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ZAHOI{i

I
El legado

CamilaValenzuela León
ZA I I011l t Er r"g"a"

Ilustr¡cronesr Ver(i¡icir Laymuns N{.

l)irecci(in de Pul)licaclones Gencr¡lcs: ScrlIio l:lllhDuz P


Eclición: Vcr'ónica Salaza¡ Nl.
Diseio )' Iliigrarra.iórr: llobcrto Pcñailillo n
Producción: Andre¡ Car'rasco Z.

Primcr¿ cdición: mayo dc 2013.

aa) (lamila \¡alenzrlela I-.


(.1 Edici(xles Strll (lhile S-A.
-4. ti, popá,
(,oyancura 2283, oficln¡ 203
pt)r [e(rnt( t]n las noches
Providcrcia, S¡rtiallo dc Chile.
hosto quedorte rlor mído.
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Tel¡l¡nor 600 381 1l 12

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.u¿lquier medlo, y¡ se¿ d qita, ele.tróni.o, mecárico, porfotocopi¿,
por reqistro u otros métodot, s n. perml5opr€vioypores.rl¡odelos
titul¿res de .opy¡lg¡¡

BS(](] tCII
Origen

Cercanías del Reino Thomond, Proyincia de Munster,


Irlanda del Sur, 1320

Esa noche la lluvia marcaba agujeros en la tierra. Impo-


nentes robles y helechos ocultaban la entrada que unos
pocos conocían, solo los más leales a ella. Unos muros
altos de piedra musgosa se erigían helados a su lado y la
humedad inundaba el lugar, calándo1e de frío los huesos.
Sin embargo, no necesitaba más que eso: estaba a pun-
to de lograr aquello por 1o cual había luchado durante
tanto tiempo.
La lluvia se había irnpregnado en cada fibra de su capa
negra haciendo que le pesara sobre los hombros. Con una
mano llevó hacia atrás el capuchón que derramaba algunas
gotas sobre la punta de su nariz, dejando al descubierto su
piel blanca y ojos verdes. Una bola de fuego flotaba sobre
la palma de la otra para iluminar el camino angosto que costó hacer la mezcl¿r agregó, jacleando airn
-Me
Ilevaba al centro de la cueva. A pesar de que la visitaba a ¡ror el apuro-. Uno de sus ingredier-rtes est¿i casi extinto
menudo, el barro y las piedras eran la mezcla perfecta para cn estos bosques, ¡rero lo conscguí,lady Ciara.
caer de bruces, asi que dio cada paso lentanrente como si Los ojos de la mujer brillaban de felicidad.
fuera su primera vez ahí dentro. Al cabo de unos minut<¡s
-¿Sabes
1o que esto significa?
-le preguntó.
de recorrer el tírnel estrecho y gélido, desenrbocti en el co- La niña volvió a asentir con la misma sonrisa triun-
¡azón de una caverna donde un goteo incesante llcn¿rb¿r con lirdora de antes.
su eco ltr gruta ovalada. Arrojó 1a llarn¿r redonda hacia arli- no hay tiempo que perder, Cayla. Toma
-Entonces,
ba para clejarla suspendida en 1o n¡ás alto de la cueva. La luz rrri cirballo, galopa rauda yhaz toclo cuanto ha sido plarrcatlo.
era tenlre, pero alllr así se distinguían unas velas pequeñas Tr¡rnó 1¿r mano de la niña y dejir 1a paltna ttrirantlo h¡
orden¿id¿rs en círculo al centro de la gruta. Con la punta tle ci¡ arriba. En seguicla, pasó sus dedos por encinia y le tlijo:
su cleclo índice encendió una de ellas para luego seguir con An dóiteáin de spiorad bheith leat.'
l¿rs clemás. Así, a ntedida <1ue el fuego cobraba r.icla, repctía Una bola de fuego apareció flotando a poca distalt
despacio: "'line tlLtrcho, mo tlorcha ntl¡¡nant, d.roíotJft dorchtt t ia tle Ia palma de una asombrada Cayla:
anset¡ a chosnaíonn dt¡m a chur".t un honor tener esa facultad a1gún día, mi
-Sería
--Mis disculpas por el retraso - cli.jo una niira que sr ñ rt ra.
se asomó por el pasillo. No llevaba antorcha ni capa al Tú podrás hacer eso y n-rucho más, querida n-ria.
guna, por kr clue su cabello largo y negro clejaba ciler pe- A lrora, ¡andal
sadas gotas cle agua. Obediente, la niña volvió a desaparecer entre las
¿Hiciste lo clue pedí? preguntti 1a mujer tlue so rn bras de la noche.
terminab¿r de encencler 1a últir¡r¿r vela.
La niña asintió con un¿r sonrisa amplia y cotnenzó a
hurgar entre k¡s bolsilkrs de su vestido. Al cabo de unos
segunclos, sacó una botella pequeña quej en su interior,
[]rra multitud se congregaba en e1 corazón del bosque.
( lrrno era costumbre en cada luna llena, los cuatro clanes
contenía un líquido rojo.
.,('('r)corltraban reuniclos alrecledor dei fuego. No obstante,

, *"", oscura mi alma, oscura la magia que aqui me 2 "Que el espíritu del fuego sea contigol
.!l;.uxloo;l

f
podían sentir un aire desventurado, como si un presagio es muy cierto, lady Máira volvió a hablar la
oscuro rondara el ambiente. La luna estaba oculta entre
-Eso
niri.r . ts lnencstcr quc vcngall cotrtttigo.
nubes negras y densas; la humedad de la tierra, el fuerte haremos con el rito? Sílc, lir
viento escarchado y la lluvia constante no permitían -iQué -preguntti
ujer de capa blanca.
rrr
que el fuego lograra sostenerse. Algo hacía menguar su Debemos partir ahora Cayla . ( lil¡rr
fuerza.
-orden(r
rcclalna vuestra presencia.
Frente a los cuatro clanes y detrás del fogón había Aine, la mujer de capa vercle, dio un pirso h¿rcia clc
tres figuras femeninas: 1a primera llevaba una capalarga lante y habló a Ia rnultitud con su tono de voz luctte y
y verde; la segunda, una de coior blanco, y la tercera, olra cqr,rilibrado:
cle tonalidades irzules. Despacio, 1a mr-rjer de capa verde familia, pronto volveremos junto a us
le s l-rabló a las denrás:
-Quericla
tccles. La señora del Fuego regresará con nosotras para
¿Dóncle está Ciara? cclebrar e1 ritr¡ a la luna l1ena.
desconozco, Aine respondió la de capa blanca. Una ráfhga de viento helado surgió desde las prtr
-Lo
poclemos iniciar el ritual sin ella la fundidades del bosque y un trueno retumbó en los oí-
-No -replic(r
rie capa verde-. Necesitamos e1 fuego creaclor. dos de todos los presentes. Cayla dio un grito al mismo
muy cierto 1a de capa azul-. La fuer- t iempo que agitaba las riendas de su caballo. L¿rs otras
-Es -señal(r
za de1 fuego ya casi se extingue. mujeres subieron a sus monturas y se perdieron en la
De pronto, apareció entre los árboles un jinete so- oscuridad.
bre su caballo. La multitud observó atónita mientras el El sonido de los cascos se ahogaba en la lluvia. Las
inesperado invitado se colaba al galope entre esta, hasta mujeres llevaban un buen rato montando y el sudor cáli-
llegar frente a las tres mujeres. Una vez ahí se quitó la clo de los animales se traspasaba hacia las jinetes. Las ra
capucha que dejó al descubierto sus oios de niña: mas de los árboles se sacudían de un lado a otro y ráfagas
problemas Cayla sin bajar de viento helado se colaban entre sus capas. Entonces,
-Tenemos -sentenció
clel c¿rb¿rllo. cuando ya empezaban a sentir dolor en las piernas, Caylir
(liara nos llar.na señaló cle súbito la mujer cle
se detr.Lvo y clescenclió de su caballc¡ lienle ¿r la entrada de
errprr rrzul con 1a miracl¿r c1¿r,ada en el v¿rcío-. Ciara ia caverna.
rros lreccs it¿t. pidió a 1as tres Ittujcrcs.
-Síganrne -les
10 l1
Entraron por e1 mismo pasillo angosto y oscuro que Instintivamente, Máira llevó ambas manos a1 cen-
Ia niña había transitado horas antes. A1 fondo era posible tro de su pecho.
vislumbrar una luz tenue en la penumbra. Sus paredes ¿Qué sucede? Aine.
-preguntó
estaban caladas por Ia humedad y por ellas se deslizaban dentro de mí... una sombra -comentó
-Algo
gotas que replicaban su sonido como un canto solitario. Máira, entre jadeos.
Era 1o único que escuchaban. Traspasaron el camino ro- Luego, levantó sus ojos hacia Ciara.
deado de piedra hasta llegar a una gruta. Su centro es- eres? preguntó.
-¿Quién -1e
taba iluminado por un círculo de velas. Una mujer a1ta, La aludida esbozó una sonrisa carente de emoción.
delgada y de cabellos oscuros les dio 1a bienvenida: tu hermana, claro y luego se di
-Soy -respondió
estaba esperando. Fáilte.3 rigió a las otras mujeres . Quizás nuestra pequeña Mái-
-Las
*iQué haces aquí, Ciara? Aine, sin corres, ra necesite descansar.
-dijo
ponder el saludo-. Nuestra familia nos espera. encuentras bien? preguntó Síle, la mujer
-¿Te -1e
-Las hermanas de sangre deben primar en cir de capa blanca.
cunstancias como estas. EI resto tendrá que esperar.
-Lleva
la oscuridad dentro de elia contestó Mái-
Luego, con su voz fría y pausada, Ciara se dirigió a ra con Ia vista clavada en Ciara.
la niña: Un silencio sepulcral se instauró entre e1las hasta

-Cayla, ¿podrías hacernos el favor de cuidar los que Ciara decidió hablar.
caballos? No queremos que se extravíen entre 1as som- 1ashe invitado a mi guarida para celebrar
-Hoy
bras. Esta noche tenemos un rito importante que cele- el origen de una nueva era, una en Ia cual nuestra raza
brar con nuestro pueblo. podrá contar con un verdadero reino.

-Por supuesto, con su permiso. -Nosotros


no necesitamos un reino. Nosotros so-
La figura de Cayla se perdió por el túnel y las cuatro mos una familia Aine.
-sentenció
mujeres quedaron solas. Te equivocas, formamos parte de un linaje único.

-afirmó Máira.
que nos llamabas, Ciara Somos las primeras, las originales. Somos 1as señoras de
-Sentí
-contestó un extraño
Tus visiones nunca fallan y estos bosques. Nosotras no tenemos familia, tenemos un
brillo centelleó en sus ojos verdes. pueblo y, como tal, debe ser gobernado.
Las tres mujeres se rttirarott cspirtrtatlas.
3Ilienvenidas.

12 13
-Quiere ser reina Máira-
horrorizada desconsolada Síle.
-comentó .
-¡Nuncal -gritó
Nuestra hermana murió el día er-r que se cansó de ser la
-¡Silencio!
señora del Fuego. Ahora, esta extraña lo quiere todo. Ciara abrió su mano y con ese único movimiento,
Ciara no escuchó más palabras. l,evantó ambos bra- Síle fue expulsada hacia atrás hasta golpearse contra uno
zos y llevó su cabeza hacia atrás. Instantáneamente, el fue- de los muros de piedra.
go de las velas aumentó en grandes y largas llamaradas, las a respetarme, si no quieres terminar
-Aprenderás
cuales encerraron a las tres mujeres dentro de un círculo consumida por el poder Oscuro.
rojo. El calor ardía alrededor de ellas. Entonces, Ciara co- única que ha sido consumida por é1... eres tú
-La
*gimió Síle tirada en el suelo rocoso y húmedo.
menzó a recita¡ una y otra vez, las mismas palabras:
dorcha, beatha an tine go mbaineann a *Dije ¡silencio!
-Draíochta
thabhairt duit.a Ciara cerró su mano en puño y la giró lentamente.
Cuando las llamas ya alcanzaban 1o más alto de la l'lntonces, Síle levitó en círculos cotno si se tratara de una
caverna, Ciara interrurnpió su canto y arrojó sobre sus pluma. Cayó por segunda vez al suelo y luego fue impul-
hermanas el líquido rojo que había fabricado Cayla. Po- sada hacia el resto de sus hermanas.
cos segundos después, un resplanclor verde emergió des- podrían haberse unido a mí, como lo
-Ustedes
de Aine; luego, uno de color blanco salió desde Síle y, hizo Cayla. tlla gozará de una vida eterna, llena de po
por últirno, uno azul surgió de Máira. Fatigadas, las tres der, mientras ustedes y toda su descendencia estará bajo
hermanas cayeron de rodillas. Los rayos de colores se mi yugo. Nadie será n-rás que yo. Nadie se atreverá a mi
unieron a las llamas de fuego, fonnando una sola luz que rar mis ojos. Nadie...
ingresó al cuerpo de Ciara, envolviéndola con un brillo Súbitamente, algo se revolvió dentro de ella.
cegador. Al cabo de unos instantes, el resplandor se apa-
-Nadie...
gó y Ciara volvió a abrir sus ojos: nada quedaba del verde Intentó hablar nuevamente, pero Ie fue imposible.
que siempre los había caracterizado, un negro azabache Sentia sus pulmones comprimidos. Le ardían los ojos.
y vacío los inundaba por completo. Una energía invisible jalaba su piel y pensó que pronto
-He aquí a su nueva reina -dictó con una voz comenzarí¿r a clesgarrtrrse. A rolnperse. A ttrorir. Un grito
más grave de lo normal. desafirrarlo, llcno de elolor, ernergió desde lo más pro-

i"l,f Ga*"*,lime¡ta este fuego que te perler'rcce'l


"gi,

14 15
fundo de sus entrañas. No lo podía soportar. Entonces me deje sola la niña entre lágrimas.
-No -repetía
perdió e1 control. estarás sola, Cayla. El Fuego siempre te
-No
sucede? Sí1e, incorporándose acompañará.
-¿Qué -preguntó
del suelo. La mirada de Ciara se apagó y su piel se tornó
que nadie puede resistir tanto poder rnás blanca.
-Supongo
del Fuego sea contigo, madre
-respondió
Aine.
-Que el espíritu
Ciara cayó convulsionando sobre la tierra. Tenía 1a niña, mientras le cerraba 1os
párpados
-murmuró
los ojos entornados y cada miembro de su cuerpo se mo- sin vida.
vía de forma involuntaria. Se retorcía con tanta fuerza En ese momento el dolor también cerró los ojos
que sus huesos se rompieron lenta y dolorosamente. Sus de Cayla.
gritos retumbaron en los muros de la cueva. Sombras ne- Cuando voivió a abrirlos ya era una mujer'
gras llegaron a ella y tres rayos de color verde, blanco y
azul escaparon de su cuerpo para regresar a sus legítimas
dueñas. De pronto, Cayla apareció en la cueva desde el
pasillo de piedra.
mientras corría en ayuda de Cia-
-¡No! -exclamó
ra, quien aún convulsionaba desafiando todas las leyes
de gravedad.
Entonces, de manera tan abrupta como habían co-
menzado, los temblores de su cuerpo se detuvieron. Cia-
ra quedó tendida de espaldas. Su voz era solo gemidos.
Cayla se arrodilló a su lado y puso la cabeza de la mujer
sobre sus piernas.
todo estará bien, mi señora
-Tranquila, -le repetía
entre sollozos-. Todo saldrá como lo habíamos p1aneado...
a decir en un último respiro-,
-Cuylu -alcanzó
tú continuarás mi legado.

16 17
Cambios

l.os aviones siempre habían sido incórnodos para Mari-


na, hija menor de la familia Azancot. La primera vez que
subió a uno, cuando apenas tenía cinco años, el miedo y
la angustia de no tocar tierra firme se apoderaron de ella
y nunca más la abandonaron. Ho¡ luego de doce años
siu volar, Marina emprendía un nuevo viaje.
La desesperación la invadía lenta pero fuertemen-
te. Cada tres minutos miraba el reloj que sus padres le
habían regalado para su último cumpleaños. Quizás así
llegaría puntual al colegio. "Poco importa eso ahora',
pensó. "Solo necesito entrar rápido a ese avión para sa-
lir pronto de ahí". Comenzó a dar zancadas de una es-
quina a otra dentro de 1a sala llena de asientos grises.
Con la vista pegada en el suelo, se preguntó si quizás el
color rojo clel tapiz no sería un presagio funesto. "No
puedo estar pensando estas cosas. Nada malo va a pasar.
Lograremos bajarnos todos intactos'l Sus pensamientos

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se vieron interrumpidos con el sonido de una voz que nruy buena para leer, Por 10 que si no lograba concen-
inundó la sala de espera: "Pasajeros del vuelo 314, por lrarse cuando estaba detrás de su escritorio, mucho me-
favor pasar a la puerta de embarque número l2'1 Su co- rros lo haría en esos momentos. Se sentó torpemente en
razón se aceleró y sintió que sus piernas sucumbían ante cl puesto que daba hacia el pasillo, no sin antes cerrar la
el pavor de acercarse a ese monstruo con alas. Caminó pcrsiana del asiento contiguo. Lo que menos necesitaba
tambaleante por la manga que desembocaba en la puer- cra observar el despegue dei avión o, peor aún, ver cótnt¡
ta del avión y sintió cómo sus músculos perdían fuerza. sc iría a pique por culPa de algún rnecanismo averiado tr
Apenas puso un pie dentro de 1a nave, un intenso olor a por Ia negligencia de1 piloto. Se acordó del hundirniento
plástico 1a sofocó. Además, hacía un calor impropio para del Titanic y de la escasa cantidad de botes salvaviclas
una ciudad como Santiago de Chile en pleno invierno. t¡ue había para toda esa gente. Por lo menos tenian botes,
Inspiró profundo y apuró el paso hacia su asiento. Una rcá con suerte habria mascarillas de oxígeno y dudó que
azafata, vestida con traje azul y peinada de forma exce- tuvieran paracaídas. Además, aunque hubieran, no tenía
sivamente prolija, le dio la bienvenida, le deseó un buen ni la menor idea de cómo usar uno. Estaba perdida.
viaje y le dijo: Observó al resto de los pasajeros y vio hombres y
-Si necesita algo, por favor no dude en avisarme mujeres de todas las edades. Ninguno de ellos tenía el
-apuntó con su dedo índice e1 distintivo dorado que te- rostro deformado de miedo como e1 suyo. Se encendió
nía en el pecho-. Mi nombre es Susana. una pequeña 1uz roja y todos comenzaron a ponerse el
-Gracias... ¿Usted
sabe cuánto se demora en partir cinturón de seguridad. Quedaba poco para el despe-
e1 avión?
-le preguntó intentando contener las ansias de gue. De pronto, el sonido arrollador de las turbinas 1a
salir corriendo. sorprendió bruscamente. Lo podía sentir retumbando
-Poquito,
como quince minutos. en sus oídos. Fuerte, cada segundo más fuerte en una
La azafata le guiñó un ojo y Marina no pudo hacer justa proporción a su creciente angustia. Su corazón se
más que esbozar una sonrisa torcida. Poquito. No enten- aceleró aún más y sintió un nudo en el pecho que no la
día cómo quince minutos podrían ser "poquito'l dejaba respirar, como si una piedra le impidiera e1 paso
No llevaba bolso de mano, pues sabía que apenas del oxígeno. El avión comenzó a moverse y sintió que el
se podría mover durante el viaje y no quería tener otro pánico la consumía. Se impresionó de la agudeza de sus
estorbo más que ella misma. Además, nunca había sido sentidos, no solo por la cercanía con que escuchaba las

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turbinas, sino porque además podía percibir el roce de tlcntadoras y tomarle la mano en señal de apoyo. Por eso
1as ruedas contra el pavimento conforme la gran mole
y ¡ror todo 1o demás.

se movía. Cerró los ojos e intentó llevarse la máxima ***


cantidad posible de aire a los pulmones para ver si con
ello lograba tranquilizarse un poco, pero de nada servía. lil iPod de Marina tenía más de mil canciones y quin-
Marina aferró sus manos empapadas al asiento como si cc listas de reproducción diferentes, sin embargo, en ese
eso la pudiese mantener en tierra. Pasados unos segun-
nro[Iento solo una le serviría para relajarse: los clásiccls
dos, pudo advertir cómo el avión comenzaba a curvar-
lirrniliares. Había tenido una infancia fe1iz, que recorda-
se. A acelerar. A elevarse. Esta vez, el terror la invadió
ba con facilidad gracias a la banda sonora que sus padres
por completo. Sintió que sus órganos se quedaban abajo rcpetían en una hermosa colección de vinilos. Super-
mientras el resto de su cuerpo subía, su respiración se
tramp, The Beatles, Neil Young, Ioan Baez, eran algu-
detuvo como si estuviera bajo e1 agua. Probablemente, nos de ios artistas que estaban presentes en cada viaje y
su corazón haría Io mismo. No quería morir arriba de reunión familiar. Así, no sabía cuánto tiempo había pa-
un avión. sado desde que había subido al avión, pero Let it be 1a
pensamiento se vio interrumpido
-Tranquila -su ayudaba a distraerse. Tampoco quería preguntar cuánto
por ia voz de Magdalena-. Todo va a estar bien. faltaba para llegar al que sería su nuevo hogar: Puerto
Le hubiera gustado darle las gracias a su hermana
Frío, un pueblo de pocos habitantes y mucha naturale-
mayor, pero el nerviosismo se la comía por dentro y te-
za, ubicado en el sur de Chile. Ahí, entre bosques y ríos,
mía romper en un llanto interminable, como el que había
estaba Ia antigua casona de su abuela materna, Mercedes
tenido a los cinco años. Así, tuvo que conformaLse con Plass. La última vez que la vio fue precisamente para su
devolver una sonrisa en 1a cual ninguna de 1as dos creyó.
primer viaje en avión. Recordaba que siempre llevaba
En otra ocasión, Magdalena le habría contado historias
consigo un poncho de lana beige y unos aros dorados
sobre los pacientes que atendía en el hospital, todo con
que se apretaban en sus orejas, dejándolas rojas cuando
el fin de calmarla y distraerla. Sin embargo, sabia que los
Ilegaba el final del día. Recordaba, también, que cuando
acontecimientos vividos durante los últimos días habían
hacía frío (lo cual era día por medio en el verano y to-
dejado huellas difíciles de superar y, esta vez, Magdale-
dos los días en invierno) se paseaba por las piezas para
na no podía hacer más que decir unas cuantas palabras

23
))
repartir tazones de leche con miel. Marina tenía que ir a l-a que nunca probaste Magdalena con
-replicó
escondiclas a dejarle el tazón a su papá, porqtLe nunca le rrr.r sourisa de complicidad luego de semanas cle com
ha gustado la leche y <¡uería demasiado a su abuela cono PIt'trr t risteza-. Va a estar todo bien. La abuel¿i siempre
para decirle en la cara que le producía náuseas. Ahora, ya Iut' burnu con nosotras, no deberíamos tener problemas
t.to s¿lbía sicluiera si la reconr¡cería. ,,,rr clla, rluchr¡ menos ahor¿r.
estás mejor dijo con una sonrisl Además, Puerto Frío es bonito
-dijo Marirra, tnr
qr,Le
-Parece -le
su hermana mayor. l,urrkr tlc convencerse de clue estaban hacienclc¡ 10 corrccto.
Sí responclió sorprendicla al percatarse cle c1ue, llras muy cl-rica 1a última vez clue fuir-r-ros. ¿'Jtrda-
en ef'ecto, había logrado pensar en algo qr,Le no fuera el vi¡r tc;rcuerdas?
pánico que sentía. No recuerdo detalles, pero sí sensaciones, luga-
Pensabas en la abuela? r ( s y cosas generales conlo esos árboles ininensos.
-¿
M:rgclalena siempre había tenido la capacidad cle Sí, es muy linclo el 1ugar. Van'ros a recorrerlo
ver a través de las personas. Parecía reunir con facilldacl ( uilndo lleguemos, así te acorclarás de todo.
las clos virtudes m¿is caractcrísticas de sus padres:1a in- Mala idea. Por e1 momento, no tenía ganas de re
tuición de Milena y Ia templanza de Lucas. Cluando era ( ()r(l¿lr el pasaclo. No quería pensar. Solo quer'ía estar

pequeña, Marina veía en su herman¿r mayor a la bruj.r t¡uictri en el espacio y quedarse ahí. lnmóvil.
trucna clel Mago dc C)z; una cornpañera que, incluso a O mejor no
-se retractó su
hermana y 1uego, en-
pesar cle la difcrencia de edad, siempre estaba ahí para nrudcció: un¿l vez nrás, sabía qlré era lo adecuado.
guiarla, entende¡la ¡ sobre todo, escucharla. La maycr Ninguna de 1as dos volvió a habltrr por un br.ren
ría de las veces no necesitaba hal¡l¿rr mucho con Marina, rrrto. N{arina pensó lo distinto que habría siclo el viaje si
porque sabía de ¿rntemano 1o que deseaba o le suceclía. n¡tlu hubiera pasado, aunque probablernente de no l.ra-
Simplenente se remitía a abr¿rzarla o a dejarla sola según bcr sucedido, no estaría arriba de ese avión. Estaría en
fuera oportuno. El tiempo pasó y ahora, hecha una ado- Santiago, en el curso de matemáticas con el profesor Or-
lescente, veía en Mtrgdalena a una seguncla mamá; una realidad nunca 1a dejaba estar rnás de me-
tLiz.ar, <¡uien en
que no le exigía tanto como Milena. Por 1o menos hasta dra hora dentro de la sala. "Después de todo, de repente
unas semanas atrás. no cs tan makr el cambio de vidal se dijo a sí Inisma. Pcr
Me estaba acordanck¡ de su leche con rniel. tiría dejar atrás su farna de estudiante c¡ue llegaba siem-

)4 )5
-_l

pre tarde y no hacía las tareas, de niña olvidadiza que se que pasa es que ustedes la siguen viendo conro
-Lo
quedaba dormida y que la echaban por comer en clases. r¡¡¡a niñita de dos años. La cuidan demasiado. I)éjarrrc
Podría adquirir el nuevo hábito de levantarse temprano tlccirte que con eso no van a lograr nada.
y estudiar, nada mal para alguien que ya estaba en su pe- quién le tiró maní al mono?*preguntri irrita
-¿Y
núltimo año de colegio. tlit Marina.

-Ahora que tendré una pieza para mí sola


-le -Qué horror tu vocabulario. Ojalá Ia educaci(¡n
dijo a Magdalena-, me voy a comprar un escritorio. lircra gratis en el país, así no gastaríamos plata por nada.
Uno grande, espacioso. Y va a estar siempre ordenado, también podría tener calidad, así no tendria-
-Sí,
te lo prometo. Me levantaré temprano y haré todos los rnos psicólogos como tú atendiendo pacientes.
trabajos del colegio.
-Por 1o menos tendré un cartón universitario, algo
Ya era hora tlilícil para ti considerando el promedio que tienes en el
-interrumpió una voz somnolienta
desde el asiento trasero. colcgio.
Dos brazos se estiraron y un bostezo inundó el
-Ya, paren -interrumpió Magdalena-. No se
ambiente: Manuela, una de las hermanas del medio, ha- v.rrr a poner a pelear ahora.
bía despertado. A su lado seguía durmiendo Matilde, la Manuela tenía veintidós años, tres menos que
tercera hija de la familia Azancot. Los ojos verdes de la Magdalena y dos más que Matilde. Era, sin lugar a dudas,
primera se asomaron entre Ia ranura de los asientos de Irr rnás introvertida y seria de las cuatro. Acostumbraba
adelante donde estaban sentadas sus hermanas. il permanecer días completos encerrada en su pieza
lcyendo y raÍa vez hablaba más de la cuenta, por lo que
-¿Cómo están? Imagino que la Marina no ha pa_
rado de sufrir nr¡nca se sabía muy bien 1o que hacía o pensaba. Tenía
-comentó mirando a Magdalena.
una biblioteca enorme en la casa de Santiago, donde su
-Ya está mejor.
cstante cubría una pared completa. Cuando estaba por
-Qué bueno, porque está grandecita como para
tenerles miedo a los aviones. cumplir quince años y ante su completa negati va a realizar
una fiesta como era habitual entre 1as niñas de su edad,
-No tiene nada que ver una cosa con la otra su padre decidió darle en el gusto y construir el mueble
-le respondió Magdalena con el ceño fruncido-. Tú
que estás a punto de egresar de psicología deberías sa- con el que siempre había soñado. Una vez terminado, le
berlo mejor que nosotras. vendó los ojos y la llevó a su pieza junto con el resto de la

26 )/
familia. Ahí, en una de las paredes, se encontraba un gran rrrrrrt l había logrado hablar seriamente con ella. Siempre
armazón café que iba de lado a lado. En Ia primera corrida
rllr('sc ¿lcercaban era para divertirse y, en cada una de
estaba 1a colección completa de los trágicos griegos, Ios r'sirs ocrrsiones, el propósito se cumplía:1as bromas de
primeros libros con los que comenzó a llenar el estante
lVlltiltlc eran únicas. Todo en ella 1o era: sus modos y
que, a esas alturas, ya debía estar fijo en una de las piezas de
gusl()s, sr.l forma de vestir, la música que escuchaba. In-
la casona en Puerto Frío. Probablemente allí no alcanzaría
r lrrso parecía que su manera de hablar era diferente a la
a llegar ni a la rnitad de la muralla. Manuela sentía un poco
rlcl rcsto de sus hermanas. Hoy, a sus veinte años, se cle-
de ansiedad al no saber las circunstancias exactas en que
lini;r ir sí misma como un espíritu libre que nunca podría
habían sido trasladados el estante y sus libros, por lo que su scr cnccrrado. Era espontánea y alegre, por io que rara
mal genio usual se acrecentaba conforme pasaba el tiempo. vt'z lcrría inconvenientes con alguien ¡ en el caso de que
-¿Cuánto llevamos arriba de1 avión? Irs luviera, se enfrentaba a el1os justificando que el con-
-¿No puedes preguntar cuánto llevamos de via- I lit lo uo era suyo. Simplemente no se hacía problemas
je, Manuela?
-gruñó Magdalena al ver que su hermana t orr nada. Al parecer, ni siquiera con la muerte.
menor se retorcía en el asiento que daba al pasillo.
-Ya es momento de que empiece a enfrentar la
-No importa -intervino Marina, cansada de que virlu, sobre todo ahora. Nada justifica que haya salido a
hablaran de ella como si no estuviera presente-. ya no birilirr clespués de la semana que tuvimos.
queda mucho.
Manuela mirando a su hermana mayor.
-Yo creo que luego tomará conciencia de lo que
-¿Ves? -dijo Plsri. Pronto todas lo haremos su hermana
-comentó
-¿Y qué pasa con Matilde? -preguntó Marina. nIityor.
-No sé cómo tuvo fuerzas para salir a bailar -co_ De súbito, el avión se comenzó a mover. La azafafa
mentó Manuela. r nció que estaban experimentando una leve turbulen-
rr u
las tiene, es su forma de enfrentar las cosas
-No eia y que era necesario ponerse de nuevo el cinturón de
-respondió Magdalena dándose vuelta para observar, scguridad. Marina tocó su abdomen para corroborar que
preocupada, cómo dormia su otra hermana.
l:r hcbilla se mantuviera tan ajustada como a1 inicio del
A diferencia de las demás, Matilde parecÍa no tener vuclo, pero eso no 1a reconfortó.
ataduras con nadie. De todas sus herrnanas, era la que te- quédate tranquila dijo Magdalena to-
nía menos diferencia de edad con Marina sin embargo, -Marina, -le
¡ rnándole la mano mientras el avión se sacudía de arriba

28 79
abajo y de un lado para otro-. normal que pase esto, Se terminó recalcó Magdalena disminuycn
Es -le
la mayoria de los vuelos tienen turbulencias... rLr trrt pttco la presión sobre la mano de Marina'
y ninguno se cae Manuela des- Si - susPiró-. G racias.
-Sí -interrumpió
de atrás. l,¡ tnenor de las hermanas se atrevíó a observar las
puedo creer que la molestes ahora rrrirltlas que la rodeaban y advirtió que la mayoria de
-No -comentó ella'
Matilde, quien acababa de despertar debido a los movi- los ¡usajeros estaban tiesos y asustados a1 igual que
mientos-. ¿Por una vez en tu vida, podrías dejar de ser Irrt luso Magdalena había palidecido ligeramente'
tan prepotente? Ya ll\, aguanto más estar aquí encerrada, menos
no d6lrartru
-rd
son demasiado sensibles, no he dicho cl avión se transforma de nuevo en una batidora
-Ustedes
nada terrible. r»nsculló Marina.
que pasa es que te gusta molestar a las perso- Marina... date vuelta -comentó Matilde y
-Lo -Oye,
su llcnlana menor giró apenas e1 cuello-' Te pedí
que
nas, vives de eso.
equivocas, tú vivirás siendo una molestia lc tlicras vuelta, no que me mostraras tu perfil' Dale'
-Te
para el resto mientras yo tendré que sanar a gente como it t révete.
tú -le respondió Manuela mirándola con aires de suPérate Manuela'
-Sí, -agregó
superioridad. Marina se volteó, más por la ironía de Manuela que
a gente como tú'l ¿Escucharon eso? por la petición de Matilde. Luego, levantó sus cejas en
-"Sanar -pre-
guntó Matilde, burlona. son cle pregunta.
que te cuente cómo era e1 chiquillo que
-Ya,
paren
-dijo Marina, intentando concentrar- -¿Quieres
preguntó Mati-lde' picarona'
se en 1o que quería decirles, y no en el miedo que sentía. conocí ayer en la noche? -le
Magdalena le aferró más su mano, mientras atrás "EI viejo truco de la distracción i pensó Marina' Si
de ellas todo era silencio. Parecía que los pasajeros se había alguien que sabía cómo desviar la atención hacia
habían sumergido en un sueño profundo, ya que nadie tcmas Poco relevantes, esa era Matilde' Entonces' se dio
emitía sonido alguno. Esto aumentó e1 terror que sentía cuenta de que, quizás, esa era su mejor opción para ter-
Marina mientras el avión se movía con violencia. Y tan rninar el último trayecto de1 viaje Asintió y Matilde se

repentinamente como habían comenzado las turbulen- lanzó a hablar. Le contó que sus amigas de la universidad
cias, de la misma forma se acabaron. le habían organizado una despedida, así que habían ido

30 31
a un bar para tomar moiitos y comer quesos. Los mojitos sacar de quicio a todo el munclo,
-Ya, elia puede
fueron dos, tres, y antes de tomar el cuarto, decidieron ir yo tligo una broma y me queman en el infierno. ¿[)tirr
a bailar a la discoteque más cercana. Primero, bailó con rlc r¡ucdó la igualdad entre hermanas, me pregr.rnto yo?
sus amigas; después, bailó sola y, antes de irse, decidió tontcstó Matilde con una risita que le devolvit'r Mitrilllt.
bailar con un tipo que, según ella, la había mirado toda puedes estar a la altura de las circunstarrcias,
-¿No
la noche. rri sii¡uiera por esta vez?
el pelo oscuro y los ojos negros, y cuando... Matilde no dijo nada. Marina tampoco responclió-
-Tenía
-Nadie tiene los ojos negros, Mati -intervino I lrlr vez. más, su hermana mayor tenía razón. No er¿r el
Marina. nronrcnto para generar divisiones, sino para estar uni-
sí los tenía negros, totalmente negros y her- tlirs. Magdalena también quedó muda y luego corrió ha-
-Él
mosos. De hecho, yo he visto varios hombres con los ojos r i;r arriba 1a persiana de la ventana. La había tenido ce-
negros y esos son los mejores. lrirtla desde el inicio del viaje para que Marina no tuviera
eran caÍé oscuro, pero bueno, sigue... (luc rrirar una de las alas del avión, pero ahora pensaba
-Probablemente
-Cuando
le pedí que bailara conmigo, justo pusie- t¡uc estaban llegando ¡ creyendo que podría reconocer
ron esa canción de The Cure que le gusta a Ia Manuela, el lugar, Ia abrió para asegurarse de que fuera así. Curio-
In between days... sirrnente para un día de invierno en la Región de Los La-
Hizo una pausa para ver cómo reaccionaba Ma- gos, el cielo estaba casi totalmente despejado; se podían
nuela, pero ella se limitó a seguir con la vista fija en una tlistinguir un par de nubes, pero rnás abajo, e1 bosque se
de 1as alas de1 avión. tlesplegaba a 1o largo y ancho de las montañas. En algu-
-¿Y ? Marina. rros sectores, donde los árboles se alejaban unos de otros,
-preguntó
-Y la canción me sacó de onda, así que 1o dejé bo- Magdalena observó hilos de agua que se deslizaban er-t
tado en la mitad de la discoteque. lre los cerros y, a medida que el avión avanzaba, algunos
Las dos hermanas menores rieron. Manuela sacó tlc ellos se unían para desernbocar finalmente en el mar.
su reproductor del bolsillo del asiento delantero, se puso "Hemos llegadol suspiró Magdalena para sus adentros,
los audífonos y cerró los oios. Luego, Magdalena se dio d¿indose cuenta de lo entusiasmada que estaba a pesar de
vuelta, miró a Matilde y a Marina, y les dijo: todo. En seguida, repitió fuertemente para que sus her-
no se quejen si la Manu las molesta. rnanas pudieran escucharla:
-Después

32 33
-iLlegamos! "Si'l pensó Marina, "todo estará bienl A pesrr tlc
*dijo sorprendida Matilde, mientras llegaba a un lugar que no visitaba desde hacírt
llliis
-¿En serio?
se arrojaba sobre Manuela para mirar por su ventana-. sc ha-
tliez años; a pesar de que toda su vida anterior
clesvanecido f¡ente a sus ojos sin poder hacer
Se rne hizo muy corto el viaje. tlacla'
porque dormiste todo el camino
-Eso fue -co- a pesar de la muerte de sus Padres'
mentó Manuela, ofuscada- ¿Puedes salir de encima,
por favor?
que ya estamos en Puerto
-Maida, ¿cómo sabes
Frío? Matilde, ignorando por completo el
-preguntó
comentario de su hermana-. ¿No deberían avisar que
llegamos?
aseguro que lo harán en unos minutos, no me
-Te
cabe duda de que estamos aquí: el bosque, 1os ríos, la
forma en que van a dar al mar
-le contestó Magdalena,
sonriendo-. Me acuerdo como si fuera ayer.
veces lo viste desde arriba?
-¿Tantas
-No, no muchas, pero nunca se me olvidó. No po-
dría olvidarlo. Hay algo en este lugar...

-Sí, el frío mortal y el oior a pasto mojado durante


todo el año.
gritaron las tres al unísono.
-¡Manuela! -le
En ese momento se escuchó el anuncio de la azafata
señalando que estaban próximos a aterrizar en Puerto Frío.
razón! Marina, aliviada-. AI
-¡Tenías -exclamó
fin llegamos.
Y todo va a estar bien.
-Sí.

lf
34 ))
Puerto Frío

de la muerte de sus padres, Manuela había acre-


o su actitud hostil. Por más que Magdalena in-
hablar con ella, poco y nada conseguía. Tod¿rs
t¡rrcrían entenderla, pero si desde niñas les había sido di-
l'ícil hacerlo, ahora era peor. Su gran y único confidente
tlcntro de la familia siempre había sido su padre, ambos
tcnían una relaclón muy cercana: si Lucas estaba triste,
Mrnuela era la primera en percibirlo y viceversa. Parecía
r¡ue solo con él Manuela eta capaz de ser ella, de con-
tarle sus problemas e inquietudes. Y así, podían pasar
tardes completas tomando café, conversando. Lucas en
cl sitial del comedor, Manuela en ia banqueta escuchan-
do sus historias; Lucas viendo e1 partido de Ia Selección
Chilena, Manuela gritando a su lado, y los dos comiendo
papas fritas. Las hermanas bañándose en el mar con Mi-
lena; Lucas y Manuela acostados sobre la toalla leyendo
un libro. A veces, incluso, Marina había llegado a pensar

37
de que crlrpiet t'
que Manuela era más hija de Lucas que todas las demás nr¡ul()s-. Vamos a ver qué quiere' antes
juntas. Y ahora que Lucas no estaba, Manuela parecía rr ¡qt ilttr como una loca'
Mientras caminaban en dirección ¿r
elh' Marirlir
más sola que nunca.
de las diferencias que tetlíltlr y
lo
Una vez que bajaron de1 avión, las cuatro herma- ¡rcnsti c1ue, a pesar
sus personalidades' para utl extril
nas se sorprendieron ante la vista. Estaban acostumbra- ¡rlrticttlar que eran
pareciclo físico
das al esmog de Santiago, a los edificios de espejos y a la tt,,."río evidente que eran hermanas' El
El tono pálido de
cordillera lejana y perdida entre las casas del barrio alto 1.r; unía, pero también las separaba'
que
delgada y los ojos claros era algo
y la contaminación. Estaban acostumbradas al cemento ¡ri"l, l,r contextura
lrrs tlistinguía de los demás,
pero a la vez' cada una. te-
devorador, a 1os árboles escasos, la mayoria devastados
rrirr rtributos diferentes que, Para
Marina' congeniaban
por centros comerciales o autopistas. Aquí, sin embargo,
Magdalena
e1 panorarna era radicalmente diferente. La vegetación ctsi rnágicamente con sLrs temperamentos:
los hombros' la
era frondosa y exuberante. Cerros verdosos decoraban tcnia una melena rubia a Ia altura de
,, rritl calzaba de forma
perfecta con sus ojos pequeños
el paisaje, el mismo clue Magdalena había visto como un
había pensado
juguete desde el aire y que ahora parecía que se les venia y cclestes, casi blancos' Marina siempre
de ángel que de hu-
encima. La cordillera, a 1o lejos, les recordaba su verda- iu" ,., h..*u.a mayor tenía más por otro lado'
dera naturaleza. ,lrnno, ut igual que su padre A Manuela'
como si toda
cl pelo osJuro le caía iiso hasta la cintura
-Este lugar es impresionante -comentó Marina. se acumulara en é1' haciendo
con-
La verdad era que, si bien se acordaba de la casona de l. fu"rru de gravedad
e intensos' Cientos
su abuela, había olvidado por completo el entorno-. Ir.lste con sus ojos verdes, pequeños
desde niña
Es como si estuviese detenido en el tiempo. ¿El pueblo tle rizos castaños caracterizaban a Matilde
dubun una energia única que Ia hacía parecer más
es igual? fl.
,adiant. que sus otras hermanas' No
obstante' tenía
sé cómo estará ahora
-No -contestó Magdalena, tendía a rehuir'
recorriendo con la vista los alrededores-. Por lo menos una mirada misteriosa que la mayoría
la más delga-
la última vez que vinimos era igual a esto: mucha natu- Marina, por último, era sin lugar a dudas
cla y frágil de las cuatro' Su
cabello era largo con ondas
raleza y poca gente.
hacían contraste con
de color cen\za y los oios azules
-Miren -Matilde apuntó a Manuela, quien esta- el mismo flequilio que le caía sobre
la frente clesde que
ba a unos metros de distancia haciéndoles señas con 1as

39
3B
'll'rlírr
era pequeña. Quizás eso le otorgaba una mirada dul- azul marino y zapatos cargados de tierra
ce y sumamente transparente. Tal vez por eso a Mag- nlr)r'cna y los surcos en su cara eran acompairarclos ¡lt'l'
rckr oscuro que ya mostraba las prirneras catras' A
I
dalena siempre Ie había sido fácil mirar a través de su
rrriritdas sorprenclidas de las hernr¡Ltl¿rs' sc
lirrrpiri
herrnana menor.
su mano derecha en el poncho y la estiró
-áQué te -le preguntó Matilde
pasa, Manuela?
cuando llegaron al lugar donde estaba su hermana. Magdalena.
gusto, señorita. Mi nombre es Pedro Sa-
-lQué me pasa? Me pasa que Mercedes... -Mucho
Soy cl capataz de cloña Meche, perdón' de doña
Mer
-La abuela -corrigió Magdalena. l'l¡ss. Ustedes son sus nietas, ¿cierto?
dijo que vendría a buscarnos y ya de-
-Mercedes Magdalena estrechando su
bería estar acá. Lo curioso, sin embargo, es que no Ia veo Sí -respondió
por ningún lado. El avión ya se fue y nos quedamos solas Mucho gusto. Usted... pensé que ella vendría a

en medio de la nada. Eso me pasa.


no, no... la doña me pidió que viniera yo
-Estamos en un aeropuerto. Explícame cómo -Ah, la
eso puede significar estar "solas en medio de la nada" ella no rnaneja y además no le gusta deiar
Matilde. solt.
-agregó
ella me dijo que vendría' Me lo aseguró ayer
-No discutan ahora -intervino Magdalena brus- -Pero
tcléfono dijo Magdalena dejando entrever un
camente-. La abuela debe estar por llegar. -le
de desconfianza.
-No entiendo por qué tanto énfasis en esa pala- lo que Pasa es que creímos que mi hijo se iba
bra... A esta señora no la vemos hace más de diez años; -Sí,
pocler quedar en la casa, Pero tuvo que ir a
hacer un
rara vez hablaba con los papás y nunca nos llamó, ni si-
unos dias'
quiera para un cumpleaños. Es un familiar totalmente trba¡o a Osorno y no vuelve hasta pasadito
a gusto
ausente al que no Ie debemos ni cariño ni respeto. E1 tí- Y() t rirje mi camioneta, ahí caben todas -contes-
lr! nrientras señalaba una antigua Chevrolet LUV blanca
tulo de abuela no se otorga tan fácilmente.
hir ñacla en barro.
-Y estoy seguro de que doña Meche hará todo lo Las tres hermanas miraron a Magdalena como Pre-
posible por ganárselo.
Un hombre ancho y de unos cincuenta años apareció guntándole si podían confiar en aquel señor que jamás
detrás de Manuela. Llevaba una manta de lana cafe, unos l'rabían visto u oído nombrar'

41
40
-Bien -resoivió finalmente la mayor de las Azan_ rrritlo clue emitía el motor de la vieja caurionctir, sc
cot-. ¿Nos vamos entonces? cscuchar el romper de las olas a 1o lejos. Morrtcs
Manueia dirigió una sonrisa forzada al hombre los rodeaban constantemente y, clcl riis rlc
y
tomó a Magdalena del brazo, aparfándola
unos metros la t:ordillera cle los Andes bañacla en r.ticve sc cr-igiu
del lugar donde estaban los demás.

-¿Es broma, cierto? _le dijo con palabras aho_ (luando llegaron a Puerto Frio, ya había oscurcci-
gadas-. ¡No tenemos idea quién es ese viejo y las tres hermanas mayores clormitaban. Solo cuatr-
huasol
¡¿Cómo se te ocurre decirle que nos vamos con él?! yo urro entraba al pueblo las calles estaban pavirnenta-
no iré a ninguna parte, Magdalena.
¿Me escuchaste? ¡Ni . Sc notaba que el cemento era reciente, al igual que
muerta me suben a esa catrioneta ordinaria! ( ost¿nera. Las casas eran coloriclas como si intentaran
respondió su hermana mayor luego la atención y a Marina no le extrañó ese hecho:
-Perfecto -le
de observarla unos segundos_, te puedes
quedur rol, Mirgclalena le había contado que, en sus inicios, el pue-
acá, esperando a la abuela.
hlo había sido un puerto importante para el país, pero
Manuela se quedó estancada en el mismo (lr.lc con la construcción de otros como Talcahuano o
lugar
mientras sus hermanas se subían a la camioneta.
Crur"do Valparaíso, Puerto Frío había pasado casi al olvido. A
vio que todas estaban arriba, comenzó a corre¡ partir de esos momentos, el pueblo pedía a gritos algo
gritán_
doles para que la esperaran.
tlc turismo para abastecer la zona. Sin embargo, Puerto
lrrío se mantenía aislado como reservándose para unos
pocos. Marina mantenía sus ojos abiertos para ver si re-
cordaba algo del lugar que conoció cuando tenía cinco
El viaje desde el aeropuerto al pueblo
duró al¡ededor de años, pero ninguna imagen llegaba a ella, solo sensa-
una hora y media, pero ninguna de las
cuatro hermanas ciones. Había algo en el mar, en la tierra e incluso en
tuvo la oportunidad de aburrirse: el paisaje
era hermoso. la gente que se encontraba dando vueltas por las calles
La naturaleza parecía desbordar la carretera
como si que hacía de Puerto Frío un lugar especial. Algo que 1e
quisiera comérsela. pinos, alerces y robles
se eievaban por dio a Marina un extraño sentido de pertenencia, único
ambos lados, mientras los pocos terrenos
que se libraban e indescriptible.
de ellos estaban poblados por arbustos
y helechos. A pesar lástima que ya esté oscurb desde
-Qué -comentó

42 43
para 1a pregunta' oigl!
el asiento trasero de la vieja carnioneta-. Quería cono- iUsted sí que salió buena
(ontcstó Pedro con una sonrisa forzada-
Solt cosas
cer el pueblo.
qttcrra
se preocupe, señorita Marina, la doña me pi- historias de viejos... la doña de seguro
-No Mejor espérese a llegar, no más'
dió que mañana las trajera por acá para que vieran todo
no quería
y se ordenaran antes de empezar con sus tareas. Marina comprendió que el mayordomo
era mejor callar'
hrr[rlando y decidió, entonces' que
-¿Tareas? fbdas
Io que sé, usted aún no termina la escuela. lil silencio reinaba dentro de 1a camioneta'
-Por a excepción de Marina, quien se
claba vueltas
sí Marina con desánimo y cambió el
-Ah, -dijo q.ué sus padres'
tema de ir-rmediato-. ¿La casona de la abuela está cerca l)rcguntas sin respuesta. ¿Po1 i:tl'
l"
despedido de to-
de acá? uI. . r;u -u.rt", parecían haberse
que se fueran
a cuarenta minutos para el interio¡ en el sus hijas? ¿Por qué habían estipulado
-Como ul, u lu.u." de un familiar al que no veían
hace más
sector de los ríos, como le llamamos.
diez años? Marina se sentía en
la mitad de la nada' a
pensé que solo la Maida le decía así.
-Siempre
no, llama así. El Sector de Los Ríos es bien
se ,,*u. ,.on niebla, sin la capacidad !e ler fs.aU,a le
-No, detrás de la
bonito, oiga, le va a gustar. Ahí es donde llegaron prime- ,,, pru¡,ia nariz- Sabía que algo se ocultaba
y pensó
ro las familias fundadoras del puerto. s"r,..i" eventos ocurridos en 1os últimos días
t¡uc quizás había pistas dejadas
mucho tiempo atrás'
-¿Y siguen allí? La oscuridad ya inundaba Puerto
Frío cuando de-
Pedro guardó silencio unos segundos y Marina sin-
pueblo' A 1o lejos' Marina pudo observar
tió como si este le hubiese dicho algo que no debía. ,lrron atrás el
que bordeaban
*Hace tiempo ya que las familias fundadoras se rrrúltipl.s luces pequeñas y difuminadas
la vegetación se hacía
fueron del pueblo. Ahora solo queda una persona en re- la corta. A medida que avanzaban'
cada vezmás espesa' Al cabo
de unos minutos' la camio-
presentación de todas ellas, pues: su abuela.
ncta se internó en un empinado
camino de ripio' mar-
-¿Y por
qué se fueron? que estaba
-Marina sabía que.no daba
incomodando al ayudante de Mercedes, pero la curiosi- ..Uo Oo. curvas estrechas y la naturaleza
las luces del
dad la invadía y le era imposible dejar de hacer preguntas. ir.gur. In{u.inu no podía ver más allá de
contra el vidrio
se fueron... hace muchos años atrás. rut"omóvil y a las polillas que chocaban
-Simplemente pudo advertir que el
dónde? .l"lante.o, u.,nqu., de todas forrras'
-¿A
45
44
-l

sonido del mar había acallado para dar paso al correr


se
prirnero; en seguida, Ia otra y volvi<i a stthir' l)rtsrl
de los ríos. ( ihcvrolet por el umbral y repitió 1a misma tccititr' cslit

-¿Cómo
puedes
manejar con esta oscuridad, pe_ para cerrar el Portón. Una vez más' entró al auto
prrit
dro?
-comentó Marina rompiendo el silencio. tinuar.l camino. Poco a poco, las luces delanterrs
que hace siglos hago el mismo recorri_
-Pareciera entrever Ia silueta de una gran casona inserta en
do, mija.
o clel bosque. Entonces, Marina pegó un ct>diiz-o a
-¿Cuánto tiempo llevas trabajando con mi abuela? laclo para clespertar a Matilde y a Marruela'
-Veinte años, más o menos.,. - Llegamos. Maida, desPierta.
*Qué raro, no me acuerdo de ti. La última vez que l)edro detuvo la camioneta frente a la entrada cle 1a
vine, no estabas.
( irsolta. Justo en ese momento, las hermanas vieron
clue

-Es que hubo un tiempo en que dejé de trabajar en tr rra cle las puertas principales se
abría' Del interior salió co-
la casona
-reconoció Pedro con el semblante vacío_. Mi lricrtclo una mujer <le pelo bianco con los brazos abiertos'
cabro estaba recién nacido y decidí dejar de trabajar para Puerto Frío, queridasl gritó'
a -les
su abuela y así criarlo mejor. Mantener esa casona es dur<¡ -¡Bienvenidas
y no hay nadie más que ayude. pero bueno, usted sabe:
quien se va sin que lo echen, vuelve sin que lo ilamen.

-¿Y la mamá de tu hijo?


-A cada santo le ilega su día, señorita Marina.
Se produjo un silencio largo y Marina notó que,
nuevamente, sus preguntas habían incomodado a pedro.
No tuvo tiempo de pedir disculpas o continuar la con_
versación: el capataz disminuyó la velocidad pa.ra cruzar
un puente pequeño y angosto, ilurninado principalmente
por la luna. Luego, se adentró en un camino estrecho ro_
deado por helechos que colindaba cor-r un portón de hie_
rro forjado, sostenido por dos pilares de ladrillos. pedro
detuvo Ia camioneta, bajó y abrió una cle las puertas de

46 47
I
--l

Acertijos

bajó y cerró Ia puerta de la camioneta tras


sí. En seguida, sus tres hermanas hicieron Io mismo
st'pusieron en fi1a, una al lado de la otra. La oscuri-
de la noche, un poco atenuada gracias a las luces
(luc se propagaban desde el interior de la casona, de-
lirrcaba la silueta de Mercedes: a pesar de 1a edad, aún
conservaba el porte; "nl atisbo de joroba'l pensó Ma-
linu. Su abuela parecía igual de alta como cuando ella
cra niña y debía mirarla hacia arriba, era como si el
tiempo no hubiera pasado por ella: los mismos colores
erl su ropa, el mismo caminar erguido y elegante. Qui-
zás lo único distinto eran sus ojos rodeados de surcos
marcados y firmes. Y aun con todas esas arrugas, Ma-
rina pudo distinguir a su madre en aquella mirada: la
perspicacia, la valentía. Las palabras que no se dicen.
Los secretos. Fue su abuela quien se atrevió a romper
el silencio:

49
-----l

lado. La decoración era simple: un perchero, un


-Espero que hayan tenido un buen viaje. ¿eué les
parece si entramos? Les tengo una rica leche con miel de madera y un antiguo teléfono negro. Una l¿im-
para que puedan descansar. llc(lueira lograba lluminar 1a corrida de vetltattill('s,
Matilde le pegó un codazo disimulado a su herma_ por parteluces, que unían dos pasillos rlts¡rl,'
na menor. a ambos lados. Hacía mucho tiempo que Mercecles
no te preocupes, Marina _continuó Mercedes, decidido no taparlos para asi permitir que se viera
-Y
guiñando un ojo-. Para ti hay té con miel. l)irlio iuterior que unía las dos alas de la casa. Mariu¿r
La abuela se dirigió hacia donde estaba ubicado eI ¡rt cr-c(r a un vidrio y pttso sus manos alrededor cle los
capataz. Marina aprovechó ese momento para mirar ex_ ojos ¡rara lnirar hacia fuera, pero la oscuridad era tal que
trañada a Magdalena, quien subió sus hombros dándole rro ¡rudo ver nada.
a entender que tampoco sabía cómo Mercedes se había podrán recorrer la casa, el jardín y sus
-Mañana
enterado de que no ie gustaba la leche. irlrctledores
-dilo Mercedes al percatarse de Ia curiosi-
Pedro se retiró y Mercedes caminó en dirección a la tlirtl cle su nieta-. Ahora es mejor que descansen.
casona que estaba frente a ellas. Las cuatro hermanas la están nuestras piezas? saber Ma-
-¿Dónde -quiso
siguieron expectantes. linr antes de que continuaran avanzando.
Antes de llegar a la puerta principal había un par el ala derecha del segundo piso
-En -contestó
de escalones que daban a una larga galería de madera, st¡ abuela.
decorada con una mesa y sillas de mimbre a un costado dónde está?
-¿Y tuya
la
¡ al otro, un par de maceteros con peperomias y orquí_ -Marina,
no seas desubicada
-intervino
Magda-
deas. Unas cuantas polillas de considerable tamaño revo_ lcna nerviosa.
loteaban alrededor de los faroles de muro y una mezcla 1o es Mercedes . Antes de respon-
-No -repuso
de sonidos envolvía el ambiente: los pasos de las cinco rlerte, Marina, me gustaría pedirles a todas que, por fa-
mujeres, el aleteo de los insectos, los ríos a la distancia y vor, no tengan miedo de preguntar Io que quieran. Yo
el viento que mecía las hojas de los árboles suavemente. estoy aquí para apoyarlas y darles todo el cariño que
Mercedes giró las antiguas manillas de vidrio y las necesiten. Ader¡ás, tengan presente que esta casa es tan
puertas dobles de la entrada se abrieron. Fueron recibidas mia como de ustedes.
por un vestíbulo amplio y austero clue tenía una escalera es eso? a preguntar Marina.
-¿Cómo -volvió

50 51
I

-Bueno, la historia de esta casa es lnuy antigua. --Manuel¡, haz un esfuerzo y acornpiliranos, ¿vrr?
Vamos a necesitar varias noches para contársela, para te v¿rs a clttrtlir dijo Magdalena con la rnt'zr ll
explicarles por qué les pertenece. pcrfecta de mandato y petición.
-Es obvio: por herencia -intervino Manuela con Su hermana accedió desganada y Mercecles las guit!
desdén-. Somos la única familia que te queda.
lx)r el pasillo derecho del primer piso. La luz era tenuc
-Con el tiempo, lograrán entender que esto es más y no se veía qué había en el fondo, aunque Marina creía
que una simple herencia familiar lccordar que la cocina y las piezas de servicio se encon-
-contestó Me¡cedes.
Su abuela hizo un silencio corto para volver a ha- traban cerca de ahí. Frente aI pórtico de entrada estaba el
blar luego de unos segundos. living, alumbrado por el fuego que ardía en la cl-rimenea
en respuesta a tu pregunta anterior, Marina, mi bajo una repisa de piedras. Un si1lón Matta de felpa café
-Y
pieza queda al lado opuesto, en el ala izquierda de la casa. ocupaba casi la mitad de una muralla ¡ al frente, dos
Ahora, las guiaré a las suyas para que puedan dormir. sitiales de cuero oscuro con patas torneadas 1o miraban
de pronto Matilde. ir la cara. Entre ellos había una mesa de pino Oregón que
-¿Abuela? -intervino
combinaba con la banqueta dispuesta frente a la mesa de
-Por favor, llámenme Meche.
centro, la cual tenía unos pocos adornos de plata sobre
-Meche, la verdad es que yo no estoy cansada.
Me gustaría conversar un rato antes de ir a dormir. Si tú ella. Uno en especial llamó la atención de las hermanas.
quieres, claro. Se trataba de un plato delgado que tenía labrado un sím-

supuesto, querida. Como les conté, tengo bolo extraño. Manuela, que era la más letrada de las cua
-Por tro, supo en seguida que se trataba de la Rueda del Se¡
una rica leche con miel, ideal para matar el frío y conci_
liar el sueño. aunque la falta de confianza le impidió preguntar qué
relación tenía con la anciana.
-A diferencia de ustedes -replicó Manuela se- favor, espérenme aquí su abuela-,
riamente-, yo sí estoy cansada, así que si me discul- -Por -declaró
pas... abuela... pero no tengo intención de quedarme a iré a buscar sus leches y el té de Marina.

conversat.
Mercedes abrió otra puerta y apenas Marina vio
'lt que desaparecía tras ella, les dijo a sus hermanas:
-Como prefieras. llcvaré a tu pieza. me puede explicar cómo sabe que no
preocupes, solo dilne cltincle cstá y sabré llegar. -¿Alguien
-No te me gusta la leche?

