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A
sí Habló Zaratustra (Friedrich Nietzsche).

Leí a Nietzsche por primera vez en el colegio. Lo recuerdo mucho de una vez que tuve que exponer en clases
toda su filosofía ante mis compañeros, y desde que lo empecé a leer quedé enamorada de su obra, y
especialmente de Zaratustra, al que considero uno de mis libros favoritos de todos. En todos estos años lo he
leído como 3 veces, y la lectura colectiva me hizo leerlo con 4t vez, y como siempre pasa, resultó una lectura
distinta, más pausada, y alimentada por los valiosos comentarios de todos los participantes en la dinámica.

Siempre me ha fascinado la forma en que Nietzsche en este libro es fiel a su propuesta de contradecir todos
los valores pre-existentes con el objetivo de crear unos nuevos. De tomar aspectos que consideramos
moralmente positivos y atreverse a proponer una mirada distinta y totalmente opuesta. En ese proceso,
aunque de forma literal no proponga exactamente lo contrario, te lleva a reflexionar sobre todo aquello que
consideras por tradición como moralmente bueno y virtuoso. Y como es un filósofo que está abierto a las
interpretaciones, porque es preciso lo que busca, hacer pensar y ponerte en posiciones no muy cómodas, es
normal que algunos se vayan extremismos o le hagan lecturas erradas que limitan la fuerza de sus ideas. Así
como el desarrollo de sus grandes ideas, que quedan expuestas en casa una de sus discursos: desde la
ruptura con Wagner (siempre con las alusiones al arte y la música, también lo apolíneo, lo dionisíaco), el
Nihilismo (entre tantos temas, con la polémica afirmación de "Dios ha muerto"), la Voluntad de poder, el
Eterno retorno y el Übermensch o el Superhombre. Ideas que siempre están presentes en los discursos de la
novela, así como aspectos de su propia vida, y el análisis de la cultura de la época, que aún resuenan tantos
años después. Sin olvidar, lo más fascinante de Nietzsche, su narración y su posición como de los filósofos
más literarios, el"filósofo poeta", en donde veremos que en varios de los discursos que tienen como títulos
"canciones", en realidad son poemas que él realizó no necesariamente con la idea de incluirlos en este libro.

Esta nueva lectura volvió a ser desafiante, porque no importa la época de tu vida en que lo leas, siempre
entenderás nuevas cosas que antes no comprendías. En esta oportunidad me di también a la labor de buscar
las referencias a la biblia y al nuevo testamento, que son muchas. Algunas simplemente invirtiendo totalmente
lo que se dice en el libro sagrado. También, como siempre, es una lectura iluminadora, que te lleva hasta los
extremos más oscuros para mostrarte algo de luz. Del necesario ocaso hasta las primeras luces del gran
amanecer o el gran mediodía.

¡Espero los disfruten!

INS. EDU. OLIVERIO LARA BORRERO AREA: FILOSOFIA _ DOCENTE: SARA ÁNGELA SÁNCHEZ
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ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA

FRIEDRICH NIETZSCHE

Prólogo

Día 1: "Cuando Zaratustra tenía treinta años de edad, abandonó su patria y el lago de su patria y se marchó a
las montañas. Allí disfrutó de su espíritu y de su soledad y no se cansó de ellos durante 10 años. Pero
finalmente su corazón se transformó"... En la mañana dijo:
"¡Gran astro! ¡Qué sería de ti si no tuvieras a aquellos a quienes ilumina!"
Da las gracias al gran astro por todo lo aprendido en 10 años en la montaña, junto a su águila y su serpiente
(dos animales emblemáticos y heráldicos), y lleno de sabiduría siente la necesidad de regalar y compartir su
conocimiento, su buena nueva. "Por eso debo ascender hasta lo profundo", oxímoron recurrente en la filosofía
de Nietzsche, que indica el camino al interior del alma y no a las alturas. También debe "perecer" ante los que
quiere llegar. Porque no todos querrán escuchar. Pide más bendiciones, para él, para el cuenco, para el agua y
todo. "Este cuenco quiere volver a estar vacío y Zaratustra quiere volver a ser un hombre".
"Así comenzó descenso de Zaratustra".

A los 30, como Cristo, al alcanzar gran sabiduría, convertido en maestro, comienza la predicación para después
descender de la montaña para compartir su conocimiento. Así como descenso platónico del prisionero liberado.
Tiene la obligación de regresar al mundo de la ignorancia y llevar la luz al pueblo.

El maestro desciende y el recorrido apenas empieza. ¡Bienvenido Zaratustra! ¡Bienvenido Nietzsche!

En "Ecce homo" manifiesta que "Así habló Zaratustra" es "El regalo más grande que ha recibido la
humanidad". Nietzsche es el mismo Zaratustra, nos ha dado un regalo, lo ha ofrecido para el que quiera
recibirlo. Como dijo Boccaccio de la Comedia de Dante, "divina".

"Se especializó en griego y se convirtió en un filólogo clásico tan afamado que, antes de terminar sus estudios,
le ofrecieron una cátedra en la Universidad de Basilea. Tenía 24 años cuando su profesor de filosofía lo
caracterizó del modo siguiente:
Un fenómeno, el ídolo de los jóvenes y, a la vez, amable y modesto".

"No es necesario ni deseable que alguien tome partido por mí. Al contrario, una dosis de curiosidad, como la
que nos inspira una planta extraña, acompañada de una resistencia irónica, me parecería una posición
incomparablemente más inteligente en relación con mi persona".
(Carta de Nietzsche a Carl Fuchs. 1889)

Día 2: Al bajar la montaña en soledad, Zaratustra se encuentra con un anciano, quien lo reconoce: "No me es
extraño este caminante: hace muchos años pasó por aquí. Zaratustra se llamaba, pero se ha transformado". El
anciano reconoce el cambio. "Antes llevaba su ceniza a la montaña: ¿hoy quieres llevar tu fuego a los valles?".
Y le advierte del castigo por ser pirómano. "Se ha transformado, se volvió un niño", haciendo referencia a la
última etapa de las transformaciones de Nietzsche para llegar al superhombre (Camello, León, y Niño). La

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Transmutación de los Valores. El sabio anciano reconoce su despertar y teme por él, al contactar con los que
siguen dormidos. "¿quieres subir a la tierra? ¿quieres volver a cargar con tu cuerpo?"... Zaratustra contesta:
"Amo a los hombres".
Ahora amo a Dios: a los hombres no los amo. El hombre para mí es una cosa demasiado imperfecta. El amor
al hombre me mataría", responde el anciano, que luego empieza a ser nombrado como un santo. Era un
eremita y se reconoce en el maestro. Lo advierte. Dice que dudaran que les lleva regalos. Le recomienda
quedarse en el bosque como él. Alabar únicamente a Dios.
Zaratustra se despide del anciano riendo. Cuando se queda solo, dice a su corazón: ¡Es posible! ¡Este viejo
santo en su bosque no ha oído nada de que Dios ha muerto”!
El anciano también representa aquello que se ha de superar, no solamente la ignorancia, sino incluso los
viejos saberes, valores y concepción del hombre.

"¿Acaso no es por eso que camina como un bailarín?, dice el anciano al ver a Zaratustra.
La figura y doctrina de Zaratustra se seguirá relacionando mucho con el baile. Bailar y reír. No como el anciano
que canta y llora".

Día 3: Al llegar a la ciudad encuentra a mucha gente reunida, y Zaratustra les dijo:
"Yo os predico al superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho vosotros para
superarlo?".
También mencionó que todos los seres se han superado más allá de sí, pero el hombre no. Prefiere volver al
animal. Y aconsejó no creer en aquellos que hablan de esperanzas ultraterrenas. Vuelve a decir, ahora en
público que Dios ha muerto y que ahora era peor blasfemar contra la tierra. Menciona el conflicto entre alma y
cuerpo en este proceso de transformación, y los lleva a reflexionar sobre la hora del gran desprecio, invitando
a cuestionar conceptos como la dicha, la razón, la virtud, la justicia y la compasión. "Acaso no es la compasión
la cruz en la que se clava a quien ama a los hombres". Y dice que su compasión no era una crucifixión. Y dice
que el superhombre es el rayo y la locura. Todo el pueblo empezó a murmurar, y empezó a reírse. Le gritaron
que se callara, que habían ido a ver al funámbulo.
Zaratustra se asombra y piensa que el hombre es una cuerda entre el animal y el superhombre. "Lo que es
grande en el hombre es que es un puente y no una meta: lo que puede ser amado en el hombre es que él es
tránsito y no un ocaso". E inicia un monólogo interno dicendo aquellas características que ama en los hombres
con potencial: al que busca el conocimiento, al que ama su virtud (voluntad), al que no desea muchas
virtudes, al que da sin esperar, al que desea su propio ocaso, al que castiga a Dios porque lo ama (inversión
de Hebreos), a los espíritu y corazón libre.
En esa serie de frases y en el capítulo anterior Zaratustra y Nietzsche toma frases de la biblia, del Génesis, de
Lucas y Hebreos, y las incluye dentro del discurso de Zaratustra y otras las invierte. Porque de eso trata la
Transmutación de los Valores y todo lo conocido y aceptado. Y con esto siguen la referencia a la figura del
mismo Jesús.

Día 4: Zaratustra siguió sorprendido de las burlas de la gente. "Tienen algo de lo que están orgullosos".
Cultura lo llaman. "Eso es lo que los distingue de los cabreros". Quiso hablarle de lo más despreciable: el
último hombre. Y así habló Zaratustra al pueblo. Inicia una serie de recomendaciones al hombre. Plantar la
semilla, aprovechar el caos interno para da a luz a una estrella danzarina. Y sigue haciendo un diagnóstico del
hombre y su farsa. "Hemos inventado la felicidad" dicen los últimos hombres, y parpadean. Seguían
burlándose. Pedían al último hombre y no al superhombre. Zaratustra percibía burla y odio a la vez. "Hay hielo
en su risa".
En medio de todo, el funámbulo inicia su espectáculo sobre la cuerda. Detrás de él siguió un bufón para
acompañarlo. El bufón presiona al funámbulo y le hace caer, muriendo al instante. Todos corrían. Cayó junto a
Zaratustra. A punto de morir pensó que iría al infierno. Zaratustra le dijo que no existía ni demonio ni infierno.
Y alaba su oficio: el peligro. Por eso lo enterraría él mismo.
Siguen las referencias bíblicas, y Zaratustra junto al cuerpo en el solitario mercado, se sintió contento pues no

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pescó ningún hombre ese día, pero sí un cadáver. "Siniestra es la existencia humana y sin sentido aún: un
bufón puede llegar a ser su perdición". Y ese momento simbólico, del funámbulo y el bufón sobre la cuerda,
aquella que separa al hombre del superhombre, es una síntesis de las palabras de Zaratustra. Por eso
presumía de su pesca.
Al caminar con el cuerpo, aparece nuevamente el bufón a advertir, asustar y amenazar a Zaratustra. Que se
fuera del pueblo. Pero él siguió sin escucharlo caminando en la oscuridad. Los sepultureros también se
burlaron al verlo. Encontró comida en un anciano benévolo, que dio hasta al muerto. Zaratustra siguió
caminando con el cadáver en la noche. Todos dormían. Amaba observar el rostro de las cosas que duermen.
Se detuvo a descansar y durmió.
Al despertar, se siente iluminado. Ve que debe conseguir seguidores vivos. Hace referencia a romper las tablas
de valores (de la ley conocida). Las transvaloraciones de valores. Vio que no debe ser sepulturero sino buscar
a los vivos, a los creadores, recolectores y festejadores. Saltar encima de los indecisos y rezagados. "Que el
camino sea el ocaso".
Mira al cielo y ve a dos viejas amigas. Un águila y una serpiente, juntas. El animal más orgulloso y el
inteligente. Los hombres eran peligrosos, más que los animales. Y pidió que su orgullo siempre marchase
junto a su inteligencia. "Y si alguna vez me abandona la inteligencia, ¡quisiera entonces mi orgullo seguir
volando con mi estupidez". Así comenzó el ocaso de Zaratustra.

"Zaratustra llega con un mensaje, pero no conoce a la gente, y por eso su actitud parece tan falsa. Nietzsche
escenificó intencionadamente la discrepancia, pues al final (del Prólogo) Zaratustra ha de aprender que tiene
que iniciar su obra misionera de otro modo: <Una nueva luz asomó en mi mente: ¡Zaratustra no debe hablar
al pueblo, sino a compañeros de viaje>".
(Rüdiger Safranski, Nietzsche)

Y nosotros también seremos sus compañeros. El que quiera.

PARTE 1
Día 5: Los Discursos de Zaratustra
De las 3 transformaciones. Inician los discursos de Zaratustra. Empezando por la transformación cronológica de
Camello, León y Niño. Hace referencia a lo pesado en esta primera transformación espiritual, "el espíritu de
carga". Mientras elabora su descripción hace preguntas sobre la naturaleza y esencia del Camello y su fuerza, su
carga, su alimentaciónprecaria, su espíritu de sufrimiento, y entre ellas aflora nuevamente el texto bíblico: "¿O
acaso es: amar a los que nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando nos quiere atemorizar?".
El Camello se dirige cargado y solitario al desierto, donde se da la segunda transformación: El León que quiere
conquistar su propia libertad y ser el dueño de sí mismo. Bajar la carga. Enfrenta a los fantasmas que han
regido su vida, sus dioses y luchar por su victoria. Luchar contra el Dragón (Señor/Dios). "Tú debes", dice el
Dragón. "Yo quiero", responde el León. Las escamas del Dragón cargan los deberes y los valores. No es
suficiente el Camello que carga todo. "Crear nuevos valores", pero el León eso no puede hacerlo aún. Sólo
liberarse de las cargas. Tomar con fuerza su libertad. Conquistar el derecho a nuevos valores. A crear. Es una
conquista difícil que sólo una fuera puede alcanzar. Un depredador.
Y luego la fiera debe transformarse en Niño. "El Niño es la inocencia y olvido, un nuevo comienzo, un juego,
un santo". Para crear desde cero. El espíritu quiere su voluntad. Conquistar su mundo. Esas son las 3
transformaciones.
Así habló Zaratustra.

Día 6: De las cátedras de la virtud


En la ciudad de La Vaca Colorida Zaratustra asiste a la presentación pública de un sabio del sueño muy bien
recibido por el pueblo y los jóvenes. "¡Honor y pudor ante el sueño! ¡Esto es lo primero! ¡Y evitad a todos los
que duermen mal y velan por las noches”! (Llamado de atención para mí, jaja).

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E inicia el discurso de las virtudes del sueño por medio del sabio. "Diez veces debes superarte a ti mismo
durante el día: esto produce un gran cansancio y es una adormidera para el alma". Además, las 10 veces que
también debes reconciliarte contigo mismo, las 10 verdades que se deben encontrar en el día (sino en la
noche) para alimentar el alma, y también las 10 veces que hay que reír en el día. "Pocos saben esto: pero es
necesario tener todas las virtudes para dormir bien". El sabio del sueño, también era un sabio de la virtud. Y
mencionó que hay que ser sabio para mandar a dormir las virtudes en cierto momento. Y en el discurso siguen
referencias bíblicas a Romanos, Salmos y Mateo, hablando de los pobres de espíritu como bienaventurados por
fomentar el sueño. El sueño, señor de las virtudes. Pensar en lo hecho durante el día. ¿Cuáles fueron las 10
superaciones, reconciliaciones y carcajadas?
Zaratustra escuchaba atento y cuando el sabio terminó se rió en su corazón, pues le saltó la luz, y ahora habló
internamente a su corazón: "Un loco es este sabio para mí, con sus 40 pensamientos, pero sí creo que se
entiende bien con el sueño". Zaratustra admiró su discurso, sus maneras, su conexión con el público y los
jóvenes. Zaratustra aprendía y reflexionaba sobre su teoría: velad para dormir bien. La virtud y el sueño. Pero
reflexiona también sobre esos predicadores de la virtud, no siempre honestos. Para ellos también llegaba su
hora.

"Bienaventurados estos soñolientos, pues pronto quedarán dormidos".


Así habló Zaratustra.

Zaratustra admira el discurso y la forma de llegar del sabio a la audiencia. La empatía. Debe aprender para
llevar también su mensaje. Y al reflexionar sobre los viejos sabios y su efectiva relación con el sueño, el
maestro los rechaza y sentencia su fin y su llegada. Todo eso hace parte también de lo viejo. Recordemos al
Dios Sueño en la mitología, cambia de apariencia y forma, lleva mensajes, y los dioses lo utilizan para dormir
al enemigo o evitar que el mortal o dios no sufra al ver algo. Todos conducen al engaño.

Día 7: De los trasmundanos


"Hinterwelter" es la palabra que traduce Sánchez Pascual como trasmundanos (cualquier forma de Dios
metafísico cuya muerte se va anunciar). Hubo un tiempo en que Zaratustra proyectó su ilusión más allá del
hombre, igual que todos los trasmundanos. Pero la figura de Dios pronto se fue distorsionando, despertando
del sueño, de la ilusión. "El bien y el mal y el placer y el dolor y el yo y el tú... Para el que sufre, apartar los
ojos de su propio dolor y perderse a sí mismo es un ebrio placer".
La proyección era una ilusión que mantenía el adormecimiento. Zaratustra se sometió a sí mismo, al sufriente,
llevó sus cenizas a la montaña y las encendió. El fantasma de desvaneció. Luego creía que esa creencia en
fantasmas no era antídoto sino sufrimiento y angustia del convaleciente. Sufrimiento y humillación. Una vía
fácil que inventó a todos los dioses y trasmundos. Pero también nos habla de un mundo interno, el creador, el
que inventa lo externo. El pequeño intermundo. El Yo. Que aprende, enseña y descubre. Enfermos y
moribundos fueron los que despreciaron el cuerpo y la tierra e inventaron los celestial y las gotas de sangre
redentoras (referencia a la Redención de Jesús, su pasión y muerte). Pero siente simpatía por el convaleciente
cuando éste mira con cariño su ilusión y se desliza lentamente a la tumba de Dios, aunque rechace sus
lágrimas.
Crítica a los pueblos enfermos que fanáticos de un Dios, que odian el conocimiento, "y a la más joven de todas
las virtudes: la honestidad". Mirar hacia atrás, donde el delirio era parecerse a Dios, y la duda, pecado.
Hipocresía pues no creen en lo que piensan que creen realmente. Creen en el cuerpo, al que también creer
enfermo, y no por su divinidad. Por eso escuchan a predicadores de la muerte, quienes predican trasmundos.
Zaratustra recomienda escuchar la voz del cuerpo. "El cuerpo sano habla más honestamente y más puro, el
cuerpo perfecto y cuadrado: y este habla del sentido de la tierra".
Así habló Zaratustra.

Día 8: De los despreciadores del cuerpo


"Soy cuerpo y alma", menciona Zaratustra que dice el niño. Y el sabio dice que es solo cuerpo y el alma es
algo dentro de ese cuerpo. Zaratustra aconseja escuchar al niño (no separa la importancia de uno y otro), hay
que despedirse del cuerpo. "El cuerpo es una gran razón, una pluralidad con un único sentido, una guerra y

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una paz, un rebaño y un pastor".


El sentido y el espíritu engañan. Hacen creer que son lo más importante. Engreídos. Y no son más que
instrumentos, juguetes, el sí mismo, el yo. Y detrás de todo (pensamientos, sentimientos) está el poderoso
soberano y sabio desconocido: el cuerpo.
Zaratustra da ejemplos de la relación entre el cuerpo y el yo mismo: cuando se siente dolor, el "yo mismo"
indica la acción que finalmente se siente en el cuerpo, que debe aprender a cómo dejar de sufrir y "pensar".
Igual con el placer, el cuerpo reflexiona sobre cómo disfrutar más a menudo. Esta relación me recuerda a la
gran pregunta filosófica sobre el origen del conocimiento, a través de los sentidos o la experiencia
(gnoseología: racionalismo/empirismo).
"Quiero decir una palabra a los despreciadores del cuerpo. Su desprecio es lo que constituye su aprecio".
Desprecio y aprecio, placer y dolor. El cuerpo creó para sí el espíritu como una mano de su voluntad. Por eso
resulta absurdo el desprecio del cuerpo. El sí mismo debe morir. "¡Yo no recorro vuestro sendero,
despreciadores del cuerpo! ¡No sois para mí los puentes que llevan al superhombre!"

Día 9: De las alegrías y de las pasiones


Zaratustra habla de las virtudes, las alegrías, penas y pasiones. En reconocer las virtudes y acariciarlas. Decir:
"es indecible e innombrable lo que da a mi alma dolor y dulzura, y es, además, el hambre de mis entrañas".
La virtud como algo único y personal, a veces en común por su nombre con el de otros. "este es mi bien, el
que amo, así es como me gusta completamente, solo así quiero el bien". No es una ley de Dios, ni una norma
o necesidad. "La virtud terrena es la que amo: en ella hay poca inteligencia y mucho menos la razón de
todos".
Menciona que un tiempo seguro llamaste malas a tus pasiones, pero sigues teniendo virtudes, que brotaron de
esas pasiones. Al poner una meta suprema en el corazón a esas pasiones, se convirtieron en virtudes y
alegrías. Y los demonios se volvieron ángeles. Perros salvaje en aves cantoras. El veneno en bálsamo. Y en el
futuro ningún mal surgirá, salvo aquel mismo que nace de la lucha de tus virtudes.
"Hermano mío, si tienes suerte, tienes una virtud y solo una: así cruzas más fácilmente el puente". Es bueno
tener varias virtudes pero un gran peso. Y menciona que hubo alguien que en el desierto se mató a sí mismo
por estar cansado de ser campo de batalla de virtudes (otra referencia y aclara la esencia de la muerte
simbólica).
Esa batalla interior de virtudes y pasiones es necesaria. La envidia, la desconfianza y la calumnia son
necesarias entre tus virtudes. La batalla de las virtudes por tu espíritu entero. Toda tu fuerza en la ira, el odio
y el amor. Las virtudes tienen celos entre ellas, y pueden morir por causa de celos. La virtud y la pasiones
entre ellas también poseen virtudes y pasiones.
"Ah, hermano mío, ¿no has visto nunca una virtud calumniándose y apuñalándose a sí misma?
El hombre es algo que debe ser superado, y es por esto por lo que debes amar tus virtudes... Pues por ellas
habrás de perecer".

Día 10: Del pálido criminal


Al inicio un hombre está siendo juzgado por un crimen: un homicidio y un robo. "Mira, el pálido criminal ha
inclinado la cabeza: el gran desprecio del hombre". A la vez que está siendo juzgando por un tribunal, el
hombre se juzga a sí mismo. Está avergonzado y cabizbajo. Zaratustra lo mira y analiza. Habla de aquello que
todos pensamos, incluso nuestros pensamientos más oscuros. Incluso los del juez. Si se supieran nuestros
más ocultos pensamientos, todos seríamos inmundicia. Pero está el pensamiento, la acción y la imagen de la
acción. Y añade que fue una imagen la que hizo pálido a ese hombre. Justo al cometer su acción criminal, no
pudo soportar la imagen. Esa terrible acción marcó su vida, su identidad, su yo mismo. En el juzgado analizan
el motivo del asesinato: ¿robo?
Zaratustra dice que no. "Su alma quería sangre, no robo: ¡él tenía sed de la felicidad del cuchillo". Pero su
razón (sus valores) no comprendieron ese acto y lo convencieron de hacer el robo para aplacar la culpa. Tener
una justificación. O venganza. Por vergüenza a su verdadero móvil. Es un ejemplo muy extremo y lúgubre el
que enfrenta Zaratustra y pone Nietzsche, pero sigue con el hilo de sus pensamientos, de aquel del desprecio

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del cuerpo, porque apunta a la hipocresía, y a la fuerte influencia de las ideas preconcebidas, del auto
juzgamiento a nuestros propios actos. "Pero hubo otros tiempos y otro mal y otro bien".
"Hubo un tiempo en que la duda era mala y también lo era la voluntad de sí mismo. El enfermo se hizo
entonces hereje y bruja: como hereje y bruja sufrió y quiso hacer sufrir". Un acto ha simplificado a ese
hombre que ha perdido todo, incluso el color de su rostro ante tal acto. "Muchas cosas de vuestros buenos me
dan asco, y en verdad no su maldad". Zaratustra explora la psicología y el inconsciente del criminal pero
también del hombre común, siempre potencial asesino frente a los valores que lo poseen y lo llevan a
reaccionar de una u otra forma. También explora ese concepto no siempre tan maniqueo, del bien y el mal,
dentro del universo de un individuo. La locura, la lucha interna, la confusión. Zaratustra no juzga, el observa e
indica, tanto al criminal como a los jueces, y el sistema de valores. El castigo, la consecuencia y la reducción
de su ser. A eso apunta Zaratustra, y no necesariamente justifica su acción pero comprende la pequeña
liberación que pudo tener. Porque, nuevamente en forma simbólica, el puente al superhombre requiere la
destrucción y la muerte.
"Yo soy una baranda en el río: ¡que se sujete a mí quien pueda hacerlo! Pero no soy vuestra maleta".

Día 11: De leer y escribir


"De todo cuanto ha sido escrito yo solo amo aquello que se escribe con la propia sangre. Escribe con sangre: y
sabrás que la sangre es espíritu".
Después de esta frase inicial afirma que no es fácil entender la sangre ajena. La sangre como símbolo de
esfuerzo y visceralidad en la composición de la escritura. Y añade que odia a los ociosos que leen. E inicia el
contraste entre estos dos actores el escritor y el lector.
Escribir con sangre y sentencias para quedar en la mente del lector, para que alcances a ese lector en busca
de algo más que la simple ociosidad. Y hace su referencia a la risa y la imaginación. "El valor quiere reír".
Habla de elevarse a las cumbres más altas, "quien escala las montañas más altas se ríe de las tragedias
teatrales y de las tragedias reales". La vida es difícil de soportar. Lo es. Pero no hay que ser tan delicados.
"Somos hermosos burros y burras de carga". "Siempre hay algo de locura en el amor. Pero siempre hay algo
de razón en la locura". Y dice que quienes más saben de felicidad son las mariposas y las pompas de jabón.
Ver moverse y bailar a las almas ligeras, locas y gráciles hace llorar a Zaratustra. "Yo solo creería en un Dios
que supiera bailar".
El demonio era el espíritu de la pesadez. Serio, grave, profundo y solemne. No se mata con ira sino con la risa.
"Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo por debajo de mí mismo, ahora baila un Dios a través de mí"..

En los distintos ejemplos Zaratustra se está refiriendo a aquellos hombres excesivamente sesudos, que buscan
confundir, que escriben y leen sin sangre, sin pasión, que no se quieren elevar sino estancar en la superficie.
Que no quieren reír ni bailar. "Amamos la vida no porque estemos acostumbrados a la vida, sino porque
estamos acostumbrados a amar".

