Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Guia de Falacias
Guia de Falacias
Guía de Falacias
íNDICE
Tema Página
Introducción: Los diversos modos de discurrir mal que se llaman 3
sofismas, sofisterías o falacias, por Ricardo García Damborenea
Ejemplos de falacias, por Edgar Salgado García 6
1. Falacia de afirmación gratuita 6
2. Falacia del accidente 6
3. Falacia de ambigüedad 7
4. Falacia de falsa analogía 7
5. Falacia de negar el antecedente 8
6. Falacia de ataque personal (ad hominem) 8
7. Falacia de falsa autoridad 9
8. Argumento de recurso a la fuerza (ad baculum) 9
9. Falacia de afirmar el consecuente 9
10. Falacia ad misericordiam 10
11. Falacia de la conclusión equivocada (non sequitur) 10
12. Falacia de la generalización precipitada 11
13. Falacia ad ignorantiam 11
14. Falacia populista (ad populum o "subirse al carro") 11
15. Falacia por falsa disyunción 11
16. Falacia de la falsa causa 12
17. Falacia de la pista falsa 12
18. Falacia de eludir la carga 13
3
El término procede del latín fallatia, que significa engaño, y lo empleamos como
sinónimo de sofisma, palabra que acuñaron los griegos para designar el
argumento engañoso.
Ocurre con las falacias como con los dioses del panteón greco-romano: son tantas
y con parentescos tan embrollados que cualquier intento de clasificación resulta
inútil. Desde que Aristóteles redactara sus Refutaciones Sofísticas hasta hoy, no
han aparecido dos libros sobre esta materia que recogieran el mismo
ordenamiento. Es mucho más fácil clasificar insectos porque plantean menos
problemas conceptuales y están mejor definidos. Los fallos argumentales, por el
contrario, son escurridizos y ubicuos: un mismo error puede constituir varios
sofismas a la vez. Aquí no vamos ni siquiera a esbozar una clasificación. Nos
limitaremos a exponer las falacias más frecuentes en orden alfabético para facilitar
su consulta1.
1
Nota: Se refiere al “Diccionario de Falacias”, que en la presente guía no vamos a reproducir.
4
1. Abandonar la racionalidad.
2. Eludir la cuestión en litigio.
3. No respaldar lo que se afirma.
4. Olvidos y confusiones.
1. El abandono de la racionalidad.
4. Olvidos y confusiones.
b. El ataque a la falacia
Nos pasa con los sofismas lo que con los juegos de manos: aunque sabemos que
hay un truco no podemos explicarlo. Cada sofisma, como veremos, requiere una
respuesta peculiar, pero se pueden señalar algunas sugerencias generales.
2. Lo peor que se puede hacer es emplear la palabra falacia. A nadie le gusta que
le acusen de falaz. Es un término cuasi insultante que tal vez suscite algún
arrepentimiento pero que, generalmente, provoca un contraataque feroz e
irracional que puede hundir el debate. Existen vías más sutiles para informar a
los contrincantes de que han resbalado en su razonamiento. No merece la
pena malgastar tiempo en una descripción técnica del error que, como los
latines, no entenderá nadie. Es mejor limitarse a señalar el fallo en las
premisas, la conclusión o la inferencia.
3. Siempre son muy eficaces los ejemplos, especialmente cuando son absurdos.
Aquí hemos procurado facilitar una abundante munición que se puede utilizar
como está o inspirarse en ella para fabricar otros.
No recogemos todos los errores imaginables sino los que, por su frecuencia, han
recibido un nombre, a veces en latín (prueba de su abolengo). No es preciso que
uno se los aprenda. Lo importante es diferenciar los errores, aunque hemos de
reconocer que las etiquetas ayudan a distinguir, comprender y, sobre todo, a
conservar la memoria de las cosas.
6
Es una de las falacias más comunes, y consiste en afirmar algo sin dar razones
que sustenten lo expresado. Ocurre con mucha frecuencia en los medios de
comunicación, como en la prensa, la televisión o la radio, y también en las
conversaciones cotidianas.
Esta afirmación no tiene ningún sustento. Lo primero que preguntaríamos aquí es:
¿por qué? Y no hay razones. La afirmación gratuita realmente no es un
argumento, sino solamente un enunciado. No es argumento porque carece de
premisas.
Ejemplos:
Los músicos son bohemios, nada más vea cómo se visten los integrantes de este
grupo de rock.
En ambos casos vemos que las afirmaciones tienen premisas, pero estas se
basan en características meramente accidentales, no esenciales, en el primer
ejemplo, de los músicos, y en el segundo, de los viajes aéreos. Lo “accidental”
implica muchas veces “juzgar por las apariencias”, como se aprecia en el primer
ejemplo.
7
Falacia de ambigüedad
Esta es una falacia que se comete por un uso impreciso del lenguaje, lo cual da
lugar a interpretaciones ambiguas. En ocasiones ocurre esta falacia porque en el
argumento se usa una palabra y luego se le cambia su significado.
Ejemplo: Como los hombres y las mujeres no son iguales, entonces sus
derechos tampoco deben ser iguales.
En este ejemplo, la palabra “igual” no se usa de la misma forma en las dos veces
en que aparece. No es lo mismo la igualdad biológica que la igualdad ante la ley.
Son cosas muy distintas, y esto puede confundir al receptor del argumento,
haciéndolo pensar que su autor tiene razón.
Ejemplo: José le dijo a Carmen que llevara a su madre al doctor, ya que está
muy enferma.
