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MARGARITA CABELLO BLANCO

Magistrada ponente

STC7916-2018
Radicación n.° 11001-02-03-000-2018-01177-00
(Aprobado en sesión de veinte de junio de dos mil dieciocho)

Bogotá, D. C., veinte (20) de junio de dos mil dieciocho


(2018).

Decídese la tutela instaurada, mediante abogado, por Luis


Fernando Duque Arango en frente de la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Medellín, concretamente contra el
magistrado Martín Agudelo Ramírez, y el Juzgado Tercero de
Ejecución Civil del Circuito de esa urbe.

ANTECEDENTES

1.- El promotor depreca la protección constitucional de su


derecho fundamental al debido proceso, presuntamente vulnerado
por las autoridades encartadas dentro del juicio ejecutivo singular que
a él y a Itracer S. A. les formuló Metaza S. A.
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2.- Arguyó, como sustento de su reclamo, en suma, lo


siguiente:

2.1.- Señala que «por virtud de Escritura Pública Nº. 0919 del 14 de
octubre de 1998 de la Notaría 28 […] de Bogotá, se constituyó en propietario fiduciario
del inmueble identificado con el [F]olio de [M]atrícula [I]nmobiliaria Nº. 156-65157 de la

Oficina de Registro de Instrumentos Públicos de Facatativá».

2.2.- Empero, a pesar de «la calidad que […] detenta sobre dicho bien,
este fue embargado como si sobre el mismo tuviese […] la propiedad plena », y lo

propio en virtud a «un embargo de remanentes, cuyo oficio (el 1382 del 5 de junio
de 2013 del Juzgado 29 Civil del Circuito de Bogotá) fue registrado en el folio de

matrícula arriba indicado».

2.3.- Así las cosas, en el sub lite instó el levantamiento de la


aludida cautela esgrimiendo que es «inembargable».

2.4.- La célula judicial recriminada, por auto del 29 de


septiembre de 2016, denegó su formulación.

2.5.- Por ende, interpuso recurso de reposición y apelación


subsidiaria, aconteciendo que el mentado medio impugnativo
horizontal fue adversamente resuelto por resolución de 30 de agosto
de 2017, otorgándose el vertical.

2.6.- Acaeció que la colegiatura recriminada, mediante


pronunciamiento de 20 de febrero de 2018, ratificó aquel con base,
resumidamente, «en los siguientes tres párrafos, así: a) Con la expedición de la
Ley 105 de 1931 (“Sobre organización judicial y procedimiento civil”), quedaron
derogadas todas las normas procesales civiles anteriores. Pese a ello, por virtud del
numeral 16 del art. 1004 de la misma ley -según el cual, además de los bienes
inembargables relacionados en esa lista, tampoco eran embargables otros bienes
conforme al Código Civil y otras leyes-, lo dispuesto en el art. 1677 del Código Civil

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seguía conservando vigencia. b) Ahora bien, una vez derogada la Ley 105 [de 1931 o
“Código Judicial”] por el Código de Procedimiento Civil (Decreto 1400 de 1970) -y
consiguientemente su art. 1004, num 16-, la regulación sobre la inembargabilidad
consagrada en el Código Civil quedaba también derogada, manteniendo, sin
embargo, los fideicomisos su carácter inembargable, pero ya por virtud del Código de
Procedimiento Civil. c) Finalmente, derogado el Código de Procedimiento Civil por el
Código General del Proceso (Ley 1564 de 2012), y sin la inclusión en este del
fideicomiso como bien inembargable, perdían definitivamente los fideicomisos su

carácter inembargable».

