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Entrevista de Nodal a la periodista y escritora argentina Marta Dillon,

integrante del espacio #NiUnaMenos: “El 8 de marzo tenemos el desafío de


construir una movilización transversal, heterogénea y poderosa”
4 MAR, 2017

http://www.nodal.am/2017/03/entrevista-nodal-la-periodista-escritora-argentina-marta-dillon-
integrante-del-espacio-niunamenos-8-marzo-tenemos-desafio-construir-una-movilizacion-transversal-
heterog/

Por Tomás Forster – Nodal

El miércoles 8 de marzo se conmemorará el Día Internacional de la Mujer mediante un Paro


Internacional de Mujeres (PIM). En Argentina, donde surgió la consigna #NiUnaMenos a partir de la
movilización del 3 de junio del 2015 y el movimiento feminista propició una sucesión de jornadas
multitudinarias en los últimos tiempos, la protesta coincide con un momento de marcada agitación
política y social. La huelga y manifestación impulsada por las mujeres se realizará casi en simultáneo
con un paro nacional docente (lunes 6 y martes 7) y una marcha convocada por la Confederación
General del Trabajo (CGT) para el martes 7.

“El movimiento de mujeres está fuerte, movilizado, generando una revolución sensible hacia dentro de
los lugares de trabajo, de las casas, en los territorios y en las calles”, afirma Marta Dillon al describir el
presente del feminismo argentino en este diálogo con Nodal.

Referente del colectivo #NiUnaMenos, directora del suplemento Las12 y fundadora del
suplemento Soy del diario Página 12, militante por los Derechos Humanos, activista por la diversidad
sexual y escritora de talento, Marta Dillon analizó en profundidad el contexto, los motivos y
características que atraviesan lo que se espera sea un nuevo hito en la lucha histórica de las mujeres por
el reconocimiento de sus derechos y el fin de todas las formas de opresión.

¿En qué momento de su historia encuentra al movimiento de mujeres la jornada de lucha del
próximo 8 de marzo?

El movimiento de mujeres está fuerte, movilizado, generando una revolución sensible hacia dentro de
los lugares de trabajo, de las casas, en los territorios y en las calles. El umbral de tolerancia frene a las
violencia machista se corrió definitivamente y esto lamentablemente genera más descarga de violencia.
Sin embargo, es indudable que vivimos un momento de inflexión: los y las adolescentes se politizan
desde el reconocimiento de las cuestiones de género como primera opresión, como una relación de poder
que no quieren sostener. Eso tiene una relevancia enorme y se puede ver a simple vista. El llamado al
paro de mujeres fue hecho por fuera de las estructuras sindicales pero se fue tejiendo con las
organizaciones de base y generó una enorme discusión hacia adentro de las organizaciones. Creo que
esos debates y esa presión de las mujeres de base habla de una voluntad por sostener esta desobediencia
al mandato patriarcal y a las organizaciones machistas. Esta dinámica genera alianzas insólitas,
transversales, que hacen emerger a las mujeres como un actor político inesperado, que desestabiliza en el
mejor sentido de la palabra y obliga a revisar prácticas.

¿Cuáles son las principales demandas y desafíos?

Nuestras demandas son muchas: hablan de la autonomía de nuestros cuerpos y decisiones. Eso implica
desde el aborto legal, seguro y gratuito hasta el derecho al parto respetado en todos los centros de salud y
el derecho a meterse al mar sin corpiño. El derecho a migrar sin ser criminalizadas, el derecho a la tierra
y el respeto a las mujeres de pueblos originarios. Nuestro derecho a una vida digna y sin violencia.
Demandamos también que se termine la discriminación en el acceso al trabajo y la feminización de la
pobreza. A cortísimo plazo está el desafío de que los medios hegemónicos dejen de ver a las mujeres y a
sus acciones como “notas de color”. Nosotras hacemos política y sin embargo pocas veces salimos en las
secciones de política. Esto habla de una mirada patriarcal que cuesta modificar, es como si nos
infantilizaran, como si sólo hiciéramos acciones testimoniales y lo cierto es que ya hicimos tres marchas
masivas en menos de dos años. Esas marchas obligaron a todas las fuerzas políticas a tener posiciones en
cuanto a los reclamos de género. Y cada vez se profundiza más la interseccionalidad de nuestro
movimiento: el feminismo del que hablamos se construye en la práctica, en el encuentro con otras, en la
toma de conciencia cotidiana en torno a las relaciones de poder. El 8 de marzo tenemos el desafío de
construir una movilización transversal, heterogénea y poderosa. El primer paso está dado con la
convivencia de sectores muy distintos: desde las luchas por la tierra en Latinoamérica hasta el reclamo
por la libertad de la dirigente social Milagro Sala, desde las demandas de las sobrevivientes de violencia
hasta el fin del ajuste. Desde la izquierda troskista hasta el kirchnerismo. No veo ningún otro espacio que
pueda convivir en esa heterogeneidad: las mujeres lo estamos haciendo.

En Argentina, el paro de mujeres se realizará en un contexto político también convulsionado por


un paro docente y una marcha convocada por la CGT. ¿Cómo analizás esta situación de
simultaneidad?