Día 12: Del árbol de la montaña


Zaratustra notó que un joven lo evitaba. Y una tarde lo encontró sentado contra un árbol pensativo. Se acercó
y habló al joven diciendo que le gustaría sacudir ese árbol con sus manos, pero no podría. En cambio, el
viento lo tortura e inclina a donde quiere. De igual forma unas manos invisibles nos inclinan y torturan a
nosotros.
El joven se sorprendió y se asustó de la presencia del maestro. Zaratustra siguió la comparación entre el
hombre y el árbol: "Cuanto más quiere ascender hacia las alturas y la claridad, con más fuerza se hunden sus
raíces en la tierra, hacia abajo, en lo oscuro, profundo, en el mal". El joven siguió sorprendido y emocionando
porque el maestro leyó su pensamiento. Pensaba en el mal. "¿Cómo es posible que descubrieras mi alma?".
"Ciertas almas nunca serás descubiertas a no ser que primero se las invente", respondió Zaratustra. El joven
aceptó que ya no confiaba en él desde que quería ir a lo alto y nadie más lo hacía. "Me transformo demasiado
rápido: mi hoy contradice mi ayer". Arriba se encontraba solo. ¿Qué buscaba en lo alto? Su anhelo y desprecio
crecen al tiempo. Se avergonzaba de su ascensión y sus tropezones. Odiaba a los que vuelan. Estaba cansado
de lo alto. O anhelar lo alto.

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Zaratustra hace una nueva alusión a lo alto, la elevación, pero añade que, como el árbol, mientras se crece
hacia arriba también las raíces hacia abajo crecen y fortalecen la elevación. El conocimiento del mal es
fundamental para el fortalecimiento de las nociones del bien. Para llegar al bien hay que pasar por el mal. El
desprecio es normal, la envidia, las pasiones humanas. Le dijo al joven que entendía su sentir y sus lágrimas.
Pero menciona que hay que tener cuidado en ese proceso de crecimiento porque moverse entre el bien y el
mal no es sencillo... "Quieres llegar a las alturas libres, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos
instintos tienen sed de libertad". Como el prisionero que se imagina la libertad, el alma se vuelve perspicaz
pero también maliciosa y miserable. El liberado debe purificarse, de la prisión y del moho: sus ojos aún deben
volverse puros (las 3 transformaciones, el joven es un león con rezagos de camello que debe aspirar al niño).
Zaratustra animó al joven. No arrojase su amor y esperanza. Debía sentirse noble, y otros lo verían así
también incluso los que le guardan rencor. "Has de saber que todos tienen un noble que les estorba". Incluso
los buenos. Y hace la comparación entre el noble y el bueno. El noble creará algo nuevo, una nueva virtud. El
bueno quiere lo viejo y su perpetuidad. Y el riesgo del noble no es convertirse en bueno sino en sinvergüenza,
burlador y un aniquilador. Él conoció a muchos nobles que perdieron su esperanza. "El espíritu también es
voluptuosidad", decían. Sus alas se rompían y se arrastraban por lo bajo. El anhelo de ser héroes se evaporó.
"Pero por mi amor y por mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes tu héroe lejos de tu alma! ¡Conserva, sagrada,
tu más alta esperanza!"

"En 1859 esboza un drama sobre Prometeo en versos libres. Prometeo, el titán, no quiere permitir que los
hombres caigan bajo el dominio de Zeus. Quiere que sean libres, lo mismo que él es libre. Prometeo recuerda
con altivez que fue él quien puso a Zeus en el trono. Ya el joven Nietzsche no venera tanto a los dioses,
cuanto a los hacedores de dioses. El esbozo termina con un coro de hombres que anuncian a todo el mundo
que sólo se someterán a los dioses libres de culpa; pues los dioses cargados de culpa tienen que morir lo
mismo que los hombres, y por eso no pueden otorgar ningún consuelo".
¿Por qué precisamente Prometeo? ¿Es que se pretende renovar los tiempos de un Esquilio, o es que no hay ya
hombres, y es necesario hacer que aparezcan de nuevo los titanes?
"En un tratado sobre <La niñez de los pueblos>, un Nietzsche de 17 años profundiza en la genealogía de las
religiones universales. Éstas han de agradecerse, escribe <a hombres profundos que, llevados por la agitación
de su imaginación indómita, se tenían por mensajeros de los dioses supremos>".

Día 13: De los predicadores de la muerte


"Hay predicadores de la muerte: y la tierra está llena de aquellos a quienes hay que predicar la renuncia a la
vida". Inicia Zaratustra hablando de aquellos que como los despreciadores del cuerpo son almas superfluas,
inseguras y llenas de viejos prejuicios. Aquellos que dicen que "la vida es solo sufrimiento", que el fin es la
muerte y viven en la autolaceración.
Tuberculosos del alma. "Apenas nacen empiezan a morir y anhelan ardientemente doctrinas de cansancio y
renuncia". Les encantaría estar muertos. Solo ven un único rostro de la existencia. Viven con miedo, el
"temor", y lo predican también, lo difunden. Y hace una referencia a los que engendran con ese pensamiento,
a traer al mundo a un nuevo ser a sufrir. "La voluptuosidad es pecado".
"Si verdaderamente fueran compasivos, le quitarían la vida a su prójimo. Ser malos - esa sería su verdadera
bondad". Pero ellos quieren huir de la vida, "¡qué les importa que aten a otros más fuertemente aún con sus
cadenas y sus regalos!". Y Zaratustra se dirige al espectador, pregunta si no están cansados los que creen que
la vida es trabajo salvaje y desasosiego, ¿no están cansados de la vida? ¿No están muy maduros para predicar
la muerte? La inacción. ¿Cómo se soportan a sí mismos? Su diligencia es la huida y voluntad de olvidarse de sí
mismo. Si creyesen en la vida, se arrojarían menos al instante. Pero no tiene capacidad para la espera... ni
siquiera para la pereza.
La tierra está llena de los predicadores de la muerte. Su voz suena por todos lados y en todos lados está lleno
de aquellos a quienes ha de ser predicada la muerte. "O <la vida eterna>: me da lo mismo, - ¡con tal de que
transiten rápidamente a ella!".
“No se ha alcanzado aún una opinión unánime sobre Nietzsche, ni tampoco existen todavía los requisitos
previos para ello. Hasta ahora Nietzsche ha sido alabado e imitado, o bien denostado y utilizado. Su
pensamiento y sus palabras gravitan aún sobre el presente. Aún no estamos lo bastante lejos, históricamente,

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como para hacer madurar un juicio crítico sobre qué es lo que hace tan poderoso al filósofo"
(Martin Heidegger sobre Nietzsche)

Desde hace mucho tiempo se dice que en las cátedras de filosofía de Alemania que Nietzsche no es un
pensador riguroso, sino un “filósofo poeta”. Nietzsche no es de esos filósofos dedicados a cuestiones
abstractas, vagas y alejadas de la vida. Aun cuando se le defina como filósofo, debería concretarse más y
entenderlo como un “filósofo práctico”.
(Martin Heidegger sobre Nietzsche)

“La filosofía no es, para la humanidad, fría abstracción, sino vida, sufrimiento y sacrificio: así podrían
resumirse las ideas y el ejemplo de Nietzsche. Ha sido empujado hacia las orillas del malentendido grotesco;
en realidad el país al que tendía con todas sus fuerzas era el futuro; y a los ojos de gentes que ya habitan su
futuro –como nosotros, que hemos contraído tantas deudas con él en la juventud-, Nietzsche aparece como
una figura de tragedia, llena de ternura y respeto, iluminada por el relámpago de esta época de transición”.
(Thomas Mann sobre Nietzsche)

Día 14: De la guerra y del pueblo guerrero


Al hablar de la guerra, el pueblo guerrero y el guerrero en singular, Zaratustra se devuelve un poco al
concepto del mal y a los despreciadores. Porque aún estamos en las etapas de construcción y desarrollo. Por
eso Zaratustra insiste en ahondar esos valores hipócritas, aquellos que nos hace avergonzar y palidecer.
Aquello detrás de nuestros actos, nuestra cultura, implantado en nuestra psiquis por generaciones. Y la guerra
está en nuestra sangre y nuestra historia. Por eso acá Zaratustra y Nietzsche intentan darle un nuevo enfoque.
Fuera del que se lamenta y sufre, llama a los hermanos de guerras, de batallas. Los amos a todos. Y se
identifica como enemigo de todos. Y no cualquiera, el "mejor" enemigo. "Conozco el odio y la envidia en tu
corazón", él también la ha sentido. Todos lo hemos sentido. No sé avergüencen de ello. No se puede derrotar
lo que se desconoce, se ignora y lo que se es incapaz de nombrar. "Si no pueden ser los santos del
conocimiento, sean al menos sus guerreros". Los guías y precursores. Invita a que siempre busquen un
enemigo, especialmente al que habita en ellos mismos, que es el más peligroso. Identificar el odio, el
desprecio en ese enemigo. En ti. Llevar a cabo tú guerra y hacerlo por tus ideas. Si tú pensamiento es
derrotado, que tú honestidad cante victoria por ello.
Amar la paz como medio para nuevas guerras, y no aconseja trabajo sino lucha. Y no la paz sino la victoria. La
buena guerra es la que santifica cualquier causa. Pero el mensaje de Zaratustra también se extiende al plano
general, a las guerras que cambian y salvan. E invita también a la gente a reflexionar sobre ellas, en un
pensamiento incómodo sobre la violencia. "La guerra y el valor han hecho cosas más grandes que el amor al
prójimo". Porque las guerras internas en ocasiones llevan a enfrentamientos externos y otros masivos. Y se
invita a reflexionar sobre este tema sin juzgar de forma hipócrita y de rechazo, sin que actúen las
concepciones y valores que nos hacen tomar una posición por inercia.
"¿Qué es bueno? preguntan. Bueno es ser valiente. Dejad de decir: ser bueno es ser, al mismo tiempo,
hermoso y conmovedor". Si dicen que no tienen corazón o que son feos, su corazón es auténtico y envolveos
en lo sublime, el manto de lo feo.
A veces el alma crece y se vuelve altanera, y encuentra la maldad. En la maldad se encuentra el altanero y el
blando. Pero se malentienden. "Rebelión" es la nobleza del esclavo. Y para un guerrero, un soldado a veces el
deber es más importante que el querer. Para destruir los viejos valores también hay que seguir otro proceso,
una guía, una orientación.
Vivid la vida de obediencia y de guerra. No importa la larga vida. "Yo no os perdono, yo os amo del todo,
hermanos míos de guerra".

Día 15: Del nuevo ídolo


Zaratustra habla sobre la muerte de los pueblos e identifica a un nuevo agente: el Estado. "Yo llamo Estado a
aquello donde se encuentran todos los envenenados, los buenos y los malos: Estado, donde todos se pierden
a sí mismos, los buenos y los malos: Estado, donde el lento suicidio de todos - es llamado <la vida>".
Es un monstruo frío que miente diciendo que representan a un pueblo: "Soy el pueblo". En referencia a la

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biblia, dice que cada pueblo habla su propia lengua del bien y el mal, y no importa lo que diga, miente - y ni
importa lo que tenga, lo ha robado. Acá entrando al tema de la cultura, y la construcción de la cultura, que
hace parte importante de aquello a lo que crítica. Todo es falso. Una construcción. Confusión de lenguas y
signos del estado. Signo de los predicadores de la muerte. Voluntad de muerte. Los adoradores del viejo Dios,
los que se cansan de la lucha, propician el fortalecimiento del nuevo ídolo. Se rodea de héroes y hombres
honorables. Compran virtudes. Es una nueva religión el Estado. Un caballo de muerte. La cultura es un robo
de otras tradiciones, inventos y tesoros. Unos de los agentes del estado: los superfluos. Quieren dinero y
poder, pero están vacíos por dentro. Idólatras del nuevo ídolo. Todos huelen mal.
Zaratustra recomienda huir del mal olor, de la idolatría de los superfluos, del humo de los sacrificios humanos.
Pero aún hay esperanza para los que quieran cambiar. La vida libre para almas grandes. Quien posee poco,
tanto menos es poseído. Donde el estado termina, inicia el hombre no superfluo, inicia la canción de los
impredecibles. "¡Mira allí, hermanos míos! ¿Acaso no lo veis, el arcoíris y los puentes que llevan al
superhombre”?

Día 16: De las moscas del mercado


Zaratustra inicia invitando a la soledad, al silencio. Alejarse del griterío y los aguijones de los grandes y
pequeños hombres. Ser como el árbol que amas. "Donde termina la soledad, empieza el mercado; y donde el
mercado empieza, empieza también el ruido de los grandes comediantes y el zumbido de las moscas
venenosas". Se vuelven a repetir un personaje y un espacio del prólogo: el bufón y el mercado, donde
Zaratustra habló por primera vez a los hombres. El bufón, el payaso, el comediante son farsantes pero el
pueblo cree en ellos, en el acto, en la distracción. "El pueblo y la fama giran en torno a los comediantes". Y
recordemos al comediante, bufón y burlador que se define en un pasaje anterior, donde se describe como
aquel aprendiz que frustra su aprendizaje y se da por vencido, sólo le queda la envidia y la burla de los demás,
de los elevados. Por eso no son personajes comunes y tienen mucho poder de convencimiento sobre los
demás, sobre el pueblo. Una burla, una mentira. El ruido se relaciona con él porque el ruido no permite
escuchar, pensar, entender. El ruido y el mercado son aliados del bufón.
Alejarse del mercado y la fama. Huir hacia la soledad. Huir de los pequeños y mezquinos. Huir de su venganza
invisible. "No son más que venganza contra ti". No te desgastes. Tu destino no es ser un espantamoscas.
Moscas venenosas que buscan la sangre, la consciencia, la inocencia. Y crítica a los que por orgullo no son
capaces de matar a esas moscas, ni de enfadarse. Advierte en no permitir que "soportar toda su venenosa
injusticia no se convierta en tu destino". Zumban a tu alrededor, están al acecho. Son aduladores por
naturaleza. Son hipócritas, aparentan amabilidad. Los cobardes con astutos. "Con sus estrechas almas piensan
mucho en ti". Todo sobre lo que se piensa mucho termina siendo cuestionable. "Te castigan por tus virtudes.
Solo te perdonan de verdad - tus errores". "Toda existencia grande es culpable". Si eres dulce con ellos,
desconfían y se sienten despreciados. Responden con daños encubiertos. Rechazan tu orgullo sin palabras y
celebran cuando alguna vez eres lo bastante modesto para ser vanidoso. Guárdate de esos pequeños. Ante ti
se sientes pequeños.
"¿No notaste acaso cómo enmudecían cuando te acercaba a ellos y cómo su fuerza se les escapa a como el
humo de un fuego que se extingue?". Para ellos eres mala conciencia, pues no son dignos de la tuya. Por eso
te odian y quieren chuparte la sangre. Son moscas venenosas, tu prójimo. Lo grande en ti lo hace más
venenosos.
"Huye, amigo mío, a tu soledad y allí donde sople un viento inclemente y duro. Tu destino no es ser un
espantamoscas".
Conozco a varias moscas. Hay que empezar a alejarlas.

Día 17: De la castidad


Quizás sea de los capítulos en que más en desacuerdo estaremos con Zaratustra... Pero tratemos de verlo
desde el terreno espiritual y de transformación que predica. Dice que ama vivir en el bosque porque en las
ciudades hay demasiados lascivos.
"¿No es mejor terminar en las manos de un asesino que en los sueños de una mujer lasciva?". Zaratustra
crítica a aquellos hombres excesivamente lascivos que ven en yacer con una mujer como lo más alto y
placentero del mundo. Incluso que la transformación de su propia alma. No aconseja matar nuestros sentidos

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sino desarrollar la inocencia de los sentidos. Y tampoco aconseja la castidad, que igual en algunos es virtud,
pero en otros en un vicio. Como siempre, nunca está completamente de un lado.
"¿Amáis las tragedias y todo lo que rompe el corazón? Yo, sin embargo, desconfío de vuestra perra".
Zaratustra también compara en el deseo en el sufrimiento del prójimo. Un sentimiento cruel, que también
añade a los lascivos. Reconoce la pureza de la castidad, pero para quien sea algo imposible y poco auténtico
es desaconsejable, para que no se convierta en un camino al infierno.

Día 18: Del amigo


Luego de la lascivia, Zaratustra habla de la amistad. "¿Ya viste a tu amigo dormir - para saber qué aspecto
tiene? ¿Cuál es, si no, el rostro de tu amigo? Es tu propio rostro, en un espejo hosco e imperfecto". ¿No te
asustaste del aspecto de tu amigo? Oh, amigo mío, el hombre es algo que debe ser superado.
Zaratustra hace un esbozo muy interesante de la naturaleza de la amistad. Inicialmente diciendo que el
eremita siempre convive con dos voces dentro de sí. "El yo y el mí". Por lo que un amigo vendría a ser siempre
el tercero. Y ese amigo permite que la discusión entre los dos primeros no se hunda en las profundidades. El
amigo es un reflejo y un ancla a la realidad, a la superficie. "Nuestra creencia en los otros desvela en qué
parte de nosotros mismos querríamos creer. Nuestra nostalgia de un amigo es nuestra delatora".
Como reflejo de uno mismo, el amigo también representa al hombre que debe ser superado. Envidia. Amor.
Odio. Y aparece la figura del enemigo que es igual de importante. "Si se quiere tener un amigo, se debe
querer hacer la guerra por él: y para hacer la guerra, es necesario poder ser enemigo". El amigo debemos
tener al mejor enemigo. Al atacarse cada uno debe estar cerca del corazón del otro. Ser vulnerable, estar
desnudo. También debes ser para tu amigo un anhelo del superhombre. Que dentro de ti esté el deseo de
superarle o estar a su altura, así sea que no la tenga en realidad.
"Un amigo debe ser maestro en el adivinar y en el callar: no debes querer verlo todo. Tu sueño ha de
revelarte lo que tu amigo hace cuando está despierto". Convertirte en adivino, en telepáta para descubrir si la
compasión es requerida... o solo tus ojos firmes y mirada de eternidad. Algunos amigos llevan cadenas y aún
así pueden liberar de las suyas a su amigo. Aire puro. Soledad. Pan y medicina. Los roles.
Si eres esclavo no puedes ser amigo. Tampoco un tirano. "¡Oh, ¡cuánta pobreza, hombres, y cuánta avaricia
en vuestras almas! Lo que vosotros le dais al amigo, quiero yo darlo a mi enemigo, y no voy a ser más pobre
con ello".
"Hay camaradería: ¡ojalá hubiera amistad!"

Día 19: De las mil y una metas


Zaratustra habla del bien y del mal como algo subjetivo. Habla de países y pueblos que ha visto, donde lo que
era bueno para uno no era bueno para el otro, y así sucesivamente. Mil y una metas, diversos objetivos,
perspectivas e interpretaciones morales. Y poca comprensión. "Nunca comprendió un vecino al otro: su alma
siempre se asombra de la locura y maldad del vecino".
Una tabla de valores flota sobre cada pueblo. Los pueblos también se superan entre sí y aspiran a algo más
grande, junto a su tierra, su suelo y sus habitantes. La voz de la voluntad del poder.
También analiza y pone el ejemplo de 3 pueblos con algunas de sus sentencias morales históricas.
Inicialmente al que precede su nombre, el pueblo persa: "decir la verdad y ser bueno con el arco y la flecha";
el pueblo judío: "honrar al padre y a la madre y someterse a su voluntad hasta las raíces del alma"
(haciéndose poderoso y eterno tal pueblo); y el pueblo alemán (natal de Nietzsche, y del que no se sentía muy
orgulloso, evidentemente): "guardar fidelidad y dar por esta fidelidad el honor y la sangre, incluso por causas
malvadas y peligrosas". Son visiones sobre esos pueblos, cada uno con una certeza y una visión sobre lo que
es correcto y grande. Las mil y una metas. El hombre antes que nada creó el valor de las cosas, un sentido
para el hombre. Por eso se llama a sí mismo <hombre>, esto es: el que valora. Valorar es crear.
Para cambiar de valores se requiere cambiar de creadores. Siempre es necesario destruir para llegar a ser un
creador. Los pueblos. Los individuos (la creación más reciente). "Amantes fueron siempre, y creadores, los que
crearon el bien y el mal". El poder de alabar y censurar es un monstruo. "Hubo miles metas hasta ahora, pero
todavía falta Una meta. Aún no tiene meta la humanidad. Pero decidme, hermanos míos: si a la humanidad
aún le falta la meta, ¿acaso no falta también - ella misma?".

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Día 20: Del amor al prójimo


Luego de hablar del amigo, los vecinos, los pueblos y la cultura, Zaratustra habla del amor al prójimo. E inicia
contundente: "Vuestro amor al prójimo es vuestro mal amor a vosotros mismos". Advierte que huimos de
nosotros hacia el prójimo, con un falso interés, con un falso - altruismo- (Selbstlos/"falta de yo"). Aconseja no
el amor al prójimo sino huir del prójimo y el amor lejano.
Más excelso que el amor a los hombres es el amor a las cosas y los fantasmas. El fantasma corre delante de ti
y te supera en belleza, "¿por qué no le das tus carnes y tus huesos?" pero te asustas y corres al prójimo. No
soportas estar contigo mismo y no nos amamos lo suficiente, por eso acudimos al prójimo, a seducirle y darle
amor. Zaratustra desea que nos veamos obligados a crear nuestros propios amigos y huyamos del prójimo. A
conocernos. "Invitáis a un testigo cuando queréis hablar bien de vosotros; y cuando lo habéis seducido a
pensar bien de vosotros, entonces es cuando piensas bien de vosotros mismos".
Dice el loco: "el trato con los hombres corrompe el carácter, sobre todo cuando este es inexistente". "Hay
quien va al prójimo porque se busca a sí mismo, mientras que otro lo hace porque querría perderse a sí
mismo". "Vuestro mal amor por vosotros mismos es lo que convierte la soledad en una prisión". "En cuanto se
reúnen cinco, siempre tiene que morir un sexto". Desaparecer entre la multitud, entre el otro y sus otros
miles. Porque recordemos al eremita, que siempre son dos en una conscientes. El hombre se desprecia a sí
mismo y prefiere no verse, no escucharse. Perderse en el otro. Porque, así como cada pueblo tiene miles de
valores distintos, el hombre también se pierde entre la multitud, pero no en la suya. Nos asusta lo que
podamos encontrar.
También se refiere a las fiestas, donde Zaratustra identificó muchos comediantes y bufones. Distracciones.
Zaratustra enseña al amigo y no al prójimo. Que el amigo sea la fiesta de la tierra y el presentimiento del
superhombre. No a aquel que refleja lo que queremos ver, sino a aquel que nos enseña nuestra peor cara. Lo
que debe ser superado. El amigo creador siempre tiene un mundo ya terminado para regalar. "Hermanos
míos, yo no aconsejo el amor al prójimo: yo os aconsejo el amor al lejano".

Día 21: Del camino del creador


Zaratustra invita a escuchar a los que buscan el camino hacia sí mismos, a los que se retiran en soledad.
Aconseja ignorar la voz del rebaño, a su alrededor y su propia voz de rebaño, al que perteneció. Dolerá y será
difícil, pero es parte del proceso. Gracias a la consciencia única y la luz te elevarás, pero cuidado con la lujuria
y la ambición de poder, de altura. "¿Libre te llamas a ti mismo? Quiero escuchar tus pensamientos de dominio
y no que has escapado del yugo". Manejar el bien y el mal dentro de ti y orientar la voluntad de poder sobre ti
mismo. Ser juez y vengador de tu misma ley. Diagnosticar, sufrir y matar. Los pasos del creador. La
consciencia única. "Hoy sigues sufriendo por los muchos, tú, solitario: hoy sigues conservando todo tu valor y
tus esperanzas".
Para ver la altura también debes ver la bajeza. Y te mareará. Te cansará la soledad. El orgullo se retorcerá.
Algunos sentimientos querrán matarte, al solitario. Tendrás que matarlos tú primero. ¿Podrás ser un asesino?
Zaratustra recuerda el desprecio. Ya lo conoces. Dolor de justicia y de ser justos con los que te desprecian. El
que vuela es el más odiado. Les arrojarán de todo. Pero nada de eso debe ser motivo para dejar de brillar y
alumbrar. También aconseja cuidarse de los buenos y los justos. Odian a los que crean sus propias virtudes.
Odian al solitario. Cuidarse de la santa simplicidad y de los asaltos del amor. No darle la mano a todo el
mundo, sino sólo la zarpa (ojalá con garras).
"Pero el peor enemigo que puedes encontrarte serás siempre tú mismo; a ti mismo te acechas en las cavernas
y en los bosques". Solitario es el camino hacia uno mismo. Serás para ti mismo hereje y bruja y hechicero y
loco y escéptico y profano y malvado. Deberás querer quemarte a ti mismo en tu propia llama. Ser ceniza.
Construir un Dios a partir de tus 7 demonios. Te amas y te desprecias. "El amante quiere crear porque
desprecia. ¡Qué sabe de amor quien no tuvo que despreciar precisamente aquello que ama!". A la soledad con
tu amor y con el espíritu creador. "Ve a tu soledad con mis lágrimas, hermano mío. Yo amo a quien quiere
crear más allá de sí mismo y por ello perece". El camino del creador es el camino del dolor.

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Día 22: De las viejecitas y de las jovencitas


Bueno, otro capítulo que puede generar un poco de polémica por algunas referencias hacia la mujer. Pero
seguimos y tratemos de darle una lectura amplia. Zaratustra se mueve misteriosamente ocultando algo bajo
su manto. Un tesoro. Una pequeña verdad que se le fue regalada, dice. Cuenta que se encontró con una
viejecita que le dijo muchas cosas:
"Muchas cosas dijo Zaratustra también a nosotras, las mujeres, pero nunca habló sobre la mujer". Y pide que
le hable sobre la mujer también a ella, que era ya muy vieja y olvidaba enseguida.
"Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una solución: se llama embarazo". "El hombre es
para la mujer un medio: el fin es siempre el niño. ¿Pero qué es para el hombre la mujer?". "Dos cosas quiere
el hombre auténtico: peligro y juego. Por eso quiere él a la mujer, como el más peligroso de los juguetes".
Al hablar de la guerra, menciona que es cualidad única del hombre, para lo que es edixad. En cambio, la mujer
es educada para ser recreo del guerrero. Y no es falsa esa afirmación, esa era la educación y visión de la
mujer que perduró por mucho tiempo. Y sigue una afirmación interesante: "La mujer entiende a los niños
mejor que los hombres, pero el hombre es siempre más niño que la mujer". Compara a la mujer con un
juguete precioso, valioso y delicado, y la invita a descubrir al niño dentro del hombre. Quizás en una alusión a
que a través de la mujer el hombre puede llegar más rápido al estado del niño, del superhombre. Y la mujer,
¿ya lo es?
"Que el hombre tema a la mujer cuando esta ama: porque entonces ella puede sacrificar cualquier cosa y todo
lo demás le parecerá carente de valor". Creo que, en esta parte, a pesar de algunas afirmaciones, Zaratustra
está reconociendo en el espíritu de la mujer, la pasión del león, y la capacidad de pasar incluso sobre sí misma
para alcanzar un fin más alto. Como una creadora (además del sentido literal y reproductivo) de valores. Pero
la mujer tiene un gran problema por superar (aunque lo ayude en su propia superación): el mismo hombre.
También debe acabarlo y superarlo.
"La felicidad del hombre se llama <yo quiero>. La felicidad de la mujer se llama: <él quiere>". Y hace una
referencia a la obediencia en la mujer. Obedece con amor. La viejecita replica que Zaratustra se expresa mejor
de las que son más jóvenes. "¡Es extraño, Zaratustra conoce poco a las mujeres, pero tiene razón sobre ellas!
¿Ocurre esto porque, para la mujer, nada es imposible?" (esta última pregunta, alude a Lucas, 1, 37. Cuando
el ángel Gabriel le responde a María: Para Dios no hay nada imposible, en referencia a su embarazo sin el acto
carnal, y tras recordarle que su prima Isabel, más vieja, también quedaría embarazada. Recordemos que María
responde: Yo soy esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me ha dicho). Y es una relación
interesante, porque sigue la tendencia de Zaratustra y Nietzsche de trastocar las escrituras y acá compara a la
Mujer con Dios, para ellos no hay nada imposible. Por lo que hay que leer atentamente cada referencia,
relación y tratar de entender lo que podría significar, dentro de lo que venimos leyendo.
La viejecita promete una pequeña verdad, para la que se considera ya muy vieja. "¿Te diriges a la mujer? ¡No
olvides el látigo!".

