. Ahí es donde
radica su desafío.
O al menos eso es lo que me digo cuando arrastro mi trasero
al borde del escenario, mi centro presionando sus costillas, con mis
labios alineados con los suyos, y espero.
Nico no duda en nada.
Su mano se dispara hacia la parte posterior de mi cuello, y un
instantáneo y bajo gemido lo abandona mientras aplica una fuerte
presión en mi boca, una que siento entre mis piernas.
Los músculos de mis muslos se aprietan contra él y su lengua
intenta hacer palanca para abrir mi boca, pero lo aparto.
Mierda, mi corazón late como loco, estoy bastante segura de
que puede sentirlo a través de mi camisa.
Nico frunce el ceño mientras se lame los labios, saboreando
los míos en su piel y su mano baja, ahora ahuecando mis muslos
externos.
Ahí, lo hicimos.
Nos besamos para que nuestros compañeros de clase lo
vieran.
Para que Alex lo viera.
Puro espectáculo.
¿Cierto?
18
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Con una bolsa de bocadillos en mano, me dejo caer junto a


Macy en la manta. —¿Dónde están las chicas?
—Fueron a las máquinas expendedoras para traernos bebidas
rápido. Aquí —me entrega un sándwich—. La mamá de Trent nos
dejó un montón de sándwiches.
—Impresionante —lo puse en mi regazo, sacando unos
pretzels de nuestra bolsa mientras Macy elige papitas Hot.
—Pavo y aguacate, sostén el queso, Dem —grita Trent desde
donde están él y los chicos, una mesa de picnic a unos metros de
distancia.
Me río, levantándolo en agradecimiento.
Los ojos de Nico se tensan, pero cuando inclino la cabeza, sin
apartar la mirada, sus labios se contraen y vuelve su atención a sus
amigos.
—Son tan lindos muchachos —Macy sonríe.
Krista y Carley se acercan en ese momento y se acercan a la
manta.
—Para ti, querida —Carley coloca un Gatorade azul frente a
mí.
—Gracias.
Krista le pasa un refresco a Macy. —Entonces —mira
rápidamente hacia los chicos—. Te dije que lo averiguaría, y lo hice.
—¿Averiguar qué? —pregunta Carley, llenando su sándwich
de papas fritas.
—Descubrí por qué Nico y Josie rompieron —sus ojos se
clavaron en los míos.
Mis músculos se tensan, pero trato de ocultarlo. —Dime.
Krista es un poco una fábrica de chismes, principalmente solo
para nosotras, pero si obtuvo los detalles, se aseguró de
confirmarlos primero.
Su vacilación me pone nerviosa.
—Solo dilo, Krista —Macy pone los ojos en blanco y se quita la
mini chaqueta vaquera.
Krista asiente, inclinándose más cerca. —Entonces, ¿sabes
cómo Nico y Josie tuvieron esa pelea en la hoguera de Trent
durante el verano? —no espera una respuesta, pero sigue hablando
—. Al parecer, Nic descubrió que Josie se había follado a otra
persona.
—Pero rompieron por diez milésima vez la semana anterior,
¿no? —pregunta Carley.
Mis ojos se deslizan hacia los de ella.
—Sí, a quién le importa —Macy se encoge de hombros—. No
puede enojarse después de ese hecho.
Él puede si todavía siente algo por ella y de eso se trata todo
esto.
Krista niega con la cabeza. —La pelea fue porque descubrió
que la razón por la que ella rompió con él cuando lo hizo, fue para
tratar de ocultar que se había follado a otra persona esa misma
mañana.
Mi boca se abre. —Espera, entonces ella lo engañó, luego
rompió con él justo después, ¿todo para que luego pudiera decir que
no lo hizo?
—Exactamente, ella esperaba hacerlo parecer como si hubiera
sucedido luego de la separación si alguna vez se enteraba, cuando
realmente ella lo engañó, luego rompió con él horas después —
Krista le da un mordisco rápido a su sumiso—. Supongo que se
presentó a la hoguera con la esperanza de volver con Nic, trató de
usar la excusa que tenía planeada, pero supongo que él le dijo que
sabía lo que hizo antes incluso de que rompiera con él. Estaba
esperando que ella lo admitiera.
—Y luego le dijo que se fuera a la mierda —agrega Macy,
recordando el final de la pelea en la que un gran grupo de nosotros
caminamos.
—Wow —Carley se ríe—. La chica necesita tener algo de clase
y mantenerse alejada.
—Necesita mantenerse alejada, punto —le espeta Macy, luego
sonríe toda soñadora—. Él es Demi ahora.
Doy una risa tensa, cubriéndolo rápidamente tomando un
trago.
Krista me mira y lentamente enrosco la tapa de la botella.
—¿Qué? —Saco.
—En cierto modo… endulcé parte de la historia —Krista dice
lentamente, tirando de sus labios hacia atrás para mostrar sus
dientes.
—Sólo dime.
—No creo que importe.
—Krista.
—Fue Alex —se apresura a salir.
Mi cara se cae. —¿Espera… qué?
¿Alex?
Macy y Carley miran boquiabiertos a Krista y luego me miran a
mí.
—Alex —Bajo la barbilla—. ¿Josie se acostó con Alex mientras
estaba con Nico?
Krista se muerde el labio inferior mientras asiente, luego
rápidamente se encoge de hombros. —No significa nada, Demi.
Solo pensé, ya sabes —su voz se apaga.
—¿Pensaste que era una extraña coincidencia? —pregunta
Carley con sospecha.
Krista asiente, sus ojos se mueven entre nosotros tres antes
de aterrizar una vez más en mí.
—Está bien, bueno, a quién le importa —es Macy quien dice
esto—. Demi es la que tiene, o tal vez tuvo, no sé, algo por Alex.
Entonces, para que algo de esto importara, habría tenido que ser al
revés. No es como si a Alex le gustara Demi y Nico...
—¿Finge que le atraigo? —les doy la verdad cubierta en una
mentira, mi pecho se aprieta por razones que no estoy lista para
admitir.
¿Eso es lo que es esto? ¿Una forma de llegar a Alex por follar
con la única chica que Nico le importaba lo suficiente como para
mantener?
—Oh, no —Krista se sienta derecho—. No hay manera de que
este sea el caso. Es tan obvio que está caliente por ti. No estaba
tratando de insinuar nada, lo juro, pero quiero decir, tenía que
decírtelo. No puedo evitar pensar que, si él supiera que te gustaba
Alex antes que él, podría ponerlo nervioso o enojado o algo así,
pensando que podría suceder de nuevo.
—Sí —di mi mejor risa falsa—. Menos mal que él no sabe
nada de eso.
Impresionante, Demi. Sigue ofreciendo mentiras innecesarias.
El resto del almuerzo soy inútil y me encuentro perdida en mis
pensamientos, pero lo que dijo Krista era cierto.
Mi mirada viaja a Nico que está hablando con Thompson.
¿De qué le serviría a Nico querer fingir una cita conmigo
cuando su ex lo engañó con el chico que se supone debe ayudarme
a conseguir?
La respuesta simple es que no lo haría.
Eso no me impide pensar en un millón de otras razones,
ninguna de las cuales tiene sentido para mí.
Después de un momento, los ojos de Nico se deslizan hacia
mí, y como si sintiera la tensión creciendo en mi estómago, su
expresión se aprieta y asiente con la barbilla en pregunta.
Le doy una media sonrisa en respuesta, y después de un
momento asiente, mirando hacia atrás a sus amigos.
No debería consolarme que mi falso novio sepa leerme.
Sin embargo, por alguna razón... lo hace.

—¿Puedo preguntarte algo?


Trent levanta la vista de la licuadora, asintiendo con la barbilla
como si dijera sigue adelante antes de volver a concentrarse en las
margaritas que le pidieron que ayudara a preparar.
Cada vez que Thompson tiene una fiesta, pone a Trent detrás
de la barra de sus padres para mezclar bebidas.
—¿De verdad que Josie se acostó con Alex?
La mirada de Trent vuela hacia la mesa de la cocina donde
está sentada Krista, y maldice, finalmente mirándome.
—¿Importa si lo hizo? —desvía.
—Trent, vamos —Cruzo los brazos apoyándolos en la
encimera.
Es lunes por la noche, así que tres días desde que Krista me
informó sobre Alex y Josie y necesito una confirmación adicional,
para poder dejar de pensar en eso, que es más o menos como pasé
mi fin de semana.
Trent apaga la máquina, rápidamente sirve una taza y me la
pasa. Agarra el borde del mármol. —Sí, lo hizo.
—¿Le rompió el corazón a Nico?
Trent se ríe un poco. —No, Dem. Ni siquiera un poquito.
Cuando frunzo el ceño, suspira, lanza una mirada rápida hacia
la sala de estar donde se sienta Nico, luego se inclina más cerca. —
A Nic le gustaba mucho Josie. Salieron durante mucho tiempo, pero
no fue tanto amor, era más como algo cómodo, una forma de
escapar. Alguien con quien pasar el rato —se encoje de hombros y
agrega—. Con sexo a la mano.
Pongo los ojos en blanco y él levanta las palmas.
—Entonces... ¿no le hizo daño, como en absoluto?
Me estudia, inquisición en sus ojos.
—¿Te estás enamorando de él? —Su tono es
sospechosamente lleno de sorpresa.
Mis músculos se tensan. —Estamos... saliendo, Trent.
Él se apresura a sacudirse. —No, lo sé. No quise decir nada
fuera de contexto. Lo siento.
Lo miro y después de un rato, Trent se lame los labios,
mirando a Nico por un largo momento.
Agacha la cabeza, una exhalación profunda lo abandona
mientras su atención se desliza hacia mí. —Le dolió, Dem, sí, pero
no de la forma en que estás pensando. Es más complicado de lo
que te imaginas, fue un golpe bajo de Josie. No me preguntes nada
más, ¿de acuerdo? Por favor.
—¿Por qué no?
—Porque ese no es mi lugar, y cuando me miras así, toda
genuina y con honesta curiosidad y preocupación, es jodidamente
difícil negarme —sus ojos se abren mucho—. Siempre ha sido así.
Una ligera risa me abandona y dejo caer la mirada en mi taza.
—Sabes, siempre pensé que eras un poco charlatán, como tu novia.
Se ríe de buen corazón.
—Pero ahora sé que no lo eres.
Guiña un ojo y luego se aleja, con una bandeja de vasos de
poliestireno llenos de margaritas para repartir en sus manos.
Mi atención se desplaza hacia la sala de estar donde Nico se
sienta en el sofá frente a Carley, pero algo me mantiene encerrada
en mi silla unos momentos más.
Nico
Hoy no pude ver a Demi en la escuela porque se había ido de
excursión por una mierda del consejo. Le envié un mensaje de texto
dos veces, pero cuando todo lo que obtuve fue una sola palabra,
apagué el teléfono e hice todo lo posible por olvidar el hecho de que
estaba en un viaje en autobús por dos horas, donde debería haber
tenido mucho tiempo para hablar. El mismo autobús en el que
estaba el idiota de Hammons.
Ahora, sin embargo, estoy jodidamente molesto, no ayuda que
se haya quedado encerrada en su habitación todo el fin de semana.
Lo sé porque su luz permaneció encendida todo el día.
Estamos relajándonos en la pequeña fiesta de Thompson y
Demi había estado más que callada toda la puta noche que nunca
en su vida. Al menos, en lo que a mí respecta.
Parecía estar allí charlando con todos los demás jodidamente
bien.
—¿Por qué estás cabreado?
Carley me llama y mis ojos se fijan en los suyos.
—¿De que estas hablando?
—La expresión de podría matarte mientras duermes en tu
rostro —dobla los pies en la silla.
Frunciendo el ceño, desenrosco la tapa de mi Mountain Dew.
—No tengo dicha, solo estoy relajándome.
—Mentiroso.
La botella se detiene en mis labios, mis ojos se mueven hacia
los de ella. Lentamente, tomo un trago y luego me muevo hacia ella.
—¿Qué te hace decir eso?
—Le estás haciendo muecas como si estuvieras enojado, pero
tus movimientos bruscos son una clara señal de frustración. Algo en
ella te estresa tanto como te intriga —Carley entrecierra los ojos—.
Me gustas y creo que eres bueno para ella, pero puedo decir que
estás ocultando algo.
—Oh, ¿sí? —le lanzo una mirada aburrida—. ¿Qué estoy
escondiendo, Carley?
—No lo sé, pero sí conozco a Demi. No todo lo que la rodea es
tan blanco y negro como parece… —se apaga.
—¿Qué intentas decir?
—¿La esencia de esto? No hagas que su vida fuera de casa
también sea una mierda.
¿Qué diablos significa eso?
Carley se queda mirando un momento, solo mirando hacia otro
lado cuando Demi se acerca y se deja caer a mi lado.
Sin una palabra y dejando varios centímetros entre nosotros.
¿Qué carajo?
Era juguetona, segura de sí misma, sexy como la mierda, hace
unos días, no pudimos quedar este fin de semana, claro, pero hoy,
de repente, después de un par de horas con ese idiota, ¿tomó una
página de mi libro de estrategias y luego se queda en silencio?
A la mierda esto.
Dejo mi bebida en la mesa de café de cristal con un ruido
sordo y me pongo de pie.
—Me voy —anuncio, mis ojos cayendo a los de ella—. ¿Estás
lista para irte o vas a conseguir que alguien más te lleve?
Ella frunce el ceño.
Sí, solo llevamos aquí poco más de una hora.
No, me importa una mierda.
—Planeé irme contigo.
Entonces levántate. Y vámonos.
Se me queda mirando un momento y justo cuando estoy
seguro de que me está diciendo adiós, se vuelve hacia Carley.
Carley le sonríe. —Envíame un mensaje de texto cuando te
vayas a la escuela por la mañana si quieres que te lleve un café.
Demi asiente mientras se pone de pie.
Fácilmente podría pasar a mi lado y salir por la puerta
principal. Pero no lo hace.
Agarra mi mano, entrelazando con cautela sus dedos con los
míos, pero hay algo en la forma en que se entrelazan que me
hormiguea la piel. Sus ojos cansados se encuentran con los míos.
Maldita sea, los músculos de mi pecho se tiran y aprieto los
dientes discretamente.
Un movimiento detrás de nosotros me permite saber que
Carley se ha marchado y no puedo evitar que mis pies se acerquen
a ella.
Levanto mi mano derecha, usando mi meñique para quitarle el
cabello de la cara, dejándolo caer entre mis dedos en la curva de su
pecho.
Su pecho se expande, el borde de su camisa se desliza sobre
mi nudillo.
—¿Qué tienes en mente? —susurra.
No sé cómo ni cuándo me moví, pero de repente ella está
sentada en el borde del sofá mirándome con ojos bajos y
embriagadores.
Mis manos caen, se deslizan por sus costados y su barbilla se
levanta para mantener nuestros ojos conectados.
—¿Estás enojada conmigo, D?
Niega con la cabeza.
—¿Te sentaste hoy junto a Alex en el autobús? —pregunto,
incapaz de disimular el agravamiento de mi voz.
Niega con la cabeza de nuevo.
—¿Querías?
Se lame los labios. —¿Es por eso que me has estado mirando
como si estuvieras enojado toda la noche?
—Si.
Mi respuesta instantánea la hace reír, pero con la misma
rapidez, una pregunta cruza su rostro.
Apuesto a que se está preguntando qué significa, por qué
estaría enojado, y si lo estaba entonces, por qué el que ella se
acerca al quien se supone que debería de acercarse es un
problema.
—¿Y si...? —susurra.
—¿Qué, Hadita? —me inclino, aprieto mi agarre y ella inhala
profundamente—. ¿Y si... qué?
Sus labios se abren un poco, así que los tomo.
Dejo caer mi boca sobre la suya, mi polla se contrae en mis
pantalones cuando la suya se abre aún más y mi lengua recibe el
sabor completo de la suya, pero se desinfla rápidamente cuando las
risas y los ruidos de burla resuenan a nuestro alrededor.
Se retira, con un pequeño ceño fruncido en su rostro mientras
me mira antes de que se borre y se le escape una risa forzada.
Algunos de mis compañeros de equipo pasan caminando,
dándome palmaditas en la espalda como idiotas, pero es Alex en
quien mis ojos se concentran y la estúpida sonrisa de suficiencia en
su rostro.
Miro de vuelta a Demi que se concentra en sus uñas hasta que
algunos de los chicos la saludan al pasar.
Demi les saluda con fuerza, luego se desliza lentamente de mi
lado y sale por la puerta.
Espero a que desaparezcan por la esquina y luego echo la
cabeza hacia atrás. Un suspiro me abandona y salgo a encontrarme
con ella.
Nunca obtuve mi respuesta.
¿Y si qué?
19
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

Hago un juke11 a la izquierda solo para inclinarme hacia la


derecha para un pase rápido y corto, después el entrenador hace
sonar el silbato.
—Bien, bien. Muy bien, escuadrón azul fuera, blanco
encendido —grita, levantando las manos para que le pase el balón.
Aparte de la línea O, el resto del equipo sale del campo para
que la segunda cuerda pueda hacer un par de repeticiones.
Agarro una botella de agua, arrojándome un poco en la boca
antes de pasársela a Trent.
Observa cómo su mariscal de campo de reserva se mete en el
bolcillo12. Con un poco de presión sobre él, suelta demasiado
pronto, lanzando una intercepción en su primer drive.
Trent se queja, mirando en mi dirección mientras me devuelve
el agua. —Espero no lesionarme. Este tonto no puede tirar una
mierda. Ha estado jugando asustado desde que fue capturado
contra Joho hace unas semanas.
—Eso es porque es una perra.
Trent sonríe, sus ojos se mueven hacia las gradas y los míos
los siguen. —Hablando de perras.
Josie se sienta allí con sus amigos como si hubiera estado
haciendo tonterías en los últimos años hasta que sale el último
autobús.
—Demi me preguntó por qué rompimos.
Trent frunce el ceño. —¿Cuándo?
—Hace un par de días.
—Joder —maldice, un profundo suspiro lo abandona mientras
se mueve para enfrentarme.
Levanto el pie al banco para atar mi taco. —¿Qué?
—Ella sabe.
Mi cabeza se mueve bruscamente hacia él. —¿Qué quieres
decir?
—Demi. Ella sabe por qué Josie y tú rompieron.
—¿Le dijiste?
Se lame los labios, mirando hacia fuera.
—Trent.
—No hombre. No se lo dije —dice—. Pero lo confirmé cuando
ella preguntó.
—¡¿Qué carajo, hombre?!
—No confirmar hubiera sido una confirmación en ese
momento. Ella me preguntó a quemarropa. ¿Qué se supone que
debía decir?
—No. Dices que no, gilipollas, o mejor, le dices que hable
conmigo y yo le diré que no.
—Probé eso. Me preguntó hace un tiempo y yo le dije que te
preguntara a ti. ¿Qué importa de todos modos? No es como si no se
fuera a dar cuenta eventualmente, ¿verdad?
—No estaba listo para que ella lo supiera todavía —frunzo el
ceño—. Por eso ha estado más callada de lo normal.
Trent me mira. —¿Por qué no querías que ella supiera?
—¿Por qué te haces el tonto? —pregunto.
—No lo hago, pero ¿no crees que estás haciendo todo esto
demasiado duro para ella? Escuché que la besaste en clase esta
semana, y te vi besarla el lunes por la noche.
—¿Y te importa por qué? —lo miro—. Estaba con ella, ¿y? Ella
me dejó. Me provocó, si realmente quieres saberlo. Lleva soltera
mucho tiempo, Trent. A ella le gusta esto.
—¿Le gusta fingir?
Yo lo estudio. —Le gusta la alegría, la atención, la falta de
presión. Te lo digo, crees que es una colegiala a la que le gusta
estudiar y que se divierte a la ligera con sus amigos. Ella lo es, pero
no lo es. Está aburrida de lo mismo.
—Apenas la conoces, Nico.
—¿Crees que sí? —me vuelvo hacia él—. ¿Porque tu mamá y
la de ella son amigas? Eso no significa una mierda.
Parece dispuesto a decir algo, pero lo piensa mejor y aparta la
mirada. —No, tienes razón. No la conozco.
Suspiro, me pongo el casco de nuevo y lo abrocho. —Mira, la
mierda está torcida en este momento, así que no intento complicarlo
aún más. Y conozco a la chica mejor de lo que piensas.
—Sólo digo que tengas cuidado, ella ha tenido algo por Alex
durante mucho tiempo. ¿Qué crees que pase cuando descubra la
verdad, toda la verdad?
El silbato del entrenador Park suena a través de nuestra
conversación, así que arrojo un poco de agua en mi boquilla,
rápidamente mirando hacia atrás a Trent.
—No lo sé, pero ya no la ayudes más, ¿eh?
Corro de regreso al campo y me coloco en posición. No estoy
enojado con su trasero por esto porque tiene razón. Si no respondía
a su sencilla pregunta, sería una respuesta en sí misma. Estoy
cabreado de que tenga mi mente dando vueltas ahora.
¿Qué haría yo si ella se enterara ahora, antes de que yo esté
listo para ella?
Maldita sea, esa es una maldita buena pregunta.
Una que se repite en mi cabeza el resto de la práctica, dejando
mi pecho pesado y mi mente confundida cuando finalmente salgo
del campo.
Me quedo atrás después de que todos se han ido, me doy una
ducha larga para tratar de aclarar mi mente antes de subir a mi
camioneta y conducir a casa a una casa en la que odio entrar.
Está completamente oscuro como siempre, las cortinas están
tan apretadas como lo han estado durante meses, las luces
apagadas, así que tengo que usar mi teléfono para navegar hasta la
cocina en busca de agua.
Hay una botella de píldoras derramada junto a la estufa, una
olla de fideos hervidos al lado, la carne cruda se dejó caer en una
sartén pero nunca se prendió como si estuviera a la mitad antes de
que los medicamentos entraran en acción y abandonó la idea de
cocinar la cena, algo que le encantaba hacer antes de que mi padre
se llevara su alma con él.
Con un suspiro, limpio el desorden y vuelvo a poner las
pastillas en el recipiente. Voy a poner la tapa, pero el resentimiento
estalla en mi pecho cuando las pequeñas píldoras rojas se burlan de
mí, de la vida que solía tener y de la vida que tengo ahora.
Pastillas que me hicieron tener que correr a casa desde la
playa porque mi mamá decidió tomar algunas de más después de
una visita nocturna de mi padre imbécil.
Sé que se enteró de que estaba fuera con amigos, que es lo
que lo llevó aquí esa noche. Todavía no he decidido si esto fue por
despecho, todo para arruinar el fin de semana que traté de
permitirme o si simplemente se estaba aprovechando de mi
ausencia.
Es un pedazo de mierda enfermo que no tiene en cuenta a la
mujer a la que una vez amó, se casó y tuvo un hijo. Si ella muere, él
hereda toda su fortuna porque mientras están divorciados, él todavía
está en su testamento y no puedo convencerla de que lo cambie.
Joder.
Inclino mi mano, dejo que el veneno se derrame en el
fregadero, dejo correr el agua para lavarlos en el triturador de
basura, pero no lo enciendo y me arriesgo a despertarla.
Pagaré por esto más tarde, de una forma u otra, pero lo
manejaré como venga.
Lo más silenciosamente posible, abro la puerta corrediza,
agarro la bolsa y la saco para que no huela toda la casa por la
mañana.
Llego a la mitad del camino hacia la lata cuando la voz de
Demi rompe el silencio de la noche y me detengo.
—¿Estás bromeando? —Demi se ríe con desdén.
—No sé por qué estás tan molesta —su madre responde.
—Es el séptimo día del mes, mamá.
—Estoy consciente, gracias.
—¿Cómo has gastado ya toda tu pensión alimenticia? —
pregunta Demi—. Hace seis meses que me has pedido que te dé
dinero. Papá va a visitar la ciudad el próximo fin de semana. Me va
a preguntar a dónde fue todo. Siempre revisamos mis finanzas
cuando él está aquí. Tenía unos ahorros que me estaba ayudando a
construir. Ahora ya no los tengo. ¿Cómo se supone que voy a
explicar esto? Ya me llamó cuando se extravió mi tarjeta la última
vez, ¿sabes, cuando la tomaste sin siquiera decirme?
—No dirás una palabra, Demi. Dile que solo eres una típica
adolescente a la que le encanta ir de compras y salir a almuerzos y
cosas elegantes. Dile que quieres vivir la vida que nos prometió
cuando tenías cinco años.
—¡¿Te refieres a la vida que vives, la vida que te prometió y
que trabajó duro para darte mientras tú te sentabas constantemente
diciéndole que no era suficiente?! —grita Demi, pero casi diría que
la ira está ausente de su tono—. No quiero vivir como tú. No
necesito hacerlo.
—No tienes idea de lo que es la vida. Un día vas a ser
golpeada por un rudo despertar y lo verás todo a través de mis ojos
—hay una larga pausa antes de que su mamá continúe—. No es de
extrañar que perdieras al chico con esa fulana amiga tuya.
Guau, ¿qué?
—No empieces.
—¡Entonces despierta antes de que sea demasiado tarde, y
termines embarazada o algo estúpido!
—No entiendo a qué estás jugando, mamá. Me das tu pequeño
discurso que viene después de cada salida con Clara, antes de que
te vayas, y luego te acercas a Nico por mí, ¿para qué exactamente?
Para asegurarte de que tengo un plan de respaldo al que no puedes
poner la nariz —el sarcasmo gotea de sus palabras, pero más que
eso, suena cansada. Harta de... la vida, tal vez. Como yo.
—Tengo todo el derecho a preocuparme por el bienestar de mi
hija. Si tengo que intervenir en ciertas áreas, lo haré. Hablé con el
padre de Krista antes de la fiesta, tuvimos una larga conversación y
él compartió que ve mucho al joven —dice su madre con voz
chillona—. No sabía que él y Trent eran tan buenos amigos.
—¿Qué?
—No fue gran cosa, amablemente le pregunté si podía
asegurarse de que la habitación del chico estuviera al lado de la
tuya, eso es todo.
Que buena idea, señora.
—Claro que sí —dice Demi monótona—. ¿Qué le dijiste a
Nico, mamá? ¿Que su hija es débil y necesitada porque le gustaría
que su mamá estuviera más cerca?
—Actúas como si no disfrutaras de la libertad que tienes.
—¿Qué le dijiste?
—Todo lo que le pedí fue que se asegurara de que estabas a
salvo ya que te fuiste sola. Debo decir que estaba bastante ansioso.
—Eres ridícula.
—Pensé que probaría sólo un poco de diversión, una
competencia saludable para ver si podíamos evocar celos.
—¡¿Tu qué?!
—Cariño, tenemos que poner la pelota en marcha.
—Nunca sucederá. Como siempre. ¡Estás loca y no escuchas
nada de lo que digo!
Mi cabeza se echa hacia atrás.
¿De qué carajo están hablando?
—Sabes qué —añade Demi después de un largo segundo, la
derrota impulsando sus palabras—. No sé por qué pregunté, debería
darte las gracias.
—Eso es lo que sigo intentando decirte —la sonrisa de
suficiencia en el tono de su madre se capta fácilmente.
Ella no se dio cuenta del dolor de su hija en absoluto.
¿Siquiera la conoce?
—No, quiero decir que debería agradecerte por hablar con
Nico.
El silencio se prolonga un momento, así que me acerco a la
cerca hasta que puedo ver a través.
Hay un pliegue apretado en el borde de los ojos de su madre.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Nico y yo nos divertimos en la fiesta de Krista y nos hemos
estado divirtiendo desde entonces.
Su mamá levanta la cabeza, cuadra los hombros. —Eso... es
genial entonces. Es un buen chico, un atleta prometedor.
Demi niega con la cabeza y las dos se miran antes de que su
madre vuelva a hablar.
—Está bien, bueno, vol...
—¿Volverás en unos días a pesar de que es la primera vez
que te veo desde que llegaste anoche a casa? —termina Demi por
ella, una indefensión inesperada tejida en sus palabras—. Sí, mamá,
conozco el itinerario.
Ella mira a Demi por un momento antes de dar un pequeño
asentimiento. —Hay comestibles en la nevera con los que puedes
hacer algo. Tomaré su tarjeta de su billetera cuando salga.
Su mamá desaparece en la casa, mientras Demi deja caer la
cabeza hacia atrás para mirar al cielo.
Con un suspiro de derrota, deja su teléfono en la tumbona y
camina hacia el borde de la piscina. Pone un pie sobre el agua,
cayendo en línea recta dentro de ella con cada pieza de ropa
todavía puesta.
Espero a que aparezca, casi hasta el punto en que estoy listo
para escalar la maldita valla y lanzarme para sacarla del agua
cuando finalmente surge en un lío pelo rubio. Sigue un grito
ahogado, pero ella no sale completamente.
Se recuesta, flotando allí con los ojos cerrados, una expresión
tensa cubriendo su frente, el agua flotando sobre su boca mientras
usa solo su nariz para respirar.
Silenciosamente, abro la puerta de conexión, descubro que su
cerradura nunca se volvió a poner y entro.
Sus ojos se abren de inmediato, un ceño profundo se apodera
de su rostro cuando me ve mirándola mientras me quito los zapatos.
Deja que su cuerpo caiga, ahora nadando en su lugar, solo su
cabeza sobresaliendo del agua, sus ojos siguiendo mis manos
mientras me saco la camiseta por encima de la cabeza antes de
encontrarme con la mía.
Solo cuando mi cinturón choca contra mi muslo, su mirada se
posa en mis jeans. Me los quito de una patada, arrojo rápidamente
mis calcetines y luego me dejo caer al borde de la piscina,
permitiendo que mi cuerpo se deslice lentamente en el agua.
No tengo que moverme.
Demi nada hacia mí, sumergiendo su boca bajo el agua de
modo que solo se vean sus ojos maquillados, el azul profundo del
agua se refleja en su mirada, haciendo que el verde parezca
increíblemente más oscuro.
Nuestras piernas se golpean ligeramente entre sí y, al mismo
tiempo, ambos nos acercamos más al extremo poco profundo,
nadando de lado, de modo que nos enfrentamos mientras nos
movemos.
Una vez que puedo llegar al fondo, me estiro, la agarro por la
sudadera y la tiro hacia mí.
Demi ya sabe qué hacer, lo que quiero. Sus largas piernas
encuentran su camino alrededor de mi cintura, acercando su cuerpo.
Su respiración se acelera, ahora en bocanadas cortas y
rápidas, sus ojos se mueven entre los míos varias veces antes de
que finalmente permita que caigan en mis labios.
—Neek… —su voz es un susurro entrecortado, y sus dedos se
deslizan por mi cuello, rozando hacia arriba y a través del inicio de
mi cabello—. No quiero hablar.
Aguanto mi gemido, pero mi pene se contrae contra ella.
Sus ojos vuelan hacia los míos, con los dedos extendidos,
cubriendo la base de mi cráneo.
Lenta, tortuosamente, jodidamente lento, me acerca. Mi ingle
se tensa cuando el calor de su boca roza la mía.
Sus ojos se cierran.
—Oh, mierda, lo siento.
Demi retrocede con menos de un segundo de sobra, su
cabeza gira hacia la voz que interrumpe.
Trent está ahí, dentro de su casa con una expresión confusa.
Lo miro, pero entonces la cabeza de Krista aparece a su
alrededor, una amplia sonrisa se extiende por su rostro.
—¡Oye niña, oye! — ríe con picardía—. ¿Debemos unirnos a
ustedes o estaban a punto de salir?
Estábamos a punto de besarnos, maldita sea.
Demi se retira, sus extremidades se alejan de las mías y cae
de nuevo al agua, sumergiéndose para nadar hasta las escaleras y
poder salir.
—¡Maldita sea, niña! —bromea Krista—. ¿En tu ropa?
Demi se ríe, se quita la sudadera empapada por la cabeza y la
deja caer al suelo antes de envolverla con una toalla.
Mi polla está casi flácida ahora, así que estoy justo detrás de
ella y me pasa una toalla.
—¿Qué hacéis aquí chicos? —les pregunta—. ¿Y cómo
entraste, mi mamá dejó la puerta delantera abierta?
—Sí, estaba abierto. No quise arrastrarte, ¿pensaste que
querrías ir a comer o algo?
Agarro mi mierda del cemento y encuentro a Demi mirándome
una vez que me doy la vuelta.
—¿Quieres? —me pregunta.
La estudio un momento, medio esperando que ella se aleje,
pero no se pone nerviosa, así que estoy de acuerdo. —Vuelvo
enseguida. Necesito unos bóxers secos.
Se frota los labios, asintiendo.
Una risa grave me abandona, e inclino mi barbilla hacia Trent
antes de entrar en mi jardín.
Solo cuando entro en mi habitación para cambiarme, me doy
cuenta.
La primera opción de la Sra. Davenport para su hija es mi puto
mejor amigo.
Un chico de oro, tanto visual como literalmente: 4.0, ofertas de
becas, un hogar sólido y un negocio familiar exitoso para hacerse
cargo cuando termine.
Al igual que el otro gilipollas que cree que quiere.
Sobre el papel, puedo estar de acuerdo en que Trent o el idiota
Alex son perfectos.
Me pongo la ropa y regreso a la casa de Demi.
Cuando entro, ella me está esperando, una tranquilidad en sus
ojos que es nueva para mí.
Lo que su mamá no se da cuenta es que ser el perfecto y ser
perfecto para Demi son dos cosas muy diferentes.
¿Estaría feliz con una copia al carbón de sí misma?
Creo que no.
20
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

No puedo dejar de mirarle la boca.


—Literalmente no has dejado de mirarle la boca —susurra
Krista en el segundo en que los chicos se alejan.
Me río, coloco mis pies en el asiento de la cabina y envuelvo
mis manos alrededor de mis rodillas.
Qué manera de leer mis pensamientos.
—Se honesta. Ustedes dos todavía no han follado, ¿verdad?
—deja su teléfono sobre la mesa.
Echo un vistazo rápido a Trent y Nico mientras ordenaban
nuestra pizza y bebidas. —¿Por qué dices eso?
—Porque ambos están gritando bolas azules.
Mi boca se abre y ella se ríe.
—Estoy bromeando, pero es lindo. Ustedes están listos para
saltar, pero ambos se están reprimiendo.
No reprimiéndonos lo suficiente.
No puedo creer que casi lo besé. Directamente me subí en él,
hice el primer movimiento y todo, sin audiencia, ¡y él no luchó
conmigo en eso!
Casi diría que lo quería.
Me quería, por un segundo de todos modos.
Sin embargo, era más que eso.
Sé que me escuchó a mí y a mi mamá, al igual que yo lo
escuché a él y a su papá. Ese es el problema de conectar patios, tu
drama se comparte con todos los que te rodean, pero Nico no cruzó
esa puerta para juzgarme.
Vino sabiendo que necesitaba un descanso de mi propia
mente, algo con lo que estoy empezando a darme cuenta de que él
está muy familiarizado gracias a las dificultades con las que se
enfrenta en su propia casa.
Ese movimiento por sí solo dice mucho del chico que solía
conocer y del hombre en el que se está convirtiendo.
Mis ojos lo buscan, y como si lo sintiera, Nico mira sobre su
hombro, su mirada fija en la mía.
Fui injusta al juzgarte.
Un ceño fruncido lentamente comienza a formarse en su
rostro, pero Trent llama su atención y desaparece. Unos segundos
más tarde, los dos regresan a nuestra mesa.
—Digo que lo lleves a casa y encuentres la manera de
mantenerlo allí —Krista me saca de mis pensamientos con su
susurro, cayendo contra la cabina cuando el chico regresa.
Niego con la cabeza, luchando contra una sonrisa cuando Nico
se deja caer a mi lado y mira hacia adelante.
—Lo siento, no pude encontrar mi tarjeta —le digo a Trent, sin
perderme cómo la cabeza de Nico se mueve en mi dirección. Ambos
sabemos que es mentira, pero él no me delata—. Dame el recibo y
te daré mi porción en la escuela o algo así.
Trent se burla y Krista pone los ojos en blanco.
—Oh, por favor —Bebe de su pajita—. Los invitamos chicos.
Como si no planeáramos pagar.
—No me importa, no quiero que tu novio pague mis comidas.
—Sí, bueno, Nico no me dejó cubrirlo de todos modos, así que,
si le debes a alguien, es a tu novio —dice Trent, dejando caer su
brazo alrededor de la parte trasera de la cabina para que Krista
pueda deslizarse hacia él.
—Oooh —bromea Krista—. Puedo darte algunas ideas sobre
cómo saldar esa deuda.
Con una ligera risa, miro a Nico y deslizo mi lengua entre mis
dientes.
Sus labios se presionan en una sonrisa unilateral mientras su
mano aterriza en mi muslo para un apretón juguetón.
Rockeamos este juego de roles.
El resto de la cena nos dedicamos a hablar de todas las cosas
divertidas y vergonzosas que sucedieron durante el fin de semana.
Pasan una o dos horas y luego nos dirigimos a casa.
Mis ojos siguen deslizándose hacia Nico en el camino y
finalmente gira la cabeza en mi dirección levantando una ceja como
un idiota.
Me río, mirando a otro lado justo cuando nos detuvimos frente
a mi casa.
Krista salta para darme un abrazo rápido, susurrándome al
oído: —Detalles mañana. Todos ellos.
—Cállate y vete —le susurro en respuesta, haciéndola reír.
—Nic, cuida de mi niña, ¿quieres?
—Cuidaré de mi niña, no te preocupes —me agarra de la
mano llevándome hacia mi propia casa—. Buenas noches, Krista.
Abro la puerta mientras él dice adiós con la mano, y entonces
solo somos Nico y yo.
Lo llevo a la cocina, saco dos refrescos y le ofrezco uno.
Él asiente con la cabeza, así que me muevo hacia los armarios
para sacar algunos vasos.
—¿Dónde está tu mamá? — pregunta.
—Se fue —Volví a la nevera, llenando las tazas con hielo—.
¿Dónde está la tuyo?
—Dormida.
—¿Tu papá? —mis ojos se deslizan hacia él.
Sacude la cabeza, no está dispuesto a hablar al respecto, no
es que yo esperaba que lo hiciera, pero valió la pena intentarlo.
Abro la lata, aplicando demasiada presión y la parte superior
se levanta, la punta se atasca en mi pulgar y deja un pequeño corte.
—Mierda —siseé, metiendo el pulgar y estrechándome la
mano.
—¿Qué pasó? —Nico se acerca.
Abro el fregadero, dejándolo correr por debajo del agua fría. —
La tapa me atrapó, pero parece un pequeño corte limpio.
—Déjame verlo.
—Estoy bien.
—Ahora, Demi —no espera a que se lo enseñe, sino que me
agarra la muñeca y me lleva la mano a la cara—. Sí, no es profundo,
la ayuda una banda, debería hacerlo.
Lucho contra una sonrisa. —Te dije que estaba bien, pero
como insistes en ayudar, ¿me traes uno del gabinete sobre el
microondas?
Se acerca y lo abre.
—El recipiente de plástico de la derecha, agarra eso —le digo.
Lo hace y comienza a cavar en él, encontrando el tamaño
perfecto para mi dedo. —¿Tienes Neosporin o algo?
Saco mi pulgar del agua y lo acaricio con una toalla de papel.
—No lo sé. ¿Quizás en el cajón? Si no, tengo otro botiquín de
primeros auxilios en mi auto.
Nico abre el cajón y comienza a cavar, pero de repente se
detiene.
Me muevo sobre mis pies cuando él está ahí, inmóvil por un
largo momento antes de mirarme lentamente por encima del
hombro, su cuerpo siguiéndome después de un momento.
Mis ojos se tensan, vagando por su rostro antes de que un
destello de naranja capte mi atención y mi mirada vuele a su mano y
al pequeño frasco de pastillas que contiene.
Me lanzo hacia adelante, tratando de arrebatárselo, pero su
mano se envuelve detrás de él y se pone de pie en toda su altura,
una expresión en blanco enmascarando sus pensamientos.
—¿Estos son tuyos? —pregunta, aunque sé que leyó el
nombre impreso en la etiqueta.
—No los tomo.
—No mientas —se echa hacia atrás, las pequeñas tabletas
golpeando contra el recipiente mientras agita el frasco detrás de su
espalda—. Se han ido a la mitad.
—No dije que nunca los tomé, dije que no, como no
últimamente.
Nico no aparta la mirada, y cuanto más nos quedamos aquí,
más culpa me roe, la necesidad de explicar la victoria.
—Mi mamá... no acepta mediocres —me encojo de hombros
—. Así fue como se aseguró de no conseguirlo nunca.
—¿Sientes que los necesitas, para concentrarte o por
cualquier otro motivo?
—¿Ayudaron? Si. ¿Los necesito? No.
—Entonces no los tome. No eres una niña que no entiende
qué te ayuda y qué no. No dejes que nadie controle lo que pones en
tu cuerpo: trae el frasco de pastillas —toma mi mano y la coloca
dentro. Se apoya en el mostrador—. Tíralos.
Algo en mu cabeza tira hacia atrás y luego me golpea.
Pastillas
La noche que discutió con su padre en el patio, lo acusó de
hacer que su madre se volviera adicta a las pastillas.
¿Es por eso que está dormida ahora?
¿Está siempre dormida?
Hay una furiosa sensación de impotencia que se desliza sobre
él, una que no puede controlar o no puede ocultar. Uno que me hace
quitar la tapa del recipiente y tirarlos al fregadero. Los lavo con el
refresco que me corté y agarro otro, abro la tapa y lo vierto.
Me vuelvo hacia Nico y le paso una taza. —No los he tomado
desde la final del año pasado —ofrezco tranquilamente—. Nunca se
trató de adicción. Fue principalmente para apaciguar a mi madre,
que supongo que es algo a lo que era adicta, calmarla a ella.
Durante lo que parece toda una vida, se me queda mirando,
pero finalmente toma un pequeño trago. Sus hombros bajan con su
copa.
Hay un cambio en el aire y, de repente, la tensión en la
habitación es de un tipo completamente diferente.
Lo reproduzco a él y a mí en el agua en mi mente, y tengo la
sensación de que él está haciendo lo mismo mientras sus ojos se
oscurecen ante mí, la punta de su lengua sale para acariciar su labio
inferior un poco.
Me concentro en mi bebida, su cercanía es tan abrumadora
que nos llevo a un espacio más grande, mi sala de estar.
Dime, ¿por qué estoy nerviosa?
—Porque tu cuerpo está guiando tu mente.
Mi cabeza gira abruptamente hacia Nico y él se ríe.
—Sí, lo dijiste en voz alta.
Me río ansiosamente. —Lo siento, soy un desastre. Ha sido un
largo día. Estoy tan adolorida por las prácticas dobles, luego por
esta sesión de intercambio no intencional que acabamos de tener, y
todo lo que mi mamá me está desangrando —me desvanezco,
mirándolo—. Gracias por no decir nada en la cena.
Él entrecerró los ojos en interrogación. —¿Tus amigos no lo
saben?
—¿Que mi mamá gasta más en una semana de lo que la
mayoría de la gente gana en un mes? —se me escapa una risa
abatida—. No, no lo saben. Saben que ella es todo acerca de sus
salidas, pero... —me encojo de hombros.
Mis amigos no necesariamente aman a mi mamá, pero
tampoco la odian, y me gustaría que siga siendo así. Saber esas
cosas de ella los enojaría y una vez que pierdes el respeto por
alguien, es muy difícil recuperarlo.
No debería importarme preservar sus sentimientos hacia ella,
pero lo hago de todos modos.
Nico mira a su alrededor, contemplando la pintoresca sala de
estar que claramente está desocupada. —¿Con qué frecuencia se
va?
—¿Hay típicamente qué, treinta días en el mes? Entonces,
veintidós, veinticinco.
Él frunce el ceño. —Estás sola la mayoría de las veces.
Me vuelvo, centrándome en las imágenes anodinas a lo largo
de la pared. —No me importa.
—Sí que lo haces.
Eso me tiene mirándolo por encima del hombro. —¿Qué te
hace decir eso?
—Pasas la mayor parte del tiempo afuera —dice, agitando las
feas borlas que cuelgan del borde de la almohada del sofá—.
Apuesto a que es porque odias estar aquí solo.
¿Cómo a ti?
¿Está solo tanto como yo?
Me encojo de hombros, recorriendo la longitud de la chimenea
antes de girar y dar una respuesta indirecta. —Estoy acostumbrada
a eso.
—Es una mierda.
—Tal vez —asiento con la cabeza, llevándonos de regreso a
un terreno más seguro—. Pero te dije que no quería hablar de eso,
¿recuerdas?
Su risa está llena de insinuaciones mientras ladea la cabeza,
apoyándose en el borde de un sillón. —Sí, Little D. Lo recuerdo.
De acuerdo, ¡tierra inestable!
Me doy la vuelta rápidamente y enciendo el televisor como
excusa para apartar la mirada.
¿Por qué me gusta que esté aquí?
No debería.
¿Debería?
Debería haberse esperado el ligero movimiento de los pies de
Nico, no aceptará que me contenga. Los pelos de la base de mi
cuello se erizan como estaba, una mano firme comienza a
tambalearse contra el control remoto.
¿Estoy en serio así de reprimida?
Los dedos de Nico se envuelven alrededor de los míos y
suavemente me lo quita.
No hace ningún otro movimiento, su respiración cae en
cascada a propósito sobre la piel expuesta de mis hombros, así que
intentó calmarme y giro para enfrentarlo.
Debe ser lo que él quería, mi atención total y completa en él,
mi falso novio al que besé casi de verdad.
No pierde el tiempo, interviene instantáneamente hasta que los
talones de mis pies se encuentran con el centro de entretenimiento.
Su cabello cae sobre sus ojos, bloqueando la parte más
pequeña de su rostro de mí.
Por alguna razón, no estoy del todo bien con eso.
Pongo mis labios entre mis dientes, estirando la mano para
apartarlos, pero mi toque es demasiado vacilante para su gusto, así
que él ayuda a aplicar algo de presión, manteniendo sus dedos
sobre los míos mientras los lleva a su cuello, arrastrándolos
alrededor para seguir. sobre su garganta donde me suelta,
permitiendo que mi mano caiga a mi costado.
—Eres mi chica, ¿verdad? —gruñe.
—Eso es lo que acordamos...
Su mirada es rápida y hace una pausa. —La respuesta es sí,
Demi, y dado que la respuesta es sí, eso significa que cuando me
tocas, lo dices en serio.
Mi pulso late fuerte en mi garganta y creo que asentí.
—¿Sabes qué más significa? —se acerca más, levantando
una ceja oscura—. Puedes tocarme cuando quieras, como quieras,
y no te detendré.
Libero mis labios de entre mis dientes y sus ojos se oscurecen.
—¿Por nuestro arreglo?
La suave risa de Nico recorre mi boca y da un paso atrás,
arrojando el control remoto al sofá. —No, D. No te detendré porque
no soy un tonto... ni un santo —se encoge de hombros sin pedir
disculpas.
—¿Significa esto que es lo mismo para ti? Puedes tocarme
cuando quieras... ¿cómo quieras? — Mi barbilla baja, pero mis ojos
permanecen en los suyos.
Se lame los labios carnosos. —Dígame usted.
¿Qué significa si la respuesta se parece mucho a un "sí"?
Esto es malo, ¿verdad? No estoy preparada para que las
manos de Nico tengan rienda suelta en mi cuerpo.
¿A quién engaño? No hay forma de prepararse para un tipo
como él.
Falsos sentimientos o no.
La insinuación de su sonrisa demuestra aún más que está en
mi cabeza más de lo que debería... —Buenas noches, D. Mantén
estas puertas cerradas.
—Sí papá.
Su sonrisa es lenta y me río, alejándolo.
Estoy más que feliz de terminar la noche con una nota más
ligera.
Empieza a cruzar el patio y una pregunta surge en mi cabeza.
Uno al que no debería preguntar pero que no puedo manejar
sin saber la respuesta.
—¡Oye, Neek!
Sus pies se detienen en la hierba y mira por encima del
hombro, asintiendo con la barbilla.
—¿Me harás quererlo primero? —pregunto, sin deletrear lo
que "eso" podría significar.
Conociéndolo, hay una larga lista de respuestas por nombrar.
Las cejas de Nico saltan, pero una mirada de complicidad
reemplaza rápidamente a su sorpresa, y al verdadero estilo de Nico,
me llama por mi obvia respuesta física a todo lo que es él.
La comisura de su boca se levanta, la mitad de su rostro
cubierto por la oscuridad. —A diferencia de ti, ¿qué, D, no quererlo?
Y luego se fue.
Pero el calor en mi abdomen no lo hizo.

