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Estudio Básico de

Adaptación al Cambio Climático


Sector Incendios forestales

Edita:
Consejería de Medio Ambiente, 2012

Consejero de Medio Ambiente:


José Juan Díaz Trillo

Director General de Cambio Climático y Medio Ambiente Urbano:


José Fiscal López

Dirección facultativa:
Miguel Méndez Jiménez

Equipo de trabajo:

Consejería de Medio Ambiente


Miguel Méndez Jiménez
Rafael Barba Salcedo

Agencia de Medio Ambiente y Agua


Carlos Juan Ceacero Ruiz
Eduardo Navarrete Mazariegos
Francisco Manuel Jiménez Brenes
Susana Álvarez Peláez
Ana Isabel Mesas Robles
Jorge Soria Tonda

Fotografías:

Luana Fischer Ferreira: 21


National Geographic: 5
No autor: Portada, 6, 11, 24, 119

Diseño gráfico y maquetación:


Carlos Manzano Arrondo

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 2


Índice

1. Objeto...................................................................................................................................4

2. Introducción ........................................................................................................................7

3. Objetivos, alcance y limitaciones....................................................................................10

4. Metodología .......................................................................................................................12

5. Análisis de los Escenarios regionalizados de cambio climático..................................15



5.1. Temperaturas medias de las máximas y mínimas anuales y precipitación anual.......15
5.2. Aumento de temperaturas y variación de la precipitación en 2050 respecto a 1961-90....19

6. Caracterización del régimen de incendios en Andalucía..............................................22



6.1. Introducción.................................................................................................................22
6.2. Estadísticas de incendios foretales..............................................................................22
6.3. Índices de riesgo..........................................................................................................38

7. Evaluación de la vulnerabilidad........................................................................................44

7.1. Introducción.................................................................................................................44
7.2. Descripción de los principales factores que controlan los incendios forestales.........44
7.3. Análisis de vulnerabilidad mediante índices bioclimáticos..........................................52

8. Identificación y valoración de impactos.........................................................................83

8.1. Impactos derivados por los efectos del cambio climático sobre los incendios forestales... 83
8.2. Valoración de impactos................................................................................................88

9. Opciones y medidas de adaptación................................................................................90

9.1. Introducción.................................................................................................................90
9.2. Principales medidas y opciones adaptativas...............................................................92
9.3. Líneas de investigación prioritarias............................................................................100

10. Anejo 1: Cartografía. Insolación en Andalucía. Promedio mensual de horas de
sol diarias...................................................................................................................104

11. Anejo 2: Documentación Complementaria.................................................................107

12. Anejo 3: Análisis de Temperaturas Críticas. Datos Acumulados por Década.


Datos de Superación y Cartografía por Umbral de Riesgo...................................... 110

13. Anejo 4: Escenarios regionalizados de Cambio Climático: conceptos básicos.....118

14. Bibliografía .....................................................................................................................120

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 3


1 Objeto

Actualmente, hay un consenso generalizado de que el cambio climático es la amenaza


fundamental que tiene la humanidad y que son prácticamente todos los sectores
socioeconómicos los que ya evidencian sus efectos.

Una de estas evidencias es la de los incendios forestales, que guarda una estrecha
relación con el clima, en tanto que el origen y propagación de los mismos dependen,
entre otras causas, de factores climáticos o relacionados con ellos, como la temperatura,
la humedad relativa, la velocidad del viento, la topografía, el tipo de vegetación o la
sequedad de la biomasa. En este sentido, no resulta extraño que se haya demostrado
que, a escala geológica, la relación entre cambio climático e incendios forestales sea muy
alta, de manera que los fuegos hayan sido más frecuentes en los períodos cálidos que en
los fríos (Carcaillet et al., 2002).

Claro que el papel del hombre en la generación de los incendios es y ha sido históricamente,
también muy notable, como lo demuestran las estadísticas que nos hablan de que el 90%
de los fuegos son iniciados por acción humana, tanto por negligencia como por causas
intencionadas y que la acumulación de combustible en el monte, como consecuencia de un
abandono progresivo del medio rural, son aspectos esenciales para explicar el régimen de
incendios en un determinado territorio (Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, 2006a).

De este modo, los incendios son un elemento de perturbación considerable de los sistemas
forestales, que ha ido de la mano del clima y del hombre, dejando en el inconsciente
colectivo la imagen de ser una fuerza destructora imparable y desorbitada, que puede
acabar con el mundo.

La estrecha relación entre el clima y los incendios es bidireccional, en el sentido de que


estos últimos pueden potenciar el cambio climático, además de ser una de sus probables
consecuencias. De hecho, los incendios forestales favorecen el cambio climático al emitir
gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, al tiempo que el cambio climático está
incrementando la vulnerabilidad del territorio a los incendios forestales. Entre 1970 y 2001 se
emitieron, debido a los incendios, más de 100 millones de toneladas de estos gases (dióxido
de carbono, monóxido de carbono y metano) en el conjunto del Estado español (Ministerio
de Medio Ambiente, Rural y Marino, 2005). Además, en el mismo período, se emitieron cerca
de 24.000 toneladas de óxidos de nitrógeno. Entre 1990 y 2000, las emisiones totales de GEI
de los incendios forestales alcanzaron el 1% de las emisiones totales del país, emitiéndose
en Andalucía, entre 1988 y 2001 algo más de 200.000 toneladas de carbono (Consejería de
Medio Ambiente, 2009c).

El aumento de las temperaturas tendrá incidencia en la proliferación de plagas forestales,


que acarreará la muerte de numerosos árboles, cuyos restos secos serán un combustible
ideal para los incendios (Wang y Chameides, 2005). Además, dichos insectos pueden
diseminarse con más facilidad, accediendo a zonas donde anteriormente no podían
desarrollarse a causa del frío; por ejemplo, en la región sur de Alaska, en la década de los
noventa, una plaga de escarabajo descortezador del abeto -Dendroctonus rufipennis-
acabó con cerca de 1,6 millones de hectáreas. El escarabajo ha podido subir más al
norte desde mediados de la década de 1970 y ha arrasado con aproximadamente el 50%
(400.000 hectáreas) de la población adulta de los bosques de Píceas en la península de
Kenai (Alaska).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 4


1 Objeto

Escarabajo, escolítido Dendroctonus rufipennis y su efecto descortezador de los abetos.

Fuente: Steven, A. US Forest Service. – Essick, P. National Geographic.

Con esta combinación de calor, sequía y plagas, los incendios forestales han ido incrementando
su poder destructivo en las últimas décadas. En la región ártica de Norteamérica y Rusia, el
área anual quemada se ha duplicado en los últimos treinta años con respecto a las décadas
anteriores. La exposición a fuegos catastróficos se ha exacerbado en las regiones árticas, así
como en otras zonas del planeta, donde se ha ido acumulando materia vegetal muerta como
combustible para el fuego devastador del bosque y del monte (ACIA, 2004).

Sin embargo, este recrudecimiento de los incendios forestales no se ha limitado a estas áreas
geográficas, sino que también ha afectado en las últimas décadas al mundo entero, en el que
la incidencia de los mismos se ha incrementado en tamaño, frecuencia e intensidad (Duarte
et al., 2006). A pesar de los esfuerzos de las administraciones en la lucha integrada contra
el fuego, mediante prevención, vigilancia, extinción y restauración, los daños y perjuicios
provocados por el fuego siguen siendo muy importantes, tanto en términos económicos
como ambientales y humanos (IPCC, 2007). En este contexto, considerando que los estudios
climáticos y los que tratan los fenómenos meteorológicos extremos muestran una clara
tendencia hacia un calentamiento globalizado y un incremento de la frecuencia y la intensidad
de fenómenos meteorológicos (Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, 2005),
determinantes de un comportamiento del fuego más virulento en el futuro, resulta evidente
desarrollar medidas tendentes a la reducción de la vulnerabilidad al fuego y de minimización
de los daños producidos a nivel autonómico.

Andalucía está situada en un área biogeográfica de transición y es más vulnerable que otras
regiones al cambio climático, lo que quizás fuera una de las causas que hizo que el gobierno
andaluz fuese el primero de las Comunidades Autónomas de España que aprobase una directriz
contra dicho cambio, concretamente la Estrategia Andaluza ante el Cambio Climático
(Consejería de Medio Ambiente, 2002), antes incluso que lo hiciera el gobierno español en 2007.

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1 Objeto

La Estrategia tiene dos clases de objetivos: conceptuales y administrativos y, por otro


lado, otros más operativos. Entre los primeros están el incrementar el conocimiento sobre
los efectos del cambio climático en Andalucía y el adaptar nuestra normativa legal a la
española y europea en esta materia, al tiempo que promover la coordinación entre los
distintos ámbitos administrativos.

Respecto a los objetivos más prácticos, están el análisis de cuáles serán los impactos del
cambio climático en los distintos sectores socioeconómicos de Andalucía, así como el
desarrollo de los distintos mecanismos políticos y administrativos que incidan en su solución.

Para conseguir estos objetivos, la Junta de Andalucía aprobó en 2007 el Plan Andaluz de
Acción por el Clima, que comprendía tres programas de trabajo: el de Mitigación (2007-
2012) (Consejería de Medio Ambiente, 2007b), el de Adaptación (Consejería de Medio
Ambiente, 2010) y el de Comunicación.

El presente trabajo se encuadra en el programa de Adaptación, cuyos objetivos generales


son los de analizar lo vulnerables que son los sectores socioeconómicos andaluces al cambio
climático, evaluando los impactos que éste tendrá en ellos, para prevenir cuando sea posible
esos efectos negativos o, cuando ya sean inevitables, adaptarse a ellos.

Específicamente, en este documento se tratará de poner de manifiesto las modificaciones


esperables en los mecanismos de generación del fuego, como consecuencia del cambio
climático, así como estimar de qué manera esto generará impactos sobre la sociedad andaluza.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 6


2 Introducción

A la Unión Europea no le corresponden como tales las competencias en materia forestal, sino
a sus Estados miembros, pero sí el legislar sobre la prevención de incendios en los bosques
europeos, como ya hiciera en 1986 con el Reglamento relativo a la Protección de los
Bosques comunitarios contra los Incendios, que ha sido modificado en varias ocasiones.
Estos reglamentos establecen una base informativa común para toda la Comunidad en
materia de incendios, a partir de la cual los Estados miembros clasificarían sus territorios en
función del riesgo a los mismos.

Igualmente, este Reglamento permitió la financiación de estudios que incidieron en la


búsqueda de las causas de los fuegos, en su prevención y en los medios de extinción, con
la construcción de las infraestructuras necesarias para su operatividad, vigilancia de los
bosques y la formación del personal encargado de la gestión de todos estos elementos.
Posteriormente se ha incidido en la labor coordinadora de la Unión Europea en esta materia
de la política común contra los incendios forestales en la Comunidad.

Por otra parte, el Libro Verde sobre Protección de los Bosques e Información Forestal en
la Unión Europea tiene como objetivo general iniciar un debate que actualice la Estrategia
Forestal de la UE, para que los bosques sigan cumpliendo sus funciones, tanto las ambientales
como las socioeconómicas y las meramente productivas, así como evaluar los impactos que
el cambio climático causará en los bosques europeos y, lógicamente, en su gestión.

El Libro Verde parte de la situación actual de los bosques europeos, que suponen un 5% del
total de los que hay en el mundo y el 42% de la superficie total terrestre de Europa, contando los
bosques propiamente dichos (155 millones de hectáreas) y otras tierras boscosas (21 millones
de hectáreas), habiendo crecido el volumen maderable total en los últimos sesenta años.

Igualmente, el Libro Verde hace una caracterización socioeconómica del sector, que ocupa
a dos millones de personas en la industria forestal primaria, lo que supone un 8% del valor
añadido de la industria manufacturera de la madera; y en torno a los 350.000 que lo hacen
en la gestión forestal. A esta buena situación económica hay que añadir las perspectivas
alentadoras que indican que es posible aumentar todavía un poco más la explotación
maderera, aunque necesariamente vigilando al máximo la compatibilidad entre las variables
económicas, sociales y ambientales.

Además de la situación y de las funciones de los bosques, el Libro Verde analiza las amenazas
que se ciernen sobre ellos, especialmente los derivados del cambio climático, que pueden
hacer peligrar las funciones de las masas forestales, haciendo también un balance de los
instrumentos de protección de los que dispone la Unión Europea y sus Estados miembros.
Fruto del debate que provocó el Libro Verde, la Comisión Europea se dirigió al Consejo,
al Parlamento, a los Estados miembros y a las organizaciones sociales del sector para
que informasen de qué políticas debería adoptar la UE en materia forestal para mantener
la existencia y la funcionalidad de los bosques europeos. En este sentido, el Informe del
Parlamento Europeo solicitaba a la Comisión que estableciese tres regulaciones marco,
entre ellas la de prevención de incendios, incluyendo la correspondiente financiación, junto
a la de la adopción de las medidas de adaptación al cambio climático y a la necesidad de
proporcionar una información forestal homogénea para todo el continente europeo.

En España, en 1968, la Ley sobre Incendios Forestales abordaba ya de manera general la


problemática de los mismos en nuestro país, aunque no sería hasta 1972 cuando dicha ley

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2 Introducción

se desarrollará a través del Reglamento sobre Incendios Forestales, cuyo objetivo no era
otro que el establecer las normas correspondientes sobre los distintos elementos de la lucha
contra el fuego, como:

Prevención y extinción de los incendios forestales.

Restauración de las tierras forestales objeto del fuego.

Protección de las personas y de sus bienes que hayan sufrido los efectos
devastadores del fuego, previniendo antes el riesgo de que se produzca.

Sancionar a las personas relacionadas con el origen de los incendios.

Muy en relación con la necesidad de la protección de los habitantes de las tierras forestales,
así como de sus bienes, en 1985 se aprobó la Ley sobre Protección Civil, que incidirá en la
autoprotección ciudadana como la mejor manera de enfrentarse al problema, estableciéndose
un Sistema de Acción Preventiva e Informativa que canalizaría la movilización ciudadana en
un contexto de participación y de solidaridad social.

En definitiva, la ley girará en torno a la protección física de las personas y bienes ante
situaciones de grandes riesgos colectivos o catástrofes naturales, estableciendo los sistemas
de autoprotección, alarma, evacuación, refugio, salvamento, asistencia socio-sanitaria y
restauración de los equipamientos públicos dañados.

En 2005, el entonces Ministerio de Medio Ambiente y la Universidad de Castilla la Mancha


llevaron a cabo una Evaluación Preliminar de los Impactos en España por Efecto del
Cambio Climático (Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2005), en cuyo capítulo 12
trataba sobre los riesgos naturales de origen climático, entre ellos los incendios forestales,
además de las crecidas fluviales y la inestabilidad de las laderas.

Entrando en el apartado de los incendios, el Informe parte del diagnóstico de que la situación
climática previsible adversa vendrá caracterizada por un aumento de las temperaturas y la
escasez de agua, lo que tendrá como consecuencia inmediata que el combustible vegetal se
reseque más y durante más tiempo, por lo que el riesgo de ignición llegará a ser muy alto y
durante una mayor temporada del año. Los incendios aumentarán en virulencia, frecuencia e
intensidad, debiéndose reajustar a la nueva situación climática no sólo las políticas de lucha
contra incendios, sino también las de ordenación del territorio y la forestal, así como los
Planes de conservación de la biodiversidad y de lucha contra la desertificación.

De esta implicación de varios sectores se concluye que se hace necesario investigar más
profundamente en las relaciones causales entre la sequía y la respuesta de la vegetación
sometida a estrés en el origen del incendio y sus características. En este sentido, para prevenir
la aparición del fuego, se debería acceder a escenarios climáticos con una alta resolución
espacio-temporal y adecuados modelos de respuesta de la vegetación al cambio climático.

En Andalucía, la Ley de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales (1999) abordó por
vez primera de forma sistemática la gestión específica de los fuegos, aunque se inspiró en mucho en
la Ley Forestal de Andalucía (1992) y en los decretos que la desarrollaban, como el de Prevención
de Incendios Forestales (1994) y el del Plan de Lucha contra los Incendios Forestales (1995).

Desarrollando también la Ley, en 2007 se aprobó el Plan Director de los Servicios de


Prevención y Extinción de Incendios y Salvamento en Andalucía, que, partiendo del

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2 Introducción

análisis de la situación actual, establece la constitución de la Red de Parques de Bomberos,


fijando sus modalidades y la dotación con la que deben contar, así como determinando
criterios homogéneos para estas infraestructuras y sus equipamientos. Igualmente, el Plan
Director quiere poner orden entre los distintos servicios de prevención y extinción de incendios
y salvamento, pertenecientes a distintas administraciones, velando por la coordinación entre
éstas, a través de los correspondientes convenios de colaboración.

Volviendo a la Ley en cuestión, ésta define el incendio forestal como aquél que afecta a montes
o terrenos forestales, atendiendo a la normativa forestal andaluza, que incluye también a los
enclaves forestales integrados en terrenos agrícolas, pero que no sean árboles aislados.
Y para poder actuar más eficazmente sobre los incendios, se delimita, además, una zona
perimetral circundante a los terrenos forestales propiamente dichos, la Zona de Influencia
Forestal, que permitirá la adopción de medidas preventivas más amplias.

El objetivo principal de la ley es proteger a los montes y los terrenos forestales de los incendios,
protegiendo, al mismo tiempo, a las personas y a sus bienes, para lo cual promoverá una
política activa de prevención de los incendios y de su propagación, así como de la restauración
de aquellos suelos afectados.

Partiendo de la base de que esta lucha contra todo lo que suponen los incendios afecta a todos
los ciudadanos, y muy especialmente a los que se benefician de los recursos forestales y del
monte, la Ley da mucha importancia a la colaboración ciudadana, a la que considera obligatoria,
en el contexto más amplio de la protección civil. En este sentido, regula la participación social,
canalizando la colaboración de los propietarios forestales, vecinos, asociaciones y entidades
locales a través de la creación de figuras como las de la Agrupación de Defensa Forestal, ya
prevista en la Ley Forestal de Andalucía, o la constitución de los Grupos Locales de Pronto Auxilio.

La planificación se llevará a cabo a través de instrumentos legales específicos, diferentes en los


dos ámbitos de actuación, el de la prevención y el de la lucha contra los incendios forestales.

Respecto a la prevención, ésta se hace a través de los Planes de Ordenación de los Recursos
Naturales, contemplados también en la Ley Forestal de Andalucía; en cuanto al ámbito de
la lucha contra los incendios forestales, ésta se hará a través de programas específicos
andaluces, como el Plan de Emergencia por Incendios Forestales de Andalucía y el Plan de
Autoprotección por Incendios Forestales.

El Plan de Emergencia se aprobó en 2010 teniendo una vigencia indefinida, viniendo a establecer
el procedimiento adecuado de la extinción de incendios. Este Plan se aprobó en el mismo
Decreto de la Consejería de Presidencia, de la Junta de Andalucía, en el que se modificaba el
Reglamento de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales de 2001.

En esta planificación andaluza, guardando relación con el principio de la obligatoriedad de la


colaboración ciudadana expuesta anteriormente, se crea la Tasa de Extinción de Incendios
Forestales, que hace repercutir en los propietarios de los montes los gastos derivados de la
gestión de la prevención y de la lucha contra los incendios, aunque fijando límites correctores
que impidan situaciones irracionales de cofinanciación.

Y al igual que se fijaba en la Ley de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales, estos
instrumentos de planificación contemplan un régimen sancionador que penaliza a todos
aquellos que, por acción u omisión, contribuyan a que se produzcan los fuegos en nuestros
montes y bosques.

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3 Objetivos, alcance y limitaciones

El presente trabajo pretende establecer el marco de referencia que permita iniciar el proceso
de evaluación de los impactos del cambio climático sobre la dinámica de los incendios
forestales en Andalucía. Por un lado, se han reseñado aquellos factores meteorológicos
y climáticos cuya dinámica será presumiblemente alterada por el cambio climático y que
suponga, a priori, un aumento de la vulnerabilidad bruta frente a los incendios forestales. Por
otro, se han identificado y caracterizado los aspectos potencialmente más afectados con el
fin de proyectar mecanismos adecuados para su correcta adaptación.

En concreto, los objetivos del presente trabajo son:

describir las características de los incendios forestales ocurridos en Andalucía en


las últimas décadas, mediante la explotación de la base de datos más completa y
sistemática disponible.

describir los distintos mecanismos existentes en la actualidad para la evaluación de


la ocurrencia de incendios y, en la medida de lo posible, emplearlos para establecer
un escenario futuro de incendios forestales en Andalucía.

describir las consecuencias de los incendios forestales en los ecosistemas, así


como sus impactos socioeconómicos actuales, y realizar una previsión de lo que
ocurrirá en el futuro,

describir las necesidades de investigación, para entender mejor la dinámica de


los incendios, y proponer medidas para una adaptación a tenor de la influencia del
cambio climático sobre dicho comportamiento.

Con objeto de dar respuesta a los objetivos planteados, se ha articulado el presente trabajo en
distintos capítulos, partiendo de los dos primeros, que inciden en la importancia del cambio
climático en sí y en la respuesta de la Junta de Andalucía a esa nueva situación climática, con
un análisis del contexto internacional y nacional en la que ésta se enmarca.

El capítulo siguiente es el de la metodología, que parte de un modelo conceptual de


vulnerabilidad, que se descompone en tres elementos básicos: exposición, sensibilidad y
capacidad de adaptación.

Seguidamente, el análisis de los escenarios regionalizados de cambio climático permitirá


conocer el patrón espacio-temporal de los incendios forestales en Andalucía y su evolución,
de manera que se pueda relacionar la situación actual con el clima pasado, y en función de
los resultados de los modelos de clima, determinar el comportamiento futuro. No obstante,
esta previsión tiene ciertas dificultades, tanto respecto al ámbito espacial como al temporal.

Y es que, respecto a las variables espaciales, los incendios dependen tanto de procesos a
escala de sitio, como a escala de paisaje. La ignición, por ejemplo, depende de que coincida
espacialmente la fuente del fuego con material vegetal suficientemente seco como para
prender, mientras que la propagación depende de parámetros estructurales de las formaciones
vegetales, como el grado de continuidad o fragmentación de las manchas del paisaje.

Por otro lado, es preciso atender a la dificultad del análisis de la dinámica y las características
de los incendios forestales en un contexto climático cambiante, considerando que los

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 10


3 Objetivos, alcance y limitaciones

vectores causales del fenómeno del fuego abarcan desde factores meteorológicos de muy
corto plazo (como las descargas de rayos) hasta mecanismos de acumulación de combustible
dependientes de períodos climáticos relativamente largos. Es decir, que para establecer
una imagen del patrón de incendios en Andalucía en 2050, y sus impactos asociados, se
han de simplificar forzosamente los procesos dinámicos de los que dependen: régimen de
precipitaciones, velocidad de desecación de la vegetación, sucesión vegetal, recurrencia de
incendios, etc.

La caracterización del régimen de incendios en Andalucía, confeccionada a través de


la información proporcionada por la Consejería de Medio Ambiente, permitirá evaluar su
evolución en las últimas décadas, así como el número de siniestros originados, la superficie
afectada y los índices de riesgo.

Tras la caracterización de los escenarios climáticos para el año objetivo 2050, se realizará
una evaluación de la vulnerabilidad, a través del estudio de los procesos que relacionan
clima e incendios, describiendo los principales factores que controlan los fuegos forestales,
utilizando índices bioclimáticos para determinar la vulnerabilidad.

Una vez concluido el análisis de la vulnerabilidad, cabe hacer la identificación y valoración


de impactos, tanto sobre el ámbito espacio-temporal de los incendios, como sobre las
personas, la economía y el medio ambiente de los lugares donde se producen.

Como consecuencia de esta identificación, se puede realizar finalmente una propuesta de


medidas de adaptación y líneas de investigación, que permitirá reducir el daño potencial
creado por el fuego en Andalucía en el marco del cambio climático.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 11


4 Metodología

Según la definición del IPCC (2001), la adaptación es el conjunto de iniciativas y medidas


llevadas a cabo para reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos ante
los efectos reales o esperados del cambio climático.

El objetivo del Programa Andaluz de Adaptación al Cambio Climático y sus planes


sectoriales es el establecimiento de este conjunto de iniciativas y medidas (medidas de
adaptación). Para ello, y en base a esta definición, es necesario analizar la vulnerabilidad
y conocer los impactos asociados al cambio climático de cada uno de los sectores de
interés, en este caso, en lo relativo a los Incendios Forestales en Andalucía.

Partiendo de la caracterización climática de la región que se expone en el apartado 5 y


siguiendo la metodología planteada en el Programa Andaluz de Adaptación al Cambio
Climático, el presente trabajo desarrolla dos objetivos fundamentales: por un lado, un
análisis de la vulnerabilidad del los Incendios Forestales frente al cambio climático y por
otro, plantear una serie de medidas de adaptación para el sector.

En 2001, el IPCC expone la siguiente definición de vulnerabilidad en el contexto del cambio


climático: “Vulnerabilidad es el grado en que un sistema, subsistema o componente de
ellos es susceptible o incapaz de afrontar los efectos adversos del cambio climático,
incluyendo la variabilidad climática y fenómenos extremos”.

En base a esta definición, se puede decir que los estudios de vulnerabilidad proporcionan
una idea de la susceptibilidad o predisposición intrínseca a sufrir un daño o una pérdida,
de los elementos expuestos a un peligro. Además, introduce también la necesidad de
llevar a cabo medidas de adaptación debido a la incapacidad del sistema de hacer frente
a los efectos negativos del cambio climático.

Esquema Metodológico
Para evaluar la vulnerabilidad se ha desarrollado una metodología basada en el desarrollo del
IPCC (2001) y en lo ilustrado por Schröter et al. (2004).

Figura 1. Modelo conceptual de vulnerabilidad.

Exposición Sensibilidad

Impacto Potencial Capacidad de


y Susceptibilidad Adaptación

Vulnerabilidad

Fuente: Adaptado de Schröter et al. (2004).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 12


4 Metodología

La vulnerabilidad, entendida como una medida del daño potencial que se producirá en el
futuro, puede descomponerse en los siguientes tres elementos:

Exposición

Especifica el cambio proyectado del clima que va a afectar al sistema y por tanto, indica
el grado en que un sector o sistema (en este caso el forestal) está expuesto a estímulos
externos que actúan sobre el mismo. Los estímulos son los asociados al cambio climático
en cualquiera de sus componentes: subida de temperatura, pérdida de precipitaciones,
elevación del nivel del mar, etc. A mayor exposición, mayor vulnerabilidad.

Sensibilidad

Hace referencia a la reacción del sistema ante el cambio climático, es decir, es el grado
de afectación del sector. Cuanto más sensible es un sistema, mayor es la magnitud de la
respuesta adversa ante un cambio y, por lo tanto, mayor será su vulnerabilidad.

Capacidad de adaptación

Define la habilidad de un sistema para ajustarse a los cambios del clima con objeto de
reducir daños potenciales, aprovechar oportunidades y hacer frente a las consecuencias
derivadas del mismo. Mide el grado en el que un sistema está mejor preparado para afrontar
su exposición al cambio y la sensibilidad del mismo en el nuevo contexto climático. La
mayor parte de los estudios de vulnerabilidad revelan la dificultad de evaluar la capacidad
de adaptación debido a la complejidad en la toma de decisiones así como la incertidumbre
en la evolución de contexto físico, social y económico.

Relacionado con este esquema metodológico, el estudio realizado para la Unión Europea
Design of guidelines for the elaboration of regional climate change adaptation strategies
(Ribeiro et al., 2009), utiliza la siguiente relación entre estos términos:

Vulnerabilidad = Función [exposición (+); sensibilidad (+); capacidad de adaptación (-)]

Una gran parte de los análisis de vulnerabilidad se construye analizando estos tres
términos. Algunos de ellos agrupan el término de exposición y sensibilidad y diferencian
así entre vulnerabilidad bruta y neta. La vulnerabilidad bruta la conforman los términos
de exposición y sensibilidad y es entendida como un indicador de la susceptibilidad
potencial del sistema ante impactos adversos antes de la aplicación de las medidas de
adaptación. Por otro lado, la capacidad de adaptación refleja el grado en que el sistema
puede contrarrestar la vulnerabilidad bruta asociada al mismo. La integración de los tres
componentes es lo que se define como vulnerabilidad neta.

Un sistema puede tener una vulnerabilidad bruta alta y una vulnerabilidad neta moderada
debido a su elevada capacidad de adaptación o por el contrario, una alta vulnerabilidad
neta asociada a una limitada capacidad de adaptación.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 13


4 Metodología

Opciones de Adaptación
La capacidad de adaptación es diferente entre sectores, además de cambiante,
dependiendo de las opciones y los recursos disponibles para su desarrollo. A nivel teórico,
las opciones de adaptación se clasifican como aquellas que:

1. Soportan el daño: sucede cuando los afectados no tienen capacidad de


responder o cuando los costes de la adaptación son considerados altos en relación
a los daños previstos.
2. Comparten el daño: reconstrucción y rehabilitación mediante inversión pública
o seguros.
3. Modifican la amenaza: suelen abarcar obras de infraestructura como presas y
diques para la contención de la subida del nivel del mar o inundaciones.
4. Previenen los efectos: en agricultura, por ejemplo, el control del riego o del uso
de fertilizantes y el control de enfermedades y plagas.
5. Cambian de uso: como por ejemplo, los cambios de forma de riego o de cultivo.
6. Cambian la localización: traslado de áreas de mayor a menor aridez.
7. Promueven la investigación: son las que permiten avanzar en investigación
sobre nuevas tecnologías y nuevos métodos de adaptación.
8. Promueven la educación, información y cambio de comportamiento.

Tipos de respuestas adaptativas


Cada sector o sistema requiere un paquete de medidas de adaptación diferente atendiendo
a las diferentes opciones y posibilidades del mismo. Las respuestas adaptativas pueden
ser de tipo autónomo o planificado. Las primeras son aquellas que se llevan a cabo en
el momento en que tienen lugar los impactos y las planificadas son las que atienden al
principio de prevención. Las medidas recogidas en este trabajo son medidas planificadas,
las cuales permitirán que el sector Seguro sea menos vulnerable y como consecuencia,
se minimicen los impactos asociados.

Sin embargo, la adaptación autónoma será requerida en su momento debido a la


imposibilidad de predecir con exactitud la vulnerabilidad del sector y los impactos futuros.

La adaptación planificada procura una mayor capacidad de minimizar daños potenciales


y maximizar las oportunidades que se puedan presentar. Para ello, las medidas de
adaptación planificadas deberán tener asociadas estudios de viabilidad económica
integrales que permitan tomar las decisiones más eficientes en los momentos adecuados.
Para asegurar la elección de las mejores opciones adaptativas deben tenerse en cuenta
los siguientes criterios:

Minimizar los mayores daños o pérdidas.


Maximizar las menores oportunidades o ganancias.
Minimizar los (mayores) costes por la elección de la alternativa incorrecta.
Primar objetivos para minimizar daños o pérdidas y maximizar las oportunidades
o ganancias.

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5 Análisis de los escenarios regionalizados
de cambio climático
El objetivo de este apartado es la comparación de las características climáticas de Andalucía,
en una situación previa al desarrollo de las políticas de mitigación y adaptación al cambio
climático (datos de la serie 1961–1990) y en una situación futura marcada por el año horizonte
2050, atendiendo a estudios previos y a la duración mínima de las series climáticas (30 años),
en línea del análisis de Moreira (2008).

Mediante el uso de los sistemas de SIG, se


han elaborado para Andalucía, mapas de
precipitación anual y de temperatura media
máxima y mínima anual tanto para la serie
climática 1961-1990 (periodo de referencia)
como para el año horizonte 2050 bajo los
escenarios A2 y B2. En el Anejo 3 se incluye
información relativa al concepto de escena-
rio de emisiones y a las características de
los escenarios seleccionados.

Para los mapas asociados a la serie 1961-1990, se han interpolado los datos de precipitación
anual y temperatura media máxima y mínima anual obtenidos de los modelos desarrollados
por la Agencia Estatal de Meteorología (Brunet et al., 2009; Ribalaygua et al., 2008). Para la
elaboración de los mapas del año horizonte 2050 correspondientes a los escenarios A2 y B2
se han usado datos modelizados obtenidos del trabajo que la Fundación para la Investigación
sobre el Clima realizó para la Consejería de Medio Ambiente en 2006 (FIC, 2006).

Como dichos datos se corresponden con las observaciones puntuales de temperaturas y


precipitación de estaciones meteorológicas del territorio andaluz, en un SIG, se ha aplicado
el método geoestadístico Kriging para la obtención de mapas de superficie. Este método
interpola los datos puntuales de las estaciones al resto del territorio (Peña, 2006). Los
resultados obtenidos se explican a continuación:

5.1. Temperaturas medias de las máximas y mínimas anuales y


precipitación anual
5.1.1. Temperatura media de las máximas anuales

Las isotermas de las máximas anuales durante el periodo 1961-90 presentan unos rangos
de temperatura entre 26 a 27ºC en la zona central del Valle del Guadalquivir, y entre 21 a
22ºC en la Sierra de Segura y Altiplanicie Norte (Figura 2). En este caso, las máximas más
frías coinciden con las mínimas más frías. Sin embargo, las máximas más elevadas no se
producen en el mismo espacio geográfico que las mínimas más elevadas, que en este caso
se producen en las tierras centrales del Valle del Guadalquivir.

Las temperaturas medias de las máximas anuales modelizadas para el año 2050 bajo el
escenario A2 presentan un aumento respecto a 1961-90 de 2,8ºC de promedio. En el Valle
del Guadalquivir, el umbral de temperatura máxima se ha estimado en 29 a 30ºC, mientras
que en la Sierra de Segura y Altiplanicie Norte se dibuja la isoterma de 24 a 25ºC.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 15


5 Análisis de los escenarios regionalizados de cambio climático

Figura 2. Temperatura media (ºC) de las máximas en 1961-90 y 2050 (A2 y B2).

