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Métodos cuantitativos.

   Lo que se pretende con el presente trabajo de tesis es, realizar un estudio de los
derechos vulnerados de las personas trangeneros y homosexuales en los centros 
penitenciarios de Venezuela.
   Desde años pasados se ha visto los atropellos y la discriminación en la sociedad con
esta comunidad, se ha encubierto el duro trabajo que pasan en las cárceles Venezolanas,
desde agresiones físicas hasta violaciones al punto de esclavizarlos sexualmente.

Planteamiento del problema.

   Lo que se pretende con el presente trabajo de tesis, es realizar un estudio de los graves
abusos y trato hacía las personas transgéneros y homosexuales en los centros
penitenciarios de Venezuela. 

   En el mundo hay datos que indican que las personas homosexuales y transgéneros
que hayan cometido algún tipo de crímenes o delitos no tan graves, en su proceso
judicial el Estado ha garantizado su derechos y apegándose a los tratados y pactos en
materia de DERECHOS HUMANOS, dándole así a ellos la garantía de poder pagar su
lapso condenatoria. 

   Ante la crisis que se genera y el ocultamiento de la vulneralidad que viven hoy en los
centros penitenciarias locales, el hacinamiento y la falta de controles sanitarios, han
ocasionado el brote de enfermedades crónicas sin tener asistencia médica y su única
esperanza es la muerte. 

   Esto es preocupante que pasen días y años y la administración de justicia no plantee


una solución. Es por eso que este proyecto de investigación podremos saber, que tan
mal están nuestros centros penitenciarias y que tanto están vulnerando los derechos de
las personas homosexuales y transgéneros.

Venezuela todavía no realiza avances significativos en el reconocimiento y


protección de los
derechos civiles y políticos de lesbianas, gays, bisexuales, trans e
intersexuales (LGBTI), quienes viven
situaciones constantes de discriminación, amenazas y ataques contra su
integridad moral, psicológica o
física, e indefensión legal y ciudadana, en un ambiente de crecimiento
alarmante de la homofobia y la
transfobia, como consecuencia de la ausencia de leyes, políticas e
instituciones que les garanticen
igualdad en el ejercicio de derechos y libertades fundamentales. Si bien se
reconoce que el Estado
venezolano ha hecho esfuerzos en la protección de grupos históricamente
discriminados como las
mujeres, indígenas, niñas, niños y adolescentes, jóvenes, afrodescendientes, e
inclusive los animales;
las personas LGBTI no aparecen entre las poblaciones prioritarias

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files/bueros/caracas/08790.pdf+&cd=5&hl=es-419&ct=clnk&gl=ve

Planteamiento del Problema

La persona penalmente condenada, tiene derechos fundamentales,


inherentes a toda persona humana, reconocidos en Convenios y Pactos
Internacionales y consagrados en las Constituciones a favor de todas las
personas, los mismos no se pierden por efectos de la condena penal, así como
los específicos que se derivan de la sentencia condenatoria, de la particular
relación que se establece entre el sancionado y el Estado que lo condenó.

La normativa venezolana reconoce expresamente a los privados de


libertad como sujeto de derechos. En efecto, el artículo 272 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) establece que “el Estado
garantizará la rehabilitación del interno o interna y el respeto de sus derechos
humanos”. Por su parte, la Ley de Régimen Penitenciario (LRP) inspirada en
las Reglas Mínimas de la ONU, promulgada el 21 de julio de 1961,
reglamentada el 07 de octubre de1975, reformada el 17 de agosto de 1981 y el
17 de mayo del 2000, contiene los principios que orientan el cumplimiento de
las penas privativas de libertad y trata de desarrollar algunos derechos
individuales y sociales de los reclusos consagrados en los instrumentos
internacionales y en la Carta Magna.

Así mismo, el marco jurídico venezolano, pese a algunas deficiencias,


incoherencias e inconsistencias, tanto en la norma constitucional como en las
legales, es suficiente para propiciar la garantía de los derechos humanos de los
reclusos. Pero una cosa es el reconocimiento formal de unos postulados
garantizadores de derechos humanos y otra muy distinta es la verificación
efectiva de los mismos en el interior de las instituciones penales. La historia y la
realidad de las prisiones ponen de manifiesto que es precisamente allí donde
se vulneran todos y cada uno de los derechos de los reclusos.

A este respecto, los derechos humanos (DDHH) son garantías


universales de las que todos los individuos deben gozar, sin importar su
condición social, sexual, política o económica. Aún para aquellos ciudadanos
que, por razones diversas, se encuentran privados de libertad deben prevalecer
sus derechos humanos, la justicia, la vida y la salud. No obstante, la realidad
mundial, y más específicamente la de los países latinoamericanos, está lejos
de ajustarse a cualquier postulado teórico que resguarde estas garantías
universales y más aún sin esos privados, son personas transgéneros y
homosexuales.

La denominación de una persona como homosexual, transgénero o


intersex, lesbiana, gay y bisexual (Lgbti) asegura el reconocimiento legal de la
orientación sexual o de la identidad de género como condición esencial de la
persona a ser protegida. La noción de Lgbti como un sector específico permite
visibilizar y reconocer la discriminación histórica a la que han estado sometidas
las personas que se encuentran en este supuesto, contribuyendo a ofrecer
protección acorde a sus necesidades particulares.