2.7.- Afirma que dichas providencias encierran irregularidad, en


tanto que, además de no «ocuparse del fondo de los argumentos esenciales que
se […] expusieron en el memorial de impugnación», dejaron de ver «lo prescrito en
[los] arts. 1677, num. 8, del Código Civil, y 684, num. 13, del Código de Procedimiento
Civil, que de manera inequívoca establecen la inembargabilidad de los fideicomisos o

bienes que se posean fiduciariamente», tanto más cuando quiera que «los
incisos primeros de los arts. 684 y 594 de los Códigos de Procedimiento Civil y
General del Proceso, respectivamente, fueron totalmente inadvertidos […], no obstante
el carácter perentorio de lo allí expresado, en el sentido de que la norma contenida en

el num. 8 del art. 1677 del Código Civil conservaba vigencia », dado que

«habiéndose constituido el fideicomiso antes de la derogatoria (esto es, en vigencia) de


la norma expresada en el num. 13 del art. 684 del Código de Procedimiento Civil , so
pena de que se vulneren los derechos adquiridos, la norma aplicable es esta misma
norma, que establece la inembargabilidad de los fideicomisos, y no otra posterior que
estableciera su embargabilidad -norma esta, por lo demás, valga subrayarlo,
actualmente inexistente, pues el Código General del Proceso no consagró su
embargabilidad; antes bien, como se vio, siguió consagrando su inembargabilidad al

remitir al art. 1677 del Código Civil-».

Agrega que, del mismo modo, se soslayaron los preceptos 794 y


807 del Código Civil, que denotan que «así concurran en un mismo sujeto las
calidades de propietario fiduciario y constituyente, como aquí ocurre con [él], ese sujeto

sigue siendo propietario fiduciario y, de ninguna manera, propietario pleno».

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3.- Solicita, conforme a lo relatado, se anulen las resoluciones


de marras y se ordene «levantar la medida de embargo que pesa sobre el bien
identificado con el folio de matrícula inmobiliaria No. 156-65157 de la Oficina de

Registro de Instrumentos Públicos de Facatativá».

LA RESPUESTA DE LOS ACCIONADOS

La sala querellada, en breve, acotó que «el auto que confirmó la


negativa […] en el asunto de la referencia no viola» las prerrogativas del censor.

El juzgado entutelado guardó silencio.

CONSIDERACIONES

1.- La reiterada jurisprudencia ha sostenido, en línea de principio,


que este amparo no es la senda idónea para censurar decisiones de
índole judicial; sólo, excepcionalmente, puede acudirse a esa
herramienta, en los casos en los que el funcionario adopte alguna
determinación «con ostensible desviación del sendero normado, sin ecuanimidad y
apoyado en el capricho o en la subjetividad, a tal punto que estructure ‘vía de hecho’», y

bajo los supuestos de que el afectado concurra dentro de un término


razonable a formular la queja, y de que «no disponga de medios ordinarios y
efectivos para lograrlo» (ver entre otras, CSJ STC, 3 de mar. 2011, rad. 00329-

00).

El concepto de «vía de hecho» fue fruto de una evolución pretoriana


por parte de la Corte Constitucional, en vista de la necesidad de que todo
el ámbito jurídico debe respetar los derechos fundamentales como base
de la noción de «Estado Social de Derecho» y la ordenación contemplada en el
artículo 4 de la Carta Política. Así hoy, bajo la aceptación de la
probabilidad que providencias desconozcan prerrogativas esenciales, se

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admite por salvedad la posibilidad de amparar esa afectación siempre y


cuando se cumplan los siguientes presupuestos: l. Generales: «a) Que la
cuestión que se discuta resulte de evidente relevancia constitucional; b) Que se hayan
agotado todos los medios ordinarios y extraordinarios de defensa judicial al alcance de la
persona afectada, salvo que se trate de evitar la consumación de un perjuicio ius
fundamental irremediable; c) Que se cumpla el requisito de la inmediatez; d) Cuando se
trate de una irregularidad procesal; e) Que la parte actora identifique de manera razonable
tanto los hechos que generaron la vulneración como los derechos vulnerados y que hubiere
alegado tal vulneración en el proceso judicial siempre que esto hubiere sido posible y f) Que

no se trate de sentencia de tutela» y, 2. Especiales: «a) Defecto orgánico; b) Defecto


procedimental absoluto; c) Defecto fáctico; d) Defecto material o sustantivo; e) Error inducido;
f) Decisión sin motivación; g) Desconocimiento del precedente y h) Violación directa de la

constitución» (C-590/2005, reiterada, entre otras, SU-913/2009 y T-

125/2012).