1961-90 16 - 17
17 - 18
18 - 19
19 - 20
20 - 21
21 - 22
22 - 23
23 - 24
24 - 25
2050 (A2)
25 - 26
26 - 27
27 - 28
28 - 29
29 - 30
30 - 31

2050 (B2)

Fuente: Elaboración propia.

Bajo el escenario de emisiones B2, las temperaturas máximas modelizadas son, en promedio,
0,25ºC más bajas respecto al escenario de emisiones A2. No obstante, existen diferencias,
tanto al alza como a la baja, según las distintas localizaciones. En líneas generales, las
máximas más elevadas, localizadas en el Valle del Guadalquivir, presentan una tendencia a
la baja en el escenario B2 respecto al A2, mientras que en donde las máximas son más frías,
éstas se muestran más elevadas en el B2 respecto al A2.

5.1.2. Temperatura media de las mínimas anuales

Las temperaturas medias de las mínimas anuales correspondientes al periodo 1961-90


oscilan entre 7 - 8ºC en la zona de Sierra de Segura en Jaén y Altiplanicie Norte en el área
septentrional de Granada, y 14 - 15ºC en el litoral atlántico de Cádiz. En líneas generales, se
puede confirmar el efecto atemperador de las aguas marinas, siendo más suaves y cálidas
las temperaturas mínimas en todo el litoral andaluz, mientras que las tierras más alejadas y
aisladas del mar, tanto por distancia, como por la existencia de obstáculos orográficos, se
ven afectadas por unas mínimas más extremas y frías.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 16


5 Análisis de los escenarios regionalizados de cambio climático

En cuanto a las mínimas modelizadas para el año 2050 bajo el escenario de emisiones
A2, éstas presentan un aumento generalizado respecto a las registradas en el periodo
1961-90, en torno a 2,5ºC. El patrón espacial que seguirían las mínimas es igual que en la
actualidad, siendo más suaves en las zonas costeras y más frías en las zonas serranas o
muy continentalizadas.

Las temperaturas medias de las mínimas modelizadas para el 2050 bajo el escenario
B2 son algo superiores que para el A2, con diferencias que oscilan entre 0,3ºC
aproximadamente en las áreas de mínimas más bajas, como la Sierra de Segura, y 0,7ºC
en las tierras con mínimas más elevadas (Figura 3).

Figura 3. Temperatura media (ºC) de las mínimas en 1961-90 y 2050 (A2 y B2).

1961-90 1-2

2-3
3-4
4-5
5-6
6-7
7-8
8-9

9 - 10
10 - 11
11 - 12
2050 (A2)
12 - 13
13 - 14
14 - 15
15 - 16
16 - 17
17 - 18
18 - 19

2050 (B2)

Fuente: Elaboración propia.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 17


5 Análisis de los escenarios regionalizados de cambio climático

5.1.3. Precipitación anual

La precipitación anual presenta una distribución espacial que difiere entre Andalucía Oriental
y Occidental (Figura 4). Durante el periodo 1961-90, la provincia de Almería es la que se ve
sometida a una escasez mayor de precipitaciones, marcada por la isoyeta de los 200 mm
anuales y con localizaciones en donde las precipitaciones no llegan a superar los 140 mm.

Figura 4. Precipitación anual (mm) en 1961-90 y 2050 (A2 y B2).

1961-90 100 - 200


200 - 300
300 - 400
400 - 500
500 - 600
600 - 700
700 - 800
800 - 900
2050 (A2) 900 - 1.000

2050 (B2)

Fuente: Elaboración propia.

Por el contrario, en la Janda y la Campiña de la provincia de Cádiz, así como en la Serranía de


Ronda en Málaga, se llegan a sobrepasar en determinadas localizaciones más de 1.000 mm
anuales, estando la zona bajo la isoyeta de 700 mm.

Bajo el escenario A2, para el año 2050, los valores de precipitación anual modelizados indican
una tendencia a la disminución para el conjunto de la región. También bajo este escenario
se repiten las zonas con los máximos y mínimos pluviométricos de toda Andalucía, así como
otros sectores destacados por su mayor precipitación respecto a su entorno, como es el
caso de la Sierra de Aracena en Huelva, o la Sierra de Segura en Jaén.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 18


5 Análisis de los escenarios regionalizados de cambio climático

Bajo el escenario B2, la tendencia para la precipitación también muestra una reducción
respecto a 1961-90, aunque más moderada que la del escenario A2. El esquema espacial
de la pluviometría anual también es el mismo, aunque en este caso, algunas zonas como el
litoral almeriense, presentan una disminución de la precipitación más acusada incluso que en
el escenario A2. Es decir, allí donde la precipitación es menor, la modelización realizada indica
un descenso más drástico en el B2 que en el A2.

5.2. Aumento de temperaturas y variación de la precipitación en 2050


respecto a 1961-90
5.2.1. Aumento de las temperaturas medias de las máximas anuales

En la siguiente figura se ha reflejado el aumento de las temperaturas máximas en el año


2050 respecto al periodo de referencia 1961-90, bajo el escenario de emisiones A2 y B2,
respectivamente.

Figura 5. Aumento de temperatura máxima (ºC) modelizada para el 2050 (A2 y B2) respecto
a 1961-90.

2050 (A2) 2050 (B2)

0,5 1 1,5 2 2,5 3 3,5 4


Fuente: Elaboración propia.

Los aumentos más importantes se han modelizado en las áreas más continentalizadas;
bajo el escenario A2, el norte de la provincia de Córdoba y algunas tierras septentrionales
de Jaén se encuentran bajo la isoterma que representa un aumento de 3,5 a 4ºC. Bajo
el escenario B2, son las provincias de Jaén, en el extremo nororiental, y el noreste de
Granada, en donde se prevé que se produzca el mayor aumento de temperatura, que
oscilaría entre 3 a 3,5ºC.

Las zonas litorales son las que se verían menos afectadas por el ascenso de las
temperaturas máximas, con rangos entre 1,5 a 2ºC en el litoral mediterráneo y 2 a 2,5ºC
en el litoral atlántico bajo el escenario A2. Bajo el escenario B2, el umbral de 1,5º a
2ºC se sitúa sobre las aguas atlánticas gaditanas, mientras que el resto de las zonas
costeras estarían expuestas a un aumento térmico en 2050 entre 2 y 2,5ºC.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 19


5 Análisis de los escenarios regionalizados de cambio climático

El patrón seguido para la magnitud del cambio respecto a las temperaturas máximas presenta
una gradación norte-sur, con aumentos de casi 4ºC hasta 0,5ºC en las zonas meridionales
litorales, tanto para el escenario A2 como para el B2.

Entre ambos escenarios las diferencias no son considerables, si bien bajo el escenario B2 los
cambios son algo más modestos.

5.2.2. Aumento de las temperaturas medias de las mínimas anuales

Las temperaturas mínimas presentan el mismo esquema espacial que las temperaturas
máximas (Figura 6), con una gradación desde las costas, en donde los aumentos son
moderados, hacia las tierras interiores, en donde los aumentos son más significativos.

Es probable que las temperaturas mínimas aumenten, bajo el escenario A2, entre 1ºC en la
costa malagueña y 3ºC en el norte de las provincias de Córdoba y Jaén.

Bajo el escenario B2, la magnitud del cambio térmico se ha modelizado entre 1,5ºC en toda la
mitad meridional de la comunidad, y 2,5ºC en la mitad septentrional, con un cambio respecto a
1961-90 caracterizado por una relativa homogeneidad para el conjunto del territorio regional.

Figura 6 Aumento de temperatura mínima (ºC) modelizada para el 2050 (A2 y B2) respecto
a 1961-90.

2050 (A2) 2050 (B2)

0,5 1 1,5 2 2,5 3 3,5 4


Fuente: Elaboración propia.

5.2.3. Variación de la precipitación anual

La precipitación modelizada para el año 2050 presenta tendencias opuestas según los
distintos territorios de la Comunidad, que apuntan tanto a un descenso de las mismas como
a un aumento respecto a 1961-90 (Figura 7).

Bajo el escenario A2, en Andalucía Occidental se prevé, en líneas generales un descenso de


la precipitación en 2050, que oscilaría entre -250 mm en el noreste de la provincia de Cádiz,
y -50 mm, afectando este umbral a las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. Por el contrario,

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 20


5 Análisis de los escenarios regionalizados de cambio climático

en Andalucía Oriental se prevé un aumento de las precipitaciones, siendo Almería la provincia


que alcanzaría los aumentos más elevados, llegando a superarse en algunas estaciones unos
aumentos superiores a los 100 mm anuales. En Granada, la precipitación se mantendría en
el mismo orden de magnitud, con un aumento generalizado en su mitad nororiental y una
disminución moderada en la mitad suroccidental.

Figura 7. Variación de la precipitación (mm) en el año 2050 (A2 y B2) respecto a 1961-90.

2050 (A2) 2050 (B2)

-500 -450 -400 -350 -300 -250 -200 -150 -100 -50 0 50 100 150 200 250 300 350 400 450
Fuente: Elaboración propia.

Bajo el escenario B2, los resultados muestran un descenso general de las precipitaciones para
toda la Comunidad de Andalucía, a excepción del norte de Granada, en donde se observan
algunos observatorios en donde la precipitación aumenta de manera modesta. En general, la
mayor parte del territorio andaluz se encuentra bajo la isolínea de disminución de 0 a -50 mm.
Únicamente en la provincia de Cádiz (Sierra de Grazalema) y en el norte de Sevilla se observan
descensos más acusados.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 21


6 Caracterización del
régimen de incendios en Andalucía
6.1. Introducción
En el presente apartado, se ha realizado una caracterización del régimen de incendios
en Andalucía, basado en la base de datos de incendios proporcionada por la Consejería
de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía (Consejería de Medio Ambiente, 2009a).
Dicha información ha sido empleada para determinar la evolución, en las últimas décadas,
del número de siniestros registrados así como de la superficie afectada. Además, se ha
analizado la causalidad de los incendios en el territorio autonómico y se ha caracterizado
el tipo de vegetación afectada.

Mediante el uso de los datos publicados de la base de datos de incendios forestales EGIF,
(Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, 2009), se ha aprovechado para evaluar
alguno de los parámetros antes citados a nivel estatal, facilitando la contextualización del
fenómeno de los incendios forestales en Andalucía en el marco nacional.

Se ha caracterizado el clima en Andalucía mediante metodologías distintas, tratando de


establecer relaciones entre el patrón espacio-temporal de incendios y el clima reinante en
distintos momentos. Se considera clave conocer la relación entre el clima y el patrón de
incendios en el pasado, para poder realizar análisis de vulnerabilidad e impactos de los
fuegos en el marco del cambio climático que se está registrando.

A modo introductorio, cabe reseñar que existen estudios análogos al aquí presentado, referidos
a distintos lugares del planeta que parecen ser coincidentes en mostrar que, en las últimas
décadas, las temperaturas más cálidas registradas parecen estar determinando un aumento
de la duración e intensidad de la estación de incendios y de la superficie afectada (Stocks
et al., 1998; Flannigan et al., 2000; Running, 2006; University of Arizona, 2006; Flannigan et
al., 2005). Así por ejemplo, en el oeste de Estados Unidos desde 1986, los veranos han sido
más largos y más calurosos y han tenido, como consecuencia, un aumento por cuadriplicado
del número de incendios y por sextuplicado de la superficie afectada en comparación con el
periodo 1970-1986 (Westerling et al., 2006).

6.2. Estadísticas de incendios forestales


A continuación se presentan de manera gráfica los principales resultados del análisis de
la base de datos histórica de incendios en Andalucía (periodo 1961-2008). Como se
ha comentado anteriormente, el objetivo es conocer cuál es el patrón de incendios en el
territorio autonómico de forma que se puedan realizar predicciones a futuro del mismo en
función del cambio climático. Es importante recalcar, no obstante, que todos los análisis
realizados a continuación se basan exclusivamente en la explotación de la base de datos
de incendios que, pese a informar de ciertas tendencias generales, puede generar un sesgo
en la interpretación de la realidad, pues no se han considerado paralelamente los cambios
socioeconómicos, demográficos y paisajísticos, de las políticas forestales y de lucha contra
el fuego producidos en este tiempo.

El análisis de la base de datos de incendios en Andalucía permite entender la dinámica


temporal y espacial de este fenómeno en las últimas cinco décadas. Para ello, ha sido
necesario recopilar la información disponible de distintas fuentes publicadas, tanto a nivel

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 22


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

andaluz como a nivel estatal. La base de datos cuenta con información relativa al número de
siniestros (incendios registrados independientemente de su tamaño), superficies quemadas
(ya sean arboladas, de matorral o no arboladas) y en algunos años, número de grandes
incendios (más de 100 ha o más de 500 ha). Asimismo, se han recopilado los datos disponibles
de las valoraciones económicas de las pérdidas asociadas a incendios forestales.

Las principales fuentes de información son la Dirección General de Bosques del Ministerio
de Medio Ambiente y la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Se han
completado también con datos de los respectivos institutos de estadística y de las memorias
forestales colgadas en las páginas web de dichas instituciones, así como del Plan INFOCA.

6.2.1. Número de siniestros

En términos generales, se observa un incremento continuado en el número de siniestros


desde que se tiene registro. Esta tendencia se observa tanto a nivel autonómico como
nacional, siendo más patente en este último caso (Figuras 8 y 9). Así, mientras que el número
de incendios registrados en España ha ido aumentando durante las últimas décadas, hasta
estabilizarse en torno a 20.000 siniestros anuales desde el principio del siglo, en Andalucía
se ha producido una estabilización en torno a 1.000 incendios anuales desde finales de la
década pasada. Aunque no se presenten los datos por ser redundantes, esta tendencia, se
observa tanto para el número de conatos (siniestros de menos de una hectárea) como de
incendios (mayores de una hectárea).

Figura 8. Evolución del número de siniestros anuales registrados en Andalucía 1968-2008.

2.000

1.750
Número de siniestros anuales registrados

1.500

1.250

1.000

500

250

0
8

8
6

0
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

20

20

Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 23


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Figura 9. Evolución del número de siniestros anuales registrados en España 1961-2006.

30.000

25.000
Número de siniestros anuales registrados

20.000

15.000

10.000

5.000

0
61

64

67

70

73

76

79

82

85

88

91

94

97

00

03

06
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20
Fuente: Elaboración propia a partir de Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (2009).

La Figura 10 representa de nuevo la evolución del número de siniestros acaecidos en España


junto con un ajuste lineal que muestra una buen nivel de significación (R2 = 0,84). Se observa
que durante la década de los sesenta, el promedio de incendios se sitúa en torno a los
1.700 siniestros mientras que en los setenta, asciende hasta los 4.000. Dicho incremento
continúa de manera lineal hasta la década actual, donde pese a existir una mayor variabilidad
interanual, el promedio de siniestros está cercano a los 20.000 anuales, lo que supone del
orden de diez veces más que al principio del periodo analizado.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 24


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Figura 10. Evolución del número de siniestros anuales registrados en España 1961-2006.
Ajuste lineal.

30.000

25.000

20.000
Número de siniestros

15.000

R2 = 0.8409
10.000

5.000

0
61

64

67

70

73

76

79

82

85

88

91

94

97

00

03

06
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

Fuente: Elaboración propia a partir de Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (2009).

6.2.2. Superficie forestal afectada

En contraposición a lo observado con el número registrado de incendios, la evolución de


la superficie anual quemada es diferente, no apreciándose claramente una tendencia
homogénea. En Andalucía (Figura 11), la superficie anual promedio del periodo 1968-
2008 recorrida por incendios se sitúa en 15.000 hectáreas, si bien presenta una elevada
heterogeneidad interanual. Por ejemplo, mientras el conjunto de los tres peores años (1975,
1991 y 2004) en términos de área quemada suponen el 25% del total de la superficie afectada
en el periodo (600.000 ha), hay hasta una decena de años con registros inferiores a las 5.000
hectáreas afectadas. A nivel estatal, (Figura 12), se constata un incremento progresivo de la
superficie forestal incendiada entre los años 60 y 80, momento a partir del cual se alcanza
una situación como la actual, caracterizada por su enorme variabilidad anual. En términos
generales, puede decirse que a partir del año 1996 y hasta la actualidad, se ha reducido la
superficie recorrida por el fuego, con la excepción del año 2004, respecto de las décadas de
los ochenta y noventa. Esto se pone de manifiesto claramente en la Figura 13 en la que se
observa un descenso cercano a las 100.000 hectáreas entre los valores de media móvil del
periodo 1980-1995 y 1996-2007.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 25


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Figura 11. Evolución de la superficie anual incendiada en Andalucía 1968-2008.

70.000

60.000
Superficie quemada (hectáreas)

50.000

40.000

30.000

20.000

10.000

0
68

70

72

74

76

78

80

82

84

86

88

90

92

94

96

98

00

02

04

06
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

20
Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

Figura 12. Evolución de la superficie anual incendiada en España 1961-2008.

600.000

500.000
Superficie quemada (hectáreas)

400.000

300.000

200.000

100.000

0
1

6
6

0
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

20

Fuente: Elaboración propia a partir de Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (2009).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 26


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Figura 13. Evolución de la media móvil de rango cinco años de la superficie forestal
afectada por incendios en España 1961-2008.
350.000

350.000
Número de siniestros

350.000

350.000

350.000

350.000

350.000

0
5

5
96

96

97

97

98

98

98

99

99

00

00
-1

-1

-1

-1

-1

-1

-1

-1

-1

-2

-2
61

65

69

73

77

81

85

89

93

97

01
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20
Fuente: Elaboración propia a partir de Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (2009).

La información contenida en la base de datos de incendios, permite también observar la


evolución de la superficie afectada por tipo de cubierta vegetal. Las Figuras 14 y 15 presentan
estos datos para Andalucía de manera porcentual y absoluta, respectivamente.

Figura 14. Evolución de la proporción de superficie forestal arbolada y no arbolada afectada


por incendios en Andalucía 1968-2008.

100% Matorral
Arboladoa

80%

60%

40%

20%

0%
8

8
6

0
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

20

20

Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 27


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

La proporción de matorral incendiado suele ser mayor que la de arbolado, aunque se registra
una variabilidad anual importante. Además, no parece existir ninguna relación evidente entre
la superficie total recorrida por el fuego y la distribución de ésta por tipo de cubierta. Así, hay
años muy malos en términos de superficie afectada en los que las proporciones de matorral
y arbolado son, indiferentemente, 25 y 75% de un tipo y de otro (1975 y 1980, por ejemplo);
esto también sucede en años con poca superficie recorrida (1987 y 2006).

Figura 15. Evolución de la superficie forestal afectada por incendios en Andalucía según
tipo de cobertura. Superficies expresadas en hectáreas 1968-2008.

70.000

Matorral
60.000 Arboladoa

50.000

40.000

30.000

20.000

10.000

0
8

8
6

0
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

20

20

Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

Por último, se ha plasmado en un mismo gráfico (Figura 16) la información combinada de


número de incendios y superficie quemada. Los últimos años de la década de los sesenta
y los setenta, se caracterizan por un bajo número de siniestros y una elevada variabilidad
en la superficie afectada. En la década de los ochenta se duplica el número de incendios,
aumentándose en proporción la superficie afectada, si bien, el rango de variabilidad del
territorio quemado se mantiene en el mismo orden de magnitud que en el periodo precedente.
En los noventa se amplía la variabilidad anual del número de incendios, aunque son al menos
tan numerosos como en los ochenta. La mitad de los años de la década suponen valores
máximos de incendios en el registro existente, a pesar de lo cual, la superficie afectada no
aumenta respecto del periodo 1980-1989, volviendo a los valores de los setenta. El que haya
más incendios, pero que éstos no afecten a tanta superficie como antaño, puede interpretarse
en términos de mejora de la efectividad de las tareas de extinción, que permiten extinguir
fuegos antes de que produzcan demasiado daño. Finalmente, en la década actual se observa
un comportamiento parecido a la década de los noventa aunque con valores menores de
número de incendio y superficie afectada. Esto puede explicarse en base a que las tareas de

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 28


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

extinción siguen aumentando su eficacia y las tareas preventivas permiten reducir el número
de igniciones. Los tres años más virulentos desde el punto de vista de la superficie afectada
anteriormente comentados, destacan en la parte derecha de la gráfica confirmando que la
contribución de los grandes incendios en el reparto total de hectáreas quemadas es muy
relevante (Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, 2005).

Figura 16. Relación entre número de siniestros y superficie forestal arbolada en Andalucía
por década 1968-2008.

2.500 1968-1979

1980-1989

1990-1999
2.000 2000-2008
Número de siniestros

1.500

1.000

500

0
0

0
00

00

00

00

00

00

00
.0

.0

.0

.
40

50

60

70
10

20

30

Superficie forestal afectada (ha)

Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

6.2.3. Distribución espacial de los incendios

Se ha tratado de caracterizar la distribución espacial de los incendios forestales en Andalucía


con el objeto de identificar zonas especialmente afectadas o patrones de distribución concretos
que pudieran informar sobre la relevancia de alguna interacción con el clima, la topografía
o la vegetación. Este trabajo supuso analizar de manera combinada, mediante métodos
de estadística multivariante, distintas cartografías relativas a las variables a considerar. Sin
embargo, dada la variabilidad anual comentada anteriormente en el número de incendios y su
extensión, así como su localización (Figura 17), no se obtuvieron resultados concluyentes, por
lo que se ha optado por realizar un reconocimiento de la realidad mediante descriptores más
sencillos. En la actualidad hay en marcha un proyecto para elaborar una cartografía histórica
de incendios forestales desde 1975 hasta la actualidad a partir de imágenes satelitales (Ramos
et al., 2004). Cuando se disponga de esta información, se podrán realizar análisis espaciales
más complejos que permitan reconocer alguno de los patrones buscados.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 29


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Figura 17. Localización de los incendios ocurridos en Andalucía por tamaño de la superficie
afectada en los años 2003, 2004 y 2005.

2003
Límites provinciales

Superficie afectada (ha)


0-1

1-10

10-100

100-1000

>1000

2004

2005

Fuente: Consejería de Medio Ambiente (2009c).

En términos generales, puede decirse que los incendios forestales se dan prácticamente
en la totalidad del territorio autonómico con la excepción del Valle del Guadalquivir,
eminentemente agrícola. Existe una variabilidad anual muy grande en la localización de
los incendios, pero éstos afectan a todos los tipos de vegetación existentes. Para poner
de manifiesto esta circunstancia, se cruzó el mapa forestal de unidades del Plan Forestal
Andaluz (PFA; Consejería de Medio Ambiente, 2007a), cuya base cartográfica es del 2003
con la localización de los incendios en los años 2003 y 2004. Los resultados presentados
en la Tabla 1 muestran que todas las unidades del PFA, salvo la de los melojares y la de
vegetación rupícola, fueron objeto de fuegos forestales al menos en una ocasión. La última
columna de la tabla que informa sobre la ratio de superficie de vegetación existente por
número de incendios ocurrido en cada unidad del PFA, puede ser interpretada como una
medida de la ocurrencia diferencial de los incendios por tipo de vegetación. Según esta
interpretación, las choperas son las que más frecuentemente están sometidas al fuego,
seguidas de la vegetación ripícola, castañares y otras coníferas.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 30


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Tabla 1. Número de incendios por unidad del Plan Forestal Andaluz en los años 2003 y
2004.

Promedio
Unidad del Plan Forestal Superficie (ha) 2003 2004 ha por Incendio
2003-2004

Acebuchal 78.890,13 14 19 16,5 4.781,22

Alcornocal 160.040,80 26 23 24,5 6.532,28

Castañar 12.406,72 4 5 4,5 2.757,05

Chopera 14.247,51 21 14 17,5 814,14

Encinar 559.508,29 48 46 47 11.904,43

Eucaliptal 187.117,26 56 51 53,5 3.497,52

Melojares 3.512,22 0 0 0 0,00

Mezcla de Pinus y Quercus 80.143,67 10 12 11 7.285,79

Mezcla de Quercus y otras frondosas 827.001,85 97 87 92 8.989,15

Otras coníferas 3.773,06 0 3 1,5 2.515,37

Formaciones herbáceas 358.116,30 84 103 93,5 3.830,12

Matorral mediterráneo noble y de alta montaña 149.345,67 21 23 22 6.788,44

Otros matorrales mediterráneos 1.390.318,04 208 227 217,5 6.392,27

Pinar 139.392,29 20 15 17,5 7.965,27

Pinares de P. halepensis 175.752,78 39 20 29,5 5.957,72

Pinares de P. pinaster 92.909,31 14 18 16 5.806,83

Pinares de P. pinea 152.734,99 54 44 49 3.117,04

Pinares de P. sylvestris o P. nigra 120.194,83 21 7 14 8.585,35

Playas, dunas y arenales 6.314,497 1 2 1,5 4.209,66

Vegetación ripícola 110.703,25 47 53 50 2.214,07

Vegetación rupícola 28,98 0 0 0 0,00

Zonas con escasa vegetación 127.810,70 34 19 26,5 4.823,05

Zonas húmedas 71.399,15 6 8 7 10.199,88

No forestal (Construcciones) 198.641,18 50 53 51,5 3.857,11

No forestal (Cultivos) 3.641.487,82 349 374 361,5 10.073,27

No forestal (Láminas de agua) 96.462,49 8 9 8,5 11.348,53

Fuente: Consejería de Medio Ambiente (2009c).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 31


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Figura 18. Distribución de los incendios forestales iguales o mayores de 1 ha en España


durante el periodo 1991-2002.

Nº de siniestros

4 -11

12-34

35-99

> 100

Fuente: Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino (2005).

La Tabla 2 recoge por provincia la incidencia de los incendios forestales desde el año 1968
hasta 2008. Huelva es la provincia donde más fuegos hay registrados, seguida de Málaga
y Jaén. En el extremo opuesto, en Almería, es donde menos siniestros se dan, apenas el
6% del total, con un promedio de 50 siniestros al año. Considerando que las condiciones
climáticas de Almería no permiten el desarrollo de una cubierta forestal en buena parte de la
provincia, por el exceso de aridez, es lógico que sea la provincia donde menos combustible
haya disponible y por ende donde menos incendios se den. En cuanto a la superficie, siguen
siendo Huelva y Málaga, las provincias más afectadas. Esto puede explicarse en parte a
que la cuenca del Guadalquivir, donde no se registran demasiados incendios como ya se ha
comentado anteriormente, no pertenece a ninguna de estas provincias.

Tabla 2. Número de incendios y superficie afectada por provincia.


Datos acumulados (periodo 1968-2008).

Provincia Número de Siniestros Superficie total afectada (ha)

Almería 1.971 (5,87%) 51.842 (8,62%)

Cádiz 4.131 (12,30%) 71.563 (11,89%)

Córdoba 3.369 (10,03%) 30.572 (5,08%)

Granada 3.604 (10,73%) 67.822 (11,27%)

Huelva 6.550 (19,51%) 148.641 (24,71%)

Jaén 4.624 (13,77%) 64.156 (10,66%)

Málaga 5.743 (17,10%) 117.129 (19,47%)

Sevilla 3.590 (10,69%) 49.933 (8,30%)

Andalucía 33.582 (100%) 601.658 (100%)

Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 32


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Según datos correspondientes al Plan INFOCA 2009 (Consejería de Medio Ambiente, 2009c)
y en función del índice de frecuencia histórico, los municipios andaluces más afectados por
los incendios forestales en el periodo 1992-2002 son (entre paréntesis, número de siniestros
registrados): San Roque (254), Córdoba (194), Almonte (182), Moguer (159), Mijas (139),
Algeciras (135), Gibraleón (123), Cartaya (112), Lora del Río (106), Castilblanco de los Arroyos
(102) y Los Barrios (97).

6.2.4. Pérdidas económicas

Las pérdidas que ocasionan los incendios en productos primarios o en beneficios ambientales,
son cuantiosas, pudiendo superar en años particularmente malos los 400 millones de euros
en beneficios directos y los 1.000 millones en los totales (información tomada de la base de
datos de incendios EGIF del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2009).
La Figura 19 presenta la evolución de dichas pérdidas para el conjunto nacional, calculada
a partir de la misma fuente de datos. En conjunto, para el periodo considerado, las pérdidas
superan los 10.000 millones de euros. En comparación con la década de los sesenta y
setenta, las pérdidas económicas son muy superiores desde el principio del siglo XXI, aunque
menores que en la década de los noventa.

Figura 19. Evolución de las pérdidas económicas (productos primarios y beneficios


ambientales en millones de euros) asociadas a los incendios forestales en España. Periodo
1961-2006.
1.400

1.200
Pérdidas en millones de euros

1.000

800

600

400

200

0
61

63

65

67

69

71

73

75

77

79

81

83

85

87

89

91

93

95

97

99

01

03

05

07
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

20

Fuente: Elaboración propia a partir de Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (2009).

6.2.5. Distribución temporal de los incendios

Uno de los aspectos que más preocupan a los gestores de las políticas de lucha contra
los incendios, es el posible aumento de la dispersión de los fuegos a lo largo del año, esto
es que la distribución clásica de los incendios en el periodo estival, tienda a hacerse más

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 33


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

homogénea, aumentando el número de siniestros en otras épocas del año (Mouillot et al.,
2002). En el caso de que esto tienda a suceder, será necesario contar con los medios de
extinción durante más meses al año, lo que aumentará los costes económicos totales.

La Figura 20 muestra que para el territorio de Andalucía, la ocurrencia de incendios tiene


lugar en los meses de junio, julio y agosto principalmente, de manera general, no así en
otras autonomías como las de la cornisa cantábrica. La Figura 21 viene a confirmar esta
observación para un periodo incluso mayor (1968-2008), poniendo de manifiesto que en el
contexto climático del siglo XX, la temporada de incendios, medida como aquel intervalo
de tiempo en el que ocurre un 50% de los fuegos que se dan en un año, se circunscribe a
los meses ya citados. Representando, sin embargo, estos mismos datos para los periodos
1968-1977 y 1999-2008, se observa un ligero aumento en el número de incendios en invierno
y primavera y un descenso en otoño y sobre todo verano, lo que puede estar manifestando
precisamente un incremento en la homogeneidad en el número mensual de fuegos a lo largo
del año y por ende, un alargamiento del periodo de incendios. Hay ciertos estudios que ya
han demostrado que la temporada de incendios está incrementándose (Gillett et al., 2004),
cifrando el incremento en 78 días para Canadá.

Figura 20. Ocurrencia de incendios en la España Peninsular en los distintos meses del año
durante la década 1990-1999. (Se muestra el número medio de incendios por mes).

Nº de incendios

1-2

2-5

5-10

10-50

50-100

> 100

Fuente: Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino (2005).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 34


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Figura 21. Evolución anual del número de siniestros por mes en el periodo 1968-2008 en
Andalucía.

140.000

120.000
Pérdidas en millones de euros

100.000

80.000

60.000

40.000

20.000

0
o

zo

ril

re
lio

e
to

e
er

er

ay

ni

br
Ab

br
ub

br
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Ju

os
Ju
En

br

m
M

em
M

m
ct
Ag
Fe

ie

ie
O
pt

ci
ov

Di
Se

N
Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

Figura 22. Evolución anual de la distribución porcentual del número de siniestros por mes
en dos periodos distintos: 1968-1977 y 1999-2008.
35
1968-1977

30 1999-2008

25

20

15

10

0
o

zo

ril

e
lio

e
re

e
er

er

ay

ni

br
Ab

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br
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ub
Ju
En

br

m
M

em
M

em
Ag

ct
Fe

ie

ci
O
pt

i
ov

Di
Se

Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 35


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

6.2.6. Tamaño de los incendios

La variabilidad meteorológica anual de una determinada región es un motor de heterogeneidad


en lo relativo al tamaño de los incendios que ocurren en dicha región en el año considerado,
generando tanta más desigualdad en el tamaño de los fuegos como variabilidad meteorológica
exista. Esto es especialmente relevante para examinar el comportamiento de los grandes
incendios, que a pesar de su reducido número, contribuyen en gran medida a la superficie
total quemada (Ferreras et al., 2001).

Por otro lado, el tamaño de un incendio varía según la fuente de ignición y del peligro climático
de la zona. Según los estudios realizados, las igniciones intencionadas tienden a producir
incendios menos variables en lo que se refiere a las áreas quemadas que aquellos causados
por rayos. Sin embargo, el grado de diferencia entre los incendios causados por diferentes
fuentes de ignición depende de la zona climática. Un área con alto peligro climático (levante)
produce distribuciones de frecuencias del tamaño de los incendios similares entre aquellos
incendios causados por distintas fuente de ignición, mientras que otras áreas con menor
peligro (noroeste) producen distribuciones más variables. Por tanto, la fuente de ignición
es responsable de una mayor variabilidad en el tamaño de los incendios en zonas menos
proclives a los incendios que en aquellas que lo son más (Figura 23).

Figura 23. Relación entre la proporción de área quemada (Ep(p)) por una proporción (p) de
incendios en tres zonas de España entre los años 1974 y 1988.

Nota: La proporción de incendios (p) se calcula acumuladamente, comenzando por los incendios más grandes y terminando por
los más pequeños. Así, la flecha señala la proporción de superficie quemada por el 10% de los incendios más grandes. Nótese
la mayor variabilidad entre años del levante y centro que del noroeste de España y que en años extremos, apenas un 10% de
los incendios afectan a más del 95% de la superficie quemada en el año.

Fuente: Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino (2005).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 36


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

6.2.7. Causalidad

Según datos de Vázquez y Moreno (1995), tan sólo el 10% de los incendios forestales en
España son ocasionados por rayos, por lo que el origen de los incendios es mayoritariamente
humano. La Figura 24 recoge la evolución de la causalidad de los siniestros por tipo en
Andalucía. Se observa que los incendios naturales son muy residuales salvo en años
concretos (1993, 2001). A pesar de que los incendios ocasionados por rayo son poco
importantes, en algunas zonas como Teruel sí lo son y están vinculados al periodo estival.
Por otro lado, las negligencias y los incendios intencionados tienen una evolución parecida
siendo relativamente poco importantes en los sesenta y aumentando paulatinamente
hasta finales de los ochenta, siendo muy relevantes desde la década de los noventa. La
investigación sobre la causalidad muestra importantes mejoras a partir del año 1995 cuando
empiezan a descender considerablemente el número de sucesos de causa desconocida.
Por su lado, los incendios causados por accidentes, tienen una marcada variabilidad
interanual, observándose una ligera tendencia positiva en la última década. En definitiva,
a tenor de los resultados mostrados queda claro que es necesario que entre las medidas
de adaptación propuestas haya algunas destinadas a disminuir las igniciones accidentales,
negligentes e intencionadas de manera que se pueda reducir la contribución humana como
causante del fuego.