52 53
['a citrtlrttl
sé Magdalena igual de confun- tlrcles para ustedes que e1la jamás tuvo'
-No -respondió
dida-. Se suponía que solo nosotras lo sabíamos. ¡ t¡stedes esa posibilidad Ytr' por rtri ¡itt tt ' tltl' tt't
papá le debe haber contado Manuela. crecer donde debían hacerlo"'
-El -dijo Matilde'
-Te equivocas
-interrumpió
Matilde-. Si había -¿Debían? -interrumPió pertenecen' las mantie-
alguien que sabía guardar secretos, ese era nuestro papá. -E.,u
."." y esta tierra les
tradiciones muy
qué lo dices? Marina. ct»rectadas con sus antepasados, con
-¿Por -preguntó que solo se viven acá Su madre rompió con
hecho de que estemos aquí puede que se deba a
-El esol le dio la espalda a 1o que era, a
lo que siempre
un secreto, ¿o no? De lo contrario, ¿por qué ese testamento?
rs siclo y, de paso, las privó a ustedes
de ese vínculo'
Mercedes interrumpió la conversación, entrando a
Ma-
bien romántica tu n-rirada, abuela -dijo
la sala con una bandeja en sus manos. Marina fue hacia -tis padres esta-
ella para ayudarle, pero su abuela le pidió a todas que de rnanera irónica, al sentir que sus
sicndo atacados y que no tenían córno
defenderse-'
se sentaran. Las cuatro hermanas obedecieron mientras
no creo que sea algo malo darles a tus hijas
una
ella dejaba la bandeja al centro de la mesa rodeada por
or oportunidad en la ciudad'
sillones. de 1as
Poi primera vez en mucho tiempo' ninguna
Matilde-, me gustaría saber por
-Meche -dijo confrontó a Manuela. Al contrario' todas r¡i-
qué no supin-ros de ti durante tanto tiempo. Hundida en
a Mercedes esperando una respuesta'
recién llegando Magdalena-, y rniró el fuego
-Estamos -declaró sillirn, bebió un poco de leche con rniel
no creo que ahora sea el momento.
,lc l¿ chimenea antes de hablar nuevamente'
-Sí, es -afirmó su abuela-. Estamos aquí
lo para
Frío es mucho más que robles' vacas v
aclarar algunas dudas, ¿verdad? -Puerto entender con el
ríos, Manuela. Espero que 1o lleguen a
Marina se emocionó ante las palabras de su abuela.
prrso del tiemPo.
Al fin alguien le explicaría qué estaba sucediendo. queremos respuestas' Meche -insistiÓ
-Nosotras
-Dejamos de vernos por algunas diferencias Matilde-. Necesitamos resPuestas'
observó el rostro de las cuatro hermanas y ser Pacientes""
-Mercedes -Deben
entendió que no estaba esclareciendo dudas, sino aumen- Manueia-' Hace unas
tándolas-. Verán, sus padres, en especial su mamá, quería
-¿Pacientes? -intervino a sangre fría' Después'
,.rnu.r"r lo. p"pás fueron asesinados

54 55
recibimos un testamento aun más raro que su muerte en equivocas. El deseo de Milena era que estuvie-
-'Ie lrstit
el cual se nos pedía que viniéramos a vivir a este pueblo ruí, pero solo bajo circunstancias especialcs'
olvidado, aunque fuese por un año. Llegamos en búsque- I icrr¿r, Manuela. Siempre lo ha sido' Ftte cle stts ¿rr
da de respuestas, porque créeme que si estoy acá es solo ¿rhora es de ustedes y rrás tarclc serlt tlc stts
por eso. ¿Y qué se te ocurre hacer? ¡Criticar las decisio- entes.
nes de nuestros padres, aumentar el número de pregun- tistupideces.
tas y no decir nada relevante! -Sé que todo esto es muy difícil, pero les aseguro
Manuela se levantó del sillón y quedó de espaldas ¡cír encontrarán las respuestas que están buscando'
a sus hermanas con la mirada fija en el fuego de la r que cuando llegue el momento, todo se aclarará'
chimenea. Se sentía compenetrada con é1. Todas sabían decir que hay cosas que sabes y que nos estás
-¿Es
que finalmente Manuela había explotado, pero ninguna Mercedes? Dinos qué hacemos acá, sin acertijos'
Su abuela bebió el último trago de leche con miel
e
se atrevió a consolarla. Nunca le había gustado que la
vieran llorar. La verdad era que sus hermanas pensaban una pausa antes de volver a hablar:
lo mismo que ella. el tiempo ustedes sabrán responder esa
-Con a venir, tampoco lo hicieron sus
mucho io que pasó, niñas Yo no las obligué
-Lamento -dijo Mer-
cedes con profunda tristeza-. No olviden que Milena ¡rirPás. §ggú¡ única menor de edad aquí es Marina' lo
sé, la
era mi única hija. r rrirl significa que e1 resto deciclió venir
por voluntad propia'
hija con la que no tuviste contacto durante buscar respuestas Manuela'
-Una -Para -masculló
diez años-replicó Manuela, aún dándoles Ia espalda. curioso que pretendan encontrarlas
-Así es. Qué
cosas no son como aparentan. en esta tierra llena de vacas. ¿Verdad?
-Las
Las cuatro hermanas quedaron mudas y la habita-
-Explícanos
cómo son, Meche
-pidió de pronto
Marina-. Explícanos qué está pasando... ción se sumergió en silencio.
empezar respondiendo esto creo que ya es suficiente por hoy -decla-
-Podrías -dijo Ma- -Bueno,
nuela con los ojos llorosos-: si nuestra mamá, tu hija, ró Mercedes-. Las guiaré a sus resPectivas piezas' An-
fae capaz de no hablarte durante años, ¿por qué dejó es- tes, eso sí, me gustaría decirles los horarios: el desal'uno
tipulado que debíamos venir para acá y no quedarnos en se sirve a las siete y media en el comedor,
pero asumo
la ciudad donde siempre quiso que viviéramos? que deben estar agotadas así que mañana será a las diez'

56 57
I

Luego, me encantaría llevarlas a recorrer


Ríos. EI almuerzo está listo todos los días
el Sector de Los r l¡ lnadera crujir con cada paso que rlabirrr.
a la una. En la tlirr.rl r¡tre el primer piso, el segundo tenía dos alls
tarde, Pedro puede llevarlas a conocer
el pueblo. Sería ,l,rs p«rr unas puertas altas y tallaclas. Ingrcsurorr
bueno que fueran para que no estén tan
perdidas. ,l lltlo derecho y caminaron por un pasillo que
estamos acostumbrando a la sensación _in-
-Nos trr,l.rlr;r con otro. En la es<1uina había una cstufn ¿
terrumpió Manuela, pero Mercedes no se inmutó.
Irru t1ue, con dificultad, calentaba el arnbiente; so
por último, la comida se sirve a las ocho. puede
-Y I'r, ,lll sc quemaban algunas cáscaras de naranjas que
que sea muy temprano para ustedes, pero
como habrán
visto, Pedro es el único que me ayuda y I'r,,l,,rllrbrul su olor por todo el pasi11o. Mercedes abrió
es mucho trabajo ,tr,r l)ucrta de madera igual a las clue había en e1 resto
para una sola persona.
pedro tenía un hijo _comentó
rlr'l,r rirsu y le señaló a Matilde su nuevo dormitorio
-Creí que Matilde. rlr( il(l() a la derecha del corredor. Era preciso para e1la
pero él se hace cargo del terreno y pedro
-Sí, de 1' lr'rrirr todo lo que necesltaba: un¿r cama decorada con
la casa.
rr¡r r o[rcrtor que ella misn-ra había traído cle uno de sus
-¿Pedro se hace cargo de toda la casa, Meche? lr,r jcs n la lndia y tres cojines grandes del mismo estilo
-preguntó Marina, sorprendida de que un solo hombre tiurlos en una esquina. Frente a ella había un televisor
pudiera hacer todo eso.
¡rrrrlo rl DVD y al lado de este, los rnejores documen-
-Antes era Clara, su mujer, quien se dedicaba a la tir le s cle viajes. Marina siemple habízr pensado <1ue, de
casona mientras pedro estaba afuera preocupado
de 1as lotl¡s sus hermanas, Matilde era la que más se podía
tierras, pero cuando ella murió, ped¡o
comenzó a hacer rtlcntificar con su carrera: tr,rrismo. Desde que tenía re-
todo. Hasta hace un tiempo, claro, ya que
su hijo lo ayu_ t trcrdos, siempre había visto a Matilde viajar. Primero,
da mucho.
Io hacía a través de los docunrentales sobre lugares 1e-
-¿Cómo murió Clara? jirnos, en especial acluellos pertenecientes al norte de
-Creo que esa es una pregunta para pedro, Marina Europa, como si tuviera cierta nostaigia por ellos; más
-respondió incómoda Mercedes_. Aunque dudo que tarde, cuando pudo trabajar y juntar sus ahorros, fue la
quiera hablar del tema.
primera en tomar un bus y recorrer Chile. Había pasa-
Mercedes guió a sus nietas a las escaleras
que es_ do los últimos años recorriendo el país como si buscara
taban en el vestíbulo. Mientras subían,
Marina podía algo perdido en cada destino. Quizás su apego. Y así,

59
I

en más c1e Llna ocasión, M¿rlin¿i sintió que el único lazo las que necesitaba recuperar cu¿tndt¡ csllhrr
vercl¿dero de su hermana era el viaje. , ¡rero lo veía como un detalle en momer-rtos
Siguieron caminando y su abuela les mostró l(,s (luc estaban pasando. Creía que la unid¿rd f:r -
clos piezas al lado izc¡rierclo, justo frente al traño: ( t,l ( rucial para pocler soportar un ciolor ttrn grrrr
en ln primera clorrniría Nlanuela y.en la segunda, rrr,,,rrrprensible ¡ mientras más cerca esttn,icnr tlc
Nfagclalena. La habitacitin c1e Manuela era m¿is de lo mejor se sentiría. Recordó a sus pirpiis y
que había esperado. Irl mueble regalado por su paclre lo iontentos <1ue estarían al ver a sus cr,Latro hijas
se vcía pec¡ueño en un espacio tan grancle, lo cu¿rl fue iunt¿rs, en Puerto Frio. Estarían f'elices cle que
un verdadero trcierlo ¡rorclue tendría la posibilidad de ¡ceptado la ¡rropuestir de ir hast¿r allá en con
poner otra repisa parir clejar el resto cle sus llblos. l,cr \r (luc, a pesar de ler pena, estuvieran clispuestas a
clue si extrañaríat, en cambio, era la ¡rosibilidad de tencr rutlcl a nte. Sí, ellos estarían satisfechos. C)rgullosos.

una ¡rieza alejada dc sus herrnanas. Ahor¿r tendrí¿r a Al linal del pasillo se encontraba el irltinro ckrrrli
Magdalcr-ra a un laclo 1., pcor aiLn, a Matilde enfrente. t'l tlc M¿rrin¿i. Cuando llegaron, Mercedes abriri 1a
¿Qué podía ser pcor que estar en Puerto [rrío? Que iir v perrniti<i clue su nieta entrirrti primero. I'il cspa
irrcsponsatrle de Matilcle estuviera a unos mctros tle inlPrcsionó a 1a menor de las Azancot; los ventanales
ella. Ya sabí¿r lo c¡ue le esperaba: las toallas húr-r-red¿rs rccrnplazaban por con-rpleto a la mader¿r, quedando
compartidas, la pasta de dientes retorcicla v la ropa sucia ( sta solo ei muro cle la puerta y ¿rl lado derecho, doncle

tirada dctrás de ltr puertil del baño como esperanclo a rnr armario. Marinir puclo notar Lrn¿rs manillas pe-
que alguien ella la recogiera;los gritos de Marina que se asomaban entre las cortinas blancas de los
cuando ¡relcaba con M¿rtilde porque 1e sacaba ltr ropir sin vt ntanales y pensó que, probablerr-rente, estas darían al
preguntarle, 1os gritos de Magdalena cuando le exigía a lr.rlctin. Como el resto de la casa, la decoración era sim-
Matilcle que bajara el volurnen c1e su rnúsica pseudo- ¡rlc. l{esaltaba, sin embargo, una alfornbra persa en tonos
intelectual, y sus propios gritos cuando todas gritaran y l('rrosos que hacía contraste con el cubrecamas blanco
ella no pucliera leer. Se sentía dichosa. ubicado frente a la puerta y cerca clel ropero.
Magdalena, por el contrario, se alegrci de que to-
-Es preciosa -dijo Marina . Gracias, Meche.
das estuvieran junttrs. Era cierto que tencr a Matilde ocupaban tus papás cuando estaban reciérl
-l.a
en el misrno pasillo significaria menos horas de sueño a¿sados-

60 61
tuás qttc
0thcs le daría té caliente. Y ahora,
Marina sintió una punzada en el pecho y prefirio era tocltr
lrt'riit ¿ceptar que esas cuatro murailas
no ahondar en ese tema.
r¡trctlitba de sus Padres'
pieza debería haber sido de la Maida.
-Esta
qué dices eso?
-¿Por
es la hermana mayor.
-Porque
quién dice que las hermanas menores no te-
il
-¿Y
nemos los mismos derechos que los grandes?
-le res-
pondió con una sonrisa de complicidad.
Marina sabía que Mercedes era la menor de su fa-
milia. Sabía, también, que su hermana Muriel había fa-
llecido muy joven, aunque nunca le habían explicado
con mayor detalle las circunstancias de su muerte.
gracias de nuevo, Meche. Es muy lindo
-Muchas
de tu parte darme esta pieza.
alegro que te haya gustado. Nos veremos ma-
-Me
ñana a las diez para el desayuno. Si despiertas antes...

-No te preocupes
-interrumpió Marina-. Eso
nunca ha pasado.
veces, cuando uno menos lo espera, cosas que
-A
antes no ocurrían comienzan a suceder Buenas noches,
Marina.
Mercedes abandonó la habitación dejando tras de
sí un agradable aroma a miel. Marina se quedó detenida
en el mismo luga¡ contemplando todo a su alrededor.
Una extraña sensación la invadió de pronto: de ahora en
adelante, ya no compartiría su ¡rieza con Matilde, ten-
dría un balcón para mirar la naturaleza y una abueia que

63
6)
I

Sodalita

cliez de la mañana sonó la alarma de su celular.


tle que generalmente demoraba por 1o menos
nlinutos en tlesperta¡ esta vez Marina no t¡rrcló
¡rbrir los ojos. Le había costado mucho conciliar el
: los acertijos de su abuela, las dudas sin resolver y
de estar en la misma habitación que sus padres
ocupado irnpidieron que se durr.niera con 1a ra-
acostumbrada. Sin embargo, en esos minutos no le
el cansancio acumulado. Empujó las sábanas
atrás y se levantó tan rápido de la cama que sintió
poco de vértigo, aunque no duró mucho. Luego, co-
rrió las cortinas blancas de los ventanales para abrir uno
cle ellos y salir hacia la terraza. Entonces, se asombró de
la vista que tenía en frente: el balcón de su pieza recorría
todo el segundo piso; los adoquines rojos resplandecían
con el sol frío de la mañana, que se colaba entre las copas
de los árboles. En algunos rincones caían enredaderas

65
desde 1o más alto del techo, cruzando el segundo
piso lrl llanto subió por su garganta y en cuesti(in (ic s('
hasta llegar al primer nivel
Regresó al interior de su pieza y se quedó
advirtió que sus ojos se llenaban de lágrimas: si
quieta recientes la pena había sido su único sentimie¡r-
observando con detenimiento todo a su alrededor.
Des_
poclía notar cómo l¿r rabia corncnz.alra r apotlc
de aquella mañana cuando les informaron que
sus padres
habian muerto, Marina sintió que algo dejaba
tle ella. Tenía solo diecisiete años. Se sentía sola y
su cuerpo.
de la vida, ¿cómo se suponía que iba a seguir
Una sensación de vacío se había apoderado de
ella, pero,
por el momento, le gustaba sentirlo po.qr" ..u pr".i.u sin la compañía de sus padres? ¿Por qué ellos
mente el espacio dejado por Milena y Lucas. Ese
morir de esa manera?
r¡tre
vacío era
la huella de la ausencia. El padre que se fue, la Mirrina cayó de rodillas al suelo. Sentía que las pa-
madre que
no está. Sin embargo, por alguna razórt, en un dc su pieza se alejaban cada vez más. Estaba sola,
par de ho_
en la pena y la rabia.
ras la antigua casona le estaba devolüendo
eso que había
perdido. Y no io quería de r,rrelta. No, porque hago? ¿Qué hago? entre sollozos-.
era una ilu_ -¿Qué -repetía
Il,l( \l)i)nditnme!
sión creer que vería a Milena entrar por esa puerta.
No, l)e pronto, sintió un golpe proveniente del armario.
porque era una niñería creer que vería llegar
a Lucas para
contarle alguna anécdota histórica. No quería ilusiones. t¡uctló en el suelo uÍlos mir-rutos mientras se secaba las

No quería creer que su papá la vería crecer, estudiar, como esperando a que alguien le corroborara
tra_
bajar. No quería pensar que su mamá la acompañaría, tarnbién había escuchado aquel sonido. |usto cuan-
la empezaba a creer que solo se trataba de su imagina-
escucharía, le aconsejaría. No quería soñar que
llegarían
r irin, escuchó un nuevo golpe. Asustada, se dirigió hacia
a conocerla como adulta, como esposa, como
madre. No
cl ropero y abrió una de las puertas. Un grito ahogado se
queria porque no podía y si no podía, nada de lo
que le
lc cscapó cuando sintió que algo le caía encima. Desde la
devolviera la casona le servía. Bruscamente, la
vista se le
nubló y con una mano se afirmó del borde de una rcpisa más alta se deslizó algo que terminó por caer con
silla cstruendo a1 suelo. Marina clavó su mirada en e1 objeto
mientras con la otra restregó suavemente sus ojos.
y distinguió un círculo de piedra, no mayor que la pal-
-No ahora -murmuró para sí, dando una segui_ nra de su mano, de un color azul brillante. La recogió, le
di1la de inspiraciones que de nada servían_.
No hoyáia,
s:rcó el polvo acumulado y advirtió que era una especie
por favor...
de piedra que colgaba desde una gruesa cadena de plata.

66
61
1
-r

La observó con detenimiento por ambos lados, pensan- lLopa, claro.


do que quizás encontraría alguna referencia de la perso- Algo escondes, te conozco.
na a quien pertenecía, pero solo vio grabada una letra M.
-ldeas tuyas. Lo que pasa es que llevamos un¿r l1o
"Otra M'l pensó. ')Acaso este collar era tuyo, mamá?'l r lrc y yt tengo muy desordenado. Prefiero clue no lo veas.
Sus cavilaciones fue¡on interrumpidas cuando es- Magdalena la miró con las cejas en alto, incrédula.
cuchó que alguien se acercaba a su pieza. Sin saber por Nunca me ha sorprendido tu desorden, pero tam-
qué, escondió rápidamente el colgante entre la ropa del
l)0( o ¡ne hace falta verio. ¿Quieres ir a tomar desayuno?
armario y cerró con rapidez la puerta. Marina asintió y caminó junto a su hermana a1 co-
-¡Marina! -exclamó Magdalena al asomarse por lrrctkrr. Desconocía el motivo por el cual no quería reve-
el marco de la puerta-. ¿Estuviste llorando? lrrrlc r Magdalena la existencia de 1a misteriosa sodalita
-Un poco. rrzrrl. Después de todo, el1a siempre había sido su con-
-Tú nunca lloras poco. litlc¡tte dentro de la familia. Pero esta vez, por alguna
-Un poco harto. t¡tzrin, calló.
-Está
bien que llores, es natural. Todas lo hacemos El comedor quedaba en el ala derecha del primer
últimamente. de ma-
¡riso, justo al lado del living. Sobre una mesa larga
Mati no. tlu'¿t, Marina pudo ver el rico pan amasado, la mante-
-La
-Ella 1lora de una forma diferente. ¿Dormiste bien? quilla, el queso y la mermelada casera. Más atrás, se en-
-Sí. ct»ntraban dos maceteros con gomeros y en las murallas
-¿Y qué estabas haciendo? tolgaban un par de platos de porcelana decorados minu-
ordenando ci(,samente. Su abuela, sentada en la cabecera más lejana
-Estaba... -le respondió mientras am-
bas miraban la ropa esparcida por el suelo-. O eso pen- l la puerta, estaba vestida con una blusa color crema y
saba hacer. su pelo canoso se recogía en un moño elegante y austero.
no ordenas, odias ordenar dijo mientras A su izquierda estaba Matilde con los ojos hinchados de
-Tú -le
Marina se apoyaba sospechosamente sobre las puertas sueño y sus rulos desordenados sobre la frente, 1o que
del armario-. ¿Qué tienes ahí? ¿rumentaba el aspecto descuidado que solía tener. Al lado
dónde? de ella, Manuela, ya vestida y prolijamente aseada, echa-
-¿Ahí
eI ropero. ba un par de cucharaditas de café a su tazón. Magdalena
-En

iiliil 68 69
---l

sesentó a la derecha de su abuela y Marina al lado de


su ¡r' L \ ( ont¿lría a sus hermanas sobre el tlescr¡brirllie nlr,.
hermana mayor.
l lll ,,r( llri( rir ii Magtlalena.
-Buenos días, Marina. ¿Descansaste? _preguntó Meche, ¿tú vas a ir al pueblo?
-preguntó
Marina.
Mercedes.
No, yo aprovecharé de cocinarles algo rico para
gracias.
-Sí, ru,ln(l() vuelvan. Quiero que hoy tengamos urla conrida
se nota
-No -señaló Manuela mientras revolvía lurrrililr.
el café-. Tienes una cara terrible.
¿eué te pasó? Manuela rio por 1o bajo y Matilde le peg<i un
estoy bien. Me costó un poco quedarme
-Nada, I'rrnlitPió.
dormida.
Me gustaría ayudarte propuso Maritta.
-Yo diría que te costó más que un poco, de verdad -¿No
quieres conocer el pueblo?
que te ves horrible.
hacerlo otro día. Como ya se dieron cuen-
-Podría
-Bueno, tú no te quedas atrás _interrumpió Ma_ lo, no dormí muy bien y prefiero quedarme acá. Además,
tilde entre risas.
¡:ueclo ayudar con la comida.
Magdalena carraspeó para asegurarse de que se
-Con suerte sabes hacer huevos revueltos. ¿En
ca_
llaran y le prestasen atención.
qué podrías ayudarla? Manuela.
cambiemos el tema _dijo como si estu_ -intervino
-Mejor -Si está cansada, no veo por qué obligaria a sa-
vie¡a dando una orden tácita-, así no empezarnos
el día llr -afirmó Matilde, haciendo caso omiso al comentario
con discusiones. ¿Hoy vamos a recorrer el lugar,
Meche? nnterior.
-Si, mi idea es llevarlas a recorrer el Sector de Los
dicho, entonces su abuela-: te
Ríos antes de almuerzo para que, por la tarde, pedro -Está -sentenció
las r¡uedas conmigo hoy en la tarde.
lleve al pueblo.
Lavoz de Mercedes retornaba como eco en la men_
te de Marina, quien solo podía pensar en la
sodalita. lus-
to cuando le daba el último mordisco a una tostada A las 11.00 salieron de la casona para recorrer el Sector
con
mantequilla, se dio cuenta de que posiblemente la de Los Ríos. Todas siguieron el consejo de su abuela y
única
persona que podría aclararle la procedencia decidieron llevar ropa cómoda para la caminata, que se-
de esa piedra
era su abuela. Sin embargo, decidió que, por
el momento, ría bastante larga. El recorrido partiría en 1os terrenos de

7A 71
Mercedes para luego visitar las tierras abandonadas dc ¡( )rimo sabes eso? -le Preguntó asombrrclil
las otras dos familias fundadoras. Magdalena y Manue
la optaron por los clásicos jeans azules, pero mientras ( lrrirntlo era niña siemPre escuchaba a la l.nalnii
la primera prefirió ser precavida llevando un abrigo con ,,(ll[ ( csc vestido.
capucha, la segunda se puso únicamente una polera dc )u:il es su historia? saber Matilde.
¿( -quiso
manga corta. Matilde por su parte, era la más preparada: l:l tlía que Milena conoció a tr'l padre, Salvador la
sacó sus zapatillas de trekking del clóset, unos pantaio contenta que decidió regalarle el vestido que lle-
nes de tela liviana y su cortavientos rojo. Marina fue la "Pareces una novi a", le repetía tu abuelo cada
¡rrrcslo.
última en llegar ¡
aunque su atuendo era el más lindo, ,¡rr, lo usaba.
era también el menos apto para una caminata: un vestido I\lcltos r¡¡al qtle los tiemptls han cat.nbiadtr
color crema de escote redondo y mangas largas, ajustado Matilcle-. Qué horror que conozc¿1s a
hasta la cintura y que caía por encima de la rodilla en it.n y tus papás literalmente saquen el vestido de
forma de p1ato. Amarrado a la cadera llevaba su chaleco tlc la cartera.
para ella, ¿por qué lo dejó
favorito de lana azul. -Y si era tan importante
look curiosa Marina.
-Buen -dijo Matilde, señalando las Conver- ?
-preguntó
Salvador fue muy dura. No mucho
se negras-. ¿De dónde sacaste el vestido?
-La muerte de
llr'rrrpo después, ella y i-ucas decidieron irse de acá Ese
-Era de tu madre -respondió Mercedes antes de
que Marina pudiera siquiera abrir la boca-. Te queda vt'stitlo le recordaba demasiado a tu abuelo en un mo-
perfecto, querida, tienes la misma contextura de tu mamá. nrento muy doloroso y supongo que, por eso, prefirió
Marina se sintió halagada y le devolvió una sonrisa. ,lt'litrlo acá.
gracias, Meche. Lo encontré en el clóset rnurió el abtlelo? -quiso saber Marina y
-Muchas -¿Cómo
de mi pieza. Espero que no te importe. scgundos después de formular Ia pregunta, notó que, por
nada. Milena estaría feliz si te viera con é1. algún motivo, Mercedes se ponía cada vez más incómo-
-Para
Ese vestido era muy importante para ella. da ante tantas interrogantes.
un infarto Magdalena'
-¿Por
qué?
-inquirió su nieta menor. -De -respondió
fue el último regalo que 1e hizo e1 abuelo su abuela-. ¿Qué Ies parece si
-Porque -Cierto -afirmó
Magdalena. nos vamos a caminar?
-contestó

7) 73
---t
todo si t.tr'ttlc¡ lt¡rl
Las cuatro hermanas asintieron en silencio. La con cutre tanta naturaleza' sobre
versación había traído de vuelta muchos recuerdos y conectadas a ella'
conectarme es a mi
ninguna tuvo ganas de seguir hablando. -f ," J.,.o a lo cual necesito
Matlucli¡ tl¡ie tr'
Los alrededores de la casona estaban saturados dc u .uuí no tengo señal -masculló
de tierrrr' pic-
verde. Había robles, alerces, álamos y helechos por to- ,íl.ru,u.on dificulta<l por el sendero
dos lados, dejando apenas al descubierto un sendero dc I ralnas secas.
dónde estamos, exactamente? ,
tierra y hojas húmedas por el cual revoloteaban libélu- -¿Y
como si no hubiese escuchado
'l"'l-it:y
hermana
a su
las de tonos morados. Era tan pequeño y delgado quc
Parecía *",t]
debían caminar por él en fila, una detrás de la otra. Si lgit to.
",bustos' '* }t^l:'
;;;;;;","rrtr" en nuestros terrenos' más
adelan-
hubieran podido verse a la distancia, habrían adverti-
que me-gustarí", rn()utl1r]l
do que eran pequeños puntos de colores en medio del , l.,n u.roro muy lindo
bosque. Marina estaba segura de que, en el caso de per- .;;t;;l;-;;'.n dirección al sur' al lugar donde
derse, Ie costaría mucho encontrar el camino de vuelta , '' las otras dos familias'
",.rc,rntraban pidió Marina'
a la casona. Recordó que Magdalena había catalogado acerca de ellas' Meche -le
-Cuunrrno' me equi-
a Puerto Frío como un lugar suspendido en el tiempo por dónde comenzar'-' si no
-;;";"r'.. acá alrededor de 1770'
Ve-
¡ por primera vez, entendió completamente lo que su las tres familias llegaron
una de sus
hermana quiso decir. Parecía corro si Ia tecnología, el U..O. rn-rdt. Melántha MacCárthaigh'
ruido y los problemas cotidianos del mundo moderno ntcPasados'.. _--.^:Á Mari
r\rarí_
te refieres con eso?
no hubiesen llegado hasta ese lugar. En cambio, se po-
-¿A
qué -interrumpió
irlandeses?
día sentir la fuerza del viento, el cantar de los ríos, la nn-. ¿Tenemos ancestros y.tiene
espesura de los árboles y el sol invernal colándose entre es nuestra antepasada directa
-Melantha -:^ .-t^ madre Aede
madre' Ia mía y la ^^A.¡'
sus ramas. lclación con ustedes, con su
Mercedes sonriendo'
-Pensé que nos mostrarías la casona, Meche ,r, "'-¿fo.
"" -"Uta -le respondióirlandesa se vino aI lugar -^.- *Á"
más
Matilde al ver que ya estaban bastante lejos qué una
-comentó época como esa? !t ::to
tt
de el1a. rcmoto del planeta en una
verdad es que la casa pueden recorrerla cuan- il;.;..t"do htly""do de algo -comentó Matilde'
-La
do quieran, pero afuera necesitan un guía. Es muy fácil

15
74
-I

sé cuáles habrán
-No sido sus razones para llegar
-¡A¡ Manuela, cuándo vas a callarte!
-lc gritri
acá, pero el punto es que decidió hacerlo junto con otras Mltilde deteniendo el paso y enfrentándola-. ¡( )rirrro
personas, otras familias o clanes, como los llamaban en tto te das cuenta de que nos tienes cansadas!
esos tiempos. Primero se instalaron aquí y a medida que
-¡Yo también estoy cansada! ¡Cansadr dc cluc cstu
pasó el tiempo decidieron poblar la costa y forrnar el scirora se quede callada cada vez que Ie hacemos unir
puerto. Las familias antiguas se quedaron acá lenta-
¡ l',rcgunta! -exclamó apuntando a Mercedes.
mente, otras personas habitaron el pueblo. Ahora, mu_ señora es tu abuela, trátala con respeto
chos han olvidado la importancia de nuestros antepasa-
-Esta -in-
tcrvino Magdalena.
dos. Incluso ustedes que tienen su misma sangre. Otros, tuve papás, Maida, no necesito reemplazante!
-¡Ya
sin embargo, aún los recordamos como debe ser.
-Por favor, queridas, no discutan -les dijo su
Las hermanas quedaron mudas. Marina pudo ima- nbuela con tranquilidad-, estamos perdiendo tiempo
ginar a Melantha caminando entre los mismos árboles nruy valioso para conocer el terreno.
que ahora tenía a su alrededor, escuchando los ríos a lo importa un comino su terreno, señora!
-¡Me
lejos y haciendo crujir las pocas hojas secas. Marina vio cómo sus tres hermanas y Mercedes
lugar es tan lindo que es difícil entender por fbrmaban un círcu1o de discusión y gritos, demasiado
-Este
qué se fueron-comentó Marina. compacto debido al ancl'ro del camino. Aunque hubie-
-Veo que sus padres no les contaron nada... se querido, no habría podido participar de é1. Su abuela

-dijo para sí con la mirada caída mientras continua- intentaba calmarlas mientras las otras tres continuaban
ban caminando. peleando. De pronto, cuando todas estaban demasiado
dices, Meche? pendientes en gritarse 1as unas a las otras, Marina sintió
-iQué
-Estas son historias moldeadas con el paso de los que algo vibraba. Les dio la espalda a las demás y sacó
años, algo así como nuestras propias leyendas familiares. cuidadosamente la sodalita de su bolsillo. Entonces, se
todos modos sería interesante saber más acer- parulizó:la piedra titilaba. En un principio, se quedó
-De
ca de esas leyendas Matilde. quieta en espera de que volviera a ia nonnalidad, pero
-añadió
inútil
-Es -replicó Manuela desde atrás-. Está advirtió que los segundos transcurrían y parpadeaba con
claro que Mercedes no nos contará nada de lo que nece- mayor frecuencia. No sabía qué hacer, solo estaba segura
sitamos saber. Ella es feliz con nuestra ignorancia. de que no quería mostrarles la sodalita a su abuela ni a sus

76 77
l

hermanas en esas circunstancias. Sin embargo, tampoco nrás tupida y le costaba seguir el ctitrt itro tlihttjit
podía quedarse inmóvil para que la sorprendieran con cl remoiino de hojas La tierra estaba t¿rn Ilúlnctl¡
la piedra brillando ent¡e sus manos. Metió el collar de ir poco adquiría más aspecto de barro quc tlc sctr-
vuelta en su bolsillo, pero se dio cuenta de que el res- tlcflnido. Sus pies comenzaban a hunclirsc c:tt¿tllcltr
plandor era demasiado fuerte y traspasaba la espesa lana que el pequeño torbellino de hojas se deshacía al
de su chaleco. Así, decidió esconder la sodalita en algún tlc ut.tos alerces. Marina quecló paralizacla, ¿qué ha-
lugar cercano que pudiera encontrar más tarde gracias a continuar sin la guía del bosque? Entonces creyó
la ayuda de Mercedes. Caminó con sigilo para alejarse de sc había dejado engañar por una falsa corazonada,
las demás; luego, desapareció entre los árboles. tuntr impresión equivocada. ¿Cómo creía posible que
Una vez que logró escuchar únicamente el sonido le estuviese hablando? Quizás Ia muerte de sus
de los ríos, se atrevió a sacar de nuevo la sodalita. Esta la había afectado más de 1o clue creía. Se encontra-
cambiaba en distintas tonalidades de azul, desde el más perdida en medlo de cientos de árboles y tierra panta-
intenso al más tenue. Comenzó a caminar entre la ve- sa, sin tener 1a menor iclea de cómo regresar' Miró Ia
getación, intentando encontrar el lugar adecuado para nuevamente; titilaba con mayor intensidad' Sin
dejar el collar, cuando se dio cuenta que desde el bolsl- muy bien qué hacer, pero con [a irnica certeza de
llo la luz adquiría rnayor intensidad. Sacó nuevarnente la n-rás perdida ya no poclía estar, decidió camiuar ha-
piedra y la sostuvo entre sus manos. tunos alerces. Con dificultad llegó hasta e11os, dio un

-lQué hago? -se preguntó en voz alta. tle pasos rnás adelante y, en ese molnento, toclo cam-
Como si el bosque la hubiese escuchado, los árboles Rodeado por árboles milenarios se encontraba un
agitaron sus ramas y un revoltijo de hojas se extendió de bosque; uua circunferencia perl-ectir con cientos
por un camino alternativo al sendero que Marina seguía. de margaritas en el pasto. A Marina la invadió una sere-
Sin siquiera dudar, decidió segulrlas. Parecía que las ho- nidad que nunca antes había sentido. Unos pájaros pe-
jas bailaban al compás del viento sureño y que los ríos, clueños de color azul plateado cantaban sobre los álamos
a lo iejos, las acompañaban cantando. Marina observó clel claro. ¿Acaso 1o hacían para ella?
la sodalita y advirtió que la pulsación de su resplandor En el centro, logró distinguir una roca de forma
aumentaba a medida que atravesaba el bosque. ¿Acaso rectangular que u-redía alrededor de un metro' Se acercó
era posible? ¿El bosque le hablaba? La vegetación se hizo lentamente hacia 1a piedra ¡ a medida que Io hacía, la

/B /9
I

naturaleza parecía inquietarse: la brisa se convirtió en un abrir los ojos, se dio cuenta no solo (lc t¡tlc lit srr
vendaval, el correr de los ríos se transformó en un sonido había dejado de titilar, sino cllle, ¿tlcllriis, cl ciclrr
ensordecedor, el cantar de los pájaros, en una verdadera había nublado abruptamente como si una temPestad
sinfonía. Todo el bosque estaba ahí con ella. Podía sentir a caer justo encima de ella en pocos segundos. El
1a vibración de la sodalita azul dentro de su pecho, como se colaba con fuerza por entre 1os árboles y llegaba
si cada titilar fuera un latido de su corazón. hasta el centro del prado, agitando de un lado
LIegó frente a la gran roca que alcanzaba su cintura, otro el vestido blanco de su madre. Una lluvia poderosa
así que se acercó más para saber qué había sobre ella. Su a caer desde las nubes negras.
color era de un gris opaco y la superficie rugosa parecía A lo lejos, pudo escuchar 1os gritos de su familia
corroída por el paso del tiempo. Y ahí, entre el granito y buscándola.
el hollín, observó cuatro extraños símbolos grabados en Y en un susllrro creyó escuchar la voz de Milena
el medio de la roca: o su nolnbre.

Uno de ellos llamó su atención: aquel que aseme-


jaba el movimiento del agua. Entonces, como si le hu-
biese sido revelado un misterio, supo de inmediato qué
debía hacer: tomó la piedra y la encajó con seguridad
dentro del círculo correspondiente en la roca. La sodali-
ta se acopló perfectamente en e1 agujero ennegrecido y,
una vez dentro, un rayo azul emanó de él hacia lo más
alto del cielo. Marina fue cegada por el destello y cuando

BO B1
I
-I

Ancestros

razón, mamá: el frío del sur es muy distinto al de la


*pensó Marina-, este se impregna en los huesos y
dejdi Todavía podía sentir la lluvia coliíndose a través
piel. Había estado un tiempo largo bajo la tormenta
lrr csperanza c1e sacar la soclalita azul de la roca, pero
de todos sus intentos, se mantuvo firmemente
como si lna vez acoplada ya no pudiese salir de
Un vendaval azotaba sin piedad el claro de bosque
cuando ya no pudo escuchar la voz de Magdaler-ra, su
a la casona se hizo impostergable. Encontró a
hermana a rnitad de camino y juntas corrieron hasta
empapadas al pórtico de entrada. Sin alcanzar a
mayores explicaciones, ambas subieron raudas
escaleras para tom¿rr una ducha calicntc y así entrar
ca1or. Una vez en slt pieza, tcncliri cl antcs irtc(rlulrie
blanco sc¡bre el respaldo de l¡ sillir; lits gotas de
que caían al suelo formaron un chitrcr¡ pctltrciro bajtr

B3
I

é1. No quiso seguir viendo cuánto había ensuciacio el hacia la puerta, como si temiera rlu(, ( n .rlliirr
r.esticlo cle su maclre, así que decidi(r llevar su pelo haci.r fuese a entrar alguien por ah í. ¿Ai rrro t nlr'tr
delante y la vist¿r al suelo. En seguida tomó el secaclor y sc lo que había ocurrido? ¿Estaría ¿rl tirnto tlt'.rlro t¡ttt
dejó adormilar por el soniclo fuerte y tnonótono. El airc desconocía y solo esperaba el nronrcnto nl'rs itdc
caliente retumbaba en sus oídos, pero alrn así estirba ntás o para contárselo? Desde la mañana hrrbirr t¡ucrido
concentrada que nunca. Lo que sucedía a su alrededor a solas con Mercedes para preguntilrlc qLré era
no poclía ser verdad 1', sin erlbargo, 1o era. Pero ¿qué sodalita azul y ahora, nás que antes, quería averi
era, cxact¿rmente? Un gcllpc cn la puerta la sacó de sus qué significaba ese claro. Llevaba horas aguardan
pensamientos. l¿ ocasión perfecta para conversar con el1a, pero con
Pase, está atrierto contestó nrielttras apagabir el lluvia como cientos de saetas sería in'rposible salir de
secador de pelo. casona. Sus herrnanas no irían a ninguna parte, Pe-
esto entrarás en c¿rlor su abuela, sen tampoco; ella y su abuela se quedarían ahí, junto tr
-Con -dijo
tiinclose al borde de la cama y dejando ult té con miel os los demás. Las opciones que tenía, ¡ror lo tauto,
sobre el velador. dos: cerraba la puerta con llave y resolvía el asun-
Gracias, Meche responditi Marina mientras ahí misrno o se¡iuía a la espcra dcl momento ideal.
tonraba el tazón. nunca se había caracterizaclo por su paciencia,
un buen tiempo al1á atlera. 1a pieza, cerró el pestillo y, despacio, 1e preguntó
-Estuvistc
Si. No sabía dóncle est¿rba y me costatra escrLchar su abuela:
la voz cle 1a Maida, porque la lluvia caía rnuy fuerte. está pasando?
-áQué
extraño, ¿no crees? *le pregur-rtó Mercedes sllpe prirnera en conectar
qLle serías la
-Es -Siem¡rre
con los ojos clavados en los suyos . No tenciría por qué Marina. Desde que eras una niña. Lo supe porque,
llover así de fuerte, como de la nacla. que naciste y cada vez que fui a verlos a Santiago,
Estamos en el sur, Meche. Esas cosas pasan. nre pedías que los llevara conmigo a1 bosque.
sabia que conocías tanto el clima de este lugar. Marina recordaba eso. |ragmentos, pequeñas es-
-No
lo conozco, pero es ir-rvierno así que... cenas difurninadas. Como si tomara una cámara foto
-No
Marin¿r no tenninó la oración: su abuel¿¡ parecía te-
¡¡ráfica, soplara sobre el lente y apretara el obturador.
ner un tic nervioso y eso 1a distr¿ría. Cacla cierto tiempo l.a imagen que tendría sería un recuerdo borroso. Ella

:.. 84 B5
queriendo ir al bosque. Ella en el bosque. Ella y el agua nrhlc csto. Es algo que nunca había tenido cluc haccr. No
del bosque. rlc csla rnanera, por 10 menos.

-Le rogabas a tus papás que se vinieran a vivir -¿De


qué hablas, Meche?
conmigo, les decías que ninguno de ustedes pertenecía poder elemental, Marina.
-Del
a la ciudad. Y eras una niña. Lo supe ahí mismo, Mari- Marina no dijo nada, se limitó a levantar una ceja,
na. Nunca pude explicarme por qué, pero era como si Ittt ródula.
nunca hubieras estado lejos de tus raíces. Y esto...
-dijo -¿Recuerdas
la historia de Melantha MacCár-
levantando las manos y señalando el cielo esto es una tlr l igh? Mercedes yMarina asintió-. Bueno,
-continuó
prueba de que estaba en lo cierto: de todas tus hermanas, e llir no era cualquier persona, querida. Melantha des-
tú fuiste 1a primera en conectarte. t crrtlía de un clan muy poderoso. Verás, en un comien-
Puso todo su peso sobre una pierna. Luego, sobre zo hubo en Irlanda un clan original, el cuai dio inicio a
1a otra. Fue hasta uno de los ventanales y lo abrió apenas. olros cuatro clanes. Dentro de Ia descendencia de estr¡s
Escuchó el zumbido del viento y de alguna manera, eso (uillro grupos, se encontraba el que llegó a Puerto Frío
la tranquilizó. Apoyó su espalda en la ventana y, por fin, crr cl siglo XVIII. Ellos eran nuestros ancestros, Marina.
se atrevió a hablar. Nuestro clan. Y para nosotros, eso significa descender de

-No entiendo lo clue quieres decir. trn poder inmenso.

-Ei rayo del.uz az:ul que salió hoy entre los árboles: -Elpoder elemental
-comentó
Marina incrédula
1o vi. y cludosa de que su abuela estuviera lo suficientemente
viste? Marina atónita. cuerda como para vivir tan lejos del hospital más cercano.
-¿Lo -preguntó
formamos parte de ese poder y, alayez,
-Sí. -Nosotras
-Pero ¿cómo? Mis hermanas no vieron nada, me sin nosotras, ese poder no existe.
habrían dicho algo.
-Claro -afirmó intentando ser
lo más convincen-
Es necesario creer para ver, es necesario estar te posible, aunque sabía que, como su madre, era pésima
conectada. para mentir.
Marina apenas comprendía de qué hablaba la anciana. que es una locura, cierto?
-¿Piensas
ser tan poco clara, mijita, lo cierto es La verdad, Meche, no sé de qué estás ha-
-Lamento -No...
que estoy igual de nerviosa que tú. Me cuesta conversar blando. Acepto que todo 10 que pasó hoy en la mañana fue

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I

r¿1ro, muy raro, pero... no 1o tornes a mai... no te conozco. rh'l ¡rrimer piso. E1 corredor principal estabu rrLry
Marina pudo notar la tristeza en los ojos de su r,,( lnr)i por lo que su abuela apretó el intcrruplor rrr.rs
atruela; satría que sus palabras habían sido duras, pero r r'r( , l() ¡rara ilurninar e] caminO. En Seguida, L t¡ sirlit.r

no encontraba otro rnodo cle rel'ruir cle aquella historirr ,rl',r ('.i(i ante los ojos de Marina. Un sof¿i autiguo corr
f¿int¿istica que Mercedes había invelrtaclo. t,r¡riz vcrde musgo rrriraba hacia el vent¿n¿rl húrrrctlo.
en nrivicla escuché a los ¡rapás hahlar de ese I r( lrl(' il este había una rnesa angosta c1e rn¿rdera cor-r
-lanrás
pocler, ni de la conexión, ni cle los clanes o c1e Melalri¿r... tttt llorero de porcelana 1, un pequeño candelabro. Una
Melantha corrigióMercecles. ,rll,,nrhra persa, larga y desgastada por el paso dc los
Y sé <¡re mis hermanas tampoco 1o han he ,rr()s, se desplegaba desde el inicio de la salita hasta
-Eso...
cho porque habría conocido la leyenda. ,rlliirrr punto que no podía distinguir debido a 1a falta
No es una leyenda, quericla su abuel¿r ,lr'lrrz. Mercedes sacó una caja de lósforos de la mesa
-replicó
ot¡stinada. y Plcnclió una de las velas: era eyiclente que no quería
Marina se sentó en la cama frente a ell¿r v le tomó 1¿r ,,t r vista por nadie, de lo contrario, habrí¿r encendido

mano con cariño. l,rs luces.'Ibmó el candelabro y guió a Marina por el


l,o siento, Meche, pero creo que estás... confunclicl¿i. ¡rrrsillo. A medida que avanzaban pudo advertir q'-re a
Mercecles sonrió y clejó su tazón sobre la mesa. ('sr l)equeña estancla le seguía otra y luego otra, siendo
[,s¿i es una 1inc1a forrna para clecir clue estoy loca, t l tla izquierda de1 primer piso una seguidilla de salones
Marina. Creo que clel¡erías ver a1go. Sígueme, por fhvor. .,t'¡rarirdos únicantente por los mismos pilares interi<¡res
Nlercedes se levantci y, antes de abrir 1ii puerta, le r¡ue sostenían la casona. No obstante, ningulo era
dijo: rliLrirl a1 anterior; e1 prime ro parecía estar destinado a

-Camina despacio y no hables,


quizás así logre- t orrtemplar el iardín; en el segunclo hatría un tclevisor,
mos que tus herrnanas no llos vean. tlos butacas c1e un amarillo gastado y, entre ellas, una
Marina cerr<i el ventanal, se quitri las pantuflas nrcsa redonda con dos posavasos. Marina se preguntó si
para asegurarse de no generar ningirn rr,Lido, y luego su abuela habría hecho algún cambio en la decoración
siguió a su abuela por los pasillos de la casona. Bajaron tlescle l¿r muerte de Saivador, su marido. Creyó que
las escaleras, crllzaron el hall de entrad¿r que tenía ¡r robablerrrente perrnanecía todo igual, ya que en las

ern¡rañados 1os parteluces y llegaron al ala izquiercla lres salitas se podía advertir que cada elemento estaba

BB B9

illillil
-'t

pensado para la rutina de dos personas que hacen su nradera. I)os escritorios bastaute alrtieuos, I)( r() nrr\
vida juntos. Una gran tristeza la invadió al imaginarse a cuidados, se encontraban de frente y tutilr trno l« rrirr
su abuela sola entre la lluvia y la neblina. liirnpara peqr,Leña. Marina puclo advertir lrr ¡rrst'nt iir
En la siguiente salita, la última de las tres, un sillón leta de polvo, por 1o que declujo c¡re su abutla uti
color crema ocupaba parte de la muralla y el pasillo; a esa sala con frecuencia.
su lado se encontraba una mesa con cientos de revistas *Esto es impresionante, Meche su nie-
-comentó
de aspecto amarillento y recogidas en las puntas. Junto con los ojos cada vez más abiertos.
a ellas había una radio con casetera de color gris. Eso le no, querida, 1o que verás a continuación lo es.
-Oh
recordó que el día estaba perfecto para relajarse escu- Mercedes le pidió a Marina que se ubicara en uno
chando buena música, aunque ella y su abuela no esta- los escritorios. Ella obedeció mientras su abuela des-
ban ahí para eso. Súbitamente, Marina recordó por qué entre los estantes. Después de unos minutos, la
estaba caminando por esa continuación de salones. Se trajo consigo un libro negro y dejó frente a
1o
dirigían a cierta parte de Ia casona que ella no conocía y El cuero oscuro de su cubierta infundía temor y,
que estaba muy bien oculta: nadie pensaría que tras una mismo tiempo, respeto. Era un libro antiguo, sin duda.
sala de entretención a otra podría encontrarse un secreto costado de sus hojas era más ocre que amarillo y la
importante. Pero así era. Al final del corredor, Iuego de ría de sus bordes estaban encrespados. A simple
las tres estancias, pudo ver otra puerta de madera. vista, no había ninguna reterencla.
por favor
-¿A dónde vamos, Meche? -le preguntó rom- -Ábre1o, -le pidió Mercedes.
piendo el silencio que se había originado desde la con- Marina no se atrevió a decir palabra. Sus manos
versación en su pieza. sudorosas. Antes de dar vuelta la tapa, se lim-
Ia biblioteca-. Se detuvieron justo frente a la pió las palmas en su chaleco. Luego, inspiró con fuerza
-A
puerta del fondo y Mercedes sacó una llave de hierro-. y abrió el librcl: al interior, en la primera hoja arnari
Necesitas conocer tu historia, Marina. llenta, una inscripción escrita de manera prolija con
Su nieta no pudo formular más palabras: Ia inmen- una plulna delgada decía:
sidad de la biblioteca era realmente abrumadora. Parecía
como si dos habitaciones grandes hubiesen sido unidas
para albergar los cientos de libros ordenados en estantes
A",A [/c/*".áü*.
90 9t
I

Intrigada, decidió dar vuelta otra hoja y seguir: Atrás


encerramos el odio sin piedad de la Oscuridad
Año 1770 del día 31 de octubre y esta noche, comenzamos a dejar registro
Sabbat de Beltane de lo que fuimos, somos y seremos sin él'
M,

M Marina, pero no tanto como


-Otra -murmuró
que su abuela dejara de escucharla.
querida. Melantha 1o escribió cuando lle-
es,
Esta noche -Así
cuando en la tierra antigua
¡ Puerto Frío, pero dicen que decidió dejar escrita
conmemoraríamos la importancia de nuestros ancestros,
la inicial para que así cualquiera de nosotras pudie-
cuando las leyes del espacio y el tiempo carse con sus palabras.
estarían momenténeamente detenidas, es esto, Meche?
-iQué
y la barrera entre los que ya no están y los que estamos Quizás, todo pudiera ser verdad. Quizás, le creía'
se desyanecería de modo temporal en el Sabbat de Samhain, no es la Pregunta que verdaderamente quie-
-Esa
nos adentramos en un nuevo mundo. hacer su abuela sin desviar la mirada de
Una nueva tierra que encarna el hielo del hemisferio sur,
-afirmó
oios.
pero que gracias al fuego de Beltane,
Marina enmudeció lnientras se perdía en la mirada
hoy nos enciende e ílumína.
ercedes. De pronto, soltando toda atadura y miedo,
preguntó imPerturbable:
Atrá s
somos?
dejamos los infortunios impuestos por un linaje -iQué
eternamente bendecido La abuela esbozó una sonrisa antes de responder'
innumerables eces maldito.
Marina.
v
-Elementales,

9) 93
-l

Profecía

ón de Marina se detuvo por varios segundos.


es, Marina". ¿Qué significaba ser una elemen-
La voz de su abuela era Lln eco. Un solo eco pasanclo
endo y arrasando en su mente. La voz de su abue-
palabra que no quiere escucharse. Que no quiere
formarse. La voz de su abuela seguía zum-
como el viento de afuera. Y ella quería estar allá,
como el viento del bosque.
que estés asustada, pero aun así debes co-
-Entiendo
la verdad. Necesitas saber quiénes somos realmente.

-Yo no necesito saber n¿da, Meche -dijo ella,


no se sentía como ella, sino como el zumbido del
o como el lente empañado-. Yo no soy eso que
que soy.
elemental.
-Una
1o digas más repitió, esta vez más enfá-
-No -le
pero Mercedes no se inmutaba ante sus peticiones.

95
Í-r -l
una elemental, Marina. Si no lo fueras,
-Eres
talismán no habría llegado a ti.

-Talismán... ¿qué
-Estoy
talismán?
hablando de la sodalita azul clue encaj irs l,
I tl,
IOt*t
ru,*.'"'*t':
-.:*
: fi H""I;...;*
sobre los elementos de la naturaleza' Este clan
esta mañana en la roca del claro.
No tenía sentido. No era posible que esa histori.r
con tintes mágicos fuera cierta y que sus padres nun
f m* ff
,,1, l, , tlittrtlrttl<¡.
: ffii:,ff ;lt';" #ffi IL:l'l:
ca les hubiesen dicho nada, o por lo menos, dado unir s enmutleciti cotno para ver si obtenía
l\ l('r ccdl:
,rl¡1rrrr,t rt'spttesta tle Mairilla, pcro ella se limitó
pista. Simplemente era imposible que sus papás se l-ru a seguir

bieran querido llevar a la tumba un secreto corrro esc. r h¡ rt' lr.r I l(lo.
Y entonces, con 1a rapidez de una chispa, lo entendiri: I -C"¿t una formó un clan, Pero a su vez' se ori-
lo tenían previsto. Si en algún momento un accidente I*, discordias y muchas batallas destruyeron a los
acababa con ellos, si morian de viejos, de enfermos o
quién sabe cómo, ella y sus hermanas lo sabrían. Irían Rm:x#,t:.:J.::::H,::'iffi :'.:'::i:;
perdido por falta
a Puerto Frío, a la casona de su abuela, Mercedes Plass,
!Éo, t,ry.r, o se ocultan. Nos hemos
la señora de los bosques. Y 1o sabrían. Lo entenderían.
Y aun así, no se resignaba a la idea del engaño, de los J'Xn#'flo".oro,, ¿por qué se esconden?
secretos. f -Nos
rodean muchos peligros, querida' Lamenta-
familia desciende del clan de Agua Jtun," siempre termina siendá moy tarde cuando nos
-Nuestra -si-
guió su abuela como si mientras más detalles 1e contara,
más podría creer en su historia. En todo caso, 1o logra- krru*ii:",'"'ilI.;,X"",','.Tr'ffi:ITLI
por eso' ya ten-
ba-. Originalmente, hace muchos años, existieron en ]a de su nieta-.
Pero no te Preocupes
Irlanda cuatro elementales muy poderosas: A'ine, que te- Jt*ot tiempo para solucionar los problemas'
nía dominio sobre la tierra; Ciara, señora del fuego; Sile,
señora del aire y Máira...
de Agua Marina-. La
II -iffTffi,il",:'.":fr:,- Por ahora, no
Marina volvió a tomar el libro abierto en la misma
-Elemental -interrumpió
primera "M" de nuestra familia, ¿no es cierto? lgin" que minutos antes había leído'

96 97

I
l

¿Y qué es exactamcritc cstc liLrro? qllnrl)r'c organizada y pulcra, hal¡ía resuelto c¡tlit tlt ll

-Como te dije, atluí cstli todil nuestra histori.r. ll,' ¡,or si algo así llegaba a sllceder; conl'iab¡ crt t¡Ltt lrt
Melantha comenzó ¿r escri[¡ir]o, luego continuó Melincl¡, r,tr'r rrir scnsibilidad de su padre las había prel¡¡r¡tlo pirr¡
su l-rija; Marine, su nieta; Nlarizé, su bisnieta... El legaclr rl rrr¡rrnento que ahora vivían. Creía en cllos, ¿I pcs¿r
se extiende hasta r¡i. ¡ll lorltl.
¿Y la marná? ¿Y qué se supone que hago con toda esta infor-
r¡adre nunca quiso escribir cn é1. dudando de cuái era la decisión co-
-Tu r r,r( i(;n?
-preguntó
qué? r r r'( lir (lue debería tomar.
-¿Por
Cosas tlc tu rrr aJ lc... Mcrcedes comprendía 1a incertidurnbre de su nieta,
qué, Nleche? N{arin¿r.
-¿Por -insisti<i 1" r,, r'l luturo la irrquietabi.r.
Crcíir que las rnujeres cie este libro estaban lnaldi Primero, querida, debemos clescubrir cuáles son
tas y ella no queria estarlo. Es una idea ridícul¿r. Irr:. ¡rocleres para que así puedas desarrollarlos. Y segundo,
toclos modos, yo no quiero tener relación colr Lr rrriis importante, es la misión que se te ha encomendado.
-l)e
estcl, Meche trsegurci su niela alejando e1 1il¡ro clc sí. Marina frotó sus manos con rapldez ¡ en seguida, se
No hay naila que puedas hacer para desligartc dc L v¡urtti. Corrió la silla hacia delante y se afirmó en el borcle.
1o que ercs.
-Poderes y rnisiones... ¿En serio, abuela?
l.o he hecho durante toda Ia vida sos Marina, tú no eres cualquier tipo de elemental.
-contestri
tcr-riénclole la rniracla. Soy una elemental de Agua, eso ya lo sé.
Antcs era distirrto. antes no estabas conectacla. Más que eso: eres la dueña de uno cle los cuatro
Esto es kr qlle eres, 1o que somos. I,)s lo que tus paclres t,rlisnranes que el clan origlnal creó siglos atrás. Eso sig-
querían que supieras solo en circunstancias colro estas. rril'ica que eres una de las elementales que compone la
Marina sinti(r una flsura dentro de elia cuando I'r'olccía más importante de nuestro legado.
recordó 1a figura ahora desv¿necida de sus padres. No con una sonrisa irónica.
cornprenclía cómo hal¡ían preferido que sus hijas sn
-Cenial -comentó
Fue hasta una de 1as ventanas que daba al patio inte-
pieran la verdad sok¡ una vez que ellos mLlrieran, si se lror de la casona. A pesar de la lluvia, podía ver la fuente
hirbían ernpeñado toda la vid¿r en mantenerlas alejadas tlc agua al centro y las cerán-ricas color tierra con azulejos
de esa realidad. No obstar-rte, confiaba en que su rnaclre, lirlirvera. Afuera, la escena le parecía hermosísima.

9B 99
I

Mira la página 20 del libro, por favor pidió En silencio fingirían su muerte.
-le F.n silencio vivirían por siempre invisibles a la oscuridad.
su abuela.
Y el Fuego no sabría del Aire
Marina respiró hondo antes de voltearse. Se volvió
y el Aire no sabría de la Tierra
a acercar a1 libro negro ¡ sin tomar asiento, corrió 1en-
y la Tierra no sabría del Agua
tamente las hojas. Sus manos tiritaban cada vez que veía
y el Agua no sabría del Fuego nunca más.
la pluma delgada de Melantha cruzar las páginas tiesas y
amarillentas. Finalmente, vio el número 20 y se detuvo Para debilitar el poder de las tinieblas
ahí. Los ojos se le secaron y su corazón se detuvo: el ta- crearon c uatro t ali smanes,
llado que había visto en la roca del prado, ahora estaba cada uno conservaría parte de la esencia y poder origínal.
frente a ella. Proyenientes de las cuatro hermanas
los talismanes concentraron su energía elemental
D¿ los Talismanes Elementales
y les permitieron guardarla para años venideros.
Tiempos como los nuestros cuando los clanes se han disuelto,
cuando muchos han caído en el vacío,
y otros se han corrompido por la ambición.

El talismán de Síle,
ama del Aire caliente y húmedo,

fue esculpido en cuarzo transparente,


Fue en el origen,
símbolo de la sabiduría y el conocimiel¡to,
la trascendencia y la energía,
cuando ninguna de nosotras conocía aún la luz del día,
que apareció la profecía frente al clan oríginal:
la memoria y la conciencia.
El talísmán de Ciara,
fieros peligros se escondían en las sombras.
señora del Fuego caliente y seco,
Cautelosos, quietos.
A la espera de una escisión en la hermandad. fue esculpido en Ia piedra del sol,
A- la espera d.e una señal para salir de las tinieblas.
sodalita orgullosa y llena de dignidad,

Los clanes serían derrotados.


idealista y autoritqria,

Dispersos, vagarían errantes por la tierra.


instintíva y colérica.

,l00
101
El talismán de Máira, Aire, Fuego, Agua y Tierra volverán a ser uno
elemental del Agua .fría y húmeda, cuando la Rueda del Ser se revele frente a nosotros.
fue esculpido en sodalita, Sentiretnos su llamado universal
piedra d:l equilibrio y la voluntad, se reunirán los cuatro clanes,
del valor y la espíritualidad, y se restaurará la conexión elcmental.
del idealismo y la fidelidad.
M,

El talismán de Aine, Un silencio sepulcral inundó la biblioteca. La lluvia


elemental de Tierra, fría y seca, más ruidosa que antes. Marina quería hacer un
fue esculpido en verdelita ón de preguntas, aunque apenas podía levantar la
simbolo de la paríencia y la perseverancia,
Frente a ella, estaba la evidencia de que pertenecía
la estabilidad y el pragmatismo,
clan de elementales. Y era cierto. Eran humanos
el realismo y la seguridad.
ella. ¿Eran humanos? ¿Qué eran realmente?

Los cuatro talismanes permanecen velados -Lo que encajaste hoy en esa gran roca es el talis-
al co nocimiento general; de Agua, el mismo que fue forjado siglos atrás por
propia Máira
fueron escondidos de cualquier ser que pretenda -le dijo Mercedes con una seguridad
usar su poder para fines egoístas. c [a asustaba aún m¿1s*. El origen de todo 1o que so-
Los que saben de ellos quieren somete os a sus deseos: se encuentra ahí.
no comprenden que son inutilizables por cualquiera- Marina se mantuvo en silencio con los ojos clava-
en el libro. Inspiró con dificultad para llenar de aire
Solo aquellas destinadas a los talismanes
pulmones, aunque Ie pareció inútil.
'podrán lalerse de su energía,
*insistió Merce-
formar la Rueda del Ser -¿No lo entiendes, querida?
Tú eres una de las elementales de las que habla
I conectar con el poder original
Tú eres una de las cuatro que conformarán la
que nos librará de los traidores,
que nos librará del Maldito,
del Ser. Y solo tú puedes reunir a las demás elegi-
que nos librará de toda la oscuridad. para recuperar todo lo que hemos perdido.

102 103
-.!

necesito descansar, Meche


-Yo... -dijo apenas
con un hilo de voz.