Y no es casual que esa "pequeña verdad" venga de una viejecita, que también es un personaje por el cual se
canaliza lo que se dice en este capítulo. Creo que la viejecita vendría siendo también algo que hay que
superar, para la misma mujer. Es una puerta abierta de Nietzsche para que su teoría del superhombre se
extienda y sea compartida. Porque, aunque pueda parecer que se le agrede, bajo el beneplácito de otra mujer
interlocutora y sus aportes, en realidad la está elevando y dándole su propio papel e interpretación.

Día 23: De la mordedura de la víbora


Zaratustra nos habla de las ofensas y de la venganza. Y como siempre, da la vuelta a la tabla de valores:
"Los buenos y los justos me llaman el aniquilador de la moral: mi historia es inmoral".
Cuenta que una vez descansaba bajo una higuera y llegó una víbora y lo mordió en el cuello. Zaratustra gritó,
pero cuando vio que la agresora quería irse, le dijo que esperara, y le dio las gracias. Por haberlo despertado a
tiempo, pues el camino aún era largo. La víbora le dice que le queda poco tiempo, pues su veneno mataba.
"¿Pero ¿cuándo murió un dragón por el veneno de una serpiente?", respondió Zaratustra, y le dijo que tomase
de nuevo su veneno. Ésta se devolvió y le lamió el cuello, extrayendo de vuelta el veneno.
El lector, como los discípulos se preguntarán ¿Cuál era la moraleja?" Si tenéis enemigos, no le paguéis mal con

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bien, pues lo avergonzaría. Antes bien, demostradle que os ha hecho un bien". Y además, que es mejor en
todo caso que te enfurezcas a que te avergüences. Y si te maldice, que no lo quieras bendecir de vuelta. Mejor
es maldecir también un poco. Acá dando la vuelta a lo dicho en Mateo, 5, 44. Y si comete injusticia, también
realiza 5 pequeñas injusticias de vuelta. "Espantoso es ver a alguien soportando solo el peso de la injusticia".
"La injusticia dividida es media justicia". Y que la lleve solo el que pueda soportarla.
Y que una pequeña venganza es más humana que ninguna. "Es más noble quitarse la razón que quedársela
para uno, sobre todo cuando se tiene la razón". Hay que ser muy rico para ello. Y vuelve a mencionar el tema
de la justicia, el castigo y la culpa. Tras la justicia ve al verdugo y no el amor clarividente. Por eso, que
inventes el amor que no sólo lleve el castigo sino la culpa. Y la justicia que absuelve a todos, excepto a los que
juzgan. "La mentira se convierte en afabilidad en aquel que quiere ser enteramente justo". ¿Cómo pretender
dar a cada uno lo suyo? Mejor da a cada uno lo que tú tienes. Y al final, recomienda tener cuidado con las
injusticias contra los eremitas. ¿Cómo podría olvidar y vengarse? Los eremitas son pozos profundos, es mejor
no lanzarles piedras ni ofenderlos. "Pero si lo hiciste, ¡entonces matadlo también".

Día 24: Del hijo y del matrimonio


Zaratustra habla del matrimonio y del hijo, desde el punto de vista de la superación de los seres involucrados,
un trabajo conjunto de elevación, de creadores que se reinventan juntos y crean algo nuevo y una vida nueva.
Ese es el matrimonio que exalta el maestro, y crítica los demás, los superfluos. Por lo que inicia preguntando
para probar la profundidad del alma del individuo:
"Eres joven y quieres para ti hijo y matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un hombre al que le esté permitido
desear un hijo?" ¿Eres tú el victorioso, el que se domina a sí mismo, soberano de los sentidos y Señor de las
virtudes? ¿O a través de tu deseo hablan el animal y la necesidad? ¿O la soledad? ¿O la discordia contigo
mismo?
Duras preguntas que indican la importancia que para el maestro requiere la responsabilidad y el derecho de
traer un hijo al mundo. "Yo quiero que tu victoria y tu libertad anhelen un hijo. Debes construir monumentos
vivientes a tu victoria y a tu liberación". "Debes construir más allá de ti mismo. Pero primero has de construirte
a ti mismo, cuadrado en cuerpo y alma". Zaratustra ataca a quienes deciden traer a un hijo al mundo para
reemplazar o satisfacer una ausencia, los que se sientes solos y en discordia consigo mismos. Dice que el ser
humano debe empezar la tarea en sí mismo antes de meterse en construir/educar a otro ser. Y ataca la idea
cultural del matrimonio interesado, por causas ajenas.
"Matrimonio: así llamo yo a la voluntad de crear, a partir de dos, uno que sea más que quienes lo crearon. Yo
llamo matrimonio a la reverencia recíproca de quienes quieren con esa misma voluntad". Pero esos
matrimonios superfluos, de pobreza y suciedad de almas, ese lamentable deleite en pareja. "A todo eso lo
llaman matrimonio; y dicen que sus matrimonios han sido contraídos en el cielo". Atacando la concepción
religiosa. "No me gusta ese nido celestial de animales sinuosos". Y a continuación, como es habitual, reescribe
y contradice varios paisajes bíblicos donde se exalta esa unión y la gracia de Dios. "¿Qué hijo no tendría
motivos para llorar por sus padres?". Aquellos para los que el amor son cortas tonterías con una larga
estupidez, anhela que ojalá fuese compasión por dioses sufrientes y escondidos. Debería ser una antorcha que
ilumine caminos más elevados. Amar más allá que a uno mismo. Pero primer se debe aprender a amar. Y a ti.
"Beber del cáliz amargo de vuestro amor". "Hay amargura en el cáliz del mejor amor: ¡por eso produce
nostalgia del superhombre, por eso te provoca sed a ti, creador!".
"Sed del creador, flecha y nostalgia del superhombre: dime, hermano mío, ¿tal es tu voluntad de matrimonio?
Santos son para mí semejante voluntad y semejante matrimonio".

Día 25: De la muerte libre


"Hay que poner fin al dejarse comer cuando mejor sabor tiene uno: esto lo saben quiénes quieren ser amados
durante mucho tiempo". Como las manzanas ácidas que esperan hasta el último día del año amarillas y
arrugadas.
Zaratustra nos habla de la muerte libre e inicia cuestionando los dichos populares y la concepción general
sobre la muerte: los que mueren demasiado tarde o demasiado pronto. "Muere a su debido tiempo" predica el
maestro. Quien no vive a su debido tiempo, "¡Ojalá nunca hubiera nacido!". Eso dice a los superfluos, quienes

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quieren de hacer de la muerte algo importante. Deberíamos aprender a morir de dos formas: victoriosamente,
rodeado de seres esperanzados y prometedores, o en combate derrochando un alma grande. A ambos le
parece ridícula la muerte del superfluo. Elogia la muerte libre, consciente, la que viene porque "yo quiero".
Que viene a los que tienen una visión, una meta y un heredero. "Por reverencia a la meta y el heredero, ya no
colgará coronas marchitas en el santuario de la vida".
Y como todo es simbólico, cuando habla de envejecer no se refiere a la edad solamente, sino a los que
envejecen de corazón y de espíritu. Hay ancianos en su juventud, pero una juventud tardía mantiene joven
por mucho tiempo. Pero a aquellos que mal viven y tardan mucho en irse, les desea la venida de los
predicadores de la muerte rápida. Pero sólo escucha la predica de la muerte lenta. "Es lo terrenal lo que tiene
demasiada paciencia con vosotros".
Y menciona lo demasiado pronto que murió aquel hebreo a quien honran los predicadores de la muerte lenta.
Jesús. Conoció las lágrimas y melancolías de los hebreos junto con el odio de los buenos y justos. Menciona
que mejor se hubiese quedado más tiempo en el desierto, lejos de los buenos y justos. Dice que si hubiese
vivido más y alcanzado su edad se hubiese retractado de su propia doctrina. "Era lo bastante noble como para
retractarse". Compara al hombre con el joven, al maduro y al inmaduro. En el hombre hay más del niño que
en el joven, y menos melancolía: entiende más de la muerte y la vida.
Que la muerte no sea difamación sobre el hombre y la tierra, sino que brille vuestro espíritu y virtud.
Zaratustra quiere morir y que todos amen más la tierra. Esa esa su meta y los hombres sus herederos. Lanza
la pelota. Por eso demoró más en la tierra.

Día 26: De la virtud que hace regalos (1)


Al despedirse de la ciudad "La Vaca Colorida", Zaratustra fue seguido por varios discípulos en su camino. Pero
al llegar a un cruce de caminos, el maestro les dijo que quería seguir solo. Sus discípulos le regalaron un
bastón con la figura de una serpiente enroscada a un sol. Zaratustra aceptó y se alegró con el presente. Les
dio un discurso final sobre los regalos y la virtud de oro.
Inicia hablando del valor del oro como valor supremo. "Por ser raro e inútil y brillante y suave en su
resplandor". Por eso siempre se regala. Imagen de virtud suprema. Y pregunta si como él aspiran a la virtud
de hacer regalos. Que tengan la sed de acumular riquezas en el alma para convertirse a sí mismos en ofrendas
y regalos. Además de virtud, se debe amar esa disposición, ese acto. Ladrón de todos los valores; pero en un
acto egoísta que es sano y santo. No como el otro egoísmo enfermo, el de la codicia, que es degeneración
invisible. La falta de virtud de hacer regalos. De dar. De darse.
Los nombres de la virtud son símbolos de la elevación. El cuerpo deviene y lucha. El espíritu es su fiel
acompañante. "Todos los nombres del bien y el mal son símbolos: no expresan nada, tan solo señalan. ¡Un
loco es quien pretenda sacar de ellos un saber!". Y recuerda que cada vez que nuestro espíritu quiera hablar
en símbolos: ahí está el origen de nuestra virtud. En el cuerpo está cautivo el espíritu para que se vuelva
creador y valorador y amante y benefactor de todas las cosas. Y finaliza mencionando distintas acciones donde
se encuentra el origen de nuestra virtud: como cuando estemos por encima de la alabanza y la censura.
Nuestra virtud es un nuevo bien y nuevo mal. Un nuevo y profundo murmullo, la voz del nuevo manantial.
Es poder. Nueva virtud. Pensamiento dominador. Entorno de un alma inteligente: un sol de oro, y entorno al
sol, la serpiente del conocimiento. Zaratustra contento con el regalo de sus discípulos con ese simbolismo. Que
se nos parece al cetro de Esculapio, el símbolo de la medicina. Porque Zaratustra es un médico para la
enfermedad moral del mundo, como dice Sánchez Pascual. En su enroscarse alude al eterno retorno. Y el sol
interno al que se aferra: el conocimiento.

Día 27: De la virtud que hace regalos (2)


Siguió Zaratustra hablando a sus discípulos, dando mensajes positivos sobre su camino y su futuro.
“¡Permaneced fieles a la tierra, hermanos míos, con el poder de vuestra virtud!” ¡Que vuestro amor que hace
regalos y vuestro conocimiento sirvan al sentido de la tierra! Así os pido y os conjuro. Recomendó elevarse,
pero no escapar de la tierra ni batir las alas contra los muros. Pues a veces la virtud se pierde volando. Traer y
devolver la que se ha perdido de la tierra. La locura y error se convierte en cuerpo y voluntad. El hombre es
un ensayo, la ignorancia y el error son naturales. Caer. Perderse. Es peligroso ser herederos. Buscar sentido

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en el sinsentido, dar un nuevo valor a las cosas… Ser luchadores y creadores.


“El cuerpo se purifica por medio del saber”. “Hay miles de senderos que aún no han sido recorridos; mil
formas de salud y de islas ocultas de la vida. El hombre y la tierra del hombre siguen siendo inagotables e
incógnitos”. Escuchar los vientos con aleteos misteriosos del futuro, que traen la buena nueva. “Vosotros, los
solitarios de hoy, vosotros los apartados, debéis llegar a ser pueblo algún día”. Los que se han elegido y
construido a sí mismos deben crear un nuevo pueblo, que será el del superhombre.
“¡En verdad, la tierra aún debe llegar a ser un lugar de sanación! ¡Y ya hay un nuevo aroma envolviéndola, un
aroma que trae la salud, y una nueva esperanza”!

Día 28: De la virtud que hace regalos (3)


Les habló Zaratustra a sus discípulos, guardó silencio y se despidió. Les recomendó que también se fueran
solos. Iniciaran sus respectivos viajes. Les dijo que se alejaran de él, de Zaratustra y desconfiasen de lo que
les había enseñado. Quizás los engañó. Que descubran por sí mismos sus verdades y las contrasten. "El
hombre de conocimiento no solo debe poder amar a sus enemigos, sino también odiar a sus amigos". El
discípulo debe siempre retar al maestro, no siempre seguirlo. El mejor maestro enseña a dudar. "¡Cuidaos de
no morir aplastados por una estatua!". "Aún no os habíais buscado a vosotros mismos: entonces me
encontrasteis. Así actúan todos los creyentes; por eso vale tan poco cualquier fe".
"Ahora os llamo a que me perdáis y os encontréis a vosotros". Y sólo cuando ya renieguen de él, será cuando
querrá volver. Entonces él buscará con otros ojos y otro amor a sus extraviados. Y sólo entonces serán amigos
y niños de una sola esperanza. Y celebrarán el gran mediodía. Ese intermedio a mitad de camino entre el
animal y el superhombre. El camino hacia el atardecer con una nueva esperanza. Hacia un nuevo amanecer.
Se bendecirá así mismo aquel que perece, pues él es uno que camina hacia el otro lado; y el sol de su
conocimiento estará para él en el mediodía. "Muertos están todos los dioses: ahora queremos que viva el
superhombre". Que este llegue a ser, en el gran mediodía, nuestra última voluntad.
Fin Parte 1.

Parte 2

Día 29: El niño del espejo


Inició Parte 2. Luego de despedirse de sus discípulos, Zaratustra volvió a la montaña y a la soledad de su
caverna. Se apartó de los hombres y esperó, al igual que el sembrador que ha esparcido su semilla. Pero
pronto se desesperó por aquellos a quienes amaba y aún tenía tanto por darles. Se mantuvo y resistió su
impulso, eso amor por seguir dando regalos. Su sabiduría creció tanto que hasta dolores tenía. Una mañana
despertó asustado por un sueño. Pensó que un niño se le había acercado con un espejo. Pero recordó que al
mirar en el espejo no se vio a sí mismo sino la cara grotesca y burlona de un demonio. Él comprendió: "¡Mi
doctrina está en peligro, la mala hierba pretende ser trigo!". Los falsos profetas. Enemigos habían deformado
la imagen de la doctrina, llevando confusión a los amados.
Zaratustra pensó que debía volver a buscar a quienes perdió. Se levantó de un salto ante la mirada de su
águila y su serpiente. Estaba feliz. Volvería bajar a donde sus amigos y enemigos. Volver a dar lo mejor de sí.
Dar regalos. "Sin duda, hay un lago dentro de mí, un lago solitario, autosuficiente; pero el caudal de mi amor
los arrastra consigo hacia abajo - ¡hacia el mar!".
Su doctrina también se había renovado. Nuevos caminos. Palabras nuevas. Cansado de viejas lenguas. Y
previene de que quizás nosotros nos asustaremos con su nueva filosofía, con su sabiduría salvaje y huyamos
junto a sus enemigos. "Mi sabiduría salvaje quedó preñada en solitarias montañas; dio a luz a su cría más
nueva, la última, sobre áridas rocas". Zaratustra vuelve listo y recargado.

Día 30: En las islas afortunadas


Zaratustra se compara al viento del norte que hace caer a los higos maduros y dulces de los árboles. Menciona
la necesidad de cambiar el anhelo de Dios hacia el del superhombre. "Dios es suposición", y quiere que
nuestro suponer no sobrepase nuestra voluntad creadora. Si crearon a un Dios, también pueden crear al

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superhombre. Es el mensaje. O sino, en padres o antepasados del superhombre. Que lo que pensamos se
transforme en algo pensable, visible y sensible para el hombre. Crear nuestro propio mundo. ¿Y la esperanza?
"No habéis nacido con derecho a lo incomprensible ni a lo irracional".
"Todo lo imperecedero es solo un símbolo. Y los poetas mienten demasiado". Aversión a todas las doctrinas
del Uno y Pleno y lo Inmóvil y lo Saciado y lo Imperecedero". Los mejores símbolos deben hablar del tiempo y
del devenir. "Crear... Es la gran redención del sufrimiento y el modo como la vida se vuelve ligera". El creador
que anhela el niño debe estar dispuesto a sufrir y morir. "Recorrí mi camino a través de cientos de almas y de
cientos de cunas y dolores de parto. Ya me despedí muchas veces, conozco las últimas horas que rompen el
corazón". Me parece un guiño a la creencia de la reencarnación. Es el destino elegido por la voluntad creadora,
aunque no lo sepa en su momento.
"El querer hace libres: esta es la verdadera enseñanza sobre la voluntad y la libertad". Que nunca te llegue el
cansancio de querer, valorar y crear más; o que no dure mucho. Que siempre tengas el martillo a la mano
hacia la piedra. Una imagen se oculta en cada piedra, un tesoro. Una prisión. Una sombra visitó a Zaratustra,
la belleza del superhombre, que se volverá a tratar más adelante. "¡Ay, hermanos míos! ¡Qué me importan ya
- los dioses-!

Día 31: De los compasivos


"Y hace poco le escuché decir esta frase: <Dios está muerto; Dios ha muerto a causa de su compasión por los
hombres>". Zaratustra habla de los compasivos, y en esa frase fundamenta parte de su crítica. El hombre
compasivo, el animal de las mejillas rojas, el que tuvo que avergonzarse varias veces. Vergüenza. Vergüenza.
Esa es la historia del hombre.
"No me gustan los misericordiosos, los que son bienaventurados en su compasión: les falta demasiado la
vergüenza" (En Mateo, 5,7 se enuncia dichosos a los compasivos con otros). El gran pecado original del
hombre es alegrarse demasiado poco. Mucho sufrimiento, vergüenza. La compasión trae consigo una
disminución del espíritu, un desprecio, una falsedad y un orgullo. "Si aprendemos a alegrarnos mejor,
entonces aprenderemos a no dañar a los demás y a olvidar cómo hacer daño".
"Las grandes cortesías no hacen a los hombres agradecidos, sino vengativos; y si el pequeño favor no es
olvidado, termina convirtiéndose en un gusano roedor". "¡Sed reacios a la hora de aceptar algo! ¡Honrad
cuando lo aceptéis!". Así aconseja al que no tiene nada que regalar. Pero todos tenemos algo. La virtud que
hace regalos. Conocimiento. Tiempo. Pero mucho cuidado a quien se le da. Los remordimientos enseñan a
morder. Lo peor: los pensamientos pequeños. Es mejor hacer algo mal que pensar algo pequeño. Como las
pequeñas maldades, que crees no hacen nada. "La mala acción es como la úlcera: escuece y pica y se abre, -
habla honestamente".
"Es difícil vivir con hombres porque es difícil guardar silencio. Y no es contra quien nos repugna, sino contra
quien nos resulta indiferente, con quien somos más injustos". Si tienes un amigo sufriente, sé para su
sufrimiento un lugar de descanso, al tiempo que un lecho duro: así serás más útil. Y si uno te hace mal, di:
"Te perdono lo que me hiciste; pero que te lo hayas hecho a ti mismo - ¿cómo podría perdonar eso?". Así
habla todo amor grande: él supera incluso el perdón y la compasión.
El mundo está lleno de las tonterías de los compasivos. Creando sufrimiento. Que todos los amantes aspiren
una altura por encima de su compasión. "Así me habló el demonio una vez: <también Dios tiene su infierno:
su amor por los hombres>". Quedad advertidos frente a la compasión. Sigue viniendo como una pesada nube.
Y recuerda: "Todo amor está por encima incluso de toda su compasión, pues ese amor quiere, además, ¡crear
lo amado!".
"Yo mismo me ofrezco a mi amor, y a mi prójimo igual que a mí - así hablan todos los creadores. Pero todos
los creadores son duros".

Día 32: De los sacerdotes


"Aquí hay sacerdotes: y aunque son también mis enemigos, ¡pasad en silencio junto a ellos y con la espada
dormida!". Menciona que entre ellos hay héroes, pero muchos han sufrido demasiado y por eso quieren hacer
sufrir a los demás. Nada es tan vengativo como su humildad. Y cuando pasó junto a ellos, Zaratustra sintió
dolor. Por ellos. "Me parecen prisioneros y hombres marcados. Aquel a quienes ellos llaman redentor los
postró encadenados". Cadenas de falsos valores y palabras necias. Y los refugios y cavernas que construyeron

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para sí mismos: las iglesias. De luz falsa y aire viciado. Donde el alma no tiene derecho a volar a sus alturas.
"Llamaron a Dios a lo que les contradecía y causaba dolor: ¡y en verdad había mucho heroísmo en su
devoción! ¡Y no supieron amar a su Dios de otro modo que clavando al hombre en la cruz!". También
relaciona la figura de Dios como la fachada, la excusa, la tapa huecos para tapar los orificios del espíritu de los
redentores. Son representantes de la compasión, que se inflaba y donde ahogan el espíritu. Se creen pastores
de ovejas, y les señalaban un solo puente hacia el futuro. Esos pastores también eran ovejas. Marcaban el
camino con su sangre e hicieron creer que la verdad se demuestra con sangre. El sufrimiento. El desprecio al
cuerpo. Cuando la sangre es todo lo contrario.
Hubo hombres más grandes que aquellos sacerdotes y redentores. Y los hombres deben ser redimidos por
hombres más grandes que ellos para encontrar el camino a la libertad. No hay rastro del superhombre. Solo
dos hombres. Uno grande y otro pequeño. Se parecen, pero incluso el más grande lo encontró - demasiado
humano -.

Día 33: De los virtuosos


"¡Encima queréis que se os pague, virtuosos! ¿Queréis recibir una recompensa a cambio de virtud, y cielo a
cambio de tierra, y eternidad a cambio de vuestro hoy?". Zaratustra habla de aquellos virtuosos, que como los
compasivos son seres que se ocultan tras el lenguaje. Tras la palabra que se conoce que debe ser buena por
naturaleza. Y el lenguaje es precisamente una de las claves en la crítica general de Zaratustra y Nietzsche.
"Todos los secretos de vuestro interior deben salir a la luz; y cuando estéis yaciendo bajo el sol, destrozados,
vuestra mentira será separada de vuestra verdad". Los virtuosos quieren retribución de su virtud, de su
estatus, de su marca, de su falsedad. "Vuestra virtud es vuestra más preciada mismisidad". "La sed del anillo
está en vosotros: pues todo anillo gira y se retuerce para alcanzarse a sí mismo" (El anillo como símbolo el
eterno retorno y la inmanencia de los valores). Para otros, la misma virtud es un látigo, un castigo, un
sufrimiento y hasta la misma pereza de sus vicios. Dignidad y virtud que en secreto repudian. Acciones sin
alma ni espíritu. Anhelando un premio y evitando un castigo. El sentido de justicia.
Y aquellos que orgullosos de su virtud y su justicia propician crímenes contra todos. Otras veces propician la
venganza y se ensalzan para humillar a otros con su virtud. O los que piensan que la virtud es un gesto: sus
manos y rodillas rezan, pero no su corazón. También quieren ser edificados y erguidos por su virtud. Pero
Zaratustra no vino a señalar sino a nos cansemos de las palabras viejas que hemos aprendido de los dementes
y los mentirosos. Del lenguaje que gobierna de forma inconsciente nuestra vida. Palabras que repetimos sin
sentir, sin pensar. De las palabras: premio, castigo, mérito, venganza en la justicia, etc. Y de decir: "Una
acción es buena cuando es desinteresada". Que la acción sea nuestra palabra. Al quitarnos las palabras
comunes nos sentiremos como niños sin juguetes. Lloraremos. Pero vendrán juguetes nuevos, serán creados.
Seremos consolados.

Día 34: Sobre la chusma


"Arrojaron su mirada al fondo del pozo: ahora el pozo me devuelve el reflejo con una sonrisa perversa". Así
describe Zaratustra a la chusma, luego de los compasivos, virtuosos y sacerdotes, menciona a esas figuras de
la falsedad que contaminan cualquier lugar.
Pero como todo en la vida, donde hay necesidad de muerte, de enemistad, de martirio, también hay necesidad
de la chusma. Los pozos envenenados, los fuegos pestilentes, los sueños sucios y los gusanos en el pan de la
vida. A veces incluso está llena de espíritu la chusma. Los gobernantes negocian con ellos y dejan su
pestilencia por donde pasan. Pero esa aversión a la chusma también permite alejarse de su presencia e
influencia. Pronto logras la elevación donde no hay pozos pestilentes sino manantiales puros. El manantial del
placer. La chusma no tiene alcance. Ahora, cada uno es un propio pozo, puro, también somos verano y
mediodía. Nuestro pozo nos sonríe sin malicia. Y cuando nos habla de construir nuestros propios nidos sobre el
árbol del futuro, realiza otra referencia bíblica a la migración y traslado de pueblos hacia un mejor lugar. Lejos
de la chusma y cerca a los nuevos vecinos de la altura: el águila, la nieve, el sol y los vientos fuertes.
Zaratustra es viento fuerte y dice a sus enemigos: "guardaos de escupir contra el viento".

Día 35: De las tarántulas


Zaratustra habla de las tarántulas, que para él son seres vengativos encubiertos. También son falsos y

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predican la hipócrita igualdad. Tejen finas líneas, casi invisibles; telarañas que ocultan sus fines: la venganza.
Arrogancia apenada, envidia reprimida son pilares de las tarántulas, y ambos sentimientos contra sus padres.
Traumas generacionales. Con veneno en el interior esperando ser expulsado. "En cada una de sus quejas
resuena la venganza y en cada elogio hay un ataque". Desconfíen de todos en quienes es poderoso el instinto
de castigar. También de los que hablan mucho de justicia y se llaman a sí mismos "los buenos y los justos".
Los faros morales. Lo único que les falta para ser fariseos es - ¡el poder!
Advierte sobre los predicadores de la luz pero que también predican en secreto a la igualdad y a las tarántulas.
Hablan a favor de la vida, y la detestan en secreto. Son predicadores de la muerte. Históricamente
calumniaron al mundo y quemaron herejes. "Los hombres no son iguales". Ojalá se apresuraran a los puentes
que llevan al superhombre. Deben enemistarse, inventar imágenes y fantasmas para luchar contra sí mismo y
sus viejos valores. Recrearse. Superarse. Deben elevarse sobre los templos. Las cuevas de las tarántulas se
ubican bajo las ruinas de un viejo templo.
Hay lucha y desigualdad incluso en la belleza, y guerra por el poder y el sobre poder. Las tarántulas siempre
están al acecho y nos picarán, pidiendo castigo y justicia. Hay que luchar contra ellas. Como el mismo Odiseo
lo pidió a sus hombres para protegerse del canto de las sirenas: "¡Para no sufrir vértigos, amigos míos,
atadme fuerte a esta columna!". Zaratustra no es remolinos de venganza con vueltas peligrosos, sino un
bailarín. Pero nunca un bailarín de tarantela. En referencia a los síntomas nerviosos que generaba la picadura
de la tarántula. La tarantela era un baile que permitía la curación.

