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La terapia Cognitivo-Conductual (TCC) es una de las más empleadas por los terapeutas
en la actualidad, debido a que demuestra ser efectiva en una basta variedad de casos.
Este modelo de terapia se origina de una combinación entre los postulados del
psicoanálisis, que proponen al subconsciente como factor importante para tratar las
patologías de la conducta; y los postulados del conductismo, los cuales afirman que toda
la atención debe enfocarse en lo observable y descartar todo lo demás (procesos
mentales).
Inicialmente será necesario conocer los antecedentes del caso. Se trata de joven de 22
años de edad cronológica, sexo femenino, identificada con su sexo biológico, con
tipología somática asténica; relativo a los hábitos psicobiológicos, no fuma, no consume
drogas, consumo de alcohol mínimo y ocasional; actualmente consume hierro y ácido
fólico para tratar un diagnóstico de anemia. La joven se encuentra conservada en todos
los ítems del examen mental, y demuestra una buena capacidad de introspección. Lo cual
favorece en gran medida el procedimiento cognitivo-conductual.
Para conseguir materializar el cambio habrá que iniciar un proceso de creación de nuevos
y más adaptativos hábitos, abandonando de a poco los viejos y nocivos. La planificación
debe incluir horarios de estudio con descansos planificados de algunos minutos entre
jornadas, además de horas fijas para iniciar el proceso conciliar el sueño durante la
noche, además de abandonar o reducir al mínimo las siestas durante las horas del día. El
sujeto se verá motivado a realizar todos estos cambios en su rutina con la mejor
disposición, sólo si el proceso de reestructuración cognitiva previo ha sido exitoso.