Nico
He estado acostado en la cama durante más de una hora y el
sueño es lo más alejado de mi mente.
Directamente, estoy en un jodido problema.
No estoy seguro de lo que esperaba cuando me volví loco y le
lancé esta idea de fingir.
Una vez que salió, no hubo vuelta atrás, y el segundo en el
que Hammons nos vio juntos, ir con calma no era una opción.
El papel tenía que ser jugado y jugado bien.
Sabía que la gente lo creería, que no requeriría mucho
esfuerzo, pero lo que no anticipé fue la facilidad con la que ella me
aceptaría como suyo.
Acepta la mentira.
Estaba siendo real cuando le dije a Trent que creo que a ella le
gusta esto. Le dije que estaba aburrida, pero ahora me doy cuenta
de que es más que eso.
La chica no solo está aburrida, sino que se siente muy sola y
eso es una mierda.
Es una chica hermosa, inteligente, talentosa, soltera, con
buenos amigos y una personalidad vivaz.
La gente no lo entiende, cómo alguien con popularidad y
apariencia y una habilidad dotada, amado por muchos y envidiado
por más, puede enfrentarse a cientos y sentirse completamente
invisible.
Lo entiendo.
Hoy pude leerla con una precisión inconfundible e identificable.
La mirada hambrienta en sus ojos, la necesidad en su toque, la
súplica de su cuerpo.
Quería sentir algo y decidió rápidamente, que yo era lo que
quería.
Si Trent y Krista no hubieran interrumpido, la habría dejado
tomar lo que quería, dando el doble a cambio.
Me he imaginado cómo se sentiría su cuerpo contra el mío
más de lo que me gustaría admitir, lo suaves que serían sus gruesos
muslos de bailarina, lo rápido que vendrían sus respiraciones
calientes. Lo rápido que se vendría.
Gimo, y antes de darme cuenta, agarro mi pene en mi mano,
apretándolo en un intento por aliviar el dolor.
Me acerco a mi cabecera, mi cabeza cae contra ella mientras
empiezo a acariciarme, los silenciosos jadeos de su boca resuenan
en mis oídos. Deslizo mi mano desde la base hasta la punta,
gimiendo levemente, recordando la forma codiciosa en que me
atrajo hacia ella, y la fuerza de sus piernas alrededor de mi cuerpo,
rogándome que me acerque.
Una onda de choque inesperada recorre mi columna haciendo
que mi rodilla se sacuda y bombeo más rápido.
Un pequeño destello hace que mi cabeza se mueva hacia mi
ventana a tiempo para ver a Demi que acaba de apagar la luz del
patio.
Salto, acercándome al cristal para verla mejor.
Está oscuro como la mierda, nada más que el brillo de su bikini
blanco ayudándome a seguirla mientras se sumerge en su jacuzzi.
La pequeña luz bajo el agua se enciende con los chorros y el agua
comienza a salpicar sus pechos en suaves olas.
Con una mano todavía en mi pene, aprieto, un ceño profundo
estropea mi frente mientras decido si debo parar.
Una cosa es imaginar, y otra es verla mientras yo trabajo.
Pero entonces la cabeza de Little D gira y se inclina un poco,
ahora apunta directamente al segundo piso de mi casa. En lo que
ella sabe que es mi habitación.
La adrenalina se dispara y coloco mi mano en el marco,
inclinándome un poco mientras su cabeza se mueve hacia adelante
y hacia atrás un poco.
¿Estás buscándome, bebé?
Demi se apoya contra el asiento de la pared y se pone el labio
inferior entre los dientes. No puedo estar seguro, pero juraría que
sus piernas se abrieron más bajo las burbujas, la cremosidad de su
piel ya no se centró en el agua.
Mi pulso salta, mi polla, todavía dura como una piedra, ahí
mismo cuando sus manitas desaparecen bajo la espuma.
Su cabeza se inclina, exponiendo un poco su cuello, y maltita
sea, mantiene los ojos cerrados de esta manera.
Ella no puede verme, lo sé a ciencia cierta. Mi casa está
completamente oscura y la luna no brilla contra la parte trasera de
mi casa como lo hace con la de ella.
Pero, maldita sea, si eso no le impide intentarlo, o tal vez, si se
parece tanto a mí como yo estoy aprendiendo, su imaginación está
jodidamente bien.
Por ahora.
Mis características se tiran y ya está.
Si tuviera alguna posibilidad de parar antes.
Si tenía alguna posibilidad de detenerme antes, ahora no.
Mi agarre se aprieta, mi pene se hincha aún más,
flexionándose en mi palma.
Debe gustarle un comienzo lento, ya que está tranquila y
relajada, su antebrazo apenas se mueve, así que sigo su ejemplo en
secreto, con movimientos lentos y mesurados, apretando cada
pocos golpes para agregar un poco de presión adicional.
Demi se mueve, ambos pies subiendo para plantarse en el
asiento de concreto cerca de sus lados. Sus piernas son tan
malditamente largas que la nueva posición tiene las rodillas
completamente fuera del agua, dándome un pequeño vistazo de lo
divertida que podría ser su flexibilidad.
Cuando su otra mano se mueve para agarrar su propio cuello,
caigo hacia adelante, mi brazo ahora me sostiene mientras me
sacudo más fuerte, más rápido.
Mis caderas se mueven hacia adelante, un profundo gemido
me deja mientras el calor se extiende por mis venas.
Su cabeza cae completamente hacia atrás y sus labios se
abren, su pecho se eleva por encima del vapor mientras jadea en el
aire.
Me imagino los sonidos escapando mientras su mano baja,
deslizándose bajo el pequeño trozo de tela blanca que cubre sus
pechos. Se masajea a sí misma, su núcleo se levanta en el agua
mientras lucha por su liberación.
Vamos nena.
Las piernas de Demi se ponen rígidas, lanzándose hacia el
agua mientras su barbilla cae sobre su pecho, y juro que puedo
sentirla temblar desde aquí.
Mis dedos de los pies se enrollan en la alfombra y aprietan, mi
mano libre volando para atrapar el semen que sin saberlo tira de mí,
mi hombro golpeando la ventana.
Una onda de choque me atraviesa y mis músculos se tensan
antes de que todo en mí se relaje.
Dejo caer mi cabeza contra el cristal.
Acabo de venirme con Demi Davenport, pero ella no tiene la
más mínima idea.
¿Y yo? No tengo ni una pizca de culpa por eso.
Ninguna.
21
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

Ha sido toda sonrisas y suspiros felices todo el día.


No es que alguna vez haya sido una perra amargada, pero sus
"buenos días" y "oye, ¿cómo te va?" son exagerados.
—Está bien, entonces me ocuparé de las definiciones si
quieres encontrar en qué páginas están los diagramas. Ayudará a
ahorrar tiempo cuando tengamos que volver a consultar —Demi
inclina la cabeza y revisa sus notas.
Cuando no respondo, sus ojos se mueven hacia los míos.
Sé que parezco muy curioso, lo cual se confirma cuando
frunce el ceño. —¿Qué pasa?
Me vine contigo anoche y no tienes ni idea y ahora estás
jodidamente llena de vida y no puedo evitar preguntarme...
—¿Tierra a Nico? —se ríe.
Otra señal obvia de que no es la típica persona esta mañana.
Normalmente, me ponía los ojos en blanco.
La chica está sonriendo.
—¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?
Sus ojos se abren de par en par, rápidamente recorriendo el
salón de clases antes de volver a mí. Su voz es baja y chillona
cuando pregunta: —¿Qué?
Dejo caer mi lápiz sobre la mesa, girando en mi asiento para
enfrentarla. Mejor. —Dices que no eres virgen —me inclino y hablo
más bajo—. Entonces, ¿cuándo fue la última vez que follaste?
Me estudia un momento, sus ojos verdes se mueven
lentamente entre los míos. —¿Por qué?
Cuando no contesto, inhala profundamente, ofreciendo un
vacilante. —Un tiempo.
—¿Cuánto es un tiempo es para ti, D?
—¿Cuánto es para ti? —desafía, su intento de demora.
—No he tenido sexo desde la última vez que lo viste pasar, y
se siente como si hubiera pasado un maldito año. Especialmente
ahora.
Un indicio de confusión surca sus cejas antes de que se dé
cuenta de lo que estoy diciendo: lo está poniendo más difícil.
Literalmente.
Reprime una sonrisa, apartando la mirada, pero yo
rápidamente vuelvo a hacer que miren hacia los míos.
Estamos en clase, la gente está por todas partes, así que cada
toque cuenta.
—No me has dado mucho —susurro, pasando mi dedo por su
mandíbula—. Dime.
Se lame los labios, su concentración se profundiza antes de
que una ligera risa la abandone. —Eres realmente bueno en esto —
murmura.
Ahora soy yo quien se ríe y dejo caer mi mano. —Solo digo
que creo que me lo merezco.
—Oh, boo hoo, —bromea, sacudiendo la cabeza, pero luego
debe pensar un rato porque cede—. Segundo año y no te burles. No
todo el mundo es igual y lo necesita de la forma en que lo hacen
otras personas.
No supe nada sobre ello en segundo año.
Hace dos años.
No ha follado en dos años.
—¿Cuándo perdiste tu virginidad?
Ella inclina la cabeza, dándome una mirada malcriada que lo
dice todo.
Esa fue su primera vez.
—¿Una persona?
Ella asiente.
—¿Varias veces?
—Oh, Dios mío, Nico. Detente. Mira a su alrededor.
Hay ojos que se mueven por la habitación, pero nadie está a
nuestro lado escuchando. El Sr. Brando ni siquiera está aquí; dejó a
Josie a cargo y se fue.
Acerco su silla, riendo cuando frunce el ceño mientras raspa
ruidosamente el suelo y más personas miran en nuestra dirección.
Ella golpea mis brazos, pero tomo su mano, y ella pone los
ojos en blanco tirando de ella hacia atrás.
Volvemos a trabajar en nuestra tarea, pasan unos minutos
tranquilos, y luego se aclara la garganta, admitiendo en un susurro:
—Dos veces.
Nos volvemos el uno hacia el otro, y un ligero rubor sube por
su cuello.
Sé lo que ella asume que estoy pensando, que ella es
inexperta, posiblemente incapaz de complacer a un chico, o que al
menos tendría mucho que aprender.
Está mal, muy mal.
Ella es un libro de jugadas vacío.
—Te dolerá cuando vuelvas a follar.
La punta de su lápiz encuentra su camino entre sus dientes. —
¿Qué te hace decir eso?
—Dos veces, hace dos años, y probablemente con otro
debutante que dudosamente te hizo venir, y probablemente no te
estiró completamente, demasiado asustado para lastimarte. Eres
básicamente virgen.
Espero a que se sonroje más, se aleje y termine esto.
No lo hace.
Se inclina, inclina su cabeza hacia la mía, su largo cabello
rubio oscuro cae sobre sus hombros y sonríe.
Mis ojos se entrecierran.
—Oh, Nico, —dice, ojos brillantes—. Crees que eres tan
astuto, ¿no?
—¿De qué estás hablando, Hadita?
—Esta conversación repentina, la verdadera razón detrás de
ella. El impulso adicional, obviamente notable, en mi paso de hoy —
no me deja hablar, pero endereza la espalda y se desliza fuera de
su asiento. Ella viene para pararse detrás de mí, coloca sus brazos
alrededor de mis hombros y coloca sus exuberantes labios cubiertos
de un brillo brillante hoy en mi oreja—. ¿Crees que no soy tan
humano como tú? Preguntaste cuándo tuve sexo por última vez.
Déjame preguntarte, ¿cuándo fue la última vez que te viniste? —
susurra—. ¿Podría haber sido tal vez anoche... como yo?
Cuando mi pecho retumba, su risa ronca se abre paso por mi
mejilla.
Decide matarme aún más con sus siguientes palabras
ronroneadas.
—Sí, Nico. Estaba reprimida. Sí, novio falso, tuve la repentina
necesidad de hacerme cargo de mí misma anoche por primera vez
en meses. Y sí, cariño, fue todo. Tu. Culpa —embellece cada
palabra—. Ahora, tus jeans se están ajustando un poco, así que
quédate en ese asiento tuyo... o muéstrale a la clase lo que la
pequeña virgen nacida de nuevo le hace a tu grande, atrevida y con
exceso de trabajo fracción.
Me da una palmada en el hombro y camina hacia el frente de
la habitación. No le pide permiso a Josie, pero toma el pase del
baño de la pared y desaparece por la puerta.
Joder si mi mirada hambrienta no sigue su trasero a cada paso
hasta que se va, pero cuando mis ojos se deslizan hacia atrás, son
los de Alex a quienes captan.
Mantiene su rostro neutral mientras yo no puedo, y una mirada
ceñuda instantánea se apodera de mí. Lentamente, se impulsa para
ponerse de pie.
La perra agarra el pase de hombres y se va.
En mi periférico, veo la cabeza de Josie moviéndose hacia mí
mientras me pongo de pie, pero tan rápido como estoy de pie, la
realidad amarga y fría me congela en mi lugar.
El gilipollas que persigue su cola es el que ella dice querer
montar.
Ella podría quererlo en un día normal, pero no importa la
razón, anoche me quería a mí.
El pensamiento golpea mi trasero contra el taburete de madera
barato, pero el siguiente es lo único que lo mantiene plantado.
Puedo trabajar con eso.

Demi
¡Mierda! Acabo de admitir que me masturbo pensando en mi
falso novio ante mi falso novio.
Dejo caer mi cabeza contra el espejo del baño, sacudiéndola
un momento mientras una leve risa se escapa.
Me lavo las manos y luego me doy un minuto para quedarme
ahí y pensar, pero no hace falta convencerme.
¿Simple y llanamente?
Nico me gusta.
Me atrae Nico, ¿y quién diablos no le pasaría?
Es alto, con hombros fuertes y brazos musculosos, un
pequeño tatuaje debajo de su antebrazo agrega un poco de
misterio, no es que sea necesario. Sus ojos oscuros y peligrosos
son suficientes para atraer a cualquiera, y con un cabello sexy y
perfectamente desordenado a juego, labios carnosos y una sonrisa
brillante, es más que agradable a la vista y atractivo para el cuerpo.
Solo que es mucho más de lo que obtienes a primera vista.
Poco a poco estoy empezando a aprender quién es realmente
y Nico Sykes está más allá de lo que yo sabía que era.
Hace unas semanas, no era más que el tipo que vivía a mi
izquierda al que le encantaba mirar, mirar y luego apartar la mirada.
El chico aparentemente demasiado genial para la escuela que
desaparecía cada vez que estaba cerca. O al menos, así es como
se sentía.
Ahora, sin embargo, sé mejor que asumir quién está detrás de
la máscara que nos da a muchos de nosotros.
Nico es ingenioso y atrevido. Es atlético y decidido, y lo más
sorprendente para mí, por crítico que pueda hacerme parecer, es
compasivo.
Se supone que es un extraño para mí, sin embargo, apareció
como si supiera que odiaba el sentimiento que me dejaba cada vez
que mi madre sale por la puerta, dejándome atrás como si ya no
fuera lo suficientemente importante para que ella se preocupe.
Todos los días descubro algo nuevo sobre el chico, nada de lo
que no me gusta. Esa es la parte más aterradora.
Sí, está de mal humor, pero puedo manejarlo y, honestamente,
creo que disfruta cuando desafío su actitud ágil. A veces se apaga
por completo y sin previo aviso, pero hasta ahora, siempre ha salido
de su depresión. Es una especie de parte de su atractivo, no saber
lo que vas a obtener, pero estar bien con eso de cualquier manera.
Es emocionante e impredecible y temporalmente mío.
¿Qué diablos se supone que debo hacer con todo esto?
¿Y cómo diablos cambiaron las cosas tan rápido?
Nico no estaba de acuerdo con la idea de más, accedió a fingir.
Esto es un problema porque ya no quiero fingir salir con Nico.
En cierto modo quiero quedarme con él.
¿Alguna vez estaría abierto a la idea de quedarse conmigo?
Como si el universo no pudiera permitirme pensar un poco
más, salgo del baño y me encuentro con Alex parado afuera,
esperando.
Tartamudeo, ofreciendo una sonrisa tensa, y sigo caminando,
pero él se acerca para detenerme.
—Oye, ¿te escapas tan rápido? —ríe.
Le doy una sonrisa ansiosa. —Lo siento.
No debería sentirse mal simplemente estar aquí hablando con
el chico, pero lo hace en todos los sentidos.
Estoy tan arruinada.
—¿Cuál es la prisa? —sonríe.
—He estado fuera unos minutos de más —dio una ligera
carcajada.
—Creo que tu porcentaje de noventa y ocho por ciento puede
permitirte algunos extra para ir al baño.
—Noventa y nueve, pero quién cuenta —bromeo.
—Cierto —se ríe.
—Será mejor que me vaya —me alejo.
—Sí, sí. Sin lugar a duda.
Le doy un pequeño saludo y me dirijo hacia atrás, pero él me
alcanza antes de doblar la esquina.
—Demi, espera un minuto.
Dudo, pero luego me doy la vuelta. —¿Qué pasa?
—Olvide preguntar. Necesito un poco de ayuda con la rutina
del homecoming.
Me enderezo ante la mención de mi equipo. —Correcto.
Puedes pedir…
—Eres la chica principal, ¿verdad? —me interrumpe.
—Estoy en el centro, en primera línea, básicamente, pero
seguimos siendo un equipo.
—¿Crees que podrías ayudarme? ¿Después de que salga de
la práctica tal vez?
—Oh —mierda.
Bueno, si esto no es una señal de que he cambiado de equipo
oficialmente.
—Lo siento, pero esa no es realmente una buena idea — le
digo, sin perderme la forma en que sus ojos se tensan—. Pero
bueno, todavía no hemos comenzado a practicar con ustedes. Estoy
segura de que estarás bien después de esta semana.
—Bueno, tu entrenadora, que es muy joven, por cierto —siente
la necesidad de agregarlo por alguna razón—. Mencionó que
deberíamos practicar ahora.
—Si realmente quieres, Alex, estoy segura de que a Katy le
encantará ayudarte —menciono a su pareja.
—Sí, pero no tengo su número —se acerca para tomar mi
mano—. ¿Me ayudas?
Lo miro por un minuto y el hermoso verde de sus ojos con el
que solía soñar despierta hace solo unas semanas. De repente,
parecen más algas que esmeraldas brillantes.
Suavemente retiro mi mano de la suya.
Sus ojos se endurecen un poco.
—Lo siento, no puedo, pero le enviaré un mensaje de texto a
Katy y le pediré que te encuentre.
Lo dejo de pie en el pasillo con una expresión de asombro.
Doy la vuelta a la esquina, patinando hasta detenerme cuando
Nico está allí apoyado, con las manos en los bolsillos, la cabeza
inclinada hacia abajo, la mirada fija en el hule bajo sus pies.
Lentamente, y solo los ojos, levanta la vista y me mide.
Mi estómago se calienta y siento la tensión que lo rodea, pero
cuanto más mira, más suaves son sus rasgos. Aun así, no me da
mucho.
Deslizando su hombro contra la pared, se acerca hasta que
estoy a solo un pie de distancia. Su mano se desliza en mi cabello,
su enfoque ahora en mis labios.
Mantengo los brazos cerrados a los lados, los dedos de los
pies doblados en mis zapatos planos, los dedos clavados en mi
falda mientras él se inclina.
Esperando.
Pero no me besa.
Tan pronto como la decepción se agita en mis entrañas, la
calidez de sus labios presiona el pulso palpitante de mi cuello,
creando una especie de calor más profundo, y mis ojos se cierran.
Tiene que sentirlo, ¿verdad?
La forma en que se levantó en el segundo en que sus manos
aterrizaron en mí, solo para crecer más y más rápido con cada
respiración que tomaba.
Mi control comienza a romperse, y estoy a punto de tirar de él
hacia mí, cuando su boca finalmente aterriza en la mía.
Me abro para él y él se acerca, su mano se clava en mi cabello
con un suave tirón.
Mis brazos se envuelven alrededor de su cuello, tirando de él y
su pecho vibra contra el mío haciendo que mis pezones se
endurezcan detrás de mi sostén.
—Maldita sea, D, —jadea, su boca presionando la mía un
segundo después.
Se mueve, empujando mi espalda hacia el pequeño corte de la
pared cuando pasa el chirrido de pasos a través de pisos recién
pulidos.
La boca de Nico cae de la mía en el mismo segundo, su
respiración fuera de control.
Me mira un momento, luego lanza una rápida mirada por
encima de su hombro, en la que mira la parte posterior del cuerpo
de Alex en retirada.
El motivo del espectáculo.
La calidez del cuerpo de Nico desaparece, pero agarra mi
mano y me lleva de regreso a clase, dejando una pequeña parte de
mí en ese pasillo vacío sin siquiera darse cuenta.
No hablo mucho el resto del período, una pregunta dando
vueltas en mi mente todo el tiempo.
¿Qué pasará cuando este espectáculo termine?
22
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Miranda toma un trago de su botella de agua y la deja en el


suelo antes de aplaudir para llamar nuestra atención. —De acuerdo,
eso fue medio decente, pero necesito hacer algunos cambios.
Algunos de los emparejamientos simplemente... no funcionan —
anuncia, sus ojos se encuentran instantáneamente con los míos—.
Demi, socia del Sr. Rodríguez.
Miro a Trent, que se centra en Nico.
—Gina, estás despedida —le dice a la chica de JV que tenía
bailando con Trent—. Te haré saber lo que necesito de ti más tarde.
El pecho de Nico se presiona contra mi espalda en desafío, y
lo miro por encima del hombro.
Pero espera...
Miro a Miranda. —¿Enseñaré a Nico y Trent entonces?
—Me aseguraré de que Nico esté bien atendido —no me gusta
la forma en que sonríe mientras lo dice—. Y le asignaré una nueva
pareja después de tomar una decisión.
—Puedo enseñarle lo que necesita saber.
Varias cabezas giran en nuestra dirección ante mi tono
argumentativo instantáneo y accidental.
Los ojos de Miranda se entrecierran. —Ponte en fila, Demi.
Diez segundos para empezar.
Recojo mi toalla y agua, lista para irme, pero Nico me empuja
hacia atrás con el ceño fruncido.
—¿Qué estás haciendo? —espeta.
—Lo que ella me dijo que hiciera.
Él mira, sus ojos enfocados sobre mi hombro y
entrecerrándose—. Dile que no —dice casi demasiado bajo para ser
escuchado.
—Ella es la entrenadora en esta habitación, Nico. ¿Le dirías al
tuyo que no en el campo?
—Ahora, señor Sykes —dice Miranda con una insinuación de
amenaza.
Su mandíbula hace tics, un aliento áspero escapa por su nariz.
Está enojado, y no se molesta en esconderlo mientras me
mira, solo para pasar a mi lado. Lentamente, se abre camino hacia
ella.
Trent termina a mi lado, así que dejo mis cosas y trabajamos
en el lugar donde comencé.
Se rasca la nuca y mira a su alrededor. —Lo siento.
—No es tu culpa —le digo, dándome la vuelta y poniéndome
en posición, de espaldas a su frente.
—Vamos a repasarlo una vez más en grupo —grita Miranda—.
Luego, trabajen de forma independiente con su pareja para
asegurarse de que estén haciendo lo esperado, perfeccionen lo que
puedan, señoras. Solo los obtenemos durante veinte minutos a la
vez.
Tal como ella dice, damos una vuelta más, cortando después
de la caminata deslizante; no les mostramos ni un solo paso de
nuestra rutina real que seguirá.
Trent aprende rápido, por lo que básicamente estamos
charlando mientras repetimos los pasos en conteos lentos para
seguir adelante como si estuviéramos ocupados. No es como si los
chicos tuvieran mucho que hacer más que aguantar y seguir
nuestros movimientos. No están bailando con nosotros, es solo una
presentación dándoles la bienvenida al campo, y luego es nuestra
rutina.
Por mucho que trato de no hacerlo, miro repetidamente hacia
el final del gimnasio, donde Miranda y Nico practican de forma
independiente.
No puedo apartar la mirada cuando ella comienza desde el
primer paso otra vez, la tonta frustración estalla cuando Miranda cae
frente a él.
Sus ojos siguiendo su forma mientras ella se levanta
lentamente me tiene mirando hacia otro lado.
—Tu entrenadora es alucinante.
Una risa me abandona y mis ojos se abren burlonamente. —Si.
Me gusta bromear sobre que es una stripper por la noche y, a veces,
deja que se muestre aquí por diversión.
—Probablemente lo sea —se ríe—. De ninguna manera puede
permitirse vivir como lo hace con el salario de un entrenador.
—Créame, está ganando dinero —lo miro—. Baila para Jay
Productions.
—¿El sello discográfico?
Asiento con la cabeza. —Sí, ella es su mejor bailarina.
Aparecido en más de una docena de videos solo este año.
—Maldita sea —asiente, impresionado.
Entrecierro los ojos en su camino, encontrando a Miranda
sonriendo y empujando el pecho de Nico. —Sí.
—¿Estás celosa?
Mi cabeza gira hacia él. —¿Qué pasa con ese tono de
sorpresa últimamente, Trent?
—Mierda —me alejo de él, pero se recupera rápidamente, su
expresión se suaviza—. Me refería a ver a otra chica con tu hombre
así. ¿Eso te pone celosa?
Miro hacia atrás a los dos, siguiendo las manos de Miranda
mientras alcanza detrás de ella para agarrar las de Nico, y las
coloca un poco demasiado alto en su cintura.
Trago y me vuelvo hacia Trent.
—No — miento—. La química, la sexualidad, todo es parte de
lo que hacemos como bailarines. La gente tiene que creer lo que
está viendo. Es nuestro trabajo asegurarnos de que lo hagan.
Si no me cree, no lo dice, en lugar de eso, dice: —No estoy
seguro de poder manejarlo si Krista estuviera haciendo esto en lugar
de animarme.
—Sí —frunzo el ceño—. Me imagino que puede ser mucho.
Como ahora mismo, por ejemplo.
—Demi… —Trent se apaga, ganando mi atención.
—¿Qué?
Me mira un momento, antes de negar con la cabeza. —No,
nada. Avancemos.
Así que lo hacemos.
El resto del día estoy atrapada con un dolor de cabeza del que
no puedo deshacerme y termino yendo directamente a casa para
dormir, sin despertarme hasta que suena mi alarma para la escuela
a la mañana siguiente.