2.- Observada la censura planteada resulta evidente que el


reclamante, al estimar que se actuó con desprecio de la legalidad por
supuestamente incurrirse en causal específica de procedibilidad por
defecto material, enfila su inconformismo, en últimas, contra el
tribunal encartado por cuanto en el sub judice profirió el auto
ratificatorio de 20 de febrero de 2018.

3.- Obran como cardinales acreditaciones que atañen con el


asunto que ahora concita la atención de la Corte, las siguientes:

3.1.- Memorial solicitándose el «levantamiento de embargo».

3.2.- Escritura Pública Nº. 0919 de 14 de octubre de 1998 de la


Notaría 28 del Círculo de Bogotá, a través de la cual se constituyó
«fideicomiso civil» sobre varios inmuebles.

3.3.- Folio de Matrícula Inmobiliaria Nº. 156-65157 de la


Oficina de Registro de Instrumentos Públicos de Facatativá, que en su

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anotación #4 determina la «constitución de fideicomiso civil» conforme a la


escritura pública ut supra.

3.4.- Auto confirmatorio fechado 20 de febrero de 2018, emitido


por la sala querellada.

Allí expuso, ente otras reflexiones, tras referirse a la figura del


«embargo», que «[d]efinir cuáles son los bienes embargables y cuáles no, desde luego, es
una competencia exclusiva del legislador: no es el juez quien determina los bienes sobre los
cuales puede disponerse la medida. Tal facultad, como se afirma, corresponde al resorte
competencial del órgano legislativo quien en el marco de su libertad de configuración

legislativa define» ello.

Así, de inmediato cuestionó acerca de si «¿son inembargables los bienes


poseídos fiduciariamente? En el ámbito legislado, se confronta un recorrido normativo que
permite concluir con una respuesta negativa. Como se verá a continuación, en vigencia del

Código General del Proceso, los bienes poseídos fiduciariamente, son embargables».

En pro de dicho laborío, en primer término, adujo que «la Ley 105 de
1931 introdujo el primer compendio procesal civil de la Nación en cuyo artículo 1004 -propio
para el trámite ejecutivo- […] se señaló la lista de bienes inembargables. Dentro de ellos se
indicó que serían inembargables “Los demás bienes no embargables conforme al Código
Civil o a otras leyes”. Bajo este supuesto, las disposiciones procesales civiles que hasta la
fecha se encontraban dispersas en distintas leyes quedaron derogadas por la Ley 105 de
193[1], porque los jueces debían aplicar para el procedimiento civil esta ley (artículo 194 Ley
105 de 1931). Así pues, el artículo 1677 del Código Civil estaba vigente, porque el artículo
1004 del Código Judicial expresamente lo consignó. Es decir, la “acción” ejecutiva
consagrada en el Código Civil quedó derogada, salvo el artículo 1677 por el cual todavía

eran inembargables los bienes que allí se consignaban».

En segundo orden, denotó que «[e]l Código de Procedimiento Civil (Decreto


1400 de 1970) dispuso la derogatoria de la Ley 105 de 1931, con lo que se debe entender
que el artículo 1004, que era en virtud del cual tenía aplicación el artículo 1677 del C. C.

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estaba derogado. Con este nuevo Decreto cesó por completo la vigencia de las normas del
Código Civil dedicadas a la “acción” ejecutiva. Ahora los bienes poseídos fiduciariamente

eran inembargables por disposición expresa del Código de Procedimiento Civil».

Y, en tercer lugar, pregonó que «[e]l Código General del Proceso derogó el
Código de Procedimiento Civil y no incluyó como inembargables los bienes poseídos
fiduciariamente. Luego, no es posible concluir que los bienes poseídos fiduciariamente sean
inembargables por virtud del artículo 1677 del Código Civil, pues como quedó demostrado
con el recuento normativo esa norma fue derogada tácitamente con el Código de

Procedimiento Civil».

