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LA UNIÓN PATRIOTICA

INTEGRANTES: NATALIA CASTAÑO


MONICA CEBALLOS
ALEJANDRA GONZALE
TATIANA MUÑOZ
JULIETH MESA

PROFESORA: JULIA INÉSGONZALEZ JIMENES

INSTITUCION EDUCATIVA TECNICA OCCIDENTE


SOCIALES
TEMA: PARTIDOS POLITICOS: LA UNIÓN PATRIOTICA
FECHA DE ENTREGA: 25 DE ABRIL
11-6
TULUÁ (VALLE)
2014
HISTORIA DE LA UNIÓN PATRIÓTICA

La Unión Patriótica surgió como una convergencia de fuerzas políticas a raíz del
proceso de negociación adelantado a mediados de la década de 1980 entre el gobierno
del presidente Belisario Betancur y el estado mayor de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, FARC. En 1984, y como fruto de esos diálogos, las
partes pactaron varios compromisos sellados con la firma de los llamados “Acuerdos de
La Uribe”. En ellos se estipuló el surgimiento de un movimiento de oposición como
mecanismo para permitir que la guerrilla se incorporara paulatinamente a la vida legal
del país y otros miembros de alianzas políticas como demócratas y de izquierda
conformaron la nueva coalición. El naciente movimiento enarboló una plataforma de 20
puntos que reivindicaban reformas políticas democráticas, sociales y económicas como
una reforma agraria, nacionalización de los recursos naturales y un modelo económico
nacional separado del capitalismo global. Las condiciones que permitirían ese tránsito a
la legalidad consistían en un compromiso oficial para garantizar plenamente los
derechos políticos a los integrantes de la nueva formación, y la realización de una serie
de reformas democráticas para el pleno
ejercicio de las libertades civiles. En 1986 su
candidato Jaime Pardo Leal llegó a obtener
el 4,6% de la votación, alcanzando el tercer
lugar en las elecciones presidenciales. La UP
logró su mayor votación en las regiones del
Nordeste, Bajo Cauca, Magdalena Medio,
Urabá, Chocó, Arauca, Meta y Área
Metropolitana de Medellín. Durante las
elecciones del 25 de mayo de 1986 la Unión
Patriótica obtuvo 5 senadores, 9
representantes, 14 diputados, 351 concejales
y 23 alcaldes. Desde sus mismos inicios la
Unión Patriótica fue sometida a toda clase de hostigamientos y atentados. En 1984, se
presentaron los primeros asesinatos y “desapariciones” forzadas. Tras las agresiones
se percibía la actuación de agentes estatales o de integrantes de grupos paramilitares.
Las constantes violaciones a los acuerdos firmados, hicieron que se rompieran las
negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla. Con la escalada de violencia paramilitar
en contra de la militancia de la UP, las FARC retiraron sus voceros y se reintegraron a
la lucha armada mientras dirigentes y líderes demócratas, civiles y populares
continuaron trabajando por el proyecto de paz y democracia de la Unión Patriótica. Los
miembros de la nueva coalición quedaron en una situación de alto riesgo, pues al ser
acusados abiertamente de ser portavoces de la insurgencia armada, los organismos
estatales no les brindaron ninguna protección efectiva. Así comenzó un proceso de
exterminio que se ha prolongado por más de 20 años.
Se desconoce la cifra total de militantes o simpatizantes de la Unión Patriótica que
fueron asesinados, pero cálculos parciales estiman que pudieron ser unos 6,500 y un
buen número de desaparecidos. Muchos de los sobrevivientes al exterminio
abandonaron el país y fueron condenados al exilio. En ese exterminio que impulsara el
narcotráfico inicialmente Rodríguez Gacha, luego de su |muerte lo escalaron los grupos
paramilitares de la extrema derecha -que en la próxima década se aglutinarían en las
Autodefensas Unidas de Colombia AUC- bajo el mando de Carlos Castaño, en muchas
ocasiones en coordinación, alianza y colaboración con efectivos militares, de policía,