Figura 24. Evolución de la causalidad del número de siniestros en Andalucía por tipo
1968-2008

900 Intencionados

Negligencias
800
Naturales

700 Accidentales

Desconocidos
600

500

400

300

200

100

0
68

70

72

74

76

78

80

82

84

86

88

90

92

94

96

98

00

02

04

06

08
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

20

20

Fuente: Elaboración propia a partir de Consejería de Medio Ambiente (2009a).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 37


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

6.3. Índices de riesgo


Según Salas et al., (2003b), el riesgo de incendios se define como la probabilidad de que se
produzca un incendio en una zona y en un intervalo de tiempo determinado y depende de los
factores fundamentales que determinan el comportamiento del fuego: las características de
la vegetación y las condiciones que los combustibles vegetales presentan, las características
orográficas, el clima y las condiciones meteorológicas y las actividades humanas u otros
agentes susceptibles de originar incendios. El conocimiento del riesgo de incendios permite
adecuar las medidas preventivas y mejorar la asignación de los medios de vigilancia y
extinción disponibles; está relacionado con la sensibilidad.

En términos generales, se pueden distinguir entre índices estáticos y dinámicos según la


periodicidad con la que se actualicen. Igualmente, en función de la variable analizada, hay
índices meteorológicos, de vegetación, estructurales, etc. Según Salas et al., (2003b) se
consideran los siguientes tipos de riesgos:

Riesgo estructural.- determinado básicamente por la orografía del terreno y las


características de la vegetación.

Riesgo meteorológico.- derivado de las condiciones meteorológicas existentes,


determinado por temperatura, humedad relativa y velocidad y dirección del viento a
las 12 z (hora solar o UTM).

Riesgo de estrés hídrico.- tiene en cuenta las condiciones de estrés de la vegetación


que vienen determinadas por la evolución de las condiciones meteorológicas.

Riesgo de frecuencia de incendios.- tiene en cuenta el número de incendios


producidos, estando muy ligado a la causalidad de los mismos.

Para calcular el nivel de riesgo de incendio forestal se toman actualmente datos


meteorológicos (temperatura, humedad, precipitación y viento) de estaciones automáticas
y datos estructurales de factores como vegetación, accesibilidad, actividad económica de
la zona, población e historia previa de incendios, con lo que se obtiene un mapa de niveles
de probabilidad de incendio. El sistema se actualiza a medida que se recogen datos de
predicciones meteorológicas.

De cara a realizar una evaluación a futuro de los índices de riesgo, en el marco del cambio
climático, el mayor problema reside en la obtención de datos meteorológicos, ambientales
y socioeconómicos válidos para dicho periodo y con la suficiente resolución espacial. No
resulta, por tanto, muy operativo hacer uso de estos índices de riesgo para poder determinar
el posible cambio en la ocurrencia de incendios futuros, a lo que se añade la incapacidad
para predecir el número de igniciones, su distribución espacial y temporal. Dichos índices no
han sido empleados en el análisis de vulnerabilidad posterior pero se describen brevemente,
a continuación, con objeto de aportar información sobre su estructura, puesto que, tal
vez en el futuro, puedan ser calculados y servir como indicadores tempranos de riesgo en
predicciones para 2050.

De entre los índices citados, el índice de riesgo estructural no depende directamente de las
variables meteorológicas ni requiere actualización periódica.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 38


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

6.3.1. Riesgo estructural de incendios

Como su propio nombre indica, el riesgo estructural de incendios (Figura 25) es un índice
de estimación del riesgo determinado a partir de la evaluación conjunta de ciertas variables
estáticas dependientes de las características del propio territorio (índice territorial de riesgo)
y del valor de los ecosistemas forestales potencialmente afectados (índice de calidad de los
sistemas). Este índice, desarrollado por la Consejería de Medio Ambiente (Salas et al., 2003b)
permite mostrar, de manera integrada y sencilla, el potencial de riesgo de incendio de todo el
territorio forestal de Andalucía.

Figura 25. Esquema metodológico del cálculo del riesgo estructural y variables de las que
depende.

Indice de riesgo estructural

Índice Territorial de Riesgo Índice de Calidad de los Sistemas

Orografía Tipo de Ecosistemas

Vegetación Figura de Protección

Continuidad

Fuente: Salas et al. (2003b).

La memoria del Plan INFOCA 2009 (Consejería de Medio Ambiente, 2009c) recoge paso a paso
la metodología de cálculo del índice. A continuación, se exponen los resultados generales.

Índice Territorial de Riesgo

El análisis conjunto del riesgo por pendiente y por combustibilidad permite obtener un Índice
Territorial de Riesgo, que delimita aquellas áreas en las que el comportamiento esperado del
fuego sea más desfavorable y la dificultad en la extinción sea mayor, para adoptar así las
medidas de protección adecuadas a las características del territorio. En Andalucía, el Índice
Territorial de Riesgo de Incendios es alto o muy alto en el 44% del territorio y bajo o muy bajo
en el 17%. A estos valores del índice, la combustibilidad contribuye sensiblemente en mayor
medida que la pendiente.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 39


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

Índice de calidad de los sistemas forestales

Se asume que el valor del Índice de Riesgo Estructural es dependiente del tipo de sistema
vegetal, pues se considera que aquellos terrenos forestales más valorados (con más calidad)
tenderán a ser mejor protegidos (mediante medidas preventivas) y a contar con más medios
de vigilancia. En el cómputo del Índice de Calidad, intervienen los Subíndices de Calidad
de la Formaciones Vegetales (ICFV), el Índice de Calidad según Régimen de Protección
(ICRP) y el Índice de Calidad por Superficie Forestal Continua (ICSC). El ICFV depende de
la formación vegetal y su valor se asigna atendiendo a criterios de vulnerabilidad frente al
fuego, siendo nulo en espacios con poca vegetación y máximo en formaciones arboladas
y de matorral denso. El ICRP se asigna en función del tipo de figura de protección de un
espacio natural, pues se asume que el mayor grado de protección es debido a la mayor
calidad de los ecosistemas. Los terrenos forestales de Doñana y Sierra Nevada tienen el
valor máximo (3) y las áreas sin proteger el valor mínimo (0). Finalmente, el ICSC otorga más
calidad a aquellas formaciones con mayor continuidad de las masas forestales (medida como
superficie homogénea contigua del mismo tipo de formación).

La suma de los tres subíndices permite conocer el Índice de Calidad de los Terrenos Forestales
en la actualidad. El 4% de la superficie forestal autonómica presenta una calidad muy alta, el
53% una calidad alta y el 43% restante, una calidad media.

El Índice Territorial de Riesgo y el de Calidad se agrupan en el Índice del Riesgo Estructural


de Incendios mediante una sencilla operación algebraica que otorga tanta importancia a uno
como a otro. El resultado obtenido, en términos de distribución porcentual de superficies de
riesgo en Andalucía es: 27% riesgo muy alto, 42% riesgo alto y 31% riesgo medio.

Estos resultados ponen de manifiesto que, sin entrar en consideraciones que impliquen
la exposición a situaciones meteorológicas críticas o dinámicas de presión antrópica
perjudiciales, el riesgo de incendio en Andalucía es un hecho congénito a la existencia del propio
monte y dependiente de sus características intrínsecas, de manera que independientemente
del contexto climático y socioeconómico futuro, es imprescindible contar con adecuados
planes de vigilancia y prevención que permitan minimizar los impactos causados por esta
perturbación. Como aplicación básica del índice territorial de fuego, puede citarse el diseño
de la red básica de cortafuegos de Andalucía.

6.3.2. Riesgo meteorológico de incendios

Basado en el estudio de las predicciones diarias de ciertas variables meteorológicas


(temperatura y humedad relativa del aire, radiación solar, dirección y velocidad de los vientos,
grado de estabilidad atmosférica y precipitaciones) y empleando una serie de algoritmos
propios, se puede elaborar un índice de riesgo de ignición y propagación de incendios que
permite, de forma rápida e intuitiva, caracterizar el territorio en función del nivel de peligro al
que está sometido.

El Índice de Riesgo Meteorológico es un índice categórico, representado por categorías


o niveles numéricos de riesgo crecientes (Bajo, Medio, Alto, Extremo). Se calcula para un
conjunto de celdillas de 500 metros de lado que cubren la extensión de Andalucía, diariamente
con las predicciones de las variables comentadas a las 12, hora solar. La razón por la que se
expresan los valores de las variables a esta hora viene justificada por ser el momento cuando

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 40


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

más favorables son las condiciones para el inicio y el desarrollo del incendio. El Índice de
Riesgo Meteorológico informa de:

La probabilidad de ignición: su expresión es porcentual e indica la probabilidad de


que una pavesa o brasa al caer sobre combustible fino muerto, lo haga arder.

El índice de riesgo: que viene expresado de forma categórica y expresa diferentes


niveles de riesgo meteorológico de incendios forestales. Se obtiene combinando la
probabilidad de ignición con la velocidad del viento, teniendo en cuenta los vientos
terrales en las áreas costeras, los cuales incrementan el riesgo por su efecto desecante.

La precipitación pasada y futura es una variable que modula el valor del índice de riesgo,
puesto que reduce la probabilidad de ignición de los combustibles, reduce el poder desecante
de la temperatura y los vientos, etc. Sin embargo, pasados unos días después de la lluvia, la
precipitación favorece el desarrollo vegetal, aumentando por tanto el riesgo de incendio. Por
este motivo, se tiene en cuenta la precipitación ocurrida en los últimos seis días.

Para establecer la categorización del nivel de riesgo para determinadas condiciones


meteorológicas, es necesario consultar la tabla de graduación elaborada en función de los
valores obtenidos para el Índice de Riesgo Meteorológico (Tabla 3), la probabilidad de ignición
y la precipitación registrada.

Tabla 3. Tabla de categorización del nivel de riesgo en función del valor del índice
meteorológico, la probabilidad de ignición y la presencia o ausencia de precipitación.
Nota: 0 corresponde a nivel de riesgo Bajo, 1 Medio, 2 Alto y 3 Extremo.

Índice peligro metereológico incendios forestales


% Probabilidad
<150 151-200 201-275 >275

A B A B A B A B

0-20 0 0 0 0 0 0 1 0

21-40 0 0 1 0 1 0 2 0

41-60 1 0 2 0 2 1 3 1

>60 2 0 2 1 3 1 3 2

A: Cualificación para ausencia de precipitación o precipitación inferior a 5 mm.


B: Cualificación para precipitación igual o superior a 5 mm.

Fuente: Salas et al. (2003b).

En función de los valores del índice de riesgo, se pueden distribuir los medios anti-incendio,
destinando más medios y efectivos a aquellas zonas donde el riesgo es más elevado, de
manera que se optimizan los equipos existentes.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 41


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

6.3.3. Riesgo por estrés hídrico de la vegetación

En condiciones de escasa disponibilidad de agua en el suelo, tanto la vegetación natural


como la cultivada sufre estrés hídrico, esto es, insuficiente contenido de agua en la planta
para su adecuado desarrollo. Las plantas bajo estrés hídrico sufren una serie de alteraciones
fisiológicas tendentes a evitar su deshidratación, como por ejemplo mediante el cierre
estomático (Sepulcre-Cantó et al. 2005). Este cierre estomático genera a su vez una reducción
en la capacidad de transpiración y fotosíntesis que se traduce en un descenso de la actividad
clorofílica de la planta y en un mayor nivel de riesgo de incendios, asociado a su mayor
predisposición para arder (Peñuelas et al., 2001).

Basado en el estudio de imágenes diarias del satélite NOAA-AVHRR, con una serie
histórica que cubre desde el año hidrológico 1992/1993 hasta la actualidad, la Consejería
de Medio Ambiente realiza un seguimiento de la respuesta de la vegetación a la reducción
de la disponibilidad de recursos hídricos. Estos trabajos se ejecutan mediante técnicas de
teledetección. En concreto, el vigor de la vegetación y su nivel de estrés hídrico debidos a
cambios fenológicos y a respuestas a las condiciones meteorológicas, se evalúa a través del
llamado NDVI - Normalized Difference Vegetation Index (Alcaraz, 2006). El NDVI se calcula a
partir del grado de actividad fotosintética según la luz reflejada por la vegetación en relación
con la recibida del sol. A partir del índice NDVI y para estandarizarlo, se calcula el Índice de
Verdor que aporta un valor en tanto por ciento del NDVI actual respecto al máximo (100%) y
mínimo (0%) NDVI registrado en ese lugar entre todo el registro histórico del que se disponen
datos. La cartografía del valor del Índice de Verdor, permite conocer de un vistazo las regiones
con mayor potencial para arder y, por ende, un indicador del riesgo de incendios forestales
(Figura 26). Para el mes de agosto de 2009, se puede observar que la provincia de Almería,
así como zonas de la sierra norte de Córdoba y parte oriental de Granada, presentan niveles
elevados de deshidratación siendo especialmente vulnerables al fuego. Las regiones con
elevadas precipitaciones como la Sierra de Grazalema y Los Alcornocales en Cádiz y las
comarcas sevillanas del Aljarafe y Bajo Guadalquivir presentan valores del índice elevados,
alejados de condiciones de estrés. Esto permite considerar estas zonas como con bajo
riesgo de incendio y, por tanto, destinar los esfuerzos de extinción y vigilancia a otras zonas
de vegetación más estresada.

Figura 26. Valores medios del Índice de Verdor en Andalucía. Mes de agosto 2009.
Límites provinciales
Vegetación estresada

Normal

Vegetación no estresada

Fuente: Consejería de Medio Ambiente (2009).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 42


6 Caracterización del régimen de incendios en Andalucía

6.3.4. Riesgo por la frecuencia de incendios

El riesgo de incendio por la frecuencia de sucesos o riesgo histórico de incendios se basa


en la consideración de que conocer los municipios donde de manera tradicional, se han
venido sucediendo incendios con alta recurrencia, facilita la planificación de las actividades
de prevención y lucha contra incendios forestales.

Para un territorio dado, el Índice de Frecuencia se calcula como el cociente entre el número
total de incendios registrados en dicho territorio en un periodo de años y el número de
años de dicho periodo. Habitualmente, el Índice de Frecuencia se calcula por municipio. La
Tabla 4 recoge los valores cualitativos del Índice en función de su valor numérico.

Tabla 4. Valoración cualitativa del Índice de Frecuencia en función de su valor numérico.

Valor numérico del índice de frecuencia Valoración

<1 Muy bajo

1–2 Bajo

3–4 Moderado

5–6 Alto

7 – 10 Grave

> 10 Extremo

Fuente: Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (2005).

Cuando el valor del Índice de Frecuencia se calcula a corto plazo (30 últimos días), se
obtiene un conocimiento preciso de la evolución de la recurrencia en la campaña vigente
y en su caso, se puede corregir la asignación de medios hacia aquellas zonas donde la
frecuencia alcanza valores altos. Es habitual ponderar el valor del Índice de Frecuencia
municipal por el tamaño del municipio. A este indicador ponderado se le conoce como
Índice de Frecuencia Corregido.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 43


7 Evaluación de la vulnerabilidad

7.1. Introducción
Una vez caracterizados los escenarios climáticos para el año objetivo 2050 y realizadas
las pertinentes comparaciones con el clima actual, se pretende, en el presente apartado
determinar de qué manera estos cambios en los regímenes térmicos y pluviométricos pueden
afectar al patrón espacio-temporal, a la dinámica y a las principales características de los
incendios forestales en Andalucía (incluyendo los eventos meteorológicos extremos). Para
ello, se ha dividido el apartado en tres partes temáticas que siguen una lógica argumental:

En primer lugar, se ha tratado de explicar el marco conocido de relaciones físicas, biológicas,


ecológicas y sociológicas que determinan el origen y propagación de los incendios
forestales. Es decir, se han examinado aquellos factores ambientales, en sentido amplio,
que tienen relevancia ya sea en el origen de los incendios, ya sea en su propagación o
en ambos. Se incluyen aquí factores meteorológicos, topográficos, relacionados con la
vegetación y los combustibles y variables de presión antrópica. Se ha tratado en definitiva,
de mostrar cuáles son las variables críticas, cuál es su relevancia para explicar el fenómeno
del incendio forestal y cuál será su contribución futura, detectando niveles de sensibilidad.
Se considera que el cambio climático puede alterar la relevancia parcial de alguna de las
variables o bien la cinética de alguna de las relaciones (cambio en la exposición), pero
que el conjunto de interconexiones permanecerá en el tiempo siendo posible establecer
predicciones sobre el comportamiento de los incendios en un contexto más cálido y con
precipitaciones más heterogéneas.

En segundo lugar, a partir de los datos de temperatura y precipitación predichos por la


Fundación para la Investigación del Clima (FIC) para 2050, se ha evaluado, mediante distintos
índices bioclimáticos, el estado futuro de alguna de las variables meteorológicas claves para
explicar los patrones de incendios y su repercusión sobre la vulnerabilidad de las masas
forestales. Esta caracterización o análisis de la exposición permite esbozar la magnitud de
los cambios esperables en los vectores de variables meteorológicas en origen de situaciones
de ocurrencia de incendios así como cambios en los patrones de eventos extremos. Esto
facilitará la predicción de cambios en las dinámicas del fuego en el futuro. La elección de los
indicadores empleados ha dependido esencialmente de la disponibilidad de datos futuros
necesarios para su cálculo.

Finalmente, y a partir de los resultados de los dos puntos anteriores, se describen los
principales cambios esperables en las características de los incendios forestales en Andalucía,
y se identifican las principales vulnerabilidades relacionadas con el régimen de incendios.

7.2. Descripción de los principales factores que controlan los


incendios forestales
La información recogida a continuación ha sido extraída prácticamente en su totalidad de
distintos trabajos de investigación publicados en los últimos años relativos a los patrones
espacio-temporales de incendios forestales en España. Particularmente han sido claves las
publicaciones de la Fundación Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), del
Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) de la Universidad Autónoma de
Barcelona así como la ECCE.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 44


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Se presentan por naturaleza del factor causal, las características de los principales factores o
determinantes que controlan los incendios forestales en el ámbito mediterráneo.

7.2.1. Meteorología y climatología

Clima

El clima mediterráneo caracterizado por sus veranos cálidos y prolongados y por su escasez
de precipitaciones estivales, responsable principal de la composición de los bosques
andaluces, se yergue como uno de los principales responsables de que los incendios
forestales constituyan una de las mayores preocupaciones de las sociedades actuales,
pasadas y futuras (De Castro et al., 2007).

Las condiciones sinópticas típicas del verano caracterizadas por la combinación de altas
temperaturas medias, elevada frecuencia de temperaturas máximas muy cálidas, alta
insolación, vientos de gran poder desecante (asociados a inestabilidad atmosférica), reducidas
lluvias, baja humedad ambiental y escasa capacidad de campo, genera un marco excelente
para propiciar que un pequeño foco de calor desencadene un incendio, y éste se propague
con facilidad por los terrenos forestales (Mérida, 2000). La Figura 27 representa de manera
esquemática la relación entre las variables meteorológicas citadas y su tendencia probable
en el contexto de cambio climático previsto. Se comenta de manera breve la importancia y
evolución de las siguientes variables: temperatura, precipitación, viento y rayos.

Figura 27. Relación de las principales variables meteorológicas responsables de la ignición


y propagación de fuegos forestales. Evolución probable en función del cambio climático.
Nota: Las flechas continuas indican relaciones directas y la flecha discontinua, relación inversa.

Cambio climático

Precipitación Temperatura

ETP Humedad combustible

Aridez Incendios forestales

Desertificación

Fuente: Elaboración propia.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 45


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Temperaturas

Pese a sus diferencias, todos los modelos de clima existentes, usando diferentes escenarios
de emisiones, son consistentes en predecir aumentos de las temperaturas medias globales
(IPCC, 2007), lo cual ha quedado patente en el apartado anterior para todo el territorio
andaluz, mediante los resultados regionalizados por la FIC para ECHAM4. Aunque existen
diferencias sustanciales en los aumentos térmicos según la comarca, éstos se esperan tanto
en verano como en invierno y afectarán a las mínimas, a las medias y a las máximas. La
temperatura es una de las variables meteorológicas clave en el mecanismo de funcionamiento
de los incendios, modulando tanto las probabilidades de ignición como de propagación,
fundamentalmente a través de su efecto sobre el estado físico del agua tanto en el aire,
el suelo como en la vegetación. Por este motivo, puede asegurarse que los incrementos
térmicos suponen un aumento de la vulnerabilidad, a distintos niveles de complejidad, de
todas las formaciones vegetales al fuego. Los terrenos forestales cordobeses, jiennenses y
sevillanos septentrionales, donde se prevén importantes incrementos de las temperaturas,
serán especialmente sensibles.

En términos generales, los incendios se producen cuando las temperaturas son elevadas y
permiten generar condiciones de estrés hídrico para la vegetación (a través de elevados valores
de transpiración) que conducen a situaciones de elevada sequedad de las plantas, lo que
facilita su combustión. Parece necesario, por tanto, conocer con más detalle la implicación,
que sobre el mecanismo de los incendios, tiene la previsión del calentamiento global. Para
ello, se prestará especial atención a dicha variable en la evaluación de los distintos índices
bioclimáticos calculados en el apartado siguiente. Tal y como se ha definido en al apartado
metodológico en lo relativo a la exposición, cuanto mayor sea el cambio proyectado en el clima,
mayor será el estímulo que pueda desembocar en impactos potenciales.

Precipitaciones

Junto con la temperatura, es probablemente la variable más determinante en generar


condiciones propicias o no para el desarrollo de incendios forestales. La escasez de lluvias,
definida en función de su periodicidad y abundancia, condiciona el estado hídrico de los
vegetales, que en condiciones de sequedad, son pasto fácil de las llamas.

Por lo general, la escasez de lluvias proyectada en verano favorecerá la desecación de los


combustibles y el incremento de su inflamabilidad. De hecho, sequías prolongadas pueden
producir la muerte total o parcial de los individuos, con el consiguiente aumento de necromasa
a los ecosistemas. Este proceso que, afecta más a las plantas de enraizamiento superficial que
a las de enraizamiento profundo (Peñuelas et al., 2001) afecta de manera diferenciada a las
comunidades vegetales, en función de cómo de adaptadas estén a la sequía. Así, en zonas más
habituadas a esta circunstancia, la vegetación está más adaptada, no así en zonas con ciertas
precipitaciones estivales que hasta ahora no han sido muy afectadas por los incendios, pero que
lo pueden empezar a ser. Es decir, que son más vulnerables aquellas localizaciones donde hasta
el momento la sequía estival es poco pronunciada y donde se prevean importantes descensos
de las precipitaciones veraniegas como, por ejemplo, en las serranías de Cádiz y Ronda. En
este sentido, Vázquez et al. (2002) mostraron que en la región mediterránea, durante el periodo
1974-94, la superficie afectada por incendios medios (>100 ha) o grandes (>500 ha), así como el
número de grandes incendios estuvieron positivamente relacionados con un alto número de días
transcurridos desde la última lluvia, es decir, en condiciones de elevada sequedad ambiental.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 46


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Adicionalmente, otros estudios de la Fundación CEAM, apuntan una relación directa entre la
precipitación del año anterior y la superficie quemada en el verano siguiente (Pausas, 2004).
En este estudio realizado en la Comunidad Valenciana, se argumenta que precipitaciones
abundantes en un determinado año pueden dar lugar a un crecimiento adecuado de las
comunidades vegetales que tras dos años en condiciones de sequía generan una cantidad
importante de combustibles promoviendo que se den importantes incendios en dichas
localizaciones, por ello, el efecto global de años particularmente húmedos puede no ser
positivo. Por su parte, las lluvias torrenciales típicas de ambientes mediterráneos afectan
sinérgicamente con los incendios a la erosión del suelo, modificando el potencial de desarrollo
vegetal y de nuevo a su disposición a quemarse (De Luis et al., 2003).

Por otro lado, la falta de lluvias también da origen a un incremento de la aridez que merma las
posibilidades de éxito de la mayor parte de comunidades vegetales, fomentando a medio plazo
procesos de desertificación (Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2006c). A
la larga, esto supone incrementar la superficie de terrenos en los que no inciden los incendios
forestales por falta de combustibles. Por otro lado, las propias cubiertas vegetales pueden
modificar la distribución espacio-temporal de las precipitaciones (Rodríguez Suárez et al., 2009),
lo que aumenta la complejidad del sistema de relaciones entre vegetación y precipitación.

Viento

Bien es sabido, sobre todo por los agentes responsables de la extinción de incendios, que el
viento es una variable fundamental para entender la propagación y la ignición del fuego. La
velocidad del viento es directamente proporcional a la velocidad de propagación del fuego y
a la cinética de oxigenación de la combustión. En general, las situaciones de mayor peligro
son aquellas que vienen acompañadas de vientos fuertes y secos o con efecto Foehn, pues
aumentan la desecación de la vegetación y del suelo.

Sin embargo, se trata de un parámetro altamente variable en el tiempo y en el espacio cuyo


comportamiento es difícil de predecir, incluso a corto plazo y para territorios pequeños. Pese
a que ciertos modelos de cambio climático se aventuren a realizar predicciones sobre la
evolución del comportamiento medio del viento en futuros escenarios, desde el punto de
vista de los incendios forestales resultan insuficientemente detallados.

No obstante, en la ECCE se recogen estudios que afirman que, en términos generales,


la velocidad media del viento tenderá a aumentar en España a consecuencia del cambio
climático;, dado su importante papel en la propagación del fuego (la velocidad de propagación
del frente de llamas es directamente proporcional a la velocidad del viento) es probable que
haga aumentar la probabilidad general de incendio. Una mayor velocidad de propagación del
fuego implica mayor dificultad de extinción y, por tanto, una mayor probabilidad de que los
incendios afecten a grandes superficies forestales.

Rayos

Tal y como recoge el Estudio de Impactos preliminares del Cambio Climático en España
(Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2005) las predicciones basadas en
los modelos de circulación general indican que el número de descargas de rayos tenderá a
aumentar. Los rayos no sólo serán más abundantes sino que se extenderán más a lo largo del
año, ampliando la estación de incendios. Según ciertos estudios (de Pablo y Soriano, 2002;

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 47


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Soriano y de Pablo, 2002) en España, la frecuencia de descargas de rayos está relacionada


con la temperatura del mar Mediterráneo, siendo mayor cuanto más alta es aquélla. Por
tanto, en previsión del aumento de la temperatura del mar, parece razonable pensar que la
frecuencia de descargas de rayos, en efecto, sí aumentará en el futuro.

Los estudios meteorológicos actuales indican que la mayor frecuencia de descargas se da


en días consecutivos con actividad tormentosa (sobre todo en verano) y que la distribución
geográfica de los incendios ocasionados por los rayos es, a grandes rasgos, concordante
con la distribución de rayos caídos. Por tanto, cabría esperar que ante condiciones más
propicias para los incendios asociadas a las altas temperaturas y bajas precipitaciones y
en un escenario de más rayos, la ignición natural aumentará. En términos generales, puede
afirmarse que la exposición de los terrenos forestales en Andalucía a una frecuencia de rayos
será mayor.

7.2.2. Vegetación y combustibles

A lo largo de la historia, los distintos climas existentes han determinado, junto con los sustratos
disponibles, la distribución territorial de las distintas formaciones vegetales. A estos factores
esenciales se unen, en la Cuenca Mediterránea, los intereses humanos, debido a la histórica
ocupación y modificación de la misma. Así, las especies de plantas presentes en Andalucía están
adaptadas a las condiciones climáticas actuales, siendo especialmente resilientes al fuego. De
hecho, muchas comunidades requieren incendios periódicos para completar sus ciclos vitales:
especies rebrotadoras como los brezos y muchas quercíneas o liberadoras de semillas pirofíticas
como las jaras o cuya germinación se ve estimulada por el fuego (Pausas, 1999).

El tipo, distribución y abundancia de la vegetación determinan la posibilidad de que se den


incendios forestales, en cuanto constituyen el combustible potencial para mantener el fuego.
Existe una sensibilidad diferencial a sufrir los efectos del fuego en función del tipo de vegetación.
Aquí reside el interés por conocer sus características y su estado vital, claves en la elaboración
de los modelos de combustible (Figura 28), herramienta central de las políticas de prevención
de incendios. Es complicado establecer la dinámica que seguirán las comunidades vegetales
en un contexto de clima cambiante, estando en fase de investigación (Rodrigo et al., 2004).
La dificultad de este proceso es alta, pues depende de un elevado número de variables, entre
las que se dan buena cantidad de retroalimentaciones, tanto positivas como negativas. Ante
la imposibilidad actual de establecer modelos de combustible para 2050, se ha considerado
necesario realizar ciertas apreciaciones relativas a algunas características de la vegetación con
relevancia, para explicar los patrones actuales y futuros del fuego.

Los pinares constituyen, junto con las distintas especies de Quercus sp., las masas arboladas
más extensas de Andalucía. La mayor parte de las especies de pino presentes (Pinus
halepensis, Pinus pinea, Pinus pinaster) se caracterizan por presentar un elevado contenido
en resinas y aceites esenciales, extremadamente inflamables. Aunque son especies que
requieren el fuego ocasional para completar su ciclo vital, son vulnerables a los fuegos
recurrentes. En muchos casos, la inflamabilidad de la vegetación secundaria sucesional es
mayor que la de la vegetación natural madura. Esto es particularmente así en el caso en el
que la vegetación pionera esté dominada por especies acumuladoras de combustible fino y
necromasa. Por ello, la relación entre inflamabilidad de la vegetación y clima no es simple
(Piñol et al., 1998). Además, la vegetación que crece tras la quema de algunas plantaciones
de coníferas o de frondosas tipo eucalipto es, con frecuencia, altamente inflamable.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 48


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Figura 28. Modelo de combustible forestal de Andalucía.

Modelo 1 (1-2 Tm/ha) Modelo 8 (10-12 Tm/ha) Red hidrográfica


Modelo 3 (4-6 Tm/ha) Modelo 6 (10-13 Tm/ha) Capitales de provincia
Modelo 5 (5-8 Tm/ha) Modelo 7 (10-15 Tm/ha)
Modelo 9 (7-9 Tm/ha) Modelo 11 (25-30 Tm/ha)
Modelo 2 (5-10 Tm/ha) Modelo 4 (25-35 Tm/ha)

Fuente: Consejería de Medio Ambiente (2008).

El contenido en humedad de los combustibles finos vivos, esencial para determinar su


inflamabilidad, varía a lo largo del año, siendo máximo en primavera y mínimo a finales de
verano. Depende de la disponibilidad de agua en el suelo, pero también de la fenología propia
de cada especie. Por tanto, el estado de los combustibles vivos depende de la cantidad de
agua disponible y del momento en el que ésta es aprovechable por la planta. Tal y como
se recoge en la ECCE (Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2005), la
propagación del fuego es muy sensible al combustible ligero muerto (I ≤ 6 mm), pues es el que
más rápidamente se inflama al estar expuesto a un foco calorífico. El contenido de humedad
de los combustibles muertos depende, principalmente, de las variaciones de la humedad del
aire, de la lluvia y de la radiación solar. Cuanto más desecante sea la atmósfera y menor la
humedad del suelo, más seca estará la hojarasca y la necromasa fina, lo que aumentará su
inflamabilidad y combustibilidad. En estos momentos resulta imposible establecer un sistema
que permita evaluar la evolución anual y diaria de la cantidad de humedad presente en el
combustible ligero muerto, que aportaría una información precisa sobre potenciales focos
de ignición. Es todavía más difícil plantear que dicha herramienta genere proyecciones en el
marco del cambio climático. Esta limitación técnica puede ser abordada mediante índices de
termicidad que aportan cierta luz a la incógnita planteada.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 49


7 Evaluación de la vulnerabilidad

7.2.3. Topografía

La pendiente del terreno es un factor importante para determinar la velocidad de propagación


del fuego, ya que influye sobre éste de manera directamente proporcional.

Aunque el cambio climático no afecte a la topografía, la vegetación que cubre las pendientes
más fuertes puede ir variando con el devenir de los años, siendo más sensibles ante el
efecto de los incendios sólo por el hecho de ocupar dichas localizaciones. Por este motivo
es necesario seguir con atención las modificaciones de las áreas de distribución de las
comunidades forestales asociadas al cambio climático, poniendo especial énfasis en las
poblaciones que se ubiquen en zonas de elevada pendiente.

La orientación de las montañas también es relevante pues las comunidades forestales de


solana como, por ejemplo, la Alpujarra granadina, estarán más expuestas a temperaturas
más elevadas y distendidas en el tiempo que las comunidades de umbría, siendo por tanto,
más sensibles al fuego.

7.2.4. Factor antrópico como fuente de ignición

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX se ha producido un progresivo proceso de éxodo


rural, motivado por vectores económicos, que ha tenido como consecuencia un abandono de
las actividades forestales y agropecuarias tradicionales, generando unos profundos cambios
en los usos del suelo. La presión agroganadera por pastoreo ha disminuido fuertemente, lo
que ha causado generalmente un aumento de la cantidad de combustible presente en estos
sistemas, pasando en ocasiones de pastos a bosques. El abandono agrario ha permitido
procesos de matorralización en toda Andalucía. Así, la superficie forestal se ha incrementado
410.000 hectáreas en dos décadas (Consejería de Medio Ambiente, 2007a) constituyendo
una importante reserva de combustible (causa estructural de los incendios). La disminución
del valor económico de algunos bosques y otros terrenos agropecuarios ante su falta de
competitividad económica, puede seguir avivando el proceso de abandono incrementando la
exposición al fuego de los terrenos forestales. Esta dinámica de cambio, consecuencia de un
cambio en el modelo de desarrollo socioeconómico global es a su vez un motor importante
del cambio ambiental global (Figura 29).

