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Nietzsche, Friedrich (2016). Obras completas I. Escritos de madurez, trad M. Barrios, J. B. Linares, J.

Aspiunza, D. Sánchez Meca. Madrid: Tecnos

ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA


FRIEDRICH NIETZSCHE

Escrito por Fabián Andrés Ardila T.

Antes de comenzar, cabe recordar que Así hablo Zaratustra es un libro cargado de
simbolismo, esto, quizá debido a las pretensiones de Nietzsche de estructurar un nuevo
mito fundador para los hombres. De igual manera, se puede apreciar, dadas las recurrentes
alegorías bíblicas, que pretende arremeter de manera casi satírica contra el cristianismo y
los preceptos que ha introducido en la humanidad. En suma, se puede pensar en las
enseñanzas de Zaratustra como si se tratase de una fórmula de carácter reflexivo por medio
de la cual se posibilita la transformación del hombre en super hombre.

Se hace necesario recordar entonces, cuáles han sido las experiencias de Zaratustra antes de
llegar al funesto encuentro con el bufón, relato con el que inicia la parte sexta del prólogo.
Habiéndose transformado a sí mismo tras nutrirse por diez años de la soledad y el gozo de
su espíritu, se encuentra preparado para comunicar aquello que ha aprendido. En este punto
cabe notar que el espíritu del que habla Nietzsche parece referir a la fuerza interna que
impulsa los actos volitivos, es decir, ya no se trata de un plano discursivo sino experiencial,
por tanto, no se puede hablar de que Zaratustra adquiriese un nuevo conocimiento y este
condujera hacia el super hombre, sino que, tras diez años de reflexionar sobre su propia
naturaleza, había dejado que sus reflexiones maduraran lo suficiente y cobraran la fuerza
necesaria para ser comunicadas.

Tras empezar el descenso de la montaña, a mitad del camino, se topa con un ermitaño
religioso. Por medio de la charla que se propicia entre Zaratustra y el ermitaño, Nietzsche
hace nuevamente una alegoría al cristianismo, y de cómo este, tras fallar en su intento por
elevar al humano fuera de la naturaleza, terminó por abandonar al hombre y consagrarse a
Dios. Lo que extraña a Zaratustra es que aquel ermitaño, encontrándose rodeado de
naturaleza (es decir, del gozo del espíritu), no hubiese notado que Dios había muerto ya, tal
y como él había notado diez años atrás. Con esto, lo que intenta plantear es que, el
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cristianismo, en cuanto a forma de expresión cultural, había muerto 1. De ahí, que Zaratustra
lleve la enseñanza del super hombre como una cura para una sociedad enferma y en
decadencia.

Una vez arribó al pueblo, Zaratustra se topó con una plaza rebosante de personas y
aprovechó para entregar su enseñanza del superhombre. Lo que desconocía es que el
motivo para que se congregasen en tal lugar era la presentación del acto de un acróbata, por
lo que, todo su discurso se confundió. Ahora bien, tanto el ermitaño como el acróbata
representan posibles expresiones del espíritu de ese pueblo, en suma, la búsqueda humana
de sentido. El acróbata, por tanto, representa el espíritu despreocupado de la aristocracia de
la época, sumergida siempre en la opulencia, el gozo sensorial y el abandono del espíritu.
Así, desconociendo que la muerte de Dios ha ocurrido, al igual que el ermitaño que
abandonó a su pueblo para consagrarse a la adoración, el pueblo se ha abandonado ante la
permanente necesidad de distracción que tiende a suprimir toda actividad del espíritu.

Zaratustra habló al pueblo, y dirigió a ellos tres discursos con el ánimo de provocar en ellos
el proceso de superación que conduce al super hombre, intentando sembrar en ellos la idea
de que el hombre, el género humano, debe ser superado. Sin embargo, no apela a la razón,
como cabría esperarse, sino que intenta generar en ellos una sensación tal de desprecio
hacía la condición del hombre, que sientan la necesidad de superarlo. Para su sorpresa, la
gente allí reunida pensó que Zaratustra introducía al acróbata. De tal suerte, en lugar de ser
Zaratustra el que enseñaba al pueblo, fue el pueblo quien enseño a Zaratustra que no es
capaz de encontrar la forma para comunicar su mensaje, que debe buscar otra manera. Este
apartado finaliza con dos reflexiones por parte de Zaratustra: el pueblo no está preparado
para escuchar sus enseñanzas y, sus enseñanzas deben encontrar otra forma de ser
transmitidas puesto que desconoce la forma de hacerse entender.

El apartado sexto inicia entonces una vez el show del acróbata ha dado inicio. Entre el
primer discurso y el descubrimiento de Zaratustra, el artista había iniciado su presentación,
y justo cuando iba a la mitad de su acto, entra en escena un nuevo personaje. Un bufón,
vestido de muchos colores, avanza rápidamente por la cuerda en la que se balancea el
acróbata, azuzándolo y profiriendo improperios en su contra, hasta que, de un salto, fue a
1
Cabe notar que Nietzsche está hablando del contexto europeo de la época, en el que, Dios, en tanto
expresión rectora de la volición humana, estaba siendo reemplazado por nuevas estructuras de pensamiento.
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dar sobre el acróbata que entorpecía su avanzar, y éste, mientras el pueblo huía en tropel,
fue a parar a los pies de Zaratustra, destrozado, roto, pero aún con vida, por lo que éste
intenta reconfortarle en su momento final. Con esto, lo que Nietzsche parece querer
proyectar sobre el bufón es el peligro que representa la naturaleza de su enseñanza. De tal
forma, lo que se podría pensar es que, siendo el bufón una proyección de las enseñanzas de
Zaratustra para el espíritu de su época (representado aquí por el acróbata), uno que, aunque
ignorante de la muerte de Dios, ha sido forjado bajo los preceptos del cristianismo,
resultaría tan letal como el mismo bufón, quien, azuzando al acróbata le hace perder la
cordura y le arroja al suelo, hacia una muerte inminente.

