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CAPÍTULO LXXIV

DE DON QUIJOTE
DE CÓMO DON QUIJOTE CAYÓ MALO, Y DEL TESTAMENTO QUE HIZO
Y SU MUERTE
― Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano,

a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la

infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las historias profanas de la andante caba-llería; ya

conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído; ya, por misericordia de Dios,

escarmentando en cabeza propia, las abomino.

Cuando esto le oyeron decir los tres, creyeron, sin duda, que alguna nueva locura le había tomado. Y

Sansón le dijo:

― ¿Ahora, señor don Quijote, qué tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale vuestra

merced con eso? Y ¿agora que estamos tan a pique de ser pastores, para pasar cantando la vida, como

finos príncipes, quiere vuesa merced hacer-se ermitaño? Calle por su vida, vuelva en sí, y déjese de

cuentos.

― Los de hasta aquí –replicó don Quijote–, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi

muerte, con ayuda del cielo, en mi provecho. Yo, señores, siento que me voy mu-riendo a toda priesa;

déjense burlas aparte, y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento;

que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma. Y así, suplico que en tanto que

el señor cura me confiesa, vayan por el escribano.

Miráronse unos a otros, admirados de las razones de don Quijote, y, aunque en duda, le quisieron creer;

y una de las señales por donde conjeturaron se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de loco a

cuerdo; porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan cristianas y con tanto

concierto, que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que estaba cuerdo.
Hizo salir la gente el cura, y quedóse solo con él, y confesóle. El bachiller fue por el escribano, y de allí a

poco volvió con él y con Sancho Panza; el cual Sancho (que ya sabía por nuevas del bachiller en qué estado

estaba su señor), hallando a la ama y a la sobrina llorosas, comenzó a hacer pucheros y a derramar

lágrimas. Acabóse la confesión, y salió el cura, diciendo:

― Verdaderamente se muere, y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno; bien podemos

entrar para que haga su testamento.

Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos preñados de ama, sobrina, y de Sancho Panza su buen

escudero; de tal manera, que los hizo reventar las lágrimas de los ojos y mil profundos suspiros del pecho,

porque verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el

Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de

agradable trato, y por esto no sólo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían.

Entró el escribano con los demás, y después de haber hecho la cabeza del testamento y ordenado su alma

don Quijote, con todas aquellas circunstancias cristianas que se requieren, lle-gando a las mandas, dijo:

― Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero,

tiene, que porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga

cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno después de haberse pagado de lo que

le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y si como estando yo loco fui

parte para darle el go-bierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera,

porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece.

Y volviéndose a Sancho, le dijo:

― Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de pa­recer loco como yo, haciéndote caer en el error

en que yo he caído, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.


―¡Ay! –respondió Sancho, llorando–. No se muera vues-tra merced, señor mío, sino tome mi consejo, y

viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin

más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso,

sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá

tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya. más que ver. Si es

que se muere de pesar de verse ven-cido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal

a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra mer-ced habrá visto en sus libros de caballerías ser

cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana.

― Así es -dijo Sansón-, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.

― Señores –dijo don Quijote–, vámonos poco a. poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros

hogaño. Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso

Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación

que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano.

Miguel de CERVANTES, Don Quijote de la Mancha (Segunda Parte).


 NOTAS EXPLICATIVAS:
Dadme albricias: Felicitadme.

Alonso Quijano: Hasta este momento no había aparecido en la obra el nombre de pila de don

Quijote, ni el apellido en la forma Quijano. Avellaneda lo llama “el señor Martín Quijada”.

No se ha de burlar el hombre con el alma: No ha de gastar uno bromas con la salvación eterna.

con tanto concierto: Tan bien concertadas.

hacer pucheros: Gestos para contener el llanto.

las mandas: Disposiciones testamentarias de últimas voluntades.

Ítem: Término usado para diferenciar las secciones de un documento.

que no haya. más que ver: De la mejor manera imaginable.

por haber yo cinchado mal: Por haberle puesto mal la cincha (la correa que sujeta la silla del

caballo).

en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: Los tiempos han cambiado.
ACTIVIDADES PROPUESTAS
1. Señale la actitud de don Quijote y la de Sancho en el último capítulo en el que se nos relata
la muerte de Don Quijote.

2. Comente la obra y su importancia de esta para la literatura hispana. Debe realizar un


comentario extenso de, al menos, 200 palabras sobre esta cuestión.

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