Por ende, puso de presente que «es evidente que si bien el Código de
Procedimiento Civil enlistó dentro de los bienes inembargables aquellos poseídos
fiduciariamente, el Código General del Proceso modificó esta situación tornándolos
embargables al no incluirlos dentro del listado que excluyen los bienes que pueden sopesar

con la mencionada medida cautelar», máxime cuando quiera que como «la
petición que se impugna y que resuelve sobre la solicitud de desembargo fue proferida en
vigencia del Código General del Proceso, lo que sugiere que es con fundamento en esta

codificación en que se debe tomar la decisión correspondiente » por lo que «las normas
que deben ser examinadas para determinar el carácter embargable de los bienes poseídos
fiduciariamente son las propias del Código General del Proceso y no del Código de
Procedimiento Civil, precisándose, como más atrás se señaló, que dentro del primero de los
códigos señalados no se incluyó como bienes inembargables los bienes poseídos
fiduciariamente, razón por la cual estos bienes si pueden cautelarse en beneficio del
demandante para asegurarse el cumplimiento de la orden de protección que en el proceso

llegue a imponerse».

Depurado lo propio, seguidamente pregonó que «si en gracia de


discusión y solo para exponer mayores razones para confirmar la providencia, se aceptara
que los bienes poseídos fiduciariamente son inembargables -muy a pesar de lo que
dispone el Código General del Proceso- lo cierto del caso es que en esta ocasión tampoco

procedería el levantamiento de la medida».

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Al efecto explicitó, connotando particularidades del contrato de


«fiducia civil», grosso modo, que «cuando el fiduciario recibe el bien en cuestión con
cargo de restituirlo al beneficiario detenta sobre el mismo la posesión fiduciaria sobre dicho
bien, ningún otro derecho tiene sobre el mismo, y por eso se dice que los bienes son

poseídos fiduciariamente», móvil por el que la « lógica que subyace a la


inembargabilidad de los bienes poseídos fiduciariamente se vincula con la protección de
derechos que están sometidos a condición suspensiva y que están transitoriamente en
cabeza de un tercero-fiduciario y que tiene la carga de restituirlo al fideicomisario una vez

verificada la condición», por cuanto así «la protección de este tipo de propiedad
encuentra su significado en la certeza jurídica que se le debe ofrecer al fideicomitente para
que el bien o los bienes sean transferidos definitivamente al beneficiario sin que su deseo
sea frustrado por los acreedores del propietario fiduciario quien, como se dijo, hasta tanto no
se cumpla con la condición conserva el dominio fiduciario sobre el bien. La propiedad
fiduciaria, en este sentido, asegura que se radique de forma definitiva el bien en el
patrimonio del beneficiario con la única condición de que se cumpla el hecho futuro e incierto
a la que el constituyente sujetó la transferencia. De esta forma, los bienes poseídos
fiduciariamente no se ven amenazados por las acreencias que se tengan en contra del
fiduciario o propietario fiduciario. Desde luego, todo lo anterior explica la diferencia de
tratamiento que debe asignarse a la propiedad fiduciaria cuando se verifica que recae en
una misma personas dos de las calidades que le son inherentes: la calidad de
fideicomitente y fiduciario. En otras palabras, lo expuesto en precedencia determina porqué
debe debilitarse el rigor de la propiedad fiduciaria cuandoquiera que el constituyente

coincide con el propietario fiduciario».

Por supuesto, aludió, «se tiene que en el caso concreto, el demandado Luis
Fernando Duque Arango constituyó fideicomiso civil mediante [E]scritura [P]ública 0919 del
14 de octubre de 1998 […] sobre el inmueble con [F]olio de [M]atrícula [I]nmobiliaria nro. 50N-
20083071 [sic] de […] Bogotá, para lo cual se designó a sí mismo como propietario fiduciario
y a Carolina Duque Mejía, Lina María Duque Mejía y Luis Felipe Duque Mejía, como

beneficiarios», razón por la que «las calidades de fideicomitente y propietario fiduciario


recaen sobre el [tutelista], que aunque formalmente, por virtud del referido acto jurídico,
adquirió la calidad de propietario fiduciario respecto del bien embargado, en cuanto a la
relación material o posesión sobre dichos bienes no varió su relación. Era poseedor antes de

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la constitución del fideicomiso y es poseedor ahora, su relación material con el inmueble no

ha variado».