-No hay tiempo para eso. Hoy comienza un nuevo


cicio para nosotros. El primer talismán apareció: es una
señal y pronto intentarán hacer algo. Abrumada
algo?
¿Quiénes?
-¿Hacer
Mercedes simuló arreglar un mechón de pelo
inexistente del modo más despreocupado posible. Había
hablado más de Ia cuenta.
te preocupes, Marina. Estoy un poco ansiosa,
-No transcurrido una semana desde que su abuela le
jamás pensé que estaría viva para conocer a las elegidas,
menos que una de mis nietas sería parte de ellas. que era una elemental. Siete clías casi sin dormir y
"Elegida'l Ella nunca había sido elegida para algo logrando comer. Siete días preocupada por tener
especial y no se sentía cómoda con esa palabra. Simple- evadir a sus hermanas y, sobre todo, siete días esqui-
mente no formaba parte de su horizonte de conceptos. a Mercedes para no lidia¡ con 1o que, se suponia,
Meche, antes de que sigas entregando más e era. Así, por primera vez, estaba feliz cle
-Mira, al colegio: no tendría que inventar más pretextos,
infonnación, dame tiempo, por favor. Déjarne procesar
todo esto. que por fin tendría su tiempo ocupado en el estudio.
te lo daré, pero el tiempo no puede ser entristecía que gran parte de su motivación con la es-
-Bueno,
eterno. Menos ahora que contamos con tan poco. se basarir en eludir a su fnmilia, pero lt realiclad em

Marina asintió. En el fondo, e1la también lo sabia: últimamente eso era lo único que quería hacer.
no podría rehuir eternamente de su destino. En algún su hermana mayor desde el pa-
-¡Marina! -gritó
monento debería mirarlo a la cara y enfrentarlo. "Pero . ¡Apúrate, que vamos a llegar tarde!
respondió mientras se abotonaba la
no será hoy", pensó. A io lejos, las voces de sus hermanas -¡Voy! -Ie
llegaron como eco hasta la biblioteca. Perpleja, atendió chaqueta azul oscura con la insignia del colegio. Nunca le
la decisión de su abuela: "Ni una palabra de esto a tus habían gustado los uniformes, pues estaba convencida de
herrnanas, Marina. Ellas deben conectarse por si solas". que verse igual a otros cientos de alumnos no contribuía al

104 105
-1

aprendizaje. Sin embargo, bajo las nuevas circunstancias, lejos del pórtico de entrada, se dirigi<i ¡ lVlrrrinu
había decidido realizar un cambio de rnentalidad: no Ie t¡ue venía más atrás y tomándola de la rnano, lc tliio:
agradaba el uniforme, pero lo llevaría resignada para no -Cuídate mucho, querida. Este es tu prir-r-rer cl íti
sumarse preocupaciones sin sentido. Otras inquietudes del sector de los ríos y no hemos hablado lo sufl-
más importantes ocupaban su mente por ahora. sobre 1o que ha pasado.
ves muy linda Magdalena desde el um- Meche. Sé cuidarme sola.
-Te -dijo -Tranquila,
bral de la puerta. -¡Marina! ¡¿Quieres subir al auto para que nos
veo muy escoiar mirándose en ¡rot'lamos ir?l -gritó Manuela desde la ventana de la
-Me -comentó
el espejo.
a salir todo bien voy!
-Va -su hermana esbozó una -¡Sí,
sonrisa-. Siempre has sido muy sociable, te adaptarás a cosa más dijo reteniéndola otro minu-
-Una -le
la perfección. : recuerda que aún no sabemos cuáles son tus po-
crees? y qr"re, además, se pueden manifestar en cualquier
-¿Tú
segura. momento. Lo único que debes tener en cuenta es que,
-Estoy
El pueblo quedaba a unos cuarenta minutos en auto no te sientas en peligro, no aparecerán.
desde el sector de los ríos. El recorrido comenzaría en el -¿Y me dices esto ahora, cuando estoy a punto de
colegio de Marina para luego continuar hacia el hospital con personas que jamás he visto en la vida?
general del pueblo, donde Magdalena comenzaría a tra-
-¡Marina! -exclamó esta vez Matilde-. ¡No lle-
bajar como enfermera. Manuela, por su lado, debía bus- a mi entrevista si sigues ahí parada!
car unos cuantos libros que 1e faltaban para completar su -¡Va en seguidal -contestó con otro grito su
tesis, mientras Matilde iría a la única agencia de turismo antes de continuar-. Traté de decírtelo antes.
que existía en el puebio. Con algo de suerte le darían el no he logrado conversar contigo desde hace días.
trabajo que siempre había soñado: horarios flexibles y pediste tiempo, ¿no? Bueno, pues, te 1o di.
mucha aventura.
-Esto es grave, Meche. ¿Qué voy a hacer si de re-
Las tres hermanas mayores salieron de la casona, empiezo a... hacer cosas?
no sin antes recibir unas cllantas palabras de aliento de mantenerte tranquila, eso es todo. Mien-
-Intenta
su abuela, quien una vez asegurada de que estaban lo estés calmada, tus poderes continuarán en silencio.

106 10/
I

-Es fácil para ti decirlo; no eres tú la que se pre-


su camino hacia el pueblo. Los primeros dicz nrirrrrtos
sentará frente a todo un colegio. tle I trayecto Marina escuchó un sermón trirs oll o: t¡rrt. st.

-¡Marina, ven ya! -chilIó Magdalena desde el


llitbía demorado mucho en salir, que esttibun totl;rs rrlrr
asiento del copiloto. sarlars, que cómo el primer día de colegio lleg:rril t;rnlr'.
son los mortales quienes deberían preocu- Itcro el capataz no estaba acostumbrado il lirnl() ut ilcn()
-No
parte, Marina. It'rnenino, así que llevó rnás profundo su pic rl rrcclcrrr
eso me hace sentir mucho más tranquila tlor para no continuar escuchando los alegatos y rliscu
-Genial,
con un dejo irónico su nieta. sio¡res de las hermanas. Así, más pronto de lo ¡rcnsarlo
-murmuró
enfocada y nada sucederá. Ahora anda rlcjaron atrás la bruma del sector de Ios ríos y advirtie
-Mantente
o ellas serán las causantes de que tus poderes emerjan rrn las casas de colores que se encontraban bajo la colina.
Mercedes señalando a sus otras nietas. l'uerto Frío Ie hacia honor a su nombre: 1a lluvia y el hielo
-dijo
A Marina no le gustó e1 tono condescendiente de l¡abían formado una capa de escarcha que hacía resbalar
su abuela. Si bien los días recientes Mercedes había res- it la antigua camioneta, obligando a Pedro a disminuir la
petado su distanciamiento y había entendido sus razones vclt¡cidad. Marina observaba las calles del pueblo como
para no querer hablar sobre el tema, el hecho de salir t'rr cámara lenta, todo parecía suceder con parsimonia y
fuera de la seguridad de la casona producía, tanto en Ma- lcntitud. Estaba acostumbrada al taco de las 7.30 en San-
rina como en su abuela, una necesidad de estar prepara- tiirgo, a las bocinas y a los taxis tirándose encirna o no
da para lo que viniera. Comprendía, debido a la incerti- l)crmitiendo el paso. Estaba acostumbrada, también, a ser
dumbre que ahora le producía estar sola y alejada de su rrru más de esa masa de gente haciendo fila en el paradero,
familia, que debía ser precavida no solo por los peligros rsperando por una micro que no llega nunca y que, cuan-
de los cuales hablaba su abuela por 1o demás, no tlo por fin lo hace, simplemente no puede entrar porque
-que,
tenía idea cuáies eran-, sino por 10 que implicaba inser- no cabe ni un alfiler dentro. Pero ahí, en Puerto Frío, es-
tarse dentro de un grupo de personas que, probablemen- lulr¿r la cara opuesta de la moneda: no había tacos, pero sí
te, eran muy diferentes a ella. ¿Cómo podría mantenerse r»uchas bicicletas; la gente no corría ni tenía ei semblante
calmada en un lugar que apenas conocía? llcno de estrés; el sonido más común era eI de mar, no 1os
Pedro ya tenía encendido el motor de la camioneta, lrocinazos, las alarrnas o el motor de las micros. Y le gustó.
así que tan pronto como Marina entró en ella, partieron l,c agradó saber que había salido de la capital, porque

108 109

t
sentía que ahí comenzaría a vivit a respirar. Y recordó
la imagen en nebulosa de cuando le pedía a su abuela
que se Ia llevara a el1a, a su familia completa, a vivir al
bosque. Y lo supo: ella siempre había pertenecido a ese
lugar. Pero lo terrible, lo más triste, era que lo recuperaba
-l

t l¡r¿r
Pero ese comentario no salió invicto.

-jQué te pasa?
-le preguntó Mant¡cla con ur)l
intención de pelea-. E1 papá ya tttt cslii, lt'tt t t s¡rt'
[o por tus muertos.
I
qué grave, si es una broma.
-Ay,
con la ausencia de sus padres. Una por otra. que ese es el problema, todo es ur.r chiste para
-Es
-Me voy a aburrir como una ostra en este lugar ti, incluso que los papás se murieran.
-dijo Manuela con un suspiro. -No se murieron...
-corrigió
Matilde
-,los mataron.
Era extraño que su hermana comentara algo sobre Mientras antes lo asumamos, mejor para todas nosotras.
sus estados de ánimo, así que la respuesta tardó en llegar. ver el día que tú asumas algo, Matilde. En
-Quiero
vas a ver que será el lugar ideal para terminar serio, quiero verlo.
-Ya
tu tesis, Manu Magdalena-. Tendrás el silen-
-contestó
cio y la calma para desarrollar todas tus ideas.
Marina
-Señorita -dijo de pronto Pedro-. ¿Le
molestaría si la dejo en 1a próxima esquina? Me temo
mi no me sirve eI silencio para escribir que, de lo contrario, la señorita Matilde no llegará a
-A -replicó.
bueno saberlo Matilde con una tiempo a su entrevista de trabajo.
-Qué -intervino
risa burlona. Estaba claro que no le interesaban los pro-
-Por favor, bájate, entonces... -interrumpió Ma-
cesos c reativos de Manuela. nuela-. Quizás así esta vaga encuentra trabajo y nos li-
-El papá decía eso, ¿se acuerdan? -dijo Magdale- lrramos de ella por lo menos veinte horas a la semana.
na eludiendo el comentario de Matilde-. Decía que los
-No hay problema -respondió Marina haciendo
sonidos de la ciudad le ayudaban a concentrarse, que lo caso omiso a la pelea de sus hermanas: había aprendldo
inspiraban. Hasta en eso te pareces a é1. que, cada vez que se metía, salía perdiendo-. ¿Cómo
Manuela sonrió y solo Marina alcanzó a notar el llego al colegio desde aquí?
tiritón en su mentón. correr derechito por esta calle y doblar en
-Debe
-El papá era un fracasado, siempre quiso ser escri- la segunda cuadra a la izquierda. Ahí va a ver una casa
tor y con suerte le daba para profesor de colegio bien grande, cle color amarillo. Esa es su escuela.
-acotó
Matilde con su tono jocoso, como si todo 1o que dijera, Algo se agitó en Marina al escuchar la última frase
amable o no, pudiera soportarse gracias a esa melodía. cle Pedro.

110 |1
I

preguntó al notar el énfasís que había no me di cLlenta...


-¿Correr? -Perdc¡na,
puesto el capataz en esa palabra. No, si está claro que no te diste cuent¿r

- Sí pues, si no, no llega. Ya son pasaclito las ochcr ó levantando 1a voz.


de la mañana, oiga. f)e verdacl <1ue lo siento muchc¡, yo...
Rápidamente Marina se bajti de 1a camioneta, se No te diste cuenta, ya escuché, no es necesario
cruzó el bolsón de cucro café y cornenzci a correr a tocla lo repitas intervino hastiaclo mientras recogía las
velocicl¿rd. Llegaría tarde a su prirner día de clases, ir que habían sobrevivido.
pesar de que se había jurado a sí misma y a ios clemtis Bueno, no es necesario ser t¿rn maia onda.
que su irresponsabilidad acabaría. Tan sutlergicla Ei tipo rio irónicamente.
estaba en sus pensamientos que justo cuando doblaba ¿Qué es tan divertido? preguntó ella.
lir csquina que Peclro le había indicaclo, un saco enorlne de la capital, ¿cierto?
-Eres
de polipropileno salió cle la nada y se estrelló cle frente sa... ?
-¿Cómo
contr¿r ella. Tomates y paltas volaron por 1os aires. Marina típica actitud del capitalino
L,sa es la
-dijo mien-
rcsbal(r y cayó encirna de l¿rs verduras que ya estaban en terminal¡a de acopiar las verduras : se siente clueño
el suelo, revent¿rnclo algunas justo debajo cle su falda gris. pueblo al clue llega.
¡Mi unifbrme! Marina comenzó a enojarse con ese desconociclo
se atrevía a juzgarla cle esa forma.
-¡Mis verdurirs!
Marina levantó la vista y vlo frente a e1lir ir un tipo TÍL no sabes nacla sobre rní Marina.
-aclaró
cle piel oscura y pelo azabache. SrLs ojos eran de un café no vienes cle la ciudad?
-¿Entonces
tan intenso que se hacía difícil recorrocer el contornr¡ en pero eso no tiene nada que ver con esto.
-Sí...
tre el iris y 1a pupila; arriba de ellos, un¿rs ¡roblndas cejas Él se puso la bolsa casi vacía al hombro, levantó rLnir
negras se asomaban sin cor¡trol. Le llamcí la atención el y dijo:
grosor cle su boca y la prorninenci¿r cle su mandíbula; pa-
-Mejor deja de lado tus hábitos capitalinos y
recía mayor que ella, pero de algún modo estaba segurir a Ia hora. Así dejarás de molestar a los que
cle <1ue esttrríar cercano a su eclad. F,l rernordirniento la
acechó ¿rl imaginarse c1ue, clebido a su torpeza, apenas 1e La miró despectivar.nente y, antes de irse, le clijo:
quedaba mercancía para vender. Alr y disculpa 1a "nrala or-rdal

11) 113
Luego, continuó su camino. Marina estaba atónita. don fosé a respontler rclrititlit
-Gracias, -volvió
Todas sus cavilaciones sobre la falta de estrés en las per- trcntc. ¿Qué le sucedía? Ella no era así...
ya empezaron, pero de inmecliato lla-
sonas de provincia se esfumaron con el primer contacto -Las clases
que tuvo. Estaba humillada en el suelo, con su falda ti- nur a la directora para que le diga qué debe hacer.
ñéndose en tonos rojos y verdes debido a los tomates y Marina asintió y el hombre de traje azul se fue por
paltas reventados bajo ella. ¿Cómo podía tener tan mala rruo de ios pasillos, dejando el eco de sus pasos tras de
suerte? Quería seguirlo, decirle algunas cuantas cosas r¡1. I)ecidió tomar asiento en uno de 1os sofás mientras

que 1e harían sentir igual o peor que el1a. Pero r-ro podía, cs¡rcraba a que la directora llegara. A diferencia del co-
el tiempo apremiaba. Se levantó, sacudió su ropa y apuró legio donde había estudiado toda su vida, este tenía un
el paso hasta llegar a la casa amarilla, la que tenía dos rrspecto más acogedor. La tecnología y los muebles mo-
pisos y ocupaba casi tres cuadras a lo largo. Tocó una vez tlcrnos eran reemplazados por sillones antiguos y mesas
el timbre, pero nada sucedió. Volvió a tocar más fuer- eirculares dispuestas al lado de cada uno. Frente a e11a
te. Entonces, un anciano de pelo blanco y delantal azul había un diario rnural hecho de corcho que atravesaba
abrió la puerta principal. gran parte de la muralla, sobre él estaban adheridos al-
é1. ¡4unos papeles con noticias de la institución, actividades
-¿Sí? -preguntó
tlcl pueblo y fotografías. Se veía demasiado grande para
-Hola -saludó tímidamente y se sorprendió de
que no pudiese sacar más fuerte la voz-. Mi nombre es contar con tan poca información. Pasados unos minu-
Marina Azancot, so¡.. tos, escuchó acercarse el traquetear de unos tacos y por
la nieta de doña Mercedes! Ya nos parecía la misma puerta donde antes había desaparecido e1 por-
-¡Ah, sí,
extraño que no llegara, porque la señora nos aseguró que tcro, entró una mujer de unos cincuenta años. f'enía el
se integraba hoy. rostro redondo y nariz aguileña. Una melena negra, lisa
Atrasada, con el uniforme hecho un estropajo ¡ sin y voluminosa, 1e llegaba a la altura de los hombros, mar-
embargo, la recibían expectantes y felices. Quizás, después cando aún más sus prominentes ojos café. Parecía sudar
de todo, aún quedaban personas relajadas en Puerto Frío. más de la cuenta, incluso a pesar del frío.
pase, por favor a la Escuela Elemental de Puerto Frío
-Pase, -el anciano extendió su -Bienvenida
-dijo la mujer estirando la mano-.
brazo haciendo un ademán para que entrara-. Mi nom- Soy la directora,
bre es fosé Casas, soy el portero de la escuela. Eva Mil1án. Es un gusto tenerla entre nosotros.

114 115
I

-¿Escuela
Elemental?
-se atrevió a preguntar. En ese punto, aunque Marina parecía concerrtrada
Marina pensó que se trataba de una broma de mal gusto. sus palabras, Ia verdad era que ya no la escuchaba.
Lindo nombre, ¿cierto? han formado para ser personirs lronorablcs y
-Sí. -...se
Marina ladeó un poco su cabeza. ¿Acaso estaba . Usted será una de ellas poniendo
-afin¡ó
frente a ia directora de una escuela de magia? manos sobre los hombros de Marin¡ : una cons-
-Pero... ¿por
qué Elemental?
-volvió a inquiri¡ ra del mañana.
enfatizando 1a última palabra. Luego de este trillado discurso de presentación, a

-No lo sé -contestó con una sonrisa-. Eso debe- le quedó claro que no estaba en una escuela de
ría preguntárselo a su abuelita. y que eI pueblo no sabía quiénes eran en realidad
'Abuelita" pensó Marina, "probablemente la Meche y su familia. La rnujer tomó distancia de Marina y
se enojaría si supiera que la trata de abuelital miró de arriba abajo con un gesto de reprobaci<in. En
usted es la directora, debería saber... hizo un chasquido con su lengua y dijo para sí
-Pero
La mujer la miró horrorizada. Io suficientemente fuerte como para que Ma-
de ignorante? pudiera oír- "mala cosa, mala cosa".
-¿Me está tratando -chilló con
una voz tan aguda que la increpada debió retroceder
-Antes de continuar, señorita Azancot, me
gusta
unos pasos. saber a qué se deben las manchas en su unifonne.
señora. con alguien cuando venía carnino para acá.
-Disculpe, -Tropecé
señorita directoral *la corrigió Eva "alguien'era una cajita de pintura?
-¡Disculpe, -¿Y ese
indignada.
-No, era una bolsita de verduras -declaró con
-Disculpe,
señorita directora
-repitió Marina-. un tono levemente sarcástico que la directora no alcan-
No quise ofenderla, solo quería averiguar por qué se lla- zó a advertir.
ma así esta escuela. Mi abuela nunca me ha dicho nada solo por ser su primer día y ya que usted
-Bueno,
al respecto. nieta de doña Mercedes, dejaré pasar esta falta, pero
es la

-Bueno, su abuelita
debería habérselo explica- me temo que mañana no podremos permitirle la entra-
do. Las tres familias fundacionales crearon esta escue- da si vuelve a llegar en ese estado
-dijo señalando su
la hace años. Muchos alumnos han pasado por aquí, atuendo-. Usted comprenderá que es un pésimo ejem-
incluyéndome... plo para el resto de sus compañeros. ¿Está claro?

116 117
¡

claro, directora. Muy diferente a su abuelita. Aurrtlrrt', r lrttr,, r Ir's


-Muy
ahora la llevaré a su sala, señorita Azancot. de todo lo que ha teniclo que vivir rct it nlt'ntr'nlt,
-Bien,
Sígame, por favor. o por qué no tiene muchas gturas tlc h¡hliu...
Eva giró teatralmente sobre sus tacones y abrió la Marina sintió indignación y algo cle labia itl pcrca
puerta del ala derecha. El frío era tal, que cada cinco me- de qttc su eL¡uelir le h¡híl contt rtl;rtlo rr l.t "st'llorit.l
tros aparecía una nueva estufa. Marina confió en que la ra" que sus padres habían muerto. Sin embargo,
escuela tuviera los recursos suficientes para poder gastar esconder su molestia y, al poco rato, se detuvieron
todo ese dinero en calefacción. A medida que avanzaban, a una sala de clases.
reparó en la serie de puertas que se iban sucediendo y
-Puede
confiar en mí, señorita Azancot
-dijo to-
dedujo que ahí se encontraban los salones. No podía ver ole ambas manos-. Imagino 1o duro que debe ha-
su interior, pero las voces de los profesores y de alumnos sido para usted quedarse sin padres, indefensa, para
ya en clases se propagaban con claridad. Los muros es- tener que viajar a un pueblo congelado en el fin del
taban decorados con retratos de los antiguos directores Pero en la Escuela Elemental de Puerto Frío nos
de Ia escuela y advirtió que, a diferencia de lo habitual, de brindarle todo el calor del cual carece.
la mayoría eran mujeres. Eva se dio cuenta del interés de Luego de este discurso cargado de emotividad, la
Marina en las personas retratadas. se quedó muda, mirándola fijamente como a la
que se quede maravillada con estas de que Marina le contestara algo.
-Comprendo
obras de arte
-le dijo-. Es un verdadero honor que en -Cracias,
d ircctora.

-Muy bien dijo con una sonris¿r clesfigurada an-


este pueblito seamos capaces de romper con el yugo des-
pótico del machismo y contribuir a formar mujeres que dc hacer una pausa . Ahora, cletrás cle esta puerta se
se atrevan a llevar las riendas de una institución. Como su sala de clases. Su curso es el único tercero
habrá notado, Ia mayoría de las directoras de esta escuela que hay en la escuela, así que no le debería costar
han sido mujeres. o. Como ya debe estar enterada, este es un colegio
veo, directora
-Así -afirmó Marina. Ias niñitas son encantadoras v los hombres... bue-

-Un decoro magnánimo. §on hombres. Ahora Ie presentaré a su profesor iefe.

-Sí, directora -respondió, ya con poco interés. sido un gusto, señorita Azancot.
es una niña de pocas palabras, señorita
-Usted -Marina.
. ..', :" 118 119
t- I

-No -corrigió tajante la directora-. Aqui todos cra un pueblo con menor cantidad de lralritarrtcs tlt,st.xo
los docentes tratamos a nuestros alumnos formalmente r»asculino o porque Ia directora había deciclitlo lccptar
por su apellido. ¿Está claro, señorita Azancot? t»enos hombres para "destruir el sistema patriulctrl'l ()
el agua, directora. t¡uizá los jóvenes de su edad se encontrab¿rn t ritbajarrtlo,
-Como
Eva Ilamó a la puerta dos veces y un hombre alto corno aquel verdulero con el que había tropez.ado er-r la
y delgado salió a recibirlas. Tenía unos treinta años; Ile- rttañana. Recordó lo sucia que estaba su falda por culpa
vaba el pelo muy corto, pero aun así, se podía distinguir rlcl incidente y, entonces, comprendió por qué su nuevo
que era del mismo color castaño de sus ojos. Su aspecto curso la miraba con más curiosidad de lo norn-ral.
era el de una persona gentil o al menos más amable que
la directora. Su delantal blanco indicaba el nombre al -Queridos estudiantes -expuso con una sonrisa
cl profesot luego de cerrar la puerta tras de sí-, les pre-
lado derecho, a la altura del corazón: Gabriel Littin. scnto a su nueva compañera, la señorita Marina Azancot.
Tú debes ser Marina. lispero que la traten con todo el respeto y ia amabilidad
-Bienvenida.
-¡Profesor! -gritó descontrolada
Eva-. Por fa que se llerece.
vor, perdónelo, señorita Azancot. El señor Littin es una Luego eI profesor se volteó hacia ella y obviando las
nueva contratación, pero así como va, no sé cuánto más rcglas de la directora, continuó:
podamos tenerlo en nuestras filas.
-Marina, me gustaría que te presentaras ante tus
-Mis disculpas, directora Millán -comentó el compañeros, por favor.
profesor sin mostrar un atisbo de inseguridad. Luego, se Golpe bajo.
volvió a dirigir a Marina-. Le presentaré a su curso, se- Ahora, más que nunca, entendía por qué siernpre ha-
ñorita Azancot. Pase, por favor. bía odiado los métodos "pedagógicos': Creía que Littin lo
Eva se dio media vuelta y partió rumbo a su oficina hacía para que ella pudiese integrarse con mayor facilidad
al final del corredor. EI profesor, por su parte, le sonrió $l grupo, pero eso solo la complicaba aún más. Repenti-
a Marina y con un ademán le insistió para que entrara. namente, su facilidad para relacionarse con gente desco,
El tercero medio era pequeño, debían de ser unos die- nocida había desaparecido por completo. Podía sentir la
ciocho alumnos, de los cuales, si ios cálculos de Mari presión de las dieciocho personas ahí presentes para que
na no fallaban, tan solo seis eran hombres. Quiso saber hablara y dijera algo acerca de ella, pero ¿qué se suponía
si la mayoría de mujeres se debía a que efectivamentc que debia decir? "Hola, soy Marina, tengo diecisiete años

120 1)1
-1

y mis padres fueron asesinados hace un tiempo. Por eso L,l alumno cerró la puerta tras de sí y ir tr¡lrlirrrrrr
vine a vivir a este pueblo con una abuela que recién estoy Littin volvió a hablarle al curso.
conociendo, la cual me contó hace una semana que era una ya son grandes, no me hagan tratarlos
-Ustedes
elemental'l Imposible. El silencio ya se estaba extendiendo o niños.
demasiado y los murmullos comenzaron a surgir. Los estudiantes asintieron.

-Silencio,
por favor
-intervino el profesor-. In- -Muy bien, Marina, continúa por favor.
tegrarse a un colegio nuevo a mitad de año es algo muy ¿Continuar con qué? Si bien ese tal Dentón había
difícil. Les pido comprensión y apoyo para Marina. inoportuno, la verdad era que tenía razón. Solo
Genial. Ahora un adulto intervenía por ella frente a repitiendo 1o que, seguramente, llevaban días
jóvenes de su edad. ¿Cómo podría empeorar esta situación? éndoles: que llegaba una alumna nueva, que sus

-Hola -se atrevió a decir por fin-. Me llamo habían muerto, que era nieta de doña Mercedes
Marina... ¿Qué más quería el profesor? ¿Qué dijera su co-
algo nuevo ! un grito favorito? ¿Su día ideal? Sentía que sudaba como la
-¡Cuéntanos -interrumpió
desde atrás y las risas inundaron el lugar. ra o quizás peor. Se podía ver a sí misma des-
para afuera Littin. afuera: delgada, pálida y lánguida. Sin vida. Sus ma-
-Dentón, -ordenó
-Pero si era un broma, profe...
-dijo un joven de estaban cada vez más heladas y sentía que perdia la
cabello oscuro y aspecto desordenado que se encontraba en sus pternas.
en la última corrida de bancos. ¿te encuentras bien? una vc.rz
-Marin¿r, -preguntó
lejos-.
-Sal rápido y aprovecha de abrochar todos los bo- ¿Marina?
tones de tu camisa. Cuando te pida entrar, quiero que tu Cerró un instante los ojos.
corbata llegue hasta arriba, ¿entendido? Solo un instante.
profesor alumno se paró de su asiento y Cuando los volvió a abrir, advirtió que estaba en la
-Sí, -el
se encaminó hacia la puerta de 1a sala. de la casona. No sabía cómo había llegado ahí.
crees que se te olvida algo, Dentón? siquiera sabía si realmente se encontraba en ese lugar,
-¿No
Azancot. de 1o que sí estaba segura era delapaz que sentía.
-Perdón,
hay problema ella aún más incó- ligera por el pórtico de entratl¿r, aunrluc el cru-
-No -contestó
moda que antes. de la madera bajo sus ¡rasos desvancciri sus «ludas:

1)2 ,, 123
I

estaba ahí. Caminci por el pórtico dc entrada y observó,


-En la enfermería habló la mujcr . Nlt' llruro...
través de 1os ventanales clel living,
a ¿r Mercedes tejiendcr
-Ella es Ia enfermera cle la cscue-l¿r intt'r-r-Lrrrr¡riir
tran<1uila frente a la chimenea. Le costaba enfocarla, cra Millán-. Se llama Pameln Pamley. ¡Un nonrbrc cs
como si tuviera una especie cle difusor justo fr"ente a sus , sin duda!
ojos. Flstiró una rrano para tocar el vidrio cle 1as ventanas l,a enfernrera se encogió Lrn L)oco. Marina sintió
en'rpañadas y pudo notar el frío de la intemperie. Podía por e1la, pero el aturdimiento 1e irnpidió decir
sentir la sar-rgre l1uir por sr.l cuerpo, como si de agua en al respecto.
urr río se tratarir. Queria quedarse y no irse jar.r'rás. Anhe- ¿Qué pasó?
laba estar junto a su abuela al calor del buen fuego clue pasó que usted, señorita Azancot, es una
-Bueno,
sierlpre tenía preparaclo. Pero, de algírn otro lado, la lla- muy tímida...
maban. Y justo cuanclo Mercecles levant(r la vistir, la voz 'Algo clue acal¡o de descubrir", ¡rensó Marina.
lejana se hizo rn¿is firerte: Ll prol-esor Littin le pidi<1 que expnsiera irlgo so-
¡Señorita Azancotl ¡Señorita Azancotl 1c grita su Persona, Pero usted enmudeció instantáneamente
ba un tono agudo. luego, ¡p1afl, se desvaneció. ¡Vaya susto tlue nos clio!
Clreo que no debería hablarle tan fuerte, direc- ó a excl¿rmar . Pero gracias a nllestros cuidados,
tora otra voz más suave-. Es mejor clejarla ustecl se encuentra en perf'cctas contliciones para
-aconsejó
clesc¿tr.lsar. a su sala de clases.

-No necesito <¡ue me dé (rrclenes, enférmera Pamlcy.


-Si lne disculpa, señorita directora --intervino
l)e hecho, me gr.Lstaria recorcl¿rrle que la írnica que dispo delicadeza la enf'err.nera--, creo que scría mejor en
ne ac1ui, soy yo. a la señorita Azancot a sll casa.
disculpas, señorita clirectora. cree?
-Mis -¿Usted
Lentamente, Marina volvió a abrir los ojos. Sí... res¡roncliri la enfermera, r.rn tanto insegll-

-¡Señorita
Azancot, qué susto nos dio!
chilló Flva. . (J seir, yo consiclero, debiclo a las circu nstiurcias...
La directora la mlraba clesde arriba, mientras otr¿ reflero a que aún no se incorpora como...
rnujer vestida de blanco y un poco regordeta, la observa- Marina vio cómo P¿rnel¿r iba empequeñeciéndose
ba detenidarnente desde ¿rtrás. vez rnás liente a la miracla reprobatoria de ia señorita

-¿Dóncle
estoy? preguntó clesconcertad¿r M¿rlina. Entonces supo que era el momento de intervenir.

'¡::.:''. 1)4 1)5


-l

llevaré yo misma a su hogar, señorita Azancot.


-¿Directora? -La
señorita Azancot. "Quiere quedar bien con la Meche", pensó Marina.
-Dígame, preocupe, señorita directora. Estoy segura de
ver a mi abuela. se
-Quiero -No
ver a su abuelita? mi abuela le pedirá a su capataz que venga a buscarme.
-¿Quiere -repitió esta. qué le dice a la señora Pamley. En el
-A mi abuela
-se atrevió a corregir-. No me -Veremos
de que él no pueda veni¡ entonces yo le haré el fa-
siento bien.
tlc' Ilevarla.
¿Acaso su presencia en la casona había sido un sue-
ño producto del desmayo? Pero cómo, si había sido todo Mientras 1a enfermera estaba aI teléfono, Marina pen-
tan real. Tenia que saber qué le había sucedido antes de que Eva no le estaría haciendo tanto un favor a elia como

que le volviera a ocurrir frente a tanta gente. No quería misma al llevarla personalmente donde Mercedes.
transformarse en el fenómeno del curso o, peor, de1 co- ¿Señorita clirectora? -volvió a hablar la enfémera.
legio. Nunca 1o había sido y no 1o sería ahora. Mucho - jQué le dijeron?
menos ahora. Vienen a buscarla en este momento.
bien Eva-. Puede abandonar el Eva Millán dio un profundo suspiro: claramente
-Está -accedió fallado en su intento por irnpresionar a doña Mer-
establecimiento, señorita Azancot. Indudablernente, soy
una persona capaz de ver cuando mis alumnos requieren Plass.

de una a¡rda que solo sus familiares pueden brindar. las pertenencias de la señorita Azancot,
-Traiga
-Muchas
gracias, directora
-dijo Marina mien-
favor
-le dijo a la enfermera. Luego se dirigió a Ma-
Usted quédese tranquila, no tardarán en llegar.
tras se sentaba al borde de la camilla. -.
Pamley...
-Señora
señorita directora.
-Dígame,
favor, Ilame a doña Mercedes para informar
-Por
le que su nieta se encuentra enferma y que, en este minu-
to, parte para el sector de los ríos.
seguida, señorita directora
-En -1a enfermera
tomó el teléfono que estaba en una esquina de la sala y
Eva se dirigió nuevamente a Marina.

126 127
Encuentro

caliente saiía por las ranuras de 1a calefacción; aun


el frío inundaba 1a antigua camioneta de pedro. En
y cabizbaja, Marina puso ambas manos fiente
para sentir el calor. Le intrigaba saber con exac-
qué había sucedido. Era cierto que siempre tenía
presión baja, pero nunca como para desvanecerse de
forma; había tomado un buen desayuno, rápido, es
pero se Io había comido a fin de cuentas. y sí,
nerviosa ante esa cantidad de caras nuevas, pero
como para reaccionar de ese modo. Quería llegar
a la casona para conversar con su abueia y quizás
juntas qué l-rabín pasado.
Pedro manejaba en silencio y Marina aprovechó de
los ojos para intentar descansar. Apoyó su cabeza
el vidrio de la camioneta y dejó llevarse por el vai-
En ese rnomento se preguntó si el capataz conocía la
sobre ella y su familia. Quizás cuántas cosas sabía;

1)9
cuántos secretos le habrían siclo develados a lo largo clc A pesar de que el camino de ripio aún esl¡b¡ t.rr
los años que llevabtr ahí; c¡ué cosas habría visto, cu¿iles la camioneta de Pedro resistió unu vckreitl;rtl
habría vivido. Pedro era lir llave que Marin¿r necesit¿rbu por lo que no tardaron en llegar a l¿r casonir.
para enterarse cle tocio sin los acertijos cle su abuela. Sc puso el trolso justo frente a su f¿rlda lnarrclracl¡
glrramente ella no le habí¿r contado ¿rcercir cle su homl¡re ver si quizá así iograba pasar desapercibicla. Entrri
de confl¿rnza, no porqlle cluisiera guarclarse toclas las pri c¿Isona junto al capataz y pudo cscuchar unas voces
mlclirs, sino porque intuía que, cuantlo estuviera prepa venían desde el living. Quizás alguna de sus herma-
racla, intentaría saber tock¡ dc una sola l,ez y rro l.rodru había salido ntás ternprano dcl trabajo. A medida
arriesgarla a eso. Agradeció tlue Mercedes la cuidara clc se acercaba, las ris¿rs y las voces se hacían más fiLer
es¿r fbrma y por prin'rera vez sintió quc, 11 pcsar del clolrr Ireclro abrió la pr-rerta cle madera y dejó que Marina
cle haber perdido a sus p.raclres, habia gantrclo una ¿rbuel¡r. primero. Entonces pudo ver las espaldas de Ma-
A sus abuelos paternos nunca los conoció, ni sicluiera por y Mercedes: conve¡saban con alguien a quien no
fbtografías. En realidacl, no existe registro alguno de sus a a ver.
existencias, ninguna irnagen, ¡ror pequeña o clifusa tluLr a todos M¿rrin¿r.
firera. Su padre rara vez hatrlatra de ellos; cuanclo 1o h¡r
-Hola -saludó
-¡Qucrida mía!
cía, era como si ni siquiera é1 mismo los conociera: solo Su abuela giró dejando un espircio entre ella y la
entregaba caraclerísticas generales. Clranclo era nna niiru persona. Así, por fin Marina pudo distinguir
pec¡ueha, N{arina pensaba que eso era algo habitual, pcro ón era el lnvitaclo. La sorpresa fue mutua: el joven
a rnedirla que fue creciendo se clio cuent¿r de que lo nor con quien había tropezado en ]¿r m¿rñana esta
mal era contar por lo nrenos con un retrato de sus abue frente a ella. Pero, ¿qué diablos hacía ahí?
krs (algo que, por cjemplo, siempre tuvo cle Mercetles v
-¿Córno sientes? pregur-rtti Matilde.
te
Salvador). Era tan poco lo que se hablaba de ellos que l
-Bien -respondi<i desconcertaclir antc lii presencia de
veces incluso olvidaba sus nombres. l.uc'go, sc acostunl tipo. Puclo advertir que cl tarnbiél se sentía inc<ilnoclo.
bró. Creyó qul: era algo de familia, ya que con N{ercecles Darnián, te presento ¿r lni ltiet¡ Marilt¿ clijo
tampoco se juntaban muy seguido. Estaba acostumbr¿clir *. Marina, él es l)anrián, hijo dc nucslro l)cclro.
a no tener abuelos, pues su ausencia era reemplazada con "¿Hijo de Pedro?'l pensó Marina,')cr!rlo llgr:ien
los mejores padres. Ahora, tocio se había daclo vuelta. de pesado puede ser hijo de pedro?".

. ., 130 ' 131 .:..


gusto tú, ¿no estabas en el colegio? *inquirió Manuela.
-Un -se apresuró a decir é1, antes de que -Y
Marina pudiese indicar que en realidad ya se conocían. estoy acá, justo frente a ti.
-No,
Extendió su brazo y esbozó una sonrisa forzada. verdad que te desmayaste porque tenías que ha-
-¿Es
-Igualmente -[e contestó, fingiendo que nunca 1o frente a tu curso?
-le preguntó Matilde entre risitas.
había visto. Entonces, estrechó su lnano y algo sucedló. exactamente
-No -replicó Marina.
Sus ojos negros y alargados se clavaron en 1os de Marina, prefieres cambiarte de ropa? preguntó su
-¿No
pero por algún motivo, ella no pudo sostener la mirada y a-. Veo que la traes un poco manchada.
pronto soltó su [rano, retrocediendo unos pasos. Ella asintió y evitó mirar a Damián para delatar su in-
acaba de llegar abuela-. por el incidente de las verduras en la mañana.
-Damián -continuó su
Estuvo haciendo unos trámites, pero ya está de vuelta bien, te acompañaré hasta tu pieza. Uste-
-Muy
por un buen tiempo. ¿No es así, querido? pueden esperarnos en el comedor, estaremos ahi en

-Sí, Meche -respondió é1, aún mirando a Marina. minutos.


Por algún motivo, le incomodó la naturalidad y Marina y su abuela caminaron hasta eI dormitorio
confianza con que el joven trataba a su abuela. ¿Cuál era decir una sola palabra. lJna vez ahi, Mercedes cerró
el terreno de él y cuál el de ella? y sin siquiera sentarse, fue directo al grano.
-Damián es como un nieto para mí -dijo Me- -Cuéntame
qué pasó hoy cuando te desmayaste.
che-, espero que se ileven bien con é1. frente a mi nuevo curso y tenía que pre-
-Estaba
fusto cuando la abuela decía estas palabras, Manue- pero no pude mientras se sacaba el
-contestó
la entró al living. e y se ponía unos bonrbachos c{e lana qrre Matil

-Y eso va para todas ustedes -recalcó. había traído de la India-.


No quería estar ahí, que-
señora. No se preocupe salir rápido del problema y llegar a un lugar seguro.
-Tranquila, -le contestó
al verse aludida-, nos preocuparemos de hacerlo sentir me desmayé...
como si fuera parte de nuestra familia feliz. más?
-¿Nada
-Feliz o no, é1 ya es parte de nuestra familia, Ma- -Bueno,
soñé que estaba acá, en la casona... afuera
nuela su abuela. ser más precisa. Te vi tejer al lado de la chimenea.
-declaró
Se produjo un silencio incórnodo que a Marina le
-Eso no fue un sueño. Yo estaba tejienclo y alctrncé
pareció eterno. iusto antes de que desaparecieras. En un principio,

13) 133
---------a

pensé qLle podía ser mi imaginación, pero luego, cuantio Por eso rne clesmayé.
Pedro rne contó clue habían llamado de la escuela Mercecles asinti<i.
¡rar,r
informar que te habias desrnayaclo, no me cupo ningunl Pero cuando me desdoblé, porlia scntirlo totlo,
duda, Marina. Tenía peso, de hecho, rlis pasos hicieron sort¡r lit
-¿Ninguna duda de c1ué? pude tocar e1 vidrio de la ventatra, sentir el fl-io.
De que tienes el rnismo poder cle mi hermar,r Ia vista Ia tenía un poco borrosa.
Muriel: el viaje astral.
M¿rrina había oido hablar de Muriel varias veces crr -Es porque fue tu primer viaje. A medida que tu
avance, lograrás hacer más cosas. Recuerdo que, a
su vida. Se trataba de la hermana rnayor de su ¿rbuelir,
Muriel incluso podía llevar objetos consigo en un
con quien había sido muy unida. 'Ihrtrbiér.r Ie habían tli astral.
cho que, a pesar cle ser muy alegre y cle contar con muchrr refieres a que, por ejemplo, si estoy en el co
energía, carecía tle buen¿r salud y fina|nente murió clc -T'e
y se me queda r.rn liL¡ro en la cason:r, ¿puedo viajar
tulra tuberculosis cuanclo tenia apenas veir.rticinco años.
ente hasta acá y llevarlo de vuelta?
L¿r rnuerte de Mur-ie1 fue, segirn 1o que contaba Milen¡,
aunque esllerellos clue no uses tu lega
r-ln.r 1r ¿lrc¿t cliflcil de superar para Mercedes.
-Exacto,
lrr miliar para trallsportar libros. De tocios motlos, eso

-El viaje astral es un pocler muy fuerte por.si solo hacerlo cuando domines rnejor el viaje astral. Y
-volvió a h¿rblar Mcrcedes . El tuyo, sin embargo, se r,r. tlebe ser pronto porque, de 1o contr¿rio, puede clela-
aumentaclo debido a que eres una cle las elegidas. si no aprendes a manejarlo.
Str abuel¿r se sentó al l¡ordc c1e la car.na corüo quc Marina se puso un polcrón y luego se sentó al lado
rienclo descansirr y meclit:rr cómo resolver algo c1uc, err abuela.
esos lnomcntos, parecía un problema. córno aprenderé a clominarlo?
qLré I'rago?
-¿Y
-¿Y Conocienclo 1o que eres y cómo
querida, debes intentar dominarlo si no quie
-Concentrándote.
-1'út, ona.
res terminar exponiénclonos a todos. Verás, el viaje astrrr I crees que rne demc¡re en a¡rrender?
permite que abandones tu cuerpo para ir al lugar donclc -¿Cuár-rto
Lo que te acabo cle explicirr es solo
verdaderamente quieres o necesitas est¿rr. ltn esta ocil -'lbda la vida.
pequeña fracción de lo que puedes lograr con el üa-
sicin fue la casona. astral, Marina.

134
l

Marlna tragti saliva. desalentada.


-Sí -respondió
--Explícarne más, Meche. Por favor. No es que quiera negarles su derecho ¡ s¡[rcr lo
T'enemos a la vist¿r un atisbo de io que er-r ¡ealiciatl son, Mirrina.
es el viaje astral. Muriel f'alleció siendo muy joverr, por Lr No, de eso se encargaron los papás.
que no sé hasta dónde puedes llegar con é1. Sin embargo, l Mijita, tus paclres hicieron lo clue crei/eron sería
meclicla que te vayas conectanclo al poder elentental y lr.Lc para ustedes.
go, cuando ya clomines tu talismán v fbnnen la Rueda clcl Claro. ¿Varnos a almorzar? Muero c1e hambre
Ser junto a las otras elegidas... Merrina, el viaje astral pueclc su n ieta.
llegirr a dinrensiones <1ue no poclernos siquiera imaginirr. Marina se adelantó en salir de la pieza. El tema de
--¿Es peligroso? le decepcionatra. No cornprendia cónro nunca
Su abuela ennrudeció. Un¿r sombra de n'relancolí¡ Ies habían contado cosas tan importantes que, iejos
cruzó su mirada. irytLdarlas, ahora veía que les jr.rgaban en contra. Por
apenas sabía <1ué implicaba ser Llna elerrental y
-Lo es si no sabes cómo usarlo -le sonrió y luego
se levantó cle la cama-, pero lo harás. Cuando terminr. sumaclo a su nueva habilidacl cle viajar irstralmente,
mos cle all-norzar quiero que vayas a la l¡iblioteca. más perdida qlle antes. Por otro, estaba obligada
Meche Ia verdad a sus hermanas. Entendía que su
-dijo antes cle que su abuela se apresu
rara a salir de la habitación-, ¿qué va a pasar con nus le exigiera ahor¿r una preparación aclecuada pirrar
herman¿rs? riesgos, pero no quería saber nada más acerca
Ytr te lo dije, c¡ucricla: deben conectarse ¡ror sí solas. t¿lismanes, cL¿rnes o magia. No quería continuar
si eJlas, al igual que )¡o, son elementales qut do más cosas porqlle a rnedida que le eran
-Pero
deberán aprender a clominar su poclc¡ ¿no es mejor qrrr., r.nás engaños descubría de quienes quería.
se enteren 1o ¿rntes posiblc? que no podía replicar ni siquiera para gritarlcs
, porque ya no estaban a su larlo.
-Estoy de acuerdo contigo, pero aun así n«r ha1,
nada que poclamos hacer por ellas. AtLnque fuéranros [)urante el almuerzo apenas logró corncr. Mercec]es
ahora misnlo ¿r decirles toda la verdacl, no serviría clr convencerla de que probarii al nrcnos cl ¡rostre,
nada. Si no están conectadars, sus poderes no ernerger;iu. a que, cle 1o contrario, seguiría dcsnuyhntlose
¿Me entiencles? 1os días. Sin embargo, Marin¿r rcs¡rontliti con Lrn¿r

136
.: , 13/
rotunda negativa. Esperó a que todas terminaran y sc srr píel morena. Sin saber muy bielt ¡r<tr tltti', Mrtt irtrt
disculpó explicando que necesitaba aire. Rápidamente sc ftzo.
levantó de la silla para evitar que su abuela le llamara la
atención con la mirada, exigiéndole ir directo hacia la
-Y a usted ¿qué le pasa? -le preguntó Damián.
biblioteca, y saiió al jardín posterior que daba al bosque.
-¿A mí? Nada, ¿por qué? -resPondió nerviosa.
que sus mejillas ardían.
Una densa neblina se apoderaba del sector de los está más roja que los tomates que me reven-
-Porque
ríos. A lo lejos, escuchó el sonido del hacha contra la cn la mañana dijo con una sonrisa burlona y perfecta.
madera; como cada tarde, pedro estaría a uno de los
-le
un maleducado, ¿sabes?
costados de la casona cortando leña para la noche. Fue
-Eres
a su abuela entonces, señorita
hacia é1, convencida de que en esos momentos era la -Reclámele -con-
despreocupado. Otro golpe con el hacha.
mejor cornpañía que podía tener. pedro nunca hablaba por qué me tratas de usted? Hace unas horas
de más.
-¿Y
tenías probiema en tutearme.
-¡Pedro, déjame ayudarte! -exclamó mientras se
-Hace
unas horas usted no era la nieta de mi
aproximaba a su lugar de trabajo. Entonces se sorpren_
dió al ver que quien cortaba la madera no era pedro, sino creo que a la Meche Ie moleste que te saltes
su hijo.
-No
"usted'1
![
-Usted no debería estar acá, señorita _sentenció -A ella no, pero al viejo de campo sí
-comentó,
Damián, quien ya dejaba caer el hacha nuevamente. luego ia leña en un canasto de mimbre.
-Yo puedo estar donde se me antoje _le corri_ -¿A Pedro?
-inquirió
incrédula.
gió altiva. no tiene nada mejor que hacer que inte-
-¿Usted
-Bueno, haga Io que quiera. rrogarme mientras trabajo, señorita?
Le pareció extraño su modo de hablar; a pesar de "Sí, tengo que ir a partirme la cabeza en dos para des-
ser un joven de campo, no tenía el mismo tono cantadito cifrar qué voy a hacer con mi üda de ahora en adelante".
de su padre. Probablemente Mercedes se había encarga_ mejores y más
do de su educación, ya que hasta hace pocas semanas él
-Si, tengo que hacer muchas cosas
entretenidas que estar contigo: tengo que preparar cosas
y Pedro eran la única familia que su abuela tenía. A pesar para el colegio, revisar mi mail y ordenar unos papeles.
del frío, llevaba una sudadera blanca que hacía contraste Además, tengo que...

138 139
interrumpió abruptamente-, enton poco mareada
-Bueno -le -Un -Ie respondió mirando a l)anri¿in.
ces vaya y hágaias.
-Es que usted no anda comiendo nada, pues. Ya la
lo haré contestó cada vez más molesta-. vi yo allá en la mesa no queriendo probar bocado.
-Sí, -le
No me des órdenes. tengo mucha hambre ho¡ la verdad.
-No
¿Cómo se atrevia a tratarla de esa forma? Peor aún, necesita un buen par de cazuelas, oiga. Yo
-Usted
¿por qué ella continuaba parada a su lado? ¿Acaso ahora, tengo una receta que me la enseñó la mamá del Damián
además de tímida, no tenía dignidad? y para qué le digo. Su buen zapallo, harta papita y una
Es que no entiendo qué hace aquí conmigo si tie- generosa de osobuco.
ne tantas cosas por hacer. día tendrás que cocinármela, entonces, Pedro.
-Algún
me interesaba verte, venía a acompañar a Es una promesa, señorita Marina. Y ustedes dos,
-No
Pedro. haciendo buenas migas? el capataz
-preguntó
vio que éI no está, así que puede volver a hacer su mano sobre el hombro de Darlián, quien
-Ya
1o que sea que estuviese haciendo antes de venir para acá. una sonrisa torcida.
estás echando? indignada. viejo, estábamos justamente en eso.
-¿Me -preguntó -Sí,
se porta este cabro con usted, señorita
-Para nada, señorita. Solo Ie estoy recomendando -¿Cómo
poco complacido de
que no pierda su t iempo con migo. ?
-inquirió al ver el rostro
aludida.
-¿Sabes?
porta
muy bien.
-No. -Bien -mintió-. Se
-Eres
igual de insoportable que mi hermana Ma-
-Me alegro -dijo contento Pedro-. Yo Ia andaba
nuela. Ustedes harían una linda pareja. porque la doña la necesita. Dice que vaya para
estoy buscando polola, señorita, pero si llego para donde habían quedado en juntarse.
-No
a hacerlo, tendré en cuenta su recomendación. Por lo visto, no había forma de escapar de Merce-
Marina se sentía hervir de rabia. ¿Acaso este tipo ni de las obligaciones 'tlementales". Marina asintió
tenía respuesta para todo? sin poder desviar sus pensarlientos de Dan-rián, partió
señorita Marinita?
se siente usted, a la biblioteca.
-¿Cómo -gri
tó Pedro, quien venía caminando hacia el lugar donde
estaban.

140 141

l
Pacto

había comenzado a llover cuando Marina entró a la


teca. Su abuela estaba sentada en un rincón, ieyen-
los Anales del Clan de Agua. Se veía tan tranquila, tan
que cualquiera hubiera pensado que leía el úl-
bestseller de turno. Pero no, su lectura era bastante
densa.
tengo que aprender a dominar mi poder
-Si -dijo
r pronto Marin¿r , ¿no cleberías ponerme bajo presiirn

hacer que me desdoble en vez de ponerme a leer?


esto es parte fundamental de tu entre-
-Primero,
resporrdió señalando el libro-, ),, segunclo,
no te descloblas: r.iajas astraLnente.

-lls lo rlismo, Meche.


-No, no es lo mismo refutó su abuela categóri-
ente-. La irnica lbrma c1e que aprendas tr rnanejar el
as[rrtl r.:r,r seL.¡ienritr lo que es. De tockrs nroclos, hoy
v¿rs a leer. I{o¡ varnos a ir de ptrsco.

143
paseo? no estoy hablar-rdo de los hunranos. Mirr.inu.
-¿De -Yo
es, vamos a ir al lugar donde está tu talismán. que tú eres una elemental.
-Así
Marina recordó el claro de bosque, la sodalita azul soy humana? rostro se deformó ante el
-¿No -su
y la tormenta que había desatado casi una semana atrás. de conocer 1a respuesta.
Le parecía que había pasado mucho tiempo y, sin embar-
-Somos una evolución de la raza humana. Esta_
go, solo habían transcurrido unos cuantos días. conectadas con todo lo que nos rodea, nuestros po_
que si te conectas con é1, será más fácil para nacen y dependen de el1o. ¿No lo entiendes?
-Creo
ti dominar el viaje astral Mercedes. Su nieta enmudeció. No, no 1o entendía. No toda_
-continuó
-¿Y cómo se supone que me conectaré con él si por lo rlenos.
está pegado a esa piedra gigante?
-Estamos desapareciendo, Marina. Somos muv
con que lo toques. Por 1o demás, está ocos los elementales que quedamos. Del clan d. agra
-Bastará
incrustado en el altar mornentáneamente; cuando apa- estamos nosotras, el resto ni siquiera sé en dónde
rezcan e\ resto de los talismanes y sean puestos en sus encuentra. Ignoro incluso si están vivos. Además, hay
respectivos lugares, todos podrán salir de ahi. allá afuera, seres que amenazan con eliminar
despegan juntos? completo 1o poco que resta de nosotros. y lo úr-rico
-¿Se
talisrnán por sí solo no es mucho, querida. puede restaurar ese daño es la Rueda del Ser.
-Un
Son como una especie de engranaje. Mercedes tornó las manos de su nieta, quien ya es,

-Ah... -suspiró Marina mientras se desplomaba más pálida c1e lo normal.


en la silla que estaba frente a su abuela-. Estoy marea- propuse comprenderte, darte tiempo y tran
-Me
da, es demasiada información en muy poco tiempo. ¿No pero ya no puedo esperar más. Tu gente no
puedo dorrnir una siesta antes de hacer todo esto? esperar más.
que no has dimensionado la importancia de Marina sintió 1a presión de las manos de Mercedes
-Creo
todo lo que está sucediendo. Hay muchas cosas en juego; las suyas y pudo ve¡ por primera vez, aquellos ojos
por favor, reacciona. Las esperanzas de toda tu especie de lágrimas. Sabía que su abuela no seria capaz de
están depositadas en 1o que hagas. órdenes, pero le estaba rogando que hiciera algo
creo que la raza humana desaparezca si no ganar una batalla en la cual ella desconocía todo, in_
-No
voy a tocar el talismán ahora, Meche. a su enemigo.

144 145
Luego de unos minutos llegaron a1 lugar tlontlc
-Bueno,
Meche
1o haré,
-le afirmó sin saberpara
de
dejado la sodalita azul. Marina sintió que su cora-
dónde sacaba el valor-. Haré todo Io que me pidas
ayudarte. 1atía con lnás fuerza y se detuvo unos instantes.

que comprender que no solo me estás -¿Estás


bien? preguntó su abuela.
-Tienes
ayudando a mí. Todo parte por eso. se levantó
-Luego, -Sí -mintió.
del escritorio-. Tus hermanas están dentro de la casona, normal que estés nerviosa, pero no pasará
-Es
saldremos por atrás para que nadie sepa que estamos malo. Yo estoy aquí contigo.
juntas, así no nos interrumpirán, ni sentirán curiosidad Sonaba casi ridículo que una anciana de setenttr y
por saber hacia dónde vamos. ¿Te parece? años dijera eso, mientras e1la, joven y tanto más
1e

Marina asintió y Mercedes caminó hacia el final de se quedaba pxalizada.


por curiosidad, Meche
la biblioteca, dejó 1os Anales en la repisa de siernpre y a -Solo -dijo mientras ca-
continuación le pidió a su nieta que la siguiera' Cami- junto a ella en dirección a1 altar , ¿qué se supo-
naron entre los estantes de madera y al final de uno de que harías si alguna de esas criaturas que ni siquiera
ellos, en la muralla, había una pequeña puerta que daba o nos ataca?
al jardín de la casona. tJnavez más, Marina advirtió que de mis habilidades más tarde, queri-
-Hablaremos
aún existían cosas que no conocia del hogar donde su Hemos llegado.
madre había crecido. La sodalita continuaba resplandeciendo sobre el al-
Su abuela se adentró en el bosque y Marina Ia si- Marina quedó asombrada. Había creído que después
guió entre robles, alerces y coihues' La lluvia se había cierto tiempo dejaría de briliar, pero ahí estaba: res-
convertido en una garíta fina, pero el cielo continuaba endo igual que el prinrer día.
cubierto por unas densas nubes negras que amenazaban -Sigue brillando... -comentó sin atreverse a
con un diluvio; abajo, la tierra parecía más húmeda que demasiado al altar.
nunca, como si se hubiera arropado con la neblina. Podía activa, Ilamando a los otros talisrranes. No
-Está
escuchar de cerca el agua correr; no importaba a dónde ará de irradiar su luz hasta que todos sean puestos en
fuera, los ríos siempre estaban presentes, abarcándo1o altar.
todo. Marina había perdido la noción del lugar donde se es que esto es un altar?
-¿Cómo
encontraba el claro, pero, Por 1o visto, su abuela no tenía que cuando Melantha y el resto de los clanes
-Dicen

146 147
-'!

llegalon a esta región, encontraron este claro a1 centro del


-¿Palabras mágicas? -pre¡iuntti tlcsconccrt¿rda
trosque y lo concibieron conlo un lugar sagrado. En este al
tar celebraron nruchos rituales que l-roy ya se han olvidaclo.
-Sí, poh, ¿rimas?
Mercedes tenía el semblante triste, cargado clc dónde sacaste esa idea, Marina?
-¿De
nostalgia. En las pe1ículas, 1as brtLjas siempre hacen rimas.
que alcanzaste a vivir alguno cle est¡s ri
-hnagino -Entc»tces es algo bueno que no seamos brujas,
tuirles, ¿cielto ? soy pésirna con los versos. No, querida, solo de-
Cuando era muy peclueña, antes de que Muricl poner tLrs manos sobre el talismán, cerrar tus ojos y
nos dejara... pero eso fue hace nruchos años. Los viejos
tiempos ya no volverán. qué?
-¿En
No todo ha desaparecido, Meche. que te l'rable.
-Deja
Marina se sintió extraña: por primertr vez le tocabl piedra me va a hablar?
¿Ur-ra
consol¿rr a su abuela. Por primera vez desde la lnuertc dc quc no es una piedra cualcluiertr.
-Recuerda
sus padres, creía que no todo estaba perrlido. pongo mis tnanos encitla del
-Entonces, ¿solo
Tienes razón Mercecles, recuperan ?
-reconoció
do la conrpostura . Discúlparne, las viejas nos ponemos Su abuela asintió y Marina inspiró profundallen-
más sentimentales cle lo normal. cerró los ojos y ¡ruso sus manos sobre la sod¿rlita azul.
Miró a su nieta y sonrió como si le hubiesen dc sucedió. Abrió uno apenas para ver qué estaba ha-
vuelto la esperanza de un go1pe. Mercedes, y esta, suavernente, pasó las manos
-Muy bien -le dijo , ha llegado el ¡romento de sus párpaclos.
que te conectes con tu talismán.
*¿Y cómo hago eso? -Concéntrate, Marina. Siente el talismán. Es solo
fue creado para ti. Deja que te hable, que te muestre

-Como no
puedes llevarlo contigo hasta que el cosas que necesitas saber. Permite que sea tu guía, que
resto de los talismanes aparezca, por ahora solo lo hare enseire cór¡o manejar tu nuevo poder.
mos desde acluí. Tócalo. La voz de Mercedes se fue perdiendo en el rur¡ror de
¿Lo toco? ¿Eso es toclo? ¿Nada de velas, ni pala- ríos c1ue, cada vez rnás cercanos, se sobreponían a cual-
bras rnágicas? otro sonido. Parecia que el agua se colaba por sus ve

148 149
en un eco infinito Sintió
Máistir an dorchadais, teacht ar mo.s
nas lentamente hasta convertirse -Réidh.
pies' haciéndola tambalear' Al oír su voz, Marina sintió como si algo aplasta-
como si Ia tierra se tragara sus
y entonces üo que ei ra su pecho, impidiéndole el paso del ai¡e. Intentó usar
eUriO los o;os para escapar del vértigo
no estaba ahí' Su abue- todas sus técnicas de respiración para poder estar con-
altar había cambiado: el talisrnán ya
Todo a su alrededor era centrada y alerta. Si Mercedes estaba en Io cierto, su ta-
lu tu-po.o se encontraba a su lado'
de hojas lismán la había llevado hasta ese momento por algo ¡ a
itr,*a, habían desaparecido los átboles cargados
en su lugar' los tron- pesar del miedo que se colaba en su cuerpo, no se move-
verdes y el pasto repleto de margaritas;
el césped estaba ría sin descubrir qué era.
.o, ,ru.io, i d.lgados la rodeaban' mientras
..." y íta"--U"a brisa de aire caliente pasó cerca
,* de ella -Ní dhéanamh dom fanacht6-dijo Ia mujer pro-
que el nunciando cada palabra meticulosamente.
el polvo del sueio' Por un momento pensó
,-i*"",U Un humo negro y denso emergió entre los troncos
ialisman ia había trasladado a otro
luga¡ pero la presencia
el claro de bosque' Lo que rodeaban el claro. Cobró una forma lineal y serpenti-
del aitar le recordaba que seguía en
sino el tiempo' na que se paseaba entre los árboles muertos como si le en-
diferente no era el espacio, concluyó'
desconcertada' tretuviera envolverlos con su vaho. Pero más que un juego
¿Me escuchas? -llamó
-¿Meche? parecía una tortura, porque con cada desplazamiento la
Solo el silencio le resPondió'
ios troncos sin naturaleza perdía más brillo, más fuerza, más vida. La mu-
A lo lejos, una mujer apareció entre
hacía juego con su jer de capa observaba la escena con un gesto ambiguo: por
vida. Llevaba una túnica negra que
que se acercaba' un lado, disfrutaba el decaimiento de todos los seres vivos
cabello largo, lacio. Oscuro' A medida
verde que' de que caían con esa sombra oscura; por otro, el movimien-
Marina pudo distinguir unos ojos de color
a Manuela' to de sus dedos demostraba su impaciencia. Era evidente
-urrar", le recordaron que quería a ese ser frente a ella 1o más pronto posible. La
"lgorru una vez que la tuvo Io suficiente-
-Hota -saludó voluta de humo negro cruzó el claro hasta llegar frente al
mente cerca.
altar. Marina sentía su respiración agitada y su corazón al
La mujer no contestó'
ritmo de mil caballos en estampida. El vaho se concentró
dónde estamos? -volvió a in-
-Disculpa, ¿sabes advirtió que no Ia
sistir, aunque sir, ,t"lt'dot' Entonces'
no podía ser vista¡ri es- 5 Está hecho. Amo de las tinieblas, ven a mí.
estaba ignorando, sino que ella 6 No me hagas esperar
ubicado frente al altar'
cuchada por la mujer que se había

151
150
T
y adoptó el contorno de una figura masculina, quedando que algo tenemos en conlún, niñu: la
-Supongo
de cara a la mujer de capa negra. es nuestro único alimento.

