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Los animales comen y beben para cubrir sus necesidades y lograr un estado psíquico de
saciedad. El hambre y la sed son los estados fisiológicos que corresponden a la percepción
del estado de necesidad y que desencadenan las actividades de alimenticias (búsqueda,
elección y consumo de alimento y agua). La saciedad es una sensación que corresponde a
la desaparición de la necesidad de ingestión.
La selección de alimentos es más común entre los animales superiores. Los herbívoros en
pastoreo seleccionan las partes tiernas de los forrajes en detrimento de las partes más
fibrosas o plantas venenosas. Las aves que consumen raciones carentes en aminoácidos,
tienden a aumentar levemente el consumo para superar dicha carencia.
Puede considerarse que los fenómenos que controlan los mecanismos la ingestión de
alimentos domésticos operan a tres niveles. A nivel metabólico, las concentraciones de
nutrientes, metabolitos u hormonas pueden estimular el sistema nervioso central para
que los animales empiecen o terminen de comer. A nivel digestivo, los productos de la
digestión pueden determinar que consuman más cantidad de alimento. Por último, las
influencias externas como variables climáticas o la facilidad con que puedan ser ingeridos
algunos alimentos, influyen sobre la ingesta de alimentos.
• Los mecanismos que regulan el consumo en rumiantes y no rumiantes no son
iguales. En monogástricos, en la regulación del consumo, interviene la teoría
quimiostática. Cuando los niveles de insulina son bajos, se reduce la concentración
de glucosa en sangre provocando sensación de hambre y los animales comienzan a
comer. Después de comer se elevan los niveles de glucosas en sangre y luego
disminuyen lentamente.
• Los signos que permiten la regulación y el control del consumo se integran en los
núcleos ventromedial y lateral del hipotálamo. Participan distintas áreas del
hipotálamo conectadas metabólicamente.
• Para que haya saciedad es necesario que el alimento ingerido ingrese al intestino
delgado.
• No existe un metabolito único, sino que tal regulación se logra a través de una
señalización compleja integrada por nutrientes, hormonas y reguladores del
metabolismo que es transmitida por intermedio de NEUROTRANSMISORES a áreas
específicas del cerebro.
El consumo en los animales superiores está controlado por una serie de estructuras del
sistema nervioso central y numerosas variables diferentes provocan estímulos periféricos
y centrales que afectan la ingestión de alimentos. Por lo tanto, el control de la cantidad de
alimentos ingeridos es complejo y multifactorial.
Los centros de la saciedad y del apetito reciben e integran señales proporcionadas por
diversos metabolitos (hormonas, neuropéptidos, nutrientes, etc) que a través de la sangre
llegan al cerebro y que son consecuencia del metabolismo general del animal.
La regulación a largo plazo parte de la evidencia de que los animales adultos tienden a
mantener el peso durante largos periodos de tiempo, lo cual sugiere que a largo plazo se
corrigen los fallos que origina la no muy precisa regulación a corto plazo. El
mantenimiento del peso relativamente constante en el largo plazo, como así también la
recuperación del peso producto de un ayuno o la alimentación forzada, presupone la
existencia de algún agente relacionados con las reservas energéticas. El papel que
desempeña la grasa, ha dado origen a la teoría lipostática existiendo complejos efectos
recíprocos entre los centros hipotalámicos, diversas glándulas endócrinas y el tejido
adiposo. Por ejemplo, la leptina, hormona secretada por el tejido adiposo, su
concentración plasmática y dentro de las funciones que se conocen, tienden a disminuir el
consumo por una inhibición de NPY hipotalámico.
En los rumiantes la grasa juega un papel adicional en la regulación del consumo. Los
depósitos de grasa abdominal en animales gordos limitan físicamente la capacidad
gastrointestinal, lo cual indirectamente limita la ingesta de alimentos. Este efecto es más
importante en animales que consumen alimentos fibrosos que en aquellos que consumen
concentrados energéticos.
Los estímulos periféricos que actúan a corto plazo son de naturaleza FÍSICA y QUÍMICA.
La importancia de la regulación química y física del consumo varía entre especie y tipo de
alimento. Por ejemplo, las dietas de aves y cerdos son muy energéticas por lo que nunca
se verificará una regulación de tipo física. En los rumiantes, en cambio, este tipo de
regulación es la más frecuente, particularmente si son alimentados con pasturas.
Regulación física
Digestibilidad
Los alimentos desaparecen del rumen por digestión y pasaje. Los forrajes de menor
digestibilidad tienen, a su vez, bajo contenido de proteína bruta y carbohidratos solubles y
alto de fibra (FDN) muy lignificada. Estas características están asociadas a una baja
degradación, lento crecimiento microbiano, abundante rumia, lo que hace que el tiempo
de permanencia de los alimentos en el rumen sea alto. Al vaciarse el rumen con lentitud,
el ingreso del nuevo alimento es obviamente lento y como consecuencia el consumo es
bajo. Al mejorarse la calidad del forraje, aumenta la velocidad de digestión y de pasaje, el
rumen se vacía más rápidamente y el consumo aumenta.