Día 36: De los sabios famosos


Zaratustra sigue explorando a los falsos e hipócritas. Los sabios famosos son estafadores que predican los
viejos valores sin comprenderlos. "¡Y el hombre que conoce debe aprender a edificar con montañas! Poca cosa
es que el espíritu mueva montañas". Hablan del espíritu y no lo entienden, no lo sienten. "Es la vida que se
desgarra en la vida: con el propio tormento aumenta el propio saber". Conocer la chispa del espíritu, pero
también ver el yunque del que proviene y la crueldad del martillo. Conocer el orgullo y la humildad del espíritu.
"No sois águilas: por eso no habéis experimentado tampoco la dicha que hay en el terror del espíritu. Y quien
no sea pájaro, no debería posarse sobre el abismo". "Sois tibios: pero es fría la corriente de cada conocimiento
profundo. Heladas están las fuentes más íntimas del espíritu". "¡Estáis ahí para mí honorables y rígidos, y con
la espalda derecha, sabios famosos! - no os empuja ningún viento ni voluntad fuertes".
Los sabios famosos alimentan la ignorancia, el miedo, la superstición, el desprecio del pueblo. Predicadores de
la muerte, la verdad y la justicia. Son los proclamados justos y buenos. Son la voz de Dios. Se disfrazan de
leones, pero no lo son. Son actores. Nunca han visto, sentido, ni experimentado nada. Lo inventan. La
sabiduría salvaje de Zaratustra navega sobre el mar que los sabios famosos se imaginan. No pueden abordar.

Día 37: La canción de la noche


Acá inician las series de canciones, que representan de los capítulos más poéticos de Zaratustra (aunque todo
es poético). En forma general, la noche es una reflexión, un momento de quietud, de paz, que enfrenta al
iniciado consigo mismo. Es el momento de las dudas, del balance, y de los eventos cruciales en que se puede
replantear mejor nuestras concepciones y valores. Crecemos en los sueños. Seguimos el aprendizaje y la lucha
en la imperturbable calma.
"Es de noche: todos los manantiales hablan ahora más alto. Y también mi alma es un manantial". El manantial
es nuestra alma que reposa, trasciende y se transforma. Todas las almas y manantiales del mundo reposan a
la luz de la luna. También suenan las canciones de los amantes y la canción de la noche, de nuestro
manantial, que sigue en actividad ante la inercia del cuerpo físico. "Hay en mí algo insaciado, insaciable;
quiere hacerse oír. Hay en mí un anhelo de amor que habla él mismo el lenguaje del amor".
La luz y la noche. El ruido y el silencio. Mamar de los pechos de la luz. Pero mantener la propia llama que
brota en nosotros. "No conozco la dicha de los que reciben; y a menudo sueño que robar fuera más
bienaventurado que recibir" (Acá en alusión al Discurso de Pablo a los ancianos de Efeso en los Hechos de los
apóstoles que reza: Hay más dicha en dar que en recibir).
También en alusión a los momentos de duda, menciona las veces que cansa aparentar ser bueno en exceso.
"Mi mano nunca se cansa de regalar". "Toman de mí: ¿pero acaso toco yo su alma? Hay un abismo entre el
dar y el tomar". El hambre que lleva a dañar a quienes se ilumina y robar a quienes se hace regalos. Las

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virtudes que se cansan en su sobreabundancia, así como la sabiduría del maestro que se cansó de estar
retenida. El balance. El equilibrio. "Haciendo regalos murió la dicha que provocaba hacer regalos". "Quien
siempre regala corre el peligro de perder el pudor; quien siempre reparte, tiene el corazón y las manos
encallados de tanto repartir". Los ojos ya no sufren ante la vergüenza de los que piden. Iluminar más que dar.
"Muchos soles gravitan espacios vacíos: con su luz hablan a todo cuanto es oscuro". Solo los oscuros y
nocturnos beben de las ubres de la luz. Sed de oscuridad y de luz. Y Soledad. Balance. Llega la noche y el
manantial se remueve. Brota la canción. El deseo. "Hablar es lo que deseo". Es de noche: hablan todos los
manantiales. Las canciones de los amantes y la canción de la noche.
Y recordamos a Heráclito, conocido como "El oscuro" de Efeso. Nada permanece igual, todo fluye. Y su
ejemplo vital, con el agua, el manantial, el alma. En cada canción nocturna hay posibilidad de cambio. En casa
día.

Día 38: La canción del baile


Cuenta que una tarde Zaratustra caminaba con sus discípulos cuando de repente se encuentran un gran
espectáculo: unas muchachas bailaban entre ellas en un prado verde rodeado de árboles. Zaratustra,
admirador del baile, quedó encantado, pero cuando las muchachas los reconocieron se detuvieron.
Zaratustra les dijo que no se detuvieran por él, que no iba con mirada perversa o con enemistad por ellas y su
divino baile. Él mismo era un bosque y una noche de árboles oscuros, pero quien no temiese de su oscuridad
también encontraría rosas bajo sus cipreses. E incluso también al Dios pequeño, el preferido de las
muchachas. Que además es caprichoso y les pedirá un baile. El maestro cantaría la canción, que sería una
sobre el espíritu de la pesadez. Una burla.
A continuación se pasa a la canción que Zaratustra cantó mientras las muchachas bailaban con Cupido, el dios
pequeño. Un bello poema sobre la mujer, el amor, la vida y la sabiduría, en donde traza distintos paralelismos
poéticos entre ellas. "¿Quién es esa sabiduría? ¡Ah, sí, la sabiduría! Se tiene sed de ella pero no sacia, se la
mira a través de velos y se la intenta atrapar con redes". Cuando acabó la canción y el baile, Zaratustra se
sintió triste. Algo desconocido le rodeaba pensativo. "¿Aún vives, Zaratustra? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por qué
medio? ¿Hacia dónde? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿No es una locura seguir viviendo?". Era el atardecer el que
preguntaba. Se hizo de noche: "¡perdonadme que se haya hecho de noche!".

Día 39: La canción del sepulcro


En este capítulo Zaratustra habla de los sepulcros, de la muerte transformadora, del paso del tiempo y de la
juventud, que siempre muere y queda enterrada en un sepulcro. Oh la juventud, ese espacio corto de
éxtasis y experimentación, que exige que todos los días sean bienaventurados. Que dice que todos los seres
deberían ser divinos. La inocencia. La ingenuidad. Las equivocaciones. La ilusión.
Ataca a sus enemigos por haberle robado y matados los rostros de su juventud y los prodigios más amados de
ella. Los compañeros de juego. Los espíritus bienaventurados. Al final de la juventud hay un quiebre y una
sensación de mortalidad, de ocaso. También en la juventud se experimenta en grado sumo por primera vez la
contradicción, el descubrimiento de la mentira y la falsedad en los demás y en uno mismo. Constantemente
entre la miel y la hiel. A veces no se diferencian. O aprendemos que cada cosa o acto tiene su dualidad. Y no
nos gusta descubrir ciertas cosas. Duele. Pero la vida es dolor, no del sufrimiento gratuito de los falsos, sino
dolor de cambio. De reconocer verdades y errores.
En la isla de los sepulcros se encuentra la juventud. Atravesar la isla para ir de nuevo al encuentro de ese
tiempo es doloroso. Y es bueno o natural que muera pronto, que sea un espacio corto, porque es un
constante juego al borde del abismo, lo que también lo hace puro. El baile y el canto también se experimentan
en grado sumo en la juventud. Pero todos los rostros de la juventud mueren. ¿Cómo se puede soportar tal
perdida? ¿Cómo pudo mi alma levantarse de nuevo de aquellos sepulcros? Solo hay algo inalterable: la
voluntad. "Silenciosa e inalterable avanza a través de los años". Pero hay algunos que demoran en salir de los
sepulcros, de la nostalgia de la juventud. "En ti vive aún lo que no ha sido liberado de mi juventud; y aquí te
sientas esperanzada, como vida y juventud, sobre las ruinas de los sepulcros".
"Sí, sigues siendo para mí la destructora de todos los sepulcros: ¡salve a ti, voluntad mía! Y solo donde hay
sepulcros, hay resurrecciones".

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Día 40: De la superación de sí mismo


En este capítulo Zaratustra habla de la voluntad. Dice que todas las voluntades, la de la vida, de la verdad, del
más débil, de conversión, entre otras, todas son la misma voluntad de poder. Acá se explaya un poco en uno
de los grandes temas de Nietzsche.
"Voluntad de convertir todo ser en algo pensable: ¡así llamo yo a vuestra voluntad!". Cuando la mayoría
siempre intenta hacer lo contrario. La voluntad de poder incluso cuando hablamos del bien, del mal y de
valoraciones. La vieja voluntad pasea en una barca sobre el río del devenir, dentro de ella lo que él pueblo
considera bueno y malo. Debemos dejar que la arrastre. El río no es el peligro, ni el fin del bien y del mal, sino
de aquella vieja voluntad que los acompaña.
Cuenta el maestro que al buscar entre los vivos encontró siempre el discurso de la obediencia. "Todo lo vivo es
obediente". Y "quien no sabe obedecerse a sí mismo, es gobernado por otro. Tal es la condición de lo vivo". Y
escuchó decir que "dar órdenes es más difícil que obedecer", naturalmente, porque además de llevar el peso
del subordinado (que presiona con aplastarlo), también siempre existe un riesgo, un ensayo, "lo vivo se
arriesga a sí mismo". Incluso cuando de manda sobre sí mismo.
"Donde encontré algo vivo, encontré la voluntad de poder; e incluso en la voluntad del sirviente encontré la
voluntad de convertirse en señor". La voluntad del débil lo empuja a servir al más fuerte. Y así como lo
pequeño se entrega a lo grande para obtener placer y su poder es pequeño: así también se entrega lo más
grande, y por amor al poder - arriesga la vida misma. Es la entrega del grande, es riesgo, peligro y un juego
con la muerte. "Y donde hay sacrificio y servicio y miradas de amor: allí también hay voluntad de ser señor".
Un camino más difícil y tortuoso, pero poco a poco se desliza al objetivo y al corazón del más poderoso - y le
roba el poder.
La vida le contó ese secreto: "Mira, dijo, soy aquello que siempre debe superarse a sí mismo". Lo llaman
voluntad de creación, impulso a un fin, hacia lo alto, pero todo es una misma voluntad. "Prefiero hundirme
que renegar de esa única cosa". Ser lucha, devenir, finalidad y contradicción.
"¡Un bien y mal imperecederos - no existen! Siempre tienen que superarse desde sí mismos". Y el creador de
bien y del mal debe ser primero un aniquilador de valores. "Así es como el mal supremo pertenece al bien
supremo: pero este último es el bien creador".
Hay que hablar de voluntad de poder. Aunque sea desagradable a veces. Pues las verdades silenciadas se
vuelven venenosas. "¡Y que se rompa todo aquello de nuestras verdades - que se pueda romper! ¡Hay cosas
que todavía están por construir!

Día 41: De los sublimes


Zaratustra vuelve a describir a los monstruos caprichosos que viven en aparente calma junto a nosotros. "Hoy
vi a un sublime, un ceremonioso, un penitente del espíritu: ¡Oh, ¡cómo río mi alma por su fealdad!". Con el
pecho hinchado, cubierto de feas verdades y muchas espinas. No conocía aún la risa ni la belleza. Habita en el
bosque del conocimiento y está siempre al acecho como un animal salvaje. Son almas tensas, cimentadas por
la mentira y la falsedad. Pretenden constantemente. No les gusta aceptar no saber algo, aunque en realidad
no lo sepan. Y no quiere decir que no sepa nada, pero siempre debe estar por encima del otro, un sublime.
Solo cuando se canse de esa sublimidad será interesante para el maestro. Cuando se aparte de sí mismo y
salte sobre su sombra, llegará al sol. No son causas perdidas. Son potenciales. Pero necesitan voluntad. A
veces mueren por sus altas expectativas. Son almas con desprecio y asco por sí mismos, por la vida.
"Aún debe desaprender su voluntad de héroe: para mí debe llegar a ser un ser elevado, no solo sublime: ¡el
éter mismo debería elevarlo a él, el que carece de voluntad!". Han luchado con otros monstruos, pero no con
los suyos. "Su conocimiento aún no ha aprendido a reír y a no tener celos". Lo más difícil para los sublimes es
estar de pie con los músculos relajados y la voluntad desenjaezada. Zaratustra tiene fe en estas almas y los
anima a seguir, a aspirar la virtud de la columna: siempre es más bella y más sutil mientras se eleva, pero más
dura y robusta por dentro. Alguna vez tendrán que ser bellos y sostener el espejo. "Y es que tal es el misterio
del alma: solo cuando el héroe la ha abandonado, se les acerca, en sueños, - el súper-héroe".

Día 42: Del país de la cultura


"Quien os arrancase los velos, los aderezos, los colores y los gestos: aún le quedaría suficiente para asustar a

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los pájaros".
Zaratustra nos habla en esta ocasión de la cultura, la tradición y la herencia. Cuenta que viajó al futuro y luego
regresó al país de la cultura. Muchos colores. Los mismos. La cultura forma parte de esos conjuntos de valores
e ideas inculcados junto con la patria y otros más. Son limitantes y adoctrinantes. Como en un carnaval, una
feria del pueblo, llena de máscaras. Signos del pasado, y algunos que lo reemplazan simbólicamente para
aparentar un cambio. Miran tras un velo, y nuestros gestos y palabras reproducen esas antiguas costumbres y
creencias. Los dichos que se dicen sin pensar. El lenguaje arraigado. La frase hecha. Dicen: "Somos reales,
auténticos, sin fe ni superstición". Falsedades. Los colores convertidos en pinturas llegan a nosotros. Somos
pinturas, no colores. Pinturas que se hicieron en el pasado con un viejo pensamiento. Y lo replicamos, aunque
podríamos hace algo nuevo con nuestros colores. "Sois refutaciones andantes de la fe misma y
desmembramiento de todos los pensamientos. Indignos de fe".
Mucho parloteo vacuo entre épocas. Sueños y vigilias. No hay realidad. "Sois estériles: por eso también os
falta fe. Pero quien tuvo necesidad crear, ese también tuvo sueños proféticos y signos de estrella".
"¡Ay, adónde he de descender aún con mi anhelo! Desde todas las montañas busco patrias y matrias"
(Nietzsche hace un juego de palabras desde el alemán que los traductores comprenden y adaptan. De la
palabra Mutterland que significa "Tierra de la Madre"). También es un concepto que debe ser renovado y
asimilado.
Pero aquellos contemporáneos, reales e hijos de la cultura son para el maestro extraño y una burla. Y vuelve a
mencionar a los hijos y la construcción de la nueva matria.
"Quiero reparar en mis hijos el que yo sea hijo de mis padres: ¡igual que quiero reparar en todo futuro - este
presente!" (Contundente cierre que abarca todo).

Día 43: De la inmaculada comprensión


El título original en alemán por su semejanza fonética es una parodia a la "inmaculada concepción". Y otro de
los títulos que Nietzsche barajó para el capítulo fue: "A los contemplativos". Zaratustra carga contra este
nuevo grupo que tiene varias características de anteriores mencionados.
Son aquellos que son como gatos en los tejados. No se sienten. Son silenciosos. "El paso de todo hombre
honesto habla, mientras que el gato se aleja arrastrándose por el suelo". Se hacen llamar hombres del
conocimiento puro. Lascivos, más bien. Dicen amar la tierra y lo terrenal, pero hay vergüenza en ese amor y
mala conciencia. Parecidos a la luna, que es lejana y no se siente. Y no es en realidad como la contemplamos
de lejos. "Y la inmaculada comprensión de todas las cosas significa para mí no querer nada de las cosas salvo
poder yacer ante ellas como un espejo de cien ojos". Los contemplativos. Se hechizan ante una falsa divinidad.
Los llama hipócritas y les reprocha la ausencia de la inocencia en el deseo, por eso calumnian y rechazan el
deseo. No aman la tierra como creadores ni engendradores. En la inocencia se encuentra la voluntad de
engendrar. Crear más allá de sí mismo (y no se habla de hijos). Esos tienen la voluntad más pura. Voluntad de
amar y perecer. Y la voluntad de amar acepta la propia muerte. Pero los ciegos quieren llamar contemplación
al miedo, al desprecio del tacto. Llamar "bello" desde la distancia.
Recomienda en creer en sí mismo, pues quien no lo hace, miente siempre. Huir de los puros con máscaras de
Dios. Contemplativos. Hombres de conocimiento puro. Dicen ver o contemplar el alma de Dios. "La distancia
me ocultaba la inmundicia de las serpientes y el mal olor: y que rondaba por aquí, lasciva, la astucia de un
lagarto". No es solo contemplar la lejana luna, es sentirla. Comprenderla en su majestuosa dinámica con la
tierra, el mar y el sol. Ella no es estática. No es un cuerpo celeste lejano que alumbra. "¡Todo amor solar es
inocencia y deseo de creación!".
En verdad, igual que el sol amo yo la vida y todos los mares profundos. "Y esto es para mí el conocimiento:
elevar todo lo profundo - ¡hasta mi altura!".

Día 44: De los doctos


Zaratustra sigue con la línea que venía desde los virtuosos y los sublimes, ahora con los doctos. El maestro
alguna vez fue un docto, pero él era diferente, no fue adiestrado para un tipo de conocimiento normativo lleno
de dignidades y respetabilidades. Porque el conocimiento del docto sigue patrones, doctrinas y valores
específicos. En cambio, él necesita de la libertad y el aire libre. "Soy demasiado caliente y estoy demasiado
incendiado por mis propios pensamientos: a menudo me quitan el aliento". Los doctos se sientan en la fría

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sombra. No tienen desierto el fuego de la curiosidad ni del conocimiento puro, cambiante y renovador. Solo
quieren ser espectadores de las cosas, sentarse y mirar a la otra gente y los pensamientos que otros han
pensado y establecido. Categorizado. Son ovejas, aunque no lo admitan.
Se creen sabios, llenos de sentencias y verdades. "En su sabiduría hay a menudo un olor como si procediera
de la ciénaga: y, en verdad, ¡en esa sabiduría ya escuché a la rana croar!". Son hábiles y astutos. Falsos y
esparcidores de falsedad. Son como relojes que muestran la hora sin equivocación. Con dedos de cristal y con
cuidado preparan venenos. Zaratustra convivió con ellos y lo se enojaron con él. No soportan escuchar algo de
alguien que esté por encima o se salga de sus senderos y férreas convicciones. Llamaron falso al tiempo a
Zaratustra y sus enseñanzas. Lo demonizaron. Pero el maestro sigue caminando sobre ellos y sus cabezas.
"Pues los hombres no son iguales: así habla la justicia. ¡Y lo que yo quiero no tienen ellos derecho a
quererlo!".

Día 45: De los poetas


Zaratustra sigue con su ataque a los hombres de conocimiento. Y llega el turno para los poetas, otro arte que
el maestro también había manejado. Este capítulo entero sigue siendo una parodia a los evangelios y el nuevo
testamento, pero también a la obra Fausto de Goethe.
Zaratustra conversa con uno de sus discípulos sobre el tema. "El espíritu para mí es un simulacro de espíritu: y
todo cuanto se dice <imperecedero> es también solo una metáfora". El discípulo pregunta: "¿Por qué dijiste
que los poetas mienten demasiado?".
Zaratustra dijo que no era de los que podía responder. Pues hace mucho tiempo vivenció los motivos de sus
opiniones. Era también un poeta. Y confirmó: Los poetas mentimos demasiado. Saben demasiado poco y son
malos aprendices: por eso mienten. Pero creen y están convencidos de ser receptores superiores capaces de
descifrar los pequeños detalles de la vida. Creen que tumbados en la hierba pueden experimentar los misterios
del cielo y la tierra. Siempre creen que la naturaleza se enamora de ellos. "Existen tantas cosas entre el cielo y
la tierra con las que solo los poetas se han permitido soñar algo". Especialmente sobre el cielo: "¡pues todos
los dioses son metáforas de poetas, cuentos chinos de poetas!".
Siempre son arrastrados hacia arriba. Sobre las nubes. Desde donde separan a los ángeles de los diablillos.
Desde donde nacen los dioses y superhombres. Tras su discurso, el discípulo se enojó con él, pero no le dijo
nada. Zaratustra era la contradicción. Dijo que se había cansado de los poetas y su superficialidad. Lujuria y
aburrimiento. Esa siempre fue su mayor reflexión. Se las dan de espíritus superiores, de perlas, de pavos
reales. Del mar aprendieron su vanidad. "El espíritu del poeta quiere espectadores: ¡aunque sean búfalos!".
"Ya vi a los poetas transformados y con la mirada vuelta sobre sí mismos. Vi venir a los penitentes del espíritu:
crecieron de los poetas".

Día 46: De los grandes acontecimientos


"Hay una isla en el mar en la que humea constantemente un volcán; de ella dice el pueblo, y sobre todo lo
dicen las viejas del pueblo, que fue puesta ahí como un peñón ante la puerta del inframundo: pero que un
camino angosto desciende a través del volcán hasta la misma puerta del inframundo".
Esa isla quedaba junto a las islas bienaventuradas de Zaratustra. Era muy bien conocido por los hombres de
mar. Una vez un barco echó ancla junto a la isla del volcán humeante, y reconocieron a Zaratustra, que se
acercó a decirle unas palabras y se dirigió hacia el volcán. "Por ahí va Zaratustra al infierno", decían. Como no
volvió se esparció el rumor de que había desaparecido, y otros decían que había tomado un barco por la
noche. Teorías. Había una intriga palpable. También se dijo que el diablo se lo había llevado. Los discípulos se
reían de las teorías, pero estaban preocupados. "antes creería que es Zaratustra quien se ha llevado al diablo",
decían. Finalmente apareció 5to día.
A continuación se reproduce la conversación de Zaratustra con el perro de fuego. Hablando del hombre como
enfermedad de la tierra y el perro de fuego también, sobre el que se habían creado muchas historias. El
maestro conversó con el volcán, destacando y criticando ciertas características que van de la mano con las
personas que son saladas, mentirosas y superficiales. Son bocazas y expertos en el arte de hacer hervor el
fango. Son aulladores constantes de la "libertad", perpetradores de los "grandes acontecimientos" pero no se
deben creer cuando hay mucha gritería y humo alrededor. Así cono el perro de fuego. "Los grandes

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acontecimientos no son nuestras horas más ruidosas, sino las más silenciosas". Cuando pasa el humo y el
ruido, no queda nada. Y pide a los reyes e iglesias que se dejen derribar para volver a nacer.
El perro de fuego respondió a Zaratustra, aparentando ignorancia sobre la iglesia y el Estado. Z le dice
hipócrita, que todos hablan con humo y gritería. Y los conoce muy bien. El Estado y la Iglesia son otros
animales infernales, hermanos del perro. Zaratustra se identifica como otro perro de fuego y le habla de igual,
diciendo que hablaba desde el corazón de la tierra. Y añade que de oro y de rosa está lleno el corazón de la
tierra, no de fuego, ceniza, humo y fango. Al decir esta verdad el otro perro de fuego se escondió
avergonzado en su caverna.
Así contó Zaratustra la historia a sus discípulos y marineros. Lo creían fantasma.

Nietzsche y Wagner (Filología y Música):


"... Pero la filología es tan importante para él como la música para Nietzsche. Sería posible complementarse
prodigiosamente, Nietzsche tiene que seguir siendo filólogo y <dirigirlo>, de igual manera que, a la inversa, el
filólogo habría de dejarse dirigir e inspirar por el músico. <Muéstreme>, escribe Wagner el 12 de febrero de
1870, <cuál es el sentido de la filología, y ayúdeme a conseguir el gran renacimiento, en el que Platón abraza
a Homero y éste, lleno de las ideas de Platón, llega a ser por primera vez el Homero mayor de todos>".
El joven Nietzsche alentado por su ídolo, "todavía en el terreno de la filología, pero ya con la voluntad de
danzar, Nietzsche escribe su primera obra grande, a saber, El nacimiento de la tragedia".
(Nietzsche, de Rüdiger Safranski)
#Nietzsche2020

Día 47: El adivino


"En verdad, estamos demasiado cansados incluso para morir; así que continuamos velando y viviendo - ¡en
cámaras mortuorias!". Así finalizaba la profecía de un adivino que escuchaba Zaratustra. Le llegó en el
corazón, lo tocó y removió. Vagó triste y cansando igual a los que había descrito el adivino, que en su profecía
también hablaba de la tristeza que llega a los hombres, los que se cansan de sus propias obras. "Todo está
vacío, todo es igual, todo ha pasado ya". Y de la pérdida de un trabajo realizado: un fruto podrido, un pozo
seco.
Luego de eso, Zaratustra habla a sus discípulos con tristeza. Augurando la llegada de ese largo crepúsculo.
Siguió vagando de un lago a otro hasta que cayó en un profundo sueño. Sus discípulos hacían guardia junto a
él, cuidando su sueño. Cuando se despertó pronunció un discurso sobre el sueño, esperando se lo ayudasen a
interpretar. Soñó renunciar a su vida. La muerte. Ataúdes de cristal. Olor de eternidades cubiertas de polvo.
Claridad de media noche. Soledad. Silencio. También llevaba una llave herrumbrosa para abrir la más
chirriante de todas las puertas. Todas se abrieron. Un pájaro gritó que no quería ser despertado. Luego,
nuevamente el silencio sepulcral. Sentado en el silencio escuchó 3 fuertes golpes a una puerta. Al intentar
abrir, no logró hacerlo. Entonces sopló un viento que abrió las puertas y lo lanzó a él a un ataúd negro. El
ataúd se rompió en el viento y lanzó risas. Zaratustra se despertó aterrado y confundido.
Su discípulo más amado se levantó, tomó su mano y le dijo que su propia vida explicaba el sueño. Zaratustra
era el viento que rompe las puertas del castillo de la muerte. También era el ataúd lleno de maldades y rostros
angélicos. Zaratustra era las risas también, que llegaba a las cámaras mortuorias de la tierra riéndose de los
que hacen ruido con la llave equivocada. Soñó con el terror de sus enemigos, pero despertó y volvió en sí. Los
otros discípulos lo rodearon y animaron a levantarse. Finalmente entendió y fue con sus discípulos a comer y
beber. E invitó nuevamente al adivino para enseñarle el mar en que se podía ahogar.