-El Amo de las tinieblas prefiere ocultarse. A fin Los ojos verdes de la mujer relampaguearon cle f'cli-
de cuentas, eres igual que los demás: ves a una elemental Alzó el mentón y le dijo con su tono pausado:
y te escondes como un insecto. Quizás por eso es que hecho.
-Está
ellos te prefieren
-se burló el1a,
señalando las hormigas lo conseguiste? la voz.
-¿Cómo -preguntó
y los gusanos que se adherían con facilidad a la figura
-Eso no importa. El padre está muerto y la ele-
de humo. ¡nental se fue a 1a ciudad. Las niñas crecerán sin saber
Este hizo unos sonidos guturales antes de contestar. r¡uiénes son. Serán c1ébiles y estarán indef'ensas. No te
siglos que dejaste de ser una elemental. Tu mucho obtener 1o que siempre has quericlo. El
-Hace
madre se encargó de ello y debo decir que fue bastan- Maldito tendrá su venganza.
te... eficiente. Más sonidos guturales emergieron de la masa negra.
Su voz era la más grave que Marina había escucha- entonces, que vienes en busca de lo que
-Asumo,
do en toda su vida. El estómago se le revolvió y quiso sa- siempre has anhelado.
lir de ahí. Cerró sus ojos para activar el viaje, pero nada me hables como si esto fuera una relación
-No
sucedió. Puso su mano sobre el altar y volvió a intentarlo, unilateral. Hicimos un pacto. Dependo de ti tanto como
pero una vez más, todo siguió igual: el1a, la mujer y ese de mí. Ahora, dirne dónde está el talismán de lruego cr
denso humo negro. me encargo de que Milena Azancot críe a sus hijas muy
fue la última vez que estuviste con 1os cerca de este aitar.
-¿Cuándo
de tu raza? ¿O ya los exterminaste a todos? El corazón de Marina dejó de latir por unos segun-
-preguntó
irónica 1a voz áspera y tenebrosa. dos. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Esos seres tenebro-
Casi todos
-corrigió ella haciendo caso omiso sos estaban hablando de su familia?
de las burlas; parecía que incluso se sentía orgullosa-. altar murió la misma noche en que te enfren-
-Este
Hay un clan que te pertenece. ¿O es que acaso al viejo taste al último patriarca del clan de Agua. Salvador era su
Amo ya no le interesa vengar su honra? nombre, ¿no? Qué irónico la voz de humo.
-comentó
Una risa maligna se escuchó desde las profundida-
-Han pasado siglos y todavía no entiendes que el
des del humo negro. poder elemental está encarnado en sus mujeres, no en los

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honil¡res. No inr¡r«rrta que Salvador haya muerto. Mientrirs su talismán.'Ian azul como siertrprc. Nlris brillante
la vieja siga viva, este prado resurgirá como Ia plaga cpre es. e nunca.
Salvador, su ¿1bllelo. El marido de Mercedes, patlre abuelo no murió de un infhrto, cierto?
-¿E1
de Milena. ¿Esa mujer había asesinado a su abr-Lelo? ¿Aca Mercecles no 1e contestó.
so no había n¡uerto cle un infarto luego cle que 1e rega mamii lo supo cr n'rurió creyendo c¡tra c1e
-¿La
lara el vestido blanco a su mamá? ¿O una vez más habí¡ mentiras? le preguntó con la vlsta clavada en
escuchado mentiras? No quería estar ahí ni seguir escu cl talismán.
chando.r esos seÍes oscuros. No cluería cc¡ntinuar frente madre siernpre supo cómo mu¡ió Salvador.
-Tu
a los ¿rsesinos de su abuelo. Una sensación c1e ahogo se ¿Y cirmo fue, exactamente?
trpoder'ó de ella. Qucría r.olver. Su pecho subía y bajaba l ¿Qué viste, Marina?
toda vclocidacl. Necesitaba volver. Sus dedos hormiguea la pregunta, abuela.
-Responde
ban. Debía volver'. Clerró los ojos con tlerza. Cuanclo los Mercecles insplró profundo para agu¿lntar eI ll¿rnto.
abrió, Mercedes estaba frente a el1a. asesinaron.
-Lo
*Debes corlcentrarte, cluerida. Así nunca tc concc Marina se alejó instantáne¿lmente de ella. Una vez
tarás con tu talismán. le habían mentido. Una vez más, alguien cle su fa
Marina tenia los ojos tan abiertc¡s <1ue se le estab¿in había sido asesinado a sangre fría.
secantl¡. Una sensación cle sequedird en su garganta le Sienrpre nos dijeron que lrabía sufrido un ataque
por la ra
irnpedía tragar saliva. Su respiracitin continuab¿r agitada corazón
-refutó con el entrecejo fl'uncido
y le costaba enfircar su mirada. A1 parecer, eI tiernpo se . Incluso tú misma 1o dijiste días atr¿is.
detuvo mientras viajaba astralmente al pasaclo.
-Lo sé y 1o siento. Comprende que ni tus padres
¿Qué sucedió, Marina? inquieta su yo teníamos cómo explicar los verdaderos motivos de
-preguntó
abuela. muerte de Salvador, si ustedes ni siquiera conocían su
Fui... otro tiempo... retroceclí...
¿r historia.
¿Viajaste astralmente en el tiempo? ¡Por todos los cuándo las mentiras? ¿Cuántas más hay
-¿Hasta
espíritus, esto nLrnca había pasaclo antes! ¿Dónde fuiste, das en ese libro que guardas en la biblioteca?
Marina? ¿Qué viste?
-No es que haya querido ocultarte cosas por gus-
Puso ambas manos sobrc cl altar y ahí vio íncrus- Marina.

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que prefiero saberlo todo de una buena
-¡Créeme
vez, antes que retroceder en el tiempo y escuchar pactos
oscuros! ¿Sabes qué es io que más me da miedo? ¡Darme
cuenta del legado de mentiras que dejaron mis papás y
que tú te encargas de mantener con vida! A fin de cuen- Murmullos
tas, eso es lo único que tengo de ellos.
Marina le dio la espalda a Mercedes y corrió lo más
rápido que pudo, lejos de ella. A la distancia, podía escu-
char la voz de su abuela como un eco perdido.

Había corrido durante un buen rato y caminado aún más


sin dirección alguna, por lo que no sabía en qué lugar del
sector de los ríos se encontraba. Tampoco le importa-
ba averiguarlo. Como siempre, las nubes cubrían el cie-
Incluso entre las copas cle 1os árboles se podian ver
pesadas y grises que durante la mañana: iba a llover
de nuevo, no le cabía duda. Quería que la lluvia cayera
nto sobre ella para ver si así lograba limpiar algo del
que tenía acumulado dentro; para ver si le ayudaba
atenuar el peso de la ciruela estancada en su garganta,
que no la dejaba en paz desde el día en que sus pa-
habíirn sido asesinados. Recc¡rcló esa noche con una
infinita por algo que jamás volvería a tener y,
seguicla, se acordti de esa madrugada funesta en la
había conocido cómo era desarrnarse por cornpleto.
era caer de la mano con una familia que ya no
Aquella noche, Lucas y Milena habían decidido

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salir a correr solos. Se despidieron de cada un¿r de sus Despr.rés, venclría la prenstr y la [rúsr¡Lretla irrlcrrrrr
hijas con un bcso en la frente. nable del asesino fántasma.
Manuela. I)espuós, vendría el testamento y el anuncio sobre
-¿Y esto? -preguntir
respondió su pa Frío,v el retorno cle 1a abuela aLlscntc.
-Nos estarnos despidiendo -le l)espués, vendrían las noches en vela y cl llanto
dre coll una sonrisa.
un beso en la fiente? eonstante y los gemidos de sus lrcrrnan¿rs por los pasillos
-¿Con -volvió a incluirir.
tle la casa.
-A¡ c1ué insistente -interrumpiir Nlatilcle, quien l)espués, vendría 1a ciruela en su garganta. Esa que
estaba sentada frenlc a ella en l¿ rnesa del comedor
¿Qué irnporta que se clespidan con un beso? rr unca se fue.
Igual es raro --irseveró Marina -. (iotno qtte yrt La lluvia no tardó en llegar y Marir-ra se quecló bajcr
estaruos grancles pilra eso. sentad¿r en la mitatl del bosque. Sabía que lo rnás prcr
Nunca se está clenrasiado grancie para recibir el era clue sll abuela, hermanas e incluso Pedro estuvie-

c¿rrrño cle los papás contestir lvlilena, sellandc¡ su afir buscándola, pero no le importaba. Quería estar sola.
rlación con un irltimo beso ¡rzrra su hija menor. clescansar clc los enrcclos dc Nlt-rcecles y 1as
añaclió l.ucas. de su f¿rmilia. Poclia sentir su cabello estila¡ pero
-Magclalena
ptrpá? irgua la tranquilizaba; le dab¿r csa p¿rz que solo lograba
-¿Sí,
Cuida a tus hernranas. minutos y siempre cle modo intermitente. Sus Jágri-
siempre le respondió ella guiñánclolc caían en silencio: mientras rn¿is c¿rllada perrnanecie-
-Corno
e1 ojo. lnhs tliflcil sería que la encontr¿rran. Así tendría tiempt>
Horas más t¿rrde, cuirndo sintiera e1 teléfoI.to sonar desligarse cle todos los problemas que acarreaba en-
en plena rladrugada, Marina descul¡riría la irortía v t:l De pronto sintió unos pasos aproximarse. Intentó
r.erdadero vacío tle las últirnas palabras que 1es dijo a sr,Ls y salir de ahí lo más veloz positrle, pero ya cra
padres. Nlagclalcna cra la que trabía llegado hasta su ha tlernasi¿rdo t¿rrde: l)amián estarba jr.Lsto cletrás de ella.
bitación para contarle entre lágrimas, pero co11 lar rnal'or puede explicar <1ué hace sentacla aquí, con
-¿Nle
colnpostura posible, iir peor noticia de su vida: ellos ha aguacero?
bían sido asaltados y asesinados a sangre fría. El culpable -Quería
estar sola le respondió tajante.
se había clado a la fr,Lga y airn no aparecía. casa es grande, ¿no podía estar sola ahí dentro?
-La
.
158 159
estar sola y tranquila. cuánto tiempo piensas seguirme? pre-
-Quería -¿Por -le
Se levantó y giró para quedar de frente hacia é1, pero guntó Marina con manifiesto enojo.
fue incapaz de mirarlo a los ojos. No quería que la viera así. *Hasta que usted decida volver.
Sin embargo, ese gesto hizo que Damián comprendiera. Al -Volveré
sola.
ver que Marina temblaba de frío, se sacó su chaqueta. sabe cómo hacerlo.
-No
que sé.
-Tome. -Claro
Marina apenas alzó la vista y pudo notar el brazo -Entonces, ¿me
podría decir dónde estamos, señorita?
estirado de Darnián ofreciéndole abrigo. Marina enmudeció mientras apuraba el paso.

-Estoy
bien así, gracias. -No tiene idea, ¿cierto? -comentó Damián-. Me
sea orgullosa, está tiritando... haría un gran favor si dejara de caminar sin rumbo bajo
-No
Lo miró a los ojos sorprendida ante la inusitada de- la lluvia, ¿sabe? No todos podemos darnos e1 lujo de es-
mostración de interés. No llevaba paraguas, por 1o que su tar una semana en cama.
pelo negro, totalmente mojado, le caía desordenado sobre -Ya te lo dije: déjame sola.
la frente. Algo en su mirada era distinta, ya no tenía la ex- -Y yo ya le dije que no puedo hacerlo, así que si
presión dura que había mostrado horas antes y, por algún pudiera pensar en otra persona que no fuera usted, se lo
motivo, se sintió aliviada de que fuera él quien Ia hubiese agradecería.
encontrado. Quizás porque era e1 más ajeno a su familia. Marina soltó una risita irónica.
ltego con usted de vuelta y ven que no Ie pasé *preguntó Damián.
-Si -¿Y eso?
"usted" y de
mi chaqueta, el viejo de campo me matará. -No entiendo para qué me tratas de
Ya dije que estoy bien así, no insistas "señorita'] como aparentando ser caballero conmigo,
-aseguró
con firmeza y comenzó a caminar. cuando los dos sabemos que no me soportas. De todos
puede decir a dónde va? modos, no me extraña que seas un mentiroso,
-¿Me
qué se refiere con eso?
-No. -¿A
tengo que llevar alacasa, todos 1a estánbuscando. en esa casa 1o son.
-La -Todos
-Entonces -dijo mirándolo con los ojos llenos de -Así que está haciendo todo esto por una pataleta...
rabia- devuéivete y diles que paren de buscar. -¡Tú no sabes nada sobre mí! -le gritó, detenién-
En seguida volvió a caminar. Darnián la siguió. dose con sus ojos fijos en é1.

160 161
I

Marina no pudo contener el llanto que le salía a Ella, por su parte, había dejado de ilorar y aver_
borbotones. Lloraba de rabia por ese tipo que la había sin saber muy bien por qué, miraba fijamente
visto por primera vez desde hacía unas cuantas horas y tierra mojada.
que, por algún motivo, se atrevía a juzgarla corno nunc¿l más_. por favor...
-Tómela -insistió él una vez
nadie lo había hecho. A hablarie como ni siquiera Ma Marina se quedó pensando unos segundos si acep-
nuela la había tratado jamás. Lloraba de rabia por los o no, hasta que al final, de mala gana, arrebató
el abri_
secretos y las rnentiras y unos poderes que jamás había de las manos de Damián y se lo puso. Notó el rico
olor
pedido. Lloraba por el padre ausente. Lloraba por la ma tenía y sintió alivio cuando notó el chiporro sobre su
dre ausente. empapada.

-¡No tienes idea por lo que he tenido que pasar! -Gracias.


¡Lo que he tenido que aguantar para llegar hasta acá y -¿Podríamos volver a la casa?
tener que lidiar con gente como tú!
-insistió Damián_
empezando a oscurecer y no llevo ni siquiera un fós-
cree acaso que es la única persona en el conmigo.
-¿Usted
mundo que ha perdido a sus papás?
-le preguntó du -No volveré ahora. euiero estar sola.
ramente-. Déjeme decirle que no. Somos muchos y al-
-Bueno, como Ie dije antes, yo me quedaré con us-
gunos no hemos tenido la suerte de tenerlos hasta 1os hasta que decida volver
-aseguró Damián mientras
diecisiete años. sentaba sobre un tronco caído y mojado por la lluvia
no daba tregua.
-Tú tienes a Pedro, con eso ya es suficiente.
Marina miró hacia arriba y dio un suspiro como
-Yo a mi mamá no la conocí, señorita. Y eso nun
ca será suficiente. ole a entender que la fasticliaba, aunque sabía que,
Marina no supo c¡"ré decir. Era cierto, el asesina lemente, era eso lo que é1 buscaba.
to de sus padres había sido una tragedia, pero atesorabir tu idea, Damián?
es
-¿Cuál
una serie de recuerdos que nadie seria capaz de borrar.
-Yo creo que está bastante clara, ¿no? euiero que
Damián, en cambio, tendría que vivir el resto de su vicla a la casa conmigo. No la voy a dejar sola en un
sin un solo recuerdo de su madre. La lluvia caía inten. que no conoce.
samente sobre los dos y Damián volvió a ofrecer su cha
-¿Te puedo preguntar... cómo murió tu mamá?
queta, esperando a que Marina se resignara y decidierr ella intentando pensar en otra cosa.

16) 163
_I

--Lo acaha de hacer, señorita. D¿rrnián levantó la vista tlel suclo v f ijri sus olrts t'tt
olvíd¿r1o... cle Marina. Lntonces, ¿rdvirtió (luc por prirrtt rt vcz ttt
-Va1e,
Justo cuando Nlarina pensó llue er¿r otra conversu o tiempo se encontraba justo clondc tlucría cslitr.
ciirn perdidir, I)ami¿in comenzó a contar Ia l-ristoria. la mañana pensó tlue era un tipo clcsagrarlablc, pero
Mi papá nunca ha hablado niucho sotrre el tenr¿ cornprendía que, conro todos, tenía cirpas. Altora
y la Meche t¿lmpoco... Dicen que rnurió después del par locatra conocer la que venía clcspués de la pose clel ma
to, pero no sé... de campo. Ahora entendía lo que había querido de-

-¿Qué
cosa?
-se atrevió a preguntar otra r.ez. minutos antes: si ella sentía una piedra en su pecho
Hay algo quc me dice que no es así. }:s ilógico haber perdido a sus padres recienternente, no podía
<¡ue rni papá haya cleciclido ¿rb¿rndonar la casona juslr, lo que significaba crecer sin ellos.
después de l¿i muerte cle nri maclre. Lo lrás racional h¿ Lir incipiente complicitlad fue interrurnpida por
bría siclo que se queclara con Ia Meche para que lc ayrr soniclo extraño proveniente de algírn lugar cercano.
clara a crianne. especie cle murrnullo grave acompañaclo por un re
Creí que ¿rsí había siclo. o viento helaclo hicieron eco entre las rarnas cle
del toclo. Nosotros volvimos a Puerto Frrrr árbo1es.
-No
cuando yo tenía diez años.
-¿Escuchmste
eso? le preguntó a Darnián clue
Y... ¿cuántos airos tienes? uaba con sus ojos fijos en los de e1la.
Manna pudo ver cle reojo cólno Damián se habr.r ¿Escuchar qué?
voltcado a 'r.erl¿r. ¿Acaso había l'recl¡o la pregunt¿r con murmullos...
-Esos
cierto tono coquetrin? No, pirra n¿rcla. Por lo dem¿is, su La nriró con extrañeza, sin entender de qué habla-
pregunta era rruy normal, rlLry cotidiana, es decir, le cs ¿Qué estaba oyendo que é1 no podía? Se preguntó si
taba preguntando la eciad, no si se quería casar con cll¡. abuela o quizás Pedro Ie habrían contado a Damián
ahora con 1a mir¿ida haci., er¿rn reahnente sus patrones, Lrero en seguida en
-Dieciocho -contestó
abajo . Llevo ocho años junto a la Meche. que, 1o lnás probable, era qlle no fuer¿r así: ambos,
mar-rtii se rnurió y Pedro particl contiql y su capataz, guardaban ese secreto con suma
-¿Tu
en seguicla? Si los susurros provenían de algo sobrena-
Sí. ¿Es raro, cierto ? Marina clebía ser igualmente cuitiadosa que ellos

164 165
para no exponer a su familia fiente a Damián. Por lo tlr' ? De pronto, una brurna espes¿1 con)cnzri a iltull
más, mientras menos supiera, menos peligro correría. cl lugar. Algo estaba sucediendo.
¡nurmullos? intrigado. ¿Esto es común? -le pregurrtó a l)ar.nián.
-¿Qué -preguntó
importa, :reí escuchar algo pero me equivrr ¿El frío, la niebla y la lluvia? Bastante común. No
-No
qué. ¿Vamos? no le va a pasar nada.
sí quiere volver? ¿Vamos a poder [egar a la c¿1sll con esta niebla?
-¿Ahora
vámonos. no se vuelve más densa, no l-rabrá problema.
-Sí, -Si
Filla quería salir pronto del bosque. Alguien o al*,, si 1o hace?
-¿Y
]os acecl-raba, estaba segura de eso. Darnián se dernoró cn contestar y Marina dedujcr
que estábamos hablando de algo importarr entonces, algo iría rnal.
-Creí
te... ll rl lnenos inlerc\ilttlc. Si lo hace, tenclrernos cllle csper¿rr a<1uí hasta
Marina sintió una punzada. Claro que ertr impor pase. No collviene despcrdiciar energíns c¿rminan-
tante lo que estaban conversartclo, c1e hecho, era lo ítnit. sin rumbo.
que hubiese in'rportado si no sintiera que los murmullos ¿Estanios rnuy lejos de 1¿r casona?
se acercaban y el viento liío soplaba con más fuerz-¿r. l'.. IJastante. Ni siquiera nos encontranros dentro
taban en peligro, 1o intuia. terreno c1e su abuela, señorita Marina.
que no tiene senticlo hablar cle esto miert estamos?
-Creo -¿Dónde
tras nos seguinros empapando. del sector de los rír¡s. hacia el interior.
Fuer¿r
quiera, señorita cleclaró hastiado I)¡ Marina recorcl(r que sus antep:rsacios l'rabíar-r llegado
-Corno
mián y se puso a caminar. porqLle era un¿l zorla sagrada, pero ¿cpré sucedía fuera
Marina 1o siguió de cerca, pensando que graciirs rr dominios? ¿Acaso los murmullos, el frío y la bruma
sus palabras, probablemente esa iba a ser la primera l relación con eso? No, no podía ser así ya que en su
última vez que Damián se abría a ella. Sin embargo, tr,, astral habí¿r visto a esos dos seres col-rversancln a pirsos
tenía otra salida. Un temor desconocido crecía en su itl altar, uno de los lugares más importantes para su clan.
terior. Podía sentir que algo les pisaba los talones y lt más rápido
ordenó Marina.
-Caminemos
perturbaba no saber qué era. ¿Y si aparecía esa figura tlc tiene miedo ¿r Ia neblina?
-¿Le -preguntr'r él con
humo negro frente a e11a? ¿O la mujer de capa y oitrr tono burlón.

166 167
fusto cuando ie iba a responder con otra pesadez, Marina recorrió la casona llamando con gritos des-
Damián se detuvo bruscamente. esperados a su abuela.

-iQué pasa? ¿Por qué te detienes? -inquirió Ma- -¡Marina, al fin!


-escuchó la voz de su abuela que
rina desde atrás. provenía desde el living-. ¡Discúlpame, querida!
Damián continuó quieto, sin contestar. Entonces,
-¡Meche! -le repitió mientras corría hacia el
fue hacia él y tocándole el hombro con una mano in- living-. ¡Damián y yo estamos en peligro!
tentó hacer que se diera vuelta, pero no pudo: estaba Marina se desplazó rápidamente y se encontró con
completamente rígido, como una roca. Los murmullos su abuela en el pasillo.
continuaban, al igual que el viento petrificante y la espe pasó?!
-¡¿Qué
sa niebla. Aguantando la respiración, dio unos cuantos Damián
-Es -respondió agitada-. Algo se apo_
pasos hacia delante y se paró frente a é1. A1 mirarlo, que- deró de é1.

dó horrorizada: el cuerpo de Damián estaba petrificado qué te refieres, Marina?


-¿A
y sus ojos completos eran más negros que el reflejo de Ia me habló a través de Damián! ¡Está tiesol
-¡A1go
noche en e1 agua. us ojos, Meche! ¡Sus ojos son todos negros!

-¿Damián? -preguntó. -¿Y cómo llegaste hasta acá?


É1 la miró con la oscuridad plena y le habló con unr viaje astrall
-¡El -gritó desesperada.
voz similar a la de la figura de humo: Solo en ese momento Mercedes cayó en la cuenta
aquí, elemental de Agua. que estaba frente a una proyección de su nieta. Te-
-Estamos
El terror la inundó y sin poder siquiera pensarlo un el recuerdo de Muriel en sus viajes casi transparente,
segundo, el viaje astral se activó, apareciendo a las afue- o un fantasrna. Sin ernbargo, su nieta estaba tan cor-
ras de la casona. Sabía que todos estaban buscándola, como cualquier ser humano normal.
pero rogó porque Mercedes estuviera dentro de la casa.
-¡¿Dónde están?l ¡Dímelo rápido que en cuaiquier
Tenia poco tiempo. Algo se había apoderado de Damiárr puedes voiver!
y su cuerpo estaba solo, desprotegido ante ese ser. Los
-¡No lo sé! Damián me dijo que estábamos fuera
dos podían acabar como su abuelo si no se apuraba. sector de 1os ríos hacia el interiot pero no sé dónde
entrando a la casa de golpe-.
-¡Meche! -gritó
¡Meche! ¡¿Estás aqui?! ¿qué te pasa?

168 169
Sentí¿r ur gran peso sobre ella, colno si algo estu talismán y deseó que la fuerza que dominaba a Da-
viera ejerciendo presión encitna de su pecl-ro. Le costabrr 1o soltar¿r.
re{firdr'. Se tstabr (luerlaltdo.in aire. aquí, elemental de Agua la voz
-Estamos -repitió
Tengo que volver... mi le dijo apenas a través de un cuerpo que no era el suyo.
a Nlercedes. En esos instantes, Marina abrió los ojos empapados
Bscúchame, cuando lo hagas, co1lcéntrate y Llsir un azul intenso. Si hubiera podido verlos, habría visto
el poder elemental. Conéctate cou el agua que te roclea. ellos el mismo brillo de su talismán. Las nubes trona-
No te será diflcil: los ríos est¿in ¡ror toclas partes. el viento rugió enojado y una tormenta se desató en
No sé... cómo... vez le era lnás difícil ilc b o s<1u e.
-cacia
var aire a sus pulrnones. ordenó ella con una calma clesbor
-Déjalo -le
Ahora.
.
-Siéntclo.
¿Qué... me está pasando...Mec['re? Una poderosa energía azul emergió de Marina y se
magia oscura tc ha descubierto, Marina. ¡Vue I de forma circular por todo el lugar. Ambos fue-
-La
ve ya! ccgados por el resplarrclor y Marina cayó al suelo.
Abrió rápidamente los ojos, volviendo en sí a los
pocos segundos de c¡,Le Mercecles 1e ordenartr cleia r

el viaje astral. E1 escenario no era e1 mejot': I)irtniárr


continuaba dominado por la magia oscura y aferrabrr
el cuello de M¿rrina con la fierza cle una sola lnalltr
'l'ratti cle llanrarlo por su nombre, pero las palabr:rs rr,,
le salí¿rn cle la boca. Si nt¡ hacía algo pronto, moriri.r
asflxiada ahí misrno. Entonces, cerró los ojos e interrt(i
oir e1 sonido cle los ríos a la distancia. Escuchaba circlrr
vez más cerca el fluir del agua. Sentía el vientt¡ conttrr
sLr rostro. La tierra parecía ejercer una fuerza electrtr
magnética sobre ella. Y ¿rsí, del mismo tlotlo, sentía t l

poder cle su elemento crecer dentro de ella. Visu¿rlizo

170 171
Oscuros

do volvió a abrir los ojos, vio a Magdalena sentada


borde de la cama. Llevaba su delantal blanco ¡ una
más, pensó que parecía un ángel. Sintió una calidez
i una que sentía sienrpre que su herman¿I mayor
de ella. Cada vez que se enfermaba, su papá le
algo rico y su mamá le dal¡a los rernedios, pero
que iba hasta su pieza y le hacía compañía hasta que-
dormida era Magdalena. Podían ver una película,
o quedarse en silencio, pero siempre lo hacían
Y era triste que, ahora, cuando más la necesitaba,
pudiera contarle todo 1o que sabía.
Hasta que al fin despertaste. Nos tenías muy
-le dijo con una sonrisrr tlc ¡livio erl
rostro.
aún atuldirla.
-Perdón -respondió
¿Dónde estabas?
Me perdí... er-r el bosque...

173
pasó, Marina? \'agaste durante horas, tc Damián te encontró, ¿qué pasó?
-¿Qué -Cuando -irl-
buscamos mucho tiem¡ro. Damián clesapareció y lo si con c u riosidacl ¿Cómo terminaron los clos
-
guiente que sabemos es clue Peclrrt los encuentra ¿r krs es?
dos inconscientes en el bosclue. ;Pedro no les contó?
está I)amián? Entró cletnasiado rápido a la c¡sa corrro pirnr rlar
-¿Cónlo
Peclro 1o está cuiclanclo. y clesde que llegó ha estado totlo i:l ticnr¡ro
Á rreclicla que Magdalena le hablaba sobre lo sncc do de su hijo. No sabemos nadtr 1., la verdad, las
diclo, X.'larina recordatra 1o que había visto y vivido. l.os cle las dcmás me tienen agotada.
murnrrillos, t-'1 viento helaclo. Dami¿in con los ojos tod()s adivinar: Matilde cree que andaba ha-
-Déjame
negros. i:ii viaje astral. La energía azul. ¿Qué habría ¡rasrr do 'tosas" con Damián en el bosque; Manuela pien-
clo con el hiio de Pedro luego cle ese destellc¡ de luz? rlue nre clio pataleta por algo y salí corriendo.

-¿No I'ra clespertad o aún? ¿Alguna de las clos versiones es la correcta?


Su hernrana negó con la cabeza. Flra ciertcl que apc Marin¿r no contestcí.
n¿rs toleraba a [)¿rmián, pero lo que le había suceclido e r,r
-Mijita, no creo que sea el momento para hablar
grave y no sabía cómo podia reaccionar luego de r1u, ese tema Mercedes mientras entraba
-interrumpió
despertara, ni si itra a tener alguna especie cle secuclrr la pieza-. Las dos saLlemos que Marina está cansacla:
l{ogó porque hubiese logrado conectarse con su elemcrr una m¿lñan¿r dil'ícil en el colegio y después pasó todo
to a tie¡npo. I)e Io contrario, Pe<lro no se 1o perdonarirr alboroto. Dejémosla clescansar. ¿Te parece?
Y ella tarnpoco. Marina agrtideció que su abuela hutriese entraclo a
hablar con la lVIeche. ¿Dónde está? habitación justo curndo no sabía qué respor.rclerle a
-Necesito
Preparando una sopa. herman¿r.
hora es? razón, Meche afirmó Magclalena-. Iré
-¿Qué --Iienes
Son casi las doce de l¿r noche. Marin¿r, tú sienpr, si Damián despertó. Penniso.
has confiado en mí, ¿por qué no nre cuentas qué pnsa'f Le clio un bcso en la frente a M¿rrina. se levantó del
e cle la carr¿r y cerró la pr,lerta tras de sí. En seguida,
-No hay nada qLle contar -mintió nuevameutc
llstuvc caminando por el bosque y perdí la noción tl, I r:l¡ir¡ trn i-rz¡jn con sopa cle choclo sob¡e el ve-
tiempo. Después, cuando Damián me encr¡ntró... de X,f ¿rrina y se sentó a su lado.

174 1/5
'ilL

¿Cómo está I)¿rmián? Por eso mismo no [e h:r corrl¡do, ni tarnpo


Él estará bien respondió su abuela con t()n,, haría si cle é1 dependiera. Saber esto conlleva
-le
condescendiente. riesgos.
No ha despertado...
-insistió Marina. -Y no hacerio también, ya viste 1o <1ue nos pasó en
lo hará.
-Pronto
pielrsas que va a reaccionar cuanclo l, Eso no es común... terció Mercedes-. ¿Te
-¿Cómo
colltemos 1o que pasó? cuando te dije que había peligros alrededor
bajo una tormenta )'una rama cle rolrl, ? ¿Que había seres detrás del poder elemental?
-Estaban
ciryó sobre ustedes. ¿Qué tiene eso de raro? -¿Eso fue lo que nos atacó hoy?
F,ntonces comprendió que srL abuela no tenía con te atacó a ti, Marina. Damián fue solo un ins-
-Eso
sicleraclo contarle l¿r verdad sobre 1o ocurrick¡ a Damiiur Por algún motivo, la magia oscura creyó que
El no es tonto, ¿cle verdad piensas que va a crcer cs()i dolo a él te sería más difícil enfrentarla.
le cluedará otra opción. Mercedes tomó el fazón co¡ sopa que aún estaba
-No
qué va a pas¿lr cuanclo Pedrt¡ 1e cuente qlle n() clel velador y lo acercó a sL1 nieta. E11a 1o sostuvo
-¿Y
había ninguna r;lna encima de nosotros? sus manos, pero fue incapaz de beber un solo sorbo.

-É1
no dirá nada.
-Damián tiene que saber la verdad, Meche. No
Así clue era cierto: Peclro siltría el secreto. lintonces, andar así por la vida, en cualquier momento 1o
¿por qué no quería contarle a su propio hijo? atacar de nuevo y es mejor que esté preparado.

-¿Hace
cuánto tien'rpo 1o sabe?
-Él estará a s¿r1vo mientr¿ls permanezca lejos de
l)esde hace tantos ¿rños que ya ni lo recuer taj ante su abuela. Parecía que ya no quería
do. Peclro es de confianz¿r y siernpre ha protegido a sobre el hijo de Pedro-. Por 1o demás, en estos
nuestra familia. os hay cosas más importantes que si Damián
A las mentiras cle nuestr¿r fan'rilia, querrás decir. o no saber quiénes somos, Marina. Fil tipo de nra
acerca cle eso... que presenciamos hoy es poderosísima. Me preocupa
-Marina...
¿Y Da rn iá n? ino. algo pueda pasarte, querida.
-irtlerr
no dcbc cntcrarse Entonces, con esa idea que parecía la advertencia de
-Damián -recalc<i.
Pero es su hijo... presagio funesto, Marina recordó Ia frase que repetía

176 177
f)arrián estando con los ojos negros: "Estamos a<1uí, clL Mercedes dio unas pahlaclitas sol¡r'c lir rrrrulo ,l, N l,r
mental de Agua'l Y supo que, ¿r partir clel momento t.rr comcl si con ese gesto la estttvicra c()ns()l.ur(lo, ( rir l

que tuviera 1a respuesta a su pregunta, no habría vuelt.r cn realidad, significaba un alivio ¡ram rllrr rrr isn n.
atr¿ís. Aun asi, necesitaba saber la verdad. c1ué pasó clespués? ¡rreguntri, irrlliqrrtlu.
-¿Y
cuanclo l)amián estaba bajo los efectol ni siquiera una original, cs ca¡raz tlc rc
-Meche, -Nadie,
de la rnagia oscura, me dijo dos veccs 1o mismo: "Estir tanto poder. Ciara no lo toleró y murió ir los pocos
mos aquí, elemental de Agual ¿A c1ué se refería con esol de haber engañado definitivamente a sus her-
¿Quiér'res son ellos? Eso cuenta la historia...
0scuros.
-Los -Eso está escrito en 1os Anales, ¿o no?
Lti palabra recorrió toda su espalda. Mercedes asintió.
historia elemental se clivide en dos ticn r
muy doloroso. Todos sus descendientes car-
-Nuestra -Fue
pos: la Ldacl Antigua y la L,dad Nueva. Lamentablemen con el peso de la traición de Ciara y con todo 1o
te, el hecl'ro que rnarcri el paso de una etapa a otr¿1 fuc lir ella produjo.
(lrau Cluerra. La prirnera y írnicil luchir entre clanes quc, rnagia oscura?
-¿La
sin embargo, nos ha mantenido separados hasta cl di¡ fue solo el comienzo de la masacre. Luego de
-Eso
de hoy. Ciara murió, el resto de las hermanas decidió deste-
qué? ¿Qué pasó? al clan de Fuego, quitándoles todo dominio sobre su
-¿Por
cmpezó cuando Ci¿rra, 1a primera elernen ento. No confiaban en ellos.
-'ibdo
tal de Fuego, fue consumida por las ansias de poder. No expulsaron de sus tierras? Marina.
le bastó con dominar su elemento y tener un cont¿rct(,
-¿Los -inquirió
solo los exiliaron, mijita, les prohibieron
jamás antes visto con la natura]ez.a: quería adueñarse clci
-No
utilizar su poder elemental. El Fuego se
resto de la nragia elemental. Para ello, indagó en el mun ó entre nosotros. Pero eso no quedó ahí... Oh,
do de las tinieblas ), tenninó creando 1o que llarnamos Los descendientes de Ciara no iban a permitir que
por medio de ese tipo de rnagia, logrrr
r-nagia oscura. Asi, acabara con ellos despojados de sus poderes, menos
hacerse del resto de los pocleres elementales. o la misma Ciara se había encargado de ponerlos
¿Cómo? contra del resto de sus hermanas.
a sus propias hermanas.
-Robáncioselos ¿Qué hicieron?

178 1/9
la magia oscura fundada por Ciara r rdaron. Los Oscuros soli csils cnr<lciclnes: no sot.t
tl
-Utilizaron
así comenzó la Gran Guerra. El caos asolti a los elemerr os, no son espíritus; son sentiinientos naciclos de
I
tales. Fueron momentos de pérdidas y enfrentamienkrs más tenebrosa de un elemental de Fuego. Y un
horribles. así, Marina, puedes reprimirlo, pero jamás
-¿Y los Oscuros? ¿También fueron creados ¡ror o desaparecer.
Ciara? cayó en cuenta de la interminable list¡ Un silencio sepulcral inundó la habitación. Se ate-
-Marina
de preguntas quc aumentaba con cada explicación otor al pensar que aquello que había poseído esa tarde
gada por Mercedes. no había muerto, sino que seguía ahí, acechán-
-Ojalá hubiera sido así... quizás de ese moclo ten Esperando paÍa atacaÍ en el momento más indi-
drían menos poder y no serían inmortales como lo son. Recordaba esa voz profunda y grave, diciéndole:
Marina se queclir helacla ante las palabras d c os aquí, elemental de Agud'.
Mercedes. ¿Había dicho, acasor que esos seres teni¿ur
vida eterna?
-Los Oscuros, Marina, son verdaderos demonios
toman los cuerpos mortales con un solo objetivo:
sea que Io que me atacóhoy no n.ruri<i. a elementales para obtener su poder. Son fuer-
-O
Nc¡. Una eler.nental puede liberar al mortal cluc son muchos y pueden estar en cualquier lado. Lo que
está sienclo poseiclo por el Oscuro; luego, este pueclr a Damián, por eiemplo, es producto de la magia
escapar y queclar libre ¡rara tomar otra piel. lJn el mejor Y ese tipo de poder solo 1o han usado los traido-
de los casos, un elemental puede encerrar al Oscuro, de Fuego o los l¡isr¡os Oscuros.
pero jamás destrui rlo. Marina advirtió que, cada vez que su abuela se re-
-¿Y qué son? ¿De dtinde vienen? al clan de Fuego, los llamaba "traidores", pero jamás

-Los Oscuros fueron engendraclos bajo la ntlis


pura rnaldad. ntonces, quizás ese Oscuro trabajaba para al-
Marina bebió un poco de la sopa y sintió que la
-E
del clan de Fuego.
punta de su lengua se <1uemaba. Hace tiempo que ellos no trabajan para nadie.
-Durante la Clran Guerra, el clan de Iuego se -Como aliados, entonces.
sentía especialmente traicionado, lleno de ira. Así acu prácticamente imposible su abue
muló emociones <1ue, sin saber cómo cont¡olarlas, se
-Iiso e s -refutó
Se cree que los traidores cle Iruego están extintos.
-.
180 1BT
segura de eso? ¡s tlueñas aparezcan, no teneÍllos oportunidad alguna
-¿Estás
l
nuestra raza nunca se puede estar segura (l(. I rr los Oscuros. Dentro de su n-raldad yv constantes
-Con
nada, pero sería muy raro porque no se ha visto el potlt.r hciones, ellos permanecen unidos por las las ansias de
sabemos dónde
del Fuego desde hace mucho tiempo. No, probablemcnt,. $der. Nosotros, en cambio, ni siquiera
fue un Oscuro. tBtá n nuestros hermanos.
cuántos Oscuros se supone que crearon los Marina volvió a dejar el tazón sobre eI velador.
-¿Y
traidores? listirba cansada, pero al mismo tiempo había muchas
Fue una guerra dura y larga. L-n a r todos los
osirs que quería averiguar. Ese día, a pesar de
-Innumerables. poco mejor cuál era
gina todos los sentimientos negativos que existen en cir' ¡rroblemas vividos, comprendía un
cunstancias como esas. lrr lugar en esa lucha, pero aun así, eso no era suficiente:
que los habían encerrado. rro sabía de dónde sacar fuerzas. La muerte de sus
-Creí el cambio de colegio,
-Sí, pero más tarde otros los liberaron. Como tc ¡rntlres, la seguidilla de mentiras,
conté, los Oscuros quedan encerrados pero en estado krs nuevos compañeros... eran muchas novedades en
latente. Si un elemental decide liberar a cuantos Oscu poco tiempo y no se sentía preparada para algo así. Ella
ros quiera, puede hacerlo por medio de la magia oscura. no era como Matilde, no se llevaba bien con los cambios,
Hasta ahora no ha existido una magia lo suficientemen. tro le gustaban las sorpresas. No era aventurera. Era
te poderosa para mantenerlos encerrados o, mejor aún, tuna paradoja que, justamente ella, fuese la elegida para
para eliminarlos por completo. cnfientar un mundo nuevo y extraño. El1a, Ia menor de
eso significa que hay más elementales lrrs hermanas. ElIa, 1a irresponsable, 1a inmadura. El1a,
-Entonces
en Puerto Frío. Alguien tuvo que haber Iiberado al Os l¡ huérfana. Abruptamente, Mercedes la apartó de sus
curo que me atacó. pensamientos.
aprovechar de disculparme, Marina. No
-No importa quién lo liberó, eso siempre ha pasa- -Quiero
do y seguirá sucediendo. Siempre existirá un elemental tlebería haberte llevado para allá luego de lo que pasó
que distorsione su naturaleza por la ambición. Esa es una cn el colegio, pero estaba preocupada por el descubri-
característica que heredamos de nuestra parte humana. miento de tu poder. De todos modos, hoy me IIevé una
El punto es que está comenzando la lucha final por eI grata sorpresa.
poder, Marina. A menos que los talismanes y sus respec- qué 1o dices?
-¿Por

182 rB3
Primero, porclue volvistc de un viaje astral al pasrr ter-rían un pacto, Meche. Iisir mr.tjer asesinó
-L,llos
do sin un rasguño. Segundo, porque cuando la uragia oscir para que la figura de humo le dijera dónde es-
ra te xtacó supiste inmediatamente cómo utilizar tu poclcr. el talismárr de Fuego.
Marina ducló de aquellos n-réritos. I-a verdad t'r.r Mercedes se levant<l, fue hasta uno de los venta-
clue toclo había sucediclo de rr.roclo espontáneo. y corrió apenas la cortina. Parecía hurgar el ex-
fue tan así, Meche... solo... salió. r con su mirada. Afuera caían los prinreros copos
-No
Sí, te resultó sin planearlo, pero 1o l'ricistc ¡ l.r n ieve.
pcr fc. c io rr. Sa bes pol que? pasa? su nieta.
¿
-¿Qué -preguntó
Ella negti con la cabeza. saber algo, cluerida dijo con la vista cla
-Debes
Porque eres una de las elegidas, Marin¿r. en Ia lluvia blanca.
Poclría haber resultaclo de otra nranera... Marina se quedó mucla, esperaudo a que su abuela

-No, tú no eres cualquier elernental. Y cada vcz


ti, recuérdalo. Eres úrnica, especial.
clue clucles cle F,l altar es un lugar sagrado. Como tal, solo los
tengo r.r.riedo se atreviti a clecir su nit' es podernos estar ahí. Sin en'rbargo, existe un
-Meche...
ta con los ojos llorosos-. Ttngo rniedo de fallarte, ti,' que puede traspasar esa barrera. EI primer Oscu-
fallarle a los papás. 'l'engo mieclo cle que le pase algo ,r I.)l n'rás poderoso. Fll señor de todos ellos.
mis hermanas. Lo que le pasó hoy a Damián... lo quc l lil Maldito?
-¿
cuando fui al pasaclo... Mercedes apartó su miracla de la ventana y l-runtlió
viste exactarnente? No hemos tenido lrr ojos en Marina. 'Ienia 1as pupiIas coutraíclas, temcrosirs.
-¿Qué
o¡rortunidad de convers¿r acerca cle eso. sir[res su t'rombre'i
-¿Córno
Marina le contó sobre 1a mujer de capa y lir figurrr rnujer cle la capucha lo llamci así.
-La
de humo negro serpentino. Le explicó clue habían hecho era esa mr-rjer, Marina?
-¿Cón'ro
un plan: ella asesinaba a Salvador corr el fln cle c¡ue sus Ya te 1o dije: pelo negro largo, ojos vercles. Se pa-
paclres dejaran Puerto Frío; él le decia el paradero cicl a Manuela. No estoy cliciendo qlle sea e1la, clarc¡,
t¿rlisrnán de Fuego. Le describió la ca¡racidad de anrbos hermana puede ser ocliosa pero no h¿rce pactos corl
para ver el futuro y así saber que Milena tendría hijas, ni diablo. Y ustedes, cuando el abuelo fue asesinado, ¿no
ñas que querían mantener aisladas de1 poder elemerrtal. n quién 1o mató?

184 185
F'
¡rclo negro y ojos verdes. La única tlescri¡rcirirt ¡sí, cs
l:r
Su abuela volvió a tomar asiento sobre la
Como nunca, parecía triste y cansada. rlc Ciara.
Milena, Lucas y yo fuimos a1 pueblo. 'l'u 1,.r¡,., La elemental que traicionó a tod¿r Iluestra raza.
quería sorprender a Salvaclor con un saLnón a la m¡rtl, ;()ué pasa si Ciara no murió, Meche?
quilla que sabía ¡rreparar, así que nos despedimos rápii l, ' puede ser.
-No
porque era tarde e iban a cerrar las tiendas. Ahorii t1u.. r,, qué? Marina.
-¿Por -ilrquirió
pienso, todo fue demasiaclo rápido. Cuando llegarnos. t ,, porque la vieron morir.
-Bueno.
abuelo yacía boca abajo en el porcl're. Tenía... pasa si e1 registro de los Arales está equi-
-¿Qué
Mercedes apretó sus labios. Así, contando esa vocado? Según lo que me has contado, Melantha, la pri
toria, se veía especialmente frágil. n)era en escribir en el iibro, vivió siglos después de la
'l'cní¿r todos los signos de un asesin¿rto a m¿lnos (l( rrruerte de Ciara. ¿Qué pasa si 1a historia escrita no es la

un Oscuro: los ojos secos, el cuello negro. El terror imprcs,, vcrsión correcta?
en su piel. Siempre pensalnos clue había siclo uno cle ellr,' fuera así, querida, Ciara no tenía el po-
-Aunque
No puedo cÍeer que alguien de nuestra raza lo heLya heclr,,. r.lcr de la vida etema.

piensas que pudo haber siclo, Meche? n-risma has dicho que todo puede pasar en nues
-¿Quién -"Iú
Ni siquiera 1o irnagino, cluerida. Según lo escrit,, tro mundo. ¿Qué te hace estar tan segura de que Ciara no
en los Anales, solo el clan de Fuego tr¿ricionó el potlt r
crrgañó nuevamente a sus hermanas y, en realidad, está
elernental 1., por lo mismo, solo ellos tenían acceso u lrr viva? Además, ¿no quieres saber quién mató al abuelo?
pero de nada
magiir oscura. Salvador muriti con ese tipo de rnagia, dt -Es cierto, no puedo estar segura,
eso no rne cabe cluda. Sin etnbtrrgo, los tnismos registt os nos sirve ahora intentar descubrir si está viva o si fue
plantetrn quc el Fuego está extinto. Algo no calza. clla quien asesinó a Salvador. Nuestra prioridad debe ser,
Eso o alguien que no es del clan de Fuego nos trai prirnero, que aprendas a manejar tu poder y, segundo,
cionó M¿rrina . Fln los Anales tiene que htrbcr' e ncontrar a las demás elegidas: debemos reunir los cua
-propuso lro lismanes cuanto anles.
ta
algo. Es irnposible clue esa rnujer haya pasado desaperci
bicla. Alguien de nuestro clan tiene que haber visto algo. qué pasa sí el de Fuego ya lo tiene esa mujer?
-¿Y
No hay nada, Marina. He leído ese libro cientos No creo que haya hecho un pacto con el Maldito y que él
de veces y no hay nacla sobre una mujer de capa larga, no le haya cumplido.

r86 1Bl
r
i'
Amo de las tinieblas tiene mucho poder, Ma de todo lo que pasó, quieres que vaya al
-EI -¿Después
rina, pero no sobre los talismanes. Ellos están hechos ?
-preguntó.
con parte del alma de sus propias creadoras y Ia magirr por todo lo que sucedió quiero que
-Precisamente
de las originales no puede corromperse por un Oscuro, La vida continúa.
no importa cuán poderoso sea. No, estoy segura de quc
-Pero, Meche, necesitamos averiguar quién era
no 1o tiene. Probablemente Ia traicionó. El es el maestro mujer. Quiero saber quién es ese tal Maldito y por
del engaño. lo tratas con tanto respeto.
único plan es reunir los talismanes? en un camino de incertidumbre, Mari-
-Entonces, ¿tu -Estamos
-Es el plan más certero que tenemos. Todo puede pasar. Necesitamos energía para enfren-
luego, ¿qué? Formamos la Rueda del Ser y quc lo que está por venir y la mejor forma de conseguirla
-Y
se supone que pasará. clescansando. Buenas noches, cluerida.
que la Rueda conformada por los talis Su abuela 1e dio ur-l beso en 1a frente y luego cortó
-Sabemos
rnanes desencadenará un poder nunca antes visto, quc luz del velador.
nos librará de la Oscuridad, pero no sabemos cómo lo Esa noche estaba más helado de lo común en
hará. Debemos estar preparadas para cualquier cosa. Frío.
si no pasa nada? ¿Si es un mito? ¿O qué pasa sr
-¿Y
formamos Ia Rueda pero no sabemos cómo usarla?

-Servirá y las elegidas sabrán qué hacer. Está es


crito su abuela y Marina se sorprendió de quc
-aseguró
Mercedes tuviera una fe tan grande y ciega en algo quc,
en el fondo, no sabía de qué trataba-. H"y que confiar
en nuestros ancestros.
Mercedes fue hacia Marina, tomó el tazón vacict y
luego ia arropó con una frazada extra.
sido suficiente por hoy. Mañana será tu sc
-Ha
gundo día de colegio y debes descansar. yo también ne
cesito hacer lo mismo.

188 r89
Furia

despertador sonó a las seis y media. A pesar de todo 1o

habia sucedido en las últimas veinticuatro horas, Marina


dormir profundamente durante la noche. Se frotó los
y se levantó a los pocos minutos luego de que la alarrna
un nuevo día escolar. Sin embargo, su rapidez para
de la cama no se debía tiu-rto a esto, como a Ia necesitlad
saber cómo estaba Damián. ¿Habría usado correctarnen-
su poder? ¿Lo habría hecho a tiempo? Tomó una ducha
y, con el uniforme impecable, bajó las escaleras hasta
al comeclor. Ahí est¿rban sus tres herrnanas y Nfercecles.
levantaste telDprano. ¿Cómo te sientes?
-'I'e -pre
Manuela.

-Bien. Lista para empezar un nuevo día de clases


Marina.

-Qué bueno -correntó Magdalena corriendo


silla que tenía a su lado-. ¿Por qué no te sientas a
con nosotras?

191
pero primero tengo que hacer algo. vestía unos jeans azules y gastarkrs. Su pclo
-Si,
-¿A dónde vas, querida? intrigatll
-preguntó y liso estaba mojado, y le caía dcsortlcrt¡tlo sobrc
Mercedes. frente.
saber cómo está Damián.
-Quiero -¿Y usted? -preguntó Damián sorprendido, con
que faltaba era que te gustara el hijo dcl ceño fruncido como de costumbre-. ¿Qué hace aquí?
-Lo
capataz. cómo estabas. Cómo estás por ayer,
-Quería saber
-Córtala -intervino Matilde, somnolienta-. No decir, por lo que pasó ayer.
quiero despertar otra mañana con tu mala onda. No le gustaba cuando se le trababa la lengua.
-Bueno -volvió a hablar Marina-, me encanta -¿Cómo
estoy yo?
-repitió
con voz incrédula.
ría quedarme, pero quiero saber cómo sigue "el hijo dcl bueno... de cierto modo fue mi culpa 1o
-Sí...
caPataz". Permiso. pasó...
Mercedes no pronunció palabra. ¿Cuá1 era su pro es verdad Si no hul¡iera hecho
-Eso -añaciió-.
blema con que se preocupara por Damián? pataleta bajo Ia lluvia, probablemente no nos hubiera
Al final del pasillo del primer piso, por el ala de o un tronco encima.
recha de Ia casona, se encontraban las piezas de Pedrr EIIa bajó la vista. Claro clue era su responsabilidad,
y su hijo. Pronto llegó hasta allá y vio dos dormitorios no por el supuesto acciclente, como él creía, sino
separados por un baño. ¿Tocaría la puerta del capataz exponerlo a la magia oscura.
o la de Damián? El corazón le latía muy fuerte. Quería de pronto Damiiín-. No quise ser
-Perdón -dijo
hablar con él para saber de su propia boca cómo esta- Y usted, ¿cómo se siente?
ba, pero, por otro lado, algo le avergonzaba y la ponía
-Yo estov bien. Gracias.
nerviosa. Probablemente era porque sabía que, de algún Un silencio incómodo los inundó. !,lla veía los ojos
modo, ella había provocado que terminara inconscientc de Damián clavados en los suyos y se sintió caer
bajo la lluvia. de ellos.
Toc-toc. ¡Buenos dias, rniia!
Tres segundos más tarde, Damián abrió la puerta La voz de Pedro, quien salía de la pieza contigua,
de su pieza. Llevaba una camiseta blanca de manga larga ó el silencio.
que marcaba su figura y hacía contraste con su piel oscura. días, Pedro
-Buenos -contestó.

19) 193
está la nuca después del medio porraz() lit agencia de turismo y Manuela se queriirría t.st.rillicnrkr
-¿Cónlo
que se vino a dar, oiga? Si todavía le duele, yo tengo unos srr tesis en la casa.

remedios naturales que 1a pueden ayudar Se puso su parka azul marino enciura rlc l¡ cha_
-comentó'
será necesario, ya estoy bien. Gracias rl'' queta y una bufanda, tomó su bolso y saliri de la caso_
-No tta junto a Pedro en dirección a la camionet¡. Era una
todos modos.
señorita vino a averiguar cómo me sent i't nrañana especialmente clara: el bosque tenía encir.na una
-La
Damián-, Pero Ya se iba. f ir-ra capa de nieve pero, más atrás, la cordillera
estaba
-añadió
Marina voiteó para mirarlo nuevamente. ¿La estair'r cubierta por Lln manto blanco. Hacía un frío glacial y
echando una vez más? ¿Por qué siempre la quería lejo" Marina se preguntó cómo bajarian ia cuesta con nieve en
de él? ¿Por qué todos Ia querían lejos de é1? cl camino, aunque pronto se respondió a sí misma que,
me estaba yendo. Gracias por tu preocLlPir seguramente, Pedro habría realizado esa hazaña en más
-Sí, tle una ocasión. Sin ernbargo, era evidente que el viaje
ción, Pedro. Nos vemos, Damián.
seria más lento que el del día anterior quizás, podría
-Hasta
luego, señorita. ¡
Incómoda, fue hasta el comedor para tomar un l(' usar ese tiempo para hablar con el hombre de confianza
Ahí todavía estaban sus herrnanas y Mercedes, las tostrr tle su abuela. Antes de subil a la camioneta, pedro arrojó
das y la mermelada casera. Se sentó al lado de Magdalc rr 'r run poco de agua sobre el vidrio delantero, luego prendió

esperando a que alguna le preguntara sobre e1 episotlr. cl motor y 1o dejó calentarse unos minutos antes cle par-
del día anterior, pero ningún comentario sobre el tenr¡ s'' tir. Mientras, Marina subió y prendió la calefacción para
hizo presente. Seguramente su abuela, para evitar int r(r cntibiar el aire. Todo era un hielo.
misiones, les había pedido que se ahorraran las pregtrrr -¡Hoy día sí clue está helado! -dijo Marina para
tas, y si había sido así, lo agradeció. No quería añadir trrr'r empezar 1a conversación.
preocupación más a su segundo día de colegio port¡tr'' -El invierno acá es duro, pues, mija -contestó el
de ser así, quizás terminaría en otro viaje astral' Conrr" capataz mientras giraba el manubrio en dirección a la
un poco de pan con queso y después de un rato apal'('( lrr salida-. Pero ya se va a acostumbrar.
Pedro para llevarla a la escuela. A diferencia del día lr¡ -El frío no es problema, mientras no tenga que so_
terior, solo ella debía ir al pueblo. Magdalena entraríit 't portar el calor seco de Santiago, estará todo bien.
trabajar en el turno de noche' Matilde iría en la tartlt"r Pedro largó fuera una carcajada.

194 195
r I

mamá decía lo mismo y terminó anclada en de la casa y camina por los tcrrcnos cor.no si
-Su -Sale
la capital. conociera, oiga. Pasea por el bosque con una sonrisa
a la mamá le gustaba mucho el invierno tlt 1e atraviesa la cara. Ayer incluso salir! a pic pclario al
-Sí,
acá. Sufría con los veranos de Santiago y aseguraba quc ¡Imagínese, con el frio que hace y ella descalza!
su termostato no era para ese clima. cambio, la señorita Manuela anda como si se hubiera
si usted me pregunta, yo creo que nadie rlc un palo de escoba: tiesa, seca.
-Mire,
su familia está hecho para el calor. Es como que fueran
-Amargada.
del bosque helado y neblinoso. no es que quiera justificarla, pero me pa-
-Bueno,
-Pero yo estoy lejos del bosque, Pedro. No sé
nr que esa actitud se entiende, ¿no?
siquiera cortar ieña. Sí, en realiclacl, pensó Marina, se comprende una
qué toparnos, señorita? Yo le enseño, pr.rcs. d así luego de saber que tus padres fueron asesina-
-¿Y en
Pura costu¡nbre, ya va a ver. Después de todo, quizás sus modos de enI'rentar un
A medida que avanzaban, la bruma de la montiur,r no eran tan disímiles: una se evadia en el bosque,
desaparecía y los techos de colores mostraban las priurc Io hacía a través de los libros.
ras señas del pueblo. Para cuando llegaron al pueblo, Marina continuaba

-Si tuvieras que elegir a la que más encaja acá y l;r ínteresada en las historias que Pedro le con
que menos, Pedro, ¿c¡riénes serían? sobre la vicla en la casona. Por primera vez escu-
clarito como el agua: la que parece habcr anécdotas sc¡bre sus abuelos, episodios de cuand«r
-Está
nacido en el bosque es la señorita Matilde y la más rlc or aún estaba vivo o relatos acerca cle su madre
sadaptada es la señorita... todavía era una niña. Incluso, hechos que Pedro
Marina y Pedro asintió había presenciado pero que, sin embargo, Mcrcedes
-Manuela -intervino
Ahora te toca justificar tus opciones. contado. Era extraño sentirse parte de un mun-
ha visto cómo se mueve su hermana Matikll del cual sus padres apenas le hablaron. Escuchando
-¿No
por el bosque? historias de esa casona sentía como si hubiese estado
No, no lo había hecho. Estaba tan ocupada con las h is compartiendo con ellos todos esos años de ausen-
torias de Mercedes, qlre apenas se había fijado en el conr Y más que su curiosidad por el mundo elemental, la
portamiento de sus hermanas desde la llegada a la cason¡. rln un¿ls altsias antes desconocicl¿rs por enteral'se

196 191
I

de esas historias; por aprender cómo fue la vida de sus Azancot.


-Hola,
padres en el pasado. Dentón, el tipo que se había burlaclo cle ella a
le vaya bonito, señorita Marinita y paciencia del resto de sus compañeros, estaba a
-Que -senten
ció Pedro mientras d :tenía la Chevrolet frente al colegio. espaldas.
Habían llegado. Marina asintió, le regaló una sorr
-Hola -contestó secamente.
risa de agradecimiento y antes de baja¡ le dio un beso en que al fin te atreves a hablar estaba
-Hasta -ahí
la mejilla. nuevo molestándola. ¿Por qué últimamer-rte tenía a su
bueno tenerte cerca, Pedro. una sobredosis de gente como Manuela?-. No
-Es
Notó en él una expresión similar a 1a que ponía str preocupes, es nornal que el primer día de clases no
padre cuando Ie daba esas muestras de cariño y, conten nada y después te desmayes.
ta, bajó de la camioneta.
-¿Sabes?
No estoy de humor para tus bromas,
Toc-toc. n: ándate al carajo.
Segunda puerta que tocaba esa mañana y le ponil El tipo le sonrió con unos dientes perfectos y los ojos
los pelos de punta. Juan Casas, el portero de la escuela, lir de felicidad. ¿Acaso disfrutaba cargándola?
volvía a recibir con un gesto radiante. era todo 1o que quería que diieras!
-¡Eso
¡Buenos días, buenos días! -exclamó con utrit -¿Disculpa?
alegría desbordante para alguien de su edad-. ¿Cómo lt' ya ves... te descoloco un poco y luego tú te
-Sí,
va a Ia nietecita de doña Mercedes? endes, sacas 1a Azancot que llevas dentro y todo
aclaró Ia garganta para ver si así le salí¡ genial.
-Bien -se
más voz-. Estoy bien. la Azancot que llevo dentro?
-¿Saco -preguntó
que la lleven a su sala de clases o llamo enarc¿nclo unn ceja-. ¿Que sabes tú de nli
-¿Necesita
a la directora?
sí le salió la voz de inmediato-. No se desmayan cuando están nerviosos
-¡No! -Ahí -Que -res-
es necesario que la 1lame, sé dónde queda mi sala. ó entre risas-. No, es broma.
Caminó por el largo pasillo de madera que resoni¡
-Eres bien bromista.
ba por todo el lugar hasta llegar al salón donde se habí¡
-Y tú eres buena aceptándolas, así que seamos
desmayado. Me llamo Emilio.

t98 199
Nlarina quedó clescolocada. ¿Se estaba burlatrdo,, si es una broma, Azancot! iQue tienes poco
-¡Pero
en realiclad quería ser sirnpático? do del humor!
Veo que conociste al payasito del curso
-cli¡,' Eso no era cierto. En sll colegio arrlt liol cll¡ te¡ríe
una joven baja, de pelo corto, crespo y oscuro que ap¡ de ser surn¿rmente integrada y tlivcrtitla. ¿Córno
reció por atrás de ellos. Corno si ninguno de los dos hu a llegado ¿r convertirse en un [¡icho rrrro'l
biera sabiclo qué hacer con ltr puerta, ella rápidamerrtr' muy difícil que alguien tenga tu sentido del
-Es
', Ernllio intervino Vanes¿r.
la abrió, haciér'rdole un gesto a Marina para que entrarir
que hoy sea un día mejor pala ti le r,1ii,, Marina la r¡iró nuevamcnte sorprcnclicla ante sll
-Espero
Gracias. ¿Por qué no le había hablado antes? Quizás
V¿rnesa. Me siento jLtsto detrás tu1'o, .r:r habría evitado ese "desmayo" tan vergonzoso.
--Me llan'ro
que cualquier cosa qr,re necesites, nc lir pides. días el profesor Gabriel Littin,
-Buenos -saludó
¿Así nadii más? El r'lía anter"ior todos se habí¿r¡ r,.'r había llegado con su delantal blanco y dos libros
clo cle ella, pero hoy parecía heber una simpatía gctt, el brazo.
ralizada por la ex-nu eva-rech¿rzada del curso. Entolr,,' profe! alegre Vanesa-. ¡Mire cluién
-¡FIola, -salucló
cornprendió: Littin. Obvio, cótno no se le había ocun i,l,, hoy! Y nosotros quc pensamos que no aparecería.
antes; probablenrente el prof'esor hatría trataclo cle iltl, Marina, ¿cón'ro estás?
-Hola,
r

ceder por ella. C[aro, r-ro había otra justiticación p¿lrrr (lr¡ El prof-esor le sonrió tranquilo, conio si su ll.rc-
de pronto, y sobre todo luego del prirner día, totlor l, presentación nunca hul¡iera ocurriclo. De algírn
sorrieran fuerirn amables con ella.
), eso 1a alivió.
--¿No vas a entrar? preguntó Vanesa al vcr ,1, ,

-Hola, Gabriel, cluiero deci¡ prof'esor, Littin,


Nfarina se había <luedado con l¿r rnirada perdida. (icrri,rl
seguralnente ahora sí creia que estaba loca. Emilio fue el primero en estallar en risas al escu-
que nuestra compañera nuev¿r sltfr', ,l, el poco fluido saludo de Marina y después, sin po-
-Parece
déficit atencional dijo descle atrás Enlilio con su vir ( ,, contenerse, los cu¿rtro rieron a la entrada de Ia sala.
nocido tono jocoso. la primera \¡ez que Marina reía en Puerto Frío. l,a
Marina se dio vueltir y sus ojos lo perforarou. Iil r r,, era vez qlle reía con los compirñeros que, snpo des
a carcajadas. ese instante, serían sus amigos.