En la Figura 2 se observa, en un ensayo realizado con cabras (Arias et al., 2017) como varía
el consumo de materia seca cuando se alimentan con heno de alfalfa (alfalfa) y heno de
campo natural (CN) con digestibilidades y contenidos de FDN muy distintos
respectivamente.
1200
1000
800 CMST
DMST%
600
FDN%
400
200
0
Alfafa CN
En la tabla 1 se puede observar, que al mejorar la degradabilidad ruminal del heno de CN,
producto de la incorporación de un alimento de alto valor nutricional (FVH) mejoró el
consumo total de materia seca, el de proteína, el de energía, el de heno de CN y por ende
la digestibilidad de la materia seca total consumida.
El procesado del alimento también influye sobre el consumo. Por ejemplo la molienda
aumenta la ingestión ya que acelera la tasa de pasaje, por lo que el tiempo de
permanencia del alimento en el rumen disminuye. La molienda excesiva es perjudicial
puede provocar rechazos al consumo al formarse en la boca una pasta con la saliva y en
algunos casos obturaciones en las vías respiratorias. También causar trastornos de
acidosis en rumiantes. En aves, puede ocasionar empastamiento en el pico.
El pelleteado es otra forma de modificar la forma física del alimento y favorece al
aumento de consumo.
Otros factores como color, temperatura o humedad del alimento no son tan importantes
como para el hombre, pero tiene efecto sobre la ingesta. Algunos de efectos sobre la
ingestión del alimento no se debe a la temperatura o humedad per se, si no a las
alteraciones que determinan en los mismos.
El clima puede afectar al consumo de dos maneras: incidiendo sobre la cantidad y la
calidad de los alimentos (ejemplo pasturas), o actuando directamente sobre el animal. En
condiciones de alta temperatura ambiental los rumiantes deprimen el consumo y tienden
a aumentarlo en situaciones de frío. Para ovinos y vacunos un rango de temperatura
óptima es de 15-20 °C, o sea los animales se ubicarían en condiciones de
termoneutralidad, es decir que la temperatura no influye sobre el gasto energético de los
animales.
Digestibilidad
La digestibilidad se define como “la proporción de alimento ingerido que no aparece en la
heces” y que se considera utilizable por el animal tras la absorción en el tracto digestivo.
Los estudios de digestibilidad pueden realizarse tanto para un alimento completo como
para una fracción de éste (proteína, FDN, FDA, etc).
En las heces, los productos metabólicos son de variado origen: descamaciones epiteliales
del tubo digestivo, enzimas y jugos digestivos que no son reabsorbidos.
Determinación de la digestibilidad
La digestibilidad puede ser medida in vivo en ensayos con animales, o estimada in vitro en
laboratorio.
En todos los casos es esencial que las heces recogidas sean representativas de los restos
no digeridos del alimento o dieta que se está evaluando su digestibilidad. El tiempo
necesario para que el alimento atraviese el aparato digestivo es variable con la especie, en
aves y conejos de 3 a 4 días, en cerdos de 4 a 6 días y en rumiantes al menos una semana,
en caso de la cabra por tener una tasa de pasaje más rápida que otro rumiante, en solo 4-
5 días vaciaría su aparato digestivo de un determinado alimento consumido.
Existen otros métodos enzimáticos que simulan los procesos de la digestión, los cuales son
utilizados como estimadores de la digestibilidad de un alimento para rumiantes y no
rumiantes.
Efecto animal: Las diferentes especies de animales digieren los mismos nutrientes con
distinta eficiencia. Las mayores diferencias se dan entre los animales rumiantes y no
rumiantes, por lo cual no es válido extrapolar los resultados con una especie a otra.
Efecto de la composición del alimento y de la ración: La digestibilidad de un alimento
está estrechamente relacionada con su composición química. Los alimentos que varían
poco de una partida a otra (ejemplo granos) presentan pocas variaciones en su
digestibilidad. En cambio, los forrajes frescos y conservados, son menos constantes en su
composición y su digestibilidad es más variables. A medida que la planta madura,
disminuye el contenido celular y aumenta la pared celular y el grado de lignificación lo
cual hace que el forraje sea menos digestible.
Efecto del procesamiento del alimento: La molienda de los granos o semillas no suele
mejorar la digestibilidad en los animales que mastican intensamente los alimentos, como
los ovinos. En los bovinos, en cambio, la molienda o aplastado de los granos mejora su
digestibilidad. En los no rumiantes también resulta necesaria la molienda de los granos.
Aquellos que escapen a la masticación pueden excretarse sin digerir, debido a que su
cubierta resiste la acción de las enzimas digestivas.
Al contrario que los granos, los forrajes son masticados por los rumiantes lo suficiente
como para degradarlos, permitiendo la penetración de los jugos digestivos. En los henos,
la molienda fina suele reducir la digestibilidad por aumento de la velocidad de pasaje.
Energía
Un animal tiene un determinado potencial productivo impreso en su genotipo, para lo
cual tiene una demanda de energía (ATP) que se obtiene de la oxidación de los nutrientes.