No la veo inocente en el siguiente punto: la decisión de la conducción de la CGT de hacer una


movilización el 7 de marzo se comunicó inmediatamente después del llamamiento a nuestro paro,
sabiendo que era un paro internacional y que se estaba convocando desde las centrales sindicales
internacionales. Y también sabían que venía un paro docente y que no iban a empezar las clases.
Nosotras estamos tejiendo el paro con organizaciones sindicales desde hace mucho tiempo y una de las
preguntas que nos hacíamos era qué iba a pasar con el paro docente. Lo más probable era que se
superpusieran las acciones y finalmente fue lo que ocurrió. De todos modos, de lo que habla esto es de
una enorme conflictividad social y cierto hartazgo frente a las mentiras y el cinismo del gobierno
macrista. Dicho esto, el 8 de marzo es una fecha internacional que se recuerda desde principios del siglo
veinte, que siempre estuvo anclada en la memoria de las mujeres trabajadoras (y trabajadoras somos
todas o casi todas: las que hacen tareas dentro de sus casas, las que están precarizadas, las empleadas, las
que cobran un subsidio social para salir adelante. Trabajadoras somos todas menos las adineradas que
viven del trabajo ajeno). La cúpula de la CGT está muy reactiva a este paro de mujeres y sabemos que lo
que intentan es diluirlo o romper la marcha, cosa que esperamos que no suceda.

¿Cuáles fueron las políticas del presidente Macri en relación a la problemática de la violencia de
género y a los derechos y demandas planteados por el movimiento de mujeres?

Macri pretende apropiarse de nuestra consigna tal como se vio en la apertura de las sesiones legislativas
cuando dijo “Ni una menos”, mientras implementa severas políticas de ajuste y recorta programas
fundamentales como los que tienen que ver con la ley de salud sexual y reproductiva, el vaciamiento de
los programas de educación sexual integral, reduce el presupuesto de salud y provoca la falta de
medicamentos para las personas que viven con VIH. Esta apropiación también se da cuando designa a
una feminista (por Fabiana Tuñez) en el Consejo Nacional de las Mujeres que dice que estuvo en el
#NiUnaMenos aunque nunca formó parte del colectivo. Elaboran un plan en el que recortan presupuesto
pero luego dicen que fue un error –como suelen justificar cada atropello- y resulta que 67 millones de
pesos estuvieron en un limbo sospechoso durante dos meses. Los recortes a todos los programas que
tienen que ver con las demandas de las mujeres son infinitos: desde el cierre de centros de atención, el
desmembramiento de la línea 137 que era el único servicio que intervenía cuando la violencia contra la
mujer estaba en curso y el cese de las brigadas que acompañaban a las víctimas de abuso sexual.

¿Por qué crees que, a partir de la de la consigna #NiUnaMenos, el movimiento de mujeres alcanzó
este nivel de gravitación a nivel nacional, latinoamericano y mundial?

Nosotras hablamos de una práctica feminista. Cuando se hizo el primer #NiUnaMenos, muchísimas de
las mujeres que estábamos en la plaza ese día tomamos la calle impulsadas por una sensación de duelo y
de fiesta a la vez. El duelo era y es por todas las mujeres que nos faltaban y faltan, víctimas del
femicidio. El duelo por nuestras propias heridas y marcas como mujeres porque el ser mujer y el
socializarse como mujer implica conocer todo un mapa de violencias que sufrimos cotidianamente desde
muy chiquitas. Desde que te subís a un colectivo y te apoyan cuando vas a la escuela. De ser observadas
y ser sujeto de múltiples instrucciones sobre cómo deberíamos vivir. Cuando toda esa inmensa y diversa
mayoría de mujeres que se encontró en la calle compartió un eco común, nos reconocimos en cada una y
en la otra, sentimos que nuestras voces estaban resonando con otra potencia y se abrió un horizonte
nuevo. Muchas mujeres que estuvieron en aquella primera movilización quizás no se reconocían como
feministas, pero esa plaza fue feminista. Sin dudas. Y las plazas que siguieron lo fueron mucho más. El
nuestro es un feminismo popular, que nace de la práctica. Esta mezcla entre el duelo y la fiesta que
pusimos en acto en el primer #NiUnaMenos, y que se siguió poniendo en acto en las dos marchas que
hicimos después, es algo que contagió al mundo desde aquella primera vez. El #NiUna Menos es una
válvula de escape enorme para las opresiones que las mujeres tenemos desde siempre y que el sistema
neoliberal las agudiza porque sofoca los deseos, nos convierte en mercancías y nos obliga a la
obediencia. Algo de esta experiencia se vive en todo el mundo. Esta posibilidad de salir a la calle, de
consustanciarse con otras, de encontrarse en una consigna que era lo suficientemente amplia como para
que fuera muy difícil que alguien estuviera en contra. Lo que se produjo fue una modificación en el
sentido de lo común, la posibilidad de poder diseñar nuevos modos de relacionarnos y esto se construye
a partir de una puesta colectiva inédita. Queremos estar del lado de la vida, del lado de la libertad de
elegir, del fin del patriarcado. Entonces todo esto es algo que se contagia a varones y mujeres, de una
manera muy revolucionaria y provocadora porque obliga a revisar las propias prácticas.

