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Haruki Murakami
2011
A modo de prólogo
Imaginantes
(Miniserie audiovisual mexicana
de cápsulas sobre literatura y arte
conducidas por José Gordon)
www.imaginantes.tv
Sobre encontrarse con la chica 100% perfecta
en una bella mañana de abril
Una bella mañana de abril, en una pequeña calle lateral del elegante barrio
de Harajuku en Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta.
-Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo a alguien.
-¿Sí? –dice él- ¿era atractiva?
-No realmente.
-¿De tu tipo entonces?
-No lo sé. Es como si no pudiera recordar nada de ella, ni la forma de sus
ojos ni el tamaño de su busto.
-Raro.
-Sí. Raro.
-Bueno, como sea –me dice ya aburrido- ¿Qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La
seguiste?
-Nah, sólo me crucé con ella en la calle.
Ella camina de este a oeste y yo de oeste a este. Es realmente una bella
mañana de abril.
Desearía poder hablar con ella. Media hora sería suficiente: sólo para
preguntarle acerca de ella, contarle algo acerca de mí, y –lo que realmente
me gustaría hacer- explicarle las complejidades del destino que nos han
llevado a cruzarnos uno con el otro en esta calle lateral en Harajuku en una
bella mañana de abril de 1981.
Algo que seguro nos llenaría de tibios secretos, como un antiguo reloj
construido cuando la paz reinaba en el mundo.
-Buenos días señorita, ¿cree que podría compartir conmigo media hora
para conversar un rato?
Érase una vez un chico y una chica. El chico tenía dieciocho y la chca
dieciséis. Él no era notablemente apuesto y ella no era especialmente bella.
Simplemente eran un chico solitario común y una chica solitaria común,
como todos los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún
lugar del mundo vivía el chico 100% perfecto y la chica 100% perfecta para
ellos. Sí, creían en el milagro. Y de hecho ese milagro sucedió.
El tiempo pasó veloz, y pronto el chico tuvo treinta y dos, y la chica treinta.
Una bella mañana de abril, en busca de una taza de café para empezar el
día, el chico caminaba de este a oeste, mientras que la chica lo hacía de
oeste a este con la intención de una enviar una carta de entrega especial,
ambos a lo largo de la pequeña calle del barrio de Harajuku de Tokio.
Pasaron uno al lado del otro justo en el centro de la calle. El débil destello
de sus memorias perdidas brilló por un instante muy breve en sus
corazones. Cada uno sintió retumbar su pecho. Y supieron:
Ella es la chica 100% perfecta para mí.