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En esta última fase, deben afrontar la pérdida tanto del trabajador social
como de las relaciones con el resto de personas que lo integran. Por otro,
sienten miedo por la pérdida del apoyo del resto de miembros del grupo en
un nuevo contexto en el que ya no estarán juntos y por la separación del
trabajador social, como referente en la búsqueda de soluciones para los
problemas que les llevaron a incorporase al grupo. En este sentido, las
reacciones de los integrantes del grupo pueden ser muy variadas tanto en
la dimensión emocional como conductual, y en muchos casos
impredecibles. Algunas personas pueden vivirlo como una amenaza, como
una pérdida, como un nuevo reto o como una oportunidad.
Desde la perspectiva del trabajador social, es importante señalar que,
cuando se apoya a las personas para que terminen la actividad de grupo
con un sentimiento de logro y experiencia positiva, es más fácil que utilicen
lo que han aprendido dentro del grupo en su vida cotidiana, tanto en sus
relaciones interpersonales como en los roles que desempeñan como
miembros de la sociedad.
Los objetivos para esta fase varían. En este tipo de grupo, las personas
pueden abandonar la dinámica en cualquier momento, sin previo aviso, y a
la vez se pueden incorporar otras personas en cualquier fase de la vida del
grupo. En estos casos, en la fase final el trabajador social debe tener
presente un doble objetivo: en primer lugar, animar a los participantes a
permanecer el tiempo suficiente para que puedan obtener una
retroalimentación adecuada sobre los logros alcanzados y para que tengan
la oportunidad de despedirse y compartir las emociones que se generan
ante la marcha de alguno de los integrantes del grupo; en segundo lugar, el
trabajador social debe tener como objetivo apoyar a la persona que
abandona, favoreciendo y que revise por sí misma lo que ha aprendido
dentro del grupo y animándola a compartir con los demás sus conclusiones
o estrategias para aplicar dichos logros a su vida cotidiana, una vez que se
haya separado del grupo.
Establecer el final del grupo depende de diversas variables que hay que
tomar en consideración, guiándonos por un principio general: adaptarnos al
tipo de grupo y a la dinámica que se ha generado dentro de él. El trabajador
social debe procurar no posponer demasiados temas para la última
sesión, y así evitar que las personas sientan que dejan una tarea
inacabada. En esta fase, dependiendo de las características de cada
participante y del grupo como unidad, es conveniente que el trabajador
social tome en consideración algunos objetivos que son deseables en todo
tipo de grupos: favorecer la expresión de los sentimientos de los
participantes en el grupo; trabajar sobre los problemas o asuntos a resolver;
convertir en estables los cambios que se han producido en las personas;
evaluar el progreso alcanzado, y orientar el aprendizaje para que las pautas
que se han incorporado permitan un mayor nivel de integración social y de
éxito en la vida de cada persona.