Por otro lado, este incremento de población en entornos urbanos con un interés cada vez
mayor por realizar actividades en contacto con la naturaleza (mayor demanda social del
monte) y asociado a las mejoras socioeconómicas y de movilidad existentes, aumentará el
uso público y el número de visitas a espacios naturales. Este incremento del uso recreativo
del monte hará aumentar el número de igniciones fortuitas o por negligencia, aumentando
la exposición del monte al fuego. Además, un clima benigno a lo largo del año fomentará
que estos incendios puedan darse prácticamente en cualquier estación. Contrarrestando
esta posibilidad estaría la mejora paulatina en información y formación de la población y su
sensibilización hacia el problema de los incendios, de manera que las fuentes de ignición
podrían reducirse.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 50


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Figura 29. Esquema mecanicista de relación de las variables críticas responsables de los
fuegos forestales. Evolución probable en el marco del cambio climático.

Nota: En amarillo, motores de cambio global, en azul variables meteorológicas, en verde variables de dinámica vegetal y, en gris
variables sociológicas.

Cambio climático

Temperatura del aire Inestabilidad frecuencia de


precipitaciones

Sequedad del suelo y aire

Contenido en humedad de Velocidad del viento


la vegetación

Inflamabilidad de la
Nº descargar rayos
vegetación

Incendios forestales

Acumulación de Negligencias
Pastoreo
combustile Vegetación sucesional
más inflamable

Visitación a
Abandono rural
espacios naturales

Fuente: Elaboración propia.

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7 Evaluación de la vulnerabilidad

7.3. Análisis de vulnerabilidad mediante índices bioclimáticos


Uno de los principales motivos para la preocupación ante los efectos del cambio climático
sobre los incendios forestales es conocer de qué manera la combinación del aumento de la
temperatura y la reducción de las precipitaciones en determinados momentos del año, sobre
todo en la época de incendios, afectará a la disponibilidad hídrica, la sequedad ambiental,
la inflamabilidad de los combustibles y, por ende, a la predisposición a sufrir incendios
forestales. Para ello, se ha considerado acertado caracterizar el territorio de Andalucía en
la actualidad y en 2050, en base a una serie de índices que faciliten la respuesta a estas
preguntas. Se ponen de manifiesto cambios en la ocurrencia de fenómenos extremos
relacionados con temperaturas extremas y sequías intensas, que pueden desembocar en
incendios muy severos.

Los modelos actuales de predicción de incendios forestales basados en algoritmos complejos


y con requerimientos de datos muy importantes, como el Índice de Peligro Canadiense,
no resultan operativos para establecer predicciones regionales a cincuenta años vista por
falta de datos, motivo por el cual se ha optado por realizar una evaluación mediante índices
bioclimáticos simples, algunos de los cuales se han extraído de la monografía Modelos de
Restauración Forestal: datos botánicos aplicados a la gestión del medio ambiente andaluz
– Bioclimatología y Biogeografía (Costa y Valle, 2004). Estos índices permiten realizar una
caracterización climática de amplia resolución espacial, en comparación con la estimación
del índice canadiense. Analizando integradamente el conjunto de resultados presentados,
se pueden evaluar los cambios en la exposición a incendios forestales asociados al cambio
climático en los terrenos forestales andaluces y la predisposición a sufrir los efectos de
eventos meteorológicos extremos.

7.3.1. Vulnerabilidad asociada al cambio de temperatura y precipitaciones (Índice de


Emberger)

Uno de los aspectos básicos que determinan la dinámica de incendios forestales de un


determinado territorio corresponde, como se ha comentado anteriormente, a la relación
entre la pluviometría y el régimen térmico. Entre los valores de temperatura relevantes,
destacan las temperaturas máximas (del verano, del día, etc.) que tienen relación con la
facilidad de ignición, pero son también relevantes otras como las mínimas de los meses de
invierno, que juegan un papel vital en el rigor y duración del periodo de heladas, aspecto
clave en el grado de éxito de las etapas de floración, brotación, etc. En este apartado se ha
evaluado la relación entre temperatura y precipitaciones a través de un índice climático: el
Índice de Emberger o cociente pluviométrico. Este índice se emplea de manera generalizada
en estudios ambientales para caracterizar el tipo de clima (Sarrión, 2001; AIACC, 2006). Se
trata de una manera relativamente sencilla de establecer el tipo de clima existente en una
determinada región y que va a permitir especificar de manera general la distribución de los
distintos climas mediterráneos en Andalucía. Además, se ha calculado dicho índice para
las tres décadas del periodo de clima de referencia (1961-1970; 1971-1980 y 1981-1990) y
para el año objetivo (2050) de manera que se pueda evaluar cómo ha sido la dinámica y qué
se espera para el futuro, según los modelos de clima utilizados. Se ha optado por emplear
este índice (en lugar del índice de Martonne o el de Dantin-Revenga) pues todos los datos
necesarios están disponibles: precipitación media anual, temperatura media de las máximas
del mes más cálido y temperatura media de las mínimas del mes más frío, no así la temperatura
media anual. La fuente de información es el Centro de Investigaciones fitosociológicas de la

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 52


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Universidad Complutense de Madrid, si bien el índice está descrito desde 1930.

El Índice de Emberger (Q) se calcula como:

Q = (100*P)/(Mi2-mi2), donde

P = Precipitaciones anuales (mm)


Mi = Temperatura media de las máximas del mes más cálido (°C)
mi = Temperatura media de las mínimas del mes más frío (°C)

Se ha determinado estadísticamente que en el periodo 1961-1990 el mes más cálido


es julio y el más frío es enero, por lo que la expresión queda como:

Q= (100*Pan) / (Tmxjul2 – Tmnene2)

La tipificación climática resultante depende del valor de Q según los siguientes rangos y tipos
de vegetación más representativa:

Q Clima Vegetación

>90 Húmedo Abeto mediterráneo, castaño

50 – 90 Subhúmedo Olivo, alcornoque, lentisco

30 – 50 Semiárido Pinus halepensis

0 – 30 Árido Matorrales

Figura 30. Distribución de los distintos tipos de clima mediterráneo según el Índice
de Emberger en Andalucía para las décadas 1961-1970; 1971-1980 y 1981-1990 y las
predicciones a 2050 bajo los escenarios A2 y B2.

1961-1970
Límites provinciales

Índice de Emberger

Árido

Semiárido

Subhúmedo

Húmedo

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 53


7 Evaluación de la vulnerabilidad

1971-1980
Límites provinciales

Índice de Emberger

Árido

Semiárido

Subhúmedo

Húmedo

1981-1990

2050 A2

2050 B2

Fuente: Elaboración propia.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 54


7 Evaluación de la vulnerabilidad

La Figura 30 presenta los distintos climas de Andalucía definidos en función de su Índice de


Emberger o cociente pluviométrico en distintos momentos temporales. Los datos empleados
son los de temperaturas y precipitaciones (según la fórmula ya comentada) para las estaciones
meteorológicas de las que se tiene información. La fuente de datos referidos a las décadas 1961-
70; 1971-1980 y 1981-1990 es la Agencia Estatal de Meteorología y la relativa al año 2050, es
la FIC. Se ha computado el valor del Índice de Emberger para cada periodo y, posteriormente,
mediante técnicas de geoestadística, se ha obtenido una representación espacial del mismo
para el conjunto del territorio autonómico. De esta manera, es posible visualizar los cambios a lo
largo del tiempo y del espacio, facilitando la interpretación de la dinámica existente. Se observa
cómo a lo largo de las décadas del siglo XX el cociente pluviométrico ha ido en retroceso en
términos generales en todo el territorio andaluz. De hecho, el clima húmedo, caracterizado por
una mayor pluviometría anual existente en las zonas de las serranías de Ronda y Grazalema
se ha ido reduciendo progresivamente hasta su práctica desaparición en la década de los
ochenta. Atendiendo a los datos presentados en la Tabla 5, las zonas húmedas, que suponían
el 1,45% de Andalucía, se reducen en un 91% hasta llegar a un 0,13% del territorio total en tres
décadas. Las zonas subhúmedas también se fueron reduciendo en favor de zonas semiáridas
y éstas, a su vez, fueron pasando a zonas de tipo árido. Se puede observar perfectamente
como la mancha amarilla del árido, únicamente presente en Almería y Granada en la década
1961-1970, se va extendiendo por Jaén, Córdoba, Sevilla y Málaga a lo largo de los años. El
territorio árido de Andalucía, según el cociente pluviométrico de Emberger, pasa de ser del
5,82% del territorio a prácticamente un tercio (32,47%). Se puede decir que la aridificación del
territorio es la tónica general, si bien esta dinámica ha sido más vigorosa en Andalucía Oriental.
Las provincias de Huelva y Cádiz se ven menos afectadas, en línea con lo comentado en el
apartado de escenarios de precipitación.

Las previsiones para el año 2050 parecen seguir esta misma dinámica de aridificación, siendo
el escenario A2 más crítico que el B2. Así, según el primero de los escenarios, la totalidad del
territorio autonómico se clasificaría en zonas áridas (71,5%) o semiáridas (28,5%). Sólo las
Sierras de Aracena en Huelva, Segura en Jaén y la zona litoral de Cádiz y Málaga presentan
un clima semiárido. En el escenario B2, el clima subhúmedo sigue presente, aunque sólo en
el 5% de Andalucía, apenas la mitad de la extensión de la existente en 1981-1990.

Tabla 5. Distribución porcentual de los tipos de clima en Andalucía según el índice de


Emberger.

Periodo temporal
Clima
61-70 71-80 81-90 2050-A2 2050-B2

Árido 5,82 18,90 32,47 71,53 41,51

Semiárido 75,60 66,48 56,69 28,47 53,18

Subhúmedo 17,13 13,49 10,71 0,00 5,31

Húmedo 1,45 1,13 0,13 0,00 0,00

Nota: Los cálculos están realizados con los datos observacionales de las décadas 1961-1970, 1971-1980 y 1981-1990 y con las
previsiones de ECHAM4 regionalizadas para Andalucía, bajo los escenarios A2 y B2.

Fuente: Elaboración propia.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 55


7 Evaluación de la vulnerabilidad

A tenor de todo lo comentado, parece clara la existencia de una tendencia hacia la aridificación
del clima desde hace varias décadas que se proyectará en el futuro, independientemente del
escenario de emisiones. Esto corrobora lo previsto en los estudios a nivel nacional (Gobierno
de España, 2007) y europeo (Consejo Europeo, 2009). Desde la perspectiva de los incendios
forestales, esto tiene una gran relevancia pues generará con bastante probabilidad un
aumento de la desecación de la vegetación, que tendrá que ir adaptándose a condiciones
de mayor xericidad. Dicha desecación puede conducir a un aumento de la inflamabilidad y,
por tanto, a un incremento de la sensibilidad a incendios, generalizado en toda Andalucía y
especialmente notable en las provincias orientales. Por otro lado, hay que tener en cuenta
que en condiciones de demasiado estrés hídrico y térmico para la vegetación, ésta puede dar
paso a sistemas desertificados exentos de posibilidades de incendiarse al no tener entidad
suficiente como para albergar un fuego.

7.3.2. Vulnerabilidad vinculada a la aridez (Índice de Lang)

Con objeto de mejorar la caracterización del proceso de aridificación climático observado


mediante el Índice de Emberger, se ha considerado de interés evaluar mediante un índice
específico de aridez. Para ello, se ha utilizado el índice de aridez de Lang, que se calcula
teniendo en cuenta el valor de precipitación acumulada anual y la temperatura media anual,
tal y como recoge la siguiente fórmula, originalmente descrita en 1915 y obtenida del artículo
de índices bioclimáticos de Capel (1982):

IA = Precipitación acumulada anual (mm) / Temperatura media anual (ºC)

IA Clima

0 – 20 Desértico

20 - 40 Árido

40 - 60 Semiárido

60 - 100 Templado cálido

100 - 160 Templado húmedo

> 160 Húmedo

Se ha calculado el Índice de Lang para el periodo climático 1961-1990 y para el año objetivo
2050 bajo los dos escenarios de emisiones habituales, A2 y B2, para distintas estaciones
ubicadas en todas las provincias andaluzas. El valor de temperatura media empleada para
el cálculo del indicador es el promedio de las temperaturas medias diarias del periodo 1961-
1990 cuya fuente es la Agencia Estatal de Meteorología. Los datos de precipitación acumulada
anual son de la misma fuente y corresponden al promedio de las lluvias anuales para el mismo
periodo. En cuanto a los datos para el año 2050, los datos de precipitación son los generados

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 56


7 Evaluación de la vulnerabilidad

para dicho año horizonte por la FIC mediante regionalización para los escenarios de emisiones
A2 y B2 del modelo ECHAM4 de circulación general. Los datos de temperatura media para 2050
son desconocidos para estas estaciones. Para poder calcular el valor del índice y establecer la
evolución de la aridez, se ha optado por establecer dos posibles escenarios térmicos, que la
temperatura media ascienda un grado en promedio respecto de la media registrada en el periodo
1961-1990; que el ascenso sea de dos grados. Así, el valor de temperatura media de 2050 se
obtiene para cada una de las estaciones añadiendo 1 ó 2 grados según el caso. Los resultados
del cálculo del índice de Lang se presentan en la Tabla 7. Antes de proceder a analizar dichos
resultados, se ha querido justificar la metodología de estimación de la temperatura media para
el cálculo del índice para 2050 contextualizando el aumento de temperaturas previstas.

En la Figura 31, se puede observar una comparativa entre los valores de temperaturas
máximas, mínimas y medias del periodo 1961-1990 (cuadrados) y los valores de máximas
y mínimas resultado del downscaling de la FIC a partir del modelo de circulación general
ECHAM4, para el escenario A2 (círculos) y el B2 (triángulos). Se observa que tanto para A2
como para B2 existe un aumento de las mínimas y máximas para todas las estaciones. En
promedio, el aumento es de 2,5ºC para las máximas y 2ºC para las mínimas. Se han resumido
en la Tabla 6 los resultados de las comparaciones entre ambos escenarios y el régimen
climático normal.

Figura 31. Temperaturas máximas, medias y mínimas en Andalucía. Promedios del periodo
1961-1990 y previsiones para 2050 (escenarios A2 y B2) con estimaciones de temperaturas
medias en 2050 (media del periodo 1961-90 más uno y dos grados).

30 Mínima 61-90

28 Máxima 61-90

Media 61-90
26
Máxima A2
24
Mínima A2
22
Máxima B2
Temperatura (ºC)

20
Mínima B2
18
Media 61-90+1
16
Media 61-90+2
14

12

10

6
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rto

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Se

Se
Al

G
ór

G
C

Fuente: Elaboración propia.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 57


7 Evaluación de la vulnerabilidad

A tenor de estos resultados, se ha estimado razonable considerar que la temperatura media


ascenderá al menos entre 1 y 2ºC, que es como se ha estimado el índice de Lang en 2050.

Tabla 6. Comparativa de las diferencias entre temperatura media, mínima y máxima


previstas para 2050 bajo los escenarios A2 y B2 y el periodo de referencia 1961-1990.

Variable de Diferencia
Periodos comparados Máxima diferencia Mínima diferencia
temperatura promedio

Tmáx 3,2 1,6 2,6

1961-90 y 2050 A2

Tmín 2,5 1,6 2,1

Tmáx 2,9 1,4 2,4

1961-90 y 2050 B2

Tmín 2,1 1,4 1,9

Tmáx 3 1,5 2,5


1961-90 y promedio 2050 A2
y B2
Tmín 2,3 1,6 2

Fuente: Elaboración propia.

En el periodo de referencia, se observa que todas las estaciones analizadas están clasificadas
como de clima árido, salvo la estación de Almería aeropuerto que es de carácter desértico.
La tendencia hacia la aridificación descrita anteriormente, se observa claramente en el 2050,
tanto bajo el escenario A2 como el B2. Así, las estaciones de Huelva, Málaga, Granada,
Almería y Sevilla presentan un carácter desértico según el índice de Lang, incluso con un
sólo grado de aumento de la temperatura media respecto del valor para el periodo 1961-
1990. En el resto de provincias, el comportamiento hacia un clima más árido es igualmente
generalizado, aunque con variaciones en intensidad, según el escenario y el aumento térmico
que se considere. De esta manera, el escenario A2 supone un cambio menos drástico que el
B2, según los resultados pues la estación de Tarifa sólo pasa a un comportamiento desértico
en caso de un ascenso de dos grados en la temperatura media, mientras que en B2 lo hace
siempre. Tan sólo la estación de Córdoba aeropuerto mantendría según estas estimaciones
su actual clasificación termopluviométrica.

Desde el punto de vista de los incendios forestales, parece claro que en el año 2050 (tanto
en A2 como en B2) la disminución de las precipitaciones anuales será tan relevante que
generará aumentos en las condiciones de aridez, independientemente del aumento de la
temperatura media. Esto conducirá, con elevada probabilidad, a una mayor desecación de
los combustibles y, por tanto, a una exposición a los incendios forestales más importante de
manera generalizada en todo el territorio andaluz, salvo en Córdoba.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 58


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Tabla 7. Índice de Lang en algunas de las estaciones meteorológicas de Andalucía.

Desértico
Estaciones de referencia 2050 Árido
1961-
1990
A2 B2
Código Nombre de la estación
+1 +2 +1 +2

6325O Almería / Aeropuerto

Cádiz - Jerez de la Frontera /


5960
Aeropuerto

6001 Cádiz - Tarifa

5402 Córdoba / Aeropuerto

5530E Granada / Aeropuerto

5514 Granada / B. Aérea

4642E Huelva

6155A Málaga / Aeropuerto

5783 Sevilla / Aeropuerto

Sevilla / Morón de la Frontera


5796
/ B. Aérea

5790 Sevilla - Tablada

Fuente: Elaboración propia.

Con el objeto de mantener la coherencia en el análisis con índices climáticos del territorio
de Andalucía, iniciado con el índice de Emberger y pese a la falta de datos modelizados de
temperatura media tanto del periodo de referencia como del año 2050, para la mayor parte
de estaciones meteorológicas se ha cartografiado el índice de Lang (Figura 32), empleando
una estimación del valor de la temperatura media. Para cada una de las estaciones y para
los cinco periodos temporales contemplados, se ha calculado la temperatura media como el
valor de la semi razón de las temperaturas máxima y mínima: Tmedia = (Tmax + Tmin) / 2.

Se observa que, en la década de los sesenta, la mayor parte del territorio andaluz poseía un
carácter árido, salvo el oriente almeriense y el entorno de la ciudad de Huelva, donde el valor
del índice de Lang indicaba un carácter desértico. Las zonas más lluviosas, Sierra de Ronda,

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 59


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Sierra de Cazorla y Sierra de Aracena, se situaban en el rango del semiárido al templado cálido.
Conforme fueron pasando los años del siglo pasado, el conjunto del territorio autonómico se
fue aridificando, desapareciendo las zonas templado-cálidas y extendiéndose por el litoral
mediterráneo y atlántico el carácter desértico.

En 2050 se espera que esta tendencia prosiga de manera intensa, tanto bajo el escenario
A2 como el B2, siendo más marcado bajo el primero. Así, las dos manchas de semiárido
desaparecen y sólo la comarca de la Sierra de Huelva, el Condado y Sierra de Segura en Jaén,
comarca de Huéscar en Granada, los Vélez en Almería, Campo de Gibraltar y Serranía de
Ronda en Málaga, presentan un valor del índice árido. La Sierra Norte de Sevilla, la Sierra de
Cádiz y la parte occidental del Campo de Gibraltar pasan al desértico sólo en el caso de A2.

Esta dinámica descrita es completamente coherente con la registrada mediante el cómputo


del índice de Emberger, pese a estar realizada mediante estimación de la temperatura media.

Figura 32. Distribución de los distintos tipos de clima mediterráneo según el índice de Lang
en Andalucía para las décadas 1961-1970, 1971-1980 y 1981-1990 y las predicciones a
2050 bajo los escenarios A2 y B2.

1961-1970 Límites provinciales

Clima (valor del


índice de aridez)

Desértico

Árido

Semiárido

Templado

1971-1980

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 60


7 Evaluación de la vulnerabilidad

1981-1990 Límites provinciales

Clima (valor del


índice de aridez)

Desértico

Árido

Semiárido

Templado

2050 A2

2050 B2

Fuente: Elaboración propia.

7.3.3. Vulnerabilidad asociada a la mediterraneización del clima y a la evapotranspiración


potencial

Índice de Mediterraneidad

El clima mediterráneo se define de manera genérica por presentar una escasez de


precipitaciones en verano, coincidiendo con el periodo de mayor eficacia térmica y dando
lugar a situaciones de estrés hídrico. Esto condiciona de manera muy importante el tipo
de vegetación que puede desarrollarse, siendo características las formaciones arbóreas
y de matorral esclerófilo, entre las que destacan en Andalucía los encinares, quejigares,
alcornocales, pinares y garrigas.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 61


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Se trata de evaluar cómo los cambios en determinadas variables climáticas inducidas por
el cambio climático pueden afectar, a través de las relaciones entre las mismas, a este
carácter mediterráneo del clima. A priori, según lo apuntado por los modelos de clima
regional, la tendencia al calentamiento generalizado de todos los territorios de Andalucía
es clara, pero dicho calentamiento se acompaña de un comportamiento más heterogéneo
de las precipitaciones, pudiendo de esta manera generar o no modificaciones en algunas
variables secundarias, como la evapotranspiración. Estas modificaciones pueden afectar a
su vez al tipo de vegetación existente, potenciando el desarrollo a medio y largo plazo de
nuevos sistemas ecológicos. Indudablemente, esto tiene interés desde el punto de vista de
los incendios forestales, pues determina las medidas preventivas y las formas de lucha a
adoptar contra el fuego.

Entre los biogeógrafos españoles se suele valorar la dimensión bioclimática mediante índices
que expresan la relación entre evapotranspiración potencial y pluviosidad media durante los
meses estivales (Muñoz, 1999). Uno de estos es el Índice de Mediterraneidad desarrollado
originalmente por S. Rivas Martínez y cuya expresión queda recogida en la siguiente fórmula:

(ETP de junio + ETP de julio + ETP de agosto)


Im3 =
(P de junio + P de julio + P de agosto)

El límite del medio mediterráneo queda marcado por el valor mínimo de Im3 = 2,5, siendo
las características del clima más marcadas cuanto mayor es el valor del índice (se suele
considerar el carácter bien marcado cuando Im3 > 10). Teniendo en cuenta las variables
con las que se calcula el índice, cuanto mayor es el valor, mayor es la proporción de la
evapotranspiración respecto de la precipitación en el verano, lo que se traduce en un mayor
estrés hídrico para la vegetación y el suelo y un mayor grado de aridez del territorio. Este
índice es relevante para este estudio, pues permite estimar un parámetro integrado clave
para la ignición y propagación de los incendios forestales en Andalucía.

Se ha procedido a calcular el valor del índice de Mediterraneidad de dos formas. En primer


lugar, para algunas estaciones meteorológicas repartidas por todo el territorio andaluz de las
que se han podido conseguir datos reales de precipitaciones y evapotranspiración potencial
(obtenidos estos últimos mediante la fórmula de Thornthwaite, para lo cual es necesario
contar con datos de insolación y temperaturas medias). Esto ha motivado el que sólo se
pueda hacer uso de un limitado número de estaciones para los que la AEMET hace públicos
y libres dichos datos. Se ha evaluado dicho índice para el periodo de referencia 1971-2000
(AEMET, 2005) y para 2050, según los datos de precipitación aportados por la FIC bajo los
escenarios A2 y B2 y los valores de temperatura media del periodo 1971-2000 al que se han
añadido, como en el caso del índice de Lang, 1 ó 2 grados centígrados. La Tabla 8 recoge
dicha información.

En segundo lugar, a partir de estimaciones de la temperatura media (Tmedia = (Tmax + Tmin) / 2)


para cada una de las estaciones meteorológicas del territorio andaluz y de valores teóricos de
insolación, se han computado los valores de ETP mensual necesarios para la estimación del
índice de mediterraneidad en el conjunto autonómico. El resultado es una cartografía (Figura
33) de la evolución del índice a lo largo del tiempo, análoga a la presentada para el índice de
Emberger y Lang.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 62


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Comentarios a partir de datos reales en estaciones de referencia

Para el periodo de referencia, se observa que todas las estaciones son claramente
mediterráneas, siendo el valor más bajo el registrado en Granada aeropuerto, el más alto
en Almería aeropuerto y el promedio superior a Im3 = 17. En términos generales, el verano
andaluz queda caracterizado por presentar una recarga hídrica negativa en el sistema suelo-
planta siendo la evaporación y la transpiración muy superiores a los aportes por lluvia. Este
fenómeno se traduce en una pérdida global de humedad en las plantas, siendo el origen de
todas las estrategias vegetales de protección contra la marchitez, a saber, el desarrollo de
hojas crasas, cierre estomático, pérdida de hojas, etc.

Tabla 8. Valores del índice de mediterraneidad para ciertas estaciones meteorológicas de


Andalucía.

Nota: Los datos del periodo 1971-2000 han sido extraídos de la AEMET (Valores climatológicos normales de Andalucía
descargados de www.aemet.es. Los datos de 2050 corresponden a datos de precipitaciones tomados de los escenarios para
2050 de la FIC para los escenarios A2 y B2; datos de temperaturas medias son los del promedio del periodo 1971-2000 más 1
o 2ºC. Los datos de insolación se consideran constantes a lo largo del periodo 1971-2000.

Índice de mediterraneidad

2050 - A2 2050 - B2
1971-
2000
+ 1ºC + 2ºC + 1ºC + 2ºc

6325O Almería / Aeropuerto 26,95 12,80 13,96 44,79 48,85

Cádiz - Jerez de la Frontera /


5960 15,42 14,79 16,01 27,36 29,62
Aeropuerto

6001 Cádiz - Tarifa 16,64 5,47 5,83 11,57 12,33

5402 Córdoba / Aeropuerto 15,66 5,98 6,51 8,94 9,73

5530E Granada / Aeropuerto 13,73 11,70 12,46 10,63 11,32

5514 Granada / B. Aérea 14,28 7,76 8,27 10,34 11,02

4642E Huelva 21,21 6,27 6,80 9,28 10,06

6155A Málaga / Aeropuerto 14,96 6,32 6,84 8,04 8,71

5783 Sevilla / Aeropuerto 17,37 7,65 8,37 15,44 16,91

Sevilla / Morón de la Frontera


5796 14,59 8,06 8,72 14,80 16,01
/ B. Aérea

5790 Sevilla - Tablada 18,61 7,73 8,46 12,85 14,07

Fuente: FIC-AEMET (2006).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 63


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Cuando se analiza el valor del índice en 2050 bajo el escenario A2, se observa que, en conjunto,
el índice es muy inferior al periodo de referencia, disminuyendo en todas las estaciones la
característica de la mediterraneidad. De este modo, el valor de Im3 se reduce entre tres
y cuatro veces en observatorios como los de Málaga, Córdoba, Huelva, Sevilla y Tarifa,
mientras que en Granada o Almería se divide entre dos. Esto se debe en esencia al aumento,
aunque heterogéneo, de las precipitaciones predichas para Andalucía, donde la zona oriental
verá aumentada su nivel de lluvias y la zona occidental y Valle del Guadalquivir registrará un
descenso significativo en sus precipitaciones. El calentamiento asociado al cambio climático
tiene un efecto menos relevante sobre el valor del índice, siendo más importante cuanto más
calentamiento se predice. Así, en promedio para toda Andalucía, el índice de mediterraneidad
es 8,59 y 9,29 para aumentos en la temperatura media en 2050 de 1 y 2ºC, respectivamente.
En cuanto al escenario B2, se observa un comportamiento parecido para la mayor parte
de las estaciones, salvo para Almería y Jerez de la Frontera, en las que el índice aumenta,
intensificando el carácter mediterráneo de dichas zonas. Para el resto, los valores del Im3
se sitúan entre los valores en el periodo de referencia y los calculados para A2. Esto se
debe a que los cambios en las temperaturas son menos intensos y que, salvo para ciertas
zonas, las lluvias previstas aumentan de manera generalizada. Así, con incrementos en el
numerador y denominador, el valor de mediterraneidad no varía tanto como para A2. En
promedio para toda Andalucía, el índice de mediterraneidad es 15,82 y 17,15 para aumentos
en la temperatura media en 2050 de 1 y 2ºC, respectivamente.

Comentarios a partir de datos estimados en todas las estaciones

Para realizar la cartografía presentada en la Figura 33 ha sido necesario calcular el valor del
índice de mediterraneidad Im3 en las más de doscientas estaciones meteorológicas con
las que se trabaja habitualmente, determinando para ello el valor de temperatura media a
partir del promedio de la temperatura máxima y mínima en cada uno de los cinco marcos
temporales analizados. Además, se ha calculado mediante el método de Thornthwaite el
valor de la evapotranspiración, que se ha corregido mediante la duración de los días del
mes y las horas de sol diarias. Este último dato proviene de una modelización realizada por
la Consejería de Medio Ambiente cuyos resultados se presentan de manera cartográfica en
el Anejo 1. Dichos mapas informan del promedio mensual de horas de sol diarias para cada
uno de los doce meses del año en todos los puntos de Andalucía en función del relieve, la
orientación, la altitud, etc.

Se observa que el índice de mediterraneidad nunca desciende del valor límite 2,5 ni en las
décadas pasadas ni en las predicciones de futuro, si bien se puede observar que a lo largo
del periodo 1971-1990, el carácter mediterráneo se fue haciendo cada vez más patente en
Andalucía, sobre todo en la parte occidental. Así, el frente atlántico de Huelva y Cádiz pasa de
valores cercanos a 15 a valores de 20. Esta tendencia del carácter mediterráneo se observa
también en la costa almeriense y en el Valle del Guadalquivir.

En cuanto a los resultados para 2050, se observan diferencias sustanciales tanto entre los
dos escenarios como según la localización geográfica. Las zonas más continentales de la
Comunidad Autónoma, como las provincias de Jaén, Córdoba y Granada, norte de Málaga
y este de Sevilla, presentan unos valores del índice muy similares bajo ambos escenarios y
parecidos a los registrados en los sesenta y setenta, lo que puede interpretarse como una
reversión de la tendencia comentada hacia un mayor carácter mediterráneo de Andalucía.
De hecho, en las zonas limítrofes con las provincias de Murcia y Almería, se registran valores

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 64


7 Evaluación de la vulnerabilidad

del índice de mediterraneidad al límite con el carácter mediterráneo, caracterizados por unas
precipitaciones estivales sólo algo por debajo de los valores de evapotranspiración de los
meses de junio, julio y agosto. En cuanto a las diferencias observadas entre los escenarios,
destaca la provincia de Almería que bajo el escenario B2 presenta elevados valores del
Im3 mientras que bajo A2, presenta valores bajos (lo que está en línea de lo observado
anteriormente, en la estación de Almería aeropuerto). Esto puede explicarse por la desigual
predicción de las precipitaciones en 2050 en Andalucía Oriental. Es esperable que la tendencia
hacia la aridificación registrada con los anteriores índices, intensifique el estrés hídrico en la
zona de Almería, lo cual, desde el punto de vista de los incendios forestales, puede significar
un descenso en la exposición a los mismos por la falta de comunidades vegetales.

Figura 33. Distribución del valor del índice de mediterraneidad (Im3) en Andalucía para las
décadas 1961-1970; 1971-1980 y 1981-1990 y las predicciones a 2050 bajo los escenarios
A2 y B2.
1961-1970 Límites provinciales

Índice de
mediterraneidad (Im3)

4-6

6-8

8-10

10-12

12-14

14-16

16-18
1971-1980 18-20

20-22

22-24

1981-1990

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 65


7 Evaluación de la vulnerabilidad

2050 A2 Límites provinciales

Índice de
mediterraneidad (Im3)

4-6

6-8

8-10

10-12

12-14

14-16

16-18

18-20
2050 B2
20-22

22-24

Fuente: Elaboración propia.

Desde la perspectiva de los incendios forestales, el estudio del grado de mediterraneidad


del territorio refleja que el cambio en las temperaturas no es necesariamente el factor más
relevante a tener en cuenta para el diseño de los futuros planes de lucha contra incendios,
pues la alteración del régimen de precipitaciones estivales, tendente a un menor nivel de déficit
hídrico, favorecerá condiciones de menor estrés para las poblaciones forestales andaluzas, en
particular para las de las sierras de Huelva, Sevilla y Córdoba, al norte del Valle del Guadalquivir.

Dado que ha sido necesario estimar el valor de evapotranspiración potencial para el cálculo del
índice de mediterraneidad, se comenta a continuación dicho trabajo del que se pueden extraer
ciertas notas interesantes para evaluar la exposición y vulnerabilidad a incendios en el futuro.

Evapotranspiración potencial

La evapotranspiración se define como la pérdida de humedad de una superficie por


evaporación directa, junto con la pérdida de agua por transpiración de la vegetación y
está, entre otros aspectos, controlada por la temperatura del aire, el potencial hídrico,
la insolación y la conductancia estomática. Thornthwaite, en 1948, introdujo el término
evapotranspiración potencial (ETP) para expresar "la cantidad de agua que perderá una
superficie completamente cubierta de vegetación en crecimiento activo, si en todo momento
existe en el suelo humedad suficiente para su uso máximo por las plantas". Es difícil que en
la práctica se den todas las condiciones para que tenga lugar la ETP, pero es un método
que se estableció a partir de las medidas realizadas en latitudes medias, donde dan buenos
resultados por su similitud con la realidad.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 66


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Se cita, a continuación, la fórmula empleada para el cálculo de la evapotranspiración potencial


mensual sin ajustar (ETP), expresada en milímetros o litros por metro cuadrado mensuales:

ETP = 16 x (10 T / I)a

I = índice de calor anual = suma de los 12 valores del índice de calor mensual (i).
Donde i = (T / 5)1,514
T = temperatura media mensual enºC.
a = función del índice de calor anual (I), que se calcula como:

a = 0,000000675× I3 - 0,0000771× I2 + 0,01792× I + 0,49239

Para el cálculo de la ETP de un mes determinado se debe corregir la ETP mediante un coeficiente
que tenga en cuenta el número de días del mes y horas de luz de cada día, en función de la
latitud. Para ello, se introduce el índice de iluminación mensual en unidades de 12 horas, que
deberá multiplicar a la ETP para obtener la ETP según Thornthwaite (mm/mes) final.

