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1. Todo poli y nada amor.

“poliamor” es un término que se cree, tuvo su origen en los años 90 y que tuvo de
inmediato un impacto global, aunque aún no exista una certeza de un lugar propio de
origen. Pero más allá de cómo y dónde surgió, lo que nos interesa ahora es ahondar en el
porqué. ¿Qué es lo que ha hecho que muchas personas, sobre todo jóvenes, en la última
década, se hayan sentido atraídos por esta forma particular de relación amorosa?
Cuando hablamos de relación, en términos generales, hablamos de un encuentro con los
demás seres, con una distinción sobre todo en las relaciones con los semejantes. De esta
manera distinguimos una relación con la naturaleza y los animales, que normalmente es
unilateral, y otra con las demás personas, donde hay necesidad de reciprocidad para que la
relación sea efectiva y afectiva.
La relación con los semejantes, al mismo tiempo tiene distinciones en sus manifestaciones.
Existen relaciones de trabajo, normalmente manifestadas en la diplomacia; relaciones
consanguíneas, como lo es la familia; relaciones de fraternidad, donde se crea un vínculo de
amistad; y por último, relaciones amorosas, donde existe un sentimiento diferente al resto
de las relaciones ya antes mencionadas, el romance.
Teniendo esto en cuenta, podemos decir que evidentemente toda relación es diferente y
necesita un cuidado particular; no se cuida a la familia como se cuida a los amigos y dentro
de estos mismos grupos, no se cuida a todos por igual, no por una cuestión de preferencias,
como cree el niño cuando le pregunta a sus padres sobre cuál es su hijo favorito, sino por
una cuestión de exclusividad. En una relación familiar y amistosa a cada participante se le
quiere con exclusividad, no con preferencia. Sin embargo, cuando hablamos de una
relación amorosa, debemos referirnos a los dos términos antes mencionados. Por un lado es
cierto que existe una preferencia, pues se elige a alguien entre todo el resto; esto significa
que evidentemente es alguien diferente ante unos ojos en particular. Por otro lado también
existe la exclusividad; al igual que con la familia y las relaciones amistosas a cada quien se
le quiere de manera diferente, en el la relación de pareja existe un romance exclusivo que
no existe con los demás.
El poliamor es definido, por algunos activistas como: “la capacidad de amar a varias
personas, de forma consensuada, consciente y ética”. Utilizare su propia definición para
argumentar una contradicción.
La primera afirmación es la supuesta capacidad de amar a varias personas. Esto es correcto
solo parcialmente, pues es cierto que todos tenemos la capacidad de amar a varias personas.
El problema es que esta definición apunta a una relación en particular, que es la amorosa.
Anteriormente ya se había expuesto los dos conceptos de los que se compone una relación
de este tipo: exclusividad y preferencia. En este punto, las relaciones poliamorosas solo se
valen de la preferencia, dado que para que la relación se pueda dar se ha de buscar alguien
dispuesto a sostenerla. El problema principal es la exclusividad. Cuando se ama a alguien
de manera romántica se comparten momentos íntimos, momentos donde nadie más puede
entrar, hablo de charlas, gestos, lugares con un significado distinto, canciones, la misma
sexualidad. Esta exclusividad entra en el terreno de lo sagrado, que etimológicamente
significa apartado, reservado. ¿Es posible entonces intimar con dos personas al mismo
tiempo? ¿Se puede amar al mismo nivel a varias personas, como lo exige una relación
amorosa? Es evidente que no, porque siempre va a existir una brecha entre una u otra
persona. Una se sentirá menos amada que otra u otras y es evidente al mismo tiempo que no
existen los noviazgos de semana y de fines de semana. Se ama a todas horas y en todo
momento, es lo que exige la exclusividad. Por lo tanto llamar amor a un encuentro entre
varias personas para convivir es erróneo desde su propia definición.
La segunda afirmación, es que el poliamor es algo consensuado, consciente y ético. Ante la
primera palabra no tengo ningún problema, por el hecho de que es obvio que debe ser
consensuado para que se pueda dar. Asi que no perderé tiempo en eso. El problema a tratar
viene en las otras dos palabras: consciente y ético.
Bajo el concepto de poliamor existe una afirmación que intenta promover de manera
atractiva está tendencia: la libertad. Sin embargo surge una pregunta ¿libertad de qué? Al
referirse a algo consciente hablamos de un acto libre, esto es que según sus promotores, una
relación de pareja quita la libertad. ¿Es esto cierto? No, no lo es. Porque una relación nunca
opaca a la otra persona, nunca anula su libertad; En las relaciones sanas, cada persona
respeta la individualidad del otro, respeta los espacios, los tiempos, nunca coacciona. Y si
por algún motivo una relación no se funda en la libertad del otro, es evidente que ahí no hay
amor. En una relación de pareja los proyectos de cada uno van dirigidos a un encuentro no
a la anulación de uno para promover el otro. La cuestión de la libertad que critica el
poliamor es infundada.
Hablando ahora de su moralidad y teniendo en cuenta lo anterior, no hay nada más inmoral
que la promoción de la falsa moralidad. Soy partidario de que a cada quien sus gustos y sus
cosas. Pero como yo lo veo el poliamor es todo poli y nada amor. Pues tras de lo que
aparenta una forma sana de relacionarse no se esconde nada más que la inmadurez del
miedo al compromiso y a la soledad, además de una notoria inmadurez afectiva- sexual.
Seamos sinceros, el poliamor busca relaciones esporádicas que impidan a un sujeto sentirse
solo y al mismo tiempo satisfacerse sexualmente sin ningún compromiso, esto
definitivamente es falta de la moralidad de la que se dan el lujo de difundir.
En conclusión, el poliamor no es posible como forma de amor relacional, debido a sus
connotaciones irracionales de supuesta libertad y moralidad, de las que en realidad
escasean.

Santiago Castro.
“Apunts”

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