Día 48: De la redención


Zaratustra al haber ganado el reconocimiento de parte del pueblo, un día se encontró en una multitud con
mendigos y un jorobado, quien se acercó a hablarle. Este capítulo en especial es todo inspirado en el libro de
Mateo de la biblia. El jorobado le dice que la gente empezaba a creer en él, pero debía antes convencerlos a
ellos, a los tullidos. Hacer milagros. Curar a los ciegos y hacer correr a los paralíticos.
"Si se quita la joroba al jorobado, se le quita también su espíritu", dijo Zaratustra. Y puso igual ejemplo con los

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ciegos y los paralíticos. Se les hacía el mal en curarlos. Dice también que hay casos peores, hombres que les
falta de todo excepto una única cosa que tienen demasiado. Un gran ojo. Una gran boca. También son tullidos
al revés. Otra especie de seres terribles y despreciables.
El jorobado no estuvo muy contento con la respuesta e inicia un discurso donde cuestiona y pregunta sobre la
identidad del maestro. Y viene otra alusión clara al libro de Mateo, pero allá Jesús es el que pregunta a sus
discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?". El jorobado hace las preguntas sobre Zaratustra.
¿Quién era? ¿Hace o cumple promesas? ¿Conquistador? ¿Heredero? ¿Médico? ¿Poeta? ¿Sincero? ¿Libertador?
¿Domador? ¿Un hombre bueno? ¿O uno malo?
Zaratustra habla de la unión de todos esos fragmentos. De la voluntad. Del querer. De la libertad. La voluntad
prisionera que se redime de la locura. "El espíritu de la venganza: amigos míos, esta ha sido hasta ahora la
mejor reflexión de los hombres; y donde había sufrimiento, debía haber siempre castigo". "<Fue>: así se
llama el rechinar de dientes de la voluntad y su más solitaria tribulación. Impotente contra aquello que ya ha
sido hecho - es un mal espectador del pasado".
"Todo <fue> es un fragmento, un enigma, un horrible azar - hasta que la voluntad creadora añade: < ¡pero
yo lo quise así!>. Zaratustra interrumpe su discurso y dice: "Es difícil vivir con hombres porque callar es difícil.
Especialmente para un charlatán". El jorobado lo escuchó y le preguntó por qué hablaba distinto con sus
discípulos y con ellos de otra forma. Zaratustra respondió que con los jorobados se puede hablar de manera
propia de jorobados. El jorobado añadió que entonces con los discípulos de manera de los discípulos. "¿Pero
por qué habla Zaratustra a sus discípulos de manera diferente a como se habla - a sí mismo?". Cada uno es
responsable de su propia redención. Porque todos las necesitamos. Todos sufrimos y padecemos.
En el capítulo "De las tarántulas" ya Nietzsche nos hablaba de este término: "Pues que el hombre sea redimido
de la venganza: ése es para mí el puente
hacia la suprema esperanza y un arco iris después de prolongadas tempestades". La venganza es un gran pilar
para la superación del nihilismo y los viejos valores y concepciones morales/metafísicas.

Día 49: De la prudencia con los hombres


Zaratustra va cerrando los discursos contra los hombres de conocimiento y de falso conocimiento, con una
mención a aquellos hombres supremos, con los que debe ser prudente, pues no son proyectos perdidos. "No
la altura: ¡el precipicio es lo horrible!". El precipicio donde la mirada cae hacia abajo y la mano se agarra hacia
arriba. "Ahí es donde el corazón siente el vértigo de su doble voluntad". Esa a la vez es la doble voluntad de
Zaratustra. La voluntad que se aferra a los hombres, el precipicio, se ata con cadenas a ellos porque es
arrastrado hacia arriba, hacia el superhombre. "Pues allí quiere ir mi otra voluntad". Y esa es parte de la labor
del maestro con los hombres, por eso vive entre ellos, para no perder la fe en lo firme.
La prudencia le ha ayudado a enfrentar el engaño de los hombres. A tener paciencia con los proyectos fallidos.
Su primera prudencia es dejarse engañar para no estar alerta de los engañadores. "Y quien no quiera morir de
sed entre los hombres, debe aprender a beber en todos los vasos; y quien quiera permanecer puro entre los
hombres, debe saber lavarse también con agua sucia". El maestro debe animarse para consolarse de las
decepciones. Su segunda prudencia: perdona a los vanidosos antes que a los orgullosos. "¿No es la vanidad
herida la madre de todas las tragedias? Pero donde hay orgullo herido, ahí crece algo mucho mejor que el
orgullo". Los vanidosos son buenos actores, quieren ser vistos. Tienen voluntad. "Se ponen en escena, se
inventan a sí mismos; junto a ellos me encanta contemplar la vida, - es una cura para la melancolía". Y quien
podría calcular la completa profundidad de su humildad. Está en constante transformación.
Su tercera prudencia: "no permitir que vuestro temor me quite el gusto de contemplar a los malvados".
Incluso en la maldad encontró virtud y humanidad. Habla de la figura del dragón, "la peor maldad", y dice que
vendrán más grandes. Pues al superhombre no le puede faltar su dragón o superdragón. Dualidad. Que sean
dignos el uno del otro. Y vuelve a cargar contra los "buenos y justos", burlándose de su miedo al demonio.
Tan ajenos a la grandeza de sus almas que hasta el superhombre les resulta espantoso, o el mismo demonio.
Zaratustra se cansa de esos hombres supremos y mejores, le dan deseos de irse hacia arriba y no quedarse.
Al verlos desnudos, le salieron alas y partió volando a futuros lejanos, con imágenes que nunca soñaría un
pintor y donde los dioses se avergüenzan de los vestidos. Por eso quiere vernos mejor vestidos, disfrazados,
aseados y vanidosos. Dignos, como los "buenos y justos".
"Y yo mismo quiero sentarme entre vosotros disfrazado, - para no conoceros ni a vosotros ni a mí: esta es, en

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efecto, mi última prudencia con los hombres".

Día 50: La hora más silenciosa


"Esta parábola os digo. Ayer, en la hora más silenciosa, se me retiró el suelo: el sueño comenzó". A Zaratustra
lo nubla un sentimiento que le obliga a buscar la soledad nuevamente, a volver a la montaña. Pero esta vez no
lo hacía con satisfacción. Dice que su señora iracunda y su voz silenciosa le ha había hablado:" mi hora más
silenciosa" era su nombre. Es una voz sin voz, de otra dimensión. Que viene del terror cuando se queda
dormido. Cuando se tiembla, el suelo se retira de los pies e inicia el sueño.
La voz lo anima a decir algo que gritaba desde su interior y no era capaz de decir. Le dice que no es lo
suficientemente humilde. Zaratustra dice que vive a los pies de su altura. Que no conoce sus cumbres, pero
conoce bien sus valles. "Oh, Zaratustra, quien ha de mover montañas, mueve también valles y hondonadas",
dijo la voz. Pero Zaratustra respondió que su palabra aún no movía montañas, y su palabra aún no llegaba a
todos los hombres. La voz le dice que eso él no lo sabe, pues el rocío cae sobre la hierba cuando la noche es
más silenciosa. Y agrega que no debe hacer caso a burlas, pues él ha olvidado la obediencia, y ahora debe
mandar. "Hacer cosas grandes es difícil: pero lo más difícil es mandar hacer cosas grandes". Y ese es su
problema, que tiene el poder y no quería mandar. Zaratustra responde que le falta la voz del león para
mandar. "Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad", dijo la voz, agregando que debía
perder la vergüenza y convertirse en niño para perderla. "El orgullo de la juventud aún está sobre ti. Te hiciste
joven tarde: pero quien quiere convertirse en niño, debe superar también su juventud".
"No quiero", dijo el maestro. Miedo y duda. Aún debía madurar para sus frutos, y la voz le aconsejó volver a
su soledad, pero no volverse débil. Zaratustra termina su historia a sus discípulos y al lector. Una despedida.
Empezó a llorar. Por la noche continuó solo y abandonó a sus amigos.

Fin Segunda Parte

Parte 3

Día 51: El caminante


Inicio de los Discursos de la Parte 3.
"Yo soy un caminante y un escalador de montañas, dijo a su corazón, no amo las llanuras y parece que no
puedo permanecer sentado en silencio mucho tiempo".
Zaratustra caminaba la montaña en busca de la otra orilla para tomar un barco. En el camino de acordaba de
sus otras caminatas. De sus otras reflexiones desde su juventud. Y vendrían más montañas, caminos y
escaladas en su vida. Cumbre y abismo. El último camino. El camino de la grandeza. Zaratustra mientras
camina se enfrenta a su estado de ánimo, a su corazón que aún se encontraba herido. Al llegar a la altura de
la ladera observó el mar y se quedó un rato viéndolo. Había empezado su última soledad. Parecía conocer su
suerte. Y al llegar a la cima dijo que ahora debía descender nuevamente. La montaña más alta y el último
peregrinaje. Debería descender más profundo ahora. Estaba preparado. Desde lo más profundo debe lo más
alto alcanzar su altura.
Al bajar nuevamente hacia el mar, lo encontró calmado y en silencio. Soñando. Pero alcanzaba a escuchar su
gemido por los malos recuerdos o malas esperanzas. También estaba enojado con ese oscuro monstruo.
Empezó a reír de amor. Por los monstruos, por todas las cosas. Pensó entonces en sus amigos y discípulos
abandonados. Y de la risa pasó al llanto. Lloró de ira y nostalgia.

Día 52: De la visión y el enigma


1.
Zaratustra partió en el barco nuevamente de regreso y todos especulaban sobre su presencia en la
embarcación. También iba a bordo un hombre que venía de las islas bienaventuradas, quien despertó más la
expectación. Pero el maestro guardó silencio... Al menos hasta el segundo día de viaje. Y habló a los que
viajaban y vivían sin peligro: "A vosotros, audaces buscadores e indagadores". Aquellos ebrios de enigma y
esas almas atraídas como flautas hacia los abismos confusos. A ellos contó un enigma. Mientras andaba en

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ascenso por un camino solitario y malvado, el espíritu de la pesadez empujaba hacia abajo junto con sus otros
demonios. El espíritu tenía forma de enano e iba sentado sobre él. Le animaba a caer. En un momento guardó
silencio, pero Z seguía sintiendo su peso. Y le pesó más. Hasta que sacó valor y lo enfrentó. "El valor es el
mejor matador: el valor mata incluso la compasión. Pero la compasión es el abismo más profundo: mientras
más profundamente ve el hombre la vida, más profundamente ve el sufrimiento".

El enano saltó y se paró sobre una piedra. Z le señaló un portón que tenía dos caras y caminos eternos. Nadie
había llegado al final. "Instante" era el nombre del portón que siempre iba hacia adelante. El enano respondió
que "Todo lo recto miente. Toda verdad es curva. El tiempo mismo es un círculo". Z le insiste en la eternidad
del pasaje y pregunta si no habrían recorrido ya esa calle antes y todas las cosas ya habrían sucedido antes. Y
si todo ya ha existido. Ese instante y ese portón. (Acá haciendo alusión a su teoría del eterno retorno). De
repente escucha el aullido de un perro. Su pensamiento corrió hacia atrás y llegó a la infancia, donde había
oído un aullido similar. También en ese momento salió la Luna Llena. Y de repente se encontró solo entre
peñascos bajo la luz de la luna. Sin enano, ni portón.
El perro volvió a aullar y tuvo una terrible visión: un pastor retorcido, ahogándose y convulso con una
serpiente negra de la boca, que le apretaba y mordía. Z intentó quitarle la Serpiente, pero no podía. De
repente se vio a sí mismo gritando: ¡Muerde!
Entonces preguntó a sus compañeros de viaje el significado de ese enigma. De esa visión. Y siguió con otro
detalle: el pastor obedeció su orden y mordió la cabeza de la serpiente y escupió lejos su cabeza. "Ya no era
un pastor, ni un hombre, - era un transfigurado e iluminado que reía. Reía como ningún otro hombre. Y ahora
anhelaba esa risa. Por esa risa aún podía vivir. No podía morir aún.

Día 53: De la bienaventuranza no querida


"Otra vez estoy solo, y quiero estarlo, solo con el cielo pródigo y con el mar libre; y otra vez la tarde me
rodea". Eso se decía Zaratustra mientras cruzaba el mar, aún con enigmas en el corazón. Pero ya había
superado su dolor y enfrentaba su destino nuevamente.
Añoraba reencontrar a sus amigos y discípulos, y a los nuevos. Almas abiertas y hospitalarias. Sus hijos. Por
quienes aún tiene que consumarse. "Pues, en el fondo, solo se ama al hijo y a la propia obra; y donde hay un
gran amor hacia uno mismo, ese amor es el testimonio del embarazo: es lo que descubrí yo". Son como
árboles, uno junto a otro en una isla afortunada. Pero en un momento deberán ser separados y aprender la
soledad. Enfrentar tempestades y un duro examen. El maestro lidia también con esos tormentos del alumno,
del hijo. Aún no ve el final de su camino. La última lucha. Por eso desconfía de la sonrisa demasiado
aterciopelada, de la belleza maliciosa. "Así como el celoso mantiene lejos de sí a los que más ama, cariñoso
incluso en su dureza, - así rechazo yo lejos de mí esta hora bienaventurada". Bienaventuranza no querida. Que
mejor acompañe a sus amigos y discípulos. No la necesita. Aleja esa felicidad.
"Así habló Zaratustra. Y esperó a su infelicidad toda la noche: pero esperó en vano. La noche permaneció clara
y tranquila y la felicidad misma se le acercaba más y más. Pero, sobre la hora del alba, Zaratustra rió para su
corazón y dijo burlonamente: <La felicidad corre hacia mí. Eso es porque no yo no corro tras las mujeres. Pero
la felicidad es una mujer>".

Día 54: Antes de la salida del sol


Ante la recuperación del sentido de Zaratustra y luego de pasar la montaña y el mar, el maestro canta antes
de la salida del sol. Vuelve en su forma el poeta. "¡Oh, cielo sobre mi cabeza, tan puro! ¡Profundo! ¡Abismo de
luz! Contemplándote, me estremezco de anhelos divinos". "Arrojarme a tus alturas - ¡esa es mi profundidad!
Esconderme en tu pureza - ¡esa es mi inocencia!".
Panteísmo en su máxima expresión. Zaratustra le canta a la naturaleza, al cielo, al mar e invoca al amanecer.
"¡Antes que el sol te presentaste ante mí, ante el más solitario de los hombres!". "Somos amigos desde el
comienzo: en nosotros están juntos el dolor, el horror y la razón, incluso el sol tenemos en común". Y sigue
cantando sobre la sabiduría que comparten, lo que economiza las palabras excesivas, y da paso a la cómplice
risa. Habla de cuando caminaba y escalaba montañas, siempre en búsqueda de la Naturaleza, de la madre, de
sí mismo. "Y todo mi caminar y mi escalar: fue solo una necesidad y un recurso de alguien desvalido: - ¡mi

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entera voluntad solo quiere volar, volar dentro de ti".


Detesta a las nubes pasajeras, las intermediarias, el obstáculo entre el cielo y él. Igual en los hombres, detesta
a aquellos que andan sigilosamente, los que no son ni una cosa ni la otra, los que son nubes pasajeras
dibitativas e indecisas. "Pues todas las cosas fueron bautizadas en la fuente de la eternidad y más allá del bien
y del mal; pero el bien y el mal son solo semisombras y húmedas tribulaciones y nubes pasajeras". Maldición y
bendición. No hay ninguna <voluntad eterna>, solo la racionalidad. Y sigue cantando al cielo. Y pronto llega el
día. "¡Oh, cielo sobre mí, pudoroso, ardiente! ¡Oh, felicidad mía antes de la salida del sol! El día llega:
¡separémonos, pues!".

Día 55: De la virtud empequeñecedora (1,2)


1. Al regresar Zaratustra nuevamente a tierra firme recorrió todos lados con curiosidad. Quería saber si el
hombre se había vuelto más grande o más pequeño. En alguna ocasión vio una hilera de casas pequeñas que
lo hizo pensar que todo se había empequeñecido. Las puertas eran pequeñas y para entrar por ellas había que
agacharse. Z suspiró y añoró su patria, donde no tuviese que agacharse ante los más pequeños. Entonces dio
su discurso sobre la virtud de los empequeñecedores.
2. El discurso de la virtud de los empequeñecedores se dirige al hombre pequeño, de virtudes pequeñas,
moral pequeña y todo pequeño. Otro hipócrita. Pero también es un discurso hacia el hombre mediocre, que
algunos llaman "moderado". Anhelan ser envidiados por sus aparentes virtudes pequeñas. También el
lenguaje es pequeño, muchas veces usan diminutivos o infantilizan el discurso. Se creen padres. Hacen elogios
falsos, llenos de espinas. "El que alaba cree que está devolviendo algo, ¡cuando en verdad lo que quiere es
recibir más regalos!". Les gusta seducir y adular hacia la pequeña virtud. Y se volverán más pequeños. No
caminan, cojean. Por eso se convierten en obstáculo para cualquiera que tenga prisa. "Y algunos de ellos va
hacia adelante mirando al mismo tiempo hacia atrás, con la nuca rígida" (alusión al Génesis, en la destrucción
de Sodoma y Gomorra, cuando la mujer de Lot es convertida en sal por mirar hacia atrás).
También son mentirosos, se mienten a sí mismos. Algunos son sinceros, pero la mayoría son malos actores. Y
algunos no saben que son actores, viven en su mentira. Y la peor hipocresía que encontró en ellos fue: que
quienes mandan fingen hipócritamente tener las virtudes de quienes sirven. Buscan las pequeñas felicidades.
Resignación, le llaman. Son redondos, justos y bondadosos. "En el fondo, lo que más quieren es simplemente
una cosa: que nadie les haga daño. Por eso se preocupan por todo el mundo y le hacen el bien". Pero es
cobardía, aunque lo llamen virtud. Son de dedos astutos, pero les falta puño. Y para ellos la virtud es lo que
vuelve humilde y manso: convertir en perro al lobo. Doméstico. El hombre mediocre. (Sigue mañana, 3)

Día 56: De la virtud empequeñecedora (3)


Zaratustra habla de la percepción de los hombres pequeños hacia él. Se sorprenden de no encontrar un amo:
que no critique los placeres ni vicios, y añade que tampoco fue a prevenirles sobre los carteristas. Y cuando
dice "maldecid a todos los demonios cobardes que hay en vosotros, que tanto les gusta gimotear, juntar las
manos y adorar", entonces ellos dicen, "Zaratustra es un ateo". Y dicen eso a sus maestros de la resignación,
a los que Z aborrece y le gusta quitarles fieles. La gente pequeña se hace cada vez más pequeña, con sus
pequeñas virtudes, mucha omisión y pequeña resignación.
Zaratustra anima a los pequeños a abandonar la resignación. Que ojalá abandones ese "querer a medias" y
fuesen más decididos. Que entendieran su palabra e hicieran lo que quisieran, pero antes "Sed capaces de
querer". Amarse a sí mismo, de los que aman con gran amor, de los que aman con gran desprecio. Pero llega
la hora de ellos, en que se harán más pequeños. Cansados de sí mismos. Ansiosos de fuego. "¡Oh, bendita
hora del rayo! ¡Oh, misterio antes del mediodía! - algún día los convertiré en fuegos que se propagan y en
mensajeros con lenguas de fuego - habrán de anunciar un día con lenguas de fuego: ¡viene, ya está cerca, el
gran mediodía!".

Día 57: En el monte de los olivos


Zaratustra inicia hablando del invierno como un mal huésped en su casa. Al que tiene respeto, pero no puede
esperar en abandonarlo. Escapar hacia el rincón soleado de su monte de los olivos. Donde los mosquitos
cantan y hay silencio. Zaratustra se transfigura en una montaña. Él es el Monte de los olivos.

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"¡Es preferible rechinar un poco los dientes que adorar ídolos!". Prefiere amar en invierno que en verano. La
pobreza que es más fiel en el invierno. La maldad ligada a las mañanas y al juego invernal. El cielo invernal y
el largo silencio luminoso. La insolencia del invierno que silencia el sol y la inquebrantable voluntad solar. "Para
que nadie vea en mi profundidad y en mi última voluntad, - para eso me inventé el largo silencio luminoso".
"Por eso solo les muestro el hielo y el invierno sobre mis cumbres, - ¡y no que mi montaña se ciñe también
todos los cinturones del sol!". La montaña que tiene cielo y suelo, invierno y verano, y la inquebrantable
voluntad. "La soledad de uno es la huida propia de quien está enfermo; la soledad del otro es la huida para
escapar de los enfermos". Se seguirá escuchando el rechinar de dientes y el suspiro ante el frío invernal.
"Mientras tanto, corro con pies calientes de un lado a otro de mi monte de los olivos: en el rincón soleado de
mi monte de los olivos canto y me burlo de toda compasión".

Día 58: Del pasar de largo


Atravesando varios pueblos y ciudades, Zaratustra llegó nuevamente a su caverna y a la "gran ciudad".
Entonces se encontró con un loco imitador del maestro que llamaban "el mono de Zaratustra". Había copiado
frases y partes de su discurso. El loco le dice que se vaya de la ciudad y que diese la vuelta (en referencia a
Mateo, 10, 14-15, en los discursos de Jesús a sus discípulos cuando fueses a esparcir su palabra y no los
recibieran). El impostor siguió hablando mal al maestro de la ciudad, como una Sodoma y Gomorra, y le
menciona la presencia de vicios y placeres, pero también de virtuosos, aquellos de mucha piedad, servilismo y
pasteleo adulador ante el Dios de los Ejércitos (en referencia a otro capítulo de los Salmos). Reitera que
abandone la ciudad y la escupa.
Zaratustra interrumpe al loco y le tapa la poco que echaba espuma. Manifestando su desagrado y asco por su
discurso. "¿Por qué viviste tanto tiempo en la ciénaga que te tuviste que convertir en rana y sapo?". Dice que
hubiese ido al bosque, al mar o a labrar la tierra. También que desprecia su desprecio, y le llama su cerdo
gruñón (no su mono) porque con su gruñido estropeaba sus palabras y su elogio a la locura (alusión a la obra
de Erasmo de Rotterdam). Zaratustra también analiza los motivos del loco de naufragar en la ciénaga y la
inmundicia. Quería una gran venganza. Pero, aunque repitiese sus mismas palabras, en él no tendrían sentido.
Zaratustra dijo sentir asco por la ciudad y el loco. Nada que mejorar o empeorar. "¡Ay de esta gran ciudad!"
(referencia al Apocalipsis), la querría ver consumida en el fuego. Con columnas de fuego que deben preceder
al gran mediodía. "Pero te doy esta enseñanza, loco, como despedida: ¡allí donde uno ya no puede amar debe
- pasar de largo!".
Así habló Zaratustra y pasó de largo junto al loco y la gran ciudad.

Día 59: De los apóstatas (1)


Zaratustra inicia este discurso de dos partes contra los apóstatas con mucha nostalgia por aquellos que crecen
y envejecen de espíritu. "Todos esos corazones jóvenes se han vuelto ya viejos, - ¡y ni siquiera viejos!, solo
cansados, vulgares, cómodos: - esto lo llaman <hemos vuelto a ser piadosos>".
Hace poco corrían con pies valientes, pero se cansaron los pies del conocimiento, "¡y ahora blasfeman contra
su valentía matinal!". Alguna vez fueron bailarines, pero ahora los ha visto arrastrándose hacia la cruz. Llenos
de luz, libertad, poesía, como mosquitos. Ahora son oscuros, rumoreadores, apiñados alrededor de la estufa.
"¿Acaso se desalentó mi corazón porque la soledad me engulló igual que una ballena?" (clara referencia a
Jonás). Pocos son aquellos de gran valor y gran arrogancia, el resto son cobardes. El resto: mayoritarios, la
cotidianidad, la sobra, los demasiados. Cobardes.
Algunos se encontrarán con bufones y cadáveres, otros serán creyentes de mucho amor, necedad y
veneración. Quien conoce la estirpe huidiza y acobardada de los hombres no debe creer en esas primaveras ni
en esos prados coloridos. "Si pudieran de otras maneras, también querrían de otra manera. La gente de
medias tintas corrompe todo el conjunto. ¡Qué hay que lamentar - en que las hojas se marchitan!".
Zaratustra debe dejarlas caer, e incluso soplar para tumbarlas. "sopla entre las hojas, oh Zaratustra: ¡para que
se aleje de ti más rápidamente todo cuanto está marchito".

Día 60: De los apóstatas (2)


"Hemos vuelto a ser piadosos", confiesan los apóstatas. "¡Sois los que vuelven a rezar!, les dice Zaratustra.
Sigue su discurso sobre aquellos apóstatas que reniegan de las gracias de la Naturaleza y de la vida. "Una

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especie oscurantista cuya luz nunca le deja reposo". Esconden la cabeza entre la bruma y la noche. Pero hay
otros que aparentan un estado de dicha, que ven los atardeceres y sueñan con volver a ser niños, pero tienen
el estómago dañado por los piadosos confiteros. Aparentan pescar y se creen profundos por ello, pero no hay
peces en esos lugares. Y siguen más ejemplos que muestran la falsedad y la ilusión de los apóstatas.
"Demostrar le resulta difícil. Da mucha importancia a que se le crea".
Habla de aquel Dios autoritario que mencionó las palabras más ateas: "¡Hay un solo Dios!". Y no se debe tener
otro. Todos los dioses rieron, se levantaron de sus tronos y dijeron: "¿No consiste la divinidad precisamente en
que haya dioses, pero no un Dios?".
"Así habló Zaratustra en la ciudad que amaba y que era conocida como <La vaca colorida>. Y es que desde
allí aún le faltaban dos días para volver a su caverna y a sus animales; pero su alma se regocijaba
constantemente por la cercanía de su retorno a casa".

Día 61: El retorno a casa


"¡Oh, soledad! ¡Patria de mi soledad! ¡Demasiado tiempo viví salvajemente en salvaje países extraños como
para no volver a ti con lágrimas en los ojos!". Zaratustra volvió a casa conmovido. "Ahora amenázame con el
dedo como amenazan las madres, sonríeme como sonríen las madres, ahora dime solamente: <¿Quién era
aquel que salió huyendo de mí como un viento tempestuoso>".
E inicia un discurso e interacción entre Zaratustra y su Patria, su casa, que le habla y le acoge. Aprendió el
silencio. La soledad. Le habla de lo aprendido y la diferencia entre soledad y abandono, con distintos ejemplos
en el pasado donde el maestro estuvo frente al abandono.
"¡Oh, soledad! ¡Patria de mi soledad! ¡Qué bienaventurada y dulce me habla tu voz!". También es posible que
quien hable con Z sea la misma soledad. Su soledad. "Aquí se me abren las palabras y los relicarios de
palabras de todo ser: todo ser quiere aquí convertirse en palabra, aquí todo devenir quiere aprender de mí a
hablar". "Pero allí abajo - ¡allí es vano todo hablar! La mejor sabiduría allí es olvidar y pasar de largo: ¡esto - lo
he aprendido ahora!".
Sigue otro discurso sobre los hombres de abajo y sus costumbres. Hablan y no comprenden, no escuchan, no
sienten. Cacareo. Pero nadie se sienta en el nido a empollar huevos. Ruido en las calles oscuras. "Mi mayor
peligro estaba en el perdón y la compasión; y todo ser humano quiere ser perdonado y compadecido". "Me
senté entre ellos disfrazado, dispuesto a no conocerme para poder soportarlos a ellos, y diciéndome
gustosamente: ¡tú, loco, no conoces a los hombres!". Se desconoce a los hombres cuando se vive entre ellos:
hay demasiado primer plano entre todos los hombres. "¡qué habrán de buscar allí unos ojos que van lejos y
están ansiosos de lo lejano!". Pero se acostumbra a vivir entre ellos. Muchas veces la compasión aprendida les
enseña a mentir. "La compasión vacía el aire de todas las almas libres". Por eso aprendió a esconderse a sí
mismo y su riqueza. A callar ante los sabios severos. A llamar investigadores a los sepultureros.
"Vuelvo a respirar la libertad de las montañas con unas fosas nasales bienaventuradas. Mi nariz ha sido por fin
redimida del hedor de todo ser humano. Mi alma estornuda, cosquilleada por bravos vientos, como por vinos
espumosos, - estornuda y grita jubilosa: ¡Salud!".

