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 La balsa de la Medusa, de Théodore Géricault. Museo del


Louvre (París)
Podría decirse que se trata de uno de los lienzos más bonitos del Romanticismo, e incluso
del Museo del Louvre. Es inevitable emocionarse cuando se contempla en persona este
cuadro de enormes dimensiones. Inicialmente, La balsa de la Medusa fue motivo de
escándalo y de turbación, ya que narra un acontecimiento trágico basado en hechos reales: el
naufragio acaecido en 1816 que costó la vida a cientos de soldados. Este hecho conmocionó a
la nación francesa, ya que subieron a la balsa 150 personas, pero solo 15 estaban vivas
cuando se produjo el rescate.
El pintor, por aquel entonces muy joven, representó la tragedia con un sorprendente realismo
para la época. A fin de transmitir verosimilitud, realizó numerosos estudios del natural del
cuerpo humano, para lo que incluso recurrió a cadáveres. Este cuadro marca el paso del
Neoclasicismo, que todavía caracterizaba el arte francés, al impetuoso Romanticismo.
Tuvieron que pasar varios años para que esta pintura se comprendiese con todo su alcance,
como sucede a menudo con las obras de grandes artistas, pero en el momento en que salió a
la luz, el sentimiento predominante fue el rechazo.

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