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Cómo se defiende la soberanía

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 Desde 1648 – Tratado de Westfalia (fin de la guerra civil de 30


años en Alemania y la de los 80 años entre España y los Países
Bajos)- una serie de requisitos simbolizaron el proceso de
construcción de las naciones. Dos de ellos fueron el de "soberanía
territorial" y el de "igualdad entre Estados independientes".

 Así se desencadenaron muchas otras guerras para definir fronteras


y englobar nacionalidades  bajo un solo Estado Nacional (casi
todas las Naciones Europeas tienen en su territorio distintos grupos
nacionales con sus idiomas distintivos). Para fines del siglo XX, la
inmensa mayoría de las fronteras estaban debidamente
demarcadas y pacíficamente aceptadas. También había madurado
un proceso de "integración regional" cuya avanzada es
precisamente el continente que "inventó" las naciones -la Unión
europea- por el cual se vienen redefiniendo el significado de los
poderes nacionales y su transferencia a instancias supra-
nacionales.

 Pero hasta en los esquemas más avanzados europeos, subsiste


una función nacional de monitoreo y control de las fronteras
terrestres, aéreas, marítimas y/o fluviales por parte de las
gendarmerías y prefecturas y, eventualmente, de las fuerzas
armadas nacionales.
 En la República Argentina, desde la célebre bandera negra de
Facundo Quiroga con la consigna "Religión o muerte" en plena
guerra civil, muchas fueron las formas que se adoptaron para
representar el anhelo de soberanía nacional.

 Después de la declaración de nuestra independencia, tuvimos


hasta 1880 un permanente estado de guerra civil al que sucedería
otro período de cruentos enfrentamientos para alcanzar un régimen
electoral no restrictivo que culminaría en 1916 con la elección de H.
Yrigoyen como presidente de la República.

 Pero en 1930 comenzaría un nuevo ciclo de turbulencias con


reiteradas interrupciones al orden constitucional hasta la última y
fracasada asonada del 3 de diciembre de 1990.

 Vivimos, entonces, los primeros 20 años de continuidad


democrática sin amenaza golpista.
 Sin embargo, en todos estos períodos hemos discutido el sentido
de la nacionalidad y hemos oscilado entre propuestas antagónicas
identificando reiteradamente a una parcialidad con los intereses
nacionales.

 Mientras tanto, nuestros vecinos han logrado sintetizar su


"proyecto nacional" como plural y complejo en lo ideológico,
concretando medidas para hacerlo efectivo con mecanismos
legislativos y técnicos que materializaran el logro de un Estado –
País – Nación plenamente en control de sus recursos humanos y
materiales. Ellos (Chile, Uruguay y Brasil) han conciliado los
intereses transnacionales y los nacionales haciendo que estos
factores convivan con el respeto al Estado de Derecho.

 Nosotros, en cambio, hemos perdido mucho esfuerzo y tiempo en


debates estériles y obsoletos mientras renunciábamos a controlar
efectivamente nuestras fronteras nacionales.

 Así hemos hecho fracasar reiteradamente los proyectos de


radarización del espacio aéreo (el primero tardíamente concretado
y frustrado en 1999, el último, la semana pasada). Los aviones que
entran y salen de nuestro territorio son los encargados de avisar a
las torres de control su cercanía y solicitar su autorización para
decolar o aterrizar. Sólo con evitar hacerlo, pueden transitar con
absoluta libertad.

Toneladas de armas, narcóticos vegetales y sintéticos, cigarrillos,


bebidas blancas, aparatos electrónicos y otros burlan de esta
manera los controles fronterizos y aduaneros sin mayor problema.

 El mismo panorama ocurre con la plataforma submarina. En 1995


la Unión Europea nos ofreció fondos no reembolsables (léase
donaciones) para equipar nuestra flota pesquera con las "cajas
negras" que permiten controlar satelitalmente la ubicación y tiempo
de las campañas pesqueras. Conociendo la capacidad de faena de
cada buque, es imposible eludir el control pudiéndose así evitar la
depredación de uno de los últimos grandes caladeros del planeta.
Las merluzas que pescamos ya tienen la mitad del tamaño adulto
recomendado (es decir, son especímenes muy jóvenes).
 El Secretario de Pesca de ese entonces rechazó el ofrecimiento.
Nada se hizo de ahí en adelante. 
           La falta de inversión en la prospección petrolífera y gasífera
ha facilitado la actual iniciativa de compañías británicas en aguas
circundantes a nuestras Islas Malvinas.

 Hasta en el caso de los reservorios de gas y petróleo de las


provincias de Santa Cruz y Chubut, se ha verificado últimamente la
concesión de áreas por más de 30 años a precios devaluados
contratados durante el período de precios más deprimidos (2008-
2009).

 Sintetizando, mientras batimos los parches y nos envolvemos con


pitos y matracas en banderas argentinas, enajenamos a título
gratuito los recursos naturales y/o favorecemos a los "amigos del
poder" con acciones y/u omisiones que costarán fortunas a las
generaciones por venir.

 La honestidad y el sentido común son los instrumentos centrales


de la defensa de la soberanía territorial y popular. Nuestra mejor
contribución a la integración regional es una sensata
administración de nuestros recursos. Sólo así podremos sentarnos
en un pie de igualdad con nuestros vecinos y socios que han sabido
obrar "soberanamente".

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO

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