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¿Necesitamos que el feminismo sea un partido político?

El 2016 las universitarias chilenas comenzaron a denunciar públicamente los abusos que
vivían en sus casas de estudio, generando manifestaciones y el comienzo de una
deslegitimación que solo ha ido creciendo para las instituciones públicas. Ese mismo año,
en Polonia marchaban “Las mujeres de negro” para exigirle al gobierno que detuviera su
proyecto para sancionar el aborto en todas sus causales, y en Argentina se movilizaba
por segunda vez en la historia el movimiento “Ni Una Menos” exigiendo medidas claras
y públicas para detener los femicidios.

Hoy, marzo del 2020, vemos que cerca de un millón de mujeres salieron a marchar por
las calles de la Alameda en Santiago para el 8M, con la consigna de que la participación
política para armar una nueva Constitución sea con nosotras en igualdad, como nunca
antes. Es así, el feminismo ha formado su esencia en la revolución popular y el
levantamiento de las mujeres en contra del status quo de las sociedades patriarcales.
¿Cómo entonces podríamos imaginar al movimiento  convirtiéndose en aquello que ha
sido parte del problema?
 
Desde mediados del siglo XX, que el feminismo ha incursionado en la política. Los
primeros pasos de los partidos políticos feministas latinoamericanos tenían un objetivo
claro: exigir el sufragio femenino. En Uruguay primero, luego en Argentina y finalmente en
Chile se creó el Partido Femenino para lograr el sufragio de todas las personas mayores de
21 años en 1952. En ese entonces se inscribieron 76.049 chilenas para votar. Según datos
del Servel, hoy hay 7.336.957 en el último padrón de la votación de 2017.
 
La ola feminista que viene y va
A pesar de que estos logros fueron realizados por mujeres que integraban partidos
políticos, las convicciones feministas dejaron de presentarse como acciones concretas
durante muchos años. “Todas las olas han tenido objetivos claros, y una vez que se
logran, el feminismo ha vuelto a los centros académicos a desarrollarse en el nivel
intelectual”, explica Rosa Moreno, cientista política y presidenta del partido chileno
Alternativa Feminista. “De a poco vuelve a la acción, pero con minorías lamentables
hasta hace pocos años”.
 
A pesar de las frustraciones de los últimos 30 años, las especialistas reconocen que los
partidos y la política son necesarios para construir un modelo más justo. “Aún cuando la
gente esté descontenta con los partidos políticos que reproducen patrones de
desigualdad en términos de género, sin ellos es imposible la democracia”, explica Flavia
Freidenberg, investigadora titular de la Universidad Nacional autónoma de México y
coordinadora de la Red de Politólogas internacional. “La experiencia nos ha enseñado
que no todos son iguales, y que los nuevos pueden representar maneras de hacer las
cosas que superen las limitaciones de la vieja política tradicional”, comenta la
especialista. “Éste podría ser el caso de un partido político feminista, que promueve
posiciones que busquen la igualdad en todos sus ámbitos y erradicar el patriarcado”.
 

De la rebelión popular a las urnas

Aún así, con todos los problemas y baches que implica mezclar el feminismo con las
cuestionadas instituciones políticas, hay mujeres que creen que ésta es una opción
necesaria y que funciona. Después del estallido social, Rosa Moreno (66) se integró al
grupo de Whatsapp de Las Tesis Senior. Había vuelto en 1990 a Chile del exilio en Bélgica,
donde participó activamente del Partido Ecologista. No había querido volver a integrarse a
un partido político en Chile, hasta que fue al Estadio Nacional el 5 de diciembre de 2019.

70 mujeres llegaron a una casa tras la manifestación de “Un violador en tu camino” ese
día y decidieron formar el nuevo Partido Alternativa Feminista chileno: el único que
pretende ser conformado absolutamente por mujeres desde 1949, que ya se inscribió en
Servel y que necesita juntar 8.800 firmas en tres regiones contiguas del país para abril de
este año para oficializarse.

Rosa cuenta lo que ha sido la experiencia de conformar un partido político frente a todas
las disidencias que el feminismo opone a las instituciones políticas.

¿Por qué formar un partido político feminista a pesar de la deslegitimación de las


instituciones?
Si no se hubiese dado la posibilidad de cambiar la Constitución, es probable que no nos
hubiésemos conformado. La posibilidad de influir en las bases de nuestro país desde cero
es lo que nos llama a ser un partido político. Nos damos cuenta de que el feminismo sí
puede influir en lo profundo de nuestro país, pero el desafío es hacerlo distinto a los
demás.

¿Qué es lo que el Partido Alternativa Feminista puede hacer distinto a los demás?
Sabemos que hay muchas feministas que no creen en los partidos porque es muy difícil
romper con todo. Un comienzo es que nuestras decisiones son horizontales. La ley
electoral obliga a los partidos políticos a elegir un organismo intermedio que tenga la
soberanía de las decisiones, pero también permite que ese mismo traspase las discusiones
y decisiones a una asamblea general. Algo que los partidos tradicionales hacen
normalmente cada cuatro años, nosotras lo haremos cada mes.

¿Existe una inspiración desde los partidos que se han conformado internacionalmente?
Aunque haya vivido la experiencia en otros países, no soy yo la que ha planteado los
lineamientos del partido. Las Tesis Senior integraron el equipo siendo mujeres de distintos
grupos sociales, distintas profesiones, oficios o labores, entonces creamos los conceptos a
partir de la opinión de cada una. No hay una visión única o una guía a seguir de otros
partidos políticos. Eso es lo difícil, hay que crear algo diferente a partir de la experiencia
de cada una en nuestro propio país.
¿Qué les dices a las mujeres que no se ven representadas con  un partido político
feminista, o incluso con el movimiento?
Es totalmente comprensible que hayan feministas que no quieran meterse a las
estructuras de sistema que siguen el modelo patriarcal. Es sumamente importante que las
compañeras que no se ven representadas por un partido sigan su lucha a partir de los
medios que ellas escojan. Lastesis siguen trabajando desde su perspectiva pero siempre
con respeto mutuo a las distintas opciones. Esa es la única manera de trabajar, es mejor
estar en todos los espacios que solo en uno y estoy segura que siempre nos
encontraremos. A quienes no viven la lucha feminista las abrazo, y sé que de a poco, se
irán integrando.
 
 
 
 
 

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