En primer lugar los H son aceptados por los cofactores (NAD) que se reducen y luego son
transportados a lo largo de la cadena respiratoria en la mitocondria. Como resultado final
se obtiene 3 ATP por cada mol de H del alimento. Por lo tanto la capacidad energética de
los distintos nutriente se puede comparar en función de los H que tengan en su fórmula.
Energía Bruta (EB): Es la energía liberada como calor cuando una nuestra de alimento,
heces o tejido animal se quema en una bomba calorimétrica (figura 9). La unidad de
energía se llama caloría, que es el calor requerido para elevar un gramo de agua destilada
en un grado centígrado, de 15 a 16 grados C°. En cuanto a los alimentos, la EB es muy
similar, con valores que rondan entre 4,2 y 4,6 Mcal/Kg de alimento. Para fines prácticos la
EB de los alimentos redondea el valor 4,4 Kcal/kg MS, tomándose como constante en los
cálculos de energía ingerida por parte de los animales para la mayoría de las situaciones
de alimentación.
Energía digestible (ED): Se define como la EB menos la energía perdida en las heces. Es la
mayor pérdida de energía que sufre un animal, en rumiantes representa el 30 al 60 % en
el caso de forrajes, un 15 a 25 % en concentrados. En monogástricos es del 20%
aproximadamente.
Las pérdidas fecales son escasas en los cereales (12 a 25%) pero importantes en los
forrajes (de 25 a 50%) en la medida que resultan más lignificados. La digestibilidad
constituye la principal fuente de variación del valor energético de los alimentos. La
pérdida energética en heces depende de la digestibilidad del alimento:
Fuentes de agua:
Agua de bebida
Agua presente en los alimentos
Agua metabólica producida por la oxidación de nutrientes orgánicos
Agua liberada en la condensación de aminoácidos para la formación de péptidos
Agua preformada y asociada a los tejidos que son catabolizados.
Pérdidas de agua: Los animales pierden agua por cinco vías: heces, orina, piel, pulmones y
producciones.
La cantidad de agua excretada vía fecal aumenta con la cantidad de materia seca ingerida
y en particular con la cantidad de constituyentes fibrosos. Las especies que excretan heces
más secas parecen estar mejor adaptadas para climas secos y con restricciones de agua.
El agua eliminada con la orina actúa como solvente de los productos excretados por el
riñón y por lo tanto aumenta con la cantidad de productos finales del metabolismo.
La pérdida agua con el sudor es importantes en el hombre y los caballos cuyas glándulas
sudoríparas aparecen distribuidas sobre una elevada proporción de la superficie de la piel.
El agua evaporada en los pulmones o a través de la piel constituyen las denominadas
“pérdidas insensibles”. Estas son de una cuantía importantes, especialmente en especies
que no poseen glándulas sudoríparas o cuando la temperatura es elevada. Las pérdidas
por vaporización representa el único medio que tiene la mayoría de los rumiantes para
disparar calor debido a que eliminan agua por sudor. Se ha calculado que novillos en
engorde pierden por esta vía de 15 a 20 lt/día de agua, siendo mayores las pérdidas en
vacas lecheras de alta producción. En la tabla 3 se ejemplifica el efecto de la dieta sobre la
ingestión y la pérdida de agua en vacas lecheras:
Alimento
base silaje
16,8 21,5 55,3 76,8 28,1 10,3 24,6 63
de maíz
(44%MS)
Necesidades de agua:
Factor animal: Los más importantes son la edad, estado fisiológico y factores genéticos.
Edad: Los animales jóvenes consumen proporcionalmente más agua que los adultos.
Estado fisiológico: Las vacas en lactancia necesitan cantidades adicionales de agua debido
a la cantidad que contiene la leche. Por cada litro de leche producido se requiere 4 a 5
litros de agua. Esto no significa que esa cantidad debe ser ingerida, debido a que existen
reciclajes internos. La gestación también aumenta los requerimientos en las cantidades de
agua consumida, por ejemplo una oveja con mellizos, requieren 110% más que aquellas
no gestantes.
Factores genéticos: Es marcada la diferencia de necesidades de agua entre vacunos de
origen europeo y razas índicas, cuando la temperatura ambiental supera los 28 oC,
requiriendo las europeas mayor cantidad de agua.
Factor del alimento: a medida que aumenta el contenido de MS del alimento aumenta el
consumo de agua de bebida por parte de los animales. Es decir un bovino consumiendo
heno ingiere más agua que consumiendo pasturas. La cantidad de alimento consumido se
relaciona de forma positiva con el consumo de agua
Restricción de agua
Los animales son más sensibles a la falta de agua que de alimentos. El cuerpo no tiene un
mecanismo para almacenar agua en el sentido estricto en que se almacena la grasa. El
primer síntoma apreciable a la falta del agua es la disminución del consumo de alimentos.
Una restricción más severa ocasiona pérdida de peso a medida que el organismo se
deshidrata. Una deshidratación supone pérdida de agua y de electrolitos y se considera
grave cuando el animal pierde el 10% del contenido de agua del organismo. Cuando la
pérdida es del 20% el animal muere.
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