200 )01
!

llamarme colno más te acomode, Mari¡ ¡. cstaban presentando los hechos, sttgr.trilIll('rlI( r'll.t sr'trt
-Puedes
siempre y cuanclo no esté la directora escuchando. cl centro de atracciór'r. l)e nuevo.
-Sí, en esos casos, mientras más distancia ust.s, -Así
dijinros rtcclcrt tlc cso?
es, Vanesa. ¿Y qué
mejor atirrnó Vanesa. Que por e1 l'recho de ser ttl-l pttet ttt, contcltz(r
bien, es hora de empezar las clases. ¿Vantosr, siendo un centro importante para el país, pcro con el
-Mr,Ly
Los tres alurnnos entraron a la sala junto con t,l tiernpo, otras ciudades como Talcahuauo o Valparaíso
profésor. Una vez adentro, cacia uno se ubicó en su r(.s comenzaron a desplazarlo.
pectivo asiento. M¿rrina pudo percatarse de clue todos lrr ¿Alguien más?
-Bien.
miral¡an con curiosidad, pero, al parecer, ninguno tcnr.r dijo Dentón-. ¡Que la 1ámilia de Azancot
¡Sí!
la intención de rnolestaria (aparte de Ilmilio, que molcs cs muy famosa, tanto, que deberíamos pedirle un autó
taba a todo el n'rundo). grafo a la nueva compañera!
la mayoría de ustecles sabe, hoy en la nrl El curso cornpleto rio a carcajadas, excepto Marina
-Conro
ñana tenemos clases de historia y continuirremos con l.r r¡uien esbozó una sonrisa incómoda.
mirteria de ayer dijo e[ profesor. En efecto continuó [.ittit.l como si no hubiese
Marina supuso que esa introducción era rnás par.r pasaclo nada-, la 1¿rmilia de Marina es rnuy irnportaute
ella, que para el resto clel curso. para la historia cle Puerto Frío. Gracias a sus antepasados

-¿Hay alguien que quiera recorclarnos lo que es{.r cs que este pueblo permaneció con vldtr a pesar de que
tnos estudianclo? Littin. luera sobrepasado por otros Puertos más exitosos, como
-preguntó
Miró tin¡idan-rente a su alrecledor para ver quit.rr nos planteaba Vanesa.
hablaria y así familiarizarse un poco más con el resto rl,. ¿Y por qué, si su familia es tan importante, e1la
sus compiiñeros. Sin embargo, la que terminó poniéutio nunca había estado aquí? alguien desde atrás.
-preguntó
Ia al día fue la misma Vanesa. vida personal de Marina no es parte de la clase
-La
-Hablamos sol¡re los orígenes del puetrlo. de historia, señorita Rivas.
¿Los orígenes del pueblo? Esto sí que debia s,.r No había duda de clue Littin sería su profesor favo-
una brorna v no una cor¡o las de !,rnilio, que pasatr.r l rito: siempre estaba ahí para sacaria de apuros.
desapercibidas. ¿Tendría que ver cór¡o sus corn¡rañclr,., la clase pasada, los ancestros
-Como decíamos
aprendíau sobre la historia de Puerto Frío? Así cont() :,(. tle Mercedes Plass *Marina agradeció nuevamente que

242 203
utilizara el liornl¡re de su al¡uela y no el suvo, a pcsa r cn su mirada. Se I'ral¡ía referido it sus putlrts )/ ¡.s() n() sc
de que en realidacl l'uera 1o rnisnro-, se asentaror en cl lo pern'ritiría a naclie, jamás. Sin clccir rrn¡ solit prrlitbnt,
terreno que conocemos como el sector de los ríos: trt.:, cruxinó hacia el fondo del sal(rn y se puso ll lxrrtlt tlcl cs
familias clispuestas en tres partes distintas clcl bos<¡re. \ critorio de la pelirroja. Entcrnces la agarrti tlc la corbata.
si bier-r hoy casi todc¡ está abandonado, el hecho de c1,rt No vuelvas a habla¡ cle mis papiis r.lurca nrás en
la señora Mercedes per[ranezc¿l a]rí, nos da cueuta c.n tu vida di.jo con dureza, Lasi firera cle control . ¿Te
-1e
carne propia de su legado y de nuestra historia. quedó claro?
¿Y por qué se fueron? Vanesa. Ltr compañera sostuvo una mirada desaflante, caren-
-pregltntó
"Es una mu),buena preguntal pensó Marlna. te de asombrc¡. Por el contrario, podía sentir a todos los
clemás colnpletanrente atónitos. lncluso para ella misrra
-No se sabe con exactitud c1¿rtos como ese, Valtesil
-aseguró
Littin . (}acias a 1os registros clue existen e n cra extraña su conducta. ¿De dónde veníir esa rabia? ¿Des-
el pueblo, hernos podiclo averiguar que luercrn ellos quir, cle cuándo se comportaba así? Ella siempre prefcría hablar
nes 1o ftLnd¿rron y lo sostuvieronl sabemos clóncle se ulr r con distancia y ctrlura antes que us¿rr ltr violencia. En cat.n-
cilron y a qué se ciedicaron algunos, pero no cont¿n.l() trio, en esos mornentos scntí¿r hervir la sangre v con furia
con 1a historia personal de c¿rda fanrili¿r. rnantenía apretacla entre los dedos de su [Iano 1a corba
Que responda ella ta de aquella joven pelirroia. Las cosas no mejoraron: cle
-volr.itl a decir la conrp;rircr rr
de ¿rtrás, hacit'nclo alusión a Marina . Después de torlo, pronto, escuchó un agudo chillido c'lentro de l¿ s¿rla.
es su f'an-rilia. ¡Sepárenlas, sepárenla.s ya! ¡l-ittln, haga algo por
-Mi f¿rmilia clirect¿r no se crio aquí contestó Nll favor !!

rina con los clientes apretados-. Mis papás se fueron ar r, i La directora contenrplaba la escena con su melena
vir a Santiago antes clc qlle mis herrnanas yyo naciéramos negra alborotacla, los ojos desorbitaclos y una transpi-
--¿Y por qué tus p¿rpitos te mandaron para aclr? ración excesiva. Antes de que el prolésor pucliera hacer
Sin siquiera es¡rerar unar interrupción cle Littin,,[,lir algo, Millán se asornci por 1a puerta y gritó hzrcia afuera:
rina se levantó rápidarnente de su aslento y se dio vuellrr
-¡¡Seguridad!!
par¿1 ver al final de ia sala a una joven de pelo rojizo l Al poco rato lleg(r corriendo a clur¿s perus la "se
ojos vercles que la fulminal¡an. Ella no era como Ernilio guridad'l quien no era más que el anciano portero cle
con sus burlas tontas e ingenuas. No, ella tenía crueldarl

)04 205
-Con su permiso, señorita Azancot
-dijo fuarr Antes de salir, miró por última vcz it h pclirroja:
Casas, tomándole las manos con suavidad y ubicándosc sonrisa triunfal, imperceptible paril cl lcsto, sc aso
las tras la espalda, como si fuera una delincuente. en su rostro. Y sorprendida, atlvirtiti c¡ttc stts ojos
-Directora -intervino Littin-, considero que estir no eran vertles, sino negros.
medida es un poco exagerada. Marina no es una criminal.
si yo no hubiera entrado a esta sala
-Profesor,
cuando lo hice, quizás qué Ie hubiera sucedido a esta po
bre criatura Eva, haciendo alusión a la pelirro
-declaró
ja, quien derramaba unas 1ágrimas teatralmente.
fue la que empezó! desesperada Ma
-¡Ella -gritó
rina, aún con sus manos atrás de la espalda.
yo la veo a el1a llorando en su asiento y rr
-¡Pues
usted bastante distanciada del suyo, señorita Azancot!
¡¡)uan -chilló con sus altos decibeles-, llévela a mi ofi
cina, ahoral!
esto es injusto, profesora! Marina.
-¡Pero -reclamó
veces se 1o tendré que repetir?!!
-¡¡¿Cuántas -gri
tó fuera de sí-. ¡Cuando se dirija a mí, debe llamarmc
directora! ¡Di-rec-to-ra!
Marina se volvió hacia Littin, pidiéndole ayuda des
esperadamente con la mirada, aunque en el fondo, sabíit
que no había nada que su profesor pudiera hacer por ella.
Si algo había aprendido en esos dos escasos días de colegio,
era que cuando a Eva Millán se le metía algo en la cabezir,
nadie podía hacerle cambiar de parecer. Dándose por ven-
cida, agachó su cabeza y se dispuso a dejar la sala con los
brazos hacia atrás, aferrados todaüa por el portero.

206 707
Normal

oilcina de 1a directora se encontraba plagada dc fo-


que contaban su biografía en imágenes: recién
cuando niña, en su primer día de colegio con el
e de Ia Escuela Elemental de Puerto Frío; luego
con un diploma entre sus manos, detrás de un
recibiendo un premio. Ella en la misma oficina
cle imágenes cloncle, por supuesto, estaba ella. EI
era bastante amplio
-Marina dedujo que debía ser
la mitacl de su propia sala de clases- y la decoraciór-r
exagerzrcla incluso para un espacio ¿rsí cle extenso. Las
estallaban por el amarillo que hacía contraste con
rosas blancas repartidas en distintos floreros sobrecar-
de detalles. Una lámpara de gotas cristalinas col-
del techo y otra igual de rococó se apoyaba sobre su
o. "Es una caricatura I pensó Marina.
'lbme asiento, señorita Azancot le ordenrl con
tono que carecía de amabilidad.

209
Los ojos desbordantes de la directora lc inciicaron
Marina obedeció sin decir una sola palabra, queria
que, a pesar de la injusticia, no e.ra buena iclca contint¡¡r
salir pronto de ahí.
su nerviosismo la di- con su versión de los hechos.
-Yo comprendo -continuó mayor provocación fue hasta su banco y la
rectora-. Se 1o diie ayer y se 1o vuelvo a repetir: es su -Sin
mamente lamentable 1o sucedido a sus padres y Por eso
tomó de la corbata. Si yo no hubiese llegado a tiempo,
quizás cómo hubiera terminado esta situación.
entiendo que se desmaye o que sea un poco lenta parir
aprender las normas de la escuela' Comprendo tambiérr -No, directora, eso...
hizo callar neuróticamente-. ¡No
su incipiente bipolaridad y que, debido a el1a, se pasec -¡¡Shhhttl! -la
vuelva a interrumpirme! ¡Por Dios que tiene problemas
entre el mutismo completo de ayer a la confrontaciórr
con las regias, señorita Azancot! Sin duda Ia vida en la
verbal, como hoy.
Eva Millán inspiró enérgicamente antes de volver' ciudad debe ser así: arnenazadora y desprovista de res-
hacia el prójimo. No obstante, com¡rrenda de una
a hablar.
la agresividad, señorita Azancot, la violen vez que usted ya no está en la capital; está acá, en
-Pero Frio, más puntualmente, en la Escuela Elemental
cia entre mujeres... ¡No la aceptaré! -gritó y enfatizó es
Puerto Frío, la cual dirige la persona que está frente
grimiendo amenazante un dedo.
Marina saltó en su asiento. usted. Yo soy la autoridad acá y exijo respeto no solo
no... sino con el resto de sus compañeros, compa-
-Yo y, por supuesto, profesores y profesoras. Hombres
dirija a mí -interrurnpió Eva- ser 'i
se
-Cuando mureres.
siempre con la palabra DI-REC-TO-RA. Creo que ya sc
estoy...
1o he señalado en demasiadas ocasiones; Ia próxima vcz -Sí,
no seré tan condescendiente.
Eva calló a Marina con una mirada fulminante
do esta intentó hablar de nuevo.
Marüra asintió.

-Como
le iba diciendo, señorita Azancot, la vitr -Yo no acepto matones en mi escuela, señorita
para eso están los reformatorios o la cárcel. Esta
lencia no está permitida ni menos tolerada en esta nohl(
es para personas normales, es decir, que si-
institución. Usted agredió a su compañera, 1a intachabk'
la norrna, es decir: nobles, respetuosas, csforzadas.
señorita Rivas. Sin mayor provocación...
queda claro?
Eso no es cierto...

210 211
Marina volvió a asentir. ontes se había perdido: apenas hablaba, c:rsi no rcía, no

-Su abuelita estaría muy decepcionada de ustcrl tcrría ganas de conocer gente y las rel¿rciones soci¿rles se
tajante-, por 1o rtisrno no le diremos natll lc hacían cada día más difíciles. Se sentí¿r incómoda don-
-recaicó
esta vez, pero si yo vueivo a advertir un comportalnien l( ) dc quiera que fuera, pues no comprendía nada de lo que
así, señorita Azancot... si yo vuelvo a notar que ustecl tic pasaba a su alrededor y su cabeza explotaba en dudas que
ne estos... buscando 1a palabra más adecuarl¡r, nunca se resolvían y que, además, aumentaban con e1 paso
-estaba
pero a la vez, menos provocadora- arranques de agrcsr dcl tiempo. Preguntas que ni siquiera podía compartir con
vidad y violencia incontrolable, entonces tendré que to Magdalena. Simplernente, ya no tenía fuerzas.
mar medidas más serias. ¿Entendido? Decidió volver a clases y esperar a que acabara el día.
Marina movió su cabeza de arriba hacia abajo. Ouando entró, Vanesa y Emilio la miraron con una son-
risa de apoyo que la hizo sentir levemente bien. l,a com-
-¿Entendido? -repitió.
pañera pelirroja, sir-r embargo, levantó una ceja y sonrió
-Sí, directora -contestó.
a clases. Ahora de mal hunlr. nuevamente con rostro triuntal. Eso le hizo recordar la
-Vuelva -sentenció
Marina se levantó y salió apresuradamente de rlr. nrirada que había visto antes de partir con la directora:
Todo había ocurrido muy rápido. De un momento a ol r( ), los ojos negros que ahora, nuevamente, pudo notar eran
había terminado en la oficina de Ia directora y se habr.r verdes. ¿Lo había imaginado? Estaba casi segura de que la
convertido en la matona de la escuela. Era cierto que en srr (¡ltima vez que le había echado un vistazo sus ojos eran de
colegio de antes tenía problemas de conducta, pero eriur un negro profundo, de una opacidad que le ela familiar.
asuntos superficiales. ¿Agarrar por 1a corbata a alguierri I)odría tratarse de un Oscuro, incluso que esa joven fuera
Eso nunca. famás había experirnentado el odio que habr.r la cosa que los había atacado el dia anterior, poseída como
sentido contra esa joven pelirroja. No, falso, sí 1o hací;rr le había sucedido a Damián en el bosque. Lo importante,
cada vez que pensaba en el asesino de sus padres, una lir sin embargo, era que la oscuridad la acechaba. Necesita-
ria incontrolable la embargaba. Pero este no era el cas,r, ba hablar con su abuela para salir de las dudas y también
la tal alumna Rivas no era una asesina, era solo una eslu para advertirle que los Oscuros habían llegado hasta su
diante que se estaba burlando de ella. Claro, Ia había nro colegio. Súbitamente, sintió un cosquilleo, una vibración
lestado con crueldad, pero no era para haber reaccionatl,r que se extendía por todo su cuerpo a la velocidad de la
de ese modo. Desde su llegada a Puerto Frío, la Marina tk' luz. No eran escalofríos y nadie de la clase podía notarlo,

217 213
porque todos continuaban escuchando normalmente a Claro, se refería al incidente al-rtcrirlr. Ya conlcnz-aba
Littin. Solo ella podía percibir una energía cubriéndola, a olvidar de cuál problema le hablaban cuanclo lc hacían
una especie cle aura. Ilra el viaje astral. Su poder se estahrr preguntas así. Movió su cabeza de un laclo a otro, pausa-
activando porque quería ver a Mercedes en ese instantc clamente, como dándole a entender un "más o menos".
para comentarle sobre la compañera que estaba sentada al
-Lo lamento -susurró su compañera-. Esa mu-
final de la sala. Cerró sus ojos y se concentró. Si esa mujer' jer está loca.
efectivamente era un Oscuro o estaba poseída por uno, u() esa colorina es insoportable Marina
-Y -agregó
podía abandonar su cuerpo y quedar indefensa mientrrs igual de despacio.
viajaba astralmente, porque no sabía si atentaría contrl -Agustina no debería haber dicho eso sobre tus
ella incluso con otras veinte personas en el mismo lugar. papás...
Peor aún, probablemente un Oscuro no tendría piedatl Justo en ese momento, tocaron el timbre para ir
con ellos. No, no quería que nada les pasara por su culpir. a recreo. Todos salieron rápidamente menos Vanesa y
No quería ver a Littin, a Vanesa o a Emilio lastimados. Yl Emilio, quienes se quedaron esperando a que Marina
no quería irse de ahí. Y así, tal y como había comenzat r terminara de ordenar sus cosas.
el hormigueo, se detuvo. La energía que la envolvía des
-Así que recibiste un buen reto de Millán -dijo
aparecló y todo volvió a 1a normalidad. Por primera vcz Dentón con una sonrisa corrrpasiva-. Veo que tienes ta-
y luego de tan solo un día, había conseguido controlar su lento para empezar mal el día, Azancot.
poder. Mercedes estaría orguliosa de ella.
-Sí, todo gracias a la simpática de Agustina Rivas:
la alumna ejemplar del colegio.
-Psstt...
Vanesa la llamaba desde el asiento de atrás. Marinir
-No te recomiendo que la directora te asocie ne-
se echó un poco hacia atrás, sin darse vuelta para no in gativamente a ella Vanesa-. Agustina es una
-sugirió
terrumpir la clase y sobre todo, para que el profesor rr,, de sus estudiantes favoritas.
les llamara la atención. sé Marina mientras salía de la sala con sus
-Si -dijo
*¿Estás bien? dos nuevos amigos-. Me lo dejó bastante claro
-le preguntó. después de
Por un segundo, Marina se estremeció al pensal explicarme que no aceptaría matonas en su colegio.
que Vanesa había notado su reciente descarga de energiir.
-¡Matona! -exclamó Emilio entre risas-. ¿Tú,
trató muy mai la directora? una matona?
-¿Te

214 215
-No tienes que gritarlo en meciio del pasillo, l)t,rr larga bocanada de aire . Es Irtris illil¡tltlt (ltl( (li( /
tón
-dijo Marina son rojacia. " jr¡ntos.
¡Es que eso no tiene sentidol cierto t)enttitr gtlitiatttlo cl oio 1'silt
-cr¡ntinuó en I r , -lls -aseguró
risas incontenibles rnientras seña]aba el cuerpo cle Nl¡ r r un atisbo cle molestia ante el apodo . Sc crcc
na-. Mírate: las probabilidades de que se¿ls una nlalor,r solo porque es un poco gu¿pa y le v¿ biell cll to-
son mínimas. las materias.

-()ye replicó Marina oféndida_, clrallclo rrr, <luieren ser corno ella o. por 1o menos, ser
provocan puedo ser muy rucia.
-Todas
de recibrr nn saluclo sr.ryo. l)so 1es cla puntos acli-
"De hecho, soy una elemental de Agua y
ahora tcrr con el resto de Ios profesores del colegio.
go clue hacer algo así corno salvar al nrundo,] pensó. a Littin afirmó Emilio.
-Exceptuando
Emilio rio aún más fuerte y su arniga esbozó r¡rr.r Littin es dilbrente agregó Marina r¡ientras sacaba
sonrisa. su bolsillo una mandarina. Sus clos anrigos asintierotr.
*¿Tít tanibién, Vanesa?
-J:s el mejor prof-esor
que tcnenlos. se
-Vanesa
siento
-Lo -dijo ella aún con la sonrisa en srr en uno de los b¿rncos que estaban en e1 pasillo y los
rostro-. Es solo c1ue... no tienes un aspe cto muy rutl, , clos la siguieron-. A pesar del poco tientpo qtlc
c¡ue cligamos... con nosotros, ha logrado ¿lcercarse a la n-rayoría de
Sí, ya lo sé
-afirm(l Marina devolviénc rlt.,. alumnos.
una son risa. Menos ¿r Agustina Dentóli-. Quizás
Era la segunda vcz que le daban ganas <1c reír. r\i
-intervino
ro le gustan las colorir.ras.
laclo de ellos era mucho ntás fácil soportar toclo lo r¡rr, Vhnesa-. Littin uo es así.
ac¿rrea[¡a, a pesar de que no pudiera contarles nacl¿r. Sc
-¡Ay, EmilJol -r:eplic<l
Le cae nral. se nofa --insistió.
alegró de haber encontrado a dos personas como el nlo clue se deba a su color de pelo.
lestoso clc Ernilio y
-Sí, pero no creo
1a dulce de Vanesa. Debc ser sencillamente porqlle cs odiosa
-sen-
¿Cómo es Agustir-ra? se atrevió a pregun tir r tenció Marina repartiendo entre los tres la manclal in¿r
Malina, intrigacla ante la compañera que la había rnolcs que reclén había pelaclo.
tado sirt razón alguna-. ¿Fis siernpre así? tnuy cierto, Az¿rncot. ¿Viste? Ya nos pusi-
es
-Eso
-Agustinii Rivas -dijo Virnesa luego de tonrr¡r mos de acuerdo en algo.

)16 21/
rI

Marina le devolvió una sonrisa a Emilio. A pesar tlc El profesor Ricardo García, por sr¡ pil!'lc, cra torkr
la vergüenza del día anterior y del problema que habil lo contrario a Luna y se asemejaba m¿is al cstilo tlc la di,
vivido durante la mañana, la escuela se estaba volviencio rectora, por lo que Marina supo desde el cornienzo quc
un poco más amena gracias a ellos. no se lievarían bien. Era solo un poco más alto que ella,
Para sorpresa de Marina, el resto de la jornatlu pero el ancho de su cuerpo le otorgaba cierta imposi-
transcurrió bastante rápido. El timbre volvió a sonar. ción ante quien estuviera a su lado. Tenía una voz grave y
una y otra vez anunciando el término de una clase y cl firerte, por lo que su presencia no pasaba desapercibida.
comienzo de otra. Ese día le tocó conocer a dos profc linseñaba química, un ramo en e1 que Marina nunca ha-
sores rnás: Viviana Luna y Ricardo Garcia. La primerl ['»ía sido buena. En verdad, lo odiaba con todo su corazón
enseñaba Lenguaje y Comunicación en todos los cur- luego de que una vez pasara la noche en vela estudiando
sos superiores, por Io cual tenía a su cargo cllatro sec
¡ de todas formas, reprobara el examen final. Este hecho
ciones, es decir, alrededor de cincuenta alumnos. Su ¡rroclujo clue la ¡rrofesora cle ese entonces la tildara cle
figura alta, tan alta que Marina tuvo que levantar su "niña neutrón'porque no era positiva, ni negativa para
cabeza para verla, hacía contraste con un voluminoso la clase, es decit no era nada. No era nadie. No existía,
cabello corto lleno de rizos canosos. parecía un poco gracias a Ia química. En esos momentos estaba de nuevo
loca, pero con una locura distinta a la de la director¡. frente a un profesor que probablemente también la con-
una locura divertida. Mientras explicaba la diferenci;r sideraría una "niña neutrón" en un futuro no rnuy lejano
entre el discurso argumentativo y el expositivo, dijo u rr o, peor aún, la tratara de "niña electrón" una vez que ha-
par de disparates, pero fueron comentarios entreteni blara con la directora y esta le contara lo negativa que era
dos que tanto a Marina como al resto de sus compañc para e1 ambiente de Ia Escuela Elemental de Puerto Frío.
flil
ros les hicieron gracia. Emilio, sobre todo, era el qut. Durante esa ciase, Marina hizo todo lo poslble para
más gozaba. pasar inadvertida. No conversó con nadie y mantuvo su-
-Hasta el momento no me he 1eído ninguno dc mergida su cabeza en el cuaderno mientras anotaba to-
los libros que están en su programa, pero sus clases no dos 1os datos y esquemas que no entendía y que, proba-
me las pierdo por nada del mundo. Es mi razón de vitlir blemente, no llegaría a entender nunca. Cuando faltaban
en este colegio del fin del mundo- Ie aseguró con su yir unos minutos para que terminara la clase, un papelito le
habitual tono humorístico. cayó encima: era una carta de Emilio.

2rB 219
t,t[,t í que
El curso estaba en completo silencio. l'lnrilio tlio ur.t
{JttrtLt la quúrtico?...
t¿
'[re¿ mát nerd d¿ la que. y resignado le entregó el pirpcl. lil proli'sol kr rc
¡temtaba, Azancat.
y en seguida miró seriamente a su alumno.
tenga cuidado, Dentón. La próxima vez que
Marina echó un vistazo hacia la fila de al lado -Pues
y vio la basura desde su asiento, me encargaré de que lo
que su amigo la miraba con una amplia
sonrisa en el ros Ahr¡ra vavil a sent¿lrse.
tro. Entonces, le sonrió de r,,uelta con ironía
y respondiri: Emilio asintió y mientras iba camino a su puesto,
a Marina y le cerró un ojo. Le había salvado el pe-
Si cree,r Eu ¡ne tu\l1a e,scLtcfrar d gtru.tón
,q e,\ te de alguna forma había logrado que el profesor de
abu rrid a, ed ttí,s n u r.t1 eq uitt o ca da...
lJ uet t o, cat t t t¡
.

ca no leyera el papel donde ella lo trataba de gordo


,Dientnn,
,sientpre la e,stti¡, qtiero decü., ,Dentán. . T'enía claro que, si lo hubiera leído, la habrían
de la escuela esa misma tarde. Inspiró profun-
Sin pensarlo dos veces, arrugó el papel aliviada de que nada malo hubiera sucedido.
y lo tiró rri
pidamente por los aires en dirección a después tocaron el timbre para ir al almuerzo.
Emilio. Justo t,rr
ese momento el profesor caminaba
por el pasillo y la cu r Los tres amigos salieron rápidamente de la sala y
ta terminó golpeándolo abruptamente
en su espalda.
reunieron en el pasillo, una vez ahí, Marina abrazó a
es esto? mientras lo abría. o firertenr ente.
-áQué -preguntó
dijo apretándolo cada vez más-. No
-¡Es mío! -gritó Emilio, quitándoselo antes (lc -Gracias -le
que pudiera desenvolver el papel y metiéndolo qué habría pasado si ese viejo Ieía 1o que había escrito.
luego crr
el bolsillo de su pantalón-. Copié mal la terminado barriendo las calles del pue-
materia'y Io -Habrias
queria tirar al basurero, pero no Ie achunté. contest(i Dentón con cierto dejo de heroísmo er.r

-Déjeme verlo, Dentón _diio firme.


voz.
Marina 1o apretó aún más fuerte.
-Pero profesor, es solo materia mal copiada _lt,
respondió encogiéndose de hombros. gracias, gracias.
-Gracias,
problemas de sorder.a, Dentón? _insist puedo respirar, matona.
-¿Tiene iri -No
de nuevo. Marina soltándolo rápida-
-¡Perdón! -exclamó
. Él rio complacido.

DO )21
I

-¿De verdad creísl os y arreglos florales. Al cetrtro lritlriit olrt nr('s.r (()t)
b rac i to s ?
-re pre gun tó ::: :: ::ff Y.,l;.,'.T I'j il : 1,, rttisrno tipo de mantel, pero en vez tlc flrrcs lcniit cncittta
señalaba sus brazos delgados.
trrrir variedad de ensaladasy postres quc parcciit infilita.
hay caso contigo _respondió.
-No lirit verdaderamente impresionante, tnás rlue cl coureclor
Los tres rie¡on y se dirigieron hacia
_
Como la escuela era similar a la forma
el cor.llctlor rlt'una escuela ubicada en un pueblo percliclo en el tin del
de la cason,r ,1,. ttrundo, parecía un restaurante. Demasiado porllposo para
su abuela, tuvieron que cruzar todo
el pasillo dererl¡,, cl gusto de Marina. En eso gastaba los recursos de la escuela
por donde estaban las salas de clases,
puru, pu, e\ holl ,1,, l¡rcxcéntrica de Eva Millán, quien prefería desperdiciar e1
entrada y llegar hasta el ala izquierda.
En elü estaban l;r:, tlinero en tonteras en vez rle hacerles a sus alumnos una
de cada asignatura y al final, había
1frc1nas unas pu"rr ,,, cancha de fútbol, una digna sala cle computación o instalar
dobles de madera.
t irlcfácci(»r central para reerrplaz-ar las estufas de parirfina a
-Ese es el comedor _le explicó Vanesa
a Ma li kr largo de todo e1 colegio.
na-. Lo arnpliaron el año pasaclo, aunque
nunca sul)r vas a entrar? Vanesa al ver que
mos muy bien por qué. Después de -¿No -preguntó
todo, no somos trn Marina continuaba detenida en la entrada del comedor.
tos alumnos.
la antojaciiza de Eva Millán, por qué -No -aseguró ella-. No comeré ahí.
-Por más vrr Sus dos amlgos la miraron sorprendidos.
a ser
-aseguró Emilio-. Cuando supimos que 1o harí1, de hanrbre? inquirió L,n'rilit¡, er-rtusias-
le rogamos para que invirtiera ese -¿Huelga
dinero e, una car.,.|,,, mado ante la idea.
de fútboi, pero ella dijo que el jardín
era suficierrtr, así. Hasta que construyan una cancha de
distracción. -Algo
fútbol, yo no comeré aquí.
Marina rio, pues era la primera ocasión
en que vcil fanática eres del fútbol, Azancot? ¡Eso
a Emi.lio enojado en realidad, tenía -Guau, ¿tan
¡ toda lu ."rán prr,, sí que está bueno!
estarlo. Cuando entró al comedor,
vio un espacio no es el punto, Dentón Marina.
de lujo. Lo primero que le Iiamó "rroir,", -Ese -contestó
|e1o la atención fuero¡r *¿Y qué piensas hacer? estaba asombrada.
las lámparas de gotas artificiales
que colgaban
-Vanesa
aa t.Jo, ., aguantaré el hambre hasta llegar a mi casa,
mismas que tenía la directora en su
oficina. Las mesas eran
f
-Hoy
después de todo, nos queda una sola clase con Littin.
largas y rectangulares, y estaban
decoradas .o, Mañana traeré mi propio almuerzo.
-un*i..s

D2 773
'------------¡lllllllll<I

-Imposible.
No está permitido l,lul
-declaró
lio-. Así que o haces huelga de hambre o te resignirs,r
alimentarte en el lujoso restaurante de Eva Millán.
está pennitido? ¿Cómo no se va a potlcr.i
-¿No
Eso es absurdo. Conexión
hablando de la directora de esta escuclrr,
-Estamos
Marina Vanesa-. Claro que es absurdo.
-afirmó
eso no continuará durante mucho tienlp('
-Bueno,
más Marina pensando en que su abuela dc
-aseguró
bería solucionar pronto estas injusticias, locuras y gits
ahí a
tos-. Hoy será el inicio de algo. tres amigos se devolvieron a su sala y esperaron
tocaran el timbre. La clase de Gabriel Littin transcu-
-Pues
yo me sumo, Azancot
-le dijo Emilio corr
sus tripas sonando-. Pero si muero de hambre, ser¿i tu rápidarnente, incluso a pesar del hambre que sentían'
a salir
responsabilidad. ndo, al final de la jornada, los tres se disponían
minutos
que yo tarnbién, entonces su la escuela, el profesor le pidió a Marina unos
-Supongo -Vanesa
bió sus hombros y suspiró resignada. tes de que se fuera Con las tripas sonando' sus amigos
profesor'
despidieron y ella se sentó frente al banco del
-Hoy mismo mi abuela sabrá sobre esto. Lcs estuvo tu día, Marina?
aseguro que los días de la dictadura de Eva Millárr -¿Cómo
están contados. mejor que ayer, Gabriel, quiero decir'
-Mucho
-Me gusta tu faceta revolucionaria, Azancot. Aun profesor.
decirme Gabriel, no hay problema' solo
que, de verdad, espero no morir de hambre en el camino.
-Puedes
debes preocuParte de que"'
la directora.
-No esté
es.
-Así
un buen día, gracias por tu preocupación'
-Fue
que hiciste amigos.
-Veo
Vanesa y Emilio son muy simpáticos'
-Si,

724 D5
alegro mucho. combinado con unos pantalones ceñit1os a l¡ cinturir cle
-Me t olor turquesa. Marina pensó que era tlrr hcrnrtlsa, tltrc
Ella asintió.
quiero que sepas que Puedes contil r st'¡lcillamente inundaba de luz los lugarcs a krs rl r.re llc-ga-
-Marina, lrrr. Llttin se levantó con rapiclez cle su sill¿r y [e extencli<i
conmigo.
gracias. ul) mano a Magdalena.
-Muchas
lo que sea. Cualquier cosa que necesites, yo tardes, mi nombre es Gabriel Littin.
-Para -Buenas
intentaré a¡rdarte Una tensión se produjo en ei lugar. Marina notó
así con todos los alumnos nuevos? t icrta inquietird en su hermana mayor, un brillo especial
-¿Eres crr sus ojos. Por otro lado, al profesor le tiritaba la manr.r
atrevió preguntar Marina.
a
mostrar preocupación irrlll t irsi imperceptiblemente y unir sonrisa nerviosa inunda-
-No -contestó él sin hir su t ostro.
la interrogante de su alumna-. Así que puedes conlirrr
en que de verdad quiero aYudarte. -Un gusto dijo Magdalena extencliernclo su ntano.
Se originó un silencio en el cual [.ittin miraba a
-Y ¿por qué?
podría decir que estamos relacionados,
se Mrrgdalena como si no existiera nada rnás en el mun-
-Bueno, rlo y Magdalena lo observaba atónita, como si hubiese
Conozco a tu familia clesde hace mucho tier-npo.
pero no entiendo. ¿Cómo exactatllt'rrl' t'staclo esperando ese momento desde siernpre. Y Ma-
-I)isculpa, ¡ ina... bueno, ella miraba esta situación como quien va
es que conoces a mi familia? ¿A qué familia? ¿A mis prr
pás, rnis hermanas... a mi abuela? nl cine a ver una película romántica que no quiere ver.
me expresé mal -se retractó el prol'' Sí, su profesor y su hermana se habían gustado. No po-
-Quizás tlítn haberse enarnorado porque e1 amor así, a su jui-
sor--. Conozco la historia de tu f'amilia descle hace rrrtr
IIIfl cho tiempo, así que de algún modo me siento cerc¿ll() 'r cio, no existía (o solo existía en las producciones de
ti. No todos los días se tiene la suerte de estar frente ¡ trtr llollywood).
descendiente de los fundadores del pueblo. Marina bastante pertur-
-Bueno... -interrumpió
Los ojos de Littin parecían sinceros, pero algo rr" escenario "romance profesor-hermana 1
llarl¿r ante el

concordaba con su explicación. En ese momento, algtrit'rr Magdalena se aclaró la garganta (algo que siempre
tocó la puerta y la hermana mayor de Marina entró ¡ l'r lrircía cuando estaba nerviosa) y Littin le soltó la mano,
sala. Llevaba su ¡relo suelto y ordenado, un chaleco l¡l¡rr"' Iucgo de tenerla apretada más tiempo de lo normal.

276
vine ¿r buscarMagdalena con el fin evi tlltearme acotó ella amablel.nente-.
-'l'c -dijo -Puedes
dente de desviar la atención a otro 1ado, pero su frasc de toclo, clebernos tener lnás o menrls Ia nrisnrir
solo hizo más presente el indudable nerviosismo.
¿no?
IVIarina estuvo a punto de responderle .claro, "Dios mío Marina- ¿ya llegamos a la par-
para qué más ibas a venir hasta aquí'l pero advirtio -pensó
se preguntan la edad? Por favor que no la invite
rápidamente que esa sería una frase al estilo de Manue[r, salir ahora... qué vergüenza .
la cual dejaría más tenso el ambiente. creo que sí el profesor- . Tengo vein-
finahnente-.
-Yo -dijo
-Gracias -dijo ¿Vamos?
-Vamos. Un gusto -repitió Magdalena en dirct -Bueno,
yo tengo veintiséis, asi que es un hecho
ción al profesor. podemos tutearncs.
Era la segunda vez que le decía a Littin el gusto qL¡(. Los dos sonrieron atontados.
significaba conocerlo, pero al parecer, este se encontrahrr Cabriel volviri a tlecir
demasiado embobado y ni siquiera alcanzó a darse cuen
-Nos vellos nrañana,
intentando hacer presiór-r para clue Magdalena se
ta de lo que hablaban. . Que te vaya bien.
momentol
-;Un -intervino el profesor anlt.s
-A ustedes también.
de que las dos hermanas se fueran-. No me dijo su 'iA ustedes?'1 Eso cluería decir que habían llegaclo a
nombre... parte donde Marina ya estaba completamente asocia-
Los dos se sonrojaron. Marina también. El solo lrt, a su hermana.
cho de presenciar tal siiuación le avergonzaba. No le inr
portaba si a Magdalena le gr"rstaba Littin, pero realmentt. -A ti también -repitió Magdalena.
cansada Marina-. ¡Hstoy
no quería estar presente en el cortejo.
-¡Perfecto! -exclamó
de que a todos nos irá rnuy bien!
-Magdalena Azancot. Tomó Ia mano de su hermana y la sacó fuera de la
Otra respuesta nerviosa. ¿Acaso no era evidenlc de clases, mientras Magdalena caminaba con la ca-
que tenían el mismo apellido? volteada para ver a Littin una vez más.
gusto de conocerla es mío.
-El -¡No puedo creerlo! -gritó Marina ya camino al
Ella rio suavemente. Cada vez se asemejaba miis rr . iLe coqueteaste clescaradamente ¿r mi prof'esor!
un ángel. no a cualquier profesor, sino que a mi profesor jefe, e1

DB D9
que está a cargo de todo mi curso!
tlc tal forma, quiero que aparezcd', es como si yo hubiera
-¡No hice nada, chical -contestó Magdalena corr cstado siempre con él y ahora solo nos hubiéramos reen-
las mejillas sonrojadas.
sí 1o hicist:. contrado después de mucho tiempo.
-Si, cómo me van a molestar s¡
¿Sabes
se enteran de que le estás coqueteando
a mi profesor jeli.i -O sea que mi profesor jefe es tu hombre ideal...
le estoy coqueteando a tu profesor que ese no es el punto, Marina.
-No iefe. -Es
-Reconoce que te gustó. -Oh, créeme que sí lo es.
-¡No me gustó, Marina! -No, el punto es que fue como si estuviéramos co-
te gustól y no tengo problema nectados, como si él fuera... no sé, una extensión mía...
-¡Sí, con que te gus
jefe... extensión tuya? desconcertada-.
Marina recalcancto .l -¿Una -preguntó
:"^:1I1":.*. -dijo ..,.,,,, Maida, ¿qué te fumaste?
por favor, Magdatena,
li.,1.o.t:,-:fero,
frente mío ni de lniscompañeros. ";i;;;;;
";, Las dos rieron ante la evidente locura que había di,
cho su hermana y en seguida, emprendieron el viaje en
-Perdona si fue i¡rcómodo para ti. No me di cut.n
ta. No sé qué pasó. dirección al sector de los rios.
tiene sentido, ¿cierto? Magdalena al rato.
-Pasó que te gustó. -No -dijo
Marina asintió. Claro que era una locura, ya que
. lNo... -dudó Magdalena mientras
tas de la vieja camioneta_. Fue
abría las pucr
nunca en su vida había visto a Littin. Probablemente era
algo más,
"lgo
_;;.,,,, soio que se habían gustado mucho, así que ahora tendría
Marina conocía ese tono. Lo utilizabalu
h.r,r.,",,,, que vivir con la posibilidad de que su profesor jefe fuera
cuando quería contarle algo serio.
Algo importante.
su futuro cuñado. Mientras Dentón no Io supiera, todo
-Sentí... estaría bien. Y mientras la directora no se enterara, po-
-¿Qué?
Magdalena prendió el motor del dría seguir con vida. Quizá.s lo único bueno de esta situa-
auto, pero se qr¡(.
dó con las manos quietas sobre ción, era que había desviado la atención de su hermana
el manubrio.
mayor hacia otra parte, lejos del aura de misterio que la
-Sentí que lo conocía de toda la vida, Marir¡rr,
como si siempre hubiera esperado envolvía desde que habian llegado a Puerto Frío. Cier-
reencontrarme colr r:l
miró a los ta tranquilidad la invadió al ver que todo el camino de
-la ojos seriamente_. ¿Entiencles lo quc t,. vuelta hacia la casona, Magdalena le había preguntado
digo? No es como cuando uno
dice..mi hombre ideal ..r
sobre Littin y no acerca del desrnayo del día anterior o la

l?n
)31
clesa¡raricit!rr err el bosque o e1 golpe clue había recitric[, Ya que 1,o ftLi sincera coutiqo v tc dijc qtLe algo
sobre la c¿L¡ez¿. n-re había pasaclo con Gabrie-l, ¿por t1ué no me cuen
Su. hermanu cletuvo la camioneta iusto fl-ente a lrr qué te succdc con l)amián?
arltiguil casona.
-No me pasa nacla con él
rcspondió.
-A todo esto preguntó con curiosidad M¿u-i -Estos dos clías clernuestran lo contrario. ¿'I'e gusta?
na , ¿por qué fuiste a buscanre tú y no Pedro? Marina lio ciesviando la miracla.
-Bueno,
1o que ¡rasa es que Dtrnrián no se h¡ serr ;( lilrr, (luc no r)le tu\til l)¡nri¡lrl Nrllt ¡ lroril l,r
ticlo bicn hoy, así c¡ue le clije a Pedro que se queclara corr e un tipo qLre se parece a la Mauncl¿r.
é1. A,f ¿r-ruela lro se despega cle su tesis y Matilde está elt i,r
-¿Nlantrela?
agcncia tle turismr¡ niientras que )ro entro al turno nr,r , F)s insoportable.
tarde y no tcnía probleura con... Darni¿in no es insoportable, I,Iarin¿r in-
.'-¿Qué le pasa a l)anrián? --intermnr¡ritl N{ iu ir,r
-¿rflrmrí
su herrnana-. Es muy tierno, trabajaclor y sllma
asustatia antc [a posibilidircl clc quc Ia n-ragia oscllr-a tu preocu¡rado por todos los que estanros en estir c¿tsil.
v¡( l.l .llEull Clt'.Ir' .tt ur](lilri(r. por mi agregó.
'l'icr'¡e nrucho dolor cic catrr:za.
-Menos
toclo por ti. Ayer fue el prin'rero en salir r..
-Sobre
¿Y la NIcchc, qué clice? y ho1., a pesar rlc todo el tlolor que ha senti(lo, nc)
-- L,a X,ledrc no cs enférrtera, Nlarina, pcro tli. , paraclo cle pregunt¿r si alguien lia sabiclo cólno est¿is.
quc es nonnirl. le dijc a la Meche (llre cr,.r un clesatin<¡ habcrtc
que I)ami/rn está en su piczir. dado al coiegio clespués de todo lo que había pasaclo.
-Supongo
.--atlmrti Magdalena. Según su herrnana, L)amián, a pesar de su actitutl,
-Si
--Viry ir verkr clijo tor.nando su bolsón, dispulsl r 'tr¿tarl¿r pésimo, incluso con dcsprccio, se preocupaba
a entr¿r lo nriis rápiclamcnte posible a la casona. e1i¿r. No, imposible" Lstaba equivocada.
Nlarina llamír su hernrana antes de qlle estu cleo que ustedes clos tienen serios proble ntas
-la -Y<r
viera rlemasiado lej os. comunicación Mtrgclalet'ra . Y por kr que
-continuó
¿Dirne? a ti sí te pasan cosas con é1.
Nlagdalena demoró en volver a hat¡lar. Ya te dije clue no, Maida. Mt- preocupti pol'qLre et.]
¿Qué pasa, NIaida? pregLrntó irn¡raciente N'larirr'r tiempo lc he tornado rnucho cariñr¡ a Pec1t'o, pero

233
no porque me guste su hijo. Ahora, si me disculpas, r¡rrtr' iré a ver cómo sigue Damián Si quieres
-Primero unos minutos'
ro ver cómo está. esperas en el comedor, volveré en
no con-
Marina se dio vuelta rápidamente y emprcrr,lr,, te dije que é1 está bien' mijita' ¿Acaso
-Ya
camino con paso ágil hacia Ia casona. No quería S( 1il III en mi palabra?
que Merce-
conversando con su hermana. Por primera vez, le irr,,, Estaba resultando demasiado evidente
posiblemente por-
modaban sus preguntas. Era muy distinto a lo quc t'll,r tlcs la quería lejos del hi¡o de Pedro'
é1' que
había hecho preguntándole sobre Littin, porque en t,rl ([lc creía que Podía hacerle daño estando cerca de
a ella'
caso fue extremadamente evidente que algo habí¿r su, r' ,,lru Or.r.o podría atacarlo para llegar
con é1'
dido entre los dos, pero ¿entre ella y Damián? Por luvor, confío en ti, Meche' Solo quiero hablar
-Sí,
las probabilici ades de que pasara algo entre ellos e r¿ rr , ,
r , l,ucgo tomamos el té, ¿Ya?
dándole a en-
nimas. No, eran nulas. Imposibles. Mercedes asintió disconforme' como
lcn<ler que ya no había remedio
frente a una decisión que
Dejó el bolsón en la entrada y se dirigió hacirr cl
cstaba tomada. Entonces, Marina
salió de la casona por 1a
final del a1a derecha de la casona, donde se encontrabir ¡

del
la cocina y, a lo lejos' sintió el sonido
las habitaciones de Pedro y su hijo. l)uerta trasera de
querida mía la voz de su abu.'l.r hacha contra la madera' Caminó
por el jardín y ahí' casi
-Hola, -escuchó
bosque, estaba Damián' Como el día
an-
desde el living. e olindando con el

su camiseta arre-
No quería detenerse, así que le devolvió el salurl,' tcrior, a pesar del frio que hacía, llevaba
de sandalias negras'
con un grito mientras continuó su camino hacia la pi,' nlongudu, unos jeans azules y un par
za de Damián. Pudo sentir que Mercedes salía al pasillo, Marina'
-Hola -saludó
pero ya Ia había perdido de vista. Entonces, por segun(lir él secamente'
-Hola -contestó
vez en e1 día, tocó la puerta de Ia pieza de Damián. Si¡r No podía entender cómo Magdalena podía decir
que se preocupaba por ella, cuando ni
siquiera era capaz
embargo, nadie contestó. Llamó de nuevo. Nada. ¿Le hl
bría pasado algo? tle responder con más amabilidad'
afuera, co¡tando leña advirtió su abuclrr estás?
-Está -le -¿Cómo
sin despegar 1a vista de 1a madera'
desde atrás. -tsien -declaró
Maida me contó que te habías sentido un poco
-iQué hace afuera? ¿No se sentía mal? -La
mal durante ei día.
-Ya está bien. ¿Por qué no vamos a tomar e1 té?

234 235 .,
estoy rnejor.
-Ya dar paso a un cúmulo de ra[¡ia tluc lt't ii'rt sc atrcvia
algo? Se había preocr.rpado por ól conro r.nr¿ t()nt¿r y, ¿r
-¿Tomaste
Damián clavó el hacha en el tronco y miró fijanrrrr recibi(> una seguidilla cle hunriIl¡cioncs.
te a Marina.
-Dije que eres un mal educado y qLle se nota que
-Disculpe, señorita, ¿acaso usted nunca tiene rrlrl, tuviste a alguier-r al lado para enseñarte cómo tratar a
que hacer?
mujeres -repilió clavada en sus ojos negros.
Marina se quedó helada. Se sentía humillad¡ r, bien, niñita mirnada
como la estúpida más grande del planeta. Ahí estirlr,r -Escúcheme -dijo Damián
cada vez más a ella-. No quiero que men-
el1a, preocupada por é1, queriendo saber cómo
se st:nl i,r ne a mi madre.
mientras Damián solo quería que se fuera pronto c.lc srr
si no, ¿qué? desafió-. ¿Qué? Súper ma-
lado. Pero no, no se iría con la cola entre las piernas. lis -O -lo
t¡r de campo, ¿qué vas a hacer? ¿Pegarme con el hacha?
vez se iba a ir con dignidad de ahí. Si él era insoportablc,
Damián enmudeció. Los dos se quedaron con la
ella podía ser aún peor.
mirada fija en los ojos del otro.
-Eres un mal educado. Se nota que te l:t¡t(;
-El que sea nieta de mi patrona no le da derecho a
una mamá al lado para que te enseñara cómo trattl. rr hablar sobre mi madre o a tratarme así contestó aún
las mujeres. -le
demasiado cerca de ella.
Se dio media vuelta para salir pronto de ahí, con no tienes derecho a tratarme como 1o haces
el pecho apretado y a punto de ponerse a llora¡ no so ll, -Tú
solo porque me preocupo por ti.
por el desprecio de Damián, sino por haber dicho algo me puede explicar por qué cresta se preocupa
que incluso a ella le dolía. Sin embargo, antes de -¿Y
tanto por mí?
pudiera dar siquiera dos pasos, sintió que Ie tom¿bl
<¡trr.
-le preguntó despacio, cerca de su oído.
Entonces Marina se puso nerviosa, Podía escuchar
una mano.
sus cuerpos hablar. Su respiración y la de é1. Su sangre y
-¿Qué fue io que dijiste? _la increpó. la de é1. Después de todo, era úna pregunta váiida, tan-
Podía sentir su aliento cerca y pensó que quizl
to que ella misma la había estado tratando de responder
debería estar asustada, pero por aiguna razón, no kr
durante gran parte del día.
estaba. Al contrario, toda la pena y la vergüenza c¡uc
qué Ie interesa tanto saber cómo estoy si me
sintió hacía unos pocos segundos habían clesaparecitlr -¿Por
conoce tán solo hace dos días? Damián.
-insistió

236 737
Marina se sentía caer en el negro profundo de sus
pupilas. De pronto, tuvo que desviar su mirada rápida_
mente hacia e1 bosque: un rayo de luz roja irrumpía en_
tre las copas de los árboles. Un rayo similar al que había
visto el día que ella había encajado su talismán en el altar.
Distintas
"No puede ser" pensó, "la dueña del talismán de
Fuego apareció'i

Marina corrió 1o más veloz que pudo hacia el claro. Segu-


ramente Damián pensaría que estaba loca: primero ie pre-
guntaba cómo se sentia, después le decía que no sabía tra-
tar a las mujeres ¡ más tarde, salía corriendo con los ojos
desorbitados. Sacudió su cabeza mientras sus piernas se
movían ágilmente entre las ramas. En esos instantes solo
debía pensar en que la dueña del talismán de Fuego había
aparecido: el elernento perdido volvería a la vida. Eso que-
ría decir que, efectivamente, el Maldito había traicionado
a esa mujer de capa negra, porque no era ella quien tenía
el talismán, sino otra elegida. El bosque parecía más ex-
tenso de 1o habitual. A pesar de que corría con agilidad
por los senderos de tierra, parecía que continuaba fija en
el mismo punto. Quería llegar. Necesitaba Ilegar al altar y
conocer a la dueña del segundo talismán. Cuando por fin
traspasó el írltimo de 1os alerces, vio en el centro del claro a
una mujer de pelo largo, lacio y negro. Le parecia conocida,

238 , i.
239 i-
r-
pL'ro ilirn estal)a clcln¿rsiaclo lejos como para estar seuur,L cómo lo sal¡es? ¡r'cgunlti sor¡rrenclidir Ma-
de lo que veía. Quiso grit¿1r, pero dcsistiir de la iclca prrr,r
-¿Y
de clue su hernrana estuvieril tirn inlilrnrada en t¿rn
no ¿lslrstar a la nuer,¿r elemental. Entoltct-s, aumentti lir r... tiempo.
lociclacl. Llegó jadeando trente al altar y ahí, justo tienlt. .i Lectura. Algo que a ti te vendrí¿r trien.
ella, estaba iiltima persona que pensaba encontrar: Nl,r
1a leyó los Anale.s del Clan de Agtta, queri
-Manrrela
nuel¿r. Era casi in'rposible irraginar a su hentl¿lna sicn(l( ) dijo una voz por tletrás.
uua elcurental, mucho menos siendo una cle las c.legitl;r.. Mercecles acababa cle llegirr al nltar. Con tranquili
Flso itracontra todo pronóstit-o. Era una locura. No enlt,l pos«i -<u mano sobre el hornbro dc Nlarina y asintiri
día ci¡mo ella podia sel'una de ltrs que fbr rnaran el po(l( , su cabeza, dándole a entender que todo est¿rba bien.
que sirlvirría al rcsto dc su r¿lz¿tJ si apenas s¿rbía licliirr col qrre apareció la rein¿r cle 1¿r mentiras cc)
-Hasta
un ¡rar cle seres hurnanos. ¿Por qué elh y no Magc'lalcnl ,, su hermana.
i¡cluso Matilde? Creo que no deberíamos discrLtir ahora, Manuela
Se ¿rcercólcntallente haci¿r Nl[¿rnuela. I,os ojos rle srr
-intervino Marina.
hennan¿r brillal¡an al igual clue el talisrnár-r.
-Así que por esto mis papás nos
quisieron mante-
Hola saludó NIarin¿r sin s¿rber bicn qué clccir.. ner alejadas de ti, Mercedes dijo hacienclo caso omiso
contestó cle rnala gana-. ¿Llevas clirr., de M¿rrina.
-¿Ho1a?
ocult¿rndt¡ esto, r.ienes a r.r.r í y solo dices "ht¡l¿r"? Su al¡uela se mantuvo en sile¡rcio, como querienclo
M¿uina no supo qué responcler. Si Manuela se sen dejaria hablar.
tí¿r defl-aud¿itla, no c¡rería pensar crirno reacr:ionarírr l Por eso cuando lleganros insististe corl tant¿ pa-
Matilcle y Magclalena cuanclo snpieran la verclad. si(x'r que acá estaban nuestr¿ls respuestas. Aunque no en

-No ¡rociía ciecírtek¡. tiendo qué te costaba ser honesta con nosotras y ciecir-
-Así que N,Iercecles te atrapó en sus mentiras. nos lo que pasaba. O pasarnos ese libro que guirrtlirs en
No, no es eso
-refutó Marina -. l,o que plsrr t.:. tu biblioteca, escondida tarnbién trl final del pasillo.
que cada una tiene que conectarse por sí sola. Mcrcecles continuó rnuda.
tir Ie crees esa excusa r¡¿ria? Me [rastó con st.
¿Y ¿No dirás nada? Claro, qué vas :r decir, si ya no
guirlas un día, leer un poco y listo, ac¿i estoy: unir clc puedes seguir mintiendo, ¿cierto? A Mercedes Plass se le
rnental, tiLreira del t¿rlisrrán cle Fuego. acabaron las rnentiras.

)40 741
Marina quiso habla¡ pero su abuela Ie torn(r l¡ original que tenía poder sobre los elemetltos de la na-
mano para que no lo hiciera. ltraleza. Ese clan hizo varias profecías, entre ellas, clue
manipulas a mi hermana menor. Sabíits llegaría algo así como el fin del mundo de nuestra raza y
-Además,
que ni Magdalena ni Matilde ni yo te creeríamos y btrs creó cuatro talismanes, de los cuales hay cuatro dueñas.
caste a Ia mejor discípula que podrías tener: Marina, lit Yo soy una de ellas; Marina es otra. Esto me hace deducir
ingenua. Bueno, yo no soy como ella y no tengo ningttrrrr que, probablemente, es algo de familia y que Ias dueñas
intención de ser tu títere, así que si me disculpas, me «)y. de los otros dos talismanes serán Magdalena y Matilde.
Tengo cosas que hacer. ¿Me equivoco?
Manuela se dio media vu elta y alcanzó a dar un ¡lt Maida y Matilde?! atónita Mari-
r
-¡¿La -exclamó
de pasos hasta chocar con una barrera invisible de ettcl na-. ¡¿Es verdad eso, Meche?l
-Te faltó lo más
gía. Al voltearse nuevamente, vio a Mercedes con [rrtir importante, Manuela -dijo su
de sus manos extendidas. Su asombro fue casi igual ll abuela ignorando las preguntas de su nieta menor-.
de Marina, quien por primera vezveía los poderes cle str Tienen una profecía que cumPlir.
abuela en acción. -Por mi parte, ya Ia cumplí: soy la dueña
pcro del talismán.
-No me gusta l-racer esto entre elementales, no es tu misión, Manuela. Tú y el resto de las
es necesario que hablemos y me temo que si bajo la brr -Esa
rrera, te irás. dueñas de los talismanes deben...
es como te atrapó? preguntó Manuelit rr me imPorta 1o que pase con el resto de los
-¿Así -le -Poco
sus profecías y misiones, señora
Marina, quien movió su cabeza de un lado hacia otro, sirr -l¿r
poder articular un "no' como respuesta.
cosa es que hayas leído los Azales y otra nrtty Pero, Manuela... espantada su hermana.
-Una -dijo
distinta es que 1o hayas entendido, Manuela. bien si tú quieres dedicarte a esto, Marina.
-Está
que mi comprensión lectora es bast¿rltlt' bien si en un futuro Matilde y Magdalena quieren
-Creo
buena, Mercedes. lo mismo, pero yo estoy por mi cuenta'
se trata de eso. Es más complicado de lo una elemental que quiso seguir un camino
-No -Hubo
distinto al de su familia y terminó condenando a toda
que parece.
ver si entendí: descendemos de un cl¡rr raza advirtió Mercedes.
-Déjame -le

742 743
-Ah, sí... lll terrible legado de Ciara,la elenrentirl ¿'i'engo otra opción?
que traicionó a sus hermair¿rs contestó Manuela ilr r No si quieres salir de este lugirr.
tando la voz cle un narrador de terror. Vale, entonces. Pero cuanclc¡ Nlagdalena y Matil
Así es, la cluerla de tu talismán. Solo te voy pedir tle se enteren y los cuatro talismanes estér'r juntos, yo rne
l1n a cosa, Manuela. desligaré de ti.
'Iú no estás en contiiciones cle pe<1irme nacla. Mercedes bajó su mano y Manuela rniró hacia atrás.
Te lo exijo, entonces. Luego, fijó sus cjos en Nlarina.
Menos tienes el derecho a exigirt're algo c()rl tan ingenua. Abre los ojos y clate cuenta
seas
-No
testó Manuela altiva. que hay clemasiadas cosas que no encajan dijo antes de
Sí, 1o tengo. Recuercla que no solo soy tu abucl.r. ¿rbandonar el claro del bosque.
sino que ader-r-rás soy una elernental mucho n'rás antigrr,,
y poderosa que ti1. Y no cre¿ls que por ser la clucña rlcl
talisnriill eres m¿is firerte, porque mientras el resto n,,
Los clías para Marina transcurrieron lentos y tedio
¿rparezca, eres igual e incluso menos que el resto de lr,'
sos. Le gustabir llegar del colcgio a ¡rasar las tardcs vienclo
elementales que llevanros años cle conexión.
cómo 1as cortinas cle su pieza se mor.ían al compás clel vien
rne intilnidas con eso.
-No
'l'e voy ai exigir, Manuelar to helaclo, que se colaba entle los ventan¿rles. Ahí, tenclida
Mercecles
-corrtinúo sobre su carra, meditaba acerca dc todo lo suceclicio dura¡r-
clue no digas una sola palabra cle esto al r-esto rl,
tc e1 úLltirno tiempo: el talisn-rán c1e Agr.La, las profécías, las
tus hermanas-
rnentiras y el clescutrrinricnto de que Manuel¿r era l;r dueña
¿De 1o corrtrario, qué?
dcl talisn-rán c1e lruego. A toclo eso se sumab¿r el hecho cle
-Ya lo verás. que su herrnana nc¡ tcnía ni la miis ntínim¿i intencirin cle
Manuei¿r se quecló pensativa. sin mirar siLlr-licr¿ u n,r
compartir su experiencia con ell¿r, ni mucho menos buscar
sola vez a su hermana rner-ror-.
el resto de los talisrnanes juntas. Le preocupaba saber c¡.ráles
supe que no eras de liar, Mercecles. ¿ l'r'r , ,
-Siempre eran los planes de Manuela y si era cierto que las otras elegi-
esto? ¿Amenazarme para que mantenga tus rnentjr .r ,

das eran Matilde y Magdalenl. Un suspiro se le atascó en la


Eso es muv bajo.
garganta y clos golpecitos sollaron en su puerta.
ttL palabra? la ancian¿r.
-¿'l'engo -preguntó

)44 )45
poca energía. crees que Ia Mati y 1a Maida se¿rtl lns tlttciras
-Pase -contestó con -¿Tú
estás? los otros talismanes, Meche?
-¿Córno -preguntó Mercedes cerrando
probable, aunque solo lo sabremos cuando
despacio la puerta del dormitorio para luego sentarse al -Es
borde de la cama. se conecten.
El último mes, su abuela había sido su mayor con no hay nada que podamos hacer para acelerar
-¿Y
fidente. Era la única que podía entender sus inestables ese proceso?
estados de ánimo, sus secretos e inquietudes. Marina.
-No,
aunque preocupada por la Manu se conectó al suyo con tan solo espiar-
-Bien, -contestó. -Manuela
ella recapacitará. nos. Quizá si las demás nos vieran, creerían.
-Tranquila,
1o dije una vez, esto funciona al revés: es
-No estoy tan segura de eso, Meche. Es la Manue- -Ya te
1a: una vez que toma una decisión no da vuelta atrás. necesario creer Para ver. Manuela tiene una agudeza y
era igual, querida, pero cuando Ia famili¿ curiosidad muy particular. Ella se conectó a raíz de eso,
-Milena
te necesita es difícil resistirse a su llamado. no porque nos haya visto. ¿Tú me crees, cierto?
Marina había pensado pedirle a Mercedes que habla Meche, te creo su nieta-. Por su-
-Sí, -aseguró
ra de nuevo con su hermana; incluso ella misma pensó en puesto que te creo.
l-racerlo. Creía que, quizás, con el paso de los días podría Marina pudo advertir cómo Mercedes también
convencerla de que trabajaran juntas y así a¡.rdaran a 1as había quedado afectada por ias palabras y la actitud de
demás a conectar, pero en el fondo, sabía que sería impo- Manuela, pero antes de que pudiera desanimarse más,
sible. Manuela era la persona más llevada de sus ideas quc cambió el rumbo de la conversación.
Marina conocía e intentar cambiar su opinión sería tan difí- tu poder es crear barreras de energías? Eso sí
-¿Y
cil como llevarse bien con ella. Y, en este caso, la percepción que es genial.
de Mercedes podría estar errada: ella quería a Manuela a su exactamente, mijita.
-No
lado y, sin embargo, había decidido darle la espalda. ¿O aca- fue lo que hiciste, no?
-¿Eso
so no imaginaba que necesitaba su a),uda? Así como iban que tener presente que llevo años prac-
-Tienes
Ias cosas, io más probable era que solo cuando Magdalena o ticando la magia elemental y que hay un par de cosas
Matilde hicieran conexión con su legado familiar, tendría 1a que se pueden hacer sin depender necesariamente de los
contención y compañía que ahora requería. poderes que tiene cada una.

