Está en la página 1de 9

Me siento bien, estoy contenta.

  (ALEGRE)

Hoy voy a jugar con mi amiga Lola. Me gusta mucho jugar con ella.

Cuando estamos juntas me siento bien. Nos gusta jugar a las casitas.

Imaginamos historias y hacemos que nuestros juguetes vivan muchas aventuras.

Cuando estoy con Lola siempre estoy sonriendo.Como somos amigas nos gusta ayudarnos.

Y si alguna está triste, nos damos un abrazo para consolarnos.

También nos gusta mucho bailar, saltar en la cama y disfrazarnos.

Hay muchas cosas que me hacen sentir bien:

Ver una película con papá y mamá.

Jugar con los compañeros del colegio.

Ayudar a mis papás recogiendo mis juguetes.

Cuando me escuchan y puedo contar lo que siento.

Y cuando la profesora me da una medalla por haberme esforzadohaciendo algo.

Cuando estoy contenta me gusta sonreír y ser amable con los demás.

Además, cuando sonrío estoy tranquila, me siento bien y estoy feliz.


Me siento triste y quiero mi juguete.

En el rincón de juegos del colegio hay un juguete que es mi favorito: el balón de fútbol.

Me gusta mucho jugar con la pelota, pero no me gusta que me la quiten.    

Cuando me quitan la pelota me pongo muy triste.

Cuando estoy triste mis ojos se hacen pequeñitos y mi boca se cae.

– No te pongas triste, pídele el balón a tú amigo – dice la profesora.


Pero él no me lo devuelve y eso me hace estar aún más triste y me hace llorar.

Cuando estoy triste, no me gusta que me hablen. Mi profesora me da la mano y eso me hace
sentir un poco mejor.

Nos han sentado juntos y la profesora ha dejado la pelota entre nosotros y se ha sentado a
nuestro lado.

-Venga chicos miraros a los ojos, sois amigos, tenéis que compartir y hay que ser educados y
pedir los juguetes con las palabras mágicas: “POR FAVOR”- ha dicho la profesora.

Mi amigo me ha dado un abrazo.

Cuando estoy triste me gusta que me den abrazos y que sean amables conmigo.

-¡Ahora pásale la pelota a tu amigo! – indica la profe.

Entonces nos hemos pasado la pelota y hemos jugado juntos con nuestro juguete favorito.
Jugando juntos nos hemos reído mucho.

Ya no estoy triste, porque es mucho más divertido jugar a la pelota con todos mis amigos.

HAN ROTO MI JUGUETE (ENOJADO)

Un niño ha roto mi juguete en el parque y eso me ha enfadado mucho.

Estoy muy disgustado y quiero llorar y gritar.

Mi cara se ha puesto roja y mi frente se ha arrugado.

Mi mamá se ha acercado, pero no quiero hablar.

Estoy furioso con el niño del parque y no paro de gritarle y  de pelearme con él.

Entonces mamá me ha dado un abrazo. Me encantan los abrazos de mamá, me hacen sonreír.
Mamá me ha enseñado un pájaro que hay en el árbol.

Me gusta mirar a los pájaros y sentarme con mamá.

Ahora estoy tranquilo.

Respiro despacio y le cuento a mamá lo que ha pasado.

Estoy triste por mi juguete, pero ya no estoy enfadado.

El niño del parque me ha pedido perdón y me ha dado un abrazo.

Ahora me siento mucho mejor.

Mamá me dice que vamos a intentar arreglar el juguete.

Como ya estoy tranquilo, vuelvo a jugar en el parque ¡que divertido!

Me siento triste y quiero mi juguete.

En el rincón de juegos del colegio hay un juguete que es mi favorito: el balón de fútbol.

Me gusta mucho jugar con la pelota, pero no me gusta que me la quiten.    

Cuando me quitan la pelota me pongo muy triste.

Cuando estoy triste mis ojos se hacen pequeñitos y mi boca se cae.

– No te pongas triste, pídele el balón a tú amigo – dice la profesora.