En el segundo en que entro a la clase de baile, me siento tentada a


caminar de regreso.
Miranda y Nico son los únicos dos en el gimnasio, ambos
escondidos en la esquina trasera, solo la mitad de las luces
encendidas por alguna estúpida razón y proporcionándoles
demasiada privacidad para mi gusto.
Me quedo ahí, congelada, mirando como ella cae frente a él,
luego rueda su camino de regreso a su cuerpo. Cuando ella gira,
saliendo con la mano de él en la de ella, el último movimiento que
involucra a los chicos, empiezo a caminar el resto del camino a
través de las puertas, pero la música sigue sonando y Miranda sigue
bailando.
Gira las rodillas hacia la izquierda, los codos bloqueados y se
movieron hacia la derecha, luego, mientras salta, su postura se
ensancha mientras se abre la chaqueta, revelando su sostén
deportivo debajo de ella, el movimiento que coreografié para ir con
las chaquetas de los letrados. usando al comienzo de nuestra
actuación.
Miro a Nico, quien mientras sus ojos apuntan en su dirección,
tiene el ceño fruncido.
Lentamente, sus pies se mueven hacia ella, y con la misma
lentitud ella camina hacia él. Sus manos se deslizan por su pecho,
mientras él baja por sus costillas, agarrando sus caderas para poder
tirar de ella hacia adelante.
Eso no es parte de su entrada.
—Maldita sea —alguien susurra en mi oído, y mi cabeza se
gira abruptamente por encima del hombro para encontrar a Alex. Él
los está mirando—. Supongo que no fuiste la única al que se le pidió
una lección privada.
Miro de vuelta a los dos.
—Mierda, lo siento, Demi. Yo no estaba...
—Está bien —susurro.
¿Por qué estoy susurrando?
¿Por qué no entrar y dar a conocer mi presencia?
—¿Quieres ir a algún lado? —ofrece Alex, su mano buscando
mi espalda baja—. Dudo que realmente quieras pararte aquí y ver
esto.
No contesto, pero levanto mi bolso en el aire, dejándolo ir
cuando está bien sobre mi cabeza para asegurarme de que golpee
con un ruido sordo y ruidoso a través del gimnasio casi vacío.
Miranda, creería, que se alejaría volando del estudiante sobre
el que tiene las manos sucias. No lo hace.
Nico tampoco.
Se bloquea en su lugar, una mirada dura se apodera de él
mientras sus manos caen lentamente a los costados.
Pero sus ojos no están puestos en mí.
Están sobre el chico que está a mi lado, o más, la mano
todavía está fija en mi espalda.
—Oye —se ríe Miranda, dejando caer la palma de su mano
sobre el pecho de Nico, forzando oficialmente mi atención de nuevo
a ella. Ella mira el reloj rápidamente—. Temprano como siempre.
—Como siempre.
Sus ojos tiran, pero luego cambia su enfoque a Alex. —
Deberías haberme dicho que era Demi con quien te habías reunido
temprano. Le habría pedido al conserje que abriera para ustedes.
Sin embargo, parece que encontraste un lugar privado para
practicar. Increíble.
Me pongo rígida. —Qué…
La repentina cercanía de Alex me hace detenerme en seco.
Frunzo el ceño, sin siquiera darme cuenta de que él y yo caminamos
más adentro.
—Sí, estamos bien. En realidad, acabo de terminar —miente,
inclinando la barbilla como si me pidiera que lo hiciera.
¿Está loco?
La tensión en el aire es tan densa que me toma un segundo
reaccionar.
Doy un paso hacia afuera, lejos de Alex y miro a Nico, quien
sabe que rechacé a Alex cuando me pidió ayuda.
Yo soy la que perdió de algo aquí, no él.
Miro a Miranda. —Puedes quitarle la mano de encima ahora.
El shock la atraviesa sin su control, pero lo cubre con una
mirada igual de rápido.
Como si no se hubiera dado cuenta antes de este momento
que ella lo estaba tocando, los ojos de Nico cortan el contacto y la
empuja. La estudia un momento, luego gira la cabeza hacia Alex y
algo pasa entre ellos.
Nico da un paso hacia él, pero me deslizo en el medio,
colocándome directamente frente a Nico, y nada más que rabia me
devuelve la mirada cuando me mira.
Sus rasgos son duros, los cortes de su mandíbula más
profundos cuando la aprieta, las cuerdas de su cuello levantadas y
tensas.
Él podría estar enojado, pero yo también, y le devuelvo la
mirada.
Enséñale, Neek.
Inclino mi barbilla un poco.
La frente de Nico tira, pero luego se da cuenta y su mano se
desliza en mi cabello en la base de mi cráneo, sus labios bajan a los
míos.
Es breve y rápido, pero es lo suficientemente eficaz.
Por ahora.
Extiendo la mano, deslizando mis dedos sobre los suyos, mis
ojos se mueven por encima de su hombro hacia una enojada
Miranda.
—Voy a correr al baño. ¿Debería... no sé, tal vez desjetar el
lugar al salir o quieres que la clase practique con esta iluminación de
tipo burlesco y sombreada que tienes?
Sale más picante y me alegro por eso.
Sus ojos se entrecierran, pero finalmente se recupera, y al
darse cuenta de que debería tener algo de tacto, o al menos tener
más cuidado en el gimnasio de la escuela con un estudiante cuando
técnicamente es maestra, ofrece una sonrisa tensa.
—Puedes encenderlos —comienza hacia atrás, su mirada
entrecerrada deslizándose hacia Nico—. Ayúdame a agarrar...
—Sólo —la interrumpí, tirando de Nico conmigo—. No...
No espero su respuesta, si me da una, pero saco a Nico por la
puerta conmigo para soltar su mano y entrar en el baño una puerta
más abajo.
Estoy tan jodidamente molesta y cabreada, y una variedad de
otras cosas en las que ni siquiera quiero pensar en este momento.
¿Mi entrenadora de baile? ¿Es tan descuidado?
Es alguien con quien tengo que trabajar durante todo el año
escolar. No es como si le hubiéramos anunciado que estábamos
saliendo, citas falsas, pero basado en cómo llegó directamente a mí
el primer día, el interés al menos se mostró frente a ella y al resto de
mi equipo. Para empeorar las cosas, Alex, que actuó como un idiota
en este momento y sabe que estamos juntos, vio lo mismo que yo.
Es vergonzoso.
Es mucho más que vergonzoso.
Tomando una respiración profunda, doy un paso frente al
espejo, mirándome directamente a los ojos.
¿Qué diablos estás haciendo, Demi?
Una risa burlona se escapa y niego con la cabeza.
Sería muy fácil estar aquí y jugar al juego de la comparación,
pero no voy a hacer eso. Estoy feliz con quien soy, con mi cuerpo y
mi conjunto de habilidades. Miranda y su escandalosa táctica de
esta mañana no tienen nada que ver con la ansiedad que se está
acumulando en mi pecho en este momento.
Se trata de Nico, quien cruza la puerta detrás de mí.
Nico se acerca, su cuerpo ahora alineado con el espejo
mientras se encuentra a solo unos pasos hacia atrás, y un solo paso
a la izquierda, con los ojos en los míos, una fuerte hostilidad
rodeándolo.
—Demi —La rabia reprimida en su voz tiene mi propio regreso.
—¿Necesitas un pase de pasillo, Nico? —espeto.
La conmoción cruza su rostro, pero la furia rápidamente toma
su lugar. —¿Estás bromeando?
—Responde a la pregunta.
Se burla, apartando la mirada rápidamente solo para volver de
inmediato. —Me dijo que viniera antes, dijo que teníamos que
empezar a repasar el resto de esta mierda. No tenía ni una puta
idea de que solo seríamos nosotros. ¿De verdad crees que estaría
aquí si lo hiciera?
Me lo quedo mirando, forzando a que las posibilidades que
brillan en mi estómago a raya.
Sacude la cabeza y corre hacia la puerta, pero se detiene con
ella entreabierta, sus ojos encuentran los míos en el espejo una vez
más. —¿Es este tu juego?, ¿cómo quieres jugarlo para poder
follarte a Alex y llamarlo empate? ¡O tal vez ustedes dos
simplemente se deslizaron fuera de su asiento trasero antes de
entrar al gimnasio, con sus malditas manos sobre ustedes! —
arremete mientras abre la puerta y sale.
Me doy la vuelta para perseguirlo y los pocos metros más
abajo ha caído, forzando apresuradamente mis palabras más allá de
los dientes apretados. —No soy tú, y estoy segura como el infierno
de que no soy Josie.
Sus músculos se tensan y se congela en su lugar.
Después de un largo momento, su barbilla se inclina sobre su
hombro, solo la mitad de su rostro es visible para mí, pero es
suficiente para que sepa que fue lo incorrecto que dije, y también
me di cuenta de que no se ve exactamente sorprendido. Sé lo que
hizo.
Cruzo los brazos. —Alex es un maldito mentiroso. No sé por
qué trató de hacer que pareciera que lo ayudé, y no sé por qué está
aquí temprano, pero no fue para encontrarse conmigo. Lo rechacé,
Nico. Lo escuchaste con tus propios oídos.
Algo cambia y me mantiene encerrado en su mirada hasta que
desaparece en la puerta de un aula unos metros más adelante.
Mi corazón late fuera de control mientras lo sigo.
Solo deslizo un pie en el aula y luego me inmoviliza.
Su voz es baja, sin una pizca de crueldad en su tono, aunque
las palabras que elige parecen ser. —Te das cuenta de que no
necesito pase de pasillo para follarme con quien quiera, ¿verdad? —
su nariz roza la mía brevemente—. Pero, dime algo, ¿no te
molestaría nada si metiera mi polla en otra persona? Porque todo
eso, D, todo lo que me acabas de decir allí, sabía mucho a celos,
así que estoy pensando que sí.
Cuando no hablo, levanta la cabeza y me mira a los ojos.
Soy celosa. Completamente.
—¿Por qué tuvo actitud hacia ti el primer día de práctica? —
exijo.
—Porque me la follé este verano —admite al instante.
Mis hombros caen y trato de apartar la mirada, pero él no lo
permite, cambiando para permanecerse en mi línea de visión.
—No la he tocado desde entonces y no tengo ningún maldito
plan para hacerlo. Ella estaba bien con eso cuando terminó, no sé
por qué está actuando como una tonta en este momento.
No estoy segura de si se supone que esto me hará sentir mejor
o no, pero no es así.
No hizo nada malo exactamente, así que no estoy enojada con
él, pero estoy enojada con toda la situación.
Como si leyera el pensamiento en el momento en que se me
cruzó por la mente, Nico inclina la cabeza hacia un lado y susurra:
—¿Dime que no eres tan tonta como ciega?
—No sé qué significa eso.
Él asiente, permitiendo que sus manos caigan antes de dar un
paso atrás. —Entonces supongo que la respuesta es sí, D.
Con eso, se marcha y me quedo preguntándome qué camino
equivocado tomé para llegar aquí, enamorándome del tipo que solo
me prometió una mentira.
Soy un zombi el resto del día y, afortunadamente, estamos
viendo una película en química, por lo que no es necesario hablar.
Me salto mi práctica de baile después de la escuela por
primera vez en mis cuatro años, porque me jode solo pensar en
Miranda, así que me dirijo directamente a casa.
Me ducho y me acuesto en mi cama en minutos, sin nada más
que mis pensamientos para arruinar aún más el día.
El golpe de luz en mi puerta un par de horas después me
empuja hacia arriba sobre mi codo.
Mi mamá abre la puerta y entra con los labios fruncidos en una
sonrisa desagradable.
En este punto, ya estoy emocionalmente agotada. Estoy
preparada para sus palabras, las que sean, probablemente otro
anuncio de viaje, pero cuando su boca se suaviza, la preocupación
recorre su frente tanto como lo permite el Botox, mi labio inferior
comienza a temblar.
—Demi… —susurra, una suavidad que no he escuchado de
ella en… ni siquiera recuerdo cuándo, pero ella no me ha visto así...
nunca.
Se acerca.
Y me rompo.
Lloro sin otra razón real que el miedo a lo que aún no ha
sucedido.
Sorprendiéndome aún más, mi madre no dice para qué vino
aquí, sino que se sienta en el borde de mi cama.
Ella no habla, no me toca como una madre normal se sentiría
lo suficientemente cómoda, pero tampoco se levanta.
Está ahí cuando me duermo, pero se va cuando me despierto.
Fue suficiente.
Me pongo de pie y me muevo hacia el armario para agarrar
algo de ropa.
Me tomo mi tiempo para prepararme, no tengo la intención de
llegar temprano a la escuela hoy. Mi mente está sobrecargada de
trabajo y soy un desastre ansioso.
Cómo me permití llegar a este punto, no lo sé, pero si estoy
segura de una cosa, es que debo darme un poco de espacio para
respirar.
Necesito distanciarme de Nico porque...
Cuando él diga que es hora de romper, podría…
Él y yo no somos nada.
Somos tan falsos como la sonrisa que llevaré hoy.
Aparentemente, incluso me miento ahora.
Una vez que estoy lista para irme, agarro mi teléfono y mi
mochila y bajo las escaleras, y sentado allí, junto a un café helado
ligeramente derretido, hay una nota.
La preparación para las finales comienza hoy.
Pero las palabras no son donde radica mi enfoque, es en la
pequeña píldora que se encuentra en la parte superior del papel.
Tomo la estupidez.
23
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Dejé mi teléfono en casa y fui a todas mis clases sin decir una
palabra a nadie en el medio, pero cuando llegó el momento de la
química, mis nervios estaban por las nubes. Entonces, en lugar de ir
a clases, caminé hasta la oficina y cobré mi tarjeta de desempeño
por primera vez desde el primer año. Usé el pase de clase, entré en
la sala de estudio abierta y trabajé en la revisión allí.
Sin embargo, estoy bastante segura de que el personal de la
oficina se dio cuenta de mi día libre, cuando de repente tuve un
dolor de estómago durante mi período de almuerzo, uno que fue
milagrosamente mejor cuando comenzó la siguiente clase.
Afortunadamente, mi última clase del día era con un profesor
ayudante, así que ya se me permite salir cinco minutos antes de que
suene la campana todos los días, pero decido escabullirme algunos
antes. Todo para poder subirme al coche y despegar antes de que
alguien me vea.
Conozco a las chicas, y sentirán que algo está mal en el
segundo en que me vean y no puedo explicar exactamente lo que
está pasando sin revelar el secreto de Nico y el mío, y no estoy
preparada para eso.
Entonces, para matar el tiempo y asegurarme de que no
puedan buscarme, conduzco hasta la cafetería al otro lado de la
ciudad y estudio hasta que mis ojos comienzan a arder.
Son casi las seis, treinta cuando miro el reloj y sé que las
chicas me han llamado al menos media docena de veces, ya que es
noche de juegos.
Aparte de los pocos juegos fuera de casa a los que el equipo
femenino no viajó a lo largo de los años, no ha habido un solo juego
que me haya perdido. Carley y yo siempre estamos cerca para
animarlos. Ahora, si agregas que mi novio está en el equipo, se
espera que sea aún más ruidoso, orgullosa y presente.
No lo estaré hoy. Al menos, no donde puedan ver.
No cuando sé que Miranda estará allí tratando de llamar la
atención.
Dijo que necesitaba tener una mejor idea del espacio para una
ubicación adecuada, ya que el gimnasio es más ancho que estrecho
como el campo y, aparentemente, estar allí con su pequeña y
práctica GoPro para animar el rendimiento del medio tiempo
ayudará con eso.
Dejo escapar un profundo suspiro.
Lo último que necesito ahora es estar enojada con mi
instructor. Por supuesto que está caliente por Nico.
Es un estudiante de último año de secundaria de dieciocho
años con el cuerpo de una estrella de la NFL y el encanto de los
mejores de Hollywood.
Aún así, quiero decirle que se vaya a la mierda y busque un
nuevo centro que pueda hacer lo que pueda. Tengo mi estudio de
baile y mi equipo normales, y si no lo necesito en mis solicitudes
para la universidad, es posible que ni siquiera regrese.
Sacudiéndome de la molestia, me estaciono en la parte trasera
de la escuela para poder caminar todo el camino alrededor del
edificio y entrar en la biblioteca.
Subo las escaleras que Nico me llevó cuando compartió su
lugar conmigo, sin molestarse en moverse hacia el borde de la
azotea esta vez, pero me dejo caer en la silla que Nico se sentó el
día que estuvimos aquí juntos.
Dejo caer mi Gatorade y contemplo el cielo mientras el sol
comienza a ponerse mientras espero que comience el juego.
Efectivamente, justo cuando sopla el viento y golpea el aire de
la noche de verano, solo puedo escuchar débilmente la voz del Sr.
Freeman flotar por el campo mientras anuncia el juego.
Afortunadamente, tengo una visión perfecta, así que cuando
me acerco, puedo distinguir cada camiseta.
No es que el número 24 se deje pasar por alto.
Una vez que termina el Himno Nacional, los capitanes del
equipo salen al campo para lanzar la moneda, y luego es el
momento del juego: los Spartans están listos para recibir.
Me quedo ahí, en el borde del techo, mis ojos siguiendo cada
movimiento de Nico. Antes de que me dé cuenta, es el medio tiempo
y el equipo se reúne en el extremo derecho de su zona de
anotación.
Los escuadrones de porristas salen, reuniéndose en el medio,
antes de correr hacia el lado opuesto para ver cómo actúa el equipo
visitante antes de volver a su turno.
Sonrío cuando dan un pequeño toque de botín y señalo a la
multitud, luchando contra la necesidad de aplaudir cuando termina,
aunque no hay nadie alrededor para escucharme si lo hice.
Mi alegría es de corta duración, la frustración ocupa su lugar
mientras Miranda mantiene su estúpida cámara apuntando hacia
adelante y camina hacia los chicos.
Están empezando a ponerse de pie y volver a colocar los
cascos en su lugar cuando ella se acerca.
Por supuesto, se abre camino alrededor del grupo,
deteniéndose cuando está a solo unos pies de Nico.
Y así, terminé el juego.
Subo las escaleras de dos en dos y me dirijo a la sala del
estudio.
Las luces están apagadas, pero la puerta está abierta, así que
entro directamente y me tomo unos minutos para configurar el
sistema de sonido. Justo cuando lo tengo listo para tocar play, una
voz me atrapa por detrás y salto.
El conserje se queda allí con el ceño fruncido. —Sra.
Davenport?
Sonrío dócilmente. —Lo siento, Jan. Tenía la esperanza de
hacer un poco de trabajo extra, ¿está bien?
Ella asiente, levantando un hombro mientras mira alrededor. —
Bueno, todavía no he llegado a esta habitación, y me quedan al
menos quince más, así que no veo por qué no. ¿Solo asegúrate de
dejarlo como lo encontraste?
—Gracias —Sonrío, volviéndome hacia el estéreo cuando ella
se aleja.
Me quito los zapatos de una patada, tiro mi suéter junto a ellos
y presiono play.
Me enfrento al espejo, espero a que golpee la base y luego me
suelto.

Nico
Dejo caer mi hombro, corriendo a través del defensor que
viene a hacer la entrada.
Demasiado alto, gilipollas, debes ir por las piernas.
El seguro cayó hacia atrás, así que solo él y yo nos fuimos, o
eso pensé.
Un idiota se deslizó y pasó su bloque me sorprendió y me
golpeo contra el césped con un gemido.
Salto, dejando la pelota donde caiga y empujo al tipo que
intenta darme una palmada en la espalda.
Ahí es cuando noto la bandera que fue lanzada y nos
sorprenden con un penalti.
Treinta yardas corridas, jodidamente desperdiciadas.
Corro hasta el grupo y escupo mi boquilla. —¿Qué diablos
pasó?
—Falta personal —Trent se vuelve hacia Thompson—. Me
importa una mierda tu problema con ese tipo, déjalo ir. Nos acabas
de costar los metros de Nic, y otros jodidos quince —su mirada
vuela rápidamente hacia mí—. Tú, también relájate. No vayas a
conseguir otra maldita bandera.
—Jódete, muevete.
Frunce el ceño, pero cancela la siguiente jugada y volvemos a
la formación.
Estoy muy abierto, pero Trent le lanza el balón a Alex.
La perra lo atrapa y lo lleva hasta la línea de veinte yardas.
Salta, golpeando los hombros con Thompson, sonriendo
cuando pasa a mi lado.
Sus ojos se posaron en las gradas en su camino de regreso, y
joder si los míos no hacen lo mismo.
Carley se sienta allí y, como si supiera que la estoy mirando,
levanta la mano.
Todavía sin Demi.
Pero cuando mis ojos se mueven por las gradas, se congelan.
Mi papá se sienta allí, aplaudiendo con sus putas manos,
mientras al mismo tiempo niega con la cabeza.
—¡Nic!
Mi cabeza se inclina hacia adelante y me apresuro a regresar
al grupo.
Todo el mundo se rompe, pero yo me quedo atrás cuando lo
hace Trent.
—¿Qué diablos te pasa?
—Tienes una gran boca de puta, eso es —escupo y él mira—.
Dame el balón.
—No —espeta—. Pónte en fila.
—Trent…
—Estás acalorado, claramente cabreado por algo —el
entrenador nos grita que nos apuremos de fondo—. No me arriesgo
a una puta elección porque quieras hacer un espectáculo.
—Mi papá está aquí.
Los ojos de Trent se clavan en los míos y maldice.
—Acércate a la puta pelota y deja de ser un idiota —gruñe, y
nos apresuramos a ponernos en posición antes de que se llame a
un retraso del juego.
Salgo por el pase, saltando por encima del seguro que colgaba
profundo.
Cojo la pelota, mis pies tocan el suelo justo antes de que me
tacleen, pero el pase fue exitoso y eso es un touchdown para los
Spartans.
Y como hay algo retorcido en mí que no puedo controlar, miro
la pobre excusa de un hombre en las gradas, diciéndome a mí
mismo que todo lo que quiero hacer es demostrar que está
equivocado en la vida mientras me niego a creer que alguna parte
de mí todavía lo desee. Complacerlo.
Mi frustración solo se alimenta más por la falta de respuesta de
mi padre, a pesar de que era completamente esperado.
Se sienta allí en pantalones y botones, con los brazos
cruzados sobre el pecho.
Pedazo de mierda.
—¿Qué te pasa, Nico? ¿Papi no está impresionado? —se
burla Alex.
Lo pierdo.
Empujo al punk y le arranco el casco en el proceso antes de
que el árbitro haga sonar su silbato a modo de advertencia.
Antes de que pueda ser expulsado y arriesgarme a tener que
quedarme fuera de los próximos dos juegos, el entrenador me tira y
me envía directamente al maldito vestuario.
Una vez dentro, golpeo mi casco contra la pared varias veces
antes de dejarme caer al banco. Me paso las manos por la cara,
luego retrocedo y cierro los ojos.
Mierda. De. Día.
Me saco la mierda de uniforme, sin molestarme en ducharme
antes de ponerme la ropa de gimnasia.
Intento llamar a Demi por millonésima vez y cuando no
responde, tiro mi teléfono al otro lado de la habitación.
¿Dónde diablos está ella? Accedió a estar conmigo y ser parte
de todos los juegos que eso implicaba.
Esto es una mierda.
Con una respiración profunda, me muevo hacia la puerta,
levanto mi teléfono en el camino y miro la pantalla destrozada.
Lo último que quiero hacer es ir a casa a una casa oscura, y
todos con los que me relaciono todavía están en el maldito campo,
así que me dirijo a la azotea. Directo al puto borde.
El juego está a punto de terminar y vamos a ganar, pero no
puedo encontrar que me importe.
¿Por qué no está Demi aquí?
¿Y con qué diablos está alucinandi así de todos modos?
Le dije que no había hecho nada, pero ¿y si lo hacía?
Fácilmente podría haberme follado a Miranda de nuevo.
Mierda, el primer día que entré en el gimnasio vi el deseo en su
rostro, noté que nos miraba a Demi y a mí más que a los demás,
pero pensé que estaba siendo una profesional, perfeccionando su
mierda.
Debería haberme alejado ayer por la mañana cuando pasaron
diez minutos, y todavía era el único allí.
Maldito estúpido, pensé que podía salir adelante, ya sabía los
movimientos antes de que Demi tuviera la oportunidad de
mostrármelos. Ella estaría impresionada.
Gimo, dejando caer mi barbilla a mi pecho.
—Al carajo, Nico. Suenas como una perra —niego con la
cabeza hacia mí mismo, volviéndome para apoyar los codos y la
espalda contra los ladrillos.
Un brillo azul atrapa mis ojos y me congelo.
Lentamente, me acerco para recogerlo.
Un Gatorade azul.
Todavia frio.
Ella está aquí.
24
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Exagero demasiado cada movimiento, bloqueando mis


caderas completamente con cada pop, moviendo mi cabello y
usando mis manos para agregar más sensualidad.
Doy la vuelta, mi barbilla levantada mientras camino
descaradamente hacia el espejo y agarro la barra unida a él,
balanceándome lentamente de derecha a izquierda.
Mis ojos se cierran, dándole a mi cuerpo el control total
mientras hago estilo libre por el resto de la pista.
Con un fuerte agarre sobre la madera vidriada, lentamente
caigo al suelo como una mariposa, rebotando ligeramente sobre las
puntas de mis pies, y luego me levanto lenta y provocativamente.
Mis manos se levantan en mi cabello solo para bajar a lo largo
de mi cuello.
El aire en la habitación cambia en el siguiente momento y mi
piel pica cuando mis ojos se abren, instantáneamente conectando
con un par de oscuros y salvajes.
Jadeo, cayendo ligeramente contra el cristal, pero no aparto la
mirada.
Nico está en la puerta abierta, los labios presionados en una
línea firme mientras da pasos lentos y deliberados hacia adentro,
cada uno haciendo que mi pulso se acelere.
Solo empeora cuando se detiene a un brazo de distancia.
Se queda allí inmóvil, ni siquiera un parpadeo, pero su mirada
se oscurece diez tonos y sé lo que quiere.
Sin prisa, empiezo a moverme de nuevo, vacilante al principio,
pero cuando su lengua toca sus labios, su atención se centra en mi
trasero, le doy más.
Él chasquea instantáneamente.
Con una rapidez para la que no podría prepararme si lo
intentara, se apresura hacia adelante, su pecho ahora empuja mi
espalda mientras sus ojos permanecen pegados a los míos en el
espejo.
Su suave pero firme tirón de mi brazo me hace girar para
enfrentarlo, mi cabello se pega a mi brillo de labios cuando lo hago.
Me lamo los labios, soplándolos suavemente, y él sigue el
movimiento.
De repente, sus ojos se levantan hacia los míos.
Tan ansioso.
La vena de su cuello hace tics enojados contra su piel y no
puedo evitarlo, me muevo hacia su cuello, pasando mis labios por
ella.
Golpea más fuerte.
¿Qué estás haciendo, Neek?
Sus manos son rápidas para encontrar mi trasero, y sin previo
aviso y sin esfuerzo, se sumerge, levantándome con facilidad.
Mi agarre vuela a sus hombros para ayudarme a estabilizarme,
pero en el mismo segundo, mi espalda es empujada hacia el espejo,
mi trasero ahora está posado en la pequeña barra mientras sus
palmas se arrastran por mi estómago hasta que él ahueca la parte
inferior de mi pecho.
Da un paso más cerca, tirando de mí hasta el borde para estar
presionado contra mí, nada más que nuestros pantalones cortos de
entrenamiento entre nosotros.
Mis ojos se aferran a los suyos, un dolor rápido, palpitante e
insoportable se apodera de mi cuerpo.
Y no puedo evitarlo, no cuando su dureza descansa sobre mí
con una sutileza que debería estar prohibida.
Me muero contra él.
Un poquito al principio, casi lo suficiente para ser considerado
un cambio de mi cuerpo, pero luego su frente se aprieta.
¿Una señal de control?
Lo hago de nuevo, más fuerte, más largo, con un dominio más
profundo, y un pequeño gemido se escapa de mis propias acciones.
La respuesta de Nico es un gruñido imprudente.
Sus labios chocan contra los míos con una necesidad dura y
pesada, y todo lo que puedo pensar es follar finalmente.
Gimo al instante, y cuando empuja su pene contra mí,
moviendo sus caderas un poco, jadeo en su boca.
Como si lo esperara, Nico está listo, su lengua hurgando
dentro de mi boca, su mano subiendo para forzarme imposiblemente
a cerrarme y sin dejar espacio para respirar aire, nada más que él
para llenar mis pulmones.
Mis piernas se levantan, se deslizan por sus muslos, antes de
envolver su espalda y bloquearlas.
Él gime, arrancando su boca de la mía mientras me da un
fuerte apretón en los muslos. —Me moría por sentir esto a mi
alrededor de nuevo.
Pellizca mis labios y mi cabeza cae hacia atrás, golpeando
suavemente contra el espejo.
Nico desliza su boca por mi garganta y mis ojos se aprietan
con más fuerza. Me muevo más fuerte contra él, mis manos se
deslizan por sus bíceps.
Cuando muerde mi cuello, los dedos de mis pies se doblan y
mis ojos se abren de golpe.
Todo mi cuerpo se pone rígido en un instante, una frialdad
estridente me llena hasta la médula.
No.
Alex está ahí, con el teléfono a su lado y la bolsa al hombro.
Con un sutil movimiento de cabeza, sigue caminando, y desearía
poder desaparecer de todos modos.
Soy una maldita tonta.
Nico tarda un segundo en darse cuenta de que lo he
encerrado, con la cabeza levantada mientras lo hace.
Me niego a encontrarme con su mirada traicionera, no cuando
sé que mi deseo desenfrenado está escrito en mi rostro mientras
todo lo que estaba haciendo era llevar un punto a casa.
Dejo caer mis piernas alrededor de él, y él no cede de
inmediato, pero finalmente me suelta, lo que me permite volver a
ponerme de pie.
Hago todo lo posible por no tocar una sola pulgada de él
mientras me alejo, moviéndome rápidamente para que el sistema de
sonido lo apague.
Mi mano temblorosa pierde el botón dos veces, y respiro
profundamente, estabilizándome un momento antes de intentarlo de
nuevo.
¡Dios, soy un idiota!
—Demi —su voz es tensa mientras intenta recuperar el aliento.
No respondo, me pongo apresuradamente mis pantalones de
chándal.
—¿Debería estar disculpándome ahora mismo? —se agita—.
Porque no quiero, joder.
—No —mi respuesta sale más rápida y áspera de lo que
esperaba, así que me aclaro la garganta y vuelvo a intentar—. No,
está bien. Todo está bien.
Me pongo los zapatos, luego me pongo el suéter por la cabeza
y me saco el pelo.
Se necesita toda mi voluntad, pero consigo una mirada en
blanco forzada y me vuelvo hacia él.
La cara de Nico está tensa, su pecho subiendo y bajando
rápidamente mientras estudia cada uno de mis movimientos.
—Hiciste lo que te pedí —mi encogimiento de hombros es
rígido.
¿Por qué diablos le pedí que me hiciera quererlo primero?
La cabeza de Nico se echa hacia atrás.
—Yo no me preocuparía por tener que volver a hacer eso.
—Tener que hacer eso de nuevo —arrastra las palabras
lentamente.
—Él, eh —miro para otro lado—. Capté todo el programa, así
que diría que estamos bien por un tiempo.
—¿De qué carajo estás hablando? —grita Nico.
—Mira, voy a ir a casa de Carley esta noche, vamos a salir de
la ciudad por la mañana para visitar a sus abuelos, —miento,
acercándome a la puerta—. Así que solo... nos vemos el lunes.
O nunca, eso sería genial.
Voy a alejarme, pero él me llama.
—Estás mintiendo —acusa rotundamente.
Me tenso, dándome la vuelta. —¿Perdóneme?
—Carley, como el resto de nosotros, ha estado intentando
llamarte todo el día. Cuando no pudo comunicarse contigo, me pidió
que le hiciera saber que se iría justo después del partido, yendo con
Krista y Trent a buscar a su hermano en el aeropuerto.
Mierda.
Echa la cabeza ligeramente hacia atrás. —¿Por qué mientes,
D? ¿Tienes planes que no quieres compartir? —me mira.
Oh, que se joda.
—Estaba tratando de ser amable —grité, tomándolo con la
guardia baja, pero solo el sutil levantamiento de sus cejas te lo diría
—. Pero, está bien, ya que parece que vamos a hacer todo lo
posible, ¿qué tal porque no quiero verte esta noche, o por el resto
del maldito fin de semana?
—¿Por qué carajos no? —da un paso hacia mí, y esta vez un
revuelo inesperado me devuelve la mirada—. ¿Qué diablos acaba
de pasar aquí, D?
Mi ira aumenta cuanto más tiempo estoy aquí, y el insinuado
dolor en sus ojos solo me confunde y me enoja más. —No soy
realmente tuya, Nico, así que deja de actuar con derecho a cosas
que no tienes. Si no quiero decirte algo, no tengo que hacerlo, así
que adelante, siéntete libre de mentirme todo lo que quieras
también, porque realmente me importa una mierda.
Me mira un momento, lamiendo sus labios mientras asiente. —
Bien. Finge hasta que lo consigas, ¿eh, D?
—Aprendí del maestro, ¿eh, Neek? —me burlo de él. La
humedad se abre camino en mis ojos, así que termino la
conversación con—. Increíble actuación.
Se sintió bastante real para mí.
Salgo, temerosa de haber dejado una parte de mí atrás e
insegura de cómo demonios recuperarla.
Pensé que me besó por nosotros.
Pensé mal.

Nico
Qué. De. Monios.
¿Increíble actuación?
¿Qué demonios acaba de pasar?
La besé, un jodido beso de verdad, como había estado
esperando hacer durante mucho tiempo. Mierda, he estado
luchando contra mí mismo desde el segundo en que aceptó esta
estúpida mentira, desde que dejé que mis manos la tocaran esa
noche en el pasillo del hotel.
Hubo varias ocasiones en las que estuvimos solos, así que no
podía ocultar cómo sería, cuando estaba seguro de que ella lo
quería, me quería a mí, pero esperé. Hasta que no pude más.
Sabía que le gustaría, sabía que respondería a cada uno de
mis movimientos con uno propio.
Joder, sabía que encajaríamos.
Ella presionó atrás más fuerte que yo. Busqué lo que
necesitaba más de lo que me permití. Entonces boom, cayó un cubo
de maldito hielo, accionó el interruptor y salió como si nada.
Ella no es mía, dijo.
¿No es una tontería?
No tengo ni idea de lo que realmente ha estado pensando
durante las últimas semanas. Todo lo que sé es lo que está pasando
en mi maldita cabeza, y no es fácil admitir cuando no puedo decir
con certeza que ella no está en la misma página. Todavía...
Cuando pienso en ella, quiero más.
Cuando la toco, odio detenerme.
Cuando la miro, la veo mía.
Necesito que ella sienta lo mismo.
Pasa media hora antes de que suene mi teléfono y finalmente
lo encuentre saliendo del estudio hacia el estacionamiento.
Respondo a la llamada de Trent.
—Tu auto todavía está aquí. ¿Dónde estás? —pregunta, justo
cuando paso por las puertas dobles.
—Ya voy —le digo, colgando.
Sus ojos recorren todos los puntos de salida de la escuela
hasta que aterrizan en mí, y se apoya en mi capucha.
—¿Qué pasa, hombre? —pregunta cuando le llego—. ¿Dónde
vas?
Me burlo, negando con la cabeza y señalando con la cabeza al
taxi. Presiono el botón de desbloqueo y él sigue mi ejemplo,
subiéndose al asiento del pasajero mientras yo me deslizo en el del
conductor.
—¿Pensé que ibas a buscar a tu hermano? —le pregunto
recostándome.
Se encoge de hombros y aparta la mirada.
Me vuelvo hacia él. —Ella los llamó, ¿no es así?
Vacila un momento antes de mirarme. —No tuvo que hacerlo.
Dem salió cuando estábamos subiendo al coche. Las chicas la
miraron y se fueron.
Asiento, luego pongo el camión en marcha. —Cierra, iremos a
buscarla.
—¿Estás seguro? —me mira—. Puedo irme solo, ¿te llamo
más tarde?
—Si hermano. Podría usar la carretera. Tendrá que sentarse,
pero... —lo sigo y ambos nos reímos ligeramente.
Presiona el botón de llaves y nos vamos.
—Entonces, ¿qué está pasando, Nic? ¿Por qué estaba
llorando? —pregunta una vez que estamos en la carretera.
¿Estaba llorando?
—A la mierda si lo sé —Mi agarre se aprieta en el volante—.
Se volvió loca. Ella… —le lanzo una mirada rápida y él inclina la
cabeza expectante.
Joder.
Redacto toda la mierda que pasó con Miranda, el cambio de
pareja, y cómo ella y Alex aparecieron juntos a la mañana siguiente,
pillándonos en una posición de aspecto jodido.
—Maldita sea —se alarga mirando a otro lado—. Entonces,
¿realmente no la tocaste esta vez, a Miranda?
Mi mirada se fija en la suya un momento antes de
concentrarme en la carretera.
—¿De verdad?
—¿Qué? No actúes sorprendido. Soy la única persona
consciente de que esta mierda entre tú y Dem es falsa, ¿recuerdas?
Tenía que preguntar —levanta las manos—. Sigue adelante.
Le doy la vuelta y se ríe.
—Cada vez que nos hemos besado ha sido cuando hay otros
alrededor, jugando como parte del trato, ¿sabes? Pero hombre, sé
que eso es una mierda.
—¿Qué quieres decir?
—Me refiero a lo que te he estado diciendo. Puedo leerla,
hermano. Ella quería que la besara, que la tocara, algo más, varias
veces, y no para que la gente lo viera. No ha sido fácil, pero me
contuve cada maldita vez cuando era lo último que quería hacer.
Piensa en eso un segundo antes de decir: —La besaste
cuando estabas solo.
—La besé, joder, y no fui sutil ni gentil, y ella se convirtió en
masilla en mis brazos, Trent. Estaba interesada. Completamente.
Malditamente por completo. Lo sé.
Joder, lo sentí.
—Realmente no veo el problema aquí, Nic.
—Ese es exactamente mi punto. De un momento a otro
simplemente se congeló, y eso fue todo. Habló un poco y se fue.
—Tal vez ella se asustó. ¿Demasiado rápido? Se suponía que
esto era falso. ¿Quizás ella no está buscando más?
No tienes que estar buscando para encontrar lo que es
jodidamente mejor para ti.
A veces, todo lo que tienes que hacer es abrir los ojos y darte
cuenta de que te encontró primero.
Miro por la ventana delantera.
—¿Tienes algo por ella? —le pregunto sin rodeos.
—¡¿Qué?! ¡No!
Su respuesta es instantánea y doy un suspiro de alivio.
—Amo a Krista. Estoy feliz con Krista y planeo seguir su
trasero como una pequeña perra después de la graduación —se ríe
ligeramente—. Me gusta Demi, y me preocupo por ella, pero no… —
su voz se apaga y le lanzo una mirada.
—¿Qué?
Una gran tensión surca sus ojos y maldice en voz baja. —Debo
decirte algo.
—¿Decirme qué? — pregunto, fundiéndome y doblando por la
carretera que conduce al aeropuerto.
Sacude la cabeza y exhala un largo suspiro. —Mirar esto.
El teléfono de Trent suena.
Con un suspiro, lo saca de su bolsillo, frunciendo el ceño a la
pantalla.
—Maldita sea esta chica —Menea la cabeza.
—¿Era Krista?
—Si.
— ¿Qué dijo ella?
Levanta el teléfono para que mire la pantalla.
Una imagen del interior de una bolsa de licorería llena de
comida chatarra y una botella de Hennessey, se desplaza hacia
arriba para mostrar la otra que vino con ella.
Es de las chicas caminando, una botella casi vacía en los
labios de Krista.
—¿Están caminando?
¿En la maldita oscuridad?
Teclea. —Ella no escucha.
Me río, entrando en la terminal que conduce a la línea de
recogida. —Nunca lo hacen.
Trent se ríe, mirando por la ventana.
—Tenemos que hablar, Nic —dice.
Niego con la cabeza, no estoy dispuesta a esto. —Ahora no, tu
hermano saldrá en un minuto.
Se vuelve hacia mí, con una expresión sobreexcitada en su
rostro. El asiente. —Sí, está bien, hombre, pero luego, ¿sí?
—Sí —estoy de acuerdo, cuando no tengo ganas de
escucharlo decirme por décima vez que es una mala idea.
Estamos tan jodidamente lejos de eso.
25
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Me inclino, saco la lengua y la toco con la de Macy mientras


Krista toma una foto, riendo.
Carley se deja caer a nuestro lado, pero se desliza del banco,
cae sobre su trasero sobre la hierba y los dos nos dejamos caer con
ella.
—¡Oye, no me dejen fuera! —se queja Krista y se tira al
montón.
Nos reímos, dejando que nuestros envases vacíos de
bocadillos caigan a nuestros lados y nos quedamos allí en silencio.
Después de nuestras primeras tomas, decidimos caminar por
la franja verde que conduce al campo de golf. A mitad de camino,
sin embargo, el Hennessey entró en acción y los bocadillos se
agotaron, así que nos sentamos, bebimos un poco más y aquí
estamos: a una milla del campo de golf en un sentido y a una milla
de la casa de Macy en el otro.
Yo suspiro. —¿Por qué los chicos apestan?
—Porque es la única forma en que saben cómo trabajar el
clítoris desde afuera13.
Las tres nos echamos a reír mientras Macy sonríe, orgullosa
de sí misma.
—Estoy tan borracha —Hipo Krista—. Y hambrienta. ¿Tienen
hambre?
—Hambre —Parpadeo varias veces, siguiendo las luces de un
avión que sobrevuela.
—¿Qué hizo Nico, Demi?
Me hizo creer en nosotros.
—Me besó.
Carley y Macy empujan sus codos mientras la cabeza de Krista
se mueve hacia mí.
—Estoy confundida —Carley intenta fruncir el ceño.
Gimo, cerrando los ojos. —¡Yo también! Se supone que mi
novio me debe besar, ¿verdad?
—Creo que está destrozada —dice Macy.
—Está definitivamente destrozada —Krista bosteza—. Y
definitivamente me estoy muriendo de hambre.
—Terminemos la caminata hacia el club de campo. Podemos
cargar un poco de mierda a la cuenta de mi madre —dice Carley.
Todos estamos de acuerdo, pero nadie se mueve, y unos
minutos más tarde nos reímos entre dientes sin motivo, pero el mío
muere cuando una cara familiar de repente me mira.
—Creo que estoy teniendo una pesadilla —susurro.
Las chicas se ríen, luego abren los ojos.
Macy grita antes de darse la vuelta riéndose de sí misma y
Carley gime y se tapa la cara con un brazo.
Nico mira hacia la izquierda, así que mis ojos lo siguen,
encontrando a Trent mirando a Krista con el mismo ceño, pero ella
solo le sonríe.
Cuando ella levanta los brazos como un niño, su sonrisa se
libera y suspira, inclinándose para levantarla de la hierba. Ella
envuelve sus brazos alrededor de su cuello, luego nos mira. —
Resolví nuestro dilema alimenticio. No más apocalipsis.
Empujo sobre mis codos, pero mi cabeza comienza a latir con
fuerza y caigo un poco hacia atrás, parpadeando con fuerza.
Nico me agarra los brazos, con una estúpida expresión plana
en su hermoso rostro de idiota. —¿Estás bien?
Mis ojos buscan los suyos, y el dolor en mi pecho vuelve más
fuerte que antes. Me suelto y pido a Carley que me ayude. No es la
mejor idea, pero funciona.
Nico permanece inclinado sobre una rodilla, con la mirada
furiosa apuntando hacia mí, mientras intento ayudar a Macy a
ponerse de pie. Ninguna de las dos se mantiene firme sobre
nuestros pies y tropezamos, pero los reflejos de Nico son agudos, y
es capaz de agarrarnos a las dos antes de que caigamos.
Macy lo mira, dejando escapar un suspiro caprichoso. —
Deberías compartir, Demi.
—Compartir implicaría que en realidad es mío, —murmuro, y la
mirada de Nico me corta.
Mis ojos se abren y lanzo una mirada rápida a Macy que,
afortunadamente, ya se dirige a la camioneta de Trent.
Me encojo de hombros lejos de Nico, siguiendo a mis amigos.
—Mi camioneta está detrás de la suya —Sus palabras son una
advertencia firme, una que elijo ignorar.
—Puede que quieras moverlo antes de que te golpee —digo
por encima del hombro, arrastrando mi trasero con las chicas
mientras Trent deja a Krista en el frente y cierra la puerta para
hablar con Nico.
—¿Estás enojada conmigo, Demi? —pregunta Krista mientras
intenta ponerse el cinturón de seguridad.
—Sí —dejo caer la cabeza hacia atrás—. Pero si me
alimentas, te perdonaré.
Ella bosteza. —Acuerdo.
Trent entra un momento después, anunciando que estamos
siguiendo a Nico a su casa para dejar su camioneta antes de que
encontremos un lugar para comer, y en minutos, mis amigos están
subiendo a la tercera fila, mi falso novio, quien pensé que de verdad
me besó, se abre camino a mi lado.
Envuelve un brazo a mi alrededor y yo intento alejarme, pero
me congelo cuando sus labios rozan mi oreja.
—No hemos terminado con esto —sus palabras son un
susurro áspero—. Dijiste que no eres mía, te escuché alto y
jodidamente claro, pero para ellos lo eres, así que actúa como tal o
me aseguraré de que todos sepan lo que realmente estamos
haciendo.
Muevo la cabeza hacia él, mirando esos labios engañosos. —
¿Y qué estamos haciendo realmente, Nico? —siseé, mi mirada se
posó en la suya—. Porque ya ni siquiera estoy segura.
—¿Qué significa eso? —sisea en respuesta, la frustración arde
profundamente en su tono.
Pero sus ojos...
Un dolor impotente.
No te entiendo, Neek.
—¿Adónde deberíamos ir? —la voz de Trent interrumpe
nuestra conversación silenciosa.
Me aclaro la garganta, mirando hacia adelante.
—¡Oh, vayamos al lugar donde comíamos todos los viernes
por la noche antes de que nos echaran! —grita Krista.
—¡De ninguna manera! Nos reconocerán —dice Carley.
—Sí claro. Éramos niños de pecho plano y cara de corsé.
Además, ¡de ninguna manera son los mismos trabajadores allí! —
agrega Krista.
Trent encuentra mis ojos en el espejo retrovisor. —¿Dem?
¿Estás bien con eso?
Le doy un hombro. —Ve a por ello. Este día apesta como está,
no puede ser peor.
Nico niega con la cabeza, me arranca el brazo y lo deja caer
sobre su regazo. Frunce el ceño por la ventana durante los veinte
minutos en coche hasta el centro de Daisy, el pequeño restaurante
de la ciudad y el único lugar abierto las 24 horas.
Nos sentamos casi instantáneamente, eligiendo el área de
picnic abierta en el patio retroiluminado en lugar de en la sala
principal.
Krista se ríe, golpeando su hombro contra el mío mientras se
deja caer a mi lado. —¡Te lo dije! —sonríe—. ¡Y no hemos estado
aquí desde el segundo año!
—Piensa en todos los panqueques que nos hemos perdido.
Estoy triste —Macy hace pucheros en broma.
—Ohhh mierda —Carley arrastra cada palabra, sus ojos muy
abiertos pegados a la pantalla de su teléfono.
Macy se acerca para echar un vistazo, una sonrisa se extiende
por su rostro y Krista se la quita de la mano a continuación.
Los chicos caen frente a nosotros, mirándolos con
desconfianza.
—¿Qué pasa? —pregunta Trent.
La sonrisa de Krista rebota de él a Nico y luego cae sobre mí.
—Por favor, dime que no es por eso que estás enojado con el chico,
parece que lo hizo bien.
—¿De qué estás hablando? —mis ojos se posan en el teléfono
cuando se lo mete en el pecho—. Espera, ¿ese es mi teléfono?
Ella asiente, moviendo las cejas mientras gira la pantalla hacia
mí.
Presiona play justo cuando se lo quito.
Suena música suave, pero la pantalla está oscura y luego,
lentamente, la imagen se enfoca.
La cámara se aleja y ahí estamos, Nico y yo en el estudio de la
escuela.
La lente se enfoca en nosotros dos justo cuando cierro mis
pies a su alrededor, nuestros cuerpos se mueven uno contra el otro,
mis manos se aferran con fuerza a sus brazos mientras que él
agarra mis muslos. Sigue un gemido, mi gemido.
Trent está como—: ¿Qué carajo? —ojos alzándose.
Busco a tientas el teléfono, rápidamente apago el sonido y lo
dejo a mi lado.
—¿Qué es eso? —Nico arrastra lentamente cada palabra.
Un sudor lento cruza mi nuca por su tono acalorado, y niego
con la cabeza.
Krista la agarra de nuevo, tambaleándose sobre sus pies
mientras salta del asiento, Macy igual de inestable, uniéndose a ella.
—¡Chicas! —grito.
Krista baja el volumen pero sonríe a la pantalla. Macy igual de
emocionada a su lado y juro que mi rostro se pone rojo brillante.
Me arriesgo a mirar a Nico, que todavía me mira fijamente.
¿Realmente nos besamos tanto tiempo?
—Espera… —Macy dice, tomando el teléfono de Krista—.
¿Alex te envió esto? —mira hacia arriba, bajándolo a su lado—. No
lo entiendo...
—Demi —la llama bruscamente Nico—. ¿Qué diablos es eso?
Mis músculos se bloquean y me sobresalto cuando la mesa
rebota con el rápido disparo de Nico.
Tiene el teléfono en su fuerte agarre incluso antes de que me
mueva.
Está temblando, tratando de abrirlo, pero la contraseña ha
vuelto y no conoce el código como las chicas.
Camina hacia mí, sosteniéndolo frente a mi cara para que el
reconocimiento facial lo abra, y yo me quedo ahí y lo dejo.
Sus labios se curvan, el disgusto y la furia arden en su rostro.
Sostiene mi mirada un momento más antes de retroceder y
obligarse a mirar la pantalla. Presiona play.
Todo el mundo está en silencio, mirando mientras él ve el video
de nosotros, de mi tan perdida en su toque que no tenía ni idea de
que todo era espectáculo, o que nos estaban grabando.
Estoy mortificada, mi estómago está hecho un nudo y quiero
huir.
Lentamente, Nico baja el teléfono, la confusión cubre sus
rasgos. —Yo no… —su voz se apaga.
—¡Oh, Dios mío! —los ojos de Carley se clavaron en los míos
un momento, antes de volver a él—. Escuchaste el gemido en el
video, escuchaste que Alex es quien lo envió, ¿y luego qué? ¿Te
diste dos segundos para llegar a la conclusión de que ella y él
estaban jodiendo?
Mis ojos vuelan a los de Nico, un pellizco en mi frente.
La ignora a ella y a todos los que nos rodean.
Su respiración se acelera ahora, y se acerca a mí. —Tú... toda
esa mierda que pasó después, ¿fue por eso? —gruñe, tan bajo que
casi me lo pierdo.
No.
No puedo admitirlo, ¿verdad?
¿Qué derecho tengo a enojarme porque él haga lo que acordé
que podría hacer, hacerme querer su toque, hacer que otros crean
en la mentira?
¿Hacerme creer?
Sigue viniendo por mí y no puedo moverme.
Carley le arrebata el teléfono de la mano y él la deja, ni una
sola vez se aparta.
Las palmas de Nico aterrizan a los lados de mi cara, los ojos
se mueven entre los míos. —Lo viste parado en la puerta —dice
para que solo yo lo escuche.
No es una pregunta, pero asiento de todos modos.
—Pensaste que era para él.
Mi estómago se tensa, mi rostro se contrae ante sus palabras.
Baja los pocos centímetros necesarios para que estemos al
nivel de los ojos. —Escúchame, jodidamente ahora. Es el último hijo
de puta en este planeta que alguna vez... alguna vez quisiera que te
viera de esa manera.
Mis manos se acercan para cubrir las suyas. —No mientas
para fingir —susurro.
Sus ojos miran hacia un lado, recordando que tenemos una
audiencia que no tiene idea de lo que realmente está pasando entre
nosotros.
¿Qué está pasando entre nosotros?
Nico me aparta unos metros.
Desliza sus manos en mi cabello, inclinando mi cabeza para
poder susurrarme.
—Estaba jodido todo el día después de lo que pasó con
Miranda —se acerca, dejando escapar un largo suspiro—. Esta
noche me echaron del juego.
—¿En serio?
El asiente. —No pude mantener la calma sabiendo que
estábamos jodidos —sus ojos se clavan en los míos—. No quiero
que me jodan, D —admite.
Yo tampoco.
—Me subí a la azotea a respirar un minuto —me dice—.
Pensar. Encontré tu bebida y supe que habías venido a pesar de
que estabas enojada, así que fui a buscarte.
Mi pecho se infla con una inhalación profunda, esperando más.
—Estabas bailando, matándome con ese cuerpo en el que no
puedo dejar de pensar, y me rompí. Tenía que sentirte, besarte. Así
que lo hice, y lo único que tenía en mente cuando estabas en mi
contra era cómo acercarme. No hubo espectáculo. No hay trama —
sus labios presionan el hueco de mi oreja, y mis ojos se cierran con
fuerza—. Tú y yo —gruñe—. Eso es lo que fue. Si aparecía, si
aparecía alguien, no tenía ni idea. Te besé porque tenía que hacerlo,
Hadita. Quería. Simple y jodidamente simple.
Mis músculos se tensan un momento antes de que un ligero
zumbido recorra mi espalda.
Yo retrocedo.
Sus ojos están abiertos y honestos y un láser enfocado en los
míos. —No quiero tus mentiras. Te quiero a ti.
Una ligereza se apodera de mi pecho, un ligero tirón de algo
profundo dentro de mí cuanto más miro. Dejo caer mis manos de él
y funzo el ceño.
Doy un paso atrás, el calor se extiende por mi cuerpo mientras
susurro: —Demuéstralo.
La confusión se refleja en su rostro antes de que esa sonrisa
lenta y sexy se apodere de él y todo lo que queda es determinación.
Nico agarra mi mano, listo para tirarme lejos cuando de
repente el video se está reproduciendo de nuevo, más fuerte esta
vez.
Mi gemido resuena a nuestro alrededor.
—Oh Dios mío —me tapo la cara.
Nico se da la vuelta. —¿Que rayos?
Mis ojos se abren de golpe cuando Nico tira de mi teléfono del
agarre de Trent, y las chicas, las tres acurrucadas a su alrededor, se
retiran con risitas borrachas.
Los tres se burlan haciendo horribles y borrachos movimientos
de baile, luego se dejan caer en el banco.
—Chicas, idiotas —río levemente, dando un paso hacia el
banco, pero Nico me tira de los brazos, así que me doy la vuelta.
Me mira con escepticismo, sus brazos se deslizan con cautela
alrededor de mi cintura mientras me atrae hacia él. —¿Estamos
bien?
¿Podemos ser más que buenos?
¿Podemos ser reales?
Confirmé que estaba molesta porque pensé que solo me besó
para que alguien más lo viera, por el estúpido trato que hicimos que
dice que él no es realmente mío ni yo soy suyo.
¿Cuánto tiempo antes de que lea eso por lo que es?
¿Cuánto tiempo antes de que se dé cuenta de que quiero un
nosotros?
—No lo hagas, D —susurra, y mis ojos vuelan de regreso a los
suyos—. No pienses.
No pienses.
No pienses...
Joder
—Ya no lo quiero —las palabras se me escapan antes de que
pueda detenerlas.
Total, y completamente, cada músculo de su cuerpo se
bloquea y mi estómago comienza a moverse.
Mierda, lo dije. Esta fuera.
—¿Qué? —su tono es duro, pero sé que no proviene de la ira.
—Alex —admito tranquilamente—. No lo quiero. Ni siquiera
puedo recordar por qué lo hice.
Su agarre sobre mí se aprieta, una fuerte sensación de
posesión irradia de él hacia mí, calentando mi cuerpo de adentro
hacia afuera. —No juegues conmigo, bebé.
—Dime que lo soy —le digo con voz ronca.
Cuando sus cejas bajan, continúo.
—Tu bebé —mis ojos se pegaron a los suyos—. En serio, no
por un trato de mentiras. Para siempre, no por ahora.
El fuerte latido de su corazón late contra mi mano, y aplasto mi
palma allí, no queriendo perderme la forma en que está subiendo.
—Hadita —se inclina, rozando sus labios sobre los míos—. Lo
eres. Lo sido… —subraya—. Incluso cuando no tenías ni una puta
idea... eras mi bebé.
Me besa y el peso dominante sobre mis hombros se levanta.
Suya.
Esto es lo que soy.
Él retrocede un poco, susurrándome al oído. —Y en caso de
que haya lugar para preguntas, déjeme aclararlo. Eres mía, D, y yo
soy tuyo. Eso es tan real como parece.
Por fin.
26
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Desde el viernes por la noche, Nico no ha dejado de tocarme