empresarios y políticos. Algunas investigaciones señalan que una misión de militares
estadounidenses recomienda la creación de grupos armados ilegales para luchar contra
la guerrilla, para lo cual encuentran apoyo en ganaderos, terratenientes y empresas
trasnacionales. En algunos casos se denominaron “masatos” (Muerte a Secuestradores
– MAS), “autodefensas” y en otros “cooperativas de seguridad” (Convivir). Estos
contratan al militar y mercenario israelí para entrenar los primeros grupos.
En julio de 2013 el Consejo de Estado le devolvió la personería jurídica a la Unión
Patriótica, la cual le había sido suprimida debido a que en las elecciones legislativas de
2002 no obtuvo representación en el Congreso; el fallo reconoció que las circunstancias
de exterminio sistemático contra dirigentes y militantes del partido fue la causa para que
no se presentaran a las elecciones y por tanto no obtuvieran la representación
requerida. Tres rasgos centrales configuran la especificidad de esta persecución
sistemática. En primer lugar, la intencionalidad de los autores de la cadena de acciones
criminales ha sido acabar con el grupo político, o al menos, expulsar de la vida pública
a sus sobrevivientes y a las bases sociales que han resistido la ola de violencia. Por
esta circunstancia, los familiares de las víctimas directas y los sobrevivientes del
movimiento han reclamado que el caso sea tipificado como un genocidio por razones
políticas. En segunda instancia, es notorio que se trata de un proceso de exterminio de
una fuerza política legal en condiciones de un Estado considerado democrático y en el
que se supone la existencia de una institucionalidad ajustada a las normas del derecho.
La perpetración del genocidio en sí misma pone en duda tal condición democrática, y
cuestiona seriamente esa institucionalidad toda vez que las modalidades de
persecución utilizadas han conjugado tanto formas legales –a través de disposiciones
de carácter jurídico y administrativo– como medidas ilegales –“guerra sucia”,
operaciones encubiertas, campañas de estigmatización oficial, acción paramilitar, etc.–.
En tercer lugar, cabe destacar que los graves hechos de persecución se han llevado a
cabo durante un prolongado período que abarca dos décadas y seis gobiernos de
diferente filiación política, lo que demuestra que la intencionalidad persecutoria ha
perdurado en el tiempo, y ha tenido unas consecuencias determinadas para el grupo
político y para la convivencia social en Colombia. A pesar de múltiples obstáculos, en la
actualidad la sociedad colombiana comienza a reconocer paulatinamente que se ha
librado, y se sigue librando, una guerra sin cuartel contra los miembros de la UP. Dicho
reconocimiento no es un hecho dado. En las últimas dos décadas se ha negado
constantemente que los miles de homicidios y “desapariciones” tengan naturaleza
sistemática. Por efectos de la justificación o de la explicación oficial de los hechos, así
como de su tratamiento mediático, ha primado la convicción de que lo ocurrido con la
UP es una infortunada conjunción de eventos inconexos: acción delincuencial del
narcotráfico o venganzas de particulares por ataques de la guerrilla. El problema hoy no
radica entonces en que se oculte que ha ocurrido un exterminio; el debate consiste más
bien en demostrar cuál es su verdadera naturaleza. O en otras palabras, la cuestión del
reconocimiento social e internacional radica en que se admita que ha sido perpetrado
un genocidio con móviles ideológicos. La dificultad de este reconocimiento estriba, entre
otros factores, en que desde el punto de vista del derecho internacional la definición del
crimen de genocidio no incluye a los grupos políticos.

