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Vamos a elegir lo que nos parezca conveniente; vamos a tomarnos esa gran responsabilidad.
Y vamos a tratar de crear lo que falta.
Oscar Varsavsky
Logró avizorar en sus textos, esta realidad que a menudo motiva a los creadores
latinoamericanos de ciencia a sumarse a esta visión de “competencia atlético-científica” propia
del Hemisferio Norte, capaz de adiestrar jóvenes agudos, avezados, pero al servicio de la
necesidad de las élites o el poder de turno. De esta manera, los premios, los honores, la prioridad
en las investigaciones científicas, el valor de la ciencia o del trabajo científico incluso, se otorga a
quien dócilmente, actúe como un “reformista”. Carácter pasivo de la acción, creador a quien
describe como “un defensor del sistema actual pero en su forma más moderna y perfeccionada,
admitiendo las críticas ‘razonables’”.
Desde esta forma de accionar, el “reformista”, sería una opción de acción tibia, en lo que
llama un falso medio entre el científico “fósil” o reaccionario a favor del sistema, y la acción
“totalitaria” o tendiente a un falso absolutismo de la verdad. Fuera de este trío, el científico debe
ser en cambio un “rebelde”, que debe llamar a que los creadores “se liberen del culto a una
ciencia adaptada a las necesidades de este sistema social y dediquen su talento a preparar
científicamente su reemplazo por un sistema nuevo, con una ciencia nueva”.
En su análisis crítico de la sociedad, se siente en Varvsosky una imperante necesidad de
cambiar el sistema, de reformar los paradigmas sociales en su caso, desde la ciencia, siendo este
su ámbito principal de acción, aunque desde una nueva perspectiva, comprendiendo este proceso
de revolución social con la ciencia como parte de una acción interdisciplinaria que
necesariamente, va de la mano a fines colectivos y clarificados.
Demarca que la ciencia debe y puede generar productos de valor universal, siempre y
cuando supere la tendencia a accionar desde unas pocas ideas frescas, que en vez de crear y
accionar en favor de las realidades económicas, sociales y productivas del país, tiende a generar
una incorporación pasiva a las necesidades del hemisferio Norte. Hecho que vale la pena evaluar
en el sistema educativo venezolano. El mismo Varsavsky, radicado en Venezuela durante gran
parte de su carrera científica, se confiesa al respecto culpable, como gestor educativo que también
fue, de que algunos de los métodos que su grupo de ciencia aplicara en las labores de reforma
educativa que realizó desde el CONICET, resultasen, precisamente, formas de adiestrar jóvenes
capaces de igualar las élites científicas de turno, y equipararse en estudios científicos “de moda”,
pero de pocos avances realmente significativos para la ciencias teóricas universales y las ciencias
aplicadas a sus realidades sociales particulares esto pues, la ciencia que desarrollaban no iba en
miras de generar cambios a la realidad social latinoamericana.
Hoy que la realidad venezolana, busca generar estos cambios, que el país se encuentra en
un proceso latente de cambio y revolución, se hace más vigente el legado de este autor en la
acción de renovación, de atreverse a aceptar una ciencia de fines colectivos, que accione
políticamente desde el trabajo mancomunado en favor del bien social.
Se hace necesario recordar las palabas de Varvsasky cuando, como buen actor de ciencia y
de política, se planteó la necesidad de cambio sin atreverse a definir el fin con palabras absolutas,
sino señalando como necesidad esencial, la independencia cultural como: “obligación de crear, y
derecho a elegir”.