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C5 Articulo Conductas de Riesgo para El Dllo y Progresion de ERC
C5 Articulo Conductas de Riesgo para El Dllo y Progresion de ERC
Las conductas de riesgo son uno de los principales retos cuando se quiere mejorar la atención de
los pacientes que tienen ERC, ya que están estrechamente asociadas a cambios en patrones
socioculturales, alimentarios y económicos que han ocurrido en todo el mundo.
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continúe creciendo inexorablemente, poniendo en jaque la salud de las poblaciones del mundo y a los
sistemas encargados de proveer la atención médica de ellas.
El inicio y la progresión del daño renal son producto de la interacción de múltiples procesos,
mediados por muchos de los factores antes mencionados, junto con las características genéticas de cada
individuo. Este daño renal inicial despierta mecanismos compensadores hemodinámicos y no
hemodinámicos que, finalmente, darán lugar al desarrollo de fibrosis y daño renal terminal.
La información disponible acerca de los mecanismos involucrados para que cada uno de estos factores
lleve a cabo su efecto deletéreo sobre los riñones es heterogénea y, a veces, contradictoria, no obstante,
en el caso de muchos de ellos, es basta y contundente. Por ejemplo: la hipertensión arterial sistémica ha
sido repetidamente demostrada como uno de los principales factores de daño renal; condiciona
incremento de la presión intraglomerular y, al interactuar con la angiotensina II y con citocinas
proinflamatorias, lleva al desarrollo de glomerulosclerosis y fibrosis renal. El incremento de peso también
ha sido demostrado como un factor de riesgo para desarrollo de enfermedad renal. En un meta-análisis
de más de 150 estudios, y con miles de pacientes incluidos, se demostró que el sobrepeso incrementa el
riesgo relativo acumulado en alrededor de 1,4, y la obesidad, 1,8 veces, para desarrollar diversas
enfermedades renales, incluyendo la ERC y el cáncer renal. Asimismo, el tabaquismo ha sido implicado en
la generación de hipoxia, vasoconstricción intrarrenal, estrés oxidativo y citocinas proinflamatorias, entre
otros procesos, con el consecuente desarrollo de hipertensión intraglomerular, depósito de matriz
extracelular y fibrosis, lo que lleva a disfunción y atrofia tubular, glomerulosclerosis y progresión de la
ERC.
Estrategias para promover un estilo de vida saludable en pacientes con enfermedad renal
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cardiovasculares, cáncer, diabetes y enfermedades crónicas respiratorias. En esa reunión, se invitó por
primera vez a la Sociedad Latinoamericana de Nefrología e Hipertensión (SLANH); aunque no se incluyó a
la ERC dentro de esas principales amenazas para la salud, sí se hizo una acotación en la que se especifica
que existen otras enfermedades, incluida la ERC, que también merecen atención y respuestas sanitarias
integrales. Durante esa misma reunión se hicieron recomendaciones sobre políticas públicas
poblacionales para la prevención de las ECNT, con especial énfasis en el control del tabaco, la alimentación
saludable (sobre todo en los niños), la promoción de la salud y la reducción del consumo de alcohol.
Asimismo, se emitieron recomendaciones orientadas a los sistemas de salud, explicitándose claramente
que se debe garantizar la provisión de servicios de salud accesibles, asequibles y eficientes de prevención,
diagnóstico precoz y tratamiento de las ECNT, particularmente en la atención primaria de la salud, así
como garantizar la educación y formación de los profesionales vinculados a la salud, en el tratamiento
integral de las ECNT, remarcando la promoción de la salud y la prevención.
Este tipo de acciones se han venido tomando en los últimos años por las grandes asociaciones de
la Nefrología, así como por diversos grupos individuales, en todo el mundo. A manera de ejemplo: en el
sitio web del Día Mundial del Riñón se puede ver, como consejos para mejorar la salud renal, el monitoreo
de la presión arterial, mantenerse en forma y activo, no fumar, comer sano y mantener el peso en control,
realizar exámenes de función renal y mantenerse bien hidratado.
Recomendaciones de este tipo son sustentadas por resultados de investigación, que han
demostrado su utilidad para mantener la salud renal, tanto en sujetos de alto riesgo aún sin la enfermedad
como en aquellos que ya la presentan en estadios tempranos. En un estudio en el que se aplicó una
intervención educativa a pacientes con alto riesgo (con diabetes, hipertensión o sobrepeso-obesidad),
pero aún sin ERC, que fue impartida y regulada por un equipo de salud multidisciplinario (médico familiar,
trabajadora social, nutrióloga y entrenador físico) y apoyada por grupos de autoayuda, hubo una mejora
significativa de los resultados de un cuestionario (previamente validado) que mide estilo de vida,
comparado con los de un grupo de pacientes que no recibieron la intervención; además, esa mejoría de
conductas relacionadas con el estilo de vida se vio reflejada en el mejor control de la tensión arterial, de
las cifras de glucemia y del peso de los pacientes, sin que hubiera modificación del tratamiento
farmacológico recibido. Por otro lado, una intervención educativa multidisciplinaria similar a la
mencionada anteriormente, aunada al entrenamiento sobre ERC a través de un curso presencial para todo
el equipo de salud de una Unidad de Medicina Familiar (UMF), así como para los médicos familiares de
otra UMF, obtuvo mejores resultados en las conductas del estilo de vida de los pacientes y mejores
resultados en el control de su tensión arterial, índice de masa corporal, cintura abdominal, hemoglobina
glucosilada A1C y albuminuria, que en los pacientes que no recibieron la intervención educativa y que
fueron tratados con un modelo de atención médica convencional. No obstante, los pacientes que fueron
atendidos en el modelo convencional (en el que el médico familiar recibió el entrenamiento sobre ERC a
través de un curso presencial) también mejoraron la tensión arterial, en relación a su basal (pero con un 3
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mayor uso de fármacos antihipertensivos), y mantuvieron aceptablemente la tasa de filtración glomerular
(al igual que su contraparte tratada en el modelo de atención multidisciplinaria).
Por lo tanto, en principio, aplicar intervenciones educativas al personal de salud del primer nivel
de atención resulta ser una acción acertada, pues incrementa su competencia clínica y, además, impacta
positivamente sobre la salud renal y general de los pacientes con alto riesgo de desarrollar ERC y de
aquellos que ya la presentan en estadios tempranos. No obstante, estos resultados benéficos son de
mayor magnitud cuando el cuidado a los pacientes se otorga mediante modelos de atención
multidisciplinaria (con la participación de equipos de salud capacitados), que cuando se otorga sólo por
parte de médicos de atención primaria, en modelos de atención convencional.
Así que, para preservar y mejorar la salud y la función renales, es importante proporcionar a las
personas los medios necesarios, a través de la aplicación de estrategias que modifiquen conductas de
riesgo y generen acciones de autocuidado. Una de esas estrategias la tenemos aquí presente, en este
curso en línea organizado de manera conjunta por la SLANH y la OPS.
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