cuando está cerca y se asegura de estarlo constantemente. Es
como cuando bromeó antes sobre convertirse en el novio posesivo y
mantenerme a su alcance, eso es exactamente lo que está
haciendo.
Pasa de tomar mi mano a mover mi cabello, tocar mi cintura o
mis brazos, cualquier cosa.
Hoy estamos en Caper Cliffs, saltando rocas y haciendo
barbacoas, así que ha estado rompiendo la correa de la parte
superior de mi bikini o pasando sus palmas por mis brazos, pero los
toques de esta tarde son persistentes, lentos y mucho más
deliberados.
Podría ser porque básicamente estamos desnudos en nada
más que trajes de baño, por lo que el calor de su cuerpo irradia al
mío incluso más de lo normal o tal vez me estoy imaginando el
efecto duradero de sus dedos porque quiero que se arrastren un
poco más abajo y se queden allí por un tiempo.
—Chica —me susurra Macy al oído—. Necesitas detenerte,
darte un chapuzón en el agua, o algo.
Mi ceño la encuentra.
Ella pone los ojos en blanco. —Tu erección femenina se está
mostrando tan fuerte en este momento, y no mires, pero el poco de
relleno que tiene la parte superior de tu traje no esconde las rocas
que asoman detrás de ellos.
No puedo evitarlo y una fuerte carcajada me abandona,
llamando la atención de los demás que trepan por las rocas a
nuestro lado.
Carley niega con la cabeza y grita: —¡Qué mierda te están
susurrando allí, Demi!
Me encojo de hombros juguetonamente, y los demás sonríen.
—Ah, nada que no sea cierto.
Macy y yo nos reímos, y como sabía que haría, Nico salta de
las rocas y acecha en mi camino. Sin camisa, abdominales
mostrándose agradables y más bajo esos mágicos huesos de la
cadera.
Huesos de la cadera que me hacen sentir una repentina
necesidad de trazar con las yemas de mis dedos por ellos.
Realmente es una lástima que nuestros amigos no entendieron
la indirecta cuando tratamos de escabullirnos delante de todos a un
terreno más alto para tener algo de privacidad, pero no. De repente,
todos estaban ansiosos por empezar a saltar y se acercaron.
La única persona que se quedó abajo fue Trent para poder
hacer la barbacoa.
—¿Me voy o necesitas que me quede y sea el extintor? —
susurra.
Me río, me pongo de pie y me saco el polvo del culo.
Nico se desliza hacia arriba, levantando una ceja expectante
hacia Macy, quien le guiña un ojo y toma el lugar que dejé.
Su atención se desplaza hacia mí, y se acerca, plantando sus
manos sobre mis costillas desnudas.
Siempre tocando.
—¿Qué me perdí? —pregunta.
—Oh, ya sabes, Macy es Macy, y me aconsejo que salte al
agua antes de... saltar sobre ti.
Su ceño es instantáneo. —Ese es un consejo de mierda.
Me río, dejo caer la cabeza hacia atrás y su pecho retumba
con un gruñido bajo.
—Sigue dándome el cuello así, yo lo tomaré.
Me inclino hacia él. —Tal vez quiero que lo hagas.
Tiene la punta de mi cola de caballo en sus manos en
segundos, tirando, forzando mi cabeza hacia atrás tanto como él
quiere.
—¡Oh, diablos no! —grita Krista—. Si no puedo hacer que
Trent se escape conmigo, tú tampoco obtendrás ninguno.
Me vuelvo para sonreír, pero mis ojos se abren de par en par.
Ella y Carley corren por nosotros.
Mis manos se alejan de Nico justo a tiempo para bloquearme.
—Apártate.
—Salta o vas a entrar —Las manos de Carley encuentran sus
caderas.
Miro a Nico que sonríe, levantando la barbilla.
Lo miro boquiabierta. —¿De Verdad? ¿No ayudarás?
Recordaré esto.
Da un paso adelante. —Nos vemos en el agua, D.
Nico salta de la cornisa de la roca y se mete en el profundo
charco de agua de abajo.
Miro y él emerge lentamente, sacudiendo la cabeza para
despejarse el cabello de la cara.
Me sonríe, nadando en su lugar mientras se mueve un poco.
—Todo despejado aquí abajo, chicas.
Jadeo y él se ríe, levanta las manos rápidamente, llamándome
hacia él.
Miro hacia atrás a las chicas. —Son unas idiotas.
—Y tú eres la más seca aquí, ¡ya he saltado dos veces! Si yo
debo tener el pelo andrajoso, tú también debes tenerlo —Krista
asoma la cadera, sonriendo.
Gimo, me doy la vuelta y miro las rocas planas que giran
alrededor del agua profunda y salto.
Sus gritos me hacen voltearlos por encima de mi cabeza
mientras golpeo, subiendo rápidamente a la cima y tomando un
respiro.
—¡Hace mucho frío! —grito entre risas.
Nico se ríe y nado hacia donde él está sentado en un musgo:
llano cubierto, la mitad de su torso fuera del agua y empapado.
Su cabello es un desastre en su cabeza, así que una vez que
estoy donde puedo poner mis rodillas sobre una roca, aprieto entre
sus piernas y extiendo la mano para alisarlo.
Un pequeño rizo sigue cayendo en su rostro, así que lo
retengo.
Mi pecho está a la altura de su rostro en esta posición, por lo
que deja caer su barbilla en mi esternón y me mira.
—Tienes la piel de gallina —Sus ojos se posan en mis brazos,
las manos suben para envolverlos, se deslizan hacia arriba y hacia
abajo y crean el doble que antes—. ¿Eso tiene algo que ver con el
agua? —gruñe.
Aunque no puedo responderle.
Estoy atascada.
Me quedo mirando su boca, a sólo unos centímetros de mis
pechos, sin percibir nada más que la sensación de tener tanta piel
sobre la mía.
Podía estirar la mano y desatar mi top, y sin decir nada, él
sabría qué hacer.
Mis pezones se endurecen y su atención se mueve
directamente a mis pechos.
Su agarre se aprieta, las yemas de sus dedos me muerden
como quiero que lo hagan sus dientes.
—D… —se humedece los labios y, a regañadientes, vuelve a
mirar la mía.
De repente me tiran hacia atrás y vuelvo a chapotear en el
agua.
Me acerco riendo y empujo a Carley.
Krista es la siguiente en saltar, apareciendo y nadando a la
izquierda de nosotros para escalar el único punto poco profundo en
el Cabo.
Nos encanta este lugar y venimos aquí al menos una vez a la
semana durante el verano.
El estacionamiento está en la parte inferior con parrillas y
mesas de picnic, juegos pequeños y cosas por todas partes. No es
muy grande, solo caben alrededor de diez carros en la zona, así que
cuando llegamos, salimos antes de que salga el sol.
Es hermoso y silencioso, verde y limpio, nada más que los
sonidos de la gente pasando un buen rato o las mini cascadas que
se filtran a través de las rocas y el pequeño arroyo al que todo
conduce.
—¡Chicos! —Trent llega por la esquina, tenazas en una mano,
toalla para su chica en la otra. Se la lanza lanza y ella se la pone
sobre el hombro—. Alimentos listos.
—¡Sí! — Krista sonríe con un grito, retorciéndose el pelo—. Y
ahora que Demi puede fingir que su vagina está mojada por el agua,
¡comamos rápido para que podamos patear el trasero de esta gente
jugando voleibol!
—¡Oh, Dios mío! —abofeteo el agua, pero ella solo sonríe más
ampliamente.
—¿Nos invitaron siquiera a jugar? — sale Macy.
—No, pero ellos tienen seis y nosotros seis. Nos dejarán —
Krista comienza a alejarse, pero se detiene bruscamente y agrega:
—Carley, no salgas hasta que Demi lo haga o Nico nunca la dejará
ir.
Me río, mirando a Nico que finalmente se pone de pie, como si
planeara hacer precisamente eso.
—Eso es todo, voy a joder el culo de Trent ahora —murmura
Nico al pasar junto a Krista.
—Bueno, hazlo. Está muy tenso hoy, relájalo para mí, por favor
—nos mira, luchando contra una risa, y luego lo sigue.
Pasamos el resto de la tarde jugando voleibol con las personas
que se acomodan a nuestro lado y nos sumergimos en el agua para
refrescarnos aquí y allá.
Nos tardamos más en limpiar que en preparar todo y cuando
logramos regresar a casa, está empezando a oscurecer y todos
tienen hambre de nuevo, así que paramos en una pequeña taquería
para cenar.
Nos sientan alrededor de una mesa grande, y mi teléfono
suena en el segundo en que me siento, el nombre de mi madre
parpadea en la pantalla.
Dudo un momento, luego Nico me da un golpecito en el
hombro, asintiendo con la cabeza hacia la pantalla.
Con un suspiro, respondo y me alejo unos pasos para tener
algo de privacidad.
—Hola mamá.
—Hola cariño.
¿Cariño? Arrugo la frente. —¿Qué pasa?
—Llamaba para ver si estabas en casa, estoy a unos veinte
minutos. Pensé que podía llevar la cena a casa.
Ya son más de las ocho, treinta, más tarde de lo que
normalmente comería, así que no le digo que me acabo de sentar a
comer. —No estoy en casa ahora mismo, estoy con las chicas y ya
comimos, pero gracias.
—Oh, bueno, en ese caso tal vez me pase por una ensalada
en el club —El golpe de la puerta de su auto al abrirse me deja
saber que estaba apostando por mi respuesta y ya está saliendo—.
Entonces... tu papá llamó hoy.
¡Ah! Por eso me llamó "cariño".
—¿Por qué te llamó? Le envié un mensaje de texto esta
mañana.
—¿Lo hiciste? —pregunta ella, aparentemente sorprendida.
Es como si ella se convenciera a sí misma de que él y yo
hablamos tan poco como ella y yo.
—Entonces, ¿qué dijo? —Volví a encaminarnos.
—Oh, mencionó que viene a la ciudad la semana que viene,
quiere cenar —hace una pausa y yo espero, sabiendo que hay más
—. Me avisarás si te menciona los detalles, sé que tuvo que
cancelar su último viaje en el último minuto.
Así que puedes asegurarte de planificar y estar en casa para
salvar las apariencias, claro, mamá.
—Sí, mamá. Lo haré.
—Excelente. Te veré más tarde, Demi —la línea se corta.
Me tomo un minuto para respirar, salir del embrollo que cada
conversación con ella parece ponerme, antes de volverme hacia mis
amigos.
Todos se ríen y aplauden cuando Trent pasa un papel por los
dedos de Nico que sostiene como si fueran postes de gol.
Macy se prepara para bloquear el siguiente disparo de Trent,
cambia de asiento y ocupa el lugar abierto junto a mi hombre.
Una sonrisa se apodera de mis labios mientras miro a Nico,
quien mira en mi dirección al mismo tiempo exacto.
Santa mierda.
Mi hombre.
Ese es mi hombre.
Guardo mi teléfono en mi bolsillo y me dirijo directamente hacia
él.
Sus ojos se aferran a mí y su cuerpo parece relajarse en su
silla. Se lame los labios, sus piernas se abren más.
Me dejo caer en su regazo, deslizo mi mano por su cabello y lo
beso.
Porque él es mío y puedo.
27
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

—¡Tengo el Kahlua14! —Krista levanta la botella en el aire


mientras empuja la puerta de la camioneta de Trent para abrirla.
—Yo tengo el Kahlua —Macy frunce el ceño, abriendo su
mochila para mostrarnos las botellas de cerveza de raíz A&W que
hay adentro—. Ya lo disfracé y todo.
—Krista, se suponía que ibas a traer el café.
—Creí que tú traerías el café —pone la mano en la cadera.
Trent pone los ojos en blanco y se acerca a Nico, que está
sentado en mi silla del patio.
—Yo me encargaba de los bocadillos, Carley de las mantas,
Macy del alcohol y se suponía que tú eras café.
—Ohhh... ¡por eso sonó mi alarma en el almuerzo! Pensé que
me había olvidado de apagarlo desde esta mañana —dice Krista.
—¿Te recuerdas de tomar café por la mañana? —bromea
Carley.
—No, perra, pero si no salgo por la puerta en el momento en el
que suena la maldita cosa, significa que no tengo tiempo para
detenerme —se ríe, luego mira a Trent—. Está bien, ¿vamos a
buscar el café?
—No puedo —le dice—. Tengo que agarrar a mi hermano en el
camino y dejarlo en la oficina de mi papá.
—Lo conseguiré —Nico se pone de pie, moviéndose hacia mí.
Me encanta cómo sus hombros se balancean un poco con
cada paso, y cómo siempre levanta un poco o levanta la barbilla,
dándole un aspecto de “vengo por ti '', lo que me hace querer que
haga exactamente eso.
Planta sus pies directamente frente a mí, toma los bocadillos
de mis manos y los levanta por encima de mi cabeza para poner la
bolsa en el pequeño recipiente en la parte trasera de mi auto—. ¿En
qué estás pensando, D? —sonríe mientras pregunta—. ¿Una noche
bajo las estrellas con tu hombre? —bromea.
Finjo tener arcadas y él se ríe, chocando mi cuerpo contra el
auto con el suyo.
—Por favor, nunca seas del tipo poeta cursi.
—¡Yo pienso que es lindo! —grita Macy mientras se aleja.
Aguanto mi sonrisa mientras la de Nico se profundiza.
—Te gusto más cuando soy un idiota.
—Me gustas más cuando te sientas ahí y te ves bonito —
bromeo.
Él empuja más cerca. —¿Crees que soy bonito, Hadita?
Una risa sale de mí y envuelvo mis manos alrededor de su
cuello, inclinándome hacia él, y la satisfacción arde profundamente
en sus ojos.
—Creo que eres un buen espécimen, Nico Sykes, pero si no
llevas tu trasero a la cafetería y a la escuela a tiempo para que
revisen nuestras maletas, podría cambiar de opinión y...
Captura mi boca con un beso inesperado, pero estoy lista para
él y no necesito tiempo para pensar. He estado esperando volver a
sentir sus labios.
Los labios de Nico son suaves, pero su beso es duro, una
fuerte presión de su boca a la mía que no dura tanto como debería.
Su lengua es un fantasma en el borde de mis labios, no invadiendo
y rápido.
Demasiado rápido.
Se aleja y mi cuerpo intenta ir con él.
Se le escapa una risa áspera, sexy, y me susurra al oído. —
Cuidado, D, —bromea y mi núcleo se calienta—. Podría llevarte a mi
casa ahora.
—Puede que te deje —susurro.
Su risa es más fuerte esta vez mientras se suelta y se dirige a
su camioneta mientras yo estoy atascada, prácticamente jadeando,
mientras lo miro.
—¿Necesitas ayuda, Dem?
Trent me saca de mi mente. —Eh, no, estoy bien. Estamos
bien.
Me estudia un momento antes de mirar a su alrededor: las
chicas están hurgando en las bolsas del maletero y Nico ya está en
su vehículo encendiendo el motor.
—Dem —Me llama la atención una vez más—. ¿Se están
poniendo serias las cosas entre tú y Nic?
Frunzo el ceño, un movimiento instantáneo en mi estómago
me pone de punta. —¿Por qué me estás preguntando esto?
La tensión marca su frente y da un pequeño paso hacia
adelante. —Sabes por qué, Demi.
—Qué…
—Ven conmigo, Trent —grita Nico desde el asiento del
conductor de su camioneta, cortando nuestra conversación.
Tiene la ventanilla bajada, los ojos se deslizan de mí a su
amigo.
—Mi hermano, ¿recuerdas? — le recuerda Trent, metiendo las
manos en los bolsillos.
Macy escucha y se acerca, extendiendo su mano con una
sonrisa, así que le paso las llaves del auto.
Echo un vistazo rápido a Trent, quien se frota la parte posterior
de su cuello, mirando hacia afuera, y luego salto alrededor de la
camioneta de Nico. Toco el capó mientras avanzo, sus ojos
siguiéndome hasta que me deslizo en el asiento del pasajero.
—Grosero —Me tomo mi tiempo abrochándome el cinturón de
seguridad, mi mirada se dirige lentamente hacia la suya—.
Preguntándole a tu chico antes que a tu chica —bromeo.
Nico se inclina y lo encuentro a mitad de camino con una
sonrisa.
—Mi chica —maldita está a punto de tararear, solo para oírse a
sí mismo decirlo, supongo—. ¿Nos están mirando?
Miro más allá de su cabeza y veo que todos están subiendo a
sus vehículos designados. —Nop.
De repente, mi cuello está en sus manos y su boca en la mía.
Es incluso más corto y rápido que el otro, ni siquiera me da un
segundo extra para mirarlo a los ojos antes de que se vaya, pero de
alguna manera, este beso se las arregla para dejarme deseando
más que el anterior.
Más que este corto viaje a solas con él.
Más de todo.
He estado esperando con ansias el Senior Sunrise durante
semanas, ahora no me importaría omitirlo por completo. Sin
embargo, no le digo eso a Nico, y cinco minutos después él está
desapareciendo dentro de la cafetería mientras espero en la
camioneta.
No es hasta que sale, con las dos manos ocupadas, que me
doy cuenta de lo que hizo en mi casa.
Fue simple, sutil y pequeño, y aunque admitimos que esto es
más que fingido, todavía hizo exactamente lo que le pedí el viernes
pasado por la noche.
Lo demostró.

Nico
Tan pronto como preparo la mesa, Trent empuja la hielera
debajo de ella y los camiones estacionados junto a los nuestros
siguen nuestra configuración, dejando su mierda a unos metros de
las puertas traseras.
Es el Senior Sunrise, así que todos los estudiantes del último
año regresan a la escuela a las ocho de la noche, preparan y
juegan, comen y bromean durante toda la noche, toda la clase, o
todos los que lo logran, viendo el amanecer juntos.
La escuela permite que aquellos con un auto y con la categoría
de estacionamiento por orden de llegada se estacionen a lo largo
del borde exterior de la cerca, por lo que somos unos treinta
haciendo una gran U alrededor del campo abierto mientras los
demás están en el estacionamiento.
Tienen de todo, desde mesas y sillas hasta colchones inflables
e incluso uno de verdad, y otro grupo está inflando balsas para
relajarse.
—¿Eso es un maldito futón, hermano? —Trent se ríe.
Miro por encima del hombro y encuentro a cuatro tipos que lo
llevan por el césped. Me río, negando con la cabeza. —La gente es
tan extra sobre esta mierda. Escuché hace un par de años que el
equipo de baloncesto tomó todo el centro, hizo un círculo de culo
gordo con docenas de trampolines.
—Sí, lo vi. Yo estaba ayudando a montar juegos aquí ese año
cuando los trajeron —se ríe.
—Así es, estuviste en el consejo con Demi ese año.
Él asiente, mirando a Krista. —Yo, uh, voy a ir a ayudarla a
conseguir el resto de la mierda. Ya regreso.
Se aleja justo cuando Demi se acerca.
Choca su cadera contra mí, coloca las tazas de café de papel y
prepara una estación de café llena con pajitas, cucharas y mierda.
—¿Dónde quieres los bocadillos?
—¡Oh! —Se vuelve hacia su pequeña tina y saca dos cubos
pequeños, colocándolos en el otro extremo—. Aquí, los verteré allí.
Ella extiende la mano, pero yo las aparto, balanceando las
bolsas detrás de mí.
Una pequeña sonrisa se dibuja en esos gruesos labios de ella
y se inclina. —Yo puedo hacerlo.
—Sé que puedes, pero yo también —Mis ojos se mueven entre
los de ella—. Deberías besarme ahora.
Una risa sale de ella mientras frunce la nariz. —¿Oh sí? ¿Por
qué es eso?
—Porque quiero que lo hagas, es razón suficiente.
Demi empuja hacia arriba, igualando nuestras bocas. — Yo
diría que lo es —se ríe, me da una palmada en el pecho y me da un
beso en la mejilla antes de salir corriendo.
—¡Eso no es lo que tenía en mente! —le grito.
—Oh, no lo dudo —llama desde el otro lado de mi camioneta.
Krista y Trent regresan con dos bandejas llenas de enchiladas
que su mamá nos preparó para esta noche, poniéndolas en nuestra
mesa con el resto de la mierda justo cuando Carley y Macy
regresan, Demi justo detrás de ellos.
—¿Estamos comiendo tantos bocadillos cómo queremos? —
pregunta Macy, asomándose a una de las bandejas de enchiladas.
—Sí, no hay razón para hacerlo complicado —Demi asiente,
saltando a la caja de mi camioneta.
—Bueno, voy a ir a jugar al water pong —dice ella.
—¿Pong de agua?
—Exactamente no pudieron traer cerveza.
—Demi, ¿en serio trajiste tu tarea? — se queja Carley.
Miro a Demi, quien trajo pufs para que nos sentáramos.
Ella se ríe, cubriéndose las piernas con una manta—. ¿Qué?
Tengo que hacerlo y tenemos diez horas aquí. ¿Por qué no?
—Uf, me voy con Macy. Ven a buscarnos en un momento o
volveremos luego.
—No tengo mucho, terminaré rápido. ¡Lo juro!
Se burlan de ella un poco más mientras se alejan, pero ella
simplemente sonríe, su atención se mueve de nuevo al cuaderno en
su regazo.
Agarro mi mochila del piso de mi camioneta, saltando en la
parte de atrás con ella.
Cuando me dejo caer a su lado, sacando mi propia mierda, me
sonríe y me ofrece un trozo de regaliz.
Me inclino hacia adelante, capturándolo con mis dientes y ella
se ríe, mordiendo la misma parte que yo.
Nos sentamos y trabajamos en silencio, pero solo logramos
mantenernos concentrados durante un poco más de media hora
antes de rendirnos.
Demi mete sus papeles en su bolso y deja caer su cabeza
contra la ventana, mirando al cielo—. ¿Crees que podrás quedarte
despierto toda la noche?
—Puedo pensar en algunas formas de asegurarme de hacerlo
—deslizo mis ojos hacia ella.
Ella se ríe, meneando la cabeza. —Apuesto que puedes.
—¿Quieres que los nombre?
Ella sonríe, pero no dice nada, su atención se dirige a mi boca
cuando aprieto mi labio inferior entre mis dientes.
Hombre, es hermosa.
Los ojos verdes salvajes se clavan en mí, el cabello rubio
oscuro y brillante que dejó tendido sobre sus hombros, un trasero
regordete, labios muy pulidos.
Ella se mueve en su puf.
No es difícil decir que tiene algo en mente.
—Háblame, D.
Su lengua se desliza, el malestar escrito en su frente, pero no
permite que su preocupación le impida hablar. —¿Y si te dijera que
necesito esto?
—Te diría que fueras más específica —respondo al instante—.
No me gustan lo impreciso y no me gustan las suposiciones. Si lo
dices en serio, dilo. Si no es así, no lo hagas.
Se ríe, levantando la mano para quitarme el pelo de la frente.
—Eres una especie de idiota —dice ella, bajando la voz con
sus siguientes palabras—. Pero me gusta un poco.
—Mentirosa.
Su boca se abre.
—Te gusta más que eso —sonrío burlonamente—. Debería ser
un idiota más a menudo.
Sus labios se contraen y mueve su manta, cubriendo mi
regazo con ella mientras se acerca. Ella niega con la cabeza. —Eres
bueno como eres.
Mi mano se desliza sobre sus jeans en el exterior de su muslo
izquierdo—. ¿Cómo soy, D?
—Inesperado —piensa un buen rato—. ¿Crees que algo
construido sobre una mentira podría alguna vez...? —su voz se
apaga.
Los músculos de mi estómago se tensan mientras mete los
labios entre los dientes.
Sigue hablando, bebé.
Duda, así que trato de aliviarla.
—¿Alguna vez qué? —alzando la mano, deslizo mi mano por
su cabello—. ¿Alguna vez... durar?
Juro que se sonroja y algo tira de mi pecho, pero luego somos
interrumpidos por algunos de nuestros compañeros de clase, y su
enfoque cambia.
—Deja de tocar con los dedos a mi amiga para que venga a
jugar con nosotros —grita Macy mientras salta sobre la llanta de mi
camioneta.
Demi no puede aguantar, y una fuerte risa la abandona.
—Vete, estamos ocupados.
D corta una rápida sonrisa en mi dirección.
—¡Por favor! —suplica su amiga Ava—. Necesitamos un par
de personas más.
Demi pone los ojos en blanco juguetonamente, se pone de pie
y salta a la hierba, mientras mi trasero permanece plantado—.
Vamos, Neek. Nos necesitan allí.
Te necesitan aquí, joder.
Debo estar frunciendo el ceño porque ella se ríe, ofreciendo
una sonrisa coqueta mientras sigue a sus amigos, dejándome donde
estoy sentado.
Medio duro y con bolas azules como un hijo de puta.
28
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

Sin prisa, salgo de la camioneta.


Termino una botella llena de agua, tiro un paquete de
cacahuetes y le envío un mensaje de texto a mi mamá para ver
cómo está mientras me dirijo hacia Demi.
Algunos de mis compañeros de equipo están estacionados uno
al lado del otro, así que me detengo y charlo, asegurándome de que
las chicas todavía estén donde se supone que deben estar cada
pocos minutos.
Unos minutos de más y...
Sandra Black se desliza hacia arriba.
—Oye —sonríe, inclinándose.
Estoy a punto de darle un abrazo de un brazo, cuando su
zapato choca contra el mío y se acerca a trompicones.
Se ríe, su aliento a vodka me recorre la cara mientras mira
hacia arriba.
—Maldita sea —mi cabeza tira hacia atrás—. Ya estas
borracha, ¿o qué?
—Es la noche del último año —sonríe, encogiéndose de
hombros contra mí—. ¿Por qué no?
—Puede que quieras meterte un chicle en la boca. La
seguridad del campus está dispersa por todas partes.
—O… —susurra, sus manos suben para tirar de mi cabeza
hacia abajo—. Podríamos escondernos en tu camioneta o en mi
auto. ¿Estás preparado para ello?
Agarro sus muñecas, liberándome de su agarre. —Retrocede,
chica. Eso no va a suceder.
—Oh, vamos —hace un puchero, pasando las manos por las
puntas de su largo y oscuro cabello—. Incluso podemos intentar un
rapidito, aunque ambos sabemos que necesitamos más tiempo.
Voy a pasar junto a ella, pero ella se apresura a envolver sus
dedos alrededor de mis brazos y me mira a través de sus pestañas.
Abre la boca, pero cuando escucho un pequeño chillido, mis
ojos se entrecierran solo para ensancharse en el mismo segundo.
Demi tira de su espalda, poniéndose frente a mí. —Siempre
pensé que eras dulce. Un poco puta, pero dulce.
A Sandra se le cae la mandíbula y la gente empieza a mirar en
nuestra dirección.
—Me doy cuenta de que ahora eres solo otra chica que cree
que puede tener lo que quiera porque eres bonita y dices por favor,
pero eso no va a funcionar aquí. Puedes follar con el chico que
quieras, Sandra, con exclusión del mío.
Sandra se sonroja, sus ojos inyectados en sangre se llenan de
humedad. Ella mira a su alrededor antes de caminar hacia Demi.
Macy y Carley se acercan, pero cuando Sandra solo estira la
mano para agarrar la mano de D, se detienen.
—No sabía que…
—Sí, lo sabías —Demi se libera suavemente—. Si actuar como
una mierda te avergüenza y te hace mentir, entonces no seas una
mierda. Realmente no es difícil.
Demi entrelaza sus dedos con los míos y me lleva a mi
camioneta.
Hay una conmoción detrás de nosotros, pero ella no echa otra
mirada, soltándome instantáneamente cuando volvemos a nuestra
área, y se ocupa ella misma sirviéndose una taza de café.
Es brusca con sus movimientos, así que cuando deja caer la
pila de tapas por tercera vez, las agarro antes de que pueda, le quito
una y se la entrego.
Me lanza una mirada rápida antes de caminar hacia el asiento
delantero de Trent, donde saca una de las botellas de cerveza de
raíz llena de Kahlua y vierte un poco en la taza.
Toma un pequeño sorbo, coloca la tapa y toma otro.
Está frustrada, enojada como el infierno, y tiene mucho que ver
con lo que acaba de suceder.
Se me calienta la ingle y no puedo contenerme. —¿Creo que
habías dicho que ella no te lastima y que ibas a ser amable?
Su cabeza gira en mi dirección, nada más que descaro a la
vista. —¿Cuándo dije eso?
—Cuando se estaba metiendo con Alex en la biblioteca.
Ella mira. —Alex no era mío. Ella podría hacer con él lo que
quisiera, tú lo eres —vuelve a mirar su taza, soplando por la
pequeña abertura—. Ella no puede tocarte.
Joder, ahí está.
El reclamo, el sentido absoluto de posesión, el fuego en sus
entrañas que se deja cabalgar, ya no tiene una razón para
esconderlo.
Demi trata de alejarse, pero la agarro, rápidamente tomo su
bebida y la dejo, y luego la meto entre nuestros autos,
inmovilizándola con mis caderas.
Sus ojos se vuelven pesados y deja caer sus hombros.
—Para que conste —le paso las manos por las costillas—. Ya
le había dicho que no y me iba.
Ella está enojada pero no conmigo.
Demi extiende la mano por encima de la cabeza, agarrando la
barra antivuelco dentro de mi ventana abierta. Ella aguanta,
levantando sus piernas del suelo y envolviéndome con ellas, sus
brazos se deslizan sobre mi cuello una vez que su cuerpo está
enganchado a la perfección.
Ella acerca su boca a la mía, mordiendo mis labios con los
suyos.
—¿Me dirías que no, Neek? —hace una pausa un segundo—.
Si te pidiera que me pusieras de espaldas en tu camioneta, ahora
mismo... ¿me negarías también?
Gimo, empujando contra ella y su fuerte exhalación enciende
un fuego debajo de mi piel, enviando un escalofrío por mi cuerpo.
Sus ojos se oscurecen ante mí, una gran necesidad se
apodera de mí.
Maldición.
—Aquí, ¿dónde vería toda esta gente? Si. ¿En algún otro
lugar? —rozo mis labios sobre los de ella y ella se inclina, luchando
por más—. Nunca.
—Entonces mueve los pies —susurra, apretándome con más
fuerza.
Mi pecho retumba contra el de ella, y una lenta sonrisa se
extiende por su rostro.
—Será mejor que tengas cuidado, D.
—Entonces será mejor que empieces a caminar, Neek.
Llévame a este.... a cualquier otro lugar. A algún lugar donde no me
digas que no —dice tímidamente, cerrando sus labios sobre los
míos.
Sus manos se deslizan por mis hombros y por mi pecho tanto
como nuestra cercanía lo permite.
Ya estoy duro, dolorido, y el deseo en sus ojos solo lo
empeora.
Aprieto sus nalgas y sus labios se abren.
Ella no está preguntando, está ordenando que la lleve a algún
otro lado, para que juegue con este cuerpo.
Paso mis manos por la parte posterior de sus muslos,
dudando, pero sabiendo muy bien que no se lo negaré incluso si lo
hiciera por mi maldita cordura.
Un poco de ella nunca sería suficiente.
Una probada solo me dejaría muerto de hambre.
Soy lo que ella quiere, y lo que mi bebé quiere, lo consigue.
La dejo de pie y casi arrastro su trasero por el campo, a través
del campus y hacia la única puerta abierta que puedo encontrar.
Se ríe de mis pasos ansiosos mientras corremos por los
pasillos oscuros y silenciosos hasta que entramos en el teatro
abierto y subimos furtivamente las escaleras que conducen a su
lugar seguro: el ático de arriba.
No le doy tiempo para pensar, estoy sobre ella en un instante.
Se estremece en mis brazos, un pequeño grito ahogado la
abandona cuando mi boca aterriza en la suya, la anticipación sola la
ilumina.
Su boca es mía para tomar, y ella da todo lo que tiene, sus
brazos rápidamente se envuelven alrededor de mi cuello,
apretándome y acercándome increíblemente.
La beso y no me detengo.
Ella tampoco.
Demi se aferra a mí, gimiendo en protesta cuando me echo
hacia atrás para mirar alrededor del área mientras la hago caminar
de espaldas hacia la pared, pero tiene otras ideas.
Me lleva a la esquina opuesta donde hay una pequeña manta
que debe haber dejado aquí en algún momento.
Ella tira de mi mano, sus ojos bajos y excitados mientras me
lleva al suelo con ella. Ella se acuesta sobre el suave vellón debajo
de nosotros, sus piernas se abren, así que me acomodo entre ellas.
Dejo que mis ojos se empapen de la vista, Demi Davenport
debajo de mí, encendida y despojada como el infierno, pero ella está
impaciente y se niega a esperar más.
Empuja sus codos para traer su boca de regreso a la mía, su
lengua demanda una entrada que nunca me negaría.
Mis manos recorren sus costados y respiro profundamente
mientras me deslizo debajo de su camisa, deslizándome por su piel.
—Tan malditamente suave —murmuro.
Gime, susurrando contra mis labios: —Tócame, Neek.
Gimo, hundiendo mi cabeza en su cuello.
No necesito una segunda invitación, y no lo dudo, pero me
deslizo más allá de su sostén para encontrar un puñado perfecto de
piel sedosa.
Su pezón ya está duro como una roca, así que cuando paso la
yema de mi pulgar por el sensible capullo, grita, directamente en mi
maldita oreja, tan sexy, una necesidad desesperada se dispara
directamente a mi polla y me hace palpitar.
Empujo contra ella reflexivamente y ella reacciona
instantáneamente, sus caderas se mueven, rogando por más.
Agarra mi mano, apretándola, luego la arrastra por su
estómago, empujando las puntas de mis dedos en la cintura de sus
pantalones, y luego me deja allí para trabajar.
Abro el botón de sus jeans y ajusto mi posición, así puedo
deslizar mi mano dentro sin tener que quitárselos y ella levanta las
caderas. Me burlo de su ropa interior y sus piernas se abren aún
más.
Me aparto, mis ojos en los de ella aturdidos mientras muevo el
borde de sus bragas hacia un lado, sintiendo la parte más pequeña
de lo que garantizo es el punto más suave en ella.
Paso las puntas de mis dedos hacia arriba y hacia abajo,
moviendo lentamente el resto del material elástico hacia un lado,
hasta que estoy sobre su clítoris.
Parpadea lentamente. —¿Qué estás esperando? —susurra
desafiante.
Mi toque cae sobre ella, presionando con más fuerza la parte
inferior de mis dedos, y una pequeña sonrisa encuentra sus labios,
sus ojos se cierran al mismo tiempo.
Dejo caer mi boca sobre la de ella, pero ella no me besa.
Demi tira de mi labio entre sus dientes, mordiendo ligeramente,
con respiración aireado se le escapa un si mientras me suelta.
Sus manos encuentran su camino debajo de mi camisa, y sus
dedos se clavan en mi piel mientras explora mi cuerpo por primera
vez.
—Quítatela —jadea.
Justo cuando lo dice, una risa resuena debajo de nosotros y
nos congelamos.
Más y más voces flotan, y miro a Demi.
Su cabeza se levanta y vuelve a caer al suelo de madera. —
Mierda. Están colocando sillas nuevas. El consejo debe trabajar
toda la noche para evitar las horas de clase.
Ella deja escapar un profundo suspiro, su cabeza inclinada
hacia un lado.
Mi sonrisa es lenta. —¿Estás haciendo pucheros, bebé?
Sus ojos vuelan hacia los míos, oscureciéndose a cada
segundo, y maldición si no asiente.
Reprimo un gemido, presionando su clítoris aún más fuerte
que antes mientras dejo caer mis labios en su oído. —¿Podrías
guardar silencio?
—No lo sé —responde ella con un gemido, un poco demasiado
alto—. Pero no te detengas.
Su coño se aprieta y empuja sus caderas en mi mano, rodando
conmigo.
—Pon tu boca sobre mi piel —le digo—. Muerde si es
necesario.
Asiente, y luego su lengua se arrastra por mi cuello, su boca
cubriendo el lugar un segundo después.
Una sacudida recorre lo profundo de mi cuerpo y se siento su
pequeña sonrisa.
Pellizco su clítoris, girando cada vez más rápido hasta que su
cuerpo comienza a temblar, su boca presiona cada vez más fuerte
contra mí mientras lucha por contenerlo.
Quiero escucharla correrse.
—¿Puedes abrir las piernas un poco más para mí? —susurro,
arrastrando mis dientes por el lóbulo de su oreja.
—Soy bailarina, Neek —suspira, agarrando mi bíceps con un
agarre mortal—. No tienes idea de lo que puedo hacer con mis
piernas.
—Joder —gimo, empujando con fuerza mi mano contra su
cadera exterior, y ella comienza a temblar aún más.
Me aparto para poder ver como parpadea dentro y fuera de su
orgasmo.
Sus labios están abiertos, una profunda tensión recorre su
frente mientras se contrae.
Su respiración tarda varios minutos en ralentizarse, arrastra
esos brumosos ojos verdes hacia los míos.
Espero que se retraiga un poco, tal vez se retraiga un poco o
se sienta insegura.
Ella no lo hace.
Desliza sus manos por mi cuello hasta que tiene un buen y
sólido agarre en mi cara, y acerca mis labios a los suyos.