Por tanto, pregonó, «[e]n el caso del [petente] ninguna utilidad se advierte del
uso de la figura del fideicomiso, más allá de la posibilidad de seguir como titular de la
posesión material, explotación y libre disposición de los inmuebles y la posibilidad de
acceder a medidas de inembargabilidad. Concretamente el [gestor] en verdad no posee
fiduciariamente los bienes embargados, sino que sobre ellos se puede predicar la
titularidad de dominio plena. La formalidad de la calidad de fideicomisario que él mismo se
abrogó en la escritura pública en comento, no tiene los efectos de darle efectivamente la
calidad de fideicomisario. Acoger este planteamiento abriría la posibilidad de que los
deudores se insolventen, con la constitución del fideicomiso civil, y aun así disfruten de su

patrimonio como el propietario pleno».

4.- El obrar de la célula judicial cuestionada, en el sentido de


predicar que «la norma del Código Civil que regulaba la inembargabilidad de los
bienes poseídos fiduciariamente se encuentra derogada tácitamente, y en gracia de
discusión, de aceptarse la vigencia de la inembargabilidad de los bienes poseídos
fiduciariamente, en el presente caso no resulta posible acceder a ello, dado que el
demandado no posee fiduciariamente los inmuebles, sino que detenta el dominio

pleno sobre los inmuebles», alberga nítida anomalía que corresponde

conjurar, conforme pasa a exponerse.

4.1.- Los bienes sujetos a propiedad fiduciaria son


inembargables y no han dejado de serlo bajo la égida del Código
General del Proceso, contrario sensu a lo que sobre el particular coligió
la corporación recriminada.

4.1.1.- El artículo 1677 del Código Civil señaló, en su numeral


8º, que no es embargable «[l]a propiedad de los objetos que el deudor posee
fiduciariamente».

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Tal norma es contundente al manifestar la inembargabilidad de


esa clase de cosas, lo cual se refrenda con la regla 2488 ejusdem que
enseña que «[t]oda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su
ejecución sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presente o futuros,

exceptuándose solamente los no embargables designados en el artículo 1677».

4.1.2.- Una vez fue expedida la Ley 105 de 17 de octubre de


1931 o Código Judicial, sus cánones 1003 y 1004 se ocuparon de
enunciar cuáles son los bienes inembargables, así:

Aquel, precisó que «[n]o son embargables las casas con consistoriales,
edificios destinados a la instrucción pública, cárceles y demás oficinas públicas de los
Departamentos y Municipios, ni las dos terceras partes de las rentas de dichas

entidades»; y, este, adujo que «[t]ampoco son embargables los siguientes


bienes: […] 16. Los demás bienes no embargables conforme al Código Civil o a otras

leyes» (sublineado original, como los demás). 

Por supuesto, no obstante que en el listado al efecto establecido


por el Código Judicial no se relacionó expresamente como
inembargable «[l]a propiedad de los objetos que el deudor posee fiduciariamente»,
en manera alguna se puede predicar que los bienes sujetos a
propiedad fiduciaria habían dejado de serlo, como tampoco se podría
afirmar que, por lo mismo, verbigracia, el «patrimonio de familia» de que
trata la Ley 70 de 28 de mayo de 19311, «que autoriza la constitución de
patrimonios de familia no embargables», se hubiere vuelto embargable.

Lo anterior, habida cuenta que el legislador expresamente dejó


la salvedad de que, al margen de dicha relación de bienes efectuada
para designar los no embargables, también hay otros señalados en el
Código Civil o en otras leyes que tampoco pueden ser objeto de dicha
1
Artículo 21. El patrimonio de familia no es embargable, ni aun en caso de quiebra
del beneficiario. El consentimiento que éste diere para el embargo no tendrá efecto
ninguno.

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cautela. Y es que, valga decirlo, ese precepto de la Ley 105 de 1931, o


sea, el artículo 1004, lo que determinó es que con él no se agotaron
taxativamente los bienes que no se podían embargar, por cuanto su
intención no era la de estipular absolutamente allí los mismos; no
otra connotación tiene que se dispusiera la aludida aclaración en su
postrer numeral.