246 )4/
es eso? pasa? Marina.
-¿Cómo -iQué -preguntó
por ejemplo, podrías llegar a hacer lo que hict'
-Tú, -Nada...
hoy. Hay una sola cosa que no podrías hacer ahora, ni nunca: eran los poderes de mis padres?
-Entonces, ¿cuáles
usar algún poder elemental básico que no te corresponch. La puerta de la habitación se abrió.
Marina levantó una ceja, dándole a entender a Mcr Matilde, quien apareció de súbi-
-Permiso -dijo
cedes su ignorancia frente al tema. to-, la comida está servida. ¿Bajan conmigo?
yo quisiera viajar astralmente, rro Marina clavó los ojos en su abuela, pero eila esqui-
-Por ejemplo, si
podría hacerlo porque es un poder básico que solo algu vó su mirada con disimulo.
nos elementales tienen, como tú o Muriel, mi herman¡. *Por supuesto. ¿Bajemos, Marina?
Sin embargo, hay otra clase de poderes que dependen tlc Las dos se levantaron de la cama y, junto a Matilde,
la magia elemental misma, del grado de conexión rlLrc se dirigieron hasta el comedor. Como nunca antes, Ma-
tenemos, como la barrera energética. ¿Comprendes? nuela llegó atrasada y Marina se pleguntó qué estaría pla-

-Sí. Entonces, ¿cuál es tu


poder, Meche? neando, porque, evidentemente, su tesis ya había pasado
tengo la capacidad de curar', querida. a segundo plano. Y al igual que el resto del día, la cornida
-Yo
-¡Eso es genial! -exclamó sorprendida*. lis transcurrió lenta y tediosa l-rasta clue por fin terminamn.
mejor que mi poder, no te hace quedar como una loc,r, Marina, levantándose de
-Permiso -se excusó
desmayándote por todos lados. la silla.
Su abuela la miró con ternura. *¿A dónde vas? Mercedes-. lbdavía
-preguntó
tiempo. Pronto lograrás dominirr falta el postre.
-Eso es cosa de
el viaje astral y no te desvanecerás en todos lados.
-Quiero salir a tomar un poco de aire antes
Las dos rieron. ¿Acaso era la primera vez que rcrir de dorrrir.
con Mercedes? AI menos era la primera vez que bronrcir que quieres ir a ver a Damián!
-¡Apuesto -intervi-
ban sobre algo relacionado con el mundo elemental. no Matilde con un tono travieso-. ¡Me gusta esa pareja!
a medida que te vayas conectando cou lir Marina vio a Mercedes moverse incómoda
-Verás,
magia, sabrás cómo aplicarla y qué hacer con ella. su asiento.
Matilde. No hay pareja y tampoco voy a verlo.
-iQué poderes tenían mis papás? -No,
Mercedes guardó silencio y solo emitió un suspiro. No sé siquiera dónde está. Solo quiero tomar aire. Permiso.

248 249
I

Rápidamente salió del comedor. No quería segLrrr para nada. Colóquese ahí, no más.
-No,
escuchando las asociaciones extrañas que su familia hl
-Graclas.
cía ent¡e ella y Damián. Agradeció la mudez de Manuclrr tiene que tener paciencia. Mire que las co-
,
-Usted
quien no se había sumado a las burlas, aunque lo atribu no son malas para toda la vida.
yó a sus nuevos intereses más que a sus pocas ganas (l(. veces pienso que sí lo son, Pedro. Y me asusta,
humillarla.
-A
Un manto blanco cubría el bosque. El invierrro pues, usted es más fuerte que esto. Si no fuera
-No
avanzaba cada día más duro como si estuviera dejantlo la doña no confiaría tanto en usted. Como dicen por
sus últimas huellas antes de la llegada de la primavcrir. : a cualquier dolor, paciencia es kr rnejor.
Faltaban solo dos semanas para la llegada de septier-nhrc Ia Meche tiene puestas demasiadas espe-
-Quizá
y el frio de agosto no daba tregua. Marina se sentía co ranzas en mí.
moda ahí, entre robles, Iluvia y nieve. La noche ya hrbrrr doña casi nunca se equivoca, oiga. Así que si
-La
caído y el sonido de los grillos se propagaba con facili no tiene fe en usted misma, téngala en su abuela
dad. Era un coro que Marina solo había escuchaclo t.n
-le
contestó con una sonrisa.
películas. Los robles que rodeaban 1a casona agitaban strs Acto seguido clavó e1 hacha sobre 1a madera y se
ramas de un lado a otro y en seguida se frotó las mallos sentó junto a Marina en el tronco recostado.
para generar algo de calor. Carninó pausada en direccirjrr confías en la Meche?
-¿Tanto
al lugar donde Pedro acostumbraba a cortar 1eña y alri pues el capataz-, si no fue¡a así,
-Sí, -respondió
encontró al capataz con su poncho y gorro de lana. no estaría acá.

-Hola, Pedro -saludó. -Supongo


que han sido muchos años en los que
solo pudiste compartir esto con ella.
-Buenas noches, mija. Oiga, ¿y usted qué hacc rr
estas horas dando vueltas afuera? ahora también puedo hablarlo con usted.
-Bueno,
tomar aire.
-Necesitaba -Y también con Manuela.
-Sí, pues... parece que está densa la cosa. Pedro suspiró con una sonrisa decepcionada y lue-
Marina supo al instante a qué se refería. go sacudió la cabeza.

-¿Te
molesta si me siento?
-preguntó apuntanclo -Con Ia señorita Manuela es más difícil la cosa,
un tronco ladeado sobre el pasto. oiga. Ella no es como usted.

250 251
NIcche cree qlle recapacitarií. probado hasta el Ínonrento. lllhíirrr pasaclo ciisi Llos
-[,a
--Habrá (ple esper¿ll no más. F,l tienrpo es el t¡r, desde su muerte y, a veces, todavia se clespertab¿1
h¿rblará ac/r. ndo que tt¡clo habia sido una pcs¿l.lilla..En oc¿rsio-
Seprodujo un nlomento t1e silencio. N.Iarinzr eran sus propios gritos los que la sacaban del sueño
¡:otlr r

sentir la brisa clel viento contr¿r su ntejillas. la mitad de 1a nc¡che. l,os llamaba, les gritaba. Solo e1
-'Iú conocistc a nri rnarná, ¿cierto? le preilLltl,, cio responclía a sus nornbres. Otras veces imaginaba
¿r Pedro. l-,atrría sido su \.ida con la ¡rresencia cle sus pildres
*Sí,
pucs. Era tan re]inda conro ustecl, oiga, corr 1,,., l¿rdo. Ctln-Lt¡ reaccionaria l,ucas cuanclo le presentara
ojitos bien ¿biertos cono lechuza. 'l'enía respuesta su priruer pololo; (lué le diría Nlilena al ver cómo la
¡rrrr,r
toclo, janás le r.enían con cuentos. Linrpiecittr, tam[¡icn con lVlanuela se desgastaba rlía a día. Cónrc¡ ac
Nunca naclie tu\.o que lavar sus platos o hacer.su c¿lrrr,, ¿rnrbos si vieran ¿ cada hernri,rna por su lirclo: a
toclt¡ lo hacía ell¿r. 'Iiunbién conocí a su papá -ca¡trtirrur r cansacla por sus secretos; a Manuela enfhcacla en sus
el capataz-. ¡jJse cra rnás pillo, oigtrl Lra vivaracho, ¡sr os cleseos; a l\'fatilde ausente por srL trabajo nuevo; A
corno la scñttrita N{atilde. Alegre como nadie. ena cnamorada. ¿Qué clirían sus papás? ¿E,starían
Marina sonrió al recordar córno eran su piir-irc: lélices, orgullosos, o todo 1o contrario?
Esos rasgos de los clne hablaba pedro se habían nt¿utten Cuéntame tu historia, Pedro
-le pidió al capataz
r

do int¿rctos hast¿r su rnllerte. Sn marná, por un laclo, er.r para salir de sus propias cavilaciones.
la rnujer más orclen¿rda qLte había conociclo. Esfbrzacl¡ t.
inteligente, rnhs clc una vez tlrvo qne ller.ar las cuentas rli.
-Mi historia es triste, r-nija. No es para cont¿rrla
ahora.
la casa cu¿tndo por"alguna raz<in su pa¡rá r.ro encontr¡-h.r La lnia no es tanto más alcgrc. Adcm¿Ís, tír sabes
trabajo. Se despcrtaber antes qr.te totlos, hacía el clesal,rr rnucho de mi familia y de mí. Es justo que yo sepa algo
no y luego iba a clejarlas al colegio. pasaba las tarcles rc acerca de tu vida.
corriendo Santizrgo ¡rarir hacer clases particulares i:rsr
)¡ ¿Y qué c¡uiere saber?
pagar las cuentas a iln de mes. Nlientras, en la casa, slr llegaste... Por qué te fuiste...
papá hacía el aseo y dejaba «rdo impecable, siempre con
-Cirrno
LIn soml¡ra cruzó el selnl'rlante del homble.
t:l rlejor hurnor y disposicitin. Le gustaba, sohre todo, I-legué acá cuanclo cra un joven un poquito rna-
cuando Lucas cocinaba estofac.lo: era el n.rejor que ha yor qlle el Damián, sita Nlarinit¿r. Tcnía como unos veinte

25) 253
años cnirncir corrocí a la Clarita, clue le alttdaba a los rnuerte cle Clara.
¡r.r
-La
trones cle esc entonces, los padres de la c1oña. Pedro asintió.
*¿Clara, tu mujer? Damián nre couló tlue str tttarttri l-rabi¿r nruerto
-
-La única de mi r.icl¿r, oiga. La mujer más linrl,r el parto y ahora...
clue yo he cc¡nocido, si n're disculpa. Tenía el pelo largo l:,r ¿rhora ustccl sabe quc eso i1o es cierto dijo
-Y -le
como el suyo, pero oscuro como el clel D¿rnlián. Le brill.r o1a con sus ojos llenos cle lágrin'ras.
[¡a al so], a la luna, con torlo le brillaba el pelo a r¡ri Clarir,r
-Entonces...
Y tenía una sonrisa, oiga, de esit\ sonrisas qlre ulto vc Lrr,r IJI capataz no tuvo que decirle nacla, solo continutl
sola vez y queda preuclado para el resto de la vida. segunclos con la uirada seria y triste, fija en sus
Marina podía sentir el amor que Peclro transnrirr,r os. Y Marina, irterrorizadir, lo supo.
pol su rnujer y la pena la entbargó nucvamente. Oscuro?
-¿Un
Qué lindo toclo lo que dices, Pedro. Se nota t¡tr, Pedro asintió nuevamentc v ella solo puclo llevarse
la c¡-risiste mucho. rnano a la lroc.a como intent¿u]clo ahog:rr ull grito.
Yo la amo hast¿i el día de hoy... eso l'rabían nrantenido a Darnián al ntargen cle todo;
Entonces se plodujo otro me1¿rncólico silencir¡ sol,, r eso lc habí¿rn rnentido y le habían ocultado 1a verd¿rcl
interrur.npido por el zurnbido del viento. una y otra vez. Por eso Mercedes la cluería lejos de é1.
Pero, trueno... trabajé acá, nos enamoramos (1)l algo que no entiendo dijo Marina-. Si Clara
-Hay
riii Clarita y nos cas¿lmos. A1 tiernpito quedó entbu r ,r ur¡ ser hurn¡no qrte no tenía ntrda clue r.'el con 1os ele
zacla.'l'enía Llna gLrata, oiga, clue si ustecl la hubicla vir, ¿córno pasó algo asi? ¿QtLé lograba un Oscuro...?
to entendería por qué el Damián tiene ese cuerpo .r..r rlc-sgraciaclo tclmcl poscsitilt rie cila para
nr r-r,v
-lil
de enorme. a su abuela. No ve que mi doña y ia Clarita eran
Marina recordó la imagen de Dami¿in cortalrtl,, unidas. Aclemás, nri mujer estab¿r nluy débil toclai'ía
leña en ese misnro lugar y se ruborizó de súbito.;\l,l hacía poco que l-rabia parido... y no io resistió.
tunadamcnte para e1la, e1 capataz no se percatti dc srr,, la cloña se lo sacó de1 cuerpo para enccrrarlo,
mejillas rojas. o le dicerr, ia Cl¿rrit¿r se desvaneció y nunca más alrrió

-Y el cabro este n¿rcici fuerte y sano. Tiempo tlt s ojitos. Nunca más le vi su sonrisa ni el pelito brillar.
pués pasó lo que pasó... eso te fuiste.
-Por

254 ' )55


-Quería criar a nuestro hijo en un lugar segu r.r,. eso fuera así, Pedro, cl ()seuro tluc ¡ros at¿cri
lejos de todo este dolor que sentía acá dentro _le tlijo -Si
no habría poseído a Danri¿in.
llevando una mano al centro de su pecho_. Así t¡rr,,
todo respeto, eso ocurriti porclue él cstá muy
aproveché que todavía me quedaba energía y que la clorrrr -Con
cerca de usted. A mi hijo le entran dudas cuando está
me dio una buena platita para los dos... Nos fuimos lc;,,,,
a su lado y cuando uno está débil esos desgraciados se
de Puerto Frío y construí una cabañita y un huerto. Asr,
aProvechan y atacan.
Damián creció sin problema. Fue la mejor decisión qtr,,
Marina, intrigada.
pude haber tomado, señorita Marinita. -¿Dudas? -preguntó
-Mire, miia -contestó Pedro desviando su res-
-¿Y por qué decidiste volver? puesta-. Yo sé que a usted le pasan cosas con mi cabro.
-Como la doña ya estaba entrando en años, ib¡ l
necesitar a alguien que la ayudara con todo este terrc¡r0 -No, Pedro, estás equivocado -intervino rápida y
nerviosa-. Apenas lo conozco, no tendría cómo..,
Y yo quiero harto a su abuela, siempre ha sido tan buc
na conmigo y con mi familia que no podia dejarla soll. -Yo sé, oiga, y sé que a él también le pasa lo mismo
porque es mi hijo y 1o conozco, pero le voy a rogar que
Así que volví cuando el Damián tenía unos diez años
r,. no esté cerca de é1, ni siquiera como su amiga. Está bien
desde el primer día, la doña 1o ha tratado como a un ni(.
que sea amable, pero nada más.
to. Le enseñó a hablar bien y muchas cosas más. pas¿b;r
Pedro...
todo el día con ella cuando era niño. -Pero,
ruego por lo que más quiera, oiga. Cuando
1o
Marina sonrió al recrear esa imagen en su menl(. -Se
la Clarita murió, el mundo se me vino abajo; pero si le
y se conmovió al pensar cuánto se habían acompañatlo
pasara algo a mi hijo, yo me muero. De verdad, rnija, yo
Pedro y Mercedes durante tantos años.
prefiero estar muerto antes que ver mal a Damián.
pedro, pero sería justo
-Perdona que me meta, Los ojos oscuros de Pedro la atravesaban. Se nota-
que Damián sepa cómo murió su madre.
ba asustado y le suplicaba con la mirada que se mantu-
-No, señorita Marina. É1 nunca debe enterarse tlc viera alejada de su hijo. Marina comprendió por qué su
las cosas tenebrosas que existen acá, porque cuando
sc abuela insistía en lo mismo: en el fondo, estaban velando
cree, se corre peligro. A veces pienso que si la Clarita no
por la integridad de Damián. Se preguntó si acaso Vanesa y
hubiese sabido, no habría creído nada y ese desgraciatlo
Emfio correrían la misma suerte que Ciara si estaban cerca
no la habría matado.
de ella.

)56
257
-a

1o prometo, Pedro. Me mantendré lejos dt, leña y fue directo hacia 1a casona. Atrás lo seguían el ca-
-Te
Damián. pataz y Marina.
Pedro sonrió conforme. qué significa eso de que el tiernpo le dirá 1o
-¿Y
sabe cuánto se lo agradezco. Y lo último que que conversábamos, señorita? Acuérdese que no quiero
-No
le voy a pedir, sita Marinita, es que no le diga nada de kr que mi cabro sepa nada -le dijo despacio para que su
que hablamos esta noche al Damián. ¿Puedo confiar cn hijo no lo escuchara'
su discreción? es el cumpleaños de Damián, Pedro?
-¿Cuándo
-El l0 de octubre, ¿Por
Marina asintió. qué?

confiar en mí. No 1e diré nada a l)amirirr acabamos de organizar una fiesta sorpresa'
-Puedes -Porquele
-¿No me dirá qué, señorita?
Damián se acercaba en medio de la penumbra clcl
bosque trayendo consigo una ruma de pequeñas rantirs
que dejó en un canasto de mimbre.

-¿Y? -preguntó, altanero-. ¿Qué es lo que no


tengo que saber?
verás. El tiempo te lo dirá Marinit
-Ya -contestó
respondienclo lo más rápido y natural posible a 1a preguntir.
Pedro la observó con rostro de duda y ella le devol
vió la r-nirada como clueriendo que Ie siguiera el juego.
hijo. Ahora lleva la leña que cortú
-Exactarnente,
para la cl-rimer-rea, mejor será. Yo iré a dejarle una lecht'
con miel a la doña antes de que se duerma.
El los atravesó con la mirada, dudoso. Estaba cl¿rro
que conocía demasiado a su padre como para saber quc
tramaban algo, aunque Io curioso era, precisarnente, quc
Pedro no tenía idea qué había pensado Marina con esa
respuesta. Damián tomó el canasto de rnimbre lleno clc

258 259
furamento

la luz tenue del velador iluminaba la pieza de Mer-


proyectando su sombra en la pared. Había pasado
la última media hora tenclida sobre su cama con la vis-
ta fija en el techo. Una cantidad importante de asuntos
por su mente e intentaba organizarlos para ver
si quizás así se cotnenzaban a soluciouar. No obstante,
sabía que no era mucho lo c¡ue podía hacer: las cartas ya
estaban echadas. Un temor familiar ¡ al mismo tiempo,
lejano, ernpezaba a invadirla; uno que no sentía clesde
hacía lrucho tiempo. Trató de recordar y no demoró mu
cho en hacerlo: tenía veintidós atios cuando supo la trá-
gica noticia de que su <luerida Muriel había muerto. Su
hermana mayor, a quien tanto admiraba, se había ido de
su lado y nunca más volvería. En cambio, lo que perma-
necía y aquello que siempre volvía, incluso a sus setenta
años, era la culpa. E1 desgarro que sentía dentro cada vez
que pensaba qué habría sucedido si ella hubiera estaclo

761
I

ahí a su lado para curarla, Iuego de que la Oscuridad Ia Así es, mi doña. Ya deLrerí¡ cstirl ¡toslttlltlrlttlit.
atacara. Sentía rabia por tener un poder que, en un mo- Hay ciertas cosas a las que lttlo Il tl I l( ¡ sc ll( ( )st u l))l)r¿'
mento crucial, no fue útil porque su hermana estaba de- dice por su família, ¿cie-rto?
masiado lejos como para sanarla.
-Lo
preocuPada, Pedro.
-Estoy
Mercedes recordó el deambular de su madre por El capataz se sentó en una cie las sillas tlc n-rimbre
los pasillos de la misma casona, que ahora eran habita- tlue Mercedes tenía en su habitación y dio un suspiro
dos por otra generación, una que caminaba con el mis- fatigado.
mo aletargamiento sobre esa madera roída por el paso salió bien rebelde 1¿r señorita Manuela'
-Le
del tiempo. Quizás tan carcomida como su mente, sus Tiene la rel¡eldía de Milena, pero en ella se desborda'
memorias y sus esperanzas. Parecía como si la muerte Y podría contagiar a 1a seirorita Nlarinita"'
hubiese acechado a su familia desde mucho antes de que Marina es mtly pero tnuy
ella naciera; desde que Ciara había decidido aniquilar
-l)e cierto modo, sí.
sensible. Me asusta 1o que pueda provocarle esta rabia de
todo lo que sus hermanas habían formado. su hermana. Estas ganas de hacer cosas por sí sola Solo
Ahí estaba ella ahora: vieja y agotada por una lu- el universo sabrá en qué quiere utilizar el poder que le ha
cha que parecía no terminar nunca y, sobre todo, ate- sido otorgado.
rrorizada por Ia posibilidad de que sus nietas volvieran da mledo el poder que el Fuego pueda tener
a cometer los mismos errores de sus ancestros. La única
-Le
sc¡bre ella. ¿Es eso?
diferencia con ese pasado remoto era que, en esos mo- Mi querido Pedro, no eres parte del mundo ele
mentos, no había vuelta atrás. Y 1o sabía. mental, pero 1o comprendes tan bien que pareces uno
Continuó sumergida en sus miedos y preocupacio- de nosotros.
nes hasta que Pedro entró a su dormitorio llevando con- Merce<les tomó la taza y bebió un poco cle ella para
sigo una bandeja con Ia clásica taza de leche con miel. dejarla en seguida sobre la bandeja.
doña Mechita del poder del Fuego' l'lstuvo ex-
-Permiso, -dijo mientras dejaba la -Sí, tengo terror
bandeja sobre el velador de su patrona-. Espero que le tinto durante siglos y ahora ha renacido. Por t¡tro ladc¡,
sirva para descansar. no sabemos cómo actuará Manuela: ella es el prin-rer
-Se viene otra noche de lluvia negra -replicó híbrido de nuestra raza, tiene e1 poder del Agua y de1
Mercedes con un dejo de amargura. Fuego, dos elementos que cuesta mucho compatibilizar'

)6)
Además, tiene el talismán forjado por Ciara, lo cual siu qué está pensando, doña Meche?
-¿En
nifica que lleva con ella una parte de la esencia de quicrr que Ciara podría seguir viva... en Manuela.
-En
-Eso no es posible, pues
destruyó todo lo que somos. Temo por ella y por noso Pedro
-refutó
tros, Pedro. tajantemente-. Solo esos desgraciados pueden poseer a
-dijo Pedro-.
No ande llamando ir la gente.
-Tranquila
las desgracias, que nos vamos a llenar de cuervos. Va Podría ocurrir si Ciara juntó su magia con la
¡r
-No.
estar todo bien, ya va a ver. del Amo de las tinieblas. Yo creo que ni siquiera podemos
qué me dices de 1o que vio Marina en sr¡ dimensionar 1o que esos dos poderes pueden hacer unidos.
-¿Y
viaje astral? Mercedes sentía el pecho apretado.
cosas se están cornplicando demasiado, Pe-
-Eso sí es raro -reconoció el capataz-. Vcr. -Las
al Maldito... dro. Marina me hace cada vez más preguntas y yo ya no
solo 1o vio a é1, Pedro... vio a una mujer qut. sé qué contestarle. Hay tantas respuestas que no está pre-
-No
no tengo idea quién puede ser. parada para escuchar.
Si me permite, doña Meche, yo creo que usted la
-¿Y la descripción no le viene a ninguna tlcl
libro negro? subestima. Su nieta tiene harto coraje.
Yo 1o sé, Pedro, pero hay cosas que no puedo de-
-La descripción que hizo Marina concue¡da corr
las características de la misma Ciara. cirle ahora porque 1a distraerían del objetivo principal.
Pedro sintió como se le ponía rígido eI cuerpo. 1o dice por sus taitas, ¿no?
-Usted
podría estar viva, doña Mechita? ¿Después rlc le digo que su mamá tenía e1 poder de la
-¿Y -¿Cómo
todos estos años? premonición y que vio su propia muerte y la de Lucas,
que piensa Marina. En su viaje astral viu
es 1o pero que, sin embargo, decidió no intervenir en ella? Mi-
-Eso
a esta mujer haciendo un pacto con el Maldito. Ciara y ól lena me dejó el camino demasiado difícil, Pedro. Si Ma-
fueron los precursores de la rnagia oscura. Imagina esos rina se entera de esto por otro medio, nunca me 1o va a
dos poderes juntos, Pedro. perdonar. Sin embargo, se lo debo decir cuando Magda-
Mercedes hizo una pausa. Dudaba si debía pronun lena haya conectado con su poder, porque sin el soporte
ciar la idea que la había estado persiguiendo en los últi de su hermana mayor, Marina no lo resistirá.
mos días. Un silencio sepulcral inundó Ia habitación de Mer-

264 265
cedes. Pedro podia sentir la respiración ajetreada tlr' .,r,
-¡Yo
creo que sí, puesl intcn rrrrr¡riri tlccicliclo el
patrona. Las primeras gotas de lluvía cayeron sobr, ,l Irorrrbre . Uno que lleva años vienclo str nru nrlo clemen
tecl-ro de la casona y su eco se propagó con faciliclad. l;rl desde fuera, reconoce a 1a gente qr.re ¡rcrtenece a é1.
usted, doña Mechita... ¿Quie¡e contarle (lu( i., l'¡ra mí que e1 amor puede hacer quc se conecte.
-Pero
niñ¿r Milena era viclente o qr.Le eljoven Lucas no era ntol t,rl que é1 pueda contribuir en algo, en
-Esperemos
Mercedes continuó mucla unos segundos n) ¡i .r rl Ir¡nces. De todos modos, la que me preocupa no es Mag-
do el vacío, como queriendo averiguar la respuesl.r ., tlirlena, sino Matllde. Ella es demasiado libre, tanto que
esa pregunta. l)irreciera no lograr conectar con nada.
debe saber las clos cosas, Pedro, pero r,, ,
que haber alguna forma de ayudarla.
-Marin¿r -Tiene
sé córno ni mucho menos cuándo decírselas. Conro r,
-No 1o sé aún. Quizás mientras trabajamos en la
clije antes, necesito que Magdalena o Matilcle se conc( l(.1 t onexión de Magdalena se nos ocurra cómo hacerlo con
con su poder para que pueda tener algirn apoyo, ¡,, r,, l\4ilti1de. emitió un pequeño suspiro-. Es
-Mercedes
l pareciera que ninguna de las dos está pronta a hacerl,, tuna lástima que vlvan esta experiencia tan bonita así.

-Es que la niña Milena las alejó demasiado


hay clue hacer a1go.
-Entonces,
No hay absolutanrente nada en lo cual yo pu,,l,, rlcl Puerto.
contribuir para apurar sus procesos... es muy cierto, rni querido Pedro.
-Eso
profesor ese? Mercedes amaba a su hija por sobre todas 1as co-
-¿Y el
¿Gabriel Littin? sirs, pero los sucesos actuaies la hacían recordar por
Sí, pues, el misr¡o. Yo escuché clarito que la scn,, t¡ué durante tantos años no fue capaz de hablar con
rita Marinita con la señorita Magdalena hablaban a., , clla. El dolor de tener a sus nietas no solo alejadas
ca cle é1. Parece que la señorita Magdaiena se enail()r( ' sino, además, en total desconocimiento de su esencia,
del prof-esor. lc había impedido continuar su relación con Milena de
La anciana se levantci abru¡rtamente de la cama y ,. ,, rlrodo normal.
menzó a caminar de una esquina a otra. Si Marina la lrl Bueno, al menos yo sí le tengo noticias que le
biese visto, habría sabidt¡ que tenían exactamente la lr is alivia¡án la carga, mi doña comentó rápidamente con
ma manía de aplernar el sr-relo cuando estaban nerviosas. lono triunfal Pedro-. l.ogré convencer a la señorita Ma-
poclenros cstar seguros de que él es un enviatir,. rina de que se mantenga alejada del Damián.
-¿Y

)66 267
lo hiciste? Mercedesasombrad¡. que sí, es solo cosa de tiempo.
-¿Cómo -preguntó -Claro
-Le tuve que contar la historia de mi Clarita. y lc -Tiempo
lo que menos tetlemos.
es
dije que si Ie pasaba algo a mi cabro, yo me moría. Mercedes logró beber un cuarto de su taza de 1eche.

-Te lo agradezco mucho, Pedro. Si Marina tuvierir Lo demás, ya estaba frío. Las miradas de ambos se man-
algo con Damián... tenían cabizbajas.
-¡No! -exclamó abruptamente el capataz-. Eso
-Creo
que es meior que descanse
-dijo Pedro-.
no puede pasar porque para eso no hay remedio alguno. Mañana será otro dia y ya veremos cómo solucionamos
Y si eso ocurriera, es verdad: yo me muero. Nos r¡ori este entuerto.
mos todos juntos. espero conseguir que Magdalena y Matilde
-Solo
ya no debemos preocuparnos de eso. se conecten, antes de que el Maldito vuelva.
-Entonces
Marina te tiene cariño y no creo que se atreva a fallar Un escalofrío recorrió el cuerpo de ambos. Pedro
te. Ahora nuestras preocupaciones deben ser otras: st sintió miedo por 1o que podría pasarle a Damián si vol-
Manuela continúa negándose a participar, todo lo quc viera a ser dominado por un Oscuro.
hemos esperado durante siglos se desvanecerá frente a
-¿Le
puedo pedir algo?
-le dijo a Mercedes-.
nuestros ojos. Y no habrá nada que yo o cualquier otro ]úreme que usted no va a permitir que mi hijo tenga algo
elemental pueda hacer para remediarlo. con su nieta.
Pedro. Como 1o acordamos, te prometo que...
-Entonces, tenemos que hacer algo para suavi -Claro,
zar a la señorita Manuela; amansarla como se doma ir pues, doña Mechita cordial,
-No, -interrumpió
una yegua. pero ansioso-. |úremelo.
Mercedes sonrió. Pedro siempre ha tenido la facul juro, Pedro. Mientras yo viva, haré todo 1o
-Te lo
tad de hacerla reír incluso en los momentos más tensos posible para que Marina no esté nunca junto a Damián.
y tristes. Satisf'echo, el
capataz tomó la bandeja entre sus
creo que el Fuego se pueda dominar, pedro. manos y dándole las buenas nochcs a Mercedes, cerró
-No
la puerta tras de sí. En la habitación quedó una anciana
-Se puede, doña Mechita, claro que se puede. Hay
que contenerlo no más, tenerle 1a mecha cortita, no sé si preocupada por 1o que sucedía y 1o que podría acontecer,
me entiende. pero sobre todo, nerviosa por un juramento que cada día
Manuela no puedo contenerla. le era más difícil cumplir.
-A
)68 )69
Sorpresas

paso del tiempo a1'udaba a Marina a procesar la muerte


sus padres, aunque su ausencia la sentía todos los días
la misma intensidad. Quizás ya aceptaba que debería
ese clolor con ella por siempre; quizás cra l¿r fonna
rlue tenía para eludir otras preocupaciones. Lo cierto es
clue, al margen de las razones, e1 clolor seguía nhi. Ya inclu-
estaba perdiendo las esperanzas de que, en algún mo-
lrento, esa pena cesaría. No obstante, a ratos conseguía
rnitigar la tristeza gracias a Vanesa y a limilio, sr.Ls amigos
más cercanos en el pueblo. I'lra cierto que no podía contar
les su secreto, no por falta de conflanza, sino por el mie-
do que sentía al imaginar lo que un Oscuro podría llegarr
a hacerles. L)e todos modos, estaba siempre ¿1 gusto con
ellos y creía que quizás, cuando la situación estuviese más
controladir, podría decirles quién ertr en re¿i1idad.
Nlercedes y l)edro, siempre corr.ro equipo, habían
intentado irveriguar lo rnáximo posible sobre la vidl cle

)71
Littin, llegando a saber que llevaba tan solo unos poct,t Necesitaba descubrir con rapidez quién era Littin
meses en el puerto; que sus padres, al parecer, habílrr si este le podia ayudar a que Magdalena se conectara
fallecido y que sus intenciones con Magdalena eran bas con su poder; también le urgía averiguar cómo
tante serias. Ella, por su parte, dividía el tiempo ent¡e los acelerar la conexión de Matilde, a quien raraYez
turnos del hospital y un nuevo trabajo esporádico: ir rr dentro de la casa. La mayor parte del tiempo se en-
buscar a su hermana menor al colegio. La situación no trabajando en la irnica agenciir cle tr.Lrismo que
tenía muy contenta a Marina, ya que estaba sometida l en el pueblo, recorriendo los bosques y caminan-
1as constantes burlas de Emilio. No era raro que Dentírrr por los ríos o la p'laya. Me¡cedes creía que, tal vez
Io hiclera, pero lo que sí le extrañaba era la constantc medio de esas ansias de estar rodeada de naturaleza,
maldad de su compañera Agustina Rivas, quien se cir conectando. Y asi, no solo se sentía turbada
racterizaba por una mirada oscura y palabras hirientc-s. los Oscnros, los talismanes, la raza eleu.rental y la
I Pese a ello, era poco y nada lo que podía hacer. Agustinl de Marina, sino además por el miedo de que
era la alumna favorita de algunos profesores, como e1 tlc Manuela estuviera poseída por el espíritu de Ciara o el
I
Química, y de la directora Eva Millán. Marina había in poder del Fuego.
tentado convencer a Mercedes para que intercediera antc Ahí, en esa tierra baldía de inquietudes y desvelos,
el consejo y así destituyeran a esa mujer del cargo. Pese l el curnpleaños de Damián se perfilaba como la única dis-
ello, su abuela continuaba con 1as negativas, explicándole tracción posible para la familia.
que Millán era una buena persona. De sus conversacio Pedro le había contado a Mercedes la respuesta más
nes (o mejor dicho, insistencias) solo había conseguiclo natural que tuvo Marina ante la conversación que Damián
que Mercedes accediera a hablar con la directora para había escuchado, y a la anciana le agradó la idea de hacer
que les permitiera a los alumnos llevar comida de Ia casl una fiesta sorpresa: era la instancia perfecta para calmar
si no querían almorzar en el casino, a 1o que Eva no puclo un poco 1os ánimos y reunir a la familia. Par¿r esa noche
negarse. Después de todo, Mercedes continuaba siendo tenían organizado una pequeña comida familiar con el fin
1a máxima autoridad en ese lugar. Marina, sin embarg«r, de sorprender a Damián en su cumpleaños ní¡mero dieci-
no se salvó de las posteriores miradas de odio. La verdad nueve . Marina había sido especialntctrtc ct¡itl¡tlosrt colt el
era que Mercedes tenía cosas más importantes que haccr' tema, sobre todo porque el último tiempo se llevaba n-rejor
antes de preocuparse por la supuesta locura de la direc- con é1, manteniendo siernpre una distancit prutlct-ttc, por

)7) )/3
Io cual no quería que se le saliera alguna pista que llevarl limpiar en profundidad l¿r casona, ¡rrirtcipitllrrerrlt' cl
al festejado a enterarse de la sorpresa. Ya había sido su y el comedor, los lugares donde estariarr aquella
ficiente con e1 papelón que pasó cuando Damián la des Mercedes se había dedicado a cocitl¿rr cacl¿r ttno
cubrió hablando con Pedro y ella tuvo que inventar unir los platos que comerían esa noche: ¡rara la entrarda'
fiesta ficticia que ahora se hacía realidad. preparada palta rellena con camarones y lechuga;
No sabía muy bien cómo ni cuándo, pero su rela tle fondo, había cocinado spaghetti con tres variedades
salsas; por último, había hecho el postre favorito de
ción con Damián ya no era la misma. É1 tendía a trat¿rr su

la con menos displicencia que los primeros días. Mali cuasi nieto: torta de merengue y frambuesa' Matilde ha-
na pensó que, quizás, se debía a que estaba olvidando bía lavado la vajilla que su abuela guardaba para ocasiones
aquel primer incidente con las verduras y su pataleta cn especiales para luego disponer prolijamente la mesa' Ma-
el bosque. Muchos percances en pocos dias harían quc rina, por su parte, era un verdadero desastre en la cocina'
cualquiera se enervara con su presencia, concluyó. Sirr Apenas sabía la disposición de ios cubiertos en la mesa y
embargo, el tiempo había transcurrido ¡ a pesar de quc odiaba por sobre todas las cosas ordenar, por lo cual solo
cada vez lo veía menos, las pocas ocasiones en que sc quedaba una tarea disponible para ella: decorar el living y
1o encontraba su mal humor parecia ir menguando. Esc el comedor. El arte le sentaba bien. Probablemente era
una
mismo sábado en la mañana, cuando Marina paseaba de las pocas cosas que siempre le había resultado de
rnodo
por los alrededores de la casona, Damián incluso esbozri natural, sin muchos esfuerzos, y la mayoría de las veces
algo que parecía ser una sonrisa. Era extraño. Sin duda, obtenía buenos resultados. Claro, no necesitaba un gran
el hijo de Pedro era igual de raro que todo Puerto Frío. don artístico para decora¡ Pero por lo menos resultaría
A esas aituras, ya faltaba poco para que comenzara mejor que en la cocina, el aseo o la mesa' Días antes había
1a fiesta. Como siempre, Mercedes lo tenía todo planeado: comprado unos globos de tono plateado que había deci-
Damián había ido al pueblo a comprar junto con Mag- dido colgar desde las vigas del techo, afirmados por hilos
transparentes, dando la sensación de que flotaban en
el
dalena, quien parecía ser la más indicada para distraerlo.
Dos horas le había pedido su abuela para arreglar la ca- aire. Como siempre, la chimenea relucía con un buen fue-
sona y hacer la comida. Como era de esperarse, cada uno go que calentaba el ambiente y unas Pocas velas blancas
tomó una tarea determinada para alcanzar a hacer todo estaban dispuestas a su alrededor. Las copas de champaña
en ese corto tramo de tiempo. Pedro se había encargado brillaban en la mesa de centro.

)74 )75
-¡Llegaronl -chilló Mercedes desde el pasillo -¡¡Mi niño que ya no es un niño!l
-exclanr<i
lle-
¡todos a esconderse al liüng! nándolo de besos.
Una llave se sintió a la entrada de la casona, segui gracias, Meche. Esto es...
do por la puerta principal que se cerraba. -Muchas
las gracias a tu taita, también!
*exclamó Magdalenu -¡Dale
-¡¡Ohh... qué frío hace!! Mercedes soltó a Damián para que un fuerte abrazo
con la voz excesivamente alta-. ¡¿por qué no me aconr
de Pedro 1o apretara.
pañas a la chimenea?!
sean muchos más, mijo querido.
Damián quedó pasmado: era poco común verlir -Que
viejo ruborizado.
gritar así. -Gracias, -contestó
lo que tengo acá, guapito! Matilde
-¡Mira -gritó
-iQue la acompañe? con una copa de champaña en la mano-. ¡Ahora sí que
-La Maida es pésima haciendo esto _susurró Ma vamos a celebrar!
tilde tras un sillón. Damián le sonrió apenasr aún abrumado con tanta
a exclamar Magdalena_. ¡¡Aconr
-¡¡Sí!l -volvió demostración de cariño de todos. O casi todos: Manuela
páñame al living, por favor!! ¡¡Hace rnuuucho frío y dt. permanecía apoyada al borde de la chimenea, siendo su
seguro la Meche tiene prendida la chimenea!!
único saludo un alza de copa y una sonrisa torcida.
-Le encanta dar órdenes -comentó despacio Mu -Bueno,
tenemos muchas cositas ricas, querido
tilde-. Tiene el rol de madre pegado en su sistema...
pedro-. euédese calladitl, -dijo Mercedes-. ¡A celebrar!
-¡¡Shhtt!! -intervino Por fin los ánimos se estaban calmando en la caso-
que ya vienen...
na de Puerto Frío. Sin duda, el cumpleaños de Damián
La puerta del living se abrió y junto con ella, Mercc
había sido el evento perfecto para alivianar la carga de
des, Marina, Matilde y Pedro salieron de sus esconditcs quienes, en su pesar o alegría, conocían el secreto ele-
gritando: ¡¡Sorpresal! Las Iuces se prendieron y pudierorr mental. Marina pudo ver a su abuela disfrutar su copa
ver a un asombrado Damián que figuraba paralizado crr de champaña y a Pedro reír con los chistes de Matilde.
el umbral. Mercedes corrió a abrazarlo.
Sin embargo, no todos tenían el mismo humor: Ma-
dijo Marina con una sonrisa.
-Felicidades -le nuela continuó el resto de la noche como una momia.
Damián le devolvió el gesto con Mercedes colgarll Cuando Pedro estaba sirviendo el postre, Matilde no
de su cuello. aguantó más.

)76 )-71
la carita, Manuela dijo a su hermana. que me faltaba Manuela-: un hua-
-Cambia -le -Lo -rezongó
tengo por qué hacerlo. so mal educado como tú dándome órdenes.
-No
que no? hermana-. Estás bueno que las tomaras en cuenta, querida
-¿Cómo -insistió su -Sería
en una celebración, por si no te habías dado cuenta. Mercedes.
-sentenció
no tengo nada que celebrar, pero es bueno sa- noches, Manuela Matilde con
-Yo -Buenas -remató
ber que ustedes sí levantando su copa. una sonrisita triunfante.
-contestó
En seguida, sepultó a Marina con la mirada. Mercedes
-Son tan ingenuos -continuó Manuela mientras
logró captarlo y pronto interceptó la respuesta de Matilde. observaba detenidamente a cada uno de los presentes-.
no es el lugar ni el momento, Manuela. Mercedes y Marina se están riendo de ustedes en sus ca-
-Este
que no, señora altanera-. La ras y ni siquiera son capaces de advertirlo.
-Claro -contestó
que decide los lugares y los momentos siempre será us-
-¿De qué estás hablando, Manuela? -preguntó
ted, no se preocupe. confundida Magdalena.

-¡Manuela! -laregañó despacio, pero decidida -No soy yo la que te debe explicaciones. ¿Por qué
Magdalena-. La abuela... no le preguntas a tu hermanita regalona? Dile, Marina.
sé con una profunda inspira- Cuéntale a la Maida lo que está pasando.
-Lo -interrumpió
ción-. Mercedes siempre tendrá la razón. ¿No es cierto, Marina sentía su cuerpo ternblar. Al parece¡ así se-
Marina? ría cómo el resto de sus hermanas sabrían la verdad.
La menor de ias Azancot sintió todas las miradas algún problema en el colegio, Marina?
-¿Tienes
sobre ella. Manuela suspiró.
quiero pelear contigo, Manuela. No ahora. es el último ítem en la iista de prioridades de
-No -Ese
Manuela rio con un tono irónico. nuestra hermana chica.

-dijo de pronto Damián-, ¿por


señorita reprobando algún ramo?
-Oiga, -¿Estás
qué no nos deja disfrutar de la fiesta? Marina era incapaz articular una palabra.

-Cabro
leso, no te metas
-replicó
Pedro dando -Suficiente -intervino Mercedes-. ¿Por qué me-
un golpe en la nuca de su hijo. jor no le haces caso a Damián y te vas a acostar, Manuela?
no soy una niña a la cual puedes dar órdenes
-No estoy diciendo nada inapropiado -insis- -Yo
tió-. Si la señorita está aburrida, que se vaya a dormir. o manipular, Mercedes. Además, ¿así es como solucionas

278 279
tus cos¿rs? No me extraña que la mamá se haya ido t1e Afuera, 1a nebllna se torn¡[.¡u catlir vcz ntiis espesa.
tu laclo. Había olvidaclo por completo el fiío dcl cxter.ior y salió
confusa Magdalena, sin estar del comedor solo con lo clue llevaba pucsto: unirs pantis cle
-¡Manuela! -exclamó
muy segura de si dcbía callar a su hermana o dejarla hablar color negro y urr vestido corto clc color esnreralda, clryas
para saber a qué se refería. Desde la llegada a la casona ilr mangas apenas alcanzaban los codos. Sin ernbargo, aún
tuía que Marina guardaba un secreto, pero jamás imagiut, sentía un poco de calor. El miedo y la vergüenza cle tener
que sería tan grave como para molestar a Manuela. tantas rniradas sobre ella Ie habían subido la teÍnperatura.
-La que está equivocada acá no so1, yo, Maicil. Un trueno resonó en ei cielo. Pronto cae¡ía la lluvia.
Por primera vez, deberí¿rs confiar en mí más que en cilir que a usted le gusta salir de la casona des-
a¡runtirnclo con la cabeza hacia Marina.
-Parece
-terrninó abrigada.
Un silencio sepulcral invadió el cornedor. Mariltrr Una voz grave se coló ¡ror atrás. Al darse vuelta, vitr
potlía sentir córno la perfbraban con la rnirirda, algunos a Damián parado justo detrás de ella.
por las tluclas; otros colxo Manuela, por lir desconlianzir.
Y en 1a cúspicle de ese interrogatorio tácito puclo ver tl,
-'lbme -le dijo pasándole la misma chaqueta qr-re
tiempo atrás le había entregaclo, justo antes de que ur-r Os-
reojo a Dar.nián, <1uien positrlententc se hacía las mism¡s curo los atacara. Ese recuerdo no la animó clernasiado.
pregLrntas que el resto de su fárnilia. Sin pocler ¿lguant¡1 tengo frío, gracias
m¿is, ab¿rnclonó e1 living y salió rá¡riclamente de la casonu.
-No -contest(r dándole 1a es-
palda cle nuevo.
Caminó con paso ágil hasta llegar al patio trasero y un¿tv( 7
ahí, inspiró profundarnente para calmar su respir¿lci(ir).
-Bueno, usted ya está grande para deciclir si se
quiere restiiar o no.
El pecho subia y bajaba con velocitlad y sLls rnan()\
estaban sudorosas. Pensó en Manuela y se pregunt(r si lrr
-Córtala, ¿ya?
-pidió Marina todavía clándole la
espalda-. No quiero que me hal¡les con ese tono con-
rabia que sentía su l¡ermana era una representación nl.rs descendiente. No lo soporto.
clel pocler clel F'uego contra el Agua. Comenzó a caminru Un silencio se produjo hasta que M¿rrina escuchó a
cada vez n'rás rápido en clirección hacia el bosque, put',, Dar¡ián prender tuego.
cluería estar lejos de ahí ¡ sobre todo, rro quería correr t'l Acompáñeme é1.
riesgo de que Magclalena o Matilde llegaran a preguntarlc -ordenó
Sin dar rnayor explicación dlo zancadas entr-e los árl¡o-
de qué hablaba Manuela. les con una antorcha en su mano. -ttsta vez, Marina lo siguió.

280 ,:i ,

)81
Después de caminar unos minutos pasaron por tiene por qué disculparse. Haber reventado
-No mis
un puente pequeño y sombrío. La madera ya estaba verduras el día que nos conocimos, eso fue
su culpa _ase-
gastada y musgosa, y bajo él corría un pequeño arroyo. guró mientras terminaba de formar el fuego_.
Esio no.
Apenas estuvo cerca del agua, Marina pudo sentir más todas formas...
-De
tranquilidad. La construcción crujió al aguantar encima
-Ya se lo dije -interrumpió Damián clavando sus
el peso de los dos. Cerca de ahí, Marina distinguió un ojos en ella-: no es necesario que pida perdón.
sauce llorón que hacía su espacio entre alerces y coihues.
,la vistaMarina no fue capaz de sostener su mirada y bajó
Era un sauce solitario, único entre cientos de árboles. hacia ei suelo. En seguida, Damián se sentá
er_r el
Sus hojas temblaban y parecía que solo él se agitaba esa tronco contiguo. Otro trueno retumbó sobre
ellos.
noche. lusto debajo, unas piedras ordenadas en forma
-Vengo acá cuando quiero descansar _comentó
circular creaban el punto perfecto para formar una de pronto-. Cuando necesito despejar mi mente.
fogata. Damián puso Ia antorcha dentro del agujero. F,l Damián la había llevado hasta el lugar
donde le
fuego llegó. gustaba estar solo. Era una noche surrealista,
a Marina
no le cabia la menor duda.
-No hay sillas
-dijo-, pero sí algunos troncos
ladeados donde se puede sentar.
-El mi árbol favorito _le dijo ella y al
sauce es
La noche se ponía cada vez más extraña: Damián la segundo se percató de lo tonto que debió
sonar ese
había invitado a un lugar para estar con ella. Probablc comentario.
mente la pose aturdida de Marina se notó demasiado, yl mío también.
-El
que su acompañante pronto volvió a hablar: Marina abrió aun más los ojos, sin poder evitar
mi_
sentarse, señorita. Prometo no morderl¿r. rarlo con sorpresa. Era cierto que en el último
-Puede tiempo se
En silencio, tomó asiento sobre uno de los troncos estaban llevando un poco mejor (o al menos
," .rübu.,
recostados en la hierba. soportando), pero jamás había sido amable
con ella.
-Es tu cumpleaños, deberías... -Cuando era niño, mi papá me contó que el sauce
llorón era el árbol preferido de mi mamá. Así qu.
-Ya todos se
habían levantado de la mesa cuantlo
.ur.rdo
yo me fui, señorita. Su hermana se encargó de que 1a fics encontré este en medio del bosque, decidí quedarme
con é1.
ta terminara antes de 1o previsto. por qué me trajiste para acá? _se atrevió
-¿Y a pre-
siento... guntar. Total, corno dijo Matilde, no tenía nada
-Lo que perder.

)82 283
I

hice porque usted necesitaba salir de la cas<r había estado convencida de que él la odiaba y que no
-Lo
na y yo no quería terminar con una rama en mi cabez¿r quería nada con e1la. ¿Cómo, entonces, se justificaba lo
por salir a buscarla. Este lugar es seguro, así que cada vez que le estaba diciendo?
que 1e vengan esos arranques de soledad que le vienen a verdad, no hay caso contigo
usted, puede venir para acá.
-De -dijo Mari-
na-. Pensé que, por primera vez, estabas siendo amable,
Algo se revolvió dentro de ella. Damián tenía la fa trayéndome hasta este lugar para 'despejar mi mente,l
cultad de hacerla sentir importante y, a los dos segundos, contándome historias sobre tu pasado, tu árbol favorito.
un problema. Pero esas no eran tus intenciones.
para ti, ¿no es cierto?
-Soy un molestia -pregun- -¿De
qué está hablando?
-replicó Damián mien-
tó clavando las zapatillas en el pasto que comenzaba a tras se paraba de su tronco.
mojarse por las prirneras gotas de lluvia.
-Estoy cansada de que me juzgues.
qué pregunta eso? juzgando? No sea paranoica.
-¿Por -¿Quién la está
-Ya podrías empezar a tutearme, Darnián. Tene -Me juzgaste el día que nos conocimos cuando
mos prácticamente la misma edad y no está Pedro por aseguraste que era de la ciudad porque no tenía respeto,
acá para llamarte la atención. todo por un tomate y dos paltas. Me juzgaste cuando me

-No te entiendo, Marina. Desde ese día que te encontraste sola en el bosque, creyendo que estaba ha_
caíste sobre mis verduras, en ese momento parecías una ciendo una pataleta para llamar la atención.
¡y me juzgas
niñita citadina, irresponsable e inmadura... cada vez que me acerco a ti, porque estás seguro de que
por eso... quiero algo contigol
-Gracias -intervino sarcástica, aunquc
Damián hizo caso omiso de sus palabras. no quiere algo conmigo?
-¿Y
después, tienes reacciones que son todo kr
-...pero -¿Qué?
opuesto, como cuando te veo con mi viejo o con la Me- va a decir que no quiere algo conmigo?
-¿Me
che; cuando conversas con la señorita Magdalena; cuan
-Eres un egocéntrico, petulante, mal educado...
do estás caminando por los alrededores de la casona tan Marina no pudo terminar. Damián ya 1e estaba
tranquila, como si siempre hubieras estado en este 1ugar. dando un beso justo cuando empezaba a llover.
Como si pertenecieras a é1.
Durante el tiempo que llevaba en Puerto Frío, Marina

)84 285
r

Escondidos

Cuando llegó a su pieza, el corazón todavía le iatía con


fiierza. Cerró la puerta tras de sí y dejó los zapatos en la
entrada para no mojar la alfombra. Empapada, se sacó el
resto de la ropa y se puso el pijama que guardaba bajo la
almohada. Aún atónita se sentó en el borde de la cama.
Damián 1e habia dado un beso. Y ella lo había corres-
pondido. Sin embargo, lo extraño no era eso, sino 1o que
había venido después: se desató una tormenta en forma
instantánea, una lluvia que Marina no había visto nunca
en Puerto Frío, r-ri siquiera cuando había conectado con
su talismán. ¿Acaso un beso con é1 podía provocar eso?
No, el amor (en el caso de que estuvieran enamorados)
no ocasiona una lluvia así de repentina y con gotas que
parecían más de acero que de agua. Por eso había decidi-
do detenerlo en seco y volver a la casona, por e1 miedo a
que un Oscuro volviera a atacarlo. Por el rniedo de que le
pasara algo y que con ello, no solo le fallara a Pedro, sino

)87
también a sí misma, que se había prometido no volver ¡ Por primera vez, Marina pensó como Manuela: era
ponerlo en peligro. curioso que su abuela le diera cátedra de honestidad.
Alguien IIamó a su puerta e intuyó quién podría scr. es que quiera poner tu palabra en duda, pero...
-No
querida. Io hagas entonces, Meche. Está todo bien.
-Permiso, -No
Meche. Buenas noches.
-Pasa,
estabas? descanses, querida.
-¿Dónde -Que
*Afuera. La anciana cerró 1a puerta y Marina volvió a sentarse
1o sé, estás empapada. en ei borde de 1a cama: esa noche 1e sería difícil dormir.
-Eso Marina lamentó que mañana siguiente no tu-
1a
No quería confesarle 1o que había sucedido con
Damián. Por un lado, le había prometido a Pedro quc viera que ir al colegio. De ser asi, podría haber evitado
no se acercaría a su hijo y, por otro, sabía que su abuel¡ la presencia de Dan-riár-r y las posibles explicaciones de
tampoco era muy partidaria de una relación entrt' lo sucedido la noche anterior, no solo por el beso, sino
ellos dos. además por su extraña reacción posterior. Pero una vez
a dar una vuelta mientras tirabir más, para su mala suerte, era domingo y tendria que sa-
-Fui -comentó
ber lidiar con ello. Estuvo toda la mañana encerrada en
el cobertor de la cama hacia atrás
ella. su pieza, decidiendo qué le diría hasta que, finalmente,
-¿Sola? -preguntó
Lo pensó dos veces antes de contestar. su puerta se abrió sin que nadie la tocara. Matilde la
sola. cerró con poca delicadeza tras de sí y se sentó en el
-Sí, suelo, cerca de la cama desde donde Marina la miraba
también desapareció a1 rato de que salic
-Damián con curiosidad.
ras de la casona.
eso no es raro su nieta-. Da qué pasó con Damián? su hernta-
-Bueno, -esquivó -¿Y -preguntó
mián tiende a estar en el bosque. na desde el piso. Su cabello estaba mojado y sus rulos se
llegó hace unos pocos minutos, al iguirl delineaban con mayor facilidad.
-Y
que tú. ¿Cómo sabes que pasó algo con Damián?

-A ver, Meche ¿cuál es el punto?


-replicó
vol- -No lo sabía, ¡pero ahora sí! -gritó entusiasmada.
teándose hacia ella. baja la voz, Matilde.
-Sshhn....
verdad. qué? ¿Es secreto? ¿Nadie 1o sabe?
-La -¿Por

288 289
es decir, no. Nadie lo sabe y tampoco tenía y la Meche...
-Sí, -Pedro
pensado contarlo. te creo!
-iNo
malo fue? cosa?
-¿Tan -volvió a preguntar con cara -¿Qué
y ia Meche?... mientras hacía
de asco. -¿Pedro -preguntó
-No, no fue malo -contestó Marina-, pero r1o unos extraños gestos con los dedos.
fue nada. Matildel ¡Cómo se te ocurre!
-¿Qué? ¡No,
insípido? qué es complicado?
-¿Fue -Entonces, ¿por
No, Matilde. Me refiero a que no signifi Pedro y la Meche no están de acuerdo.
-¿Qué? -Porque
có nada. No quieren que pase algo entre nosotros.
pésima mentirosa. ¿Lo sabías? qué? Matilde.
-Eres una -dijo -¿Por -reiteró
mientras se levantaba del suelo y luego llevaba a Marina No sabia cómo explicarle que ies daba miedo que
frente al espejo-. Mírate, ¿eso es la cara de alguien a un Oscuro pudiera hacerle daño a Damián, así como 1o
quien no Ie pasó lrada? había hecho con Clara, su madre.
Marina pudo observar que sus mejillas estaban le- creen que puedo hacerle daño
-Porque -respon-
vemente sonrojadas y que incluso parecía tener un brillo dió-. Eso es todo.
distinto en sus ojos celestes. Entonces, se paró de la silla Su hennana levantó una ceja.
y volvió a sentarse sobre la cama. somos muy diferentes Marina.
-Porque -añadió
cornplicado... problema por dos adolescentes! Mira, esos
-Es -¡Tanto
son complejos de adultos, Marina. Tú estás en edad de pa-
-Si piensas que dar un beso es complicado, espé sarlo bien, de vivir la vida como corresponde, no de estar
rate a que...
preocupada por las inquietudes de otros. ¿Me entiendes?
-No, Matilde -interrumpió antes de que su her
mana pudiese entrar en detalles que no quería escu' -Es que si Ia abuela o Pedro saben que pasó a1go,
char-, la situación entre Damián y yo es complicada. me matan.

-¿Por
qué? -No les digas. Al menos no por ahora. ¿Para qué
es que no entiendo muy bien por qué lo es. te vas a complicar la existencia si ni siquiera sabes si lo
-Laverdad
-Eso quiere decir que tú lo estás haciendo tuyo con Damián es aigo serio? Espera y cuando estés
complicado. más segura, les cuentas.

)90 )91
t'

Era impresionante cómo funcionaba la vida para de Manuela. En seguida, abrió la pr-rerta <ie la pieza y sa_
Matilde: lo que quería hacer, 1o hacía. Sin preguntas ni lió con Marina siguiéndole el paso.
remordimientos. Si bien la conversación con Matilde había sido
-No sé si pueda... -dijo Marina. amena, de todas formas se arrepintió de haberle contado
que puedes! Es simple, lo único que debes una vez sentada en la mesa del comedor. Las miradas
-¡Claro
hacer es probar. y sonrisas fugaces que le daba eran casi tan evidentes
no soy de las que "prueban', Mati... como las miradas de Mercedes intentando descifrar qué
-Yo
te estoy diciendo que pruebes con todos los estaba sucediendo. Agradeció que pedro hubiese ido al
-No
hombres del rnundo, para eso ya hay una Azancot pueblo, porque no habría podido soportar más tensión
-res-
pondió guiñándole un ojo-. Haz el intento con Damián: sobre ella. Finalmente, apenas terminaron de comer, se
vas a salir con é1, tranquila, sin compromisos... o bueno, levantó de su asiento y fue 1o más rápido que pudo ha_
con el cornpromiso que quieras tener y cuando estés se- cia el jardín interior de la casona, el cual colindaba con
gura de que quieres estar con é1, le cuentas a la Meche y el bosque. Intuía que su abuela, recelosa, advertía que
a Pedro. Asi de fácil. algo se le escapaba de ias manos. Cuando constató que
estás diciendo que ande a escondidas con él? Damián la seguía, aceleró el paso. Alcanzó una distancia
-¿Me
sí con su sonrisa clásica prudente de la casona y entonces escuchó una voz ronca
-Básicamente... -afirmó
de complicidad-. Además, un poco de emoción no le que ia llamaba desde atrás. Ella se detuvo al mismo tiem_
hariu nada de mal a tu vida. po clue el grito termiÍró y dio la vuelta con lentitud.

-Mi vida sí es emocionante. Créeme. -Tenemos que hablar -dijo Damián.


me imagino que resolver logaritmos en Sin decir más, la adelantó y continuó su carnino.
-Claro,
clases de matemáticas debe ser muy estimulante, pero Marina lo siguió, aunque ya sabía hacia dónde se dirigían.
aparte de eso, existen otras cosas más excitantes: las La tierra alrededor del sauce aún estaba húmeda
hormonas. por la tormenta de la noche anterior y los restos de la
fogata se habían esfumado por completo. Ninguno de
-No cluiero hablar de ese tema ahora.
-Ya estamos en eso, hermanita... y a menos que los dos se quiso sentar. Se miraron a los ojos y un largo
sigas mis consejos, en unos años rnás estarás como tu silencio se extendió entre los dos. Damián se acercó con
vecina mientras apuntaba hacia 1a habitaciór-r sigilo hasta quedar a unos pocos centímetros de distan_
-continuó

)9) )93
cia el uno del otro. Marina sentía cómo su respiración sc veías tan distinta a 1o que en realidacl eres.
agitaba con su cercania ¡ a pesar de que é1le había dicho
-Te
es eso?
que necesitaban habla¡ eso fue lo último que hicieron.
-¿Córno
puedes mirar a los ojos cuando te hablo, Ma-
A diferencia de la no:he anterior, el beso de esta vez fu(' -¿Me
rina? mientras ella intentaba centrar su vista
más tranquilo, consciente. Parecía como si los dos supic
-preguntó
en é1 y no en el centro de su pecho-. Cuando te vi y ha-
ran que era inevitable que algo así sucediera y que, por lo blé contigo las primeras veces, pensé que eras inmadura y
mismo, no tenía caso resistirse a ello. Por unos segundos, egoísta, pero como te dije aye¡ con el tiempo he podido
Marina olvidó por completo la promesa hecha a Pedro, conocerte desde lejos y lo ciue veo ahora es muy diferente
1as preocupaciones de su abuela o, incluso, los consejos a lo de antes. Además, eras la nieta de mi patrona.
de Matilde. Entonces, una sensación extraña la embargr,,
algo que apretaba su pecho y le quitaba la respiraciórr.
-Lo sigo siendo -añadió ella.
Era como si algo la estuviera asfixiando. Se detuvo cn -Es verdad, pero estoy dispuesto a hablar con la
Meche y con rni viejo si es necesario. No es tan terrible,
seco y retrocedió unos pasos. después de todo, soy casi parte de la familia, ¿no?
pasa? Damián desconcertado. Yo no soy fácil, Damián. Mi vida no es fácil
-áQué -preguntó -in-
Marina quedó sorprendida: apenas se separó clc tentó prevenir.
Damián su respiración volvió a ser la r¡isma. que tus papás acaban de morir y que un duelo
bien? él mientras se acercabu,
-Sé
-¿Estás -preguntó es muy doloroso, pero...
pero Marina retrocedió los mismos pasos que él dabl
hacia delante.
-No es solo eso... hay otras cosas complejas en
mi vida.
ahí ordenó con una mano extencli
-Quédate -1e
da. Tragó saliva, intentando concentrarse y decir algo co
-Ah, entiendo -ahora Damián era el que retro-
cedía unos pasos-. Estoy haciendo el loco, ¿es eso, no?
herente-. Yo... yo estoy pasmada, es deci¡ no entientlr
muy bien qué está pasando. Creí que me odiabas.
-¡No! Para nada, no es que haya otra persona, es
decir, no es que piense que cluieras estar conmigo tam-
-En un comienzo, te quería lejos -afirmó él POco, pero...
pero no porque te odiara, sino por todo lo contrario.
sin entender Marina mientras peu
-Sí quiero estar contigo. Me gustas.
-Sigo -continuó Marina se sentó en un tronco húmedo.
saba por qué podría haber tenido esa sensación de ahogo. entiendo de nuevo atónita.
-No -comentó

)94 295
que te 1o he explicado varias veces. pasa? Marina, nerviosa.
-Creo -iQué -preguntó
mientras volvía a pararse-.
-Es cierto -dijo Es Damián se acercó una vez más a ella para darle un
que... hay cosas que son... beso ¡ a pesar de que la sensación de ahogo volvió, Ma-
Sí, ya 1o dijiste rina no opuso resistencia.
-Complicadas. -interrumpi<i
acercándose a ella nuevamente-, pero creo que eso kr Caminaron separados de vuelta a la casona. Ha-
podemos resolver en el camino. ¿No te parece? bían decidido que si querían mantener en secreto su re-
Ahi estaban sus dos opciones: estaba con é1 a escondi- lación por un tiempo, entonces era bueno que no los vie-
das hasta poder armarse de valor y decirle la verdad a Pedro ran siempre juntos. Se reunirían todas las noches frente
y a su abuela o terminaba con todo lo que podría formar' al sauce. Era la ocasión más oportuna, ya que Mercedes
junto a é1, en ese misrno momento. Recordó al capataz y a lir tendía a estar en su habitación y Pedro preparando la le-
Meche; recordó a Matilde... y esbozó una sonrisa. che con miel que le llevaba en cada ocasión a su patrona.