Demi lucha contra su risa mientras empujamos contra la pared y


luego salimos rápidamente por la puerta antes de que el personal de
adentro nos vea. Tan pronto como atravesamos las puertas dobles y
volvemos al aire fresco de la noche, lo deja ir, echando la cabeza
hacia atrás mientras se ríe a carcajadas.
Y maldita sea, tengo que abrazarla de nuevo. La agarro por las
costillas y la levanto.
Al instante, esas largas piernas me envuelven y ella sonríe,
bajando lentamente sus labios hacia los míos.
—Deberíamos volver allí —le digo.
Ella sonríe ampliamente, sacudiendo la cabeza. —Deberías
venir mañana por la noche —pide, sus brazos alrededor de mi cuello
—. Quédate conmigo.
Hay un aire tierno y nervioso que la rodea, uno que me hace
estirar la mano para acariciar su mejilla con los nudillos y sus labios
se contraen.
—¿Eso es lo que quieres?
Su mano recorre la parte superior de mi cabello deslizándose
hacia abajo y deteniéndose sobre mi pectoral izquierdo. —Sí, Neek.
Te deseo.
Me besa, un poco más lento que antes, y cuando se suelta, se
bambolea con una risita y sigue adelante... Lo sé.
Por primera vez desde que comenzamos esto, estoy
indudablemente seguro cuando Demi Davenport se aleja, dejando
una parte de sí misma conmigo. Para tenerla.
Me quedo con ella.
En este punto, no la dejaría ir si intentara marcharse, así que
me alegro de que esté de acuerdo.
Corro hacia adelante, pero ella me oye venir y ella misma echa
a correr, lanzándose hacia el campo donde están los demás, solo
para detenerse por completo y repentinamente cuando se da cuenta
de que la seguridad del campus ahora está vigilando la puerta por la
que pasamos.
Lucho por ocultar mi risa mientras ella ni siquiera respira,
nerviosa porque nos han pillado, pero la rodeo con mis brazos y
comienza a moverse de nuevo.
Nos miran con mal de ojo, pero no dicen una mierda. Saben lo
que la gente hace a escondidas y, como no nos pillaron, no tiene
sentido acosarnos.
No se relaja hasta que llegamos a mi camioneta, donde se
echa a reír y apoya la cabeza en mi hombro para mirarme.
No puedo evitarlo y tomo sus labios de nuevo.
Ella quiere más que con eso, así que mantiene su boca sobre
la mía mientras gira en mis brazos y profundiza el contacto.
Macy, como la bloqueadora de pollas que es, silba y Demi se
echa a llorar, escondiendo su rostro en mi pecho por un segundo, y
finalmente mira a sus amigos.
—¿Dónde diablos habéis ido chicos? —bromea Macy con una
sonrisa.
—Sí, ¿y por qué no nos lo dijiste? —se queja Krista—. No
podíamos deslizarnos más allá de las puertas por una mierda.
Me río, mirando a Trent que frunce el ceño a Demi. Siente mis
ojos en él y me lanza una mirada.
Asiento con la barbilla, pero él niega con la cabeza sutilmente,
su forma de decir que hablaremos más tarde
Tiene que darse cuenta de lo que he estado tratando de
explicarle.
Demi ya no está conmigo para llegar a Alex, ya no.
Se enamoró de mí, tal como yo quería.

Demi
—Entonces —Carley golpea mi cadera, metiendo sus manos
debajo del agua del fregadero del que acabo de sacar las mías—.
Ustedes se escabulleron.
Sonrío. —¿Lo hicimos?
—¿Tuviste sexo en la escuela, perra sucia?
—Sexo... no —Nos miramos y ambas nos echamos a reír.
Me estudia, una pequeña sonrisa en sus labios. —Realmente
te gusta.
Asiento y me burlo de mí mismo. —Extraño, ¿verdad?
Carley niega con la cabeza y me pasa un brazo por el hombro.
—¿Qué pasa si digo que no, que no es nada extraño?
Miro en su dirección. —Has sido TeamNico desde el principio.
¿Por qué?
Ella se encoge de hombros, saliendo primero, así que la sigo.
—Siempre me pregunté si sentía algo por ti cuando dejó de
hablarte por primera vez. Era la típica actitud de "fingir que no
quieres lo que no puedes tener" que siempre daba.
—Sí, nunca me di cuenta de eso —sonrío, mis ojos lo
encontraron en el campo de inmediato—. Pero estoy contenta con el
rumbo que están tomando las cosas.
—Me alegro, Demi, te mereces un poco de felicidad.
—Mi vida no es triste, Carley.
—No —me mira—. Pero era una soledad, y no una soledad
que nos hiciera pasar el rato varias veces a la semana podría
arreglarlo. Necesitas esto.
Sonrío, mis ojos clavados en los de Nico mientras se mueve
hacia mí y yo hacia él.
Más que necesitar.
Quiero esto.
Nico planta sus pies frente a mí y Carley sigue moviéndose.
Pasa un nudillo por mi garganta, sus labios se contraen
después de que lo hago. —Tan fácil de excitar —dice, la anticipación
entrelazada a través de su sucio susurro—. ¿Estás mojada, D?
Mi aliento se aloja en mi garganta y agarro su brazo.
—Sí, bebé, lo estás, ¿no es así? —presiona un beso en mi
pulso errático detrás de mi oreja, y se agita aún más—. Son solo las
tres de la mañana, ¿cómo vas a pasar el amanecer, el día y la
noche, hmm?
—No te burles de mí, Neek, o yo podría burlarme de mí —le
advierto, deslizando las yemas de mis dedos en el borde de sus
pantalones deportivos—. Pero no seré tan sutil.
—Pruébalo. Agárrame, D.
Un fuerte latido palpita entre mis piernas, y pensando que ganó
cuando mi movimiento no es instantáneo, se ríe y retrocede, solo
para congelarse cuando de repente estoy ahuecando lo que puedo
de él en mi palma sobre sus boxers. Le doy un suave apretón,
tirando un poco.
Se retuerce en mi agarre, sus dedos se envuelven alrededor
de mis brazos en un agarre fuerte mientras presiona mi mano, solo
para alejarse por completo.
Me mira, pero es una advertencia, no es con enojo. —La
próxima vez que toques mi polla, prepárate para que esté dentro de
ti, suave y lentamente. ¿Entendido?
Aspiro, asintiendo.
Empieza a sonreír, pero en su lugar gime cuando le pregunto:
—¿Lo prometes?
29
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

—Nic. Necesito hablar contigo.


Niego con la cabeza y guardo el teléfono en el bolsillo. —No lo
hagas, hombre. No quiero escucharlo.
—Necesitas hacerlo.
Con un suspiro, me vuelvo hacia él. —Entiendo, no te gusta
cómo sucedió esto, pero estamos bien. Las cosas han cambiado —
no lo digo en voz alta, Thompson está con nosotros y nadie más
necesita saber que comenzamos como una mentira.
—Sé que las cosas han cambiado, por eso necesitas
escucharme.
Niego con la cabeza y me doy la vuelta, listo para caminar y
encontrar a las chicas.
—Segundo año, dos veces.
La tensión envuelve mis omóplatos, bloqueándome en el lugar
mientras repito las palabras apresuradas de Trent.
Me lleva varios segundos, pero lentamente, miro detrás de mí,
mi cuerpo se mueve hasta que estoy completamente frente a mi
mejor amigo.
—¿Qué?
Thompson cae unos metros hacia atrás, frotándose la nuca, y
mis ojos vuelven a Trent.
Agacha la cabeza, respirando profundamente antes de
ponerse de pie para encontrarse con mi mirada. —He estado
tratando de decírtelo.
Mi pulso zumba en mis oídos, mis pasos como plomo pesado
mientras fuerzo un pie hacia adelante. —¿Crees que esta mierda es
divertida?
—Créeme, Nic. Sé que está jodido.
Niego con la cabeza, negando lo que está diciendo. —¿Qué
intentas hacer? ¿Por qué me jodes?
Sostiene mi mirada, mi mejor amigo de mierda. La única
persona que sabe la verdad sobre todo en mi vida. Mi papá, mi
mamá, Alex. Demi.
Demi.
Me abalanzo sobre su trasero.

Demi
—Suba a la camioneta, ahora, pero no corra o el personal de
seguridad lo seguirá.
Miro por encima del hombro, mi sonrisa se desvanece cuando
reconozco la seriedad del rostro de Thompson.
Él mira. —Lleva a tus amigos contigo.
Miro a Carley asintiendo con la barbilla y camino tan
tranquilamente como puedo hacia nuestra área, las chicas unos
metros detrás.
Está oscuro, pero me las arreglo para ver entre los camiones a
medida que me acerco, y jadeo.
Nico y Trent están peleando, sus cuerpos chocan con el
parachoques de la camioneta de Trent y ruedan hacia el pequeño
parche de hierba frente a él.
O más, Nico está peleando mientras Trent más o menos le
permite golpearlo.
—¡Oh, Dios mío! ¡Nico, detente! —sisea Krista, sus grandes
ojos volando hacia los míos mientras se apresura hacia adelante—.
Demi, ¡¿qué diablos?! —mira hacia atrás.
Dios mío... mierda.
Esto no está pasando, no esta noche.
No después de que finalmente pudimos pasar un tiempo a
solas juntos como una pareja real, lejos de todo lo falso.
Lejos de todos.
De repente, Thompson agarra a Krista por el suéter y la tira
hacia atrás. —Nuhu. No te lastimarás, niña.
—¡Entonces detenlos! —comienza a llorar.
Thompson mira más allá de ella, haciendo una mueca cuando
Nico levanta a Trent del suelo, golpeándolo directamente en la
mandíbula, sin el menor intento de bloquearlo.
Thompson mira a Krista. —Él ya lo veía venir, así que déjalos.
Intervendré si se pone desagradable.
Nico lo golpea en el estómago y Trent gime, tropezando y
golpeando el espejo lateral a un pie de donde está Thompson.
Krista grita de nuevo, ganando la atención de Trent.
La preocupación arruga sus ojos y levanta las manos hacia
Nico, dando un paso hacia la cerca para dejar algo de espacio entre
ellos.
—Eso es suficiente. Estás asustando a las chicas...
—Cállate —habla Nico, empujándolo de nuevo, su hombro
golpeando el cableado metálico—. Hablas de ella como si fuera tuya
para preocuparte. Te romperé la puta mano, mariscal de campo.
—Nico, ¡¿cuál es tu problema?! —Krista lucha por pasar de
nuevo a Thompson, pero él la retiene.
—Dilo. Ahora mismo, en mi maldita cara, Trent —Nico se
arrastra más hacia él.
Los ojos de Trent vuelan hacia mí antes de volver a los de
Nico, suplicando. —Vamos hombre.
—¿Fuiste lo bastante hombre para hacerlo, no lo bastante
hombre para decirlo en voz alta?
Trent solo niega con la cabeza, apoyado contra la cerca, la
sangre goteando de su labio.
—No actúes como si no estuvieras orgulloso, idiota. ¡Dilo! —la
mandíbula de Nico se flexiona repetidamente, pero no puedo ver su
rostro—. Ahora, Trent.
Los ojos de Trent son solemnes, el arrepentimiento se desliza
sobre él. —Está bien —Trent cede—. Dem y yo…
—¡Basta del apodo! ¡Es una letra, hijo de puta!
Trent suspira, perdido.
No hay manera de calmar a Nico o esperar que se calme.
Todo lo que Trent puede hacer es complacerlo y todo lo que
puedo hacer es esperar que no terminemos tan rápido como
comenzamos.
Trent hace lo que se le pide. —Demi y yo dormimos juntos,
pero fue hace mucho tiempo.
—Joder, hombre —las manos de Nico vuelan lejos de él, se
deslizan sobre su cabeza y se doblan detrás de su cuello.
Da un fuerte soplo en el aire y mis pulmones sienten la
pérdida.
—¿Cómo se suponía que te lo iba a decir? Tú…
—¿La querías desde antes de que la tuviera y me contaras
todo sobre ello? —grita—. Sí, maldita sea.
¡¿Qué?!
—Fue hace dos años, y sí, debí decírtelo cuando sucedió, pero
dejaste de hablar con ella después de todo con tu papá, y la
amenaza de…
—Cuidado —advierte Nico.
El cuerpo de Trent se hunde y trata de razonar con él. —No
sabía que ella todavía estaba dentro de ti, hombre, y no me di
cuenta de hacia dónde se dirigían ustedes dos. Pensé que bailar
con Miranda habría...
Se interrumpe, sus ojos se lanzan a Krista y luego a mí.
—No —Nico sacude la cabeza, pasándose las manos por el
pelo—. ¿Es en serio, hombre?
—Nic —dice en voz baja, caminando hacia él—. No es…
—¿No es qué? —grita Nico, golpeando el metal cruzado de la
cerca en el lado de la cabeza de Trent—. ¿No es lo que yo pienso?
Entonces, ¿por qué mi mejor maldito amigo iría a mis espaldas a
propósito y trataría de joder lo que estaba pasando, insertando
drama entre nosotros? ¿Y esto, además de las tonterías,
simplemente te quedaste aquí y me dijiste? Escuchémoslo, idiota.
¿Cómo diablos se supone que debo tomar esto?
—Trent… —Krista se adelanta, y esta vez Thompson se hace
a un lado—. ¿De qué está hablando?
El rostro de Trent se pone tenso. —Le pedí a la entrenadora de
baile de Demi que nos cambiara, nos hiciera a Nico su compañero y
a mí Demi para la parte de práctica. Sabía que ella estaría de
acuerdo o que ya podría haber planeado hacerlo ella misma —Trent
mira de Krista a Nico—. Solo estaba tratando de acelerar lo
inevitable.
—¿Inevitable? —Nico se ríe, pero no tiene ni un toque de
humor—. Esa es mi chica…
—¡No lo era! —explota Trent—. ¡Eso es lo que sigues
olvidando, Nic!
Krista jadea cuando mi cuerpo se pone rígido.
¿Qué demonios?
La caída de los hombros de Nico es instantánea y todos están
en silencio por un largo momento.
—¿De eso se trata esto? —empuja Nico—. Te lo pregunté, a
quemarropa. Dijiste que no, ¿eso era mentira? ¿Quieres a mi chica?
¿O se supone que debo decir que la quieres de nuevo? —escupe
con dureza.
—No puedo hacer esto —dice Krista y sale corriendo, seguida
de Macy y Carley.
—¡Krista!
—¡Krista no te vayas! ¡No es como suena! —grita Trent con
urgencia—. ¡Mierda!
Nico se burla, golpea una taza de café en el borde de la
camioneta y mira al cielo.
Krista huyendo es donde Trent traza su línea.
Frunce el ceño, dando un pequeño paso hacia Nico que está
igual de alto. —No quiero pelear contigo, hombre, te amo y lo siento.
Ojalá pudiera hacerlo todo de nuevo, pero no puedo. Sé que me
merezco todo lo que tienes que lanzarme ahora mismo, créeme, lo
entiendo, pero la mierda que estás diciendo está muy mal y no
puedo quedarme aquí y aceptarlo porque está jodiendo mi relación...
Mi verdadera relación —comenta.
Mi boca se abre.
¿Sabía que esto era falso?
—No puedo permitir eso, así que voy a perseguir a mi chica —
Trent se aleja unos pasos lentos antes de echar a correr.
Thompson me pone una mano en el hombro y se aleja, y
pronto solo somos Nico y yo.
Nico deja caer sus antebrazos sobre el capó de su camioneta y
cuelga su cabeza entre ellos. —Vete, Demi. No puedo mirarte ahora
mismo.
—No es justo.
—Me da igual. Vete.
—¿Solo así? ¿No quieres hablar de esto, hacer preguntas?
Explicar cómo sabe que esto era falso.
Nico se burla, luego levanta la cabeza. Su rostro está en
blanco, los ojos apenas abiertos. —No. ¿Y qué tipo de preguntas,
D? Porque no me interesan las posiciones en las que te follaste a mi
mejor amigo, ni cuánto duró, ni dónde tuvo lugar —parpadea
descuidadamente—. Tenías razón, un novio falso no necesita saber
nada. Se tú, D —se quita del capó y da un paso hacia mí, pero solo
para poder deslizarse—. Creo que encontraré a Sandra. Toma ese
pase de pasillo que ofreciste antes.
—No lo harás —una fuerte presión aplasta en mi pecho, y me
giro para enfrentarlo—. No lo harás porque sabes que me perderás
si lo haces.
Sus labios se encrespan. —¿Qué te hace pensar que me
importa?
—Neek... detente —susurro—. Hemos superado esta parte, no
más tira y afloja. Te quiero y lo sabes. Así que... detente.
Su rostro es una imagen de rabia, pero hay angustia en sus
ojos. —Te follaste a Trent.
—Hace mucho tiempo.
—¿Y nunca sentiste la necesidad de contarme esto?
—¡No lo pensé! —vuela lejos de mí, y una ola de náuseas
rueda detrás de él—. Cuando hablamos de que no soy virgen,
pensé que te estabas burlando de mí, usándolo como una forma de
hablar basura o algo así. Supuse que te lo había dicho después de
que sucedió. No tenía ni idea de que se lo guardó para sí mismo
hasta más tarde.
—Y aun así, ni una maldita palabra al respecto, ¿eh?
¡Maldición!
La ansiedad se acumula en mi estómago.
No tengo nada más que la verdad y es patética.
—No lo pensé —digo en voz baja—. Entiendo que está mal, y
lo siento, pero yo... no lo pensé.
Niega con la cabeza. No sé qué se supone que debo hacer
con eso.
—No me alejes por algo que pasó antes que nosotros. ¿Cómo
se suponía que iba a saber que estaríamos aquí dos años después?
—Se suponía que debías ser sincera cuando finalmente te
despertaste y te diste cuenta de que te quería —su enojo se disipa
cuando empuja contra mí, sus dedos se levantan para rozar mi
mejilla—. Se suponía que eras mía y solo mía.
—Lo soy.
—Pero él te tuvo a ti primero.
—Así que hazme el último.
Sus labios golpearon mi oído. —Me voy, Demi. Permítame
hacerlo.
Siento que no hay otra opción en este momento, así que lo
hago.
30
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Después de que Nico se fue caminando, agarré mis mantas de


la parte trasera de su camioneta y las pasé a mi auto en el
estacionamiento. Le envié un mensaje de texto a Carley y me dijo
que Krista llegó a casa sana y salva y que ninguno de ellos volvería
a menos que yo los necesitara, pero que quería estar solo, así que
les dije que charlaríamos más tarde.
Inmediatamente después, llamé a Krista y hablé con ella unos
minutos para asegurarme de que ella y yo estábamos bien, pero
Trent estaba golpeando su puerta todo el tiempo, así que la dejé ir a
tratar con él.
Eso fue hace dos horas.
Ahora estoy acostada aquí tratando de descansar, pero el
sueño no llega, así que va a ser un día muy largo.
Mientras que los seniors pueden saltarse la primera mitad de
su horario después de los eventos Senior Night, los atletas senior
no. Participamos bajo nuestro propio riesgo, así que después de una
noche de sueño cero y emociones fuertes, en este gimnasio para
practicar es el último maldito lugar en el que quiero estar.
Es el último lugar en el que esperaba que Nico también
estuviera.
Debería haberme quedado en casa anoche.
—Demi —espeta Miranda—. Deja de ser perezosa en el dip.
Gira las caderas hasta el final y empújalas hacia su compañero.
Aprieto los dientes, pero asiento con la cabeza y vuelvo al
paso uno, esperando a que termine la música para que pueda volver
a tocar.
—¿Vas a hablar de lo que pasó anoche o también me vas a
ignorar? —pregunta Trent en voz baja.
—No he tenido la oportunidad de hablar con Krista o Nico, así
que ¿por qué diablos iba a querer hablar contigo?
—Krista y yo estamos bien, Dem. Le dijiste hace años y yo le
expliqué dónde estaba mi cabeza anoche. Sonaba mal de la forma
en que Nico lo dijo, pero no fue así en absoluto.
Niego con la cabeza, haciendo los movimientos
perezosamente para mantener la atención fuera de nosotros. —Y tú
y Nico, ¿estáis bien? Porque, ¿adivina qué? —me giro,
inmovilizándolo con una mirada—. Nosotros no. ¡Ni siquiera debería
estar bailando contigo ahora mismo! ¿Por qué diablos tuviste que
decírselo como lo hiciste? Podríamos haber hablado con él a solas,
explicado...
—No habría importado, Demi. No sabes toda la historia, no era
fácil para él. Habría reaccionado igual sin importar qué.
—Pero no tenía que ser entonces ni en una función escolar
con todos alrededor. Debí haber pensado en contárselo todo a Nico
hace semanas —Vuelvo a la posición, mirando hacia adelante—.
Mira lo que te llevó tu camino a ti y a Krista.
—Le dije todo.
—¿Le dijiste que en realidad no tengo novio?
Sus manos se tensan, luego caen de mí mientras da la vuelta
para mirarme con el ceño fruncido. — No. No lo hice, así que
todavía me siento como una mierda, como si le estuviera mintiendo
Me encojo de hombros. —Bien podrías haberle dicho. Hemos
terminado con el juego de roles.
—Demi —dice con la preocupación espesa en su tono—. No te
alejes de él cuando se enoja y actúa como un idiota.
—Yo no me alejé —siseé—. Él lo hizo.
—Joder —Los ojos de Trent caen al suelo.
—Demi — Miranda canta—. Estoy esperando. De nuevo.
Mi cabeza gira alrededor y frunzo el ceño.
Sus manos encuentran sus caderas. —Sabes qué. Cambie
con Hammons, necesita la ayuda de todos modos. Ustedes dos
pueden volver a emparejarse para la actuación.
—No voy a cambiar —me niego—. No tiene sentido.
—Lo tiene, porque yo te lo digo —muerde.
Alex se acerca, moviéndose justo detrás de mí cuando Trent
pasa a su lado y se acerca a la chica con la que ahora se ve
obligado a trabajar.
Alex sonríe. —Oye.
Ofrezco una sonrisa plana, rápidamente cortando mis ojos
hacia Nico.
Se queda congelado, mirando hacia aquí con una Miranda con
el ceño fruncido a su lado.
Ella le dice algo, pero él no está escuchando, y después de un
momento, también tengo su atención.
Lentamente, una sonrisa desagradable se forma en su carita
de perra.
Da un paso hacia el altavoz rodante para presionar pausa y lo
arrastra al centro de la habitación.
—Todo el mundo, reúnanse en el centro y siéntense —
instruye, agregando rápidamente—: Demi, quédense de pie si lo
deseas.
Pongo la mirada en blanco pero hago lo que ella me instruye,
avanzando unos metros y ligeramente hacia la izquierda.
—Por qué no te deshaces del suéter —se pone de rodillas.
Lentamente, desabrocho la sudadera con capucha de
alrededor de mi cintura y se la tiro, dejándome con mis pantalones
cortos elásticos y mi sostén deportivo.
—Todo el mundo, Demi va a realizar la rutina completa, por su
cuenta, para que puedan tener una buena idea de lo que haremos el
viernes por la noche.
Paso mi lengua por mis dientes, cuadrando mis hombros en
preparación.
No sé lo que está pensando, no tengo reservas sobre actuar
para la gente. Bailaría frente al presidente si me lo pidiera y no
pestañearía.
Sé de lo que soy capaz.
Presiona play y yo hago exactamente lo que me pide, sin
perder el ritmo.
No se ve tan presumida cuando la música se detiene y todos
aplauden.
—Otra vez —responde ella mientras se sienta hacia atrás, y yo
me coloco en posición una vez más, mis músculos se bloquean
cuando grita—. Alex. Repasa la primera parte con ella.
¿Está bromeando?
Alex se acerca sin dudarlo en absoluto, plantando su pecho en
mi espalda, pero yo me aparto, la inquietud se retuerce en mi
estómago.
Me doy la vuelta, mirándola. —No voy a hacer esto.
—¿Disculpa? —ladra Miranda.
—Dije que no voy a hacer esto.
Se cruza de brazos, midiéndome.
Miro a Nico, pero está bloqueado de mi vista cuando Alex se
desliza, extiende la mano y agarra mis caderas con fuerza. —
Vamos, haz lo que te pidió.
Ni siquiera tengo tiempo de quitarme las manos sucias de mí
cuando Alex es derribado repentinamente al suelo, lo que me hace
caer también.
Todos gritan, retrocediendo.
—¡Nico! —grita Miranda—. ¡Suficiente!
Sus gritos agudos no hacen nada para detenerlo.
Nico se levanta de un salto, se eleva sobre Alex y le sirve con
una rápida patada a un lado.
Alex gruñe, rodando mientras Trent avanza, empujando a Nico
hacia atrás para evitar que esto empeore.
—¡Quítame! —Nico levanta las manos, golpeando a Trent con
disgusto.
El dolor crudo está escrito en el rostro de Trent, tan claro que
sé que Nico también lo ve, pero se niega a reconocerlo y salta a la
cara, claramente listo para gritar algo más, pero de repente me mira.
Trago más allá del repentino dolor en mi garganta.
Sus fosas nasales se dilatan, su barbilla baja y juro que está
temblando.
Mi cuerpo se tambalea hacia adelante, lista para pararme y dar
un paso hacia él, pero rápidamente se mueve, golpeando su hombro
contra el de Trent con una fuerza fija.
Nico patea una silla, enviándola volando por el piso del
gimnasio, y abre la puerta con un fuerte empujón en su salida.
Me pongo de pie, ignorando todos los ojos muy abiertos que
miran hacia mí, y lo sigo.
—¡Demi! — grita Miranda—. No tienes permitido irte.
Me detengo bruscamente, mis zapatos chirrían en el suelo
mientras me giro. —Vete a la mierda, Miranda.
Las chicas jadean, algunas se ríen y se tapan la boca, pero yo
no me quedo atrás para escuchar nada más. Salgo corriendo por la
puerta.
Nico no está a la vista, así que corro hacia el estacionamiento,
agarrando su puerta justo antes de que la cierre de golpe.
Su cabeza se mueve en mi dirección, su mirada rápidamente
se convierte en conmoción solo para regresar de inmediato.
—Sal —le espeto.
Se burla, recostándose en su asiento. —No, estoy bien.
Finalmente te puso las manos encima el hombre por el que habías
estado esperando, ¿por qué no vuelves corriendo allí, D? No
querrías hacer esperar a tu chico.
La ira me recorre la espalda y me acerco.
—¡¿Estás jodidamente bromeando?! —grito.
Los ojos de Nico se entrecierran.
—¿Así es como quieres jugar? —cuando él no responde, me
acerco, forzando las palabras a pasar los dientes apretados—. Mi
chico está justo frente a mí, pero si él no puede ver eso, después de
todo lo que ha sido dicho, esta semana, anoche, entonces mi
posición aquí ahora mismo es tan inútil como lo ha sido siempre.
Doy un paso atrás, mi frustración tomando la forma de
humedad y amenazando con salir de mis ojos con mi próximo
parpadeo.
Su mirada no deja la mía, me sigue con cada pie de distancia,
crezco, y la esperanza se enciende en mi pecho cuando de repente
se sacude, arrastrándose hasta el borde de su asiento como si
estuviera a punto de salir, pero ni medio segundo más tarde esos
ojos caen al suelo, y cuando vuelven a subir, están en blanco. Frío y
sin vida.
No se baja de su camioneta, sino que cierra la puerta de un
golpe, bloqueándose en su lugar.
Sin nada más que hacer, me alejo, girando a la derecha para
tomar el camino más largo cuando veo que Trent se dirige hacia
Nico, que aún no se ha alejado.
Afortunadamente, todas mis cosas están en mi casillero, así
que me doy una ducha rápida y me preparo para la clase.
Por el estúpido consejo no puedo alejarme de mis
pensamientos, sino que me veo obligada a ir al mismo lugar donde
todo implosionó anoche.
Tengo que barrer con el resto de mis compañeros de clase y
limpiar lo que quedó del desorden ahora que todos los vehículos y
artículos personales se han movido o recogido. La única forma de
seguir adelante con este tipo de tradiciones es si dejamos la mierda
como la encontramos.
Somos unos quince en total, así que todos estamos en el
campo limpiando el lado izquierdo, sobre la basura y quitando todas
las pancartas y globos que habíamos colgado ayer por la mañana.
No sé quién regresó y limpió toda nuestra mierda, porque no fui yo,
pero no hay señales de enchiladas derramadas y nuestra mesa y
todo lo demás se ha ido.
Me acurruco y trabajo lo más rápido, lo más silenciosamente
posible, y antes de darme cuenta, estoy sudando.
—Dios, Demi —se ríe mi amiga Ava—. Hiciste la mitad entera
por ti misma.
Me río, pasándome la mano por la frente. —Sí, tengo muchas
cosas en la cabeza. Quiero estar ocupada... y que este día termine.
Ella duda antes de preguntar: —¿Quieres hablar de eso?
Ahí está.
Mis brazos caen, la bolsa de basura en mi mano se derrama
por el borde, y lágrimas instantáneas ruedan por mis mejillas.
Porque no, no quiero hablar de eso.
Quiero sentarme y no hablar.
Con Nico.
—¿Demi?
Una pesadez en mi pecho hace que mi corazón palpite más
fuerte.
—Sí —me sale la voz rasposa, así que trato de aclararme la
garganta, pero cuando trago me pica.
Me quedo sin aliento.
Me quito los guantes, los arrojo a la bolsa y miro a Ava. —
¿Tenemos más agua? —grito.
La frente de Ava se aprieta y asiente, trotando.
Me giro con ella, siguiéndola con pasos más lentos. Gotas de
sudor por mi cuello y levanto mi cabello, abanicándome.
Mi vista se vuelve borrosa, así que dejo de caminar y parpadeo
un par de veces.
Mi maestro se acerca justo cuando empiezo a tropezar, y
suavemente baja conmigo mientras caigo al suelo.
Ava destapa la botella de agua, me la entrega, y yo tomo unos
pequeños sorbos, luchando por respirar profundamente.
—¿Dormiste algo anoche? —pregunta el Sr. Course.
—Tanto como cualquiera de nosotros.
El asiente. —¿Comiste?
Hago una pausa para pensar y luego niego con la cabeza.
—Está bien, levántese y la llevo a la enfermera. Correré a
clase y te agarraré algo de nuestro alijo.
El Sr. Course llama a la seguridad del campus en su walkie
talkie y unos minutos después, el pequeño carrito de golf atraviesa
el campo a toda velocidad.
Me ayudan a subir y nos vamos.
Trent está en el pasillo cuando pasamos y corre hacia
nosotros.
—¿Dem? ¿Qué pasó?
—Nada —digo, apartando la mirada de él, el feliz guardia de
seguridad sigue adelante.
En contra de mi protesta, la enfermera llama a mi madre y,
sorpresa, ella está en casa y, lo que es más sorprendente, aparece
en la escuela solo unos minutos después.
—¿Demi? —pregunta expectante.
—Estoy bien. Al parecer, no dormir ni comer te hace esto.
Sus ojos se entierran y se acerca, abriendo la boca para
quejarse, estoy segura, pero luego la enfermera entra de nuevo.
Mi madre se vuelve hacia ella. —Nos vamos.
—Por supuesto, Sra. Davenport —Me sonríe—. Recupérate,
Demi.
Mi madre habla en el momento en que nos plantan en su auto,
lejos de los oídos indiscretos, pero aún en el estacionamiento de la
escuela. —No sabía que tuviste un evento anoche.
—No sabes mucho, madre. Nunca estás en casa —miro por la
ventana.
Ella ignora mi respuesta. —¿Cómo esperabas terminar tus
clases después de estar despierta toda la noche?
Me tenso, dándome cuenta de a dónde va esto. La miro.
Cuando ella duda, pongo los ojos en blanco y abro la palma de
la mano entre nosotros.
Deja caer la pastilla, que ya está en su mano, en la mía,
asintiendo con la cabeza hacia una botella de agua fresca y sin abrir
que casualmente está en su portavasos.
Después de mirarla un poco, adivina: —¿Es sobre ese chico?
¿Paso algo?
—No pasó nada. Todo está bien —respiro profundamente,
alcanzo la manija de la puerta y la abro.
—¿Qué estás haciendo?
Trago, mirándola de nuevo. —Comí en la oficina, me siento
mejor, así que te veré cuando llegue a casa.
—Demi —frunce el ceño—. La píldora.
Me vuelvo hacia ella, pongo la pastilla en su tablero y la miro
con dureza. —Dame otra de esas y terminaré el año viviendo con
papá.
Cierro la puerta de golpe y vuelvo a entrar.
No voy a clases.
31
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

