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MATRIMONIOS MIXTOS

VocTEO

El papa Pablo VI, en Matrimonia mixta ( 1970), define los matrimonios mixtos
generalmente como "contratos de una parte católica con otra no católica, tanto si está
bautizada como si no lo está...",. Por otra parte, los cánones 1124- 1129 del nuevo
Código de derecho canónico (1983), titulados Los matrimonios mixtos, los definen más
concretamente como matrimonios contraídos entre un miembro católico y otro
bautizado válidamente en una Iglesia o comunidad eclesial que no está en plena
comunión con la Iglesia católica.

Tanto si se adopta la definición más general como la más precisa, está claro que ni en la
doctrina ni en la práctica la Iglesia considera el matrimonio contraído entre un católico y
un cristiano bautizado en el mismo nivel que un matrimonio entre un católico y una
persona no bautizada. El matrimonio entre dos cristianos bautizados es considerado un
sacramento y no necesita para su validez una dispensa del impedimento dirimente,
como ocurre con el matrimonio entre un católico y una persona no bautizada (can.
1086$ El pensamiento y la práctica católica respecto a los matrimonios mixtos se han
desarrollado a partir del concilio Vaticano II, debido en parte al cambio de situación
sociológica y en parte a algunos temas teológicos que surgieron del concilio. Entre estos
temas encontramos: el matrimonio como don de Dios para la promoción de la dignidad
humana (GS 47-50); una mayor sensibilidad por la fe de cada persona (DH 2-3; 10); el
reconocimiento de una vida espiritual capaz de ser compartida entre los católicos y los
otros cristianos (LG 15; UR 3. 14-15; 20-23).

Se sostiene además que estos matrimonios tienen algunas dificultades que no están
presentes en un matrimonio entre dos católicos, como el peligro de que el católico
abandone la práctica de la fe o la posibilidad de disensión entre los esposos sobre la
educación religiosa de los hijos. Para recibir una dispensa a fin de acceder a un
matrimonio mixto, el católico tiene que prometer apartar los peligros de no practicar la
fe católica y asegurar -en la medida de sus posibilidades- que los hijos se bauticen y
crezcan como católicos, La parte no católica tiene que ser informada de esta obligación
que contrae la parte católica. Además, la instrucción para la preparación del matrimonio
debería ayudar a la pareja a comprender las diversas dimensiones del matrimonio
(fidelidad, fecundidad, indisolubilidad y principios morales), tal como las ve la Iglesia
católica, y a discutir algunos de los problemas particulares que pueden surgir en un
matrimonio mixto.

Antes del concilio, se les exigía a los dos esposos la promesa de bautizar en la Iglesia
católica a los hijos y a formarlos como católicos. El exigir esta promesa solamente a la
parte católica supone un mayor respeto a la fe de la parte no católica y reconoce que la
formación religiosa de los hijos es una responsabilidad compartida por los dos esposos.

Un nuevo cambio se refiere a la forma canónica del matrimonio. Ya el Decreto sobre las
Iglesias orientales católicas (OE 18) preveía que, en los matrimonios entre una parte no
católica de rito oriental y una parte canónica oriental, la dispensa de la forma canónica
se requería solamente para la licitud, y no para la validez. El Decreto Crescens
matrimoniorum ( 1967) extendía esto mismo a los matrimonios entre los católicos de
rito latino y los no católicos orientales. Este reconocimiento de la validez del
matrimonio celebrado ante un ministro ordenado de una Iglesia oriental no-católica
refleja la estima general del concilio Vaticano II del alto grado de comunión que ya
existe entre la Iglesia católica y las Iglesias de Oriente (UR 14-18). El Directorio para la
aplicación de los principios y de las normas sobre el ecumenismo (Consejo para la
promoción de la unidad de los cristianos, 1993, nn. 143- 1260) resume los principios y
las prácticas católicas en lo que se refiere a diversos aspectos específicos de los
matrimonios mixtos.

Se han dedicado varias conversaciones ecuménicas a la teología del matrimonio y a la


cuestión de los matrimonios mixtos, especialmente entre los anglicanos y los católicos
romanos (1975) y entre católicos, luteranos y reformados (1976). Aunque existen
importantes convergencias sobre la naturaleza del matrimonio y su relación con Cristo,
las diversas prácticas pastorales en lo que se refiere a los divorciados reflejan diversas
interpretaciones de la indisolubilidad del matrimonio.

El papa Juan Pablo II ha puesto de relieve un aspecto positivo de los matrimonios


mixtos en la Familiaris consortio (1981), n. 78, donde afirma que estos matrimonios
pueden contribuir a una mayor unidad entre las Iglesias.

Estos matrimonios ofrecen además una oportunidad de contacto y de colaboración entre


ministros católicos y no católicos en la atención pastoral a los fieles. Sin embargo, la
participación en la eucaristía debería seguir las normas señaladas por la Iglesia católica
sobre la communicatio in sacris.

W Henn

Bibl.: G. Cereti, Matrimonios mixtos, en NDTM, 1 123- 1 131; Comisión internacional


anglicano-católica. La teologia del matrimonio y su ampliación a los matrimonios
mixtos (1975), enA.González Montes (ed,),Enchiridion Oecumenicum, 1, Salamanca
1986, 81 - 120; Comisión de estudios católico-luterano-reformada, La teología del
matrimonio y los problemas de los matrimonios interconfesionales (Venecia 1976), en
Ibíd., 616-650; J. García Hernando, Los matrimonios mixtos en España, PPC. Madrid
1975.

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