-Me parece. Magdalena no significaba un problema porque estaba


salienclo, oficiahnente? demasiado ocupada pensando en su propia vida senti-
-Entonces, ¿estamos -prc
guntó Damián con una de sus anclras cejas levantadas. mental, Matilde vivía en la estratósfera y Manuela vivía a

-Conociéndonos -rectificó
ella-. Estamos co solas, planeando quizás qué cosa.
nociéndonos, por eso no hay que decir nada todavía. La jornada escolar del día siguiente transcurrió
Fue la explicación más lógica que se Ie ocurrió parrr lenta. El lunes estaba repleto de mate¡ias aburridas y
que Damián no le contara a su padre o a Mercedes. además, deseaba que las clases terminaran pronto para

-Entiendo.
Nada serio, entonces. poder estar con Damián. Al día siguiente, sucedió lo
sí es serio... quiero deci¡ estamos conocién mismo. Ya ni los recreos se le hacían expeditos. Los días
-No,
donos, pero no estamos conociendo a nadie más, ¿cierto? continuaban pasando, uno tras otro, como si solo exis-
exclusividad? tieran para el momento en que el sol se ocultaba y co-
-iQuieres
no... ¿Tú la quieres? menzaba a caminar hacia el sauce. Damián, tan práctico
-Sí,
_Sí. como siempre, había decidido dedicar sus tardes libres
Entonces, estamos conociéndonos con ex a la construcción de un techo y asiento de madera justo
-Bien.
clusividad, sin necesidad de contarle al mundo. debajo del árbol, ya que las últimas veces el clima les ha-
Damián se rio por lo bajo. bía jugado en contra y pronto los descubrirían si los dos

)96 297
--.
lv-

de una
llegaban todas las noches empapados a la casona. Marina Las ramas serpenteadas del sauce se agitaban
no pudo evitar su sorpresa cuando vio la construcción ¡ forma tan suave y armónica que parecían tocar un
violin
a acu-
los pies del sauce y tampoco pudo evitar derretirse al ver de aire. Esa noche, las nubes ya opacas comenzaban
construc-
los ojos negros y alargados de Damián, sonrientes por el mularse en el cielo. Marina agradeció 1a reciente
más' de seguro
regalo que acaba de hacerle. ción de Damián, ya que, en pocos minutos
que los cubría'
Un mes había transcurrido desde que comenzaran estarían empapados si no fuera por el techo
a 'tonocerse'l Ya no solo se conformaban con las noches que es hora de que les contemos a tu familia
-Creo dijo éi' interrum-
por medio, sino que habían decidido juntarse bajo el saucc y a mi viejo que estamos juntos -le
al final de cada día o simplemente, siempre que les fuera piendo el silencio.
posible. La sensación de asfixia continuaba presente cada Marina no pudo evitar soltar la mano de Damián e

vez que 1e daba un beso, pero como nunca había pasado a ir hasta la fogata.
mayores, Marina se convenció a sí misma de que quizás no podríamos esperar un poco más'
-Quizá
era importante. Aparte de eso, el último tiempo había sido qué? Preguntó é1'
-¿EsPerar -le
en extremo tranquilo: no había tenido más viajes astrales a tener alEo serio'
-EsPerar
repentinos y no había vuelto a tener ninguna visión de esa lo tenemos acaso?
-¿No
mujer o de la figura de humo negro. Por otro lado, Marin¿ es decir, no exactamente'
-Sí,
sabía que Mercedes intentaba encontrar alguna prueba dc mírame..'
-Marina,
su relación con Damián, pero hasta ese momento había Ella se volteó con la cabeza gacha: no quería mirar-
ahora
Iogrado salir invicta. Pedro, por su parte, también ter-ríir lo a los ojos, porque si antes podía ocultarle cosas'
sus dudas al respecto, aunque, por lo visto, parecían ser estaba segura de que él sabría cuándo lo hacía'
menores que las de su abuela. No obstante, sabía que -Mirame -insistió'
no podría seguir ocultando por mucho tiempo más sr-r Marina aPenas levantó vista'
Ia
Damián'
relación, no solo por Ia intuición de quienes la rodeaban,
-áQué
escondes?
-le preguntó
sino por la incapacidad para mantener engañado a Damián No escondo nada' Solo pienso que debe-
-Nada.
acerca de las verdaderas razones por las cuales necesitaba ríamos contarles cuando estemos preparados'
estar a escondidas con é1. Entre ellas, el motivo real sobre estoy preparado. La pregunta es por qué tú no
-Yo
de la muerte de su madre. lo est ás.

)98 )99
Marina volvió a bajar la mirada. En realidad,
¿qué
podría pasar? Ningún Oscuro habia atacado o
había po

fl/ seído a Damián. Ninguna vida había estado en


No había razón por la que no podían estar
peligro.
luntos. Mer_
cedes tendría que saber aceptar su decisión y pedro
ten Despertar
dría que dejar atrás el miedo de perder a su hijo.
Después
de todo, no porque le hubiera sucedido algo a
Clara sig
nificaba que podía pasarle lo rnismo a Damián.

-Tienes razón -decidió_. Es mejor que lo sepan.


Él ia miró con sus profundos ojos negros ltenos
dc
alegría ¡ una vez más, le dio un beso. Atrás, en la última fila, estaba sentada Agustina Rivas. Era
curioso: Marina no la veia directamente, pero podía sentir
su presencia, su mirada penetrante desde el fondo de la
sala. Giró la cabeza hacia un lado para apenas ver sobre
su hombro y se encontró con la sonrisa fatal de su com-
pañera. Era tenebrosa. AIgo en ella era diferente a los de-
más alumnos de 1a sala.Algo la diferenciaba de la maldad
típica marcada por una rivalidad coiegial. Giró un poco
más el cuerpo, balanceándose sobre Ia silla para verla a los
ojos. No estaban negros y, sin ernbargo, una sensación de
oscuridad la embargó. A1 otro lado de la sala, su compa-
ñera continuaba con una sonrisa impertérrita. Ambas se
miraron detenidamente. Marina se sintió hipnotizada por
sus ojos. No había nada en la sala que se interpusiera entre
Agustina y ella. Sentia como si cada sonido, objeto y gesto
estuviera más cerca. Sentía como si estuviera de nuevo en
ese viaje astral al pasado. Como si el rostro de la mujer

300 301
fuera el rostro de Agustina y Agustina estuviera ligada a clavando la bombilla en la caja.
-Gracias -contestó
esa mujer. Como si Agustina fuera algo de Ciara. Ella y te pasó? Vanesa haciendo refe-
-¿Qué -preguntó
mucho más que ella. Se hizo más notorio, casi palpable: el rencia a1 accidente ocurrido media hora atrás.
rostro de Ia mujer de cabello largo azabache y unos pro les parece rara la Agustina? Ma-
-¿No -comentó
fundos ojos verdes 1a observaba con una sonrisa perfecta. rina bajando el tono para que el resto de sus compañeros
Bastaron solo unos segundos y, en un parpadeo, Ia ima no la escucharan.
gen se esfumó sorprendiendo a Marina hasta perder por caíste de la silla por estar mirando a la Agus-
-¿Te
completo el equilibrio de su silla y antes de que pudiera tina? ¡Azancot, estás obsesionada con ella!
-dijo su
entencler qué había visto, cayó de bruces al suelo. amigo entre risas.

-Marina, ¿estás bien? *preguntó su profesor


-No es divertido, Dentón. No confío en ella.
mientras la ayudaba a incorporarse. no creo que sea una asesina en serie, así
-Bueno,
-Sí --le contestó completamente desconcerta- que puedes estar tranquila
-contestó
su amigo guiñán-
da-, eso creo... dole un ojo.
Marina sintió un escalofrío al entender, por fin y
-Es cierto
lo que él dice
-intervino Vanesa-. Ya
luego de meses de asedio, que su compañera no era una tienes bastantes cosas en la cabeza como para sumar otra
alumna más de la escuela. Frente a eso, existían solo dos más sin razón. Mejor vámonos. Somos el único curso
opciones: era una elemental o un Oscuro. que todavía está en e1 colegio y ya quiero irme. Podría-
Voivió a su puesto, muda y helada por lo que había mos ir a tomar un helado por aquí cerca.
visto. Littin continuó con la clase pero, cada cierto tiempo,
-¿Es viernes
y quieres tomar helado? Tenernos
su mirada se desviaba hacia Marina como queriendo saber casi dieciocho años, el viernes amerita cualquier cosa,
qué le había pasado. Emilio y Vanesa también intentaron menos helado
-dijo Emilio con aires de superioridad.
descifrar la nueva actitud de su amiga: callada y con la vista falta todo un año para cumplir los dieciocho, ¿me
-Te
pegada en su cuaderno de apuntes, aunque sin anotar nada. puedes explicar qué pretendes tomar? Vanesa.
-replicó
El último timbre del día les anunció que la jornada ustedes Marina-. Tengo que resol-
-Vayan -dijo
había acabado. Dentón se acercó a Marina con una cajita ver algunos asuntos pendientes.
de jugo de naranja que sacó de su mochila. y luego, se dirigió
-Vale -sentenció contento a
favorito, Azancot. Vanesa-. ¿Vamos por ese helado, compadre?
-Tu

302 303
me dices compadre, no iré ni a la esquina con- real y comenzaba a ver las consecuencias de eso. Ade-
-Si
tigo más, solo estaba consiguiendo exponer a su familia fren-
-repuso.
Emilio la rodeó con un brazo, le dijo algunos piro- te a Littin o, aún peor, meterlo a é1 dentro de una reali-
pos que la hicieron reír y los dos amigos salieron de la dad llena de peligros, engaños e incertidumbre.
sala. Marina tenía otra cosa que hacer. Esperó a que to Mejor me voy.
-Disculpa.
dos se fueran, incluyendo Agustina, quien antes de irse lc Marina se dio vuelta, pero Littin 1a tomó del brazo.
regaló una sonrisa macabra. Entonces, se dirigió al ban qué quieres saber esas cosas so-
-Cuéntame, ¿por
co donde estaba el profesor guardando sus libros. bre Agustina?
Marina
-Cuéntame, -le dijo Gabriel haciendo un Era el momento: le respondía ahora o nunca.
ademán para que se sentara. Porque no confío en el1a.
No alcanzó a decir más. Gabriel tampoco pudo res-
-No es necesario, prefiero quedarme de pie.
-lQué pasa? -la voz de Littin le dio la calma quc ponder. Una espesa bruma negra llegó desde el pasillo
necesitaba para empezar la conversación. hasta la sala de clases. Cualquiera habría pensado que,
acuerdas que hace un tiempo atrás rne dijistc quizás, un incendio se había producido al interior del
-¿Te
que podia contar contigo? ¿Qué podía llegar a ti si nece- colegio y el humo se empezaba a propagar, pero Marina
sitaba algo? conocía el movimiento de esas volutas. Ella sabía lo que
¿por qué? ¿Tienes problemas? significaba: un Oscuro estaba a punto de atacar. Y no
-Si,
Marina asintió mientras mordía el labio inferior-.
se quería a su profesor cerca.
Tendía a hacerlo cuando estaba nerviosa. que irnos de aquí. Rápido
-Tenemos -ordenó
pero no del tipo académico, precisamente. Marina mientras la bruma invadía cada rincón de la sala.
-Sí...
Necesito saber quién es Agustina Rivas. Cuéntame sobre Littin asintió, seguramente convencido de que setrataba
su familia, sus amigos, el tiempo que... de un incendio, pensó Marina. Sin embargo, justo cuando
momento... ¿Por qué quieres saber daban el primer paso para irse de ahí, el suelo tambaleó. Y
-Momento,
esas cosas sobre tu compañera? e1 temblor se aüvó como el carbón en e1 fuego. Y Ia tierra
De pronto, Marina cayó en la cuenta de que lo que comrrlsionó sin piedad bajo el1os. Bajo todo Puerto Frío,
estaba haciendo no era normal. Los últimos meses había la tierra gritó. Y cuar-rdo las ventanas de la sala explotaron,
vivido más tiempo dentro del mundo elemental que del Marina no supo si era producto del sismo que vivía bajo sus

304 305
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f)ics () l)or cl ()scuro, poderoso y siniestro, que ¿llarg¿lb¿r sr., bruma. Entonces, u1t estruendo intnitkl el lutrrr: totlrrs lrrs
volutas clc hunro negro hacia ellos. Solo cuando los cieutr,,,
ventanas de la escuela vola¡<ln en un sokr csl¡ llrtlo.
tle climinutos peclazos de viclrio yolaron en clireccitin a cll,r
Luego, todo fue siiencio.
y Littin, estuvo segrtrlt cle que estaban bajo el ataque clc I,r
tierra se calmó. El vaho sc irpacigu(i.
L¿r
rragia oscura, la más tcrrible que había presenciirclo hlsl,r
Marina podía sentir su corazrin latil corno urr tanr
el nloment<i. (lracias a la rapidez cle la adren¿rlina, (labr i, I
bor clentro ciel cuerpo. La sangrc era bonrbe¿d¿r con rna-
alcal-uó a clar vueltr el escritorio clel prolésor para cubrir-srr
yor frecuencia, la respiración aletargirba sus extremiLla-
cr.ierpo y el cle Marina. F.l roble firnre y robusto del mucl,l,
des. Gabriel Ia rodeaba con un brazo y sus ojos recorrían
sir.,,ió dc escudc¡ ct¡ntra las dagas cle viclrio.
el jardín esperando un nuevo ataque. Pudo \¡er una de
-¡Vhntosl -le gritó su ¡rrofesor señalando ia puct t.r sus manos atravesada por un viclrio, pero segurarnente la
A pesar cle la l¡mm¿r, er¿i la irnic¿r vía de escape po adren¿rlina rllitigaba el dolor.
sible. Con el corazón arceleraclo, Ios dos arrancaron por.(,1
pasillo principal cle la escuela vací¿1. La tierra seguírr con -El silencio es para asllstanros. Este Oscuro pronto
atacará de verclad y no cluiero que estés acluí currndo eso
vulsionando bajo ellos y dirban botes cle una paretl ir otr.rr
pase su profesor con la ilirada expectantc.
(lacla rincón clel colegio cstal¡a cubierto por -sentenció
aqLlell¿r bmn )l qué estás habland<¡? Marina sin
densa 1, negra. lVlarina podía sentir un fiío que le cal¡lr,r -¿De -preguntó
creer lo que escuchaba.
hirsta 1os huesos. Un f río siniestro, c.lerrcrador. El pocler tlt.
Fiió su vista en é1, pero no otrtuvo respuesta. Littin
cse C)scuro era incomparable.
¿Acaso alguien liabría libc seguía alerta, escudriñanclo el lugar.
raclo irl Maldito? ¿O Ciara habia vuelto a la vida? Corrierr ¡rr
Ya no es necesario fingi¡ Marina. Debes irte de
¿l tocla vclociclad dando tropezones pclr 1a oscuriclacl c¡u,
aquí, ahora.
llcnaba la escuela. (iabriel topci con una puerta ft.entc a rrl,
¿Quién eles tú?
giró rnanilla y llegarorr al patio interior. La bruma a[rn no
1a
Tampoco hay tiempo para explicaciones. Un
alcanz.aba ese luga¡ aunque no pasó mucho tiernpo par rr
Oscuro que hace este tipo de magia no es cualcluier
clue lo hiciera. Los yentanales se trizaror.l y unas volutas
subordinado...
de humo negro ap¿uecieron y ocr.rparon cada rincón clis
jerarquías?
ponible. Trirnspiraclos y con el pecho oprirniclo por la 1áltrr -¿Suborciinado? ¿Tienen
Con la respiración aún agitada, Gabriel Ia tomó por
de oxígeno, se aLrinconaron en el es¡racio más lejano a lrr los honrbros y centró su vista en ella.

306 307
'-'l'icncs irte de aquí. Apenas estás cornenzan
t1r,Le
Una sourisa se dibujó cn cl rostro tle los cios al ver
do y no tte ncs iu talisntiin, así que eres r-rn blal-rco fli. il que los ter-ttáculos se desvanecían. Sin embirrgo, la alegría
Tienes que irte, ahora. por el triunlb no duró mucho: rápiclan-rente, conlenzaron
¿Y tú? ¿Qué harás tír?... ¡¿Quiér-r eres tú?! a emerger m¿is, más y n'rás. Gabriel l¿urzaba rayos cle luz
l)espués te explicaremos todo. ¡Ahora, lárgat, a través dc ¿rrnbas m¿rnos y 1a l¡arrera de agua no cra ca-
de aquíl paz cle aguantar tanto poder contra ella. Marina se renclía
¡¿Me explicarán?l ¡¿Quiénes?! ¡¿eué está pasiinclol! al agotamiento, estaba l-r¿ciendo uso c1e toclo su poder y
Una explosión en el pasillo clestruyó uno de k,.. ya llegaba al línrite. lrina]r.nentc, no resistiír: ca1ó al suelo,
muros de madera que rocleaba al patio interior del colcgio inconsciente. Ya nacla se inter¡ronía entre Gal¡riel, Mari-
F)ltonces, las volutas de humo volvieron ¿1 aparecer nlir\ na r. las volutas de hur¡ro. Littin se puso frente a ella para
rápidas, gruesas y flertes. que los cientos de hilc¡s negros no la alcarrzaran, pero eran
Marina, ándate. dernasiaclos y nada poclía hacer solt¡ contra ellos. l,as vo-
te voy a dejar solo.
-No Iutas, largas y espectrales, lo tomaron ir y a Marina por
é1
te lo estoy pidiendol ¡Vete de aquí! el cuello, levantándolos en el aire y ahorcándolos. Littin
-¡No
*¡¡No!l infentó hablar, pero el aire apenas llegaba a sus pulnrcr
Justo cuiutdo las volLltas ibalt como cuchillos hl nes. Sus ojos se cerraban y cornenzaba a perder Ia imagen
cia el1os, un círculo de colc¡r azul se ilunrinó en la fl-ent,. de Marina elevada a varios rnetros de altura. Si nc¡ hacía
de Marina. l)esde la lejanía, ella establecía una conexiorr a1go, los dos morirían ahí rnismo. Intentó hacer un últi-
con su talismán. Levantó sus brazos y, colt ese solo nro nro esfuerzo, pero su mano fue alcanzada por otra voluta.
vimiento, una btrrrera de agua se firrmó entre ellos y los Un mllagro tendría que ocurrir, de lo contrario, estaban
cientos de hilos de niebla negros que intentaban trirspl acatraclos. Lntonces la figura de un ár-rgel apareciir trenfe a
sar la barrera. GaL¡riel observaba atónito e incrédukr r.l é1. Tenía el cabello color miel y aquellos ojos qr.re él hal¡ía
poder que demostraba Marina. Entonces, aclvirtiendo I¡r buscado tocla 1¿r vida. El ángel 1os abri(r corno nunca y gli-
fuerza que ernanaba del Oscuro, cayó en lir cuenta de qtrt. tó. Gritó hasta hacerlo despertar. Entonces, vio a Magda-
su alumna no aguantaría mucho más. Estiró una rnano r lena aterrorizada. Era el peor lugar donde podía estar. No
un rayo cle luz salió de e1la, atravesó 1a barrera de agua r había conectado con el poder elemental y estaba indefen-
desl-rizo las volut¿rs de humo que 1os atacaban. sa. Con el escaso aire restante, la miró de reojo yle suplicó

308 309
I

r
que se fuera, pero elia ni siquiera consiguió moverse. Las cudo. Si los tentáculos agarraban a alguien del cuello, ella
volutas de humo se robustecieron y con la fuerza de cien tendría más resistencia. Sabía que era una misión suicida,
caballos empujaron hacia atrás los cuerpos de Gabriel y pero si eso significaba salvarle la vida a dos de las personas
Marina, haciendo que se estrellaran contra una de las pa- más importantes para e1la, no tenía problema en llevarla a
redes de madera. Cayeron al suelo, las volutas retrocedie- cabo. Con esos pensamientos se arrojó entre los mortales
ron y Magdalena vio ahí la oportunidad para correr hacia hilos negros y Gabriel. Parecía que iban a tomarla por el
su hermana y Littin. Se arrodilló entre los dos y tomó 1a cuello sin problemas. Gabriel gritó y una luz verde emer_
cabeza de Marina, dejándola sobre sus piernas. gió de Magdalena. Su resplandor inundó por completo el
reacciona... lugar, cegando a Littin y desintegrando por completo el
-Chiquitita...
Marina abrió lentarnente los ojos, pero pronto los poder Oscuro. Magdalena, por su parte, continuó con sus
cerró sin poder decir palabra. ojos bien abiertos y vio una sodalita verde que aparecía
responde, por favorl flotando ante ella. Era una esfera perfecta. Tomó el talis-
-¡Marina,
de aquí... mán entre sus manos y, entonces, otra luz cegadora los
-Sácala -ordenó Gabriel.
Ambos sangraban y tenían una hinchazón oscura envolvió. Cuando Magdalena y Gabriel abrieron los ojos,
alrededor del cuelio. advirtieron que se encontraban en la mitad de un claro de
te dejaré solo Magdalena. bosque. La niebla negra había desaparecido por completo
-No -dijo
las Azancot... son muy tercas... y ante ellos solo reinaba la calma de la naturaleza. Aún en
-Ustedes...
Littin regaló una sonrisa a Magdalena, quier sc
1e trance, Magdalena vio frente a ella el altar de piedra con
la respondió entre lágrimas. dos agujeros y dos gemas en ella: una esfera de color azul
y otra roja. Entonces, encajó la suya donde correspondía.
-Huye de aquí -volvió a pedirle.
Un rayo de luz verde la envolvió y resplandeció en direc_
-lamás -contestó firme.
Las volutas de humo negro comenzaron a moversc ción al cielo. El viento gritó, la tierra se sacudió y los ríos
de nuevo, preparándose para otro ataque. Esta vez, sig- bailaron. Al igual que sus hermanas tiempo atrás, Magda-
nificaría la muerte para Gabriel y Marina. Magdalena vro lena pudo sentir el poder elemental correr por sus venas.
que dos de ellas se dirigían a toda velocidad hacia Littin. Era Tierra, no había duda de eso.
Sin pensarlo dos veces, apoyó 1a cabeza de su hermana en
el suelo y corrió rápidamente hacia él para servir de es-

310 31r
Enyiados

La puerta prir-rcipal cie la cason¿ se abrió cle un solo


golpe, seco y estrucndoso. Magcialena entró prin-rero y
detrás de ella venía Littin con el cuerpo cle Marina en
sus brazos. Llegaron l'rasta cl living y Gabriel Ia recostó
sobre el sofá de felpa. Su piel estaba mhs pailida que de
costumbre ¡ al igual que e1 prof'esor, tcnía un rrroretrin
alrecleclor del cuello. Las vc¡lutas habiar-r deiaclo su hr-re
Ila. Er-r seguitia, X{agclalena le tomó el pulso y notir clue
estaba muv lcnto.
Necesita un doctor. IIa,v que llevarla al hospilaL.
l-lama ¿r tu abuela indicó Gabriel.
*Mi ai¡uela no es cloctora ,v mi hermana tiene qur-
ir hospital ahora, de lo contr¿rrio...
a1

-Tu abuela es rnejor que un doctor, Maida -insis-


tió el prof'esor-. Confía en rlí.
Gabriel sostuvo una rnirada conflacl¿r y serena. Sil
embargo, Magdalena no tLrvo 1a necesidad de ir a buscar

313
a Mcrcecles: couro si hubiese estaclo bajo trviso, apareciu híbrido: mitad Agua, mit¿rd '-['ierra. Hoy, luego de mucho
tiempo, te conectaste con tu elemento y tr,L talismán.
¡ror sí solir scguicla clc Peclro.
Necesita atención méclica trseguró Nlagdalena. ¿La gerria circular?
Su abueln, sin embargo, parecici rro esctLcharla por- Mercecles asintió y 1e señaló uno de los sitiales para
que hizo caso ol1'liso de sus palablas. Sir.r contestarle, tolno qlle tomara ¿rsiento.
una lnallo clc Marina entre las suyas. [,ucgo, cerró los ojos Estamos empezando un períoclo fundamental en
Ll aml¡iente se llcnó cle tranquilidad y r:na luz bl¿rnca s, nuestra historia, quericla. Uno en e1 cual se decidirá si
oliginó en las r.nanos cle Nlcrccdes, dirigiénclose a lVfarin¡. sobrevivimos o desaparecemos por completo. '1'ú y tus
Su piel volvió al color natural y la marca de su cucllo clcs hermanas son parte clave de ese desenl¿rce.
apareció. Solo entc¡nccs cstuvo consciente tle nuevo. Supongo que esta es 1a ptrrtc donde rne cuentas
Oscuro... (l¿trriel... intcntó decir algo cohc sobre It¡s Oscuros.
-lil Los Oscuros son seres que solo buscan ¡roder y
rente, pero tclclaví¿r se sentía cansacla.
Irancluila, ya estás bicn, mijita. '1'e llevaremos rr harán todo lo posible por obtenerlo.
- Por un momento, Mercecies pens(r que le repro-
tu pieza p¿rra que clesc¿nses y pronto h¿rblaremos de 1,,
clue pasó. (iabriel, ¿nre harías el lavor tle cargarlir hasl,r charía no hal¡erle cont¿rdo todo antes, pero pronto cayó
su pieza? Pedro te r¡ostrará el camino. en l¿ cuenta de que Magdalena era m¿is uradura que sus
Anrbos se fueron cle1 living junto a Mirrina y dejarirr herman¿rs. Corno hija rnayor, le había tocado crecer dc
¿r Mercedes con Magclalena fiente a1 fucgo de la chimene rr
rnanera miis prematura.
que aún no entienda lo <1ue me estás di
¿Quó es toclo esto?"-inquiri(r Magdalena perpl,' -Puede
j,. . ¿C<irno lograste que Mirrinii clespertara? ciendo, Meche, pero hay Llna cosa que sí sé: no <luiercr
I)e la misma fbrnra que tir lograste salvarlc lrr c¡ue Nlarina esté metida en todo esto. Puedes contar con-

vidaaellayaGabriel. rnigo para lo que sea, pero mantén a mi hermana menor


entienclo... alejada. F,lla tiene derecho a una vida norm¿il, sin pcli
-No gros. Ya tuvo suficiente con 1¿r muerte cle los papás.
Formamos parte cle un linaje muy poc1cros,,,
r-r-rijita. Sonros elementales, tenenlos dr¡minio sobre 1r,,, -Es muy noble tu posición, Magdalena. No espe
elementos de la naturaleza. Nuestra irnrilia dcscientl, raba menos cle ti. Pero no hay nada que nosotras poda-
del legerrdario clan de Agua.'Iú, sin ernbargo, eres ul rnos hacer. A tu hermana menor le fue dado un poder

314 315
nunca ¿lrltes visto, mayor incluso que el tuyo o el mío querida. Yo, por ejemplo, puedo curar a las personas,
juntos. En esta lucha, Marina es la llave. como te habrás dado cuenta. Con el tiempo, tú, Manuela y
qué te refieres con eso? Matilde también encontrarán los suyos. Cuando aparezca
-¿A
es la írnica de las tres que no es un híbrido. el talismán de Aire y estén los cuatro reunidos, podrán
-Marina
Manuela es mitad Fuego, mitad Agua. Tú, eres Tierra y usarlos y así acceder al verdadero poder elemental: aquel
Agua. Asumo que, cuando se iogre conectar, Matilde que les permitirá tener dominio sobre los elementos:
será una mezcla de Aire con Agua. crear la tierra, el fuego, el aire y el agua. Tu hermana, sin
significa que Marina sea doblemente Agua? embargo, logró crear su elemento sin tener el talismán
-¿Qué
-Tu hermana menor es la elemental más pura que con ella. Eso es algo que solo las primeras elementales,
ha habido desde el nacimiento del clan original, siglos las originales, podían hacer.
atrás. Ivlarina tiene el mismo poder y el mismo talismán Marina es muy joven. No la podemos so-
-Pero
de Máira, ia primera elemental de Agua pura. meter a todo esto. ¿Qué pasará con sus estudios? ¿Con
-Hoy estuvo a punto de morir, Meche. Si llego dos sus amigos, sus posibles po1olos...? Tiene diecisiete años,
minutos más tarde, Marina se muere. Meche, deberíamos asegurarnos de que los viva, ¿no?
--Lo que hizo tu hermana hoy día, no tiene regis- va más allá de las etapas de la juventud, Mag-
-Esto
tro. Es histórico. dalena. La vida de clentos de personas depende de ustedes.
--¿Cómo puedes saber tú qué es lo que hizo, si no -¿Y
qué tiene que ver Gabriel en toda esta lucha
estabas ahí y nadie te lo ha contado todavía? sobrenatural?

-Uno de los poderes de Marina es el viaje astral. -Me


gustaría responder eso personalmente
-dijo
Esto quiere decir que es capaz de estar en un lugar y pro- el profesor, quien entraba al living luego de haber dejado
yectarse a otro. Sin embargo, cuando lo hace, pierde la a Marina en su pieza.
conciencia involuntariamente. Hoy, al enfrentarse a ese El fuego se estaba acabando, así que tomó un par
Oscuro, decidió desvanecerse y proyectarse hasta acá. de troncos y los arrojó dentro de la chimenea. Mercedes
Me 1o contó todo; me dijo que había creado una barrera abandonó la sala de forma silenciosa para dejarlos solos.
de Agua para detener al Oscuro que los estaba atacando. acuerdas cuando nos conocimos, Maida?
-¿Te -
si ese es su pode¡ ¿qué es lo sorprendente? le preguntó y ella asintió-. Llegaste a buscar a Marina al
-Pero
tipo de poderes son clásicos entre nosotros, colegio, nos vimos y algo pasó, ¿no es cierto?
-Ese

3r6 317
la sensación de que ya te conocía ena entenditl por cllté Mirrilra y M¿rnuela habían
-'luve -afir
mó-. Sentí como si hubiéramos estado juntos antes y crl tan raras desde su llegada a Puerto Frío. Entendió
ese minuto volvías a mí- indirectas de Manuela y su constante lejanía, pero a
-Y de alguna manera, así fue. de ella, no fue capaz de jtzgar a Marina. Al
Él se sentó al lado de Magdalena y le tonr. una sensación de soledad se le vino encima.
una mano. o había podido mantener ese secreto con la sola
-Lo que te voy a contar te va a parecer muy rat'o de su abuela? ¿Cómo siendo tan joven aún,
y entenderé completamente si quieres que me vaya parir soportar el dolor de Ia pérdida y el engaño? Co-
que tengas tiernpo y puedas pensar. a su hermana menor mejor que clialquier otro in
me asustas. ¿Qué pasa? de su farniiia y sabía 1o mucho que le habría cos-
-Gabriel,
-En general dicen que estas cosas son más fác i o guardar esa información. No, e1la no estaba ellojada
les, porque la mayoría de las elementales nacen sabientlo Marina: solo quería ir hasta el1a, abrazarla y decirle
quiénes son. Pero tu caso es diferente, porque tus papi'rs estaba ahí. Que sien-rpre estaría ahí.
las mantuvieron alejadas de esto durante mucho tiempo. tú? preguntó a Gabriel- ¿Por qué sabes
-¿Y -le
-No me voy a espantar. Si tiene relación contigo. tanto? ¿Qué relación tienes con todo esto?
no puede ser algo malo ella-. Adernás, lc soy un enviado estelar', Maida. Tu enviado
-aseguró
sorprenderías, pero desde que ellos murieLon casi no lt.
-Yo
temo a nada. Es como si l'rubiera qued.ado anestesiada. Magdalena todavía no sabía cuál era el vercladero
-Bueno, no quiero desanimarte, pero estás en cado de esa frase, pero sintió una alegría intnensa
trando a un mundo donde la anestesia no durará mucho. imaginar que Gabriel estaba predestinado para ella.
termina con ella y dime qué tienes quc el fondo, desde Ia primera vez que 1o vio, supo que
-Entonces,
ver tú con todo esto. sería así.
Gabriel comenzó contándole la historia que Mer atrás, cuando el clan original todavía era
-siglos
cedes había resumido: le habló de forma detallada todo constituido por las cuatro hermanas elementales, se pre-
lo que sabía sobre 1as originales y Ciara, Ia hermanir guntaron qué pasaría si una de ellas mantenía una rela-
traidora; sobre el Maldito y 1os Oscuros; sobre la Grarr ción con un nrortal. 'Itnían dudas sobre la capacidaid de
Guerra y la profecía de 1os cuatro talismanes. Entonces, los seres humanos para carnalizar de modo correcto el

318 319
podcr (lc una clcrnental, pero corno no podían estar s(' y ella iba justo al medio, soia. Mili Milena
las cspalclns de
guras sin arrtcs ¡rrobar, decidieron evitar el riesgo y crcrrr y Lucas. Miró las manos entrccruzac s cle Milena y Lucas.
seres destinados ¿r las elementales; seres cuya esencia luer ,r Miró el beso en la mejilla c1r,Le 1e dio Milena a Lucas. Y rniró
tan pura y bucna que solo canalizarían el poder elemettlrrl al cielo. "F,stoy lista I fue lo que pensti en ese momento. Ila
para e1 bien. tlnieron sus fuerzas y así crearon a los eltvirt [¡ía estudiado, había trabajaclr y crer,'ó que se había cna-
dos estelares: hornbres destinados únicamente para e1las. morado. Pero en ese instante, quer ía algo cle verdacl. Algo
Entonces, ¿mi ¡rapii tarnbién era un enviaclo? como lo ciue tenían sus papás. Y rniró a1 cielo, y 1o pidió.
Gabriel asintió. ¿NIe escuchaste? -le preguntti ¿i Cabriel.
por c1ué se llaman asi? sc escucha, se sicnte
-¿Y -No -contestó
é1.
Cada vez que nace urla nueva elemcntal se origirr,r Pero eso fiLe hace casi clos años, ¿por qué rro apa-
tarnl¡ién una estrella en el cielo. Muchas de las luces qtr,' reciste antes?
ven brillar durante la nochc, sonlos nosotros. Est¿tmos altr. *Nos l]eva un tiempo acostumbrarnc¡s a la i,ida
en firma cle cstrella y en estado de latencia, esperando ir en la tierr¿r. Cuando caemos, otros envi¿rdos nos apoyan,
que nuestra elen'rental esté list¿r para conocernos y así circt. nos ayudan a adapta rlr os.
una sonrisa expectante cruzab¿r el ros
-¿Caer? -¿Y cómo es que en dos años lograste tener un tí
tro de Magclalena. tulcr, un trabajo?
¿Cónro piensas que lleganros a 1a tierra? -le pre anc-estros nos crearon con una gran frrcilirlari
-Tus
guntó é1 y ella levantó sus hombros-. Caemos en firrma para el aprendizaje le responclió guiñándole un ojo
de estrella fugaz. Sabernos perfectamente cluién es nues (luirndo estuve listo para conocerte, firihast¿r tu cas¿t en San
tra elerrental y dóncle está, así que vamos en su búsqui. tiago. Queria conocerte. Per<¡ ese día solo estaba tu rnantii.
dir para encontrarnos con ella. a nti lnam¿1?
-¿Couociste
¿Y descle cuándo estás aquí? El asintió.
-Tú te acuerclas, Maida. Haz tnernoria. Ella terria el don de la visión, así c¡ue, cuanrlo me
Miró sus ojos, se dejó caer en ellos. Entouces, re vio, supo en seguicla cluién era.
cordó. Se acordó de aquel vertrno cu¿rndo salió ¿r camin¿rr 1o que pasó clesptLés, entonces inter-
-hnagino
por la playa cr¡n su familia. Marrttela, Matilcle y Maritrr vino Magcialena solt¿lndo la mano de Gabriel para ha-
itran atr¿ís, sus paclres caminaban c1e la mano rlás adelantc cerse un moño en el pelo . Sabía que iban a lnorir, ¿no?

3)0 3)1
Sí. lo sirbí¡. del Agua esté siernprc contigo, hijl. Que el espíritu de la
te dijo rltre toclalvía no era e1 molnento Qttt Tierra esté siempre contigo'l
-Y Magdalena al¡razó a (iabriel y estalló en un llanto
primero dcl¡í¿ r'enir pnra acá, conectarme y solo entorl
ces estaría preparada Para conocerte. que tenía atlapado desdc Ia muerte de sus padres.
eso Ilegué antes que tir a Puerto Frío' Milerra lo sabía: conocía el Agua y la Tierra que ha
-Por
clijo Por qué estaba dispuesta a morir sirr bitatra dentro tle ella.
-¿'1'c
contarnos antes Ia verdad? -preguntri sin rabia ni frus
tración, solo con Pena.
nre res¡rondió que, con el paso dr
-Le pregunté v
los años, l-rabía aprendido a seguír el curso l'ratural de lrr
vicla. Me clijo clue cuanclo uno luch¿r contra su destin<r
solo encuentra clesgrtrciirs; clilo que eslaba segura dc cltlc
ustecles habían sido elegiclas para hacer gr¿1ndes cosas )'
que, p¿rr¿I qlle cso sucecliera, ellos debíar-r partir'
Magclalena lloraba en silencio. ¿Marilla y Manuela
s¿rbrí¿rn acerc¿ del poder cle su mamli? Y si er¿r así, ¿cólno
hai¡rían reaccionatlo cuando lo supierot.r?
--lvte pitlió c1ue, cutrtrdo llegara este día' te clijcra
algo, N{aiela...
Llorti r¡ur1a urlos minlltos al escuch¡rr 1as palabras
de Littilr. Lr.tego, se linlpió las lágrirnas y enderezó su co-
lulnna para escuchar el Inensaie de Milcna'
que intentara lremorizar 1o cllle te qller i'r
-Me dijo "Maicia,
clecir, y así 1o hice: tÍi eres la nueva lratriarc¿r de
la famitia. Tír, mejor que ninguna, plledes unir y sostener
¿r tus hermanas. H¿rz.lo con ttl vida, porque
la fan'rilia es
el regalo lnás importante que tenemos Que el espíritu

,) 323
Fatalidad

Miró e1 espejo de1 tocador y este le devolvió la imagen de


un rostro pálido y nacarado. Podia ver con claridad las
manchas oscuras bajo sus ojos. En ellas se concentraba
todo el cansancio de los últimos meses. La pena, el due-
lo. Las mentiras, el misterio. En ellas estaba el deseo de
terminar con una misión que recién comenzaba. En ellas
estaba el paso de1 tiempo que no pasa.
Los Oscuros estaban cada vez más cerca. EI Maldito,
quizás Ciara. Todos, cada vez más cerca. Lo había visto esa
misma tarde con aquella explosión de poder. Conocía las
volutas, sabía de las posesiones, pero, ¿vidrios que estallan
y atacan? ¿Ternblores? ¿Acaso el movimiento de la tierra
no debería ser un poder elernental? ¿O el sismo fue pro-
ducto de la energía emanada por la magia oscura?
Dos golpes sonaron en la puerta. Marina todavía
sentía su cuerpo demasiado débil co¡no para levantar-
se, así que solo respondió con un "pase". Cuando vio a

325
Damián detenido en el umbral con los ojos llenos cle Damián negó.
preocupación, sintió que volvia a la vida.
-No hay mucha información todavía, pero dicen
tener vías de evacuación en tu colegio. que el colegio fue la única construcción damnificada. Es
-Deberían
Después de todo, es Lr mínimo que se puede exigir en un como si el epicentro hubiese estado justo debajo de tu es-

-le dijo y Marina entendió cómo


país sísmico habían cuela, porque para los demás, solo fue un temblor. Raro,
justificado su estado-. ¿Cómo te sientes? Gabriel me ¿no es cierto?
dijo que se 1es había caído una muralla encima. Marina no quería mentirle una vez más, así que de-
ella-. Todo pasa. cidió quedarse callada. No obstante, eso solo aumentó la
-Mejor -contestó
que te traje. curiosidad de Damián.
-Mira 1o
En sus manos tenía un par de hojas de sauce. pasa?
-¿Qué
intrigada Marina.
-¿Y eso? -preguntó -Nada.
lugar ter-rdrá que estar en reparaciones dudo. Generalmente hablas demasiado y aho-
-Nuestro -Lo
por un tiempo. El temblor botó e1 techo que había cons- ra estás muda.
truido y como todavía llueve mucho, no creo que poda- me siento muy bien. Me pegué fuerte, igual.
-No
mos ir todas las noches para a1lá Así que... te voy a cuidar. Siempre que pueda, te voy
-Yo
t rajiste hasta mí. a cuidar.
-Lo
EIla sonrió como hacía mucho tiempo no lo hacía y Damián se recostó más en la cama para quedar a
Damián 1e devolvíó la sonrisa. Entonces entrelazó las ramas una menor distancia de ella. Marina detuvo su mirada
hasta formar una corona que dejó sobre 1a cabeza de Mari- en sus profundos ojos negros. Luego, se fijó en sus labios
na. Cuando terminó, cerró la puerta y se acostó a su 1ado. enmarcados por un fuerte mentón. Entonces, sintió que
temblor... ¿dónde más se sintió? -le preguntó se Ie ruborizaban las mejillas.
-El
ella mientras le hacía cariño en el pelo' cómo te pones nerviosa?
-¿Ves
Puerto Frío. Eso dice la radio porque en Ia Se acercó aún más a ella, quedando frente a frente.
-So1o
televisión ni nos dieron Pelota. Sus cuerpos estaban muy juntos y la carna parecía más
que no pasó nada
-Acá parece -di¡o haciendo chica de lo normal. Lentamente, Damián abrió la boca,
alusión a la casona, que estaba igual que siempre-. En aunque no para seguir hablando. Se dieron un beso di-
el pueblo debe estar todo derrumbado' ferente, como nunca antes lo habian hecho. Fue un beso

,6 ,7
de esos intenninables que dejan marcas para siempre; de cado la puerta hasta ese momento: era sábado y el día
esos que Marina nunca había sentido; de esos que Damián
anterior había sido intenso. Además, nadie tenía que tra-
creyó que nunca sería capaz de sentir ahí, en ese bosque bajar, excepto Pedro. Y cuando este advirtiera que su hijo

recóndito del fin del mundo. Sus corazones se aceleraron no estaba en la pieza de ai 1ado, iría directo a la habita,
con tal fuerza, que cada uno podía sentir el latir del otro ción de Marina. No había duda de eso. Salió de la cama
sobre su cuerpo. Un cuerpo ajeno que es propio. Como si tan rápido, que se mareó al levantarse.
el corazón propio latiera en la otredad, que es suya. Por -lQué pasa? -preguntó Damián sor¡noliento.
primera vez en largo tiempo, Marina olvidó la muerte de -Nos quedarnos dormidos. No quiero que te en-
sus padres, el misterio de Ciara y los acertijos de su abue-
cuentren aquí.
qué no? No eres una niña
la. Olvidó todo lo que debía ocultarles a sus hermanas, -¿Por -dijo mientras se
la presencia de los Oscuros y la inminente liberación del incorporaba.
Maldito. Olvidó Ia sorprendente aparición de su profesor que Pedro no te vea aquí.
-Prefiero
en toda esta historia. Olvidó la promesa hecha a Pedro. tiempo que al viejo dejó de importarle dón-
-Hace
Olvidó, incluso, que Damián no sabía nada sobre ella. de paso la noche.

Damián le rodeó la cirfura con sus brazos y la atrajo significa que pasas muchas noches afuera?
-¿Eso
rnás hacia é1. La respiración de ambos era ajetreada e in- significa que estás celosa?
-¿Eso
tensa, como si estuviesen a punto de disolverse en e1 aire si -No respondiste mi pregunta.
no lograban estar aún más juntos. Marina quería estar con que tengo la mayoría de edad, así que
-Significa
é1. Necesitaba estar con é1, incluso a pesar de que todavía
dudo que mi papá esté pendiente de dónde duermo.
era capaz de sentir ese ahogo en el pecho. Parecía que se
Marina prefirió esquivar la mirada de Damián. Ella
había acostumbrado a la asfixia, sobre todo porque nunca sabía que Pedro la estimaba, pero también estaba segura

habia pasado a mayores. Esa noche estaría con Damián sin de que la quería lejos de su hijo. Por algo la había hecho

preocupaciones ni remordimientos. Sin importar los Oscu- prometer que se rnantendria a una distancia prudente
ros, su abuela o Pedro. Sin importar las consecuencias. de é1. Promesa que, evidentemente, había terminado por

El sol se asomó temprano por la mañana. Marina romper la noche anterior.


abrió los ojos y se alegró de ver a Damián al lado de el1a. Damián se levantó de la cama para ponerse el res-
No era extraño que alguien de su familia no hubiese to- to de su ropa, no sin antes abrazar por detrás a Marina.

328 379
Se queclaron así un buen rato, como queriendo extender Pedro hizo caso omiso de Damián y le habki nue-
al máximo ese momento. De pronto, escucharon que al- vamente a Marina.
guien llamaba a la puerta.
-¡Usted me 1o prometió! ¡Me dio sr-r palabra!
Marina, ¿se puede? lleno de ira.
-Señorita -gritó
Con los ojos sobresaltados, ella fijó su vista en Damián. escucha...
-Pedro,
-Te dije.
1o
qué tiene? Este es el mejor momento para que
-¿Palabra
de qué?
-le preguntó Damián a Mari-
na, pero ella estaba centrada en Pedro.
-¿Y
sepa que estamos juntos. "Pedro", señorita. ¡No se puede confiar
-Nada de
¡no! en usted! ¡Usted es una mentirosa! ¡Cabra de mierda!
-Damián,
Demasiado tarde. A medio vestir, Damián abrió qué cresta te pasa, papá?!
-¡¿Pero
la puerta. Detrás de ella, estaba Pedro. Él caminó hacia Pedro tampoco le hizo caso a Damián.
dentro lentamente, con las pupilas contraídas como si tiene idea del error que acaba de cometer!
-¡No
tratara de enfocar mejor lo que sus ojos veían. Y cuando ¡No se imagina lo que hizo!
tuvo certeza de lo que había ocurrido la noche anteriot Las lágrimas rodaban por las mejillas de Marina,
se sentó a llorar. Marina y Damián se miraron extra- quien aún no entendía qué era lo que había hecho que
ñados. En seguida, su hijo se sentó al borde de la cama fuera tan terrible. Era verdad que había roto su promesa
junto a é1. de mantenerse alejada de Damián, pero nada había pasa-
a1go, viejo? do. ¿A qué se refería Pedro, entonces?
-¿Pasó
Pedro 1o miró con los ojos llenos de lágrimas. Te- este tiempo todo ha estado en calma y...
-Pedro,
nía una actitud de pérdida. f)e muerte. Luego, dirigió su
-Ya no importa, ¿no se da cuenta, acaso? -los
vista hacia Marina ojos de Pedro se partían en lágrimas y rabia.
Usted me mintió
-Usted... -Ie dijo con rabia-. -Ustedes
dos me van a explicar ahora mismo qué
¡Usted me quitó a mi hijo! cresta está pasando Damián con la voz más grave
-dijo
Se paró con una velocidad impropia de un hombre que de costumbre.
de su edad. Caminó en dirección a ella, pero pronto Da-
-Nosotros vamos a conversar, hijo. Vamos para
mián lo alca¡zó y se interpuso entre ellos. fuera a hablar de la verdad. Hay que aprovechar el
te pasa, viejo? ¿Te volviste loco? tiempo juntos.
-jQué

330 331
déjtrrre conversar con ustedes Damián se volteó para clavar una mirada desilusio-
-Pedro, -intervino
Marina-. Yo también quiero explicar algunas cosas... nada y enrabiada en Marina, que lloraba en silencio.
Sí, papá Damián-, siéntate y converse está diciendo mi papá, Marina?
-afirmó -áQué
mos. No me voy a ir a ningún lado. No te voy a dejar solo. -Yo vengo de una familia distinta...
Yo la quiero. Estamos juntos. -¿Distinta? -intervino
Pedro-. ¡Una familia os-
La mirada de Pedro se perdió aun más entre temo- cura! ¡Una familia rodeada por la muerte! ¡Su familia se
res e incertidumbre. llevó a mi Clarita! ¡Su familia se llevó a mi Damián!
despacio, como un alma en dices, Pedro, si Damián está acá frente a ti?!
-¿funtos? -dijo -¡¿Qué
pena-. Ustedes no pueden estar iuntos. que está acá dejó de ser rni hijo en el minu-
-¡Este
qué te refieres con eso, Pedro? to en que usted decidió estar con é1! ¡¿No Io entiende?!
-¿A -preguntó
Marina. -¡Ya basta! -gritó ei aludido-. Ustedes dos me
donde su abuela, mejor será. Vaya y que le van a explicar qué está pasando aquí. ¿Qué es eso de que
-Vaya
explique lo que acaba de hacer: usted acaba de condenar a mi mamá la mataron, de que tri eres una bruja y de que

a mi hijo a morir igual que mi Clarita... yo no soy tu hijo?


c1ué estás hablando, papá? Da- pues, dígale la verdad, díga1e quién
-¿De -pteguntó -Explíquele,
mián desconcertado. es usted para que se dé cuenta de todo lo que perdió por

no sé de qué estás hablando. Damián está estar con alguien a quien no conoce.
-Pedro,
vivo y Ciara murió en circunstancias... Marina se quedó tiesa y encorvada en una esquina
Ia Clara Ia mató usted y toda su familia con del dormitorio, viendo cómo ambos la miraban expec
-¡A tantes. Damián tenía sus ojos fijos en ella, como rogán
esos cuentos oscuros!
Las cejas de Damián se unieron y sus ojos brillaron dole que rebatiera lo que estaba diciendo su padre, que lc
de rabia por lo que escuchaba. dijera que Pedro había perdido la razón, que todo estaria
la mamá la mataron? con las ma- bien. Pero ella no podía hacer eso. Si quería tener trlgo
-¿A -preguntó
serio con é1, debía decirle la verdad.
nos empuñadas.

-Si,
hijo. Tu mamá murió en manos de esta familia -Yo soy una Elemental, Damián. Durante sigkrs,
llena de brujas y seres oscuros. Y esta cabra, a quien tan- mi familia ha tenido dominio sobre los elementos de la
to dices querer, lo sabía. naturaleza. Y durante siglos mi familia se ha enfrentado ¡

33) 333
unos seres que llanl¿rmos Oscuros. Ellos son sentimien- Un silencio inundó la habitación. Hasta que, luego
tos negativos que se originaron en la primera y única de unos segundos, Damián tomó sus cosas del suelo y se
guerra elernental. Y uno de ellos fue el culpable de la dispuso a salir de la pieza.
muerte de tu mamá.
-Eso no es amor -le dijo a Marina-. Uno no le
Damián retrocedió unos pasos para observarlos a miente a las personas que quiere.
los dos. Con paso ágil salió de la pieza y Pedro lo siguió.
cierto 1o que dice Marina, PaPá? Las lágrirras inundaban el rostro de Marina. El corazón
-¿Es
Pedro continuaba con 1os ojos ernpapados en Iágri- se le partía. La sangre dejaba de estar en su cuerpo. Un
mas, al igual que Marina. silencio de muerte la desgarró por dentro. ¿Qué diablos
hijo. Tu mamá fue asesinada cuando eras ape- acababa de pasar? Ahora más que nunca, su abuela le
-Sí,
nas un recién nacido. debía explicaciones y esta vez, las quería todas. Se sacó
pudiste esconder algo tan importante du- el pijama, se vistió y bajó cuidadosamente las escaleras
-¿Cómo
a la pared.
rante tanto tiernpo?
-le dijo y pegó un puñetazo para que ninguna de sus hermanas la viera en ese estado.
te quería mantener lejos de ese mundo! Sin embargo, su plan no funcionó: Manuela iba subiendo
-¡Porque
¡Quería que estuvieras a salvo de esos seres! Mientras no y se encontraron cara a cara.
crees, no corres peligros. sigues? ¿Pudiste identificar al Oscuro
-¿Córno
tú... dijo a Marina-.Todas las veces que te que te atacó ayer?
-Y -1e
habté de mi mamá, allá, debajo del sauce, todas las veces quiero hablar de eso ahora, Manuela. Necesi-
-No
que te comenté 1o raro que me parecía que mi papá nun- to pasar, permiso.
ca me hablara de su muerte... y tú... ¡¿Tú 1o sabías?! *iQué te pasó? *le preguntó al verla con los
había hecho una promesa a Pedro, no podía ojos hinchados.
-Le
llegar y...
-Nada -contestó.
Pedro sin Definitivarnente, la última persona a la cual Ie que-
-¡Y quél ¡¿Y romperla?l -interrumpió
reparos-. ¡No sea cínica! ¡Usted misma me prometió ría contar sus problemas era Manuela.
que se mantendría lejos de mi hijo y no tuvo problema
-Déjame adivinar -su hermana apoyó un brazo
en romper esa promesa! en la barand¡ de Ia escalera y miró hacia arriba-. Te
estoy enamorada de él! peleaste con el huaso.
-¡Porque

334 335
Hacicntlo caso o:r'riso, Marina emprenclió runbo ¿Cuáles son esos rnotivos?
al ala rzquiercla t1c la c¿sona para hablar con su al¡uela. no
-Ac1ui -respondió su hermana miranclo alre-
No citrstante, pesc tr las ansias por zaf¿rrse de su hermana, dedor-.Vamos a mi pieza. A ver si ccin lo que te voy a
esta baió riípidan-rente los esc¿ilones que clueclaban y se contar todavía vas a qllerer hablar con tu Meche.
paró frente a ella, intermmpiéndole el paso. ahora.
-Dímelo
Déjirrne adivinar otra cosa: vas dclnde Mcrcedes Muy bien, quería ir a rni pieza para que cltuviL-ras
para contarle todo. cómocla, por<1ue lo quc te voy a decir no es algo sencillo.
'1'c voy a de jar l'racer una cos¿r, M¿inuela: saiir cle
-Mucha cháchara y ¡roca acción, Manuel¿r -sen-
mi camino. tenció con cierto tono triunfal-. L,stoy apurada.
M¿rrina intentó desviarla de nuevo, pero su herma Era 1a primera \¡ez que ella clonlinab¿i una conver-
na sc movió jur-rto e1ia. sación con su hermana. L) por lo menos, eso creia.
te clas cuenta cle clue te está usando? ¿Sabes cuál ela el poder cle la nramá? pregun-
-¿No
L¿r mcnor de las Azancot se cruzó cle brazos 1, puso tó N¡Ianuela.
los ojos en blanco. contestóincóntoda.
-No
A ver, Manuel¿r, ¿qué quieres? ¿Molestarme? No ¿Llevas nrás tiempo que yo siendo un¿r clenren-
-¿No?
estoy cle hurnor, mejor anda donde Matilele, quizás ella... tal y nunca te has preguntado qué poderes teníar-r los papiis?
Quierrr c¡ue se¡ras la verclacl, Marina. ¿Cón'ro no te dije que no, Manuel¿r. He teniclo cosas más
-Ya
te das cuenta cle que esa señora es una mentirosa? importantes <1ue hacer.
¿NIe puedes clejar pasar-i rcplicó incrédula.
-Clorno enamorarte del
jtrrcl in ero.
¿Tan ciega estás? ¿Tan bien te n-ranipulri estr viejir Una vez rlás, Marina se cluedó hel¿rda. l,a capaciciad
que ni siquiera quieres saber la verdad? de su herrnana para ¿rveriguar tantas cosas al misnro tiempo
¡¿Qué verdad, lvlanuel¿r?l ¡Tc llenns la boca ha- no dejaba de sorprenrlerla. Era cierto que ella se lo hal¡í¿r
blando de la verclacl, cuanclo k¡ írnico rlue haces es ester preguntado a su abuela una so.[a vez, más ¡ror temor a Jo
r¡etida en tu pieza, hacienclo quiér-r sabe qué cosa con tal clue pudiera responclerle que por f-alt¿r de curiosiclacl, pero
cle tener un pocler elerneutal! era evidente que M¿rnuela lo habia clescubierto por sí sola.
l.,l¿rrina. No me fío de esa señora y aho que pasa entre Damián y yo no es asunto tuyo.
-lnvestigo, -Lo
ra miis tlue nur¡ca tengo nrotivos parra hacerlo. equivocas, sí lo es.
-Te

336 337
-
No enticndo por qué te puede llegar a importar nunca se lo pregunté _intervino Marina con
-Yo
lo que pase en mi vida personal. A no ser que, de repente, la mirada ausente.
te haya nacido el instinto protector de hermana mayor. pasado meses acá y aún no sabes que tu re_
-Han
importa porque si tu vida personal implica lación con Damián es imposible, porque una elemental
-Me
acostarte con un mortal, estamos todos en serios problemas. no puede estar con un ser humano.
Marina frunció el ceño. Marina enfocó la vista en los ojos de su hermana
-No sé Io que estás diciendo, Manuela. mayor.
es tu problema: no entiendes nada. Por eso
-Ese -¿Qué dijiste?
vas a tontas y a locas donde esa señora que apenas co- Manuela se sentó al lado de ella en la escalera. Mo_
noces y confías en ella, sin siquiera preguntarte qué está vió el brazo torpemente como queriendo abrazarla, pero
pasando verdaderamente. luego desistió y solo se quedó apoyada con la espalda
en
de una vez, entonces. Dime qué poderes 1a baranda.
-Dímelo
tenía la mamá y qué tiene que ver Darnián en toda esta abuela es una manipuladora, Marina. Te ha
-La
conversación. mantenido muchas cosas ocultas. por qué, no lo sé, pero
mamá era vidente, Marina. Tenía el poder de lo hizo. Conmigo quiso hacer lo mismo y.ro l. ...rltó,
-La
ver situaciones que sucederían en el futuro y entre esas porque soy... bueno, digamos que soy más desconfiada
cosas, creo que vio su propia muerte. que tú. He estado averiguando por mi cuenta la
historia
-No -dijo con un hilo de voz mientras se sentaba de la familia; logré colarrne a la biblioteca sin que
nadie
en un escalón-. Eso no puede ser. Si hubiera sabido que se diera cuenta y después de una ardua búsqueda,
en_
se iban a morir, habría hecho algo. contré los Anales. Ahi descubrí cosas que ni siquiera
te
no lo hizo. imaginas. Mercedes escribía ahí hasta antes de la
-Pero muer_
Meche tiene que saber por qué, deberíamos te de los papás. Ahí dice que la mamá la llamó
-La días an_
preguntarle... tes de su muerte y que le pidió que nos cuiclara,
porque
muy ingenua. Han pasado meses desde que sintió un presentimiento oscuro.
-Eres ¿No encuentras raro
estamos acá y esa señora aún no te ha contado cuáles que la mamá no haya visto su muerte, sino que
solo la
eran los poderes de la mamá o, peor aún, no te dijo que haya sentido?
vio cómo iban a morir... qué vas con todo esto?
-¿A

338 339
c1uc, para variar, debe haber algo que esa seño- que no es verdad Marina con 1os
-A -Dime -suplicó
ojos rojos e hinchados, el corazón le latia rápidamente
ra sabe y que no clejó escrito en los Anal¿s.
1a Meche es de confianza... y le costaba respirar-. Dime que 1a mamá no tenía
-No puede ser,
no es de fiar, Marina. Métetelo bien en premoniciones. Dime que no tenías idea de cómo iba a
I
-Mercedes
la cabeza. De hecho, no me extrañaría que quisiera que- morir. Dime, por favor, que una elemental si puede estar
I

I darse con nuestros Poderes. con un ser humano.


La imagen de Ciara se le vino a la mente, pero pron- Mercedes dejó ei tazón en el velador y tornó asien-
to sacó esa idea de su cabeza. to en el borde de 1a cama, fijó 1a vista en el suelo y dio
sé que estás diciendo la verdad? un suspiro.
-Imposible. ¿Cómo
creerme a mí, que soy tu hermana y que
-Deberías -Dímelo, Meche -rogó Marina arrodillándose
me conoces desde que naciste, en vez de creerle a una frente a ella para encontrar su mirada.
señora que no veías hace diez años. -No puedo, Marina.
Marina enmudeció. No podía ser cierto todo lo que El llanto subió rápidamente por su garganta y sin
estaba escuchando. saber cómo, logró controlarlo. Un trueno retumbó a lo
que no somos muy unidas Iejos. Ese día, comenzaría a llover desde temprano en
-Mira, yo sé -reco-
noció Manuela-, pero si de algo puedes estar segura, es Puerto Frío.
de que yo no iugaría con la muerte de los papás. No te -¿Por
qué ia mamá no dijo nada? ¿Por qué se dejó
mentiría con eso, jamás. morir?
Esto llega hasta aquí. no quería interferir en el destino. Decía
-No. -Porque
Marina se levantó decidida de las escaleras y se que había una misión importante para ustedes y que,
secó los ojos con el borde de su chaleco. Luego, comenzó para que pudieran llevarla a cabo, ellos debían morir. Es
a subir los escalones del ala izquierda con zancadas en duro, pero estaba en 1o cierto: ustedes son las elegidas.
<lirecciór-r hacia la habitación de su abuela. Manuela adi- No te creo. Es imposible que con cuatro hijas
vinó a qué iba y la siguió. Abrió la puerta de un sopetón haya pensado así. ¿Me vas a decir que no le importaba
y Mercedes derramó un poco de la leche con miel que dejarnos solas?
acostumbraba a tomar en las mañanas. estarían solas.
-No
asustaste, querida. ¿Cómo te sientes? Marina soltó una risa irónica.
-Me
L 340 341

tl
a preguntar esto por última vez tra-
-Claro.
Ijstaríamos contigo. -Voy -dijo
tando de mantener Ia calma-: ¿Qué mierda tiene que
Su abuela la rniró atónita.
ver Damián en todo esto?
tú quien está hablando' Es ella -comen-
-No eres 1o dices tú o yo, Mercedes?
tó apuntando hacia Manuela, quien se encontraba en la -¿Se -inquirió Ma-
nuela-. Ya es suficiente, no quiero seguir viendo así a
entrada de la Pieza.
Manuela-' La que habla mi hermana-
señora
-No, -contestó Tomó asiento en uno de los sillones dispuestos en
esMarina, quien por fin entendió qué tipo de persona es
la pieza y se cruzó de piernas. Su abuela, en tanto, apar-
usted realmente.
tó ia mirada de sus intensos ojos verdes y posó su vista
se lo dijiste? Pero, ¿cómo te enteraste?
-¿Tú en Marina.
los Anales Marina'
-Leyó -exPlicó atrás el clan original hizo una maldición,
Los Anales están escondidos' -Siglos
-lmposible. Marina. Ella prohíbe que nos relacionemos con morta-
por qué 1os escondiste, Mercedes? -inquirió
-¿Y les. Cuando se logra una conexión muy fuerte con ellos...
Manuela-. Si se supone que ese iibro es un legado fami-
eufemismos, Mercedes: cuando te acuestas
liar, ¿por qué te tomas el derecho de esconderlo? -Sin
hay cosas que no están preparadas con ellos...
-interrumpió Manuela. Su abuela ia fulminó
-Porque con los ojos.
para escuchar.