Más información sobre el tema:

https://www.nodal.am/2017/03/argentina-analisis-los-hechos-dieron-pie-al-paro-internacional-mujeres/
REPORTAJE A LA ACADÉMICA FEMINISTA RITA LAURA SEGATO

HTTPS://WWW.PAGINA12.COM.AR/23912-ES-UNA-NUEVA-ERA-DE-LA-POLITICA

“Es una nueva era de la política”

Laura Zuniga.

Por Mariana Carbajal

“Este 8M tiene por misión reconstruir el estilo de hacer política de las mujeres”, desafía la
antropóloga Rita Laura Segato, una de las voces más lúcidas de la región a la hora de
pensar las violencias machistas y sus consecuencias más extremas. En diálogo con este
diario, la académica feminista analiza la convocatoria al Paro Internacional de Mujeres, que
hará temblar la tierra el próximo miércoles, en más de cuarenta países. “Esta convocatoria
pone en evidencia y responde a la falencia institucional, al fracaso del Estado y de la
política de Estado en todo el espectro ideológico. Un estado cuya historia no es otra cosa
que la historia del patriarcado, es decir, que tiene un ADN, una genealogía patriarcal. Y por
lo tanto se ha mostrado incapaz de defender a las personas y a la vida”.
La huelga de mujeres la encontrará en España, donde viajó el jueves para presentar su último
libro “La guerra de las mujeres”, que se acaba de publicar también en la Argentina. Ahí plantea que
el capitalismo exacerbado, producto de una modernidad-colonialidad nunca superada, se descarga
ahora en las nuevas guerras contra las mujeres, destruyendo la sociedad al tiempo que sus
cuerpos”. Comprender ese nuevo giro violento del patriarcado, que ella considera la primera
estructura de dominación en la historia de la humanidad, implica desplazarlo “del borde al centro”.
“Sólo a partir de una revitalización de la comunidad y de una repolitización de lo doméstico será
posible detener el femigenocidio hoy en marcha”, dice Segato.

Vive en la bella Tilcara, provincia de Jujuy, pero su territorio es Latinoamérica, por


donde viaja, invitada a dar conferencias. Se acaba de jubilar como docente de la
Universidad de Brasilia: era profesora de los programa de postgrado en Bioética y en
Derechos Humanos. Su voz ilumina. En 2016 fue perita en el histórico juicio de Guatemala,
en el que se juzgó y condenó por primera vez a miembros del Ejército por los delito de
esclavitud sexual y doméstica contra mujeres mayas de la etnia q’eqchi de una aldea en
SenurZaco, en el conflicto armado ocurridos en los años ‘80. Hubo 14 peritajes; Segato
hizo el antropológico y de género.

–¿Cómo interpreta la convocatoria a este histórico paro Internacional de Mujeres?

–La entiendo como una nueva era de la política. La transición a la modernidad,


especialmente en nuestro continente, y la conformación de los Estados Criollos
Republicanos tuvo, como uno de sus efectos, el derrumbe del espacio doméstico
comunitario, que tenía su propia politicidad, sus formas propias de hacer política. Era la
política de las mujeres, que no desapareció, pero perdió sus rituales y sus protocolos. El
espacio doméstico se enclaustró, se privatizó, y se transformó en “íntimo”. En ese momento
la histórica política y los estilos de tramar destino colectivo de las mujeres fueron
reprimidos y censurados. El modo de la política se volvió “publico”, pautado por etiquetas
de distancia que simulaban una neutralidad, que en realidad es falsa. Ahí la posición de la
mujer sufrió una caída abrupta y la historia de las prácticas políticas de las mujeres quedó
cancelada. En donde encontró continuidad, se trató de una continuidad sin retórica de valor
en que ampararse. El valor de lo político quedó completamente secuestrado por la esfera
pública y por el estado y sus protocolos modernos. Yo creo que este 8M tiene por misión
reconstruir el estilo de hacer política de las mujeres. Si en los años 60 el feminismo dijo “lo
personal es político”, el camino que propongo no es una traducción de lo doméstico a los
términos públicos, su digestión por la gramática pública para alcanzar algún grado de
politicidad, para hablar en el lenguaje del Estado, sino el camino opuesto: «domesticar la
política», desburocratizarla, humanizarla en clave doméstica, de una domesticidad
repolitizada.

Su libro, Las estructuras elementales de la violencia, publicado en 2003, es material


ineludible para entender el fenómeno de los femicidios. Lo más triste y doloroso, dice ella,
es que no ha perdido vigencia con el paso de los años porque la violencia contra las mujeres
no solo no se detiene -a pesar de que cada vez se visibiliza y denuncia más-, sino que se
expresa con una crueldad inusitada.

–¿Cuál es el significado de la convocatoria a este histórico paro internacional de


mujeres??