4.1.3.- El Código de Procedimiento Civil (Decretos 1400 y 2019


de 1970) derogó expresamente con su canon 698, entre otras
disposiciones, el Código Judicial y ciertas normas del Código Civil; y,
sobre la temática de los bienes inembargables, sostuvo en la regla 684
que «[a]demás de los bienes inembargables de conformidad con leyes especiales,
no podrán embargarse: […] 13. Los objetos que posean fiduciariamente».

Tal precepto, sin dejar de lado la remisión a otros compendios


legales, es decir, no pretendiendo enlistar «taxativamente» los bienes
«inembargables», adujo que las cosas sujetas a propiedad fiduciaria no
son embargables, predicamento que se corresponde plenamente con
lo otrora reglado por el numeral 8º del artículo 1677 del Código Civil.

No obstante, hay que precisarlo, con la aparición del canon 684


del Código de Procedimiento Civil no operó la derogatoria2 del 1677
del Código Civil. Ello, ni de forma «tácita» por cuanto entre ambas
normas no obran disposiciones que no puedan conciliarse, sino lo
contrario; tampoco de manera «expresa», dado que el apuntado
artículo no se mentó en el canon 698 del Código de Procedimiento
Civil.

Y menos hubo «derogatoria orgánica», ya que la ley nueva, es decir,


el Código de Procedimiento Civil, no reguló íntegramente la materia a

2
Artículo 71 del Código Civil.

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que la anterior disposición, esto es, el Código Civil, se refería. Es decir,


que lo atañedero con «el pago por cesión de bienes o por acción ejecutiva del
acreedor o acreedores» que es el capítulo del Código Civil en que se halla

el artículo 16773 ibidem, mismo que trata un ámbito de estricta


naturaleza sustancial, mal podía quedar derogado por una norma
eminentemente adjetiva, como es aquella.

4.1.4.- El Código de Procedimiento Civil fue derogado


expresamente por el canon 626 del Código General del Proceso, y tal
compendio legal procedimental, en su artículo 594, luego de relievar
que «[a]demás de los bienes inembargables señalados en la Constitución Política o
en leyes especiales», anunció que «no se podrán embargar» los que allí, entre

otros más, se ocupó de relacionar a título enunciativo.

De modo que, de la misma manera que lo habían hecho los


anteriores códigos de ritos civiles, esa norma tampoco buscó agotar
en ella misma todas las hipótesis en las que un bien se torna en
inembargable, motivo por el cual, la circunstancia de que allí no esté
enlistado lo atañedero con la «propiedad fiduciaria», no es válido
argumento para pregonar que hoy por hoy, bajo la vigencia de la Ley
1564 de 2012, tal sí es embargable, que no lo es.

Veáse, para que por vía de ejemplo se pueda constatar lo


anunciado, que el canon 1380 del Código de Comercio establece que
«[l]as cosas dadas en consignación no podrán ser embargadas ni secuestradas por
los acreedores del consignatario, ni formarán parte de la masa de la quiebra», o lo

que es lo mismo, ese precepto, que ha de entenderse como una «ley


especial», también demarca pautas legales en torno a la
inembargabilidad, a más de las ya referidas a que se contrae la Ley 70
3
La Corte Constitucional, en sentencia C-318 de 2007, adujo que solamente habían
sido derogados «tácitamente» los numerales 3º y 4º de dicha norma, por virtud del
precepto 684 del Código de Procedimiento Civil, mas en manera alguna extendió tal
aserto a la totalidad del aludido precepto.

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de 1931, «que autoriza la constitución de patrimonios de familia no embargables»,


todas ellas fuera del mentado artículo 594 del Código General del
Proceso. 

4.1.5.- Como corolario de lo anterior emerge que, itérase,


actualmente no son embargables los bienes sujetos a propiedad
fiduciaria (canon 794 y subsiguientes del Código Civil).