REPRESENTANTES
Leonardo Posada representante a la Cámara fue el primer asesinado en 1986 en la
ciudad de Barrancabermeja. En enero del mismo año asesinaron el concejal de Pereira
Gildardo Castaño Orozco. En octubre de 1987 fue asesinado en presencia de su
familia Jaime Pardo Leal, quien había sido candidato presidencial en las elecciones de
1986. El 22 de marzo de 1990 fue asesinado el también candidato
presidencial Bernardo Jaramillo Ossa, en el aeropuerto de Bogotá. Luego del asesinato
de Bernardo Jaramillo, la Unión Patriótica sufre un proceso de quiebre final cuando en
marzo de 1990, su nuevo presidente Diego Montaña Cuéllar y once dirigentes más,
presentan su renuncia colectiva en una reunión en Bogotá conocida como el X Pleno,
cuando fallan en su intento de separar la UP de la ortodoxia de izquierda y de condenar
irrevocablemente la lucha armada. Tiempo después, perdería su reconocimiento
jurídico por la baja votación en unas elecciones generales. El detonante definitivo de la
ruptura de las conversaciones entre la guerrilla y el gobierno, fue el asalto ordenado por
el presidente César Gaviria al liderato guerrillero asentado en Casa Verde en el
departamento del Meta, el 9 de diciembre de 1990. El senador Manuel Cepeda
Vargas fue asesinado en 1994. El viernes 14 de agosto de 1987, sicarios motorizados
derribaron la puerta de la residencia del Senador Pedro Luis Valencia en Medellín y fue
acribillado. Alejandro Cárdenas-Villa, quien fue alcalde de la UP en Mutará, pasó luego
a la gerencia de la Corporación de Vivienda y Desarrollo Social de Medellín [CORVIDE],
y murió asesinado a plena luz del día en la Plaza de Ferias de Medellín. Gabriel Jaime
Santamaría, siendo presidente de la Asamblea de Antioquia, murió asesinado dentro de
su oficina en La Alpujarra de Medellín, a pesar de las medidas de seguridad. El 18 de
mayo de 1988 fue asesinado en Medellín Elkin Martínez, elegido para posesionarse en
Remedios, Antioquia. Fue asesinado en una recepción de hotel mientras tomaba una
foto turística. Su muerte desencadenó el paro del nordeste antioqueño en Segovia y
Remedios, paro que duró cerca de tres semanas. El político César Pérez García,
durante la segunda semana del paro del nordeste recibió un atentado en el Alto del
Muerto al pasar por el corregimiento de La Cruzada, del cual salió ileso. Los
paramilitares de Puerto Boyacá incursionaron en Segovia el 11 de noviembre de 1988
al mando de Alonso J. Vaquero Agudelo mejor conocido como el ‘Negro Vladimir’ bajo
las ordenes de los hermanos Carlos Castaño y Fidel Castaño jefes de
las ACCU y Henry Pérez comandante de los paramilitares del magdalena medio.
Entraron disparando y dejando a 48 muertos incluyendo niños, mujeres y ancianos. El
‘Negro Vladimir’ participó también en las masacres de 14 campesinos en Cimitarra,
Santander, 19 comerciantes en Puerto Boyacá y 15 funcionarios de la Fiscalía en La
Rochela, Santander.13 Estos hechos se conocieron posteriormente como la Masacre de
Segovia, Masacre de La Rochela y la Cimitarra. A Elkin Martínez lo reemplazó Carlos
Rojo Uribe quien también murió asesinado en agosto 1 de 1997 por los alrededores del
batallón Bomboná, junto con siete personas que fueron sacadas de sus casas en
Remedios, Antioquia. La única líder política que logro sobrevivir fue la ex concejal de
Bogotá Aída Avella a quien intentaron matar en 1995.La muerte en Puerto Valdivia del
concejal de Valdivia, Henry Montenegro, desató un paro en el Bajo Cauca antioqueño,
que duró una semana hasta que se hiciera presente una comisión del gobierno. Henry
Montenegro perdió la Alcaldía de Valdivia por 1 (un) voto en las elecciones de 1988.
IDEOLOGÍAS
Primo de Rivera definió la Unión Patriótica (UP) como «un partido central, monárquico,
templado y serenamente democrático». Uno de sus principales ideólogos, el
escritor José María Pemán —que en 1929 publicó El hecho y la idea de la Unión
Patriótica—17 , se preocupó de diferenciarlo del fascismo y afirmó que el Estado que
defendía la Unión Patriótica era el «tradicional socialcristiano», y que además renegaba
del sufragio universal que consideraba «un gran error».18 En el partido se integraron
personas procedentes de la derecha tradicional católica (antiliberal y antidemocrática),
del "maurismo" y de otros sectores conservadores, «apolíticos» de todo tipo y también
simples oportunistas.19
A partir de la constitución del Directorio civil en diciembre de 1925 se hizo evidente la
ruptura de la UP con los principios del liberalismo, vinculándose, según Eduardo
González Calleja, "con las corrientes más significativas de la derecha radical europea" y
recurriendo a "los tópicos más caros al conservadurismo tradicionalista español:
identificación de la nación con la Monarquía y el Catolicismo, idea organicista y no
igualitaria del hecho nacional y crítica de la alianza entre la Monarquía y
el liberalismo concertada durante la Restauración", así como a "los clásicos principios
del pensamiento burocrático castrense: militarismo fundamentado en un nacionalismo
básico tradicional...; antiparlamentarismo y anti politicismo; defensa de los valores
inherentes al profesionalismo militar (orden, disciplina, jerarquía y
autoridad); autoritarismo...; anticomunismoprimario, centralismo, apoyo a la familia
como célula principal de la nación y defensa de la propiedad privada como institución
de derecho natural".20
Sin embargo, como también apunta González Calleja, "la UP nunca elaboró una
formulación doctrinal coherente" —"aunque primó un básico conservadurismo con
tintes corporativos, antiparlamentarios y autoritarios” y se presentó como una
organización "apolítica" y "anti partidista", como un "partido matriz" de futuros partidos
dispuestos a "regenerar" España —una «madre de partidos», como definió Primo de
Rivera a la UP en febrero de 1925—.
En cuanto al debate abierto por el hispanista israelí Shlomo Ben Ami al considerar que
la ideología de la UP contenía ya las ideas básicas de "fascismo español" de la década
siguiente, Eduardo González Calleja afirma que si bien es cierto que éstas aparecen
("negación del capitalismo y el liberalismo, miedo al socialismo, apuesta por un Estado
corporativo"), elupetismo "como movimiento creado por el poder, nunca cuestionó el
sistema socioeconómico imperante, a pesar de que postulase la realización de unas
reformas en sentido corporativo y estatalizado. Además, a diferencia de otros partidos
fascistas o populistas (como el peronismo), la UP no emprendió estas reformas ni
movilizó a la sociedad para su consecución, sino que fue el oportuno comparsa sin
iniciativa para un régimen dictatorial de derechas que apenas esbozó un proyecto de
desmantelamiento del sistema liberal. Sólo en este sentido de alternativa
antidemocrática se puede reconocer a la UP como precursora del fascismo español".