–Esta convocatoria pone en evidencia y responde a la falencia institucional, al fracaso del


Estado y de la política de estado en todo el espectro ideológico. Un estado cuya historia no
es otra cosa que la historia del patriarcado, es decir, que tiene un ADN, una genealogía
patriarcal. Y por lo tanto se ha mostrado incapaz de defender a las personas y a la vida.

–¿El impacto en el país, en otros países de Latinoamérica y el mundo del movimiento


Ni Una Menos está dando forma a una nueva ola feminista?

–Creo estar leyendo acertadamente el momento porque en una cantidad de lugares muy
distantes y diversos, a partir de problemas particulares de cada historia nacional - en los
Estados Unidos la elección del misógino Trump, en Argentina la inaudita crueldad que se
viene desplegando sobre el cuerpo las mujeres, en fin… cada país con sus variantes, pero
en todas partes, urbes y poblaciones, hay una efervescencia cada vez mayor y más
generalizada entre las mujeres hacia el 8M. Pero debo decir que de muchos hombres
también. Ayer, acá en Tilcara, Bruno Arias me mostró una preciosa canción que canta y
que se llama Las Invencibles Polleras. Muchos hombres saben, los más inteligentes e
informados, que nuestro movimiento será capaz de defenderlos a ellos también del mórbido
y decadente “mandato de masculinidad” al que habían sido enseñados a curvarse. El
mandato de masculinidad, que es un mandato de violación, tiene, como primera víctima, a
los hombres.
SILVIA FEDERICI: EL PARO COMO MOMENTO
DE COMPRENSIÓN Y TRANSFORMACIÓN

Mariana Menéndez / Foto eldiario.es

Desde que la conocemos, las conversaciones con Silvia han sido siempre muy
fértiles. No solo por su lucidez y agudeza teórico-política, sino también por su
generosidad infinita en el relato de su experiencia, en esa búsqueda de coherencia
entre lo que se hace y se piensa. En la previa del 8 de marzo, conversamos con ella
sobre el paro internacional de mujeres y la actualidad de la lucha feminista.

Elegimos volver a escucharla hoy, en este contexto tan intenso donde la lucha de
las mujeres se despliega con una fuerza por momentos inesperada. Donde cada
una desde su comunidad de mujeres pone empeño en organizar, difundir y
participar del 8 de marzo y del paro histórico que sucederá en más de treinta
países alrededor del mundo.

En lo vertiginoso de estos acontecimientos nos venimos diciendo unas a otras: no


aceptemos más la violencia, potenciemos nuestra fuerza para multiplicar nuestro
ya basta, organicemos encuentros, espacios y marchas que hagan temblar la
tierra. Pero también nos repetimos una y otra vez: hagamos más denso el tejido
del entre mujeres; potenciemos nuestra ayuda mutua, nuestro autocuidado y
reciprocidad; estemos cada vez más movilizadas pero también robemos tiempo
para sentir y pensar cómo seguimos, cómo nos auto organizamos cada vez más y
qué desafíos está alumbrando la lucha.

Dicho de otro modo, al desplegar la lucha ésta ilumina nuevos problemas


políticos. De nada sirve hacer sin pensar. Pensemos a partir de lo que estamos
experimentando y abramos los espacios para construir los cómo seguir. Nuestras
compañeras y hermanas nacidas en las luchas que nos antecedieron portan
experiencias que es preciso recuperar para no empezar de cero, para nutrirnos y
cambiar. Por eso esta conversación busca ser un espacio-momento para que
Silvia nos comparta palabras que nos ayuden a pensar lo que está sucediendo.

¿Qué está sucediendo con la lucha de las mujeres? ¿Qué has


reflexionado sobre las últimas manifestaciones en Estados Unidos?

Aquí es un momento en el que se está dando una movilización muy fuerte de todos
los movimiento sociales, y sobre todo del movimiento de las mujeres. Hemos visto
estas marchas en Washington, en Nueva York, en varias ciudades. Mujeres de todo
tipo, de todas las edades se están movilizando, sintieron la necesidad de salir a la
calle. Y pienso que no es solamente una necesidad de responder a Trump, es la
expresión de un gran descontento que se ha acumulado en estos años, porque las
situación de las mujeres en todos los niveles, con excepción de una minoría, se ha
deteriorado desde hace mucho tiempo, enfrentando una crisis en su vida cotidiana.

Esta es una crisis de trabajo, una crisis de falta de tiempo para sí mismas, una crisis
de la relación con los otros, es el no tener recursos, no tener tiempo ni acceso a los
servicios más fundamentales. Además de enfrentarse continuamente a la violencia,
que es violencia individual pero también del estado, de la policía, en las cárceles, es
la militarización de la vida que aquí es cada vez más fuerte. Creo que ahora estos
son los elementos que unifican y pueden unificar al movimiento feminista. Es un
movimiento contra la violencia y los abusos institucionales, pero también es una
manifestación de deseo, de voluntad de construir una sociedad diferente. En estas
marchas, en Nueva York por ejemplo, se podía ver una gran creatividad, mucha
fuerza y energía, por eso se puede comparar con lo que sucedió en los años setenta.