Con esto en mente, y ya en el apartado siete, sentado junto al difunto, Zaratustra se sumerge
en una profunda meditación, olvidando el paso del tiempo. Al llegar la noche, Zaratustra
abandona su profundo reflexionar, y (nuevamente haciendo alegoría a la biblia) habla para
sí mismo: “¡En verdad, Zaratustra ha hecho hoy una hermosa pesca! No pescó ningún
hombre, pero si un cadáver” [CITATION Nie16 \p 78 \l 9226 ] . Con esto lo que Nietzsche
parece decir es que, a pesar de haber comenzado su misión con la intención de pescar super
hombres, no ha conseguido más que un cadáver. Es decir, que por medio de sus enseñanzas
esperaba servir de intermediario entre el hombre y el superhombre, pero no ha logrado más
que mediar entre un bufón y un cadáver. Su pedagogía ha fallado, y si no tiene cuidado,
tanto él, como el pueblo, terminaran como el acróbata, ya que, si él mismo se ha salvado de
tal suerte fue por haber pasado como una mezcla de loco y cadáver, como charlatán sin
importancia, como bufón.

En el apartado ocho, Zaratustra, habiendo comprendido que, en su intento por revelar al


super hombre, es decir, en su papel de maestro, no se diferenciaba mucho del bufón, se
aleja del pueblo para enterrar el cadáver del acróbata. En el camino, nuevamente aparece el
bufón, quien advierte a Zaratustra sobre el peligro que corre de permanecer en el pueblo:
“Vete de la ciudad, […] hay demasiados aquí que te odian. Te odian los buenos y los justos
te llaman su enemigo y despreciador. Te odian los creyentes de la fe verdadera y te llaman
el peligro de la multitud” [CITATION Nie16 \p 78 \l 9226 ] . Con esto, refuerza la idea de que la
única razón por la cual Zaratustra se libero de correr con la misma suerte del acróbata, fue
por haber pasado por bufón, pero que, de permanecer en la ciudad, su destino será
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acompañar al acróbata. Ahora bien, el peligro que representa Zaratustra para la ciudad es
que, al igual que el acróbata, él representa un tipo de espíritu, uno que conduce al
superhombre.

Prosigue su camino Zaratustra en compañía del muerto, hasta que, sometido por el hambre
llama a la puerta de una casa que encuentra en el medio del bosque. En ese lugar habita un
eremita quien, atendiendo el pedido de Zaratustra le alimenta. Con esto, Nietzsche parecer
querer mostrar que, aunque imbuido por el espíritu, Zaratustra no puede escapar de los
limites de su propia naturaleza. Por otra parte, el eremita parece referir a una clase de
espíritu intermedio, uno que, aunque en contacto con el espíritu natural, ese del cual gozase
Zaratustra en su aislamiento, se pierde en la autocomplacencia que proviene de una mala
interpretación del espíritu natural, de ahí, que para él representen lo mismo un vivo que un
muerto.

Habiendo saciado sus necesidades, Zaratustra prosiguió su camino distraído en la


contemplación de aquellas cosas que le satisfacían, hasta que notó que se encontraba en
medio de un espeso bosque, sin sendas que le mostrasen el camino a seguir. Colocando el
cadáver del acróbata en un lugar seguro, para resguardarlo de los animales salvajes, él
mismo se sumergió en un profundo y apacible sueño.

El apartado nueve inicia con un Zaratustra que regresa del sueño habiendo contemplado
una nueva verdad, y dice para sí mismo:

Una luz ha amanecido para mí: necesito compañeros, y vivos, -no compañeros muertos y
cadáveres que llevar allá donde quiera ir. […] Más bien compañeros vivos necesito, que me
sigan porque se quieran seguir a sí mismos- e ir allá donde yo quiera ir. [CITATION Nie16 \p
80 \l 9226 ]

Con esto Zaratustra se da cuenta de que no debe hablar sobre el super hombre al pueblo,
sino a compañeros de viaje, que su deber no es convertirse en un pastor de hombres, sino en
todo lo contrario, que su labor consiste en alejar a los hombres del rebaño. Ese era el
peligro que representaba para el pueblo, la razón por la cual el bufón le insto a marcharse so
pena de muerte, pues le perciben como un lobo que pretende devorarles. Es pues entonces
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que Zaratustra abandona el cadáver del acróbata, al cuál se ha aferrado ya por mucho
tiempo, y parte en busca de aquellos que estén dispuestos a escuchar sus enseñanzas.

Ya en la sección diez, con la que cierra el prólogo, Zaratustra escucha el cantar de un ave y
al mirar ve a sus antiguos compañeros, el águila y la serpiente que le acompañaban allá en
la montaña. Estos, parecen ser un recordatorio de ciertas cualidades humanas como la
inteligencia, la astucia, etc., y, como encomendándose a su guía, comienza el ocaso de
Zaratustra.

Bibliografía

Nietzsche, Friedrich (2016). Obras completas I. Escritos de madurez, trad M. Barrios, J. B.


Linares, J. Aspiunza, D. Sánchez Meca. Madrid: Tecnos

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