ETP (corregida) = ETP × L (mm/mes)

L: factor de corrección del número de días del mes (Ndi) y la duración astronómica del día
Ni -horas de sol-:

Li = Ndi/30 × Ni/12

Los datos para el cálculo de la ETP corregida (ETPc) se han tomado de la página web de la
AEMET (www.aemet.es). Se trata de la temperatura promedio mensual para el periodo 1971-
2000 para cada una de las estaciones y el dato de duración astronómica del día. Para el cálculo
de la ETP en 2050, se ha considerado constante el dato de número de horas de sol, puesto
que dichos valores son acordes con los presentados en el mapa de insolación de Andalucía
(Figura 34) del Plan Andaluz de Sostenibilidad Energética (Consejería de Innovación, Ciencia y
Empresa, 2007). Para los valores de temperatura media, datos no generados por los modelos
de clima, se ha seguido la técnica descrita anteriormente, empleando distintas proyecciones
de aumento respecto de los valores de temperatura media del periodo de referencia en el
caso de las estaciones de referencia y realizándose la semisuma de la temperatura máxima y
mínima para la cartografía del Im3.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 67


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Figura 34. Mapa de insolación en Andalucía. Límites Provinciales

Insolación (horas/año)
<2.600

2.600-2.800

2.800-3.000

>3.000

Fuente: Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa (2007).

Dado que la inflamabilidad de la vegetación depende en buena medida de su contenido en


agua o grado de desecación, sobre todo en los meses estivales, se ha creído conveniente
plasmar de manera gráfica los cambios predichos en los valores de ETPc, aspecto clave
en la dinámica de desecación de los vegetales, para las estaciones meteorológicas de
referencia anteriormente citadas. Para evitar la presentación de demasiados gráficos de ETPc
de significado redundante, se ha optado por plasmar únicamente aquellos asociados a un
calentamiento más fuerte (aumento de 2ºC sobre las temperaturas medias). Estos resultados
se muestran en la Figura 35, a) 1971-2000 y b) 2050. Los escenarios A2 y B2 coinciden
en este caso pues, en el cálculo de la ETPc, sólo influyen la insolación que se considera
constante y la temperatura media, que es igual a la actual con un aumento de 2ºC.

Figura 35. Evolución mensual de la evapotranspiración corregida para distintas estaciones


meteorológicas andaluzas a) 1971-2000, b) 2050.
a) 160

140

120

100

80

60

40

20

0
ro

zo

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lio

to
ro

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ni

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br

br
ay
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ub
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Ju
En

em
M
b

Ag

ct
ie

ie
Fe

ci
O
pt

ov

Di

1971 - 2000
Se

6325O Almería / Aeropuerto 8960 Cádiz / Jerez de la Frontera / Aeropuerto


6001 Cádiz / Tarifa
5402 Córdoba / Aeropuerto 5402 Córdoba / Aeropuerto
5514 Granada / B. Aérea
4642E Huelva 4642E Huelva
5783 Sevilla / Aeropuerto
5796 Sevilla /Morón de la F. / B. Aérea 5796 Sevilla /Morón de la F. / B. Aérea

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 68


7 Evaluación de la vulnerabilidad

b) 180

160

140

120

100

80

60

40

20

0
o

zo

ril

re

e
io

io

to

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br

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er

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ub
n

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Ju

m
M
M

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Ag

ie
Fe

ie

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pt

ov

Di
Se

N
2050 (+ 2ºC)

6325O Almería / Aeropuerto 5960 Cádiz / Jerez de la Frontera to


/ Aeropuerto 6001 Cádiz / Tarifa
5402 Córdoba / Aeropuerto 5530E Córdoba / Aeropuerto 5514 Granada / B. Aérea
4642E Huelva 6155A Málaga / Aeropuerto 5783 Sevilla / Aeropuerto
5796 Sevilla /Morón de la F. / B. Aérea 5790 Sevilla - Tablada

Fuente: Elaboración propia.

En todos los gráficos presentados, se puede apreciar cómo evoluciona el valor de la ETPc
a lo largo del año, presentando valores máximos para todas las estaciones en los meses
estivales. Habitualmente, julio es el mes con mayor tasa evapotranspirativa. Este patrón no se
modifica bajo los escenarios de cambio climático, si bien se puede apreciar claramente como
los valores de ETPc son mayores en 2050 con respecto al periodo de clima de referencia.
Lo más destacable es el incremento acumulado a lo largo del año (principalmente de abril a
septiembre) de la evapotranspiración, lo que puede ser de trascendental importancia para
conocer el momento en que los combustibles empiezan a secarse y la duración del periodo
en el que éstos son más susceptibles de sufrir los efectos del fuego.

Además de los valores de temperatura media, la evapotranspiración depende entre otros


factores del tipo de suelo y del grado de adaptación al clima de la vegetación. Dado que
la desecación de los combustibles por efecto del cambio climático es uno de los aspectos
centrales del origen y propagación de incendios se considera necesario avanzar en el
conocimiento de las relaciones existentes entre los parámetros que controlan el contenido
en humedad del suelo y la vegetación.

7.3.4. Vulnerabilidad de la vegetación asociada a la longitud del periodo de crecimiento

A tenor de la dinámica de aridez identificada asociada al cambio climático, se ha considerado


interesante conocer la relación entre ésta y el desarrollo de la vegetación. Es decir, se ha
pretendido evaluar algunos de los efectos que dicho fenómeno climático pueden suponer
sobre el crecimiento vegetal. Para ello, y una vez registrada la aridez a través de los índices ya
comentados, se ha optado por emplear como medida de la interacción con las formaciones
boscosas, la longitud del periodo apto de crecimiento (LPC), indicador de uso habitual en el
ámbito agrícola y forestal.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 69


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia, el índice


de aridez (I) es la relación entre la precipitación y la evapotranspiración potencial para un
período determinado. A su vez, el LPC se define como la longitud del periodo de crecimiento
en décadas o días, en el cual existe buena disponibilidad de agua para el normal desarrollo
de la vegetación. El índice LPC, permite determinar el número total de días en los cuales las
plantas satisfacen sus necesidades hídricas. Esto es importante desde el punto de vista de
los incendios forestales pues cuanto menor sea el periodo de desecación de la vegetación,
menor será la probabilidad de ignición, al no estar dicha vegetación en condiciones de iniciar
o propagar un fuego. Es evidente que se trata de una medida generalizada para caracterizar
el periodo de crecimiento apto para la vegetación, pues la autoecología varía de especie
en especie. Se considera que en el futuro se podría plantear un estudio más detallado, de
al menos las especies forestales más relevantes de Andalucía, lo que facilitaría tanto la
definición del inicio como de la duración de las campañas contra incendios.
Se ha calculado el Índice de Aridez y la longitud del período apto de crecimiento mensual
medio para el periodo de referencia 1971-2000, a partir de los valores de ETP y precipitaciones
medias mensuales para las estaciones meteorológicas anteriormente citadas. Para establecer
las pertinentes comparaciones, se han calculado igualmente para el año 2050 bajo los
escenarios de emisiones A2 y B2.

El índice de aridez mensual se calcula como:

I = P/ETP

donde P es la precipitación acumulada media mensual (en mm) y ETP la evapotranspiración


potencial media mensual (en mm). Se emplean aquí los datos de ETP corregidos obtenidos
mediante la fórmula de Thornthwaite. Habitualmente, el valor del Índice de Aridez, promediado
para periodos de al menos una década, se clasifica según los rangos siguientes:

I < 0,5 Muy seco

0,5 < I < 0,8 Seco

0,8 < I < 1,5 Adecuado

1,5 < I < 2 Húmedo

I>2 Muy húmedo

En cuanto a la longitud del período apto de crecimiento, se considera que dicho periodo se
establece para el número de meses con I > 0,8.

LPC = número de meses con I > 0,8

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 70


7 Evaluación de la vulnerabilidad

A continuación, se muestran los resultados de la evolución anual del índice de aridez (Figura 36)
y la estimación de la LPC para el periodo 1971-2000 y para 2050. Los valores de temperatura
media, necesarios para el cálculo de la ETP, son los del promedio 1971-2000 más 2ºC.

Figura 36. Evolución mensual del índice de aridez (I) en el periodo 1971-2000 (a), 2050 –
A2 (b) y 2050 – B2 (c) para distintas estaciones meteorológicas de Andalucía.
a) 10

0
o

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to

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zo

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br
ni

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Se

Almería aeropuerto Málaga aeropuerto Córdoba N Sevilla Tablada


Huelva Tarifa Sevilla Morón Granada B. aérea
Jerez de la Fra. Sevilla aeropuerto Granada aeropuerto

b) 10

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Di
Se

Almería aeropuerto Málaga aeropuerto Córdoba Sevilla Tablada


Huelva Tarifa Sevilla Morón Granada B. aérea
Jerez de la Fra. Sevilla aeropuerto Granada aeropuerto

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 71


7 Evaluación de la vulnerabilidad

c) 10

0
o

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ril

to

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e
er

er

ay

ni

br

br

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Ab

ub
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Di
Se

N
Almería aeropuerto Málaga aeropuerto Córdoba Sevilla Tablada
Huelva Tarifa Sevilla Morón Granada B. aérea
Jerez de la Fra. Sevilla aeropuerto Granada aeropuerto

Fuente: Elaboración propia.

Se observa que en las últimas décadas del siglo XX, el índice de aridez tiene un patrón
generalizado a lo largo del año que se repite en todas las estaciones estudiadas. De esta
manera, el índice es elevado en los meses de invierno con máximos en el mes de diciembre
y va disminuyendo su valor a lo largo de la primavera. A partir del mes de mayo, el índice de
aridez es inferior a 0,8, con lo que se inicia el periodo seco estival o no apto para el crecimiento
que dura hasta septiembre, mes a partir del cual vuelven las lluvias, reduciendo la aridez y
fomentando el crecimiento vegetal. De esta manera, salvo para la estación de Almería, el LPC
es de entre 7 y 8 meses dependiendo de la localización. En el caso de Almería, la escasez
de precipitación hace que el índice de aridez se sitúe en valores inferiores a 0,8 de marzo a
octubre con lo que el LPC es de apenas 5 meses.

Los gráficos para 2050 muestran una alteración muy severa del comportamiento del índice,
tanto para A2 como para B2. Así, el aumento previsto en la ETP, motivada por el incremento
térmico y la reducción en las precipitaciones en primavera y otoño, determinan que el
valor del índice de aridez caiga hasta valores inferiores a 0,8 (dependiendo de la estación
meteorológica) entre los meses de febrero y octubre bajo A2. El LPC se sitúa así en promedio
en 4 meses, lo que supone un periodo anual de exposición a la desecación de la vegetación
que duplica prácticamente el actual. Esto es de singular importancia pues puede suponer
adelantar en casi un trimestre el inicio del periodo de incendios y retrasarlo en al menos mes
y medio, con el coste humano, económico y logístico que esto supone. Menor humedad
en el suelo y la vegetación y más tiempo de desecación de combustibles puede acarrear
además mayor cantidad de combustible inflamable sobre los terrenos forestales, lo que
puede desembocar en un incremento de grandes fuegos.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 72


7 Evaluación de la vulnerabilidad

En el caso de 2050 bajo el escenario B2, la alteración del patrón actual es algo menos
importante que bajo el escenario A2, puesto que en promedio para todas las estaciones
analizadas, el LPC es de 6 meses (desde noviembre a abril). En términos generales, se observa
un descenso de precipitaciones en los meses invernales y primaverales que conducen a
condiciones de sequedad de la vegetación en marzo y a partir de mayo. Se trata así de un
escenario intermedio pero que conlleva las mismas consecuencias que en A2, a saber, un
periodo aumentado de exposición a incendios y un incremento en la cantidad de combustible
seco en los terrenos forestales.

Se presentan los resultados del cálculo del índice de aridez para las 214 estaciones
meteorológicas empleadas para la cartografía de los índices de Lang, Emberger y
Mediterraneidad, de manera integrada en la Tabla 9. Los datos se refieren a las décadas
1961-1970, 1971-1980, 1981-1990 y para el año 2050 bajo los escenarios A2 y B2. Los
valores de ETPc necesarios para el cálculo del I, son los calculados anteriormente para el
Im3, con los valores de radiación presentados en el Anejo 1 y con los datos de temperatura
media, obtenidos como la semi suma de la temperatura mínima y máxima en cada estación.

La Tabla 9 representa, a su vez, la evolución mes a mes del índice de aridez en cada uno de
los periodos comentados empleando el valor promedio mensual del índice de aridez de todas
las estaciones meteorológicas de Andalucía. Por la dificultad metodológica de representar
la gráfica de las 214 estaciones, se ha optado por esta simplificación que, aunque grosera,
permite comprender los cambios ocurridos en el patrón temporal del índice a lo largo de las
últimas décadas del siglo XX y su predicción para 2050 en un contexto de cambio climático.

Tabla 9. Distribución porcentual mensual del índice de aridez en función de su valor en las
214 estaciones meteorológicas de Andalucía. Datos calculados para las décadas 1961-
1970, 1971-1980, 1981-1990 y para el año 2050 bajo los escenarios A2 y B2.

1961 - 1970
Valor del I
0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10

Enero 2,8 14,0 43,0 24,8 7,9 3,3 0,9 0,9 0,5 0,5 1,4

Febrero 35,0 55,6 6,5 1,4 0,9 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Marzo 66,8 30,4 2,3 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Abril 95,3 4,7 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Mayo 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Junio 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Julio 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Agosto 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Septiembre 92,5 7,0 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Octubre 66,4 30,4 0,5 2,3 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Noviembre 6,5 16,4 46,3 16,8 4,7 6,1 0,9 0,9 0,0 0,9 0,5

Diciembre 5,6 9,8 21,0 28,0 13,1 10,3 4,7 0,9 2,8 0,5 3,3

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 73


7 Evaluación de la vulnerabilidad

1971 - 1980
Valor del I
0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10

Enero 22,4 59,3 11,2 2,3 2,8 0,5 0,9 0,5 0,0 0,0 0,0

Febrero 81,3 15,4 3,3 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Marzo 29,0 62,1 5,6 2,8 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Abril 96,7 3,3 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Mayo 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Junio 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Julio 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Agosto 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Septiembre 95,3 3,3 1,4 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Octubre 15,0 49,5 24,8 6,1 1,4 0,9 0,0 1,4 0,5 0,0 0,5

Noviembre 8,4 25,7 40,2 14,5 5,6 2,8 0,5 0,0 1,4 0,0 0,9

Diciembre 6,1 33,6 29,9 15,4 7,0 2,8 1,4 0,9 1,4 0,5 0,9

1981 - 1990
Valor del I
0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10

Enero 5,1 44,9 36,4 8,9 2,3 0,9 0,5 0,5 0,5 0,0 0,0

Febrero 25,2 59,8 10,3 2,8 0,5 0,9 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0

Marzo 81,3 16,4 1,9 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Abril 96,7 2,8 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Mayo 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Junio 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Julio 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Agosto 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Septiembre 96,7 3,3 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Octubre 77,6 18,2 2,3 1,4 0,0 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Noviembre 8,9 27,1 40,7 11,2 6,1 2,8 0,9 1,4 0,0 0,0 0,9

Diciembre 7,0 11,2 22,9 26,6 14,5 6,5 4,7 2,3 0,5 0,5 3,3

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 74


7 Evaluación de la vulnerabilidad

2050 - A2
Valor del I
0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10

Enero 13,6 18,2 29,9 18,7 10,3 4,7 1,4 0,0 1,4 0,5 1,4

Febrero 92,1 4,7 3,3 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Marzo 68,7 20,1 5,1 4,7 1,4 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Abril 86,4 11,2 0,5 1,9 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Mayo 98,1 1,4 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Junio 95,8 4,2 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Julio 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Agosto 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Septiembre 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Octubre 98,1 1,9 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Noviembre 11,7 38,3 35,0 8,9 2,8 1,4 0,5 0,9 0,5 0,0 0,0

Diciembre 39,7 35,5 14,0 8,4 2,3 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

2050 - B2
Valor del I
0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10

Enero 28,5 39,3 16,4 7,0 3,3 1,4 1,4 0,0 0,9 0,5 1,4

Febrero 65,0 18,7 8,4 4,7 1,4 0,5 0,5 0,0 0,9 0,0 0,0

Marzo 97,2 2,8 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Abril 35,5 47,7 12,1 1,9 0,9 1,9 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Mayo 99,1 0,9 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Junio 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Julio 99,5 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Agosto 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Septiembre 100,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Octubre 99,1 0,9 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Noviembre 47,7 31,3 15,0 3,7 1,4 0,5 0,5 0,0 0,0 0,0 0,0

Diciembre 16,8 16,4 35,0 14,0 5,6 3,7 3,7 1,9 0,5 0,5 1,9

Fuente: Elaboración propia.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 75


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Se observa en las tablas que en las décadas del periodo de referencia, entre los meses
de abril a septiembre incluidos, más del 90% de las estaciones registran valores del índice
de aridez por debajo de la unidad, siendo momentos desfavorables para el crecimiento
vegetal. En 2050, tanto en A2 como en B2, este periodo desfavorable se incrementa en 1
mes, desde mayo a octubre (con lo que se genera un desplazamiento de la época de mayor
probabilidad de incendios) y el mes de febrero en el caso de A2 y marzo en B2. En términos
generales, esto se observa también en las curvas representadas en la Figura 37. Por otro
lado, el número de observación con valores elevados del índice (a partir de 5), que indican
una elevada precipitación mensual respecto del valor de ETPc, se va reduciendo a lo largo
de los años.Para el conjunto de las estaciones se recogen en total 85 observaciones en la
década de los 60 y 60 observaciones en los 80, mientras que en 2050 las previsiones indican
valores por debajo de la cincuentena (27 en A2 y 48 en B2). A pesar de lo anotado, sería
conveniente evaluar regionalmente estos resultados pues la realización de promedios podría
estar enmascarando dinámicas locales.

Figura 37. Evolución mensual del índice de aridez (I) promedio de las 214 estaciones
meteorológicas consideradas en distintos momentos temporales.

4.20
4.00
3.80
3.60
3.40
3.20
3.00
2.80
2.60
2.40
2.20
2.00
1.80
1.60
1.40
1.20
1.00
0.80
0.60
0.40
0.20
0.00
Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre

1961-1970 1971-1980 1981-1990 2050 - A2 2050 - B2

Fuente: Elaboración propia.

7.3.5. Eventos meteorológicos extremos: temperaturas críticas y umbrales de riesgo

Uno de los aspectos clave en el estudio de la vulnerabilidad, de acuerdo con el IPCC (IPCC,
2001) es la evaluación de la incidencia de eventos meteorológicos extremos. En este apartado
se analiza, mediante una metodología apropiada, la incidencia de temperaturas extremas
sobre el régimen de incendios forestales. El CEAM, situado en la Comunidad Valenciana, es

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 76


7 Evaluación de la vulnerabilidad

un organismo público cuyo objetivo es obtener datos y conseguir resultados sobre problemas
específicos de la Cuenca Mediterránea, mediante el trabajo coordinado de distintos grupos
de científicos. En el seno del grupo de investigación meteorológica y climática del CEAM, se
ha desarrollado un sistema de vigilancia de temperaturas extremas cuyo objetivo ha sido el de
obtener una división de la Comunidad Valenciana definida por su homogeneidad térmica, lo
que facilita, entre otros aspectos, la puesta en marcha de planes de prevención de incendios
forestales específicos para cada una de las zonas homogéneas.

Inspirado en dichos estudios, se ha querido analizar la evolución de las temperaturas extremas


en Andalucía en el marco del cambio climático, de manera que se pueda estimar su incidencia
sobre la ignición y propagación de fuegos forestales, asumiendo que a mayores temperaturas,
mayor es la probabilidad de que se inicien fuegos en terrenos forestales (mayor exposición)
y de que éstos se propaguen al verse incrementada la inflamabilidad de los materiales por
efecto del calor (impactos más severos).

Se han adoptado los umbrales de riesgo absolutos para las temperaturas máximas definidos
para la Comunidad Valenciana, considerando que, pese a existir diferencias climáticas con
Andalucía, los valores tomados serán igualmente válidos. El riesgo debe entenderse como
la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno, en este caso de que se generen incendios
y de que éstos se propaguen con más facilidad. Para caracterizar el clima de referencia, se
ha empleado la serie de datos de máximas del periodo 1961-1990, década a década, para
todas las estaciones meteorológicas disponibles. Para el cálculo entorno a 2050, se han
empleado las previsiones de temperaturas máximas generadas por la FIC para Andalucía,
regionalizando los datos del modelo de circulación general ECHAM4, correspondientes a la
década 2045-2054.

Los tres niveles de riesgo definidos, junto con su temperatura umbral (temperatura mínima a
superar para que se dé el tipo de riesgo) se recogen en la siguiente tabla:

Tipo de riesgo Temperatura umbral (ºC)

Riesgo moderado 35

Riesgo alto 39

Riesgo extremo 41

Se ha realizado un análisis evaluando la evolución de las superaciones de cada uno de los


distintos umbrales de riesgo establecidos, por décadas entre 1961 y 1990 y para la década
2045-2054 bajo los escenarios A2 y B2. El trabajo realizado se ha dividido en dos apartados.
Por un lado, se ha seguido la propuesta metodológica desarrollada por el CEAM para evaluar
las superaciones en periodo estival y por otro se ha realizado una evaluación considerando
todos los datos diarios de cada año de la década.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 77


7 Evaluación de la vulnerabilidad

Figura 38. Evolución del número de días de verano promedio en la década cuya temperatura
máxima supera 35ºC. Riesgo moderado.

1961-1970 Límites provinciales


Días de verano en la década de
superación de umbral >35ºC

0-4
4-8
8 - 12
12 - 16
16 - 20
20 - 24
24 - 28
1971-80

1981-90

2045 - 2054 A2

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 78


7 Evaluación de la vulnerabilidad

2045 - 2054 B2 Límites provinciales


Días de verano en la década de
superación de umbral >35ºC

0-4
4-8
8 - 12
12 - 16
16 - 20
20 - 24
24 - 28
Fuente: Elaboración propia.

Figura 39. Evolución del número de días de verano promedio en la década cuya temperatura
máxima supera 39ºC. Riesgo alto.

1961-1970
Límites provinciales
Días de verano en la década de
superación de umbral >39ºC

0-2
2-4
4-6
6-8
8 - 10
10 - 12
12 - 14
1971-80
14 - 16
16 - 18

1981-90

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 79


7 Evaluación de la vulnerabilidad

2045 - 2054 A2
Límites provinciales
Días de verano en la década de
superación de umbral >39ºC

0-2
2-4
4-6
6-8
8 - 10
10 - 12
12 - 14
2045 - 2054 B2
14 - 16
16 - 18

Fuente: Elaboración propia.

Figura 40. Evolución del número de días de verano promedio en la década cuya temperatura
máxima supera 41ºC. Riesgo extremo
1961-1970 Límites provinciales
Días de verano en la década de
superación de umbral >41ºC

0-1
1-2
2-3
3-4
4-5
5-6
6-7
7-8
1971-1980

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 80


7 Evaluación de la vulnerabilidad

1981-90 Límites provinciales


Días de verano en la década de
superación de umbral >41ºC

0-1
1-2
2-3
3-4
4-5
5-6
6-7
7-8
2045 - 2054 A2

2045 - 2054 B2

Fuente: Elaboración propia.

Así, en primer lugar, se ha trabajado, no con las máximas absolutas o situaciones extremas,
sino con las temperaturas normales en el periodo estival, es decir, con las medias de las
máximas de los meses de verano (meses de junio, julio y agosto). La metodología de trabajo
consiste en calcular los valores medios de temperatura máxima de los meses de verano para
cada año de cada una de las décadas consideradas. A continuación, se ha contabilizado el
número de veces que se supera una determinada temperatura umbral (35ºC; 39ºC y 41ºC).
De esta manera, se ha computado por década el número de veces en que se superan dichas
temperaturas, obteniéndose una base de datos apta para realizar un mapa de superaciones de
temperaturas umbral (isopletas de frecuencias de superación) para toda Andalucía mediante
técnicas de geoestadística (Universal Krigging – Prediction map). Estos son los resultados
que se presentan en formato cartográfico (Figuras 38, 39 y 40).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 81


7 Evaluación de la vulnerabilidad

En segundo lugar, se ha contabilizado el número de superaciones de cada temperatura umbral


en cada década, considerando que el calentamiento previsto por los modelos no se centra en
exclusiva en el periodo estival, sino que se da de manera generalizada a lo largo del año. Estas
nuevas variables son interesantes para conocer si, en el futuro, pueden esperarse temperaturas
extremas fuera del periodo de incendios y cómo de frecuentes pueden llegar a ser estos episodios.

En términos generales, se observa un aumento generalizado y drástico en el número de días


de superación, para los tres niveles de riesgo definidos, entre el periodo de referencia 1961-
1990 y la década 2045-2054. Entre las décadas de los sesenta y los noventa, se aprecia una
progresión en el número de días de riesgo moderado, sobre todo en el Valle del Guadalquivir en
las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla. Esto no sucede para los otros dos niveles de riesgo
definidos, donde no existen cambios a lo largo de las décadas. De hecho, no se registra ningún
punto con una temperatura máxima promedio de la década superior a los 41ºC en ninguna
de las estaciones analizadas. Por contraposición a lo observado con otros índices, resultan
relativamente escasas, las diferencias entre ambos escenarios. Las zonas más continentalizadas
del territorio autonómico, sobre todo las regiones norteñas de las provincias de Córdoba y
Jaén son las que mayores incrementos térmicos de las máximas sufrirán a causa del cambio
climático. Estas comarcas albergan las formaciones forestales de Sierra Morena, Sierra de
Cazorla, Segura y Las Villas, Sierra de La Sagra, estribaciones de la Sierra Madrona, así como el
Parque Natural de Despeñaperros. Durante una semana en el trimestre estival, estas regiones
se ven expuestas a riesgo extremo por altas temperaturas, lo que facilita las condiciones para
la ignición y propagación de los incendios forestales. Será por tanto necesario disponer de
medios de extinción en dichos sectores durante los días de riesgo extremo, de manera que se
pueda dar respuesta rápida a fuegos en terrenos forestales.

En el Anejo 3 se presentan las tablas y gráficas del análisis realizado con los datos de
temperatura de todo el año. El patrón de cambio observado en este caso es muy similar,
siendo progresivo el aumento en los niveles de riesgo moderado, alto y extremo a lo largo
del siglo XX e incrementándose tajantemente dichos valores para la década 2045-2054,
tanto para A2 como para B2. En términos generales, el aumento de días con superación de
temperaturas críticas es muy importante en la zona del Valle del Guadalquivir, pasando de
unos 350 días en la década de riesgo moderado a más de 900. Para el riesgo alto, se triplica
el número de días en la década con superaciones de 39ºC de temperatura máxima diaria,
pasando de 100 a más de 300, con picos de 500 en lugares del norte de Jaén, Córdoba y
Huelva. La zona de Andújar, Linares y Úbeda es la que soportará mayor número de días con
riesgo extremo en el futuro, con hasta 250 días de superaciones en la década 2045-2054. En
esta zona se localiza el Parque Natural de la Sierra de Andújar cuyos bosques de encinas y
alcornoques pueden verse en fuerte peligro de padecer incendios forestales a causa de las
altas temperaturas a las que se van a ver sometidos en el futuro.

En conjunto, se puede considerar que los terrenos forestales en Andalucía presentan una
vulnerabilidad bruta muy elevada a los incendios en el marco del cambio climático, derivada de
una elevada exposición a los mismos y de una moderada sensibilidad. Las modificaciones en
las variables termométricas y pluviométricas previstas por los distintos escenarios analizados,
serán importantes vectores de cambio en la probabilidad de ocurrencia de fuegos forestales.
Se ha comprobado que la frecuencia de superación del umbral extremo, tanto en el verano
como en el conjunto del año, se incrementará como consecuencia del cambio climático.
Las temperaturas extremas compatibles con incendios forestales muy severos serán más
frecuentes, lo que está en línea con las predicciones realizadas por el IPCC.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 82


8 Identificación y valoración de impactos

8.1. Impactos derivados por los efectos del cambio climático sobre
los incendios forestales
Una vez caracterizados los mecanismos y variables que controlan el régimen de incendios en
Andalucía y evaluada su posible evolución en el marco del cambio climático, se comentan los
principales impactos detectados, tanto sobre el propio patrón espacio-temporal de incendios
y sus características, como sobre el medio ambiente, las sociedades humanas y sus intereses.
Al final del apartado, se han sintetizado los impactos identificados de manera tabular. Así, los
impactos reconocidos serán valorados según su signo y el tipo de efecto (directo o indirecto),
detallando igualmente el espacio geográfico en el que tendrán especial incidencia.

Sobre el régimen de incendios

El cambio climático depara modificaciones sustanciales del régimen de incendios en


Andalucía, motivadas principalmente por el incremento de las condiciones de aridez de
los ecosistemas y del estrés hídrico de la vegetación. Considerando que el calentamiento
afectará de manera generalizada a todo el territorio autonómico, aquellas zonas donde están
previstos cambios más drásticos en el régimen de precipitaciones son las más vulnerables,
pues su vegetación actual no está adaptada a las sequías extremas previstas (Sierra de
Aroche, Sierra de Grazalema, Serranía de Ronda y, en menor medida, Los Alcornocales,
Sierra Norte de Sevilla, Sierra de Cazorla y Sierra de Cardeña y Montoro).

Se espera un aumento de los meses del año con fuertes tasas evapotranspirativas y
condiciones desecantes de la vegetación que alargarán la temporada de incendios a
prácticamente todo el año. El aumento de las igniciones por rayos y de la frecuencia de
incendios causados por negligencias asociadas al elevado número de visitas a los espacios
naturales, unido al incremento de las zonas de alta sensibilidad, dificultarán los trabajos de
extinción, permitiendo que tengan lugar incendios más grandes.

La Tabla 10 recoge los impactos del cambio climático sobre la ocurrencia de incendios en
España, que se considera completamente válida para el territorio andaluz.

Tabla 10. Resumen de los principales impactos sobre el régimen y ocurrencia de incendios
en España como consecuencia del cambio climático. (Escala de certeza 1 a 5).

Variables relacionadas con la


cambio certeza
ocurrencia de incendios
Peligro de incendio Aumento 5
Frecuencia de incendios Aumento 4
Tamaño máximo de los incendios Aumento 5
Intensidad media del fuego Aumento 5
Zonas en riesgo Aumento 5
Estación de incendios Aumento 5
Variabilidad anual Aumento 5
Igniciones por negligencia Aumento 4
Igniciones intencionadas Aumento 2
Igniciones por rayo Aumento 4

Fuente: Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (2005).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 83


8 Identificación y valoración de impactos

Sobre los ecosistemas

Los incendios forestales provocan graves afecciones a la vegetación puesto que, en términos
generales, ésta es eliminada por combustión. El aumento de la recurrencia de incendios en
los mismos lugares, determinado por el incremento en la frecuencia de igniciones y aumento
medio del estado de desecación de las plantas, puede suponer merma incluso para aquellas
comunidades vegetales actualmente consideradas como muy resilientes al fuego. Todo ello
tenderá a provocar cambios severos en la composición de las comunidades vegetales (por
ejemplo, sustitución de especies con raíces superficiales por otras con raíces más profundas
capaces de soportar periodos más largos sin lluvia y ser menos afectadas por los incendios
al estar más aisladas térmicamente). A consecuencia de la recurrencia del fuego y de la
regeneración vegetal adaptativa, es presumible que se produzcan cambios en el potencial
forestal de muchas zonas y la tendencia hacia un dominio de sistemas de matorral se haga
más extensiva. El debilitamiento fisiológico de los pies que se mantienen tras un incendio,
aumenta la vulnerabilidad de las poblaciones vegetales frente a las plagas.

Según las localizaciones de los incendios, puede agravarse en mayor o menor medida el
problema de la fragmentación de las comunidades vegetales y de los ecosistemas que
conectan. Además, la pérdida de masas forestales supone reducir la capacidad de sumidero
de GEI, lo que agrava el problema del cambio climático.

La menor resiliencia al fuego de ecosistemas poco afectados por los fuegos tradicionalmente,
como hayedos o pinares y abetales de alta montaña, puede hacer que su regeneración se
vea dificultada tras el fuego pudiendo desembocar en extinciones locales de determinadas
especies forestales.

El fuego sobre suelos forestales provoca la pérdida de nutrientes edáficos por volatilización
y la destrucción de la estructura de los suelos, con la consiguiente pérdida de estabilidad
y fertilidad, lo que implica una disminución de la capacidad productiva de los mismos que
merma a la vegetación que pueda establecerse. Estos efectos negativos son extensibles a las
afecciones sobre sistema radicular micorrizado o no. Además, tal y como señalan Bautista et
al. (1996), esta pérdida de nutrientes en los suelos, resultado de la ocurrencia de incendios
en zonas forestadas, se agrava en suelos poco desarrollados, que son los que predominan
en los montes mediterráneos.

Los suelos desnudos o con escasa vegetación en situaciones post-incendio que no se


sometan a un proceso de restauración eficiente y veloz, constituyen un escenario óptimo
para sufrir pérdidas edáficas. Sobre dichos suelos se producirán lavados progresivos,
propiciados por la falta de vegetación que disminuya la energía cinética (erosión hídrica
y/o eólica). Esto puede provocar, por un lado, un aumento en el riesgo de desertificación,
y por otro, avivar el riesgo de generar avenidas en caso de precipitaciones abundantes
e incluso movimientos de masa como corrimientos de tierra, dependiendo del sustrato
geológico sobre el que se asienten. De Luis et al. (2003) recalcan que esta problemática
puede verse agravada también por el hecho de que las lluvias se concentren en un periodo
reducido de tiempo, tal y como parecen predecir los escenarios de precipitaciones.
Además, la pérdida de la cobertura vegetal modifica algunas de las etapas del ciclo hídrico
como la interceptación de la lluvia, la infiltración, la percolación y la escorrentía superficial,
desestabilizando la capacidad de recarga de los acuíferos y de los cursos superficiales
(Rodríguez Suárez et al., 2009).