Pero él no me lo devuelve y eso me hace estar aún más triste y me hace llorar.

Cuando estoy triste, no me gusta que me hablen. Mi profesora me da la mano y eso me hace sentir un poco mejor.

Nos han sentado juntos y la profesora ha dejado la pelota entre nosotros y se ha sentado a nuestro lado.

-Venga chicos miraros a los ojos, sois amigos, tenéis que compartir y hay que ser educados y pedir los juguetes con las
palabras mágicas: “POR FAVOR”- ha dicho la profesora.

Mi amigo me ha dado un abrazo.

Cuando estoy triste me gusta que me den abrazos y que sean amables conmigo.

-¡Ahora pásale la pelota a tu amigo! – indica la profe.

Entonces nos hemos pasado la pelota y hemos jugado juntos con nuestro juguete favorito. Jugando juntos nos hemos
reído mucho.

Ya no estoy triste, porque es mucho más divertido jugar a la pelota con todos mis amigos.
CUENTO DE NOCHE. NANO Y LA NOCHE OSCURA. (MIEDO)

Nano tenía mucho miedo a la hora de irse a la cama y es que, cada noche, los monstruos, los fantasmas y la oscuridad
entraban en su habitación y no le dejaban dormir en paz.

Lo había probado absolutamente todo: taparse hasta las cejas para no tener miedo, cerrar las persianas, las ventanas y
las cortinas y dejar una lamparita encendida. Hasta había probado dejar un vaso con galletas y leche para que los
monstruos y fantasmas comieran algo y se fueran para no volver nunca más.

Pero nada de eso había dado resultado.


Una mañana, la misma en la que el pequeño cumplía 5 años, cansado de tanta visita, decidió que iba a hablar
seriamente con la noche, para que los monstruos, los fantasmas y la oscuridad dejasen de fastidiarle el sueño.

Tal vez, si Nano les explicaba que no le gustaba su compañía, la noche le dejaría en paz.

Igual se llevaría a sus amigos los fantasmas y los monstruos a otro lugar donde no les importase que fuesen a molestar.

¡Dicho y hecho!

Nano se metió en la cama y se quedó observando la ventana. Su plan dio resultado y allí se presentaron los monstruos,
la oscuridad y los fantasmas.

Entonces, Nano se levantó de su cama, encendió una linterna y apuntó hacia la ventana, y con los brazos cruzados y
cara de estar muy enfadado dijo:

– ¿Pero bueno, es que a ustedes no les han enseñado modales?, ¿no saben que es de mala educación presentarse en
una casa sin ser invitados? –

Pero cuando Nano alzó la vista, allí no había nadie. Encendió y apagó la linterna varias veces para asegurarse y, nada,
ni rastro de monstruos, ni de fantasmas y, por supuesto, tampoco había oscuridad, porque la luz de la linterna la había
ahuyentado por completo.

Nano decidió apagar la linterna. Se sentó en el borde de su cama y se quedó en silencio esperando a que sus visitantes
nocturnos regresaran, pero pasaron algunos minutos y nadie entró por su ventana.

De repente, una suave ráfaga de viento comenzó a agitar las ramas de los árboles de la calle. Las cortinas se movieron
dibujando unas sombras que se parecían bastante a los monstruos que le visitaban. El viento emitía un sonido que
también le resulto familiar – ¡Los fantasmas! – exclamó con sorpresa.

Nano se acercó a la ventana y observó detenidamente la noche.

El cielo estaba iluminado por miles de estrellas y la luna llena parecía sonreírle. Lo cierto es que visto así, la noche no
daba tanto miedo como él pensaba.

Llegó a una conclusión: Los fantasmas y los monstruos habían sido producto de su imaginación.

Por fin, el pequeño entendió que no debía tener miedo a la noche, pues las cortinas, el viento y las estrellas del cielo no
podían hacerle ningún daño.

Y así fue como Nano comenzó a dormir tranquilo. Eso sí, la lamparita seguiría encendida…pero no penséis que era por
miedo…sólo era por precaución.

También podría gustarte