Día 62: De los tres males


1. Zaratustra nos relata un sueño. "Mi sueño, un navegante audaz, medio barco, medio tempestad, silencioso
igual que las mariposas, impaciente como los halcones de cetrería". No fue ni tan enigmático ni tan resolutivo.
En el sueño, "más allá del mundo sostenía una balanza y pesaba el mundo". Entonces cuenta acerca de las 3
peores cosas que existen: "Quien aprendió aquí a bendecir, aprendió también a maldecir; ¿cuáles son las 3
cosas más malditas del mundo? Son éstas las que he de poner en la balanza: Lujuria, Ambición de dominio y
Egoísmo". Han sido las cosas más malditas y de las que peores calumnias y mentiras se han dicho, y estas 3
son las que a la vez el maestro quiere pesar de un modo humanamente bueno.
2. Inicia con la Lujuria. Como aguijón y estaca de los sacrificados despreciadores del cuerpo y de los
trasmundanos. Para la plebe, el fuego más lento que se quema. Y para los corazones libres es inocente y libre.
Es un veneno dulzón para el marchito pero un gran fortalecimiento para los de voluntad de león.
La Ambición de dominio. Como un látigo ardiente de los más duros entre los duros de corazón. El espantoso
martirio que se reserva al hombre más cruel. La llama siniestra de las hogueras vivas. Resplandor al que el
hombre se arrastra y se encoge de miedo y se humilla más que la serpiente y el cerdo - hasta que el gran

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desprecio grita dentro de él. También es la gran maestra del desprecio. Asciende seductoramente hasta los
puros y solitarios y autosuficientes. "¡pero ¡quién llamaría ambición a que lo alto descienda en busca del
poder! ¡En verdad, nada malsano ni ambicioso hay en tales deseos y descensos!".
Y bendijo también al Egoísmo. El sano y salvo egoísmo que brota de un alma poderosa. Del cuerpo alto,
hermoso, victorioso, flexible y bailarín. Símbolo del alma que goza de sí misma." El goce de tales cuerpos y
almas consigo mismos se llama <virtud>". Bueno y lo mal. El bien y el mal. Hay sabiduría que también florece
en la oscuridad, de sombras nocturnas, que suspira: "Todo es vanidad". Y es despreciable el que se apresura
en satisfacer a otros, como perrito humilde y dócil. Sabiduría humilde y perruna. Cada una de las cosas peores
tiene su lado bueno y malo. Como todo. Pero llegará pronto el gran mediodía. "Y quien declare salvo y santo
al yo, y bienaventurado al egoísmo, en verdad ese también dice lo que sabe, es un profeta: <¡He aquí que
llega, que está cerca, el gran mediodía>".

Día 63: Del espíritu de la pesadez


Zaratustra describe las características de su boca, su mano, pie y estómago, comparando en algunos casos
con el de los divinos animales. Su estómago, aunque de águila es especialmente de pájaro. Ligero. "Es propio
de los pájaros el que yo sea enemigo del espíritu de la pesadez". Volar. Cantar. Para enseñar a volar a los
hombres y convertir la tierra en <La Liviana>. El avestruz corre más que el caballo, pero esconde la cabeza
pesada en la tierra. Así hace el hombre que no sabe volar. El espíritu de la pesadez. Pesado para él, la tierra y
la vida. Para ser un pájaro liviano se debe amar a sí mismo. Soportarse a sí mismo. No vagabundear de un
lado a otro como reza eso de "amor al prójimo", porque llevan la pesadez a otros, al mundo.
Desde la cuna se nos dota de palabras y valores pesados: bueno y malo. A los niños se le ordena seguir a los
adultos. "Vengan a mí", en referencia al pasaje de Mateo en la biblia, e impide que se amen a sí mismos. La
vida no es pesada. Solo el hombre es una carga pesada para sí mismo. Lleva en sus hombros muchas cosas
ajenas. Es un camello. Demasiadas palabras y valores pesados ajenos. Y un desierto alrededor. Y sin
mencionar la propia carga. "Hay mucho en el interior del hombre que se asemeja a una ostra: repugnante,
viscosa y difícil de agarrar". Hay que aprender a tener concha. Hermosa apariencia e inteligente ceguera. "El
hombre es difícil de descubrir, y lo más difícil es descubrirse a sí mismo; a menudo el espíritu miente sobre el
alma. Así actúa el espíritu de la pesadez".
Zaratustra desconfía de aquellos para los que todo es bueno y este mundo es el mejor. Los llama
omnicontentos. Saborea todo. Prefiere los estómagos obstinados y selectivos. Que saben decir "yo", "sí" y
"no". Pintar la casa de colores. Resultan repugnantes los que lamen escupitajos. Son "Parásitos", no quieren
amar sino vivir del amor. Malaventurados también los que tienen una elección: convertirse en animales
malvados o en malvados domadores de animales. Hay que aprender a esperar, a esperarse a sí mismo,
mantenerse en pie, correr, saltar, escalar y bailar. Todo eso debe aprender quien quiera volar. Nunca
preguntar por los caminos a coger, porque al maestro siempre le gustó interrogar a los mismos caminos. "Este
es ahora mi camino, - ¿cuál es el tuyo?", así respondió a quienes le preguntaron sobre el camino. ¡El camino,
ciertamente, - no existe!

Día 64: De las tablas viejas y nuevas (1, 2, 3)


1-2
"Aquí estoy esperando, rodeado de viejas tablas rotas y de tablas nuevas a medio escribir. ¿Cuándo llegará mi
hora?"
Inicia Zaratustra este largo discurso y capítulo que se extenderá en los próximos 5 días, y es todo una alusión
al Éxodo bíblico. Zaratustra se cuenta a sí mismo y comparte lo que se encuentra escribiendo.
Cuando fue donde los hombres, encontró que muchos presumían de saber lo que era bueno y malo para el
hombre. La virtud. El bien y el mal. Él los interrumpió diciendo que "lo bueno y lo malo aún no lo sabe nadie",
salvo el hombre creador. El que maneja ambos conceptos. Les mandó a derribar esas viejas cátedras, reírse
de sus maestros de la virtud, los sabios presuntuosos, sus santos y poetas redentores del mundo. Entonces
voló extasiado y con alto de miedo hacia lejanos futuros que nadie ha visto o soñado. Al lugar donde los
dioses, al bailar, se avergüenzan de todos los vestidos. Y donde encontró todo lo creado, lo bueno y lo malo,
dioses y demonios, el espíritu de la pesadez, la coacción, ley, necesidad, y consecuencia, y finalidad, y
voluntad, y bien, y mal".

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En ese lugar fue donde recogió la palabra "superhombre", la superación del hombre. "haciéndose
bienaventurado a sí mismo por su mediodía y por su atardecer, como camino hacia nuevas auroras". Configuró
y enseñó su creación, su diseño, y como creador, poeta y adivinado de enigmas enseñó a crear para el futuro
y a redimir creadoramente - todo cuanto una vez fue. A reforzar la voluntad y la confianza. Iba por última vez
a ellos, a su propia redención. Perecer entre los hombres y llevar su mensaje. Dar una oportunidad. Porque en
ese lugar también vio las bellas posibilidades del hombre, como aquel pescador más pobre con remos de oro.
Y al verlo, no se cansó de llorar. "Igual que el sol, Zaratustra también quiere perecer: ahora está aquí sentado,
esperando, rodeado de tablas rotas y también de tablas nuevas - a medio escribir".

Día 65: De las tablas viejas y nuevas (4, 5, 6, 7, 8)


Zaratustra tiene una tabla nueva y pregunta por sus hermanos para ayudarle a bajarla al valle y grabarla en el
corazón de los hombres. "¡no seas indulgente con tu prójimo!" El hombre es alto que debe ser superado.
Superarse a sí mismo aún en el prójimo (no pasar por encima como el bufón). Quien no sabe mandar sobre sí
mismo, ha de obedecer. ¡Y algunos pueden mandar sobre sí, pero aún les falta mucho para ser también
capaces de obedecerse!
El goce y la inocencia son las cosas más pudorosas que existen: ninguna de las dos quiere que se la busque.
Es preciso tenerlas-, ¡pero más bien hay que buscar culpa y dolor! Nosotros somos la primicia siempre
sacrificada. Ardemos para la gloria de viejas imágenes de dioses. Nuestra carne es tierna y joven. El viejo
sacerdote de ídolos asa lo mejor de nosotros. Admira a los que perecen y no buscan ponerse a salvo.
Ser verdaderos no es sencillo. Quien puede serlo, no quiere. Los buenos son los que menos pueden. Los
hombres buenos nunca dicen la verdad. Son una enfermedad. Claudican, se rinden, solo repiten, obedecen.
Todo lo que llaman malo si se reúne conforma la verdad. "¡Todo saber creció, hasta ahora, al lado de la mala
conciencia! ¡Vosotros los que sabéis: romped, romped para mí, ¡las viejas tablas!".
"Sobre el río todo es estable, todos los valores de las cosas, los puentes, conceptos, todo el bien y el mal: todo
es estable". Y según la doctrina del invierno, "En el fondo todo permanece inmóvil". Pero el viento del deshielo
es un toro que arrasa lo inmóvil, rompe el hielo y los puentes. No todo es inmóvil. Todo fluye. Mirad como
caen al agua los puentes y barandas. ¿Quién se aferra aún al bien y al mal? Prediquen esto por las callejuelas.

Día 66: De las tablas viejas y nuevas (9,10,11,12,13,14,15)


Lo que se conoce del bien y el mal es una vieja ilusión. Propiciada por adivinos y astrólogos, en tiempos en
que tenían mayor poder. Luego se empezó a desconfiar de ellos, con el discurso individualista de libertad. Pero
hasta ahora sólo ha habido ilusiones, no conocimiento, sobre las estrellas y el futuro: "y por eso, hasta ahora,
solo ha habido ilusiones sobre el bien y el mal, ¡no conocimiento!".
"¡No robarás! ¡No matarás! - fueron palabras consideradas sagradas en otro tiempo", en alusión al famoso
libro de Éxodo, 20, sobre los Diez mandamientos. Pero en la vida siempre hay robo y asesinato. Cuando
aquellas palabras fueron llamadas sagradas también se asesinó a la verdad misma. O fueron palabras de
predicadores de la muerte. "Hermano míos, romped para mí las viejas tablas".
Los violentos y pecadores también pueden ser puentes de superación del hombre. Se encuentran en la
compasión y el perdón. Sobre todo, los violentos y asesinos de su propio pasado. Pero no conocemos todo el
pasado, toda nuestra historia. A veces solo conocemos hasta la vida de nuestros abuelos y no ahondamos. Por
eso son necesarias unas nuevas tablas, donde una de las palabras en ella sea la nobleza. En eso consiste la
divinidad, en que existen dioses, pero no Dios.
No una nobleza que se pudiese comprar, pues poco valor tiene todo lo que tiene su precio. Tampoco que el
honor esté en el lugar a donde estés, sino al que te diriges, tampoco servir a un príncipe o que vuestra estirpe
se haya vuelto cortesana en cortes. O que un espíritu llamado santo condujese a vuestros antepasados a
tierras prometidas. "Pues allí donde crece el peor de todos los árboles, - ¡la cruz! - en esa tierra no hay nada
que alabar". Y a todos esos lugares donde ese Espíritu Santo condujo a sus jinetes, siempre conducían esas
expediciones - ¡cabras y gansos y mentecatos cruzados! (referencia a las Cruzadas).
"Debéis reparar en vuestros hijos el hecho de que vosotros seáis hijos de vuestros padres: ¡así habéis de
redimir todo lo pasado! ¡Estas nuevas tablas pongo sobre vosotros!" (Nuevamente el Éxodo). La sabiduría del
parloteo del pasado. El moho también ennoblece. Todo es puro para los puros, pero también todo es sucio

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para los sucios. Los beatos de espíritu sucio. Muchas cosas del mundo huelen mal: "pero la propia repugnancia
crea alas y da fuerzas que presienten manantiales". Incluso en el mejor de los hombres hay algo que provoca
repugnancia. E incluso el mejor de los hombres es algo que debe ser superado. Dejar al mundo ser el mundo.
Conocer el bien y el mal. Aprender a renunciar al mundo. Y a la propia razón. Romper con esas tablas de los
piadosos. "¡Destruid con vuestra palabra las sentencias de los calumniadores del mundo!".

Día 67: De las tablas viejas y nuevas (16,17,18,19,20,21,22,23)


Romper no solo las tablas viejas sino las nuevas. Aquellas que se escuchan en murmullos y colgadas en los
mercados. "Quien aprende mucho, olvida todo deseo fuerte" o la sabiduría cansa. Las publicaron los cansados
del mundo, los predicadores de la muerte y predicadores de la servidumbre. "El querer hace libres, pues
querer es crear: así enseño yo. ¡Y solo para crear debéis aprender!". Y los cansados del mundo, que temen de
la altura y a la libertad. "Se necesita más valor para crear un final que un verso nuevo".
Hay tablas creadas por el agotamiento y la pereza. Y los Parásitos andan alerta para pegarse al subir una
cansada alma ascendente la montaña. Aquel ser que vive allí donde el hombre grande tiene pequeños
rincones heridos. A quien no quiere aprender a volar, se debe enseñar a caer más deprisa. "Amo a los
valientes: pero no es suficiente con ser un espadón, - ¡hay que saber también a quién combatir!". Solo debes
tener enemigos a los que odiar, no a los que despreciar. Dejar que cada pueblo recorra sus caminos, los más
oscuros y llenos de relámpagos. Los hombres son animales de presa. Han robado a los animales sus virtudes.
"Solo los pájaros están por encima de él. Y si el hombre aprendiera a volar, ¡ay! ¡hasta dónde - volaría su
rapacidad!".
Demos por perdido el día en que no hayamos bailado por lo menos una vez. Y sea para nosotros falsa toda
verdad en la que no haya habido una carcajada.

Día 68: De las tablas viejas y nuevas (24,25,26,27,28,29,30)


Y sobre el matrimonio y su debacle: es mejor romperlo que torcerlo. "Siempre encontré que los mal apareados
son los más vengativos: hacen pagar a todo el mundo el que ellos no puedan ya correr por separado". Es una
gran cosa estar dos siempre juntos. Oportunidad de crecer hacia arriba. Los terremotos provocan cambios en
la superficie y nuevos descubrimientos. Nuevos manantiales. "La sociedad humana: es un ensayo, así lo
enseño yo, una larga búsqueda: ¡y lo que busca es al que ha de mandar!". Ensayo y no un contrato.
El mayor peligro del futuro humano se encuentra en los buenos y los justos. El daño de los buenos es el más
dañino de todos. Eran los fariseos. Pero los buenos también tienen que crucificar a aquel que inventa su
propia virtud. Odian al creador que rompe las tablas y los viejos valores. Le llaman criminal. No saben crear y
crucifican el futuro humano. "Los buenos - siempre fueron el principio del fin". Enseñaron cosas falsas y falsas
seguridades. Debéis ser valientes y pacientes. Los creadores son duros como el diamante, y esa es otra
adición a la nueva tabla: "endureceos". Pedir protección y reserva a un gran destino. A una gran victoria. "Una
estrella preparada y madura en su mediodía, ardiente, atravesada, bienaventurada por las aniquiladores
flechas del sol: un sol y una voluntad solar inexorable, ¡preparada para su propia aniquilación en la victoria!".

Día 69: El convaleciente (1)


Una mañana, luego de regresar a la caverna, Zaratustra se despertó y saltó de su lecho gritando y haciendo
gestos como un loco. Sus animales se asustaron y acudieron a él, y los demás animales salieron de sus
escondrijos de la misma forma.
"¡Arriba, pensamiento abismal, sal de mis profundidades! Yo soy tu gallo y tu crepúsculo matutino, gusano
adormilado: ¡arriba! ¡arriba! ¡Mi voz debe despertarte ya con su canto de gallo!"
Invitaba a deshacer las ataduras de los oídos. Aprender a escuchar. Deshacerse de los sueños, de la ilusión
que nubla los ojos. Despertar. Hablando desde el abismo y abriendo su última profundidad hacia la luz.
Luego de esto, Zaratustra calló y quedó postrado en silencio, pálido y temblando durante 7 días. Sus animales
no lo abandonaron. Sólo el águila salía a conseguir el alimento. Cuando luego de los 7 días se recompuso, sus
animales le hablaron y le animaron a salir, a disfrutar de la naturaleza, del jardín, el viento, los arroyos, del
mundo. Porque todo lo exterior lo anhelaba y deseaba ser su médico. Zaratustra conmovido se preparó para
responderles.

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Día 70: El convaleciente (2)


Zaratustra animó a sus animales a seguir parloteando e inició su discurso, "allí donde se parlotea, el mundo se
me presenta como un jardín". Agradeció la existencia de las palabras y sonidos. "¿Acaso las palabras y los
sonidos no son arcoíris y puentes imaginarios que unen lo que está eternamente separado?". "La ilusión
miente más bellamente en aquellas cosas que son más similares; pues el abismo más pequeño es el más difícil
de salvar".
"Para mí - ¿cómo podría haber un <fuera de mí>? ¡No hay ningún fuera! Pero esto es algo que olvidamos con
todos los sonidos; ¡qué agradable es olvidar!".
Cada cosa tiene un nombre y un sonido para que el hombre se reconforte en ellas. "El habla es una hermosa
locura: por ella, el hombre baila sobre todas las cosas". Ahora los animales escuchaban alegres a Zaratustra, y
confirmaban que todas las cosas bailan para los que pensaban como ellos. Y una nueva referencia al eterno
retorno: "Todo va, todo regresa de nuevo: eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelve a
florecer, el año del ser transcurre eternamente". Todo se rompe, y es reparado. Todo se despide, y todo
vuelve a saludarse. Y entonces el maestro les dijo que debían saber bien lo que lo consumió en los 7 días que
pasó postrado. Mordió y escupió la cabeza del monstruo. ¿Había ellos ya compuesto una canción sobre ello? Y
llamó crueles a sus animales por ser espectadores pasivos. Mirar el dolor. "El hombre es, en efecto, el animal
más cruel". Y hace mención nuevamente a los hombres pequeños, los compasivos y los poetas. Se alimentan
del placer del sufrimiento ajeno y el propio. Lo que estrangulaba a Z era el mismo hastío del hombre, confesó.
El hombre regresa eternamente y el hombre pequeño regresa eternamente. Una vez vio a ambos desnudos.
Asco. Y al recordarlo Z volvió a temblar, pero sus animales no dejaron seguir hablando al convaleciente, y le
invitaron a salir de la caverna donde le esperaba el jardín. Cantar. Hablar. Bailar. Bramar. "Tus animales saben
bien, oh Zaratustra, quién eres y en qué te tienes que convertir: mira, tú eres el maestro del eterno retorno".
(Y acá hay una interesante referencia bíblica a Mateo, 16, 16, en el capítulo en que Pedro declara que Jesús es
el Mesías, le dice: "Tú eres el Mesías, el hijo de Dios viviente", al preguntarle a ellos Jesús - sus
animales/discípulos - ¿quién dicen que soy yo?". Y siguen los animales en su discurso al maestro, sobre el
eterno retorno, las cosas y ellos mismos volvían eternamente. "Retorno, con este sol, con esta tierra, con esta
águila, con esta serpiente". Pero no a una nueva vida, peor o mejor, sino a la misma. Lo que cambia es el
sujeto, el vehículo, el ente, el ser. "Para decir de nuevo la palabra del gran mediodía de la tierra y del hombre,
para anunciar de nuevo a los hombres el superhombre". Y los animales anuncian el fin del ocaso de
Zaratustra. Él permaneció en silencio, conversando con su alma. El águila y la serpiente no esperaron
respuesta y alabaron el gran silencio que lo rodeaba y se alejaron con cuidado.

Día 71: De la gran nostalgia


"Oh, alma mía, te enseñé a decir <hoy> como se dice <algún día> y <en otro tiempo>, ya bailar tu ronda por
encima de todo aquí y allí y allá".
Y así inicia este capítulo poético, que desde su inicio reiterativo "oh, alma mía" hace alusión a uno de los
Salmos bíblicos que también inicia reiterativamente, "Bendíceme, alma mía".
"Te devolví la libertad sobre lo creado y sobre lo increado: ¿y quién conoce, como tú, la lujuria de lo
venidero?". También habla de haber enseñado el desprecio, el amoroso desprecio. Enseñado a convencer a las
razones. "Te di nuevos nombres y juguetes de todos los colores, te llamé <destino> y <confín de los
confines> y <cordón umbilical del tiempo>". Dio de beber los vinos fuertes de la sabiduría. "Derramé sobre ti
todos los soles y todas las noches y todo silencio y toda nostalgia: - entonces creciste para mí como una viña".
Y sigue el canto a su propia alma, de agradecimiento, de entrega, de nostalgia. "Oh, alma mía, entiendo la risa
de tu nostalgia: ¡tu reino exuberante extiende ahora las manos, anhelantes!". La nostalgia de la
sobreabundancia que mira desde el cielo de tus ojos sonrientes. Y quién podría ver su sonrisa sin deshacerse
en lágrimas. Reír y llorar. La risa que anhela lágrimas. ¿No es todo llanto una queja? ¿Y toda queja una
acusación? Así se queja el alma, y por eso prefiere reír antes de descubrir su dolor. Y si no quiere llorar,
tendrá que cantar. Y el maestro le predijo, cantar hasta que los mares queden en silencio para escuchar su
melancolía, hasta que la barca se meza sobre silenciosos mares melancólicos, hasta que los animales corran,
al gran liberador sin nombre.
"El pedirte que cantaras: eso era lo último que tenía" ¡cántame, canta, oh, alma mía! ¡Y déjame dar las

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gracias!

Día 72: La otra canción del baile


Zaratustra dedica otra canción, otros versos, y otros cuestionamientos a la vida. Manifestando agradecimiento
por las experiencias vividas, amor, incertidumbre... "Bailo tras de ti, te sigo incluso en las huellas más
pequeñas. ¿Dónde estás? ¡Dame la mano! ¡O al menos un dedo!". La canción acompañada de un baile. La vida
es una interminable pieza musical bailable. "¿Estás cansado ahora? Allí arriba hay ovejas y atardeceres: ¿no es
hermoso dormir cuando los pastores tocan la flauta?". "¡Debes bailar y gritas para mí, al compás de mi látigo!
¿Pero no he olvidado el látigo? - ¡No!".
Luego, la vida le responde a Zaratustra. Pide que no peguen tan fuerte con su látigo, porque el ruido mata los
pensamientos. Ambos se encuentran más allá del bien y del mal. Promueve el amor, y se manifiesta
admiradora de la sabiduría del maestro, causa de su amor. Pero pide cuentas al maestro por su amor con ella.
Presiente que quiere abandonarla pronto. Lo ve en sus pensamientos nocturnos. Zaratustra asintió y le dijo
algo al oído que nadie más sabía. Ambos lloraron. Zaratustra y la vida. "Pero entonces la vida me fue más
querida que lo que nunca me había sido mi sabiduría".
Así habló Zaratustra.
Y finaliza con 12 frases cortas, que aluden al hombre, a la medianoche, a un sueño profundo, al mundo
profundo, al dolor profundo, al placer profundo... A la profunda eternidad. Y al llegar al 12 se queda en
silencio. Vacía. Y pasa al siguiente capítulo.

Día 73: Los siete sellos (O la canción del Sí y del Amén) (1,2,3,4)
Y este capítulo final de la Parte 3 que se extenderá entre hoy y mañana, alude completamente al libro bíblico
del Apocalipsis.
"Si soy un adivino y estoy lleno de ese espíritu adivinador que camina sobre una elevada cresta entre dos
mares, - que camina como una pesada nube entre el pasado y el futuro, enemiga de las sofocantes tierras
bajas y de todo cuanto está cansado y no puede ni morir ni vivir"
Sigue hablando de los adivinadores y la luz del futuro. Y llegando al símbolo del "fin" de un ciclo vuelve a su
teoría del eterno retorno con "el anillo del retorno". "No encontré a la mujer de quien yo quisiera tener hijos,
excepto esta mujer a la que amo: ¡pues yo te amo, oh, eternidad".
Si por su cólera destrozó sepulcros, si por la burla apartó palabras enmohecidas, si alguna vez se sentó junto a
los viejos dioses, difamadores del mundo. Y repite como un bis el verso apocalíptico anterior sobre el anillo del
retorno y la eternidad. Es una canción del fin.
Si alguna vez jugó con las virtudes de ser creador, el hálito, el rayo, dados divinos en la mesa de los dioses (la
tierra), la mesa divina. Y repite el bis.
Si alguna vez bebió de la jarra donde están mezcladas todas las cosas, si derramó fuego en el espíritu, deseo
en el dolor y lo peor en lo más bondadoso. Y permitió que la sal redentora, que hace que todos se mezcle
bien, lo bueno y lo malo. Y repite el bis. Zaratustra comparte sus visiones en la montaña en su larga
procesión, la luz del futuro.

Día 74: Los siete sellos (O la canción del Sí y del Amén) (5,6,7)
Si era propicio al mar y todo lo marino, lo amplio y lo eterno. "Si está en mí ese placer indagador que empuja
las velas hacia lo desconocido, si hay un placer de navegante en mi placer". El placer cuando la costa
desaparece. Lo ilimitado brama, el espacio y el tiempo brillan, allá lejos. Y repite el bis de la canción del fin con
el verso apocalíptico sobre el anillo del retorno y la eternidad.
Canta también sobre la virtud de un bailarín, sobre la maldad que ríe, "todo lo malvado se congrega en la risa,
pero santificado y absuelto por su propia bienaventuranza". Y el Alfa y el Omega que aparece también en el
Apocalipsis como la representación de Cristo en su venida en el capítulo de "Juan escribe a las 7 iglesias", en
Zaratustra se refiere a que todo lo pesado se vuelva ligero, como un bailarín, un pájaro. Libre no represivo. Y
se repite el bis apocalíptico.
Y si alguna vez excedió su vuelo en sus cielos silenciosos, nadando en profundas lejanías de luz y llegó con la
libertad la sabiduría del pájaro: "¡mira, no hay arriba ni abajo! ¡Lánzate de acá para allá, hacia adelante, hacia
atrás, tú, ligero! ¡Canta! ¡No hables más!". Y finaliza nuevamente con el bis apocalíptico, y lo repito:

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"Oh, ¡cómo no iba yo a estar deseoso de la eternidad y del anillo nupcial de todos los anillos, - el anillo del
retorno!
Aún no encontré a la mujer de quien quisiera tener hijos, excepto esta mujer a la que amo: ¡pues yo te amo,
oh, eternidad!"

