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PARÁBOLA DEL SEMBRADOR (MT.

13:1-9)
1Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.

Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente
estaba en la playa.

Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a
sembrar.

Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las
aves y la comieron.

Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque
no tenía profundidad de tierra;

pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.

Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.

Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a
treinta por uno.

El que tiene oídos para oír, oiga.

PARÁBOLA DE LA HIGUERA ESTÉRIL (L.13:6-9)



Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y
vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.

Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta
higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?

Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo
cave alrededor de ella, y la abone.

Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.
LOS DOS DEUDORES (MT.18:23-35)
23 
Por eso, el reino de los cielos puede compararse[a] a cierto[b] rey que quiso
ajustar cuentas con sus siervos.

 24 Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil
talentos[c].

 25 Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con
su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y así pagara la deuda.

 26 Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: “Ten paciencia conmigo y
todo te lo pagaré.”
27 
Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, y lo soltó y le perdonó la deuda.

 28 Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien
denarios[d], y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: “Paga lo que debes.”

 29 Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba, diciendo: “Ten


paciencia conmigo y te pagaré.”

 30 Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara
lo que debía.

 31 Así que cuando vieron sus consiervos lo que había pasado, se entristecieron
mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido.

 32 Entonces, llamándolo su señor, le dijo*: “Siervo malvado, te perdoné toda


aquella deuda porque me suplicaste.
33 
“¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me
compadecí de ti?”

 34 Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que
le debía.

 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de


corazón cada uno a su hermano.
PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO (L.10:25-37)
25 
En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo
esta pregunta:

—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?


26 
Jesús replicó: —¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?
27 
Como respuesta el hombre citó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo
como a ti mismo.”
28 
—Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.
29 
Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:

—¿Y quién es mi prójimo?


30 
Jesús respondió:

—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le


quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 
31 
Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió
y siguió de largo.

 32 Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo.

 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo,
se compadeció de él.

 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó
sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó.

 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del
alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré
cuando yo vuelva.”

 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos
de los ladrones?
37 
—El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.

—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.


PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA (MT.13:24-30)
24 
Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un
hombre que sembró buena semilla en su campo;
25
Pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el
trigo, y se fue.
26 
Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
27 
Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no
sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?
28 
El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues,
que vayamos y la arranquemos?
29 
El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el
trigo.
30 
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega
yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para
quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

PARÁBOLA DEL TESORO ESCONDIDO (MT.13:44)


44 
»Además el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un
campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y
vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
EL FARISEO Y EL PUBLICANO (L.18:9-14)

A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros,
dijo también esta parábola:
10 
Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
11 
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy
gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano;
12 
ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
13 
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que
se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
14 
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque
cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

PARÁBOLA DEL GRANO DE MOSTAZA (MR.4:30-32)


31 
Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un grano de mostaza
que un hombre sembró en su campo. 32 Aunque es la más pequeña de todas las
semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol,
de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas.»

LA PERLA PRECIOSA (MT.13:45-46)


45 
»También el reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca
buenas perlas, 
46 
y al hallar una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
EL PESCADOR Y LA RED (MT.13:47-50)
47 
»También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que recoge
peces de toda clase.

 48 Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en


canastas los peces buenos, y desechan los malos.

 49 Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán de los justos a los
malvados,
50 
y los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes.

LA VIUDA Y EL JUEZ INJUSTO (L.18:1-8)



También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no
desmayar,

diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a
hombre.

Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme
justicia de mi adversario.

Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni
temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que
viniendo de continuo, me agote la paciencia.

Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.

¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?
¿Se tardará en responderles?

Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre,
¿hallará fe en la tierra?
PARÁBOLA DEL SIERVO CRUEL (MT.18:21-35)
Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
21 

—Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca


contra mí? ¿Hasta siete veces?

—No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —
22 

le contestó Jesús—.

»Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar
23 

cuentas con sus siervos.

 24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles


de monedas de oro. 

Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él,
25 

a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. 

El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—,


26 

y se lo pagaré todo.” 

El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en


27 

libertad.

»Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le
28 

debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a


estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió.

 29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le


rogó—, y te lo pagaré.”

 30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que
pagara la deuda. 

Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y


31 

fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido.

 32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le


increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.

 33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así


como yo me compadecí de ti?” 
Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran
34 

hasta que pagara todo lo que debía.

»Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que


35 

cada uno perdone de corazón a su hermano.

LOS INVITADOS A LA CENA (L.14:15-24)


15 
Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo:
Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios.
16 
Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.
17 
Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya
todo está preparado.
18 
Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una
hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.
19 
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que
me excuses.
20 
Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
21 
Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre
de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae
acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.
22 
Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.
23 
Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a
entrar, para que se llene mi casa.
24 
Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados,
gustará mi cena.
La oveja perdida
Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,

y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los


pecadores recibe, y con ellos come.

Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:


¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas,


no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió,


hasta encontrarla?

Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozosos;


y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos


conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.

Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se

arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de


arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida



¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la
lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?

Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos
conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.
10 
Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se
arrepiente.

El hijo prodigo
11 
También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12 
y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me
corresponde; y les repartió los bienes.
13 
No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una
provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14 
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y
comenzó a faltarle.
15 
Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su
hacienda para que apacentase cerdos.
16 
Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie
le daba.
17 
Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18 
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti.
19 
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
20 
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y
fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
21 
Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de
ser llamado tu hijo.
22 
Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un
anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23 
Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24 
porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y
comenzaron a regocijarse.
25 
Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó
la música y las danzas;
26 
y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 
Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo,
por haberle recibido bueno y sano.
28 
Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que
entrase.
29 
Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote
desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis
amigos.
30 
Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has
hecho matar para él el becerro gordo.
31 
Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32 
Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era
muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
TALLER DE RELIGIÓN

TEMA: LAS PARÁBOLAS

ALUMNO: ADRIAN PEREZ MONA


JEAN CARLOS GOMEZ

DOCENTE: CRISTINO AGUAS

GRADO: 9-A

INSTITUCIÓN EDUCATIVA ESCUELA NORMAL SUPERIOR


DE LA MOJANA
MAJAGUAL-SUCRE
2016

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