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FASE FINAL

Separación en los participantes del grupo


El objetivo de esta última fase y del Trabajo Social con grupos es fortalecer la
competencia social y el equilibrio personal de los miembros del grupo. Para así
lograrlo, se programa una dinámica de grupo, que debe tener una duración
limitada. La fase final, en la que se disuelve el grupo como tal y a partir de la cual
cada Persona debe afrontar, con las nuevas habilidades adquiridas o reforzadas,
su vida cotidiana y los problemas que le llevaron a integrarse en el grupo, tiene
una gran importancia, y el trabajador social debe estar especialmente atento a los
factores que influyen en ella y a los principales objetivos que deben alcanzarse en
esta.
Factores que influyen en esta fase
Los procesos que operan en esta fase final deben gestionarse con un objetivo
claro: lograr un mayor crecimiento personal de los miembros del grupo. Los
grupos no pueden continuar indefinidamente hasta que los participantes
desarrollen de manera plena todo su potencial, por razones económicas y
profesionales (del trabajador social y de las personas que integran el grupo). Por
ello, la cuestión crítica es establecer el momento más adecuado en el que se ha
logrado alcanzar las metas propuestas en un determinado grado y que los
participantes pueden seguir avanzando ya solos, después de abandonar el grupo.
Factores que hay que tomar en consideración para esta fase:
 en primer lugar, las reacciones de los miembros del grupo ante la disolución
del grupo
 las causas por la que finaliza
 la mentalidad con lo que dichos miembros deben afrontar el futuro

 Reacciones ante la disolución del grupo

En esta última fase, deben afrontar la pérdida tanto del trabajador social
como de las relaciones con el resto de personas que lo integran. Por otro,
sienten miedo por la pérdida del apoyo del resto de miembros del grupo en
un nuevo contexto en el que ya no estarán juntos y por la separación del
trabajador social, como referente en la búsqueda de soluciones para los
problemas que les llevaron a incorporase al grupo. En este sentido, las
reacciones de los integrantes del grupo pueden ser muy variadas tanto en
la dimensión emocional como conductual, y en muchos casos
impredecibles. Algunas personas pueden vivirlo como una amenaza, como
una pérdida, como un nuevo reto o como una oportunidad.
Desde la perspectiva del trabajador social, es importante señalar que,
cuando se apoya a las personas para que terminen la actividad de grupo
con un sentimiento de logro y experiencia positiva, es más fácil que utilicen
lo que han aprendido dentro del grupo en su vida cotidiana, tanto en sus
relaciones interpersonales como en los roles que desempeñan como
miembros de la sociedad.

La dinámica de grupo finaliza por diversos tipos de razones. El trabajador


social debe evaluarlas, ya que aportan una información muy valiosa sobre
la propia actividad profesional. A partir de este proceso de análisis, se
establecen conclusiones para mejorar el conocimiento teórico sobre la
dinámica grupal y su aplicación práctica. En esta fase final el trabajador
social debe favorecer que los participantes focalicen sus interacciones
entorno a los planes que tienen al abandonar el grupo.

Tras la consecución de las metas previstas, las personas se sienten más


capacitadas, y suelen estar interesadas en establecer relaciones nuevas,
ampliando su red social, desempeñando nuevos roles y afrontando nuevos
retos en su entorno habitual. En este sentido, las normas y la estructura del
grupo pierden rigidez, se abandonan progresivamente los roles que se
adquirieron de forma consensuada dentro del grupo y pueden modificarse
tanto la frecuencia como el lugar de las sesiones, hasta que el grupo se
disuelve como tal.

OBJETIVOS DE LA FASE FINAL

Los objetivos para esta fase varían. En este tipo de grupo, las personas
pueden abandonar la dinámica en cualquier momento, sin previo aviso, y a
la vez se pueden incorporar otras personas en cualquier fase de la vida del
grupo. En estos casos, en la fase final el trabajador social debe tener
presente un doble objetivo: en primer lugar, animar a los participantes a
permanecer el tiempo suficiente para que puedan obtener una
retroalimentación adecuada sobre los logros alcanzados y para que tengan
la oportunidad de despedirse y compartir las emociones que se generan
ante la marcha de alguno de los integrantes del grupo; en segundo lugar, el
trabajador social debe tener como objetivo apoyar a la persona que
abandona, favoreciendo y que revise por sí misma lo que ha aprendido
dentro del grupo y animándola a compartir con los demás sus conclusiones
o estrategias para aplicar dichos logros a su vida cotidiana, una vez que se
haya separado del grupo.

Establecer el final del grupo depende de diversas variables que hay que
tomar en consideración, guiándonos por un principio general: adaptarnos al
tipo de grupo y a la dinámica que se ha generado dentro de él. El trabajador
social debe procurar no posponer demasiados temas para la última
sesión, y así evitar que las personas sientan que dejan una tarea
inacabada. En esta fase, dependiendo de las características de cada
participante y del grupo como unidad, es conveniente que el trabajador
social tome en consideración algunos objetivos que son deseables en todo
tipo de grupos: favorecer la expresión de los sentimientos de los
participantes en el grupo; trabajar sobre los problemas o asuntos a resolver;
convertir en estables los cambios que se han producido en las personas;
evaluar el progreso alcanzado, y orientar el aprendizaje para que las pautas
que se han incorporado permitan un mayor nivel de integración social y de
éxito en la vida de cada persona.