Fin de la Parte 3

Parte 4

Día 75: La ofrenda de miel. (Inicio de la 4ta y última parte)


Está última parte fue concebida por Nietzsche como una obra aparte e independiente, por lo que se puede
apreciar una sutil diferencia en el tono y la forma. Al iniciar este capítulo para Zaratustra han pasado ya
muchos años y su cabello se tornó de blanco. Sus fieles animales lo miraron observando el infinito y le
preguntaron si buscaba la felicidad. Zaratustra dijo que no, que ya no anhelaba la felicidad sino a su obra. Y
que su felicidad era pesada y como una fluida ola de agua: "me oprime y no quiere despegarse de mí y se
parece al pez derretido" (pez/pech significa betún, pez, pero también mala suerte o desgracia).
Los animales siguen preguntando por los cambios físicos del maestro, como el color de su cabello. El paso del
tiempo. Él dice que le ocurrió lo que le pasa a las frutas cuando maduran. Le invitan a subir la montaña alta y
disfrutar del aire puro y ver al mundo desde la cima. Zaratustra se animó y dijo que debía tener disponible
miel dorada de panal. La miel también corría por sus venas, espesando su sangre y acallando su alma. Al
llegar a la cima debía hacer la ofrenda de la miel.
Al llegar a la cima mandó a los animales de vuelta a casa y volvió a estar solo. Pero más libre que en la
caverna de lo eremitas. Es como un pescador que lanza su caña de pescar dorada sobre el hombre. En la caña
va su felicidad para que los hombres tiren de ella. Y había subido a la montaña para pescar. "¡Fuera, fuera
anzuelo mío! ¡Dentro, hacia abajo, cebo de mi felicidad!".

Día 76: El grito de socorro


Zaratustra esperaba en la caverna mientras sus animales conseguían comida y miel. De pronto se asustó ver
una sombra junto a la suya, y volvió a ver a un viejo conocido, al adivino anunciador del gran cansancio. El
adivino le empezó a hablar de su salvación y del futuro, pero de repente se escuchó un grito de socorro, el
grito de un hombre que quisiera escapar de un negro mar. Al preocuparse se preguntó a sí mismo por su
último pecado. "Compasión", respondió el adivino, y además anunció que había ido a hacerle cometer su
último pecado. El grito se volvió a escuchar, más fuerte, largo, angustioso y cerca. El adivino le dijo que el
grito era para él también. Una llamada. Del hombre superior que lo llamaba a gritos.
Zaratustra estaba temeroso por esa voz de socorro y las palabras del adivino. El hombre le invitó a bailar para
no caer al suelo. Y renegaba de la existencia de la felicidad y las islas afortunadas. Hasta que el maestro
recobró el sentido, la luz y su seguridad. "¡No! ¡No! ¡Tres veces No!", gritó Zaratustra, y la volverá a repetir en
otros capítulos, en referencia bíblica a las 3 veces que Jesús dice que No al demonio tentador en el desierto. Y
a las 3 veces que es negado por su discípulo, Pedro. Al negarlo, confirmó que él sí sabía de la existencia de las
islas afortunadas. Y reniega de las palabras del adivino. Le permitió quedarse como su huésped mientras él iba
al bosque con sus animales. Y lo invitó a bailar y reír. Porque él también era adivino.

Día 77: Coloquio con reyes


Zaratustra estaba caminando cuando de repente observó una extraña procesión. Venían dos reyes caminando
con coronas y un asno cargado delante de ellos. Z se escondió en los arbustos y se sorprendió al ver ambos
monarcas y un solo asno, pensó en voz alta. Ellos lo escucharon y se detuvieron a explorar. "Esas cosas las
pensamos ciertamente, nosotros, dijo el rey de la derecha, pero no se dicen". Pensaron que el comentario
venía de alguien de falta de sociedad y conexión con el mundo. Un cabrero o un eremita. En su conversación
dejan ver que son monarcas rezagados y apartados de las "buenas costumbres" y la "buena sociedad", de esa
falsa y acicalada plebe. No tiene nada de nobleza, todo es falseado y podrido, decían. Y lanzaron ciertos
elogios a la clase campesina. Y en contra de la plebe, que significa mezcolanza: donde habitan juntos, santos,

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bandidos, hidalgos y judíos. Todos los animales del arca de Noé.


Siguieron hasta que Zaratustra que escuchaba atento se presentó. Recordemos que Z ante había hecho un
discurso contra los reyes. Coinciden que andan tras una búsqueda en común: la del hombre superior. Preciso
a él llevaban ese asno cargado. Z estaba impresionado con las palabras y reflexiones de estos reyes
renegados. Hasta el asno habló: I - A (rebuzno en alemán que también significa <sí>). Zaratustra les dedicó
unos versos sobre la antigua Roma, en voz de la Sibila, que decía que todo iba mal: "Roma se rebajó en puta
y burdel, el César de Roma se rebajó en animal, y Dios mismo - se hizo judío".
Los reyes se deleitaron con los versos de Z, y le confesaron que habían escuchado cosas malas de él en el
pueblo. Los reyes seguían hablando y a Z le dieron ganas de burlarse de ellos, pero se contuvo. Pidió permiso
pasa retirarse. Se dijo honrado de que en su caverna esperasen reyes, pero pensó que era de reyes aprender
y saber esperar.

Día 78: La sanguijuela


Zaratustra seguía pensativo caminando por el bosque y como ocurre a todo aquel que piensa cosas pesadas,
pisó sin darse cuenta a un hombre. Salieron gritos e insultos del suelo. Z se asustó y con el bastón volvió a
golpear sin culpas al afectado. Se dio cuenta de todo y en su corazón sonrió. Pidió excusas y le dijo que
escuchase antes de decir nada una parábola. La parábola contaba la historia de un caminante que choca con
un perro y se insultan ambos. Pero poco faltó para que se acariciasen pues ambos eran solitarios. El hombre
se ofendió con la dichosa parábola y se sintió triplemente pisoteado. "¿Acaso soy yo un perro?" Se levantó y
amenazó al maestro. El hombre sangraba y decía que no iba a dar explicaciones. Zaratustra le recordó que
esos eran sus dominios y se interesaba por su herida. Mordido por un animal y pisado por un hombre.
Desdichado.
El hombre se sorprendió del nombre del maestro y reconoció que el animal había sido una sanguijuela, el
animal que vive de la sangre. Ocurrió mientras pescaba y se alegró de que hubiese encontrado al maestro, la
gran sanguijuela de conciencias. Se identificó como un aprendiz del maestro y por lo tanto conocedor de la
sanguijuela y su cerebro. Sentía aversión por las tibiezas de espíritu y los difusos. Recuerda la frase del
maestro que lo sedujo a seguir su doctrina: "el espíritu es la vida que se desgarra en la vida". Y colmó su
saber con su propia sangre. Zaratustra observó y aún le corría sangre y le vio 10 sanguijuelas aún pegadas.
"¡Oh, tú, extraño compañero, ¡cuántas cosas me enseña esta evidencia, es decir, tú mismo! ¡Y tal vez no me
esté permitido vaciarlas todas en tus severos oídos!", le dijo el maestro mientras se separaron y le indicó el
camino a su caverna. Lo invitó a ser su huésped y curar su cuerpo de su pisada. Pero por ahora debía alejarse
por un grito de socorro. El aprendiz del maestro representa una búsqueda excesiva y encarnizada que aparta
viejas creencias, pero en la búsqueda de nuevos horizontes queda atrapado en otros limitantes que chupan su
sangre. No entendió la sanguijuela como ser, ente o símbolo sino como sino como objeto a estudiar por partes
(cerebro, que representa el pensamiento cientificista).

Día 79: El mago (1)


Zaratustra siguió buscando la voz de lamento que escuchaba hasta que lo encontró. A un hombre que agitaba
los miembros como un frenético y que luego caía al suelo. Zaratustra pensó que había encontrado finalmente
al hombre superior. Yacía en el suelo tembloroso y el maestro no logró ponerlo de pie. Miraba a su alrededor
con gestos conmovedores, "como uno que hubiera sido abandonado y dejado solo por todo el mundo". Pero
luego de empezó a quejar de forma poética...
El largo lamento del mago que nos ocupará dos días fue compuesto por Nietzsche en el otoño de 1884. De la
importancia que este poema tenía para Nietzsche da idea el hecho de que lo incorporase en su último ciclo
poético, "Ditirambos de Dionisio", bajo el nombre de "Lamentos de Ariadna". Y sigue el poema del mago
(Fragmentos):
"¿Quién me calienta? ¿Quién me ama todavía?
¡Dadme unas manos ardientes!
¡Dadme braseros para el corazón!
Postrado en la tierra y con escalofríos,
igual que un medio muerto a quien calientan los pies - (...)
- Así yazco.

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Me quiebro, me retuerzo, atormentado


por todos los martirios eternos,
herido
por ti, cazador cruel,
oh, desconocido - Dios. (...)
¿Quieres acaso entrar?
¿Penetrar en el corazón,
penetrar en mis pensamientos más ocultos?
¡Desvergonzado! ¡Desconocido - ladrón!
¿Qué quieres robar?
¿Qué quieres escuchar?
¿Qué quieres arrancar con tus tormentos?
¡En vano! ¡Sigue clavándote,
cruelísimo aguijón! No,
no soy tu perro - solo tu caza.
¡Cruelísimo cazador! (...)
¿Quién me ama todavía? Dame manos ardientes,
dame braseros para el corazón,
dame, al más solitario de los hombres,
a aquel al que el hielo, ay, siete veces el hielo,
enseña a desvivirse hasta por enemigos"
"¡Vuelve, oh, al último
de todos los solitarios!
Todos los arroyos de mis lágrimas llevan
su caudal hacia ti.
¡Y la última llama de mi corazón -
para ti se alza, ardiente!
¡Oh, vuelve,
mi Dios desconocido, mi dolor, mi última - dicha!

Día 80: El mago (2)


Zaratustra no aguantó más el show del loco y empezó a golpearlo con su bastón. El viejo empezó a gritar que
parara, sabía quién era el maestro y sólo estaba haciendo teatro. Le dijo que representaba al "penitente de
espíritu", término usado por el mismo Z. "El poeta y mago que termina por volver su espíritu contra sí mismo,
el transformado que se hiela de frío junto a su mal saber y a su mala conciencia". Estaba frente a otro
discípulo o seguidor. Y éste está satisfecho de haber engañado al maestro. Zaratustra reconoció su buen
manejo de la mentira, "perverso falsario", incluso cuando decía que era sólo teatro, había también algo de
seriedad. Sin dudas era un buen ejemplo del penitente de espíritu. Pero le dijo que se había convertido en
encantador de todos, pero ya no tenía más contra sí mismo, "estás desencantado para ti mismo". Su única
verdad era la náusea. El viejo lo aceptó y se mostró cansado y con náusea de sí mismo, de su arte. Pero dijo
que antes buscó la grandeza. "Oh, Zaratustra, todo es mentira en mí; pero que yo estoy destrozado - ¡ese
estar destrozado es auténtico!".
Zaratustra lo deja al descubierto y sigue desentrañando su mentira. Pero reconoce su honestidad al aceptar
que no es grande. Lo honró como penitente de espíritu, por ese instante autenticidad dentro del mar de
falsedad. Entonces Z le interrogó sobre qué hacía en sus dominios y qué buscaba al tentarlo. El viejo dijo que
simplemente buscaba. A un auténtico, justo, inequívoco, honesto, sabio, a un gran hombre. "Yo busco a
Zaratustra". Zaratustra lo cogió de la mano e indicó el camino a su caverna donde encontraría lo que buscaba
y hablase con sus animales. El águila y la serpiente le ayudarían a buscar. Tampoco había visto a un gran
hombre. Ese era el reino de la plebe. "¿Buscas grandes hombres, extraño loco? ¿Quién te ha enseñado eso?
¿Es hoy tiempo de eso? Oh perverso buscador, ¿por qué me tientas?".
Así habló Zaratustra, con el corazón lleno de consuelo y, riendo, continuó su camino a pie.

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Día 81: Jubilado


Zaratustra sigue con el encuentro con esta variedad de hombres distintos, con una mejor apariencia de los
que encontró antes. Pues éstos han estado cerca del camino del hombre superior pero también se han
perdido. Luego de librarse del mago, encontró en el camino a otro hombre, a Z le dio la impresión de que era
sacerdote, y se lamentó de cruzarse con otro nigromante. El hombre al ver al maestro saltó a pedirle ayuda.
Estaba asustado y buscaba al último hombre piadoso, aquel que no había escuchado nada de lo que todo el
mundo ya sabía. "¿Qué sabe hoy todo el mundo?", ¿acaso que ya no vive el viejo Dios en quien todo el mundo
había creído una vez?, dijo el maestro. "Tú lo has dicho", respondió el anciano, quien dijo haber servido a ese
Dios (esa frase recuerda a la que contestó Jesús cuando Pilato le preguntó si era el rey de los judíos). Pero
dijo que ya estaba jubilado, y que él era "el último papa". Z tomó la mano del viejo papa y alabó sus manos,
como las manos de alguien que siempre ha impartido bendiciones. Y ahora agarraba la mano del que buscaba:
a él. "¿Sabes cómo murió?", preguntó Z al papa, si era verdad que se había asfixiado por la compasión. Él no
respondió y parecía turbado. "Déjalo ir", dijo el maestro.
"Él era un Dios escondido, lleno de secretos. En verdad, no pudo tener un hijo más que por medios sinuosos.
En la puerta de su fe se encuentra el adulterio". Quienes decían que era Dios del amor no se amaba a sí
mismo. Era un juez. "Cuando era joven, este Dios del Oriente era duro y vengativo, y se construyó un infierno
para disfrute de sus predilectos". Aunque al final de su vida se hizo viejo y compasivo. "Demasiadas cosas le
salieron mal a ese alfarero". "Fuere con semejante Dios. Es mejor no tener ningún Dios, mejor hacerse a uno
mismo su propio destino, mejor ser un loco, mejor ser uno mismo Dios". El papa alarmado le dijo que era muy
piadoso, "Algún Dios dentro de ti te ha convertido al ateísmo". Y pidió ser su huésped por una noche.
Zaratustra le indicó el camino a su caverna, pues él tenía que seguir tras otro grito de socorro. Pues en sus
dominios nadie debía sufrir daño.
"Pero ¿quién te quitaría de los hombros tu melancolía? Soy demasiado débil para eso. Mucho tiempo, en
verdad, habremos de esperar hasta que alguien despierte a tu Dios". Y es que ese viejo Dios ya no vive: está
completamente muerto.

Día 82: El más feo de los hombres


Zaratustra seguía caminando acercándose hacia la voz que gritaba socorro. Iba sin saber que se encontraría
con un interlocutor que generaría en él la contradicción. Se dio cuenta cuando el paisaje cambió y parecía
caminar en el reino de la muerte. Un valle del que los animales huían, sólo iban las serpientes viejas, gordas y
feas a morir: el valle Muerte de la serpiente. Sintió haber estado antes allí. De repente vio a alguien y se
apoderó de él un gran pudor por haber visto algo así. Atónito intentó abandonar inmediatamente el lugar. Y
entonces lo llamó "el más feo de los hombres":
"¡Zaratustra, Zaratustra! ¡Resuelve mi enigma! ¡Habla, habla! ¿Cuál es la venganza contra el testigo?". Y lo
incitaba a decir quién era. "Cuida, cuida que tu orgullo no se rompa aquí las piernas". Mientras lo escuchaba
en el alma de Zaratustra creció un sentimiento vergonzoso de los que él criticaba: "La compasión le
sobrevino". Y se desplomó.
Cuando se levantó se dirigió al hombre con firmeza y lo acusó de ser el asesino de Dios. Y pidió que le dejase
ir. "No soportabas a Aquel que te veía, - que te veía siempre y en todo lugar, ¡tú el más feo de los hombres!
¡Te vengaste del testigo!". Intentó irse, pero el hombre rogó que se quedase. "Honra mi fealdad". Cualquier
otro le hubiese tirado limosna, pero reconoció al maestro cuando intentó pasar a su lado enrojecido. Su pudor
le honró. "Con dificultad escapé de la muchedumbre de los compasivos, para encontrar el único que hoy
enseña <la compasión es impertinente>". "¡a ti, oh, Zaratustra!". "Ya sea la compasión de Dios o la de los
hombres: la compasión siempre va contra el pudor. Y no querer ayudar puede ser más noble que esa virtud
que salta corriendo para ayudar". Hoy en día la compasión era la virtud y nadie sentía reverencia por la gran
desdicha, por la gran fealdad, por el gran fracaso. Y siguió hablando el hombre de las gentes pequeñas y de
los buenos. Varios de los temas de los discursos de Zaratustra. Sobre el que enseñó un error nada pequeño
cuando enseñó: "Yo soy la verdad". Y recordó que Zaratustra no fue engañado y pasó de largo y le dijo 3
veces no a esa verdad. Y siguió recordando frases de Zaratustra sobre los creadores, la compasión y el pudor.
Por lo que conocía cómo se sentía el maestro al descubrir su enigma y lo que generó en él. Y siguió
alardeando de matar a Dios, el testigo, y lo que hacía sentir a su maestro.
Zaratustra se levantó y le indicó el camino hacia su cueva donde encontraría a sus animales. Y que aprendiera

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de ellos, del animal más orgulloso y del más inteligente. El águila y la serpiente. Consejeros idóneos.
Zaratustra siguió caminando, pensativo de todo lo que había pasado. Las respuestas no eran sencillas y no
llegaban fácilmente. Dicen que el hombre se ama a sí mismo, "Ay, ¡que grande debe ser ese amor por sí
mismo! ¡Cuánto desprecio tiene contra sí mismo!". Un gran amante y despreciador. Y pensó si era ese el
hombre superior cuyo grito escuchó. "Yo amo a los grandes despreciadores. Pero el hombre es algo que debe
ser superado".

Día 83: El mendigo voluntario


Al abandonar al hombre más feo, Zaratustra se sintió solo y tuvo frío. Siguió caminando entre prados verdes y
barrancos salvaje. Sintió una calidez reconfortante. Miró lo que le había generado esa paz y encontró unas
vacas, que rodeaban a alguien que les hablaba. Una voz humana. Y lo vio. Era un hombre hablando con los
animales. Un hombre pacífico y predicador de la montaña. Z le preguntó qué hacía allí. "Lo mismo que tú,
¡intruso!, a saber, la felicidad en la tierra". Y por eso aprendía de esas vacas. Mientras no seamos vacas no
entraremos al reino de los cielos, dijo el hombre. "Y es que deberíamos aprender de ellas una cosa: a rumiar".
Para escapar de la gran tribulación, de la gran náusea. El hombre reconoció a Zaratustra y se acercó a besar
sus manos, reconociendo al maestro como el vencedor de la gran náusea. Z lo reconoció también. Como el
mendigo voluntario. Un rico que avergonzado de su riqueza la abandonó y se unió al mundo de los pobres,
quienes al final no lo aceptaron. Por eso acudió a los animales. "Entonces aprendiste, que dar bien es más
difícil que quitar bien, y que el regalar bien es un arte y la última y más refinada maestría de la bondad", le
dijo el maestro.
El mendigo voluntario decía que el reino de los cielos estaba entre las vacas, no en el de los pobres. ¿Y por
qué no entre los ricos? Dijo Zaratustra. Y el mendigo dijo que no le tentase o confundiese. Y hace un pequeño
discurso contra los ricos. Y al final contra los pobres también. Zaratustra vio que era muy duro consigo mismo.
Y no parecía ser de naturaleza tan dura. Era de estómago para cosas dulces no para carne. Zaratustra al final
le dijo que debía conocer a sus dos animales. El águila y la serpiente. Le indicó el camino a su caverna. Y dijo
que debía seguir para encontrar un grito de socorro, y que él era "bueno", incluso más que unas vacas. Le dijo
que se fuera y lo llamó "perverso adulador". Él escapó.

Día 84: La sombra


Al abandonar al mendigo, Zaratustra sintió que lo llamaban. Era su propia sombra, que antes ya había
aparecido capítulos atrás. "¿Adónde se fue mi soledad?", clamó Z. Al inicio intentó correr, pero luego se detuvo
y enfrentó a la que se hacía llamar su sombra. Su perseguidor confesó que lo llevaba siguiendo desde hace
mucho tiempo, como una sombra. "... Y aunque me ocultase de ti, siempre fui tu mejor sombra: dondequiera
que te sentaras, allí estuve sentado yo también". Parecía que había seguido y sufrido las mismas pruebas que
pasó el maestro.
"Contigo perdí la fe en las palabras y en los valores y en los grandes nombres". Y le sigue nombrando todos
los aprendizajes que tuvo siendo su sombra. Pero lo empezó a embargar la duda, sobre su meta, su destino,
su hogar. "¿Dónde está mi hogar?". Zaratustra trató de dar consuelo a su sombra, diciendo que había tenido
un mal día y procurase evitar una tarde peor. Que se cuidara de no quedar aprisionado. Lo invitó a descansar
en su caverna y le mostró el camino. Debía escapar pronto de ese lugar pues ya sentía algo parecido a una
sombra. "Quiero correr solo, para que las cosas a mi alrededor vuelvan a ser claras. Para ello tengo que volver
a estar alegre sobre mis piernas. Pero esta noche, en mi casa - ¡bailaremos!".

Día 85: A mediodía


"Y Zaratustra corrió y corrió y no encontró a nadie más, y estuvo solo, y se encontró continuamente a sí
mismo, y disfrutó y bebió a sorbos su soledad, y pensó en cosas buenas, durante largas horas".
Al llegar el mediodía pasó junto a un viejo árbol retorcido del que colgaban uvas amarillas. Z pensó en
arrancar un racimo, pero cuando alargó el brazo sintió deseos de tumbarse junto al árbol y descansar a la hora
del mediodía. Se tumbó, pero en ningún momento dejó de mirar el árbol. Estaba maravillado. Era un momento
perfecto. Sin cerrar los ojos, despertó su alma. Se hizo ligero como una pluma.
"¡Felizmente, ¡qué poco se necesita para ser feliz! Así dije una vez, y me sentía inteligente. Pero era una
blasfemia: esto lo sé ahora. Los locos inteligentes hablan mejor". Intentó dormirse pero se despertó a sí

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mismo y se dio fuerzas para continuar. Aún quedaba mucho camino. Quizás ya se había dormido y estaba
soñando, sumergido en pozos profundos. En los abismos del mediodía.
"Así habló Zaratustra, y se levantó de su lecho junto al árbol, como si saliese de una extraña borrachera: y he
aquí que el sol seguía estando sobre su cabeza. Uno podría deducir de ello, con razón, que Zaratustra no
estuvo dormido mucho tiempo".

Día 86: El saludo


Al anochecer, Zaratustra regresó a su caverna, y para su sorpresa, escuchó nuevamente los gritos de socorro
que venían desde su caverna, conformada por varias voces. Cuando entró se llevó una enorme sorpresa. Se
encontraban dentro todos a los que se había encontrado el día anterior: los reyes de derecha e izquierda, el
viejo mago, el papa, el mendigo, la sombra, el adivino, el más feo, entre otros. Y también estaban el águila y
la serpiente, agitadas e intranquilas por tener que responder tantas preguntas. Todos esperaron que hablara
Zaratustra, y así habló:
"¡Vosotros, desesperados! ¡Hombres extraños! ¿Entonces es vuestro grito de socorro lo que oía? Y ahora
también sé dónde buscar a quien hoy busqué vanamente: el hombre superior". Al parecer estaban en su
caverna, atraídos por él mismo con promesa de ofrendas de miel y reclamos de felicidad. Todos aquellos,
seguidores o admiradores del maestro. El maestro los acogió y les ofreció quedarse a dormir. Les ofreció un
saludo, descanso y seguridad. Todos callaron, pero el rey de la derecha habló, agradeciendo la acogida y
elevando al anfitrión por rebajarse a ellos. Habló también de la travesía de todos hacia ese lugar, alabando las
montañas y el paisaje que se apreciaba. Y además la incertidumbre que tenían cuando el maestro desapareció
sin rastro, y olvidando su promesa y su anuncio. "¿Por qué no viene quien si anunció por tanto tiempo?,
preguntaron muchos; ¿se lo tragó la soledad? ¿O acaso hemos de ir nosotros a él?". Algo ocurre que incluso la
soledad se vuelve blanda y se rompe como se rompe un sepulcro y ya no puede contener más a sus muertos.
Por todas partes se ven resucitados (en referencia al pasaje de Mateo, en la muerte de Jesús). Y el rey siguió
con su discurso al maestro, rematando con que ellos los desesperados asistieron a buscarlo como prueba de
que hombres mejores estaban en camino. Y también aquellos como los hombres de la gran nostalgia, de la
gran náusea y el gran hastío. Iban en camino para aprender la gran esperanza. Al terminar agarró la mano de
Zaratustra y la besó. El maestro aterrado por el adulador, rechazó su veneración y retrocedió espantado. Pero
tras reflexionar les dijo a sus invitados que definitivamente a ellos no era a quien estaba esperando. Ellos
querían ser hombres superiores, pero aún se encontraban muy lejos. "quien se sostiene sobre piernas
enfermas y delicadas, como vosotros, siempre querrá que se sea indulgente con él, lo sepa o se oculte". Y él
no era indulgente.
Y siguió ahora Zaratustra exponiendo las razones por las que ninguno era merecedor de ser de sus guerreros.
No aguantarían la primera embestida. Ellos eran sólo puentes. El hombre superior pasaría sobre ellos. Quizás
de sus semillas naciese algún merecedor, pero no eran ellos. Pero era presagio de que hombres mejores iban
en camino. No aquellos despreciables hombres de la gran nostalgia, la gran náusea o hastío. Nada de eso.
Esperaba a leones sonrientes. No a miserables aduladores. Zaratustra calló de repente y todos guardaron
silencio, excepto el viejo adivino.

Día 87: La cena


El adivino interrumpió entonces a Zaratustra, tras el sepulcral silencio luego de su discurso. Le dijo la
importancia que tenía para él y para los demás estar ahí. Pero todos tenían hambre. Habían recorrido largos
caminos y no querrían saciarlos con discursos. Se estaba muriendo de hambre. Los animales del maestro se
asustaron y se alejaron inmediatamente, pensando que quizás la comida que tenían no fuese suficiente. Y
también de sed, siguió el adivino. Quería vino. No todos eran bebedores de agua como Z. En ese momento
habló el rey de la derecha y dijo que afortunadamente ellos tenían suficiente vino con un asno cargado, sólo
faltaría el pan (clara referencia al pan y vino de la Cena narrada en los Evangelios). Zaratustra y sus discípulos.
"¿Pan?, replicó Zaratustra. Justamente pan es lo que los eremitas no tienen. Pero no solo de pan vive el
hombre, sino de la carne de buenos corderos, y de esos yo tengo dos". (Acá hay otra clara referencia bíblica,
vamos a Mateo, en el episodio que Jesús es puesto a prueba en el desierto y estuvo "40 días y 40 noches sin
comer" y el diablo empezó la tentación de convertir las piedras en panes. Jesús le contestó, citando las

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escrituras: No solo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios).
Zaratustra ofreció las opciones, además de frutos y nueces y pidió colaboración de todos para cocinar. Solo el
mendigo voluntario se negó a participar del banquete. El maestro no estuvo de acuerdo con su decisión y dijo
que a los suyos deberían gustarle las guerras y las fiestas, no ser sombríos o soñadores. Estar preparados para
lo difícil como si fuese fiesta. Y todos siguieron preparando la Cena, en la que hablaron largo y tendido del
hombre superior.