4.2.- Depurado lo anterior, cumple señalar que la función de un


juez -ya individual ora plural- al interior de un pleito ejecutivo, a la
hora de pronunciarse acerca de la inembargabilidad o no de un
determinado bien, y ello en aras de decretar o no el levantamiento de
la medida cautelar que sobre el mismo pese, no puede extenderse,
como en el sub judice sucedió, a analizar asuntos diversos a aquellos
que son ingenitos a la naturaleza del preciso tópico a abordar; o sea,
sabido que no es embargable «[l]a propiedad de los objetos que el deudor posee
fiduciariamente» (artículo 1677-8º del Código Civil), lo que correspondía a

la sala accionada era pasar a verificar si el preciso inmueble objeto del


embargo que se pidió levantar, estaba legalmente sujeto o no a
«propiedad fiduciaria», para de ahí adoptar postura sobre el particular.

Empero, no podía la colegiatura enjuiciada adentrarse en


temáticas que -de ser el caso- han de emprenderse en separado litigio
declarativo que, eventualmente y al efecto, se adelante por quienes
contingentemente estén legitimados para lo propio, pues, obrar como
se hizo en el sub examine, esto es, adentrarse en los terrenos de
descalificar, dentro de un juicio ejecutivo, el «contrato de fideicomiso»
celebrado y registrado en la oficina de instrumentos públicos
respectiva, con el cual se constituyó la «propiedad fiduciaria» sobre el
predio cautelado, no traduce cosa diversa que suplantar, sin fórmula
de juicio, la competencia que corresponde en esos menesteres al juez

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natural y ello dentro de la senda procedimental legalmente


establecida.

Por tanto, el laborío que había de emprender la corporación


querellada no era otro diverso que establecer si, de cara al canon 796
del Código Civil, el aludido fideicomiso, dado que lo fue por acto entre
vivos, había sido «otorgado en instrumento público», mismo que debía
«inscribirse en el competente registro» en tanto recayó en un bien raíz.

Lo demás, es decir, entrar a auscultar el entramado jurídico que


alberga el contrato recogido por la Escritura Pública Nº. 0919 de 14
de octubre de 1998, no obedece a la órbita de gestión que debía
desplegarse dentro del juicio compulsivo sub lite, sino que se trata de,
se repite, temática que de ser el caso habrá de asumir el operador
judicial competente y dentro del litigio correspondiente.

4.3.- Con base en lo anterior, habrá de enmendarse el


incorrecto proceder evidenciado por parte de la corporación
entutelada en el pleito materia de pronunciamiento, disponiéndose
por ende que sean adoptados los correctivos a que haya lugar.

Es decir, que el tribunal accionado habrá de resolver


nuevamente el recurso de alzada enfilado contra la resolución que en
primera instancia denegó levantar el embargo sobre el bien raíz de
marras, atendiendo al efecto las pautas aquí trazadas y sin que lo
expresado sobre el particular comporte imposición alguna del sentido
decisorio que se deba adoptar.

Por ende, el proveído de 20 de febrero de 2018 se declarará sin


valor ni efecto, a fin de que la sala censurada proceda a desatarlo de
nuevo, de acuerdo con lo anteriormente expuesto.

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5.- Así las cosas, se otorgará el amparo reclamado en los


precisos términos en que pasa a verse.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala


de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la ley,

RESUELVE:

PRIMERO: AMPARAR el derecho fundamental al debido


proceso de Luis Fernando Duque Arango, conforme a la motivación
exteriorizada, por lo que se deja sin valor ni efecto el auto de 20 de
febrero de 2018, dictado dentro del juicio referido en los antecedentes,
según se consideró.

SEGUNDO: ORDENAR a la Sala Civil del Tribunal Superior del


Distrito Judicial de Medellín que, dentro del término de los diez (10)
días siguientes a la fecha en que reciba notificación de la presente
resolución, consultando las disposiciones legales que gobiernan la
materia y de conformidad con lo plasmado en la parte motiva de este
pronunciamiento, se pronuncie nuevamente acerca del recurso de
apelación interpuesto contra la determinación de 29 de septiembre de
2016, con que el Juzgado Tercero de Ejecución Civil del Circuito de
Medellín denegó el levantamiento cautelar instado en el sub examine.

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Por Secretaría, envíesele copia de esta decisión.

TERCERO: Comuníquese telegráficamente lo resuelto en esta


providencia a los interesados y, de no ser impugnada, oportunamente
envíese el expediente a la Corte Constitucional para su eventual
revisión.

Notifíquese

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO


(Presidente de Sala)

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

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ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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