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Cuando vuelvas a verme no seré yo, seré otra.

Mi libro favorito, mi canción de alarma, mi tinte


de cabello, mi léxico y hasta mi mirada será distinta. La niña que alguna vez estuvo contigo
ahora creció de golpe, tarde o temprano tenia que pasar y pasaste tú, esa lección que te da la
vida para volcarte 160 grados boca al espacio, disparando mi plan de datos al doble,
saturando mi memoria interna y explotándola con un troyano. Tenías que llegar tú, como
personaje de alguna profecía para demostrarme que los “por siempre juntos” la mayoría de
veces son mentira. Que creer que el primer amor es el de verdad es más fantasioso que el
viaje de la segunda estrella a la derecha, o que la corriente australiana me dejará a unos
pasos de un dentista con un pez payaso apunto de saltar a la vida por un lavamanos. Pintaste
mis paredes de gris y me enseñaste que mentir con profesionalidad puede resultar más “Don
que defecto”. Fuiste tan hijo de puta al hablarme de amor cuando sabías que esto tenía
dirección hacia ningún lado. ¿Diversión, pasatiempo y sexo? ¡Tan fácil era hablar claro! Y
aunque ahora me duele, y me escuecen hasta las células voy a salir de esto, con coraza
nueva al corazón, medidas de seguridad antirrobo, y una trinchera de refugio para cualquier
atentado terrorista, porque con más gente como tú repartiendo palabras bonitas con
profesionalidad en el engaño, uno ya no sabe.

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