Síntesis “Evaluación del aprendizaje y para el aprendizaje”
La evaluación se puede definir como un proceso que puede y debería potenciar el aprendizaje de los educandos, pero para ello se requieren ciertas condiciones que permitan hacer de la evaluación una experiencia de aprendizaje. Actualmente los sistemas de evaluación resultan nocivos para un gran número de alumnado y ese daño surge, debido al fracaso para acunar el uso de las pruebas estandarizadas y las evaluaciones de aula al servicio de la mejora escolar. Asimismo, las autoridades educativas, desde sus diferentes niveles, han contribuido en gran medida al daño que hay sobre la evaluación, al fortalecer las creencias de los políticos y redirigiendo la importancia en lograr que las puntuaciones de las pruebas estandarizadas suban. El gran problema está en el papel docente puesto que los profesores generalmente son incapaces de obtener o usar de manera efectiva información confiable sobre el desempeño del alumno en la vida cotidiana, causado en su mayoría por el agotamiento de recursos que produce el exceso de pruebas estandarizadas. Es por ello que los sistemas de evaluación permanecen en constante crisis y los alumnos son los que salen afectados al sufrir las consecuencias. Hasta el día de hoy se cuenta con suficiente conocimiento acopiado acerca de cuál es la forma idónea de construir sanos ambientes de evaluación, así como sobre la toma de decisiones de enseñanza, que ayuden a los alumnos a potenciar su deseo de aprender y a que se sientan con las capacidades y habilidades para poder hacerlo y así conseguir un incremento significativo en su aprendizaje. Sin embargo, para alcanzar esta meta, es necesario establecer mecanismos que hagan posible una sana evaluación. Estamos frente a una visión distorsionada de la evaluación, desde hace años se ha pensado que se debe servir a dos propósitos principales: informar para la toma de decisiones y motivar el aprendizaje. En relación con el primero, se han construido sistemas de evaluación alrededor de la creencia que las decisiones más importantes son tomadas por quienes diseñan los planes educativos y éstos a su vez son los que hacen políticas y en ocasiones no tiene noción de la educación, lo cual afectan a los estudiantes y al ámbito educativo. En el segundo ámbito al que s ele ha otorgado interés es con respecto al uso de la evaluación para motivar a los alumnos, no olvidemos que muchos de los formadores hemos pasado por clases, en las cuales los profesores creían que la mejor forma de incrementar el aprendizaje era maximizando la ansiedad y la evaluación siempre tenía que ser el intimidador más grande, creando así un miedo en los alumnos. Esta idea no podría estar más equivocada, puesto que, para conseguir que los estudiantes aprendan más, sus puntuaciones en las pruebas suban y las escuelas sean más efectivas, se requiere motivar a los alumnos para que realicen un esfuerzo mayor “estableciendo estándares académicos más altos”. En ese sentido, la evaluación para el aprendizaje es, debe servir al propósito de promover el aprendizaje de los alumnos. Por lo tanto, difiere de la evaluación del aprendizaje que se elabora principalmente para servir a los propósitos de rendición de cuentas, clasificación o acreditación de competencias. Desde esta perspectiva es de suma importancia ofertar a los profesores las herramientas de evaluación que necesitan para hacer mejor su trabajo. Esto supone acuñar la idea de evaluación para el aprendizaje con un término común entre el profesorado. Esta Evaluación permite entre otras: Lograr las metas de aprendizaje que los alumnos está alcanzando e informarlos sobre las mismas. Favorecer el conocimiento de la evaluación. Utilizar estas evaluaciones de aula para construir la confianza de los alumnos en sí mismos como aprendices y ayudarlos a asumir la responsabilidad de su propio aprendizaje a lo largo de su vida Realizar retroalimentación descriptiva ofreciéndoles sugerencias específicas acerca de cómo mejorar. Conducir a los alumnos hacia la autoevaluación. Involucrar activamente a los alumnos en la comunicación con su profesor y sus familias acerca de su rendimiento y su mejora. La evaluación del aprendizaje surge de una perspectiva socio constructivista de un currículum que busca desarrollar la capacidad de aprendizaje permanente del individuo. Para que esto sea posible de lograr, se requiere de una formación docente en el campo de evaluación, así como apoyos en las escuelas para que los profesores puedan implementar grandes cambios e innovaciones. Asumir esta forma de evaluación permite que los docentes se benefician porque sus alumnos están más motivados para nuevos aprendizajes, a su vez los padres de familia son beneficiados porque sus hijos tienen un rendimiento escolar más alto y mejor entusiasmo al tomar sus clases, en tanto a los encargados de administrar los centros escolares, líderes educativos y políticos se benefician al alcanzar los estándares de rendición de cuentas y obtener mejores resultados. REFERENCIAS
ausubeL, David Paul, Joseph Novak y Helen Hanesian. 2010. Psico- logía educativa. Un punto de vista cognoscitivo. México: Trillas. moreno, Tiburcio. 2015. “Las competencias del evaluador educati- vo”, Revista de la Educación Superior, XLIV (2), 174: 101-126.