-¿Y
quién determina eso? -preguntó Marina es- -Son poseídos automáticamente por un Oscuro
que es imposible encerrar. Su posesión es eterna, a me-
pantada-. ¿Qué te hizo pensar que no estaba preparada
nos que una elemental Ie dé muerte.
para saber los poderes de la mamá? ¿Tanto me subestimas?
es la razón por la cual ella y Pedro estaban
Marina, pero pensaba que con e1 tiempo se- -Esa
-No, tan decididos a mantenerte alejada del huaso chico. Te-
ría más fácil para ti aceptar noticias tan duras'
nían miedo a que lo transformaras en un Oscuro.
cuándo exactamente se supone que llegaría el
-¿Y Marina sintió que sus pulmones eran incapaces de
momento de hablar con la verdad, Mercedes? -refutó
absorber algo de oxígeno. Las piernas le temblaban enér-
Manuela-. ¿Cuando Damián ya fuera un Oscuro?
gicamente. Todo su cuerpo lo hacía, sin tregua.
Marina abrió tanto los ojos, que sintió cómo
yez
se le secaban. ¿Había escuchado bien las palabras
de -Por eso sentía esa sensación de ahogo cada
que estaba con é1.
su hermana?

343
34)
la asfixia? su abuela-' Esa Repentinamente, un estruendo hizo retumbar las
-¿Sentiste -preguntó
es la primera advertencia. Aparece solo cuando una ele- murallas y ventanales de la casona. Las tres se r¡iraron
mental está cercana a convertir a un mortal en un Oscuro. espantadas, intuyendo qué podría generar tal estallido.
con él? con inquietud Entonces, Marina se levantó aún mareada y las tres sa-
-¿Estuviste -preguntó
su hermana. lieron de la casa en dirección al jardín. Lo que vieron
puede ser escaPar Mercedes, horrori- las desarmó: Pedro yacía boca abajo en el suelo y unos
-No -dejó
zada-. Marina, ¿estuviste con Damián? metros más adelante, Damián se erigía imponente como
A Marina Ie costaba escuchar las voces de Merce- el nuevo Oscuro que era.
des y Manuela. Sus oídos estaban tapados por el mareo
y las piernas continuaban flaqueando. Apoyó una mano
en 1a muralla para sujetarse, pero de nada le sirvió y cayó
de rodillas al suelo. Una y otra vez intentó respirar, pero
solo conseguía da¡ un alarido en cada bocanada de aire.
Mercedes llevó ambas manos a su boca, como intentan-
do acallar un grito lleno de dolor. Manuela, por su parte,
fue I'rasta Mtrrina para intcntar t ran t1r'Lilizarla.
Esto debe tener una solución.
-No te preocupes.
-No hay nada que
podamos hacer
-dijo despacio
su abuela-. Tenías razón, Manuela: debí contarle a Ma
rina toda la verclad.
entiendo Marina entre sollozos-. En-
-No -dijo
tonces, ¿cómo la mamá pudo formar una familia con el
papá? ¿Cómo la Maida puede sentir algo por Gabriel y
nadie tiene ningún problema? ¿Por qué solo Damián se
transformará en un Oscuro?
el papá no era un mortal Ma-
-Porque -contestó
nuela-. Y Gabriel tamPoco 1o es.

344 345
Traición

Dolor. Eso fue lo primero que sintió cuando vio a Pedro


de bruces sobre la tierra. Ese dolor que solo la muerte de
alguien querido es capaz de provocar; un dolor que quiebra
y par iza. Que grita por dentro. Su mundo se redujo a ella,
Pedro y Ia distancia que debía caminar para llegar hasta é1.
Quería correr, quería ser ágil y arrodillarse a su lado. Quería
darlo vuelta para sacar su boca del barro y las lombrices.
Pero sus piernas eran torpes como las de una marioneta;
duras como el acero. ¿Era posible? ¿Damián había sido ca-
paz de lastimar a su padre? Quizás estaba entendiendo todo
mal, como siempre. Quizás, todavía existía la posibilidad de
que Damián no se transformara en un Oscuro.
Caminó destartalada hacia Pedro. No era capaz de
distinguir si lo hacía rápido o lento, todas sus percepcio-
nes estaban alteradas. Ella era el limbo y Pedro la muerte.
Y lo hizo, lo logró. Llegó hasta él y giró su espalda suave-
mente coÍro si con un solo movimiento brusco corriera

347
el peligro de perderlo. Como si ese gesto fuera 1o que Milena, su hija. Lucas, su yerno. Y ahora, Pedro, su com-
traería de vuelta su voz. Como si estuviera muerto solo pañero. ¿Por qué no le llegaba el turno a ella?
porque su nariz permanecía clavada en la tierra. Y vio Marina volvió a gritar por a¡rda, esta vez más
su piel blanca, fría. Y vio sus labios pálidos, resecos. Y fuerte, y Mercedes sintió cómo se destapaban sus oídos,
supo que no importaba cuán lejos estuviera su nariz de la cómo enfocaba su vista. Se acercó a otra de las escenas
tierra, é1 no volvería a respirar. Él no volvería a contarie más horribles de su vida y se arrodilló frente a su nieta
historias de sus papás cuando eran jóvenes. El1a no vol- justo al lado de Pedro. Entonces, tomó una de las manos
vería al patio trasero de la casona para cortar 1eña juntos. del capafaz entre las suyas y cerró los ojos. Y lo vio ra-
É1 no volvería a pedirle que se alejara de Damián y ella diante, lleno de luz y calor. Y ie pidió en silencio que vol-
jamás volvería a estar con ninguno de los dos. viera a ella, que la acompañara una vez más. Un minuto
Tomó su mano y algo la trajo de vuelta a la realidad: más. Un segundo más. Y é1, siempre fiel, abrió los ojos
una pulsación débil, agonizante, se sentía en la muñeca del apenas, miró a Mercedes y le dijo despacio:
capataz. En seguida miró a su abuela que, al igual que Ma-
-Váyase de acá, doña Mechita. Huya. Está
nuela, parecía una estatua de hielo en medio del bosque. todo perdido.
looavla tiene
Toclavía pulso! ¡vcrl
tlene Pursol ahora, Meche!
¡Ven drrur Luego vino el silencio, los ojos vacíos, la piel azul
-i -le
gritó con una voz fuerte, decidicla, que parecía no ser verdosa. Mercedes sintió que perdía el peso de su cuer-
suya y sin embargo, 1o era. po y se dejó caer sobre e1 pecho de Pedro. y ahí, lloró.
Pero a Mercedes, más vieja y cansada, le significó Continuó con sus manos aferradas a las de él para in-
un esfuerzo mayor moverse. Sentir sus músculos. Incluso tentar curarlo, pero los muertos no vuelven. Se van y no
luego del llamado de Marina tardó en incorporarse. Parte vuelven. Se notaban las venas hinchadas por la presión
de su vida también se iría con la partida de Pedro, io sabía. que ejercía su mano sobre la de é1, quería sanarlo, ne-
Y a pesar de que la muerte siempre había rondado a su cesitaba curarlo. Pero de nada sirvió el sueño de matar
raza, aún no lograba acostumbrarse a ella. Creía que debía a la muerte. No hubo calor ni luz, mucho lnenos una
i ser la anciana sabia que es capaz de entender la partida de sensación de paz.
un amigo con entereza, pero era imposible sentir tranqui- -Se
fue
-afirmó mirando atónita el cuerpo inerte.
liclad cuando todos morían con dolor, asesinados por la Las palabras de Mercedes salieron entrecortadas
magia oscura. Muriel, su hermana. Salvador, su marido' de su boca. Su hombre de confianza, aquel que la había

348 349
T

propio hijo le conect¿rda hermana ciesarrollirra un poder elemental antes


acompañaclo tocla la vitla, sc hal¡ía iclo Su
solo un C)s- que ella, quien llevaba meses al tanto cie toda la verdad.
había clac1o una n'ruerte 1ría y segura' como
No podré mantenerlo así por r.r.rucho tiernpo
curo poclría haberlo hecl-ro'
aclvirtió Nlagdalena con las sienes marcadas-. llstoy
inténtalo cle nuevo No puede estar nruerto'
-No, es cierto' Manu' c¡ue ncl
intentando concentrar tocla la tuerza de gravednd sobre
¡No puede estar nruerto! ¿No é1, pero es rruy fuerte.
puede estar muerto?
que ir al altar dijo Mercede s . Nlatil
Pero Manuela no miraba a Marina ni a
su abuela' -'l-enemos
distiutab¿ de debe concct¿use.
sino al cuerpo poseíclo de Damián' li1 Oscuro
pena' C)bservaba iv{agclalerra continuó ejercier-rtlo presión sobre l)a
con 1¿r escena, se alegraba clel llanto y la
por mián, dejándolo adherido a la tierra, pero al cabo cle
totlo a su alrecledor con 1a cabeza en alto' orgulloso
ur.ros rninutos, el Oscuro logró evadir la n-ragia elemental
haber generado tanto dolor'
mientras corrir ,v puclo rnove¡ ¡rrlmero, stLs brazos; luego, sus piernas.
i)Qué pasó?l -gritó Magdalena F.stá cedienclo ! (iorran !
en clirección hacia ellas. Atrás, venía
Matilde co1110 escu- ¡ ¡
- gritó Magcl alenir.
Manuela jaló con fuerza los brazos de Marin¿r,
clriñando algo cotl e1 ceño fruncido'
quien seguíir arroclillacla y firrne al lado de Petlro. Lu-
La n'rayor de las Azatrcot no tuvo que pregtlntár
respon chaba para quedarse clonde estal¡a, pero finalnente su
r¡rucho más: vio el cuerpo sin vicla de Pedro y se
herm¿rna pudo levirntirrla.
diti por sí sola. t,levó ambas lnanos a su bocir'
it-rtent¿rndtr

ahogar el inmitlente alarido que subía ¡ror


su gtlrganta' -¡No 1o voy a dejar solol ¡Suéltame! ¡Hay que
enterrarlo I
Atrás de ella, Ivtatilde ltLcíir estoica'
levantó le gritti Maru.rcla.
Sin mostrar un atisbo cle compasión' Damián -¡Cállatel
cle humo tlegro' Marina la miró en silencio con los ojos rojos, ilenos
sus rnanos y de e1las aparecieron volutas
acosttlmbraudt¡' Ad- dc lágrimtrs.
esas a l¿ts cuales Mirrina ya se estlüa
y su No tenemos tiem¡ro para llorar. Tenelnos qne co-
quiriendo velocidacl, se ¿lcercaron hasta l¿rs herman¿rs
rrer. Ahora
abuela. Sin ernbargo, Magclaier-ra pronto
intervino: extenditi -le ordenó, tornándolc la rnano y corriendo
si una energía 1o
junto a las demás en clirección al prado.
su br¿rzo en clirecciót'r a Dar¡ián y, como
L¿rs cuatro hennanas ¿lrrarlcaron a tod¿r velociclad.
empr.rjara hacia abajo, ciryó cle bruces
al suelo lvlanuel¿r ob-
que su reciente Primero iba lVlanuela, quien llevaba de la r¡ar¡o a Marina;
servó ¿itóníta, sin entender cómo era posible

351
350
T
cletrirs, Mercecies. Magdalerla las seguí:r
ib¡rt Mirtiltlc y nación de Magdalena, quien estaba decidida a no dejar
que nada malo Ie pasara a su familia. Una vez más, ex-
mientras, al ttrisrrttt tiempo, nrovía sus manos cle un ladtl
hacia otro: cotl solo cse gesto la tierra respondía y se tendió la palma de su mano y la tierra respondió a su
aizaba cot-t'to si rLna granada cayera sobre e1la' Al últinro,
pedido: un bloque enorme se levantó desde 1o más pro-
con parsiuronia y confianza, DaIlián se ¿rbría camino fundo y rodeó el claro, creando una barrera entre ellas y
entre lc¡s estalliclos de b¿rrro y pieclras. No necesitaba el Oscuro.

mover los pies:1a energía oscura lo levantatra del suelo, tú anda hacia Ia parte sur de Ia barrera,
-Meche,
m¿rnteniéndolc) a unos cLlantos centímetros del suelo Una
yo cuidaré el norte
-indicó Magdalena-. Matilde, tie-
nes que conectarte, necesitamos el poder de los cuatro
sonrisa macabra se dilrujaba en su rostro, irreconociblc
parir cualquiera que 1o I'rubiera conocido. Desteilos de luz talismanes. Manuela, tú cuida de Marina, ¿entendido?
negrir salian desde las Palmas cle slls mallos en clirección Magdalena y Mercedes no esperaron respuestas: cada

¿r las elementales. Sin ernbargo, los poderes de Magdalena


una se dirigió al extremo opuesto del prado con el fin de
detener las volutas de humo negro, que chocaban estrepito-
aún eran capaces de interceptarlos antes de qtte llegaran a
samente contra la barrera. EI ruido era penetrante como 1os
ellas. Atravesaron el bosque y apenas llegaron al claro, las
estallidos de las granadas en un campo de batalla.
cincc¡ se reunierol't frente al altar. Ahí, estat¡an insertos
tres de los cuatro talismanes. Marina se sentó con la cabeza entre las piernas al
sagrado? pre
se suponia que este lugar es
lado del altar, cansada de escuchar temas sobrenaturales,
-¿No extenuada de luchar y, por sobre todas las cosas, agotada
guntó Magdalena con 1a respiración agitacla-. ¿Que un
Oscuro no puede entrar? de ver cómo la muerte se llevaba a todos sus seres que-
estii empezando su transfbrtnación' l''rr ridos. Manuela se vio entre el apuro de enseñarle algo
-Darr-rián de magia elemental a Matilde o acompañar un minuto
estos momentos es nitad humano, mitacl Oscuro' Puedc
a Marina en su dolor. Sabía que la barrera de Magdale-
entr¿rr a doncle se 1e ar-rtoje -contestó Manuela'
No tuvieron mucho tiernpo parii seguir conversan- na no aguantaría mucho más, sabía que ni su hermana
do: Dan-rián apareció en uno de los extremos del claro, mayor ni su abuela serían capaces de detener el ataque
de ese Oscuro ¡ por algún motivo, sabía que Matilde no
Iisto parar atacar. Levantó ambos brazos con ímPetu y
sería el héroe de nadie. Así que podía morir en el intento
cicr.rtos cle hilos humeantes y negros fueron ciirecto a l¿rs

cinco rnujeres, pero e1 Oscuro no contó con la determi- vano de conectarla al Aire o podía tratar de animar a

35) 353
Marina para que el Agua seuniera a 1a Tierra' Entonces' Manuela y Marina levantaron la mirada y vieron
se agachó hasta quedar a la misma altura de su hermana
córno Matilde intentaba sacar el taiisrnán de Fuego del altar.

menor y, de forma inédita, le tomó ambas manos' Mari- -i¿Qué haces, Mati?l -exclamó Marina desde
na levantó su mirada. e1 suelo-. Ese no es el talismán con e1 que tienes que

lo sabias dijo despacio- No es tu culpa' conectarte...


-No -1e
Manuela no tendría la respuesta que esperaba' -No está intentando conectar con é1, está tratando
este tiempo me empeciné en buscar res- de robárselo Manuela mientras se incorpora-
-Todo -contestó
puestas a los ataques que hemos recibido' Todo este ba frente a Matiide*. ¿Por qué estás haciendo eso?
tiempo creí que el fántasma de Ciara rondaba por aquí' -Porque
me pertenece.

Incluso llegué a pensar que te había poseído' Perdí tan- Manuela no alcanzó a contestar: un estruendo re-
to tiempo en averiguar algo sin irnportancia' Esa misma sonó en uno de los costados de la barrera de tierra, ce-
energía la podría haber invertido en investigar por qué diendo el paso a las volutas de humo negro creadas por
Pedro o la abuela no me querían cerca de Damián, pero Damián. Luego de unos segundos, e1 Oscuro ya estaba
no lo hice. ¿Sabes Por qué? dentro del prado y Mercedes y Magdalena luchaban con-
Manuela negó con la cabeza. tra é1. Rápidamente, Marina corrió l-rasta ellas y creó una
en el fondo, intuía que algo rnaio podía enorme defensa de agua para impedir que los hilos les
-Porque,
pasar si estaba con Damiár-r y no quería saber qué ela hicieran daño. Entonces, tres largos y fuertes tentáculos
para poder seguir con é1. Solo me importaron mis pro- de humo fueron directo hacia Matilde, tomándola des-
pios intereses más que Ia seguridad de Darnián; rnás que de el cuello, brazo y piernas. Estaba cornpletamente in-
1a vida de Pe<lro. Así que no trates de consolarme dicien- movilizada. Marina bajó 1a barrera de agua y corrió en
do que no es culpa mía, Manuela, porque lo es' dirección a las volutas para intentar detenerlas, pero no
Otra fuerte explosión se produjo contra la barrera tuvo que llegar muy lejos: Matilde cerró sus ojos y una
de energía. luz aun más oscura que los propios hilos de niebla se ori-
están haciendo?! Magdalena desde ginó desde sus adentros, destruyendo por completo cada
-iiQué -gritó
un extremo mientras derribaba las volutas de humo ne- una de las volutas que la sujetaban.
gro que cotnenzaban a colarse dentro del claro-' 1¿Qué -Conectó...
por fin se conectó...
-dijo Marina con
diablos hace Matilde?! algo de esperanza.

354 355
F

cluerida Mercedes*, eso no es un Matilde soltó una carcajada tenebrosa. Hizo el mis-
-No, -refutó
poder elemental. Eso es magia oscura. mo gesto que antes había hecho Damián: levantó sus
Matilde abrió unos ojos negros irnpenetrables, como brazos y una niebla espesa y sombría la cubrió desde los
los que había tenido Damián 1a tarde en que un Oscuro pies hasta la cabeza.lJna vez que se desvaneció, apareció
tomó posesión de él; unos como los que Agustina Rivas una mujer de vestido negro y largo. Su pelo caía en cas-
tuvo en plena clase de historia. Luego, levitando a unos cadas del mismo color y unos ojos verdes penetrantes se
cuantos centímetros del suelo, se acercó hasta Damián. asomaron con mirada triunfante. Era la mujer que Ma-
fuera de lugar, Oscuro. A la hija de la sobe- rina había estado buscando desde aquella visión en su
-Estás
rana no se le trata así. viaj e astral.
Hizo un ademán con su mano como si estuviera -Conozcan a ia hija de la señora del Fuego.
yo
echando a Damián lejos de ella y una energía invisible ba- soy Cayla.
rrió el claro con el Oscuro incluido. Caminó en dirección El cielo fue consumido por las tinieblas y una luz
a él a medida que avanzaba, toda Ia vegetación pere-
¡ negra las cubrió antes de que pudieran conectar con sus
cía con ella. Cuando llegó hasta el Oscuro, pasó algo que poderes. Marina intentó moverse, pero un cansancio ex-
ninguna de las ahí presentes imaginó: él bajó una pierna, tremo la envolvió. Luego, todo se convirtió en oscuridad.
luego la otra, hasta quedar arrodillado frente a Matilde.

-Mis disculpas, señora del


Fuego.
Ya sabes
-Tu rnisión acaba de comenzar, Oscuro.
lo que debes l-racer. Ahora, vete.
Damián asintió, aún arrodillado. Luego, se levantó
y sin rnirar los ojos de Matilde levantó los brazos: una
masa de hurno negro lo envolvió. Cuando el vaho des-
apareció, él ya no estaba ahí.
está pasando? desconcertada
-lQué -preguntó
Magdalena.
estar poseída por e1 espíritu de Ciara
-Debe -res-
pondió Marina.

356 357
Legado

Cuando Marina abrió los ojos, todo estaba sumergido en


tinieblas. No sabía si había caído la noche o la magia os-
cura reinaba sobre el bosque. Era la primera en despertar
y estaba confundida. Le pesaban los párpados como si no
hubiera dormido en días y un frío penetrante la inunda-
ba. Tenía la vista nublada y no habia un solo rayo de luz,
por 1o que apenas veía lo que estaba a su alrededor. ¿La
transformación de Damián y la muerte de Pedro habrían
sido reales? ¿La hija de Ciara había aparecido? ¿Acaso la
idea que Mercedes siempre consideró como una locura
era cierta? Si era así, ¿cómo había logrado poseer a Matil-
de y qué había pasado con su hermana? Demasiadas pre-
guntas, pocas respuestas y escasos rninutos para pensar en
ellas: un quejido de Magdalena la sacó de sus pensamien-
tos. Intentó mantener los ojos abiertos y enfocar su mira-
da para saber dónde diablos estaban y qué sucedía. Enton-
ces, la escena que vio la congeló hasta los huesos: ella, sus

359
F

l'reLtnanas ),Nlcl-tctlts se encr¡ntraban adheridas al altar' -Eso es irnposible, del¡ería cstar más que Druerta

sin esci.lp.ltori¡ ¡rosible. Cientos de volutas cle hr'uno negro -interr.ino Magdalena.
las m¿rntenian iirlllet¡etlte pegadas al altar' Frente a ellas' Una risa oscura inuucló el praclo.
la iigura tle Cayla se cielilleaba entre 1¿rs sotnblas' Ingenuas comentó con superioriclacl Cayla.
íln una de ustedes ha despertado -clijo comrr está Matilde? inquiri(r i\4arinii*. ¿(luó
-Por -¿Dónde
que
si su voz proviniera de una pesaclilla-' ]anás pensé le hiciste?

un lloc(l c1e rnagia oscura les qllitarí¿l tanta energíar' Son Otra carcajada aguda y tenebrosa sc espar-ci<i por el
m¿is clébiles de lo que Pensaba. bosque. Cayla tenía la risa más terribie quc Marina habí¡
Ca1,la extendió su cleclo ínciice para crear una pe escuchado jarnás.
cluetla llama llegra qr.le quedt'l flotar-rclo ¿r un costaclo clel M¿itilde se fue contestó.
altar. Nt¡ I'ral¡ía clutla c1e que era la hija de Ciara' pues solo le hiciste?! gritó clesesperada Magdalena.
-¡¿Qué
alguien con ese poder podría dominar el ftLego oscuro' Varnos a ernpezar por el principio. He tenido algu-
pasó? preguntó Marina aún adormil¿rcla' nos problernas paLa concretar mis platres, así t¡ue intagino
-¿Qué
cuesta creer que no recuerdes que tu pololo que algo salió mal. Solo lo sabré urla vez que conozcan la
-Me l'ristoria y ntc digan clemonios fue lo qtLe pasó. Sobrc
rnató a su padre Cayla' c1ué
-coi'ttestó
Marina sintió un vacío profundo y gris, rnuy similar todo tú, Mercecles Plass. Tir eres la más indici,rda para corl
al que tuvo cuando supo que sus papás l'rabían muerto' tanne qué hice para que mi plan no estó completo.
herr¡anas Y rni abuela " --Nunca te ayudaré, Ca1-1a. Hacerlo sería condenar
-Mis
durmienclo una slesta, de la cual ya clebe- a toda nuestra raz¿r.
-Est¿irr
rían clespertar. C)tr¿r risita emergió desde la boca p¿11ida ). fl'iir
Cayla extendió la paln-ra mano y sopl(r un ailt
cle su de Cayla.
caliente sobre ellas. L,n segulda, todas abrieron sus ojos' H,ntonces, no tendrernos problemas, N,lercedes:
es esto? Miigdalena al ver que tu r¿rza file condenacla siglos atrás, cuando uri maclre fuc
-iQué -preguntó
unos hilos cle niebia 1a envolvían, impicliendo cuirlquier asesinad¿r. Pero esa historia tú ya la conoces, ¿no?

clase de movimiento-. ¿Quién eres tú? Cayla rniró 1a Ilant¿r flotante r- el firego oscuro se
avivti
Cayla, hija cle Ciara, la primera elementai de en clla, clejando el espacio completarnente ilumin¿rdt¡. Lo
-Es que vieron, no les gustri. Los ¿irt¡oles habían perdiclo toclas
Fuego atónita Mercedes'
-respondió

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y cada una tle sus l'rojas. Estaban secos y desnudos. De Sin saber de qué estaba hablando, Magdalena desvió
alguna forrntr, Cayla había conseguido doblar los troncos la mirada hacia su abuela, quien tenía los labios comple-
para entrelazar sus ramas y así crear una enredadera que tamente cosidos.
cubría por cornpleto el prado, formando una especie de bien, llegó la hora de explicarles un par de co-
-Muy
cúpula. Marina recordó Ia imagen que había visto en su sas. Necesito su completa atención. Nada de preguntas ni
viaje astral, cuando Cayla hacía su pacto cor-r el Maldito. interrupciones. Su abueia ya les habrá contado cómo murió
Mercedes abrió aún más sus ojos, espantada e incrédula mi madre. Seguramente les contó la versión que todos los
ante el panorama que tenía en frente. elementales quieren oír: que fue víctima de su ambición.
es un lugar sagrado. No sabes lo que has he- Bueno, hace siglos que me cansé de dar explicaciones sobre
-Este
cho, Cayla. 1averdadera señora del Fuego y sus hermanas traidoras. Di-
estoy por sobre los lugares sagrados de mis gan lo que digan, piensen lo que piensen, n.ada cambiará el
-Yo
descendientes, anciana. Eso deberías saberlo. resultado de la historia. Mi madre continuará muerta y mis
único que sé es que tu arrogancia te llevará al tías seguirán siendo endiosadas a lo largo de las generacio-
-Lo
mismo destino de tu madre. nes elementales. Las pocas que he dejado con vida, claro.
muerte. Ahora necesito hablar sin Cayla dirigió la palma de su mano a una porción de
-No le temo a la
interrupciones. tierra, 1a cual se elevó hasta formar un piso de piedras,
Se acercó con paso firrne hacia Mercedes y Puso un barro y lombrices. En seguida, se sentó en él frente a Ias
dedo sobre su boca. Entonces un hilo negro, delgado y tres hermanas y la anciana.
filoso, comenzó a atravesar sus labios como si estuviera de que rni madre muriera, y atención con
-Antes
cosiendo en un bastidor. Mercedes se retorció de dolor y esto porque no está en los libros de historia de Littin ni en
un grito ahogado se produjo en su garganta. los Anales de ningún clan, ella alcanzó a decirme una sola
estás haciendo?! ¡Suéltalal Magdalena. fiase clue selló mi destino por completo y el de todas us-
-¡¿Qué -gritó
tarnbién quieres ser silenciada por rnis dor- tedes: "Tú, Cayla, continuarás mi legadol dijo. y lo hice.
-¿Tu
cha cairde?'- Investigué profundamente sobre la magia oscura durante
años. Llegué a dominarla incluso mejor que ella. En ese re-
corrido llegó a mí 1a profecía de Máira, mi tía, la primera
7 Amigos oscuros. elemental de Agua. Decía que, en un futuro lejano, cuatro

367 363
poder y qué están habiando? preguntó Magdale-
elementales lograrían dominar los talismanes del -¿De
na-. Estoy cansada de los enigrnas. ¿Quién es ese Os-
terminar corr el legado de Ciara' Eso significaba que esas
No po- curo que tiene tanto poder y que ha estado encerrado
cuatro elementales destruirían a 1os Oscuros y a mí'
durante tanto tlempo?
<lía permitir que eso pasara, mucho menos si sucedía gra-
había sido Cayla miró a Mercedes, quien aún tenía el hilo atra
cias a la existencia de1 talismán de Fuego, e1 cual
vesando su boca.
fbrjrrdo por nri propiir maclre. Natlie sabía clónde estlban
pediría que 1es respondieras tú, pero sacar ese
los t¿rLismanes; r'raclie sabi¿r quiétles eran estas ctLatro pocle -Te
il¡a a stt- hilo es sumar¡ente doloroso. Ese Oscuro es e1 Amo de
rosas clementales 1', sotrre toilo, r-ratlic s¡bí:r cuánclo
arriesgartlle las tinieblas. EI primero de todos. El más poderoso. Y te
cecler. Poclía ser erL años, cn sigkls' Yo tto 1-rodía
equivocas, Manuela, e1 Maldito sí está dispuesto a cola-
rrque todo el lcgaclo c1e mi tn¿clre se clesvauecier¿r Por ul-!a
tlunctr borar con elementales, solo que es selectivo: tiene una
prof'ecía )¡ cLtatro r-riñltas' Así que hice lo que nirdie
con la rnagie preferencia por el clan de Fuego y un odio profundo por
se alrcvió a hilcer: túc conecté courplet¿lmentc
e1 cian de Agua.
oscura y me entregué a e11aviür eternamente'
para
Nlarina escuch(l trrr quejido agtitl ico pl'ove nicnte -Yo te vi con ese Oscuro... -comentó atónita
Marina.
de su ¿buela. Segurtrmetlte, solo ella y Cayla satrían
c{e
pero a diferencia de tu hermana Manuela, no
vertlacl 1o que significabir entregarse por corlpleto
a 1a -Sí,
hiciste nada con eso. Por eso Pedro está muerto. Me pre-
magia oscura.
gunto de cluién será la culpa. O mejor aun, ¿quién vendrá
irnposible -intervitlo Manrtel¿r- P¿rra
- Flso es a continuación?
pocler conectarte de cse tnocio necesit¿rrías dc utr OsctLro
tranquila Manuela.
lo suf icientenlente pocleroso para 'lue te abriera la puer -Déjala -sentenció
co- sí ,1ue es sorprendente: la hermana que pare-
ta a las tinieblirs. Y ese Osr:ttr,r tlo sc cJl-iICIr-l¡¿a PUr -Esto
cía morir de envidia ahora se redime. Es mejor que guar-
labor¿rr con element¿rles.
des silencio. Me has dado un terrible y constante doior de
(Jtra sonris¡r se esbozci en el rostro cle Cayla'
cabeza e1 ú1timo año, así que por una vez, Manuela, cál1ate.
A diferencia tle tus herlnanas, lvlanuela' tíL sí has
hecl¡o las tareas. No entiendo por c1ué no eres la favorita -No sé de que hablas, si recién te conozco.
en Esta vez, la carcajada de Cayla retumbó por todo el
cle N'lercetles; después de toc1o' eres la más aplicada
prado techado.
H istori¿r Elementtrl.

365
364
no me reconoces, Manuela? Esperaba comprenderán que luego de siglos prac-
-¿Todavía -Ustedes
r¡ás dc ti. ticando la magia oscura, tenía algunos cuantos trucos
Manuela la observaba intentando descifrar a quién bajo la manga. Entre ellos, meterme en sus recuerdos y
tenía en frente, pero l o reconocía a nadie en elia. Lo mis- mejor aún, manipular su mente.
mo hizo Magdalena y Mercedes. Marina, sin embargo, se
¿Qué significa eso? -preguntó Magdalena.
concentró solo en los ojos de Cayla. Ese verde intenso 1o más didáctico. ¿Les parece?
-Hagámoslo
había visto antes. Lo había visto en esa visión espantosa y Cayla se puso de pie frente a las hermanas y a Mer-
lo hal¡ia imarginado cicntos tle veces en Ciara, pero tam- cecles. En seguida, pasó 1a rnano por delante de los ojos
bién lo había visto en otra mirada. Una más despreocu- de cada una. Un grito ahogado las embargó: Matilde es-
pada y cercana. taba frente a ellas.
que ninguna lo sabe, sigamos con la historia
-Ya -Querían saber dónde estaba su hermana, pues
-dijo Cayla-. Con la vida aseguracla y
la magia oscura aquí la tienen: yo soy Matilde.
bajo mi total control, solo debía investigar quiénes serían Ninguna fite capaz de articular palabra. Ninguna
las herederas de los talismanes. Entonces, siglos después, fue capaz de comprender cómo dos seres tan distintos
aparecieron ustedes tres. podían ser, en realidad, uno solo. Y ninguna se sintió tan
qué pasa con Matilde?
-¿Tres? ¿Y -preguntó engañada como hasta ese rnomento.
Magdalena.
-La magia oscura abre muchas puertas y una de
-No me obligues a usar uno de esos contigo ellas tiene acceso a los recuerdos
-declaró
con la mirada
Cnyla, señalando los labios cosidos de Mer- llena de triunfo y alegría-. Quizás si Marina hubiera de-
-contestó
cedes-. Sabía que ustedes serían tres de las cuatro ele- sarrollado más su poder, en vez de estar conquistando a
gidas, pero no tenía ninguna pista sobre cuál talismán le Damián, habría tenido un dominio real entre este plano
correspondía a cada una. Debía investigar, debía conocer y el astral. Quizás me hubieses descubierto a tiernpo y le
sus personalidades para deducir qué elemento se avenía habrías podido advertir a tu familia que Matilcle era un¿r
más a su esencia. Así que me infiltré. invención de Ia oscuridad.
Una polilla llegó hasta Cayla y se posó en su pelo. O sea que Matilde no existe. Nos hiciste creer
Ella la tomó con parsimonia entre sus dedos ¡ en segulr- que teníamos una cuarta hermana para meterte en nues-
dos, la devoró. tra familia. Le creaste una personalidad libre, sin ataduras,

366 36/
para quc no sospecháramos cuando desaparecías por se repetía a sí misma, una y otra vez, que era su culpa.

días cornpletos concluyó Magdalena-. Pero ¿desde Que todo era su culpa. Sus padres habían muerto por-
que había sido incapaz de reconocer a una impostora.
cuándo estás con nosotras, entonces?
Los ojos de Cayla se revolvían de alegría. Al pare-
Damián era un Oscuro porque había sido incapaz de
cer, era cierto: su plan había sido perfecto. O casi.
averiguar qué pasaba si ella estaba con un mortal. Pe-
dro estaba muerto porque había sido incapaz de man-
¿Acaso no lo entienden? Estoy con ustedes desde
antes que fueran concebidas. Les he seguido cada paso, tener una promesa. Y a1 final, todo desembocaba en 1<.r
cada llar-rto, cada risa.
mismo: su egoísmo había sacrificado a gran parte de sus
ti. seres queridos.
sabía que no podíamos confiar en ¡Siem-
-Yo parte de su familia, identifiqué sin pro-
pre supe que no eras parte de nosotros! Manuela -Siendo
-gritó blemas a quién le pertenecía cada talismán
mientras intentaba soltarse de ias amarras sobrenaturales. -continuó
debo admitir que fuiste la que me lo hizo más Cayla--. Era evidente que la entereza y sabiduría de la
-Sí, Tierra eran para Magdaiena; que la curiosidad y viveza
difícil, Manuela Cayla-. Si no fuera por la
-reconoció del Fuego sería para Manuela y que la frágil, sensible y
cordialidad de Magdalena y la ingenuidad de Marina,
quizás tus padres estarían vivos. cambiante Agua vivía dentro de Marina. Con e1 tiem-
Un sil.encio sepulcral inundó el lugar. No se escu- po ustedes creerían que el talismán de Aire le pertene-
cía a Matilde, así que estaba todo listo. La verdad es que
chaba ni una gota de agua, no sentían el viento correr y
la tierra parecía no tener temperatura. Solo las llamas del
poco me importaba si ese talismán aparecía o no, coll
fuego oscuro se mantenían intactas.
los otros tres tenía suficiente para impedir la profecía y
Marina. recuperar el talisrnán que forjó mi madre. Talismán que,
-iQué quieres decir? -preguntó corno podrán adivinar, me corresponde legítimamente.
no es evidente? Cayia con su
-¿Acaso -contestó Asi que, en ese momento, solo necesitaba que las herma-
sonrisa macabra.
grito descarnado salió nas Azancot conectaran y supieran que eran elementa-
los asesinaste!
-¡Tú -un les, hecho que no sucedería en 1a ciudad. Debían llegar
desde 1o rnás profundo de Manuela.
Magdalena intentaba respirar, pero sentía que no a Puerto Frío, a la casona de su abuela, Mercedes Plass.
Pero, ¿cómo lo haría? ¿Cómo las sacaría de la ciudad, si
le entraba aire al cuerpo. Mercedes cerró los ojos llenos
sus padres querían mantenerlas alejadas del peligro?
de espanto mientras lloraba en silencio. Y Marina solo

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368
eso los mataste Manuela-, para dad de que alguien pudiera haber jugado así con su mente.
-Por -murmulló
que viniérarnos a este lugar. fuiste tú la que atacó a Gabriel y a Ma-
-Entonces
no fueras el dolor de cabeza que eres, te pedi- rina Magdalena-. Pero, ¿cómo fuiste capaz
-Si -comentó
ría que te unieras a mí. Tu suspicacia sería de gran ayuda. de provocar un temblor si ese es un poder elemental?
murieron a cuchilladas
-Pero ellos -intervino Cayla sonrió triunfal. Con gusto, con una alegría
Magdalena-. Fue un asalto, a cualquiera le podría pasar. plena, Ilena de soberbia.

-¿No te das cuenta? -le contestó


Manuela-. la magia oscura más antigua y poderosa
-Cuando
Ella 1o hizo así para que Mercedes no sospechara de la se reúne, la tierra tiembla. ¡Pero de susto, de pánico, de
magia oscura; para que, en un futuro, nosotras tampoco terror!
1o hiciéramos. ]ustamente las características que Manuela no tenía
muy inteligente
-afirmó Cayla-.
Sin em- en esos momentos: solo la pérdida se apoderaba de elia.
-Eres
bargo, no 1o suficiente. Ninguna de ustedes fue capaz de La frustración de no haber sido capaz de usar todo su
ver a través de mis ojos. Ni siquiera Marina, quien se ingenio habitual para descubrir una mentira tan terrible
supone que es doblemente Agua, pudo descubrir que su y mortal.
hermana era una lmpostora, un recuerdo implantado
-Ella mató al abuelo para que los papás se fue¡an
por la magia oscura. Tampoco fue capaz de reconocer de Puerto Frío y así nos criáramos sin saber de qué somos
que su extraña compañera de curso era otra de mis caras. capaces
-infirió-; ella manipuló nuestra mente y las vi-
Marina sintió Ia sangre más helada que antes. ¿Era po- siones de la mamá para que no prrdiera ver qué estaba pa-
sible 1o que estaba escuchando? Cayla percibió su sorpresa. sando. Ella los asesinó a sangre fría. El1a se preocupó de

-Así es, pequeña elemental -le dijo-. Eres la que todas conectáramos a tiempo, de que Marina estuvie-
más cercana al lado astral y debía tenerte muy cerca si no ra siempre vigilada y de que tuviera una relación con Da-
quería que te dieras cuenta de todo. Fuiste la primera en mián para poder tener más peligros a nuestro alrededor,
conectarte y quería mantenerte vigilada. Qué mejor que para desviar la atención. Ella es la culpable de todo.
estar contigo en 1a casa como tu hermana y en la escuela
-Sin duda, ia más perspicaz de las Azancot -de-
como Agustina Rivas. claró Cayla.
Marina rnovía su cabeza de izquierda a derecha, ne- que no podamos decir lo mismo de ti
-Lástima
gando que algo así pudiera ser cierto. Negando la posibiJi- Mercedes, quien gracias a la ayrda del agua
-intervino

370 371
lorru¡tl¡ ¡ror sus ¡rropias ltigrirnas, iia[¡í¿r des]'recho el hiltt lenta y dolorosa. Otra cle esas muertes que no te dejan
negro que atravesaba sus labios. clormir por las noches, Mercedes.
(layla l'ue h¿rst¿r la ¿rnci¿rl-r¿r y corl una mano le agarr<i Cavla abriri 1a ¡ralnra tie sLr l.lr¿no. Sobrc ella sc or j,
ambas mejillas. ginti una bola de energia casi t¿rn oscllril como su nrira
harttr de tr, eler.nent¿l. No nre desafíes.
L,sto1. c1a. Observir con detcnilliento a Marina.

Comencemos
--'l'odo lo qLre has hecho, toclas las muertes que has -le clijo con el cuerpo tcnso de irir.
ocasionado, ilrcluyenclo la tuya, serár'r elr vano replic(r Sin ellrtrargo, no alcanz(r ¿r rclrlizar un solo mt¡vi
Mr:rcedes, a pesar cle l¿i escasa movilidacl de sus laltios. nricnto: Lln enonne llatlarada cle fitcgo fue tlirecto haci.r
Ca,vlir :ipr:etó un poco rnhs las nre.jillais ile Nlercedes. Ctryla, fbrrnanclo una barrera entre ella y ias otras cuatro
f.ir sangre manab¿r clc su boca, pero ella nt¡ hlzo lri r.rn¡ elementales- Entonces, colt.ro si tur¡icr,rn virla propiir, las
sola lnueca cle clolo r. llaln¿rs se separaron de su luente 1, se dirigieron hacia las

¿A qué te refieres, ancian¿? volutas de humo quc tcnían anarradas a las herrnauas y
- Aunque ese talisrnán haya sicio loliaclo por tu a l¿r ¿rnciana. Querniinclolos con su cirlor, los l-rilos cedic,
rniidlc. aunque incluso s,-r alma corirpleta csté volcacl¿r en rou y las cuatro quedaron iibrcs. Sin tiempo para pre
é1, jamás respolclerá arrte ti. No inrportir clr¿irlto tc es- gllntarse de dónde había vcnido esa útil ayr,Lda, Ntlercecics
fuerces, no importa qué hagas, el talismán de Fuego solo creti urt¿ b¡r r.rl |rolei t,rrrt.
les pertenece a ias clcgidas. l)ime, ¿cuhntas veces inten- --Llegir el rnc,n¡ento les dijo a sus niet¿rs . [)eben
t¿rste sacarlo clel altar, Clal,la? ¿Cuántas veces lo int¡ocrtstc trabajar jtLntas para clerrgtar parte del legado cle Ciara.
con nragiir oscura? lncLtr so con el pocler del Malclito?
¿
Pero no tenemos el cu¿irto talislnán. abuela
I)e nacl¿r servirá porque ese talism¿in r.rur.lc¿ lirc tLrvo... \, contestó N{agcltrlen a.
nunc¿i lo ser¿i.
-IIay qr-Le intentarlo con 1o que ha1,, qucricla. Es la
Cayla penctrir a Mcrceclcs con sus rrguclos ojos ver- única opción quc tcne mos.
cles- La ir¡ se había apocleraclo cle e1la- L¿rs tres hen¡anas sr: pusieron delantc de Nlercedcs

Si nc, es rnío, no 1o scrá de nadie, mucho menos y del altar. En :icgr,Licli,, se tomAron de las manos. Unir luz
cletus nietas. Dime, ;cle <1ué serviritur los t¿rlisrnanes si las verdc se origir-ró en Magdalena, ¡rtra cle color azul emer
dueñ¿rs est¿in nluert¿rs? Vas a verlas n.rorir un¿ por r.lna, gió en Marina ¡ para asombro de tr¡das, una luz bian
partienclo por tu pretlilecta: M¿11'i1)a. Ser¿i un¡r muertc ca a¡rareciti clesclc cl cuerpo cie Manucl¡. Entonces, una

37) 373
sodalita circular apareció frente a ella y quedó flotando El talismán de Manuela continuaba flotando ante
.iusto frente a sus ojos. Sus dos hermanas observaban ató-
su rostro. EIla Io tomó e instintivamente se Io colgó del
nitas, incapaces de comprender qué estaba sucediendo. cuello. Er-rtonces, como ei engranaje que eran, el talis-
talismán de Aire Manuela con la voz en mán de Tierra, el de Agua y el de Fuego por fin salieron
-E1 -dijo
un hilo. del altar. Magdalena y Marina imitaron a su hermana y
es dueña de dos talismanes? colgaron los talismanes en sus cuellos. Para sorpresa de
-¿Manuela -pregun-
tó Marina desconcertada. todas, el talismán de Fuego se quedó flotando por sí solo.
Los cuatro resplandecieron con fuerza y su luz se trans-
-No, querida -dijo Mercedes-.
Manuela se co-
nectó con un talismán que no Ie correspondía. formó en una sola que fue directo hacia los árboles secos
es posible? Magdalena con 1a y enroscados, que volvieron a su forma original dejan-
-¿Cómo -inquirió
vista fija en la brillante sodalita. do e1 cielo completamente despejado. Cayla estiró am-
los talismanes funcionan colllo un engra- bos brazos invocando todo el poder de Ia magia oscura
-Todos
naje. Están co¡rectados entre ellos. Manuela tenía de- y un grueso rayo de bruma negra fue directo hacia ellas.
rnasiada rabia y conectó con el elemento equivocado, se Pero de nada le sirvió: los cuatro talismanes produjeron
conectó con el talismán que más se asemeja a ese senti- una sola luz de múltiples colores que desintegró la niebla
miento: el de Fuego. Ahora, sin embargo, algo cambió. yendo directo hasta la hija de Ciara. Bastó que recibie-
El hecho de que Manuela quisiera colaborar hizo que se ra una sola descarga de energía para que cayera sobre
conectara con su verdadera esencia. la tierra, casi in-consciente. E¡a el poder más grande que
entonces, ¿por qué sigue aquí el de Fuego? Mercedes había visto en su vida.
-Pero,
Marina, quien observaba cómo la sodalita Los árboles florecieron nuevamente, los ríos co-
-comentó
roja irradiaba su luz desde el altar. menzaron a fluir y el viento sopló ligero sobre el claro.
Mercedes no pudo responder la pregunta de su nie- Entonces, como si tuviera vida propia, el talismán de
ta. Desesperada ante el inusitado acontecimiento, Cayla Fuego cruzó el claro de bosque como una estrella fugaz
desató toda su ira por medio de volutas de hurro negro, y se internó entre las ramas. Ahí, desde e1 otro extremo,
largas y gruesas, que aparecieron desde lo más profundo vieron una silueta que tenía frente a eila el círculo res-
del bosque. La barrera energética de Mercedes comenzó a plandeciente. Segundos más tarde, el talismán desapare
ceder, pero las hermanas estaban más unidas que nunca. ció junto con la rnisteriosa figura.

374 375
Cayla estaba tirada sobre la tierra húmeda, incapaz cantamiento hecho por la magia oscura se deshizo tan
de ejercer un solo movimiento. Su respiración era débil y pronto como su dueña dejó 1a vida. En ese instante, 1as
su mirada parecía perdida. tres hermanas recordaron cómo era su vida antes de la
pasará con ella? Marina' llegada de Matilde. Esa noche, volvían a ser tres como
-áQué -preguntó
está yendo su abuela. siempre lo habían sido. Cayla y Matilde desaparecían de
-Se -respondió
Una risa débil y macabra provino desde Cayla' sus vidas. El legado de Ciara, sin embargo, perrnanecía
te parece tan gracioso? Manuela' más vivo que nunca.
-¿Qué -preguntó
irnporta cuántos talismanes tengan, están
-No
acabadas.
qué estás hablando? Magdalena'
-¿De -inquirió
encargará de ustedes'
-El nuevo Oscuro
se

-¿'Ie refieres a Damián? tomó del brazo para


--preguntó Marina
acercándr¡se a ella, pero Manuela 1a

impedirlo.
una mentirosa. No le creas nada -le previno
-Es
su hert¡ana.
impresa la misión del Maldito, quien
-En é1 está
pronto vendrá por ustedes. En poco tiempo más, se arre-
pentirán. Llorarán desesperadas, preguntándose por qué
no dejaror-r que yo 1as matara'
Las hormigas llegaron hasta Cayla y, a medida clue
la fuerza de su respiración disminuía, comenzaron a cu-
brir su cuerpo.
no conocen el miedo. Solo cuando estén
-LIstedes
frente al Maldito sabrán qué es el terror. Ya viene... Ya viene '
Los ojos de Cayla quedaron blancos y abiertos has-
ta que las hormigas los cubrieron por completo. L'l en-

376 377
r

Despedida

Esa mañana todo era silencio. Marina pestañeó lenta-


mente y enfocó la vista en el techo. Parecía más distante
que nunca. A su alrededor las cortinas flameaban con
suavidad por la gélida brisa del viento. Habia dejado
las ventanas abiertas durante la noche para ver si así le
entraba algo de aire aI cuerpo. Sin embargo, seguía sin-
tiendo el pecho apretado y los ojos hinchados. Seguía
sintiendo el mismo vacío. La muerte la rodeaba. lnhaló
largo y hondo para tomar fuerzas y salir de la cama. En-
tonces, puso un pie en el suelo yluego otro. Lo sintió rnás
helado que de costumbre. Abrió las cortinas y pudo ver
que el dia la acompañaba, triste y gris. Un manto blanco
bañaba la cordillera; era el mismo color níveo que había
cubierto el rostro de Pedro. Dio otro respiro para llenar
los pulmones y abrió su c1óset. No se ducharía: la 11uvia
de la noche anterior había sido suficiente. Esa mañana
no quería tener contacto con el agua.

379
Sacó unas medias y un vestido negro. Parecía que todo acosturrbraba a llevarle los completos a pedro y Damián
transcurría en cámara lenta. Cada segundo le pesaba. Cada siempre que iban para allá. Cubierta de un abrigo negro de
movimiento era un esfuerzo. Una vez lista, se sentó frente al plush, Eva Millán lloraba de íorma sonora en el centro del
tocador y peinó su cabello. Entonces, frente a ella, vio la coro- grupo mientras 1a enferme¡a del colegio, pamela pamle¡
na de hojas de sauce que colgaba desde uno de los bordes del le ofrecía un pañuelo desechable. Marina se preguntó si
espejo. La tomó y la guardó dentro del primer cajón. Eso ya lloraría por Pedro o por la cantidad de reparaciones que
no existía, estaba claro. Ya no más encuentros bajo el sauce. tendría que hacer en el colegio, luego del temblor. Un
Ya no más conversaciones, risas, gestos. Ya no más. Los ojos conjunto de pescadores dejó sobre la tumba una corona
se le aguaron y un golpe en la puerta la salvó de las lágrimas. floral en tonos azules, el preferido del capataz. por respeto,
-Estamos
listas
-dijo Magdalena desde el umbral. nadie preguntó dónde estaba Damián. por respeto, nadie
Sin porler mirarla, asintió. Luego dejó el cepillo so- preguntó nada. Se habían conformado con el diagnóstico
bre la mesita, tomó un abrigo negro y se encaminó para final: infarto al miocardio. Quienes sabían cómo era pedro,
salir de la pieza. Magdalena la detuvo en el umbral. guardaban la tranquilidad de que, por fir-r, estaría con su
Damián va a estar... Clarita. Habia sido un amigo fiel y un padre responsable.
-Marina,
-No quiero hablar de eso, Maida. No puedo hacer- Un buen hombre. Ningún creyente dudaba que estaría en
lo de espaldas a su hermana. un lugar privilegiado, en compañía de sus seres queridos.
-sentenció
Y como un alma en pena, desapareció entre las cur- EI párroco del pueblo condujo Ia ceremonia. Marina
vas de la casona' apenas lograba hilar sus pensamientos y menos pudo corn_
**x prender el sermón. Que el reino de los cielos será Ce los
buenos. Que Dios era iusto y misericordioso. Eso sí lo es_
El cementerio de Puerto Frío parecía cobrarvida: la mayoría cuchó. Y no lo pudo creer. Nadie había tenido piedad en los
del pueblo estaba ahí. Pedro había sido principalmente últimos días, en los últimos meses, en el último año. para
conocido entre los campesinos y pescadores del puerto, ella, la compasión ya no existía. Había perdido a quienes
quienes le guardaban un cariño especiai. Ahí estaba Juan más quería. Primero, sus padres; después, Damián. y pe_
Casas, el portero de la escuela, junto a don Mancho y su dro. Si el capataz estaba a pocos minutos de ser enterrado
familia, dueños del único restaurante que valía Ia pena; bajo tierra, era por culpa suya. Ella habia permitido que
también estaba la Filo, una de las meseras del local que todo eso sucediera. Ella, su egoísmo y la falta de compasión

380
381
eshora de irnos dijo a sus hermanas.
de quien quiera que estuviera arriba. A ella nadie la acom- -Ya -1es
pañaba. Para ella no había Dios. Para ella, nada. -Yo me quedo -dijo Marina con la vista clavada
en el lugar donde había sido enterrado Pedro. Las gotas
Vanesa y Emilio la miraban de frente, aI otro lado
descendían pesadas sobre ella. Entonces, para su sorpre-
del semicírculo. Su amigo esbozó una sonrisa y Vanesa
sa, sintió una mano entrelazar la suya.
Ievantó una mano, pero Marina no respondió' Mientras
más lejos estuvieran de ella, mejor. Correrian menos pe- -Yo también -comentó Manuela.
Marina sintió su mentón tiritar. Era la primera
ligro. Habia comprobado que era un riesgo para los de-
vez que Manuela se comportaba así con ella. Magdalena
más. Ningún Oscuro podía enterarse quiénes eran sus
miró a Mercedes y su abuela asintió.
seres queridos, porque de ser así, de seguro encontrarían
la muerte. Agradeció no haberle presentado sus amigos a -Nos quedamos todas -concluyó la mayor de
1as Azancot.
Damián, de lo contrario, ahora serían presa fácil'
De pronto, Mercedes se puso delante de sus tres nietas.
El sacerdote terminó su prédica justo cuando co-
hacer esto cuando llegáramos a la caso-
menzaban a caer las primeras gotas de lluvia' De a poco -Pensaba
la gente del pueblo se fue del cementerio. Entonces, Va-
na
-les dijo cabizbaja-. En realidad, pensaba hacerlo
cuando las cuatro estuvieran conectadas, quiero decir,
nesa y Emilio se acercaron a Marina.
cuando las tres y... bueno...
contigo, amiga. Si necesitas algo, cual-
-Estamos Vanesa entendemos, Meche Magdalena.
quier cosa, puedes contar con nosotros -afirmó -Te -dijo
sí. ¿Podrías venir con tu paraguas, querida?
dándole un abrazo que no fue correspondido' -Bien,
Marina. No quiero que se moje mientras sacaba un
-No necesito nada -declaró ti, -comentó
papei de su abrigo.
que es difícil para Pero no te cie-
-Entendemos Magdalena ia cubrió y Mercedes abrió el manuscrito.
rres a nosotros. Somos tus amigos -comentó Emilio'
-preguntó Manuela, quien aún
es eso?
-Lo único
que necesito es que me dejen sola' -iQué
mantenía su mano aferrada a la de Marina.
Marina notó que a Vanesa se le humedecían los ojos'
-Esta una carta de sus padres.
es
Emilio' Marina necesita tranquilidad'
-Vamos, Después de un tiempo mirando al vacío, Marina le-
Él asintió y los dos se fueron. La lluvia caía sin tre-
vantó su vista. Las tres hermanas quedaron expectantes.
gua. Magdalena se despidió de Gabriel ¡ luego, abrió un
Mudas. Ninguna pudo decir una sola palabra. EI úr-rico
paraguas negro para cubrir a Mercedes con é1'

383
382
-U

sonido que se escuchaba era el de la iluvia contra la tie- sabía si cometía un error o estaba en lo correcto. Sus abuelos
mantuvieron firme la postura de que una elemental debía
rra. Entonces, Mercedes comenzó a Ieer'
saber quién era desde el comienzo de sus días. Pero ellos
no sabían la profecía que me había sido revelnda. Ellos no
Querídas hijas: sabían el futuro que les esperaba. De ser así, estoy segura
de que hubieran apoyado mi decísión d.e mantenerlas al
Si recíben esta carta porque ya no potlemos acompañarlas'
es
margen mientras se pudiera. Y estoy segura, también, de que
Si su abuela es quien está frente a ustedes en estos momefitos'
ustedes harian lo mismo por sus hijos.
es porque están en Puerto Frío y saben toda la
verdad' No
imaginan aúnto hubiera gustado ParticiPar en ese
nos Nuestras ganas de abandonar el puerto autnentaron cuando
camino, pero desde niña entendí que el poder de la visión no un Oscuro asesinó a su abuelo- Murió sin piedad a los pies de
se debía manipular. En especial si tienen incidencia directa
en nuestra propia casa. Su padre y yo temimos por ustedes. Esa
quienes conJormarán la Rueda del Ser' fue la última razón que necesitábamos para irnos de Puerto
Frío. A la Meche le costó superarlo. Siempre creyó que nos
Hace años, cuando conocí a su padre, Luve una visíón muy
marchábamos solo por la muerte del abuelo. Siempre pensó
especial: soñé con ustedes. No vi cams ni gestos especírtcos'
que la habíamos abandonad.o. No podía conta e que ustedes
pero Io supe. Sabia que eran mis hijas' Ese sueño fue' quizás'
eran las elegidas. Nadie podía saberlo. Pronto comprenderán
uno de los más explícitos que he tenido en toda mi vida' Vi
que las rroticias en el mundo elemental se dan a conocer
los talismanes del poder en manos cle ustedes, mis ninas'
rápidamente. Muchos piensan que estamos casi extintos,
Vi que los talismanes, de los cuales sus abuelos siempre me
Pero nosotros creemos que no es as{. Estamos dispersos por
lrobloror, pertenecían a ustedes. EI legado del clan original
el miedo, pero cuando sepan sobre ustedes, un nuevo poder
había sido traspasado a mís hijas. No tuve ninguna duda
emergerá y los Oscuros llegarán sin misericord.ia para obtener
de ello y, sin embargo, decídí guardar silencío Un honor
lo que ustedes tienen, para eyitar ser encerrados por siempre.
lremendo me inundó' pero a la vez, el pánico se apodetó de
mí. Y es que ser dueña de un talisman trae consigo una gran Tampoco podía escuchar cada mañana, por teléfono, que
responsabilidatl. Signít'ica cye, por fin, alguien se encargará estaba hacíend.o mal las cosas. Yo las veo ahora, mis niñas, y
de reunír a nueslra raza. Alguien encontrará la cura para estamos seguros de que les hícimos un bien. Les aseguramos
terminar con siglos de muerte y persecución' Alguien' una vida tranquila d,urante mucho tiempo y las preparofios
luego de tanto tiernpo, encontrorá el modo de acabar con el Juertes para un futuro lleno de incertidumbre.
horrible legado de Ciara. (Jstedes son esas personas' Ustetles
Las queremos. Las conocemos. Sabemos que me reprocharán
Íienen ese honof.
no haber intervenid.o en una visión tan espantosa como
Su padre y yo sabíamos que, tarde o temprano, tendrían
que mi muerte y la de su padre. Sé que, áurante muchas lunas,
enfrentar su destino. Sin embargo queríamos que ttivieran no comprenderán por qué lo hicimos. Solo cuand.o estén
el mayor tiempo posible una vida normal' Al PrinciPio'
no terdaderamente conectadas, lo entenderán. Estamos

384 385
r

momentos
lo que estaba escrito. )amás pensé que Milena sabía que
conscientes de que nos perderemos cientos de
údas. Sin embargo, al igual que cuando ustedes eran las elegidas
imPortantes en sus

decidimos criarlas lejos del mundo elemental' tenemos


la Un trueno retumbó y el viento se coló entre las
certeza de que esto será por un bien mayor' piernas de las hermanas. Manuela continuaba apretando
kndrán un poder inimaginable y un privilegio enorme' con fuerza la mano de Marina.
Tendrán un don único para nuestra raza y' con él' grandes frente a una guerra inminente
compromisos. Nosotros sabemos que podrán con todo
eso y -Estamos -coltti
. nuó Mercedes-. La presencia de Cayla entre nosotras
mái. Desde pequenas llevan consigo la esencia de un zahorí:
aquello que fue solo el comienzo. Pronto veremos la aparición de
son perspicaces; tienen la facultad de descubrir
esti oculto; lo que otras personas piensan o sienten' Esa es más Oscuros y el auge de la magia creada por Ciara. No
la esencia del Água, su clan. No importa qué talismán
les
sabemos dónde están nuestros hermanos. No sabemos a
pertenezca, el espíritu del zahorí se mantendrá intacto
en
quién pertenece eI talismán de Fuego. Está claro que la
cada una de ustedes.
cuarta elegida estuvo con nosotras durante la batalla con
Nunca nos fuímos. Cayla, pero no sabemos por qué se fue ni dónde estará.
Estare mos si e mPre P res e
n tes'
Lo único que si sabemos, de lo único que podemos estar
En la Tierra, en el Aire' en el Fuego y'
seguras, es que hoy comienza una nueva etapa en nuestra
sobre todo, en cada gota de Agua'
Que el espíritu de los elementos
sea historia, una donde debemos volver a los orígenes para
con ustedes. luchar por nuestra herencia, nuestros seres queridos y
Con amor
sus PaPás.
nuestra tierra. Porque de 1o contrario, todas las pérdidas
habrán sido en vano. Nuestra familia habrá sido en vano.
¿Están atentas, queridas? ¿Están con Ia causa elemental?
A Marina le dolía el contacto de Ia lluvia contra su
a ella Marina observó los ojos de sus hermanas. Vio en
cuerpo. La mano de Manuela estaba más aferrada
ellos la presencia de sus padres. Recordó a Damián. A
que antes y casi no sentía la punta de los dedos' Magdale-
Pedro. A Vanesa, Ernilio y Littin, sus amigos. Sí, ella es-
na derramaba unas pocas lágrimas en silencio' Ninguna
dobló en cua- taba con Ia causa. Estaba con cada uno de ellos. Como un
de las hermanas Pudo decir algo' Mercedes
zahorí, descubriría a la dueña del cuarto talismán. Asi,
tro el papel y lo guardó dentro de su abrigo negro'
el silencio-' pondría fin al legado de muerte y sufrimiento que sus
-No la
había leído
-dijo romPiendo antepasados habían forjado.
Decidí no hacerlo Por respeto a ustedes' Nunca imaginé

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