—El último pase fue perfecto —dice Trent mientras entramos al


vestuario después de la práctica.
Tiene razón, lanzó un bombardero, un pase infernal.
Reduje la velocidad de mi juego y dejé caer la maldita cosa.
No debería haber vuelto para practicar hoy.
Al abrir mi casillero, lo ignoro, dejo mi casco dentro y comienzo
a desabrocharme las hombreras, agachándome para quitármelas.
Las manos agarran el borde de mi equipo y me aparto, tirando
de ellos por encima de mi cabeza por completo.
Lo miro, moviéndome para trabajar en el cinturón de mis
pantalones de práctica.
—¿Así cómo va a ser, hombre? —Trent abre su casillero y deja
caer su casco adentro—. No vas a hablar conmigo, no quieres mi
ayuda, ¿dejar caer los pases a propósito?
Cuando no respondo, se atreve, —Tal vez tenga que lanzarle
más a Hammon…
Cuando mi cabeza se mueve bruscamente hacia él, cierra la
boca, mirando hacia otro lado mientras desabrocha su propia
mierda.
—No debería haber dicho eso — murmura un momento
después.
Agarro mi bolso, dejo los pantalones abiertos, la camisa y los
tacos puestos. Cierro mi casillero de golpe antes de plantarme en su
cara.
—Tampoco deberías haberte follado a Demi —siseo,
empujando su trasero en el metal cuando lo paso.
En el segundo en que salgo al aire fresco, mis hombros caen y
me dirijo hacia mi camioneta.
Tiro mi mierda por la espalda y me dejo caer contra el asiento.
Odio pelear con Trent. Es raro que discutamos, y cuando lo
hacemos, se trata de una estupidez de la que nos podemos reír más
tarde, pero esto es diferente.
Sé que no es justo para mí estar enojado por algo de hace
años, cuando pasé las últimas citas con Josie o saliendo con otras
personas, pero de todos modos lo estoy.
La cuestión es que, si me hubiera dicho esto entonces, es
posible que no la tenga ahora.
¿La tengo ahora?
La aparté, pero ella trató de no dejarme. Trató de mantenerme
allí, y me fui de todos modos.
Como hice con Trent hace años.
Después de que mi papá dejó a mi mamá, dejé a todos mis
amigos y dejé de conversar con adultos que conocía.
Mi madre se sentía miserable y yo era parcialmente culpable
de ello, así que me dije a mí mismo que se suponía que yo también
debía ser infeliz y estar solo, pero Trent se negó a irse.
Luchó conmigo, literalmente una o dos veces, cuando yo hacía
todo lo posible para que retrocediera, pero no importa cuán mierda
fuera, nunca lo haría.
Sabía que estaba sangrando por dentro y era un amigo
demasiado bueno para marcharse, y ha estado desde entonces.
El que se haya acostado con Demi no cambia eso, pero es una
mierda y no puedo soportar pensar en eso.
No puedo evitar creer que siempre estará ahí cuando lo mire, a
ellos juntos, la imagen de él con ella.
Un pensamiento golpea y llamo a alguien a quien nunca
esperaría.
Ella responde al primer timbre.
—¿Nic?
—Oye, Krista. ¿Aún en práctica?
—No, acabo de entrar a mi casa, espera —hay un ligero
movimiento de los pies y el sonido de una puerta cerrándose antes
de que ella pregunte—: ¿Estás bien?
Me burlo, y su suave risa flota a través de la línea.
—Sí, yo también tuve una noche difícil —admite—. Sin
embargo, ahora me siento mejor, siempre lo hago después de
hablar con Trent. ¿Supongo que aún no lo has hecho?
—Nah, todavía no.
—¿Demi? —pregunta ella.
Me burlo con una leve risa. —¿Cuenta el hecho de que me
entreguen mi mierda?
—Cuando viene de Demi, digo que sí —bromea—. Ella no
pierde la calma con tanta frecuencia... solo cuando algo significa lo
suficiente para ella. O alguien.
—Sí, te escucho —me lamo los labios, cierro los ojos—. ¿Es
extraño? —salgo corriendo antes de cambiar de opinión.
Ella sabe exactamente lo que le estoy preguntando. —Ya no,
pero lo fue. A veces era bastante malo, si soy sincera, y me volvía
súper insegura. Ella ya le había dado lo que yo no estaba lista para
hacer, así que sentí presión, pero tan pronto como Trent se dio
cuenta, hizo todo lo posible para cambiarlo.
—¿Te pones celosa cuando hablan, o te enojas o tienes
curiosidad cuando están solos?
Se queda callada un buen rato antes de decir: —No, no lo
hago, pero ¿es eso lo que más te preocupa? ¿La posibilidad de que
ella pueda volver a quererlo? —hace una pausa—. Porque si es así,
Nic, creo que quizás quieras tomarte un segundo para considerar
cómo debe sentirse ella por las chicas con las que has estado. Esa
fue su primera vez y hace dos años. ¿Quién fue la última persona
con la que estuviste y hace cuánto tiempo?
Joder, tiene razón.
Ella me vio con Sandra, sabe que dejé a Josie porque me
engañaron y le hablé de Miranda, luego se vio obligada a verme
bailar con ella.
—¿Nic?
Me aclaro la garganta. —Si.
—Yo no dije nada de eso para quitarme de lo que sucedió.
Trent debería habértelo dicho hace mucho tiempo, y si no es así,
entonces Demi debería haberlo hecho antes de que ustedes dos
empezaran a salir. No fue justo cómo lo hicieron, y lamento que lo
hayas averiguado cómo lo hiciste.
Asiento, suspirando en la fila.
—Ahora, dime la verdad, ¿qué tan gilipollas fuiste?
Me río y ella me sigue.
—Habla con ellos, Nic. Si tu estás sufriendo, ellos también.
Esto apesta para todos.
—Gracias, Krista.
Cuelgo, respiro hondo y conduzco a casa.
Me dirijo directamente a la ducha cuando entro, pero los
suaves zumbidos de mi madre me hacen asomar la cabeza hacia
atrás y caminar hacia su habitación.
La preocupación tira de mis entrañas cuando la encuentro en
el suelo, rodeada de papeles, con una sonrisa chiflada en su rostro.
Me dejo caer a su lado. —¿Mamá?
—Nikoli, —dice con voz ronca, su palma subiendo para
deslizarse por mi mejilla—. Estás en casa.
—¿Qué es todo esto, mamá?
Su mano cae y mira hacia el desastre. —Él prometió cuidar de
nosotros.
Me aparto, empujándome lentamente a mis pies. —¿Qué
hiciste, mamá?
—Tu padre. Vino con papeles de abogados, tenía todo listo
para mí, ¿no fue tan amable de su parte?
—No.
Se le llenan los ojos de lágrimas y sonríe débilmente. —Nos
está dejando ir a vivir con él. ¿No es genial? Volveremos a ser una
familia.
—Por favor, no —me paso las manos por la cara y vuelvo al
nivel de mi madre—. Dime que no le diste la casa. ¿Dime que no
firmaste nada sin mí aquí?
Ella inclina la cabeza—. Sabes que solo viene a verme cuando
te vas.
—¡Mierda! —Empiezo a pasear por la habitación—. Te jodió, lo
sé.
—No, no... me ama, Nico. Él cuidará de nosotros.
Niego con la cabeza. —¿Como si nos hubiera estado
cuidando, mamá? Él te roba y te mantiene tan drogada que ni
siquiera te das cuenta.
Mira el anillo de bodas que se niega a quitarse. —Es bueno
conmigo, se asegura de que tenga la medicina que necesito.
—¡No estás enferma! —grito—. No de la forma en que te ha
hecho creer —me dejo caer a su lado, agarrando sus manos
suavemente—. Ma, perdiste a tu marido y eso te rompió. Estás
triste, deprimida y eso está bien. Lo entiendo, lo juro. Traté de
encontrar a alguien que te ayudara, ¿recuerdas? Pero solo lo
querías a él, y él usó eso para controlarte.
—Te equivocas. A él le importa. Él paga nuestras facturas.
—Con tu dinero —enfatizo suavemente—. Y ahora
probablemente le diste el control de todo.
—Todo estará bien, hijo —susurra ella, con los ojos cada vez
más cansados, cualquier puto cóctel que le preparó cuando estaba
aquí, obviamente, estaba pateando—. Me lo prometió.
La miro, tengo mucho más que decir, pero no puedo dejar salir
las palabras.
Ella está jodida, él está en su cabeza y no quiere saber la
verdad.
¿Qué va a hacer cuando me vaya el año que viene?
No estaba seguro de cómo me iría antes, pero realmente no
puedo salir de aquí si ella no tiene adónde ir.
Debe ser por eso que está haciendo esto.
Su cabeza se inclina un poco hacia arriba y me sonríe.
Me trago un suspiro, avanzo para tomarla en mis brazos y la
coloco suavemente en la cama.
Ella acaricia mi mejilla, sus ojos ya están cerrados. —Mi dulce,
dulce niño, te amo mucho.
Mi pecho se aprieta.
Quiero sacudirla, abrazarla, que ella me devuelva el abrazo, en
lugar de eso, la miro desde la cama.
—Te amo, mamá —susurro, pero ella no me escucha.
Ya está inconsciente.
Apago la luz y paso por alto la ducha, bajando las escaleras a
trompicones y salgo por la puerta trasera.
Antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo o adónde
voy, ya estoy abriendo la puerta que conecta el patio de Demi con el
mío.
La veo instantáneamente a través del ventanal, pequeña y
perfecta y no del todo mía.
Está en su cocina, sacando algo del armario cuando su cabeza
se mueve en mi dirección, sus ojos clavados en los míos a través
del vidrio.
Me acoge, todavía medio vestido con mi equipo, y la
preocupación nubla sus ojos.
Te necesito bebé.
Ella corre hacia la puerta corrediza, empujándola para abrirla
justo cuando la alcanzo.
—Neek…
La interrumpo golpeando mi boca contra la de ella.
Sus labios se aprietan un momento, pero cede al siguiente,
dejándome tomar lo que quiero de ella.
Lo que necesito de ella.
Cada poquito que ella se permita darme y más.
Sus brazos se envuelven a mi alrededor mientras la levanto y
camino hacia las escaleras, pateando mis zapatos mientras doy un
paso.
La dejo encima de la mesa pequeña cerca del pie de las
escaleras para poder besarla mejor, sumergirme más
profundamente en su boca, y luego ella llora, echando la cabeza
hacia atrás mientras jadea por aire.
Dejo que mis labios caigan por su mandíbula y hasta su cuello,
donde succiono suavemente.
Sus pequeñas manos se deslizan por mi espalda, sus dedos
se extienden contra mí, tirando de mí.
Es tan acogedora, tan dispuesta a dar, y ni siquiera me
cuestiona a pesar de todo, que es abrumador y mi cabeza cae sobre
su hombro.
Agarro sus caderas, apretando ligeramente.
Sus manos se aflojan, una haciendo un camino perezoso de
arriba a abajo por mi espalda, mientras que la otra se desliza más
allá de mi mejilla y por mi cabello. Me roza los dedos con suavidad
con movimientos repetitivos y relajantes.
Levanto la cabeza, cerrando los ojos con los de ella perfectos
ojos verdes.
No se necesitan palabras, ella puede ver como yo puedo, el
daño que nos causamos el uno al otro. El dolor innecesario que no
tuvimos que entregar y podemos superarlo.
Ella es mía y yo soy de ella y eso es lo que importa aquí.
Estoy parado aquí con emociones jodidas y una mente
ponderada.
La necesito y ningún tipo de pelea cambiaría ese hecho.
Demi lo sabe y lentamente levanta las manos sobre su cabeza.
Me lamo los labios, tiro de ella hasta el borde y toco la piel de
su cintura con las yemas de mis dedos.
No aparto mis ojos de ella mientras los arrastro a propósito,
tortuosamente, lento.
Su respiración profunda cambia rápidamente a cortos, su
rostro da la ilusión de dolor, cuando es la necesidad la que recorre
cada vena y todo lo que he hecho es pasar mis nudillos por sus
costillas.
Cuando llego a la línea de su sostén, me inclino hacia adelante
y sus labios se abren. Le levanto la camisa para que bloquee su
rostro, robándole la vista mientras le soplo aire caliente por el
esternón, sonriendo cuando se le pone la piel de gallina en
respuesta.
Pierde un poco la paciencia y se ayuda a cubrirse la cabeza
con el fino algodón y lo tira a un lado.
Sus palmas aterrizan en mi pecho, y las arrastra hacia abajo,
luego las vuelve a colocar sobre mis pectorales antes de inclinarse.
Labios gruesos y cálidos presionan contra mi piel, y mi mano se
dispara hacia arriba para cerrarse alrededor de la parte posterior de
su cuello.
Sus ojos se abren, la esmeralda dentro de ellos apenas es
visible, está tan agitada, y desliza las yemas de los dedos en la
banda de mis bóxers.
Sus ojos caen, siguiendo su propio movimiento mientras
empuja mis pantalones de práctica hacia mis muslos, luego levanta
sus pies para ayudarlos el resto del camino hacia abajo hasta que
han caído hasta mis tobillos. Los pateo en algún lugar detrás de mí.
Sus manos codiciosas se deslizan rápidamente por la parte
delantera de mis bóxers, ahuecando mi polla con un ligero apretón,
lo que hace que me flexione en su agarre.
Gimo, deslizo mis palmas alrededor de su trasero y la levanto
de nuevo, sus piernas se enganchan rápidamente.
Me giro, subo con cuidado las escaleras con ella en mis brazos
mientras ella suelta su sujetador y lo tira a un lado.
Una risita ronca la abandona cuando me detengo en seco,
golpeando su espalda contra la pared con una urgencia que nunca
he sentido mientras levanto mis manos rápidamente para sentirla
mejor.
Llevo mi boca a su piel, envolviendo mis labios sobre su pezón
y tirando hasta que se suelta.
Mis ojos se fijan en los de ella. —Mía.
—Tuya — gime, frotándose contra mí y aplico presión con mis
caderas.
Ella desliza sus manos entre nosotros, empujando mis bóxers
hacia abajo y yo retrocedo, obligándola a mirarme mientras lo hace.
Eso la hace ralentizar sus movimientos, pero aún así, sigue
adelante.
Dejo caer sus piernas, pero mantiene su espalda pegada a la
pared, sin bajar la vista mientras empujamos mis bóxers juntos.
Mi polla se libera entre nosotros, la cabeza rozando donde sus
jeans terminan en su cintura, obteniendo el más mínimo sabor de la
sensación de su piel, y mis muslos se aprietan.
—He pensado en esto —admite con un susurro entrecortado,
sus sentidos inexpertos en pleno fuego—. Lo imaginé.
—Yo también, cariño. Más de lo que admitiré —me muevo de
nuevo, pero ella tiene otras ideas.
Me empuja con suavidad y da pasos hacia atrás por el pasillo,
desabotonando sus jeans a medida que avanza.
Está ansiosa, es fácil de ver, pero tira de su control, y cuando
sus ojos se apartan de los míos, es una apreciación de sabor lento.
Una que supongo que está a favor, si la forma en que sus pasos
vacilan cuando sus ojos se encuentran con mi polla dura y lista por
primera vez me dice algo.
Su pecho se infla cuando se detiene por completo, las caderas
giran mientras trabaja esos jeans ajustados hasta el fondo, ahora de
pie en nada más que una tanga azul profundo.
Su mano sube para agarrar el marco de la puerta más cercano
a ella, y con su cabeza en ángulo hacia mí, su cuerpo se retuerce,
dándome una vista lateral completa y recta de todo el culo.
—Joder, D —gimo, y corro hacia ella.
Ella se ríe y desaparece rápidamente detrás de la puerta.
Joder, la sigo.
Está apoyada contra la pared del interior, con una sonrisa en el
rostro, la lengua entre los dientes, esperándome.
Me lamo los labios, caminando lentamente hacia ella, y maldita
sea si un profundo rubor no sube y recorre su piel con mi avance.
Ahora estamos en su habitación, así que cada segundo se
vuelve más real.
Estoy a punto de tenerla, tomarla.
Joder, reclamarla.
Deslizo mis palmas por su pecho, pasando mis dedos por sus
duros pezones solo para deslizarlos hacia arriba y ahuecar sus
pechos completamente. Les masajeo suavemente, antes de dejar
caer mis labios sobre los de Demi.
Ella inhala profundamente, su boca perfectamente
sincronizada con la mía.
—¿Tienes una ducha aquí?
Ella asiente.
—Dúchate conmigo.
Ella no titubea mientras enlaza mi mano con la suya, tirando de
mí hacia la puerta cerrada en el lado izquierdo de su habitación.
Me suelta, girando para encenderlo y extendiendo la mano
para sentir el agua.
Doy un paso contra ella, su culo desnudo alineado
perfectamente con mi polla.
Jadea cuando lo deslizo contra ella, mi brazo se levanta y paso
mis dedos por el suyo levantado hasta que puedo entrelazar
nuestros dedos de nuevo.
Bajo ambas manos, envolviéndolas alrededor de su cintura y
ella empuja hacia mí, su cabeza cayendo hacia mi hombro.
Mi mano libre se da la vuelta, agarrando un lado de su cara y
girándola hacia la mía.
La beso, profunda y completa, y ella se derrite en mí, girando
en mis brazos y presionando su cuerpo casi desnudo contra el mío.
Mis manos rozan la línea de sus bragas y libera sus labios.
Su corazón late salvajemente contra mí, esos ojos confusos,
completamente excitados, clavados en los míos. —Quítatelos, Neek.
—Todavía no —digo con voz ronca—. Primero necesito sentir
lo mucho que me quieres.
Su mirada se oscurece y se retuerce, pero su centro se acerca
más, lista para mí.
Deslizo mis dedos dentro del material y los arrastro hasta que
el centro se encuentra con mi piel. Al instante se congelan allí, la
prueba de lo lista y deseosa que está allí para que yo la toque.
Está empapada.
—Mal —gime, entregando la respuesta que acabo de
descubrir.
—Tan jodidamente mal, ¿verdad bebé? —Engancho mis dedos
en los costados y doy un paso atrás, mis ojos en ella mientras caigo
de rodillas, deslizando lentamente su ropa interior por sus piernas.
Su cabeza se inclina ligeramente hacia adelante, por lo que me
mira desde el puente de la nariz, esperando ver qué quiero hacer a
continuación.
Tantas cosas, cariño.
Me acerco y golpeo el borde de la ducha.
Ella sabe lo que quiero.
Levanta la pierna, apoya el pie en ella y yo me deslizo.
Su olor me golpea primero y gimo, apretando su muslo
mientras mi mano se desliza hacia arriba y hacia su nalga. Me
inclino, soplo lentas y cálidas respiraciones a través de su centro y
sus manos vuelan a mi cabeza.
—Hoy no me afeité, cariño —Me lamo los labios y los de ella
se abren—. Querías sentir mi barba incipiente en la parte interna del
muslo, ¿no?
Sus ojos se oscurecen y asiente.
Deslizo mi barbilla a lo largo del vértice de sus muslos y sus
músculos se tensan, incluso más cuando dejo que roce ligeramente
su clítoris mientras me alejo.
—¿Quieres mi boca sobre ti, D? —le digo con voz ronca,
apretando su nalga.
—Quiero todo de ti —susurra.
Me quedo inmóvil.
La miro, Demi Davenport, desnuda, estimulada, con los ojos
abiertos y mirándome. Para mí.
Queriéndome.
Deslizo mi mano más adentro de la raja de su culo y la tiro
hacia mí, mi boca se aprieta alrededor de su clítoris palpitante al
instante.
Gimo ante el sabor de ella, mi pecho retumba y su pesado
gemido llena la habitación. Su agarre sobre mí se aprieta.
Ruedo mi lengua mientras la chupo en mi boca y sus piernas
comienzan a tener espasmos, sus gemidos se hacen más largos,
más profundos, y cuando sus piernas intentan cerrarse sobre mi
cabeza, me aparto, me pongo de pie y golpeo mis labios con los de
ella.
Intenta protestar, pero cuando deslizo mi dedo dentro de ella,
mete la lengua en mi boca, luchando por el orgasmo que le acabo
de negar, pero me aparto de nuevo.
Esta vez, un gemido bajo y enojado la abandona, y sonrío.
Me meto en la ducha, la levanto conmigo y la giro hacia la
pared, cerrándonos por dentro.
Ella trata de meter la mano entre nosotros, pero la agarro,
sujetándola con la mía.
—Necesito limpiarme por ti, cariño. Acabo de salir de la
práctica.
—No me importa.
Lucho contra una sonrisa, la miro, mis ojos vuelan por su rostro
mientras ella gime. —A mi sí.
Hace un puchero, pero luego levanta una ceja mientras
alcanza a un lado a ciegas agarrando una botella de jabón. Ella
arroja un poco en sus manos y deja que la botella caiga al suelo.
Pasa sus manos por mis hombros, empujándome suavemente
hacia atrás mientras lava mi cuerpo. Se apresura a atravesar mi
mitad superior, pero cuando llega a mi abdomen, disminuye la
velocidad, acariciando mi piel hasta que se desliza por mi pene.
Sus ojos se disparan hacia los míos mientras envuelve su
mano enjabonada a mi alrededor. Comienza a bombearme, su otra
mano se desliza detrás de mis bolas y me masajea suavemente.
Dejo caer mi frente sobre la de ella, presionando más en su
mano.
Sus dientes se hunden en su labio inferior mientras me pongo
más rígido en su agarre, y bombea más rápido, su agarre más fuerte
mientras mis músculos se tensan.
Me aparto de ella, dejando que el agua corra sobre mí por un
segundo rápido y luego la apresuro.
Se ríe cuando prácticamente la tiro al aire para que su cuerpo
esté tan alto como lo necesito. Sus piernas se enganchan a mi
alrededor, sus tobillos se cierran con fuerza en mi espalda y nos
hago girar bajo el rocío mientras mantengo nuestras cabezas fuera
de él.
Sus rasgos se suavizan y tira de su cuerpo, presionando su
pecho contra el mío. Ella me mira, luego deja caer sus labios sobre
los míos, besándome con caricias profundas y eróticas de su
lengua. Mueve su mitad inferior, alineando la cabeza de mi polla con
su entrada.
Ella suelta mis labios, abre los ojos para mirarme mientras
empuja su trasero en mis manos, y la punta se envuelve de repente
en su carne húmeda y cálida.
—¿Tomas anticonceptivos?
Su agarre se aprieta y asiente. —Estamos bien.
Joder, si.
—Podría doler más así —le digo, deslizando mis labios sobre
los suyos—. Estás muy abierto para mí, bebé.
Ella empuja más y al principio mantengo mi agarre, cuando sus
pupilas se expanden, lo dejo, dejo que su cuerpo se deslice por mi
eje hasta que su coño me ha tragado por completo.
Ella traga saliva, acercándome, su coño apretándose a mi
alrededor mientras crezco aún más duro dentro de ella.
Empujo su trasero hacia adentro, bombeando ligeramente mis
caderas dentro y fuera de ella y asiente.
Gimo, atrapando sus labios con los míos de nuevo y sus
manos comienzan a vagar, recorriendo cada centímetro de mí que
puede alcanzar.
Empujo dentro, moliéndome contra ella.
—Oh, joder —jadeo, mis ojos se cierran.
La sensación de ella es irreal, sedosa y apretada. Maldita
quema.
—¿Neek?
—¿Hmm? —beso su cuello, su garganta, tirando y empujando
hacia adentro mientras sus uñas se clavan en mi espalda.
Ella jadea. —Te quiero en mi cama.
Gimo, empujo más profundo solo para salir y ponerla de pie.
Rápidamente cierro la ducha y salgo. Cojo la pila de toallas,
pero luego Demi está frente a mí, besándome de nuevo y luego se
levanta de un salto, así que las dejo caer y la llevo directamente a
su cama.
La dejo en el suelo, pero ella no me deja ir, así que gateo con
ella mientras se desliza hacia sus almohadas y se recuesta.
Sus piernas se enganchan en mis muslos, acercándome y
estoy de vuelta dentro de ella en segundos.
Un escalofrío me recorre y ella aprieta mi polla dentro de sus
paredes.
Me quedo quieto y nuestras miradas se encuentran. —Dime lo
que quieres, así puedo dártelo —hago un círculo lento y ella se
retuerce, luchando por más, pero agarro sus caderas,
manteniéndolas quietas—. ¿Quieres que te folle bien, cariño?
¿Hacerte venir?
Rápidamente me sumerjo para raspar mis dientes a lo largo de
su pezón y una oleada de emoción se dispara a través de ella. —Oh
Dios.
Me flexiono dentro de ella y sus ojos se abren con la
necesidad. —¿Qué tan mal te tienes que venir, D?
Me aparto, hasta que solo me queda la punta dentro de ella, y
luego me conduzco lentamente hacia adentro.
Ella gime, sus uñas encuentran mi trasero, una pequeña y
sexy mirada de advertencia llena sus ojos. —Estoy bastante segura
de que me puedo venir sintiéndote así, pero si quieres ganártelo, es
mejor que te muevas, porque estoy lista. Lista para ti. Para esto —
se lame los labios, una gran necesidad cubriendo sus rasgos
mientras grita—, dame todo de ti, Neek. Ahora.
Un escalofrío recorre mi columna y no lo dudo.
Bombeo dentro y fuera, cada vez más rápido y sus rodillas se
retraen, su cabeza se hunde en la almohada.
Me inclino, beso su clavícula y ella comienza a temblar. Tiro de
una de sus piernas, sosteniéndola contra mis costillas e inclino mis
caderas, dándole un ángulo más profundo y completo, y su espalda
sale volando de la cama, un gemido fuerte, aireado y desenfrenado
llenando su habitación.
—Dios, maldita sea, bebé.
Con parpadeos largos y lentos, sus ojos golpean los míos
antes de que se cierren por completo, sus caderas empujan las
mías antes de que todo su cuerpo se contraiga y me agarre,
tratando de mantenerme quieto para que pueda aguantar, pero yo
muevo más fuerte, empujo más profundo y luego mis dedos de los
pies se curvan y me corro con ella, ambos temblando, sudando y
agarrándonos con fuerza.
Después de unos minutos, sus pies se deslizan por el colchón,
su cuerpo se vuelve flácido.
Me bajo y me pongo de pie, pero ella niega con la cabeza, así
que me dejo caer de nuevo.
Su mano se levanta para quitarme el pelo de la cara y sonríe,
el primer signo de timidez que he visto esta noche.
—No te pongas nerviosa ahora —le digo con voz ronca,
estirando la mano para pasar mi nudillo sobre el borde de su pecho,
deslizándolo hacia adelante y hacia atrás por su pezón, sonriendo
mientras se hincha.
—No estoy nerviosa.
Nuestros ojos se encuentran. —¿No?
Ella niega con la cabeza, se acerca más y se inclina, así que
tengo que caer de espaldas para mirarla.
Su cabello mojado cae sobre mi pecho, así que lo envuelvo en
mi mano, dejándolo detrás de ella.
—¿Entonces qué, Hadita?
El carmesí de sus mejillas se extiende un poco más. —Bueno,
tal vez estoy un poco nerviosa —admite, y los dos nos reímos.
Sus manos recorren mis abdominales e inclina la cabeza. —
¿Por qué me llamas Hadita?
—Porque eso es lo que siempre has sido para mí, y tenías
razón, no tiene nada que ver con tu altura, bebé, sino con lo que
veo. Cómo me sentía cuando te miraba, que era a menudo.
Levanto la mano y la sigo con la mirada mientras deslizo las
yemas de mis dedos por su clavícula.
—Mi pequeña Hadita —susurro, mi labio se contrae cuando se
estremece—. Una criatura elusiva e inalcanzable. Apenas puedo
verla. Posiblemente no pueda atraparla —mis ojos se clavan en los
de ella—. Nunca podría quedármela.
Su frente se arruga, sus ojos vuelan entre los míos mientras mi
mano cae a mi lado.
Se gira, ahora acostada de lado, frente a mí, y nos cubre a los
dos con su manta. Demi desliza su mano en la mía, doblándola
entre nosotros. —Eso es lo que sentías por mí antes, pero ¿qué
pasa ahora... después de todo, y ahora que sabes lo que no sabías
antes?
—Ahora te retendré incluso si intentas irte.
Se ríe ligeramente, sus ojos vagan por los míos antes de que
la vergüenza los inunde. —Lo siento mucho, debería habértelo
dicho. Debería haberlo pensado.
Duele, pero la realidad es que nunca me alejaría de ella, y ella
no merece sentirse culpable por algo que hizo hace años, sin tener
idea de que me destrozaría entonces. Le paso los nudillos por la
mandíbula. —Creo que lo habrías hecho si empezáramos de
manera diferente.
Duda cuando pregunta: —Lo que le dijiste a Trent, sobre
quererme antes que él me tuviera. ¿Por qué dijiste eso?
—Porque es verdad. Te he deseado durante años, Demi. Años.
—Nunca supe.
—Lo sé, pero lo haces ahora.
Ella sonríe, apartando la mirada. —Mi mamá me trajo una
pastilla hoy —Tarda un momento, pero ella mira hacia atrás—.
Estaba estresada, agotada y no podía concentrarme después de
todo. Ella sabía que estaba fuera de mi.
La inquietud se agita en mis entrañas mientras espero a que
ella diga más.
—Por primera vez lo devolví —susurra—. Le dije que, si
intentaba dármelos de nuevo, me mudaría con mi papá.
La calidez y la aflicción se esparcieron por mis entrañas por
muchas razones, una porque Demi era lo suficientemente fuerte
como para enfrentarse a su mamá, y la otra porque mi mamá
parecía no poder defenderse por sí misma.
Se inclina, presionando sus labios contra los míos en un beso
lento y prometedor. —Quédate, Nico.
—Eso no parece una pregunta.
—Eso es porque no lo es —se mete en mí, una sonrisa en sus
labios—. Ahora, cierra los ojos antes de que cambie de opinión —
bromea con un bostezo, hundiéndose más en su colchón.
No digo una palabra.
Cierro mis malditos ojos.
32
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Un aliento cálido recorre mi nuca y mis ojos se abren


lentamente. Mi despertador marca las cinco de la mañana, tenemos
escuela en poco más de una hora.
Me retuerzo en mis sábanas, mirando a Nico que está
profundamente dormido, acostado de espaldas, con una mano
debajo de la almohada y la otra apoyada en su estómago.
Me doy la vuelta suavemente hasta el final, levantando
ligeramente las mantas para verlo mejor.
Su piel bronceada brilla contra mis sábanas de marfil, e incluso
cuando está tan cómodo como ahora, sus músculos están
esculpidos y curvados a mi tipo de perfección.
Lo miro a la cara y lucho contra el impulso de inclinarme y
encontrarme con sus labios.
Sus labios perfectos, dominantes y buscadores de control.
Repito momentos de anoche en mi cabeza y mi núcleo se
calienta.
Estaba tan en sintonía con lo que me gustaba, sabía
exactamente cómo hacer que mi cuerpo se encendiera y traté de
devolverle lo mismo.
Cuando tuve relaciones sexuales antes, me sentía
desorientada e insegura, consciente de mí misma en todo momento.
Anoche, todo lo que sentí fue Nico.
Su placer y su necesidad, su deseo de agradar y la codicia en
sus movimientos. Cada vez que sus manos me tocaban tenía un
propósito. Cada beso era más acalorado que el anterior y cada
gemido que obtenía del mío solo parecía hacer que trabajara más
duro para el siguiente.
Anoche fue completamente embriagador.
Nico es embriagador.
Silenciosamente salgo de la cama, agarro mi bata del gancho
cerca de mi puerta y me muevo para usar el baño en el pasillo para
no despertarlo.
Lo último que esperaba ayer era todo lo que había esperado:
que Nico apareciera y borrara el recuerdo que amenazaba con
arruinarnos.
Lo hizo, y algo más.
Sé que no se olvida nada, pero tenerlo aquí, sabiendo que
podemos superar esto es más que suficiente.
Después de lavarme las manos, me salpico un poco de agua
en la cara, la seco suavemente con una toalla y la deslizo por mi
cuello.
Mi bata se abre un poco y veo un pequeño chupetón justo
sobre mi pecho.
Me inclino más cerca del espejo, lo trazo con mis dedos y
luego me miro a los ojos.
Sin culpa. Sin vergüenza.
Doy un paso atrás, empujo la puerta para abrirla y mis ojos se
posan en mis jeans desechados, luego me deslizo por el pasillo
donde están los boxers de Nico.
Una pequeña sonrisa tira de mis labios y sigo el rastro,
riéndome de sus pantalones de fútbol en las escaleras, y mi camisa
junto a la alfombra de entrada, sus tacos a unos metros de allí.
Pongo la comisura de mi labio inferior entre mis dientes y
busco una botella de agua en el refrigerador.
Desenrosco la tapa, tomando un trago mientras cierro la
puerta.
Grito y salto hacia atrás, jadeando en el siguiente segundo
mientras el agua fría se derrama sobre mi pecho.
Mi mano vuela hacia mi bata y la cierro con más fuerza.
—Mamá —Mis ojos muy abiertos se mueven de ella a mí y de
regreso—. ¡Qué demonios!
Mi madre entrecierra los ojos, inclinando ligeramente la cabeza
—. ¿Qué diablos? —repite.
—Sólo quiero decir gracias por acercarte sigilosamente ante
mí, me asustaste.
—Tal vez si no estuvieras tan perdida en tus pensamientos, te
habrías dado cuenta de que estaba de pie en la sala de estar
cuando pasaste por delante — Parpadea.
¿Estaba en casa?
—¿Estabas…?
Ella se cruza de brazos. —¿Es esto lo que haces cuando me
voy? ¿Vivir con el vecino?
—Sabes su nombre.
—Demi.
Pongo la tapa en el agua, la dejo en el suelo y luego me doy la
vuelta, apoyándome en la encimera. Levanto la mano. —No es
como si supieras si estoy diciendo la verdad o no, pero no — digo y
el rabillo de sus ojos se pellizca un poco—. Anoche fue nuestra...
fue la primera vez que se quedó.
Su mirada se aprieta, pero sus labios se suavizan, así que
puedo decir que aprecia la honestidad.
—¿Protección? —pregunta ella.
Asiento a pesar de que, no, no hicimos una pausa para eso
como deberíamos haberlo hecho. Estoy tomando anticonceptivos,
pero deberíamos haber optado por una doble protección.
Mi mamá mira hacia otro lado por un momento, fingiendo quitar
pelusa de su chaqueta antes de volver a mirarme.
—Me gusta.
—Eso espero —regresa instantáneamente, el juicio arde en su
mirada, pero la preocupación también es evidente.
Mis hombros caen y doy un paso hacia ella.
—Mamá —hago una pausa—. Hablo en serio —susurro—. Me
gusta.
Le toma unos segundos, pero sus rasgos se suavizan y aparta
la mirada. —¿Es él... ustedes dos están...?
—¿Saliendo? —la ayudo.
Ella asiente rígidamente, así que yo le respondo.
—Sabes, Trent es…
—Mamá —la detengo acercándome—. Trent es el mejor amigo
de Nico, el novio de mi amiga, e incluso si no fuera ninguna de esas
cosas, solo sería un amigo para mí. No lo quiero y no lo querré. Eso
nunca va a cambiar.
—Amigos —pone a prueba la palabra, pellizcando los labios.
Me encojo de hombros. —Eso es todo.
Después de un momento, mi mamá me sorprende cuando se
aclara la garganta y asiente, con una sonrisa en su rostro.
Extiende la mano, tocando suavemente mi mejilla, un poco de
abatimiento trenzado en sus palabras. —No llegues tarde a la
escuela, Demi.
Da un paso atrás, agarra su bolso y sus llaves, y sale por la
puerta del garaje, cerrándola detrás de ella.
Es extraño que una madre no haga nada más, pero la mía no
tiene ni idea de qué hacer, y para ella es más fácil irse que afrontar
el hecho de que no sabe cómo criar a una adolescente. No puedo
culparla por eso, pero a veces casi desearía que lo intentara.
Respiro hondo, mis ojos se clavan en la forma en que ella salió
antes de tomar mi agua y regresar a mi habitación, pero tan pronto
como doy la vuelta a la esquina, encuentro a Nico parado allí,
apoyado contra la pared, sus boxers puestos y una manta sobre sus
hombros.
—Hola —sonrío.
—Hola.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí parado?
—Desde que pusiste un pie en la cocina —me mira, una
dulzura que no había visto antes en la suya—. Pensé que te estabas
escapando de tu propia casa conmigo aquí.
Se escapa una pequeña risa.
—¿Se fue?
Asiento con la cabeza.
Sus ojos brillan. —Ven acá.
Lo hago.
Levanta su brazo, pasando su mano por mi cuello antes de
inclinarse para besarme suavemente, la manta cayendo a nuestros
pies mientras toma mi mano.
Se echa hacia atrás, asintiendo con la cabeza, así que lo sigo
escaleras arriba y dentro de mi estudio.
Hay algunos taburetes pequeños en la esquina, un sistema de
sonido en el otro y eso es todo.
Camina hacia el estéreo, mirándome mientras lo enciende. —
¿Qué hay aquí?
Me encojo de hombros, sin recordar, ya que prefiero practicar
al aire libre. Me apoyo en el marco, comiendo cada centímetro de su
cuerpo parado en nada más que boxers para que solo yo los vea y
disfrute.
Después de un momento, The Weeknd's “Earned It” llega a
través de los parlantes y se mueve hacia uno de los taburetes,
dejándose caer sobre él mientras su cabeza cae contra la pared.
—Dijiste que no podía soportarlo —dice con voz ronca, una
lenta sonrisa formándose en sus labios—. Pruébalo.
—¿Probar qué?
Levanta la barbilla, llamándome hacia él y no lo dudo.
Me detengo justo entre sus piernas.
Nico se raspa el labio inferior con los dientes, levanta las
manos y se desliza por debajo de mi bata en mi hombro. Desliza sus
manos alrededor y por mis brazos, tomando el suave material de
vellón con él, sus manos permanecen en mi piel hasta que me
quedo de pie como él me quiere.
Completamente desnuda solo para él.
—Baila para mí, bebé —susurra, deslizando el puño sobre su
erección.
Mis ojos se ven obligados a seguir.
Le doy lo que quiere y Nico le da aún más a cambio.
33
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

—¿Por qué querías que nos encontráramos aquí? —le


pregunto a mi papá, tomando un trago rápido de mi agua.
—Pensé que sería bueno tener una comida con mi hija.
—Mamá siempre pide comida cuando vienes —sonrío con
satisfacción.
Deja escapar una risa baja. —Sí, ella hace eso, ¿no?
—No le dijiste que estabas aquí, ¿verdad?
—¿Estaríamos aquí sentados tan pacíficamente si lo hubiera
hecho?
Me burlo. —No, no lo haríamos.
Él da una pequeña sonrisa, inclinando la cabeza. —Escuché
que tienes novio ¿Alguna amenaza que debería hacer?
Me río, tapándome la cara con las manos. —Dios mío, papá,
no.
Nunca hablamos de mis relaciones, pero tal vez sea porque
nunca he tenido muchas citas.
—¿Lo conozco? —pregunta.
—Mamá te habló de él, ¿pero no te dijo quién era?
—¿Quién es?
Estiro mis labios sobre mis dientes en una sonrisa nerviosa. —
Nico.
Su ceño fruncido instantáneamente me hace reír.
—El pequeño Nico, que vive justo detrás de ti, demasiado
cerca, y solía mirarte a través de la cerca cada segundo que podía,
¿Nico?
Estoy bastante segura de que me sonrojé. —Ya no es
pequeño.
Mi papá echa la cabeza hacia atrás con una risa, pero cuando
mira hacia atrás, hay una dulzura en sus ojos. No, supongo que no
lo estaría. —Tú tampoco, niña.
Deja escapar un profundo suspiro y sé que me trajo aquí por
una razón que lo hace sentir incómodo.
Dejo mis antebrazos sobre la mesa, dándole una suave
sonrisa. —¿Qué pasa, papá?
—Tu mamá me llamó la otra noche, dijo que estaba
preocupada por ti —las comisuras de sus ojos se pellizcan—.
Teniendo en cuenta todos los gastos últimamente y cómo no me
envías mensajes de texto por la noche tan a menudo como antes,
me pregunto si ella tenía razón al estarlo. Nunca puedo decirlo
realmente con tu madre, así que quería tener la oportunidad de
charlar contigo lejos de ella, por si acaso.
Se forma un nudo en mi garganta a pesar de que sabía que
esto iba a suceder, pero aún así, me demoro. —¿Por qué no vino
Leah?
—Tenemos un problema en la empresa y uno de nosotros tuvo
que quedarse en la ciudad por si acaso.
—Tendré que conducir pronto para verla, ha pasado un tiempo.
Él asiente, inclinando la cabeza hacia un lado. —¿Está todo
bien, cariño?
—En realidad, papá, sí —me deja una ligera risa—. Más que
en cualquier otro momento que lo haya dicho.
—¿Tengo que agradecerle al chico por eso?
Sonrío, encogiéndome de hombros.
Él se ríe. —Está bien, no voy a fisgonear... todavía —me guiña
un ojo—. Entonces, ¿por qué crees que tu mamá se asustó y llamó?
Me lamo los labios, mirándome las manos un momento. —Yo...
—Vamos, Demi.
Nuestros ojos se encuentran de nuevo.
—Me ha vuelto a dar pastillas, aquí y allá, así que ya no como
antes, pero no las necesito, así que se lo dije —dudo—. También
podría haber amenazado con mudarme contigo si ella intentaba
presionarme.
Mi papá se ríe a carcajadas esta vez, agradeciendo a la
mesera por su bebida mientras la deja. —Eso definitivamente
funcionará.
—Sí, ella es... algo más.
—Y el gasto extra, tus ahorros —se mete en el gran problema,
una expresión que dice que él sabe la verdad, pero espera que yo
no la comparta.
No lo haré.
No quiero lidiar con mi mamá cuando su mundo se derrumba a
su alrededor.
Mis ojos caen a la mesa, mi rodilla rebota debajo de ella. —Lo
siento —lo miro—. Intentaré hacerlo mejor.
Él da una sonrisa triste, sin revelar mi mentira, pero asintiendo
con la cabeza mientras termina su bebida y deja el vaso vacío.
Se inclina hacia adelante. —Estaba pensando, ¿qué piensas
de que la empresa te establezca una cuenta nueva e independiente
que será inaccesible y desconectada? Puedo tomar un porcentaje
de lo que obtiene actualmente y ponerlo en el nuevo. Un tipo de
cuenta fuera de la vista, fuera de la mente. Puedo hacer que
jueguen con algunos números, ver qué se debe mover para llegar a
donde desea estar antes de fin de año y luego puede ajustar. ¿Qué
dices?
Sí, sabe exactamente quién gasta el dinero.
—Eso sería genial, papá —asiento con la cabeza, tratando de
mantener la humedad de mis ojos. Odio mentirle, pero arrojar
completamente a mi mamá debajo del autobús no es fácil.
Él entiende, por lo que nunca presiona realmente. Estoy
bastante segura de que es porque se siente culpable por estar tan
ausente, pero no lo reprocho tanto como a mi madre. Él tiene una
empresa para dirigir en otra ciudad y todavía se las arregla para
llamarme o enviarme mensajes de texto algunas veces a la semana
donde vivo con mi madre y hablo menos con ella. Intenta donde ella
ya no parece interesada.
Pasamos el resto de la cena hablando sobre la escuela y el
trabajo que está haciendo actualmente, temas seguros que no
causan mucha reflexión.
En una hora, le estoy diciendo buenas noches a mi papá,
volviendo a subir a mi auto y me dirijo a casa.
Le envío un mensaje de texto a Nico, pero no obtengo
respuesta, así que después de la ducha, decido terminar la noche y
me voy a la cama antes de lo normal.
Al día siguiente, cuando todavía no tengo noticias de Nico y él
no aparece en la escuela, me imagino que es otro de sus días
perdidos al azar que solía tener con más frecuencia, pero cuando
suena la campana final y es hora de su práctica para comenzar y
todavía no está aquí, me preocupa.
Intento llamar, pero va al correo de voz después de un solo
timbre y me obligo a no insistir en eso, sino a seguir con mi rutina
normal
El martes, cuando vuelva a suceder, decido que estoy tan
enojada como me preocupa. Considero hablar con Trent, para ver si
tiene noticias suyas, pero no tengo ni idea de si él y Nico han
hablado todavía y no quiero pisar los dedos de nadie, así que
descarto el pensamiento tan pronto como viene.
Tan pronto como suena el timbre, me dirijo a casa y camino
hacia su puerta principal. Su camioneta no está en el camino de
entrada, pero podría estar en el garaje, así que llamo.
Estoy a punto de regresar a casa cuando la voz plateada de
una mujer flota desde el otro lado.
Su mamá. Mierda.
Doy dos pasos hacia atrás, me doy la vuelta para irme y me
tropiezo con Nico.
Tropiezo, y las bolsas en sus manos vuelan al suelo mientras
él rápidamente se mueve hacia adelante para atraparme.
Es lento para soltarse, pesados pliegues en su frente, la parte
de abajo del ojo pesa debido a una clara falta de sueño.
La preocupación tira de mis cejas, y doy un paso atrás,
alisando mis manos sobre mis pantalones cortos. —Oye.
—Un segundo — viene desde adentro, y su mirada se
intensifica, se dirige a la puerta y me mira.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta rápidamente, con
una sensación de urgencia y algo que no puedo ubicar en su tono.
No necesariamente enojo, sino una profunda frustración que
no estoy seguro que sea por mí.
—Te has ido.
Suspira, pasa su mano por mi mandíbula rápidamente
mientras se inclina para recoger los frascos de medicamentos que
se deslizaron de las bolsas, así que me agacho para ayudarlo.
—Tú no respondiste, así que pensé que vendría y me
aseguraría de que todo estuviera bien —Mis ojos se levantan para
encontrar los suyos entrecerrados en mí.
Sé lo que está haciendo y me entristece que todavía se sienta
tan protegido.
No solo había escuchado un poco cuando discutió con su
padre antes, sino que el propio Nico ya compartió conmigo los
problemas de su madre.
Puede quedarse aquí y buscar todo lo que quiera, no
encontrará ningún juicio de mi parte.
La puerta hace clic y su ceño fruncido pasa por encima de mi
cabeza.
Lentamente, miro por encima del hombro para encontrar a su
madre, más delgada de lo que recuerdo, pero igual de hermosa,
parada allí en camisón.
Sus ojos, tan oscuros y cautivadores como los de su hijo, se
posan en los míos y luego se desplazan hacia los frascos de
pastillas en mis manos. Ella da una leve sonrisa.
Me pongo de pie, juntando las manos. —Sra. Sykes. Hola.
Ella mete su largo cabello detrás de su oreja. —Mi marido
debe haberte enviado —adivina y mi sonrisa se vuelve más rígida a
cada segundo.
¿Ella no me reconoce?
¿Y ella dijo marido?
—Trajiste mi medicina —dice—. Gracias.
Entonces sus ojos se deslizan hacia su hijo, y obligo a los míos
a seguirlos.
Nico mira al suelo.
—Te dije que seguiría cuidándonos, Nikoli.
Nuestros ojos se encuentran un momento, pero él rápidamente
aparta la mirada.
Suavemente tira las botellas de mis manos y se pone de pie.
—Supongo que tenías razón, mamá —dice con ternura, entrando y
cerrando la puerta.
Me deja ahí sin una palabra.
Me toma un momento darme la vuelta para irme, pero cuando
doy unos pasos por el camino veo otro pequeño frasco de pastillas
que se cae al suelo. Lo recojo, me doy la vuelta para llamar a la
puerta una vez más para dárselo, pero el nombre del médico que
prescribe me llama la atención y me congelo.
Dr. Avery Hammons.
Hammons. Como en...
¿La mamá de Alex?
Dejo la botella cerca de la puerta y camino de regreso a casa,
mi mente gira más y más con cada paso.
Cuando entro por mi puerta, no doy un paso más antes de que
mi mamá esté en mi cara, una sonrisa demasiado amplia para mi
gusto.
—¿Qué? — pregunto vacilante.
—Acabo de hacer una llamada telefónica muy prometedora.
Cierro lentamente la puerta detrás de mí. —¿Qué llamada
telefónica?
Su sonrisa se extiende increíblemente más amplia.
Esto no puede ser bueno.
34
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