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 84


8 Identificación y valoración de impactos

Los incendios forestales, en función de su tamaño e intensidad, pueden afectar gravemente


a las comunidades animales y de hongos, generando pérdida de biodiversidad. Según la
localización de los mismos, pueden generar incluso extinciones locales de especies.

Desde el punto de vista del paisaje, las consecuencias de los incendios son devastadoras,
pues dejan terrenos yermos a su paso que tardan décadas en recuperar su valor estético.
Por consiguiente, un aumento del potencial dañino de los incendios acarreará afecciones
importantes sobre el recurso paisajístico de Andalucía, a todas luces una de sus bazas
clave de su potencial turístico y recreativo. Además, ciertos incendios que puedan afectar a
árboles singulares, paisajes de alto valor patrimonial para los andaluces o iconos culturales del
andalucismo, como pudiera ser el pinsapar de Grazalema, los pinares de Doñana o las maquias
de la serranía de Ronda, pueden generar daños de índole sentimental o afectivo irreparable.

Pérdidas humanas y económicas

Los incendios que se dan en terreno forestal suponen anualmente importantes pérdidas
económicas para la sociedad. Los elementos afectados son distintos tipos de infraestructuras
(carreteras, líneas de electricidad, sistemas hidráulicos, etc.), viviendas y otras edificaciones,
cultivos agrícolas y forestales, granjas intensivas y extensivas... Esto tiene repercusiones
negativas para el sistema productivo local y para el sistema de seguros en general.

Además, los incendios generan bajas humanas, tanto entre el personal de brigadas, retenes
y profesionales de lucha contra incendios, como de civiles.

El incremento previsible del número de incendios en Andalucía y de su virulencia, generará


un incremento importante del valor económico de las pérdidas asociadas a dicho fenómeno.
Por otro lado, el aumento de las superficies antropizadas y de las infraestructuras humanas
generará sinergias negativas en lo relacionado con el incremento de las afecciones del fuego
sobre los bienes humanos.

Emisiones GEI

Los incendios forestales suponen una importante fuente de emisión de GEI y otros gases
y partículas que ayudan a agudizar el problema del cambio climático a nivel global y crean
problemas de contaminación atmosférica a nivel local y regional. El incremento de la superficie
quemada asociada al aumento del número y tamaño de los incendios generará un volumen
añadido de emisiones de GEI a la atmósfera, agravando el problema del cambio climático.
Las medidas de adaptación tendentes a una reducción de la vulnerabilidad neta servirán,
además de prevenir los daños sobre los ecosistemas forestales, para reducir las emisiones
a la atmósfera.

Índice de Peligro FWI

En el ECCE (Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2005) se realizó una
evaluación de la posible evolución del Índice de Peligro Canadiense FWI en función de los
escenarios de clima modelizados por el modelo HadCM3 y distintas parametrizaciones. La
Figura 41 muestra la evolución del índice hasta 2100 para distintos escenarios. Se observa
una tendencia alcista del índice de peligro para todos los escenarios, que es del orden del
20% en 2050 respecto del valor en 2000, lo que concuerda con el resto previsiones realizadas

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 85


8 Identificación y valoración de impactos

en este trabajo. Este tipo de índice se emplea fundamentalmente para evaluar tendencias
generales para amplios territorios y periodos temporales largos, por lo que, unido a su elevada
necesidad de datos, no se ha considerado útil en la evaluación del peligro en Andalucía, si
bien, en un futuro, si mejorara su resolución espacial y temporal, sería recomendable incluirlo
entre los indicadores de riesgo manejados para definir las políticas anti-incendios.

Figura 41. Variación (%) del Índice de Peligro Canadiense para España peninsular por
década sobre la media del siglo XX.

Nota: Los datos del siglo XX han sido reconstruidos a partir de la base ERA y ajustados con datos de estaciones reales.
Los datos del siglo XXI proceden de las predicciones del modelo HadCM3, del Hadley Centre del Reino Unido, para cuatro
escenarios de emisiones. Los valores de cada año están calculados para los meses de mayo a octubre, inclusive.

80
A1
A2
Cambio sobre el siglo XX (%)

60 B1
B2
40

20

-20
00

50

00

50

00
19

19

20

20

21

Fuente: Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, (2005). Basado en New et al. (2002) y Moreno, Zavala y Díaz
(no publicado).

Conclusiones

Como consecuencia del cambio climático y determinado, total o parcialmente, por el incremento
generalizado de la vulnerabilidad bruta de los incendios en Andalucía, se esperan importantes
alteraciones del funcionamiento de los ecosistemas forestales: pérdida de productividad y
estructura edáfica, pérdida de biodiversidad, aumento de los riesgos naturales, disminución
de la capacidad de absorción de carbono por los bosques, desestabilización del ciclo
hidrológico, etc. Estas observaciones, que están recogidas en los principales documentos de
debate relativos al cambio climático (IPPC, 2007; Comisión de las Comunidades Europeas,
2007), son coherentes con los resultados obtenidos mediante el análisis de los distintos
indicadores de cambio climático evaluados en este estudio. Estas modificaciones conllevan
una merma en la producción de bienes y servicios ambientales, claves en la calidad de vida
humana (Figura 42). La ONU, a través de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (EME,
2005), destaca la necesidad de proteger las funciones de los ecosistemas de modo que no
se alteren los valores productivos, naturalísticos, sistémicos, recreativos, etc. y se mantenga
el vector de calidad de vida. Es necesario, por tanto, encontrar mecanismos que ayuden
a paliar estos impactos producidos por el cambio de régimen de incendios forestales en
Andalucía, de manera que se garanticen los constituyentes esenciales de calidad de vida.
Los mecanismos de adaptación serán precisos para reducir la vulnerabilidad de los bosques
andaluces frente a los daños causados por los incendios forestales.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 86


8 Identificación y valoración de impactos

Figura 42. Vínculos entre los servicios ambientales provistos por los ecosistemas y los
constituyentes del bienestar humano.

Constituyentes del bienestar humano


Servicios Ecosistémicos Seguridad
• Personal
Aprovisionamiento
• De acceso a los
• Alimento recursos
• Agua Dulce • Contra desastres
• Madera y fibra
• Combustible
• ... Elementos básicos
para una vida
adecuada
Libertad de
Soporte Regulación • Trabajo alección y acción
• Seguridad alimentaria
• Ciclos • Climática
• Refugio • Oportunidad
biogeoquímicos • Hidrológica
• Acceso a bienes y de desarrollo
• Edafogénesis • Purificación del
servicios personal.
• Producción agua
Opción de
primaria • Regulación de
alcanzar lo que un
enfermedades
Salud individuo valora
• ...
ser y hacer
• Fortales física
• Sentimiento de
bienestar
Culturales • Acceso a aire y agua
limpios
• Estético
• Espiritual
• Recreativo
• ... Relaciones sociales
• Cohesión social
• Respeto mutuo
• Capacidad de ayudar
a otros

Potencial de mediación de los factores Intensidad del vínculo entre servicio ecosistémico
socioeconómicos y bienestar humano
Bajo Débil
Medio Medio

Alto Fuerte

Fuente: Adaptado de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio. UNEP (2005).

Tratando de integrar los resultados obtenidos en este apartado, es posible designar


cualitativamente aquellos territorios de Andalucía con mayor vulnerabilidad bruta de incendios
forestales en un contexto de cambio climático. Parece que las zonas donde se prevén cambios
más severos en las variables térmicas responsables de los incendios son las más continentales
de la región (provincia de Jaén, norte de Córdoba, Sevilla y Huelva). Se espera un aumento
severo tanto en el número de días, como en los valores de las temperaturas medias y máximas.
Los periodos de escasez hídrica, que son determinantes en el estrés hídrico de la vegetación
y en su velocidad de desecación, tenderán a aumentar sobre todo en la parte occidental de la
Comunidad Autónoma. No obstante, el periodo desfavorable para la vegetación desde el punto
de vista de la disponibilidad de agua, se incrementará de manera generalizada. Los lugares
con valores intermedios de aridez son críticos, pues son capaces de albergar comunidades
vegetales (no así aquellas zonas demasiado áridas o desérticas), aunque en condiciones severas

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 87


8 Identificación y valoración de impactos

de desecación, por lo que los niveles de inflamabilidad son elevados. Así pues, se considera
que las zonas boscosas de las comarcas de la sierra de Huelva y sierra de Sevilla, que reúnen
todas estas condiciones, pueden considerarse como las más expuestas a las alteraciones en
el régimen de incendios provocadas por el cambio climático.

8.2. Valoración de impactos


En la Tabla 11 se han sintetizado los impactos detectados incluyendo información sobre su
causalidad, localización, signo y tipo de efecto (directo o indirecto).

Tabla 11. Síntesis de impactos ambientales relacionados con el régimen y ocurrencia de


incendios en Andalucía como consecuencia del cambio climático.

Impacto Causa Zonificación Signo Efecto

Aumento del estrés hídrico e Zonas más continentales de


Aumento de la
incremento de las condiciones Andalucía: provincia de Jaén,
combustibilidad de los
desecantes de la vegetación norte de Córdoba, Sevilla y
- Directo
montes
(sequías prolongadas) Huelva.

Aumento de las descargas de Zonas de montaña y de elevada


Incremento del número rayos y de las negligencias por visitación: zonas forestales
de igniciones incremento de la visitación de los ubicadas en la Red de Espacios - Directo
terrenos forestales. Naturales de Andalucía

Aumento en el número de
Todo el territorio forestal con
igniciones y mayor desecación de
especial vulnerabilidad, las
combustibles en todo el territorio
Incendios más grandes zonas con manchas forestales
requieren un reparto de los
(mayor superficie
esfuerzos de prevención y lucha
de mayor continuidad espacial: - Indirecto
recorrida por el fuego) Sierra de Aroche, Sierra Norte
integrada contra incendios que
de Sevilla, Serranía de Ronda,
favorecerán que algunos fuegos
Sierra de Cazorla.
tarden más en controlarse.

Incremento de Incremento de las temperaturas en


Conjunto del territorio
la temporada de los meses de invierno, primavera
autonómico. - Directo
incendios y otoño

Conjunto del territorio


Restauración ecológica autonómico, especialmente en
y recuperación natural Incendios más frecuentes y más las zonas más continentalizadas
menos efectiva de las severos. donde se superen los umbrales
- Indirecto
masas quemadas de máxima exposición más
frecuentemente.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 88


8 Identificación y valoración de impactos

Alteración de las
Conjunto del territorio
comunidades
autonómico con especial
vegetales:
énfasis en las zonas
matorralización de Incendios más frecuentes y más
masas forestales y severos
montañosas más frescas que - Directo
albergan poblaciones sensibles:
extinciones locales
hayedos, pinares y abetales de
de especies poco
alta montaña.
resilientes

Zonas con elevada


heterogeneidad paisajística
Fragmentación de los Incendios más frecuentes y más
terrenos forestales severos
en las que se alternen zonas - Indirecto
forestales, improductivas y
agrícolas.

Las condiciones de extrema aridez


Reducción de la previstas impedirán el correcto
Andalucía Oriental,
superficie forestal y desarrollo vegetal, con lo que a
con ella el número de falta de elementos combustibles,
especialmente la provincia de + Indirecto
Almería.
incendios potenciales se reducirá el número total de
incendios

Volatilización de nutrientes a causa


Conjunto del territorio
del incremento de la intensidad
Empobrecimiento de autonómico, con especial
los suelos forestales
de los incendios y pérdida de
énfasis en las provincias de - Indirecto
suelos por el incremento de la
Andalucía oriental.
torrencialidad de la lluvia.

Zonas de elevada visitación:


Pérdida de valores Incremento del número de
zonas forestales ubicadas en la
naturalísticos y incendios y del tamaño de los
Red de Espacios Naturales de - Indirecto
paisajísticos mismos
Andalucía.

Todo el territorio forestal, con


A consecuencia de los incendios
especial relevancia en zonas
y de la pérdida de valores
de elevado valor ambiental:
Pérdidas económicas paisajísticos, naturalísticos y
Sierra de Aroche, Sierra de
asociadas a los productivos, se espera una
Grazalema, Serranía de Ronda,
- Indirecto
incendios forestales reducción en los ingresos
Los Alcornocales, Sierra Norte
asociados al turismo, agricultura,
de Sevilla, Sierra de Cazorla y
aprovechamientos forestales, etc.
Sierra de Cardeña y Montoro

Conjunto del territorio


Aumento de la siniestralidad
autonómico, especialmente
Afección al sector del derivada de un incremento
seguro agrario del número y severidad de los
en zonas de interfase - Indirecto
agrícola-forestal del Valle del
incendios que dañen a cultivos
Guadalquivir.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 89


9 Opciones y medidas de adaptación

9.1 Introducción

El presente documento, que forma parte del Programa Andaluz de Adaptación al Cambio
Climático, pretende ser un instrumento riguroso que plantee, en términos formales, un
análisis veraz de la problemática de los incendios forestales en el territorio autonómico. Hasta
este punto, se ha caracterizado el régimen de incendios en las décadas pasadas y se ha
planteado una caracterización de los impactos potenciales de dicho fenómeno sobre los
terrenos forestales andaluces, a tenor de los escenarios climáticos previstos para el año 2050.
En función del grado de conocimiento científico y técnico actual, se ha ido describiendo la
ecología y física del fuego para establecer una imagen integrada del grado de amenaza que
supondrán los incendios forestales en el futuro en un marco de clima cambiante. El objetivo
del presente apartado y del programa de adaptación en su conjunto, consiste en definir las
líneas claves que permitan ajustar las políticas de prevención y lucha contra los incendios
forestales en el futuro, considerando los efectos del cambio climático.

Para ello, se ha divido el apartado en dos; por un lado, se recogen y comentan medidas de
adaptación extraídas, tanto de la literatura como referidas a las conclusiones de los puntos
anteriores del trabajo, que en su conjunto han de ser consideradas como vías claras de
adaptación de las políticas de lucha contra incendios a implantar a corto y medio plazo. Por
otro lado, se hace mención de lagunas de conocimiento científico-técnicas detectadas que
requieren investigación. La adecuada comprensión de ciertas dinámicas ecológicas o de
las relaciones entre determinadas variables, permitiría aumentar el nivel de confianza de las
predicciones y modelos de incendios, favoreciendo una mejor prevención y una lucha contra
incendios más eficaz.

Considerando la compleja dinámica subyacente a todo incendio forestal y la cantidad de


factores que juegan un papel importante en la ignición y propagación de los fuegos (usos del
suelo, meteorología, presión antrópica, etc.) se han planteado medidas de distinta índole que
afectan a aspectos como la actividad agroforestal, recreativa, educacional, legislativa o de
relaciones institucionales, siempre enmarcadas en el paradigma de la sostenibilidad.

Antes de desarrollar las medidas de adaptación al cambio climático, se ha recogido una serie
de anotaciones que, a modo de decálogo, publicaron Pausas y Vallejo (2008), coautores del
capítulo de riesgo de incendios forestales del Informe Preliminar de Impactos del Cambio
Climático en España (Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2005), para
poner en evidencia la necesidad de entender el rol del fuego en los ecosistemas forestales
mediterráneos y la forma de convivir con ellos. La perspectiva desde la que se aborda es la de
mostrar a los incendios forestales como un agente más dentro de las dinámicas ecológicas de
las cuencas mediterráneas, cuya participación es necesaria para configurar los ecosistemas, tal
y como los conocemos actualmente, y que no tienen por qué suponer un desastre ecológico.
Esta visión, que parte desde el profundo conocimiento de la estructura, función y dinámica de
los incendios forestales en el ámbito mediterráneo, supone un enfoque más holístico del rol del
fuego y su espíritu moldea las medidas de gestión y adaptación presentadas.

1. En la cuenca mediterránea, los incendios forestales han ocurrido repetidamente


durante milenios y han forjado la biodiversidad de la misma. A escala global,
la cuenca mediterránea, junto con otros ecosistemas propensos a incendios,
constituyen zonas de elevada biodiversidad. Los incendios son procesos naturales

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 90


9 Opciones y medidas de adaptación

que, sin una intervención antrópica, se originarían por rayos y se ven favorecidos por
la estacionalidad del clima mediterráneo.

2. La percepción de los incendios como desastre ecológico corresponde a una visión


estática y limitada de la naturaleza. Pero también es cierto que en las condiciones de
cambio global y gestión poco adecuada, en combinación con otras perturbaciones,
actuales o pasadas, se pueden generar regímenes de incendios que sean perjudiciales
para la biodiversidad.

3. Los incendios han ocurrido en el pasado y seguirán ocurriendo en el futuro. El cambio


climático puede alterar las características de los incendios. No es razonable, ni tampoco
posible, eliminar los incendios de los ecosistemas mediterráneos. La eliminación
parcial (temporal) de los incendios puede generar incendios más destructivos. Se ha
de aprender a coexistir de manera sostenible con los incendios forestales.

4. Debido al milenario uso de los paisajes mediterráneos, muchos de ellos tienen una
resiliencia (capacidad de responder a perturbaciones) reducida. La gestión del monte
debe enfocarse a aumentar la resiliencia.

5. Debido a los recientes cambios de uso y gestión del paisaje, los regímenes
naturales de incendios han sido alterados, produciendo incendios más destructivos.
Algunas zonas tradicionalmente sujetas a incendios frecuentes y poco severos, están
actualmente sujetas a incendios poco frecuentes pero intensos. Otras zonas pueden
soportar perfectamente incendios poco frecuentes e intensos (garrigas, maquias). Es
necesario restaurar y ajustar los regímenes de incendios para que se enmarquen en
los rangos ecológicamente aceptables. Algunos de estos rangos son desconocidos
y requieren de estudio antes de poder realizar la gestión más apropiada.

6. Existen métodos y herramientas de gestión del paisaje para reducir el impacto


de los incendios, es decir, para reducir la erosión del suelo y facilitar la regeneración
y recolonización de las especies. Estos métodos se aplican tanto antes del fuego
(gestión de la vegetación, del combustible y del paisaje), como después del fuego
(técnicas de restauración tales como la protección del suelo, las siembras, las
plantaciones, etc.) y deben ser adaptados a la zona concreta de acción y no de forma
masiva a toda el área afectada por el incendio.

7. La restauración es un proceso lento, no se deben esperar resultados a corto plazo.


Cualquier gestión de restauración requiere de una evaluación científica y seguimiento
a medio y largo plazo (manejo adaptativo y aprendizaje continuado). Cualquier
proyecto de reforestación en áreas propensas a incendios, especialmente en la
interfaz urbano-forestal, debe incluir en su concepción los principios de prevención
de incendios.

8. Existen restricciones y códigos para la planificación urbana y la construcción


de viviendas en zonas con riesgo sísmico, con riesgo volcánico o en zonas
con inundaciones frecuentes. Es necesario elaborar restricciones y códigos de
urbanización y construcción en zonas propensas a incendios.

9. La gestión de los paisajes mediterráneos debe tener como objetivo la coexistencia

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 91


9 Opciones y medidas de adaptación

sostenible con los incendios, tanto desde el punto de vista de la seguridad humana,
como de los procesos ecológicos y la biodiversidad.

10. La gestión de los incendios basada en exclusiva en propiedades físicas (cantidad


y propiedades del combustible, modelos de propagación, etc.) está condenada al
fracaso. Es necesario considerar además, los procesos ecológicos y sociales. La
gestión de los incendios (prevención, extinción, restauración) debe evaluarse en
términos de costes, beneficios y perjuicios a largo plazo.

Las medidas de adaptación que se presentan a continuación han sido organizadas en polos
temáticos y provienen, tanto del análisis de los resultados de la evaluación de impacto como
forma de dar respuesta a los problemas detectados, como extraídas de distintas fuentes
bibliográficas, fundamentalmente de la Evaluación de los Impactos del Cambio Climático
en España (Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2005), de las acciones de
prevención de la campaña nacional de incendios 2008 (MARM, 2008) y del Cuarto Informe de
Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, 2007). Todas ellas son
opciones de adaptación de tipo planificado, es decir, se ponen en marcha con antelación al
hecho, atendiendo al principio de prevención.

Algunas de las medidas están orientadas a ser satisfechas progresivamente, mientras que
otras pueden ser puestas en marcha a corto plazo. Análogamente, ciertas medidas requieren
de la colaboración entre distintos agentes, mientras que otras pueden ser puestas en marcha
directamente por la administración competente. En las diligencias previas a la tramitación del
presente programa, se habrán de tener en cuenta las distintas velocidades de aplicación de
las medidas y el horizonte de su efectividad, de manera que se tenga un control adecuado
del proceso en cada época.

9.2. Principales medidas y opciones adaptativas


Combatir el cambio climático

En el presente documento se han hecho explícitas las relaciones directas e indirectas entre el
cambio climático y los incendios forestales. A su vez, los incendios forestales constituyen una
fuente importante, aunque discontinua en el tiempo, de emisiones de gaGEI responsables
últimos del cambio climático.

Así, resulta evidente que una de las principales medidas de lucha contra los incendios forestales
en un marco de clima cambiante, consiste precisamente en combatir el cambio de clima futuro
mediante el fomento de políticas de índole diversa, destinadas a mitigar las emisiones de GEI.
Es decir, para disminuir la vulnerabilidad bruta de incendios forestales, las causas del cambio
climático han de ser combatidas a través de pertinentes medidas de mitigación: reducción de
las emisiones, ahorro y eficiencia energética, transmisión de fondos económicos, conocimiento
y tecnologías limpias a los países menos favorecidos y economías en desarrollo, compromisos
para la reducción de la deforestación, etc.). El programa de mitigación del Plan Andaluz de
Acción por el Clima (Consejería de Medio Ambiente, 2007b) es el documento de referencia
para la consulta de las medidas que deben integrarse, dentro de lo posible, en la planificación
forestal y de los documentos marco de gestión de los incendios forestales, explícitamente en
las actuaciones del Plan INFOCA.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 92


9 Opciones y medidas de adaptación

Ajustar al cambio climático las políticas forestales y de lucha integrada frente a los
incendios

En línea de lo expresado en el trabajo de adaptación al cambio climático en Andalucía para


el sector forestal, se considera imprescindible instaurar en los documentos de referencia de
la planificación forestal y de lucha contra el fuego, los resultados de los escenarios de clima
futuros, de manera que dicha planificación parta de las condiciones reales en cada momento.
En concreto, se considera básico tener en cuenta las consecuencias del cambio climático
como variables a la hora de establecer las directrices de la gestión forestal, la restauración, la
reforestación y las estrategias de prevención de incendios. Es decir, los parámetros de diseño
de las políticas dirigidas a la prevención y extinción de los incendios forestales, deberán tener
en cuenta las consecuencias del cambio climático.

Fomentar medidas de gestión forestal tendentes al aumento de la resistencia y resiliencia


de las formaciones forestales al fuego

El cambio climático supone una perturbación sistemática para las formaciones forestales
andaluzas que implica un aumento de la probabilidad de ser afectado por un incendio
forestal, tal y como se ha explicado anteriormente. Por este motivo, se considera que las
medidas de gestión forestal y prácticas selvícolas habituales han de orientarse hacia una
mejora de la resistencia y resiliencia de las masas forestales frente a los incendios. Esto no
implica necesariamente un cambio de paradigma en la ciencia forestal, sino un elemento más
a considerar a la hora de establecer los objetivos de aprovechamiento. A continuación, se
citan algunas de las medidas a fomentar:

Potenciar una gestión forestal (pública y privada) que conduzca a la existencia


de masas forestales estables, estructuradas, menos vulnerables a los incendios
destructivos y más resilientes. Este diseño selvícola se debe basar en conseguir una
mayor diversidad de las poblaciones, desde la irregularización de las masas con
sus distintas clases de edad, hasta la mezcla de especies cuando sea el caso y, por
supuesto, la máxima diversificación genética.

Es necesario mejorar los esquemas de gestión que disminuyan la cantidad de


combustible en aquellas zonas con mayor potencial para desencadenar un incendio
de grandes dimensiones. Es decir, se han de impulsar medidas como claras y clareos
en las repoblaciones; resalveo de los montes bajos que reduzcan la densidad de
pies; adecuación de los turnos e intensidades de los aprovechamientos forestales,
etc. Es necesario desarrollar un calendario anual de trabajos de limpia de los terrenos
forestales con el suficiente apoyo económico, logístico y humano para reducir la
cantidad de combustible muerto, sobre todo durante los meses de otoño e invierno.
Estos trabajos preventivos de reducción de la masa de combustible son clave para
evitar grandes incendios en las épocas más calurosas.

El aprovechamiento forestal de la madera de manera sostenible supone una forma


de extracción de biomasa controlada que dificulta la aparición y propagación de
incendios forestales, al extraer potencial combustible de los sistemas forestales. Las
explotaciones forestales están sometidas a planes de mejora de masas, aclareos, etc.
que reducen el material potencialmente inflamable al tiempo que fomentan medidas

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 93


9 Opciones y medidas de adaptación

de lucha activa contra fuegos forestales (sistemas de vigilancia, cortafuegos, etc.).


El aprovechamiento maderero supone pues, una forma de lucha preventiva contra
incendios forestales que debe ser fomentada desde la administración competente,
siempre en condiciones de sostenibilidad.

Dado que la regeneración natural post-incendio no está garantizada, se deben


aplicar criterios científicos e indicadores ecológicos a la hora de definir las actuaciones
de restauración. En todo caso, se debe fomentar la aplicación de dichas actuaciones
de restauración de manera que se evite la recurrencia del fuego.

Controlar con rigor las especies exóticas invasivas en los ecosistemas, sobre todo
aquellas más inflamables, debido a su continuidad y persistencia.

Actualizar los mecanismos de prevención y extinción de incendios forestales a las


nuevas condiciones climáticas

Complementariamente a la adaptación de los terrenos forestales, es necesario actualizar


las técnicas y mecanismos actualmente empleados en la lucha contra incendios. Tanto
la prevención, como la extinción y posterior restauración, se sustentan en un compendio
de conocimientos y observaciones históricas cuyas conclusiones no son necesariamente
válidas en un contexto de clima cambiante. De hecho, tal y como se recoge en el apartado
de impactos, se prevé que algunos de los mecanismos que controlan los incendios se vean
alterados bajo condiciones térmicas más cálidas. Por este motivo, es necesario redefinir los
límites, los medios y los tiempos que determinan las acciones de lucha integrada contra el
fuego. Entre las medidas a actualizar hay que contemplar al menos las siguientes:

La dimensión de los elementos defensivos ante mayores intensidades lineales de


los frentes.

Desarrollar un modelo de gestión global del combustible que potencie la actividad


selvícola como técnica de prevención básica actuando sobre la densidad y la continuidad
de combustible en el monte y la fragmentación de los paisajes forestales de alta
sensibilidad. Este enfoque está actualmente en marcha en el Plan INFOCA vigente.

Diseñar políticas forestales que aborden la gestión del combustible de una


forma transversal, minimizando la exposición derivada de actuaciones agrarias,
aprovechamientos forestales, actividades pecuarias, aprovechamientos energéticos
de la biomasa forestal residual, etc.

Introducir las quemas controladas o prescritas y la gestión de incendios de baja


intensidad como herramienta de gestión a la hora de reducir la carga de biomasa
forestal. Esto se puede conseguir mediante la implantación de sistemas de quemas
prescritas pues, en general, es cierto que un área quemada es altamente improbable
que vuelva a arder en unos años. Otros mecanismos de gestión del combustible
pueden ser desbroces, utilización de herbívoros u otras, aunque deben tomar en
cuenta, además de los objetivos de la prevención de incendios, la conservación de la
biodiversidad, la fijación del carbono y la lucha contra la desertificación.

Insistir en el control e investigación de las causas de ignición, apoyando el trabajo

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 94


9 Opciones y medidas de adaptación

de las Fiscalías de Medio Ambiente y los cuerpos policiales especializados.


Aumentar la vigilancia ambiental preventiva en causas conocidas de ignición como
líneas eléctricas, vertederos, quemas agrícolas, líneas férreas, carreteras, etc.

Aumentar las dotaciones para la extinción de incendios, tanto en medios humanos


como materiales, haciendo hincapié en el aumento de la eficiencia de los recursos
destinados. Esto incluye fortalecer y dignificar el papel de las Agrupaciones de
Defensa Forestal (grupos locales de prevención y apoyo a la extinción de incendios).

En vista de los resultados de los distintos índices climáticos analizados,


convendría prolongar la campaña de extinción de incendios unos meses, o incluso
durante todo el año.

Mejorar el sistema de reparto de los medios de extinción de incendios en función de


la vulnerabilidad existente, mediante la creación de una zonificación de las comarcas
forestales en función de dicha vulnerabilidad bruta actual. Dicha información debe
actualizarse con cierta periodicidad, de manera que se puedan destinar los medios
necesarios a aquellos lugares más propensos al incendio antes de que este tenga lugar.
En conjunto, se debe tender hacia una mejora de la eficiencia del reparto de los recursos,
medido en términos de reducción de costes económicos, humanos y ambientales.

Con objeto de prevenir el impacto provocado por los grandes incendios, es


necesario que las medidas tendentes a la prevención, valoración de la exposición,
sensibilidad y vigilancia ponderen adecuadamente la probabilidad de padecer un
incendio de grandes dimensiones, frente a luchar contra varios pequeños fuegos.

Desarrollar un sistema de ayuda para la toma de decisiones

La problemática de los incendios forestales ha acompañado a las sociedades humanas desde


bien antiguo suponiendo todavía en la actualidad un reto importante al que hacer frente. Pese
a que la planificación en la lucha contra el fuego y la dotación en medios disponibles han
ido evolucionando en consecuencia a lo largo del tiempo, con aumentos paulatinos en la
cantidad y calidad de los recursos disponibles, los incendios siguen provocando año a año
importantes pérdidas humanas, ambientales y económicas.

De hecho, la superficie afectada por incendios en Andalucía ha permanecido relativamente


constante en los últimos años, pese a que los presupuestos destinados a la prevención y a
las tareas de extinción han crecido constantemente. Dados los importantes recursos que
se dedican a la prevención y lucha contra incendios, que más recursos no necesariamente
implican mayor eficacia, parece obligado revisar las políticas de lucha contra incendios
aplicando criterios de eficiencia, sobre todo con la perspectiva de un incremento de
la severidad de los incendios asociada al cambio climático. Entre las necesidades de
información para la mejora de la eficiencia en el uso de los recursos, determinar dónde y
cuándo un incendio no es deseable a ningún coste (en zonas con alto valor económico o
que sean altamente sensibles al fuego como plantaciones jóvenes, etc.) y dónde y cuándo
puede ser tolerable, resulta elemental. Además, considerando que la opción de luchar contra
todo incendio en un contexto de cambio climático puede simplemente no ser técnicamente
posible ni económicamente viable, se agrava la necesidad de tomar decisiones adecuadas
en todo momento.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 95


9 Opciones y medidas de adaptación

Sin embargo, la mejora de la eficiencia en la gestión del fuego es un problema muy complejo,
pues requiere establecer en un margen de tiempo muy breve la cantidad y tipo de elementos
de lucha contra incendios necesarios para afrontar un determinado fuego, sin malgastar
recursos económicos y humanos. Dicha tarea resulta crítica pues destinar insuficientes
medios puede suponer retrasar la extinción y aumentar los daños producidos por el fuego,
mientras que asignar demasiados, incrementa los costes económicos y puede dejar al resto
de territorios sin el personal mínimo necesario para controlar otras incidencias.

El sistema KITRAL (Pedernera et al., 1998) es una herramienta de origen chileno elaborada con
objeto de dar respuesta a esta falta de información que funciona como un sistema de reducción
de la incertidumbre y apoyo para la toma de decisiones, mejorando la eficiencia global del
manejo del fuego. Está soportado en una base de datos geográfica de incendios ocurridos
en el pasado y, mediante modelos de simulación, permite predecir el comportamiento del
fuego en algunas escalas espaciales y temporales, incluyendo información relativa al riesgo,
el peligro, la propagación del fuego, la longitud de la llama, la liberación de calor, etc. El
sistema KITRAL facilita la interpretación de la información disponible y orienta a los gestores
de los medios anti-incendio en sus decisiones. Los resultados del uso del sistema KITRAL
han demostrado ser útiles en el uso más eficiente de los recursos, contribuyendo a largo
plazo en la optimización de los gastos de combate de incendios forestales.

En España, el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino tiene en desarrollo un


proyecto con la misma filosofía, basado en una herramienta informática: el sistema CIRCA.
Se trata de una utilidad que informa, en tiempo real, de la evolución del riesgo de incendios
forestales, de los medios materiales, técnicos y personales disponibles en cada momento, de
los incendios forestales activos, etc. Algunas de las informaciones que suministra diariamente
son el mapa de riesgo meteorológico con la previsión de riesgo para el día siguiente y el
índice NDVI que mide la actividad fotosintética de la vegetación, relacionada con el contenido
de humedad de la parte viva y, por tanto, con su facilidad para arder.

Una medida interesante para fortalecer el sistema de toma de decisiones y mejorar la


eficiencia en el uso de los recursos destinados a luchar contra los incendios en Andalucía
pasa por instaurar un sistema híbrido entre sistema KITRAL y el CIRCA que tenga en cuenta
las perspectivas del cambio climático. Además, dicho sistema podría acoplarse a mapas de
combustible de alta resolución espacial y actualización periódica y ser servido en un soporte
GIS para su explotación inmediata. La implantación y manejo de un sistema de apoyo a la
toma de decisiones puede ser costoso, pero a la larga puede generar importantes ahorros
económicos y en términos de daños ambientales.