Un objetivo básico del trabajador social en esta etapa es consolidar los


logros obtenidos, fortaleciendo la capacidad de cada persona para aplicar
dichos avances en diferentes dimensiones de su vida. Hay que constatar
que mantener los cambios logrados dentro del grupo es una cuestión difícil,
que se agrava, Para las personas que se acercan a un grupo, una
expectativa básica es lograr generalizar a todas las dimensiones de sus
vidas los logros o las habilidades que adquieren a través de la dinámica
grupal. Pero esto no siempre ocurre, y por ello el trabajador social debe
prestar una especial atención a los procesos que permiten fortalecer los
logros de modo que se mantengan a lo largo del tiempo (Toselandy Rivas,
2005. 425) ¿Qué pautas pueden seguir para lograr que las metas
alcanzadas perduren a lo largo del tiempo? Podemos señalar las
siguientes:

 Organizar el trabajo de los miembros del grupo en función de sus


necesidades concretas. Muchas veces las personas se desvían de
los asuntos que son más relevantes para ellas, quizás incluso en
ocasiones de forma inconsciente. El trabajador social debe poner de
relieve dichas necesidades o problemas y orientar el trabajo de cada
persona para que sea efectivo en la fase final.
 Apoyar a las personas a que desarrollen confianza en sus propias
habilidades. Es recomendable que el trabajador social anime a
trabajar diferentes alternativas sobre el problema que están
experimentando. Tomar conciencia de las propias habilidades, y del
valor que tienen, supone una gran ayuda para resolver todo tipo de
situaciones. A pesar del beneficio que aporta expresar los
sentimientos negativos que provoca un problema determinado, es
importante que los participantes en el grupo no se obsesionen con
ellos. Estimular esta toma de conciencia de las propias habilidades es
recomendable para evitarlo. Por ejemplo, el trabajador social puede
favorecer este proceso a través de actividades programadas, juegos
de rol y demás ejercicios que considere relevantes.
 Utilizar técnicas diferentes y adaptadas, orientadas a fortalecer el
aprendizaje de nuevas pautas de comportamiento. Las limitaciones y
carencias que tiene una persona suelen afectar a todas las facetas
de su vida.
 Objetivar y jerarquizar las necesidades de los miembros del grupo
para establecer una secuencia de trabajo en la que se abordan en
primer lugar los problemas más comunes, siempre en función de las
necesidades propias de cada persona.
 Utilizar con preferencia situaciones que se dan en la vida cotidiana de
los participantes en la dinámica grupal, de tal forma que puedan
experimentar efectos positivos, que a su vez refuerzan la voluntad de
mantener el comportamiento adecuado.
 Apoyar a cada persona a resolver sus problemas de manera
autónoma, proporcionándoles un marco de referencia que les permita
organizar la información y resolver problemas que son comunes a
muchas situaciones diferentes.
No se trata sólo de mantener en el tiempo los logros que se han alcanzado. Un
objetivo igualmente importante en esta etapa es ayudar a poner en práctica las
habilidades que se han mejorado en el mayor número posible de situaciones de la
vida. Se pueden establecer pautas para que las personas puedan aplicar
correctamente las habilidades sociales, los contenidos y los comportamientos
aprendidos en el grupo a su circunstancia particular podemos mirar las siguientes:
 En primer lugar, establecer claramente que el grupo es un medio para
lograr un fin, una meta, que se establece en función de un diagnóstico
previo. La experiencia grupal no constituye un fin en sí misma. Es el medio
a través del cual as personas objetivarán sus carencias, analizarán cómo
afrontarlas y experimentarán posibles soluciones a ellas.
 En segundo lugar, siempre debe estar presente tanto en el trabajador social
como en cada uno de los participantes un principio básico: los cambios
pueden ser lentos y en ocasiones poco manifiestos. Es decir, hay que tener
paciencia y adaptar nuestras expectativas a nuestra propia realidad
personal a la dinámica psicológica y a los constreñimientos sociales y
culturales en los que nos encontramos inmersos. A menudo las personas
acuden al grupo con la idea de que van a lograr cambios automáticos,
visibles, en ocasiones radicales y, lo que es más importante, permanentes
en sus vidas.
Un objetivo básico del trabajador social con grupos a lo largo de todas las
fases de la dinámica grupal es ayudara los miembros a ver de manera realista e l
proceso de cambio en el que están inmersos. Debe enseñar a valorar y celebrar
las pequeñas metas que se han ido logrando en vez de esperar, de forma poco
realista, que ocurran grandes cambios de forma automática
 En tercer lugar, el trabajador social debe ser consciente de los 1ímites
transformadores y terapéuticos de la dinámica grupal. Es poco probable
que una sola experiencia de integración en un grupo logre cambiar
completamente nuestra forma de comportarnos.
 En cuarto lugar, es importante tomar decisiones acerca de cómo se van a
aplicar en la vida cotidiana las habilidades y conocimientos obtenidos a
través de la experiencia grupal, tanto a nivel personal como a nivel
colectivo. Si el grupo ha logrado resultados adecuados, los participantes
deben tomar decisiones acerca de cómo quieren organizar su vida tras su
paso por el grupo.

En definitiva, esta fase final del grupo es de enorme importancia, y en ella


se evalúa el nivel de éxito logrado por el grupo. Por ello, las actividades a
realizar son, como hemos visto, las siguientes: resumir el proceso y
evaluarlo, analizando el diagnóstico inicial, las metas establecidas y los
reajustes que se han realizado a lo largo de las sesiones; hacer un recuento
tanto de éxitos como de fracasos; integrar e interpretar la experiencia
grupal; establecer pautas para mantener y reforzarlos logros fuera de la
vida del grupo, y, finalmente, diseñar una última sesión adecuada y
productiva que clausure el grupo como tal.

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