Ni una sola vez mi padre se acercó a mí con la intención de


pedirme que fuera a visitar su nueva casa, la casa que compró con
el dinero que sedujo a mi madre para que le diera, el dinero que le
dejó su familia.
La parte de mierda es que ni siquiera lo necesita. Su nueva
esposa gana aún más, pero él es un capullo codicioso y nada es
suficiente para Nikole Sykes.
El hecho de que le haya hecho una mierda a mi madre y
todavía me haya llamado para que viniera aquí me está jodiendo la
cabeza y eso es malo.
He estado conduciendo por su vecindario durante media hora,
mi pierna rebotando contra el asiento, los dedos golpeando contra el
volante, estoy tan estresado, y me odio por eso.
Odio cómo todavía tiene una forma de meterse debajo de mi
piel cuando hago todo lo posible para fingir su existencia y todo lo
que conlleva no significa nada.
No es nada.
No tengo ninguna duda de que él es consciente de que
encontré a mi madre debajo de la montaña de papeleo que la dejó.
Él sabe que yo sé lo que está tratando de hacer, incluso si todavía
me faltan piezas. No es que le importe, pero aún así.
¿Invitarme aquí para una pelea frente a su esposa, quien
probablemente no tiene ni idea de que todavía se está tirando a su
ex cuando es conveniente para él?
Decir que estoy nervioso es una maldita declaración.
Al principio me negué rotundamente, pero cuando usó a mi
mamá como una amenaza contra mí, no tuve más remedio que
ceder ante el imbécil.
Quién sabe qué le sacará la próxima vez que salga de casa.
Ya me he retrasado aún más días en la escuela debido a él y su
última proeza, no puedo permitirme perderme más. Sabía que me
tomaría el tiempo para tratar de averiguar qué logró exactamente al
firmar esos documentos.
Pasé horas revisando el papeleo que dejó, pero estaba todo
fuera de orden y parecía que faltaban páginas hasta el punto en que
no podía encontrarle ningún sentido. No soy un maldito abogado y la
mayoría de los términos legales se me escapan, por lo que fue una
pérdida de tiempo.
No ayudó que lo que sea que le dio a mi mamá la hiciera
vomitar y le quedara lenta hasta el día siguiente. Soy el único que
tiene que se preocupa por ella, así que, por supuesto, estuve a su
lado a pesar de todo. Tuve que darle más medicamentos cuando
comenzó a temblar y a ponerse aún más enferma una vez que
comenzaron a desaparecer, por lo que los dos días que siguieron al
primero los pasé viendo a mi mamá dormir y deseando que se
despertara con la mente más clara que la que tenía.
Se está volviendo más imprudente con ella y no tengo ni idea
de cómo acabar con eso. Negar su solicitud no ayudaría a nadie,
eso está claro.
Así que aquí estoy, estacionado fuera de su casa, mirando el
largo pasillo que conduce a la puerta principal, una corona gigante
de bienvenida de culo colgando del centro.
Saco mi teléfono para comprobar la hora, pero antes de darme
cuenta de lo que estoy haciendo, llamo a Demi.
Mis músculos se contraen aún más cuando ella no responde.
No he hablado con ella desde que vino a mi casa, y parece
que ya es demasiado. Apareció preocupada porque yo había
desaparecido. Debería haberme tomado el tiempo de llamarla
cuando estaba fuera, pero cuando la mierda en casa se vuelve tan
jodida, me pierdo.
Lo odio, joder.
No hay forma de que no haya visto el nombre del médico que
prescribe en los frascos de pastillas, y necesito prepararme para
hablar con ella sobre eso.
Lanzo mi teléfono a un lado y miro hacia arriba de nuevo.
Joder
Salgo de mi camioneta, tomando mis pasos de dos en dos.
Cuanto antes entre, más rápido podré salir.
Esta no es mi casa y sé que nunca seré realmente bienvenido
aquí, pero entro sin llamar de todos modos.
Respetar este lugar es lo último que tengo en mente, así que
no me molesto en cerrar la puerta, permitiendo que se cierre de
golpe detrás de mí mientras camino por la entrada, siguiendo las
voces que flotan a la vuelta de la esquina.
—Ese debe ser mi otro hijo.
Otro hijo.
Por favor. No tengo hermano.
Hombre, al diablo con esto.
Me lamo los labios, me pongo derecho y enmascaro mi maldita
cara antes de pasar a la vista.
La pequeña perra es la primera que veo, y sus ojos se
encuentran con los míos, un brillo enfermo y satisfecho mirándolo
mientras se sienta junto a mi padre como si fuera el lugar al que
pertenece.
Quizás lo sea. Por dentro son lo mismo. Tan jodido y
manipulador como el otro.
—Nico —dice mi padre, empujando su lugar contra la pared.
Doy un paso más en la habitación sin darle nada más que una
mirada en blanco.
—No seas grosero, hijo —se ha vuelto bueno actuando, su
sonrisa sale generosa, pero sus ojos son tan viciosos como siempre.
Extiende la mano y dice: —Tenemos invitados.
Justo cuando lo dice, una manita con uñas pintadas de rosa se
pliega sobre el borde de la silla de respaldo alto de espaldas a mí.
Pulgada a pulgada, aparece un cabello largo y rubio oscuro
desde el cuero cabelludo hasta la punta, un marco que reconocería
en cualquier lugar que no tenga lugar en esta sala de estar.
Mis pies se entumecen, pero pesan, mi cuerpo se balancea en
su lugar mientras mis pulmones se aprietan en mi pecho,
bloqueando mis vías respiratorias.
El maldito tiempo se ralentiza, mis venas se enfrían cuando,
lentamente, su cabeza gira, esos ojos verdes no necesitan
dirección, pero aterrizan directamente en los míos.
Nunca había sido testigo de tal variedad de emociones que
cruzaran el rostro de una persona con tanta rapidez.
Ira, decepción, malestar.
Tristeza.
Confusión.
Preocupación.
¿Temor?
¿De qué tienes miedo, bebé?
Quiero dar un paso hacia ella, pero estoy clavado en el lugar,
jodidamente congelado.
—No sabía que tenías un hermano —dice ella, con un tono frío
y sereno cuando no lo es.
Mis ojos se mueven entre los de ella, un dolor agudo
perforando entre mis costillas, un dolor tan fuerte que tengo que
apartar la mirada, mi mirada se posa en el imbécil al que se refiere.
—No tengo uno.
Alex sonríe y me obligo a mirar de nuevo a Demi.
Su rostro se contorsiona, pero no dice una palabra, y en el
segundo siguiente, su madre está parada a su lado.
Mis ojos cortaron a mi papá. —¿Qué es esto?
—Llamé a la Sra. Davenport y le pedí a su familia que se
uniera a la mía para cenar.
En mi periférico, veo que Demi mueve la cabeza hacia su
madre.
Mi papá continúa, —Estábamos discutiendo formalmente la
semana que viene y la posibilidad de que Alex sea la cita de Demi.
La ira tira de todos mis músculos y mis ojos vuelan hacia ella.
Ella niega lentamente con la cabeza, mirando de mi papá a mí.
—Eso no es…
Se corta cuando su mamá la agarra del brazo.
Demi echa el pie hacia atrás el medio paso hacia adelante que
había comenzado a dar.
—Oh, cariño, no seas tonta —su madre la acerca más, un
trasfondo de sus palabras que solo puede interpretarse como una
advertencia.
Mi pulso se acelera, pero me obligo a quedarme quieto,
mantener la puta calma porque lo último que estoy a punto de hacer
es darle a cualquiera en esta habitación la satisfacción de
presenciar mi ansiedad.
Demi, sin embargo, me sorprende cuando se suelta de su
madre y se aleja. A pesar de lo enojada y confundida que está
ahora, mi bebé intenta aclarar las cosas. —No estoy seguro de lo
que le dijo mi mamá, Sr. Sykes, pero creo que ha habido cierta
confusión.
—¿No estás saliendo con mi hijo? —ladea la cabeza
burlonamente.
—Si. Tu hijo, no tu hijastro —da corta una rápida mirada en mi
dirección, incertidumbre en sus ojos, pero confianza en sus palabras
—. Estoy con Nico.
Mi papá no se detiene. —¿Nikoli te lleva al baile, Demi? —le
pregunta.
Duda, sus ojos se clavan en los míos.
¿No es esa una respuesta obvia?
Ella mantiene su atención en mí mientras él agrega: —¿Lo ha
mencionado, o al menos te lo ha preguntado él mismo?
La duda se apodera de ella y mi garganta comienza a picar.
Miro al otro lado de la habitación, desde la silenciosa esposa
de porcelana de mi padre hasta la madre copia al carbón de Demi.
De Alex a mi papá, mis ojos se posaron en Demi por último.
—Nico y yo vamos juntos —Su respuesta es sencilla, pero me
mata escucharla.
Tenía que ser cuidadosa con sus palabras, no dejar eso, no, no
lo he mencionado, y no, no hemos hablado de eso para nada.
Sé lo que está pensando.
¿Realmente voy a quedarme aquí sin decir una palabra? No
confirmar que soy de ella y ella es mía, permitirle a Alex pensar que
es un juego libre cuando lo es todo menos.
¿Por qué diablos estoy jugando a la estatua?
¿Por qué no la agarré y la alejo de este lugar tóxico?
Tal vez quiero ponerla a prueba cuando no tengo derecho a
hacerlo, tal vez la presión de estar en la casa de mi papá con su
nueva esposa y su hijo elegido es demasiado, o tal vez es que su
madre ignoró tan rápidamente que yo era lo que su hija quería
cuando ella se dió cuenta de que Alex, el jodido Hammons, mi
hermanastro no reclamado, la quería también.
Cualquiera sea la razón, no digo nada en absoluto, forzando
una expresión sin emociones cuando todo lo que realmente quiero
hacer es caer a sus pies y borrar el dolor en sus ojos.
Alex, sin embargo, abre la boca.
—Sabes, me sorprendió cuando descubrí que estaban
pasando el rato —Alex sonríe y se impulsa para pararse.
El hijo de puta se atreve a acercarse a ella conmigo parado
aquí mismo.
La está provocando y maldita sea si ella no se deja engañar,
incapaz de contenerse y preguntar: —¿Por qué es eso?
—Es solo que todo el mundo sabe que Nico es un poco
exaltado, así que fue interesante que no se burlara de mí cuando le
dije, y la mayoría de los muchachos del equipo, estaba planeando
invitarte a salir.
Los ojos de Demi vuelan hacia los míos y se entrecerran antes
de que lentamente los mueva de regreso a Alex. —Eso es
interesante. ¿Cuándo fue esto... exactamente?
Los músculos de mi estómago se tensan y me mareo.
Mierda.
No es así como quería que sucediera.
—Después de nuestro juego del jueves por la noche —le dice
Alex, deslizando las manos en su bolsillo como el idiota, chico
preppy que es—. Sabes, la noche en que Nico te llevó a casa y te
llamé para preguntar si podía ir a pasar el rato.
En lugar de concentrarse en lo que él quiere que haga, ella
pregunta: —¿Cómo supiste que Nico me llevó?
Su sonrisa de niño bonito se desvanece, pero solo por un
segundo antes de que se dé cuenta y la vuelva a poner en su lugar.
Levanta las manos. —Me atrapaste. Te vi subir a su camioneta, me
preocupé de que perdiera mi tiro y te llamé.
Joder, lo sabía.
Esa es la única razón por la que la llamó esa noche. Para
desviar su atención de donde podría haber estado, en mí.
—Espera... el juego del jueves —Demi se apaga, sacudiendo
la cabeza.
La tensión envuelve mi cuerpo, dificultando la respiración.
Alex no tiene ningún problema en aclararlo.
—Sí, ¿la semana antes del fin de semana del cumpleaños de
Krista, antes de que tú y Nico se reunieran? —se ríe, pero la malicia
que hay dentro es fácil de encontrar—. Debería haberlo hecho esa
noche, y tal vez te lo pregunté entonces, ¿eh?
Los ojos de Demi se posan en la madera dura, y se frota los
labios con ansiedad, antes de levantar su mirada hacia la mía. —Sí,
quizás.
La ira se acumula en la boca de mi estómago, mis ojos
tiemblan e incapaces de encontrar los de ella mientras lo desean
desesperadamente.
Lo jodí.
—La competencia entre hermanos, es bastante saludable —
dice mi papá en voz alta—. Apuesto a que si hubieras sabido de
antemano las intenciones de Alex, Demi, habrías tomado una
decisión más inteligente, ¿estoy en lo cierto?
Mantengo la cabeza recta, pero la miro a los ojos, mi pulso late
como loco mientras mi piel comienza a hormiguear. Tengo que salir
de aquí antes de que me destripe, jodidamente destrozado de
adentro hacia afuera, para que todos estos idiotas lo vean.
La sonrisa de Demi es tensa y me preparo para el brillo
repugnante que llenará los ojos de mi padre cuando el hijo que ha
elegido sea elegido o aceptado por ella, ya sea con ira o en verdad.
No importa, dolerá igual.
Abre la boca, mi pecho se aprieta más y más por segundo,
pero luego lo cierra con fuerza.
Demi niega con la cabeza, la ira nublada por lágrimas frescas,
transformando mi tono favorito de verde en un lío turbio que me
mata ver.
Ella se enfoca en mi papá, la lástima se filtra en cada palabra
que pronuncia. —Ni siquiera estoy seguro de cómo responder a una
pregunta tan asquerosa, Sr. Sykes —es tranquila pero resistente—.
Tu insulto obvio y mal colocado a tu propio hijo me enferma, y estoy
segura de que la respuesta no es una que quieras escuchar de
todos modos.
Su madre jadea mientras mi corazón amenaza con arrancarse
de mi pecho.
Demi se vuelve hacia Alex a continuación. —No voy a ir a un
evento formal ni a ningún otro lugar contigo. El hecho de que hayas
ignorado tan fácilmente que ya tienes una cita para el formal que,
estoy segura, está emocionada de ir, habla de lo mala persona que
eres.
—¡Demi! —grita su mamá.
Demi pone los ojos en blanco y mira a su mamá. —Y, en serio,
mamá. ¿Alguna vez te detendrás?
—¡Demi! —sisea.
Demi no se desanima. —Deja de intentar usarme para
prepararte. Sé feliz por mí y por lo que quiero o retrocede de una
vez, —espeta.
Demi gira, me inmoviliza con una intensa mirada que me
advierte que no la siga y sale furiosa.
Estoy atrapado hasta que la puerta se cierra con su salida, y
luego la persigo.
La pillo corriendo por el camino de entrada.
—Demi —la llamo, pero se apresura aún más—. ¡Bebé,
espera!
De repente se detiene, un pequeño gruñido la abandona
mientras gira y acecha hacia mí. Ojos acalorados y listos para
luchar. —¡No puedo creer que hicieras esta mierda! —me empuja,
pero no me muevo—. ¡Sabías que planeaba invitarme a salir antes
de que sugirieras que fingimos estar juntos!
—Si. Lo hice —digo sin disculpas, y el miedo se apodera de mí
—. ¿Qué, estas enojada? Ahora sabes que te quería toda tú, por su
cuenta, ¿estás lista para decir que se joda y correr hacia él?
—¡Parecía estar preparada para eso?! —grita, extendiendo los
brazos—. Yo era la única que hablaba por nosotros allí, o debería
decir los que pensaba que éramos.
—¿Qué diablos significa eso? ¡¿Toda la mierda que se dijo
entre nosotros se fue por la maldita ventana ahora que todo lo que
originalmente querías se cayó en tu regazo?!
—No lo hagas —una respiración rápida silba por su boca.
Sé que mis palabras no son justas, pero esto es lo que temía,
que ella se alejara de mí.
—No te atrevas a intentar convertir esto en mí. Jugaste
conmigo todo este tiempo.
Mi cabeza tira hacia atrás, la sorpresa envía un zumbido por mi
columna vertebral. —¿Qué? ¡No! ¡Joder, no!
—Sí, Nico, lo hiciste —Asiente—. Tal vez algo cambió en el
camino, o tal vez todo lo que dijiste e hicimos fue parte de la
mentira, pero desde el puto primer día, se trataba de usarme para
llegar a él. Admítelo.
¡¿Qué diablos?!
35
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

Estoy temblando, estoy tan... ni siquiera sé qué, pero todo


duele peor cuando Nico grita su negación.
—Eso no que parecía —me mira, atreviéndose a mostrar una
pizca de ira que no tiene derecho a dar—. Ni siquiera jodidamente
cerca.
Una risa humorística me abandona, y ahueco mi rostro con mis
manos, protegiéndome un momento antes de inmovilizarlo con una
mirada dura cuando me siento de todo menos que dura en este
momento.
—Tu papá, Josie, Sandra —me desvanezco cuando un
pensamiento golpea, mi boca se abre mientras la suya se vuelve
más tensa—. Oh, Dios mío.
—Demi. No...
—Miranda. Él también la folló, ¿no? Por eso ustedes dos
dejaron de ligar durante el verano, ¿no es así?
Se lame los labios, mirando hacia fuera.
Me burlo, pero sale más como un grito. —Por supuesto. ¡Por
supuesto! La habrías follado de nuevo, ¿no? Si hubiese dejado que
Alex le metiera la polla después de ti, ¿verdad? No se trataba de mí
o de nosotros o de cualquier otra cosa que me hicieras creer.
—Está equivocada —argumenta débilmente, pero apenas
puede mirarme a los ojos.
—Ugh. Esto debe haber sido muy divertido para un imbécil
como tú —sacudo la cabeza—. ¿Qué, me miraste y dijiste pobre,
patética y sin-novio Demi, apuesto a que es lo suficientemente
ingenua como para enamorarse de mis tonterías? —sus rasgos se
ponen más rígidos—. Dijiste que tenías algo que ganar con esto,
ahora sé lo que realmente era: convénceme de fingir una cita
contigo para entrar y luego hacerlo sentir tan natural, tan fácil, que
me olvide de las líneas entre nosotros y crea en esta mentira. Todo
esto para que finalmente pudieras decir que lo jodiste como él te
tiene a ti, y joder el daño colateral en el camino, ¿verdad? —mis
cejas se levantan—. Literalmente, en nuestro caso.
La columna vertebral de Nico se endereza, su mandíbula se
aprieta. —Ni siquiera sabes lo que estás diciendo. Qué jodidamente
distorsionado lo tienes todo.
—Lo que sea —susurro, mirando hacia otro lado,
repentinamente golpeada por una ola de cansancio—. No tenías
que llevarlo tan lejos —niego con la cabeza—. Podrías haberte
marchado antes de que llegáramos aquí. A menos que este sea tu
plan, finge hasta que la rompas15.
—¡Nada está jodidamente roto!
—¡Yo lo estoy! —grito, con la voz quebrada y haciendo una
broma más grande de mí.
De repente, Nico está en mi cara, agarrando la mía y
sosteniéndola hacia la suya, y una fuerte sensación de
desesperación fluye de él a mí.
—Deberías habérmelo dicho —susurro, levantando mis manos
para rodear sus muñecas—. No tenías que romperme para ganar.
—¿No lo entiendes? —sisea, pero la amargura en su tono no
hace nada por ocultar la ansiedad en sus ojos.
Solo me confunde más.
—¿Por qué me mantuve alejado de ti todo este tiempo cuando
ya sabes cuánto tiempo te he deseado? ¿Por qué lo hice de la
manera jodida que lo hice? —enfatiza su pregunta—. Tuve que
engañarte para que me vieras, Demi, cuando todo lo que vi eras tú.
—Todo lo que tenías que hacer era mostrarme quién eras,
Nico. Sin juegos, sin pretexto. Me habría enamorado de cualquier
manera, estoy segura de esto.
—No lo estás entendiendo —su voz se apaga—. Nunca
hubiera funcionado.
—Tú no sabes eso.
—Sí. No puedo tener lo que quiero, Demi. Siempre se lo lleva
todo.
—¿No soy nada entonces? —mi pregunta es instantánea, pero
mi voz se debilita.
Su rostro se contorsiona, sus ojos vuelan entre los míos. Las
palabras de Nico lo dejan con un aliento ahogado. —¿De qué estás
hablando, bebé?
Trago, alejándome lentamente de su agarre y sus manos caen
a los costados mientras camino hacia la calle.
—Dijiste que Alex te quita todo, pero no me tomó a mí, Nico —
susurro, un encogimiento de hombros derrotado dejándome—. Te
quedaste allí, callado, listo para darme el derecho a él, como si
nada.
Me doy la vuelta y me alejo.
No tengo ninguna duda de que él está parado allí, siguiendo
cada uno de mis pasos, pero no me atrevo a mirar.
Una vez que estoy a la vuelta de la esquina y fuera de vista,
dejo que mis hombros caigan y le envío un mensaje de texto a
Krista para ver si está en casa, ya que ella es la casa más cercana a
esta, y ella me responde instantáneamente, haciéndome saber que
las chicas se han ido, así que Me dirijo directamente hacia allí.
Nunca en un millón de años pensé que mi día terminaría así.
Cuando mi mamá me dijo que la Sra. Hammons llamó y nos
invitó a cenar, me quedé sorprendida y confundida.
No tenía ni idea de qué esperar o por qué se extendió la
repentina invitación, ya que no tenía conocimiento de que la madre
de Alex y la mía conversaran fuera de los eventos sociales. Traté de
negarme por respeto a Nico, sabía que a él no le gustaría, pero ella
fue persistente y no aceptó un no por respuesta.
Planeaba decírselo en la escuela ya que no respondía mis
llamadas, pero no apareció, y no había forma de que le enviara un
mensaje de texto con algo así.
Lo último que esperaba era entrar en la casa de Alex
Hammons y encontrar al padre de mi novio parado allí con una
sonrisa falsa y un comportamiento condescendiente.
Me habría dado la vuelta y me habría marchado de no haber
estado tan sorprendida. No recuerdo haber dicho una palabra hasta
que la voz de Nico sonó en mis oídos, calmando e irritando
simultáneamente todo dentro de mí.
Me toma una hora entera llegar a casa de Krista a pie, y ni
siquiera tengo la oportunidad de llamar antes de que Carley abra la
puerta y me empuje adentro.
Sus ojos viajan sobre mí con pura preocupación.
Krista y Macy doblan la esquina en ese mismo momento,
ambas corriendo.
—¿Qué pasó? —Macy inclina la cabeza.
Krista toma mi mano y me empuja hacia el sofá para sentarme,
y los otras dos caen en la mesa de café frente a mí.
Mi maquillaje debe estar por todo mi rostro en este momento.
Pasé de estar enojada a completamente triste y al revés al
menos veinte veces en la caminata hacia aquí.
Caigo contra los cojines. Cerrando mis ojos.
—Fue todo falso —les confieso por primera vez.
—¿Qué fue falso? — pregunta Carley.
—Demi espera… —comienza Krista, pero yo interrumpo.
—Nico y yo —las lágrimas se forman detrás de mis párpados,
así que no abro los ojos de inmediato, esperando que
desaparezcan.
Pero cuando una garganta familiar se aclara, se abren de
golpe, pero no me molesto en sentarme.
Las lágrimas se derraman, me corren por las mejillas mientras
lo miro.
—Impresionante —susurro.
—Estaba tratando de decírtelo —dice Krista en voz baja.
Trent mira hacia abajo y me las arreglo para poner los ojos en
blanco, pero cuando parpadeo, solo hace que caigan más lágrimas
y miro a mi regazo.
No tengo ninguna duda de que Trent sabía sobre Alex y nunca
dijo una palabra.
No es que esperaba que renunciara a su mejor amigo, pero
sabía que era falso. Él sabía que yo sabía que era falso. Solo
necesitaba levantar la cabeza para no acercarme demasiado.
Debería haber sabido esto por mi cuenta.
¿Es Nico Sykes, el receptor estrella, playboy insaciable, y el
mío?
Sí, está bien, Demi.
—Nos necesita ahora mismo —Krista se levanta y lo dirige
hacia la puerta principal—. Te llamaré más tarde, —le dice antes de
cerrar la puerta detrás de él y volver a mi lado.
—¿Vosotros dos estáis bien? —le pregunto.
Ella da una pequeña sonrisa, asintiendo con la cabeza. —Sí, lo
estamos, pero se trata de ti. ¿Estás bien?
—Estoy bien —me quito las cuñas y pongo los pies en el cojín.
—Dinos qué está pasando —Carley se inclina hacia adelante.
Me lamo los labios y me pongo manos a la obra. —Nico y yo,
en realidad no estábamos saliendo... era todo actuación.
—Vaya, espera —Macy levanta las manos—. ¿Qué quieres
decir? ¿Como si fingieran estar juntos?
—Exactamente.
—¿Por qué harías eso? —ella niega con la cabeza.
—Macy —sisea Krista.
—¿Qué? — responde ella—. Solo estoy tratando de entender.
—Bien…
—Krista, está bien —digo, mirando a Carley y luego a Macy—.
Nico se dio cuenta de que tenía algo por Alex, me dijo que Alex solo
estaba interesado en las chicas que ya tenía pareja, y luego sugirió
que él y yo fingimos que estábamos saliendo.
Sus ojos se abren de par en par.
—Dijo que él también tenía algo que ganar con eso, pero a mí
realmente no me importaba lo que fuera, así que le seguí el juego —
me aclaro la garganta—. Poco sabía entonces, se trataba de mucho
más —miro a las chicas.
—¿De qué se trataba? —pregunta Carley.
—Alex.
La confusión cubre sus tres caras.
—La noche del partido del jueves, en el vestuario, supongo
que el equipo hablaba de con quien quisieran formalizar, a quién le
querían preguntar, a quién ya lo habían hecho.
—No… —Carley se apaga.
Asiento con la cabeza. —Alex le dijo al equipo que me iba a
invitar a salir.
—Ese es el día antes de que ambos llegaran a la escuela con
los ojos morados, ¿no? —recuerda Carley.
—Me olvide de eso —me apago.
¿Qué significa eso?
¿Incluso importa?
—Espera, eso también fue antes de la fiesta de Krista —Macy
frunce el ceño—. ¿Sabía que Alex quería invitarte a salir antes de
que ustedes dos empezaran a fingir?
—Sí, jugó conmigo —miro a Krista—. Tenías razón en
interrogarlo cuando nos dijiste que Josie lo engañó con Alex. Nico
sabía todo sobre mi interés en Alex.
—Jesús —susurra, lástima en sus ojos.
Asiento con la cabeza. —¿Y recuerdas cómo dije que Nico me
dijo que Alex estaba hablando con Sandra? Bueno, nunca les dije
nada a ustedes, pero Nico y Sandra estaban liados las primeras
semanas de escuela, así que cuando Alex estaba detrás de Sandra,
ella ya se estaba acostando con Nico.
—Entonces Alex se folló a Josie mientras ella y Nic todavía
estaban juntos, ¿luego Alex se va y se folla a Sandra mientras ella y
Nico están follando? —
—Y no solo ellas dos —frunzo el ceño—. Lo mismo pasó con
Miranda.
—¡¿Qué?!
—¡Mierda santa!
—¡Sabía que estaba jodiendo estudiantes!
Todos disparan al mismo tiempo.
—Se pone peor.
Se sientan con los ojos muy abiertos y esperan más.
Dudo, contándome un momento para no revelar el secreto que
nadie más parece saber, pero últimamente he mentido y ocultado
cosas a mis amigas lo suficiente, y no tienen ninguna razón para
contarle a nadie lo que estoy a punto de compartir.
—Alex es el hermanastro de Nico.
Los tres me miran boquiabiertas, sin palabras.
—Resulta que el papá de Nico está casado con la mamá de
Alex.
Krista frunce el ceño, recostándose. —¿Cómo diablos yo no se
de eso?
—No creo que nadie lo haga.
—¿Trent? —ella levanta una ceja.
—No es su secreto para compartir. El mío tampoco, pero… —
me encojo de hombros.
—¿Quién te lo dijo? —Carley se inclina hacia adelante.
Me burlo, negando con la cabeza. —Fue una noche
interesante —suspiro—. Mi mamá me dijo que el Dr. Hammons
llamó para programar una cena cuando en realidad fue el papá de
Nico quien la llamó. Imagínese entrando en esa casa, sabiendo todo
lo que hace ahora sobre nuestra relación, para encontrar al Sr.
Sykes parado allí, Nico entrando por la puerta solo unos minutos
después.
—Mierda santa —susurra Carley.
Aparto la mirada. —Todo tenía sentido a la vez. Nico encontró
una manera de vengarse de Alex, y me usó para hacerlo realidad.
—Qué idiota —murmura Macy.
Asiento, limpiándome debajo de los ojos, mirando el negro que
ahora cubre mis dedos. —Cuando Nico sugirió por primera vez esta
estúpida relación falsa, pensé que era una locura, pero algo me hizo
decir que se joda. Era fin de semana, y podría cambiar de opinión
cuando llegara la semana siguiente si no quería seguir con la farsa,
¿sabes? —me deja una risa triste y sollozo.
—Pero nunca cambiaste de opinión —dice Carley en voz baja
—. En cambio, te enamoraste de él.
—Me enamoré de la mentira —miro a las chicas—. Estar con
él fue tan fácil, divertido y no sé, emocionante. Cuanto más tiempo
pasamos juntos, más pensé que él podría haber estado pensando lo
mismo, pero ahora sé que todo era su plan.
Krista se acerca y me toca la mano. —Lo siento mucho, Demi.
Miro a Macy, que tiene una expresión preocupada en su rostro.
Ella me mira. —Nico admitió esto?
—No, pero se paró frente a todos, frente a mi mamá, y no dijo
absolutamente nada.
—Te acostaste con él, ¿no? —todas las miradas vuelan hacia
Macy solo para cortarme.
Asiento, y mis tres mejores amigos se suben al sofá a mi lado.
Nos sentamos en silencio unos minutos antes de que Krista
diga: —Sé que no ayuda, pero no parecía falso, Demi.
Tampoco se sentía falso.
36
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

El tintineo de la puerta hace que mis manos caigan de mi cara


mientras me recuesto contra el frío mimbre. Ya sé quién es, así que
no me molesto en mirar, mis ojos se deslizan sobre la piscina en su
lugar, siguiendo las ondas de luz que crea el vacío en la parte
superior cuando Trent se deja caer en la silla frente a mí.
Después de unos minutos sin nada de mi parte, se pone de
pie, levanta su asiento con él y lo coloca directamente en mi línea de
visión.
Me mira fijamente.
Lo miro jodidamente de vuelta.
Él asiente con la cabeza, se pone de pie una vez más y agarra
la pelota de fútbol del césped. Lanzándolo al aire, da un paso atrás y
espera.
Sabe que no he tocado ni una sola pelota esta semana. La
mierda está jodida y muy jodida cuando esto sucede.
Lo ha visto antes, cuando mi padre dejó a mi madre por
primera vez, y algunas veces en el medio.
Arrastro mi trasero de mi asiento, caminando hacia atrás hacia
el lado opuesto del patio.
Me lanza la pelota y una sensación de tranquilidad flota sobre
mí cuando la goma dura golpea mis dedos, pero se desvanece
rápidamente.
Lo lanzamos de un lado a otro varias veces antes de que Trent
rompa el silencio.
—¿Estás bien, hombre?
—¿La palabra realmente viaja tan rápido o tienes la costumbre
de vigilarla?
Sus ojos se entrecierran, pero rápidamente se suavizan. —
Apareció en casa de Krista hace un par de horas. Me fui para que
pudiera hablar con sus amigas, pero era bastante obvio que la
mierda explotó.
—¿Estás feliz por eso? —lanzo la pelota un poco más fuerte.
Lo atrapa con una mirada. —¿Feliz de que mi mejor amigo
haya perdido a la chica que siempre quiso y finalmente consiguió?
No, hombre, no puedo decir que lo esté —se toma un segundo extra
para devolverlo.
Dejo caer mis manos, permitiendo que la pelota rebote en mi
pecho—. ¿Cómo diablos pudiste ocultarme esa mierda? Dos
malditos años, hermano. Tenías dos años para decirme que
durmieron juntos y nunca lo hiciste.
La cabeza de Trent cae antes de encontrarse con mis ojos de
nuevo. —Lo jodí. No tengo excusa. Me dijiste en el primer año que
tú y ella nunca sucederían, y empezaste a salir con Josie de forma
intermitente. Fui el tonto que creyó que dejaste ir a Demi solo
porque dijiste que lo hiciste. Entiendo que debería haberme
mantenido alejado de ella independientemente. No tienes idea de lo
mal que me he sentido desde que me di cuenta de que todavía
sentías algo por ella. Sucio — se escupe con odio a sí mismo—. Me
siento hecho polvo, hombre.
—Pero no lo suficiente para abrir la boca, ¿no? ¿No hasta que
tuvieras que hacerlo?
—Estaba francamente aterrorizado de decirte, no quería
perder a mi mejor amigo por algo que no significaba lo que sabía
que tú pensarías que sí. Nic, lo juro por mi vida, hombre. Nunca
haría algo sabiendo que jodería con nuestra amistad. Eres como un
hermano para mí. Nunca me arriesgaría a eso a sabiendas.
Niego con la cabeza y ambos regresamos a las sillas.
Me toma un minuto, pero lo miro. —¿Por qué incluso joderla?
Si no significó una mierda, Trent, ¿por qué?
—¿De verdad quieres hablar de eso?
Lo miro.
Suspira, se sienta y responde con sinceridad.
—Pensamos que sería divertido. La mayoría de ustedes ya
habían perdido la virginidad en ese momento. Ella no tenía interés
en nadie y no veía que sucediera pronto, y yo... era un chico —se
encoge de hombros—. Quería saber qué hacer para estar listo
cuando sucediera con otra persona. Nuestras mamás nos
empujaron tanto que confiamos el uno en el otro, así que bebimos
un poco para calmar nuestros nervios y luego... sí. Realmente era
tan jodidamente insignificante, hombre. Nos dejamos las camisas y
todo.
—¿Y pensaste que eso era lo que se merecía? ¿Algo
puramente sin sentido?
Trent mira hacia otro lado, haciendo una mueca levemente. —
Es una mierda, pero uh, ni siquiera lo consideré, ni una sola vez
hasta la noche en que tomé la virginidad de Krista. Desearía poder
decir que me arrepentí antes por tu culpa, pero no lo hice hasta que
me di cuenta de lo que significaba dormir con alguien que amas por
primera vez. Le di ese recuerdo a Krista y se lo quité a Dem.
Me quedo sentado un minuto, sin saber qué decirle.
—Lo siento, Nic. Sabía que te sentías atraído por ella en ese
entonces, y eso debería haber sido suficiente para decirle que no.
Lamento no haberte dicho después de que sucedió, pero
honestamente, maldita sea, no pensé que te importaría o… mierda
—se deja caer hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas—.
Supongo que no pensé en absoluto. Sin embargo, en el momento
en que me di cuenta, debería haber sido honesto. Sé que solo lo
hace parecer peor, pero en ese momento, se sintió como si
estuviera haciendo lo correcto —suspira—. Tenía miedo, simple y
llanamente.
—Nunca es demasiado tarde para ser honesto, pero no está
bien ser honesto cuando es demasiado tarde.
Asiente con la cabeza, mirando sus manos entrelazadas.
Lo miro por un minuto, luego me lamo los labios y digo: —
Afortunadamente, he tomado decisiones jodidas, he dicho grandes
mentiras y he perdido mucho en el camino.
La cabeza de Trent se levanta y me inclino hacia adelante.
—No estoy buscando perder a mi mejor amigo, y seguro que
no en este momento cuando tengo un montón de nada.
Extiendo mi puño y él empuja sus nudillos contra los míos.
Sabe que me siento enfadado y que esto llevará tiempo.
Tenemos un maldito campo para caminar, pero estoy más que
dispuesto a ahorrar el paso de mis zapatos para recuperarnos. Es
familia en todos los sentidos que cuentan.
—Lo siento, Nic —dice, con la mirada seria.
—Lo sé, hombre —asiento con la cabeza, un profundo suspiro
me abandona mientras pateo la pelota a mis pies a través del
concreto y hacia la piscina—. Entonces, ¿estabas en casa de
Krista? —Muevo la conversación, mis ojos se deslizan hacia los
suyos mientras mi cabeza permanece hacia adelante. —¿Están bien
ustedes dos?
Frunce el ceño, pero asiente. —ni siquiera me escuchó al
principio, pero después de un sólido ocho de rogar y llorar como una
perra fuera de su casa esa noche, finalmente se apiadó de mí, me
dejó entrar y escuchó lo que tenía que decir.
—Pero ella ya lo sabía.
—Lo sabe desde el día que llegamos a casa del campamento.
Dem —mira hacia otro lado— Le dijo a todas las chicas.
Me burlo, mirando hacia fuera.
—Cuando discutimos la otra noche, sonó mal. Toda esa
mierda, todo lo que he dicho o hecho, Nic, no se trataba de proteger
a Demi. Se trataba de intentar salvarte de lastimarte al final.
—No necesitaba que hicieras eso, Trent. No me meto en tu
relación, ¿por qué entrarías en la mía?
—Porque lo vi, en el segundo que ella estuvo de acuerdo, supe
lo mucho que querrías que fuera real, y no quería que te lastimaras
si ella…
—¿No hubiera correspondido?
Asiente.
—¿Por qué no iba a hacerlo? —lo miro.
Levanta las manos, sosteniéndolas un momento antes de
dejarlas caer. —No eran amigos, nunca hablaban, y ella pensó que
la odiabas a pesar de que le dije varias veces que no.
—Viste cómo estábamos juntos, hombre —digo, sacudiendo la
cabeza—. Tú eres el que dijo que parecía que estábamos yendo
demasiado rápido.
—Te conozco, Nic, y vi cuánto más profundo se estaba
volviendo para ti, pero no sabía si estabas actuando. No me di
cuenta de que le gustabas hasta que presencié sus celos por
Miranda.
Yo aparto la mirada.
—Necesitas ir allí. Estoy seguro de que ya está en casa.
Explícale mejor las cosas. Arregla esto, Nic.
—No hay razón, no soy nada más que un mentiroso para ella
ahora —miro en su dirección—. Me quiso por un minuto, pero yo
tengo tanto, ¿verdad?
—Está mal, está jodida.
Me empiezan a doler las costillas. —Ella estará bien.
—¿Sí? — Trent mira hacia la ventana del dormitorio de mi
mamá, oscura como siempre, y vuelve a mirarme—. ¿Y tú, hombre,
estarás bien?
—Estaré bien —Terminé de hablar, me pongo de pie y extiendo
la mano.
Me mira, apretando la suya contra la mía mientras se pone de
pie.
—¿Vas a estar en el juego mañana? —pregunta mientras
camina hacia la puerta.
—No estoy seguro todavía.
—Sabes que el entrenador te dejará jugar, te excusará por los
días que te perdiste.
Aparto la mirada y él se marcha.
Cuando se ha ido, me dejo caer en la silla y miro al cielo.
Y dicen que se supone que el último año es tu mejor año hasta
ahora.
Sí, maldita sea.
Solo llevamos unos meses y todo es una mierda.
37
Demi
Traducido y Corregido por Jud R.

