Está en la página 1de 2

¡DIOS CUIDA DE MÍ!

(1Ped. 5:7) echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

(Mar. 4:35) Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.

Mar 4:36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también
con él otras barcas.

Mar 4:37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal
manera que ya se anegaba.

Mar 4:38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron:


Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

Diga: ¡Cuando yo creo que Jesús me cuida; entonce puedo dormir sobre un cabezal en
medio de cualquier tormenta!

El verbo cuidar es la palabra griega melei, “significa que algo es objeto de cuidado”,
involucrando la previsión y la provisión”.

Prever: “Disponer los medios necesarios para prevenir posibles males o daños:

Proveer: “Suministrar o facilitar lo necesario o conveniente para un fin”.

Por ejemplo:

DIOS CUIDÓ DE ISRAEL EN EL DESIERTO.

(Deut. 8:15) que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes
ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del
pedernal;

V: 16 que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido,
afligiéndote y probándote, para a la postre (al final) hacerte bien.

La misericordia del Samaritano.

Luc 10:31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.

Luc 10:32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.

Luc 10:33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a
misericordia;

Luc 10:34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su
cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
<
Luc 10:35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y
todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
Cristo a la iglesia:

(Efes. 5:28) Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos.
El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.

v. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como
también Cristo a la iglesia.

ALGUIEN LE DIJO A JESUS: ¿MAESTRO NO TIENES CUIDADO QUE PERECEMOS?

(Mar. 4:35) Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.

V. 36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con


él otras barcas.

V. 4:37 ¡Pero! se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal
manera que ya se anegaba.

V. 4:38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron:


Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? (¿no te importa que nos estemos hundiendo?)

También podría gustarte