Es un movimiento que ha crecido mucho en los últimos años, sobre todo a partir de
la desilusión que tantas mujeres han experimentado. Se pensó que trabajar fuera
de la casa posibilitaba conseguir autonomía. Y no nos dio autonomía porque el
trabajo es precario, no da seguridad. Lo que vemos es un gran número de mujeres,
y hombres también, cargadas de deudas. Han luchado por entrar a las
universidades, como se luchaba en los años setenta, y ahora con la privatización de
la educación deben un montón de dinero para poder estudiar. Muchas jóvenes con
veinte años no pueden ver cuál va a ser su futuro.

¿De qué luchas previas se nutren estas manifestaciones? Porque al


mirar las imágenes -no podíamos dejar de mirar lo que pasaba, la
cantidad de personas- desde el sur nos preguntamos ¿de dónde se están
nutriendo? ¿de dónde nació ese desborde? ¿qué había previamente
organizado?

Creo que la decisión de una parte del establishment americano de apoyar a Trump
ha sido una respuesta a las luchas que ya se estaban dando. Por ejemplo, la lucha
por el aumento del salario mínimo ha involucrado a muchas mujeres muy
fuertemente, y siempre se cruzaba con la lucha de los migrantes. Porque son sobre
todo las mujeres y las personas migrantes las que tienen salarios muy bajos.
También ha crecido un movimiento estudiantil contra la deuda generada por la
falta de gratuidad. Por otro lado, muchos han apoyado a Trump pensando que sería
el presidente que cortaría las deudas e implementaría una educación gratuita. Es
también creciente la movilización contra el control del cuerpo. Por ejemplo, en
muchos estados se redujo drásticamente el acceso al aborto. Hoy las mujeres se
enfrentan con dificultades en todos los lugares donde están, con cortes en servicios
como la educación y la precariedad de la vida, ninguna sabe si tendrá o no trabajo.
Sobre todo entre jóvenes y mujeres no se ve qué tipo de futuro se tendrá. También
la rabia y la indignación contra estos abusos, la violencia institucional continua, la
matanza de la policía sobre los y las jóvenes de color, migrantes, latinos. La
conciencia de que vivimos en un régimen muy brutal, que no es una novedad, pero
que ahora ya no se puede no ver. En los últimos años casi todos los días un joven
negro fue asesinado con una impunidad absoluta. Entonces, hay un descontento
muy fuerte, económico y no económico, porque los dos están conectados. Porque
está claro que esta violencia se justifica y se sostiene en la represión y en la
precariedad económica.

¿Cómo estás viviendo estos mismos movimientos en el plano


internacional, por ejemplo lo que está siendo en este momento la
organización del paro internacional de mujeres?

Es una idea muy excitante, sobre todo esta dimensión internacional de las luchas es
muy importante. En las últimas semanas ha sido muy importante ver tantas
movilizaciones en todas las ciudades al mismo tiempo, el sentimiento de ser parte
de algo que se está moviendo en muchas partes del país y del mundo. Así como la
respuesta al llamamiento de paro de las compañeras en Argentina en octubre
pasado que fue muy fuerte. También aquí muchas compañeras salieron a la calle.
Todavía es difícil saber, pero es claro que solamente algunas podrán hacer el paro
porque hay tantas dificultades prácticas para organizar un paro de las mujeres,
sobre todo en un país como Estados Unidos, donde existen realidades tan
diferentes y hay grupos de mujeres tan diversas, en una situación donde faltan los
servicios sociales, donde muchas mujeres son solteras y no tienen un marido que
pueda sustituirla. Pero se envía una señal importante, es una posibilidad de
compromiso con las nuevas formas de lucha y de organización. Ojalá sea un
compromiso para crear redes de comunicación entre mujeres de diverso tipo. Crear
un tejido social más fuerte, capaz de resistir a lo que está sucediendo y también
empezar a construir nuevas relaciones. Empezar a implementar lo que se viene
hablando sobre formas de auto gobernarnos, reclamar el control de nuestra vida,
empezar el proceso de no solamente ponernos en contra sino ir definiendo qué tipo
de sociedad queremos, cómo vamos a construirla, qué precisamos de inmediato y
cuáles son los objetivos del futuro.

Yo creo que es importante hoy abrir una visión estratégica, no solamente salir a la
calle, sino salir a la calle con una visión de lo que deseamos e intentamos construir.
Sería una pena si vamos a la calle todas contentas y después regresamos a casa y no
se une este momento con la construcción de algo distinto. Por eso es importante no
solo demandar a un estado que no responde, sino comprender contra qué
luchamos, que no son personajes. Estos personajes son la expresión de un mal que
es el sistema. Comprender lo que está sucediendo a nivel económico, político,
ecológico y empezar a hacer las conexiones. Es verdaderamente la misma lucha:
luchar contra la contaminación, contra el capitalismo, la precarización de la vida y
el despojo y luchar contra el patriarcado son momentos diferentes de una misma
lucha. Pienso que esta movilización puede ayudar a crear conciencia sobre la
interconexión de estas luchas. Ojalá tengamos la capacidad crear un terreno de
unificación entre mujeres distintas.