El golpe en mi puerta hace que mi estómago se me suba a la


garganta, pero no tengo ganas de ignorar la posibilidad de quién
podría estar del otro lado o qué tendrán que decir.
De la manera más silenciosa y gentil posible, coloco las
palmas de mis manos en la puerta y me inclino hacia adelante para
mirar por la mirilla.
¿Trent?
Quito mis manos de la puerta, dando un paso atrás antes de
que su voz flote desde el otro lado.
—Sé que estás ahí, Dem. Venga. Por favor.
Un ceño se apodera de mí, pero me rindo y lo abro.
Uno de los lados de su boca se inclina en lo que se supone
que es una sonrisa, pero no es difícil decir que tiene muchas cosas
en la cabeza y feliz, vaya, es lo más alejado de cómo se siente.
—¿Está tu mamá en casa?
—No, no está —me deja una triste burla—. Estoy sola.
Inclina la cabeza.
—¿Por qué estás aquí? —pregunto.
—¿Crees que podría entrar?
Lo miro por un momento, aplastando mis labios mientras niego
con la cabeza. —No creo que sea una buena idea —me muevo
contra el marco, poniendo mis manos en el bolsillo de mi sudadera
—. Trent, no creo que debamos hablar, especialmente si aún no has
resuelto todo con Nico. No puedo y no voy a estar en medio de tu
amistad más de lo que ya lo hice sin saberlo. Él no solo te merece,
sino que te necesita.
Los ojos de Trent se aclaran por la comprensión, solo para que
una fuerte sensación de culpa lo invada segundos después, su
barbilla cayendo hacia su pecho en una larga exhalación.
No creía en nosotros.
O más, no creía en mí.
Mira hacia arriba, pero solo con los ojos. —Tú lo amas.
No es una pregunta.
No es por eso que está aquí.
Lo sabe todo, algunas cosas tal vez antes de que Nico y yo
nos derrumbáramos de nuevo, habíamos dado el primer paso para
superar el hecho de que dormir con el tipo parado frente a mí.
—En realidad no importa lo que sienta por él, ¿verdad? —mis
ojos se agudizan—. Yo era una pieza de juego que se podía perder.
Frunce el ceño, dando medio paso hacia adelante.
—Dem, no, — enfatiza, ojos graves—. Tú estás tan mal.
Me encojo de hombros perezosamente, pero él sabe por
dónde empezar para evitar que cierre la puerta y lo deje al otro lado.
—Nico me dijo que accediste a fingir todo esto la mañana
después de que sucediera.
Dudo un momento, pero frunzo el ceño y salgo de la casa al
porche.
—Estoy escuchando.
Asiente con la cabeza y continúa: —Fui un poco duro con él, le
dije que no era una buena idea y él también lo sabía, pero una vez
que estuviste a su alcance, no había forma de que se echara atrás.
Lo sabía tanto como él —se apoya contra la pared, mirando al otro
lado del césped.
Sin embargo, lo que está diciendo todavía no tiene mucho
sentido para mí.
—En la cena la noche siguiente al malecón, le di más mierda,
le dije que parecía demasiado, demasiado rápido y se enojó. De
alguna manera siguió así, decia cosas que lo enojarían. Ustedes
actuaron como si hubieran estado juntos durante años cuando solo
habían sido días o semanas. Se movían y hablaban y se miraban
como si entendieran al otro como nadie nunca lo hizo —sus ojos
vuelven a los míos—. Como si se amaran, pero era una farsa.
Verlos a ustedes dos me puso nervioso, estaba preocupado.
Le doy una sonrisa triste, adivinando: —No querías que me
lastimara.
Una risa baja lo abandona y mira al cielo antes de soltar una
profunda exhalación.
—Eso no fue todo, Dem —dice en voz baja, sus palabras
cargadas de culpa—. Nunca quisiera que te lastimaras, espero que
lo sepas, pero si soy honesto en este momento, y siento que tengo
que serlo, era a él a quien estaba cuidando, no a ti — admite,
avergonzado.
—Era cierto lo que gritó la otra noche, te ha querido desde
hace mucho tiempo, pero el miedo le impidió intentar acercarse a ti.
Hubo algunas ocasiones en las que pensó que lo haría, justo antes
del primer año y luego otra vez cuando descubrió que estabas en su
clase de educación física ese semestre, pero en ambas ocasiones
se echó atrás, pensando que nunca sería suficiente y decidió que no
podría pasar nada entre ustedes.
—¿Pero suficiente de qué?
—Lo suficiente para mantener su atención cuando se acercara
a ti hubiera significado que él tendría que luchar por ello.
Me bajo en una de las sillas del patio, de modo que Trent se
deja caer en la otra.
—No lo entiendo —admito.
—Lo que Nico te dijo sobre Alex, cómo te convenció de
empezar esto en primer lugar, es cierto. Alex acepta, quiere lo que
tiene otra persona, pero no cualquiera. Solo Nico, y empezó el
verano de octavo grado.
Mi cabeza comienza a palpitar. —Fue entonces cuando Nico
dejó de hablarme.
El asiente. —Exactamente. Alex presta atención a cada
movimiento de Nico, y toma todo lo que puede, como puede,
siempre —los ojos de Trent rebotan entre los míos—. Tú, Dem, eras
lo único que Nico no estaba dispuesto a perder contra él.
Mis costillas se contraen y muevo mis ojos hacia la hierba. —
Así que se mantuvo alejado...
—Si. Así que Alex no sabía que te deseaba, por lo que no
entraría y robaría tu atención antes de que Nico tuviera la
oportunidad de hacerte que lo ames y lo necesites como para no
dejarlo por Alex —Trent se inclina hacia adelante y yo muevo mi
mirada hacia la suya—. Nico dijo que tenía algo que ganar,
¿verdad?
—Nunca dijo qué era —susurro débilmente.
—Vamos, Dem —me lanza una sonrisa de complicidad y
abatimiento—. Eras tu. Eras lo que quería ganar. Todo esto, todo lo
que ha pasado, fue para ganarte al final, y no como su premio, como
su chica.
Mi pulso comienza a acelerarse e intento calmarlo respirando
hondo.
—Puede que Nic se haya mantenido alejado y nunca te lo
haya dicho, no lo sé, pero todo el plan se vino abajo cuando Nic se
dio cuenta de que Alex podría quererte sin saber que Nic también lo
hacía.
Y Nico vio que estaba interesado en Alex. Sabía que me
habría enamorado de Alex en el momento en que él hiciera un
movimiento.
—Oh, Dios mío —cierro los ojos, cubriéndolos con mis manos.
Tenía miedo de perderme, por eso insistió en que jugáramos
más cuando Alex se acercó a mí solo unas horas después de
vernos a Nico y a mí juntos.
Esto no tenía nada que ver con Alex y todo que ver conmigo.
Dejé que mis brazos cayeran sobre mi regazo, mirando a
Trent. —Deberías irte.
Da una sonrisa tensa, asintiendo con la cabeza, mientras se
pone de pie y se gira para irse.
—Trent —le llamo una vez que está a la mitad del camino de
entrada.
Mira por encima del hombro.
Mi pecho se aprieta.
—¿Crees que estarán bien, tú y Nico?
—Los chicos son complicados, Dem —dice con una risa triste
—. Pero sí, llegaremos allí.
La comisura de mi boca se eleva.
—¿Te veo en la escuela? —pregunta.
Asiento con la cabeza, abriendo la boca para agradecerle, pero
como si lo sintiera, levanta las palmas de las manos, menea un poco
la cabeza y se aleja.
Una vez que se ha ido, pongo mis piernas en el asiento y
permanezco allí hasta altas horas de la noche, repasando cada
detalle de los últimos meses en mi cabeza.
Cuando finalmente logro entrar y horas después me duermo,
me despierto con los mismos pensamientos de la noche anterior.
Me tomo mi tiempo para prepararme y me dirijo a la escuela.

Dejé que la puerta se cerrara de golpe con mi intencional llegada


tardía y todas las miradas vuelan hacia la entrada.
Miranda se acerca y hace una pausa en la música antes de
levantarse lentamente. Sus labios se fruncen.
—Todos tomen a su pareja y practiquen del uno al cinco, —les
dice, sin apartar la mirada de la mía mientras da pequeños pasos
hacia mí.
Estoy a sólo un metro de ella cuando inclina la cabeza como
una pequeña perra.
—Debo decir que no esperaba esto.
—No te creo.
Ella asoma una cadera, cruzando los brazos. —No te dejaré
volver a mi equipo, así que, si viniste aquí para humillarte, no
pierdas mi tiempo.
—A menos que quieras que la junta escolar sepa que estás
durmiendo con estudiantes, no desperdicies el mío —me acerco a
ella.
Sus ojos se abren y luego se agudizan en el mismo segundo.
—Tú…
—Ahórratelo. Soy lo mejor que tienes, Miranda. Voy a
recuperar mi lugar.
Sus labios delgados y deja caer los brazos a los costados. —
Nico se ha ido. No ha vuelto desde que hiciste una escena. Si
bailas, estás bailando con Alex.
Me río ligeramente. — Es curioso, crees que todavía tienes el
control —dejo mi bolso y me pongo la sudadera por la cabeza—.
Necesito esto en mis solicitudes de ingreso a la universidad, y usted
quiere permanecer fuera de la cárcel, para que pueda seguir
moviendo el trasero por los raperos.
—Cuida lo que dices, niña.
Pongo los ojos en blanco y me ajusto la parte superior de mis
pantalones de gimnasia. —No pretendamos que nos agradamos,
seamos profesionales y hagamos bien el trabajo.
Paso junto a ella, deslizándome de regreso al centro.
Trent me mira, ambos conscientes de que no podemos bailar
juntos.
De repente, Thompson se desliza detrás de mí, susurrándome
al oído: —Te tengo, niña. Hagámoslo.
Le doy una sonrisa de agradecimiento, luego miro hacia
adelante y espero.
Miranda tarda un segundo, pero lentamente se da la vuelta y
regresa al altavoz. Da una fuerte palmada, evitando mis ojos.
—Desde el inicio.
Apenas puedo contener mi sonrisa.
38
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

Me deshice, pensé que sería genial cuando llegara el momento


del juego, lo suficientemente concentrado en jugar duro como para
que mi mente no me joda, pero en el segundo en que me detengo,
me doy cuenta de lo equivocado que estaba.
Es formal, la noche en la que, todos los años, la escuela
reconoce a los estudiantes del último año del equipo universitario y,
por supuesto, este año, el equipo de baile nos acompañará.
No estoy caminando. Me importa un carajo, esperaré al
margen con los pocos jóvenes del equipo.
No es que importe, escuché que Demi nunca regresó, como
dijo que no lo haría, lo que solo demuestra más lo idiota que soy.
Entré y jodí su pequeño mundo.
El baile fue una de las únicas cosas que hizo por sí misma y
ahora ni siquiera puede mirar a su entrenadora.
Salgo de mi camioneta, agarro mi bolso de la parte de atrás y
me lo cuelgo del hombro.
Al menos no tendré que quedarme ahí y mirarla con alguien
más.
En el momento en que lo pienso, recuerdo que nada en mi vida
sale como yo quiero.
Paso entre los edificios a tiempo para ver al equipo de baile,
todos envueltos en sus cobertores de seda para ocultar sus
disfraces, y el equipo de fútbol se reune mientras los chicos
comenzaban a entregar sus chaquetas.
Mis pies se bloquean en su lugar cuando Trent se mueve hacia
Demi, quien no le da nada más que una sonrisa tensa y asiente
mientras se aleja.
Algo tiene la cabeza de Trent girando en esta dirección, y me
ve.
Él inclina su barbilla, así que yo inclino la mía hacia atrás, pero
decido cortar a la izquierda, dando la vuelta para evitar a todos.
Estoy vestida y lista para irme antes de que el resto de los
muchachos se filtren en el vestuario.
Llamo a la puerta del entrenador, asomando la cabeza. —Me
siento tenso, ¿está bien si salgo temprano?, ¿empiezo a calentar?
Me mira sin creer una palabra de lo que he dicho. Puede que
no hable mucho cuando no está relacionado con el fútbol, pero
presta atención. —Estamos con las chicas hoy, Sykes.
—No puedo, entrenador —no digo nada más, pero después de
unos segundos, asiente con la cabeza, así que evito el contacto
visual con todos los que paso y me dirijo directamente al campo.
No caliento, pero me uno al equipo JV en la banca,
observando cómo su juego llega a su fin.
Miro hacia atrás y veo que las gradas se llenan más y más
minuto a minuto, todos ansiosos por ver el espectáculo.
Macy me llama la atención, Carley y Krista justo a su lado, ya
en su equipo de animadoras para cuando empecemos, pero
rápidamente aparto la mirada.
Más rápido de lo que estoy listo para que termine el juego, el
campo se despeja y el locutor vuelve por el altavoz.
La multitud se acomoda, todo para animarse y más fuerte que
antes cuando los muchachos emergen del túnel inflable y siguen
adelante por el campo. En una, sólida y recta, están de pie, vestidos
y listos para jugar. Lo único que les falta son sus cascos.
La multitud se apaga, y de nuevo se vuelve más ruidosa a
medida que las chicas salen en fila, completamente sincronizadas
con la velocidad de cada paso y el espacio entre todas, las
chaquetas del letrado sobre sus brazos izquierdos, calcetines de
juego hasta las rodillas con pequeños atuendos de árbitro.
Demi está en el medio, sin la chaqueta en el antebrazo, pero
con los puños en las caderas, Thompson justo detrás de ella.
Extiendo la mano, agarrando mi equipo por debajo de mi
cuello, moviéndome de un pie al siguiente para mantener la calma.
La música comienza, pero es un simple golpe de tambor, y las
chicas dan un paso adelante. Otro, y dan un paso.
Todos comienzan a vitorear cuando nuestro cuerpo técnico se
desliza por el medio y se abren paso, el locutor los presenta por el
altavoz.
Otro boom de un tambor y las chicas se vuelven de lado, cada
chico se quita estratégicamente las chaquetas y las sostiene para
que las chicas se las pongan.
Pero Thompson de repente retrocede, cayendo en la línea de
mis compañeros de equipo cuando Trent sale y avanza.
Hacia Demi, su chaqueta en su propia mano.
Aprieto la mandíbula, rechino los dientes mientras él se lo
tiende, y sus manos se deslizan por las mangas.
¿Es en serio?
¿Es jodidamente en serio?
Entrecierro los ojos cuando Trent emerge detrás de ella,
trotando rápidamente hacia mi.
—¿Qué diablos está haciendo? —sisea, y mi cabeza gira a mi
izquierda para encontrar a Miranda de rodillas a unos metros de
distancia, con un trípode encaramado frente a ella con una cámara
de video adjunta.
Miro hacia adelante justo cuando Trent llega al margen,
deslizándose directamente a mi lado con una sonrisa en su lugar.
Miro, pero mis ojos se dirigen hacia el campo cuando la música
comienza y las chicas se alinean.
Intento inclinar la cabeza hacia un lado para ver quién está
detrás de Demi, pero no puedo ver.
Trent se ríe y le frunzo el ceño rápidamente antes de
concentrarme en el campo.
La multitud se vuelve loca cuando las chicas y sus parejas
comienzan a pasar por la mierda que habíamos estado practicando,
pero mis ojos permanecen pegados a D mientras ella hace los
mismos movimientos, un poco más pronunciados y por su cuenta.
Sin compañero.
Llegan a donde las chicas dan vueltas, agarrándose de la
mano del chico, pero Demi no gira. Mantiene las piernas extendidas,
el culo mirando hacia aquí, pero gira las caderas mirando por
encima del hombro, directamente a mí.
El equipo está entrenado para no avanzar hasta que ella lo
haga.
Entonces esperan.
¿Para qué?
—¿Estás prestando atención, hombre? —susurra Trent—.
Mírala.
La presión cae sobre mi pecho mientras me obligo a mirar el
apellido cosido en la chaqueta.
Mi estómago da un vuelco, se retuerce y da vueltas a la vez.
Sykes.
Mi mirada vuela a la de ella.
Bebé...
—Está esperando, Nic.
Lo miro.
—Vamos.
Mis pies me llevan hacia ella.

Demi
Cuando los pies del segundo número 24 golpean el césped, la
multitud se vuelve loca.
Los gritos de Carley, Krista y Macy's se escuchan por encima
de todos, me río entre las lágrimas que se están formando, pero
tengo demasiado miedo de apartar los ojos de Nico para mirar
alrededor.
Mantengo mi posición, mi cabeza girada, y Nico, siendo Nico,
se desliza detrás de mí, sus ojos fijos en los míos y mucho más
intensos que nunca.
Me duele el cuerpo por querer apoyarse en el suyo, pero no
hay tiempo para nada más que para lo que estamos aquí ahora, así
que deslizo mi mano en la suya áspera, girando hacia él.
Sus labios se presionan en una línea firme, una repentina
desesperanza llenó sus ojos oscuros, en el segundo en que mi
cuerpo se presiona contra el suyo, y todo lo que quiero hacer es
lavarla de él.
Lo haré pronto.
—¿Me acompañas a mi lugar? —susurro.
—¿Dónde? —gruñe.
—En el centro.
Camina y da una vuela como lo hubiera hecho en la actuación.
Damos dos pasos hacia adelante, todos los demás se deslizan
con nosotros, pero se quedan un espacio atrás y el locutor comienza
a correr con los números del equipo, dando sus comienzos y
ambiciones, cada uno soltando la mano de su compañero mientras
se lee su nombre y acechando por el campo. Nico es el último en el
campo y es completamente reacio a dejarme ir y alejarme, pero
lentamente lo hace.
El último nombre mencionado es el de Trent, que se vuelve
para saludar en las gradas y luego vuelve a alinearse con los
jugadores más jóvenes en la banca.
Ahora es nuestro turno.
Miranda escucha la música.
Seguimos nuestra rutina, y mis ojos permanecen fijos en los de
Nico todo el tiempo, lucho contra una sonrisa cuando el final llega y
dejamos que las chaquetas se deslicen de nuestros hombros,
mostrando los números que estaban colocados dentro de las
chaquetas con velcro sobre la espalda. de nuestras camisetas, cada
una de las cuales representa a nuestras parejas. Un 24 grande
ahora pegado a la mía.
Tan rápido como terminó, nos empujaron fuera del campo
cuando los capitanes lo tomaron para lanzar la moneda. Suena el
silbato y comienza el primer cuarto, Nico y el resto de los titulares se
ponen en posición.
Miranda no pierde el tiempo, atacando directamente hacia mí
antes de que incluso recupere el aliento. —Pequeña perra. ¿Quién
te crees que eres? —gruñe.
Me río entre dientes, tomando la toalla y el agua que me trae
Carley. Me froto la cara, luego tomo un trago antes de prestarle mi
atención. —¿Qué te preocupa? Todo parecía parte del plan. El
jugador estrella obtiene un poco más, exagera más a la multitud.
Nadie sabe que fue un cambio de último minuto.
—No puedes cambiar mis rutinas.
—Creé más de la mitad de esa rutina mientras estabas fuera
encontrar la manera de follar a los chicos.
Los ojos de Miranda se agrandan y mira a Carley y luego a mí.
—He cambiado de opinión —le digo—. Renuncia, Miranda. Si
no lo haces, bueno... ya sabe lo que seguirá.
Me dirijo al vestuario para ducharme y limpiarme el brillo de la
cara y los brazos, y ponerme mi atuendo normal, pero no vuelvo al
juego.
Él me encontrará.
39
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

En el segundo en que suena el timbre que indica el final del


cuarto trimestre, me arranco el casco y mis ojos vuelan hacia donde
sabía que estaban sentadas las chicas.
Aún no está aquí.
Macy levanta un hombro, mirándome a ellos y me golpea.
Dejo caer mi casco y me quito.
Hay algunos profesores en el pasillo, pero paso corriendo junto
a ellos, ignorando sus gritos de protesta.
Sin embargo, cuando llego al último paso, mis pies se
congelan y mi estómago se retuerce.
Respiro hondo, dejo que mis mejillas se expandan con mi
exhalación controlada y empujo suavemente a través de la puerta
hacia la azotea, colgándome de ella cuando comienza a cerrarse,
borrando cualquier tipo de sonido que pueda crear.
No sé por qué.
Doy la vuelta a la esquina y allí está ella, de pie con un vestido
largo de color azul oscuro, mi chaqueta de letrado colgando de sus
manos.
Su cabello está rizado y suelto ahora, colgando suelto sobre
sus hombros, los ojos delineados en negro hacen que el verde
parezca más brillante, los labios de un color cremoso y resbaladizo.
Ella es la perfección.
¿Mi perfección?
—Debería habértelo dicho —dice al instante.
Niego con la cabeza, acercándome a ella lentamente. —
Hemos hablado de esto…
Ella extiende una mano, cortándome. —No, quiero decir, sí, lo
lamento también, pero no es eso lo que quiero decir. Podemos
pelear más por eso más tarde si quieres —dice en voz baja y
maldición si no me duele el pecho, mis labios se contraen.
Me da una sonrisa triste. —Debería haberte dicho dónde
estaba mi mente tan pronto como lo descubrí.
La alcanzo y ella coloca una mano en mi pecho, mirándome.
—¿Por qué estás parada aquí disculpándome cuando soy yo quien
lo ha jodido? —mis manos se deslizan por su sedoso cabello y
cierra los ojos un largo rato—. No tienes idea de cuánto me odio a
mí mismo por poner dudas en tu mente. Todo lo que siempre quise
fue abrazarte, bebé, y saber que no me obligarías a soltarte, pero te
permití creer que valías menos que otras cosas en mi vida, cuando
eso es tan jodidamente falso, D. Tú valen más que todo lo que
tengo.
Deslizo mi palma por su mejilla y ella se inclina hacia mi toque.
—Dime que todavía te tengo —susurro, dejando caer mi frente a la
de ella.
—Me tienes—traga—. Neek... no tienes ni idea.
—Dilo, bebé. Agradable y claro para mí. Dime.
Ella no lo duda. —Te amo.
Me trago sus palabras con los labios y ella suspira contra mi
boca, tirando de mi jersey mientras trata de acercarse. La beso,
lenta y suavemente todo el tiempo que puedo hasta que ella
necesita una bocanada de aire y separa sus labios de los míos, todo
para regresar para otro beso corto.
—Te deseo —susurra.
Agarro su cabello. —Estoy todo sudado, bebé, y estás en tu
vestido.
—No me importa.
Me río y doy un paso atrás, agachándome para agarrar mi
chaqueta del suelo. Sostengo su mirada, la abro para ella y ella se
gira, desliza sus manos dentro pero mantiene sus ojos en mí por
encima del hombro.
Me inclino, la beso una vez más, luego tomo su mano y la
acerco a las sillas. Ella se deja caer en el que está a mi lado.
—Alex y yo solíamos ser amigos.
—No tenemos que hacer esto —susurra—. No ahora.
—Hay que hacerlo. La cagué por no ser honesto contigo.
Déjame dicirte algo de esto, y luego puedes preguntarme lo que
quieras al respecto.
Ella asiente.
—Éramos amigos y un par de semanas antes del primer año
fuimos a esta fiesta. Se suponía que Alex no debía ir, estaba
castigado o algo así, pero se escapó de todos modos. Su padre
apareció para buscarlo, se emborrachó y actuó como un maldito
idiota. Alex voló de su asiento y se apresuró a irse, pero su padre
decidió que se estaba moviendo demasiado lento, lo agarró por el
cuello y lo arrojó por la puerta principal. Alex se cayó y se golpeó la
cabeza contra una roca, quedó inconsciente.
—Oh, Dios mío — frunce el ceño.
Asiento con la cabeza. —Su padre simplemente lo dejó allí, ni
siquiera se dio cuenta ni le importó, no estoy seguro. Se fue. Alex
tardó un poco menos de un minuto en abrir los ojos, y cuando lo
hizo, estaba jodido, mareado y dijo que vio manchas en su visión. Lo
ayudé a levantarse y lo llevé a Urgencias yo mismo. Yo ni siquiera
tenía carné, pero él tenía coche, así que lo hicimos —me encojo de
hombros, me deja una fuerte exhalación—. Cuando la enfermera
preguntó qué pasó, le dije. No pensé demasiado en eso en ese
momento.
Sus ojos se suavizan. —Lo catalogaron como abuso infantil.
Asiento con la cabeza.
—Hiciste lo correcto.
Una burla baja me deja. —Su padre fue arrestado al día
siguiente. Perdió su trabajo, perdió su pensión —la miro a los ojos
—. Luego perdió a su esposa.
Sus ojos se tensan mientras trata de reconstruirlo todo.
—Pasaron un par de semanas, y ella luego se acercó a
agradecerle al padre del hijo que fue lo suficientemente valiente
para ayudar al de ella —me burlo—. Mi mamá no estaba en casa
cuando pasó por allí, estaba en la ciudad, donde se suponía que
debía encontrarse con ella a la mañana siguiente —la ira se forma
en la boca de mi estómago, pero la presiono—. La Dra. Avery
Hammons se puso bastante cómoda esa noche, y cuando
finalmente se fue, Alex ya la había convencido de llevar a mi papá
con ella.
—Te quitó… — respira ella.
—Sí. Su madre no pudo volver con su padre después de que
se corriera la voz de lo que hizo, no si quería mantener su práctica
abierta y exitosa. El padre de Alex lo perdió todo, sintió que lo perdió
todo, así que hizo su misión asegurarse de que yo también lo
hiciera.
—¿Tu papá se fue, así como así? —
—Para empezar, mi papá nunca apreció a mi mamá. El hecho
de que nunca fui lo suficientemente bueno para él hizo que fuera
más fácil dejarme atrás también. Tenía una heredera por esposa y
ganó un médico. Con un hijo que comenzó en su equipo y con sus
mejores esfuerzos llegaba al 3.0, pero ganó uno que comenzó y fue
el mejor de la clase.
—Segundo de la clase —susurra.
Me río ligeramente, mirándola. —Sí, en segundo lugar, por mi
Hadita. Ese fue solo otro recordatorio de que él era mejor para ti.
Frunce el ceño, se pone de pie y se acerca a mí.
Extendí las piernas para que ella se interpusiera, pero ella se
sentó a horcajadas sobre mí, apoyando los codos en mis
hombreras.
—No necesito otra versión de mí —dice, pasando su pulgar
por mi labio inferior.
—Te mereces a alguien que valga tanto como tú —le digo con
voz ronca.
—Merezco a alguien que me quiera mucho, me quiera a pesar
de mis errores y aprecie quién soy gracias a ellos.
Trago, y sus piernas se hunden más a mi lado. —Puedo hacer
eso, D.
—Lo sé —susurra, besándome levemente—. Tu valor no se
mide por tus logros, Nico, aunque tienes muchos de los que
enorgullecerte. Es lo mucho que ames, lo que cuenta.
Acerco su boca a la mía, la beso bruscamente y ella gime
contra mí.
Puede sentirlo, mi amor por ella.
—Mi caballero silencioso —suspira en mi boca antes de
hundirse más en mí.
Pero soy un bastardo codicioso. Quiero palabras.
Me aparto, mirándola mientras ella me sonríe gentilmente.
—Sr. Brando dijo que se trataba de un error, ¿no? —empiezo.
Se ríe, asintiendo con la cabeza mientras le paso las manos
por los muslos y debajo de la chaqueta hasta que agarro sus
caderas.
—Dime, D. ¿Qué ves cuando me miras ahora?
Sus palmas encuentran mis mejillas y sostiene mis ojos con los
suyos.
—Veo a un tipo cauteloso, sufriendo en silencio que es más de
lo que la primera mirada podría dar. Un chico testarudo y terco al
que quiero quedarme —susurra, una calma, casi tristeza invadiendo
sus ojos—. Aún más, veo al chico del que me enamoré
accidentalmente y del que no cambiaría si pudiera. Un chico
hermoso, fuerte de mente que quiero también me ame.
Mi pulso está fuera de control, mis fibras del corazón se
tensaron mientras miro a la chica que nunca pensé que diría la
mitad de la mierda que acaba de decir mientras me mira
directamente. Jodidamente enamorada de mí.
Mi Hadita.
La acerco más, inclinando mi cabeza para susurrarle al oído.
—Sí, Hadita. Lo hago y lo haré.
Ella me empuja hacia atrás, esperando, pero no mucho.
—Te amo, Demi —susurro, y las lágrimas llenan sus ojos—. Y
no solo puedes tenerme, bebé, sino que no estoy en contra de
obligarte a hacerlo, porque me voy a quedar contigo, siguiéndote a
donde quiera que vayas. Mierda, te perseguiré si se trata de eso.
Se ríe, inclina la cabeza hacia atrás, pero solo por un segundo
antes de que mi palma se extienda por su columna y vuelva a
acercar su rostro al mío.
—Gracias.
—¿Para qué?
—Ser lo suficientemente valiente como para intentarlo, incluso
si fui una idiota en el proceso.
Esta vez soy yo quien se ríe. —Nunca he sido de los que
hacen las cosas bien la primera vez.
Sonríe. —Ahora, creo que tengo que estar en desacuerdo con
eso.
Una risa fuerte me abandona.
Muevo mis manos para descansarlas en la curva de su trasero,
nuestras miradas se encuentran. —Es bueno saberlo, Hadita, pero
espera —me inclino hacia adelante, mordiendo su labio inferior un
segundo—. Solo mejora con la práctica.
Deja que mi chaqueta se deslice de sus brazos, dándome una
sonrisa descarada y susurrando: —Demuéstralo, Neek.
Así que hago.
A petición suya, nos saltamos el estúpido baile sabiendo que
habrá más, y la llevo a casa, mostrándole una y otra vez hasta que
termina como masilla en mis brazos, y luego se duerme en ellos.
Como mía.
Epílogo
Nico
Traducido y Corregido por Jud R.

—En conclusión, quiero desearles lo mejor en la vida que


escoja vivir cada uno de ustedes, y espero que al mirar hacia el
pasado hacia este lugar en ciendo, diez o incluso en veinte años en
el futuro —El leve rubor de Demi por la marca de tiempo que me
está dando en su discurso me calienta el pecho—. Es en recuerdo
de todas las formas positivas en las que cambiaste o creciste
mientras estabas aquí, y espero que nunca dejes esos recuerdos, o
las personas con quienes los hiciste —inconscientemente gira el
anillo de promesa que le di mientras sus ojos me encuentran,
sostienen y luego se deslizan más allá de los míos mientras
continúa conectándose con el resto de nuestra clase—. Sé que yo
no lo haré —dice suavemente antes de que la sonrisa más hermosa
cruce su rostro—. ¡Felicitaciones a nosotros, la promoción de 2020!
Todos saltan, vitoreando en voz alta mientras arrojan sus
birretes de graduación al aire, y yo me lanzo de mi asiento,
encontrándome con Demi al borde de las escaleras.
Ella levanta su vestido blanco y salta directamente a mis
brazos.
La hago girar, los dos riendo mientras la pongo de pie.
—¿Cómo fue mi valedictorian16?
—¡Asombroso!
Me besa rápidamente antes de que sus amigos se apresuren a
por nosotros gritando, y se abrazan, Trent a solo unos metros de
distancia, su toga fuera y tirada en algún lado.
Se acerca para un abrazo rápido, volviéndose para mirar a las
chicas. —No puedo creer que haya terminado, hombre.
—Lo sé. Si me hubieras dicho el primer día que mi último año
que terminaría así, es posible que te hubiera golpeado por ello.
Se ríe, mirando a las chicas cuando su risa nos golpea. —No
puedo creer que Dem haya rechazado a Brown.
Asiento con la cabeza.
Yo también estaba en contra de su decisión al principio, pero
ella se merece hacer lo que quiere, no lo que otros piensan que
debería hacer, y una cosa que tenía clara era no salir de California.
Me mueve su sonrisa. —¿Estás listo para la Universidad de
San Diego?
Me río ligeramente, mis ojos pegados a Demi. —Oh sí. Gracias
a la mierda por los dormitorios mixtos.
Trent se ríe.
—¿Te dije que su papá le alquiló un pequeño lugar ahí, un
pequeño estudio para trabajar?
—Lo mencionaste, pero no sabía que todo salió bien.
Asiento con la cabeza. —Incluso tiene algunas docenas de
estudiantes inscritos y listos para comenzar. Ella enseñará durante
mis horas de práctica, para que podamos mantener el resto de
nuestro tiempo abierto solo para nosotros. Está llevando una carga
más liviana de lo planeado, pero decidió que no tiene prisa por
terminar y eso me gusta.
—Gracias a que somos unos malditos buenos jugadores de
pelota, eh, y podemos que elegir a qué escuela ir, o nuestras chicas
irían a universidades muy lejos de nosotros.
—Como si cualquiera de los ellas irían a cualquier lugar donde
no estarían las demás.
Lo miro y ambos nos reímos.
Suspira, poniendo una mano en mi hombro. —Estoy feliz por ti,
hombre, de verdad.
—Gracias.
Demi se desliza hacia arriba y yo envuelvo mi mano alrededor
de su espalda. —¿Ya les pediste que se queden la semana que
viene?
—Aún no.
Ella se ríe, volviéndose hacia Trent con una sonrisa. —¿Qué
piensas? Krista y tú no os iréis hasta finales del verano, ¡venid a
descubrir nuevas playas con nosotros!
Trent se encoge de hombros y asiente con la cabeza. —No
veo por qué no. Hablemos de eso más tarde esta noche, tengo que
ir a buscar a mis padres, tomar fotos y mierda antes de que nos
veamos en casa de Demi —Trent extiende su mano, aprieta la mía
de nuevo y luego se aleja, separando a Krista del grupo de chicas.
—¡Chicos! —me giro, sonriendo mientras mi mamá, el papá de
Demi y la madrastra se acercan juntos, su mamá unos metros
detrás.
Mucho cambió en la última mitad del año escolar.
Le conté a Demi lo que había hecho mi padre, engañar a mi
madre para que le diera todo. Al instante, y en contra de mis
protestas, acudió a su padre en busca de ayuda de él y de su
empresa. Llevé a mi mamá allí y en unos días, tenían todo
arreglado.
Como pensé, nada era tan legítimo como mi padre trató de
hacer que pareciera. Claro, tenía amigos en lugares bajos, pero el
padre de Demi tenía más amigos en lugares altos.
No es que tuviera que usarlos, solo tenía que fingir que lo
hacía, escupirle una mierda de abogado y mi papá estaba sudando.
Luego lanzó una sola amenaza.
Le dijo que expondría a su esposa por escribir recetas a
alguien a quien no estaba tratando y Nikoli Sykes se alejó con las
manos en alto.
No hemos visto ni rastro de él desde entonces y una ventaja
adicional, Alex ni siquiera se ha atrevido a poner sus ojos en
ninguno de nosotros desde que la mierda pasó.
El Sr. Davenport sabía lo que estaba haciendo, es un hombre
inteligente, y le garantizo que cada movimiento que hizo fue bien
pensado y cada uno tenía un propósito oculto. Tenía condiciones
para cada paso que daba para ayudarnos. Condiciones estratégicas
disfrazadas de tareas, la más apreciada es que mi mamá tuvo que
ingresar a rehabilitación.
Tomó un poco de tiempo lograr que se uniera, pero después de
algunas conversaciones con todos nosotros como grupo, estuvo de
acuerdo.
Al principio, fue muy difícil para ella. Mi papá la tenía
enganchada con una mierda fuerte que había convencido a su
esposa para que le recetara, pero mi mamá es una luchadora y lo
logró. Lleva cinco meses limpia y, mejor que eso, finalmente dejó ir a
mi papá. Está feliz de nuevo, y tengo que agradecer a Demi y su
familia por eso, su familia que espero que algún día se convierta en
mía.
Mi mamá da un paso adelante, envolviéndonos a ambos en un
gran abrazo, y los padres de Demi la siguen.
Nos turnamos para abrazar a cada persona, agradecerles sus
felicitaciones y tomar algunas rondas de fotos.
—Está bien, así que tenemos todo listo y cocinado, todo lo que
tenemos que hacer es agarrar el pastel de camino a casa, ¿pero
creo que te detendrás por él? —mi mamá le sonríe al papá de Demi.
—Sí, lo agarraremos en nuestro camino —Asiente, rodeando a
su esposa con el brazo.
—Perfecto —mamá vuelve a mirarnos a los dos con lágrimas
en los ojos—. Estoy tan orgullosa de ustedes.
Demi se ríe levemente, apoyando su cabeza en mi hombro. —
Gracias.
—Nosotros también estamos orgullosos de ti, mamá.
Miro a la madre de Demi, que tiene una sonrisa tensa en su
rostro mientras trata de ocultar sus lágrimas.
Cuando Demi acudió a su padre en busca de ayuda, su madre
se dio cuenta de que estaba perdiendo a la única persona que la
amaba, su hija.
Ha sido un ascenso muy lento y dudo que alguna vez tengan la
relación madre-hija que Demi se merece, pero ha habido algún
esfuerzo por volver a conectar.
Además de eso, y lo que Demi dice es aún más sorprendente,
es que su madre sigue a la mía y aprende cómo administrar mejor
sus finanzas. Realmente, con Demi yéndose, no tiene exactamente
otra opción. No ha tenido acceso a las cuentas de Demi en meses y
una vez que nos hayamos ido, incluso si quisiera pedir un préstamo
cuando su pensión alimenticia se acabe, Demi no estará aquí para
dárselo.
Mi madre y la suya se han hecho amigas debido a esto: el bajo
mantenimiento de mi madre y el de ella está tratando de reducir la
escala.
También abrió una mejor comunicación entre la mamá y el
papá de Demi, ya que él es quien entrena a mi mamá.
—Muy bien, cariño. Te veremos en unos minutos —su padre la
besa en la sien y luego me da una palmada en el hombro.
—Sí.
Se despiden del resto de nosotros y se van.
—Será mejor que nos vayamos también —dice la Sra.
Davenport—. ¿Estarás allí pronto?
—Sí, estaremos allí —Demi sonríe y nuestras mamás se
alejan, discutiendo sobre qué platos usar.
Con la ayuda del papá de Demi, mi mamá decidió vender su
casa. Ella dice que no necesita todo el espacio y con solo ella allí,
no tiene sentido gastar tanto solo para mantener funcionando lo
básico.
Nos sorprendió cuando la Sra. Davenport sugirió que se
quedara con ella durante el proceso como otra forma de ahorrar, y
tal vez más tiempo si funcionaba entre ellas.
—¿Crees que durarán mucho como compañeras de cuarto? —
miro a Demi.
Ella ríe. —De hecho, lo hago. Están solas y ni siquiera se dan
cuenta. Mi mamá necesita un amigo normal en su vida —suspira—.
Y si no es así, al menos pensarán que tendrán más probabilidades
de unirse a nosotros para volver a casa y visitarnos.
Me río, tirando de ella. —Están equivocadas. Una vez que te
tenga toda para mí, estoy bastante seguro de que no estaré
dispuesto a compartir de nuevo.
Ella sonríe, levantando sus labios hacia los míos, pero levanto
su dedo anular, cerrando los dientes alrededor y mostrándole las
marcas de mis mordidas.
—Mira —pasé con los dedos la pequeña cicatriz que le dejé
hace una década y luego hago lo mismo con la que le agregué
suavemente—. Te dije que era inteligente, D. Te marqué como mía
hace diez años.
—Aquí van diez más —Me besa rápidamente, susurrando—.
Por marcas que los ojos no pueden ver.
La acerco más, lista para besarla hasta la mierda cuando nos
interrumpe una voz familiar.
—Nico Sykes y Demi Davenport.
Damos la vuelta y encontramos al Sr. Brando.
El sonríe. —El improbable dúo, ahora unidos a la cadera y
mudándose juntos. Estoy orgulloso de haber participado en eso.
Demi se acerca para estrechar su mano. —Gracias, Sr.
Brando, por preocuparse lo suficiente como para intentar derribar
barreras para las personas que no saben cómo hacerlo.
—Gracias por no molestarme para que cambiar de compañero
hasta que ceder — le responde.
—No lo habría hecho —se ríe.
—Tienes razón — asiente—. No lo hubiera hecho —Sr. Brando
me mira, con una sonrisa de complicidad jugando en sus labios—.
Imagínese si le negara su solicitud de ser su compañero, Sr. Sykes.
La cabeza de Demi se rompe en mi dirección. —¿Espera que?
El Sr. Brando deja escapar una carcajada, poniendo una mano
en mi hombro. —Mucha suerte a los dos —con eso, se marcha.
Le sonrío a ella.
Su rostro se suaviza lentamente. —Pediste ser mi compañero.
¿Antes de todo?
Sonrío, envolviendo mis brazos alrededor de ella y tirando de
ella. —Siempre fue mi objetivo hacerte mía, de esa manera, si Alex
alguna vez intentaba ir por ti, lo negarías porque eras mía —Mi
agarre alrededor de ella se aprieta—. No iba a dejar esta escuela sin
ti de mi brazo, D. De una forma u otra, sabía que encontraríamos
una manera. Solo tenía que ser un hombre y hacer que sucediera.
—Tan seguro de ti mismo, ¿verdad? —intenta bromear, pero
nada más que la adoración suena a través de las palabras de mi
bebé.
Una ligera risa me abandona, pero mis rasgos se suavizan
mientras pongo toda mi atención en ella. —Nunca había estado más
inseguro de mí mismo en mi vida, pero tú, D —dejo caer mi frente
sobre la de ella—. Incluso si tuviéramos que fingirlo para lograrlo, de
ti, estaba seguro.
Mira su anillo, una pequeña banda plateada, con un brillo del
que nunca me cansaré y una sonrisa por la que lucharé por siempre
para tener en mí, presiona sus labios contra los míos.
Esto.
Es tan real como parece.

Fin
Playlist
Fuck Love – XXXTENTACION
Remember You – Wiz Khalifa, The Weeknd
Tell Me You Love Me – Demi Lovato
Love Me Like You Mean It – Kelsea Ballerini
Bacon – Nick Jonas, Ty Dolla Sign
Invisible – Anna Clendening
Games – Demi Lovato
Starting Over – Niykee Heaton
Starving – Hailee Steinfeld
Talk – Khalid
I Think I’m In Love – Kat Dahlia
Porn Star Dancing – My Darkest Days
Couple of Kids – Maggie Lindemann
Jealous – Nick Jonas, Tinashe
Hurts Like Hell – Madison Beer, Offset
IDFC – Blackbear
Whatever You Say – Martina McBride
The Heart Wants What It Wants – Selena Gomez
Unsteady – X Ambassadors
Nights Like This – Kehlani, Ty Dolla Sign
Call Out My Name – The Weeknd
Meant To Be – Bebe Rexha, Florida Georgia Line
Us – Carlie Hanson

Escucha la playlist en Spotify: https://spoti.fi/2vgHv3B


Diseño, Traducción y Corrección

https://t—readers—resistance.foroactivo.com/
000007 – 201203 – 201212
Notes
[←1]
Estudiantes de úl mo año.
[←2]
ESPN (originalmente siglas de Entertainment and Sports Programming Network) es un canal
mul nacional estadounidense de deportes por cable.
[←3]
Actor par cipante en la película Takers.
[←4]
Otro actor de la misma película.
[←5]
When he thinks about being an ass, he’ll instead be thinking about dat ass. Ass, se traduce en
ambas palabras dependiendo del contexto, imbécil y trasero.
[←6]
Botón plás co que se adhiere en la parte trasera del celular.
[←7]
Una mujer que mira fur vamente. En secreto, observa, fotogra a o filma a hombres mientras
se desvisten, desnudos o de otra manera vulnerables.
[←8]
Ves do largo con escote y generalmente con abertura a un lado.
[←9]
Exjugador profesional de fútbol americano.
[←10]
La definición de neek en el diccionario es una persona aburrida o impopular, especialmente
una que está interesada en la tecnología. Lo u liza porque la porinciación de Neek es igual a
la de Nic en inglés.
[←11]
Un juke es un movimiento en la mayoría de las formas de fútbol americano que se u liza para
evadir a un tackleador mediante el engaño y, por tanto, sin necesidad de un brazo rígido. Se le
puede llamar “eludir”.
[←12]
Línea de protección para el mariscal de campo.
[←13]
Juego de palabras. Suck, puede ser traducido como apestar o chupar. Ya en enden por dónde
va esto…
[←14]
Licor de café mexicano, bien conocido en el mercado internacional por su textura densa y
sabor dulce, con un dis n vo aroma y sabor a café, y un suave aspecto de barniz natural.
[←15]
Fake it ‘ l you break it, en inglés.
[←16]
Estudiante, que generalmente ene los logros académicos más altos de la clase, que
pronuncia la despedida en una ceremonia de graduación.

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