Aprovechamientos pecuarios

En lo relativo a terrenos forestales, pastos o matorrales y cortafuegos, la potenciación de la


ganadería extensiva supone un importante mecanismo de eliminación de combustible que,
en condiciones de sequedad ambiental, puede convertirse en material altamente inflamable.
De esta manera, se considera oportuno favorecer el pastoreo en dichos terrenos forestales
para evitar la propagación de incendios forestales (Ruiz et al., 2007). Esta práctica es
especialmente relevante en aquellas zonas que, a causa de dinámicas socioeconómicas,
hayan sido despobladas y hayan perdido la actividad agropecuaria tradicional. El ganado
se yergue como el agente más eficaz y sostenible en la lucha contra la matorralización de
prados y terrenos baldíos.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 96


9 Opciones y medidas de adaptación

En este sentido, la Junta de Andalucía tiene un proyecto piloto, “Pastores por el monte
mediterráneo”, integrado por profesionales de distintos sectores, que desde 2005 analiza
la utilización del pastoreo como sistema complementario de prevención de incendios. Se
realiza en 16 montes de las provincias de Almería, Granada, Málaga y Cádiz, alcanzando una
superficie de actuación próxima a las 800 ha. En cada monte se planifican las actividades de
pastoreo y se evalúan sus efectos desde un punto de vista técnico y científico. Para estimular
la labor de los pastores, formalizar su participación y retribuirla, se ha establecido una
remuneración económica ajustada a los compromisos y circunstancias de cada lugar. En el
marco del presente programa de adaptación, se considera necesario potenciar esta línea de
trabajo y hacerla extensiva a todo el territorio autonómico con el apoyo de los investigadores
implicados y las asociaciones de ganaderos (La Red de Áreas Pasto-Cortafuegos de
Andalucía, Asociación Defensora de Herbívoros Contra Incendios Forestales ADHIF).

Usos recreativos y habitacionales del monte

La dinámica demográfica de éxodo rural, generalizada en todo el territorio nacional, favorece


el incremento del uso recreativo ocasional de la población urbana del medio natural. Así, se
registra en las últimas décadas un aumento del uso público de los espacios naturales tanto
de los que tienen figuras de protección como los que carecen de las mismas, apoyado en
un incremento en la motorización de la sociedad y un aumento en las infraestructuras de
transporte hacia zonas de monte. Como ya se ha comentado anteriormente, esta dinámica
hará aumentar previsiblemente el número de incendios causados por negligencias. Por este
motivo, se considera esencial establecer una normativa estricta que regule el uso de barbacoas,
zonas de acampada, etc. y que prohíba comportamientos que puedan originar fuegos
forestales por negligencias. Esta normativa debe ser exhaustiva y considerar actividades
realizadas a lo largo del año y no sólo en la época estival. En su caso, debe contemplar la
capacidad de carga de los espacios naturales protegidos y de zonas especialmente valiosas,
acompañándose de medidas legales y de sensibilización.

Considerando la actual dinámica de ocupación de terrenos forestales por urbanizaciones, es


imprescindible establecer una normativa que asegure, por un lado, la protección frente a los
incendios de dichas viviendas situadas en la interfaz urbano-forestal y por otro, la necesidad
de considerar la probabilidad de ocurrencia de incendio en la planificación urbanística.
Esto debe implicar un correcto diseño de las urbanizaciones que minimice la sensibilidad y
exposición a incendios y la redacción de planes de evacuación o emergencia que reduzcan
los daños sobre las personas y los bienes.

Sistemas de observación remota y vigilancia

Las mejoras tecnológicas favorecen la observación remota y el análisis de variables clave en


terrenos forestales, facilitando las labores de vigilancia y, por tanto, reduciendo los tiempos
de puesta en marcha de los sistemas de extinción. Además, algunos de los sistemas de
seguimiento permiten predecir situaciones de elevada vulnerabilidad frente a incendios,
permitiendo la puesta en marcha de protocolos preventivos (como el modelo EFFIS).

Estos sistemas remotos y de teledetección, basados en fotografías e imágenes satelitales


y medidas de variables como la temperatura en superficie, la humedad del aire, etc., irán
aumentando su resolución espacial y temporal (incluso dando datos a tiempo real) acortando
los tiempos de evaluación y respuesta a situaciones de alta exposición, lo que supondrá

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 97


9 Opciones y medidas de adaptación

una ayuda importante en la lucha contra el fuego. En el marco del presente programa se
considera necesario potenciar el empleo de este tipo de medios, dotando a la Consejería de
Medio Ambiente de personal y recursos suficientes como para sacar el máximo provecho a
los datos suministrados por los distintos satélites y sistemas de observación.

En este sentido, hay en marcha desde 2001 un proyecto de observación de ciertos sistemas
forestales, el Sistema Bosque, que tiene como objeto la vigilancia y detección de incendios
mediante cámaras de visión infrarroja y cámaras de TV, siendo supervisada la operación desde
un centro remoto o central de vigilancia enlazada vía radio con los diferentes observatorios
(Salas, 2003a). Los bosques, ubicados en las provincias de Huelva, Granada, Jaén, Málaga y
Cádiz, se supervisan de esta manera entre los meses de mayo y junio y están operativos 24 horas
al día durante los meses de julio a octubre, en que comienzan a desmontarse los observatorios
para realizar las tareas de mantenimiento. Este sistema debería hacerse extensivo, en la medida
de lo posible, a otros sistemas forestales de elevado valor ambiental y ser operativos durante
todo el año. Este proceso se puede ir haciendo progresivamente a lo largo de los años según
una jerarquía establecida a tal efecto, en función de las necesidades de vigilancia detectadas.

Otra medida de adaptación consiste en emplear un sistema regional de modelización


atmosférica para evaluar la existencia de ráfagas de viento compatibles con incendios
forestales, en línea del que está en funcionamiento en la Comunidad Valenciana, desarrollado
por el CEAM: el modelo RAMS (Regional Atmospheric Modeling System).

Por otro lado, en previsión del aumento del número de incendios forestales a causa del
cambio climático, se debe adecuar la red de comunicación existente (telefonía terrestre y
satelital, transceptores de radio, mensajería instantánea, etc.) de manera que se aproveche la
capacidad de disponer de información in situ aportada por personal de vigilancia y ciudadanía
en general, gracias a la cual se pueda calibrar mejor la exposición real y planificar mejor la
lucha contra el fuego.

Coordinación institucional

Existe un buen número de organismos públicos dependientes de la Administración General


del Estado o de la Junta de Andalucía cuyos objetivos son la protección del medio natural y la
lucha contra distintas perturbaciones como los incendios, las inundaciones o la contaminación.
Entre ellos, cabe citar el Comité de Lucha contra Incendios Forestales, la Comisión Nacional de
Protección de la Naturaleza, la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad,
la Dirección General de Gestión del Medio Natural de la Consejería de Medio Ambiente, etc. A
estos organismos se unen en sus objetivos municipios, universidades, centros de investigación,
organizaciones no gubernamentales, agrupaciones civiles y entidades privadas de distinto tipo.

Es conveniente establecer sistemas de cooperación y mecanismos de diálogo para fomentar su


adecuada coordinación de manera que no se dupliquen esfuerzos, se compartan experiencias
y se potencien las retroalimentaciones para hacer frente de manera conjunta a los distintos
problemas ambientales citados, en concreto, la lucha contra los incendios forestales.

Para esto, se plantea la posibilidad de crear una mesa de trabajo conjunta, dinamizada por
la Consejería de Medio Ambiente que es quien tiene competencias en prevención y extinción
de incendios, para que potencie la coordinación y el diálogo institucional, favoreciendo la
integración de esfuerzos.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 98


9 Opciones y medidas de adaptación

Formación y divulgación

Se han agrupado en este epígrafe dos aspectos esenciales para la lucha integrada contra
los incendios forestales, por un lado, las labores de formación del personal profesional y, por
otro, lo relativo a las tareas de concienciación de la problemática de la sociedad en general.
Considerando que el cambio climático tendrá consecuencias muy negativas desde el
punto de vista de los incendios forestales (más incendios, más grandes y más intensos) es
necesario preparar a las brigadas, bomberos y personal técnico encargado de las labores
de prevención y extinción para condiciones laborales más exigentes. Por este motivo, se
considera adecuado iniciar una línea de adaptación consistente en mejorar la preparación
y formación de dicho personal para poder hacer frente adecuadamente a la labor que
progresivamente va a ir incrementando en dureza. Resulta necesario pues, no sólo mantener
un correcto adiestramiento y entrenamiento, sino adquirir nuevos conocimientos técnicos y
tecnológicos que se puedan incorporar a las acciones de prevención y extinción de incendios
en el futuro, como pudieran ser cursos de dirección y técnicas de extinción, prevención,
análisis del comportamiento del fuego, técnicas de quemas controladas, manejo y control
de combustibles forestales, construcción de fajas, desbroces, clareos, podas, eliminación de
residuos forestales, etc. Además, se deberían incluir simulacros de emergencias por incendio
forestal que ayuden a mejorar la logística, la organización, el tiempo de respuesta, etc.

En cuanto a la sensibilización, es necesario incrementar las labores de divulgación acerca


de los impactos provocados por los incendios entre los habitantes de las zonas de alta
sensibilidad, con campañas dirigidas hacia las personas que frecuenten zonas forestales,
como ganaderos, agricultores, cazadores, pescadores o senderistas.

Dada su relevancia como agentes causales de fuegos no intencionados, es importante


aumentar la promoción de prácticas de prevención de incendios entre la población rural,
haciendo hincapié en el peligro de las quemas de rastrojos y restos de cosechas entre los
agricultores. Esto puede incluir cursos de capacitación sobre su correcto uso y sobre las
consecuencias de comportamientos negligentes.

Así mismo, las tradicionales campañas de sensibilización e información para público en


general en medios de comunicación masivos cobran más relevancia en el contexto de
cambio climático y deberían ser mantenidas a lo largo de todo el año. Estas campañas tienen
por finalidad concienciar al conjunto de la población sobre la problemática de los incendios
forestales y fomentar actitudes que contribuyan a su prevención, evitando el empleo del fuego
en los montes y extremando las precauciones. Actualmente, el Programa de Comunicación
Social del Plan INFOCA incluye, además de este tipo de campañas, otras que trasladan
al ciudadano, labores de vigilancia voluntaria mediante la difusión del número 112 de
emergencias, también en caso de incendio forestal. Este tipo de medidas deben hacerse
extensivas en el tiempo para mejorar el tiempo de respuesta de los medios anti-incendios.

Fortalecimiento de la legislación

Las causas de los incendios forestales en Andalucía son relativamente conocidas pese a
existir un porcentaje de siniestros cuyo origen no es asignable a ninguna de las categorías
establecidas. Las causas naturales de ignición suponen un pequeño porcentaje del total
de los fuegos forestales totales, siendo las negligencias la causa mayoritaria, sin olvidar los
incendios intencionados.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 99


9 Opciones y medidas de adaptación

En este contexto, se considera imprescindible fortalecer el marco legislativo que sanciona


a las personas responsables de incendios forestales, de manera que se tienda a una
reducción del número de siniestros causados voluntaria o involuntariamente por el hombre.
La actualización de las penas es necesaria para impulsar una modificación profunda de los
comportamientos negligentes y pirómanos. Dicho endurecimiento de las sanciones podría
desarrollarse en conjunto con otras comunidades autónomas limítrofes, pues el problema de
los incendios provocados y el cambio climático son extensivos a toda la península.

Por otro lado, se considera necesario el establecimiento legal de directrices que regulen las
condiciones de seguridad en la interfase urbana forestal, principalmente en urbanizaciones
en zonas forestales.

Tecnologías de la información y comunicación

La Estadística General de Incendios Forestales (EGIF) ha permitido la caracterización del


régimen de incendios en Andalucía en el capítulo 6 de este trabajo; se trata de una herramienta
clave para todo tipo de trabajo que analice el patrón espacio-temporal de incendios forestales.
De hecho se considera que la EGIF, elaborada en el Centro de Coordinación de la Información
Nacional de Incendios Forestales, constituye el instrumento básico para la planificación de la
defensa contra los incendios forestales.

Se considera que esta herramienta tan valiosa debe enriquecerse de las posibilidades
actuales de las tecnologías de la información y la comunicación. Se ha de posibilitar
su acceso y consulta remota de manera que se facilite su estudio por distintos agentes
sociales y gubernamentales. Este incremento en el conocimiento de los patrones espaciales
y la dinámica del fuego en Andalucía, permitiría desarrollar campañas de prevención más
sofisticadas y en base a resultados científicos contrastados. Además, la EGIF debería incluir
información cartográfica de la localización de los siniestros con datos sobre el nivel de
gravedad e información sobre los medios empleados.

9.3. Líneas de investigación prioritarias


La relación entre los incendios forestales y el clima a escala sinóptica es conocida, si bien, los
mecanismos concretos que determinan una vulnerabilidad dada de incendio determinado,
son variables en el tiempo y heterogéneos en el espacio. La multiplicidad de factores
ambientales y socioeconómicos implicados en los incendios hace relativamente complicado
llegar a establecer patrones fijos de funcionamiento de los fuegos, de manera que para poder
definir los mecanismos de prevención y extinción óptimos, se considera esencial ahondar en
la investigación de dichas correlaciones. Para ello, se debe diseñar un plan coordinado entre
los distintos estamentos de investigación andaluz, nacional e internacional, público y privado,
que permita dinamizar el conocimiento adquirido, al tiempo que fomente el desarrollo de
aplicaciones prácticas para la lucha integrada contra los incendios forestales.

Entre las necesidades científicas detectadas se distinguen, por un lado, aquellas centradas en el
seguimiento sistemático de los incendios forestales en Andalucía y las variables ambientales y
socioeconómicas de los que dependen y, por otro, las de investigación más clásica, orientadas
al análisis de procesos ecológicos, meteorológicos, químicos y físicos del funcionamiento del
fuego. Se comentan, a continuación, las líneas más relevantes agrupadas temáticamente.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 100


9 Opciones y medidas de adaptación

Escenarios regionalizados

Los actuales modelos de circulación general y las regionalizaciones realizadas hasta ahora
para Andalucía ofrecen valores de temperaturas y precipitaciones con insuficiente detalle
espacial y temporal, siendo necesario trabajar en el desarrollo de proyecciones más precisas
para que puedan ser útiles desde el punto de vista de la gestión de los incendios forestales.
Además, es imprescindible desarrollar predicciones para otras variables meteorológicas
clave en la propagación del fuego, como la humedad relativa y la velocidad del viento.
Evidentemente, se trata de una labor compleja pero imprescindible para poder operar con
los actuales modelos de ignición y propagación. Sólo con proyecciones detalladas espacio-
temporalmente de las principales variables será posible establecer una imagen realista de la
vulnerabilidad bruta por incendio forestal en distintos momentos futuros.

En línea de lo comentado anteriormente, dada la influencia enorme del factor humano como
modulador de los patrones de incendio forestal, es imprescindible desarrollar escenarios
socioeconómicos adaptados a la realidad de Andalucía que permitan tener en consideración,
en distintos escenarios temporales, la variable antrópica en la ignición y extinción de incendios.
Estos escenarios han de considerar, entre otros aspectos, el crecimiento de la interfase
forestal-urbana, el desarrollo de infraestructuras que son foco habitual de incendios (como
carreteras o líneas eléctricas), la disponibilidad de recursos económicos para las campañas
de extinción, cambios en los patrones de actitudes públicas, la frecuencia de visita a espacios
naturales, etc., de manera que se puedan contemplar en los modelos de incendios.

Monitorización y seguimiento

El paradigma del cambio ambiental global ha supuesto una modificación seria de las
necesidades de investigación requiriendo para su estudio series largas y completas de datos
ambientales. En el marco de la investigación de incendios forestales actual y futura, es vital
contar con un buen número de bases de datos relativas al número, tamaño, localización y
tipo de superficie forestal afectada por incendios; cantidad, naturaleza y condición de los
combustibles afectados por el fuego; medios movilizados, técnicas de extinción empleadas,
valores de los índices de riesgo, del NDVI; topografía, datos meteorológicos, etc.

Es necesario, por tanto, fortalecer los sistemas existentes de toma de datos (EGIF) y
complementarlos con los registros de variables meteorológicas y ambientales existentes.
Estas bases de datos deben desarrollarse en plataformas informáticas adecuadas que
permitan su actualización y consulta, tanto por parte de los gestores, como por parte de
investigadores y sociedad civil interesada.

Seguimiento post-incendio

Con objeto de comprender las consecuencias de los incendios forestales sobre la


ecología de los territorios afectados, es necesario realizar análisis post-incendio. Este tipo
de investigaciones es vital para los trabajos de regeneración y permiten establecer los
mecanismos subyacentes a la tendencia de ciertos lugares a tener fuegos recurrentes.
Actualmente, se desarrollan evaluaciones de cambios de uso del suelo y de la biodiversidad
después de incendios, mediante la aplicación de ortofotos y sensores de alta resolución
(estudio en marcha actualmente en la Universidad de Córdoba); dichos estudios han de ser
mantenidos en el tiempo.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 101


9 Opciones y medidas de adaptación

Ecología del fuego

Es necesario seguir ahondando en el conocimiento de la dinámica de incendios basado en


el estudio de las cinéticas propias del fuego. En este sentido, es mencionable la línea de
investigación de la Universidad de Lleida (Vega-García, 2007) centrada en la predicción de
incendios forestales basada en estrategias estadístico-evolutivas. Esta investigación propone
métodos para mejorar la calidad de las predicciones de incendios forestales mediante la
combinación de análisis de bases de datos y parametrizaciones de la cinética del fuego.
Utilizando Cómputos de Altas Prestaciones, se aplican algoritmos evolutivos (basados
en los datos históricos) asociados a los simuladores de fuego que ofrecen predicciones
adaptativas en tiempo real. La manera en que la realidad es parametrizada es clave para
ofrecer resultados válidos y contrastables, de manera que la investigación básica en la física
del fuego es necesaria.

A otra escala, es necesario conocer el fuego en un contexto paisajístico, en el sentido de


conocer cómo las actuaciones del gestor del territorio pueden afectar a la susceptibilidad
al fuego. Conocer las consecuencias ecológicas de determinadas actividades selvícolas,
agrícolas, hidrológicas, etc. en relación con los incendios forestales, permitirá aumentar el
control sobre las mismas, de manera que se pueda limitar el tipo de práctica en función de que
aumenten o no la exposición a la combustión. Además, dichas investigaciones deben estar
en sintonía con los principios de sostenibilidad ambiental, fomentando la multifuncionalidad
de los bosques, con el fin de dar respuesta a múltiples amenazas y objetivos.

Mejorar el conocimiento del estado de los combustibles y desarrollar herramientas que


permitan su inclusión en los modelos de predicción de incendios.

El impacto de los incendios forestales sobre la capacidad de los ecosistemas para fijar o
liberar carbono es aún una asignatura pendiente, tal y como se recoge en la Evaluación
de los Impactos del Cambio Climático en España (Ministerio de Medio Ambiente y Medio
Rural y Marino, 2005). Se precisan medidas directas de los flujos de carbono en diferentes
ecosistemas, así como de los factores que los controlan y su interacción con el fuego.

Con respecto a la recurrencia de incendios, algunos estudios constatan que en algunas


zonas (Sierra de Gredos), los pinares una vez que se queman, vuelven a quemarse con mayor
celeridad (Vázquez y Moreno, 2001). Esto podría conducir a cambios en la distribución de
la vegetación en el paisaje, con zonas dominadas por el matorral, más susceptibles de ser
expuestas a agentes igníferos, y otras boscosas. Existen ciertos trabajos de investigación
con modelos de recurrencia de incendios (Mouillot et al., 2002) que deben ser potenciados
en el ámbito de Andalucía.

Relación entre contenido en agua e incendios

La climatología adversa, en concreto la sequía, no sólo aumenta la sensibilidad a incendios,


sino que puede tener otros efectos adversos. Por ejemplo, el contenido en humedad del suelo
afecta a la germinación y establecimiento de las plantas, así como a su hidratación, lo que
determina la su capacidad de respuesta al fuego u otras perturbaciones. Es necesario indagar
en cómo varía la respuesta de las plantas a situaciones extremas, particularmente de sequía.

La valoración del estado de los combustibles, de su biomasa y humedad, en relación con el

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 102


9 Opciones y medidas de adaptación

clima y a escalas de detalle temporal y espacial, es elemental para poder anticipar situaciones
de máxima peligrosidad en el tiempo y en el espacio. Además, estos resultados han de ser
incorporados a los modelos de combustible en tiempo real y ser evaluables en base a las
predicciones del cambio climático.

Modelos de fuego más sencillos

Como ya se ha comentado anteriormente, los modelos actuales de predicción de incendios


forestales están basados en algoritmos complejos y requieren de una cantidad muy importante
de datos, motivo por el cual son difícilmente utilizables en predicciones de cambio climático.
Se considera que una línea de investigación interesante consistiría en elaborar índices o
indicadores que sean válidos para realizar predicciones, pero tengan menores requerimientos
de datos o bien estén basados en otras metodologías independientes, como el sistema de
predicción de incendios forestales mediante redes neuronales de la Universidad de Lleida
(Vega-García, 2007).

Investigación forestal

Se debería revisar la teoría de la autosucesión por la cual se asume que, tras un incendio,
la cubierta vegetal se recupera naturalmente. Los regímenes de temperatura y precipitación
están cambiando y por tanto, las respuestas de las masas forestales también lo hacen. Otros
cambios importantes ocurrirán como consecuencia de la vegetación que pueda desarrollarse
tras el incendio, toda vez que, en muchos casos, la quema de pinares antiguos genera
matorrales o pinares que se queman antes de alcanzar la madurez reproductiva, por lo que,
finalmente, son los matorrales los que emergen. Conforme el cambio climático se materializa,
los cambios en la vegetación derivados del mismo irán haciéndose patentes (ECCE). En este
sentido, en la medida en que la vegetación más mesofítica, y por tanto, menos inflamable,
sea sustituida por otra que lo es más, aumentará la sensibilidad frente a incendios en las
zonas que así ocurra. Por otro lado, la aridificación de otras zonas podrá reducir la cantidad
y continuidad del combustible y, por tanto, disminuir los incendios. Es necesario realizar más
investigación básica para comprender las dinámicas esperables de incendios y desertificación
en el contexto de cambio climático a una escala de comarca forestal, de manera que se
pueda mejorar la prevención.

En el Anejo 3 se ha recogido una larga lista de artículos recientemente publicados en revistas


científicas de alto índice de impacto que pueden servir como punto de partida para la
definición de la estrategia de investigación en cambio climático e incendios forestales. Se
han organizado según las temáticas más recurrentes:

• Consecuencias de las alteraciones de los regímenes de incendios en la ecología y


biología de determinados ecosistemas.
• Cambios en la dinámica de incendios forestales a causa del cambio climático.
• Sistemas de modelización de ocurrencia de incendios.
• Metodologías de lucha integrada contra incendios en el contexto del Cambio
Climático.
• Los incendios forestales como motor de cambio climático.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 103


6 Anejo 1: Cartografía. Insolación en Andalucía.
10
Promedio mensual de horas de sol diarias

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 104


Límites provinciales
Promedio mensual de
horas de sol diarias

4
5
6
7
8
9
Enero Febrero Marzo
10
11
12
13
14

Abril Mayo Junio

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


Mapa 1: Insolación en Andalucía. Promedio mensual de horas de sol diarias.
Período Enero – Junio.
Límites provinciales
Promedio mensual de
horas de sol diarias

4
5
6
7
8
9
Julio Agosto Septiembre
10
11
12
13
14

Octubre Noviembre Diciembre

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


Mapa 2: Insolación en Andalucía. Promedio mensual de horas de sol diarias.
Período Julio – Diciembre.
11 Anejo 2: Documentación complementaria

Bibliografía complementaria ilustrativa del panorama actual de investigación de la


relación entre incendios forestales y Cambio Climático.

Relativas a las consecuencias de las alteraciones de los regímenes de incendios en la


ecología y biología de determinados ecosistemas.

- En Italia y Grecia: Good, P. (2008). The meteorological conditions associated with extreme
fire risk in Italy and Greece: relevance to climate model studies. International Journal of
Wildland Fire 17(2): 155-165.

- En Alaska: Johnstone, Jill F. (2010). Changes in fire regime break the legacy lock on
successional trajectories in Alaskan boreal forest. Global Change Biology 16: 1281-1295.

- En zonas circumboreales: Flannigan, M. (2009). Impacts of climate change on fire activity


and fire management in the circumboreal forest. Global Change Biology 15 (3): 549-560.

- A nivel global: Flannigan, Mike D. (2009). Implications of changing climate for global
wildland fire. International Journal of Wildland Fire 18(5): 483-507.

- Yi, Shuhua (2007) Impacts of peat and vegetation on permafrost degradation under climate
warming. Geophysical Research Letters 34(16). doi:10.1029/2007GL030550

- En Europa occidental: Wim W. Wessel, Albert Tietema, Claus Beier, Bridget A. Emmett, Josep
Peñuelas and Torben Riis–Nielsen (2004). A Qualitative Ecosystem Assessment for Different
Shrublands in Western Europe under Impact of Climate Change. Ecosystems 7: 662-671.

- Sandra Lavorel, Mike D. Flannigan, Eric F. Lambin and Mary C. Scholes (2007). Vulnerability
of land systems to fire: Interactions among humans, climate, the atmosphere, and
ecosystems. Mitigation and Adaptation Strategies for Global Change, 12: 33-53.

- En Australia: Allyson A. J. Williams, David J. Karoly and Nigel Tapper (2001). The Sensitivity
of Australian Fire Danger to Climate Change. Climatic Change, Volume 49, Numbers 1-2 /
abril de 2001. En Australia, el Centro de Investigación Cooperativa contra Incendios Forestales
(Bushfire CRC) es una pieza clave en la investigación de soluciones para la protección contra
los incendios forestales. CSIRO.

Relativas a cambios en la dinámica de incendios forestales.

- En zonas boreales: Girardin, Martin P. (2009). Heterogeneous response of circumboreal


wildfire risk to climate change since the early 1900s. Global Change Biology 15: 2751-2769.

- Goetz, S. J. (2007). Ecosystem responses to recent climate change and fire disturbance
at northern high latitudes: observations and model results contrasting northern Eurasia and
North America. Environmental Research Letters 2(4). doi:10.1088/1748-9326/2/4/045031.

- Krawchuk, Meg A. (2008). Predicted changes in fire weather suggest increases in lightning
fire initiation and future area burned in the mixedwood boreal forest. Climatic Change 92
(1-2): 83-97.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 107



11 Anejo 2: Documentación complementaria

- En Québec: Drever, C. Ronnie (2009). Effects of climate on occurrence and size of large
fires in a northern hardwood landscape: historical trends, forecasts, and implications for
climate change in Témiscamingue, Québec. Applied Vegetation Science 12 (3): 261-272.

- En Canadá: Ali, Adam A. (2009). Long-term fire frequency variability in the eastern Canadian
boreal forest: the influences of climate vs. local factors. Global Change Biology 15(5):1230-1241.

- Tymstra, Cordy (2007). Impact of climate change on area burned in Alberta's boreal forest.
International Journal of Wildland Fire 16(2): 153-160.

- En Norteamérica: Marlon, J. R. (2009). Wildfire responses to abrupt climate change in


North America. Proceedings of the National Academy of Sciences 106(8):2519-2524.

- Balshi Micahel, S. (2008). Assessing the response of area burned to changing climate in
western boreal North America using a Multivariate Adaptive Regression Splines (MARS)
approach. Global Change Biology 15:578-600.

Relativas a modelización de ocurrencia de incendios.

- Carvalho, A., Flannigan, M.D., Loga, K.A., Gowman, L.M., Miranda, A.I. y Borrego, C. (2009).
The impact of spatial resolution on area burned and fire occurrence projections in Portugal
under climate change. Climatic Change 98 (1-2): 177-197.

- I. M. Shkol’nik, E. K. Mol’kentin, E. D. Nadezhina, E. I. Khlebnikova and I. A. Sall (2008).


Temperature extremes and wildfires in Siberia in the 21st century: the MGO regional climate
model simulation. Russian Meteorology and Hydrology 33 (3): 135-142.

- Xiao-Jun Kou and Robert H. Gardner. (2004). Toward Predicting Effects Of Fire On Vegetation
Dynamics Under Changed Climate Scheme — Landscape Scale Models. Ecological Issues
in a Changing World 1: 55-64.

- Jeremy S. Fried, J. Keith Gilless, William J. Riley, Tadashi J. Moody, Clara Simon de Blas,
Katharine Hayhoe, Max Moritz, Scott Stephens and Margaret Torn. (2008). Predicting the
effect of climate change on wildfire behavior and initial attack success. Climatic Change 87,
Supplement 1: S251-S264.

- Glenn McGregor, Christopher Ferro and David Stephenson. (2005). Projected Changes in
Extreme Weather and Climate Events in Europe. Extreme Weather Events and Public Health
Responses 1: 13-23.

- M. J. Baeza, J. Raventós, A. Escarré and V. R. Vallejo. (2006). Fire Risk and Vegetation
Structural Dynamics in Mediterranean Shrubland. Plant Ecology 187( 2):189-201.

- Josep Piñol, Jaume Terradas and Francisco Lloret. (1998). Climate Warming, Wildfire
Hazard, and Wildfire Occurrence in Coastal Eastern Spain. Climatic Change, Volume 38 (3):
345-357.

- John L. Innes. (1998). The impact of climatic extremes on forests: An introduction. Lecture
Notes in Earth Sciences 74: 1-18.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 108



11 Anejo 2: Documentación complementaria

Relativas a la lucha contra los incendios en el contexto del Cambio Climático.

- Brown, H. Carolyn Peach (2009). Climate change and Ontario forests: Prospects for
building institutional adaptive capacity. Mitigation and Adaptation Strategies for Global
Change 14:513-536.

- Trainor, Sarah F. (2009). Vulnerability and adaptation to climate-related fire impacts in rural
and urban interior Alaska. Polar Research 28:100-118.

- Fulé, Peter Z. (2008). Does It Make Sense to Restore Wildland Fire in Changing Climate?.
Restoration Ecology 16(4): 526-531.

- Moritz, M.A. and Stephens, S.L. (2008). Fire and sustainability: considerations for California’s
altered future climate. Climatic Change 87 (suppl 1): 265-271.

- Dimitrakopoulos, A.P. and Papaioannou, K. (2001). Flammability Assessment of


Mediterranean Forest Fuels. Fire Technology 37 (2): 143-152.

- Cary, Geoffrey J. (2009). Relative importance of fuel management, ignition management


and weather for area burned: evidence from five landscape–fire–succession models.
International Journal of Wildland Fire 18 (2): 147-156.

Índice canadiense de incendios.

- Carvalho, A. (2008). Fire activity in Portugal and its relationship to weather and the Canadian
Fire Weather Index System. International Journal of Wildland Fire 17: 328-338.

- Wotton, B. M. (2008). Interpreting and using outputs from the Canadian Forest Fire Danger
Rating System in research applications. Environmental and Ecological Statistics 16 (2): 107-131.

- Leone, V., Lovreglio, R., Martín, M.P., Martínez, J. and Vilar, L. (2009). Human Factors of Fire
Occurrence in the Mediterranean. In: Earth Observation of Wildland Fires in Mediterranean
Ecosystems. Chuvieco, E. (Ed). Springer Berlin Heidelberg 2009. 308 pp.

Incendios retroalimentando el cambio climático.

- Miranda, A., Borrego, C., Martins, H., Martins, V., Amorim, J., Valente, J. and Carvalho, A.
(2009). Forest Fire Emissions and Air Pollution in Southern Europe. In: Earth Observation of
Wildland Fires in Mediterranean Ecosystems. Chuvieco, E. (Ed). Springer Berlin Heidelberg
2009. 308 pp.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 109


La siguiente tabla presenta el número de días de superación de un determinado umbral de riesgo (moderado, alto y extremo)
calculado para todas las estaciones meteorológicas disponibles de Andalucía en distintos periodos: las décadas de 1961-1970,
1971-1980, 1981-1990, el acumulado para el periodo 1961-1990, el año 2050 y la década 2045-2054 bajo los escenarios A2 y B2.