Nosotras sentimos que nos entusiasma el paro y la movilización porque


es un mensaje, es una disputa en varios planos, también simbólica. Acá
en el sur, sobre todo la idea de la doble jornada, el trabajo doméstico,
ha tomado mucha fuerza porque al discutir el paro hubo que
intercambiar sobre qué precisábamos para parar. Eso dio lugar a un
montón de discusión entre mujeres. Muchas han planteado que no
pueden parar porque están solas con sus hijos e hijas, entonces vemos
formas diversas de parar y participar. No nos proponemos hacer un
paro en el que si no podés parar las veinticuatro horas no formás parte
de la jornada y de la lucha, sino hacer un paro que diversifique las
opciones y todas podamos participar.

Justamente, yo pienso que a partir de las dificultades de hacer este paro, de las
dificultades de las mujeres que no pueden dejar a sus hijos, es importante
comprender cuál es el paso próximo. Porque, ¿qué pasa con estas mujeres que
están encarceladas por el trabajo doméstico todos los días y que no tienen a nadie
que las pueda ayudar? El paro es un momento de comprensión y de
transformación, porque mirando estas dificultades organizativas se puede ver qué
necesitamos, qué se puede hacer como cosa urgente. Ver que existen tantas
mujeres que no pueden ir a una reunión, al cine, porque son prisioneras de ese
trabajo. Cuando estuve en Bruselas unos meses vi que allá las compañeras han
impulsado la iniciativa de describir su jornada de trabajo y luego han recogido esos
testimonios. Han dicho también al estado “todo esto es lo que las mujeres hacen”,
están intentado decir “esta es la cuenta por todo lo que hemos realizado”. Este tipo
de acciones pueden incrementar la conciencia y permiten pensar nuevas prácticas.
Porque si estamos encarceladas en el hogar entonces ¿qué estructura necesitamos
en lo urbano, en el barrio, para dar respuesta?, ¿cuáles son las necesidades
inmediatas y urgentes?

En esa clave, al pensar el paro lo estábamos concibiendo como un


momento pedagógico para nosotras y para todas las mujeres, por tanto
para señalar los desafíos en todos los sentidos que vos nombras, para
pensar qué movimiento tenemos que construir, bien atado a la vida y la
cotidianidad. Pero también señalar los límites de la izquierda, los
límites de ciertas formas de hacer política, lo que sucede con el
sindicalismo. El paro iluminó muchas cosas, no solo para el propio
movimiento de mujeres sino para muchas más personas.

Así es. Antes existieron sindicatos que se ocupaban de la vida, del barrio, que
luchaban tomando en cuenta toda la vida de las trabajadoras y trabajadores, no
solo sobre las ocho o nueve horas. Ahora es una forma burocrática que ya no
funciona más, que no puede dar respuestas. He estado hablando con una
compañera que organizó en Islandia el paro de 1975, desde allí las mujeres se han
organizado en espacios urbanos donde se conversa, se circula información, en
todas las ciudades están estos espacios que son experiencias colectivas para las
mujeres. Estos lugares han facilitado mucho la organización, porque cada uno ha
sido un punto de expansión de la información, de la táctica. Me gusta mucho
pensar que se pueden crear estos lugares, espacios de las mujeres. Crear, desde
donde una vive, espacios donde cuidarnos y dar discusiones entre mujeres. Insistir
en la capacidad de crear, reclamar el espacio, el derecho a la ciudad. Es importante
pensar este momento como un momento histórico, lo que está pasando con el
Encuentro de Mujeres en Argentina, que se organice algo internacionalmente de
forma autónoma sin los recursos y la intervención de la ONU. Se han hecho
acciones todos los 8 de marzo, pero este año está la dimensión internacional. Esta
jornada está reviviendo el sentido del 8 de marzo y dando lugar a un nuevo
internacionalismo.

Pero es importante pensar estratégicamente qué es lo que queremos. Claro que no


podemos saber muchas cosas, pero sí qué precisamos saber. Necesitamos una
visión estratégica más allá de la manifestación. También la memoria histórica es
importante para crear resistencia, la memoria sobre lo que ha significado este día
para la lucha de la mujeres, sobre el internacionalismo feminista y el significado de
eso en la actualidad. Creo que hoy las mujeres debemos estar más presentes en las
luchas contra la guerra. En estas manifestaciones en Estados Unidos no se le ha
dado suficiente atención a la problemática de la guerra.

Este punto es importante desde la perspectiva latinoamericana y


también nos preguntamos por esto que nombras. La gente se moviliza
cuando puede, cuando hay conciencia y voluntad, pero ¿qué piensa
sobre las invasiones y la guerra el pueblo estadounidense?

Ahora se ven límites que no se veían y se empieza a insistir en la necesidad de la


lucha contra la guerra. Han estado y están bombardeando con drones Yemen, han
destruido Medio Oriente. Existe una relación fuerte entre la guerra permanente y la
militarización de la vida aquí, por eso es importante esta temática. ¿De qué
internacionalismo hablamos si no? Es importante que todos digamos que no se
puede excluir a las personas de ningún país, pero también que no se debe
bombardear ni destruir la vida en ningún país. Pienso que en los materiales que se
van a preparar y escribir es importante tener esta visión histórica del
internacionalismo feminista.