Se comete esta falacia cuando se comparan dos cosas que no tienen nada que
ver la una con la otra, pero se hace creer que sí al tomar como base alguna
similitud que no es esencial.
Ejemplo: Al igual que ocurrió con los japoneses en la Segunda Guerra Mundial,
los norcoreanos son ahora una amenaza capaz de producir una nueva guerra
global.
Si A, entonces B. No A. Entonces, no B
La falacia ocurre porque A puede ser una condición suficiente para que ocurra B,
pero no una condición necesaria.
Ejemplo: Si hay tortuguismo en los puertos las exportaciones serán más caras.
No hay tortuguismo, por lo tanto las exportaciones no serán más caras.
Este argumento no es válido, ya que las exportaciones pueden ser más caras por
otras razones, como que aumenten los impuestos en los países de destino, o que
las compañías navieras aumenten los precios de transporte.
“Ad hominem” significa “al hombre”, es decir, que se ataca a la persona y no sus
argumentos. Es muy común utilizar esta falacia cuando no se tienen argumentos,
por lo que el ataque se vuelve contra la persona con la cual se discute. También
vemos esta falacia en los medios de comunicación.
Ejemplo: No hay que creer en las críticas de los sindicalistas al Tratado de Libre
Comercio, bien sabemos que esas personas no tienen visión de futuro.
Ejemplo: ¿Cómo pretende este señor diputado dar consejos sobre cómo mejorar
la recaudación fiscal, si él mismo ha sido un corrupto que ha evadido impuestos?
Veamos que en estos ejemplos una cosa no tiene nada que ver con la otra. Las
críticas de los sindicalistas pueden ser válidas, o al menos deberíamos estudiarlas
y si deseamos refutarlas, hacerlo con argumentos y no atacando a sus autores.
De manera similar, en el segundo ejemplo, los consejos que da el diputado
pueden ser pertinentes (o no), pero habría que analizarlos y no desecharlos de
una vez aduciendo que su autor es un “corrupto” (cosa que tampoco sabemos si
ha sido probada).
9
Este tipo de falacia ocurre cuando se afirma algo apoyándonos en una autoridad
que no tiene conocimiento, experiencia o ingerencia en la materia que estamos
tratando.
Ejemplo: Los televisores LG son los mejores, porque así lo afirma Rolando
Fonseca.
Ejemplo: Costa Rica debe firmar el TLC, porque el Papa Benedicto XVI lo apoya.
Los argumentos por autoridad son válidos siempre que la fuente que se cita como
autoridad sea competente o imparcial para opinar sobre lo que estamos
defendiendo. En estos casos, vemos que no tiene nada que ver que un futbolista
famoso aparezca en un anuncio de televisores para afirmar que son los mejores, o
que el Papa, autoridad en asuntos religiosos o morales, opine sobre un tema
económico.
En este caso, “ad baculum” significa apelar al báculo, un bastón que significa el
poder de una persona. El argumento ad baculum consiste en imponer por la
fuerza una idea, bajo la amenaza de consecuencias negativas por parte de una
persona con mayor fuerza.
Ejemplo: Será mejor que creas en lo que te digo, porque soy tu padre y soy yo el
que impongo las condiciones y castigos.
Ejemplo: Señor inspector, si usted me impone la multa tendré que hablar con sus
superiores, usted no sabe quién soy yo en este país.
Si A, entonces B
B
Entonces A
Ejemplo: Si Ana tomó las llaves las puso sobre el escritorio. Las llaves están
sobre el escritorio. Entonces fue Ana la que las tomó.
10
En ambos ejemplos, estamos suponiendo que existe una única causa o condición
absolutamente necesaria (A) para que ocurra B. Pero las llaves pueden estar
sobre el escritorio y no necesariamente fue Ana quien las puso allí. O puedo estar
sin dinero porque compré algo muy caro y no necesariamente porque asistí al
concierto.
Falacia ad misericordiam
“Non sequitur” es una expresión en latín que significa “no se sigue de”. Esto hace
referencia a una conclusión que no se sigue de las premisas.
Ejemplo: Hay muchas nubes en el cielo. Por lo tanto, esta noche va a temblar.
Observe que en los ejemplos anteriores, una cosa no tiene nada que ver con la
otra. Se llega a una conclusión que no guarda ninguna relación con las premisas.
11
Ejemplo: Los ticos somos unos vagabundos. En este país nadie quiere trabajar.
Ejemplo: Los políticos son oportunistas, que solo quieren llegar al poder para
enriquecerse.
Falacia ad ignorantiam
Esta falacia se refiere “a la ignorancia”. Supone que algo debe ser cierto porque
no se ha comprobado su falsedad.
Ejemplo: Ese individuo debe ser el culpable del crimen, de todas formas no hay
ninguna prueba de que él no haya sido.
Esta falacia se llama “ad populum” porque apela al pueblo, es decir, supone que si
una afirmación es apoyada por la mayoría de la gente, entonces debe ser
verdadera. Se conoce también como “subirse al carro” porque la persona cree en
algo cuando observa que muchas otras personas también lo creen.
Ejemplo: Cool Fresh es la mejor pasta dental, miles de dentistas no podrían estar
equivocados.
Ocurre cuando un evento se presenta como causa de otro, sin que esté
demostrada que efectivamente sea la causa. Muchas veces las personas
suponen que un evento es causa de otro porque ocurren juntos en el tiempo. Sin
embargo, la contigüidad temporal no necesariamente implica que ambos eventos
sean causa y efecto.
Incurre en esta falacia la persona que, como decimos popularmente, “se quita el
tiro”, o elude la responsabilidad de dar razones para apoyar sus afirmaciones.