La discriminación que sufren las personas por su orientación sexual o


identidad de género se manifiesta como la distinción, exclusión, restricción, o
preferencia no justificada que tiene por objeto o por resultado, anular o
menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad,
de sus derechos y libertades. La discriminación que sufren las personas
homosexuales y de transgénero, está profundamente enraizada en, y
alimentada por prejuicios, estereotipos sociales y culturales y por información
distorsionada o imprecisa, aunado a la existencia de doctrinas de la sociología,
la medicina, el derecho y la política que han originado o justificado dicha
discriminación.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece en su
artículo 21 numeral primero que:

No se permitirá discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el


credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por
objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o
ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de
toda persona.

Aunque no se menciona de manera explícita la no discriminación por


razones de orientación sexual, ésta fue aclarada en la Resolución No. 190 de la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en el año 2008, como
respuesta a una solicitud de interpretación de dicho artículo realizada por la
Asociación Civil Unión Afirmativa de Venezuela:

“…esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,


administrando justicia en nombre de la República por autoridad de la
Ley, INTERPRETA, en los términos que fueron expuestos, el artículo
21 de la Constitución, en el sentido de que no es posible, dentro del
marco constitucional venezolano, la discriminación individual en razón
de la orientación sexual de la persona, y asimismo DECLARA que no
existe colisión alguna, también en lo que se refiere a los términos de
esta solicitud de interpretación, entre el artículo 21 y el artículo 77 de
la Constitución de 1999.”

El numeral segundo del mismo artículo 21 de la Constitución venezolana


establece que:

“…la ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para


que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas
positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados,
marginados o vulnerables; (…) y sancionará los abusos o maltratos
que contra ellas se cometan.”

Sin embargo, las lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales han


sufrido y sufren discriminaciones e impunidad, que les coloca como un grupo
vulnerable para la tortura y malos tratos, lo que incluye: asesinatos, agresiones
físicas y verbales, chantaje, extorsión, persecución, detenciones arbitrarias,
especialmente de cuerpos de seguridad del Estado. Es de acotar, que en
América y varias partes del mundo, las Personas Lgbti privadas de libertad
enfrentan altos índices de violencia, discriminación y exclusión, sus derechos
tienen a ser desconocidos y su paso por los centros de reclusión no satisface
las garantías mínimas de vida digna. Las condiciones de reclusión de las
personas Lgbti han sido invisibilizadas por los “prejuicios que la involución ha
tenido siempre con relación a todo lo que tiene que ver con la sexualidad y la
expresión de género. Así mismo, en los penales del país los miembros de la
comunidad Lgbti, en especial, las personas trans, son aisladas por el resto de
la comunidad penal. Por otro lado, existen calabozos policiales con
hacinamientos donde mezclan a las personas de la comunidad Lgbti con
personas heterosexuales y en ocasiones esto constituye un riesgo a la
integridad física del privado de libertad, sea hombre o mujer.

Al respecto, se ha documentado que las personas Lgbti privadas de la


libertad sufren de violencia y agresiones sexuales que tienden a quedar en
impunidad, y sus derechos a visitas íntimas no son respetados, ya que no
tienden a estar contemplados en los reglamentos aplicables. Estas personas
enfrentan un riesgo mayor de violencia sexual y otros actos de violencia y
discriminación, a manos de otras personas privadas de libertad o del personal
de seguridad.

En diciembre de 2016, en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara, se


inauguró el recinto carcelario con el “Nuevo Régimen”, que tiene como objetivo
“transformar el sistema carcelario en un modelo de atención y formación
integral”. Sin embargo, en Fénix las mujeres transexuales y los hombres gays
no pueden tener sexo, según reveló a Efecto Cocuyo Jhonatan Azuaje,
subdirector de la prisión. Por su parte, los instrumentos internacionales en
materia de protección de los derechos de los privados de libertad, establecen
que se deben permitir las visitas conyugales, con el fin de garantizar sus
derechos sexuales y reproductivos, sin discriminación de su sexualidad ni
identidad de género.

En el artículo 58 de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el


Tratamiento de los Reclusos (Reglas Nelson Mandela), se estipula que “los
reclusos estarán autorizados a comunicarse periódicamente, bajo la debida
vigilancia, con sus familiares y amigos: a) por correspondencia escrita y por los
medios de telecomunicaciones, electrónicos, digitales o de otra índole que haya
disponibles; y b) recibiendo visitas. 2. En caso de que se permitan las visitas
conyugales, este derecho se aplicará sin discriminación y las reclusas podrán
ejercerlo en igualdad de condiciones que los reclusos. Se contará con
procedimientos y locales que garanticen el acceso equitativo e igualitario y se
prestará la debida atención a la seguridad y dignidad”.

Pese a que la prohibición constituye una vulneración a sus derechos


sexuales, empeorado por la prohibición del uso del condón a toda la población
penitenciaria, estos jóvenes pertenecientes a la comunidad Lgbti prefieren estar
confinados en este centro de reclusión y no en los de régimen abierto, como
Tocorón, Tocuyito y El Dorado. En esas cárceles, donde opera la figura del
pranato, la vida de un hombre gay o una mujer transexual, peligran.

https://www.amnistia.org/ve/blog/2017/05/2499/personas-trans-y-politicas-de-
seguridad

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