Con respecto a la memoria histórica, al crecer bastante la auto


organización de las mujeres en varias ciudades de Uruguay, las
compañeras plantean una sensación de ser huérfanas, de empezar una
lucha sin saber que otras mujeres lucharon antes, desconociendo qué
problemas tuvieron y cómo se organizaron. ¿Tuvieron esta sensación
en los años setenta cuando el movimiento desbordaba las calles?

Para nosotras fue muy importante el trabajo de comenzar a reconstruir la historia


de otras mujeres, de comprender de dónde venimos, cuales fueron nuestras
madres, reconstruir y pensar en el feminismo liberal, en el feminismo socialista
-del que nace el 8 de marzo-, saber lo que planteaban sobre la liberación de la
mujer. De la historia del feminismo en América Latina he descubierto dos años
atrás la lucha de las mujeres en Argentina, a Virginia Bolten y su consigna “ni
patrón ni marido” y su periódico La Voz de la Mujer.
Las historias locales, en el Río de la Plata, también son muy potentes.
Por ejemplo, la consigna de las mujeres en Uruguay en los años ochenta
era “nosotras queremos cambiar la vida”. Es hermoso reconectar con
esas luchas.

Es imprescindible conversar con estas mujeres que son libros vivientes, libros de la
historia de las luchas. Esta concepción que planteas es importante para construir
una memoria larga. Tú te sientes parte de algo, no puedes mirar el futuro sin mirar
el pasado. Solamente cuando ves toda la historia de lucha, los límites, los
problemas de las experiencias organizativas pasadas, intentas no repetir las
mismas cosas. No puedes identificar lo que estás haciendo si no miras que se ha
hecho antes y cuáles son las diferencias, aprender de esa experiencia, no pensar
que has inventado todo.

Escasos quince días nos separan del paro del 8 de marzo. Las palabras de Silvia,
que son las de una luchadora que reflexiona y teoriza a partir preocupaciones que
también son las nuestras, seguramente serán fértiles para seguir construyendo
este camino, que es el suyo y el de miles de mujeres que por todo el mundo van
diciendo ¡ya basta!
El feminismo y la lucha por la justicia
Para decir #NiUnaMenos es clave en el magisterio defender la bandera de la educación
sexual integral.

por Por Graciela Morgade / Decana de la Facultad de Filosofía y Letras -UBA (*)

El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Recuerda que en


esa fecha, en 1908, un centenar de mujeres empleadas en la industria textil,
protagonistas de un paro masivo por salarios dignos y horarios menos
extenuantes, terminaron quemadas en el incendio de la fábrica donde trabajaban,
Cotton. El movimiento social de mujeres consiguió instalar este día como jornada
de reflexión y de lucha.
A lo largo de décadas, y con diferentes énfasis y diferentes versiones, los
feminismos fueron visibilizando y poniendo en el debate público que las mujeres, a
pesar de la "promesa" que las democracias liberales plantearon desde su origen,
padecieron y padecen muy diversas formas de desigualdad y subordinación. Y,
desde mi perspectiva, en la actualidad los feminismos son las expresiones más
contundentes de los movimientos antihegemónicos, porque son una articulación
potente en la lucha contra la homofobia pero también contra el capitalismo salvaje
y la xenofobia.

En las últimas décadas, y en Argentina en particular, el movimiento social de


mujeres protagonizó luchas históricas y tiene logros notables.

Por una parte, porque logró instalar la perspectiva de género en el análisis de la


condición femenina. La palabra "género" ya no connota solamente a una tela o a
una propiedad del sustantivo; ya ilumina, de alguna manera descriptiva al menos,
a las diferentes expresiones culturales, económicas, políticas, no necesarias ni
naturales que tienden a reproducir injusticias y padecimientos.

Lucha teórica y política

La lucha teórica y política para difundir la perspectiva de género fue feroz. Porque
si un sujeto mujer no se define por su condición de "madre", y, si tiene las
condiciones y el estímulo para hacerlo, puede llegar a ser independiente
económicamente, viajar por el mundo, ejercer cargos de poder y generar
conocimiento científico, puede ser lesbiana y no ocultarlo; si una mujer decide
trans-formarse entonces se amenaza a la tradición y las costumbres.

Contra el concepto de género se agitaron los fantasmas, porque se decía que


el feminismo "de género" pondría en peligro a la familia, entendida obviamente en
su sentido tradicional, y sobre todo, compuesta de padre y madre, llevaría al
escándalo de equiparar la homosexualidad a la heterosexualidad y, sobre todo,
estimularía una sexualidad polimorfa y descontrolada. Y, en lo único que estas
preocupaciones tuvieron razón, impulsaría una lucha sostenida por la
despenalización del aborto.