SI TIENE CANDIDATO PRESIDENCIAL, CUÁL ES SU PROGRAMA, SI NO, A QUE


CANDIDATO APOYAN
Aída Avella nació en Sogamoso en 1949, es pedagoga y sicóloga de la Universidad
Nacional de Colombia. Fue dirigente sindical, concejal de Bogotá por el movimiento
político Unión Patriótica, del cual fue una de sus fundadores. En 1991 fue elegida como
miembro de la Asamblea Nacional Constituyente.
Las amenazas de muerte, el genocidio político contra su partido, que costó la vida a
más de 5 mil de sus miembros, entre ellos 9 congresistas, 13 diputados, 89 concejales,
11 alcaldes y dos candidatos a la presidencia de la República: Jaime Pardo Leal y
Bernardo Jaramillo Ossa, y el disparo de un roce contra su carro en la autopista norte
de Bogotá, el 7 de mayo de 1996, la obligaron a partir al exilio. En Suiza continuó con
su actividad política. Fue representante de la Federación Democrática Internacional de
Mujeres (Fadin) ante Naciones Unidas en 1999 y representante de la Federación
Sindical Mundial ante la ONU en Ginebra, Suiza (2000-2009)
Después de permanecer en Europa 17 años y del retorno de la personería jurídica de la
Unión Patriótica, Avella regresa a Colombia y es postulada como candidata presidencial
por esta colectividad.
Aída Avella es una mujer sencilla, de trato amable y solidario. Está casada y tiene dos
hijos.
Durante su carrera pública, como líder social y política y dirigente sindical, se ha
caracterizado por su vocación de servicio y su infatigable búsqueda de la paz.
Es una sobreviviente del genocidio contra la UP y una humanista comprometida con las
causas populares.
El slogan de su campaña: “Elige la Paz”, representa su vocación y su trabajo de más de
cuatro décadas por la reconciliación entre colombianos sobre la base de la verdad, la
justicia, el respeto y la dignidad humana.
La paz para Aída Avella no es un slogan, es un compromiso ético con la vida que se
construye con educación, respeto humano, justicia, garantías sociales, equidad,
participación, desarrollo sostenible y transparencia política.
Hoy, Aída Avella regresa a la vida política del país para proponer una Paz de verdad,
para desde su condición de víctima de la persecución, la estigmatización y atentados
contra su vida, proponer caminos de reconciliación.

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