Riesgo moderado (>35 ºC) Riesgo alto (>39 ºC) Riesgo extremo (>41 ºC)
Est. X Y 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54
61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90
A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2
E4258 275953.40 4245055.00 349 360 404 1113 93 890 74 866 22 16 28 66 46 398 19 382 2 2 1 5 21 165 0 146

E4267E 314320.30 4263513.00 325 344 368 1037 88 819 70 794 25 17 29 71 48 346 14 329 2 3 2 7 17 127 0 117

E4274 326921.70 4258324.00 393 419 442 1254 98 939 76 898 40 28 56 124 47 426 21 402 7 5 1 13 26 194 4 203

E4275 337996.20 4249433.00 342 374 392 1108 83 858 71 839 18 20 33 71 49 385 17 363 4 2 0 6 15 141 1 160

E4286 346357.50 4254820.00 346 388 394 1128 92 906 61 839 35 27 46 108 48 424 11 408 2 1 0 3 25 202 0 241

E4287 352273.60 4260260.00 656 682 691 2029 113 1116 97 1112 171 178 238 587 73 721 48 649 47 35 72 154 56 445 23 431

E4524 152068.70 4207214.00 221 223 245 689 72 725 50 690 5 5 2 12 22 205 1 202 2 0 0 2 3 45 0 51

E4527E 150697.80 4211199.00 329 350 348 1027 88 867 65 831 12 5 4 21 36 261 3 269 2 0 0 2 4 56 0 79

E4528 154131.10 4202244.00 135 116 131 382 69 637 26 584 4 3 1 8 15 104 0 143 0 0 0 0 0 19 0 27

E4532 140971.70 4195792.00 269 287 272 828 89 864 44 754 39 7 22 68 41 298 0 293 10 0 0 10 27 110 0 135

E4541U 100568.70 4166195.00 653 669 715 2037 117 1162 103 1147 121 149 129 399 62 640 39 576 24 11 15 50 39 299 8 312

E4544E 109175.90 4145722.00 348 391 413 1152 95 949 81 904 11 11 13 35 33 281 13 305 2 0 0 2 4 59 0 86
cartografía por umbral de riesgo

E4546I 122573.80 4130542.00 40 32 48 120 24 324 12 368 0 0 0 0 0 2 0 11 0 0 0 0 0 0 0 0

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


E4546M 121939.40 4129491.00 4 8 8 20 13 123 5 180 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

E4548C 114613.00 4124729.00 0 0 1 1 3 31 0 43 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

E4549S 122202.40 4144165.00 323 374 414 1111 88 905 78 865 13 16 13 42 22 244 11 264 1 0 0 1 3 44 0 83

E4554E 134546.40 4127542.00 1 4 4 9 8 100 4 144 0 0 0 0 0 1 0 3 0 0 0 0 0 0 0 0

E4556 192685.20 4196694.00 410 432 476 1318 101 992 87 948 16 16 14 46 42 361 15 345 2 2 0 4 9 96 0 113

E4558 186477.90 4200075.00 256 288 330 874 81 839 60 782 18 12 8 38 25 282 5 319 2 0 0 2 5 79 0 116

E4560 177630.00 4198228.00 75 81 105 261 66 614 36 549 2 0 0 2 6 62 0 96 0 0 0 0 0 5 0 3

E4563 166902.00 4198412.00 285 320 353 958 91 892 76 857 10 9 5 24 40 333 12 334 2 0 0 2 7 76 1 124
12 acumulados por década. Datos de superación y

E4575 114023.30 4169752.00 576 598 628 1802 107 1083 92 1033 61 54 87 202 54 530 36 496 6 6 8 20 32 224 7 235
Anejo 3: Análisis de temperaturas críticas. Datos

E4581 149137.10 4191801.00 708 710 754 2172 121 1233 116 1220 178 193 222 593 81 772 65 734 40 27 37 104 54 477 23 445

E4589 136330.90 4168342.00 386 435 462 1283 100 973 77 918 36 21 22 79 43 388 16 393 5 1 1 7 12 124 1 168

E4599 137067.30 4152370.00 206 204 196 606 74 700 54 656 0 0 0 0 9 30 0 49 0 0 0 0 0 1 0 1

110


12
Riesgo moderado (>35 ºC) Riesgo alto (>39 ºC) Riesgo extremo (>41 ºC)
Est. X Y 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54
61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90
A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2
E4602 148284.80 4153212.00 481 496 510 1487 113 1057 97 1014 69 61 84 214 52 498 23 459 7 11 8 26 30 212 0 219
E4603 148381.60 4143944.00 580 615 668 1863 114 1097 104 1072 58 44 66 168 43 413 29 408 7 7 3 17 11 85 1 145
E4605 149768.50 4131064.00 23 36 50 109 37 325 23 344 0 0 0 0 2 6 0 4 0 0 0 0 0 0 0 0
E4605B 149262.80 4130873.00 5 7 1 13 7 65 1 131 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E4606 199714.00 4184541.00 220 212 271 703 93 883 70 812 4 7 2 13 35 290 10 294 0 1 0 1 6 62 0 75
E4607E 192533.50 4186040.00 662 720 745 2127 118 1180 110 1157 110 124 180 414 72 728 46 636 8 9 16 33 48 428 17 390
E4608E 183125.30 4175902.00 389 393 436 1218 97 931 78 882 25 17 23 65 44 366 18 369 3 2 0 5 12 111 1 146
E4614 174849.50 4166340.00 619 660 701 1980 113 1148 111 1118 80 57 93 230 67 582 34 543 5 5 4 14 37 238 4 289
E4620 180707.60 4148170.00 519 535 582 1636 109 1041 92 1012 41 43 60 144 51 456 32 441 6 9 5 20 26 159 4 201
E4621 174979.40 4157229.00 327 374 425 1126 82 878 77 847 7 6 3 16 21 187 3 251 0 1 0 1 0 18 0 40
E4622 185291.10 4143705.00 782 806 849 2437 119 1241 119 1235 180 200 248 628 69 687 54 638 43 38 48 129 38 320 18 353
E4638 160426.30 4144212.00 276 316 341 933 81 796 64 752 3 4 4 11 8 89 1 138 0 0 0 0 0 4 0 7
E4638A 160427.70 4144246.00 382 422 435 1239 94 917 58 816 21 14 13 48 15 181 4 248 2 2 1 5 2 41 0 62
E4642E 153324.90 4132806.00 73 80 108 261 47 468 31 450 0 1 0 1 2 10 0 16 0 0 0 0 0 0 0 0
E5006 506433.80 4197255.00 35 45 73 153 64 571 23 554 0 0 0 0 11 109 0 89 0 0 0 0 0 9 0 3
E5038 499841.80 4195866.00 213 229 283 725 70 703 42 669 4 3 1 8 9 149 0 187 0 0 0 0 1 20 0 46
E5044E 525312.10 4131344.00 4 10 16 30 38 261 8 231 0 0 0 0 1 6 0 11 0 0 0 0 0 1 0 0
E5053E 523359.00 4186068.00 35 29 73 137 53 461 24 445 0 0 2 2 3 33 0 31 0 0 0 0 0 3 0 0

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


E5060 567893.10 4190754.00 11 13 55 79 44 405 11 380 0 0 0 0 0 16 0 14 0 0 0 0 0 2 0 1
E5071E 539942.00 4184102.00 600 630 646 1876 89 936 80 919 121 133 207 461 58 538 40 519 10 17 51 78 30 294 10 282
Datos de superación y cartografía por umbral de riesgo

E5085 510104.30 4192943.00 29 34 52 115 52 558 1 502 0 0 0 0 4 72 0 110 0 0 0 0 0 20 0 20


E5112A 488026.20 4128230.00 147 168 273 588 70 649 52 655 0 2 9 11 19 168 0 154 0 0 0 0 1 22 0 16
E5112B 488087.80 4127897.00 245 291 404 940 70 663 23 638 1 0 1 2 2 75 0 113 0 0 0 0 0 4 0 3
E5138E 483562.60 4174624.00 421 474 496 1391 97 973 86 940 53 58 95 206 55 503 28 495 13 10 21 44 34 268 5 275
E5139 479079.00 4192963.00 369 402 427 1198 101 949 88 924 33 40 74 147 50 440 23 414 4 10 17 31 33 194 6 190
E5154A 469038.10 4188846.00 282 316 345 943 81 791 48 711 6 8 8 22 21 152 0 204 0 5 0 5 0 27 0 60
E5171A 436133.90 4199510.00 735 767 767 2269 119 1198 103 1174 258 298 308 864 79 770 57 722 88 72 126 286 56 505 29 477
E5180E 511019.40 4237948.00 248 287 347 882 79 793 60 731 8 9 22 39 39 253 5 289 0 3 1 4 4 52 0 65
Anejo 3: Análisis de temperaturas críticas. Datos acumulados por década.

E5202 510053.80 4233786.00 579 638 638 1855 108 1073 90 1029 125 130 189 444 72 638 40 586 27 13 38 78 48 401 11 372
E5207A 495221.90 4232860.00 589 691 670 1950 115 1141 97 1109 72 65 107 244 61 639 30 585 5 2 9 16 26 325 0 334

111


12
Riesgo moderado (>35 ºC) Riesgo alto (>39 ºC) Riesgo extremo (>41 ºC)
Est. X Y 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54
61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90
A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2
E5210 499115.30 4224836.00 469 552 530 1551 88 951 70 884 47 49 81 177 53 430 18 426 3 5 5 13 24 181 0 221
E5220 457794.60 4211231.00 420 499 462 1381 85 929 72 873 44 25 62 131 42 372 12 377 1 3 2 6 16 126 0 164
E5238 455658.30 4221784.00 727 752 774 2253 114 1127 103 1114 132 159 181 472 67 609 40 571 14 9 18 41 43 296 3 301
E5250 448439.90 4215291.00 677 719 715 2111 117 1166 103 1145 218 247 253 718 73 720 52 687 76 59 103 238 49 472 20 451
E5252 441812.70 4208400.00 689 697 727 2113 117 1144 103 1116 201 216 255 672 65 654 49 617 53 46 76 175 46 374 18 374
E5264B 446030.40 4182329.00 156 153 213 522 73 690 47 640 2 0 0 2 8 129 0 161 0 0 0 0 0 19 0 23
E5270 428974.60 4181538.00 380 398 439 1217 98 909 74 867 37 30 54 121 47 388 18 375 3 9 11 23 22 139 1 136
E5279U 444592.70 4223483.00 532 553 571 1656 105 1011 90 994 93 95 143 331 58 549 34 516 16 14 25 55 39 298 11 277
E5298C 405844.80 4209080.00 620 620 634 1874 111 1074 93 1030 110 112 160 382 57 557 23 522 18 17 27 62 38 277 6 283
E5330A 415669.30 4180121.00 228 250 287 765 77 738 53 704 6 12 13 31 25 222 3 201 0 0 3 3 3 45 0 55
E5346O 388655.00 4227021.00 129 151 196 476 66 658 41 596 1 8 6 15 21 143 0 145 0 0 1 1 2 27 0 29
E5366 378539.00 4209563.00 465 505 496 1466 104 985 82 948 36 33 57 126 43 373 15 371 2 7 3 12 11 128 0 145
E5366A 378539.00 4209563.00 576 582 579 1737 111 1051 91 1011 86 89 138 313 56 512 29 500 16 14 20 50 35 257 8 257
E5391A 357662.50 4242735.00 533 573 576 1682 107 1032 85 989 100 112 151 363 63 594 32 533 15 15 25 55 43 333 12 328
E5393 353339.00 4211519.00 589 603 623 1815 120 1139 104 1111 124 127 175 426 65 646 46 603 26 19 38 83 43 368 11 360
E5402 337195.10 4189967.00 571 584 610 1765 111 1089 97 1032 79 82 126 287 59 519 32 490 13 11 17 41 31 229 7 231
E5403 403508.60 4144189.00 450 514 528 1492 85 925 62 888 34 32 56 122 29 344 4 340 1 4 3 8 3 102 0 133
E5426A 382894.50 4163874.00 559 609 607 1775 98 1008 81 958 83 72 97 252 47 375 19 376 11 10 14 35 15 115 0 138

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


E5428A 369170.80 4172559.00 603 621 634 1858 114 1115 103 1111 132 132 177 441 72 660 45 575 24 22 37 83 45 371 14 359
E5442E 331702.00 4197283.00 300 307 341 948 90 857 65 793 18 14 23 55 34 266 8 294 2 6 2 10 4 81 0 102
Datos de superación y cartografía por umbral de riesgo

E5459U 329495.20 4220465.00 386 401 452 1239 95 934 82 893 21 15 28 64 44 372 15 357 2 5 1 8 13 98 0 107
E5468 320143.80 4188469.00 527 564 552 1643 109 1035 93 988 86 83 129 298 56 516 34 486 15 12 24 51 37 249 10 261
E5468E 319490.10 4180745.00 515 543 541 1599 108 1022 88 974 60 57 95 212 51 457 24 443 10 11 16 37 31 198 2 194
E5495 302573.90 4180045.00 543 557 588 1688 110 1063 100 1042 50 44 77 171 57 503 26 458 8 8 6 22 22 194 1 216
E5514 443953.50 4110224.00 165 199 252 616 79 703 59 703 4 11 17 32 27 170 5 180 0 2 3 5 2 30 0 36
E5515 446587.30 4116531.00 189 220 279 688 76 749 57 737 3 11 16 30 32 206 6 203 0 1 0 1 5 29 0 34
E5524A 438968.80 4119811.00 240 292 357 889 81 790 66 766 2 2 11 15 33 233 4 224 0 0 0 0 4 44 0 48
E5524O 429353.90 4120197.00 483 543 540 1566 97 975 86 961 40 38 71 149 53 449 21 437 2 7 9 18 19 137 1 148
Anejo 3: Análisis de temperaturas críticas. Datos acumulados por década.

E5530E 431087.60 4116300.00 305 344 371 1020 90 837 71 824 13 13 35 61 39 300 18 292 1 2 6 9 8 72 0 74
E5536I 448205.80 4138555.00 217 243 308 768 86 858 65 816 1 8 19 28 32 298 3 303 0 0 0 0 6 71 0 72

112


12
Riesgo moderado (>35 ºC) Riesgo alto (>39 ºC) Riesgo extremo (>41 ºC)
Est. X Y 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54
61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90
A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2
E5545E 436754.60 4136781.00 386 435 461 1282 94 938 78 895 38 33 61 132 51 454 18 442 1 5 5 11 28 210 1 194
E5555O 418475.10 4129239.00 0 0 0 0 1 31 0 31 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E5562E 420404.60 4124283.00 219 261 315 795 80 794 66 768 9 13 26 48 39 300 15 307 0 1 4 5 9 83 0 82
E5562O 420069.90 4115199.00 540 609 603 1752 103 1012 92 986 71 53 99 223 58 527 34 503 4 11 9 24 29 245 4 255
E5578U 409878.80 4131014.00 149 201 256 606 73 709 48 656 0 6 1 7 21 149 0 156 0 0 0 0 1 7 0 8
E5598 361839.80 4121802.00 506 553 589 1648 92 972 82 951 52 38 82 172 42 359 14 383 2 9 10 21 13 126 0 170
E5603E 356992.00 4131018.00 370 393 430 1193 96 935 87 907 23 20 45 88 44 356 21 359 0 9 11 20 20 129 2 117
E5604E 381253.80 4143556.00 240 246 294 780 90 851 63 790 4 8 12 24 43 291 5 290 0 0 0 0 14 80 0 95
E5606E 378996.10 4131869.00 172 173 219 564 74 680 43 619 2 9 8 19 16 115 2 134 0 1 0 1 0 19 0 14
E5608I 360966.80 4142937.00 344 353 396 1093 101 922 77 885 17 18 25 60 38 324 10 323 1 7 1 9 9 80 0 95
E5611I 340693.10 4118170.00 118 118 181 417 79 675 49 623 0 7 5 12 15 84 1 103 0 1 0 1 1 8 0 4
E5612O 338136.40 4126488.00 98 92 184 374 46 407 17 470 0 11 3 14 3 29 0 61 0 1 0 1 0 4 0 2
E5619E 329197.80 4153085.00 643 657 700 2000 114 1142 105 1108 88 92 146 326 63 577 42 525 17 13 22 52 35 264 8 263
E5623E 354125.30 4159647.00 277 310 325 912 88 826 59 776 12 13 23 48 41 260 9 279 1 4 2 7 10 71 0 76
E5624I 349758.50 4149247.00 328 341 364 1033 92 850 70 790 19 14 33 66 38 264 10 287 0 7 6 13 13 92 0 88
E5625A 344088.30 4167600.00 533 543 552 1628 105 1027 93 995 55 58 98 211 54 486 31 470 6 11 17 34 32 220 6 215
E5641U 315826.20 4154303.00 537 533 538 1608 107 1017 88 987 46 45 82 173 47 384 18 392 4 11 12 27 18 130 2 150
E5651O 286014.70 4174295.00 515 524 541 1580 108 1006 86 959 39 28 51 118 44 336 11 352 3 9 4 16 12 93 0 122

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


E5671 295263.90 4121773.00 564 619 614 1797 110 1089 96 1054 84 84 112 280 49 471 33 466 11 15 15 41 21 184 4 218
E5693I 262184.00 4164151.00 473 493 514 1480 103 1005 86 944 31 30 40 101 43 354 19 362 2 8 3 13 9 110 0 132
Datos de superación y cartografía por umbral de riesgo

E5697E 261005.20 4165873.00 554 575 608 1737 108 1073 102 1046 54 56 83 193 51 441 27 420 7 9 7 23 18 151 4 179
E5702B 259535.40 4161506.00 429 485 488 1402 101 987 88 929 34 22 35 91 27 261 10 292 3 6 0 9 4 55 0 90
E5725E 256477.40 4215691.00 129 141 184 454 77 711 52 659 4 4 0 8 19 180 0 172 0 0 0 0 1 33 0 39
E5729 240760.40 4207910.00 328 334 371 1033 103 934 80 897 17 11 18 46 46 382 18 378 2 4 0 6 19 133 0 152
E5733 231898.00 4186985.00 265 256 301 822 84 849 70 812 6 7 0 13 31 220 1 239 0 1 0 1 5 32 0 51
E5739O 242964.90 4161792.00 507 528 545 1580 106 1012 88 958 35 29 51 115 40 330 22 367 6 7 5 18 9 95 0 122
E5744S 233416.70 4154438.00 442 454 491 1387 104 991 85 935 26 21 35 82 41 317 15 332 3 8 3 14 7 88 0 107
E5745A 236531.50 4152728.00 733 779 807 2319 111 1172 103 1154 131 128 177 436 58 598 33 536 29 21 12 62 21 230 1 265
Anejo 3: Análisis de temperaturas críticas. Datos acumulados por década.

E5771A 216068.10 4200474.00 516 532 559 1607 102 1021 87 993 56 60 85 201 58 541 30 494 6 8 6 20 32 250 5 260
E5783 243685.50 4145561.00 473 486 523 1482 103 1015 86 958 35 28 50 113 36 322 13 321 3 9 5 17 6 77 1 122

113


12
Riesgo moderado (>35 ºC) Riesgo alto (>39 ºC) Riesgo extremo (>41 ºC)
Est. X Y 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54
61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90
A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2
E5790 233574.80 4139713.00 484 492 538 1514 107 1022 85 981 38 38 53 129 34 315 16 335 4 9 4 17 8 86 1 132
E5796 270661.00 4115146.00 330 357 382 1069 93 899 71 839 14 17 18 49 26 218 7 241 1 4 2 7 7 57 0 83
E5802A 274435.60 4126938.00 543 603 627 1773 112 1098 100 1046 48 48 67 163 49 483 26 468 4 5 3 12 19 192 2 212
E5813E 227556.20 4142784.00 423 448 458 1329 105 970 83 913 30 20 39 89 43 318 16 331 2 8 6 16 9 100 0 119
E5818 215484.90 4136909.00 351 377 416 1144 92 887 75 834 13 13 17 43 26 216 4 236 2 3 1 6 3 37 0 65
E5826 197599.20 4163622.00 406 426 471 1303 108 1009 90 968 12 12 15 39 45 391 22 398 1 2 3 6 21 126 0 135
E5833O 212124.30 4135946.00 449 461 503 1413 106 991 87 945 27 23 39 89 35 287 12 302 3 8 3 14 5 59 0 110
E5834A 213052.80 4130670.00 597 620 644 1861 111 1092 94 1047 111 122 151 384 53 516 35 497 22 13 24 59 37 253 7 262
E5836A 207363.50 4133800.00 514 543 580 1637 109 1054 93 1018 48 50 63 161 44 400 25 396 6 9 6 21 12 129 1 165
E5853E 183658.20 4123235.00 243 253 290 786 77 763 57 705 4 10 6 20 8 83 1 135 2 1 0 3 2 13 0 11
E5856 183498.20 4115672.00 92 65 99 256 57 510 28 502 0 3 0 3 1 21 0 31 0 0 0 0 0 1 0 3
E5856I 187544.40 4111508.00 291 321 359 971 93 870 67 797 13 11 6 30 8 115 1 169 2 2 0 4 3 20 0 22
E5858 193287.70 4099261.00 86 91 91 268 39 412 23 449 1 1 0 2 2 24 0 33 0 0 0 0 0 1 0 1
E5859I 158575.80 4119892.00 5 10 5 20 17 131 0 135 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E5860G 182767.40 4106173.00 83 51 86 220 48 441 16 434 1 4 0 5 0 19 0 23 0 0 0 0 0 1 0 0
E5868I 255002.90 4119930.00 426 449 489 1364 92 979 88 926 25 26 40 91 32 296 13 306 2 3 3 8 7 83 0 114
E5870A 245004.10 4116062.00 261 276 318 855 78 759 63 724 8 10 6 24 12 124 1 158 0 0 0 0 1 21 0 22
E5873A 238408.80 4118420.00 185 204 238 627 70 729 46 653 4 6 1 11 8 81 0 108 0 0 0 0 1 11 0 6

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


E5900 216836.50 4085319.00 507 566 573 1646 111 1106 103 1056 29 38 31 98 29 343 9 367 3 3 3 9 9 80 0 127
E5906O 196295.30 4072604.00 5 8 5 18 3 60 0 93 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Datos de superación y cartografía por umbral de riesgo

E5911 288568.40 4070743.00 16 14 35 65 38 339 20 342 0 0 0 0 3 12 0 9 0 0 0 0 0 0 0 0


E5919U 298940.30 4089654.00 146 180 222 548 72 656 45 641 3 10 13 26 20 166 1 182 0 0 2 2 3 46 0 34
E5932 253844.40 4075993.00 363 419 435 1217 98 940 83 907 18 17 21 56 25 268 4 271 1 4 1 6 9 69 0 118
E5943B 287545.30 4062641.00 1 8 10 19 25 165 5 173 0 0 0 0 1 5 0 3 0 0 0 0 0 0 0 0
E5945B 281161.50 4062335.00 183 194 246 623 93 840 59 754 4 9 5 18 26 172 1 210 0 4 0 4 5 36 0 43
E5947 270668.40 4060256.00 54 62 86 202 76 702 41 612 0 0 0 0 10 54 0 60 0 0 0 0 0 1 0 2
E5960 226414.40 4070852.00 155 180 198 533 71 646 44 596 3 8 4 15 9 70 1 104 0 0 0 0 3 22 0 10
E5969E 220388.90 4061293.00 149 181 199 529 66 634 47 590 4 5 1 10 7 64 0 84 0 0 0 0 1 12 0 5
Anejo 3: Análisis de temperaturas críticas. Datos acumulados por década.

E5972 212737.60 4040437.00 1 3 0 4 1 25 0 38 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0


E5973 206063.10 4047350.00 0 0 0 0 0 4 0 4 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

114


12
Riesgo moderado (>35 ºC) Riesgo alto (>39 ºC) Riesgo extremo (>41 ºC)
Est. X Y 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54
61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90
A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2
E5976 218697.00 4028320.00 3 4 1 8 8 72 0 85 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0
E5983U 238032.90 4033112.00 34 36 65 135 52 501 31 458 0 0 0 0 1 7 0 8 0 0 0 0 0 0 0 0
E5988 241643.70 4020509.00 33 31 63 127 46 407 16 388 0 0 0 0 1 3 0 3 0 0 0 0 0 0 0 0
E5998A 313295.00 4122897.00 436 501 525 1462 98 945 73 880 27 16 24 67 42 298 12 340 0 1 0 1 8 73 0 83
E6001 265065.30 3988187.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6006 279640.90 4000654.00 0 0 0 0 0 6 0 4 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6025U 281745.90 4011703.00 0 3 2 5 15 96 7 89 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6031 315926.70 4061940.00 0 0 0 0 2 9 0 10 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6046I 306813.50 4054281.00 0 1 0 1 9 67 2 65 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6050 292639.30 4043976.00 0 0 0 0 4 30 0 54 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6076O 324692.50 4039779.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6077 331180.90 4042047.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6097E 376654.20 4106313.00 80 90 133 303 67 573 39 543 0 5 2 7 9 52 0 47 0 0 0 0 0 2 0 1
E6106 346415.50 4100338.00 244 295 404 943 80 831 75 801 2 9 11 22 33 243 8 212 0 0 0 0 5 41 0 58
E6106B 344020.40 4099772.00 113 142 233 488 70 672 59 640 0 5 8 13 20 154 3 154 0 0 0 0 1 25 0 28
E6114 328996.40 4094812.00 7 12 33 52 38 284 9 272 0 0 0 0 0 1 0 6 0 0 0 0 0 0 0 0
E6118A 326331.10 4073288.00 1 13 13 27 42 332 19 296 0 0 0 0 2 3 0 5 0 0 0 0 0 0 0 0
E6119I 335858.50 4084965.00 49 69 107 225 59 493 46 478 0 2 1 3 5 41 3 48 0 0 0 0 1 4 0 5

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


E6120 339528.50 4089056.00 14 38 46 98 49 410 34 406 0 0 0 0 2 16 0 21 0 0 0 0 0 2 0 0
E6139 334132.90 4066351.00 156 173 295 624 71 661 51 612 0 0 0 0 0 3 0 5 0 0 0 0 0 0 0 0
Datos de superación y cartografía por umbral de riesgo

E6143 342803.00 4058785.00 83 98 180 361 65 518 48 477 0 0 1 1 4 29 2 24 0 0 0 0 0 0 0 3


E6146I 350543.00 4063730.00 203 204 345 752 75 664 62 675 0 0 1 1 3 18 2 20 0 0 0 0 0 0 0 0
E6150U 362526.20 4090872.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6152E 373192.10 4089419.00 0 6 10 16 9 72 1 80 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6155A 367026.70 4058996.00 4 4 16 24 5 40 7 30 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6155E 367542.10 4060531.00 3 1 12 16 2 31 7 30 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6162 377712.50 4077324.00 0 3 1 4 3 19 0 31 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6165 376250.00 4078577.00 0 0 0 0 1 15 0 15 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Anejo 3: Análisis de temperaturas críticas. Datos acumulados por década.

E6168 375910.80 4072423.00 0 0 0 0 0 1 0 9 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0


E6170 372164.30 4070781.00 1 9 24 34 10 112 9 112 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0

115


12
Riesgo moderado (>35 ºC) Riesgo alto (>39 ºC) Riesgo extremo (>41 ºC)
Est. X Y 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54
61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90
A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2
E6171 372609.60 4065314.00 0 0 2 2 1 8 0 6 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6179 387865.50 4095060.00 0 0 0 0 3 30 0 38 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6199 401432.70 4071469.00 4 0 20 24 4 60 8 43 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6200 402875.70 4067292.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6201 407123.20 4070329.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6219 438328.20 4065731.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6246 463855.00 4090546.00 71 89 134 294 55 544 21 518 2 1 1 4 6 65 0 88 0 0 0 0 1 7 0 20
E6247 462223.00 4083930.00 5 12 24 41 15 95 7 102 0 0 0 0 1 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6249 444245.30 4097897.00 174 227 295 696 77 780 69 756 5 10 19 34 35 241 7 210 0 3 4 7 6 55 0 58
E6258 456540.70 4086109.00 0 6 10 16 10 61 2 58 0 0 0 0 1 3 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6268 449371.70 4066890.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6269 453464.80 4067643.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6277A 497232.60 4067073.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6292O 526356.30 4071872.00 0 1 0 1 5 50 0 60 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6295 530536.70 4080506.00 2 8 11 21 30 273 0 256 0 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0
E6297 548635.60 4076586.00 0 0 0 0 0 1 0 6 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6307 507745.40 4100179.00 0 0 0 0 0 2 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6308 508983.90 4097873.00 1 3 4 8 7 52 1 58 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


E6309 509975.40 4094324.00 1 1 6 8 5 54 0 57 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6322 554178.30 4100970.00 128 157 257 542 79 711 64 685 0 7 10 17 13 73 0 81 0 0 2 2 1 8 0 19
Datos de superación y cartografía por umbral de riesgo

E6325O 554576.70 4077709.00 1 0 0 1 7 97 0 106 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0


E6327 570806.20 4091541.00 0 10 8 18 10 73 0 100 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6328N 571071.10 4074746.00 0 1 0 1 24 169 0 184 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6334I 570589.50 4117423.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6339 594048.50 4114257.00 0 0 11 11 10 106 0 51 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6342 582901.60 4119078.00 0 0 0 0 3 22 0 27 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6343 600856.30 4122658.00 0 0 1 1 0 1 0 5 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6348E 542645.30 4134187.00 35 61 86 182 49 372 33 346 0 4 5 9 4 32 2 40 0 1 0 1 1 5 0 2
Anejo 3: Análisis de temperaturas críticas. Datos acumulados por década.

E6356 556475.00 4133648.00 10 11 34 55 21 143 12 147 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0


E6357U 567374.60 4118784.00 54 72 172 298 74 588 47 534 0 0 0 0 6 18 0 35 0 0 0 0 0 0 0 3

116


12
Riesgo moderado (>35 ºC) Riesgo alto (>39 ºC) Riesgo extremo (>41 ºC)
Est. X Y 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54 2050 45-54
61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90 61-70 71-80 81-90 61-90
A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2 A2 A2 B2 B2
E6364 575291.90 4156920.00 47 73 150 270 69 588 51 541 0 2 2 4 2 14 0 16 0 0 0 0 1 2 0 1
E6367A 594030.60 4137992.00 11 26 48 85 60 387 23 372 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6370 599305.60 4128499.00 0 0 0 0 0 2 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E6376E 340900.20 4109386.00 168 183 268 619 75 737 59 715 0 6 4 10 24 157 5 159 0 0 0 0 2 19 0 8
E7045 528866.40 4219096.00 1 2 5 8 31 264 5 300 0 0 0 0 0 0 0 4 0 0 0 0 0 0 0 0
E7054 547745.40 4230126.00 147 171 249 567 70 662 52 655 1 2 9 12 21 172 4 171 1 0 0 1 0 18 0 26
E7056 539239.80 4218462.00 28 27 75 130 57 498 22 484 0 0 0 0 8 72 0 70 0 0 0 0 0 8 0 11
E7062 536776.30 4241631.00 0 4 2 6 30 226 4 217 0 0 0 0 0 3 0 4 0 0 0 0 0 0 0 0
E7189A 581249.50 4167362.00 1 9 14 24 15 88 3 90 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E7194 573565.80 4174192.00 4 9 17 30 19 171 6 159 0 0 0 0 0 4 0 3 0 0 0 0 0 0 0 0
E7001E 620317.00 4141110.00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
E4311 312870.00 4297600.00 385 415 417 1217 100 922 76 877 39 24 41 104 48 429 16 397 3 3 0 6 27 196 0 179

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales


Datos de superación y cartografía por umbral de riesgo
Anejo 3: Análisis de temperaturas críticas. Datos acumulados por década.

117
13 Anejo 4: Escenarios regionalizados de
Cambio Climático. Conceptos básicos
Conceptos básicos sobre escenarios de emisiones
El proceso de cambio climático, supone una amenaza para la sociedad y los distintos sectores
de actividad. Este hecho ha generado la necesidad de conocer los cambios de las diferentes
variables climáticas para este próximo siglo, mediante modelizaciones regionales del clima.

Los escenarios de cambio climático son proyecciones del clima del futuro obtenidas a partir
de los denominados Modelos de Circulación General (MCG´s), que simulan flujos de energía,
masa y movimiento en una retícula tridimensional que formaría la atmósfera, los océanos
y las capas superiores de la litosfera y la criosfera. Estos flujos están influenciados por el
forzamiento radiativo. Mediante cálculos y análisis complejos se realizan simulaciones a partir
de las concentraciones históricas de gases de efecto invernadero.

Se realizan entonces simulaciones del clima futuro para el siglo XXI en función de las
proyecciones de las emisiones de GEI modelizadas, es decir, incluyendo los distintos
escenarios de emisiones que se prevén según proyecciones realizadas en cuanto a evolución
de las actividades humanas y el desarrollo económico. Estos escenarios de emisiones han
sido propuestos a nivel internacional y aprobados por el Panel Intergubernamental del Cambio
Climático (IPCC). De todos los escenarios existentes, para el análisis realizado en Andalucía
se ha optado por elegir dos, que se sitúan en los extremos de las posibilidades que, con
mayor probabilidad, pueden afectar a dicha región. Éstos son:

Escenario A2: describe un mundo muy heterogéneo. Sus características más distintivas
son la auto-suficiencia y la conservación de las identidades locales. La población mundial se
mantiene en continuo crecimiento. El crecimiento económico por habitante, así como el cambio
tecnológico están más fragmentados y son más lentos que en otros escenarios posibles.

Escenario B2: contempla un mundo en el que predominan las soluciones locales para la
sostenibilidad económica, social y medioambiental. Aumenta progresivamente a un ritmo
menor que en A2. Aunque este escenario está orientado a la protección del medio ambiente
y a la igualdad social, se centra, principalmente, en los niveles local y regional.

Figura 4.1. Escenarios de emisiones del IPCC.

a) A1
b) A2
40 40
dióxido de carbono GtC/año
Emisiones mundiales de

A1FI
30 30 A2

20 20

A1B
10 10
A1T
0 0
1990 2010 2030 2050 2070 2090 1990 2010 2030 2050 2070 2090

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 118



13 Anejo 4: Escenarios regionalizados de Cambio Climático. Conceptos básicos

a) B1 b) B2
40 40
dióxido de carbono GtC/año
Emisiones mundiales de

30 30

20 20
B2
10 10
B1
0 0
1990 2010 2030 2050 2070 2090 1990 2010 2030 2050 2070 2090

Fuente: IPCC (2007).

Sin embargo, los Modelos Globales del Clima ofrecen una serie de limitaciones que se podrían
resumir básicamente en su escasa resolución espacial, y por tanto en su impedimento para
mostrar las peculiaridades existentes a nivel regional desde el punto de vista climático y que
no aparecen reflejadas en estos modelos globales.

Este hecho implica la necesidad de emplear las denominadas técnicas de “downscaling”


que permiten “traducir” la información fiable que ofrecen los MCGs, para convertirla en
la información requerida sobre efectos en superficie: temperatura y precipitación con una
resolución espacial mayor.

La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía ha elaborado distintos escenarios


de cambio climático a escala regional, a partir de tres Modelos de Circulación Global, el
CGCM2 (Canadá), HadAM3 (Gran Bretaña) (solo para el 2071-2100) y el ECHAM4 (Alemania)
y según los dos escenarios de emisiones descritos: A2 y B2.

En el presente trabajo de Adaptación al


Cambio Climático se ha optado por em-
plear dichos datos, correspondientes al
MCG ECHAM4 y a los escenarios de emi-
siones A2 y B2. Los datos de los Modelos
Regionales del Clima modelizados por la
Consejería de Medio Ambiente disponen
de datos sobre las variables precipitación,
temperaturas máximas y temperaturas
mínimas, con resultados individualizados
para diversos observatorios meteorológi-
cos del territorio andaluz.

Asimismo se han utilizado los datos climáticos para caracterizar el clima actual (periodo
1961-90) elaborados por la AEMET. La serie de valores climáticos 1961-90 se elabora para
interpretar el clima actual y disponer de una línea de base de la cual partir.

Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 119


14 Bibliografia

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Estudio Básico de Adaptación al Cambio Climático. Sector Incendios Forestales 120


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