Lo que los feminismos vinieron a impugnar es esa imagen de mujer que tiene
como misión "sacrificio, sufrimiento, pasividad y entrega" y denuncian que son las
migraciones, las guerras, la pobreza, la explotación, la violencia, el abandono y el
abuso las que inciden de manera directa en esa estructura familiar. Y vinieron a
denunciar que a pesar de que las diferentes formas de la desigualdad y la
exclusión siempre se combinan con dimensiones económicas, políticas, culturales,
religiosas, generacionales, y varios etcéteras, existen algunas situaciones sociales
que afectan a las mujeres como grupo. El territorio en disputa no es otro que el del
cuerpo y la genitalidad femeninas.

La ley que marcó un hito

Un hito en este camino de lucha es la ley 26.150 de Educación Sexual Integral


(ESI) sancionada en 2006. La ESI es una condensación de la convergencia
posible entre la política institucional, las políticas públicas y los movimientos
sociales, en diálogo permanente, que le da sustento y densidad al proyecto.

Antes de la ley 26.150 el plexo normativo argentino ya tenía numerosos


antecedentes que implicaban de manera directa a la educación, estableciendo la
incorporación de temáticas vinculadas con la sexualidad en el sistema educativo.
En 2006, luego de largos debates, movilizaciones de diferente signo y, sobre todo,
de un laborioso proceso de negociación entre los sectores legislativos y una
manifiesta decisión política por parte del Ejecutivo nacional, se votó la ansiada y
necesaria ley 26.150.

Se trata de una ley breve, que marca algunas orientaciones centrales, sobre
todo el carácter integral de un abordaje de la sexualidad, que transciende las
visiones parcializadas clásicas en las miradas biomédicas o moralizantes
hegemónicas y que incorpora sus dimensiones histórico-culturales, psicológicas,
éticas y afectivas.

Programa nacional

La ley delegó en el Ministerio de Educación de la Nación las tareas vinculadas con


la reglamentación. Los debates siguieron entonces en la comisión de especialistas
y luego en el Consejo Federal de Educación, donde se votaron los lineamientos
curriculares para todas las áreas y todos los niveles del sistema. Se creó entonces
el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, también establecido por ley, y
comienza la implementación. Documentos de apoyo para los diferentes niveles
que fueron retomando la producción académica preexistente, espacios
presenciales y virtuales de capacitación docente, producción de materiales de
sensibilización para las escuelas, y una intensa labor con las autoridades de las
diferentes provincias fueron permitiendo que la letra se transformase en práctica
real y, sobre todo, que contribuyese a transformar "las prácticas" desde una visión
integral de la sexualidad, una perspectiva de género y derechos.

Desde 2009, el Programa Nacional produjo instancias que fueron dándole vitalidad
y profundidad al proyecto de la ESI. Uno de los ejes centrales que hoy
caracterizan el enfoque de la ESI es el concepto de género. Los materiales y
acciones de la política pública fueron abriendo el camino en el sistema, en un
camino que se potenció desde fuera con los debates alrededor de la ley de
Matrimonio Igualitario y, sobre todo, la ley de Identidad de Género. La ESI fue
dejando de ser "normativa" para pasar a habilitar voces que también hablan de
padecimiento y de disfrute.

Más recientemente se produce también otro proceso social de resignificación de


la ESI. Si bien desde los documentos iniciales se establece la incorporación al
curriculum de las temáticas vinculadas con la violencia de género, los casos de
asesinatos de chicas de gran impacto social llevó la cuestión a una presencia que
no había cobrado hasta entonces. La ESI retoma entonces las banderas que los
feminismos habían aportado a la discusión histórica desde el activismo y la
academia. Y el programa se hace cargo de la ley que establece que un día al año,
obligatoriamente, debe trabajarse la problemática de la violencia de género en
todas las escuelas.

El aporte militante e intelectual de los movimientos sociosexuales, se combina


con el de equipos académicos de centros y universidades y de organismos
internacionales de promoción de los derechos a través de la educación. La
asociación se reitera en numerosas provincias del país, pero en otras aún es
insuficiente o casi nula, con fuertes presiones locales por el silenciamiento de lo
establecido por la ley. El camino está marcado, es de largo aliento y requiere
continuidad del compromiso asumido.

#NiUnaMenos
Sin embargo, las políticas recientes del gobierno nacional parecen orientadas a
desmantelar a los equipos nacionales y dejar que las diferentes jurisdicciones del
país formulen sus demandas. Nuevamente una descentralización que, a primera
vista parece simpática pero, sabemos, solo abona a la desintegración nacional y la
profundización de las desigualdades entre argentinos/as.

La ESI se fundamenta en una convicción: la justicia social no se alcanzará


plenamente si no la abordamos desde una pedagogía sexuada que visibilice y
valore el cuerpo y la experiencia humana en su complejidad social y cultural. Y no
será con docentes precarizados y precarizadas (que en su enorme mayoría son
mujeres además) ni preparándonos para "rendir bien" en las pruebas Pisa
(¿escuchó usted hablar de estas pruebas?) que este proyecto de justicia se llevará
a cabo.

Este 8 de marzo paramos porque quienes trabajamos en educación sabemos


que "para decir #NiUnaMenos hay que defender a la Educación Sexual Integral".

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