Día 88: Del hombre superior (1,2,3,4)


Durante la cena hablaron largo del hombre superior, por lo que el capítulo se extenderá de hoy hasta el
sábado. Inicialmente Zaratustra recuerda la primera vez que contactó a los hombres tras bajar de la montaña
por primera vez: su llegada al mercado. Reconoce que fue un error, propio de los eremitas. Nadie lo escuchó,
pero algunos sí, y más tarde tuvo como compañeros a funámbulos y cadáveres. Pero se levantó el día
siguiente con ánimos y sin importar la plebe y su ruido. Ante la idea del hombre superior esa gente lo negará,
dirá que "todos somos iguales" "Ante Dios". "Pero ahora ese Dios ha muerto. Y nosotros no queremos ser
iguales ante la plebe. ¡Hombre superiores, marchaos del mercado!".
Su muerte es su liberación. Su resurrección. Y ahora llegará el gran mediodía. Es normal sentir miedo, sentir
vértigo. Se abre un abismo y ladran los perros del infierno. Al horizonte se atisba el superhombre.
No piensen en cómo conservar al hombre, sino en cómo superarlo. "El superhombre es lo que amo, él es para
mí lo primero y lo único, - y no el hombre: no el prójimo, no el más pobre, no el más sufridor, no el mejor".
Puede amar el hombre porque es tránsito y un ocaso. Pero guardaba esperanza por ellos porque habían
despreciado. Los grandes despreciadores son los grandes veneradores. Las gentes pequeñas se pueden
superar en la acumulación de sus pequeñas virtudes (resignación, humildad, sensatez, laboriosidad, etc). Hay
que superarlos, las pequeñas sensateces, todo lo pequeño, diminuto que limite tu alma. Es preferible
desesperarse a resignarse. Cultivar el valor del águila, conocer el miedo, pero dominarlo. Mirar al abismo, pero
con orgullo. "Quien mira el abismo, pero con ojos de águila, el que apresa el abismo con sus garras de águila:
ese tiene valor".

Día 89: Del hombre superior (5,6,7,8)


"<El hombre es malo> - así me dijeron, para consolarme, los más sabios. ¡Ay, si eso fuera hoy verdad! Pues el
mal es la mejor fuerza del hombre". El hombre debe ser mejor y peor. Lo peor es necesario para lo mejor del
superhombre. Y menciona el caso del predicador que sufrió y murió por el pecado del hombre. Celebra el gran
pecado y el gran consuelo.
Llama la atención contra los que fueron a busca alivio en él. Los sufrientes. Pensando que les mostraría
nuevos senderos más livianos. No. No. No. "La vuestra especie han de perecer más y más". Solo así crece el
hombre.
"No es suficiente para mí con que el rayo no cause más daño. Yo no quiero desviarlo: él debe aprender a
trabajar para mí". La sabiduría que se acumula como una nube para algún día parir rayos. "Yo no quiero ser
luz ni llamarme luz para estos hombres de hoy. A esos quiero cegarlos: ¡rayo de mi sabiduría! ¡Sácales los
ojos!".
"No queráis nada por encima de vuestra capacidad: hay una falsedad perversa en quienes pretenden ir por
encima de su capacidad". Cuando quieren grandes cosas, hacen dudar de esas grandes cosas. Son falsas
obras resplandecientes. De virtudes ostentosas. Recomiendo la honestidad a los hombres superiores. Nada es
más precioso y raro.

Día 90: Del hombre superior (9,10,11,12)


Recomienda en cuanto a la relación ante la plebe: "Y en el mercado se convence con gestos. Pero las razones,
en cambio, vuelven desconfiada a la plebe". Y dice que la verdad rara vez vence en esa interlocución ante la
plebe. Que desconfíen cuando eso ocurra. Hay que mentir para llegar a determinado público. Ese fue su
propio error. "La incapacidad para la mentira no es, ni de lejos, amor a la verdad". "¡La falta de fiebre no es, ni
de lejos, conocimiento! Yo no creo a los espíritus resfriados. Quien no sabe mentir tampoco sabe qué es la
verdad".

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Para llegar alto debemos usar nuestras propias piernas. Y jamás dejarse llevar en la espalda de otros. Y tener
en cuenta que en cuanto se llegue a la cima, se tropezará.
No hacer nada por nadie, el "por el prójimo" es la virtud de la gente pequeña. ¡En nuestro egoísmo, creadores,
están la cautela y la previsión de una embarazada!". Donde esté su entero amor se encuentra todo lo demás.
Y el que espera dar a luz, está enfermo. Pero quien ya ha dado, está impuro. Y no se da a luz con placer. "El
dolor es lo que hace cacarear a las gallinas y a los poetas". Todos los creadores seremos madres. Luego de
hacerlo debemos purificarnos el alma hasta dejarla pura.

Día 91: Del hombre superior (13,14,15,16)


Sigue el discurso, recomendando no tratar de ser virtuosos por encima de nuestras fuerzas y no cargas las
grises virtudes de los padres. "En la soledad crece aquello que uno ha llevado a ella, también el animal
interior. Por eso la soledad no es recomendable para muchos". Acá con referencias al "inwendig", llamado el
"animal interior" por Lutero en su traducción del libro Romanos.
"¿Cuánto más elevada es la especie de una cosa, más rara vez se logra? Hombres superiores de aquí, ¿no
estáis todos - malogrados" Y recomienda aprender a reír. Sobre todo, de uno mismo. Sin importar cuantas
cosas se quiebren. "¡Poned pequeñas cosas buenas y perfectas en torno a vosotros, hombres superiores! Su
dorada madurez sana el corazón. Lo perfecto enseña a tener esperanza".
Y el mayor pecado sobre la tierra reposa sobre aquel que cuestionó la risa. Hasta los niños encuentran motivos
para reír. Quien no lo encuentre, busca mal. Como aquel que nos odió e insultó y sólo prometió llanto y
rechinar de dientes. No amaba lo suficiente. Esos incondicionales. Mantenerlos lejos. Miran mal a la vida y
tienen mal de ojo para la tierra. Tienen pies pesados y corazones cerrados. No saben bailar. "¡Cómo iba a ser
la tierra ligera para ellos!".

Día 92: Del hombre superior (17,18,19,20)


Todas las cosas buenas ríen. Quien se acerca satisfactoriamente a su meta, baila. Y el hombre superior de pies
ligeros también corre sobre el fuego. Zaratustra enseña y es vivo ejemplo de esa figura. El ligero, el bailarín, el
amante de la verdad.
Levantar los corazones, pero también las piernas, como buenos bailarines y erguir las cabezas. "Es mejor estar
loco de felicidad, que loco de infelicidad. Es mejor bailar torpemente que andar cojeando". Incluso la peor de
todas las cosas tiene dos buenos reversos. "¡Olvidad, pues, el desánimo atribulado y toda la tristeza plebeya!
¡Oh, qué tristes me parecen hoy incluso los payasos de la plebe! Pero el hoy es de la plebe".
"Hacer como el viento cuando sopla desde sus grutas de las montañas". Bailan y se mueve con gracia.
"Hombres superiores, lo peor de vosotros es esto: no habéis aprendido a bailar como hay que bailar - ¡bailar
por encima de vosotros mismos!" Reír y bailar por encima de vosotros mismos.

Día 93: La canción de la melancolía (1)


Al terminar los discursos sobre el hombre superior, Zaratustra se escabulló de sus invitados y salió fuera de la
caverna a tomar aire. Sintió la frescura del aire, pero añoró la compañía de sus animales y los llamó. "¡Venid,
Venid, ¡mi águila y mi serpiente!". Los hombres superiores le olían mal y el aire era más pesado que cuando
solo estaba con sus animales. Los extrañó más que nunca. Quedaron los 3 olfateando y saboreando el aire
puro.
Dentro de la caverna, el viejo mago se dio cuenta de la ausencia de Zaratustra y habló a los demás hombres
superiores. "Yo os conozco, hombres superiores, yo lo conozco a él, - también conozco a ese ogro, a ese que
amo contra mi voluntad, a ese Zaratustra: él mismo me resulta, muy a menudo, igual a la bella máscara de un
santo. - Igual a una nueva y extraña mascarada en la que se complace mi espíritu malvado, el demonio
melancólico: - yo amo a Zaratustra, así me parece a menudo, a causa de mi espíritu malvado". Y sigue
haciendo referencia al espíritu de melancolía que lo abordaba. Que esperasen atentos, al espíritu de la
melancolía vespertina. La melancolía de Nietzsche "Schwermuth", alude a la tristeza y la desolación. El viejo
mago sacó su arpa y se preparó para cantar la canción de la melancolía.

Día 94: La canción de la melancolía (2)


Y el viejo mago inicia a cantar con su arpa "La canción de la melancolía". Este poema fue compuesto (al igual

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que el anterior) por Nietzsche en el otoño de 1884, y no estaba destinado inicialmente para este libro. Se
modificó y Nietzsche lo incorporó como primer poema en sus "Ditirambos de Dionisio", con el título: < ¡Solo
loco! ¡Solo poeta!>. A continuación, algunos fragmentos de la canción:

"... Entonces, corazón ardiente, tú recuerdas


cómo pasaste sed en otro tiempo,
tuviste sed de lágrimas celestes y gotas de rocío,
abrasado y sediento.

Mientras en los amarillos senderos de hierba,


los ojos vespertinos del sol te rodeaban,
a través de los árboles oscuros,
los ojos cegadores y ardientes del sol, felices de su daño.
< ¿Tú eres pretendiente de la verdad? > - reían - ¡No! ¡Un poeta tan solo!
Un animal astuto, rapaz y fugitivo,
que tiene que mentir,
que, sabiéndolo, queriéndolo, tiene que mentir.

Ávido de su presa,
enmascarado en mil colores,
máscara para sí mismo,
presa para sí mismo,
¿Pretendiente de la verdad - eso?
¡No! ¡Solo un loco! ¡Solo un poeta!
Solo uno que habla en mil colores,
que coloridamente grita desde su máscara de loco,
que sobre falsos puentes de palabras da vueltas.

Sobre arcoíris coloridos.


Entre los falsos cielos
y falsas tierras,
vagando y planeando, -
¡Solo un loco! ¡Solo un poeta!

(...) Así,
de águila, de pantera,
son los anhelos del poeta,
son tus anhelos bajo miles de máscaras,
¡loco!, ¡poeta!
Tú que has visto en el hombre
a un cordero y a un Dios-:
despedazar al Dios que hay en el hombre
y al cordero también que hay en el hombre,
y reír mientras tanto.

(...) Así caí yo mismo en otro tiempo


desde la locura de mi verdad,
desde mis anhelos del día,
cansado del día, enfermo de luz,
-me hundí hacia abajo, hacia la noche, hacia la sombra:
Por solo una verdad
abrasado y sediento:

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-¿Recuerdas todavía, ardiente corazón,


de la sed que tuviste?-
Ser desterrado de todas las verdades.
¡Solo un loco! ¡Solo un poeta!

Día 95: De la ciencia


El mago terminó su canto y todos estaban hechizados bajo esa red astuta y melancólica de voluptuosidad, con
excepción del concienzudo, quien le quitó el arpa y llamó a Zaratustra para que entrara y los librara de lo
sofocante y venenosa que se había puesto la caverna. Y siguió acusando al mago de seductor carcelario. El
mago lo regañó y le dijo que después de una buena canción se debía callar largo rato. No había comprendido
su canción. Pero el concienzudo siguió hablando a los otros hombres superiores. "Buscamos cosas distintas
también aquí arriba, ustedes y yo. Yo busco, en efecto, más seguridad, por eso vine a Zaratustra. Pues él
sigue siendo la torre y la voluntad más inquebrantable". Pero muchos de ellos parecía que buscasen
inseguridad, más peligro e incertidumbre. Y la vida que más temía el concienzudo, la de los animales salvajes.
Al "animal interior" de Zaratustra.
"En efecto, el miedo, - tal es el sentimiento fundamental, hereditario del hombre; por el miedo se explican
todas las cosas, el pecado original y la virtud original. También del miedo creció mi virtud, llamada: ciencia".
Fue un miedo moderado, prolongado y refinado. Pero en ese momento entraba Zaratustra y escuchó lo que
decía. Le lanzó varias rosas y se burló de sus verdades. "El miedo es nuestra excepción". Y resaltó el valor y la
aventura, el deleite de lo incierto, lo que había marcado la prehistoria del hombre. "El hombre envidió y robó
las virtudes de los animales salvajes y valientes: así es como se convirtió en hombre". Y ese valor, en efecto,
no fue miedo, se refinó de forma espiritual e intelectual, con las alas del águila y la inteligencia de la serpiente.
La ciencia.
Todos gritaron el nombre de Zaratustra y volvieron a reír. No había mal ambiente. En unas horas se volverían
a amar y honrar. El mago afirmaba, que él más que nadie conocía el arte de amar al enemigo. Pero al poco
tiempo de estar dentro, nuevamente sintió deseos de salir a tomar aire el maestro. Quiso escabullirse.

Día 96: Entre las hijas del desierto


"¡No te vayas!", le dijo aquel caminante que se llamaba a sí mismo la sombra de Zaratustra. Le pidió que se
quedara con ellos cuando hizo un nuevo gesto de salir de la caverna. Que ya habían tenido suficiente del viejo
mago. "¡quédate con nosotros, oh, Zaratustra! ¡Aquí hay mucha miseria oculta que quiere hablar, mucho
atardecer, muchas nubes, mucho aire enrarecido!". Y siguió rogando al maestro hasta que recordó un viejo
recuerdo. Una vieja canción que había compuesto entre las hojas del desierto, en un ambiente puro y claro. Él
amaba a esas mujeres. Y a esas mujeres compuso un salmo de sobremesa, una canción. Así habló el viajero y
sombra, tomó el arpa del mago antes de que alguien dijera algo, y empezó a cantar (este otro poema también
fue compuesto por Nietzsche en 1884, recogido en los Ditirambos de Dionisio con el título "Entre hijas del
desierto"). A continuación, algunos fragmentos:

El desierto crece. ¡Ay de quien guarde desiertos en su interior!


¡Admirable, en verdad!
Ahora estoy sentado
junto al desierto y sin embargo
tan lejos del desierto,
no he vuelto desierto todavía.

(...) ¡Gloria, gloria a esta ballena


que a su huésped ofrece bienestar!
¿habéis comprendido mi erudita alusión?
Gloria a su vientre
si acaso, como este:
fue vientre y un oasis delicioso!
(referencia a Jonás y la ballena)

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(...) Bebiéndome este aire delicioso,


con las fosas nasales hinchadas como cálices,
ya sin futuros ni recuerdos,
estoy aquí sentado,
deliciosas amigas
y observo la palmera
que, semejante a una bailarina,
se arquea y se pliega y mece las caderas.

(...) ¡Álzate, dignidad!


¡Dignidad virtuosa! ¡Dignidad europea!
¡Sopla, sopla de nuevo,
fuelle de la virtud!
¡Ah!
¡Rugir una vez más,
y rugir moralmente!
¡Cómo un león moral,
rugir ante las hijas del desierto!
-¡Pues el aullido de la virtud,
mis amadas muchachas, es,
sobre todas las cosas,
el ardiente deseo y la voracidad del europeo!
De nuevo estoy en pie,
como europeo.
¡No me es posible hacer nada distinto! ¡Dios me ayude!
¡Amén!
El desierto crece: ¡ay de quien guarde desiertos en su interior!

Día 97: El despertar


Tras la canción de la sombra todos empezaron a reír repentinamente. Como todos empezaron a hablar a
Zaratustra le empezó a dar una aversión, pero también se alegró del júbilo de los presentes, de sus risas.
Parecía un signo de curación. Los gritos de socorro habían desaparecido Salió de la caverna a reunirse con sus
animales. "Están alegres, comenzó a decir otra vez, y ¿quién sabe?, quizás lo estén a costa de su anfitrión; y si
aprendieron de mí a reír, no es desde luego mi risa la que han aprendido". Era el día de la victoria y el espíritu
de la pesadez huía. Ya llegaba el atardecer. Seguía escuchando las risas y carcajadas al interior de la caverna.
Habían aprendido a reírse de sí mismos. El alimento dio frutos. "He despertado nuevos deseos", decía
Zaratustra orgullosos de sus discípulos. Nuevas esperanzas en sus brazos y piernas. El corazón se estira. Se va
la náusea y la vergüenza. Llega la seguridad. Rumian y se vuelven agradecidos. "< ¡Son convalecientes!> Así
habló Zaratustra, feliz, a su corazón, mientras miraba a lo lejos; pero sus animales se congregaron junto a él y
honraron su felicidad y sus silencios".
2. De repente el ruido terminó y llegó un preocupante silencio que aterró a Zaratustra. Se asomó aterrado y
vio con asombro cómo todos estaban de rodilla rezando y adorando al asno. "¡Se han vuelto todos otra vez
piadosos, rezan, están locos!". Entonces el hombre más feo tomó la palabra y Zaratustra se dio cuenta de que
era una letanía en honor al asno: (A continuación, fragmentos de esa letanía que contiene citas bíblicas
textuales y otras modificadas del Apocalipsis y el Génesis):

"¡Amén! ¡Y alabanza y honor y sabiduría y gratitud y gloria y fortaleza a nuestro Dios, por los siglos de los
siglos!
Y ante casa frase el asno rebusnaba la expresión que ya conocemos: I---A.
¡Qué oculta sabiduría es esta, tener orejas largas y decir solo sí y nunca no! ¿Acaso no creó el mundo a su

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imagen, esto es, tan estúpido como le fue posible? I---A.


Tú recorres caminos derechos y torcidos. Poco te preocupa lo que a los hombres les padexe derecho y torcido.
Tu reino está más allá del bien y del mal. Tu inocencia es no saber lo que es la inocencia. I---A.
Tú amas las asnas y los higos frescos, no eres ningún escrupuloso. Cuando tienes hambre, un cardo te hace
cosquillas en el corazón. Ahí radica la sabiduría de un Dios. I---A.

Día 98: La fiesta del asno


Zaratustra entró aterrado ante lo que veía y gritó de la forma en que lo hacía el asno. Les preguntó que si se
habían vuelto locos. Todos se levantaron del piso. Cuestionó primero al papa, quien le respondió que en cosas
de Dios él era más ilustrado, y era mejor adorar a Dios bajo esa forma que bajo ninguna. También cuestionó a
la sombra caminante, quien se decía llamar espíritu libre, pero se entregaba a liturgias idolátricas. La sombra
respondió que la culpa es del más feo de los hombres que revivió a Dios. "Y aunque dice que en otro tiempo lo
mató: la muerte es, entre los dioses, solo un prejuicio". El mago reconoció que era una estupidez que se había
vuelto pesada. Y así fue consultando a todos los hombres. Finalmente, el hombre más feo dijo que no podían
saber si en realidad vivía o moría aún Dios. Pero sabía algo que aprendió de Zaratustra: "quién desde lo más
profundo de sí quiere matar, ese ríe". No se mata de cólera sino de risa. Y entonces entendió la obra de sus
discípulos. La broma.
Zaratustra volvió a hablar: "¡Oh, vosotros todos, locos, pícaros, payasos! ¡Por qué disimuláis y os escondéis de
mí!". Celebraba que se habían vuelto como niños nuevamente. Pero les dijo que salieran de la caverna y
afuera siguiesen las travesuras de niños y el ruido de sus corazones. Solo los niños entran al reino de los
cielos, pero ellos ni querían entrar a ese reino, son hombres y querían el reino en la tierra. Volvió a dirigirse a
los hombres orgulloso, diciendo que cómo les gustaba ahora que se habían vuelto alegres. Dijo que no
olvidasen la fiesta del asno, porque la habían creado ellos mismos en su casa. Y era buen presagio. Solo los
convalecientes lo harían. Y que cuando volviesen a celebrar la fiesta del asno lo hicieran por amor a ellos
mismos y también por amor a él: "por amor a mí. Y en conmemoración mía" (rematando con otra frase
bíblica).

Día 99: La canción del noctámbulo (1,2,3,4,5,6)


Iban saliendo de la caverna en plena noche para tomar aire Zaratustra y los hombres superiores. Zaratustra
fue especialmente con el hombre más feo y le mostró su mundo nocturno. Todos estaban en silencio y el
corazón del maestro volvió a sonreír. De repente el hombre más feo empezó nuevamente a emitir un gorgoteo
y cuando consiguió hablar les dijo a todos los feliz que estaba por ese día. "Estoy por primera vez feliz de
haber vivido mi entera vida". Y agradeció a Z por enseñarle a amar la tierra.
"¿Era esto la vida?, me gustaría decir a la muerte. < ¡Pues bien! ¡Otra vez!>" y volvió a agradecer a Zaratustra
por la pregunta que dirigían a la muerte. Cuando los demás escucharon la pregunta fueron conscientes de su
transformación. Todos empezaron a bailar, según se dice hasta el asno. Zaratustra se elevó y con su dedo en
la boca calló a todos. Dijo: "¡Venid! ¡Venid! ¡Se acerca la media noche!". En el día hay cosas que no se pueden
decir. Entonces invitó a escuchar el rumor de la noche. "No oyes cómo te habla a ti, íntima, terrible, cordial, la
vieja profunda, profunda medianoche". Invitó a prestar atención pues ese discurso era para oídos delicados.
Los sepulcros tartamudeaban: "redimid a los muertos". Despertar a los cadáveres. Suena la lira que evoca los
dolores más profundos del corazón, el dolor del padre, el de los padres y de los abuelos. La palabra madura. El
mundo maduró. Las uvas oscurecen. Viene el deseo de morir de felicidad. Y un perfume, aroma de eternidad,
aroma de vino dorado de vieja felicidad... "de la ebria felicidad de un morir a medianoche, que cantara: ¡el
mundo es profundo y más profundo de lo que el día pensó!".

Día 100: La canción del noctámbulo (7,8,9,10,11,12)


Sigue el discurso y canto sublime en la medianoche de Zaratustra a los hombres superiores. "Rumia su propio
dolor, en sueños, esa vieja y profunda medianoche. Y, aún más, rumia su placer. El placer, en efecto, aunque
el dolor sea profundo: el placer es más profundo que el sufrimiento".
Todo lo consumado, madurado, quiere morir. Lo inmaduro, quiere vivir. El dolor dice: "< ¡Pasa! ¡Vete dolor!>

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Pero todo cuanto sufre quiere vivir para madurar y sentir alegrías y nostalgias, nostalgias de cosas más
lejanas, más elevadas, más claras". El que sufre quiere herederos, hijos. El placer no. El placer se quiere a sí
mismo, quiere eternidad, quiere retorno, quiere el todo eternamente igual a sí mismo.
La medianoche es también mediodía. El dolor es placer. La maldición es bendición. La noche es sol. "Marchaos
y aprenderéis que un sabio es también un loco". Querer que todo vuelva, todo nuevo, eterno, encadenado,
entrelazado, enamorado... "vosotros, eternos, amadlo eternamente y en todo tiempo: y decid al dolor
también: ¡pasa, pero vuelve! ¡Pues todo placer quiere - eternidad!".
"Pues todo placer se quiere a sí mismo, por eso quiere también el sufrimiento. ¡Oh, felicidad, oh, dolor! ¡Oh,
rómpete, corazón! Hombres superiores, aprendedlo, el placer quiere eternidad, el placer quiere eternidad en
todas las cosas, ¡quiere profunda, profunda eternidad!".

Y pide a los hombres que canten su canción. La canción que se llama "Otra vez" y cuyo significado es <Por
toda la eternidad>... Y cantan la canción de ronda, la del noctámbulo, la de la eternidad:

"¡Oh, hombre, presta atención!


¿Qué dice la profunda medianoche?
<Yo dormía, dormía, -
y de un profundo sueño he despertado:
El mundo es profundo
y más profundo aún de lo que pensó el día.
Profundo es su dolor.
El placer - más profundo aún que el sufrimiento:
El dolor dice: ¡pasa!
Pero todo placer quiere eternidad,
- ¡quiere profunda eternidad!>.

Día 101: El signo


Llega el fin de "Así habló Zaratustra". La siguiente mañana, Zaratustra se levantó radiante como un sol. "Gran
astro, dijo, como había dicho en otro tiempo, profundo ojo de felicidad, ¡qué sería de toda tu felicidad si no
tuvieras a aquellos que iluminas".
Mientras Zaratustra se levantó, sus hombres superiores/discípulos seguían durmiendo. "esos no son mis
compañeros de viaje. No es a ellos a quienes aguardo aquí, en las montañas". (Esta parte es clara referencia
al libro de Mateo en la biblia, cuando Jesús fue a orar a Getsemaní mientras sus discípulos debían quedarse
despiertos, y él los encontraba dormidos. Finalmente, tras encontrarlo varias veces dormidos, les anuncia que
despierten pues se acercaba la traición). Sus animales sí estaban despiertos y eso alegró su alma. Amaba a
sus animales eran la compañía adecuada pero aún le faltaban sus hombres superiores. De repente se vio
rodeado por bandadas de pájaros y sobre él cayó una nube. Una nube de amor. Zaratustra confundido cayó y
se sostuvo ante una piedra. Mientras levantaba las manos para espantar a las aves, de repente sintió algo
raro: una melena espesa y cálida, y al mismo tiempo, un rugido suave y prolongado. Un León. "El signo llega",
dijo Zaratustra, y su corazón se transformó. El León no se apartaba de él y le demostraba afecto, al igual que
las aves. "Mis hijos están cerca, mis hijos". Salían lágrimas de sus ojos y caían en su mano. Las aves seguían
posadas a su alrededor trasmitiendo amor y el León lamía más lágrimas de su mano.

Los hombres superiores despertaron y salieron de la caverna al ver que no estaba el maestro. Al darse cuento
que intentaban salir, el León se acercó a la caverna y les rugió con furia. Todos gritaron y huyeron. Entonces
Zaratustra recordó ese grito conjunto de socorro. Era el que había escuchado antes. "Hombres superiores, oh,
vuestra necesidad fue la que ayer me vaticinó el viejo adivino, - él quería tentarme y seducirme para que
acudiera a vuestra necesidad: oh, Zaratustra, me dijo, vengo para seducir te a tu último pecado". Entonces
comprendió:

"¡La compasión! ¡La compasión por el hombre superior!".

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"Mi pena y mi compasión - ¡qué importan! ¿Acaso aspiro yo a la felicidad? ¡Yo aspiro a mi obra!

¡Bien! El León ha llegado, mis hijos están cerca, Zaratustra está maduro, mi hora llegó:
Esta es mi mañana, mi día comienza: ¡levántate, levántate, oh, gran mediodía!".

Así habló Zaratustra, y abandonó su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que saliera de las oscuras
montañas.

Fin de Así Habló Zaratustra.

¡Adiós Zaratustra! ¡Adiós Nietzsche! ¡Bienvenido gran mediodía!

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